La guerra con Chile y Huánuco. José Varallanos

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PRÓLOGO Por: Eliseo Talancha Crespo JOSE VARALLANOS, EL HISTORIADOR José Narciso Vara Llanos (1907-1997), más conocido en el mundo académico como José Varallanos, es uno de los intelectuales más representativos de Huánuco del siglo XX. José Varallanos nació el 20 de marzo de 1907 en la ciudad de Huánuco, y a los dos años de edad fue llevado a la histórica ciudad de Jesús, actual capital de la provincia huanuqueña de Lauricocha, ubicada a 3,400 metros de altura, en medio de la Cordillera Huayhuash y las altas márgenes del río Marañón, a la luz de la naturaleza andina, agreste e idílica , bella y fría; interiorizando el idioma quechua, con el conocimiento de sus gentes de la zona rural, hasta los ocho años, y admirando el centro arqueológico de Huánuco Viejo; orgullosamente moldeó hasta su muerte su personalidad e identidad andina, definiéndose en su propia autobiografía como un hombre con “emoción y sentimiento de mestizo, cholo, peruano, americano y universal”1 . De ahí que su fecunda y polifacética producción bibliográfica como jurista, periodista, antropólogo, sociólogo, historiador, político y poeta se encuentra marcada por una visión, tesis y tendencia indigenista, porque siempre entendió que el Perú es un país andino por excelencia. La vida y obra de José Varallanos ha sido intensa, rica, múltiple y compleja que nos permite leer su pensamiento desde diversas facetas, habiéndonos legado –editados unos e inéditos otros– libros, ensayos, artículos, prólogos, discursos y otros que revelan su incansable trabajo intelectual y su profunda formación cultural andina. La faceta más conocida de Varallanos es la de historiador, aunque paradójicamente nunca se declaró ni siquiera aprendiz de historiador. Y así encontramos que la producción de José Varallanos en materia de historia, sobre todo regional de Huánuco, comprende diversos asuntos que abordan principalmente la época de la conquista y que han sido publicados entre 1938 y 1990 en libros, diarios, revistas y otros que esperan ser compilados2. Pero definitivamente 1

Varallanos, José: El Caudal de los Años. Ediciones Adimar, Lima, 1972. La producción de José Varallanos, en materia de historia regional, se encuentra dispersa en diversas publicaciones. Cronológicamente lo podemos reunir como sigue: -1938 “Sobre la fundación de Huánuco (La autoridad de Huamán Poma y el testimonio de Martínez de Orueta). En: “Tierra” de Ambo. -1938 “Ubicación de los 3 Huánuco y el suelo natal de Huamán Poma”. En: “Tierra” de Ambo. -1939 “Dos testimonios de la fundación de Huánuco en 1539”. En: “El Comercio” de Lima. -1939 “El mestizaje en Huánuco. (Apuntes para un ensayo sobre el hombre en el departamento de Huánuco). La ciudad de Huánuco, reducto del españolismo. Etiología del cholo huamaliano”. En: “El Comercio” de Lima. -1940 “Huánuco: Elogio de sus provincias” en Lima. -1940 “El IV centenario de la fundación española de Huánuco”. En: “Tierra” de Ambo. -1940 “La fundación española de la ciudad de Huánuco” en Huancayo. 2


el historiador José Varallanos alcanza el encumbramiento con su monumental libro “Historia de Huánuco”, publicado en 1959 en la hermana república de la Argentina. Precisamente reconociendo la valía de su contribución, en su memoria y síntesis de su labor parlamentaria como Senador de la República de 1956 a 1962 en representación del departamento de Huánuco, José Varallanos proclama: “Si el necio nos interrogara, cuál es nuestra obra, le respondemos: la que ningún hijo del Departamento a través de 400 años pudo hacerla: ‘‘Historia de Huánuco”3. Como ya tenemos dicho, “Historia de Huánuco”, que aborda los siguientes rubros: Introducción para el estudio de la vida social de una región del Perú. Desde la era prehistórica a nuestros días", es un minucioso estudio que describe en forma integral y cronológica, el desarrollo histórico-social de los pueblos, instituciones, personajes y acontecimientos de Huánuco desde los tiempos prehispánicos hasta la sexta década del presente siglo. “Historia de Huánuco” es, qué duda cabe, la principal y más completa obra de la historiografía huanuqueña, y a su vez, el libro capital de la fecunda producción histórica de su progenitor. La obra está dividida en cuatro partes: la primera se ocupa del aspecto geográfico y toponímico, la segunda estudia las épocas pre inca e inca, la tercera trata sobre la conquista y la colonia y la cuarta parte se refiere a la emancipación y república. Al final se incluye una bibliografía general, una especial y una personal que indica los libros, ensayos y artículos referentes a Huánuco publicados por el propio Varallanos. El libro tiene 672 páginas y contiene láminas, retratos, mapas, planos, tablas y escudos. -1942 “El capitán Pedro Barroso, fundador de Huánuco”. En: “El Comercio” de Lima. -1944 “Gesta libertaria en el antiguo corregimiento de huamalíes”. En: “El Comercio” de Lima. -1944 “Huancayo: síntesis de su historia” en Huancayo. -1945 “Noticias inéditas sobre la historia de Huánuco”. En: “Perú al día” de Lima. -1946 “La encomienda en Huánuco”. En: “Yachayhuasi” de Huánuco. -1949 “Los primitivos pobladores del territorio de Huánuco. Los huánucos”. En: “Folklore” de Lima. -1950 “Los primitivos pobladores del territorio de Huánuco. Los chupaychos, huacrachucos, panatahuas y otros”. En: “El Comercio” de Lima. -1951 “El escudo y título nobiliarios coloniales de la ciudad de Huánuco”. En: “El Comercio” de Lima. -1951 “El escudo y título nobiliarios coloniales de la ciudad de Huánuco. (Respuesta a Enrique Gamarra Hernández). En: “El Comercio” de Lima. -1953 “León de Huánuco y caballero de la libertad”. En: “La crónica” de Lima. -1954 “Los tres capitanes fundadores de Huánuco”. (Gómez de Alvarado el Viejo, Pedro Barroso y Pedro de Puelles. Biografías). En: “Revista del I.I.H” de Huánuco. -1955 “Fundación española de la ciudad de Huánuco”. En: “La crónica” de Lima. -1956 Publicó “El escudo de Huánuco” en Lima. -1957 “Homenaje a Huánuco”. Discurso en el Senado Lima. -1959 “Historia de Huánuco…” Imprenta López, Bs. As, Argentina. -1979 “Huamán Poma de Ayala: cronista, precursor y libertario”, en Lima. -1990 “La actitud del General Mariano Ignacio Prado en la guerra con Chile”. En: “Kotosh” de Huánuco. 3 Senado del Perú. Memoria y Síntesis de la labor del Senador por Huánuco Dr. José Varallanos. Lima, mayo 1962.


La cuarta parte de “Historia de Huánuco”, dedicada a las épocas de la emancipación y república, está compuesta de VII capítulos , siendo que en el capítulo V se aborda Huánuco y la Guerra con España y con Chile en la que sucintamente se desarrolla la Guerra con Chile y su repercusión en Huánuco, el aporte de la ciudad y provincias en defensa del honor nacional; huanuqueños que se inmolaron en los campos de batalla; Francisco Loarte y Leoncio Prado, organizadores de la resistencia en Huánuco, secundando al General Cáceres, la ocupación por las tropas chilenas, la resistencia de los guerrilleros indígenas, las acciones de San Rafael, Taruca, Huánuco el Viejo y Jactay; ¿Aparicio Pomares, un héroe o un mito?, y la Batalla de Huamachuco. Debemos admitir que a diferencia de la conquista y la colonia, el capítulo V que desarrolla Huánuco y la Guerra con Chile es la parte más débil de la monumental “Historia de Huánuco” que no por eso deja de ser una obra capital y precursora de la historia regional del Perú. Y es que “Historia de Huánuco” no es una obra acabada, definitiva, en la que podamos encontrar el desarrollo de temas específicos, sino que tenemos que verlo como un libro general, básico, de la historiografía huanuqueña de lectura y referencia obligada que ha servido y servirá de base para el inicio de nuevos trabajos4. Tenemos que entender que las conclusiones en investigación histórica abren nuevas puertas para emprender o continuar la investigación. Ya el propio Varallanos en diversas conversaciones sostenidas nos decía que su libro no es más que una síntesis y que de cada capítulo puede hacerse un volumen. Por eso adelantándose a las criticas, en el prólogo de su libro, nos advierte: “Volvemos a declarar, es un ligero trabajo monográfico. Ni lo erudito, ni lo definitivo; menos investigación técnica. No otra cosa puede ser la labor de una modesta pluma, sin ayuda o apoyo alguno, ya particular o del Estado. Otros con mayor bagaje cultural, armados de mejores métodos para la investigación, la construcción y la comprensión o

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A partir del precursor libro “Historia de Huánuco” , diversos intelectuales han seguido o ampliado diversos aspectos de la historia local o nacional . Así por ejemplo , en relación a asuntos de la vida republicana , el escritor Esteban Pavletich escribió Un tal Gabriel Aguilar en 1967 , el militar Samuel ORDOÑEZ SALCEDO concibió Los precursores olvidados: Gabriel Aguilar Narvarte y Juan José Crespo y Castillo: Dos semblanzas en dos hechos históricos de la Emancipación. Huánuco en 1972 , el historiador Alberto Flores-Galindo en Buscando un Inca de 1988 escribió Los sueños de Gabriel , la historiadora Ella Dumbar Temple abordó la Revolución de Huánuco, Panatahuas y Huamalíes de 1812 en 1971 , el que esto escribe en 1987 publicó La Conquista Española de Huánuco , el historiador Víctor Nieto Bonilla publicó en el 2004 Control político, sectores sociales y la revolución de 1812 (Un estudio de la coyuntura política de Huánuco a fines del periodo colonial) ,el profesor Roger Vidal Roldán en el 2005 escribió el ensayo histórico La noche más larga de Huánuco: 22 de febrero de 1812 (Ensayo histórico). 2005 , el abogado Jorge Espinoza E. escribió Hombres célebres en Huánuco: Bolívar en Huánuco en el 2005 y en fin existe una frondosa bibliografía de trabajos en historia , arqueología , sociología , folklore ,entre otras materias , que han tenido como fuente al libro mayor de Varallanos.


elaboración de la historia, y bebiendo en fuentes que no conocimos, lograrán mejor obra”5. Como tenemos dicho, José Varallanos en su faceta de historiador nos ha dejado una fecunda producción historiográfica que ha sido publicado en vida, pero también nos ha legado para la posteridad una serie de trabajos inéditos que, siguiendo las instrucciones de su autor por considerarme generosamente como su heredero intelectual, me han sido entregados en apuntes, manuscritos y versiones mecanografiadas dispersas por su viuda la distinguida señora Luisa Gamarra Hernández y sus hijos María Luisa y José Adalberto Varallanos. Y precisamente uno de esos libros inéditos es LA GUERRA CON CHILE Y HUÁNUCO, Nueva Visión de un Capítulo de la Historia del Perú, escrito en 1988, y cuya inminente publicación anunciaba el ya anciano Varallanos en sendas entrevistas que concedía6. “LA GUERRA CON CHILE Y HUÁNUCO, Nueva Visión de un Capítulo de la Historia del Perú” es una versión corregida, aumentada y rectificada de la monumental obra “Historia de Huánuco“ en la parte referida a la infausta Guerra del Pacífico de 1879 en la que José Varallanos, desde una visión regional y local nos ofrece reseñas de las causas del conflicto, describe la crisis económica, moral y los acontecimientos ocurridos en el Perú en plena guerra, juzga la conducta de los políticos y militares, aborda cronológicamente las campañas y acciones de armas desde la iniciación de la lucha hasta el Tratado de Paz en 5

VARALLANOS, José. Historia de Huánuco: Introducción para el estudio de la vida social de una región del Perú. Desde la era prehistórica a nuestros días. (Con ilustraciones y mapas). Buenos Aires: Imprenta López, 1959. p. 17. 6 . En la entrevista concedida al profesor Víctor Domínguez Condezo y que aparece publicado en la Revista “Desafíos”: Revista de ciencias, tecnología, arte y humanidades. Nº 5. Huánuco: Fondo Editorial UDH, 2007. pp. 42-43, editado por la Universidad de Huánuco, José Varallanos adelanta el contenido de su libro en torno a la participación de Mariano y Leoncio Prado en los siguientes términos: “…cuando lean mis paginas muchos tendrán que santiguarse, porque yo he tomado los documentos auténticos, veremos que Leoncio Prado no fue fusilado como se sostiene ahora por los chilenos, y se repite por los peruanos, no fue fusilado con los honores de militar, no lo fusilaron cuando el enfermo estaba en su camilla. Por otro lado, también es falso de toda falsedad, de que Mariano Ignacio Prado fue un traidor como se ha venido repitiendo esas palabras sin estudiarlas, sin discriminarlo, sin documentarse. Traidor, según Reglamento Militar de la Guerra con Chile, eran los que daban soldados, vendían secretos, pero él no hizo eso, él se fue por orden del Congreso a traer armas, quien sabe tuvo un error, pero no fue un traidor, como huanuqueño, escritor y como peruano creo que he cumplido con ese mi deber de reivindicar a uno que era de mi tierra. Yo he escrito sobre Mariano Ignacio Prado después de documentarme, con documentos que he traído desde el extranjero, desde París, traidor fue Piérola, no Prado, fue Iglesias, fue Montero, pero no fue Mariano Ignacio Prado”. Y agregaba: “Se dirá que se me ha abonado algún dinero, para decir no, no le debí nada al Presidente Prado ni a ningún familiar Prado. Yo fui elegido Senador con los votos de mis parientes, de los cholos, de las comunidades, ellos me dieron su voto, la gente del pueblo, los mestizos, a mí no me dieron las gentes de prado, no le debo nada a la familia Prado, ni le deberé tampoco nada, yo digo la verdad, con gran imparcialidad, yo no soy servidumbre de nadie ni con la pluma ni con el arado de ciertas familias aristocráticas o que se titulan tales, es mi deber de escritor, si he reivindicado a alguien, es a los valores de mi tierra“.


Ancón, reivindica el aporte de Huánuco y sus provincias andinas en la defensa del honor nacional, especialmente de los pobladores andinos y basado en su raciocinio lógicojurídico enjuicia la actitud del general Mariano Ignacio Prado y el heroísmo de su hijo Leoncio, ambos huanuqueños representativos del siglo pasado. EL PERÚ Y LA GUERRA CON CHILE Desde una perspectiva nacional, “LA GUERRA CON CHILE Y HUÁNUCO” se inicia haciendo una mención al segundo gobierno del general Mariano Ignacio Prado y al estado en el que se encontraba el Perú en ese entonces. Como muy bien anotan Cipriano Quispe Quispe y Marión Roland en Crónicas de un pueblo y de un hombre: Ambo y Francisco Javier Rolando en la Guerra del Pacífico 1879, “a razón de su deuda externa, el Perú entró en un periodo de crisis que se sostuvo a lo largo de décadas. En su intento por salvar el país, nuestros gobernantes contraían nuevos préstamos. El sector productivo nacional se vio debilitado económicamente por las reformas laborales y sociales, esto originó que las haciendas no pudieran invertir en tecnología que les permitiese competir y entrar en la llamada “era industrial”. Durante estos años, la economía del país dependía mayoritariamente de sus actividades extractivas. El Perú no tuvo ningún presidente civil hasta 1872. con la llegada al poder de Manuel Pardo y Lavalle, quien encuentra al país a punto de declararse en quiebra y agotar su riqueza guanera“. Y agregan: “Gracias al apoyo de Pardo, Mariano Ignacio Prado retorna al poder. Mas su gestión se ve dificultada por el agravamiento de la crisis económica y por la intensidad de la oposición política. El Perú se declaró en bancarrota en 1876. Este era el estado de las cosas en vísperas de la Guerra del Pacífico: el Perú se encontraba sin crédito, con la riqueza guanera hipotecada, y dividido políticamente”7. En resumen, el Perú se aprestaba a enfrentar un conflicto bélico en medio de la peor crisis económica de su historia, signado por la bancarrota, años de corrupción con el dinero del guano y ninguna inversión en su poder militar. En la historia sudamericana, la Guerra con Chile, también llamada la Guerra del Pacífico o la Guerra del Guano y del Salitre, ha sido un conflicto armado que entre 1879 y 1883 enfrentó a las repúblicas de Chile contra Bolivia y Perú y sobre el cual existe una enorme producción bibliográfica de historiadores chilenos, bolivianos y peruanos que pretenden explicar, reconstruir e interpretar, cada uno a su modo, los hechos sucedidos desde una perspectiva internacional, nacional, regional y local. En ese sentido, el libro de José Varallanos es de gran contribución para comprender la actitud y la participación de la sociedad huanuqueña, especialmente de las comunidades indígenas, frente al conflicto bélico, en la medida que muchas veces la participación de los pueblos del interior del país 7

Quispe Quispe, Cipriano Lucio y Marión Roland. Crónicas de un pueblo y de un hombre: Ambo y Francisco Javier, Rolando en la guerra del Pacífico 1879-1883. Lima: Instituto Tierra Yaro, 2007.p. 18


han quedado silenciados, olvidados e ignorados en las páginas de la historia oficial y central por mezquinos intereses de los intelectuales con los de la clase política y militar. Existe una frondosa literatura que pretende explicar las causas de la sangrienta Guerra del Pacifico que según la tesis chilena surgió por una conspiración de Bolivia y el Perú contra los intereses del país de la estrella solitaria invertidos en las salitreras de uno y otro territorio, y según la tesis boliviana y peruana obedeció a una aventura de conquista de Chile, atizado por la falta de una clara definición de fronteras entre Bolivia y Chile y por tanto de la soberanía sobre Antofagasta; la riqueza mineral existente en la zona, sobre todo en guano, salitre y cobre y los nada ocultos intereses capitalistas de Inglaterra y Estados Unidos sobre esas riquezas. Tampoco se ha dejado de mencionar como motivaciones del conflicto el tratado secreto de Perú y Bolivia de 1873 y la violación del Tratado de 1874 por parte de Bolivia a raíz del impuesto de diez centavos por cada quintal de salitre exportado que impuso el presidente boliviano Hilarión Daza a la Compañía de Salitres y Ferrocarril de Antofagasta que funcionaba sustentada por capitales ingleses y por accionistas casi exclusivamente chilenos. Ya Jorge Basadre, nuestro ilustre historiador de la República, decía que cuando se trate de aquel infausto episodio de nuestra historia habría que enfatizar no propiamente la guerra con Chile, sino de Inglaterra contra el Perú. El colonialismo de entonces requería del monopolio de la explotación salitrera que afectaba sus proyectos de expansión capitalista. Entonces Chile no fue sino el mascaron de proa del imperialismo anglosajón. Frente a esta realidad, Varallanos con su verbo claro y directo asevera que la oligarquía chilena y clase gobernante “puso en marcha el plan bélico alentado, financiado y apoyado por Inglaterra y otras potencias europeas”. Es aquí donde observamos a un Varallanos que tiene la visión global de la guerra, es decir, en su análisis no escapan los elementos internacionales, especialmente financieros. El salitre, el guano y los minerales fueron, en estricto, las causas económicas más importantes que dieron lugar al conflicto bélico que enfrentó a Bolivia y Perú con Chile . Y no olvidemos que el propio historiador chileno Luis Ortega, autor de “En torno a los orígenes de la guerra del Pacífico”8, publicado en el 2006, señala la influencia de la Compañía de Salitres y Ferrocarril de Antofagasta, de capitales británicos y chilenos, sobre el gobierno de Chile.

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Ortega, Luis. “En torno a los orígenes de la Guerra del Pacífico: una visión desde la historia económica y social”. Kyung Hee University, 2006. Disponible en http://www.scribd.com/doc/30495353/Luis-Ortega-Entorno-a-los-Origenes-de-La-Guerra-del-Pacifico Anota Ortega que varios de sus accionistas tenían altos cargos políticos: Miguel Saldías (diputado), Alejandro Fierro (ministro de Relaciones Exteriores), Alejandro Puelma (diputado y hombre de confianza del presidente Aníbal Pinto), Antonio Varas (diputado y ministro del Interior), Julio Zegers (ministro de Hacienda), Rafael Sotomayor (ministro de Guerra), Jorge Heneeus (ministro de Justicia). Pero el más destacado fue el diputado Domingo Santa María, nombrado ministro de Relaciones en reemplazo de Fierro y luego elegido presidente de Chile en las elecciones de 1881.


Para explicar los antecedentes de la guerra, José Varallanos considera tener en cuenta el pensamiento político expansionista de Diego Portales (1829) quien planteó el expansionismo chileno y dominio marítimo del Pacífico Sur por su país por encima de todo. No olvidemos que Chile nació a la vida republicana alargado y estrechado por la cordillera de los Andes y las profundidades del océano Pacífico. Esto despertó en sus habitantes un desenfrenado interés de sacar ventaja de sus vecinos. Y cuando explica el gobierno de Prado, no guarda silencio sobre cómo Nicolás de Piérola, el Decano de los Conspiradores, fue un tenaz opositor desde los inicios de su gobierno, negándose a colaborar en su gobierno. En cierta medida es una denuncia histórica a la conducta de “El Califa” que prefirió lograr sus ambiciones personales en vez de defender los altos intereses nacionales. Varallanos también hace notar que antes del inicio de la guerra, el Perú atravesaba una crítica situación económica , financiera y de inestabilidad política, a lo que Jorge Basadre llamó “estado empírico”, mientras que Chile se armaba adquiriendo nuevos blindados y armamento moderno. En ese contexto, Varallanos advierte que Chile no pudo soportar su ambición de las riquezas que poseía tanto Bolivia como el Perú, y por ello el 14 de febrero de 1879 invade el litoral boliviano de Antofagasta. Esta actitud obligó a la cancillería peruana a mediar en el asunto a través del plenipotenciario José Antonio Lavalle quien no pudo lograr casi nada porque no hubo las condiciones para el éxito y muy por el contrario Chile acusó al Perú y Bolivia de agresión a base de la interpretación de la existencia de un Tratado secreto entre Perú y Bolivia que los chilenos consideraron equivocadamente como un Tratado Secreto Ofensivo y por ello el 5 de abril de 1879 Chile le declara la guerra al Perú. De esa manera, el Perú ingresa a una contienda que no había deseado ni provocado y para la cual no estaba preparado. DE LA CAMPAÑA MARÍTIMA A LA INVASIÓN DE LIMA EL APORTE DE HUÁNUCO. El desarrollo de la Guerra del Pacifico, entre 1879 y 1883, podría dividirse hasta en cinco etapas: Campaña Marítima, Campaña de Tarapacá, Campaña de Tacna y Arica, Campaña de Lima y Campaña de la Sierra. José Varallanos comienza la descripción de los acontecimientos de la Campaña Marítima poniendo énfasis en el Combate de Angamos en el que se inmoló don Miguel Grau Seminario, el Caballero de los Mares. Es sabido que las operaciones militares en el mar se iniciaron con la derrota chilena frente a Perú en el Combate Naval de Iquique, el 21 de mayo de 1879. Tanto Chile como Perú tenían claro que era necesario y decisivo tener el control del mar para poder abastecer a los ejércitos en las campañas terrestres. La importancia de la disputa por el control del mar ha sido tal que quien dominara el escenario marítimo tendría prácticamente ganada la guerra. La


Campaña Marítima, en la que sobresalen los combates de Iquique y Angamos, abarca todas las operaciones navales ocurridas entre el 5 de abril y el 8 de octubre de 1879. El aporte de Huánuco a la guerra se da desde los primeros momentos en que se toma conocimiento de la declaratoria aquel 5 en abril de 1879. Los huanuqueños se sumaron a la causa nacional ya sea realizando contribuciones económicas o enrolándose a los ejércitos regulares, como también formando guerrillas y montoneras para afrontar la invasión de nuestro país. En relación a las contribuciones, en la ciudad de Huánuco y en las capitales de provincias se formaron Juntas Patrióticas de hombres y mujeres para recaudar fondos y donaciones, tal como se puede apreciar en documentación de primera mano obrante en los archivos comunales, municipales, religiosos y en el Archivo Regional. En esta labor tuvo una descollante participación el Prefecto del Departamento, Ramón Benavides, y el Obispo de la Diócesis, Monseñor del Valle. En este contexto, tal como lo reivindican Cipriano Quispe Quispe y Marión Roland9 , surge la patriótica figura del ciudadano Francisco Javier Rolando, hijo de hacendados y heredero de una de las más grandes fortunas de Ambo y Huánuco, quien decide aportar mensualmente mientras dure la Guerra, tal como se puede apreciar de la documentación de la Prefectura de Huánuco que en fecha 22 de abril de 1879 emite la siguiente comunicación: “…Recibida la cantidad de 100 soles que ha remitido el señor Don Francisco Rolando, ofreciéndose a hacer igual erogación en cada mes, mientras dure la guerra a que nos ha provocado la república de Chile; póngase en depósito en la Caja Fiscal del Departamento con las prevenciones indicadas en el oficio del 16 del actual. Diríjase de parte de esta prefectura las más expresivas gracias por el acendrado patriotismo con que se propone coadyuvar a los gastos que demanda la defensa nacional y remítase ese recurso original a dirección de gobierno para el conocimiento de su excelencia el Presidente de la República”10. El aporte de Huánuco en la Guerra del Pacifico se sintetiza en la decidida intervención de sus hijos. Una de aquellas señeras figuras es sin duda el Coronel Leoncio Prado Gutiérrez, a quien José Varallanos califica como un León de Huánuco y Caballero de la Libertad, ocupándose del Héroe de Huamachuco en la parte final del libro. Sin embargo, es necesario destacar que en circunstancias que se encontraba en el exterior participando en las luchas por la total independencia de Cuba, Leoncio Prado Gutiérrez, en julio de 1879, decide retornar al país para enrolarse en la defensa nacional, despidiéndose de la Isla a través de la siguiente carta: 9

Cipriano Quispe Quispe y Marión Roland. Ob. cit p. 22 Prefectura de Huánuco. Libro de Decretos y Resoluciones 1876-1883. f. 83.

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“Distinguido compatriota: La guerra declarada y emprendida por Chile contra la República del Perú me obligó a separarme del Comité Revolucionario Cubano, a fin de servir a la defensa de mi patria. Si permaneciera ausente de ella, consagrado a trabajos pasivos para la futura guerra de Cuba, mientras corre la sangre peruana en los campos de batalla, me rebajaría, no solo a los ojos de mis hermanos, sino a los de Uds. mismos. Natural es que sienta la separación que me impone el más sagrado de todos mis deberes; pero tal sentimiento se minora al reemplazarme ventajosamente una persona de tan relevantes cualidades como el Sr. José Franco Lamadriz, cuyo patriotismo, cuya inteligencia y cuya fe son valiosas prendas de éxito lisonjero en la noble empresa que hemos acometido. Una vez terminado la actual contienda del Perú, volveré, sin tardanza, a dedicarme al servicio de Cuba, con la misma sinceridad y constancia que hasta hoy. Entre tanto, me prometo que Uds. continuarán prestando eficaz apoyo al Comité Revolucionario, para robustecer sus elementos morales y materiales y apresurar la redención de Cuba, objeto querido de nuestros justos afanes y fundadas esperanzas. Doy a Uds. las más expresivas gracias por las distinciones de que les soy deudor, y con testimonio de mi alta estimación y respeto, me despido de Uds. quedando, como siempre, a sus órdenes. Grand Central Hotel, New York, Julio 2 de 1879. Leoncio Prado Sres. Presidente y Vocales del Club Revolucionario Cubano de Mérida No. 39.”11 Según una nota periodística publicada en el Semanario “El Huallaga“, en fecha 27 de noviembre de 1879, y que ha sido recogido por Cipriano Quispe Quispe y Marión Roland su ya mencionada obra12, en Huánuco el reclutamiento de soldados para la defensa nacional se llevó a cabo de “forma violenta, indiscreta, e indistintiva“, habiéndose reportado entonces lo siguiente: 11

El manuscrito original de la conmovedora y patriótica carta del Coronel Leoncio Prado despidiéndose de Cuba para integrarse a la defensa nacional se encuentra en los repositorios del Archivo Nacional de Cuba, Donativos y Remisiones. Legajo 161.No. 72-44 y ha sido publicado por el historiador cubano César García del Pino en su libro “Leoncio Prado y la Revolución Cubana”. Editorial Orbe. Ciudad de la Habana , 1980, pág. 118. 12 Cipriano Quispe Quispe y Marión Roland. Ob. cit p. 24.


“Huánuco es un desierto. Los talleres abandonados, sin recursos de los demás pueblos, los campos de sembrío sin cultivo y todo trabajo paralizado por falta de brazos. Así es que la guerra, ese monstruo devorador se presenta en Huánuco no solo con sus dientes ensangrentados con las víctimas que ha devorado en el Sur, sino también corteja con la pobreza, la desolación y la devastación de los campos. Es preciso salirle al encuentro para derribarlo en tierra y prevenir sus terribles consecuencias. Cada ciudadano deberá estar en su puesto, teniendo en una mano las herramientas de su oficio, y en otra el arma del soldado preparado a la defensa de la patria”. José Varallanos describe a grandes rasgos la campaña terrestre de Tarapacá , donde hace notar la presencia de Mariano Ignacio Prado como Comandante General del Ejército Aliado, al mando de 7500 hombres. El Presidente Prado fue quien preparó el plan de resistencia de Tarapacá, desde su cuartel instalado en Arica. Tras el desembarco en Pisagua el 2 de noviembre de 1879, el ejército chileno inició una serie de penetraciones al interior del departamento de Tarapacá para consolidar sus posiciones y asegurar las vías de comunicación y suministros, produciéndose una serie de acciones militares en los combates de Chiuchiu, Río Grande, Quillagua, Pisagua, Germania y Dolores o San Francisco, previos a la célebre Batalla de Tarapacá el 27 de noviembre de 1879 en la que el ejército peruano-boliviano obtuvo una gran victoria sobre el ejército chileno que era mayor en número y en dotación militar, habiendo tenido una heroica participación el entonces indoblegable coronel Andrés A. Cáceres, al mando del Batallón Zepita. El historiador y militar Eduardo Mendoza Meléndez, quien en 1982 fue designado por el Centro de Estudios Histórico Militares del Perú para representar a su presidente como miembro de la Comisión Nacional de Celebraciones del Sesquicentenario del Natalicio del Mariscal Andrés Avelino Cáceres y también integró la Comisión Permanente de Historia del Ejército, en su tantas veces editada obra “La Campaña de la Breña“, da cuenta sobre la conformación y actuación de los batallones huanuqueños en las campañas terrestres del sur en los siguientes términos: “La Columna Cazadores del Huallaga fue, después de la pasqueña, una de nuestras primeras unidades en hacerse presente en el teatro de las operaciones del sur, reforzando el 2do. ejército que, por los inconfesables designios de la dictadura pierolista, no llegó a medir sus armas con las del invasor. Pero no por ello deja de ser digno de mención. Así el 15 de enero de 1880, guarnicionando San Mateo, sobre el cañón del Rímac, la columna estaba comandada por el coronel Tomás Ingunza, por el teniente coronel Fausto Figueroa y por el mayor Felipe Fernández; integrado por 19 oficiales, 40 clases y 281 soldados, totalizando 343 plazas. Casi simultáneamente comienza a formarse el batallón Huánuco que el 15 de noviembre de 1879, se acuartela en Lima bajo el mando del teniente coronel


Timoteo Llerena y del Mayor Juan Valdiviezo. Su plana mayor estaba constituida por 20 oficiales; y su plana menor por 41 clases y 151 soldados; totalizando un efectivo de 214 plazas. La jefatura de la unidad dada su extracción pradista fue modificada el 15 de enero de 1880, pasando a comandarla el teniente coronel Manuel Arce. Asimismo, los capitanes de las compañías fueron reemplazadas por otros”13. El mismo autor hace mención que el batallón huanuqueño en los combates del sur “llegó a sumar 600 plazas” y asimismo reconoce la valerosa participación en la defensa de la patria, indicando: “Muchos de ellos [del Batallón Huánuco] ofrecieron sus vidas en defensa de la patria como […] Juan B. Tafur, que la ofreció en San Francisco, Juan F. Tafur, que la ofreció en el Alto Alianza y Federico Figueroa que la ofreció en Arica”. La campaña de Lima, que se llevó a cabo en los departamentos de Ica, Ancash, La Libertad y Lima, comprende los hechos ocurridos entre septiembre de 1880 y enero de 1881, concluyendo con la ocupación chilena de Lima que se salvó de la destrucción total gracias a la intervención del Almirante francés Abel Du Petit Thouars. José Varallanos narra en forma resumida la marcha del ejército chileno desde Tacna para invadir la capital del Perú (Palacio de gobierno) el 18 de enero de 1881 y describe las infaustas batallas de San Juan y Miraflores. La historia registra que a fines de 1879 se organizó el batallón Cazadores del Huallaga que llegó a pelear en las batallas de San Juan y Miraflores durante la toma de Lima, con el nombre de “Batallón Huánuco”, formando parte de la 4° división norte al mando de Belisario Suárez, y derramando su sangre en defensa de la Patria como se ha encargado de ponerlo en relieve el joven historiador Cipriano Lucio Quispe Quispe, quien recoge un relato que lo mencionaría de la siguiente manera: “rehicimos completamente nuestras filas. “Huánuco”, “Paucarpata” y “Jauja” estaban reducidos a la mitad o poco menos. Una gran parte de ellos con los primeros jefes de los dos primeros, otros jefes y oficiales, habían caído en los gramadales de San Juan o en retirada; otros estaban prisioneros...”14. La guerra con la invasión a Lima prácticamente estaba terminada, pero como no se constituía un gobierno legal para negociar la paz, se prolongó indefinidamente la ocupación de la ciudad con un ejército a las órdenes de Patricio Lynch. Más de 6000 soldados regresaron luego a Chile con el General Baquedano en marzo de 1881. Con las derrotas en las batallas de San Juan y Miraflores, incluidos el incendio de Chorrillos y la ocupación de Lima culmina, formalmente, la guerra. Y es que al perder la capital, ver ocupados y saqueados los principales edificios públicos (Palacio de Gobierno, ministerios, 13

Mendoza Meléndez, Eduardo: “La Campaña de la Breña “.Lima, Fernando Aliaga, 1983. Tomo I, Pags.3738. 14 Quispe Quispe, Cipriano Lucio. Presencia del Batallón Nº 17 en la batallas de San Juan y Miraflores. En: diario “Página3”, Huánuco jueves 15 de enero de 2015. p. 11.


oficinas de administración o Biblioteca Nacional, por ejemplo) y tener un ejército diezmado, es suficiente como para decir que la derrota era virtualmente un hecho concreto y verificable. Además, no había gobierno. Piérola se había trasladado a Ayacucho formando un gobierno con casi nulo alcance o aceptación nacional. El Perú pasó de la derrota a la anarquía; donde nadie manda, gobierna o dirige un país. Los militares peruanos, internados en la sierra, sostuvieron un sistema de guerrillas y montoneras por lo que para destruirlas fue necesario emprender expediciones al interior y colocar pequeñas guarniciones en los pueblos que dieron lugar a la última etapa de la resistencia nacional: La Campaña Andina, Campaña de la Breña o Campaña de la Sierra. MARIANO IGNACIO PRADO: ¿HÉROE O TRAIDOR Y LADRÓN? José Varallanos enjuicia la salida del Perú del Presidente Prado y la actuación casi inmediata de Nicolás de Piérola que no solamente dio un golpe de estado y derrocó al Vicepresidente La Puerta, sino que obstaculizó en el extranjero la adquisición de buques y armamentos. Es sabido que Piérola se proclamó dictador el 21 de diciembre de 1879 y su comportamiento fue propio de un tirano por excelencia. Demás está decir que “El Califa” no dejó volver a Prado, cuando este quería retornar al Perú para defender a su patria como un simple soldado y para ello dictó un decreto el 22 de mayo de 1880, rubricado por su Secretario y Ministro de Guerra Coronel Miguel Iglesias, en la que refiriéndose a Prado textualmente se dice: “Queda privado de sus títulos y derechos de ciudadano del Perú y condenado a degradación militar pública tan pronto como fuera hallado”15. En el citado decreto, Prado es acusado de conducta ignominiosa particularizado en “vergonzosa deserción y fuga”, es decir, después de cinco meses, Piérola lo consideró como desertor y fugitivo. La pregunta que muchos nos hacemos es: ¿Por qué no lo hizo inmediatamente después de haber asumido el poder por las vías de hecho? Años después el General Cáceres, a mediados de 1887, le restituiría todos los grados y honores al General huanuqueño Mariano Ignacio Prado a quien lo invitó a regresar al país. Y posteriormente el Congreso de la República emitió la ley 10023, del 24 de noviembre de 1944, publicada en El Peruano el 18 de enero de 1945, que reconoce al General Prado como Prócer de la Independencia por sus contribuciones en la gloriosa jornada del 2 de mayo de 1866, disponiéndose trasladar sus restos a la cripta de los héroes16. Debe

15

El Decreto en cuestión ha sido publicado en El Peruano, el 24 de mayo de 1880, Nº111; P 234. El Congresista Víctor Andrés García Belaunde, autor del controvertido libro “El Expediente Prado, el 23 de marzo del 2015 ha presentado el Proyecto de Ley No. 4347/2014-C que propone derogar la Ley 10023, Ley que declara Prócer de la Independencia al general don Mariano Ignacio Prado, y mandando trasladar sus restos al Panteón de los Próceres ,bajo el argumento que un prócer de la independencia no puede actuar en contra de su patria, considerando que Prado no sólo huyo del país ,sino que además premeditó su fuga. El proyecto de ley en cuestión puede ser consultado en el siguiente enlace : 16


tenerse en cuenta que el Congreso de la República jamás hubiera podido otorgar tal distinción, si oficialmente hubiera sido declarado traidor de la patria. El viaje del General Prado es un tema que siempre generó discusión y polémica, y que, a pesar del tiempo transcurrido en el imaginario colectivo lo sigue presentando como héroe o como traidor y ladrón, despertando controversias y debates, no exentas de pasiones, odios e intereses políticos, económicos y militares de diversos estratos de la sociedad. Para unos, el viaje era absolutamente necesario y justificable para acelerar las gestiones en la adquisición de armamentos para la defensa de la patria. No olvidemos que estando Prado en Arica se hundió La Independencia en Punta Gruesa, luego murió Grau heroicamente en Angamos y acto seguido el ejército chileno invadió la provincia salitrera de Tarapacá que ha sido el motivo real de la guerra. Pero para otros, Prado no es más que un vulgar traidor y ladrón. Quienes no le debemos nada a nadie y no tenemos compromisos de ninguna clase, compartimos lo que ya tiene dicho Jorge Basadre: “La historia independiente no puede menos que censurar el viaje de Prado… La sorpresa ante su partida en 1879 tenía que estallar inevitablemente en expresiones de protesta de donde podían salir la anarquía y la guerra civil ante el enemigo robustecido y envalentonado por sus sucesivas victorias en mar y tierra.”17 Como tiene dicho en la nota preliminar de su libro, José Varallanos basado en documentación oficial y el raciocinio lógico-jurídico esclarece la actitud del General Mariano Ignacio Prado y se pronuncia, como dice, por ser natural de la ciudad de Huánuco, en defensa de otro huanuqueño y de la verdad histórica, “en actitud libre, sin dependencia alguna; en el último concepto de la historia como justicia” 18. Para José Varallanos, y compartimos íntegramente sus reflexiones, Prado "no desertó ni fugó", no abandonó el Perú en acto de traición, como ha venido repitiéndose por sus enemigos políticos, por los historiógrafos mal informados y el trivial comentario público. El propio José María Quimper, Ministro de Hacienda y Comercio de Prado, explica: “La marcha del general Prado pudo no ser oportuna, pero una infamia calificarla de fuga o abandono, dejando en acefalia el Estado, como lo repitieron mil veces el dictador y sus cómplices”. Y es que como ilustrado hombres de leyes, Varallanos sostiene que para calificar de "traidor" a un ciudadano debe antes haber sido juzgado por un tribunal de justicia civil o militar, según sus hechos y fuero, o declarado tal por el Congreso tratándose de un http://www2.congreso.gob.pe/Sicr/TraDocEstProc/Contdoc03_2011.nsf/0/beea999d4f1fc20b05257e11006 69d18/$FILE/PL0434720150323.--.pdf 17 Basadre, Jorge : Historia de la República del Perú, Tomo 9 ,Lima, 2005 pág. 55 18 Varallanos, José: La Actitud del General Mariano Ignacio Prado en la Guerra del Perú con Chile de 1879. Ponencia presentada al Primer Encuentro Internacional de Investigadores de Historia y Arqueología de Huánuco , publicado en Kotosh , Revista de Cultura No. 14.Instituto Nacional de Cultura Departamental Huánuco. Noviembre de 1989, págs. 16-22.


Presidente de la República. Pero Mariano Ignacio Prado no fue juzgado ni condenado por tribunal civil o militar alguno; porque no entregó ningún secreto de guerra, no se pasó a las filas del enemigo, no negoció con él, menos faltó lo previsto en la ley constitucional ni en los reglamentos o código militar vigentes entonces y, finalmente el autor de la monumental “Historia de Huánuco“, concluye que el General Prado no condujo ni se apropió de dinero o tesoro procedentes de las erogaciones y donaciones patrióticas de los peruanos de todas las clases sociales. Sobre el particular, Jorge Basadre calificó como calumniosa la versión de la apropiación de dinero por parte de Prado cuando escribe: “La versión de que Prado se llevó consigo el dinero destinado a la compra de nuevos barcos es calumniosa. Como se ha narrado ya, dichos fondos los llevó a Europa Julio Pfflucker y Rico. Hacía tiempo que funcionaba en el Perú el sistema de los bancos y las traslaciones de fondos en gran cantidad del país al exterior o viceversa hacíanse por cheques y no por la movilización de los billetes o monedas en el equipaje de los viajeros”19. El político y congresista Víctor Andrés García Belaúnde, en julio del 2014, publicó su controvertido libro “El Expediente Prado“, en el que, reavivando la leyenda negra, concluye que Prado fugó en plena Guerra del Pacífico porque defender al país en calidad de Presidente del Perú le resultaba contraproducente a sus intereses personales, que estaban en función de sus cuantiosas inversiones en Chile20; asimismo, señala que Leoncio Prado Gutiérrez no fue fusilado sino asesinado, poniendo en tela de juicio el valor y coraje del héroe huanuqueño que, sin mezquindades, ha sido reconocido incuestionablemente por propios y extraños, amén de abordar la vida íntima, aspectos personales, sociales y subjetivos de toda la familia Prado. Desde el ámbito académico y con la serenidad que se necesita, en diversos espacios hemos dado respuesta al libro de García Belaúnde que lejos

19

BASADRE, Jorge (1969). “Historia de la República del Perú” (Lima: Editorial Universitaria S.A., tomo VIII).pág. 180. 20 El reconocido historiador Antonio Zapata publica hoy 5 de agosto del 2015 en el Diario La República su artículo “El Expediente Prado” en la que refuta las versiones de Víctor Andrés García Belaunde sosteniendo que el argumento principal del político sobre los negocios de Prado para su supuesta fuga del país posee escasa lógica, aunque gran capacidad de impacto , por cuanto el general Prado había adquirido esos negocios en Chile mucho antes de 1879, si fueran el eje de su conducta, simplemente habría evitado la guerra. No habría ido a ella. Asimismo recuerda que Prado se trasladó al frente de batalla, se acuarteló en Arica y dirigió la primera fase de los combates desde el centro de los acontecimientos bélicos. Nuevamente, si tanto le importaban sus negocios en Chile, no habría ido al frente, sino que habría evitado los combates. Y finalmente afirma que el general Prado tuvo dos hijos que dieron la vida por el Perú en esta infausta guerra. Se trata de Leoncio y Grocio Prado que murieron en Huamachuco y Tacna, respectivamente. El congresista García Belaunde debería meditar sobre ellos, porque sucede que los héroes rescatan el honor de una familia y a veces salvan la conducta de un padre ausente. En versión electrónica se puede acceder al artículo de opinión en el siguiente enlace: http://larepublica.pe/impresa/opinion/21658-el-expediente-prado


de los apasionamientos y odios políticos bien merecen ser contrastados con sujeción a la verdad histórica21. HUÁNUCO Y LA CAMPAÑA ANDINA La Campaña Andina, o también conocida como la Campaña de la Breña o Campaña de la Sierra, por haber tenido como escenario la agreste sierra peruana, es la última y más larga etapa de la Guerra del Pacífico que se desarrolló desde abril de 1881 hasta junio de 1884, con el retiro de las tropas chilenas de ocupación al sur del río Sama, en junio de 1884. Una vez tomada la capital peruana luego de sus victorias en Chorrillos y Miraflores, el alto mando chileno envió diversas expediciones desde Lima hacia la sierra peruana para enfrentar la resistencia liderado por Andrés Avelino Cáceres quien apoyado por guerrillas compuestas por campesinos no aceptó la cesión de Tarapacá como condición para el retiro del ejército y muy por el contrario comenzó a reorganizar remanentes del ejército peruano con la unión de campesinos, montoneros e indígenas que con patriotismo defendieron el territorio y el sustento contra las tributos que exigía las tropas chilenas. La Campaña Andina fue una verdadera guerra de guerrillas, una guerra irregular, una guerra de desgaste para los chilenos. José Varallanos narra ligeramente las acciones de la Campaña Andina que se desarrolló en un vasto y accidentado escenario que comprendió ciudades andinas de los departamentos de Lima, Junín, Cerro de Pasco, Huancavelica, Huánuco, Cajamarca y 21

En el marco de la Feria del Libro de Huánuco organizado por Amarilis Indiana Editores y la Dirección Desconcentrada de Huánuco del Ministerio de Cultura, el polémico congresista Víctor Andrés García Belaunde y el que esto escribe en setiembre del 2014 hemos sostenido un debate en el que he dejado establecido jurídicamente que el general Prado obtuvo permiso para viajar al extranjero conforme lo establece la Resolución Legislativa del 9 de mayo de 1879. Asimismo hemos sostenido que la situación en la que se encontraba nuestra Fuerza Armada frente a la Guerra con Chile al carecer de embarcaciones navales y armamento renovado ameritaba su viaje que se produce desafortunadamente en la suposición de que siendo el propio Presidente, quien acudía, su presencia podría facilitarlas adquisiciones, lo que de ninguna manera se puede calificar como fuga o abandono, como el mismo Presidente Prado lo explicó en su carta del 22 de diciembre de 1979 remitida al Comandante General del Ejército de Sur, General Juan Buendía, a quien le comunicaba… “Pero tratándose del bien de la República, me sobrepongo a todo, importándome poco el momentáneo sacrificio de mi reputación y mi nombre, desde que me asiste el convencimiento de proceder bien y la esperanza de que después lo elevare a gran altura”, para continuar diciendo “si algunos pudieran atribuir a mi marcha reservada un fin mezquino” (presintiendo) ”bastaría ver que dejo a mi familia, entregada solo al amparo de la providencia, para persuadirse de que únicamente un fin grandioso, ha podido moverme a realizar este viaje, cuya reserva y motivo ha llegado la ocasión de explicar”. Igualmente hemos sostenido que no existe ningún documento que afirme el haberse entregado dinero al General Prado para la compra de armamento o cualquier otra cosa. Solo figura el habérsele entregado 3.000 libras esterlinas para sus gastos de alojamiento y transporte, como manifiestan los estudios realizados por el doctor José Basadre en su Historia de la República del Perú. Y finalmente ratificamos que el General Prado no ha sido declarado traidor a la patria como se afirma, pues el documento oficial relacionado con la salida del General Prado que emite Piérola se produce recién el 22 de mayo de 1880, es decir 5 meses después de haberse llevado a cabo.


Ayacucho, que a su vez involucró a miles de soldados y guerrilleros de las comunidades andinas y a fuerzas gubernamentales peruanas bajo las direcciones de García Calderón y Miguel Iglesias que pretendieron someter al ejército de Cáceres. En esta etapa se desarrollaron diversas acciones bélicas de desgaste y combates convencionales como las batallas de Sangrar el 26 de junio de 1881, Pucará el 5 de febrero de 1882, Marcavalle el 9 de julio de 1882, Concepción el 09 de julio de 1882, San Pablo 13 de julio de 1883 y Huamachuco 10 de julio de 1883. Entre abril y julio de 1881 (y con una expedición de 700 hombres de las tres armas), el tristemente célebre Ambrosio Letelier lleva adelante la primera incursión chilena hacia la Sierra Central que se caracterizó por la corrupción, el saqueo, los incendios, la abusiva e indiscriminada imposición de cupos a nacionales y extranjeros y por la brutalidad ejercida, especialmente, contra las poblaciones campesinas de Huánuco, Pasco y Junín. Letelier desde Cerro de Pasco destacó a Huánuco a Basilio Romero Roa, quien luego de pasar por San Rafael y Ambo llega a Huánuco el 30 de abril de 1881, produciéndose un saqueo salvaje y la imposición de cupos abusivos, siendo los más afectados Virginia Salazar de Maraboto y Francisco Javier Rolando. El historiador Cipriano Lucio Quispe Quispe sostiene que “Los chilenos al ocupar la ciudad de Huánuco (a partir del 1 de mayo de 1881) imponen cupos a las personas ya sea en forma personal o comunitaria, es decir, por pueblos. Frente a esta realidad aparece una comisión conformada por los vecinos notables y el teniente alcalde de esta ciudad para negociar sobre la rebaja de cupos cuyas cantidades eran excesivas”22. Asimismo, sobre los montos de los cupos y apoyándose en documentación existente en el Archivo Regional de Huánuco, refiere: “Al distrito del Valle, un sol plata por persona… de igual cantidad a los de Acomayo, Pillao y Chinchao; Higueras y Chaulán, dos soles por persona”. Por información consignada por Aurora Cáceres en su libro “Campaña de la Breña” se sabe que la Municipalidad Provincial de Huánuco acordó en sesión del 21 de mayo de 1881 “Que el pueblo del Valle, tome y provea de leña de las haciendas de “Despensa” y “Colpa Baja” durante la permanencia de las fuerzas chilenas en Huánuco”, esto es hasta el 14 de junio de 1881 en que el ejército chileno desocupa la ciudad de Huánuco, no sin antes el 13 de junio de 1881 incendiar el pueblo de Santa María del Valle, es entregado a las llamas por disposición del comandante Bouquet, en represalia a que los pobladores de esa jurisdicción hacían “causa común con los revoltosos de Panao”. José Varallanos narra que no solamente la ciudad de Huánuco y las haciendas aledañas sufrieron la extorsión y los abusos de los chilenos sino que también a los comuneros andinos y a los pueblos de las provincias se les impuso cupos consistentes en la entrega de ganado, provisiones, joyas y dinero. Ni la iglesia se salvó de esta práctica cotidiana de la 22


tiranía chilena, pues también los invasores saquearon las joyas de los principales templos de Huánuco. Así, el historiador y militar Eduardo Mendoza Meléndez, en su ya citada obra “La Campaña de la Breña”, consigna: “… Además en esta última ciudad (Huánuco), reemplaza al siniestro Romero Roa por otro más inescrupuloso, el teniente coronel Hilarión Bouquet, el tristemente célebre que sustrajo la custodia de plata y piedras preciosas de la catedral, aparte de otros valiosos ornamentos”23. En contraposición, como se da cuenta en “La Resistencia de la Breña: Huamachuco y el Alma Nacional (18821884),Tomo III, Vol.2, 1983, editado por la Comisión Permanente de Historia del Ejército del Perú (CPHEP), no menos indignante puede ser el colaboracionismo que oportunamente denunció Cáceres ante el Obispo de Huánuco , Monseñor Manuel Teodoro del Valle sobre la conducta del cura de Huánuco Clímaco Huapaya quien orientó la rapacidad chilena en la comarca y del párroco de Acobamba, Luis Blancheri, que engalanó su parroquia con banderas chilenas, ofreció un banquete a los jefes y oficiales de la fuerza invasora y brindó por el triunfo de las armas de Chile . Un bien documentado libro sobre la ocupación chilena de Ambo, las contribuciones del municipio de Cayna, la conformación del escuadrón “Los Flanqueadores de Ambo” por el ciudadano Francisco Javier Rolando, el saqueo y siniestro de la Hacienda Andahuaylla, el incendio de San Rafael y la conducta colaboracionista y oportunista de malos ambinos, entre otros sucesos, es el libro ya mencionado “Crónicas de un Pueblo y de Un Hombre“ de Marion Roland y Cipriano Quispe Q., quienes de los repositorios del Archivo Regional de Huánuco han recogido valiosa información de oficios, comunicaciones y escrituras que permiten valorar el comportamiento de las autoridades, los saqueos e incendios que sufrieron los hacendados ambinos Rafael Soberón y Francisco Javier Rolando, la actuación patriótica del joven Pedro Ugarte que dio muerte a un chileno cuando estaba agachado en un rio en San Rafael, la destrucción de la hacienda Andahuaylla con la colaboración traidora de dos trabajadores del señor Rolando, un tal Huertas y otro llamado Félix Lozano, reproduciéndose el recurso presentado por Francisco Javier Rolando a la Prefectura de Huánuco, solicitando que sus bienes usurpados sean tasados con justicia y que con ella se cubra el cupo de toda la provincia de Ambo, tal como se puede advertir del documento al que no tuvo acceso Varallanos y que obra en el Archivo Regional de Huánuco . Legajo 96. Oficio del Concejo de Ambo 1879-1882 Nº 10. Ff 82-84v., con el siguiente texto: “Alcaldía Municipal, Ambo, mayo 23 de1881. Señor Alcalde de la Municipalidad Provincial. S. H. A. (…) en esta fecha se ha elevado a la prefectura departamental un recurso del Sr. Don Francisco Javier Rolando (…) del tenor siguiente: “Honorable señor alcalde del distrito de Ambo. Francisco Javier Rolando avecindado en este distrito ante Ud. con el debido 23

Mendoza Meléndez, Eduardo. Op. cit. Tomo I Págs. 132 y 133.


respeto me presento y digo: que con motivo de la injusta y temeraria persecución que se ha hecho de mi persona y del violento despojo que he sufrido de mis intereses por las fuerzas chilenas que actualmente ocupan mis casas de Ambo y mi hacienda Andahuaylla de la que acaban de extraer una caja de hierro que se hallaba oculta conteniendo la cantidad de veinticinco mil soles de oro y plata sellados, con muchos marcos de plata labrada y alhajas con piedras preciosas, todo lo cual unido al valor de 150 reses, 500 cabezas de ganado lanar, veinte y tanto cerdos, algunas bestias caballares y mulas, quinientas y tantas arrobas de café, doscientas y tantas arroba de azúcar, herramientas, maquinarias; además de las deudas de todos mis operarios prófugos, la destrucción de los muebles y menajes de mi servidumbre (y sin incluir la cantidad contenida en los documentos extraídos de mis deudores) que ascienden a la cantidad de cien mil soles plata, la que debe considerarse no solamente a cualquier cantidad del cupo que se me ha impuesto, sino también al de toda la provincia: quedando además consignado este hecho para que la nación haga en algún tiempo el debido reclamo. Ahora bien, ¿Cuál es el motivo? ¿Cuál es la causa para sufrir yo exclusivamente la hostilidad de esta naturaleza que envuelve en la ruina total a mi desgraciada familia? Yo soy un ciudadano honrado y pacífico, sumiso a las leyes y estatutos que han regido la nación. yo acepté la comandancia militar de este distrito, porque me lo arengaba (…) el jefe superior del departamento (Cáceres) que a su vez obedecía a un gobierno constitucional y reconocido por toda la nación y fuerzas, he organizado y puesto frente al enemigo para entrar en combate. (…) Mayo 21 de 1881. Francisco J. Rolando” Alcaldía Municipal.=Ambo mayo 23 de 1881.= visto este expediente en sesión extraordinaria de esta fecha y teniendo en consideración: 1ro. Que los hechos consignados, por el recurrente están ya bajo el dominio público y que la justicia del peticionario para pedir cesación de hostilidades no puede ponerse en duda (…) Dios Guarde a Ud. H.S.A. Manuel Ochoa”24. Otro revelador documento, al que tampoco tuvo acceso Varallanos y aparece publicado por Marion Roland y Cipriano Quispe Q. en su ya citado libro, es la comunicación del Prefecto de Huánuco José Miguel Polo dando a conocer la conducta antipatriótica de ciudadanos de Ambo que trabajaron directamente para los chilenos y que se quedaron con los cupos y fondos colectados para amasar su propia riqueza a costa de los ya sufridos pobladores de Ambo y Huánuco, siendo su texto el siguiente: “Huánuco, 14 de octubre de 1881. Visto este expediente y teniendo en consideración: 1º que los ciudadanos del distrito de Ambo D. Agustín Vargas, D. Romualdo Bravo y D. Gerardo Cortavarria han percibido cantidades de dinero después de que las fuerzas invasoras evacuaron el Departamento, en pretexto de completar el cupo que se dice impuso el jefe de la expedición chilena, en sus momentos de retirada; 2º Que de las 24

Quispe Quispe, Cipriano Lucio y Marión Roland. Ob. Cit. Pags.40-42.


averiguaciones practicadas por esta prefectura y comandancia general aparece haber recibido D. Gerardo Cortavarria la suma de ocho mil seiscientos veinte y cinco nuevos soles de distintos ciudadanos, suma que entregó sin orden de autoridad competente D. Agustín Vargas, después que las fuerzas chilenas dejaran el departamento; y 3º que procedimientos de esta naturaleza, aparte de un acto criminal, por la ninguna autorización para ello y no estar presidida de la intervención de autoridad alguna, es antipatriótico y están sujetos a sus autores a las penas que señalan las leyes vigentes; Se Resuelve: 1º Que don Agustín Vargas, D. Ramón Bravo, D. Romualdo Bravo, y D. Gerardo Cortavarria entreguen en el día a la Caja Fiscal de este departamento los 8,625 soles billetes que han recaudado con pretexto de satisfacer un cupo chileno. 2º Sométase a juicio militar a los mismos individuos como traidores de la patria por haber estado colectando fondos para el enemigo extranjero. 3º Caso de no entregar la referida suma, procédase por la subprefectura de este cercado a la confiscación de los bienes de los citados, previo inventario que se formará ante una junta compuesta del sub-prefecto, del juez de Paz de 1ºnominacion del Distrito de Ambo y del teniente gobernador del mismo, autorizad el inventario, uno de los escribanos de Estado y; 4º Todos los artículos que representan los intereses de los confiscados serán depositados bajo inventario y responsabilidad ante el gobernador de aquel distrito hasta que sean rematados para indemnizar la cantidad que se ha referido. Comuníquese, regístrese y publíquese. Polo. Narciso L. Del Valle. Secretario.”25 La participación de Huánuco en la Guerra del Pacífico adquiere una mayor relevancia cuando el Coronel Leoncio Prado, luego de haber estado confinado en Chile en las islas de San Bernardo al haber caído prisionero en Tarata, en febrero de 1882, es puesto en libertad bajo promesa de no tomar más las armas en contra el enemigo. Al llegar al Callao se dirige hacia Huánuco para armar la resistencia y engrosar las filas que comandaba el inacabable Cáceres. Leoncio Prado logra formar el “Batallón Guerrileros del Huallaga” conformado por huacarinos, ambinos, panataguas, domaínos y huamalianos, capitaneados por el mayor Heraclio Fernández y el doctor Enrique Rubín, con los que marcha hacia Cerro de Pasco, siguiendo la ruta por Oyón, Canta, Jucul, Gorgor, Palpa y otros lugares estratégicos hasta establecer su cuartel general en Vista Alegre, recibiendo las adhesiones de los pobladores andinos para asediar al destacamento enemigo asentado en Huacho y enrumbar finalmente hacia su inmolación en Huamachuco26.

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Quispe Quispe, Cipriano Lucio y Marión, Roland. Ob. cit. Pags.47-48. A su travesía de Huánuco a Huamachuco corresponde la carta de fecha 23 de agosto de 1882 que desde Cerro le escribe Leoncio Prado a su madre María A. Gutiérrez V. de Morales, la misma que en original hemos visto y se encuentra en el Centro de Estudios Histórico Militares del Perú bajo la custodia de su Presidente el General Hamann, indicándole que “Después de un viaje ameno y agradable en el cual algunos me recibían, con marcadas muestras de entusiasmo, otros con la máscara del patriota y el fondo villano del hipócrita 26


Huánuco durante todo el proceso de la Campaña Andina aportó al sostenimiento de los ejércitos con arrobas de coca, chancaca, frijol, café, azúcar trigo; bayeta, cordellate y otros, tal como se aprecia en el inventario de “El Diario Oficial de Huánuco” en 1882. También las mujeres de la ciudad de Huánuco contribuyeron a favor del Ejército de Leoncio Prado a quien le hicieron entrega de un Pabellón Nacional bordado que probablemente es el que lo acompañó en sus luchas posteriores hasta su inmolación en Huamachuco. En los repositorios del Archivo Regional de Huánuco, correspondiente al Legajo Nº 15 Beneficencia Pública de Huánuco. Correspondencias Remitidas y Recibidas. Oficios del año 1883. 1 de febrero de 1883, se encuentra un oficio dirigido por la Presidenta del Comité de Señoras, Lorenza F. Ingunza, al Director de la Sociedad de Beneficencia de Huánuco, dando cuenta de las aportaciones al cuerpo militar que fue organizado por el Coronel Leoncio Prado en los siguientes términos: “Oficio. De la Presidenta del “Comité de Señoras”. Al Director de la Sociedad de Beneficencia. Enero 24 de 1883. Señor Director de la Sociedad de Beneficencia. S. D. Con fecha 22 del presente he recibido una nota de Ud. en la que me manifiesta, que habiendo sido la iniciadora de un concierto dedicado en beneficio del hospital de esta población, indiqué de quien se puede demandar el auxilio con que se ha querido atender a dicho hospital. En contestación debo decir a Ud. señor director que cuando inicié el concierto lo hice porque contaba con la voluntad de las señoritas y caballeros que en él tomaban parte, de ofrecer sus servicios, no en el beneficio del hospital, sino en beneficio del "Batallón Guerrilleros del Huallaga”, comandado por el señor Prado y formado de esta ciudad. Es cierto que en las invitaciones aparece la dedicatoria al hospital, pero empleóse este recurso con la mira bastante laudable y muy humanitaria de que concurrieran, no sólo los peruanos sino aún los extranjeros cuya neutralidad pudiera haber sido afectada, al ser dedicado el concierto a los "Guerrilleros"; pues así las entradas eran mayores y mayor el contingente que se enviara a dichas tropas. Como Ud. observa el haber empleado este inocente disfraz en las invitaciones, en las circunstancias actuales no puede ser censurable, pues todo medio que redunde en beneficio de nuestros defensores que derraman su sangre por la patria, tiene que ser digno de aplauso. Notorio ha sido que el concierto se daba en beneficio de los "guerrilleros" y no ha dejado de impedirme que en asuntos de trascendencia palpitante como es la guerra, que se refiere a nuestro propio interés de envidioso y egoísta y algunos con la mas glacial indiferencia, y no faltaba quien después de encomiar mis procedimientos y desearme todo género de felicidades al verse desairado por el reclamo de algún deudo que voluntariamente se había presentado o de alguna bestia que la movilidad del cuerpo me había obligado a tomar, me deseara toda clase de contratiempos y vituperara mis actos. En este mundo de egoístas y con especialidad en el Perú todos proceden y sienten de acuerdo con sus conveniencias, el que prescinde de ella se llama abnegado y de estos hay pocos no solo en el Perú sino en el mundo; sin embargo lejos de desmayar y por estas o mayores dificultades los que trabajamos arto y de acuerdo con nuestras conciencias, debemos fortalecer más y más nuestro espíritu”.


peruanos, se discuta ahora sobre la aplicación de esos fondos. Sin embargo el comité de señoras ya que han hecho mención de una institución como el hospicio de enfermos, acreedora siempre de la caridad pública, no desmintiendo sus sentimientos filantrópicos, otorga por su conducta y de un modo espontáneo, la suma de 300 soles para que sean aplicadas a tan laudable fin, y como esta oblación arranca un pedazo de pan a los que casi desnudos arrastran el peligro al frente del enemigo, la que suscribe reintegra dicha suma dedicándola a los "Guerrilleros del Huallaga". Con sentimientos de consideración me suscribo de Ud. Señor Director. Dios guarde a Ud. Lorenza F. de Ingunza”. Conforme revela José Varallanos, para comienzos de enero de 1882, una segunda expedición chilena emprendió su marcha hacia la Sierra Central con el objeto de destruir a Cáceres, quien, luego de abandonar sus posiciones de Chosica y de permanecer por un breve tiempo en Jauja, se acantona finalmente en Ayacucho. A esta época corresponde la carta del entonces Alcalde de Ambo, Manuel Ochoa, dirigida el 25 de mayo de 1882 a su primo el héroe Leoncio Prado, haciéndole conocer la inminente segunda ocupación chilena de Huánuco y advirtiéndole que su movilización sea segura, conforme puede apreciarse de la misiva publicada por Marion Roland y Cipriano Quispe en su obra citada, con el siguiente texto: “Ambo mayo 25 de 1882. Sor .D. Leoncio Prado. Huánuco. Muy querido primo. La desesperación y alarma del cuidado de la familia por la amenaza del enemigo, me priva de tener el placer de venir a saludarte personalmente y lo hago por esta deseándote toda felicidad. Por un expreso que hicimos al Cerro, con el fin de adquirir noticias positivas, sabemos que allá están 800 chilenos, al mando del coronel Gutiérrez, quien convocó a una junta de notables con el fin de hacerles presente la pensión mensual de deben pagar, que son 20 mil soles plata la provincia de Cerro de Pasco, y 20 mil Huánuco y dice que todos estos caballeros quedaron muy conformes, también dicen que esperan la llegada de un refuerzo de 400 más para distribuir y pasar a esta. Me parece muy conveniente que no te retires de esa, sino cuando sepas que los chilenos están en esta, porque puede ser que dios y la providencia nos den la suerte que no pasen a esta; no será demás hacerte presente que cuando se le gasten los herrajes al caballo los mandes herrar inmediatamente porque sin estos no puede marchar una legua. Tu atento primo y ss. Manuel Ochoa”.27 Un episodio que narra José Varallanos es la deserción en Cerro de Pasco de soldados chilenos de la división a órdenes de Letelier que según refiere establecieron su campo de concentración en la región de Pozuzo, sin embargo por partes militares incluidos en la colección de Ahumada Moreno y publicados en Valparaiso en 1890, se sabe que el 5 de julio de 1882 un pelotón del Carabineros de Yungay, capitaneados por José del Carmen 27

Quispe Quispe, Cipriano Lucio y Marión, Roland. Ob. cit. Pags.54-55.


Jiménez, salió de Cerro de Pasco a la caza de desertores, tomando la ruta del nororiente, pues existía informe de que los fugitivos pretendían embarcarse en el lugar denominando Tingo María para tomar el rio Amazonas y de ahí pasar a Brasil. Es así que marcharon los chilenos por Malanchaca, Huariaca, San Rafael, Huánuco y Chinchao, antes de detenerse brevemente en Tingo María, de donde continuaron con los caballos de la brida, internándose en terreno montañoso. Poco más adelante tuvo lugar un primer encuentro, hallando Jiménez tenaz resistencia de los desertores, según mencionó en su parte. En el combate librado entre los propios chilenos hubo varias bajas de ambos lados y los choques continuaron en la ruta a la hacienda Vista Alegre, lugar donde Jiménez ceso la persecución, contentándose con haber tomado de los fugitivos un rifle comblain, dos yataganes con sus fornituras, dos carabinas, dos sables, dos bandoleras, cuatro monturas, doce caballos de tropa y dos de oficiales, lo que pareciera indicar que había oficiales entre los desertores28. Por los mismos partes militares incluidos en la colección de Ahumada Moreno y publicados en Valparaíso en 1890, también se sabe que el pelotón Carabineros de Yungay, capitaneados por José del Carmen Jiménez, en la ruta de retorno, el 9 de julio de 1882 sufrió un ataque en las cercanías de Salapampa en Ambo, con fue de carabinas y lluvia de piedras. Luego de breve combate, el enemigo inició desordenada fuga, abandonando todo el armamento que recogió de los desertores. Un segundo combate tuvo lugar en el sitio conocido como El Pedregal, actuando allí guerrilleros movilizados desde Ambo. Solo el hecho de contar con buenas contenidos en el libro de José Varallanos reivindica el aporte de los comuneros de Chupán, Chavinillo, Pachas, Obas, Yanas, Shuqui, Sillapata y de otros pueblos del Huánuco andino, manifestando que sus acciones, organizadas y dirigidas por el comandante Francisco Loarte, designado por Cáceres para organizar la resistencia en el departamento de Huánuco, sintetizan el esfuerzo de los indios y los cholos huanuqueños en defensa del honor nacional. Según Varallanos y documentos que registran la historia militar de la Guerra del Pacífico, Huánuco en su parte andina como es la zona de Huánuco Viejo, ha sido escenario de diversas acciones bélicas entre el 9 y 10 de julio de 1883. Así, el 9 de Julio se produjeron encuentros entre las fuerzas de las guerrillas patriotas que atacaron por sorpresa a los invasores chilenos al mando de Arriagada, desde las alturas de Huánuco Viejo utilizando galgas y dinamitazos, a lo que los chilenos responden con fuego de artillería. El batallón “Buin” toma posiciones defensivas en las alturas circundantes, ocasionando el repliegue de las fuerzas patriotas y luego el 10 de julio la primera compañía de “Buin”, al mando del 28

Parte del coronel comandante de Pisagua 3º de Línea al jefe de Estado Mayor, General gana, Cerro de Pasco, agosto 3 de 1882. Parte del capitán José del Carmen Jiménez al jefe del 3º de Línea, Cerro de Pasco, julio 19 de 1882. Parte de patricio Lynch al ministro de guerra, Lima, agosto 4 de 1882. Documentos incluidos en el tomo VI de la colección Ahumada Moreno, Valparaíso 1890, Cap. III, p. 251.


capitán Herrera, a las 05: 00 horas, aproximadamente, guiados por peruanos utilizados como guías, inicia la búsqueda de patriotas, siendo sorprendidos y atacados por la retaguardia en la Pampa de Huánuco Viejo en la que después de un intenso combate hasta las 15.30 horas, los patriotas se repliegan a las alturas con una gran cantidad de bajas. LA MUJER ANDINA EN LA GUERRA CON CHILE La mujer peruana participó activamente en la Guerra del Pacífico, particularmente la mujer de ascendencia andina tuvo un rol muy importante como compañera, esposa, conviviente, enfermera y dispensadora de los ejércitos, recolectando contribuciones, confeccionando y bordando implementos, repartiendo agua y municiones, preparando las comidas, lavando las indumentarias, socorriendo y aliviando a los heridos, dando los primeros auxilios, enterrando a los muertos e incluso empuñando el fusil y luchando en caso de necesidad. Las mujeres que intervinieron durante la contienda bélica se denominaban las cantineras, que eran aquellas que recién comenzada la movilización corrieron a alistarse en los regimientos impulsadas por su patriotismo y el deseo de ayudar a las víctimas de las batallas, vistiendo el mismo uniforme que los soldados de su batallón y las rabonas eran aquellas que acompañaban a los soldados durante la guerra y que bien podían ser sus esposas, convivientes, hermanas o madres. Su nombre se debe a que iban en la cola del batallón (hasta más atrás que los animales). Históricamente la presencia femenina en las tropas está registrada desde las guerras incaicas, pasando por la Independencia, hasta la Guerra del Pacífico. José Varallanos consigna y reivindica la participación de las rabonas “cholas e indias”, que según refiere han sido bautizadas despectivamente como tales por la “oligarquía capitalina plebeya“, mencionando sus nombres y apellidos y los de sus esposos, compañeros o maridos que integraron el huanuqueño Batallón Nº 17 (Cazadores del Huallaga), rescatándolas de la lápida del olvido a aquellas mujeres andinas heroicas que sirvieron a la patria sin solicitar recompensa alguna. Sean cantineras o rabonas, la mujer tuvo un papel muy importante en la defensa de la patria, muchas de ellas estuvieron presentes en los campos de batalla y se encargaron de llevar municiones y cuando el compañero caía abatido por las balas enemigas, con igual patriotismo procedían a ocupar su lugar como se constata en diversos trabajos de investigación.29 Y es que las mujeres andinas siguieron el abnegado ejemplo de doña Justa Dorregaray Cueva, madre del Mariscal Andrés A. Cáceres, y de doña Antonia Moreno de Cáceres, esposa del héroe de la Breña, apodada “la Mamá Grande”, quien escribiría en sus memorias “Las indias del Perú 29

Quispe Quispe, Cipriano Lucio. Huanuqueñas patriotas en la guerra con Chile. En: Diario “Hoy”, Huánuco 27 de marzo de 2010. p. 9. Y sábado 3 de abril de 2010. p. 10.


tenían culto por Cáceres; le llamaban Taita (Padre) y, como compañeras de los soldados, seguían la campaña prestando eficaces servicios de enfermeras, o atendiendo el lavado de la ropa y la preparación del rancho”. El afecto de la convivencia con las mujeres indígenas fue tal que las abnegadas rabonas llamaron a Antonia Moreno de Cáceres "Mamay", en señal de respeto y cariño. José Varallanos describe que al darse el alto, las rabonas preparaban la comida y atendían a sus maridos o parejas, reparando los uniformes y realizando otras tareas domésticas, que en esa época bien podían considerarse de logística. No han faltado casos en que las rabonas han acompañado la campaña incluso con sus pequeños hijos a cuestas para de esta manera evitar la desmoralización y deserción de la tropa. Con el tiempo muchas de ellas terminaban formando parte integrante del batallón y no era inusual que caído su hombre en combate le prodigaran los primeros auxilios o asistieran en su agonía llegando a tomar incluso las armas de aquel para continuar combatiendo30. Por ello no resultó extraño encontrar entre los cadáveres esparcidos en el campo de batalla soldados junto a sus mujeres. Las páginas de la historia de la Guerra del Pacifico muchas veces se reducen a los actos heroicos de consagrados personajes como Grau, Bolognesi, Cáceres o Prado, desconociéndose la presencia de las mujeres que también derramaron su sangre en la defensa del suelo patrio. La historia oficial silencia y olvida la invalorable participación de la mujer en las guerras en tiempos en que no existía el servicio de intendencia y logística. Y es que , como recuerda Varallanos , no ha faltado quienes como Gonzales Prada o Ricardo Palma y la aristocracia de entonces sentían desprecio frente a las mujeres, sobre todo andinas, que en alguna medida iba de la mano con la jerarquización militar donde el soldado, especialmente el de ascendencia andina, tampoco por entonces era considerado ciudadano y la cantinera o rabona al ser su compañera obviamente no podía tener reconocimiento alguno. Es más, en medio de una sociedad basada en supuestos principios doctrinales y morales en la que se censuraba el concubinato, no han faltado beatas católicas que presionaron para prohibir la presencia de las rabonas en el Ejército, porque se trataba de mujeres que no 30

El explorador, botánico, escritor y geógrafo inglés Sir Clements R. Markham sobre la presencia femenina en la Guerra del Pacifico escribía: “Se permite a las mujeres de los reclutas, llamadas rabonas, seguir a los regimientos en que sirven sus maridos. No reciben ración sino que se alimentan con parte de la que toca a sus cónyuges. Estas fieles y sufridas criaturas siguen a los ejércitos en sus largas y fatigosas marchas, llevando las mochilas y utensilios de cocina, carga que a veces agrava el peso de un niño de pecho. No bien se hace alto, la rabona se afana en preparar el alimento de su marido, que por lo común, tiene ya dispuesto al romperse las filas. En el combate se le ve atendiendo a los heridos, satisfaciendo sus necesidades y mitigando el sufrimiento de la sed intensa. El agua es escasísimo y precioso elemento en los arenales del Perú, mas la rabona casi siempre se ingenia para tener con que humedecer los labios del herido. Otras veces, puede vérsela buscando el yacente cadáver de su amado e imprimiendo en sus labios el último beso, indiferente a las balas que silban en su derredor”. En: Sir Clements Markhan "La guerra entre el Perú y Chile", Londres, 1881, pág. 109.


tenían el título de "esposas" para cumplir su rol como tal. Lo cierto es que la cantinera, rabona o como quiera llamársela, concubina, amante, etc., estaba ahí lavando, cocinando, cuidando al soldado y pese a todo el heroísmo y compromiso demostrado en la Guerra del Pacífico poco o nada se dijo. En ese sentido, José Varallanos exalta el aporte de las rabonas que bien deben quedar registradas en la historia y en el recuerdo de todos los peruanos. Si bien la mujer jugó un papel importante en la Guerra con Chile, la historia oficial no ha recogido todos los nombres de estas patriotas que todavía siguen en el anonimato pese a que su participación está probada por documentos31, en los relatos de los testigos, corresponsales y memorias de los combatientes. LEONCIO PRADO: ¿ASESINATO, SUICIDIO O FUSILAMIENTO? De todos los hijos de Huánuco que han ofrendado su vida en la Guerra con Chile destaca la presencia del coronel Leoncio Prado Gutiérrez, quien no solamente resume la participación de Huánuco sino que fundamentalmente trasciende como héroe huanuqueño, americano y mundial, ya que su lucha por la libertad y la independencia ha traspasado las fronteras de nuestro país, pues antes de esa malhadada guerra con Chile fue prócer de la independencia de Cuba, planeó una excursión para libertar Filipinas, recorrió Centroamérica y otras partes del mundo. Como bien relata José Varallanos , en la Campaña de Tacna y Arica Leoncio Prado fue tomado prisionero por los chilenos el 21 de julio de 1880 en Tarata y estuvo en la prisión de San Bernardo en Chile más de un año, saliendo libre con la condición de no volver a tomar las armas contra el ejército chileno, pero Prado rompe su palabra y se dirige a Huánuco donde convoca a la población a unirse a la resistencia que estaba liderando Andrés Avelino Cáceres, porque a su juicio en una guerra de invasión y de conquista como la que hacía Chile, y tratándose de defender a la Patria, podía y debía empeñarse la palabra y faltar a ella. Se sostiene que habría sido en la Plaza de Armas de Huánuco donde el Héroe de Huamachuco lanzó aquella célebre frase: “Huanuqueños, hijos de mi patria, hermanos de mi alma: Sabed que las balas del enemigo no matan, que morir por la patria es vivir en la inmortalidad de la gloria”32. José Varallanos, en su monumental obra “Historia de Huánuco“, describe la importancia y trascendencia del Héroe de Huamachuco: “Leoncio Prado y Gutiérrez sintetiza el aporte 31

QUISPE QUIPE, Cipriano Lucio. Presencia civil de Huánuco en la guerra con Chile. En: Diario “Regional” 15 de noviembre 2002. p. 8 y 18 de noviembre de 2002. p. 10. 32 La bisnieta de Leoncio Prado, María Avelina Prado, en su libro “El Héroe y Mártir Leoncio Prado”, recoge el testimonio de quien fuera Alcalde de Huánuco, Ezequiel S. Ayllón, quien en un notable discurso dijo: “En esta misma Plaza, que en su mudez misteriosa y elocuente, debe guardar con emoción el eco de la frase histórica, que tuve yo, siendo aún niño, la suerte de escuchar y no olvidar, estas palabras de Leoncio Prado, cuando arengaba a la juventud de su tiempo a tomar las armas en las filas de la resistencia reivindicadora del honor nacional”. En: Prado, María Avelina: “El Héroe y Mártir Leoncio Prado”. Amarilis Indiana Editores, Huánuco, julio de 2014. pág. 59.


del hombre huanuqueño en la Guerra del Pacifico. Es, por antonomasia, el hijo de la ciudad de Huánuco; encarna su alma telúrica, es el huanuqueño de su más profundo y legitimo limo. Su sacrificio en Huamachuco es, sobre todo, ejemplo de lo que significa el amor a la tierra materna y de la defensa del honor. Huánuco, la ciudad de “León de los Caballeros“, meció su cuna de libertario y héroe. Prado es un “León de Huánuco” y un “Caballero de la libertad”33. La muerte de Leoncio Prado es un tema controversial, pues unos sostienen que se trató de un asesinato, algunos piensan que se suicidó y otros consideran que fue fusilado. José Varallanos inicialmente en su “Historia de Huánuco“, apoyado en la versión del historiador chileno Nicanor Molinare consignado en el libro “La batalla de Huamachuco – Guerra del Pacifico”, tomo VIII, sostiene la tesis del fusilamiento cuando en su célebre obra refiere: “El Coronel Leoncio Prado, herido al comienzo de la acción y que tiene a su mando la artillería peruana, se bate heroicamente, haciendo gala de valor y actividad. Mas, una bala de cañón le voló una pierna y, así herido en el campo de batalla, y a lomo de bestia, es conducido por los suyos en retirada; pero, al sufrir un síncope, es abandonado en una rústica cabaña de Siluacochas, a tres leguas de Huamachuco, al solo cuidado de sus dos fieles ordenanzas. Allí permanece tres días, hasta que, descubierto por un soldado chileno, es tomado prisionero y llevado, en una camilla, a la ciudad de Huamachuco. Allí es fusilado, en la mañana del día 15 del citado mes, en la habitación donde ocupa una modesta tarima, y la que es testigo de sus horrorosos sufrimientos y de su temple de valiente militar“34. Y luego agrega que según las versiones más fidedignas de los propios jefes chilenos, al ser comunicado de su sentencia de muerte pidió como gracia que lo ejecuten, no dos, sino cuatro soldados, a los que él mismo daría la voz de fuego, ordenando que disparasen a la frente al tercer golpe de cuchara en la vasija en que había desayunado y antes de sufrir tal pena se despidió de sus amigos y escribió a su padre. En lo que constituye acaso su principal y sustancial rectificación, José Varallanos en LA GUERRA CON CHILE Y HUÁNUCO sostiene que Leoncio Prado no fue fusilado sino asesinado en el entendido que en su “Historia de Huánuco” usó el trabajo del historiador chileno Nicanor Molinare “Guerra del Pacífico...” y no tuvo acceso al trabajo “La Batalla de Huamachuco y sus Desastres“ del periodista y ayudante de la Secretaria de Cáceres, Abelardo Gamarra, que fue publicado en 1886, en el que asegura que son falsas las narraciones chilenas acerca de la muerte de Leoncio Prado y en las que con sobrada malicia han enaltecido el valor en sus últimos instantes de su vida para disimular un crimen; lo disparó un chileno, a boca de jarro, en la mejilla izquierda, muriendo

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Varallanos, José, Ob. cit. Pág.577. VARALLANOS, José , Ob. Citd. Pág.574-575.


instantáneamente, peleando como un león por la libertad de su patria ante la prepotente y sanguinaria tropa chilena que invadió nuestro país. Entre la versión más difundida de su muerte, y que tiene origen chileno, como es la del fusilamiento mientras él tomaba una taza de café y la versión que lo ocurrido realmente fue un asesinato, por medio de un tiro de revólver, alimentado por antecedentes como es el vil repaso chileno, José Varallanos se rectifica y considera como verdadero lo sostenido por “El Tunante”, cuando sostiene: “El relato de Gamarra, autor de la “Batalla de Huamachuco”, escrito y publicado a los dos años de la acción, corresponde a la verdad histórica. Los otros, literarios, escenográficos o teatrales, como las largas charlas con el oficial que lo tomara prisionero, de los fusileros y los tres golpecitos de cuchara en el plato en que había desayunado, etc., pertenecen a la fantasía, a la "tradición con ribetes de historia”, no a lo verídico, y que los chilenófilos en el Perú lo han oficializado y difundido hasta en los textos escolares, en beneficio de Chile que aparece generoso con un militar enemigo y hasta lo teatraliza.” El político y congresista Víctor Andrés García Belaúnde publicó, en julio de 2014, su cuestionado libro “El Expediente Prado”, en el que también niega el fusilamiento de Leoncio Prado y la autenticidad de su carta que dirigiera a su padre Mariano Ignacio Prado, afirmando lo siguiente: “…se concluye entonces que, lo ocurrido con Prado no fue precisamente un fusilamiento sino un asesinato. En tal sentido cabe señalar que la famosa carta que según se afirma fue escrita por Leoncio para su padre, no resulta del todo auténtica ya que en esta cuenta que será fusilado “por defender a mi patria”. ¿Cómo podría haberse dado las condiciones para escribir una carta en un contexto tan hostil si además, él fue asesinado por sorpresa y no hubo ninguna preparación de fusilamiento?”35. Se dice que “El Expediente Prado” es una sólida investigación basada en archivos chilenos, británicos, estadounidenses y peruanos, sin embargo, como hemos sostenido en el debate que tuvimos con su autor en la ciudad de Huánuco, sus conclusiones sobre la muerte de Leoncio Prado no han sido contrastadas objetivamente con los documentos originales como las cartas de Leoncio Prado existentes dentro y fuera del país, entre ellos la tan mencionada carta de despedida de Leoncio Prado que existe en original y que no ha sido sometido a una pericia para descartar su autenticidad o veracidad, no se han confrontado, una a una las distintas versiones de historiadores y militares chilenos y peruanos de entonces. Y si algo podemos exigir es la serenidad y el respeto a la memoria de nuestros héroes como el Coronel Leoncio Prado que, por odios y pasiones políticas, no puede ser minimizado, poniendo en cuestión su arrojo y valor que ha demostrado durante toda su impecable trayectoria militar.

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García Belaúnde, Víctor Andrés. El Expediente Prado. Fondo Editorial de la USMP. Lima, 2014.Pag.385.


Es bien sabido que en la búsqueda de la verdad histórica, el reto de los historiadores es, como diría José Antonio del Busto, el maestro de la peruanidad, saberse trasladar al pasado con el fin de reconstruir el pasado como pasado, tal como fue y no como creemos que fue, tal como sucedió y no como quisiéramos que hubiese sucedido. También es sabido que lo que escriba un autor sobre historia no es la palabra definitiva. El historiador es simplemente un científico social que intenta dar explicaciones comprobadas, lógicas y razonadas para que los ciudadanos puedan pensar sobre sus vidas particulares y sobre su vida en sociedad, para que las sociedades puedan tomar decisiones con un conocimiento teórico y empírico del devenir social, para que los ciudadanos elijan libremente sus sistemas de convivencia con un conocimiento objetivo del funcionamiento del ser humano en sociedad. A contracorriente de lo que ahora dice y se rectifica el maestro José Varallanos , nosotros al igual que gran parte de sus biógrafos , incluida su propia nieta María Avelino Prado, amparados en documentos de familia que fueron entregados al Centro de Estudios Histórico Militares del Perú y al propio Colegio Militar Leoncio Prado de Lima, al conmemorarse el sesquicentenario den nacimiento del héroes, entre los que se encuentra la copia la tantas veces citada carta del Coronel Prado a su padre, seguiremos pensando que el Héroe de Huamachuco fue fusilado. Y abona más nuestra tesis el hecho de que con motivo del 50 aniversario de la inmolación del Coronel Leoncio Prado en la Batalla de Huamachuco, el Coronel Abel Bedoya de Seijas -quien ha sido sobreviviente de la Batalla de Huamachuco- publicó en 1933 el libro “LEONCIO PRADO, EL HEROE, EL MÁRTIR”, en homenaje a quien fuera su compañero de armas el Coronel Leoncio Prado Gutiérrez sobre quien recoge versiones publicadas sobre los episodios de su vida y también publica cartas inéditas sobre la prisión y muerte del héroe huanuqueño, entre ellos la carta del militar chileno Simón Contreras, concurrente y testigo presencial de la Batalla de Huamachuco y del acto del fusilamiento, en su condición de Sargento 2º de la 4ª Compañía del Batallón Movilizado Victoria, narrando la forma y circunstancias en que con heroísmo y lealtad a la patria dirigió su viaje a la inmortalidad de la gloria36. Y es que 36

El Coronel Abel Bedoya de Seijas -quien ha sido sobreviviente de la Batalla de Huamachuco- publicó en 1933 el libro “LEONCIO PRADO, EL HÉROE, EL MÁRTIR”, Casa Editora, págs. 64, 65, 66 y 67 en la que se consigna una carta que se describe el fusilamiento de Leoncio Prado. “Arica, 8 de agosto de 1915 Lima. Sr. D. Abel Bedoya Seijas. Muy señor mío: En contestación a su atenta del 19 del mes ppdo., Julio, diré a Ud.: que el malogrado señor Coronel D. Leoncio Prado, fue fusilado al día siguiente, por la mañana del 15 de Julio, día que fue traído al Estado Mayor del señor Coronel D. Alejandro Gorostiaga, en Huamachuco. Ese día, por la mañana, hora del desayuno se le comunicó lo acordado por el Consejo de Guerra dicha resolución, fue que debía ser fusilado, según así se acordó; el señor Prado contestó, que ya lo suponía así,


finalmente sea como haya sido la muerte de Leoncio Prado, nada ni nadie puede quitar ni poner en duda el heroísmo y la lección de patriotismo y lealtad que demostró Leoncio Prado en favor de la libertad de los pueblos y la defensa nacional en las guerras con España y Chile. Por eso, en ferviente homenaje al Coronel Leoncio Prado Gutierrez , en Huánuco , en Huamachuco , en diversas partes del país , en Cuba , en Filipinas , en Honduras y otros confines del mundo existen provincia , distritos , calles , plazas , parques , colegios , divisiones militares etc que llevan su glorioso nombre.37

pues él sabía que había faltado a la palabra de no tomar arma en contra del chileno; pero dijo que se permitiera escribir a su familia, lo que así se hizo; y pidió que no se le vendara la vista, lo que se le dijo que no se podía acceder a tal petición, entonces dijo, que se le permitiera indicar con una seña, con la cuchara que tomaba su desayuno, la parte donde debían apuntar los tiradores; lo que así fue; y además pidió que se le permitiera dirigir una oración antes de morir. Terminando esto, indicó, con su cuchara donde debían dirigir los tiros, que fue al corazón. El señor Prado ha muerto como todo ciudadano y como buen patriota. Tal como queda demostrado y de manifiesto el gran amor a su querida patria: el Perú. Creo dejar satisfechos los deseos de Ud. Saluda muy atentamente a Ud. Su afmo. y S. S. Simón Contreras“. Asimismo, el autor de LEONCIO PRADO, EL HÉROE , EL MÁRTIR”, publica otra carta que amplía la forma y circunstancias del fusilamiento del Héroe de Huamachuco. “Arica, 5 de junio de 1916 Sr. D. Abel Bedoya y Seijas. Lima. Muy señor mío: Con motivo de mi enfermedad, de algunos de mi familia, después de rudos golpes de deudos muy queridos. Hoy me doy el placer de dar contestación a su última carta, portador de ella mi gran amigo señor Gerardo Vargas H., y con motivo de recordar glorias pasadas. Puedo decirle a Ud., mi distinguido señor, que la fuerza que ejecutó el fusilamiento del señor Leoncio Prado, fue mandada por el subteniente del Batallón Talca, señor Arturo Rojas Arancibia y del de igual clase señor Arístides Villalobos, y los tiradores fueron distintos soldados de los diversos cuerpos de la expedición que formaban o montaban la guardia del Estado Mayor del señor Coronel den Alejandro Gorostiaga, esto fue el día 15 de julio de 1883. El fusilamiento tuvo lugar en las primeras horas de la mañana del día ya indicado, ese mismo día abandonamos Huamachuco, en dirección a Cajamarca, pero nos quedamos en Cajabamba, hasta nuestro regreso a Trujillo, para embarcarnos en el puerto de Salaverry. Creo dejar satisfechos sus deseos de obtener estos datos, para terminar su trabajo empezado. Si no le fuera de mucha molestia, le ruego, que cuando dé a la publicidad su obra, le agradecería me favoreciera con uno. Con las consideraciones de mi respeto, saludo muy atentamente a Ud. Su afmo. y S. S. (Firmado): Simón Contreras.” 37 Al conmemorarse los 40 años de su inmolación en la Batalla de Huamachuco, el 15 de julio de 1923 en la ciudad de Huánuco se inauguró la estatua en homenaje al Coronel Leoncio Prado, en la que el Coronel Abel Bedoya de Seijas, quien ha sido sobreviviente de la Batalla de Huamachuco, pronunció un vibrante discurso que se recoge en su libro “LEONCIO PRADO, EL HÉROE, EL MÁRTIR publicado en 1933 en la que se reproduce su alocución: “Hoy se descubre en la plaza de Santo Domingo, de la ciudad de Huánuco la copia en bronce del héroe que en diversas ocasiones dio gloria a su país esculpiendo con sus grandes hechos hermosas páginas en nuestra historia, haciendo ver en ellas que el peruano es siempre altivo y valeroso, cuando se trata de la defensa de sus derechos, y de sostener la integridad de su nación.


LO QUE LA GUERRA CON CHILE Y VARALLANOS NOS DEJO. Se dice que la historia es lo que fue y no lo que se quiere que hubiera sido. Al ser humano lo que realmente le preocupa es diseñar su presente y su futuro. Eso es lo que tiene sentido en la vida social: preguntarse en qué tipo de presente vivimos y cómo van a ser las grandes líneas de nuestro futuro individual, colectivo y planetario. Entonces , para visualizar y preveer el futuro de la humanidad es necesario conocer los acontecimientos que han sucedido en el pasado. Y este veredicto, en permanente revisión, está en manos de los historiadores que tienen una tarea de alta utilidad y responsabilidad social. Se dice también que los historiadores debemos ocuparnos de analizar científicamente la dialéctica entre el pasado y el presente en la medida en que nos dedicamos a explicar no un pasado inerte ni un presente estático, sino el funcionamiento de los sistemas sociales, poniendo especial atención en su comportamiento a lo largo del tiempo. Es por lo tanto loable que los hombres de historia transmitamos el devenir histórico en la forma exacta como sucedió y no olvidemos nunca estos acontecimientos porque la historia se repite cuando la olvidamos. En esa dimensión, el propio Varallanos en la introducción de este libro, nos enseña: “La historia es permanente ejemplo y experiencia en la vida de los hombres y de los pueblos. Bien merece revisarla, pero no olvidarla”. Para los peruanos, la Guerra con Chile es un infausto episodio de nuestra vida republicana que nos ha dejado una serie de enseñanzas para el presente que a su vez nos da mensajes para el futuro. Las guerras no se resuelven solo por el poderío de las fuerzas militares en conflicto, sino también por el contexto social y político que existe en los países. La derrota en la Guerra del Pacifico obedeció principalmente a la fragmentación social y a la debilidad de nuestro sistema político de ese momento. Los desastres de la guerra, la destrucción del país y el pavoroso espectáculo de la división entre los peruanos, entre piérolistas, pradistas, caceristas, iglesistas o monteristas, constituyen una reflexión sobre los orígenes de la derrota. Así como Varallanos exalta a aquellos pobladores del Huánuco andino que participaron patrióticamente con Cáceres, también menciona a aquellos personajes que colaboraron con los intereses chilenos, ya sea como guías, obstaculizando la labor de Cáceres, y hasta nombrando autoridades locales, entre los que figuran Iglesias, Luis Milón Duarte, Valladares, Vento, entre otros ciudadanos de conducta cuestionable.

En el Coronel Prado, de quien tuve el honor de ser su amigo y compañero, en la defensa d nuestra patria, noté que jamás ambicionaba gloria ni honores; su talento, su valor y todo lo que poseía lo consagró a su patria, para que ella fuera la grande y la gloriosa. Sus sentimientos eran tan nobles, que se extendía su justicia hasta fuera de su suelo patrio, convirtiéndose en libertador de los de un continente. Prado, hasta en sus últimos momentos, demostró no ver su interés particular, sino el de su país, según los manifestó antes de morir, en la carta que dirigió a su padre, el General Prado, antes de morir, diciéndole: que iba a ser fusilado por su patria”. Hoy el monumento a Leoncio Prado ha sido trasladado al Parque San Francisco en el frontis del glorioso y emblemático colegio que lleva su nombre.


No olvidemos que uno de los motivos de la derrota peruana fue el caudillismo que promovía la división en el Perú. Así surgían “líderes” tanto en el norte, en el centro como en el sur, quienes velaban por sus intereses políticos o económicos y muchas veces luchaban entre sí sin ponerse de acuerdo en unir esfuerzos para combatir al enemigo común que estaba invadiendo nuestro territorio. El colaboracionismo hacia los chilenos por parte de los hacendados, clérigos y la clase dirigente huanuqueña, que denuncia Varallanos, plantea la necesidad de la unión nacional para hacer frente a las adversidades. Ya el propio Andrés Avelino Cáceres, en sus diversos escritos de los años 1882 y 1883, atribuía a la miopía partidista, la marginación y la explotación de las poblaciones campesinas, la necesidad de afianzar un sentido más nacional, sobre todo en las “clases directoras de la sociedad”, como algunos de los problemas centrales del país. La Guerra del Pacifico nos dejó como enseñanza lecciones de patriotismo que revelaron las figuras epónimas de Grau en Punta Angamos, Bolognesi en el Morro de Arica, Cáceres en Tarapacá y Prado en Huamachuco. Pero también es necesario registrar, conocer y valorar en los anales de la historia los valerosos soldados y guerrilleros que siguieron a Cáceres. En esa medida, el libro de José Varallanos “LA GUERRA CON CHILE Y HUÁNUCO” recupera del olvido oficial y reivindica para la posteridad la participación del hombre andino de Huánuco en la defensa nacional. Con su pluma acuciante y el verbo mordaz pero veraz, Varallanos enaltece a los hombres y mujeres como las rabonas que a través de los escritos de la oficialidad han sido disminuidos y hasta humillados en su dignidad y características propias del ande. José Varallanos demanda el reconocimiento de la participación de las comunidades campesinas en la campaña de la Breña, tanto dentro del Ejército como soldados, o fuera de él, como guerrilleros, “montoneros”, y en el caso de las mujeres como “rabonas”, quienes respondieron masivamente al llamado de la resistencia andina, liderada por el Taita Cáceres frente al enemigo chileno que invadía sus tierras, saqueaba sus casas e iglesias, robaba el ganado, violaba a sus mujeres, asesinaba a niños y ancianos. Es el propio José Varallanos quien en la nota preliminar de su libro deja entrever las razones de su admiración por el aporte de las comunidades andinas, cuando luego de haber conocido y recorrido los lugares que han sido escenario de la resistencia nacional y regional, escribe: “De este conocimiento geográfico nace nuestra admiración por el soldado peruano que, antes de enfrentar al enemigo con el arma al brazo, tuvo que vencer primero a una naturaleza de grandes y violentos accidentes; atravesar inmensos y cálidos desiertos de arena en la costa; subir montañas de clima glacial, a más de 5000 metros de altura en la Cordillera de los Andes”. “LA GUERRA CON CHILE Y HUÁNUCO”, de José Varallanos, es, sin duda, una obra de lectura obligada que servirá como punto de partida para conocer y comprender el tema de la participación de Huánuco en la Guerra


con Chile, que bien podría ahondarse exhumando documentación inédita existente en los repositorios estatales y particulares de nuestra región y en la comunidad nacional e internacional. A pesar de que este libro fue terminado de escribir en 1988, José Varallanos no pudo ver “LA GUERRA CON CHILE Y HUÁNUCO” impreso, ni tampoco pudo ver investigaciones posteriores de otros autores que, sin duda, hubieran enriquecido su trabajo a favor de la historia, ya que como escribiera en su nota preliminar “discrepamos de los historiadores de oficio u oficiales de la Guerra del Pacífico, que si no han ocultado, han distorsionado la verdad y la dimensión moral de los personajes, en beneficio de una clase social o grupo gobernante, y en el temor de perder una posición económica o cargo burocrático.” Y efectivamente lo que debemos hacer es una autocrítica, reevaluar nuestra historia, dejar atrás ciertos mitos y leyendas del siglo pasado, afrontar verdades y ver qué lecciones podemos aprender de ella como aquello de no volver a dividirnos los peruanos como en 1879. La Guerra del Pacífico constituyó para Bolivia uno de los episodios más dramáticos de su historia. Las consecuencias que dejó esta guerra son comunes, hubo muchas pérdidas de vidas humanas, hubo muchos recursos económicos malgastados, pero sobre todo Perú y Bolivia sufrieron un gran revés económico, político y social. Y acaso la principal consecuencia del conflicto fue la pérdida de Bolivia de la cualidad marítima, habiendo quedado sin salida al mar que es clave para su desarrollo económico y social, habiéndose cortado abruptamente la posibilidad de desarrollarse y articularse al mercado mundial. Frente a su injusto enclaustramiento marítimo, el pueblo boliviano mantiene un elevado espíritu patriótico y una firme convicción de recuperar una salida libre y soberana al Océano Pacífico. Estamos transitando hacia el bicentenario de la mayoría de las repúblicas latinoamericanas; lamentablemente aún persisten varios conflictos limítrofes en la región, motivados principalmente por temas económicos que deben superarse, si en verdad queremos la integración. Por un lado, Bolivia viene reclamando una salida soberana al mar, debiendo considerarse que su característica de mediterraneidad ha sido un importante impedimento para su desarrollo económico y social. Chile, por otro lado, desconoce estas reclamaciones argumentando la intangibilidad de lo establecido en los tratados firmados entre ambos países. Sin embargo, la historia prueba no solo que los tratados son revisables —como lo demuestra el de 1903 entre Estados Unidos y Panamá, que en 1977 fue modificado para preparar la devolución del Canal de Panamá— sino que el Tratado de 1904 entre Bolivia y Chile, que irónicamente aparece bautizado como “de Paz y Amistad”, fue modificado cuatro veces, cada una de ellas a petición de Chile, que ahora sostiene que el Tratado es


inamovible. El precedente de 1977, en referencia al Tratado de 1903 sobre el Canal de Panamá, muestra que los pactos que definen las fronteras son reexaminables. El antecedente sucedido entre Panamá y Estados Unidos ilustra que las revisiones de tratados limítrofes son posibles. El expresidente de Estados Unidos Jimmy Carter decidió en 1977 devolver el canal a Panamá. Una salida libre y soberana al Pacífico es un histórico reclamo de Bolivia que como peruano-boliviano hacemos nuestro y que ahora queda decidir en manos de la Corte Internacional de Justicia. Los americanistas, los que soñamos por una patria grande, abogamos por una decisión razonable sujeta al derecho internacional. La comunidad internacional y hasta el Santo Padre, Papa Francisco, no pueden dejar de expresar su adhesión con Bolivia en esta causa. Hay que devolverle su dignidad a Bolivia. Los peruanos, los bolivianos y los chilenos deberíamos construir para superar definitivamente las secuelas de la Guerra del Pacífico. A pesar de los años transcurridos hasta ahora, no se logran borrar definitivamente las cicatrices de esta guerra. La realidad es que no hemos superado la guerra en nuestros sentimientos e imaginarios nacionales, y para que esto no ocurra debería existir conciencia de que ese pasado ya pasó y de que no volverá más, debiendo encarar problemas comunes como la extrema pobreza. Pero para que eso ocurra tiene que implementarse una política de reconciliación que implique gestos amistosos de todas las partes. Si Chile da una salida soberana al mar a Bolivia, significaría solucionar una agenda pendiente y lograr reforzar la integridad latinoamericana. Chosica, Villa del Sol, 5 de agosto de 2015.


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