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ISCsonora

30 de abril 2017

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Edición: Alejandra Olay, Marreyna Arias, Rosy Orozco / Captura: Samantha Leyva / Diseño: Argelia Juárez / Fotografía: Juan Casanova

PROYECTO (R)ADIO Por Hayde Lachino

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l intenso flujo de información, que hoy caracteriza al mundo, es posible en la medida en que todo el tiempo se habilitan los más diversos caminos y vías para que la información fluya. Entre más vasos comunicantes existan, es posible ampliar el impacto y alcance del conocimiento y la información que por ahí transita. Por ello Manuel Castells caracterizó a nuestra época como la sociedad de la información. El conocimiento viaja, se traslada por el espacio. Pero mucho antes de estos flujos de información que se desplazan a través de medios de comunicación e internet, los humanos ya habíamos ganado la condición de eternos viajeros. El mundo ya no es un lugar fijo. Desde Galileo Galilei estamos en constante movimiento. Hemos adquirido la condición de nómadas, siempre nos estamos trasladando. Hoy, como nunca antes, la condición humana es el viaje. Los flujos y el nomadismo son algunos elementos que caracterizan a los jóvenes coreógrafos y bailarines que participaron en Proyecto (R)adio. A finales de 2010, formé parte del jurado en el Concurso Estatal de Coreografía Contemporánea de Sonora. Aún recuerdo la sorpresa que me llevé al ver la calidad de las obras de artistas muy jóvenes. Con aciertos y problemas, las obras que participaron en el concurso me dejaron con la sensación de que en Sonora y más específicamente, en Hermosillo, algo se estaba haciendo bien, porque para lograr lo

que hicieron, hubo un proceso formativo del cual emergieron, proceso que lejos de estandarizarlos (como ocurre con muchas escuelas de danza), respeta su singularidad. Aquí no solo se encuentran coreógrafos de gran nivel: hay bailarines realmente buenos, docentes, investigadores, periodistas, un campo vital como pocos en el país. Ya es común referirse a Hermosillo como el lugar que es obligado visitar si se quiere conocer la danza hecha en México. El Proyecto (R)adio constató la potencia con la cual, los jóvenes coreógrafos y bailarines sonorenses irrumpen en la escena contemporánea. Cuatro piezas conformaron el programa: Médano de José Ramón Corral; Hirow de Sara Tolosa; Away de Emmanuel Pacheco y Roadtrip de Melva Olivas; cada una con voz propia y búsquedas claras y puntuales, que muestran a jóvenes artistas de alto nivel y madurez. Se pueden identificar, en estos jóvenes artistas, algunas características de nuestro tiempo: habitan espacios abiertos caracterizados por la creación de redes y circuitos, que les permiten estar en constante comunicación con los otros, y con el conocimiento y la información que circula en el ambiente. Sus piezas están cruzadas por todas las influencias posibles, que lejos de ser una debilidad, son la mejor garantía de vitalidad. Las ciudades del mundo en donde se dan importantes movimientos culturales se definen por su condición de puerto, ya

sea físico o simbólico. Solo lo que está abierto a los intercambios y a lo diverso se renueva y se transmuta; lo cerrado muere de asfixia. Uno puede intuir en sus piezas las influencias que los nutren, las obras vistas, las escuelas que los formaron, las películas que disfrutaron, la danza que les gusta, las fiestas compartidas, lo que les preocupa del mundo. Todo es un remix. La escritura es siempre reconfiguración. Colocar las palabras en nuevas disposiciones posibles para ver qué lenguaje surge, qué nuevas cosas nos dicen. Palabras por cierto que nos anteceden. Igual con la danza, se busca nuevas combinaciones posibles para hacer aparecer otra cosa que estaba, probablemente, ahí, agazapada en segundo plano y que en la mezcla y remezcla, aparece súbitamente como algo nuevo. La radialidad expansiva del conocimiento y la característica de nómadas, afecta las formas en que hoy los artistas asumen su trabajo. Se dejan “contaminar” con las experiencias de los otros, entran a internet buscando información y también para hacer contacto con artistas de otros lugares en el mundo. Si bien están en constantes viajes, también tienen lugares fijos a donde llegar. Algo así como estaciones en donde cargan energía y alimento para continuar su deambular. Son artistas viajeros, su estación es la danza, pero viajan por otras disciplinas para ver qué es pertinente llevar a la danza. Su estación es Hermosillo, pero son nómadas, van y vienen

por el mundo, sus biografías personales, a pesar de su juventud, están llenas de testimonios sobre viajes a otros países para estudiar, de colaboraciones. La pura vagancia que les permite adquirir nuevos conocimientos, ver las cosas de lejos y de cerca. Pero si los coreógrafos pueden lograr trabajos tan interesantes, ello se debe al trabajo en equipo con bailarines increíbles: Daniela Vázquez, Raymundo Osuna, José Corral, D’enirio Pérez y Gabriela Ceceña, cuerpos formados en Hermosillo. Cuerpos que saben su asunto. Con José Ramón Corral, Sara Tolosa, Emmanuel Pacheco y Melva Olivas, no cabe el argumento de la juventud como excusa que disculpa los errores, la falta de rigor y compromiso; con ellos se comprueba que ser un joven artista es solo un punto de partida para iniciar un viaje y que las obras hechas pueden ser interesantes y complejas. Corral, investiga en torno al movimiento; Tolosa trabaja sobre la copia y la apropiación y explora su personal potencial cómico; Pacheco reflexiona en torno a la relación con el otro y los imposibles que surgen; Olivas, la noción de comunidad y el habitar. Esta diversidad construye un paisaje, un territorio, que invita a la experiencia de conocerlo. Proyecto (R)adio permitió conocer los nuevos rostros de la danza mexicana y el encuentro fue muy bueno.


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Un Desierto Para la Danza ISC creer que es interesante ver a una persona rascarse y ya. Como cuando vemos un programa de televisión y ves a la gente encerrada en una casa y en lo cotidiano hablando sin ningún valor, más allá del morbo de estar viendo a un individuo allí. Yo no me apego a eso, la realidad me ofrece más incluso que una ficción televisiva, entonces cuando veo eso en el escenario no tengo tanto apego si no tiene un objetivo específico creativo, de postura política incluso; hay una serie de cosas que surgen en una época y ponerlas hoy en día cuando el público es el que cambió, me parece gratuito, por ejemplo. Hay una

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serie de aspectos de la postmodernidad que surge muchos años atrás y que tenía razones por el público que iba al teatro, pero ahora el público que va es clase media, media baja a veces, un público que se atreve a ver una función de danza y no podemos hacerle un acto de violentarlo, me parece, con el descaro que pudimos haber hecho a un público que era más cómodo, más educado, que tenía otras percepciones del arte. Este público (el actual), está buscando lo que no encuentra en la realidad. Por eso creo que una obra del 97 si la asumimos con la veracidad que exige, vale la pena ser vista.

De cuando Antares ganó el Premio Nacional de Danza…

…Y DIO SU PRIMER “HASTA PRONTO”

MIGUEL MANCILLAS A veces uno se enfrenta al espectador y lo confronta y le dices: tú me estás viendo, tú quieres verme, tú quieres ver este dolor, entonces te lo voy a mostrar

Por Carlos Sánchez

Veinte años después, Disecciones, de Antares Danza Contemporánea, regresa. Y se presenta en Un Desierto para la Danza, edición 25. Aquí se habla de esta coreografía, de las ideologías y conclusiones del director de Antares, el coreógrafo, la persona que es Miguel Mancillas. Pásele: --En el programa de Disecciones hay una cita de un poema de Rubén Bonifaz Nuño, ¿qué me dices al respecto? --Hay muchos libros que me encuentro y siento como si me golpearan, que me hablan directo, siempre me ha pasado eso. Esa cita donde habla de que alguien nos ve, es muy inquietante para mí y al mismo tiempo como gente que te mueves en el escenario, sabes que alguien te está viendo en ese silencio; que de alguna manera está siendo solidario contigo pero al mismo tiempo te está criticando, te está analizando, está poniéndote a prueba, porque creo que es un instinto natural que tenemos a la hora de convivir, de poner a prueba al otro. Insisto en que es una mecánica de sobrevivencia, de averiguar qué tan confiable es el otro, para saber qué tanto apego o no voy a hacer con esa persona. A mí me gusta eso, porque creo que tenemos que estar conscientes, en lugar de nada más sentir que me abandono a mí mismo y es un acto solitario; el arte de la danza es un arte que requiere mucha gente alrededor: técnicos, promotores, prensa, espectador y cierras este círculo. No es que la danza no pueda suceder en un fenómeno natural como en el caso del folclor que se da de otra manera, pero aun así son estructuras. Entonces yo creo que lo tenemos que mantener presente: que el otro está ahí, lo otro está ahí, como un estímulo, como un acto de compartir, de exhibicionismo, creo que hay muchas formas para acercarse a eso y que te puede dar matices dependiendo de la obra, para respaldar lo que estás diciendo. A veces uno se enfrenta al espectador y lo confronta y le dices: tú me estás viendo, tú quieres verme, tú quieres ver este dolor, entonces te lo voy a mostrar, pero asume la responsabilidad de que me estás viendo. Entonces yo le pido al bailarín que se pare delante del espectador y se le quede viendo con esa duda de por qué me quieres ver, por qué quieres ver esto que me está lastimando. Creo que en esa relación que se da con el espectador la obra crece mucho, porque en un ensayo es otra dinámica, ya cuando estamos con el espectador tú sientes al espectador, lo percibes, no es un oscuro total. --Siempre que tengo la oportunidad de platicar contigo, mi conclusión es que Miguel Mancillas es sinónimo de filosofía, siempre estás filosofando, ¿no hay de pronto un cansancio de la activación constante de la mente respecto del análisis? --No para mí. Para mí es un espacio que me cuestiono mucho, me sirve incluso para destruirme a mí, de las cosas que yo digo que soy o que hago, pero sí me doy cuenta que canso a la gente al de-

rredor porque cuestiono mucho y me cuestiono mucho y no me da miedo, no me da inseguridad el reconocerme vulnerable o frágil o mortal o lo que parecería lógico que todo mundo asumiéramos, pero con el derredor a veces nos distraemos y generamos muchas ficciones para creer que no. Entonces a mí me gusta, es algo que la literatura me ayudó mucho y después la pintura lo complementó de una manera entre el observar, leer y pensar y el reconocerme dentro de esos espacios me hizo entender muchas cosas que tienen que ver con la realidad, mi realidad. Por eso creo que el arte ha seguido siendo fundamental en mi vida y por lo cual siento que me obligo a exigirle a otros, a los responsables por ejemplo de cultura, de que asuman el valor del arte dentro de una sociedad y el espectador a que esté presente en los procesos contemporáneos, que no nada más valore el arte en esa concepción de las bellas artes que podemos tener y que tienen mucho valor aún, pero haber estado en el estreno de la Consagración de la Primavera de Stravinsky para mí hubiera sido uff, imagínate, y en su momento fue muy criticado, entonces creo que vale la pena esto de estar presente, de hacer válido el libre albedrío y decir ‘yo quiero estar’. --En los momentos de silencio, incluso de desolación, ¿cómo observas a Miguel Mancillas en esa autocrítica, en esas conclusiones? --Inconcluso. Siento que esta cuestión del arte me ayuda a entender los huecos y saber que allí van a estar algunos, otros no, hay cosas que se han completado a través de mi vida, que no requiero de cosas que antes requería, pero hay otras que no las voy a cumplir y que me gusta pensar que no las voy a cumplir, porque será siempre un espacio nuevo, al no poseerlo, al no tenerlo en la mano. Soy hedonista, también hay muchas cosas que puedo disfrutar, tengo la capacidad del placer, puedo disfrutar los vacíos también; no me da miedo tampoco disfrutar el dolor. En ese juego de personalidad, digo las cosas muy en serio a veces en clase y lo asumo inmediatamente como una broma, porque no tenemos tanto tiempo para vivir en una sola actitud, si vamos muriendo pues vamos viviendo simultáneamente entre todas las posibilidades. Así me veo: incompleto. --Disecciones, veinte años después, ¿qué me puedes decir de esta transformación?, ¿la hay? --Creo que la hay en cuanto a la percepción del cuerpo, el cuerpo escénico que a mí me interesa poner ahorita, quizá no es el cuerpo escénico que plantea Disecciones, pero hay una insistencia en la animalidad, en la cuestión instintiva, en lo no racional, en lo que nos mueve de lo no racional que sigue estando presente y que sigue siendo válido. Hay un como lirismo de pronto, un acto de fe de creer en la ficción y en la fantasía, que siento que las puestas en escena más actuales las han ido perdiendo y nos van acercando más al hombre casi del reality show, de lo ordinario, de lo cotidiano, de

Por Emilse Valencia

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us colegas, sobre todo “chilangos” les decían que “si dedicarse a la danza como profesión era un riesgo en la Ciudad de México, en provincia era un suicidio”… Pero ellos decidieron vivir, trabajar y probar que en Hermosillo no era tan árido el desierto para la danza y corrieron el riesgo suicida… Así podríamos contextualizar una amplia entrevista que el periodista y escritor Martín Enrique Mendívil le realizó a los fundadores de Antares -Adriana Castaños, Miguel Mancillas, David Barrón e Isabel Romero- y que bien vale recordar 28 años después, ahora que de sacudir la memoria se trata. Dicha entrevista se publicó el 29 de enero de 1989, en la edición dominical del periódico El Imparcial. Además de hablar del Premio Nacional de Danza, que recién habían ganado dos meses atrás (12 de noviembre de 1988), explican su decisión de separarse temporalmente, luego de dos años de intenso trabajo y grandes logros… Sí, justo cuando se les veía en la cúspide artística y con un fuerte liderazgo a nivel nacional, anuncian su decisión de darse un mínimo de seis meses de receso, para dedicarse cada quien a sus actividades… Cabe subrayar que es una entrevista tan amplia, que ocupa las dos páginas centrales del suplemento cultural, con una letra muy pequeña –menos de 8 puntos- para que quepa íntegra… Antes de iniciar con las preguntas y los motivos del “receso largo” -como le llama Castaños-, el periodista hace una crítica, no al grupo, sino a su gremio. Parece que no hubiesen pasado casi tres décadas, pues se siente por demás actual cuando habla del desdén periodístico hermosillense hacia lo cultural, esto en alusión al Premio Nacional de Danza a Antares, pues mientras que los periódicos de circulación nacional -como La Jornada, Excélsior, Uno más Uno y otros de la capital mexicana- lo informaron oportunamente, para los medios de casa pasó inadvertido el hecho; solo el entonces órgano informativo de la Universidad de Sonora, UníSono, publicó un artículo de Alejandro Aguilar Zéleny, en el que hacía referencia al importante logro… Los demás, al tiempo sacaron pequeñas notas. “Tal pareciera que algún grupo sonorense ganara cada año el Premio Nacional de Danza”, se queja el entrevistador. “Desde sus inicios, el grupo se planteó ciertos propósitos, ciertas metas; entre ellas, poder vivir de lo que hacíamos; hacer la compañía Antares redituable para nosotros. Y eso, al cabo de dos años, no se pudo hacer… Finalmente, el logro (entre comillas) sería que no tuvimos que poner del bolsillo para que Antares subsistiera”, explica Castaños a la pregunta de ¿por qué el receso?... Y agrega: “Antares se sostenía de funciones, de donaciones que

se conseguían, pero no vivíamos de eso; cada quien tenía que trabajar por fuera. Y eso creo que es un factor muy importante para decidir ahora plantear un receso largo que nos permita ver otras cosas”. En un punto de la charla, Mancillas habla de la necesidad de crecer, de ver que hay más mundo, otras áreas que como artistas necesitan conocer: “Las tenemos que buscar… No nos podemos quedar aquí a esperar que se caiga lo que hemos formado, por no buscar, por no correr más riesgos”… Y si algo hay que reconocerle de entonces a la fecha a Antares, es esa búsqueda constante de superación, que le ha dado grandes resultados como agrupación, a sus nuevas generaciones de integrantes y, por supuesto, a quienes le crearon y continuaron su rumbo exitosamente… Resulta interesante que en su intervención, Barrón habla de Antares en pasado, pese a que recién anuncian su receso. Fue una alternativa más –dice-, una posibilidad más de conocer la danza, de verla de otra forma: “Se partió de un trabajo honesto y de tratar de buscar una investigación detrás de esto. Desde mi punto de vista, eso fue Antares. Y creo que eso es muy enriquecedor para Hermosillo o para cualquier ciudad”. Aunque Romero no aparece en la entrevista, fue quien le dio la primicia de la separación a Mendívil… Para cerrar esta sacudida de memoria, Castaños dice en el documento hemerográfico -sí, documento digno de colección en la historia de la danza contemporánea en Sonora, pues no son muchas las entrevistas de profundidad que les hicieron en los medios locales, durante esa época-, que “en realidad lo único que hace constancia efectiva del quehacer dancístico, desde el punto de vista histórico, son las posibles notas periodísticas, los recortes que, al transcurrir el tiempo, se convertirán en -quizá- el material más fidedigno de tomarse en cuenta a la hora de querer reconstruir y estructurar el devenir de un arte como la danza, para su interpretación dentro de nuestra historia cultural”. Finalmente, Mendívil le da la razón a la entonces líder de Antares, cuando afirma que no se le puede echar la culpa a los periodistas sonorenses por su falta de atención -en cuanto al hecho de no haber cubierto adecuadamente en noviembre de 1988 la noticia de que un grupo hermosillense ganara por primera vez el premio de danza más importante del país-, “se trata del momento histórico que atravesamos”, según dijo... Será interesante saber si en este punto todavía siguen pensando igual, tanto la entrevistada como el entrevistador…

LAS FRASES DE LA PIZARRA Resulta inverosímil que en el medio de un paisaje agreste y tan difícil de sobrellevar exista el principal semillero dancístico del país.


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