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ISCsonora

abril 2017

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Edición: Alejandra Olay, Marreyna Arias, Rosy Orozco / Captura: Samantha Leyva / Diseño: Argelia Juárez / Fotografía: Juan Casanova

STARBUCKS Y LA DANZA

V

Hayde Lachino

ivimos un tiempo en donde es posible encontrar sitios, que paradójicamente, están llenos de vacío y en donde la historia queda fuera. Uno entra a un Starbucks a disfrutar café que no es café y leche que no es leche. Vida descafeinada, deslactosada, bebidas que se toman en un lugar que siempre es igual, independientemente de la ciudad o país en donde uno se encuentre. Lugares como Starbucks, McDonald’s o los grandes centros comerciales, han robado placeres al viajero. Marco Polo ha muerto, en su lugar transitan el oficinista y el hípster, que hacen que todas las ciudades parezcan cada vez más un mismo lugar. Algo así pasa con la danza: internet y la cultura hegemónica han provocado que surjan coreógrafos que llevan la lógica del Starbucks a todos los escenarios. Danza descafeinada, deslactosada, sin historia, sin conflictos, iguales entre sí, sin preguntas importantes, carentes de singularidad. Danza para complacer, en donde se despliega el vacío existencial. Estas danzas del vacío saturan el espacio de lo único que es posible: el incesante ruido de un ego que solo quiere que le digan lo magnífico y bello que es. No en vano, a la proliferación de Starbucks corresponde también la abundancia de gimnasios y el éxito de Facebook. Rubberbandace Group presentó Vic’s Mix, danza de Starbucks, típica hija del neoliberalismo que corresponde a este incesante despliegue del vacío. El director de la agrupación, Víctor Quijada, pretende llevar a escena danzas urbanas en

una hibridación con el ballet como el núcleo central de su lenguaje de movimiento, pero aquí se elimina el potencial subversivo y revolucionario de dichas danzas urbanas para dar lugar a un despliegue de puro efectismo. Esta es una de las estrategias típicas del poder: se toman elementos de la cultura popular, de las formas culturales en resistencia para volverlas inofensivas. Igual que en Starbucks, el poder de la cultura popular de crear comunidad e inventar imaginarios que se burlan del poder, al pasar por la mano de Víctor Quijada la danza se torna descafeinada y deslactosada, y hace de la subversión del hip hop un circo de destrezas deslumbrantes. Prueba de esto último es la reacción de sorpresa del público ante un momento en donde dos bailarines realizan un giro deslumbrante, los espectadores gritaron y aplaudieron. Eugenio Barba decía que en el circo uno se sorprende por lo que se hace y en el teatro (también en la danza), uno se hace preguntas por lo que ahí se propone. El lugar en donde nos coloca una representación hace la diferencia: la sorpresa o la pregunta. El crítico del periódico El País, Roger Salas, decía, en una nota de hace unos años, que nada hace más daño a la danza que esa tendencia a compartir en redes sociales imágenes de bailarines con hiperextensiones o en poses insólitas, porque eso hace pensar que un buen bailarín es aquel que hace impresionantes destrezas físicas o el que levanta la pierna muy alto; un buen bailarín-intérprete es el que logra transformarse en un signo, decir algo más allá de lo que se ve. Pero cuando no se tiene nada que decir, deslumbrar es un recurso pertinente.

Existe una abundante literatura que estudia el escenario como un espacio público, un espacio político, entendiendo lo político como el lugar el diálogo. Toda obra de arte establece diálogos, con su tiempo, con el arte, con la historia. Una estrategia del neoliberalismo es hacer del espacio público -en donde acontece lo político- un gran centro comercial. Cada vez tenemos menos parques y plazas públicas para salir a dialogar sobre el mundo y con el mundo. Dejamos de ser ciudadanos para convertirnos en consumidores. Víctor Quijada hace del escenario un símil de un centro comercial. La escena se torna en una pasarela. Aquí ya no hay un diálogo con un otro, es un monólogo con su propio ego. El escenario como escaparate donde se muestra ese YO irrepetible. Además, el suyo es un ego sin densidad histórica. Igual que Starbucks, aquí solo se quiere pasar un buen momento, una hora feliz que se extienda a lo largo de todos los días. No importa que como humanidad estemos viviendo uno de los peores momentos de la historia, solo seamos guapos y felices. En esta obra nos convertimos en consumidores de puros efectos corporales. A toda esta vacuidad solo puede corresponder una obra sin dirección, sin idea de lo que es la escena. Todo se resve de manera obvia y elemental, que señala la ausencia de un conocimiento del lenguaje coreográfico. Se usa música clásica para parecer artista de altos vuelo, pero la escritura coreográfica queda pobre ante un Bach, por ejemplo, cuya arquitectura musical es imponente. Quijada solo puede hacer unísonos, solos y un elemental contrapunto. La música le queda grande. No hay un aná-

lisis de la partitura, por ello solo puede ilustrar de manera obvia lo que mal escucha. Podemos comparar el trabajo de Quijano con el de Bruno Beltrão, coreógrafo brasileño que se metió a las favelas de Río de Janeiro a trabajar con jóvenes que bailan hip hop. Mientras Beltrão reivindica la danza callejera, al hacernos ver que lo que se baila en las calles es tan importante como lo que se baila en la escena; Víctor Quijada, por su parte, se roba esta danza para erigirse como artista genial y único, colonialismo puro y duro. No es lo mismo escuchar cantar a Nina Simone o Ella Fitzgerald que a Michael Bublé; escuchar a Carlos Gardel que a Luis Miguel. En unos, la vida de hombres y mujeres se expresa, con todos sus dolores y alegrías, con sus preguntas, incertidumbres y certezas; en otros es el tono plano que a nadie incomoda. Me queda claro que Víctor Quijada es un hijo de estos tiempos; allá él. A mí me importa pensar en cómo se conecta lo hasta aquí dicho con la danza que se hace en México, en cómo, gradualmente, un amplio espectro de nuestra danza ha dejado de ser incómoda porque es la mejor manera de ganar validación. Vamos, hasta un funcionario del Fonca me dijo una vez que estaba harto que el problema de los artistas fuera el Fonca, como si no hubiera un país en torno al cual pensar. Ante la tendencia a deslactosar y descafeinar todo, habría que oponer preguntas que incomoden.


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Un Desierto Para la Danza ISC

RECICLO Y LUEGO COEXISTO Por Ernesto Contreras O.

Asumir que nacemos para morir es insoportable, cuáles son los límites entre lo verdadero y la ficción, El Quijote, Romeo y Julieta, El Corán; el elemento ficcional más importante que le da sentido a la vida son los valores. Dan orden. La justicia que cada quien realice para lo cual uno está hecho. Que gobiernen los que saben, pero quienes saben. Discurso que me convence, discurso que se instala; ganar en la democracia no es mostrar su naturaleza, sino buscar convencer por medio de la retórica y sus herramientas, para instalar cualesquier cosa ante cualquiera. Cuando se miente se percibe una verdad, se busca un objetivo, una mentira exitosa es verdad; la verdad desde el origen mínimo de la filosofía, el matrimonio entre poder y verdad, la verdad no solo existe sino que además es la mentira más eficiente. Los hechos siempre van a adecuarse, principio de contradicción significante entre dos. Si uno estudia de más se pasa y entonces quedamos estupefactos, capacidad inventiva, ‘quién soy yo en el mundo’, mundo de apariencias, ‘cómo se relaciona lo aparente con lo real’.

TAKAO KAWAGUCHI

GRACIAS A LA VIDA QUE ME HA DADO TANTO Por Carlos Sánchez

L

e gusta el color rojo. Contemplar las montañas y el color de las hojas de los árboles cuando es otoño.

muy popular en México, esta es una cosa por la que estoy contento”.

En su memoria habita el sueño de cuando niño miró crecer el color amarillo de una yema de huevo, desparramándose en el interior de una alberca.

Sobre el contenido de la obra, representa también un acto de gratitud: “La obra que se llama About Kazuo Onho, es sobre uno de los fundadores de la danza Butoh, fallecido hace unos años, a la edad de ciento tres años; es una figura importante para la danza de Japón, pero no lo conocí a él, no lo vi en el escenario, Su estilo de danza es muy conocido, de la cual él dijo que es la danza del alma, la que guía al alma. Lo que yo había hecho antes estaba enfocado en la relación cuerpo y ambiente; nunca hice mucho por mi interior y he estado interesado en hacerlo y Kazuo Onho es el modelo perfecto para esto, por eso lo hago y porque le tengo mucho respeto a su trabajo, es una experiencia muy interesante, en esto de copiar su danza y movimientos, desde videos del 70 y 80 de sus obras más representativas. El efecto que tiene en mi cuerpo y mente es muy interesante. Hace cuatro años que hago esta coreografía, y por ahora estoy lleno de emoción y de gratitud para con la vida. Hay una canción que se llama Gracias a la vida; me gusta mucho”.

Takao Kawaguchi es bailarín, coreógrafo. Desde su país natal, Japón, aprendió la danza, también el castellano. “Porque en ese tiempo Latinoamérica tenía un crecimiento económico importante”. Hoy participa en Un Desierto para la Danza, edición 25, con su coreografía About Kazuo Ohno. Del significado que esto le resulta, Takao, dice: “Vengo de Japón y había estudiado el castellano en la universidad, en Tokio, pero no había conocido México, hasta hace dos años cuando fui a Tijuana, pero esta es la primera vez que visito el interior del país. Tenía mucha ansiedad de venir y conocer la cultura mexicana, más profundamente, el desierto, el clima, su paisaje, es muy interesante para mí. “Estoy contento de participar en Un Desierto con esta obra que trata de la danza Butoh, de la cual me dijeron que es

Takao argumenta que bailar solo es exponer su ser plenamente y al contemplarlo, sucede una comunicación más íntima con el público.

LAS FRASES DE LA PIZARRA Estupendo foro para los ejecutantes de la danza, un semillero de artistas de las diferentes artes escénicas.

Sentirse tranquilo se percibe extraño, es tan calmo como estar triste, tan total como la más grande alegría, desaparece todo remordimiento, la noción de angustia se desvanece, la conciencia se vuelve simple. Presente, pasado y futuro son lo mismo; pertinencia, totalidad. Se es nuevamente, se desconocen los prejuicios. Restablece el carácter de las cosas, la vida se acredita. El presente es realidad. El escenario es el futuro. El aniversario de Un Desierto para la Danza y tantos más, la platea favorita nos aguarda, dispuestos estamos todos, los mismos y unos cuantos otros, entre rostros nuevos, viejos aires intentan reinterpretarse, búsqueda azotando contra la escena, se encaminan los sentidos hacia el llamado, se refrenda el presente de los cuerpos, oxígeno dispuesto en igual cantidad, las válvulas calibradas, las tablas, todo el agasajo y sus infinitas repercusiones. La dicha de los seres terrenales transmutando razón, colocándose, desencadenando el efecto de la realidad escénica, ávidos de presenciar ese instante donde la vida se hace obra, todo se vale en la celebración, ya todo es cliché, gracia será entonces la pertinencia de cada chispa, de todo silencio, seamos entonces cómplices perfectos, permitamos interlocución, restablecer la fe como acto simple de la vida. ARTE, noción de conciencia colectiva.


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