Poemas para dormir a tu perro mestizo IVÁN MATA
Para Montse, Zauriel, Gerardo, Gustavo, Andrés y Diego. Atragántese porque ya no habrá qué comer.
Una vez maté a un perro. Una vez vi cómo un vato mataba a un perro. Una vez vi cómo un perro se ahogaba en la presa. Una vez tuve un perro y le agarré la verga para experimentar: perra mala sarnosa fría perra con rabia contra el alambre que me sujetó el cuello antes de mi violación.
I Ando vendiendo el riñón derecho o el izquierdo solo pido 50 mil pesos un libro de poesía, el mejor libro de poesía escrito en el mundo, y un hospital decente donde haya televisión por cable. Lo ando vendiendo al que lo necesite, pueden contactarme hablándole al escusado, incluso pueden hallarme en mi casa construida de lámina y pirul en la colonia Buenos Aires, la más pesada de Gto.
acá por la vía del tren. Namas cuidado con los perros que sí muerden que hasta se comen al ganado y a los niños que dejan salir a jugar. Cuidado, repito, porque yo no me hago responsable.
II Veo a los automóviles presurosos y corren a quién sabe dónde lo más probable es que vayan a León o a Silao o a Irapuato estoy a punto de arrojarles a los automóviles todos los poemas que leí en mi vida aquí los tengo, impresos, en una pila de hojas de máquina de muy baja calidad y pienso arrojarlos para que vuelen como pájaros, para que caigan en el parabrisas de algún Mercedes Benz y este se vuelque explotando al instante. Yo luchador de mi propia imagen, les deseo a los que van manejando
feliz navidad y que encuentren la muerte en alguna curva peligrosa. Les deseo la muerte como a mí me la desean todos los amantes que abandoné porque no sé cómo llegar al orgasmo si no me hablan sucio. Algún día pienso comprar un coche e irme como ellos, bien lejos a chingar a mi madre.
III No tienes la culpa por dejarte plantado en el refugio que construimos aquel que usamos para drogarnos y hacer cositas sucias. En serio que no la tienes, ni que mis perros hayan matado a una cabra de las que pastoreaba. Yo sí quería verte, por mi vida te lo juro, pero se tropezó un pendiente y ya sabes cómo se pone mi patrón si no le hago caso.
V Esos perros sin raza se quedaron pegados por el culo y yo me les quedo viendo desde la ventana con un porro en las manos y pienso en por qué nadie hace nada por separarlos sí la perra ya está chillando, le duele, pobrecita, y el perro ahí sigue, metiéndosela más. Pero yo tampoco hago nada fumo mariguana y espero que alguien haga algo para separarlos, echarles agua, es una opción,
o dispararles para que ya no haya más perros hambrientos y feos en esta colonia donde vivo feliz, con hambre, pero muy feliz.
V Si pudiera anotar tu nombre en la siguiente línea dejaría las drogas a mis padres a mis perros a mi gata toda la ropa que mi exnovio me compró hasta llegaría un acuerdo con Coppel para saldar mi deuda, pero no puedo escribirlo está prohibido. Si pudiera anotarlo lo haría en el siguiente espacio……… luego te vas y me dejas con el corazón echo pedazos, y tú no sabes reparar absolutamente nada solo repartes pizzas o suchi
o lo que te pidan por Uber Eats. Aunque no lo puedo escribir lo puedo decir millones de veces en mi cabeza; apenas voy en el 850 todavía falta muchísimo para los millones pero ahí voy, lento, diciéndolo de poco a poco, hasta que llegues con el pedido que encargué hace media hora. Olvídate de la propina vas retrasado, pero no te olvides nunca de mí por favor.
VI Cuando bajo a mis perros de la azotea lo hago con un solo propósito que los tres se maten en una lucha ultraviolenta mientras yo wacheo el desmadre en el sillón pero mis perros mestizos prefieren correr directamente a mi habitación y tragarse toda la mierda que mi gata deja en su arenal, fuera del arenal, bajo la silla, bajo la cama, y comen como si nunca les diera de tragar. Eso me molesta porque no puedo entenderlo, no logro comprender su gusto por tragarse las tiras apestosas y negras que le salen del culo a mi gorda y hermosa gata. Hoy, curioseando, mientras mis perros se tragaban la mierda, probé un poquito
pa´saber a qué sabía, a ver si también a mí se me hacía costumbre, y encontré un ligero sabor a frutas y a pescado y a verduras, en especial: calabaza y chayote. Comprendí entonces el por qué mis perros se tragan la mierda de mi gata, porque en realidad sabe buena y deja un sabor azucarado en la lengua y no se pega en los dientes. Lo entendí. De ahora en adelante, no dejaré que mis perros devoren la mierda, ni madres, desde este momento yo proclamo las tiritas negras y apestosas como mi desayuno; de hecho
mientras escribo estas líneas yo mastico la mierda como si fuera espagueti a la boloñesa.
VII Señor Rogelio usted sabe que yo no era pastor de cabras usted sabía que me gradué de la universidad y salí laureado, usted sabía que yo tengo problemas mentales muy serios y de vez en cuando me pongo a charlar con las cabras; ellas me dijeron que usted no se baña en la semana solo los domingos y con agua muy caliente y en calzones. También me dijeron que su esposa lo anda engañando con su compadre
detrás de los nopales y ella grita como si… usted ya sabe. Yo, señor Rogelio, se la haría de pedo a los dos, con ese machete que siempre carga por el honor de hombre, porque las cabras no mienten, solo los caballos, por eso no les hablo, para nada, se creen la gran maravilla y ellos ni siquiera me voltean a ver. No, señor Rogelio, prometo no fumar mariguana mientras estoy pastoreando lo juro solo no me corra, con los quinientos que me paga
yo compro libros y diez cigarros económicos con don Güero, el que vende las caguamas a 30 varos.
VIII Nunca había llegado al norte de la República Mexicana, nunca había sentido el arma de un soldado apuntándome al corazón mientras revisaban el camión donde viajaba. Y esos ojos que ellos tienen, allá en el norte, son ojos llenos de rabia y dolor, llenos de sal y muerte y de desierto y de condominios que valen 3,500,000 millones de pesos con vista al mar. Nunca creí que la mota del cartel de Sinaloa estuviera tan potente, bastó un porro
para que llorara en el balcón del hotel alrededor de las cuatro de la madrugada con la espuma del océano chocando contra el malecón; lloré por mi mal comportamiento por mi falta de talento puse las rolitas de Rigo Tovar y recordé el color marrón del ataúd de mi novio, el muerto. Luché contra el edificio que estaba frente al hotel donde me hospedaba y encontré poesía en cada una de las ventanas cuadradas, en las palmeras, en la sal que todavía tenía entre los dedos, encontré que yo era la ola que estaba chocando contra alguna piedra en la lejanía del mar abierto.
Yo lo era, tan alto, tan inocente, tan roto, tan salvaje como el viento que está golpeando a mi ventana y que me tiene en casa este 31 de diciembre bajo las cobijas pensando en el agua que pisaron mis pies y en el erizo que pude apachurrar con la mano derecha.
IX No puedo cuidar a mi madre, no puedo, ni tengo las ganas de aplicarle el medicamento ni levantarme de la cama para revisar su oxigenación. No puedo cuidar de mis perros, ni de las cabras, ni de mi casa, ni de mí mismo. No sé alimentarme, ni acariciar a un cactus. Soy dañino, más dañino que los hoyos negros o que una invasión extraterrestre. Perdóname, madre, por traer el virus desde lejos yo quería ver el mar, yo quería ahogarme, pero las olas me regresaron a la playa, al nido de las tortugas y me dejaron dormido mientras las gaviotas volaban sobre mí. Entonces hundí las manos en la arena blanca y lloré porque te extrañaba, madre, te extrañaba cuando me ponías en las manos de Dios. .
X Dicen muchas cosas de mí, hasta creo que me hicieron brujería no es natural que me crezcan las uñas tan rápido o que tenga hongos en los pies. Dicen que no soy poeta, y en eso estoy de acuerdo no lo soy, yo escribo porque no tengo trabajo de oficina, cuido cabras, vivo con mis padres porque no sé vivir solo, ya estuviera muerto si viviera solo. Nunca he ganado algún premio literario, y ni lo ganaré, a los vatos como yo lo único que les queda es grafitear frases conmovedoras por los muros de toda la ciudad. No, no soy poeta porque me falta tratamiento facial y corbata y un peinado a la moda. Yo soy greñudo de nacimiento. Yo soy joto. Yo mido 1,65 centímetros y peso 54 kilos, y eso me basta para que mi cama matrimonial sea
para mí un ataúd donde no muero. Créanme, estoy de acuerdo con ustedes, NO LO SOY, soy un adulto de 31 años que está planeando cómo escaparse de casa en estos días de enero, porque mi deseo es ser un vagabundo porque mi deseo más profundo es amar a todos los perros. Yo no soy ojete / yo adopto a los perros abandonados, y me aman, les juro que me aman / los perros son leales / los perros me comparten las pulgas / los perros no lloran. A ellos les vale madre. A ellos solamente les importa jugar con mis zapatos desgastados.
XI Mi habitación dejó de ser oscura, la mochila del partido verde que tenía colgada en el perchero le dio otro color a los cuatro muros: huele a aroma de ríos a tucanes mi boca dejó de oler a mierda, y siento esperanza y luz en mi cuerpecito flaco, siento que me transformo en un animal salvaje, Los dolores de cabeza dejaron de atormentarme, en su lugar los retratos que tengo colgados en la pared se metieron en todas mis neuronas cerebrales y pienso en el día en que tomé las fotos; fumo de vuelta el cigarro que
seguramente fumé aquel día. Escribo con más audacia sin pensar en las comas o en los puntos mi cabeza dejó de llorar por mi infancia, mi cabeza le dicta a mis dedos una oración automática que de pronto cobra sentido: una oración que describe a mis dos perros mestizos y a mi pitbull como lo que son dos perros mestizos y un pitbull.
Estoy sacándome los senos, amamantaré a mis tres perros para que hoy duerman sin frío.. Estoy dispuesta a morder y ladrar
para eternizar mi descendencia
mi sangre tan
dañina.
Todos los perros se ahogan si tú quieres. No ves que sí se puede, no ves que allí estoy atado al agua.