Ni groupies ni musas 2 "KIll your idol"

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NI GROUPIES NI MUSAS ¡LIBRES Y CREADORAS! Es una plataforma de investigación sobre arte y feminismo coordinada por Jacqui Casais que pretende visibilizar a las mujeres (cis y trans) en la historia del arte y en la actualidad. Escriben mujeres vinculadas de distintas maneras al arte (músicas, escritoras, periodistas, etc). Este ejemplar se distribuye de manera impresa y de manera digital en: nigroupiesnimusas.wordpress.com FB: ni groupies ni musas, libres y creadoras! Contacto: Jacquitl@gmail.com


BRUJAS DEL RUIDO Por Maia Koenig

El avance de la ciencia va de la mano con la música electrónica, pero lo que la historia nos esconde, es que detrás de este avance hay mujeres creativas que desde mediados de siglo persisten en una lucha anti patriarcal que sigue hasta nuestros tiempos. Elegí a algunas de las más importantes para visibilizarlas y conocer sus aportes. Daphne Oram creó la primera pieza que combina música acústica orquestal con manipulación electrónica en vivo. En 1957 brilla con su máquina Oramics, lanzada unos 6 años antes del primer sintetizador Moog donde Wendy Carlos colaboraba y era precursora del synthpop, ambient y new age. Daphne trabajaba en la BBC Radiophonic Workshop junto con Magdalena Faganini y Delia Derbyshire quien utilizaba cintas magnéticas con técnicas de la secuencia Fibonacci, sonido blanco, osciladores de válvulas, filtros, magnetófonos. Te llegan a la mano unas pinzas de cocodrilo con las que vas a modificar cualquier cosa que tenga sonido: unas radios, unos juguetes, unos libros con sonido, lo que encuentres. Te transformas en una esclava de la basura la cual no puede prestar atención a la charla porque está mirando ese tacho... en el cual va a encontrar parte de su set. Ese set armado con tanto sentimiento. Copiamos de Internet, investigamos en una protoboard, pasamos cables, soldamos, sale algo lo cual nos magnifica tanto...

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SINTONIZAR CON NOSOTRAS Bienvenidas, somos la intuición, las charlas con un fin de acción directa, un resorte con micrófono de contacto, una epidemia imparable de un reciclaje de nuestras propias vidas. Damos asco a las academias en las cuales un moog resuena sin entusiasmo, no saca su jugo, retumba en un 10% cuando puede dar 100%, no son nada... solo pueden deshacerse de la música experimental cuando la hayamos destruido. Es nuestra responsabilidad nuestra transmutación, porque en cada perilla que se afina con otra, hay un encuentro de mujeres que renace e incendia una catedral a la cual solo a los enfermizos les importa. Solo somos la contaminación auditiva que no querés oír, que molesta. Pero existimos, en el placebo de una sucia ciudad o en el recóndito universo de un pueblo de mil habitantes, gritamos igual con un estaño inoxidable, tentativo de ira, reproductivo de más libertad, ¡despierten, su espada esta clavada! La autogestión es la misma lucha que sucedía en la inkisicion, ¡brujas del ruido, renazcan! Que aunque nos hayan matado, quedó en nuestros genes la experiencia ancestral, aunque nos sigan matando por siglos, tenemos en nuestro adn la fórmula para respaldar más experiencia. La red se potencia, la información hace que nos podamos igualar, no la desaprovechemos, contactémonos, investiguemos, nada es en vano. Las grietas se pueden llenar de flores y también de sonidos, basta de esperar una aprobación, ¡Ánima! que si una no toma y realiza su propósito, ¿quién lo hará? ¿el consumismo? ¿tu novio? ¿tu padre? ¿o el gobierno de turno? ¡Basta! Este “basta” es el noise que largamos en cada axila no depilada, en cada ruido blanco, en cada radio sin sintonizar, porque a veces no sintonizar con el mundo patriarcal es sintonizar con nosotras. 5


Maia Koenig, conocida con el seudónimo RRayen se dedica a diversos proyectos de música experimental. Crea sus propios instrumentos a partir de la manipulación (hardware hacking) y desvíos de circuitos (circuit bending) en consolas y dispositivos electrónicos. Programa su música con una consola Game Boy Nintendo de 1989 utilizando un cartucho LSDJ. Su estilo se caracteriza por utilizar ondas cuadradas, ruidos blancos y ritmos enloquecidos.

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FUERZAS FOTOGRÁFICAS FEMINISTAS / COMUNICADOS Por Lorena Fernández

El 8 de mayo de 2017 llegó vía email el primer comunicado de un grupo autodenominado Fuerzas Fotográficas Feministas. Hasta este momento, las FFF llevan emitidos seis comunicados y se mantienen en el anonimato. Este texto busca visibilizar y difundir los comunicados y, brevemente, apuntar algunas de sus repercusiones en el campo de la fotografía contemporánea argentina.

El primer comunicado es emitido un día antes de que lxs juradxs del Salón Nacional, de la categoría Fotografía, tuvieran su primera actuación, esto es, la selección de carpetas. El mismo llegó a través de mails a lo largo de ese día a un variado y extenso listado de personas, no todas relacionadas con las artes. 7


Este primer documento empieza a establecer una problemática y una manera de abordaje de la misma. La problemática sería el lugar que ocupan, dentro del campo de la fotografía, las mujeres; en este caso en particular, su presencia minoritaria en un ámbito con alto poder de legitimación, los premios otorgados por el Salón Nacional de Fotografía. Dicha situación se evidencia a través de números estadísticos, obtenidos mediante el relevamiento de los datos que el Salón publica en su página. La potencia de la denuncia cobra relevancia por ser llevada a cabo por un grupo que se mantiene en el anonimato y que, ya desde su nombre, se planta con belicosidad e ironía. Ambas características se refuerzan en el diseño del comunicado tanto como en el tono del texto, pero sobre todo en el pedido: esos 19 años durante los cuales los hombres no deberían presentarse para equilibrar la situación. El señalamiento, aunque serio y comprobable, elige el filo delgado de la ironía y el humor. No todxs así lo entendieron, un buen número de personas respondieron con distintos grados de malestar a lo que consideraron una provocación. A mi parecer, fueron aquellxs que de alguna manera se sintieron interpeladxs como responsables (en alguna medida) de la situación puesta en cuestión. Y tal vez, lo más interesante haya sido que no tenían a quién contestarle, ante quién defenderse. Así se poblaron las páginas de FB con mensajes de descargo que empezaban “A las FFF…”

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El segundo comunicado llegó por la vía ya utilizada el 27 de mayo de 2017. De nuevo la distribución fue masiva pero no pareja, a mucha gente tardó en llegarle y a muchos otrxs les llegó de forma repetida. Este es para mí, el más logrado de los comunicados, porque consigue atacar a actores importantes del circuito, porque no se detiene ante el hecho de que una de las responsables sea una mujer (la galerista del fotógrafo en cuestión), por la complejidad con la que aborda la problemática (no se queda en la banalidad de la cosificación de la mujer, sino que va al punto nodal del trabajo y la repartición de las ganancias) y por el humor de lo que piden y con lo que amenazan hacer si no se cumple con el pedido: ambas cosas ya interesantes aunque no ocurran, ideas que valen como ideas. Por otro lado, no es un dato menor la posdata, ya que da cuenta de la infiltración que llevan adelante las FFF, están al tanto de las críticas que se les han hecho y responden a ellas redoblando la apuesta: “no somos las enemigas que el poder necesita”. Me parece importante remarcar que, para cuando llegó el segundo comunicado, el pequeño mundo de la fotografía veía FFF en todas partes. El anonimato, la imposibilidad de saber la medida de las oponentes paranoiqueó a más de unx. Sólo dos días después, el 29 de mayo, llegó el tercer comunicado. Así como el anterior se había movido en las elitistas aguas de la fotografía artística contemporánea, el tercer comunicado se sumerge en otra área de dominio masculino, la fotografía documental. Trabajando con los resultados del premio Poy Latam, las FFF prueban lo que todas sabemos de forma intuitiva, que aunque somos mayoría 9


abrumadora en talleres y lugares de formación, hay ciertos trabajos que no nos son encomendados y sin lugar a dudas, no serán los premios donde veremos aparecer nuestros nombres. El comunicado sigue con la modalidad de marcar el hecho, de saturarlo con su propia evidencia y de reírse de él por su brutalidad. No profundizan, no responden, avanzan… confían en lo que efectivamente pasa como reacción: por un lado las mujeres nos agitamos y empezamos a decir en voz más alta lo que veníamos susurrando, por otro lado, y tal vez este sea el hecho más relevante y a la vez desahuciante, la aparición de personas que ante estas demostraciones se tensan y responden haciendo el trabajo de policías: identificar, amonestar, reprimir, de manera solapada, pero reprimir. Lo triste es que son mujeres las que llevan adelante la ingrata tarea, mujeres que de alguna manera detentan un poco del poder que se está cuestionando.

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El 6 de junio apareció el cuarto comunicado que responde a dos hechos, el primero son los resultados de la premiación del Salón Nacional de Fotografía, el segundo, la calificación hacia las FFF de “tirapiedras” por parte de una reconocida fotógrafa y docente del medio. Entiendo este comunicado como un punto de inflexión. Aparece un endurecimiento del discurso, algo así como un enojo que ya no puede reír. A la despedida ya registrada de “besos” se le suma “y piedras” (fórmula que no abandonan hasta ahora). Como si hubiera llegado el momento de hacer algo más que señalar. Y lo que llegó fue el silencio.

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“Es de noche y vinimos a despedirnos. Tenemos las cuerpas cansadas y los ojos brillantes. Todo el día, todos los días, desde hace ya algún tiempo, entrenando. Como amazonas. Entrenando en tirar piedras, en pensar y combatir con las palabras. La lucha se dará en esos ámbitos y estamos entrenando. Así que no nos besen por ahora. Queríamos decirles que en los días de los comunicados fuimos alegres (una alegría que no se compara con nada) y que aprendimos muchas cosas. Tal vez una de las más importantes es que el enemigo nos quiere indefensas, con la cara descubierta (a lo sumo con alguna cabellera de velo) y las tetas al aire. Aprendimos que no es tontería sino malignidad hacernos creer que la libertad se puede lograr sin valentía, como si la libertad fuera algo que te pueden dar cuando, ya lo sabemos, es algo que se conquista físicamente. Aprendimos que si nos quieren pacíficas es porque quieren monopolizar la violencia. Aprendimos que si quieren nuestras caras es para poder criminalizar nuestras acciones. Aprendimos. Que las mayorías quieren el fascismo. Entonces actuamos en consecuencia y elaboramos este, nuestro último comunicado. Si el primero de ellos fue sobre el Salón Nacional nos gustaría cerrar también con ese tema, no porque no hayan pasado otros desastres en el camino, sino porque ese fue uno ejemplar: todxs rasgándose las vestiduras por un trabajo pésimo, algunos iluminados diciendo quiénes eran los mejores fotógrafxs del país, otros dando listas de quiénes debían discutir sobre el estado de la fotografía, juradas corriendo a pedir cambios en el reglamento ante las pataletas de los chongos de turno… patéticxs todxs. 12


¿Nadie vio el magnífico trabajo de Francisca López? ¿Nadie pensó que ese debería haber sido desde el principio el primer premio? ¿De verdad no se dan cuenta de lo que ese trabajo le permite a la fotografía? Sí, claro que se dan cuenta, por eso no dicen nada. Porque temen. Y la rutina del entrenamiento y la lejanía se corta un día con un mail que dice: Quisiéramos ya que ustedes están sin aparecer, tomar el nombre FFF y hacerlo propio, siguiendo sus principios que creemos haber entendido... A lo que respondimos: Hola Fotógrafas No las conocemos. No nos conocen. Sin embargo, afecto y sintonía. Estamos presentes, estamos pensando y estamos, sobre todo, elaborando nuestra despedida. Saber que la despedida es en realidad un recambio nos llena de entusiasmo. Les pedimos que esperen unos días más. Estamos por sacar nuestro último comunicado. Si después de ese gesto todavía les interesa tomar el nombre, el nombre será de ustedes. En realidad, ya lo es. ¡las fff han muerto, que vivan las fff! besos y piedras siempre fuerzas fotográficas feministas” (Claude Cahun y Marcel Moore, hermanastras y compañeras, son las autoras de esta fotografía. Artistas ambas, se re-

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tiraron a vivir a la Isla de Jersey en donde fueron detenidas por participar en acciones de la resistencia contra la ocupación alemana, al repartir volantes antinazis en eventos militares y dejar mensajes subversivos en los bolsillos de las chaquetas de los solados alemanes. T ​ ras su detención, fueron sentenciadas a muerte. Lograron salvarse de la ejecución gracias a la liberación de la Isla por parte de los aliados. Sus trabajos sobrevivieron y fueron hasta hace muy poco, cuando el sistema del arte los transformó en remera, material de difícil digestión. Piedras. Resistentes y hermosas piedras.) Para entender este comunicado es necesario aclarar lo que pasó con el Salón Nacional de Fotografía. El primer premio le fue otorgado a un fotógrafo joven y muy reconocido, la esperanza del heteropatriarcado fotográfico. Ante una denuncia se descubrió que la fotografía premiada no cumplía con el reglamento así que, después de idas y vueltas, se le retiró el premio y se lo pasó a la fotógrafa que estaba en segundo lugar. Todo esto en el medio de fuertes discusiones en las redes. Durante ese período de tiempo las FFF no se pronunciaron y se pensó que simplemente habían desaparecido. Hasta que el 27 de octubre llegó el quinto comunicado. Creo que no puedo agregar demasiado a lo que ellas mismas dicen allí. Sólo marcar que para la noche del 27 las nuevas FFF entraban en funciones sacando un comunicado que seguía en todo los lineamientos de las anteriores, sólo que ahora no llegaba por mail sino que tenía lugar en Facebook. Las FFF 2.0 l l e g a r o n l a s f f f @ p r o t o n m a i l . c o m 14


! s a f a r g ó t o F ¡ Estadísticas, humor, sentido de la oportunidad, valentía para cruzar la agenda feminista con el campo de la fotografía y, sobre todo, un llamado a la organización y la lucha desde lugares no previsibles ni capturables. Los comunicados de las Fuerzas Fotográficas Feministas encienden la llama en un terreno que ya está preparado para arder. w w w. l o r e n a - f e r n a n d e z . c o m

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¡ÚNANSE A LAS FUERZAS FOTOGRÁFICAS FEMINISTAS! ¡ABANDONEN EL EJÉRCITO DE RESERVA DEL HETEROPATRIARCADO! 15


Lorena Fernández (Resistencia, Chaco, 1974) Artista visual y docente de cine y fotografía. Egresada de la Escuela Nacional de Experimentación y Realización Cinematográfica. Realizó talleres y clínicas de arte contemporáneo y de fotografía, como también de jardinería, joyería, poesía. Su estrecha vinculación con los libros la llevó a realizar cinco libros de fotos de artista exhibidos en ferias nacionales e internacionales. Desde el 2008, año en que recibió el Premio Ernesto Catena de Fotografía Contemporánea, su obra pudo verse en muestras individuales (Centro Cultural Recoleta, Espacio Kamm, Casa Florida Galería, Espacio Forest, Galería Foster Catena), numerosas muestras colectivas, festivales, premios y ferias de arte. Recibió también la Beca Nacional del Fondo Nacional de las Artes.

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Afectaciones en danza TANGO QUEER COMO METÁFORA PARA LAS RELACIONES Por Mayra Lucio

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La danza como metáfora. Me siento a escribir sobre algo que desde los dieciocho años he venido haciendo de manera entrecortada pero no menos apasionada, ponerle cuerpo a la danza del tango. Una danza popular que carga con representaciones tradicionales pero también con sus alternativas que de alguna manera las subvierten. En este sentido creo que el cambio de roles, conocido como tango queer nos ofrece metáforas para pensar las relaciones, el género, los deseos... Cambiar los roles, saber que yo ocupo un lugar, que es temporal y consensuado, que pronto no será mío, y yo estaré en el tuyo. Que la circularidad del poder nunca fue tan física como cuando se cambian los roles en una misma danza, que me dejan decidir un rato nomás pero que es ficción, que el control y el poder son cosas que se pierden, porque ceden, se comparten. Que el sometimiento a la voluntad ajena no se termina de ceder, que siempre puedo cambiar las cosas, volver a proponer, decidir también. Y al revés, que el otro o la otra siempre me concede cierto control de las cosas por un rato nomás, y nunca de manera absoluta. Porque no existe el control de las cosas, por otra parte. No sale como quiero, sale como sale, por eso no hay error, porque la sensibilidad que emerge es la de dos personas abrazadas. El equilibrio se comparte, ya no está en el eje del cuerpo, cabeza, columna cadera, del talón se corre al me17


tatarso porque ahora el centro es ese espacio creado entre los cuerpos, como un tercer cuerpo que se mueve gracias a percibirse como tal. Hay entrega pero también límite, es estar receptivxs, relajadxs pero no del todo. Nunca entregamos el poder del todo, hay tensión, conflicto y amorosidad. Porque todo está circulando, en movimiento y escucha permanente. A eso llamo comunicación. Y cuanta mayor comunicación hay, mejor es el movimiento del tercer cuerpo. La historia del tango es una historia desdibujada, poco nítida, nunca se ha definido bien, y lo que hay son bocetos y mitos montados sobre los territorios orilleros que sí existieron para acogerlo. Territorios subalternos de una joven, blanca y pretenciosa Buenos Aires que se armaba de a poco, imponiendo la negación de esas otras pertenencias indígenas, afro, anarquistas, que también existieron, para mezclarse y dar origen a subculturas nuevas. Hacia 1880, el candombe rioplatense y una conjunción de diferentes géneros musicales fueron dando forma a un ritmo y sonidos orilleros que se volvieron especiales, comenzó a sonar a tango. Y también fueron nuevos esos modos de bailar abrazados entre dos personas, entre varones, entre mujeres, entre varones y mujeres, cerca de los fandangos, en las calles de conventillo y en los prostíbulos. Al principio, las letras tenían alto voltaje sexual -y patriarcal, luego sobrevino una decencia igualmente normativa y mojigata que encorsetó la lírica y los estilos de la danza, estereotipando los roles tradicionales de género. Como se esperaba, la frescura y plasticidad de los inicios no durarían mucho. VA R O N - M U J E R , L A D A N Z A PA K I La seducción heterosexual cristalizada en los cuentos de príncipes tradicionales, se establece como metáfora para la 18


relación que se da en la danza. El varón elige a la mujer, la invita con un cabeceo, la conquista. La mujer debe aceptar esa iniciativa si no quiere luego que sobre ella recaiga la condena social que la llevaría a quedarse sola para siempre, algo que en la milonga se conoce como “planchar” toda la noche. Se trata de un rescate, ella fue seleccionada del ejército de reserva de mujeres, debe mostrar gratitud de princesa. El varón guía a la mujer, le marca el ritmo, señala los pasos por dónde caminar…con los brillos y tajos de su atuendo, la mujer “se luce”, dicen los milongueros. No hace falta que piense ni haga nada de más, mientras sepa dar los pasos correctos. Si la mujer no sigue adecuadamente los pasos del varón, ella tiene la culpa. Se la señala como “pesada”, es un mueble, una “heladera”, como se las suele llamar. Así también, esta selección coincide muchas veces con variables no valoradas por los señores varones que asisten a las milongas y que, como jurado, evalúan que la belleza y la juventud también son atributos loables que hacen a la liviandad de una mujer (no importa que no baile bien después de todo, siempre que pueda lucirse). Qué lindos que son los adornos. Según cuentan las malas lenguas, en las milongas heterosexuales hay levante y hay “libertad sexual”, entre comillas por supuesto. Como siempre, la letra chica aclara: la libertad es para los varones. Es curioso cómo las metáforas se trasladan, saltan de una esfera a otra, de la danza a las relaciones y de las relaciones a la danza. Cómo las mujeres están caracterizadas por la mirada del varón: son pesadas o livianas, según se aguanten la lógica de pasos inconsulta y maniobrada en sus cuerpos por el varón que las invitó a bailar, que las hizo bailar. Y también, son pesadas o livianas, según se aguanten la lógica de selección, la práctica sexual, el pedido de discreción y el descarte masculinos. La que no, la que tiene su tiempo propio para procesar el paso de baile, la que no comprendió o no quiere comprender del todo la 19


señal del cuerpo ajeno, la que se anima a proponer el paso a seguir -en la pista o en la cama, la que se enamora o no se enamora pero no le importa mostrarse públicamente con su pareja sexual: esa mujer es una pesada. La connotación negativa cae aplastante para desmerecerlas a las no dóciles, a las que manifiestan otra forma de hacer y entender los placeres. Q U E E R E R B A IL A R , TA N G O Q U E E R En las clases de tango, cuando no hay suficientes cuerposcon-género para corresponder al rol de tango asignado, se suelen escuchar preguntas como estas: “¿quién hace de hombre?” o “¿querés que yo haga de mujer?”. “Hacer de”. Si esto no es ficción, qué es. Me recuerda mucho a las ideas que el pensamiento heterosexual se hace al esforzarse por imaginar una relación lésbica o gay (“¿quién hace de varón y quién hace de mujer?”) ¡Parece que siempre hace falta un varón y una mujer para cualquier cosa que haya que hacer de a dos! La performatividad de género es cita obligada ante esta necesidad de tener un género para poder bailar guiando o siendo guiadx. Al igual que otras danzas de a dos, el tango tradicional hace de la dualidad de roles un binarismo de género. Impone la heterosexualidad dando lugar a una sola posibilidad de cuerpos relacionados, y por tanto, excluyendo las múltiples posibilidades de combinar los cuerpos. Abrir la cabeza y entender que la danza puede bailarse entre varones o entre mujeres, o entre varones y mujeres pero éstas últimas guiando a los primeros. Remover el género del rol, es también abrir las puertas a todo género que quedaba por fuera o mal vistas desde el binarismo heterosexual, como las travestis, los varones trans, intersex, las lesbianas 20


que no se identifican como mujeres y otras corporalidades que rondan lo queer. ¿Cómo se soltó el género del rol? La historia es corta. En los últimos quince años, el tango danza revivió a la par de lo musical con nuevas generaciones, amplificándose, reinventándose. El cambio de roles tiene su origen en la Escuela Argentina de Tango, a manos del profesor Dinzel que, aunque chapado a la antigua, posibilitó la experiencia para camadas de profesorxs que del 2000 para acá se formaron en su escuela. También se relaciona con la propuesta iniciada por Naveira, que transcendió como Tango Nuevo, que es un abordaje más racionalizado y estilizado de bailar, involucra mayores variaciones y calidades de movimiento con códigos más relajados si se quiere. Algunxs bailarinxs de esta camada semillaron en espacios de cultura under, como La sala o la Asamblea de Villa Urquiza, espacios a los que tímidamente asistí para aprender a cambiar los roles, allá por el 2006 ó 2007. En la investigación que hice para la tesis de licenciatura en antropología, encontré que la propuesta de cambiar los roles, hasta ese momento marginal, cobró legitimidad en lo que hoy conocemos como Tango queer. El hecho fundante es la Milonga Tango Queer de Buenos Aires, como espacio dedicado a los cuerpos y expresiones no heterosexuales del tango (así también, la milonga gay La Marshall empujó el cambio de roles con una propuesta similar). La profesora lesbiana que impulsó la milonga, instituyó el cambio de roles como rasgo principal del aprendizaje. Gracias a ello, a lo largo de los años pude ver su arraigo. A lo largo del tiempo, algunas clases de Tango nuevo tomaron la propuesta como una mera técnica y pedagógica de perfeccionamiento, o un sustituto de los cuerpos faltantes, incluso un juego informal que reponía su seriedad al momento de la milonga heterosexual. Pero en la Milonga Queer, cambiar los roles se transformó en algo más: era ya 21


un estilo. Porque hacerlo de esa manera tenía sentido en sí mismo: el placer de bailar un rol u otro, guiar o ser guiadx, sin importar su utilidad o su función. ¡Además de remover la heteronorma era muy divertido cambiar de roles! La Queer es amigable para todxs lxs “pesadxs” que quieren bailar y no saben, para las que queremos sacar a bailar y no podemos, para quienes preferimos preguntar antes que cabecear, para quienes queremos bailar en zapatillas (ojo con las rótulas) o en jean y remera o queremos bailar de a tres o de a cuatro, u otro género musical en forma de tango… Así también, la milonga se volvió distinta en sus modos, mucho más relajados que la etiqueta milonguera del cabeceo, ropa de gala y de zapatos estrictos. Demasiadas cosas se remueven cuando la norma heterosexual queda fuera de la pista. Y de lo micro a lo macro, el tango queer se empezó a contagiar y saltó de la milonga de origen hacia otras pistas y propuestas, como la actual práctica y milonga del Tortazo que se da una vez al mes en Tierra Violeta. Hoy es casi un presente de ciencia ficción, en el que la propuesta extraterrestre de cambiar los roles comienza a verse como una posibilidad. Y así fue que en diez años asistimos a un cambio cultural tan hermoso como revolucionario: está dejando de ser relevante el género y la orientación sexual para poder bailar. Deja de importar. El sentido común se rompe, ya no tiene nada que ver el género con cómo bailar un tango. Zanahorias con delfines. L O TA N G O - Q UE E R E S P O L ÍT I C O Hace unos diez años, cuando la milonga Tango Queer de Buenos Aires arrancó, la palabra “queer” era totalmente extranjera y poco anclada. Apenas entendíamos de lo que hablábamos. Hoy, podemos decir que por estas latitudes esta palabrita ya nos suena más y tenemos alguna idea de qué se 22


trata (para bien o para mal). Y es que se hizo paso al andar. Como teoría activista y como identidad política, la palabra queer condensa una resistencia a la violencia homofóbica impartida desde los cuerpos signados por la heterosexualidad normativa. Desde lo queer se pretende cuestionar los binarismos sexogenéricos, masculino/femenino, varón/ mujer, heterosexualidad/homosexualidad. Las identidades transgénero se hacen eco en este nombrarnos removidxs del mundo dual. Mientras tanto queda la duda de la relación de lo queer con las estructuras de poder, que como tales funcionan como oposiciones para describir lo real en clave de dominación/sometimiento. Profundizando el paréntesis, llamo la atención sobre la relación de proximidad y distancia que siento con la palabra, que resuena tanto en bocas de clase media como la mía y tan poco en barrios y vidas menos privilegiadas que le dan cuerpo a las estructuras de desigualdad que nos atraviesan. En este sentido destaco la diferencia entre lo trans y lo trava, impronta que no nace de los libros sino de la expulsión a las calles, de ese nombre gestado al calor del activismo sudaca y que tiene poco o nada de queer. En lo personal, tengo un pie en cada lado del río, de considerar las desigualdades colectivas a los activismos que se anclan desde escalas más individuales/individualistas, desde ya que pretendería mover los roles si esto fuera una danza, no puedo ni quiero pensar uno sin el otro, creo que sería renunciar a escalas de sentido, lo individual y lo colectivo… Entonces, sin perder la mirada de clase, la pregunta pasa por el potencial subversivo que puede tener la “performatividad de género”, como cambiar los roles en las danzas populares, cuyo folklore es tradicionalmente binario. Es una gesta de cambio de rumbo que se vive desde cada cuerpo. Por el mío han pasado distintas sensaciones de femineidad y masculinidad cuando arranqué con el rol de llevar en el tango. Me sentía rara, masculina. Luego, esa sensa23


ción desapareció, había sido temporaria, pasajera. Así como habitar prácticas sexuales por fuera de la heterosexualidad pueden sentirse ajenas hasta que dejan de serlo. Ya no era ni masculino ni femenino poder guiar o ser guiada. Los roles de danza habían perdido la connotación de género, incluso de orientación (hetero) sexual. Es la desprogramación de género no racionalizada ni planeada con antelación, la que sucede desde la misma práctica. Una subversión encarnada que puede extenderse como experiencia colectiva. Es impresionante haber visto nacer una propuesta contra normativa, cómo fue desplegando sus pétalos, ramas y monstruosas raíces hasta salirse de las cuevas que le dieron origen y extenderse lo suficiente como para disputar la tradición. Es la revancha de la historia, emociona. T A

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Cuando bailamos pasan cosas que no pasan en otra parte. Hay un goce, un placer de bailar, cualquier danza, popular o no, con técnica o sin ella, en clases o fiestas. El placer del cuerpo (que suele pensarse solo para lo sexual), el goce de contacto con otros cuerpos, la intimidad fugaz de bailar un tema agarradx o sueltx. Tango, rock, cumbia, reggaeton, contact improvisación, folklore, candombe, salsa, lo que suene en la lista. La connotación “sexual” puede estar más o menos presente, según la representación popular que tenga cada danza, pero no tiene que ver con ese “pasarla bien” que sucede cuando los cuerpos están juntos, encontrados en el anonimato de una pista de baile. Hace poco empecé a ir a unas clases llamadas “de entrenamiento queer”, donde aprendemos distintos géneros latinos asociados al reggaetón, el salsatón, el hip hop, el afro beat y tantos otros que aún no recuerdo su nombre. No es para va24


rones heterosexuales, sino para lesbianas, mujeres, maricas y travas (que no vienen pero podrían). Hacemos los dos roles que en clave torta se sienten algo desdibujados. Es fascinante cómo a las feministas el perreo viene a interpelarnos al máximo. Porque efectivamente, los roles de danza emulan los de género, y en el perreo en particular, emulan la heteropráctica sexual en representaciones casi literales del mandato varón-penetrar-mujer. El varón siempre provocado por una mujer siempre caliente que lo provoca, lo justifica a él en su accionar, y en su no mover la cola. El estereotipo de la puta deseante/complaciente se nos filtra poniéndonos contra la pared a las feministas que nos encanta perrear (cuánto peor si somos abolicionistas). Pero sí, incluso ese “ser puta” tiene mucho de mí, si de estereotipo se trata en su fantasía normativa y falaz de libertad sexual, tan contrastante con las putas de carne y hueso que no la pasen tan bien como la venden. Ser perra, gata, trola se recupera y resignifica desde el feminismo al dejar de lado, justamente, a los tipos. Simbólicamente en primer lugar, también materialmente (no perrearía con cualquier varón heterosexual). Toda esa potencia contenida en las caderas, la pelvis, el mover el culo, es demasiado placer junto. Nota al pie: hay una relación muy primaria entre el movimiento de la cadera y el sistema nervioso, que aún no he investigado y seguro ni haga falta para fundamentar el goce pero me parece lindo rescatar que es un placer que nos circula desde que nacemos. Es una herencia de riqueza sensorial, de todxs los cuerpos, que el patriarcado justamente ha querido siempre controlar con prescripciones sobre el cuerpo a través de religiones, reglas de alimentación, prohibiciones, mandatos, abstinencias, ingestión de drogas, de heterosexualidad normativa y maternidad forzada, de matrimonio y prostitución, de división sexual del trabajo y de roles de danza. El hecho es que aún a pesar de los estereotipos, o a causa de 25


ellos, hay una fuerza de disrupción imparable cuando nos animamos a ocupar el espacio que nos fue vedado, cuando meneamos entre nosotras o nos llevamos una a la otra, en la milonga, la tanda entera de cuatro tangos. Cuando nos guiamos y dejamos guiar, cuando hacemos de mujer y también hacemos de varón…es que ese movernos de rol nos hace olvidar el género, nos hace moverlo en verdad, volviéndonos no binarixs, trans, xxy, disidentes. Ahora que la imaginería de los aliens tiene tanta vida en nuestras representaciones activistas, me imagino dos aliens bailando Pugliese y se me cae la baba. R E L A C I O N E S

F E M I N I S TA S

Para bailar improvisando los roles y los pasos, hace falta una conexión suficiente entre los cuerpos. Hace falta ese abrazo, no solo de forma, sino atencional, emotivo. Estar presente en ese tercer cuerpo que se arma de a dos. No hay lugar para automatismos, ni fórmulas repetidas. Porque el tango puede romper al máximo con lo coreográfico al descomponerse en pasos, es una de las danzas más improvisadas que existen. Es una forma de caminar con otrx. Las figuras se arman a medida que se hacen, que se juegan en la pista, con distintas intensidades y calidades de movimiento. Hay lugar para que los cuerpos se entrelacen, pero también se distancien, giren y hasta se detengan… El cambiar los roles posibilita experimentar las distintas sensaciones que se juegan en uno y en otro lugar, la forma distinta de mirar la pista, de sentir el cuerpo, de iniciar la acción o quedar a la espera, de jugar a fusionar los roles… uno más propositivo, el otro más en un lugar de respuesta, son dialógicos y pueden mutar cada vez que se desee. Es una conversación que puede darse por tandas definidas, 26


bien demarcadas, consensuadas previamente o bien en fragmentos cortos, espontáneos, no tan pautados. Posibilita un juego donde se pierden los estribos fácilmente porque de a momentos no sabés quién está llevando a quién, es un compartir continuado. No hay una prescripción que señale la danza más que los cuerpos situados en un espacio y tiempo. La danza se arma a medida que se hace en ese abrazo que se pone en movimiento, ni un segundo antes. Por eso no hay una forma correcta de hacerlo, y por eso no existe el error. Estalla la normativa pre-establecida de cómo debe ser la danza, o una relación. La improvisación compartida hace al tango de una libertad creativa que lo constituye, y en ese sentido tiene una enorme fuerza poética. Así, surge la metáfora del tango queer para pensar las relaciones. Podemos decir que nos sirve aquí como metáfora de vínculo, porque se plantea como roles con igual valor y con posibilidad de ser rotados, y también es particular, porque lo que sucede en cada abrazo es único. Cada calor, tamaño corporal, altura, forma de moverse y de tocarse, lo son. El espíritu improvisado crece con el cambio de roles del Tango queer. Es relacionarnos desde la igualdad, buscando ese puente común entre los cuerpos abrazados, más allá de su género u orientación sexual. La comunicación que se despierta y agudiza a partir de ese entrelazarse sensible, latente al cambio, viabiliza el propio goce sin desatender lo que puede desear o necesitar el otro cuerpo. Estar atentx al otrx, con una concentración suficiente que antes que olvidar el disfrute, lo potencia, con agilidad refleja y creatividad emergente. Esta soltura se da también alrededor del baile en sí, cuando las personas circulan libremente para invitarse a bailar, donde las parejas de baile rotan y al cabo de la noche pasaste por mil abrazos, complicidades y parejas de baile. Algo 27


se afloja en el herrumbrado mandato de amor posesivo. En este sentido, el tango también hace justicia con ideales libertarios de amor libre, que tomados aquí con liviandad, rotar las parejas todo el tiempo en la pista de baile puede ayudarnos a comprender un poco más que los placeres pueden compartirse. Siempre que haya códigos comunes, hay más para ganar que para perder. “Estar en relación” como bailar de una manera atenta, consensuada, amorosa, son esos los términos. Y destaco, sobre todo teniendo en cuenta el placer que nos causa hacerlo de esa manera. Porque nos acostumbramos a asociar lo placentero con lo desigual, con lo violento, cómo las fantasías sexuales de dominación/sometimiento calientan más que una fantasía que basa su erotismo en el consenso y la no imposición. Descolonizar nuestras fantasías, es una inmensa tarea revolucionaria del feminismo y tiene que ver con esto, con recuperar el placer que nos dan las prácticas de goce, escucha y consenso mutuos. Si lo pienso en clave feminista, el Tango Queer resulta una hermosa metáfora por su fortaleza y profundidad para pensar el amor y las relaciones, con amigxs, amantes, novixs, compañerxs de todo tipo, tamaño y color. Todos y cada unx deben comprenderse en cada abrazo.

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Mayra Lucio Feminista y antropóloga, escribe desde siempre pero le cuesta la palabra escritora. Publicó un libro de poemas hace aproximadamente diez años, Amanecer Oscuro, en Milena Caserola. Tiene dos blogs que agrupan algunos poemas, apocalipsismiau.blogspot y ardipapi.blogspot. Escribe cuentos, notas y también textos de corte académico en torno a la antropología del cuerpo y de género, tango queer, racismo, entre otros temas. Publicó un capítulo de su investigación sobre el cambio de roles en el tango danza, en el libro Cuerpos en movimiento (Biblos, 2012) y unos escritos en Cuadernos de Existencia Lesbiana y en revista Matria. Ha hecho tres fanzines con el grupo activista Maleza sobre feminismo, prostitución, disidencia sexual y terroerotismo poético. Entre las diversas búsquedas, hay un incesante patrón de entrecruzar prácticas corporales con teorías, imágenes, palabras.

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¿EL OCASO DE LOS ÍDOLOS?

Sobre los ídolos que inventó el capitalismo y derroca el feminismo. Por Jacqui Casais

“Cuando el machismo y el racismo hayan pasado de moda, ¿Cuánto valdrá tu colección?” Guerrilla Girls

Desde las denuncias por abusos y violación a Cristian Aldana (El otro yo) y Miguel del Pópolo (La Ola) se empezaron a cuestionar y al fin condenar los viejos estereotipos de rock. El hecho de que las denuncias se hayan producido dentro del marco de la escena del rock y no de otro género, no es casual y tiene que ver con la historia invisibilizada del rol de las mujeres artistas como rompedoras de estereotipos y sus aportes feministas: A finales de los sesenta en el marco de la segunda ola del feminismo Janis Joplin se destacó como una de las figuras más importantes del multitudinario movimiento hippie. En los setenta, Patti Smith emerge dentro movimiento punk con una imagen andrógina y sin culpa: “Jesús murió por los pecados de alguien, pero no por los míos”. También podemos nombrar a Debby Harry como una mujer al frente de una banda (Blondie) aportando a la visibilidad femenina en la música y a las Runaways la banda integrada por Joan Jett, una de las primeras bandas de mujeres. Luego las Riot Grrrl de los noventa, en el marco de la tercera ola del feminismo (En Argentina las referentas del 30


movimiento fueron las She-Devils quienes hicieron fanzines como Resistencia y Drag). Este movimiento nace en EEUU donde bandas formadas por mujeres manifestaban su derecho a expresarse con letras contra la violencia machista, los abusos y violaciones. Exigiendo un lugar en la escena del rock en el marco de mucha violencia ya el público a menudo las insultaban y hasta golpeaban. El movimiento Riot aportó no solo la cuota feminista al rock sino también la mirada anticapitalista desde la autogestión (do it yourself ). Esta historia del rock hecha por mujeres contribuyó a formar una perspectiva feminista. Hoy gracias a la valentía y empoderamiento de las primeras denunciantes en nuestro país se fueron animando a denunciar cada vez más mujeres abusos que estaban naturalizados en la escena. Este empoderamiento es un logro del avance del feminismo, que llevó muchos años de deconstrucción cultural. Hoy vemos sus frutos y nos da fuerza para seguir luchando contra el patriarcado, pero también tenemos que ocuparnos de seguir sembrándolos. “El feminismo eficaz tiene que luchar contra la homofobia, la explotación de clase, raza, género y especie” Angela Davis En esta cuarta ola del feminismo que estamos atravesando, en nuestra región y en nuestro país con la vuelta del neoliberalismo, parece ser que no alcanza con ocupar espacios que históricamente fueron asignados a los cis varones, sino crear los propios, los nuestros, inventar nuestra manera de hacer las cosas, para no reproducir estas conductas, para romper con los conceptos patriarcales y capitalistas, con lo vertical y falocéntrico, con la figura de rockstar que encontramos 31


en músicos, escritores, fotógrafos, artistas visuales etc. Este estereotipo de “artista” es a las mujeres lo que el patrón o el empresariado es lxs trabajadorxs: no son una figura para admirar, no hay solo suerte en su vida y menos ingenuidad en su discurso. Hay privilegios y poder, porque sabemos que ese tipo de “artista” es un producto que tiene atrás un aparato que lo sostiene con el fin de bajar una línea concreta, como por ejemplo, invisibilizar los cuerpos feminizados y a las masculinidades disidentes y promover la violencia hacia nosotras, lavar y hacer de fácil digestión las ideas feministas y principalmente dejar al arte en manos de un sector privilegiado y dejarle al sector popular la etiqueta de marginal. Hay una industria del arte que está en desarrollo y que nos sigue excluyendo. En la cultura independiente hay una cuestión clasista, no todxs tenemos las mismas posibilidades económicas, la mayoría de lxs artistas tenemos que dividir el tiempo entre trabajar y producir nuestra obra. El hecho de que defendamos el arte independiente y autogestivo no significa que le saquemos responsabilidades al Estado. Mientras vivamos en este sistema sabemos que el Estado solamente va a estar dispuesto a subsidiar al arte que le parece que “esta bien” y a veces a cualquiera que simplemente tenga ganas y tiempo de presentarse al subsidio o quienes contratan a personas que los hagan. No solo es nuestro derecho pedir subsidios que nos ponen en horrible competencia con otrxs artistas, sino también es un derecho conocer las herramientas para emanciparnos y organizarnos, y debemos exigir que el Estado nos asegure espacios accesibles y en condiciones para poder trabajar y que todxs podamos elegir con libertad sobre nuestros “consumos” culturales. El Estado también tiene que ocuparse de que el arte no sea solo patrimonio de unxs pocxs y eso tenemos que tener32


lo siempre en cuenta. En especial los Centros Culturales y artistas que reciben apoyo económico del sector público, cuando le ponen precio excesivo la barra y a entradas no están al alcance de trabajadorxs ni estudiantes. ¿Cuál es el público que esta nueva industria de la cultura subsidiada quiere crear? Que el arte independiente esté, al igual que el mainstream, sostenido y creado por un sector privilegiado es perpetuar al patriarcado y su verticalidad. Atrás de cualquier obra siempre hay más de un actor en juego, gracias a ese respaldo las cosas siempre salen mejor si hay unx expertx ocupándose de cada cuestión. Pero no siempre eso es posible, y saber hacerlo nos empodera y colaboramos con deconstruir este estereotipo de “ídolo” o de artista burgués que cayó del cielo. También ayudar a otrxs artistas como comunidad nos empodera. No significa que todxs tenemos que saber hacer todo, pero si significa que salgamos del lugar pasivo, y nos unamos, porque quieres quieren que el liberalismo avance, quieren que retrocedan nuestros derechos individuales de crear en libertad y en condiciones dignas.

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Jacqui Casais Feminista, música y poeta. Forma parte de Megafauna con quienes organiza desde 2015 el Festi Indiana. Coordina y escribe en Ni groupies ni musas, fanzine y plataforma de investigación sobre arte y feminismo nigroupiesnimusas.wordpress.com. Participó en la antología poética El Rayo Verde (Viajero Insomne, 2014). Editó de manera independiente su plaqueta de poemas Pop dramático, los fanzines La hiedra Zine y Ni groupies ni musas. En 2015 compiló Nunca seré poesía (Ed. El Gourmet Musical). En 2016 editó su libro de poemas Me tengo harta (Ed. Piloto de Tomenta). Coordina el ciclo de poesía Fanática de los boliches en Fiesta Jolie y el taller de poesía con perpectiva feminista “Ni groupies ni musas!” en Feliza.

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