Mis Historias (libro)

Page 1

Mis Historias Victoria Constanza Salas Heinrich


Elaboración y confección: Diagramación: Victoria Constanza Salas Heinrich Diseño: Diego Segundo Valencia A.

Año 2022


Prólogo Este librillo nace en un contexto de práctica profesional, en el Hogar protegido de Varones de Osorno. Dicha práctica correspondió al proceso académico de quién escribe, que junto con la ayuda de los amigos y usuarios que viven en el hogar, dio pie a la construcción conjunta de estas narrativas. Cuando se menciona “usuario”, se hace referencia directa a los miembros del hogar protegido. Los escritos que se desarrollan a continuación están basados en sus historias personales de vida; experiencias de capítulos altamente significativos para ellos, que integran sus desafíos, sus buenas y malas memorias, sus apreciaciones desde el presente bajo el análisis de quien construye e hilvana sus experiencias. El trabajo se realizó con suma delicadeza, primero presentando todos los resguardos éticos que comprendían el proceso de construcción de las narrativas. Reiterando los principios de autonomía, confidencialidad, voluntariedad, entre otros. Minimizando todo riesgo de victimización secundaria, o persuasión a abrir alguna puerta que no deba, o no se quiera abrir. Sobre todas las cosas, se prioriza la valorización de sus experiencias, su humanidad, su capacidad de resiliencia ante las dificultades, su posición en el mundo, el repertorio de aprendizajes personales, el significado de estas mismas historias para ellos narradas desde la primera persona. La dicha asociada de compartirlas con el universo que les rodea. El proceso para construir las narrativas incluye la elección de un tema de interés para el autor principal (el usuario), varias entrevistas y revisiones, lo que incluye lecturas y correcciones, elaboración del escribiente (en este caso la estudiante de psicología) hasta que la persona (usuario) queda satisfecha con el producto final. Para finalizar de manera adicional, se muestra la elaboración de un “patchwork”, un conglomerado de preguntas (10) en común, que se han hecho a cinco usuarios del hogar protegido. Cada pregunta fue hecha de manera individual al usuario, y su respuesta es de carácter anónimo. Estas preguntas muestran un panorama global sobre una misma idea, donde el lector puede sacar sus conclusiones y apreciaciones sobre esa temática en particular, desde el punto subjetivo de los usuarios.



I


Mis inicios en Santiago Mi infancia fue tranquila, crecí como hijo único, junto a mi padre y mi madre. Ambos trabajaban en oficios similares ella era modista y él sastre. Ella no pudo tener más hijos, por problemas de salud. Crecí como el regalón de mis padres. Mi mamá hacía las tortas para mis cumpleaños, con merengue. Y mi padre, para las navidades se vestía de viejito pascuero. Siempre muy preocupados de mí, de que fuera feliz. Como a los 12 años, hubo un accidente del camino de la escuela hacia mi casa, cuando regresaba me cayó un fierro del toldo de un bazar. Se me cayó en la cabeza, fue un accidente. Tiempo después empecé a bajar mis notas en el colegio, empecé a hablar extraño, me pesaba la lengua, y mis padres sintieron que debía chequearme un médico. Fue en octavo básico, que mi mamá me acompañó al hospital, era un hospital muy pero muy grande. En esos chequeos me derivan al psiquiátrico, nos dan el diagnóstico y me dice la doctora que tengo esquizofrenia. Me dijeron que mi esquizofrenia era “pasiva”, que no era violenta. Lo que se notó mucho, es que yo tenía buenas notas en el colegio, y estas bajaron considerablemente. Para mí fue novedoso, fue algo totalmente nuevo, la verdad no sabía de qué se trataba. Me explicaron algo, que la mente no funcionaba bien, que tenía problemas. Y me empezaron a dar remedios para esto, desde ese tiempo. Mi mamá se lo tomo con tranquilidad, se lo tomó bien, conversó conmigo, y seguimos adelante. De mi tiempo de adolescente, como a los 13 o 14 años, tengo buenos recuerdos de una tía que se llama Nora, en Santiago, con ella siempre lo pasábamos de lo más bien, en tiempos de 18 de Septiembre nos íbamos con ella a comer a la fonda, completos, bebidas, empanadas y todo el asunto. Íbamos también con mi padre y mi madre, todos en patota. Tengo recuerdos muy lindos, de esos tiempos.



Mis estudios de electrónica Yo siempre quise estudiar electrónica, todo eso me llamaba la atención. Puede parecer raro, ya que mi padre era sastre y mi madre modista, que les saliera un hijo bueno para la electrónica. Un día me acerco a mi padre y le comento que quería estudiar electrónica, entonces empezamos a buscar un lugar. No sabíamos nada, ni teníamos idea de dónde, hasta que un día íbamos en una micro allá en Santiago, y vimos un letrero por la ventana que decía “admisión a electrónica”. Yo dije, ahí yo quiero estar. Entonces hicimos todos los trámites necesarios para que yo ingresara allí y así fue. Y era justo lo que yo quería estudiar, cuando yo tenía seis años hice un dibujito de un diodo de rectificador, sin saber lo que era, sin saber que estaba dibujando, lo hice de pura intuición. Esto sirve para que la corriente alterna se convierta en corriente continua. Y eso lo dibuje en un cuaderno, después cuando me puse a estudiar lo encontré y me di cuenta que era lo que había dibujado. Así que después me descubrí, descubrí mi propio talento y descubrí que esto ya estaba inventado, lo del diodo. Que lo llevan las radios, los citófonos, los teléfonos, los computadores, los televisores y todos esos asuntos. Yo siento que desde siempre estuve destinado a estudiar esta profesión. Cuando yo fui a ese liceo y vi ese dibujo que había hecho de pequeño, sentí que estaba viendo mi futuro. Yo viví en Peñalolén Quilicura, en Santiago, cuando estuve estudiando mi electrónica, te cuento que la gente era muy burlona, se reían de cualquier cosa. El instituto donde estudiaba se llamaba igual que la Avenida, Avenida Independencia. En esta época yo tenía como 17, 18, 19 años. Y eso, había compañeros que se burlan de mí, me decían cosas, sobrenombres, apodos, toda la cuestión. Pero yo como soy inteligente, les hacía la vuelta, la reversa, y se te quedaban callados. O sea se atascaban. De esa forma les ponía un freno. Igual entre toda esa gente que me molestaba, había algunos que me tenían envidia, sipo, me envidiaban, por las cosas que yo lograba hacer. Yo era bueno en mi profesión, lo único que me costó mucho aprender son las mallas, las resistencias y todo ese asunto matemático, aquellas cosas que tenían que ver con los cálculos. Pero de todos modos yo salí, salí adelante en ese asunto. Fue difícil estudiar mi electrónica, por mi discapacidad mental. Terminé mi profesión y salí con un diploma. En total mis estudios duraron dos años y la práctica cuatro meses.



Vinimos a Osorno En el año 1990 aproximadamente nos venimos a Osorno junto a mis padres, como mi padre era sastre y mi madre modista, con la llegada de las ropas Americanas, ya no tenían trabajo. Así que por ese motivo venimos a Osorno, para que él busque trabajo. Tenía que lograr mantenernos a mí y a mi madre. Un tiempo vendimos lámparas de velador, mi padre trabajó en eso y yo le ayudé, a hacer los enchufes y todo ese asunto. Pero hasta ahí no más le ayudaba, porque me daba miedo electrocutarme, sobre todo con mi enfermedad. Vivíamos en Francke, mi padre intentó trabajar en la construcción, no era muy hábil porque no tenía los conocimientos ni la costumbre, sabía poco. Lamentablemente sufrió un accidente, tiempo después padeció cáncer y falleció. Por un tiempo, vivimos solos con mi mamá, éramos los dos. A veces ella se enojaba porque la interrumpía demasiado y cometía errores. Ese fue un tiempo que tuve un alza en mi enfermedad. Un día visitamos a mi abuelo, donde mi madre sufre un accidente, cae por una escalera, lo que la tuvo muy delicada de salud, después también le da cáncer. Ella se preocupó mucho sobre lo que sucedería conmigo, si ella fallecía. Escribió una carta al servicio de salud para solicitar con más ímpetu que se abriera un hogar protegido en Osorno. Para que yo no quedara sin un hogar. Finalmente mi madre fallece. Ya estando solo, yo me retiro de esa casa y me voy a vivir donde un tío político. Pero donde mi tío tampoco estuve bien porque él pensaba que yo era una persona que no tenía problemas mentales, quizás no se me notaba a simple vista, pero a la larga, día a día, empezó a notar mi discapacidad. Yo tenía que ayudarle con las vacas, cosas que nunca antes había hecho, hacíamos corto circuito con mi tío, me decía “cómo no vas a poder domar una vaca”. Yo era de Santiago, y no tenía nada que ver con el campo, para mí era difícil, más encima me costaba calmar a mi tío en su enojo, le decía “tío tenga paciencia conmigo, usted sabe cómo soy”. Después tuve problemas con mis primas, con los hijos de ellas. Me molestaban, me escondían las cosas, los zapatos, la radio. Y así po’, yo le decía a mi tío… pero él se enojaba conmigo porque creía que era yo el que estaba mal haciendo esas cosas. Así que incluso mi tío también puso empeño para que yo tenga un hogar. Yo peñizque’ harto a la asistente social, a los médicos, a todos en el servicio, necesitaba el hogar protegido. También dejaba notas en los libros de sugerencia del Cosam antiguo. Yo lo tenía en mente porque con mi madre teníamos pensado este proyecto, esta posibilidad digamos. Yo iba mucho a Cosam oriente, a los talleres, pero también estuve hospitalizado ahí, por mi esquizofrenia. Incluso me hicieron electro shock, yo quería mejorarme, estaba mejorando. Yo tenía mis decaídas, y después tuve una recaída, no recuerdo bien ese asunto, creo que me falla la memoria. Luego de todos esos vaivenes, me dan la buena noticia de que el hogar protegido se abriría, y yo tendría un nuevo lugar para vivir. De hecho recuerdo el día que llegué, fui el primero, estaba la cuidadora ayudando a limpiar unas cosas, y arreglando todo. Incluso fui yo quien dio el discurso de la inauguración de este lugar, los agradecimientos a las autoridades. Lo recuerdo como un lindo día, me entrevistaron del diario Austral y salí en la televisión regional.



La Carta Años atrás le escribí una carta a la presidenta Bachelet, le agradecí por el hogar protegido, le pedí que aumente las pensiones a 500.000$, que haga más leyes para los discapacitados, para que nos respeten. A veces ni los colectiveros paran para llevarnos, así que también le mencioné eso. Las personas creen que uno les puede hacer algo, que podemos violentarlos, pero realmente no es así. Cuando se me ocurrió escribir esta carta, yo en ese tiempo estaba inventando el sistema RP y el cable molecular. Se me vino la idea de pedirle a la presidenta si podía inventar el billete de un millón y el billete de 500 mil pesos. El billete de un millón tendría la cara de Bernardo O’Higgins y Arturo Prat, el de 500 la cara de Pedro de Valdivia. Se me ocurrió que era una gran idea, finalmente no ha pasado. Yo no sé qué sucedió con esa carta. En relación a algo muy importante de esta carta y los billetes, relataré algo que nadie nunca me cree, porque la gente piensa que estoy loco. Mis padres a pesar de que murieron, ellos aún están vivos, ellos viven en Espíritu Santo. Yo converso con ellos, y según me dice mi padre, a mí me están buscando para hacer ese dinero. El presidente actual mandó personas a buscarme para inventar esos billetes. Cuando converso con mi padre, me dice cosas interesantes, así que me digo a mi mismo que debo tener paciencia, que esos dineros van a estar pronto. Ya que me buscan con mucha tecnología, me buscan por satélite.



Finalmente En conclusión, para mí lo más difícil de mi enfermedad, es la paciencia que tuve que tener con los compañeros cuando estudiaba electrónica. Y lo otro, los desafíos que tuve al calcular, referente a lo matemático. Quizás algún día, si Dios quiere, podré volver a estudiar mi profesión de nuevo, si me dan la oportunidad, me encantaría. Yo creo que podría mejorar con el tiempo, e incluso ejercer bien mi profesión. Tengo la esperanza de que alguna vez vuelva a tener mi profesión en mis manos. A mí la esquizofrenia me cambió la vida, para bien y para mal. Yo estoy de acuerdo con tomar mis fármacos, son buenos, me hacen bien, más encima no tengo que pagarlos, menos mal. Si no los tomo, me descompenso, y vuelta atrás la misma cuestión. Por ahora estoy contento donde estoy, en el hogar, estoy evaluando si me voy a vivir solo a mi casa en Francke el año 2029, voy a ir viendo cómo se van dando las cosas. Me gustaría mucho tener una habitación para mí solo. Finalmente hay que seguir adelante, uno solo se hace su camino y su destino. Tengo el deseo de que me vaya bien.



II



La calle Zenteno Hoy tengo 71 años, vivo en el hogar protegido de varones de Osorno. Mi vida inició en una familia bastante común, en calle Zenteno, junto a mis padres, y mis cuatro hermanas. Mis padres se dedicaron mayormente al campo, mi infancia fue bonita, jugando con los niños del vecindario. Junto a ellos fuimos creciendo y nos convertimos en jóvenes, hacíamos serenata en una glorieta muy linda que había en una plazuela. Uno de ellos tocaba la guitarra y los otros cantábamos las canciones. En esos tiempos era un joven hogareño. Después las cosas comenzaron a cambiar paulatinamente.



La Botillería Me ofrecieron trabajo en una botillería, el cual acepté con gusto. Mi trabajo consistía en atención al público. El primer tiempo las cosas se dieron de manera amigable, nos regalaban alcohol o bebidas, para vísperas de las fiestas. Entonces teníamos la opción de recibir un dinero a fin de año, o pedir licor. Y así, uno pedía Sinzano, otro pedía Oporto, otro pedía un Pisco, un Vermut. Todos pedíamos distintas cosas, después el mismo grupo comenzó a reunirse para consumir todo lo que habíamos pedido. Entonces conversábamos y hacíamos vida social. Esto fue convirtiéndose en una costumbre. Todo esto acontecía en Av. Mackenna, por ahí quedaba mi trabajo. Fueron como tres años con ese estilo de vida, donde consumí mucho alcohol. Tenía 25 años cuando esto estaba pasando. Yo trabajé durante un tiempo, luego dejé de trabajar, había de más personal y en base a las circunstancias me toco retirarme. Más encima, en una ocasión me inculparon de sustraer mercadería sin avisar, insinuando un hurto. E inventaron toda una historia, de que había mandado ese licor con otra persona que vino a comprar. Fue todo un mal entendido, el cabro que hizo esa acusación me tenía mucha rabia, porque me estimaban y consideraban mucho ahí donde yo trabajaba, los jefes me tenían buena. Con esa acusación falsa, me llevaron detenido, ese fue uno de mis peores momentos. Finalmente también fue una de las razones por las que me fui de ahí. Me cuesta tanto hilvanar esta historia, hoy por hoy tengo muchos vacíos en mi memoria, pero estoy haciendo un esfuerzo importante para que puedan conocer lo que me pasó. Siento que todo lo que aconteció fue producto de una gran nostalgia, una soledad interior. No sé bien cómo fue que de una cosa pase a otra, no dejé el alcohol, y este se apoderó de mí, me arrepiento mucho. Todo lo que me pasa hoy con mi memoria, tiene que ver con ese consumo de alcohol. Luego que me fui de ahí, seguí consumiendo alcohol, pero no con tanta frecuencia, sino de manera esporádica. Un tiempo viví con una de mis hermanas, a ella no le gustaba que tomara tanto, a ella no le gustaba nada de lo que yo hacía. A pesar de todo esto, no era de esos hombres que armaba escándalo, como otros que se ponen agresivos o gritan, yo era un borracho bien amable. Lo que me pasaba con el licor, es que este me producía alegría.



El antiguo psiquiátrico Logro dejar el alcohol cuando me ingresan al Centro de Salud Mental, el antiguo psiquiátrico. Eso fue alrededor de 1965, tendría como unos 30 años. Yo viví ahí varios años, no recuerdo bien las fechas, pero mínimo hasta el año 70 yo viví ahí en ese lugar. Igual sentí momentos de alivio en ese lugar, tenía tiempo libre para hacer deporte, yo hacía básquetbol. Era más como acortar las horas libres. Hice amistad allá dentro, pero con las tías, las señoras que atendían por turnos. Me agarró buena una señora que repartía la comida, entonces me daba más comida que a los demás. A algunos compañeros esto les molestaba, les daba envidia. A mí me gustaba conversar con ellas, entonces hacía amistad. Los médicos razonaron conmigo, sobre el problema del alcohol, sobre mi problema de salud. Hubo algunos enfermeros que fueron amables, a veces me regalaban uno que otro cigarro. Cuando mis hermanas me llevaban algo bueno, yo repartía y cambiaba por cigarro. Mis hermanas a veces me iban a ver, o una vez al mes me llevaban comida o para víspera de fiestas. Ellas tenían miedo, de que me metieran o implantaran cosas en la cabeza, o malas costumbres, como por ejemplo el consumo de droga. Había mucha droga circulando dentro de ese psiquiátrico. Me ofrecieron sí, pero me negué a consumir. Yo sabía que basta para consumir una vez y no dejar más. Ya me había pasado con el alcohol. Circulaban papelillos por ejemplo, hacían decomiso de drogas, esa droga entraba por otros compañeros de celda, que les llevaban cosas y a la escondida ingresaban esa droga. Yo así lo sentí durante mucho tiempo, como una cárcel, nos trataban así igual, uno se sentía mal. A veces me encerraban en la habitación, ese era el castigo para quien desobedecía las órdenes. Si no hacías lo que te decían, te encerraban. No había libertad, no me dejaban salir por ejemplo a visitar a alguien. Cada tres meses, según el comportamiento que hubiese tenido yo adentro, entonces me premiaban con una salida, que duraba dos días. Volviendo al asunto de las drogas, ese era uno de los miedos de mi hermana, que callera en ese vicio de la droga. No sucedió.



La evaluación Después de todos esos años, llegó el día en que me evaluaron, me hicieron responder un cuestionario y me dieron de alta. Me diagnosticaron un tipo de demencia, derivada por el elevado consumo de alcohol. Me tomé ese diagnóstico muy a pecho, me sentía tan responsable, que yo había causado con mis acciones esto, me dañe tanto. Pero cuando me fui, me sentía libre, respirando otro aire. Me voy a vivir con mi hermana, pero las cosas no salen perfectamente, no nos llevamos mal, pero tampoco bien. La situación con ella se malea, en eso, un visitador social, junto a un médico del hospital me da la opción de venir a vivir al hogar protegido. Entonces me recomiendan que venga a vivir acá al hogar.



El Hogar Protegido Sucede que yo volví a estar un tiempo en el hospital, en la parte de psiquiatría. Y de ahí yo me vengo para el hogar. Me vinieron a dejar en vehículo, de primera fue difícil adaptarme al hogar, yo sentía que se me perdían cosas acá. Yo no extrañé mucho a la familia, como que me acostumbré a tener mis amigos por fuera. Igual a veces, con el paso de los años esa soledad regresa a mí, me levanto bajoneado, me viene la pena, y en mi mente, como una fantasía, me gustaría irme lejos de aquí y no volver más. No tengo amigos, aquí con los compañeros del hogar, los trato a todos igual, pero no siento que tenga amigos, lo que para mí de verdad significa una amistad. Me gustaría tener una mejor sociabilidad, más amor y cariño. Siento que podríamos mejorar en el hogar al tratarnos con más amor y cariño. De mi parte siempre, intento poner la mejor disposición, de tener un buen trato con mis semejantes. Yo hoy le diría a una persona joven en mi situación que no haga caso omiso de las señales que se le presentan en el camino de su vida. Hay que tomar con responsabilidad lo que la vida nos va deparando. Yo nunca vi las posibles consecuencias de mis acciones, algo tan simple como tomar un vaso de licor. Hoy tengo problemas cada día para recordar las cosas en el corto plazo, para ordenar mis ideas, entre otras cosas.


III


Remedios Bueno cuando yo principie aquí, principie con mi prima a los médicos, yo era tan enfermo que me dijo: “Arturo por que no vamos a ver a un psiquiátrico pa’ que te vea, te puede mejorar o arreglar algo de tu vida”. Así que fuimos y resulto po’, en ese tiempo estaba el Doctor Díaz, tenía yo entre 35 a 40 años. Ella fue la que me ayudo, mi prima, empecé a hacer controles médicos y fui cumpliendo, cumpliendo me costaba harto…, cumplí, me daban remedios y todo, me los tomaba yo solo, claro hacia la embarrada con los remedios, yo vendía el Tonaril. No era tanto por la necesidad de la plata, en el mes eran como 12 lucas no más. Yo pensaba que no me hacía nada, que a mí no me servían, por eso lo vendía. Después el comprador se fue así que me lo empecé a tomar. Empecé a ir a los controles, y después seguí solito.



El hogar de Cristo Al tiempo después llegué al Hogar de Cristo, estuve como dos a tres meses sufriendo ahí, porque ahí sí que se sufre. Ahí no hay ningún arreglo, no hay pieza, no hay nada. Hay camas, pero todas meas. Hay gente que llega de afuera, llegan con trago, y hay algunos enfermos también, y mean las camas y uno agarra su cama y ya habían dormido y ya la habían meao. Un día Salí de ahí. Porque acá donde mi prima me invitaron a una comilona que tuvieron, no sé si cumpleaños, no sé qué cosa y salí, avisé que yo iba a salir y todo, por teléfono, y me dijeron ningún problema, está todo bien, me dijeron. Cuando llego la cama estaba pero pesimamente mea, mea, mea. No tenía donde dormir. Y me la habían sacado más encima, así que un compadrito me dijo: “amigo esto allá hay un colchón, páselo para acá”, ahí me lo arreglé un poquito. Pero el resto todo malo, para cambiar una sábana hay que levantarse a las 4 de la mañana. Hay que hacer cola ahí y ponerle su nombre y todo. Y así, hay comida si po’, pero poquito, no daban mucha comida, o sea daban las 4 comidas pero poquito. Hable con la asistente social para poder sacar una pensión, y me dijeron que lo intente solo, solo tuve que hacerlo eso, nadie me ayudo. Entonces hable con la asistente social, después con el Doctor Díaz, tenía que firmar unos papeles, lo pase a la muni, y esos papeles se fueron al norte que lo dan, y ahí te dicen si sale aceptado o no. Pasaron más de 9 meses y no me llegaba mi pensión y cuando ya perdí la esperanza ahí me llego. Estaba más feliz, era una plata que yo no tenía, que había que trabajarla, y que costaba trabajarla. Y enfermo más encima. Me tocaba hacer trabajos de campo, pozos purineros, o cosas así.



El choque en camioneta Puedo afirmar que me di cuenta que estaba enfermo realmente, cuando caí a la cárcel. Esa es una historia que comienza, con la compra de una camioneta. En esos tiempos vivía con mi señora en Pichil, y yo era muy bueno para tomar trago. Llego un concuñado a enseñarme a maniobrar el vehículo, pero eso terminaba en puro tomar y tomar. Así que una de esas noches, tomamos mucho, y yo cargosié a este hombre “vamos, vamos, vamos a tomar unos tragos a Osorno”. Así que nos fuimos a Osorno en camioneta, me lo lleve casi obligado, a la mitad de trayecto había un camión, lo pasé, lo aceleré y no me di cuenta que había otro vehículo adelante y le mandé el pencazo. Quedo todo hecho pedazo, yo quedé atrapado dentro, llegó carabineros, bomberos, llegó todo. Mi copiloto perdió su brazo. Una vez que me sacaron de ahí fui al hospital a recuperarme y luego ya a la cárcel. Por las lesiones, por saltar el disco pare, por el choque, por el no pago de los daños y así. Total que me dieron tres años y un día. Finalmente estuve un año y un mes. Ahí fue cuando me enfermé, yo creo que fue el estar tanto encerrado. Empecé a caminar sin parar en círculos, tomaba agua en exceso, no sabía cuándo comer, ni cuanto, estaba total desorientado, era una pesadilla en mi mente. Hubo un amigo gendarme que me conocía, y me dijo: “¿No te gustaría salir con diario y dominical, para que no estés tan enfermo?” porque me vio muy mal. Así que me llamaba, hablaba conmigo y yo en mis confusiones, veía en otro reo al diablo, y despavorido gritaba “allá está el diablo, está el diablo”, es que yo lo veía deforme, con las orejas grandes y cosas así. Más encima ese reo era buena gente, quería conversarme, aconsejarme. Así que ese gendarme me ayudó con los trámites para salir antes. Yo sí, no pude seguir, agarré dos bolsitas con ropa y me fui a Valdivia, a trabajar en lo que pillara por ahí en el campo. Yo no conocía nada, y partí enfermo, sin cumplir mi condena.



La Cárcel Yo creo que en la cárcel me enferme por el encierro no más, porque antes no estaba enfermo pero tomaba, tenía que tomar para tener personalidad para poder conversar, era tímido, nervioso me daba una cosa que comenzaba a tiritar, por eso tomaba, porque así se arreglaba mi personalidad. Me sentía más conversista, más hablador. Cuando pedí ayuda en el psiquiátrico estuve internado 1 mes, en el hospital viejo, fue una mala experiencia, me robaron los calcetines, me sacaban todo del velador, y yo enfermo, al final mi mama me iba a ver y me llevaba cosas y todo me lo habían robado. El personal me trataba bien, me dejaban ver a mi hijo Daniel y Alonso, que me fueron a ver para un festejo, aunque no me acuerdo bien de Alonso, pero Daniel si fue a verme, me vino a ver de aquí de la fundación Mi Casa, mis hijos vivieron en un hogar un tiempo y después vivieron con su mamá. Yo cuando discutí con ella y pelee tuve otra recaída más, después se fue y se juntó con otro con el que ella tuvo otros 2 hijos.


El psiquiátrico En el psiquiátrico estábamos encerrados con llave, no en las piezas pero no nos dejaban salir para la calle, me dijeron que ahí iba a dormir y descansar pero no fue así, porque molestan por las comidas, molestan por las inyecciones, molestan por las duchas. Me tenía que levantar a las 7 am para ducharme con agua fría o caliente aunque no estoy seguro, nunca me castigaron, pero si me obligaron a tomarme mis remedios. No me lo recuerdo pero, creo que salí mejor del psiquiátrico porque salí y adentro no lo pasaba bien, finalmente lo que quería era salir de ahí. Los médicos me trataron bien ellos me entendieron, las tías, los talleres, yo ahí hacia un cumplimiento no más solito porque nadie me obligaba, eso era en el hospital de día. El médico, la asistente social, que me ayudó con mi pensión, yo eso lo hice solito, porque no me ayudo mi familia, ni mis tías, me miraron con cara de que sabía lo que hacía, y me gusta que la gente piense eso de mí, porque yo creo que sé lo que hago. A veces se me enreda pero sé lo que hago. Siempre me anduvo molestando esta enfermedad y hasta el día de hoy me sigue molestando, aunque ahora menos si, harto menos.


Patchwork


¿Qué es para ti el hogar protegido? -Me alivié en el sentido de la comida un poco. Significa alimento, acogida, porque yo donde estaba, estaba mal. Para la ducha yo tenía que salir a la calle y dar la vuelta para ir a ducharme atrás. Cuando vivía solo.

-Es un hogar donde se pueda vivir tranquilo, donde se pueda disfrutar de muchas cosas buenas. Lo que me gusta de este hogar es que hay comida gratis, ducha gratis, todo es gratis. Y eso me gusta a mí.

-Mmm, bueno yo me he ido acostumbrando, de primera chuta con los problemas con Don (menciona compañero), y los problemas de mi familia, bueno estaba medio aburrido, pero de a poco me he ido acostumbrando. Mis compañeros poco hablan y así.

-Es un lugar que me presta mucha utilidad, sobre todo a los que no tenemos hogar. Aquí encontramos un hogar, en este lugar.

-El hogar protegido es para personas que en realidad no tienen casa y no tienen donde vivir y son echados a la calle por sus familias en una ocasión. Y ese hogar nos da la vida, porque en este lugar yo he recuperado mi memoria y me he restablecido, me he quedado mejor que en mi misma casa.


¿Qué fue lo más difícil al llegar? ¿Hubo algo difícil?

-Acostumbrarme aquí po’. A las órdenes de las cosas. No me acuerdo muy bien.

- No, yo empecé bien.

-Pillar el hogar, porque no lo pillábamos. Andábamos todo por ahí, de repente la señora que andaba con nosotros se le ocurrió llamar. (…) Siempre cuesta acostumbrarse a los demás chicos, será vergüenza, como que cuesta adaptarse.

-Yo estaba totalmente mal, y fui a un doctor que me quedó mirando con buen aprecio, con cariño y me dijo “quisieras ir a un lugar” porque yo estaba viviendo solo, sin hacerme ninguna comida y cosas así, no sabía nada, vivía más flaco que ahora porque no tenía que comer, porque no me daban plata para mi comida y yo tenía que pagar el agua, el gas y la luz, donde vivía en una casita pequeña, pero resulta que en ese sentido yo sufría.

-Al llegar fue… acostumbrarme a la, a la doctrina diaria de aquí.


¿Qué es lo que más te gusta del hogar?

- Lo hayo bien. Las comidas.

-Mi dormitorio, porque ahí duermo, descanso, me relajo todo lo que quiero.

-Bueno cuando hacimos, me gusta comer. Cuando traimos esas cuestiones, pichangas y todas esas cosas. Todos juntos.

-Ahora soy vegano, y puedo hacer mis cosas personales, me gusta cocinar lo que yo quiera, porque eso lo compro yo con el dinero que me da la pensión.

-Me gusta cuando salimos a pasear, nos distraemos mutuamente con los compañeros.


¿Cómo describirías la relación con los demás compañeros?

-Buena, apartando ah… (menciona compañero), con el resto no tengo ningún problema.

-A veces buena, a veces más o menos.

-Bien, solamente con Don (menciona compañero) hay problemas a veces. Evito tener problemas, soy una persona tranquila.

-Buena, buena… buena relación. Muy buena relación.

-Bien, bastante bien, yo trato de ayudarles, por ejemplo les dejo jugo de ciruela, les limpio las máquinas de afeitar, pero les pido a veces que me traigan una frutita.


¿Cómo se desarrolla un día comúnmente/ cotidiano aquí?

- El día sábado y domingo como que se relaja más uno. Aunque yo sigo mi día igual que los otros. El miércoles y jueves tengo varias labores de aseo.

- El aseo de baño, de sala, el aseo de cocina, lavar los platos. Tomamos desayuno, todo ese asunto. Salimos a Amore a los talleres.

-(Risas) Cuando no está Don (menciona compañero), está todo tranquilo se siente una paz a veces, es que poner una radio arriba, otra radio abajo, por aquí, por acá. Y todo fuerte po’. Antes no dejaba que los chicos pongan música en su pieza, les cerraba la puerta. Ahora no, ahora no dice nada.

-La rutina de la casa aquí es hacer las cosas como independientemente, como se maneja en el tablero.

-Levantarse en la mañana, hacer el aseo, hacer el aseo de las piezas, de la ropa que está sucia, hay que bajarla para que la laven. Y así po’, la rutina de la casa.


¿Cuáles son tus pasatiempos? ¿Qué te gusta hacer en tu tiempo libre?

-Salir a andar no más, me gustaría tener plata para salir a pasear donde mi hijo.

-Escuchar música, la de los 80’, esa en inglés.

-Escuchar deportes, escucho la cooperativa. Soy hincha de Colo-Colo. Dan los contratos en este tiempo. Sino escucho radio Sago. Escuchar música mexicana, los Charros de Lumaco y rancheras.

- En mi tiempo libre, ahora por ejemplo, hago de levantarme una hora después, porque yo me levantaba un cuarto para las seis a ducharme. Ahora me levanto más tarde. Tengo tiempo de mirar televisión.

-Me gusta salir y me gusta trabajar igual. Trabajar en lo que hay que hacer aquí. El aseo diario del hogar.


¿Cómo es la relación con tu familia?

-Buena. Pero para vivir con ellos no, porque ahí se pone mala la cosa. Y ellos mismos me dicen, que te vas a venir a vivir acá, a aburrirte solo, en el hogar estás bien. Por lo menos tienes gente que te acompañe. Y si te falta plata, ahí sí que se pone mala la cosa.

-Eh... a mis tíos de la Poza, bien, excelente.

-Ya no tengo relación con mi familia, yo quisiera ver a mi hermano. Decirle “hola, cómo estás”. Yo creo que él no está enojado, yo sé que si alguna vez lo encuentro por aquí, tendré que saludarlo no más, para saber si está enojado. Quizás que error cometí yo igual, con mi enfermedad (…) me gustaría alguna vez volver con ellos.

-Ahora está buena, porque en realidad, palabra que es cierto, porque este año me llevaron ellos a control médico y ellos pagaron todo. Pagaron toda la medicina y esas cosas que me dieron.

-La relación con mi familia es buena, estuvimos distanciados unos meses, pero ya eso pasó y ahora nos llevamos bien. Yo no visito sus hogares constantemente, pero cuando los visito me atienden bien. Porque antes pasábamos muy unidos, pero nos distanciamos.


¿Qué piensas de los talleres de AMORE?

-Bueno, me gustaba la música, pero ya no me gusta nada. Me cambié. Me gusta educación física. Hago lo posible cuando estoy agotado de cuerpo, pero salgo adelante.

-Bueno, por el momento bien, porque practico mi profesión. Que es la electrónica.

- Sí, me gusta, deportes, educación física. Y también aprender las tareas, aunque mi memoria está mala. En el hospital base me enseñaron, una chica terapeuta, las sumas, las restas, las divisiones. Pero ya me olvidé de todo. Igual que el celular, me cuesta.

-Los talleres de amore, fui de los primeros que anduve allá. A las 8 de la mañana yo ya ahí plantado esperando a los demás. Y los encargados solían llegar después de las 9. Y yo esperando y llamando a ellos, pero no había contestación. Y ahí me hice amigo de todos.

-Sí, fui, me gustó mucho el compañerismo que hay allá.


¿Cuál es tu día favorito del año?

-El 21 de Mayo, mi cumpleaños.

-El lunes y el domingo. Mi cumpleaños, la navidad, el 18 de Septiembre.

-El lunes, porque el lunes uno puede decir que te espera algo mejor. El domingo igual me gusta, no es porque uno descanse, sino por los programas en la radio. Hay un programa de las 4 a las 8 que yo escucho en radio Sago. Dan música antigua.

-Todos los días, porque me siento feliz.

-El martes 13, no te cases ni te embarques.


¿Qué sueñas o deseas lograr en el futuro?

-Una casa, yo le voy a poner más plata a mi libreta de la vivienda. Me hace falta una casa, aunque sea para ir a estar una hora dentro. Tenerla como auxilio, saber que es mía. Instalarle una estufa gas, algo de a poquito.

-Vender cargadores auxiliares. Hechos por mí.

-Tener una casita, no importa sea grande o chica. Yo vivía solo antes, muchos años solo, 12 años solo. Y después mi hermano me llevó a su casa. Yo creo que soy capaz, porque yo para cocinar algunas comidas sé.

-Ojalá fuera mi casa…, ojalá fuera mi casa. Y ahí sí que la dejaría impeke, con adornos en cualquier parte y cosas así. Que haya ‘luminización’ total en la casa.

-Ojalá que… nos llevemos comúnmente bien aquí, que seamos más unidos.



Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.