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Repercusiones del COVID-19 en la industria del transporte informal
from Guía sindical para una formalización encabezada por los trabajadores y las trabajadoras
by ITF Global
Las empresas de transporte público se han visto obligadas a reducir significativamente el número de pasajeros de sus vehículos con objeto de garantizar el distanciamiento social. Ello ha provocado una reducción drástica de sus ingresos tarifarios. Paralelamente ha disminuido la demanda por parte de los pasajeros, y se prevé que por el momento permanecerá por debajo de los niveles previos al COVID-19. Para la industria del transporte informal, que depende completamente de las tarifas de los pasajeros para mantenerse en funcionamiento, las consecuencias del COVID-19 son catastróficas. Muchos operadores se encuentran ya al borde de la quiebra. Sin embargo, los más afectados son los trabajadores y las trabajadoras del transporte informal, no los propietarios de los vehículos:
El COVID-19 exacerba la vulnerabilidad del personal del sector del transporte, en particular la de los choferes y revisores de minibuses del sistema de paratránsito. Por regla general, los propietarios de minibuses informales no absorben los riesgos de la demanda ni tienen costos fijos significativos; son los conductores y los revisores de minibuses quienes suelen asumir los riesgos de la caída en picado de la demanda de transporte”.
Banco Mundial/Programa de Políticas de Transporte en África (SSATP). 2020. Urban Mobility and COVID-19 in Africa, p. 4 En Sudáfrica, los propietarios obligaron al Gobierno a eliminar los requisitos necesarios para mantener la distancia de seguridad, para poder seguir obteniendo beneficios con sus vehículos. En lugar de funcionar al 50 % de la capacidad total de pasajeros del vehículo, como ocurrió al principio de la crisis de COVID-19, se ha autorizado ahora a los minibuses a funcionar con una ocupación del 100 %, mientras que a los taxis de larga distancia solo se les permite un 70 %.3 Esta reversión de las restricciones de seguridad pone en peligro las vidas del personal del transporte y de los pasajeros y demuestra que en la industria del transporte informal, una vez más, son los trabajadores los que asumen los mayores riesgos —tanto en lo que respecta a sus medios de vida como a su salud—. Lo irónico de la situación actual es que, mientras en muchos lugares las empresas de transporte informal se encuentran al borde de la quiebra y sus trabajadores ante la perspectiva del desempleo, jamás había quedado tan patente la importancia de este sector y sus trabajadores para mantener las ciudades en movimiento y prestar servicios a otros trabajadores y trabajadoras esenciales.