Gobierno de Cantabria Consejero de Cultura, Turismo y Deportes D. Francisco Javier López Marcano
Ayuntamiento de Noja Alcalde Presidente D. Jesús Díaz Gómez Concejala de Cultura Dª. María Gándara Santín
SIANOJA Gestión y Organización Argé, Arte y Gestión Dirección y coordinación D. Manuel Sáenz-Messía
Palacio Marqués del Albaicín
Indice
Presentaci贸n Gobierno de Cantabria
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Ayuntamiento de Noja
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Cr贸nica
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Artistas
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Otras actividades
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Cat谩logo de obras . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .52
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Coordinador de SIANOJA
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Biograf铆as de los artistas
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En Cantabria, como un mal endémico de la cultura espectáculo de nuestro tiempo, -y a eso el territorio de lenguajes y artes de la comunidad no es ajeno, ni puede verse de manera aislada-, destaca la dictadura de la acumulación, del más, de lo mayor, de la cifra que priman y se anteponen a cualquier rostro crítico. Lo cual no es sinónimo ni garantiza, sino mas bien al contrario, la excelencia y la apuesta artística. Una utilización de fondo algo aviesa y por supuesto interesada subyace en el tratamiento de las programaciones culturales, temporadas expositivas y convocatorias empeñadas en anteponer el sello de la institución 'propietaria' de la muestra organizadora o que, simplemente la ha albergado, a cualquier concesión al protagonismo de la oferta o la propuesta. El envase vuelve a ser más importante que el contenido. La elipse de la cultura de nuestros días, su flash back inane, del que no está exenta la política de exposiciones, radica en que el ciudadano, potencial espectador y consumidor vive como el Bill Murray de 'Atrapado en el tiempo', inmerso en un día de la marmota constante en el que la repetición suple la verdadera información; la sensación de asistir a un bucle
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In Cantabria, as a chronic ill of the spectacle culture of our time, - and referring to it the Region’s territory of languages and arts is not unconnected with, nor can be seen in an isolated way -, emphasizes the dictatorship of the accumulation, of the more, of the major, of the number that prevail and are put before any critical face; which is not synonymous nor guarantees, but on the contrary, the excellence and the artistic commitment. A rather wicked and certainly interested use underlies in the procedure of the cultural programs, exhibitional seasons and encounters firmly determined to put the hallmark of the institution “owner” of the organizing exhibit, sometimes just housing them, before any concession to the prominence of the commitment or the proposal. Once again the packaging turns to be more important than its content. The cultural ellipse of our days, its vacuous flash back, of which the exhibitions’ policy is not exempt from, lies in the fact that the citizen, potential spectator and consumer, lives like Bill Murray in “Groundhog Day”, immersed in a permanent day of the Groundhog, in which the repetition replaces true information. The sensation of attending a monotonous agenda and calendar loop
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