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Háblanos, Señor
Antes de platicar sobre el tema de la Isha, su valor y vocación, deseo agregar lo siguiente: Yahvé hace a la mujer de la costilla del hombre, con lo cual se indica la identidad de naturaleza y la igualdad de dignidad de la mujer respecto al hombre, además de la natural atracción entre los sexos como partes de un todo. «Hombre» en hebreo se dice ádam y tiene valor colectivo, indica tanto al varón como a la hembra. Ambos llevan la imagen de Dios (Génesis 1:27), y su diferencia sexual no tiene nada que ver con la dignidad personal,
sino con la procreación. Al ver a la mujer, el hombre se reconoce a sí mismo: “Esta es hueso de mis huesos y carne de mi carne” (Génesis 2:23) Con lo mencionado en las líneas anteriores, deseamos manifestar que tanto el varón como la mujer provienen de la misma naturaleza, ambos tienen la misma igualdad y dignidad, ya que juntos han sido diseñados a la imagen y semejanza de su Creador, ni uno contiene más, o menos esencia de Él.
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Ahora sí, hablemos de la ishshah: «varona o mujer». Una de nuestras motivaciones de vida, importantes y primordiales en el día a día, debe consistir en el valor y lo que significó para mi Creador. Lo que representas para Él, ha de ser la base de tu identidad como mujer. Ni la cultura, ni el tiempo, ni las religiones, ni la sociedad, ni nada, ni nadie, puede otorgarte una identidad y el significado de lo que eres y la vocación para la que fuiste creada. Basamos nuestro escrito en Génesis 1:26:
“Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra”. Este es uno de los dos relatos de la creación del ser humano que encontramos en el Génesis. En este texto la palabra «hombre» que en hebreo es ádam tiene como significado: humanidad, la cual hace referencia a la creación del varón y hembra. Así que, desde la perspectiva bíblica, la mujer tiene que definirse como
un ser creado con características de su Creador. El portar la imagen y semejanza de Él, la hace una persona con cualidades y capacidades para ejercer el propósito y vocación de su existencia, esta vocación radica en señorear la creación y hacer fructificar y prosperar la tierra, es decir, ella es una agente de Dios en el mundo con todos los derechos del Padre para trabajar en él.
El rol de la mujer en la tierra no radica en su femineidad (en lo que la
cultura judía del A.T en la Biblia y la sociedad actual bajo el dominio del pecado, ha impuesto que la mujer solo debe ser y hacer), sino en su humanidad como hija de Dios, su rol se deriva de su vocación que se le otorgó. Su identidad no depende únicamente del género sino de
su vocación; no de la biología sino del mandato de Dios.
La mujer no vale por ser mujer, no vale por ser madre, no vale por sus fuerzas, ni por la compañía de otras personas, la mujer vale por ser creada a la imagen y semejanza de su Creador, vale por la vocación que se le ha otorgado junto al varón. La mujer tiene valor y estima ante su Padre y creador porque Él la diseñó, ese valor es su identidad, ese valor es su gozo, es su felicidad, es su plenitud. La mujer no necesita realizarse, la mujer ha sido realizada desde el momento que Dios la creó, y ahora, desde el momento en que Cristo la dignificó.