# 3 SED DE CINE

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SED DE CINE

#03

Fanzine del Festival Internacional de Cine en el Desierto / 13 de mayo 2016

Edición: Carlos Sánchez Corrección: Rosy Orozco Diseño: Argelia Juárez

Natalia Bruschtein Recordar, en latín, significa volver a pasar por el corazón

Carlos Sánchez

Ó

pera prima es Tiempo suspendido. Desde la creación, investigación, de Natalia Bruschtein. Este documental reseña la paradoja, apunta Natalia:

Pues mi abuela, que dedicó treinta y cinco años de su vida a la memoria de un país, sufrió la pérdida de esta. Sin embargo, el olvido de Laura Bonaparte no es traición, es descanso. Aquí una conversación con Bruschtein:

¿El dolor como un punto de partida en Tiempo suspendido? No es el dolor, más bien es la fortaleza que vi en mi abuela, su convicción por la justicia. Ese fue el punto de partida para hacer Tiempo suspendido, lo que vi en ella fue fuerza y potencia para luchar contra las injusticias, por sus hijos y mi abuelo, por Argentina, por México, por Centroamérica, por todo lo que ella creía que era justo. Se basaba en el derecho a la identidad como personas, como sociedad, en el derecho a la justicia. Es la lucha de una mujer por la memoria social y familiar​y por el derecho que ella tiene a perder su propia memoria para poder morir en paz.​

La memoria es latente, permanece, ¿decirlo es necesario, Natalia? Recordar, en latín, significa volver a pasar por el corazón. Si nosotros como sociedad tuviéramos la capacidad de ser conscientes y abrir los ojos a lo que nos está pasando, si todos pudiéramos recordar cada una de las injusticias que ocurren día a día en nuestro país, entonces sentiríamos la obligación de levantar la voz y detener cada una de las desapariciones, asesinatos, sociedades corruptas, lastimadas y dañadas que continúan una tras otra. Mi abuela Laura decía: Un pueblo sin memoria es un pueblo sin identidad. Tenemos que recordar y debemos decirlo, porque si nos callamos es como si no recordáramos y dejáramos que todo continúe. Estamos en un punto donde no tenemos permitido olvidar ni callar, estamos en este lugar donde tenemos que hablar más fuerte que nunca, recordar y apropiarnos del dolor nuestro y del dolor de otros.

¿Cuál es tu apuesta en esta reunión de voces y miradas? Es muy interesante las diferentes conversaciones que tendrán este año. Hablar de memoria con Argentina cuarenta años después de que inició el golpe de estado, que provocó incontable cantidad de exiliados fuera y dentro de Argentina. Poder hacer

un diálogo que una -por lo menos en mi caso- a mis dos nacionalidades y realidades, poder mostrar lo que se vivió en Argentina, lo que continuó al golpe de estado, la lucha por la memoria social y lo que es hoy Argentina donde el gobierno actual pretende borrar la memoria una vez más, y México pretende hacer lo mismo. Es interesante ver cómo el cine es otro de los medios de expresión que denuncia y comparte experiencias en la necesidad que tenemos como sociedad de expresarnos.

¿Qué te significa proyectar este documental en el desierto de Sonora? Que Tiempo suspendido se proyecte en un desierto de la frontera entre México y Estados Unidos, significa muchas cosas para mí porque siento que hay muchas semejanzas con la historia de mi familia, de Argentina. Una de ellas es la desaparición de miles de migrantes que buscan llegar a Estados Unidos buscando desesperadamente una vida más digna o segura​de la que tienen en su propio lugar de origen, personas que atraviesan el desierto tratando de reencontrarse con su familia -padres, esposos, hijos- que han migrado antes que ellos​.​ ​Pero en este camino de búsqueda a un “mundo mejor” muchos quedan atrapados en el desierto por diferentes motivos y mueren deshidratados, de hambre o son capturados, secuestrados, torturados, desaparecidos o asesinados.

Los migrantes se enfrentan a lo que sea con tal de llegar a ese mundo que promete más de lo que realmente les va a dar, o para salvarse de lo que les puede ocurrir en su propio país. Así nosotros también fuimos migrantes, dejando Argentina y a nuestra familia, llegando a un lugar con una cultura completamente desconocida para poder sobrevivir. ​Mi familia luchó por un mundo mejor al igual que miles de argentinos.​ ​Esta lucha no solo fue en Argentina, sino que se extendió por muchas partes del mundo. En América Latina, una parte de la sociedad buscó un mundo más justo, más igualitario, con los mismos derechos para todos. Pero en casi todos los países estas luchas han sido detenidas, desapareciendo o asesinando a cualquiera que tenga este objetivo. Mi abuela estuvo muy ligada a grupos de estadounidenses que daban refugio y cuidado a los migrantes que lograban sobrevivir a la gran fosa común que puede ser el desierto. Para ella, México fue su refugio,​tanto físico como mental, ella amó a México y a los mexicanos y hasta que perdió su memoria recordó con mucho amor y gratitud al pueblo mexicano. Le dolía ver tanta desigualdad, pobreza, marginación, discriminación y por suerte, o no, no pudo ver lo que hoy es este México que tanto amó.


SED DE CINE

Fanzine del Festival Internacional de Cine en el Desierto / 13 de mayo 2016

La obra del siglo:

#03

Dos disparos

los cascarones de la revolución fantasma

de Martín Rejtman Franco Félix

U

n chico llamado Mariano (interpretado por Rafael Federman) baila en una discoteca música estridente. Amanece. Va a su casa. Se echa un chapuzón en la alberca. Luego corta el césped. La podadora se descompone y va al cuarto de herramientas a buscar con qué arreglarla. Ahí, descubre un revólver. Lo lleva a su habitación. Se apunta en la cabeza. Dispara. Se apunta en el estómago. Dispara. Sobrevive.

Iván Ballesteros Rojo

A

penas terminé de leer la novela Fabián y el caos (Anagrama, 2015) de Pedro Juan Gutiérrez (Matanzas, Cuba, 1950), me llegó la propuesta de reseñar la actividad fílmica, como se refiere en los créditos finales a la película La obra del siglo (Carlos M. Quintela, 2015). La casualidad de consumir, casi inmediatamente, esta breve concentración cubana de expresiones literarias y cinematográficas, no podía ser más complementaria.

Aquí debo confesar mi aguda ignorancia sobre la historia de la Isla. En la preparatoria veneraba, gracias a bandas españolas de punk, a la revolución cubana por su resistencia ante la maquinaria capitalista; por su filosofía inquebrantable y su capacidad de trabajo en equipo. Sin embargo, jamás me pregunté el contexto que dicha firmeza ideológica generó en la población del país caribeño. En todo caso suponía que aquello se trataba de una fiesta tropical contra los yanquis. No podía tener una visión más reduccionista de la situación. Para mi suerte, uno de los personajes de Fabián y el caos me exculpa un poco en la siguiente línea: “La historia verdadera nunca se puede conocer a fondo porque siempre hay demasiadas manos manipulando, ocultando los hechos y sobre todo las huellas que dejan los acontecimientos”. La novela antes citada ofrece al lector un ágil tour por la historia de Cuba, antes y después de la revolución. Antes y después del comunismo. Un tour que ahora me ayuda a entender, con mayor claridad, La obra del siglo, que también presenta estos dos momentos. Uno de tantos aspectos que ignoraba sobre la primer Cuba socialista, era que el estado castrense no permitía ningún tipo de influencia estadounidense, incluidas la música, la literatura y el cine, por lo que las salas de todas las provincias proyectaban filmes europeos, sobre todo de su gran aliado político, Rusia. Recordemos una de las frases que pronunció Lenin cuando tomó el poder: “De todas las artes, el cine es para nosotros la más importante”. Ideología acompañada de imagen en movimiento. Un gancho para mantener el espíritu combativo aderezado con poéticas del espacio. Esa formación cinematográfica europea se percibe en La obra del siglo. Las tomas incisivas de una cámara que funciona como sonda al servicio narrativo, que no solo se ocupa de mostrar paisajes desolados, sino que se da el tiempo para contar situaciones y panoramas históricos. Que desmenuza el trémulo viaje hacia la psique de los personajes.

La obra del siglo es una producción argentina-alemana-cubana-suiza. De ella se ha dicho que forma parte de la nueva ola sudamericana que propone reflexiones sobre temas difíciles, como resultan las existencias minúsculas de los hombres malogrados. Es a través de una nostálgica fotografía del desgaste que nos introducimos en la vida de tres personajes, de tres generaciones que habitan una misma casa. Una casa que además está en lo más alto de un derruido multifamiliar ubicado en una ciudad fantasma: Ciudad Nuclear. Como marco de estas existencias, la de Otto, Leo y Rafael, el metraje se refiere al tiempo presente con imágenes en blanco y negro que de pronto llegan al claroscuro, intercalando cuadros del pasado con colores vivos. La metáfora no puede ser más obvia: el color de cuando el sueño cubano por construir una ciudad con 20 reactores nucleares que alimentaran con luz eléctrica a toda la isla, era esperanzador y viable. Cuando la revolución ofrecía un horizonte de expectativas distinto al cascajo en el que se terminó por convertir. Ciudad Nuclear es la evidencia del fracaso del campo socialista. Una imponente construcción que pende del olvido. Son estos interlocutores: abuelo, hijo y nieto, que han sido abandonados por sus respectivas mujeres, los que generan un ambiente de encierro que muchas veces se rompe con el mismo tedio concebido al interior de sus vidas.

No así, la tranquilidad de su familia. A partir de este incidente más bien beckettiano (el chico no sabe por qué lo hizo, no está deprimido ni tiene ansiedad: “fue el calor” [¿Camusiano? Recordemos que es lo mismo que dice Mersault en El extranjero], le dice a su terapeuta, una caricatura del imperante psicoanálisis argentino), se revelarán las historias de Ezequiel (Benjamín Coehlo), su hermano mayor y Susana (Susana Pampim), su madre. Esto es Dos disparos (2015) del escritor y cineasta Martín Rejtman. Una película que echa un vistazo en la fatiga generalizada de la sociedad contemporánea. Cómo ha de estar agotada si el mundo va demasiado deprisa y le exige al sujeto estar todo el tiempo en constante comunicación. Celulares que suenan todo el tiempo y que, alegóricamente, no pueden apagarse o ponerse en modo vibrador porque son bastante viejos. Irrupción del sueño, del ensayo musical. Aquí el aparato móvil es central en el relato. Todos desean llamar pero parecen condenados al fallo: no hay suficiente crédito o el interlocutor cuelga antes. O peor: Confunden, en un viaje a la playa, el celular con el teléfono inalámbrico. La primera descarga del filme la protagonizan Mariano y Ezequiel. El más pequeño es víctima

de una confusión colosal que raya en sus contradicciones. Le gusta la música electrónica y al mismo tiempo forma parte de un fallido cuarteto de vientos que toca música barroca y renacentista. El mayor está enamorado de una despachadora en McDonalds1 que tiene más de dos años terminando con su novio. Los dos tratarán de lidiar con el aburrimiento que supone seguir con vida. La segunda descarga se centra en la historia de Susana. Después del estrés y la tensión generados por el intento de suicidio de su hijo, su único objetivo es disfrutar unas vacaciones en la playa que serán algo extrañas por la interacción forzada que tiene con una mujer que se acopla al viaje para aminorar los costos. Además de la compañía programada de Margarita (Laura Paredes), la maestra de flauta de Mariano, el pequeño apartamento de Susana se ve abarrotado por Liliana (Daniela Pal), su ex esposo y la nueva mujer de este. El descanso de la dama se pone cada vez más enrarecido por la aparición de otros sujetos, un par de comedores compulsivos de pizzas congeladas y una visita al casino. Este pequeño asueto activará la paranoia de Susana, quien termina siguiendo un automóvil para tratar de recuperar a su supuesto pastor alemán. La trama está contada por Mario y parece que entramos, como espectadores, en su cabeza y disponemos de sus ojos para observar el surreal y angustiado mundo en que está parado. La cinta Dos disparos contiene dos historias centrales que permiten el paso a otros-micro relatos dentro del universo narrado. Dos historias que se fragmentan, como lo hiciera en la escritura de su más reciente libro Tres cuentos (2012), y que ofrecen un panorama desgarrador, zanjado por un humor amargo, casi involuntario y que reposa sobre el hastío contemporáneo. Bang. Bang.

Otto, el abuelo amargado, que siempre tiene un comentario devastador sobre los otros, pero que no acepta una observación con el mismo tono, es quizá el personaje mejor trazado en el filme. El hijo piltrafa, entregado al recuerdo de su juventud y el silencioso nieto que ha fracasado en el amor, de cuyos únicos vestigios quedan los tatuajes en su cuerpo; son las presencias fantasmagóricas que deambulan entre las ruinas de un sueño roto. Hay un momento que resulta, en medio de la desolación de los personajes, sumamente divertido. Cuando los tres protagonistas exponen sus penes para ver quién la tiene más grande. Recordemos lo que se ha dicho de la guerra fría: la URSS y Estados Unidos iniciaron una carrera espacial solo para ver, precisamente, quién la tenía más grande. Luego la cosa se puso apremiante y pasó a convertirse en una constante amenaza nuclear que generó paranoia en los habitantes de dos continentes. Los fantasmas dejaron de recorrer Europa con la caída del muro de Berlín. Pareciera que en algunos lugares de Latinoamérica han instalado su nuevo campo de apariciones.

El primer libro de cuentos de Rejtman, Velcro y yo, contiene, además de otras, alusiones al consumo de la comida chatarra. Y más atrás, en 1986, este autor hizo un cortometraje llamado Doli vuelve a casa, que tiene como centro gravitacional un restaurante de hamburguesas. Vamos conociendo las obsesiones de Rejtman.

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“Voy al cine a escuchar el diálogo y me cuentan si las fotografías son buenas o malas. Esto, para mí, es como un acto de fe”. -Jorge Luis Borges 10:00 horas Teatro de la Ciudad, Casa de la Cultura de Sonora. PEQUEÑAS VOCES (Colombia, 2010) Dir. Jairo Eduardo Carrillo, Oscar Andrade Duración:79 min. Clasificación: A 12:00 horas Auditorio MUSAS Selección Oficial de Cortometraje Sonorense

SÁBADO 14 DE MAYO

16:00 horas

Teatro de la Ciudad, Casa de la Cultura de Sonora. CUERPO DE LETRA (Argentina, 2015)

Esta publicación cuenta con el apoyo del Instituto Sonorense de Cultura

Dir. Julián d´Angiolillo Duración: 76 min. Clasificación: B

18:00 horas Auditorio MUSAS

LA OBRA DEL SIGLO (Cuba, 2015) Dir. Carlos Machado Quintela. Duración: 100 min. Clasificación: B15

18:00 horas Teatro de la Ciudad, Casa de la Cultura de Sonora EL PASO (México, 2015) Dir. Everardo González Duración: 78 min Clasificación: B

19:30 horas Teatro de la Ciudad de la Casa de la Cultura. Conversaciones en el Desierto Cine y denuncia: La labor del cine en torno a la represión de periodistas en México. Participan Everardo González (dir. El Paso), Betzabé García (dir. Los reyes del pueblo que no existe), Diego Enrique Osorno (reportero y periodista). Modera: Luis Alberto Medina (periodista).

20:00 horas Auditorio MUSAS DESDE ALLÁ (Venezuela, 2015) Dir. Lorenzo Vigas. Duración: 93 min. Clasificación: C

20:30 horas Función al aire libre frente a Casa Madrid, Centro histórico de Hermosillo QUILAPAYÚN, MÁS ALLÁ DE LA CANCIÓN (Chile, 2015) Dir. Jorge Leiva Duración: 73 min. Clasificación: A

Consulta cartelera en: www.ficd.mx


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