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OPINIÓN
Para nuestro Gobierno los españoles no tienen dientes
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Juan Pablo Ramírez Director de iSanidad
No es nuevo el escaso interés que despierta en el Gobierno central la salud bucodental de los españoles. Independientemente del color político, nunca el Ejecutivo en estos 40 años de democracia ha prestado atención a este aspecto a la salud de los españoles. La inclusión de la salud bucodental en la Cartera Básica del Sistema Nacional de Salud apenas ha tenido un impacto significativo. Para una endodoncia, un flemón o unos Brackets, el ciudadano continúa acudiendo a la consulta de su dentista de toda la vida. Paga los tratamientos de su bolsillo o cuenta con un seguro de salud que le cubre ante cualquier contingencia.
La prueba más evidente de que nada ha cambiado está en las cuentas nacionales. El Gobierno destinará en los Presupuestos Generales del Estado una partida de 44 millones de euros a la salud bucodental de los españoles. Esta cifra supone un descenso del 8,3% con respecto a la cifra del año pasado. Pero deja otra lectura que nos puede ayudar a entender mejor el dato. Según el Instituto Nacional de Estadística, la población españoles asciende a 47,4 millones de personas. Es decir, el Gobierno destina menos de un euro por habitante a la salud bucodental.
El Gobierno destina menos de un euro por habitante a la salud bucodental en los Presupuestos Generales del Estado
En un año marcado por los fondos europeos, los fondos se han reducido. ¿Qué ocurrirá el año próximo cuando Bruselas corte el grifo? Con semejante cantidad resulta complicado ya no solo tratar los problemas que pueden aquejar a la población española. Resulta imposible realizar prevención para evitar problemas mayores.
Las sociedades científicas odontológicas han venido trabajando con diferentes instituciones médicas en los últimos años para ver cómo la salud bucodental influye en la salud general. Diferentes estudios han puesto de manifiesto su impacto en el desarrollo de otras patologías como la diabetes, las enfermedades cardiovasculares o posibles efectos durante el embarazo. Durante el último congreso de la Sociedad Española de Médico de Atención Primaria (Semergen) se advirtió que signos como el sangrado de encías, la recesión gingival y la movilidad dental pueden ser indicadores de enfermedades periodontales. La periodontitis supone el principal factor de pérdida de dientes en adultos y puede aumentar además el riesgo de aparición de algunas enfermedades sistémicas.
En un contexto marcado por la pandemia de Covid-19, la salud bucodental ha ganado protagonismo. La boca es una de las principales vías de infección, por lo que una buena salud bucal y una higiene adecuada evitan males mayores. Con 44 millones de euros poco se puede hacer. Necesitamos una verdadera dotación presupuestaria con implicación no solo del Ministerio de Sanidad, sino también e las comunidades autónomas, una coordinación real entre especialistas y niveles asistenciales y una mayor colaboración público-privada.
Los avances científicos surgidos especialmente desde el siglo XX han hecho que las ciencias de la salud avancen de un modo exponencial. La odontología como especialidad original de la medicina no ha permanecido ajena a esos avances. Cuando el conocimiento científico avanza de esa manera se hace imposible que un profesional pueda abarcar todos los campos de actuación y surgen los odontólogos especialistas en las distintas materias.
Como hace ya muchos años sucedió con la medicina, la odontología ha visto surgir las especialidades. Cuando existe campo de conocimiento suficiente, un número determinado de odontólogos que se dedican en exclusiva a la práctica clínica de una especialidad y, lo que es más importante, cuando existe una demanda social y una necesidad por parte de nuestros pacientes de recibir un tratamiento más sofisticado por parte de un profesional con conocimientos y experiencia en esa área, las autoridades están obligadas a reconocer esa especialidad.
España hoy en día, es el único país de la Unión Europea que no tiene reconocida ninguna especialidad en odontología. Pero esa ausencia de reconocimiento no se corresponde con la realidad de la profesión. España dispone de formación en títulos de postgrado de formación especializada en los distintos campos de la profesión. La existencia de profesionales formados y dedicados con exclusividad a ortodoncia, periodoncia, cirugía oral, endodoncia, etc. es un hecho.
La ausencia de especialidades reconocidas supone en primer lugar un perjuicio para los pacientes españoles, ya que no pueden acudir a un profesional que esté en posesión de un título oficial que avale sus conocimientos. Y en segundo lugar supone un perjuicio para los profesionales que trabajan fuera de nuestro país. Ya que, aunque tengan los estudios propios de una especialidad, no son reconocidos como tales y no pueden competir en igualdad de condiciones con otros dentistas europeos que sí disponen de un título oficial.
El principal escoyo que bloquea el desarrollo de las especialidades es una Ley de especialidades sanitarias que está basada en la formación de los médicos especialistas residente MIR. Esta ley dicta que mientras el alumno esté realizando la especialidad tiene que cobrar una remuneración. Este sistema está pensado para una profesión que está centrada en un sistema público de sanidad, pero no para una profesión como la nuestra, que es fundamentalmente privada. La única forma en la que un dentista pueda realizar una formación reglada tendría que ser de un modo muy similar a como hoy en día están estructurados los títulos propios y másteres universitarios.
De ninguna manera un estudiante de postgrado va a poder recibir una remuneración por formarse. Los responsables de que las especialidades se desarrollen en España son La administración (ministerio de sanidad y de educación), el Consejo General de dentistas y la Conferencia de Decanos de Facultades de Odontología. El surgimiento de las especialidades no debe suponer en ningún caso, que el odontólogo general pueda ver mermado su campo de actuación. Durante mucho tiempo, el miedo a que esto sucediera ha hecho que las instituciones que nos representan no hayan mostrado el interés necesario en impulsar su desarrollo. Mientras al menos en este asunto, continuamos a la cola de Europa.