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SED DE CINE

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Fanzine del Festival Internacional del Cine en el Desierto / 11 de mayo 2016

Edición: Carlos Sánchez Corrección: Rosy Orozco Diseño: Argelia Juárez Carlos Sánchez

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irectora del Festival de Cine de la Universidad Nacional Autónoma de México (FICUNAM), Licenciada en Comunicación por la Universidad de Bolonia, Eva Sangiorgi, de nacionalidad italiana, visita Sonora para participar en la sexta edición del Festival Internacional de Cine en el Desierto. Aquí una conversación con Eva, quien estará también exponiendo sus impresiones y conocimiento sobre el cine de Rubén Gámez, el sonorense.

¿Eva, cuál es la importancia de los festivales de cine? La construcción de público es importante, así como trabajar en una resistencia, alternativa, diferente, o como se les quiera llamar; de “gustos” o necesidades estéticas y culturales. No necesariamente todo mundo queda satisfecho con la propuesta, con el producto que más fácilmente circula, en algunos casos a la gente se le olvida o no se da cuenta que hay otras cosas que producen mayor satisfacción y responden a las inquietudes de otra manera. Los festivales son este espacio privilegiado de propuesta, investigación, descubrimiento, que construyen su potencia por el rito social que conllevan. Juntar a gente, abrir la discusión, ¿por qué no?: celebrar, tiene un gran impacto.

¿Qué significa venir al desierto, colaborar con tu mirada, tu trayectoria? Conocer una parte de México fuera de las rutas turísticas, y que sin embargo es parte de la sorprendente variedad que ofrece este país. Un poco, simbólicamente, es acercarse a un lugar de grande silencio e intensidad, que me parece en sintonía con la dimensión introspectiva del cine, del cine de autor.

¿Cuál es el valor del cine hecho por Rubén Gámez? Es uno de los pioneros de nuevas formas expresivas de cine en México en una época de ruptura en este arte a nivel internacional. Uno de los primeros en entender que el cine no tiene que estar subyugado a una dirección narrativa, sino que las imágenes en movimiento, la dimensión sonora de un filme, trabajan en otros planos de significación, contienen una estratificación de valores simbólicos y de significado, por lo tanto.

Si pudiera elegir la mejor película del mundo que has visto, ¿cuál sería y por qué? ¿Cuál fue su contexto? Cambiaría esta respuesta cada día y muchas veces al día. Entonces en este momento, en frío: La última tentación de Cristo, de Martin Scorsese. La vi en el cine, muchos años después de que fue filmada, porque la censuraron. Me parece que la película es tremendamente compleja porque describe a Cristo y los apóstoles como personas reales que viven en su tiempo; con sus conflictos y sus dudas. Es un acercamiento a lo divino de una manera muy real y carnal.

Eva Sangiorgi Los festivales son este espacio privilegiado de propuesta, investigación, descubrimiento

¿El arte debe asumir un compromiso? Por supuesto. Ética y estética son parte del mismo discurso.

¿Qué opinas del arte como una corriente del postmodernismo? Me parece un tanto impreciso. ¿El postmodernismo es más bien una corriente del arte? O diría que marca una época de la expresión artística, en sus diferentes facetas. Creo que es complicado considerarnos aún parte del postmodernismo. Nuestra época recupera del pasado muchos aspectos estilísticos y cierto anhelo ético, en las artes, en las costumbres y organizaciones sociales que se entremezclan en un contexto inevitablemente neoliberal, que se critica más y más y que se tolera.

Imagínese a un hombre sentado en el sofá favorito de su casa. Debajo tiene una bomba a punto de estallar. Él lo ignora, pero el público lo sabe. Esto es el suspense. » Alfred Hitchcock (1899-1980) Director de cine británico


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Fanzine del Festival Internacional del Cine en el Desierto / 11 de mayo 2016

Paulina

–La Patota-

Sylvia Aguilar Zéleny / @sylviruk

En Paulina –La Patota-- (Argentina, 2015), Santiago Mitre revisita y adapta un clásico del cine argentino dirigido en 1960 por Daniel Tinayre. El FICD exhibe este filme en un momento clave, después de las marchas #VivasNosQueremos que se llevaron a cabo el 24 de abril en diversas ciudades de nuestro país. Paulina es una inesperada lección de justicia; Mitre hace de esta brutal experiencia, un controversial discurso sobre la violencia contra mujeres y, por supuesto, sobre la violencia en Latinoamérica. Paulina (Dolores Fonzi), una joven abogada de 28 años, decide dejarlo todo para ser congruente con su compromiso social, cultural y político. Su plan es dar clases en un proyecto rural que, en cierto modo, creó su propio padre (Óscar Martínez), un importante juez a quien le parece “una pelotudez absoluta” el deseo de su hija por cambiar el mundo. “Vas a tirar tu carrera para hacerte maestra rural”, discute el padre. Paulina se sostiene y dice cínicamente, “Estoy abandonando una carrera brillante en el poder judicial, sí. Voy a dejar un doctorado por el que me vengo pelando el lomo, también”. ¿Por qué lo hace? Por un proyecto que le parece más importante que toda la carrera judicial; por un proyecto en el que quiere poner todo el cuerpo. Paulina sigue sus convicciones, deja el doctorado, se despide de su novio y comienza a impartir clases sobre formación política y derechos humanos en un pueblo en medio de la nada. Bueno, no, no en medio de la nada, en medio de

José Abril

Las

letras

Decía André Bazin que hay dos tipos de cineastas: unos que creen en la realidad y otros que creen en las imágenes. Ello admitía –y admiteplantear dos tradiciones estéticas de representación cinematográfica, por un lado la de la objetividad pura como estrategia de aprehensión de lo real teniendo en el documental su máximo exponente, e incluso al naturalismo procurado (paradójicamente) bajo los mecanismos del artificio propios de cierto cine de ficción; por otro la de la supremacía del trabajo (audio)visual, de su composición dispuesta por la subjetividad creadora de quien decide interpretar los hechos mirando a través de la cámara, sirviéndose de sus mecanismos para manipularlos expresivamente. Por su naturaleza, se pensaba –y se piensa- que es en la ficción y sus realizadores donde descansa esta última predisposición. Así, de acuerdo con Bazin, el cine o será retrato o será creación, eso sí a partir ambos invariablemente de lo que nos rodea. La presencia de realizadores como Pablo Chavarría provoca relativizar –con perdón de Bazin- ese tipo de dicotomías, más aún en tiempos actuales donde lo digital erosiona las fronteras estéticas. Basta ver su subyugante ejercicio Las letras para ubicarnos en un terreno movedizo e ingrávido de los procesos creativos, y para enseñarnos de paso que la capacidad inventiva en el cine (en cualquiera de sus formatos) así como su apreciación, debe sanamente desentenderse de paradigmas.

Vale preguntarse entonces, a manera de exploración ¿Qué es Las letras? En primera instancia sugiere ser un documental sobre unos acontecimientos terribles que parecen haberse vuelto tristemente habituales en el México actual: el caso de Alberto Patishtán, activista y profesor de una comunidad chiapaneca, incriminado arbitraria e injustamente en la muerte de varios policías y sentenciado a varias décadas de prisión. Trece años tuvieron que pasar para que Patishtán, ante la falta de pruebas y su evidente inocencia, fuera puesto en libertad. Entre 2000 y 2013, él y su familia vivieron un período marcado por la incertidumbre y la obscuridad. Se nos sugiere, he dicho, una película de naturaleza documental. Por lo tanto, Chavarría se nos

una selva, de una intensa selva de rojas tierras, muestra de la impecable fotografía de Gustavo Biazzi para este filme. Los alumnos al principio la ignoran, le faltan el respeto, e incluso hablan en guaraní para alienarla, lo que es peor, son incapaces de explicar lo que es democracia. Pero, ¿no es esa acaso su razón para estar ahí? Paulina les explica que democracia significa que el gobierno es del pueblo y que en esa aula el poder no lo tiene ella, sino ellos. “Yo soy su empleada, yo vengo aquí a enseñarte.” Los alumnos la ignoran, se van, pero eso no hace que Paulina se dé por vencida, “ni aun vencida,” explica determinada. Paulina, sin embargo, habrá de enfrentarse a una experiencia que sí podría vencerla. Una noche cae presa de La patota, un grupo de chicos que la golpea y abusa de ella. Como resultado de la violación, queda embarazada. Contrario a lo recomendado por su padre Paulina no solo decide volver a la escuela después de lo ocurrido, sino además resolverlo a su manera. La sobriedad y contundencia de la actuación de Dolores Fonzi nos permite aprehender poco a poco su deseo de no convertirse en una víctima, de no ser #UnaMás. Más desconcertante aún es su deseo por no victimizar. Hay que decirlo ya, el espectador de Paulina solo podrá aventurarse a aprehender las decisiones de la protagonista y a no comprenderlas. ¿Podrá el espectador no sentirse incómodo ante el religioso sentido de la justicia que la protagonista predica?

presenta como un cineasta que en efecto, cree en la realidad, es sensible a ella, a su crudeza a veces implícita, a esa violencia injusta e institucionalmente ejercida que frecuentemente la descompone. Pero es a su vez un esteta -sin que ello signifique denostación alguna- que apuesta por la forma, por la imagen (y el sonido), por el cuidado trabajo de su composición, de su organización conjunta para abstraer aquello que tanto indigna. Omitiendo la dicotomía de Bazin, Las letras es una propuesta en la que se cree por partes iguales en la realidad, pues de ella se sirve y en la supremacía de lo (audio)visual. En ese sentido en Las letras, en tanto documento, no se ha pretendido seguir el hilo de unos acontecimientos a todas luces injustos, ni reproducir con fidelidad objetiva el pasado más o menos reciente de esa figura central que es Patishtán, al que solo vemos en un par de planos y del que escucharemos en alguna secuencia unas emotivas y alentadoras palabras extraídas de cartas escritas durante los años en prisión. Chavarría ha preferido no recrear un proceso pretérito sino crear a partir de él un conjunto de sensaciones y atmósferas que lo definen colateralmente, disponiendo de una serie de recursos expresivos en una suerte de ejercicio poético sobre la incertidumbre, el sentimiento de zozobra, la angustia, pero también sobre la quietud, después de todo. Así el majestuoso y bellísimo paisaje que rodea a la comunidad de El bosque es el tópico visual predominante. La comunidad y su entorno son la materia prima de Chavarría, de la cual se sirve para crear con múltiples dispositivos estéticos (composiciones imposibles de encuadre, sinuosos desplazamientos de cámara, cuerpos que parecen reptar entre las hojas del suelo, música casi abstracta para crear ambientes enrarecidos), un inquietante ejercicio cercano a lo expresionista en el que se oponen y contrastan la obscuridad y la luz, la incertidumbre y la serenidad, produciendo un universo orgánico a veces denso, a veces tenue. Con ello, Chavarría, a través de Las letras, parece querer recordarnos que a veces lo ominoso, fuera de nuestro control, de nuestra voluntad, es consustancial a la belleza.

Jueves 12

Anina (Colombia-Uruguay, 2013) Director: Alfredo Soderguit Duración: 80 minutos Clasificación: A Tráiler: https://www.youtube.com/ watch?v=O4CxU53GfVE

Esta publicación cuenta con el apoyo del Instituto Sonorense de Cultura

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Consulta cartelera en: www.ficd.mx


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