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Ecologando nuestra casa común
PRESENTACIÓN
José Antonio Pagola, en su polémico libro Jesús: Aproximación histórica (2007), escribe: “Jesús, para expresar su experiencia del reino de Dios, acudió al lenguaje de los poetas. Con creatividad inagotable, inventaba imágenes, concebía bellas metáforas, sugería comparaciones y, sobre todo, narraba con maestría parábolas que cautivaban a las gentes. En el Nuevo Testamento constatamos que el método pedagógico preferido de Jesús era el uso de las parábolas, sus enseñanzas son explicadas mediante pequeñas historias, dirigidas a las gentes menos instruidas; mediante un lenguaje sencillo, comprensible y cautivante, Jesús trasmite sus enseñanzas y llega al corazón de los humildes, por eso, pide a sus discípulos: “Dejad que los niños se acerquen a mi”, para hablar en un lenguaje que los niños puedan entender y que también, pudiera ser entendido por los adultos. Tal ha sido la función de las parábolas y las fábulas, así lo comprobamos cuando leemos a los autores clásicos como el griego Esopo, el francés La Fontaine o el español Samaniego y en nuestra región, tal fue el objetivo de nuestro primer fabulista, radicado en Tarma en los primeros años del siglo XX, Adolfo Vienrich (1906), quien recogió ia sabiduría campesina y publicó su libro Apólogos quechuas. La fábula tiene un sentido pedagógico, la moraleja que resulta del relato es su razón de ser: cómo hacernos mejores cada día. Esta es la razón del libro que tenemos el gusto de presentar: ECOFÁBULAS del escritor Jaime Quispe Palomino, que plasma su labor pastoral con la férrea convicción de que hay la necesidad de preservar la vida como nuestro irrenunciable patrimonio, por lo que debemos conocer y protegerá nuestra madre naturaleza. ¿Por qué hacer fábulas con enseñanzas ecológicas? Recuerdo que cuando era muy niño, mi padre, aficionado a la pesca, solía ir con sus amigos a las orillas del río Mantaro para practicarla. Por entonces, de cuando en cuando teníamos la fortuna de
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compartir en la mesa familiar una exquisita trucha frita con ensalada y arroz, pero poco a poco, el río fue muriendo y ya no hubieron truchas, ni bagres, ni ranas e incluso las aves comenzaron a alejarse de sus orillas. Sólo el río muerto, las orillas tapizadas de basura, de residuos químicos, de escenarios apocalípticos de muerte. Esta es la visión del futuro que nos espera si no aprendemos a respetar la vida, a proteger nuestro medio ambiente, a querer a nuestra tierra. Por eso, cuando la Arquidiócesis de Huancayo y su guía, monseñor Pedro Barreto, iniciaron la defensa de nuestro hábitat, insistiendo en que las grandes empresas mineras de la región tienen la obligación de proteger el medio ambiente y la salud de la gente, esta defensa dejó de ser una lucha particular, para convertirse en una cruzada de todos para proteger nuestro derecho a la vida, para preservar su calidad, pues, como podemos intuir, si el río ya no tiene peces, en un futuro no muy lejano, el valle del Mantaro podría no tener una población que la habite. Algunos meses atrás se publicó una alentadora noticia, con la paralización de la fundición de la Oroya, cerca a la confluencia del río Mantaro con el río Pachacayo, un poblador logró pescar una trucha, pequeño indicio de la persistencia de la vida sobre la muerte, pero sabemos que para la recuperación total del río se requerirán muchísimos años, tal vez siglos, pues no sólo se trata de los peces, la naturaleza necesita un tiempo muy prolongado para restaurar el ecosistema: plantas acuáticas, insectos, bacterias, microorganismos, ambientes libres de contaminantes minerales, etc. Por eso, debemos saludar las intenciones del libro ECOFÁBULAS, cuyo objetivo distas de lo escrito en Eclesiastés: Vánitas vanitatum, et ómnia vánitas: (Vanidad de vanidades y solo vanidad) pues, siguiendo el ejemplo de Jesús, su intención es educar a los niños de hoy para que sean los hombres del futuro que protejan la vida, para que los aficionados de la pesca en el siglo XXII, puedan practicarla en nuestro río del destino, como lo hacía mi padre. Nicolás Matayoshi, Huancayo 7 de junio del 2012