Que hablen las rocas y las hojas den frutos
Ensayo sobre la hiperĂŠtica en Kierkegaard para un mundo en silencio
Israel GalvĂĄn Delgado
EN DEDICACIÓN A TERESA YURÉN CAMARENA POR SU PASIÓN Y TRABAJO ARDUO EN FAVOR DE UNA TRANSFORMACIÓN EN LOS CORAZONES Y VIDAS DE LA HUMANIDAD Y DEL MUNDO.
GRACIAS POR APRENDER CONMIGO Y APRENDER CON TODOS.
INDICE: Que hablen las rocas, y las hojas se conviertan en frutos. _________ 2 Resumen _____________________________________________________________ 2 Abstract ______________________________________________________________ 2
Introducción _________________________________________ 3 Una nueva lógica desde la fe: La hiper-lógica “Creer lo imposible” __ 5 La angustia: El individuo procesándose en la nada “del desierto y del silencio” _ 6
El salto de una hiper-lógica a una hiper-ética _________________ 8 El deber para con el otro. El otro vivo-muerto/ muerto-vivo.__________________ 9
** Una anotación sobre el silencio ________________________ 11 Soliloquio: Acerca de huir de la angustia _________________________________ 11
Bibliografía _________________________________________ 12
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Que hablen las rocas, y las hojas se conviertan en frutos. La hiper-ética en Kierkegaard para un mundo en silencio.
Resumen En una época de verdaderas liquidaciones, incluidas “las verdades”, Kierkegaard desarrolló a través de sus obras una revolución en función de la verdad, más allá del discurso, que desembocará en una hiper-lógica y se manifestará en la responsabilidad absoluta con el otro: una hiper-ética desde el amor. Pero esta hiper-ética no rebosa en el otro vivo, sino el muerto; en aquél muerto –así como el dormido- que no da respuesta y del que no se espera reciprocidad y sin embargo, se espera que despierte por sí mismo. Una ética que transforme las hojas en frutos, y en la que las piedras hablen y la humanidad guarde silencio. Una ética de lo imposible. Palabras clave: Kierkegaard, verdades, discurso, silencio, hiper-lógica, hiper-ética, obras, frutos, vivos, muertos. Abstract At a time of real settlements, including "truths" Kierkegaard developed through his works a revolution in terms of truth, beyond speech, which lead to a hyper-logical and absolute responsibility manifest in the other : hyper-ethics from love. But this hyper-ethics does not overflow into the other alive but dead; in that dead-asleepand that no response and no reciprocity is expected and yet are expected to wake himself. An ethic that transforms the leaves off, and where the stones speak and humanity silent. An ethics of the impossible. Keywords: Kierkegaard, truths, speech, silence, hyper-logical, hyper-ethical, works, fruits, live, dead.
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Introducción Cuando estuve en un bosque encantado noté con asombro
que una piedra me
cantaba, con modulaciones y con timbres de tenor. Debajo de la piedra vi a un sapo invernando y supe que era el sapo el que cantaba y seguí buscando maravillas que saber, que saber. La primera mentira. Silvio Rodríguez.
En octubre de 1837, en uno de sus primeros Papeles, Kierkegaard escribió lo siguiente: La desgracia de nuestra época es que todos los hombres dicen la verdad –cuánto hubiese sido mejor vivir en un tiempo donde los hombres mintieran, pero las rocas dijeran la verdad. (Kierkegaard, 2013:119). En las líneas que siguen trataré de mostrar los elementos por los cuales considero que el autor tiene razón al respecto. Para ello conviene tener en cuenta lo que publicaría seis años más tarde en Temor y temblor bajo el pseudónimo de Johannes de Silentio. En las primeras líneas de esta obra declaró: Nuestra época ha emprendido ein wirklicher Ausverkauft – una verdadera liquidación 1- no sólo en el mundo del comercio, sino también en el de las ideas. Todo se puede comprar a unos precios tan bajos que uno se pregunta si no llegará el momento en que nadie desee comprar. Cualquier marqueur de la especulación que se dedique a seguir meticulosamente el nuevo y significativo curso de la filosofía, cualquier profesor libre universitario, docente, particular o estudiante, cualquiera que tenga la filosofía como profesión o afición, no se detiene en el estadio de la duda radical, sino que va más allá (…) Pero, ¿y Descartes?, lo ha 1
El contexto en el que coloca Kierkegaard el término “liquidación” hace suponer que lo utiliza no en el sentido de “dar por terminado algo” sino en el de poner a un bajo precio la mercancía que está por terminarse.
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hecho ¿no? Descartes, venerable, humilde y honesto pensador, cuyos escritos nadie podrá leer sin sentirse movido por una profunda emoción, ha hecho lo que ha dicho y ha dicho lo que ha hecho. ¡Ah! ¡Cuán poco común es en nuestra época una actitud como la suya! Descartes —lo repite él mismo con insistencia— nunca dudó en lo tocante a la fe (…) (Kierkegaard, Temor y temblor, 1843/2001, pág. 19)2
En el párrafo anterior puede verse que Kierkegaard ha entendido la sobrevaloración del decir, del hablar y por ende del discurso en sí mismo que emerge de las ideas y que tiene una “pretensión de verdad”. Es esta última la que, a mi juicio, busca homogeneizar bajo un mismo sistema de pensamiento y prácticas a quién la reciba y la compre –como diría Kierkegaard-. Al fin y al cabo, las nuevas verdades, 3 de antes y de hoy, se encuentran siempre en liquidación.
Pero, ¿y Descartes?, Kierkegaard alude a este personaje no por su método o sistema filosófico que busca dudar de todo hasta llegar a lo indudable, y mucho menos por lo que sus contemporáneos y antecesores le atribuyeron como fundador de una nueva tradición filosófica: la racionalista. No, a él le interesa aquello sobre lo que no duda, como diría Descartes en Principios de la filosofía,” lo que nos ha sido revelado por Dios y hay que creerlo como lo más cierto de todo aunque la luz de la razón nos mostrase con toda claridad algo diferente.” (Descartes, 1987/1664:26). Pero el interés de Kierkegaard sobre lo tocante a la fe en Descartes no es una defensa del dogma o credo religioso, por el contrario, encuentra en dicha afirmación una problemática aún mayor que la de cualquier pretensión de verdad y saberes conocidos. Más que la duda o el dogma revelado o la certeza misma, lo que a Kierkegaard le interesa es el acto de creer y más aún, creer incluso contra todo saber. Pero esto no significa excluir o abolir otros actuares y sus resultados (por ejemplo: la labor filosófica y el impulso de lo estético), por el contrario, pretende realzarlos y reafirmarlos pero con la condición 2
Las cursivas están en la traducción al español que hace Vicente Simón Merchand de esa obra de Kierkegaard. 3 Al hablar de “nuevas verdades” estamos haciendo referencia a las ideas que en la época de Kierkegaard se consideraban novedosas y eran ampliamente aceptadas sólo por serlo. Podría decirse que los autores de ese tiempo sabían “vender” sus ideas.
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de que se vean sujetos a un estadio superior para generar otro en el que se vean armonizados y que brinden una experiencia de vida mejor. Es debido a esto que me parece pertinente retomar, por primera vez en este trabajo, las palabras de Laura Llevadot desde su publicación Creer lo imposible (Llevadot L. , 2010, pág. 2): […] no es posible seguir oponiendo inocentemente la religión a la razón, la fe al saber, justo porque ambas “tienen la misma fuente” (FS, 74). En el fondo del razonamiento más calculador mora la creencia (…) Incluso el saber más calculador, en la medida en que quiere ser comunicado, en la medida en que apela a un vínculo con el otro exige, más allá de toda prueba, que se crea en él antes de iniciar el despliegue inacabable […]
Una nueva lógica desde la fe: La hiper-lógica “Creer lo imposible” Laura Llevadot, en el mismo trabajo, propone una relación entre La concepción de Fe de Kierkegaard y la deconstrucción de Derrida. Esta relación
se da en las particularidades y orígenes en las que ambas tienen
de por medio. Laura Llevadot dijo: La Fe como “querer creer contra todo saber” y el saber
como “querer creer pero sabiendo” tienen en común el deseo de
creer”. (Llevadot L. , 2010, pág. 4) De este modo, a diferencia de la Fe, el saber no quiere arriesgarse; pues el saber quiere creer en lo que ve (y es capaz de explicar, teorizar y comprobar), mientras que la fe cree en lo que no se ve puesto que su lógica no recae en lo comprobable ni en el precepto de posibilidad. A diferencia de la lógica del saber que a lo mucho puede desembocar en la utopía, la fe se coloca en el suelo de la aporía, es decir de los límites del mismo saber. Esta nueva lógica, nombrada por la misma Llevadot como hiper-lógica, necesita de dos elementos para que pueda asimilarse por quién -en su riesgo- ha decidido seguirla e interiorizarla como parte de su experiencia de vida. Estos dos elementos son: el silencio y del secreto. Difícil riesgo para “quien ha decidido renunciar a los universalismos de la razón” (Llevadot L. , 2010, pág. 5) a la enmarcación del
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empirismo, y quién a su vez, busca vivir en la aporía que surge de la experiencia de la finitud en relación la infinitud. De tal manera, la vida, la muerte, y todo lo que humanamente
puede
experimentarse
necesitará de aquello que el discurso,
–y
que
Kierkegaard
experimentó-,
y cualquier pretensión de verdad no
pueden proporcionar, es decir, de una realidad del silencio y, por ende, del secreto. De aquí la importancia que Jacques Derrida en Dar la muerte (Derrida J. , 1999) le dará al seudónimo de Kierkegaard: Johannes de Silentio; nombrando así, al mismo autor como: Kierkegaard de Silentio. Un Kierkegaard que ha propuesto al Creer (con mayúscula) como la primera necesidad.
La angustia: El individuo procesándose en la nada “del desierto y del silencio” Pero el Creer en Kierkegaard de Silentio, no es un estadio que surja de la espontaneidad, sino todo lo contrario, es necesario pasar por un proceso. Y aquí, tomo la palabra proceso desde su etimología apófisis como "crecimiento y desarrollo". Aquél que viva en dicha apófisis, a travesará por una serie de pruebas, transformaciones y sufrimiento; sufrimiento por la alteración y cambio en la noción de uno mismo, y a su vez, decidir permanecer en este estado permanentemente. Es en esta apófisis, en la que Kierkegaard encuentra a la angustia como eje central de una vida plena, donde se descubre el destino cuando el individuo se dispone a abandonarse en la misma. Pues el destino es como una brujería y una posibilidad. La angustia se convierte en el pasadizo y espacio donde el amor, descubre su lugar de pertenencia, así como lo menciona en las Obras del amor (Kierkegaard, 1847/2006, 26) ¿Dónde se encuentra ese lugar, su paradero, de donde brota? Sí, este lugar está celado o se encuentra en lo celado. En lo más íntimo de un ser humano existe un lugar; de este lugar brota la vida del amor, porque «del corazón brota la vida«. Mas este lugar no lo puedes ver; por mucho que te adentres, el origen se sustrae en la lejanía y la ocultación; y aunque te hubieses adentrado lo más posible, el origen estaría todavía como un poco más dentro, como acontece con el manantial de la fuente, que precisamente cuanto más cerca estás tú, más lejos se encuentra él. 6
Pero si Sören halla en el corazón el lugar donde la angustia debe reposar, es precisamente porque: «natsâr lêb Kîy mi-nnê tôtsâ âh» “del corazón emana la vida” (Proverbios: 2001). Kierkegaard, previamente y a través de sus estudios teológicos, ha descubierto que el corazón no es tan solo el lugar de lo afectivo, ni de lo emocional como en la modernidad y actualmente se pudiera pensar. No, para Sören -así como en la tradición del antiguo testamento- el corazón se concibe como "lêb" en lenguaje hebraico, es decir, la «voluntad». La voluntad como decisión del propio individuo, que intenta contra toda posibilidad; “perderlo todo para ganarlo todo”. En los últimos apartados del Concepto de la Angustia, la paradoja que conlleva la angustia es la base para comprender y vivir este camino que el cristianismo no conoció: Pero el que ha seguido el curso de la desdicha que da la posibilidad, lo ha perdido todo, todo, como nunca lo ha perdido nadie en la realidad. Mas si él, que ha engañado a la posibilidad, que ha querido enseñarle, no ha rechazado deslealmente a la angustia, que ha querido salvarle, lo recobra todo duplicado; pues el discípulo de la imposibilidad alcanza la infinitud, mas el alma de todo expira en la finitud. (Kierkegaard, 1844/1982, pág. 186)
Es así como la angustia, no sólo es un estado de alteración de los sentidos, sino la condición primaria del individuo para que pueda descubrir la máxima experiencia de vida que lo ha de conducir a una eternidad en lo presente. Para la cultura occidental, pareciera que este camino es una “angosta vereda” imposible de recorrer, sin embargo lo que encuentra -en el misterio de lo incognoscible- en su apasionado estudio de los relatos bíblicos (por ejemplo el relato de Abraham), aquello que parece imposible de ejecutar, se convierte en la alternativa hacia una vida mejor y por ende, una ética superior.
De aquí, que la relación entre
Kierkegaard de Silentio y Jacques Derrida se converge en una nueva posibilidad de lo imposible, en la que sólo aquellos dispuestos a arriesgarse y a dejar de lado lo “necesario” para la condición humana; dicho en otras palabras, arriesgarse a posicionarse más allá del estadio estético y del ético, para descubrir lo oculto
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dentro de sí mismos. A partir de esto, creo que es pertinente mencionar lo que Derrida dijera en el documental autobiográfico que protagonizo llamado Por otra parte (Fathy S. , 1999):
Si hay una decisión de la posibilidad debe pasar la prueba de la aporía, de lo indecidible, de ese momento que no es solamente una fase sino de un momento en cierta manera interminable por la prueba de esta imposibilidad de decidir o de disponer de una norma o de una regla previa que permita decidir.
Más allá de cualquier “es necesario” identificable, es necesario que yo no sepa a dónde ir, lo que hay que hacer, lo que debo decidir, para que una decisión allí donde parece imposible, sea posible, y en consecuencia el don de la responsabilidad se dé. Lo que quiere decir que -si hay decisión y responsabilidadellas deben atravesar el desierto absoluto.
El salto de una hiper-lógica a una hiper-ética Pero el trabajo del Kierkegaard de Silentio no termina con una nueva estructura lógica para que la humanidad pueda ser en el mundo, o conducirse en el mismo. Su propuesta no pretende una nueva formación dentro de lo cognitivo y cognosicible, y mucho menos generar un tratado que permita a la humanidad asentarse con seguridad en lo que está a su alcance en cuanto a su relación con el mundo, en todo caso, esto “vendrá por añadidura”. Lo que Sören ha hablado es de una religión sin religión, dicho en otras palabras, el cómo la religión deber asimilarse y experimentarse bajo la paradoja de la finitud sobre la infinitud. Dicha experiencia, que he de llamar experiencia de fe, busca el momento del silencio para hacerse saber en todo tiempo, no a través de las palabras, ni del lenguaje, sino a través de las obras, de las acciones concretas, de los frutos. Así como lo dirá en las Obras del amor (Kierkegaard, 1847/2006, pág. 29)
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El árbol se conoce por los frutos; es cierto que también se le puede conocer por las hojas, pero el fruto es desde luego la señal esencial. De manera que si por las hojas fuera por lo que conocieras que éste es tal árbol determinado, pero al llegar el tiempo de la sazón te percataras de que no da fruto, conocerías en ello entonces que ese árbol no era propiamente el que parecía ser por las hojas. Exactamente lo mismo sucede con la capacidad del amor de ser cognoscible.
Los frutos son pues, la revelación silenciosa de todo árbol. Las hojas por el contrario pueden confundir y en ocasiones ser equívocas. En otras palabras, para Kierkegaard las hojas representan el lenguaje, y si bien es cierto que por medio del lenguaje se puede “bendecir”, es decir, fomentar el bien; el lenguaje aún queda relegado a un estado de inmadurez y de pretendida posibilidad, es decir, no llega a concretarse en un acto pleno hacia otro de quienes pretenden actuar. Kierkegaard menciona: La misma palabra en boca de uno puede ser tan rica, tan sincera, y en boca de otro ser como el susurro indefinido de las hojas; la misma palabra en boca de uno puede ser como «el bendito grano alimenticio» (…) Ben Sira dijo de modo amonestador: «Y tus hojas devores, y destruyas tus frutos, y te dejes a ti mismo como un tronco seco» ; pues precisamente por las palabras y dichos, como único fruto del amor, se conoce si un ser humano ha arrancado las hojas a destiempo, de suerte que no conseguirá fruto alguno, y eso por no hablar de lo verdaderamente terrible, a saber, que en las palabras y dichos se conozca precisamente alguna vez al estafador. Por tanto, el amor inmaduro y engañoso se conoce porque su único fruto son las palabras y dichos. (Kierkegaard, 1847/2006, pág. 30)
El deber para con el otro. El otro vivo-muerto/ muerto-vivo. La hiper-lógica ahora desemboca en una nueva ética llamada “hiper-ética”; nombrada así también por Llevadot, misma que como principio se mueve en la aporía, en lo incognoscible y en su caso lo indecible. En su tratado La muerte del otro (Llevadot L. , 2011), Llevadot ubica esta propuesta, en una dimensión de lo
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ajeno al discurso orientándola hacia el silencio. ¿Por qué? Porque el silencio no toca solo a los vivos, sino principalmente a los muertos, y en su caso a los no nacidos. ¿Por qué a estos? -Porque un muerto no escucha nada, no sabe nada, no ve nada; de un muerto no se espera nada. Y, en todo caso, ¿quiénes son los muertos? -los que ya no están pero también los que siguen aquí.
Llevadot
menciona: “El muerto soy yo, es el vivo, es el prójimo, es todo.” (Llevadot L. , 2011, pág. 12).
A partir esta concepción desde “el vivo-muerto y muerto-vivo”, es necesario hacer un exhorto a cambiar la forma de concebir la ética, pues desde la hiper-ética, la responsabilidad y/o deber absoluto hacia los otros –ya antes mencionados como muertos- debe propiciar frutos [obras del amor], los cuáles, deben concebirse bajo la consciencia de que nos sobrevivirán por encima de la muerte. Cada fruto de cada árbol que en el presente está vivo, o en su caso, muerto. Ante esto es importante mantener en memoria las siguientes palabras de Derrida (Fathy S. , 1999): Mi deseo más tenaz sería recomenzar, revivir lo malo y lo bueno; eso que hoy sé que fue malo: el sufrimiento. Una vez ocurrido, es la posibilidad de esta sublimación, de esta transfiguración, de esta alquimia, que hace que el recuerdo de un sufrimiento, se vuelva un buen recuerdo. Entonces, tendría ganas de repetirlo. Y es eso la sombra de la muerte, el miedo la angustia y la tristeza de la muerte que viene, que me gustaría recomenzar, recomenzar y recomenzar, las mismas cosas sin siquiera inventar cosas nuevas. Revivir lo que viví.
Sin embargo, aquí es donde se detiene la bendición, he aquí el matiz. La precisión que me gustaría aportar es que cuando algo del pasado, bueno o malo, que fue bueno o malo en el pasado, continúa hoy y continuara mañana a dar frutos o resultados, cuando lo negativo continúa proliferando y viviendo e incluso sobreviviéndome en ese momento ya no quiero recomenzar. Entonces, cuando el mal tiene un futuro, cuando el mal pasado tiene un futuro, si puedo decirlo así, en ese momento no puedo decir que maldiga, pero ya no bendigo.
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** Una anotación sobre el silencio ¿Por qué un mundo en silencio? Harto de las verdades plasmadas en los tratados creados en un siglo maravillado por el avance de las posturas sobre el origen y noción de lo humano (Darwin y el evolucionismo por ejemplo: Véase la nota en Temor y Temblor) y así como los sistemas propuestos para dar explicaciones universales pretendiendo generar un conocimiento homogéneo,
Kierkegaard
echará mano de su propia experiencia de vida, partiendo de lo más inmediato hasta lo más absurdo. Sören –adelantado a su época- ha previsto lo que encerrarse en la habitación del saber puede provocar, llevando a la humanidad a una enajenación con aquellos otros elementos que la sitúan como un ser en un espacio y tiempo determinados.
Preguntémonos qué clase de árboles somos, si de los que damos hojas, o de los que se manifiestan a través de los frutos, y de ser así, ¿qué clase de frutos? Regresando nuevamente a Derrida, recordemos que estos frutos nos sobrevivirán, más allá del tiempo, más allá de la nada. Más allá de lo imposible.
Soliloquio: Acerca de huir de la angustia ¿En qué momento dejé de abandonarme en los brazos del Amor para caminar con mis pies llenos de llagas por caminatas sin dirección? - ¿Cómo fue que me introduje en el afán del futuro y me olvidé del banquete providente, aquél que las aves del cielo no siembran y sin embargo, después de comerlo, elevan sus alas para el vuelo? Y ¿En qué momento caí en la desesperación hasta perder la paciencia con la que crece el lirio que no tiene que esperar a que alguien le siembre y tan sólo cree en el tiempo en que surgirá del polvo y las cenizas de otros seres -que muertos- reposan en las sombras del campo sobre el cual nadie ha puesto sus ojos?
¿Cuándo dejé de creer lo imposible?
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Bibliografía •
Derrida, J. (1999). Dar la muerte (primera ed.). (C. de Piretti, & P. Vidarte, Trads.) Buenos Aires, Barcelona, México, Francia/España: Paidós.
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Fathy, S. (Dirección). (1999). Por otra parte [Película]. Francia, Argelia, España, E.U.
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Kierkegaard, S. (1843/2001). Temor y temblor. (V. S. Merchán, Ed., & V. S. Merchán, Trad.) Madrid: Alianza.
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Kierkegaard, S. (1844/1982). El concepto de la angustia (segunda ed.). (J. L. Aranguren Trad.) Madrid, Madrid, España: ESPASA-CALIPE.
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Kierkegaard, S. (1847/2006). Las obras del amor (Works of love). (V. Alonso, Ed., & D. G. Rivero, Trad.) Salamanca, España: Sígueme.
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Kierkegaard, S. (2013). Colección de papeles de Kierkegaard. Los primeros diarios Vol. II 1837-1838. (J. M. Benitti, Trad.) Copenhage/México, Distrito Federal: Universidad Iberoamericana.
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Llevadot, L. (2010). Creer lo imposible: Kierkegaard y Derrida. Catedra de filosofía contemporánea, 189-199.
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Llevadot, L. (2011). La muerte del otro: Kierkegaard, Lévinas, Derrida. Convivium(24), 103118.
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