UNIVERSIDAD NACIONAL DE SAN JUAN FACULTAD DE FILOSOFÍA, HUMANIDADES Y ARTES Departamento de Artes Visuales Cátedra: Investigación en Artes Visuales II Profesoras: Gabriela Riveros Graciela Ochoa
Proyecto de Investigación en Artes Visuales
“Arte local: Posibles concepciones acerca de las relaciones entre la producción artística y el medio natural”
Isabel Rostagno Toret Año: 2012
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Índice:
• Una aproximación al territorio de desarrollo de la investigación: Notas
preliminares ………………………………………………………………..….
p. 5
• Acercamientos al Arte como cartografía del paisaje cultural……………….. p. 7
• Reflexiones sobre la cultura y la identidad entendidas como oasis……………. p. 9
• El museo de arte: componente necesario en el desierto culturalizado………. p. 12
• Las formas de producción y su contexto………………………………………. P. 14
• El MPBA FR como espacio de resguardo de nuestro patrimonio cultural….. p. 21
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“Pero ahora no me quedan más excusas porque se vuelve aquí siempre se vuelve. (…) Y cuando miro el cielo veo acá mis nubes y allí mi Cruz del Sur mi alrededor son los ojos de todos, y no me siento al margen ahora ya sé que no me siento al margen.” Mario Benedetti – “Noción de Patria” – 1963
La cita corta de ese texto de Mario Benedetti lo planteo como la posibilidad de destacar la cualidad de esta investigación. Es calmar la estructura protocolar de la investigación científica a partir de un texto literario; es encarar la lectura de este escrito final con la predisposición a comprender en él las búsquedas y sentidos que desde siempre encarnó, y que así dieron lugar a su consumación.
El individuo buscó siempre pertenecer, identificarse, compartir con otros iguales a él. Es así que se organiza la humanidad y su vida histórica en culturas, en esos pequeños grupos que redactan inmaterialmente su identidad y esencia cargada de un sinfín de aspectos, perfectamente diferenciables del resto. Es decir, un espacio de identificación que dota a los individuos de un sentido de pertenencia.
A ese grupo pertenecemos, en ese grupo arraigamos nuestras acciones, identificándolas entre sí, dándoles ese marco de sentido. Sólo así tenemos nuestro lugar inigualable a otro donde conocemos sus límites, sus juegos, sus vacíos, sus vicios, sus amistades, sus pozos, su naturaleza. Necesariamente, a este carácter sociológico del planteo es propicio sumarle las condiciones ambientales, geográficas que lo cercan. Éstas direccionan sus
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modos de socializar, sus modos de organización de las actividades y las prioridades que subyacen en el total de su desarrollo.
Ahora bien, si en todo ello dejamos vislumbrar una de sus acciones más propias, la artística, podremos desde esta perspectiva comprender más aún el imaginario que identifica a tal o cual grupo social. Esto no es un capricho desde una postura que comprende al sujeto artista como un sujeto cargado de su entorno, que lo absorbe y luego redistribuye en objetos que se hayan colmado de dicho contexto. En definitiva, así se comprende a todo objeto artístico: como un espacio en donde se entrecruzan las cargas simbólicas de su cultura, resignificándose constantemente, para ofrecer a los miembros de ese grupo la visión de los elementos que lo caracterizan como tal.
Luego, es posible que surja el siguiente interrogatorio; y en esta ocasión pongo el foco en mi lugar, San Juan, Argentina, en el año 2012. ¿Dónde se hallan tales obras/objetos artísticos?; ¿Cuál es el sitio en el que permanecen accesibles al conjunto de personas que conformamos este grupo cultural?; ¿Dónde es que habitan los diálogos que construyen, los hitos que nombran?; ¿Cuánto nos hemos servido de esos objetos al momento de pensarnos como grupo identitario?
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Una aproximación al territorio de desarrollo de la investigación: Notas preliminares.
La presente investigación congrega el resultado de las acciones desplegadas y orientadas a la exploración de las posibles concepciones de los artistas sanjuaninos sobre la relación entre el medio natural y la producción artística. Dicho objeto de estudio, surge, en un primer lugar, como problemática en torno al poco acercamiento y acceso a la producción artística local, desde la consideración de esta última como medio que construye y subyace a las formas de producción que se dan en su posteridad, y que, posteriormente, permiten en su conjunto hacer una lectura de la construcción de rasgos de la identidad. Considero fundamental el hecho de tener una visualización intelectual de las obras que conforman nuestro pasado, aunque lo suficientemente contemporáneas, que nos permitan revisar y reflexionar sobre cuáles son las tendencias que nos identifican como grupo o comunidad cultural. Así el campo visual artístico comienza a funcionar como ámbito en el que surgen productos identitarios que involucran a tal medio para ser traducido de diversas formas, ya sea desde su materialidad o bien desde la intelectualidad. En efecto, este proyecto intenta reconocer algunas de las posibles relaciones entre los elementos de tal medio natural – físico (clima, aguas, relieve, suelo, vegetación, fauna) y la producción artística local, como manifestaciones activas de una sociedad definida como espacio o medio antropológico, es decir, “cultural”. En un segundo lugar, se hacen presentes apuntes sobre los cambios y movilizaciones que se están dando en el campo artístico sanjuanino, como es la presencia del nuevo Museo Provincial de Bellas Artes Franklin Rawson, institución que ayuda a poner en superficie todos estos argumentos sobre la identidad y la obra sanjuanina. De este modo la intención es problematizar nuestra identidad artística, revisando cuáles son las latencias de tiempos anteriores y cuáles son las posibilidades actuales de construcción a partir del abordaje de nuestro medio, haciéndolo confluir sobre la práctica artística.
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El desarrollo de la presente investigación se basa en el desglose de tres nudos problemáticos. Lejos se estará de definirlos taxativamente –lo cual, por fortuna, es imposible ya que se trata de campos de estudio que se modifican constantemente desde lo más subterráneo que haya en sí mismos- pero sí se intentará fundar los lineamientos que ayuden a explicar en buen grado la dilatación que los pone a jugar transversalmente entre sí, desde de las particularidades de cada uno. Tales nudos o campos de estudio son los siguientes:
MANIFESTACIONES ARTÍSTICAS: Producción de objetos concretos (o no) que se posicionan como productos identitarios en un determinado grupo social.
Espacios institucionalizados: EL MUSEO DE ARTE
LA CULTURA / LA IDENTIDAD: Grupo social que en su interrelación (entre los sujetos y con el medio natural) redacta inmaterialmente su esencia cargada de un sinfín de aspectos, que lo diferencian del resto.
Institución al servicio de una sociedad y a su desarrollo, que colecciona, documenta, preserva, expone e interpreta el patrimonio material e inmaterial de dicho grupo y su entorno. (1)
(1) GARCÉS, Alicia; PUCHULU, Magdalena comp.; “El museo de arte. Del coleccionismo a las estructuras móviles.”; San Juan; Argenitna; Imprenta Rocamora, 2011; pág.: 7.
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Acercamientos al Arte como cartografía1 del paisaje cultural.
Comprendemos “el arte como un campo simbólico que se forma en el sistema de relaciones de producción, distribución y consumo de cada sociedad.”2 Dicho campo se forja en diversos objetos visuales los cuales al ser incorporados a un análisis de ciertas categorías estéticas hace que se conviertan en objetos artísticos. Se proyecta visualmente el entrecruce de las condiciones y relaciones sociales que rodean tal objeto y a las que está sujeto, que posiciona y esclarece una visión sobre el arte como representación simbólica. Así, se forjan en consecuencia un conjunto de valores e imaginarios que son sostenidos por los modos de interpretación, significación y asimilación que realizan los sujetos sociales. Es allí, en esos objetos, donde se autorrepresentan y reconocen. Ahora bien, considerar las formas de producción, distribución y consumo distintivo de cada sociedad nos lleva a pensar, por un lado, en los recursos y las herramientas con las que cuenta el hacedor artístico al momento de producir, lo que luego se constituirá en la materialidad3 del objeto. Es decir, para el sujeto no hay más elementos que los que conoce, y sólo conoce lo que se halla en su entorno. Este último puede ser más o menos vasto lo que dará en consecuencia resultados perfectamente identificables con tal materialidad. Por otro lado, la distribución engloba los medios que facilitan el acceso o llegada de esos objetos a sus receptores. La misma puede ser mediante instituciones formales y establecidas fuertemente en la sociedad, o a través de los medios de comunicación, propios de la reproductibilidad, de los que hacen uso las industrias culturales. Dichas industrias, por medio de sus acciones, democratizan (o así parece al menos) los espacios de circulación en los que convergen las masas. Así, uno
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La cartografía es la ciencia que se encarga del estudio y de la elaboración de los mapas geográficos, territoriales y de diferentes dimensiones lineales y demás. Por extensión, también se denomina cartografía a un conjunto de documentos referidos al territorio de un ámbito concreto de estudio. 2 GARCÍA CANCLINI, Néstor; “La producción simbólica. Teoría y método en sociología del arte”; Siglo veintiuno editores; México D.F.; 1988. 3 Definición diccionario de la lengua española: -Materia: Calidad o naturaleza de lo que es material y que se puede percibir con los sentidos. Amplío este concepto considerando que dicha materialidad puede expresarse tanto como patrimonio tangible como intangible.
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puede por medio de internet, por ejemplo, realizar visitas virtuales a museos de gran prestigio y acreditados como legítimos, o visualizar infinitas obras con sólo ingresar pocas palabras al buscador. No es en vano recordar el texto “La obra de arte en la era de su reproductibilidad técnica”, obra escrita por el filósofo alemán Walter Benjamin, que expone justamente las condiciones de cambio que la era industrial ocasionó a la distribución y recepción de las obras, y cómo ello modificaba las formas de relación social, lo que favorecía el concepto de masas. En concordancia con ello, y a pesar de situarnos aproximadamente un siglo después, el perfil visionario de estas reflexiones hallan su lugar aquí también cuando debemos considerar cómo organiza cada grupo social las formas de circulación de sus objetos artísticos y cómo se desarrollan las acciones de recepción, interpretación y resignifiación de los mismos. Por último, y en dependencia de lo anterior, se darán los modos de consumo que cada sociedad haga de tales productos. Esta puede estar más o menos orientada hacia ciertos sentidos, usos, revalorizaciones y funciones para que los objetos visuales producidos, en ese medio, estén a su servicio.
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Reflexiones sobre la cultura y la identidad entendidas como oasis4.
Como ya sabemos la cultura es aquél conjunto de modos de vida y costumbres que tiene determinado grupo social. Esto lo diferencia del resto y constituye su identidad. A propósito de esto extraigo del etnólogo y antropólogo Guillermo Bonfil Batalla la enunciación sobre la identidad como:
“un proceso activo y complejo, históricamente situado, capaz de afirmarse en la medida en que se confronta con otras identidades, en el proceso de interjuego de las relaciones sociales” 5
Por ello es posible pensar a cada grupo social como singular, donde existe material simbólico que lo identifica, y que se constituye el valor de dicho grupo. Pero además, y después de haber configurado en el apartado anterior una de las formas posibles de comprender el arte, no hay que olvidar el hecho de que a tal definición se le suma la alegación de que arte y cultura, arte y sociedad, arte e identidad son pares de conceptos que se necesitan entre sí al momento de definirse o pensarse. Toda sociedad/cultura es resultado de múltiples relaciones entre los sujetos que la intervienen, ya sea de manera material o inmaterial, donde el arte, como todo lenguaje, se posiciona como una de las formas en que se desenvuelven dichas relaciones. Es por eso que el arte propicia formas de conocer el mundo. Así surgen maneras de interpretarlo y hasta manipularlo para que el hombre pueda adaptarse a su entorno, recorrerlo y finalmente, constituirse como ser social en las conexiones con otros seres sociales. De este modo, hay tanto arte producido como culturas e identidades se puedan detectar a lo largo del camino transitado en la historia de la humanidad.
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Oasis: Zona con vegetación y agua que se encuentra aislada en los desiertos arenales de África y Asia. (Diccionario Wordreference). La elección de esta palabra tampoco es aleatoria, justamente porque pone a pensar sobre nuestro valle como espacio o terreno en el que la vegetación dio lugar a nuestro crecimiento como grupo social. Pero como siempre, no tan alejado de nuestro desierto. 5 BONFIL BATALLA, Guillermo; 1991.
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Estas reflexiones surgen desde las conjunciones tanto entre arte y sociología como entre arte y antropología. Estas disciplinas intentan conjugarse para abordar la materia cultural en conjunto aportando lo que les es propio a cada una de ellas y trabajar en complemento. Así, por ejemplo, la lectura de las manifestaciones artísticas, los modos en que se dan tales manifestaciones, es en muchos casos la trama de la investigación del grupo social al que pertenecen. En consecuencia, podemos desde ahí construir la cuestión fundamental de esta investigación: intentar pensar al arte dentro de la sociedad, que deja ver al sujeto cultural en estrecha vinculación con el medio físico que lo rodea. Aquí ingresa un nuevo concepto fundamental: el de medio físico. Si seguimos las palabras del investigador español Guillermo Meaza Rodríguez, el medio natural se trataría del espacio físico en el que habitamos, que nos condiciona y caracteriza por diversos factores. Este espacio antropizado es imposible pensarlo sin incluir en él las intervenciones que el hombre ha efectuado. De ahí que es pertinente pensar en el medio físico como esos entornos en los que ciertamente ya han sido intervenidos en su estado totalmente natural, para más bien ser pensados como el medio físico en el que habitamos. Es así que, el medio físico es interpretado y traducido en el arte, sostenido como huella o rasgo, que sólo es identificado como propio por cierto conjunto humano que alimenta y circula dentro de su imaginario social.
Para continuar en la construcción de la noción de cultura y sociedad, importante es atender el carácter híbrido6 del que dota Néstor García Canclini a las culturas latinoamericanas. Y esto nos llega, porque difícilmente se puede realizar cualquier investigación o trabajo sin poner en contexto su núcleo de estudio. Esto se confirma si leemos el siguiente fragmento:
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GARCÍA CANCLINI, Néstor; “Culturas híbridas. Estrategias para entrar y salir de la modernidad”; Editorial Sudamericana; Buenos Aires Argentina; 1992; Apartado: “Entrada”.
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“El estudio socio-antropológico muestra que las obras pueden ser comprendidas si abarcamos a la vez la explicación de los procesos sociales en que se nutren y de los procedimientos con que los artistas los retrabajan.”7
Por ello cito a este autor, porque creo que pensar a Latinoamérica es pensar en ese territorio que ha sido atravesado históricamente por diversas culturas, donde el entrecruzamiento de otras tradiciones es lo que ha alimentado su propia identidad. Para Canclini, la hibridación es un proceso y una condición. Es lo que nos permite pensar tanto en nuestro pasado, como también en las formas actuales en las que nos desenvolvemos; en nuestros circuitos lógicos de producción, distribución y consumo cultural. Así, nos caracterizan ciertos procesos de resignificación, en donde se fundan las nuevas condiciones y modos de interpretar el mundo con lo más antiguo.
Pareciera que no estamos tan cerca del ejercicio de autodefinirnos, creo que cuesta hablar de nuestra identidad. Ese es uno de los motivos por los que se inició este proyecto, porque es desde el arte que se eligió buscar posibles respuestas a esa problemática. Es decir, se percibe que los trazos que nos constituyen están escondidos en las grietas de nuestro paisaje; en ciertas suposiciones sutiles que circulan en el viento, pero que no podemos terminar de convencernos de que existen. Quizá pensar en la yuxtaposición de diversos elementos, quizá la sedimentación del suelo como capas históricas nos permitan llegar a encontrar algo. Buscamos la arqueología de nuestras formas de socializar, los rasgos -puntualmente en el arte, campo disciplinar en el que nos desempeñamos- que nos diferencian del resto. Y sobre todo, cuáles han sido las interrupciones que parecen haber provocado ese desvanecimiento.
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GARCÍA CANCLINI, Néstor; “Culturas híbridas. Estrategias para entrar y salir de la modernidad”; Editorial Sudamericana; Buenos Aires Argentina; 1992; Capítulo II, Apartado: Importar, traducir, construir lo propio”, Página 75.
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El museo de arte: componente necesario en el desierto culturalizado.
Luego de haber intentado caracterizar la noción de cultura, y cómo esta se diferencia del resto, por los rasgos identitarios que construye a lo largo de su paso por el tiempo, aparece aquí un nuevo elemento que contribuye a tal fin. El museo como mecanismo cultural se trata del espacio donde habita parte del patrimonio material e inmaterial de determinado grupo social. Tal patrimonio es simbólicamente valorado, con el fin de ser conservado e interpretado para construir imaginarios que estén al servicio de dicha comunidad. De esta manera, se construye un diálogo entre sociedad e institución que da a luz información cargada de ese entorno, y que se resignifica constantemente. Pensar en el museo es pensar en el lugar en el que habita un porcentaje de los materiales artísticos producido por los mismos sujetos que conviven en su entorno. Esto hace que sea necesario hablar del museo al momento de referirnos a determinado grupo social, ya que se pueden obtener de él múltiples significados y rasgos propios de tal grupo.
Actualmente, en nuestra provincia, contamos con la presencia viva del museo como espacio culturalizado. Luego de estar ausente durante largo tiempo, en el año 2010 finalmente se puso en marcha el proyecto de construcción de tal edificio, y la posterior restauración de obras que estaban guardadas y absurdamente clausuradas al acceso de la sociedad. En el año 2011 fue inaugurado, y hace ya un año que funciona como cuerpo activo y convocante, que invita a la sociedad sanjuanina a participar de las diversas actividades que desarrolla, y a incluirse en las visitas a las exposiciones de obras que presenta en su cronograma. A su vez, al momento de organizar las salas de exposición del museo, se cuenta con un espacio dedicado únicamente a la exposición de obra de artistas sanjuaninos, que se mantiene en constante uso. Esta política del museo es lo que más rescato de él, ya que creo que allí es donde justamente reside el nudo de nuestra cultura. Es allí donde conviven nuestros rasgos, las problemáticas que como grupo nos concierne, las esperanzas y vistas para quienes, desde la educación,
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comienzan a participar de nuestro grupo cultural, es decir, los niños que desde ya están incluidos en muchas de las actividades del museo. Traemos a colación palabras escritas por la Directora del Museo Provincial de Bellas Artes Franklin Rawson en relación a las causas de tal espacio dedicado a obra sanjuanina:
“Las obras de arte tendrían entonces e este espacio un triple valor. Un valor intrínseco, su dimensión estética y conceptual. Un valor de exhibición, su mostrarse a nosotros para ser interpretadas, interrogadas. Un valor de circulación, no sólo en el mercado, sino y ante todo, en nuestro imaginario. Esta decisión, este destino, estarán inscriptos en un espacio que se abre a infinitas dimensiones que la mirada del arte hace posible. Y recorrer este espacio será como recorrer las uniones y diferencias, entre un tiempo atesorado en nuestra colección y las latencias ocultas en el porvenir.”8
En consecuencia, es posible reflexionar sobre el hecho de que la presencia o no de un museo pueda contribuir a la construcción de la identidad en el grupo cultural. Quizá sería ilegítimo decir que nuestra sociedad carece de identidad por la relativa ausencia del MPBA FR, pero sí afirmaría que hay poco conocimiento sobre cuáles son los productores artísticos con los que cuenta la provincia, cuáles han sido sus interpretaciones de nuestra sociedad y las formas/objetos artísticos en que luego han sido traducidas. Si bien quienes participan del ámbito artístico tienen un vasto conocimiento sobre la producción local, el resto de la sociedad estuvo en alto grado excluída de este proceso, y por lo tanto de un fragmento fundamental que nos constituye como sociedad. Por ello, me afirmo en el deseo intrínseco de que la presente investigación sea accesible a todo público, para que rompa con ciertas barreras, y anime a la reflexión y conocimiento sobre el aparente estado de la producción artística que produjo este grupo cultural –San Juan- en las últimas dos/tres décadas.
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Texto presente en el catálogo “Arte visual Sanjuanino de hoy en el Nuevo Museo” MPBA | FR; Prof. Virginia Agote, Directora MPBA | FR ; Año 2011.
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Las formas de producción y su contexto.
“El devenir histórico de San Juan se estructuró a partir de ser periferia y del exterminio de la población huarpe. Pero aún así se consolidó y a pesar de destrucciones causadas por inundaciones o sismos, el hombre se aferró a la tierra y no la abandonó... Siempre con el interrogante acerca de cuestiones como el reconocimiento, la identidad, la existencia de una historia del arte en San Juan, y su aparición en la Historia del Arte Nacional.” 9
Esta cita permite apreciar claramente las intenciones de este proyecto sobre el reconocer algunas de las características de la producción local, en relación con los condicionantes del medio natural que lo concierne. A partir de reflexiones como estas, se utilizó para la presente investigación la entrevista en profundidad10 como técnica cualitativa y herramienta metodológica de recolección de datos, lo que permitió acercarnos a un conjunto de artistas sanjuaninos que producen actualmente y conocen por experiencia personal el campo artístico visual. Ellos proveyeron información muy eficaz sobre el propósito de la entrevista, lo que ayudó a abordar el problema en cuestión. El artista Eduardo Esquivel, al momento de responder a las preguntas, hizo referencia a lo que se definió como medio físico y sus influencias sobre el grupo social que alberga: “Yo me crié en Angualasto y es ahí en Iglesia, donde reconozco rasgos más genuinos. Vivir en una zona montañosa ya propone características que modelan el carácter y la forma de ser. Una de ellas es el laconismo, pocas palabras, los silencios son muy importantes. (…) La relación con el entorno geográfico es totalmente directo y significativo.”11
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“Cambio de posta. El lugar del Arte en San Juan, mitos y realidades”; San Juan; Argentina; 2003; página 11. 10 BRAVIN, C. y PIEVI, N; 2008. 11 ESQUIVEL, Eduardo; Copia literal de la entrevista realizada en Agosto 2012.
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Destacamos sobre todo la precisión al momento de referirse a la ubicación geográfica en la que él se desarrolló. Allí, se pone en cuestión el hecho de cómo es que se constituye el propio ser a partir de las influencias que recibe del medio físico más directo. Es decir, que somos cuerpo donde fluyen directamente las condiciones que nos envuelven. Estas palabras exponen sobre todo una noción sobre la forma de cultura de aquél lugar geográfico, Angualasto, que Eduardo delimitó brevemente desde su experiencia personal.
Adentrándonos más en la cuestión artística, es posible hallar en sus palabras un desvío que va desde las características del medio físico hasta confundirse sutil y tenuemente con los modos de traducción del mismo, por medio de la producción artística visual:
“Los colores son terrosos, lo contrario a las zonas selváticas donde los pigmentos son exuberantes, te das cuenta mirando los artistas brasileños. Es
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importante ver las diferencias, pues ahí te das cuenta un poco quien sos y de donde sos. Esto que te digo lo vivo personalmente con mi obra. Tengo la suerte de haber expuesto en distintos lugares del mundo, lo cual me devuelve la mirada de los otros, y me consideran en principio americano.”12
Quisiera que nos detengamos en las últimas palabras que menciona: “me consideran en principio americano”. En relación con esto, se abren dos caminos de afirmaciones posibles que dan causa o explicación a tal comentario. Por una parte, saber interpretar desde que posicionamiento nos definen como americano, los de afuera. Y si hago mención a esto es porque en muchos casos lo americano, o más puntualmente lo latinoamericano, ha sido bastardeado por quienes se posicionan como hegemónicos en el tránsito y desarrollo mundial.
Se piensa en nuestra cultura como un grupo subdesarrollado, como una mala copia de la producción legitimada de los países desarrollados. Perry Anderson, citado por García Canclini13, hace referencia exacta a este dilema de categorizaciones rústicas:
“En el tercer mundo, de modo general, existe hoy una especie de configuración, que como una sombra reproduce algo de lo que antes prevalecía en el primer mundo.”
Está bien claro que no son sus intenciones las de un esfuerzo por comprender nuestra cultura, ni mucho menos la de otorgarle singularidad e importancia a partir de la lectura de sus rasgos identitarios, de sus formas más propias de traducción y construcción de lo propio, más allá de que esto suceda por una clase de importación de elementos ajenos. En realidad sucede más bien que todos esos elementos, que se superponen, yuxtaponen y mezclan con los más propios de esta
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ESQUIVEL, Eduardo; Copia literal de la entrevista realizada en Agosto 2012. GARCÍA CANCLINI, Néstor; “Culturas híbridas. Estrategias para entrar y salir de la modernidad”; Editorial Sudamericana; Buenos Aires; Argentina; 1992; Capítulo II, Apartado: Cómo interpretar una historia híbrida”, Página 69. 13
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tierra, terminan convirtiéndose en otro valor, en nuevos objetos que comienzan a dialogar sobre otro lugar, sobre otras personas, sobre otras culturas. De manera que lo “considerado americano” puede no ser una sintaxis tan amable como lo parece. Sin embargo, y por otra parte, se desprende lo que en cierta medida ya he mencionado: ser considerado Latinoamericano es también reconocer la potencia que guarda nuestro territorio, en la multitud de sus manifestaciones, como continente de cultura. El inmenso flujo de sus traducciones e imaginarios que construye en el ámbito de las manifestaciones artísticas, son fuente de reflexión sobre los diversos procesos sociales de los que se nutre. Esto quiere decir que el hecho de que existan grupos que socialicen y produzcan material simbólico e identitario en su accionar cotidiano, es principio del cuerpo de manifestaciones, tanto artísticas visuales, como de otro tipo. Estos esclarecimientos están justamente al servicio de la significación que tiene la materia de la identidad que, en muchos casos y sobre todo en este contexto, posiblemente devengan en gran parte de los rasgos o características de los que nos dotan los de afuera. Otra problemática fundamental para pensar en el siglo XX y lo que va del XXI es la cuestión de la globalización. Esta última ha intensificado formas de relaciones entre las culturas multiplicándolas, lo que generó nuevos repertorios a los que se accede de manera permanente y simultánea. Es aquí donde las formas de producción, distribución y consumo de cada sociedad varían y diversifican de acuerdo a la situación a la que pertenece. En conclusión, mediante este conjunto de explicaciones se puede llegar a verificar cómo la posibilidad de conjunción entre el sujeto artista y su entorno –ya sea social como físico natural- inciden íntegramente en un mismo espacio. Así, se construye finalmente un elemento nuevo, el cual podríamos denominar como obra artística, que está situada histórica y socialmente. De esta manera se ponen en evidencia rasgos que lo singularizan.
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A continuación adjunto un texto de análisis de obra de Eduardo Esquivel, en palabras de Rodrigo Alonso14, que interpreta y traduce lo que en la visualidad es igual a los fundamentos teóricos que expuse recientemente: “Ritmos Entrelazados”15 por Rodrigo Alonso
Anteriormente, en las obra de Eduardo Esquivel se evidenciaban las diáfanas escenas rurales enmarcadas en la inmensidad de una madre-tierra omnipresente, habitadas por personajes ocupados en la celebración de algún ritual, en la paciente encarnación de un mandato comunitario o en la ejecución de una laboriosa y misteriosa tarea. En las obras actuales, la composición estrictamente organizada ha cedido su lugar a una trama casi homogénea, donde las coordenadas espaciales se desdibujan, las figuras desaparecen y la mirada naufraga buscando un centro que la contenga. Esta situación es la consecuencia de una alteración en la labor del artista. Ahora Esquivel pinta dos telas en lugar de una, las corta en cintas uniformes y las entreteje. Las pinturas que sirven de punto de partida no son muy diferentes a su producción más conocida; el resultado, en cambio, es bien diverso. Si la figuración fue la base de su trabajo en el pasado, hoy sus obras exhiben una voluntad de abstracción. El sentido de totalidad contenida que invariablemente surgía de un punto de vista aéreo sobre las escenas y de una composición centrífuga, da paso ahora a la fragmentación y al protagonismo de una retícula que se extiende entre los límites del bastidor. La regularidad de la trama relativiza el tratamiento pictórico; la impronta expresiva colisiona con los patrones fortuitos que genera el enlace de los dos lienzos; a la lectura visual sigue una reflexiva y conceptual.
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Rodrigo Alonso: Profesor y curador independiente. Licenciado en Artes de la Universidad de
Buenos Aires (UBA), Argentina, especializado en arte contemporáneo y nuevos medios (new media). Escritor, crítico y colaborador en libros, revistas de arte y catálogos. 15
http://eduardoesquivel.com.ar/prensa.htm
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Lúmina Eduardo Esquivel Óleo sobre tela entrelazada 100 x 100 cm.
Sin embargo, si observamos en profundidad, la separación entre la producción actual y la anterior no es tan marcada. Si antes el artista recurría a motivos iconográficos de su tierra natal, ahora recurre a otro motivo igualmente presente en su localidad sanjuanina: la artesanía. La integración de la pintura y el tejido es una apuesta muy audaz. No sólo
porque
confronta
dos prácticas
de tradición muy diversa, sino
principalmente porque promueve el diálogo entre dos producciones estéticas que se han presentado como antagónicas a lo largo de la historia: un arte “mayor” y uno “menor”, un producto valorado por su libertad y su innovación, y otro valorado por su factura técnica y su apego a herencias y tradiciones. Dos ámbitos que han permanecido por siglos relegados a quehaceres y espacios bien diferenciados; dos propuestas que raramente han encontrado la ocasión para una interrelación productiva o una potenciación mutua. Un elemento de continuidad evidente es el color. Las telas tejidas mantienen las tonalidades ocres de los cuadros anteriores, salpicadas con blancos, amarillos y rojos inflamados, complementados esporádicamente con algunos otros eventuales, como el azul o el verde. Sin embargo, la tierra
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continĂşa siendo una presencia dominante, una compaĂąera obligada que liga al artista a su historial plĂĄstico y a sus raĂces.
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El MPBA FR como espacio de resguardo de nuestro patrimonio cultural.
Las siguientes palabras, escritas ya hace una década atrás, son testigo del problema fundamental que atravesaba al arte sanjuanino en relación con la difusión y exposición de obras. “En este contexto de aislamiento, donde no llegan las exposiciones nacionales ni internacionales, no hay crítica especializada, ni galerías; los mismos artistas no están organizados para ocupar un espacio visible y su obra no se incluye en circuitos relevantes de circulación”16
En este caso, quiero mostrar la nueva tarea que el Museo Provincial de Bellas Artes Franklin Rawson ha puesto en marcha. Se trata justamente del rescate y puesta en foco de la producción local, que está dando lugar a la resignificación social de las manifestaciones, para que sirvan realmente como material simbólico de valor en nuestra sociedad. La decisión sobre el generar un espacio único y exclusivo para los artistas locales favorece enormemente el acceso a las obras, y de este modo, la continuación del circuito que la obra de arte ejerce, que es la de alcanzar al espectador y movilizarlo de algún modo con el contenido que ésta abarca. Esto no es más ni menos que el ofrecer al espectador otra forma de conocimiento y comprensión de la realidad, dispuesta y elaborada en este otro campo, el visual. En la entrevista que realizamos a Silvina Martínez dejó explícito, desde la experiencia personal, este cambio de condiciones que favorece al ámbito artístico, social y cultural de nuestra provincia:
“Este aspecto creo que es fundamental para que las nuevas generaciones y nosotros mismos sepamos valorar lo que han hecho nuestros predecesores y creo que hay intención de seguir en esta línea…. Esta tarea que 16
“Cambio de posta. El lugar del Arte en San Juan, mitos y realidades”; San Juan; Argentina; 2003; página 12.
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apunta a una reconstrucción de nuestra historia, las biografías y el accionar de los pintores, sumado a todo lo que nosotros y otros estudiosos habíamos hecho antes, creo que redundará en algo muy importante. Porque el Museo con sus infraestructura y sus programas de trabajo, nos da un marco muy propicio para ahondar en las investigaciones.”17
A su vez nombra la cuestión de reconocer la tarea artística de nuestros predecesores, y valorar su tarea como conjunto simbólico que nos involucra. Damos cuenta del contraste temporal entre la primera y la segunda cita que exponemos en este último fragmento en relación con la tarea del museo, pero también es visible el contraste profundo de las condiciones en ambos momentos temporales. Hace diez años era muy difícil pensar en un espacio-institución que estuviera disponible en el grado en que hoy está el actual MPBA FR. Afortunadamente el escenario ha transmutado y podemos como conjunto social ofrecer al resto de las comunidades y a nosotros mismos, porqué no, un ámbito accesible para reflexiones, aprendizajes y construcciones de nuestro imaginario.
Cómo cierre de estas reflexiones e investigaciones, considero que si hablamos de arte no puede dejar de incluirse su aspecto sociológico y antropológico en el momento en que fueron producidas, y mucho menos el contexto físico natural en el que se produjo. Y a su vez, también cuenta en tal diálogo el hecho de cómo circula tal arte, en qué espacios se desarrolla su distribución. Todo ello afecta directamente la constitución de la identidad cultural del grupo social al que pertenece.
Los acontecimientos que históricamente se establecen en el devenir de nuestra historia social, que pueden contarse tanto como interrupciones pero también como características en nuestra constitución cultural, asoman en la producción
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MARTÍNEZ, Silvina; Copia literal de la entrevista realizada en Agosto 2012.
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local. Finalizada la
revisión del material almacenado en esta investigación, es
posible afirmar y arribar a la conclusión de que efectivamente los artistas han abordado la problemática de la identidad local en la producción artística visual. Allí han entremezclado las condiciones físicas naturales y otros rasgos que nos constituyen, como algunos relatos mitológicos o leyendas, conformando un cuerpo sobre el que podemos siempre volver y reflexionar.
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