Danzine 5

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danzine Publicación de Un Desierto para la Danza

Vol. 5

Hermosillo, Sonora, México

20 de abril de 2015

www.undesiertoparaladanza.gob.mx

¡YO QUIERO BAILAR EN EL

DESIERTO!

A Astrid Arellano

sí como la coreografía Yonke: viaje a no land, Alejandra López Guerrero, bailarina de producciones la lágrima, parece estar hecha de un montón de partes prestadas: la enorme sonrisa de una niña, los ojos redondos de un gato, los brazos de un árbol que se estiran, juegan y le salen ramas y hojas cada vez que habla de su pasión: la danza. Los pies, ¿de qué serán? Conversamos con ella: --Mañana te vamos a ver haciendo lo que sabes hacer sobre el escenario, ¿qué sientes tú, Alejandra, cuando llegas a ese momento? Especialmente estar en esta muestra, en Un Desierto para la Danza, para mí es muy significativo porque yo empecé en la Universidad de Sonora en la danza contemporánea, y pues lógicamente vienes desde que entras a la universidad, vienes a ver el Desierto y ves a todos los grupos que se presentan, a los bailarines y siempre estaba en la butaca así como que:

“¡A la torre, me quiero subir ahí! ¡Yo quiero bailar en el Desierto!” Y pues, mañana, o bueno ahora, que me están leyendo o que me están escuchando, va a ser la séptima vez que bailo en el Desierto, y la verdad yo me acuerdo que sentí, sigo sintiendo la misma emoción desde la primera vez que bailé, fue así como que el sueño hecho realidad poder pisar, poder estar yo como los que veía cuando estaba en la butaca. Entonces siempre para mí va a ser muy especial estar en el Desierto porque lo siento como mi casa, estoy bailando con mis amigos, con mi familia. --¿Por qué elegir la danza como tu modo de vida? Pues yo, la verdad no sé si la elegí, porque nunca me pongo a pensar en un momento en que haya estado sin ella, es lo que más me gusta hacer, es lo que más disfruto, estoy muy agradecida por poder hacer lo que me gusta profesionalmente, o sea, dedicarme a esto. No siento yo que la haya elegido, nos compenetramos, no me imagino haciendo otra cosa, siendo otra cosa. --¿Naciste bailando? Pues yo creo que sí. Sin lugar a dudas, yo creo que sí. --¿Qué vamos a ver más tarde, cuando te subas ya por fin al escenario a interpretar la coreografía que vienen preparando? Yonke es un bailable. No sé si muchos recuerden que en Hello, la obra pasada de la lágrima, había una parte donde yo pedía pasos de danza, en uno de los cuadros. Éramos los cuatro. Hello se presentó por un montón de partes, entonces yo junté 55 pasos, y con eso hicimos Yonke, van a ver que es una fiesta, es un bailable, en toda la extensión de la palabra. --Veíamos también en la reseña del programa de mano, que es una coreografía prestada, con pasos prestados, ¿cómo podemos interpretar eso?, ¿de qué se trata? Así, literal. Por ejemplo, si tú me dabas un paso, yo te grababa, traía un iPad y hacías tu paso, yo te preguntaba tu nombre. Quiero hacer una aclaración: en el programa de mano están todos los nombres de las personas que nos dieron pasos. Entonces, nosotros nos aprendimos esos pasos de los videos de la gente y ahí los van a ver arriba, a todos los que nos dieron pasos de aquí de Hermosillo, les va a tocar ver su paso en Yonke.

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--¿Se divirtieron armándolo? Sí, un chorro. Es súper divertido. Y esta obra ensayarla y verla… bueno, no la he visto, solo en video, pero es súper divertida. A mí se me hace que me gusta mucho bailarla.

ENTRE PER-SONAS: superficies de escritura Magdalena Frías

L

os gestos son producto de una delicada trama histórica anclada en el cuerpo y así en las expresiones culturales; la risa tiene su gesto, el llanto, el asombro, la tristeza. La exageración de tales gestos tiene significados también, por lo tanto, si el pasado irrumpe en el presente, gana un juego de sentidos y si el intérprete exagera un gesto común, se descubre una intención. LaAUDICIÓN explora nuestra memoria cultural en escena, por medio de una gestualidad cuidadosa. Personajes relevantes del ambiente artístico vienen al escenario por medio de su voz y, gracias al gesto, el intérprete reconfigura la realidad del pasado en el instante en que ejecuta el ritual del recuerdo. LaAUDICIÓN comenzó antes del escenario. Una presentación de los bailarines al son de “Sola”, repetida 196 veces –según informó una asistente que se dedicó a contarlas–, recibió al público. Más tarde, en el escenario, las interpretaciones corporales acompañaban la voz de un cantante de antaño. Este recurso se explotó para generar una gestualidad que resignificara un suceso del pasado en el presente, además, ese pasado era por la superposición al instante, una hipérbole. La voz funcionaba como una base de sentido sobre la cual escenificar una emoción; lo cómico era un recurso que se estimulaba por dicha exageración del gesto y por el contexto lúdico que permite la imitación, no de un personaje, sino de su posible representación vocal. El encuentro del personaje con el público era alterado no solo por la ejecución dramática, sino porque la voz en playback no correspondía en ocasiones al género que le era natural: un hombre con voz de mujer, una mujer con voz de hombre. Esta circunstancia nos habla de una impostura, que juega con la voz como personaje. Ser “persona” en la antigüedad significaba tener una máscara, ejecutar un rol y representarlo de acuerdo a ese “ser persona”. Si retomamos esta noción para laAUDICIÓN, tenemos que fueron varias las máscaras construidas con maestría. La representación musical nos remitía a los ambientes donde las melodías nacieron. La puesta en escena no solo nos hablaba del pasado a través de la voz, por el contrario, la máscara se materializaba en la atmósfera y en el cuerpo, y como dupla, el espectador tenía frente a sí varios juegos de la memoria, pero también del olvido. Había un juego macabro entre alejarse del referente musical original, y en la representación hacerlo hablar más allá de ese ser en el pasado. Es innegable que el presente se escenifique, que las nociones de lo social y lo actual se evoquen en escena, de ahí que no es necesario saber sobre esas voces, conocer esas historias que van ancladas a las canciones para disfrutar de un escenario que remite al teatro cabaret y a ese ánimo de ensueño, donde se suceden las acciones del inconsciente. LaAUDICIÓN en Un Desierto para la Danza nos presenta otra cara de la danza, del manejo corporal. La ejecución no tiene desaciertos. La escritura del cuerpo nos habla, se remite a nuestra historia mexicana, son las voces que nos han acompañado en nuestra infancia las que ahora se presentan distintas. He ahí la posibilidad del goce. ¿Ochenta minutos son demasiados? Quizá, todo depende de la persona que los viva. Para salvar esta pretensión del tiempo, se dio un interludio de 4 minutos 33 segundos, anunciados por otro personaje que nos invitó a disfrutar de los dulces que nos ofrecía. Estas circunstancias juegan con el ánimo del público, con sus expectativas, le dan nueva vida al teatro, porque travesean con él; lo disponen de otra manera al ojo habitual. Porque finalmente somos nosotros, los espectadores, quienes aceptamos una representación larga o nos vamos con un dulce en la boca.


Vol. 5

danzine

Hermosillo, Sonora, México

Coordinación: Doris Arenas / Edición: Carlos Sánchez

20 de abril de 2015 Diseño: Argelia Juárez / Corrección: Rosy Orozco / Fotos: Juan Casanova

Antares se presentó en la Plaza Zaragoza en el marco de Un Desierto para la Danza 23

En re-lación: un público desatado Magdalena Frías

P

laza Zaragoza. Hervía de gente, como es habitual. Niños, padres, vendimias, tres payasos, un trenecito, una feria, una catedral y dos palacios. Un sujeto extraño apareció hablando por celular, luego se encontró con una mujer, entablaron conversación. Dos sujetos más establecían conexión corporal, mientras la gente que no estaba predispuesta a la presentación Desatados de Antares Danza Contemporánea, se preguntaba qué estaba pasando. Luego se reunieron algunos integrantes más y comenzaron una interacción corporal mientras conversaban sobre los distintos modos de relación humana, centrada en aquella que nos es más cercana: la amorosa. Me aproximé con la intención de mirar más de cerca, pero me fue casi imposible, un grupo de personas ceñían a los intérpretes, su círculo de acción se reducía según el ánimo del público. Un niño le preguntaba a su papá qué era eso, y éste le respondía que era “teatro moderno”. La coreografía iba paralela a la conversación, eran dos actos distintos, dos momentos humanos que se intercalaban y creaban la ilusión de lo común, lo rutinario, trastocado por los movimientos precisos y ensayados de los bailarines.

Los payasos también observaban. El trenecito estaba detenido y los bailarines avanzaban en tanto la gente se atropellaba a su alrededor. El niño volvía a preguntar a su papá, “pero qué platican”, “pues hablan, es teatro callejero”, le decía él. Mientras Desatados avanzaba, y entre ellos se preguntaban de la razón de ser del matrimonio, las relaciones heterosexuales, las homosexuales; cada personaje cumplía una función. Estaban desde el hijo, que necesita de su madre, hasta la mujer embarazada, que dibujaba la angustia en el rostro de quien la veía moverse estando encinta. El cuadro generaba una incertidumbre no habitual al espacio. Quienes estuvieron en la Plaza Zaragoza fueron testigos de los efectos del arte. No solo eran los niños que no sabían bien a bien cómo interpretar lo visto, eran también los adultos que no atinaban a darle sentido a lo que veían. Había quien a su vez estaba contextualizado. Acompañaban al grupo de bailarines que ejecutaba la coreografía y seguían cuestionando la naturaleza de las relaciones sociales y, por ende, la soledad de los hombres. Varios cuadros se transformaban y se veía a los intérpretes dibujar en sus rostros unos personajes que encarnaban ideas y diálogos

Antares Danza Contemporánea

que habían sido escritos en lo social y reconstruidos gracias al arte. Cuando llegaron a la Plaza Bicentenario, había una mujer con un cerdito rosa como mascota, éste caminaba entre la gente y se alejaba de los perros que lo perseguían. Yo me preguntaba qué diferenciaba las miradas que la gente lanzaba al cerdito, con los efectos de Desatados sobre el público. Cuando los bailarines hubieron terminado, la respuesta fue clara: no solo se trata de la sorpresa, de la extrañeza, como aquel cerdito que avanzaba entre las demás mascotas, era cuestión humana, era la pregunta que se quedaba en la cabeza de cada quien. Eran las imágenes que evocaban la ejecución de los bailarines. Era la intención artística en su entorno social. Era la educación del cuerpo que se confrontaba con los otros cuerpos con una intención artística, y en ese terreno, la estética nos dicta formas de mirar. Si recordamos a Badiou, encontramos que Desatados nos recordó, entonces, de qué somos capaces cuando amamos, cuando estamos frente a otro, cuando estamos en relación. Y esa es una de las posibilidades del arte: generar mundos posibles.

Foco al Aire

Recorridos auditivo-temporales (Sobre Desatados y LaAUDICIÓN)

E

Edgar García Véjar

ste domingo Un Desierto para la Danza nos llevó en un recorrido espacial, atmosférico, temporal, que nos hizo transitar entre lenguajes artísticos, técnicas y diferentes detonantes obsesivos que empujan a abordar la escena de maneras distintas. A continuación, mi bitácora de este recorrido multiplataforma.

A las calles con Antares

(Plaza Zaragoza, 6:00 p.m.) Lo que la compañía hermosillense nos mostró es un salto interesante, un agregado particular y notable a los trabajos del grupo, que deja entrever su quehacer alrededor de conceptos aunados a posturas sociales, de reflexión, pero además, revela de algún modo lo que personalmente consideraría una fórmula de construcción que para ellos ha sido eficiente, al menos en sus trabajos más inmediatos. Fue una obra complicada de ver, de apreciar en su totalidad y, permitiéndome dudar en este asunto, me atrevo a especular que quizás faltó algo de previsión en cuanto al espacio, aunque bien pudo ser una apuesta hacia lo performativo, hacia la intervención abrupta, dejando que el público distinguiera lo que su posición en el lugar, sus referencias e incluso su humor e interés hacia esa ruptura del cotidiano, les permitiera. El reto fue constante para los bailarines, de inicio a fin, y lograron sostener la estructura de la obra a través de sus notables habilidades y el llamativo despliegue coreográfico que, encantadoramente, el numeroso público siguió en masa, hasta el final. A partir de mi cercanía a la pieza, pude apreciar el discurso, tremendamente actual pero pasado también a través del filtro

de estos personajes, estancados entre el cotidiano moderno y su origen, de mediados del siglo pasado. Un poco más alejado de la acción me dejé llevar por las opiniones de quienes frente a mí, tenían más claridad del planteamiento, y me agradó ver que más de un asistente entró en estado reflexivo aunque fuera fugaz, y disparado por una frase suelta, o un gesto. Más allá, cuando podía apenas escuchar la música y distinguir a los intérpretes, noté una falta de juego por parte de los mismos, como si ese divertimento no les divirtiera, a pesar de estar en personaje; sin embargo resultó entretenido y marca pauta para la exposición de piezas en espacios que presentan estos retos. Así fue Desatados, una serie de capas, en varios sentidos: en la interpretación, en la conjunción de elementos compositivos, y en las múltiples formas que había de apreciarlos.

Al teatro con Foco al Aire

(Casa de la Cultura, 8:00 p.m.) Luego del intermedio que representó viajar de un espacio a otro, nos recibió ante el vestíbulo del Teatro de la Ciudad, la introducción en loop hacia un espectáculo que no prometía más que incertidumbre. “Sola, sola, sola…” fue la frase interminable que nos dio la bienvenida a un espectáculo nacido de la obsesión, de una meticulosa búsqueda ridículamente humana, deslumbrante, perturbadora hasta cierto punto.

Se desató, como mencionaron sus creadores, una caja de pandora de la que nació un desfile de luminarias sin rostro, cuerpos poseídos por decibeles melódicos, por canciones trastocadas en un orden caótico y siniestro. La fiesta de la que formamos parte respondió a un juego nacido del hacer, del gusto y la nostalgia, y esperaba contagiarnos de un ambiente que, aunque no era muy concreto, defendía a gritos su existencia. La obra es estridente pero fina en su construcción, con un tejido técnico y un aprovechamiento del espacio dignos de mencionarse. Las referencias, nostálgicas e irreverentes lograban entretener, sacar de foco; los personajes surgieron de dentro del espectador mismo, y así, Dalí, Cage, la Doña, Yma, Costa y muchos otros, se hicieron presentes en un homenaje que los materializó a través del sonido, del color e incluso del silencio. De pronto, el espectáculo resultó cansado, y me hace cuestionarme hacia dónde se dirige la balanza en una obra que no parece apelar a ningún lenguaje particular, que queda fuera de la convención porque resulta extraño darle peso a su carácter tan bullicioso, sin embargo, no puedo evitar agradecer el atrevimiento de crear a partir de la fascinación, de lo obsesivo, que es a final de cuentas lo que da origen y forma a obras interminables.

laAUDICIóN

Bailarines que cantan. La estética perfecta. El sonido a nostalgia. El deseo de ver. Danza. Danza. Danza. Danza… (Carlosánchez).

UN DESIERTO PARA LA DANZA 2015


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