EL AUTOREPORTAJE DE JOSE VARALLANOS(*) PERTENEZCO a una generación literaria posterior a la Primera Guerra Mundial. Aquella que, con la denominación de "vanguardista", irrumpió en el Perú, de 1924 a 1930, en subversión literaria; particularmente contra el modernismo --cuyos tambores mayores eran Darío y Chocano— e impuso nuevos módulos poéticos, el "verso nuevo" y la "poesía nueva". Si González Martínez había proclamado "torcer el cuello al cisne de engañoso plumaje"; los poetas de vanguardia fuimos más allá. Rompimos los propios moldes tradicionales o la arquitectura del poema, al margén del lenguaje y en desborde de renovación. Actuamos así, en verdadero libertinaje estético, amparados en las escuelas o "ismos" en boga: el dadaísmo, el ultraismo, el surrealismo, etc., cuyos focos de irradiación estaban en Europa. —LA poesía nueva, en el Perú, no sólo se distinguió por su estridencia "ísmica", sino que, de entre los poetas surgieron, dos grupos o tendencias: los puristas y los peruanistas o indigenistas. En el primer grupo o los que realizaban una poesía de linaje europeo, formaban de César Moro, Xavier Abril, Carlos Oquendo de Amat, Federico Bolaños a Martín Adán; éste portaestandarte de un purismo retórico, hueco, reaccionario, tradicional y colonialista o "nueva flor de Academia". En el segundo grupo llamado generalmente "indigenista", en que se agitaba la temática y el ritmo indio y mestizo, estaban hombres andinos por excelencia, como Alejandro Peralta —el más alto pionero de la liberación lírica de las antiguas formas— a Gamaliel Churata, Guillermo Mercado, Emilio Vásquez, Luis de Rodrigo, Aurelio Martínez y otros. Actuaban también como indigenistas Nazario Chávez Aliaga, Anaximandro D. Vega y tantos más, que abandonando sus posiciones en las viejas letras, se habían pasado a las filas vanguardistas; al igual que lo hicieron Carlos Alberto González, Ramiro Pérez Reinoso, sin tendencia alguna; y Serafín del Mar, Magda Portal y Julián Pectrovik: "poetas-políticos revolucionarios". Todos ellos escribían en "Amauta", "La Sierra", y editaban sus propias revistas: "Poliedro", "Trampolín", "Boletín Titicaca", "Jarana". "Abecedario" y demás). Tanto César Vallejo como Alberto Hidalgo, ambos mestizos y grandes poetas de esencias y prestancias líricas indígenas, actuaban fuera del Perú, desde años antes: el primero en París y el segundo en Buenos Aires. PROCLAMANDO tener sangre aborigen, como galardón, pretendí expresar, con verso nuevo, mi yo ancestral y terrígeno. Y contrariando, inclusive, los postulados de las escuelas literarias de vanguardia —que exigían como ingredientes básicos: síntesis, mecanismo, deportismo o humorismo, alta imagen, etc. en la tarea de "deshumanizar el arte" —yo di a la prensa "El hombre del ande que asesinó su esperanza", escrito a los 20 años. Poemario de versos sueltos, amplios, como los del poeta rumano Ilari Vorona: versos extensos, monótonos —como los Andes—, pero cargados de humanidad, de idealismo y acaso también de sentimentalidad;
aunque con temática y paisajes ubicables geográficamente en las altas tierras andinas, peruanas. Algunos escritores lo calificaron como expresión en pro de una legítima lírica americana (Barrantes Castro, Pérez Reinoso, Bonesatti, Gulla, etc.). En tanto, el gacetillero argentino Anicio Ortiz, cual sumiso colono de las "republiquetas literarias", le llamó "malograda obra" por distante del último "ismo" europeo en boga. Y los periodistas limeños, lo tildaron de "raro , incomprensible, inaudito, imposible para la mentalidad común de hoy". Ya por entonces había aparecido el Segundo Manifiesto Surrealista de André Breton: y los poetas españoles militantes en el ultraismo animado por Guillermo de Torre, volteaban "el andar" hacia la tradición, a lo clásico, con Guillén, Salinas, Altolaguirre y otros. —EMPERO el pro y el contra de la estimativa literaria, proseguí en la inspiración y motivación telúrica serrana. E incursioné también en tiempos prehistóricos aborígenes, en intento de reconstrucción o interpretación lírica. como son los renglones de "Yungar o el libro perdido", originales que no se publican, por ser en prosa. —CALMADA la efervescencia pro-indigenista y el auge del "brote gitano" en el romancero español, con García Lorca; proclamé la prestancia, en el Perú, del mestizo indoespañol o cholo, diferenciándolo, a la vez, aunque líricamente, del indio. Así nació "Primer cancionero cholo". Cantos folklóricos que representan una lírica inculta, primitiva, en un afán de "retorno a lo autóctono y a las raíces ancestrales", como lo dice Juan Marín. Cantares mestizos en sus más insondables bases culturales. Sin formular historia, dirimir problemas, apuntalar anécdotas o evocar lo sexual; expresé con desnuda voz, sin ropaje literario o academismo hispanista: el sentimiento amoroso del cholo peruano que, en los Andes, es poblador rural, arriero, bandolero, contrabandista, gendarme y demás. Identificando en mí, en espíritu y raza, sus dolores y alegrías, íntimas y profundas, en el trance del amor; y no dando una versión turística, cual la dan los señoritos costeños que van a visitar sus tierras o haciendas y tienen una aventura amorosasexual con las hijas de sus "siervos indios o cholos". (El caso de "Wuayno", de Xammar, verbigracia). La búsqueda de nuestra alma mestiza, chola, y no iniciar una "corriente literaria" fue, pues, nuestro afán, aunque incipiente e infructuoso. —LA APARICION de "Primer cancionero cholo" trajo la reacción de los escritores y críticos de "raza blanca". Ellos esgrimieron juicios sin haberlo siquiera leído, ni saber del mestizo indoespañol y del proceso de este mestizaje; y hasta confundiendo géneros literarios: el cantar con el romance. José Jiménez Borja, Ricardo Peña Barrenechea, haciendo su elogio, le califican de "romancero". Y para el cronista chileno Cabrera Leyva —fundador en Lima de un periódico de "pureza idiomática": "Ultima Hora"—eran "romances" a imitación de los de García Lorca. Luis Alberto Sánchez y Sánchez dijo de su autor: "un cholo europeizado"
(?). Pretender cantar al cholo o acojerlo literariamente, era un acto audaz y sin precedentes en nuestras extranjerizantes o colonialistas letras. EL cholo, para la mentalidad vulgar e incluso para la de los académicos, significaba y todavía significa a un "ser inferior"; es un "complejo racial", un "individuo o tipo de la baja clase social" peruana. Concepto mantenido por la "casta blanca" para proseguir en el mando político y disfrutar de la riqueza económica del Perú; "científicamente" respaldada en la teoría de la "superioridad del hombre blanco" del Conde de Gobineau. "Superioridad y pureza" que se esgrimieron, oficialmente, por los españoles en el Virreinato de Lima, desde fines del siglo XVII y que, los inmigrantes europeos de los siglos XIX y XX lo mantienen, socialmente, hasta hoy. Ignorando que el cholo es el mestizo producto del cruzamiento étnico del indio y español, y que lo cholo proviene de la transculturación de los elementos culturales de España y el Tahuantinsuyo; y que aquella teoría del aristócrata galo, ha sido calificada de absurda por la ciencia antropológica contemporánea. —TANTO el mestizaje étnico como el cultural, se produjo, en América, desde el descubrimiento de Colón, y en el Perú desde el arribo de Pizarro, como "resultado del encuentro histórico" de hombres de distintas razas y culturas. El cholo, que viene, pues, de la Conquista española, es el hombre cuyo genio da características esenciales al Perú histórico. (Desde Garcilaso de la Vega Inca a Vallejo, en el aspecto literario). El cholo está arraigado, telúricamente, en toda la anchura de nuestro territorio, al igual que el indio, del que es el "hermano mayor" demográfico y cultural y con el que se le confunde a primera vista. Podemos afirmar que el cholo es el nuevo hombre y el indio el antiguo hombre, particularmente del múltiple escenario o el Mundo de los Andes. Por otra parte, el indio y lo indio, y el cholo y lo cholo, son dos personajes y expresiones señeros e históricos que constituyen lo indígena; es decir, lo nativo, lo oriundo o cabe mejor: lo auténticamente peruano y americano. (Y lo que deriva de lo indígena, de su espíritu, en cualquier manifestación artística, cultural o política, es el indigenismo o en pro de lo peruano). Es más, el mestizo o cholo americano forjará la futura cultura que representará "una síntesis universal", al decir de Leopoldo Zea; y ello es su más alta misión creadora en el destino histórico que les toca cumplir a los pueblos andinos de América (*). —COMPLEMENTO de mi afán terrígeno constituyen: "De las montañas iluminadas", "Los predios de oro", "La cholada" y "Andinelas". En los dos primeros cuadernos, ubico al cholo e indio en sus paisajes nativos, mostrando el panorama del vivir rural. Y en el tercero intento cantar la vida andina, profunda, cósmica y universal. Fuera de ello, he realizado poesía sin ubicación geográfica; ya con técnica renovada o ya con elementos de la poética tradicional. Tales: "Ciencia de la paloma y trébol", "Categoría de la angustia", "Las canciones secretas", "Signos
de vida y formas del sueño", "Elegías y sollozos" y "Materia in. mortal". (A la aparición de "Ciencia de la paloma y trébol", entre otros, el crítico chileno Arturo Tronkoso le llamó "el mejor libro publicado en los últimos años en la costa del Pacífico"). —COMO escritor que no elude su responsabilidad humana en tiempos sociales críticos, ni puede poner de lado el discurrir de la vida ciudadana, posponer lo histórico ni el sentimiento de patria; compuse "Lima-Park y compañía", "Romancero inconcluso", "Cantos a la profunda Patria", "Prólogo al Perú y al mundo" y "Letras muertas". Estos cuadernos son, en verdad y señaladamente, de viejos versos y en los que se enfoca la realidad o se dice de la verdad, empleándose léxico común y hasta vulgares y antiguos temas: el hogar, la madre, la bandera, el trabajo, el sufrimiento del indio, etc. y etc. Romanticismo, postmodernismo, narrativa lírica, anecdótica social, sentimentalismo, pasadismo. Contrabando poético, "falsa nueva o vieja poesía", "marcha atrás del numen", dirá el sagaz crítico literario. Ya lo he dicho en la Introducción de "El caudal de los años", por la calidad del contenido de este libro, he clasificado mi producción en: lírica valorable o de poesía, en lírica desdeñada o de meros versos. —MIS cuadernos publicados son: "El hombre del ande que asesinó su esperanza", "Ciencia de la paloma y trébol", "Primer cancionero cholo", "Categoría de la angustia" y "Elegía en el mundo". Han permanecido inéditos: "Yungar o el libro perdido", "Lima-Park y Cía.", "Letras muertas", "Signos de vida y formas del sueño", "Los predios de oro", "La cholada", "Romancero inconcluso", "Las canciones secretas", "Cantos a la profunda Patría", "Elegías y sollozos", "Andinelas", "Tonos vigentes", "Materia in-mortal" y "Prólogo al Perú y al mundo". Algunos de estos cuadernos escritos entre los arlo 1928-1940, no fueron entregados a la imprenta por "rubor literario". En prosa he publicado algunos libros de temas históricos, socio-lógicos y de derecho, como "El derecho inca", "El derecho indiano", "Historia de Huánuco", "El cholo y el Perú", etc. Debo entregar a la prensa un tomo de diversos ensayos literarios: "La cautiva imagén" y "Guamán Poma, cronista y revolucionario". —NO pertenezco a grupo intelectual asociado u oficializado, ni milito en escuela literaria alguna. Repugno, temperamentalmente, a todo sometimiento y gregarismo, aunque este fuera académico. He escrito, pues, sin pedir inspiración o consejos a catedráticos o a críticos —esos encomenderos y policías de la literatura—; sin cumplir con las recetas de la preceptiva, ni obedecer a las directivas de las corrientes literarias en boga, y las que, desde la aparición del surrealismo, se han llamado: imaginismo, personalismo, existencialismo, letrismo, neorealismo, frenetismo, objetivismo, etc. ¿Podríase, acaso, si se desea,
encasillar o colgar nuestros poemas de las ramas espinosas de algunos de estos ismos? . —HE creado con materiales poéticos y antipoéticos, sometiendo a mi propio juicio mi creación; siguiendo, más bien, la débil pero alada luz de la intuición que la fría de la ciencia literaria; y elaborando así mi propia estética. Cada escritor, cada poeta tiene su modo de expresar en su ver, sentir y trasmitir o crear su mundo. Yo he formulado mi "quehacer lírico", he "escrito como he querido" o, mejor, escribo como quiero, al decir de Paul Eluard. No he elaborado purismo como única finalidad estética; no he ju-gado con las palabras o las he pesado en la balanza de la métrica, en busca de la gracia lírica, o por una "poesía del lenguaje"; menos he estructurado una "poesía algebraica". He pretendido infundir a mi obra, en lo posible, la temperatura de lo humano, y manifestar lo trascendental de la existencia del hombre como ser mortal, terrígeno y universal. Y deseo significar que, muchos de mis versos, son para la comprensión de las mayorías sensibles o lectoras. Hoy que toda la producción o creación poética está destinada a mentes selectas o literariamente cultas; necesario y urgente es trocarla en sencilla en su expresión y humana en. su contenido, para la comprensión y asimilación por el pueblo, por la masa. Por eso, repito, mis últimas o recientes composiciones difieren, en mucho, de las que se llamó —Hace 40 años!— y aún viene llamándose "poesía de vanguardia". El crítico literario no hallará excelencias estéticas en mi modesta y pequeña obra. Es la mía una poesía antiartística, primitiva, bárbara e impura. Pero a través de mi producción se podrá apreciar mi experiencia poética personal, las notas esenciales en su proceso y marcha, y la "técnica" en la elaboración del poema. Lejos ya de las estridencias que empleamos en los primeros tiempos de nuestro empeño, y lejos también de las viejas y tradicionales maneras literarias; diré que he ensayado en varios estadios el ejercicio del verso, en la aventura poética, y que estoy de regreso hacia lo permanente y humano. Y mi voz, mi tono poético, en general, no es viejo ni nuevo, es tal vez renovado. Y acaso también, el vivaz lector podrá descubrir una lírica mestiza, un género silvestre o antigénero, en mis postsonetos, andinelas y cancionelas; cuán diferentes, en ritmo y demás condimentos, de la poética tradicional viva, como de la académica castellana. De otro ángulo de caracterización, se me nombrará "sentimental y elegiaco"; pues, lo soy como lo son Vallejo, Peralta, Mercado y otros; ya que tal es el carácter, el espíritu, la psiquis distintiva de los auténticos mestizos indoespañoles, andinos. ¿LA crítica literaria peruana? ¿Pero, han existido críticos y se ha hecho crítica poética en el Perú? Los poetas y escritores de mi generación, avanzaron solos por el camino de la creación y de las nuevas letras. Tardíamente aparecieron comentaristas, referidores, periodistas u hombres de "letras perricholescas".
Algunos profesores de universidad, por "razón de oficio", se convirtieron en críticos e historiógrafos que trazaron "derroteros" o rutas inciertas e incidiosas, dando por juicio crítico baratas y copiosas frases. ("Romances cholos con metáforas coloreadas como un poncho serrano" (Jiménez Borja). . . "Los envolvió en chillones y breves ponchos de colores" (Luis Alberto Sánchez). . . "Hubo poetas que se instalaron en otras casas . . . había una calle de poesía peruanista. . ." (Enrique Anderson imbert). O si no armaron biografías y bibliografías falsas, supuestas; negaron o no comprendieron a los nuevos valores, a la nueva literatura. Así, a la aparición de "Trilce' de Vallejo y "El perfil de frente" de Juan Luis Velázquez, los oficiantes de críticos como Clemente Palma y Luis Alberto Sánchez los calificaron de libros "incomprensibles, analógicos, disparatados", etc. Un joven escritor —Adalberto Varallanos— opinaba al respecto: "La crítica literaria peruana. . . adolece de comodidad. Es visión y distingo de lo posterior. Si la creación adelanta —tropezando, cayéndose, levantándose, la crítica se queda, desde su esquina, en permanente seguridad. Y es que, al último, cuando todo está acabado, llega la crítica: sudorosa, jadeante, mostrando que está enterada de todo. Y hace sus constataciones históricas, sociológicas, políticas; de todo". La misión fundamental de la crítica es enseñar a escribir literariamente y mostrar las excelencias de una obra, orientando al lector. Es decir, la crítica debe distinguir los géneros, divulgar las nuevas corrientes, como descubrir nuevos valores; sondear los laberintos o mundo psicológico del poeta; dilucidar la problemática poética; ubicar al escritor y su obra en su tiempo, medio y geografía; separar lo literario de lo histórico, el documento de la inspiración o creación, la poesía del verso. Y sobre todo, revelar al poeta en los aspectos fundamentales y trascendentes como originales, interpretando su obra y su aporte al idioma, etc. Pero como no hay crítica sin un crítico que la ejerza, éste deberá tener una gran cultura humanísticaliteraria y sociológica, así como carácter personal e independencia económica, para no actuar sojuzgado por intereses personales o conveniencias sociales. (Ejercer una crítica justa y pura en estos países, es difícil papel; y si la crítica es revisora, tal actitud es ya lo heroico de quien la esgrime). En el Perú cuando se depende de un sueldo o empleo, es obligatorio el elogio de los escritores o poetas miembros o familiares de la casta o grupo económico a cuyo servicio se está; y hay que extrangular la varonía del verbo para no perder el empleo o la tranquilidad del vivir. De aquí el carácter complaciente de la crítica peruana. Crítica "de parte", de amistad, de tolerancia, de conveniencia o de partidarismo político. —ES verdad, en estos últimos años, algunos escritores ejercen de "críticos literarios". Pero como los anteriores —Sánchez, Tamayo Vargas y otros menores— no dejan de ser "maestros universitarios" ; no pasan de ser comentaristas, recopiladores de juicios ajenos o periodistas literarios y de entregas dominicales. Sin estudios serios, no delimitan la psiquis del indio, del cholo, del
zambo, del criollo y del blanco; no conocen las tonalidades de nuestros paisajes: andinos, costeños, selváticos; no saben de los módulos de nuestra múltiple vida social, de los problemas económicos que nos abaten, etc., etc. (Porque hay que comprender que la literatura y su proceso en América y el Perú, responde no a puras motivaciones estetistas como en Europa; sino a problemas económicos, sociales, morales y étnicos en pro de su solución y de la liberación del hombre y de las masas subyugadas y explotadas). Y lo que es peor, algunos desdeñan la lectura, bastándoles una que otra noticia en torno a libros y autores para pronunciarse sobre ellos, sin rubor ni temor. Por eso encuentran "paisaje" en los cuentos de López Albújar, y llaman "indio puro" al gran poeta Alejandro Peralta, o Gregorio a Guillermo Mercado. —MI producción poética está al margen de la crítica oficialista u oficiosa. (No hablo de la crítica libre que me dió generosa acogida, en el Perú y en el extranjero). El tiempo es el mejor crítico de toda obra. Porque ni de elogio ni la diatriba pueden modificar la calidad literaria, la excelencia o la mediocridad de ella; menos la conducta de un escritor o de un temperamento artístico. En el Perú, como en muchos países de América Latina, una obra nunca es mala si su autor pertenece a la oligarquía que acapara o dispone de su economía y de la publicidad, o se es miembro de un partido político. Ambos grupos son dadores de fama y de "inmortalidad". —¿MI mejor libro y el mejor juicio o crítica? "El hombre del Ande que asesinó su esperanza" como expresión de nativismo, de indigenismo de espíritu profundo. "Ciencia de la paloma y trébol" como puro juego estético y de preocupación idiomática. "Andinelas" y "Materia inmortal" que confirman o definen la tendencia lírica con la que me iniciara hace ya más de 40 años. Estimo como de los mejores juicios críticos a raíz de la aparición de mis cuadernos mencionados, los de Ramiro Pérez Reinoso, Pedro Barrantes Castro, César A. Rodríguez y Ricardo Peña Barrenechea, entre los escritores pe-ruanos; y los de Tobías Bonesatti, Arturo Tronkoso, Juan Marín, Benjamín larnés, Ildefonso Pereda Valdés, Manuel Ugarte y Martí Casanovas, entre los extranjeros. (Los poetas son los mejores y buenos críticos, por su sensibilidad y porque saben de los afanes de la creación; aunque algunos poetas mediocres hacen de críticos exigentes, por introversión). En trabajos posteriores a la aparición de "El hombre del ande", Estuardo Núñez ha bosquejado la tendencia expresionista de mi poesía, con acertado criterio y aptitud para el examen literario. La mejor nota biobibliográfica es la que trae el "Diccionario Omeba";con datos ciertos y serena valoración. Y las peores notas y juicios pertenecen a Emilia Romero de Valle y a Luis Alberto Sánchez. En "Diccionario manual de literatura peruana y otras materias afines" —también la Geología es afín de la Literatura, si
uno así lo desea—, la primera consigna que soy "maestro primario" y me atribuye la publicación de "Teoría y realidad del Perú", libro que jamás escribí. Si los "doctores" e "investigadores" de Lima nos dan datos falsos sobre escritores que residen en esta ciudad; imaginémoslo cuál será la calidad de libros como el denominado "Diccionario Manual", elaborado en México, a miles de kilómetros de distancia del Perú y de su verdad y conocimiento. En su arreglada, agregada, alargada o última edición de "La literatura peruana. Derrotero para una historia cultural del Perú", —¿literatura, historia?— Sánchez afirma que soy "difuso", "chocanesco" y seguidor de García Lorca y de Guillén (Jorge), autor de discursos parlamentarios y que llegué a Lima en una "ola de provincianos" que trajo el centenario de la batalla de Ayacucho, bajo el régimen de Leguía y quien, según nuestro nombrado, abrió el Perú a la cultura y al bienestar, haciendo de la capital peruana una "ciudad luz" y soñada meta de todo aquel que no había nacido en su área. Tales afirmaciones agravian a la verdad y no corresponden ni a la historia ni a la crítica literaria. Cronista, periodista de vocación y político activo, Sánchez tiene la tendencia de llevar a su bando o molino político y a sus conveniencias personales, el fervor de las letras, torciendo el carácter específico de ellas. De aquí que la mayoría de sus datos, citas, juicios y demás, se resientan de falsos, inciertas, "temerarios, irrespetuosos, superficiales" y contradictorios. Ya Hernán Díaz Arriata (Alone), Raúl Silva Castro, Juan llfarinello a Xavier Abril y Luis Monguio, y tantos más, han señalado tan graves defectos del escritor limeño, el que acaso caiga en tan deleznable terreno por su enorme, enormísima, asombrosa y variada producción. (Desde textos de historia a ensayos económicos, biográficos o novelas). El "abundante Sánchez" le llaman los poetas y escritores de la novísima generación. El lector de nuestras líneas poéticas, dirá si soy "chocanesco" y "seguidor" de los nombrados poetas españoles. Pero no llegué a Lima gracias a los caminos carreteros que se abrieron por la esclavista Ley de Conscripción Vial del gobierno del dictador Leguía, cuyo panigerista lo fuera Sánchez desde las páginas de la revista "Mundial" bajo el seudónimo de LAS. Vine a Lima en setiembre de 1925 y mi hermano Adalberto en 1922, ambos para seguir carrera en la Universidad Mayor de San Marcos, entonces la única del centro peruano. ¿"Discursos parlamentarios"? . LAS me confunde con el señor Ricardo Feijó Reyna que publicó un volumen con tal título. Empero, en 1929, en una nota en la que comenta nuevos libros, Sánchez me compara con Huidobro y Neruda y dice que soy "de los poetas más audaces y personales de nuestra América". (La actividad literaria en estos últimos meses, en "Almanaque Ilustrado del Perú", 1929). Como muestra de su falta de seriedad, citemos el siguiente caso nuestro. En "Indice de la poesía peruana contemporánea", que publicó en Editorial Ercilla de Santiago, en 1938; Sánchez incluye mi poema "Nocturno de la noche sin límites" como tomado de "El hombre del Ande que asesinó su esperanza" y "Romance de fuga" como de "Primer Cancionero cholo". Siendo que la primera
composición no es del citado libro mío, sino publicado en la revista "Mundial", de 15 de setiembre de 1929; y la segunda que apareció en "Universidad", N? 2, de 1 de octubre de 1931. —HE dicho, soy mestizo indoespañol, indígena o nativo, peruano. Y consiguientemente, la tendencia de mi creación poética es indigenista. He dicho también, que el indio y el cholo son dos personajes y expresiones aní-micas que constituyen lo indígena, en la gradación de lo auténticamente peruano y americano. Lo concerniente a lo indígena, tanto en sus aspectos político, económico, social como artístico, constituyen el indigenismo histórico. En lo literario, el indigenismo no es una escuela estetista, sino una manifestación del genio del indio y del cholo en busca de una expresión, y de su liberación social. La literatura indigenista llamémosla así— en sus grados más calificados, es indianista y cholista de indio y de cholo—; pero ambas expresiones, en una valoración cabal e integral, son hoy mestizas por excelencia, como es mestiza nuestra cultura. —¿INDIGENISMO y andinismo? . Ambos términos y concepciones se complementan en el aspecto general. Pues, para nuestra visión y tesis, en su integridad, el Perú es un país andino por excelencia. Las montañas de los Andes lo atraviesan del mar Pacífico a la selva amazónica, y de Sur a Norte y en todas las direcciones. Los Andes son, a toda luz, la razón primordial de la existencia del Perú como entidad geográfica, económica, humana y cultural. Indigenismo y andinismo, cual dos caras de una misma moneda, concurren a complementarse e identificarse. Y aún cabe decir, todo auténtico indigenismo se resuelve en andinismo, o al revés. Porque los Andes, en estas latitudes, no son meros accidentes geo-físicos. Para los que sobre sus lomos o pliegues habitan, para sus hijos indios y cholos, son montarias matriz, tierra madre, (pachamama, con el lenguaje panteístico de siglos). Ellas, con su naturaleza y sus fenómenos telúricos, han forjado prehistóricamente la mentalidad del indio --el antiguo hombre— o, mejor, han conformado su mundo mágico, dando origen a sus mitos, leyendas, arquitectura, idioma o léxico, canciones, danzas, etc. o las concepciones de su espíritu; y de ellas surgen también las modalidades de su carácter y estilo de vida. Y, desde que hizo su aparición el mestizo indohispano —el cholo o nuevo hombre— a raíz de la invasión de los europeos encabezados por Pizarro; conforma, asimismo, en grado valorable, su espiritualidad y estilo de vida. —EL indigenismo aparece después de la Conquista española; y lo, anterior a aquel hecho militar y social, es lo prehistórico, pre-inca o simplemente inca o incaico. El indigenismo —sea político, literario, etc.
— está, pues, presente desde el siglo XVI, como resultado del "encuentro" de las culturas europeas e incaica, en el escenario de nuestra nación; subsiste en los años coloniales y afluye como movimiento vigoroso en nuestro tiempo. Siendo no "una moda fugaz" ni "un problema" como ha dado en llamarse por el colonialismo derrotista; sino "un estado de conciencia" —con la frase justa de Mariátegui—, una actitud revindicativa y resolutiva del Perú profundo. El indigenismo es, lo subrayamos, permanente manifestación como histórico mestizaje; y existirá, en todas sus faces, mientras existan los Andes y vivan el indio y el cholo en el drama de nuestra vida social; y en tanto no se atrofie su genio original y señero. Ciro Alegría ha escrito, acertadamente: "el indio no es un atuendo; es un ancestro y un espíritu. El indigenismo es y será una forma de llegar a las raíces más viejas y profundas del Perú". Y completando esta frase del célebre escritor peruano, diremos que no olvidemos que la expresión estética o literaria de nuestro universo nativo solo podrán realizarlo los que llevan la sangre india; porque sólo ellos pueden recorrer los secretos caminos de la estirpe y revelar los más legítimos frutos o el alma inmortal de nuestra vieja raza. De otro lado, dijimos, el indigenismo es también exaltación del indio y de lo indio; y tal exaltación es más sincera y favorable cuando la realizan gentes andinas con plasma india o los que se identifican con ella. Y es temerario calificársele de "falso y vacío", o que el "indigenismo literario se resuelve en hispanismo", como pretende afirmar, por prejuicio o por ignorancia del tema el profesor Enrique Anderson Imbert. O, también, con las frases de Teodoro Núñez Ureta: "el indigenismo es un verdadero peligro para el arte verdadero y hasta un problema de carácter social, que hay que combatir y resolver", y nacido, según el propio escritor arequipeño, de "un complejo de inferioridad". Sin saberse ni comprender que no puede concebirse el Perú sin el indio y el cholo, entes creadores y exponentes de su personalidad histórica-sociológica de pueblo. (Indudable es que, para los colonialistas o la retrazada mentalidad, indígena es sinónimo de indigente). (A la sazón, desde el siglo pasado se viene tratando del "grave problema indígena". Por cierto, no el indio o el cholo, el problema es el criollo o blanco: gobernante, terrateniente y su histórico explotador. La solución del clásicamente llamado "problema indígena" será eliminar al "blanco" de su poder económico y político, sustituyéndolo con el indio y el cholo, que siempre fueron solución en nuestra vida social). Lo auténtico nuestro, en el renglón literario-artístico, remarcamos, es lo Indigenista; o, mejor, el indigenismo se identifica con lo peruano. Y lo proclamaremos si pretendemos tener una verdadera alma americana. Y para esta estructuración, la más primordial y alta tarea del escritor o artista, es tornarla de regional a nacional y universal," dando categoría estética a las realidades vivas y humanas", o, en otros términos, "elevando las cosas locales, lo nuestro, a categorías universales, por la fuerza de la expresión artística que pueda conseguirse", como escribe Martí Casanovas.
—EL indigenismo es "tendencia local, provinciana", repiten graves e in-graves doctores, nacionales y extranjeros; éstos desde sus escritorios o cátedras de Lima, aquellos desde Estados Unidos de América o Europa, cual verdaderos turistas de la lectura y del juicio crítico. "Provincianismo emocional", "indigenismo pueblerino", dice, entre otros, Augusto Tamayo Vargas. Es más, para algunos glosadores de revistas populares de Lima, el "indigenismo literario es cosa pasada y superada" y que no muestra actividad alguna en nuestros días. Ignorando que poetas como Alejandro Peralta, Guillermo Mercado, Mario Florián, Emilio Vásquez, Nazario Chávez Aliaga, Quiroz Malea y tantos más persisten en el carácter indigenista y editan magníficos libros. Oh suficiencia de la "crítica", del prejuicio y de la ignorancia! . Como trato de temas, como inquietud y movimiento en busca de una expresión mestiza, el indigenismo no solo es regional sino internacional. Porque en este afán en pro del "alma americana", se hallan abocados escritores, poetas y artistas, de Colombia a Argentina, pasando por Ecuador, Perú y Bolivia; de México a Guatemala. Podrá calificársele de "provinciano y lo-cal" por la simple nominación de un motivo o la captación de una faceta en el paisaje andino, o la ubicación geográfica, o por la mediocridad creativa de un poeta o escritor? . ¿Qué es lo que pretenden calificar o designar .con tales conceptos aquellos graves o ingraves doctores? Verbigracia, el mundo mágico en que conjugan el alma quechua-aymara, en toda su fuerza cósmica y sentido universal que nos muestra Churata en "El pez de Oro", podrá ser llamado "regional" o "local", por haberse escrito por un mestizo y en la ciudad de Puno? Y de otro ángulo, y cabe no olvidar, como muy bien anota Churata, "en la dialéctica poética, el indigenismo profundiza valores entrañables de la Patria frente a elementos que la deforman o ridiculizan". —POR las difíciles rutas de la creación, vamos por nuestra propia cuenta y riesgo. Carecemos de guías, de inteligencias rectoras. Nadie ha esbozado si-quiera las características de nuestras letras. Nadie ha delimitado lo nacional y lo peruano. Nadie ha dicho qué es, literariamente, lo criollo, lo indio, lo cholo y lo blanco o europeo. ¿Quién ha separado, con expertas manos, los ingredientes verdaderos de los falsos en la trama de nuestras letras mestizas? De aquí, lo que más tarde pueda llamarse literatura peruana, no pasa hoy sino como arcaica expresión, como folklore filológico, popular, dentro de la arquitectura del idioma castellano. (Las ideas, por ejemplo, de Gamarra —El Tunante—, Riva Agüero y demás sobre el criollismo, no dejan de ser políticas o meras especulaciones retóricas). En el movimiento indigenista mexicano, dieron pautas y significaron su presencia y vigencia, de Antonio Caso a Alfonso Reyes, entre otros. Mostrando así a México, a América, en su rostro auténtico; y salvándolo de la confusión, trabalenguas y torrebabelismo de las culturas imperantes. En particular, necesario es constatar que, en el actual panorama nacional, existen dos calidades de indigenismo literario. El que realizan los propios indígenas o los que llevan sangre india o se
identifican con ella, cuyas creaciones o realizaciones podrán ser incultas e ingenuas; pero son en pro de lo auténticamente peruano. Y el que practican los criollos y los acriollados que reniegan de la estirpe india y chola, en el complejo racial y cultural de tildarse "blancos", pero que lo explotan para lograr beneficio económico y prestigio intelectual. Siendo el de éstos un pseudo indigenismo o un peruanismo epidérmico, falso, especulativo o que, a "lo mucho, se traduce en costumbrismo pintoresco" y folklórico, al acertado decir de Concha Meléndez. AMEN indigenismo lingüístico? En buena cuenta, sí. Pero la presencia de vocablos quechuas en mis versos, no significa un atentado contra el castellano o español, como pudiera suponerse. Para vaciar las legítimas esencias del alma india, o, mejor, para expresar los fenómenos, la naturaleza y el cosmos americano; ningún canal mejor que el idioma nativo aún' imperante en nuestras latitudes andinas. De otro lado, el empleo de términos quechuas o aymaras en el trato literario, es mostrar el espíritu mestizo, el proceso de la mestización lingüística. Pero en cualquiera de tales significados, no los empleamos en forma indiscriminada; pese a habernos amamantado en el panal del español y del quechua. En particular, usamos las voces que designan nombres propios o las insustituibles por las del lenguaje español. El escritor Gamaniel Churata ha escrito al respecto: "El engarse de voces aborígenes en el idioma hispano no es invento de hoy . . .; es fenómeno filológico que tiene iniciación en los primeros impactos de la conquista". Finalmente, diremos que el emplear términos quechuas o ay-¡izaras es remozar o americanizar el salino lenguaje de Castilla que se nos impuso a raíz de la Conquista española y que fue el idioma del coloniaje e instrumento de dominación; y que, pese a los siglos de su imposición, para la masa india es un idioma foráneo, extranjero, y no creación de su medio y espíritu. —MI conducta como escritor ha sido siempre de consciente rebeldía y rechazo de todo logro o acomodo inconfesables. Creo que el escritor y el artista, ante todo, es un hombre digno, un "animal de dignidad". Por eso no empeñé mi verbo ni mi voluntad de hombre libre a situaciones económicas o sociales, ya de grupos políticos, académicos o familiares; a lo que todavía se somete el escritor en el Perú. No me hice adepto de institución "cultural" alguna, para obtener becas o viajes abonados a Estados Unidos y a Europa. No fui "capitulero" de ningún político o Presidente, para ser nombrado, en recompensa, en el servicio diplomático. No solicité puesto público, cátedra universitaria; ni serví en empresa periodística oligárquica. En el Perú para obtener un cargo o puesto en la administración estatal, más que la suficiencia es menester la "recomendación" política; para el ingreso a la cátedra hay que afiliarse a un "bando político" o clan, porque es difícil romper la argolla o círculo en que actúa una mediocridad o los "genios oficiales" que pasan como directores de la cultura; y para ser periodista hay que someterse
a los dictados del propietario del periódico, poniendo de lado la verdad y el interés público. Tampoco supliqué a los que disponen del presupuesto o rentas de la República —este es el país de la súplica y del favor, y no del derecho—; no supliqué, repito, la publicación de mis libros, o aspiré a un premio de Fomento de la Cultura. ( Este premio anual creado por Ley 9614, ampliada por la No 16016, consiste en el abono por el Ministerio de Educación de una pequeña suma de dinero al autor de la mejor producción artística o científica; y del que, el que lo obtiene —generalmente no por el mérito de la obra sino gracias a la gestión personal, la amistad o la recomendación política y el servilismo—, se jacta luego llamándose "Premio Nacional de Poesía", verbigracia, como membrete de triunfo literario o pasaporte a la inmortalidad. (Y a propósito, los más grandes poetas peruanos como Vallejo, Eguren, Hidalgo, Churata, Abril, fueron, alguna vez, "premiados" con los dineros públicos o consagrados por el voto de alguna academia? . De otro lado, gracioso es pensar que, cada año, surjan grandes escritores o se realice una obra maestra de investigación, en un país subdesarrollado, como el nuestro, y de mayoría analfabeta). Volviendo al tema, en el Perú el escritor solo sufre el menosprecio estatal, sino es disminuido por los libreros y editores. Estos abonan el 10% como derecho de autor, y los segundos cobran hasta el 40% por vender libros editados por los propios escritores. Por ello, como Presidente de la Comisión de Cultura del Senado, presenté, en setiembre de 1961, un proyecto de ley intitulado Premio Nacional de Cultura, por el que el Estado, en acto de reconocimiento nacional, otorgase a un escritor, artista, investigador o científico, cada cinco años, un premio pecuniario de S/. 5'000,000, previa calificación de un jurado competente; así como se les concediese una condecoración a los más eminentes peruanistas extranjeros. Pero tal proyecto, por no convenir a la oligarquía que entonces gobernaba y por el des-precio de ésta a la inteligencia, quedó en la Sala de Comisiones del Senado, donde duerme. —CIVICAMENTE soy independiente; no milito en partido alguno. Pero no por eso dejo de tener emoción política y honda preocupación social, en estos años en que aquejan al Perú una crisis económica y moral profunda, bajo gobiernos sometidos a las conveniencias del capitalismo imperialista; con una clase dirigente de hombres pervertidos e indiferentes a las transformaciones del mundo, y una sociedad envilecida. Soy, pues, socialista de conciencia y por razón histórica, e indigenista por sentimiento afectivo y telúrico. Si se quiere, mi política es de alto y revolucionario indigenismo peruano y americano. Sobre todo, sostengo y proclamo la intervención política, en masa, del indio y del mestizo andinos que son los más calificados parias de América y cuya conciencia secular comunitaria rumba a un socialismo popular. De otro lado, no olvidemos que, en el Perú, la raza es todavía una condición económica, social y cultural; y el indio y el cholo o sus grupos étnicos soportan una estudiada discriminación racial y social. Y quien está con
ellos o de parte de ellos, tiene que ser de izquierda, revolucionario; pero de izquierda de esencia marxista-leninista como lo soy. Empero, cabe el tiempo que vivimos, no podemos atajar con nuestras débiles manos la historia, y tenemos que aceptar, sin temores ni cobardías, los nuevos cambios político-sociales, tomar los caminos seguros para llegar al poder e intervenir en la función del Estado. He escrito: "para construir un Perú auténtico, un nuevo Estado sin explotadores ni explotados, y sin el predominio de grupos minoritarios tradicionales, nuestro deber histórico es estructurar un partido que sea la expresión del hombre mayoritario indo-mestizo, en afirmación de su genio, en relación con su medio y dentro de las nuevas corrientes socialistas de la historia; para la resolución, humana y justa, de sus problemas económicos y culturales. Este partido realizará la redención del indio y del cholo y de su espíritu o, mejor, la liberación de las masas de los subyugados será obra de los mismos indios y mestizos; y no de los grupos colonialistas, de las castas "blancas" oligárquicas y aliadas del imperialismo. Castas o grupos de sus seculares explotadores que hoy, bajo las simuladas banderas de la "reintegración" pretenden someterlos, corno siempre, a su dominio y férula. Repito, estoy con el pueblo sufriente, soy de ellos; llevo su sangre y me identifico en sus dolores y. ansias de liberación. Laboro y laboraré por un orden nuevo en pro del bienestar y por la nueva imagen social del Perú. —ESTA respuesta no es, por cierto, de carácter literario. Pero atañe a un cargo que desempeñé y fue honroso para mí. Como lo expreso en los rasgos de mi biografía, en 1956 fuí elegido Senador por el Departamento de Huánuco, en una de las elecciones más limpias y democráticas que se hayan producido en el Perú. Durante el tiempo que permanecí en el Senado peruano, fui Presidente de las Comisiones de Cultura y Bellas Artes y miembro de las de Bibliotecas, Legislación y Arqueología. Representando al Se-nado del Perú asistí a la celebración del 150 aniversario de la independencia de México, (1961). Como legislador presenté proyectos de leyes, cuales los de creación del Ministerio de Cultura, Ministerio de Comunidades Indígenas, Premio Nacional de Cultura, creación de Museos Departamentales, del Instituto de Música y Danzas Peruanas; y particularmente redacté la Ley de Derecho de Autor, considerada hoy como la mejor de América Latina, en favor del escritor y del artista. Es verdad, vino, en revisión, de la Cámara de Diputa-dos tal proyecto; pero considerándolo deficiente, en muchos de sus aspectos, y hasta en su redacción; en mi calidad de Presidente de la Comisión Dictaminadora, lo sustituí íntegramente por otro redactado por mí con la colaboración del Senador Dr. Pedro del Aguila Hidalgo. Como autor del proyecto sustitutorio, sostuve el debate de sus articulados, hasta su aprobación en el Senado y su remisión al Ejecutivo que lo promulgó el 1 de Setiembre de 1961 como Ley No. 13.714. No niego que se escuchó, en mi Comisión, algunas
sugerencias, entre otras, del Colegio de Abogados de Lima y de uno que otro grupo artístico literario. Pero, repito, fuí yo quien presentó el proyecto sustitutorio convertido luego en ley nacional. Sin embargo, un abogado apellidado Morales Ayarza ha manifestado ser "el autor" de tal norma legal; recibiendo homenajes públicos. No habiendo sido Senador o Diputado —solo ellos tienen facultad de legislar—, ¿cómo pudo ser el autor de una ley un ciudadano común? . —VALGAN, ahora, algunos recuerdos sobre mi iniciación literaria y unas anécdotas. A los 15 años publiqué, en Huánuco, mi primera composición lírica: Bajo el claror de la luna, y a los 16 mi primer poema: Absurdo, que apareció en "El Deber" de aquella ciudad. En "Mundial", de Lima, hice mi revelación, en mayo de 1928, con tres poemas, entre ellos: Poema de retorno a la madre ausente, con el que obtuve el premio único en concurso convocado por el Centro Universitario Ariel, con motivo del Día de Madre. En junio de 1928 edité mi primer poemario: "El hombre del ande . . . "; libro al que, pese a ser "vanguardista", la Municipalidad de Lima, en conmemora-ción al Día de la Raza, lo premió con S/ 100, previo dictamén del jurado literario integrado por Luis Varela Orbegozo, Domingo Angulo y Luis Alberto Sánchez. Una anécdota. Siendo estudiante universitario fuí "maestro primario", en el Callao, de cuyo carguillo se me destituyó por "empírico", al inaugurarse el "régimen de la libertad" (?) del general Sánchez Cerro. Otra. Por el tiempo prestado al Estado peruano, sumando los años efímeros de "profesor" a las seis de Senador de la República, percibo, como cesante, el haber mensual de S/ . 530 o unos 14 dólares. Lima, julio, 1968 (*) Publicado en EL CAUDAL DE LOS AÑOS. Poesía y Verso . Ediciones Andimar , Lima,1972, pág. 347-363.