¿paz total?

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MIRAR ADELANTE, CONSTRUYENDO LA UNIDAD I El balance político de las elecciones parlamentarias indica una reproducción de las mayorías políticas que giran en torno a la Unidad nacional y una inclinación aún más a la derecha de la política de conducción oficial del proceso de diálogo actualmente en curso en la Habana. Uribe no ganó, pero obtiene un alto número de parlamentarios que incidirán negativamente como obstáculo al avance del proceso de paz. No hay que olvidar que es un aliado estratégico de Santos en relación con los contenidos más importantes inscritos en preacuerdos sobre los puntos 1 y 2 de la agenda: el modelo económico social agrario y la apertura democrática. Las recientes críticas del presidente de la SAC al preacuerdo sobre desarrollo rural y tierras, acercándose a las posturas de Fedegan y la destitución de Petro por Santos con desconocimiento de las medidas cautelares de la CIDH, con la tesis de que “los derechos políticos no son derechos fundamentales” son señales que corroboran la sospecha. Es claro que la lucha popular y la lucha por la paz con justicia social no están representadas sino mínimamente en el escenario electoral del parlamento elegido. Se confirma el peso decisivo del aparato de hegemonía electoral que asegura la reproducción del régimen con base en el autoritarismo y el gran dinero proveniente del abuso de los recursos públicos en el reparto de la “mermelada” desde el poder, la ausencia total de control sobre la utilización de los excedentes de capital de la droga y de la corrupción en las “empresas” electorales dominadas por la derecha. Más allá de la antidemocracia que predomina en el sistema político de partidos, electoral y de representación las fuerzas de la oposición democrática no lograron conformar un frente programáticamente claro ni electoralmente convergente ni tampoco vencer por la vía de la unidad los obstáculos interpuestos por el régimen, difícilmente superables a base solo de voluntad. II La campaña de Santos por su reelección decae y no repunta en las encuestas de manera concluyente. No son casualidades, son efectos del desgaste del régimen y de su incapacidad de ofrecer una alternativa coherente al desarrollo del proceso de paz. Su fórmula con Vargas Lleras es un desafío a las regiones desde el centralismo más hirsuto, el delfinazgo oligárquico más exquisito y las más descarada insensibilidad social, que no alcanza a remontar con la demagogia de las 100.000 casas gratis, cumplida apenas en un escaso 40%. La emergencia equívoca, sin movimiento y sin programa de la candidatura Peñalosa agrega un engaño más a la falsa disyuntiva Santos-Zuluaga. En últimas, Peñalosa no es ni siquiera “tercería”, solo un repuesto disponible para la continuidad de un régimen cuyos grandes caciques parecen perder el atractivo para importantes sectores de la población. Sin una propuesta programática de cambios en el modelo económico y social inequitativo, sin un compromiso 1


para una política de paz de Estado – no solo como consigna electorera – y sin una comprensión de la necesidad de una apertura democrática frente al cerramiento creciente del sistema político y de representación los candidatos presidenciales del establecimiento son variantes del mismo menú que se juega en la reelección y en el futuro previsible acuerdo Santos-Uribe en la hipótesis de lograr la reelección. III Frente a las dificultades reales que ponen en duda la posibilidad de una reelección en primera vuelta, Santos formula la propuesta de “paz total” anunciada al lanzar su campaña en Barranquilla. Paz total por la razón o la fuerza como afirmó el Comandante de las fuerzas militares es más un gesto desesperado que un programa pautado de cambios sociales y/o políticos. Santos no tiene respuestas nuevas para las justas reclamaciones de la Cumbre agraria nacional ni para la protesta popular frente al autoritarismo del Procurador y el desconocimiento de la Convención americana de derechos civiles y políticos, hecho que vincula al presidente con el golpe de Estado a la ciudad. Esta realidad unida a la negación del cese al fuego bilateral y a la concertación para convocar una Asamblea constituyente aleja la credibilidad en que el gobierno esté dispuesto a cumplir un acuerdo de paz. Parte de esa visión de “paz total” es la reconfiguración por lo visto no del todo concluida de la cúpula militar que dirige las operaciones de la guerra contrainsurgente a contrapelo del diálogo. Dos reajustes en el curso de 7 meses, entre agosto de 2013 y febrero último señalan que hay contradicciones fuertes con el ordenamiento constitucional al persistir el tratamiento de “enemigo interior”, el ocultamiento y la función de estaciones clandestinas de espionaje a opositores políticos democráticos y funcionarios oficiales del equipo negociador del gobierno en la Habana. El gobierno mostró su incoherencia al criticar Santos primero y justificar después la actividad de Andrómeda en la ley de Inteligencia y contrainteligencia 1621 de abril de 2013, la que autoriza los llamados “monitoreos al aire” y la contratación de hackers civiles a través de las andrómedas distribuidas en todo el país. Más aún. Los escándalos militares han puesto al descubierto nuevos signos de putrefacción del Estado por medio de las relaciones de altos oficiales con el contratismo empresarial de guerra que asegura el reparto de los más de 27 billones del presupuesto de defensa, buena parte de ello so capa de ‘gastos reservados’, por fuera del control de la Contraloría. Conclusión: todo indica que, secretamente, se viene montando un dispositivo de la ‘guerra permanente’, del control de la oposición democrática y social, de la represión y la criminalización de nuevas conductas de inconformidad para el llamado ‘posconflicto’ sin renunciar a las caracterizaciones clásicas del ‘enemigo interno’. La continuación de la guerra en la postguerra con el pretexto de la seguridad ciudadana representa un proyecto de Estado y de sociedad ya suficientemente conocidos en las regiones donde impera el régimen paramilitar: una sociedad aterrorizada (Buenaventura, Puerto Gaitán) dominada por la extorsión, la amenaza y la pena de muerte. Matices más, matices menos, el gobierno Santos prepara su modelo de Paz total bajo la forma de un

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Estado policíaco, altamente militarizado que ponga bajo control a la población con métodos cada vez más sofisticados y sutiles.

IV La Unión Patriótica asumió como decisión colectiva desde su 5º Congreso de noviembre de 2013 el reto de actuar en la vida política y reclamar del Estado todos sus derechos y todas las garantías. Sin hacerse ninguna ilusión sobre la ‘generosidad’ del régimen se esforzó por traducir y concretar los efectos del fallo del Consejo de Estado que restableció el ejercicio efectivo de una personería que la UP “nunca perdió”. El gobierno de Santos incumplió en toda la línea. Con apoyo en préstamos personales, algunas donaciones y el apoyo del PCC se cubrieron las giras, la propaganda nacional, los actos públicos, las tomas del centro y de los barrios que fueron posibles dentro del lapso de un mes y medio. La candidatura presidencial y la actitud decidida de Aida Avella ayudaron mucho en el reagrupamiento de simpatías y de amistades, aunque el proceso repercutió de manera desigual en las votaciones efectivas de parlamento andino, cámaras y senado. Los aliados de la UP en las listas, aportaron una positiva contribución política. V Consecuente con su línea unitaria, la UP exploró ante el Consejo Nacional Electoral la opción de listas únicas a senado y cámaras avaladas por las personerías de los movimientos de izquierda. Al negarse por el CNE esta posibilidad, la UP propuso un acuerdo para el senado con el PDA y no aceptó la oferta desde ese partido de una adhesión simple. Estudió con Progresistas y otras 9 organizaciones la propuesta de integrar una lista por la paz al senado con base en una declaración programática, sin atadura con la consulta presidencial de Alianza Verde, lo que finalmente se concretó bajo la coyuntura de las medidas del Procurador contra Petro, quien hasta entonces figuraba como identificado con dicho sector. El propósito de unir fuerzas para vencer el umbral, objeto del acuerdo, se logró, no así la canalización suficiente de votos a favor del candidato Carlos Lozano Guillén. No fue posible cohesionar el conjunto de las fuerzas afines e incluso a sectores de la militancia en la acción política práctica orientada a alcanzar el principal objetivo propuesto, la presencia en el senado. Esta falla exige esclarecer sus causas mirando con sentido autocrítico las deficiencias de la orientación, la explicación, la pedagogía del compromiso y la disciplina consciente sobre decisiones previamente acordadas. La actividad electoral se buscó cumplir bajo el principio de “una sola línea unitaria y una sola campaña con la Unión Patriótica”, aunque no siempre se logró con acierto. Debimos literalmente disputar una franja de electores muy competida. Prácticamente todos los sectores adoptaron para sus campañas lemas vinculados con la paz. Nuestro mensaje de una paz distinta, unida a transformaciones democráticas y a 3


reformas necesarias a favor de los trabajadores y el pueblo no alcanzó a marcar suficientemente matices diferenciales identitarios en el corazón y a la mente de nuevos sectores en el breve plazo de tiempo de esta campaña. En la lucha ideológica desde la social democracia algunos se empeñan en cooptar nichos de nuestro electorado lo que motiva una reflexión sobre la presentación adecuada de nuestras propuestas programáticas, como también la necesidad de renovar figuras, lenguajes, métodos, formas de la propaganda, divulgación del semanario VOZ, actividad proselitista y agitacional. Esto sin duda contribuyó a que muchos amigos decidieran otras preferencias a la hora del voto. Las 18 listas de cámara, diecisiete en departamentos y distrito capital y una en el exterior, muestran el alcance organizativo de la UP en un momento de ascenso y articulación con las realidades locales. Con algo más de tiempo y recursos se habría logrado una proyección más eficaz. El empeño, sin embargo, no superó la carrera de obstáculos del antidemocrático sistema electoral. En cuanto a la votación de conjunto el indicador más completo lo representa la del Parlamento Andino, por su cobertura en los 32 circunscripciones departamentales, el distrito capital y los votos del exterior sumando 257.000, prueba adicional de que la UP ha estado en ascenso. No lograr una representación parlamentaria en las condiciones de antidemocracia, falta de garantías, desconocimiento por el gobierno de sus obligaciones ante el fallo del Consejo de Estado que restituyó la personería, en franca desigualdad con todos los demás partidos es una derrota muy relativa. Es un retroceso para la organización en cuanto a su presencia en el parlamento, lo que limita pero no anula ni impide la ampliación del debate político en la lucha por la paz. VI El acuerdo UP – PDA, con la fórmula, Clara – Aida debe entenderse en el contexto de una conjugación de esfuerzos en la lucha contra el establecimiento. De hecho, representa la única propuesta alternativa en medio de una profusión de ofertas de continuismo y o regresión desde el régimen. El comportamiento de la encuestas de opinión arroja muchas dudas sobre un triunfo de Santos en primera vuelta. Tras la decisión de destituir al alcalde de Bogotá cumpliendo la cuestionada sanción impuesta por un Procurador que expresa las maniobras de la extrema derecha, ahondar la contradicción entre el Estado y la ciudad capital en su autonomía municipal prevista por la Constitución y el desconocimiento de la resolución de la CIDH que reafirma el aislacionismo del gobierno colombiano de sus obligaciones internacionales sobre derechos fundamentales, se advierte que Santos tiende a hacer mayores concesiones a la derecha mientras corrientes del electorado se refugian en la abstención o el voto en blanco. Hacia estos sectores debe enfocarse la propuesta unitaria. VII En esta condiciones, el gesto elemental de cultura política que consiste en unir fuerzas para mostrar una alternativa que puntualiza compromisos sobre puntos coincidentes de programa para confrontar al régimen merece 4


el respaldo popular mucho más que la deriva nihilista hacia el voto en blanco. Esta es la batalla de ideas que tiene sentido en la coyuntura de la primera vuelta. Para la campaña que compromete a la UP y al PCC será necesario enfatizar en la idea de esa paz diferente, esa paz justa y democrática que debe crear las condiciones para que la sociedad avance hacia la justicia social que solo podrá ser la obra de compromisos claros con reformas sociales y políticas concretas y de un nuevo poder. Esa paz diferente es imposible sin la defensa y ampliación del actual proceso de diálogo de La Habana para lograr acuerdos en el marco de una real política de Estado para la paz, no sujeta a los afanes electorales. Esa paz justa y democrática es construcción colectiva, debate público, vinculado a la movilización cívica y a la intervención directa del pueblo en las decisiones. Se trata de crear las condiciones de un proceso constituyente que además de ratificar acuerdos de paz construya las reformas esenciales para ampliar la democracia, suprimir las constricciones a la participación popular, democratizar el sistema electoral, crear un estatuto de la oposición, estatuir una reforma agraria, restablecer los derechos laborales, dar pasos ciertos hacia la desprivatización de la salud, de la educación y de la prestación de los servicios públicos. VIII La construcción de un Frente amplio por la paz, la democracia y la soberanía puede consolidar un fuerte estímulo en esta circunstancia, dependiendo de la audacia, la iniciativa, las propuestas y el lenguaje de la fórmula presidencial Clara-Aida. No es que la unidad se reduzca a lo electoral, se trata de que no eluda o electoral y lo utilice como otra forma más de crear consciencia de los cambios necesarios y de las vías para lograrlos, apoyándose en la consciencia, la coordinación y la movilización en las calles, plazas y carreteras. Pero si se puede decir desde ahora, es que hay que aprovechar creadoramente esta experiencia, en lo bueno y lo no tan bueno que pueda tener para avanzar a nuevos estadios de unidad. La cultura de la unidad (léase Frente amplio) está en construcción. Tiene sus condiciones, sus normas y su ética, que se contraponen a toda visión de exclusivismo, de exclusión, de irrespeto y de maltrato. La cultura de la unidad de no es reductible a un acuerdo circunstancial o electoral pero no lo subestima. El Frente amplio no puede ser exclusivamente un frente de izquierda, pero no tiene sentido si en él la izquierda no marca el ejemplo de la unidad. La cultura de la unidad presupone el debate franco sobre las diferencias, sobre todo para esclarecer cuáles son los puntos de convergencia e identidades posibles. Por eso el debate franco no es incompatible con la unidad de acción política sobre las coincidencias a los acuerdos programáticos. IX Unión Patriótica ha despejado el camino de su labor enfocada a la construcción popular y a contribuir a la formación del Frente amplio por la paz. Su batalla en el momento es por el restablecimiento pleno de todos sus derechos democráticos, comenzando por la conservación de su personería jurídica, por la memoria, por el buen nombre. Por la verdad, la justicia y la reparación de las víctimas del terrorismo de Estado y de la 5


guerra. Por enfatizar en la formación política, la creatividad en los métodos, en el lenguaje apropiado a las tareas de la época y en la interpelación a los jóvenes y a las mujeres como integrantes de un universo de pueblo en marcha por un nuevo país. Su mano extendida a los hermanos de Marcha Patriótica, de Congreso de los Pueblos, de las Coordinaciones de movimientos, de los Movimientos de iglesias, de las organizaciones indígenas y afro, raizales y rrom, de los movimientos por la diversidad sexual, para que nadie se sienta solo, sin acompañamiento o sin solidaridad en el presente momento de la lucha popular.

JAIME CAYCEDO TURRIAGO SECRETARIO GENERAL DEL PCC MIEMBRO DE LA DIRECCIÓN NACIONAL DE LA UNIÓN PATRIÓTICA

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