ESCHER
Maurits Cornelis
Nació en 1898 en Leeuwarden (Holanda), siendo el hijo más joven de un ingeniero hidráulico. No fue precisamente un estudiante brillante, y sólo llegó a destacar en las clases de dibujo. En 1919 y bajo presión paterna empieza los estudios de arquitectura en la Escuela de Arquitectura y Artes Decorativas de Haarlem, estudios que abandonó poco después para pasar como discípulo de un profesor de artes gráficas. Adquirió unos buenos conocimientos básicos de dibujo, y destacó sobremanera en la técnica de grabado en madera, la cual llegó a dominar con gran perfección. Entre 1922 y 1935 se traslada a Italia donde realiza diversos bocetos y grabados principalmente de temas paisajísticos. Abandona Italia debido al clima político de aquellas fechas, trasladándose a Suiza, pero añora el sur de Italia y lo frecuenta repetidas veces.
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También viaja a España, y en particular a Granada. Visita dos veces la Alhambra, la segunda vez de forma más detenida, copiando numerosos motivos ornamentales. Estos estudios supusieron la base para sus trabajos sobre la partición periódica del plano. En 1970 se traslada a la Casa Rosa Spier de Laren, al norte de Holanda, donde los artistas podían tener estudio propio. En esa ciudad fallece dos años más tarde, en 1972.
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Escher conoció a su futura esposa, Jetta Umiker en Ravello, España en 1923. El 12 de junio de 1924, se casaron y más tarde se trasladó a Roma. M.C. y Jetta Escher tenía tres hijos, George A., Arthur E., y Jan C. Después de Arthur nació, el M.C. trasladó su familia a Suiza y luego a Bélgica. Dos años después del nacimiento de
enero, los alemanes invaden los Países Bajos y los Eschers se ven obligados a moverse de nuevo a los Países Bajos en 1940. En 1941 el M.C. Escher y su familia finalmente se calmen y residir durante el resto de la vida de M.C. en Baarn, Holanda. Maurits Cornelius Escher conoce a Jetta, tal vez la única persona retratada en su
obra. Aparece en Bond of Union frente a él. Se mudan a Roma donde adquiere plena consciencia de su vocación artística. Tienen tres hijos Jan, Arthur y George. Luego, la Segunda Guerra Mundial los lleva de Bruselas a refugiarse en Baarn, en la Provincia de Utrecht, Holanda.
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Como artista, M. C. Escher resulta difícil de clasificar. Se han hecho múltiples interpretaciones de sus obras, pero la realidad es que Escher no tenía grandes pretensiones ni mensajes que transmitir, sino que básicamente plasmaba lo que le gustaba. No basaba su trabajo en los sentimientos, como otros artistas, sino simplemente en situaciones, soluciones a problemas, juegos visuales y guiños al espectador. Visiones, en ocasiones, que le sobrevenían por las noches, que pasaban por su imaginación y que creía merecedoras de ser plasmadas en sus cuadros. Él mismo reconocería que no le interesaba mucho la realidad, ni la humanidad en general, las personas o la psicología, sino sólo las cosas que pasaban por su cabeza. En cierto modo era alguien introvertido, dicen incluso que de trato difícil, que prefería crear su propio universo.
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Para los matemáticos, sus obras son metáforas visuales de objetos en espacios (o geometrías) más complejos, como la geometría del matemático ruso Lobachevsky (1792-1856) o del matemático francés Henri Poincaré (1854 –1914), para quien la suma de los tres ángulos internos de un triángulo, en la realidad, es siempre menos de 180° y que se evidencia en los diseños de Escher, “de ahí el aparente apiñamiento en las proximidades del contorno circular”, explica Roger Penrose en su libro The Emperor’s New Mind.
Escher inicia en 1918 estudios de artes gráficas y arquitectura en el Escuela de Arquitectura y Artes Decorativas de Haarlem, muy cerca de Amsterdam. No es un gran estudiante y su estética es criticada como muy cerebral; pero él se descubre dibujante. Nace como artista en el sur de Italia, en Siena, donde vivirá una temporada, lejos de su familia burguesa, rica, acostumbrada a nanas y carreras profesionales respetables, como la del padre, ingeniero civil o la de su hermano mayor, geólogo y académico universitario..
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Imposible no reparar en la sucesión de formas que se desfondan en perspectivas paradójicas, la metamorfosis de sus simetrías, un asombro mecánico, preciso. Conforme se avanza por la muestra en la Dulwhich Picture Gallery se constata que Escher, en tanto madura como artista, sus intereses ahondan más y más en la naturaleza de la realidad.
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El toque inglés también implica necesariamente incluir el ‘Triángulo Imposible’ (1934) del físico británico Roger Penrose, con quien Escher también mantuvo un intercambio epistolar.
La muestra permite una lectura cronológica, con particular énfasis en los sitios que influyeron en su obra. Por ejemplo, visita en dos oportunidades Granada, quedó alucinado con los mosaicos de la Alhambra. De ahí su interés en los grupos cristalográficos, las simetrías y, en último término, en la geometríahiperbólica.
Fruto del cual Escher realiza la litografía Waterfall, expuesta aquí abajo; fíjese en la corriente de agua fluye en zigzag, y son dos ‘triángulos imposibles’ de Penrose alargados que forman otros pisos arriba creando así la ilusión, la incertidumbre de no saber hacia donde fluye el agua
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Debe escoger la madera. Con harta paciencia sentarse a reproducir aquel diseño que trabaja una y otra vez sobre el papel y en base a modelos creados tridimensionalmente, en la medida de sus posibilidades, en maquetas. Después de varias sesiones, una vez el pedazo de madera estuviese tallado, habría de embadurnarlo con tinta y presionarlo contra un papel. Debe hacerse numerosas muestras pues depende el acabado de cuánta tinta, de cuánta presión, del tipo de papel, de cómo se seca entre otras variables de corte artesanal y que seguramente le dejaba poco tiempo para asuntos mundanos o no relacionado a su arte.
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ESCHER
y las matemáticas
Escher fue un artista inusual, decidido a resolver problemas que parecían interesar más a los matemáticos que a los artistas. Tenía el deseo de romper las limitaciones que impone el plano al arte, de mostrar como nunca antes se había visto que una superficie bidimensional es capaz de ilusiones ópticas de gran profundidad. Escher luchó para encontrar un mecanismo que permitiese dar la impresión de un espacio sin límites, de mundos que se transforman ewn otros, o en otros.
Incluso podemos llegar a creer que una transformación es de lo más normal y creíble, pero cuando sucede otra a la primera y observamos el punto inicial vemos que es del todo imposible, a pesar de la sensación de normalidad que nos transmite. Si nos introducimos en uno de sus diseños, lo cual es sumamente fácil, acabamos de entrar en otro mundo, donde todos nuestros sólidos principios son puestos en duda y sustituidos por
una serie de nuevas leyes y extraños principios geométricos. Pero no es por esto exclusivamente por lo que sus trabajos apasionan a muchos matemáticos, sino también porque en ellos subyacen una serie de conceptos matemáticos como reflexiones, simetrías, traslaciones, cuerpos platónicos, el infinito, cintas de Möebius, geometría hiperbólica, etc... Y sin embargo Escher se consideraba un lego en matemáticas.
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