El día que el universo cambió – serie documental por james burke

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El día que el universo cambió. – Serie documental por James Burke

El día que el universo cambió. Una mirada personal de James Burke. (The Day the Universe Changed. A Personal View by James Burke). Es una serie de documentales de televisión producida por la BBC inglesa en 1985, escrita, producida y conducida por el historiador de la ciencia James Burke. Su temática es el impacto social del desarrollo de la ciencia y la tecnología. La serie está conformada por diez capítulos: 1. The Way We Are: It Started with the Greeks. (El modo en que somos: empezó con los griegos) 2. In the Light of the Above: Medieval Conflict - Faith & Reason (A la luz de lo anterior: Conflicto medieval - Fe y Razón 3. Point of View: Scientific Imagination in the Renaissance (Punto de vista: la imaginación científica en el Renacimiento) 4. A Matter of Fact: Printing Transforms Knowledge (Una cuestión de hechos: la impresión transforma el conocimiento) 5. Infinitely Reasonable: Science Revises the Heavens (Infinitamente razonable: la ciencia revisa el cielo) 6. Credit Where It's Due: The Factory & Marketplace Revolution (El crédito donde se debe: la revolución de la producción y el mercado) 7. What the Doctor Ordered: Social Impacts of New Medical Knowledge (Lo que diga el médico: el impacto social del nuevo conocimiento médico) 8. Fit to Rule: Darwin's Revolution (Ajustado a la ley: la revolución de Darwin) 9. Making Waves: The New Physics - Newton Revised (Moviendo las aguas: la nueva Física - Newton revisado)


10. Worlds Without End: Changing Knowledge, Changing Reality (Mundos sin fin: cambiando el conocimiento, cambiando la realidad).

Déjeme contarle un chiste: alguien aparentemente llegó hasta el genial filósofo Wittgenstein y le dijo "Qué montón de imbéciles debieron haber sido las gentes de la Edad Media, "para haber visto cada mañana lo que sucede detrás de mí ahora, "el amanecer, "y haber pensado que lo que veían "era el Sol rodeando a la Tierra. "Bueno, como todo escolar de primaria sabe, "la Tierra gira alrededor del Sol y no hace falta demasiada materia gris para entender eso." Y Wittgenstein replicó. "Sí, pero me pregunto cómo se vería si el Sol rodeara a la Tierra". El punto es, claro está, que se vería exactamente igual. usted ve lo que su conocimiento le dice que ve. Bueno, eso es de lo que esta serie va a tratar. Cómo lo que usted piensa del universo y cómo reacciona usted a ello, en todo lo que hace, depende de lo que usted sabe. Y cuando ese conocimiento cambia, para usted, el universo cambia. Y eso es verdadero para toda la sociedad y para el individuo. Todos nosotros somos lo que sabemos hoy. Lo que sabíamos ayer era diferente. Y también nosotros. Por eso esta serie es también mirar al pasado. A la forma en que fuimos, porque lo que conocíamos entonces es diferente del hoy. Y de cómo, a través de la historia, cada vez que nuestra visión del universo cambió, y nosotros con ella, se creó algo que ayudaría a hacernos de la forma que somos en el mundo moderno. Con la forma distintiva de pensar que nos hace a nosotros, nosotros, y no otra gente con una visión diferente. NUESTRO MODO DE SER No otra gente pensando y actuando diferente, nosotros. El producto final de siglos de cambio que piensa que es lo mejor que hay. Tal como lo hacen todos los demás, cada grupo, nación, tribu, culto, ideología. Cada uno, cierto de su versión de la verdad. Preparado, si es necesario, para defender esa versión a muerte para mantenerla viva. Y no somos diferentes. Defendemos la nuestra, unos mil pies abajo, aquí, atrás de mi, bajo esa montaña. No tiene importancia si es un lugar herméticamente sellado, a prueba de radiación, de alta tecnología como este, o una pila de arcos y flechas en una cabaña de la selva. Cada cultura tiene uno de estos.


Es donde la verdad está protegida. Esto es lo que significa "coloque su dinero donde pone su boca". Esto muestra cuán lejos estamos dispuestos a llegar para defender nuestra visión de las cosas. Aquí, como usted puede ver la actitud está "algo lejos". Es el Centro de Defensa Aérea de Norte América, dentro de Cheyenne Mountain. Cualquier centro de comando de defensa es donde definimos nuestros límites dentro de los cuales opera nuestra visión y a través de los cuales cualquier movimiento amenazador iniciará una guerra. Aquí, esos límites se extienden mucho más allá de las fronteras nacionales, alcanzan hasta el espacio. Si qué tan correcta es su visión se midiera por el territorio que usted defiende, entonces esta defensa global hace esta visión tan correcta como se pueda imaginar. Pero entonces pensaríamos eso, ¿no? Así hacen todos los otros en sus cuartos de guerra o sus cabañas de la selva. Y para todo el mundo, la cantidad de esfuerzo que usted pone en la defensa realza el valor de su forma de vida. Ese esfuerzo aquí es máximo. Una sola cabeza explosiva nuclear multimegatónica arrasaría este lugar. Y los rusos podrían hacer pasar una por la puerta principal si lo intentaran. Si viniera de un submarino en alta mar su tiempo de vuelo sería de diez minutos. Tres para identificarlo como atacante, siete para reaccionar. Para sacar contramedidas de abajo de la tierra para manejar lo que fuere que siguiera al cohete. Por todo el mundo occidental, las fuerzas armadas se entrenan para lo que tendrían que hacer en esos primeros siete minutos. Los números son masivos: cuatro millones y medio de tropas, 25.000 tanques de batalla, más de 11.000 aeronaves, un número desconocido de cabezas nucleares. La Unión Soviética testea 500 misiles al año. El siguiente podría ser real. El estar preparado es incondicional. El sistema entero, preparado para, quizá por la primera y la última vez, reaccionar ante las palabras que nadie quiere oír: "señal desconocida". El Centro de Operaciones de Defensa Aérea con una señal desconocida. El número de señal es Zulú 462 tiempo desconocido zulú 1930, curso: 130 grados velocidad: 420 nudos altitud: 28.000 pies identificación: ninguna F15 persiga el tiempo 1930 Zulú Entonces, ¿por qué estamos tan ligados para ser de la forma que somos? ¿Tan ligados que todas estas personas están preparadas para morir por eso? Bueno, si usted le pregunta a nueve de diez personas en Occidente probablemente usarán


la palabra "libertad", ¿no? Libertad de palabra, libertad de movimiento, libertad de autoexpresión, o tal vez "Vida, libertad y búsqueda de la felicidad". Eso, y el hecho de que pensamos que nuestra versión de las cosas es la mejor versión que hay. Veremos hacia atrás, a medida que me adentre en esta serie, los momentos en que fuimos cambiados porque lo que sabíamos cambió, y usted ve hasta dónde hemos llegado. Y también cómo cada una de esas etapas en el crecimiento de nuestro conocimiento también trajo a la existencia un trozo vital de lo que somos nosotros hoy. Mire: en el siglo 11 en la España árabe estos cruzados cristianos hicieron un descubrimiento que llevó directamente a la invención del título académico moderno. En 1420, encontramos un nuevo método de pintura que ayudó a darnos, en el mundo moderno, la habilidad para navegar nuestros barcos en la recalada precisa dondequiera en la Tierra, o en otro planeta. Hasta el siglo 15, memorizábamos nuestro conocimiento en canciones o poesía. Luego inventamos una forma de prescindir de la memoria. Y, como consecuencia, terminamos en la existencia tecnológica estandarizada de hoy. Trescientos años atrás, creíamos que el cielo estaba hecho de esferas del cristal. Luego, alrededor de 1600, estos artilleros destruyeron ese universo de cristal, y provocaron los orígenes de la ciencia moderna. Por siglos, nosotros manufacturamos todo lo que necesitábamos. Entonces en el siglo 18 inadaptados religiosos inventaron el poder para mover montañas y nos transformaron a todos nosotros en consumidores compulsivos. La guerra revolucionaria francesa trajo a la existencia una obsesión con el juego que iba a hacer a cada ciudadano occidental del siglo 20 un saludable y longevo número. En el siglo 19 vinieron descubrimientos acerca de la naturaleza que generaron nuestra creencia en la inevitabilidad del progreso. Y en 1844, vino la invención que nos daría computadoras. ¿Por qué todo eso nos ocurre a nosotros y no a las otras culturas del planeta? ¿Por qué continuamos cambiando? Bueno, por el tipo de personas que somos. Déjeme probar mostrarle lo que quiero decir. Vea: Usted no sabe qué es esto, ¿verdad? Pero usted quiere, ¿no? De acuerdo, le mostraré. ¿Es suficiente? ¿No? OK, pruebe esto. Allí. Es un cerrojo. ¿Ve? Esto es lo que hacemos. Tratamos de desarmar el universo para ver cómo trabaja. No podemos dejar nada en paz sin saber qué es. Somos insaciablemente curiosos. Y eso es lo que defendemos aquí, con todo este hardware militar: el derecho a ser curiosos. Hacer preguntas y obtener respuestas. Cuestionar la autoridad y quitarla del poder si no nos gusta lo que nos dice.


Y por eso hemos cambiado constantemente a lo largo de la historia para convertirnos en lo que somos hoy, porque nunca hemos parado de hacer preguntas. ¿Y qué obtuvimos como resultado? Respuestas. Una montaña de ellas, reunidas a lo largo de siglos. Tantas que hemos tenido que inventar sistemas sólo para manipularlas. Tan grande, el procesamiento de información es ahora en sí mismo una ciencia. Tan total, ha generado el complejo total, entero, del mundo moderno occidental. Un mundo basado en la información que podemos defender desde un hueco dentro de una montaña, gracias al conocimiento que hemos acumulado y que queremos ser libres de seguir acumulando. ¿Pero por qué somos tan excepcionalmente curiosos? ¿Por qué comenzamos a preguntar? ¿Y por qué comenzamos allí? Si, como dije antes, somos lo que sabemos y sabemos mucho, debemos agradecérselo a Grecia. La visión occidental de las cosas varía un poco de un lugar a otro. Pero básicamente, es una visión dinámica que todos nosotros compartimos. Un acercamiento altamente individualista a las cosas y todos nosotros actuamos igual, con las mismas creencias comunes y la comprensión de que para mantener todo eso unido, debemos hacer un compromiso entre hacer su propia cosa y apegarse a un número mínimo de reglas que todo el mundo acuerda, si vamos a evitar el caos. Si usted aterrizó aquí de otro planeta, vino de otro tiempo, todo ese acuerdo, todos los símbolos, la forma en que todos hacemos lo que hacemos como un grupo, sería una especie de mensaje que usted podría leer para saber qué tipo de civilización somos ahora. Porque, como todo lo demás, este contrato tácito está basado en lo que todos conocemos. Y somos únicos en la forma en que aprendemos eso No es genético. Usted lo capta mientras avanza. El orden que se supone tienen las cosas, el modo en que están hechas las cosas. Y cuando usted llega hasta el nivel individual, las reglas del juego están allí, también. Mucho más sutiles, pero, a pesar de que, en un sentido, esto es todo griego para mí, los acuerdos son tan comunes para todos nosotros en Occidente que, doquiera usted nos observa ahora, esto tendrá sentido. Aun si usted no habla el lenguaje, usted sabe el código. Mire: Nuestro modo de ser comenzó en la costa de Turquía hace 2700 años, con un grupo de griegos buscando algunos puntos de acuerdo. Después de siglos de guerra y confusión este grupo particular fue forzado a saltar a sus botes y encarar hacia el este buscando un poco de paz y tranquilidad. Pero estos jonios, como se llamaban, era un grupo fuerte, aventurero, pionero, porque todos ellos llegaron a una parte del Medio Oriente no exactamente conocida por su categoría de cinco estrellas.


Usted podía ver que esto no iba a ser leche y miel, por ejemplo. Donde miraran era la misma historia: las montañas interiores incrustadas en una tira costera llena de matorrales buena para los olivos, el vino y basta. Pero ni bien arribaron, los jonios hicieron la siguiente mejor cosa, salieron a navegar. Hacia el 800 AC, este grupo intrépido habia ido hacia el norte hasta las estepas rusas, hacia el sur hasta el Sahara, hacia el oeste hasta el Atlántico. Y sus pequeños barcos jonios eran como bazares flotantes. Vino, aceite, maíz, seda, sal, piedras de molino. Si usted lo quería, ellos se lo encontrarían en alguna parte. Ahora, la cosa con gente como esta es que siempre han estado tras una cosa que todos los demás no tenían, andan siempre buscando un mejor trato. Lo mismo con los jonios. Por eso es que salieron de Grecia en primer lugar. Y por qué, una vez en tierra, en este basurero inhóspito, empezaron a hacer algo que nadie más había hecho antes. Se pusieron a ver lo que podían hacer del lugar para hacer la vida un poco mejor que atroz. Ahora, sé que suena extraño que haga tanto problema con algo que parece perfectamente de sentido común: 'tomando una visión práctica de las cosas', pero usted debe recordar que en ese tiempo, 3000 años atrás, el resto del mundo estaba sumergido en mitos, dioses, misterios y otras visiones de la naturaleza no diseñadas para decirle a uno demasiado acerca del mundo que lo rodea, excepto que la naturaleza no era de su incumbencia. Así que cuando uno de esos jonios, un tipo llamado Thales, empezó a hacer preguntas prácticas acerca de su entorno, realmente estaba quebrando todas las reglas. Thales miró la naturaleza con mecanismos en mente, en vez de magia. Y notó cómo todo viene en opuestos. Caliente; frío, húmedo; seco, arriba; abajo. Los opuestos. Algo así como los dos lados de un trato, hubiera dicho un jonio astuto y comerciante como Thales. Este asunto de opuestos en la naturaleza y los argumentos iba a volverse significativamente bueno con otra cosa que Thales hizo, que fue largarse a Egipto y regresar con su geometría. Ahora, en la tranquila opulencia de la vida en el Nilo, aquí las condiciones locales producían los buenos ratos más regulares del mundo, vivían una especie de "los pies arriba y la mente neutral", como quien dice. La resolución de problemas no era demasiado su tema, así que la geometría se usaba para hacer pirámides y medir la tierra y nada más.


Thales, con necesidades prácticas en mente, miró la pirámide desde su lado y usó el triángulo para que dos personas, una aquí y aquí, pudieran hacer un cruzamiento con un barco en alta mar aquí y resolver cuán lejos estaba de tierra. Bueno, ¿eh? Pero él hizo algo mucho más inteligente. Tomó el círculo con sus 360 grados y lo dividió en dos, así que esta línea tenía que contener 180 grados. La mitad de 360, ¿correcto? De acuerdo, intentemos esto. Aquí está una línea recta. Aquí está otra. Ahora, estos ángulos aquí y aquí deben sumar 180, ¿no? Llamémosles A y B. Y estos ángulos aquí y aquí suman 180 también, llamémosles B y C. Ahora si A y B dan 180, y B y C dan 180, luego A y C deben ser lo mismo. Angulos opuestos son iguales. De una cosa evidente como un círculo Thales había ido a una cosa no evidente, como esta. Esa es la base de la geometría. Partir de algo que usted sabe para descubrir algo que usted no sabe. Y todo esto debía transformarse para ir muy bien con lo de reconciliar los opuestos de lo que estaba hablando. Porque alrededor de 500 AC, así era como gobernaban sus ciudades. En las plazas públicas, propusieron cosas para los primeros debates públicos, bueno, concursos de gritos, llamado "política". Y ese argumentar puntos de vista opuestos, más su nueva geometría, se juntaron para producir un tipo enteramente original de estructura de pensamiento, con la cual se podía acometer cualquier tema. Entonces, siendo un grupo aventurero, lo hicieron. Los griegos se hacían preguntas como "¿De qué está hecho todo?" "¿De dónde vino todo?" Y "¿De qué se trata ese constante cambio en la naturaleza?" Y la técnica que desarrollaron para reconciliar opuestos para alcanzar soluciones políticas era también una especie de modo de pensar las cosas para, en general, obtener nuevas ideas. Y eso, en un sentido físico, era la geometría. ¿Recuerda? Lo que fuere que ocurría en la naturaleza, las líneas y los ángulos nunca cambiaban. Y ahí fue donde comenzamos. Digo, la forma racional en que miramos las cosas en Occidente. El racionalismo es reunir lógica y geometría. Esa es nuestra forma, propulsada por los griegos inquisitivos, para buscar el orden en la naturaleza sin el cual habría caos.


Hoy, el camino del racionalismo griego nos ha traído a la etapa en que nuestra búsqueda del orden, nuestro cuestionamiento, alcanzó hasta las profundidades del espacio intergaláctico. Las respuestas que obtenemos de esta antena llegan desde millones de años luz. Y si usted mira alrededor, aquí, o doquiera que esté ahora, usted ve cómo el mundo moderno está hecho de respuestas. Respuestas a preguntas en el pasado que son tan buenas que las retenemos. Están alrededor de nosotros influenciando la forma que somos. Esta es una respuesta del siglo 18. Digo, somos capaces de construir una gigantesca estructura de metal como este radiotelescopio porque la respuesta a una pregunta hecha en el siglo 18 mostró cómo generar el poder para hacer cosas como esta. Y cuando usted puede cortar metal en una escala industrial, puede hacer máquinas en escala industrial y fabricar en escala industrial, para solucionar el problema de una población creciente. El poder del vapor fue la respuesta para ese problema del siglo 18. Produjeron lo suficiente como para alimentarse a ellos mismos y, al hacer eso, echaron a andar cosas con las que todavía estamos viviendo. Trabajos fijos con sueldos fijos, fábricas y sindicatos, la esperanza de un nivel de vida constantemente ascendente, y el problema del desempleo. El telescopio traza un mapa del cielo. Usted lo alimenta con coordenadas y él le da esto. Es un radiomapa de una galaxia. Dos millones de años luz, directamente, de ese modo. Este es un mapa de nuestra galaxia. Esta es Andrómeda. Allí está el centro galáctico. Este uso de coordenadas para mapear el cielo, o donde usted vive, o dondequiera, es otra respuesta que encontramos y conservamos, en el siglo 15. En aquel entonces, la pregunta era "¿Cómo hacer que los nuevos ricos comerciantes florentinos den un poco de clase a su vida?" La respuesta fue ir a Grecia y recoger algo de cultura clásica, lo que hicieron. Junto con un modo enteramente nuevo de medir cosas, cosas como el mundo, con un sistema que usaba cuadrículas. El tipo de técnica que usamos hoy para el urbanismo, o para colocar un proyectil balístico intercontinental dentro de los 10 pies de su blanco. Pero vivimos con más que sólo respuestas físicas del pasado. Cuando cualquier buena actitud o concepto o sistema marcha bien, lo retenemos.


Conservamos la democracia representativa, pensada para un tiempo cuando sólo unos cuantos podían lograr el capital de hablar en nombre de muchos. Las finanzas modernas fueron diseñadas en el siglo 17. La capacidad de leer y escribir, como prueba de inteligencia, vino en el siglo 15. La idea de progreso es del siglo 19. Y todavía, todo esas cosas forman parte de nuestro mobiliario mental hoy. porque cuando la respuesta para una pregunta, la solución para un problema, nos agrada, como que la institucionalizamos, de modo que no cambie aun cuando nosotros cambiemos. El propio cuestionamiento ha sido institucionalizado como acá. En el tipo de lugar donde pertenece el telescopio de Jodrell Bank, una universidad. Si somos lo que sabemos, entonces aquí es donde pasamos lo que somos a la siguiente generación. Y en interés de la seguridad, para que el bote no se sacuda en exceso, enseñamos a la gente joven a hacer preguntas que, en lo principal, ya han sido respondidas. Tristram Shandy nos pide ayuda para escribir la novela. Pero al hacerlo, nos escribimos nosotros mismos. Bien que me gusta eso. Particularmente, pienso, lo que usted dijo acerca del tiempo... Y para asegurarse que hemos pasado la visión de cómo son las cosas inequívocamente, tomamos examen. Después de todo, es la única forma en que se puede estar seguro de que ellos saben lo que se supone que saben. Las más viejas respuestas a las preguntas más básicas sobre cómo obrar son comunes a practicamente toda cultura en el planeta. Porque, en el nivel más simple, toda cultura necesita mantener el orden, especialmente el de esta clase. Este es una de las cosas en la vida que protegemos más contra el cambio cuando el conocimiento nos cambia. La protegemos convirtiéndola en un ritual. Cuando usted se casa, o lo sepultan, o lo bautizan, o cualquier cosa demasiado importante para tocar de oído, el evento se convierte en una especie de obra teatral, donde todo el mundo tiene un papel. Es una especie de contrato público para aceptar las reglas generales acerca de lo que se trate. Las personas al hacer eso, efectivamente están diciendo "No importa que lo demás cambie, no meceremos el bote, no somos independientes, usted puede confiar en nosotros". Siguen expresiones de aprobación. La mayoría de estas formas rituales de responder a una necesidad social que legamos del pasado, se parecen a eso.


Incluyen algo de un rito antiguo, en este caso el viejo símbolo de la fertilidad, el anillo. Y luego, todo se hace en presencia de un ser sobrenatural, un dios, por ende el contrato está también hecho bajo lo que una vez fue una real amenaza de castigo divino si usted rompía su promesa. "Algunas cosas", dice este ritual "deben ser permanentes". Los rituales, si ud. quiere, permiten que el cambio ocurra. Como el cambio en el estado de las dos personas involucradas aquí. Pero es un cambio estrictamente según las reglas. ceremonial, formal, exasperante. "Puf", es usualmente el sentimiento en este punto. Bien, un ritual no sería un ritual si uno no sintiera que ha sido puesto en el exprimidor de ropa, ¿no cree? Ahora es oficial en todo sentido el nuevo orden de cosas, 'dos son ahora uno', obtiene el reconocimiento público. Y por unos pocos minutos se permite el desorden limitado. Fíjese, la mayoría de los rituales en la vida no involucran una borrachera. Las más de las veces, si algo se vuelve lo bastante común como para convertirse en un ritual, y luego comienza a involucrar cantidades realmente grandes de personas, el ritual se convierte en algo más. Se esparce lo bastante como para afectar ese 'acuerdo general' que todos compartimos. Ahí es cuando la responsabilidad para manejarlo escapa de sus manos. El control lo asumen las instituciones establecidas para ejecutar los rituales que importan de forma regular. Esas personas pueden tener reglas y regulaciones claras a seguir si resuelven seguir algún ritual particular. Las instituciones toman la administración de la vida diaria y la regulan por usted: banca, gobierno, aguas cloacales, recolección de impuestos. O, si usted rompe las reglas y regulaciones, una institución puede sacarlo de la vida diaria. Esta: En cada comunidad, la ley, sea vestida así, o sean los ancianos del pueblo diciéndole cuál es la costumbre local, la ley es todas esas reglas de que hablaba antes. Esto puede ser pesado para usted, pero lo ha captado. Supongo qué instituciones como esta hacen, sobre todo, el trabajo sucio. Mientras se los recluye aquí en el tribunal de justicia, por ejemplo, lo que nos deja libres para seguir haciendo dinero, tener una carrera y evitar la "responsabilidad social" con que estas personas deben lidiar. Y después de unos pocos siglos de este desentenderse, las instituciones se vuelven grandes y poderosas y se meten en la vida de todo el mundo tanto que se vuelven difíciles de alterar y es virtualmente imposible librarse de ellas.


El nombre del juego aquí, y en todas las instituciones que manejan su vida es "mantener el orden". Porque si las instituciones no hacen eso sería el fin de la civilización como la conocemos, ¿no? Entonces, las instituciones son usualmente anticuadas, no les gusta el cambio. Bueno, a todos nosotros nos gusta saber dónde estamos parados, ¿o no? Digo, usted no quería que este lugar invente las reglas cada vez, ¿no? La forma extrema de protegerse contra el cambio y mantener un orden total ante preguntas embarazosas, es hacer como hacen en las comunidades de Oriente, donde, digamos, el budismo es una forma de vida. En ese caso, usted no es perturbado por preguntas porque usted no anda buscando respuestas. Básicamente, todas las respuestas que un budista necesita fueron encontradas más de 2000 años atrás. Su explicación del universo está grabada en cemento armado teológico. Y, en todo caso, es un universo que no cambia, así que no hay necesidad de andar buscando cambio en él. La razón de que esta cultura no sea como la nuestra es porque, como nosotros, ellos son lo que conocen. Pero como lo que conocen no cambia, ellos tampoco. Los símbolos y monumentos que los rodean son parte de su vida diaria. Para nuestra forma de verlos, ellos no viven con partes del pasado que los afectan, ellos viven en el pasado. La forma de vida nepalesa refleja su falta de interés en la novedad. Ellos no cambian no porque sean atrasados, sino porque no quieren. Nosotros, por otra parte, sí queremos. Y eso nos crea un problema. A pesar de que las instituciones pueden actuar como una barrera de seguridad contra los efectos del cambio, por el modo en que hemos hecho a una de nuestras instituciones para hacer preguntas, hacemos algo que no parece tener sentido. Donde otras sociedades hacen cosas, se organizan, para mantener las cosas como son, nosotros, por nuestros orígenes racionalistas en Grecia, creamos lugares como este para hacer exactamente lo opuesto. Hacer olas, mecer el bote, hacer preguntas sabiendo que las respuestas cambiarán cosas. Es un laboratorio de investigación científica. En lugares como este hemos institucionalizado el asunto del cambio. Y, al igual que con las otras instituciones, las de este tipo han echado raíz. Desde que la ciencia comenzó a afectar nuestras vidas diarias. hoy, el mundo misterioso del laboratorio de investigación genera tantas respuestas tan rápido que sólo unos pocos entendidos saben cuál era la pregunta. Si, como dije antes, somos lo que sabemos, entonces este tipo particular de institución gasta sus horas de trabajo encontrando formas de hacer cosas que tarde o temprano cambiarán lo que somos, nuestra visión.


Una vez tomaba décadas, aun siglos que nosotros cambiemos. Ahora, puede ocurrir con cada nuevo descubrimiento. Pero estos lugares no están aquí para diseñar nuevos aparatitos curiosos. Estas comunidades científicas semiindependientes gastan mucho de su esfuerzo en un tipo de pensamiento abstracto, teórico que tal vez nunca tenga aplicación, pero nunca se sabe. Lo que producen es finalmente aprobado por nosotros, o no, cuando llega al mercado. Si lo que hacen no vende el tipo de cambio que trajeron no era el que queríamos. El problema es que a menudo no sabemos lo que producen porque no es el tipo de cosa que uno entendería, a menos que lea revistas científicas. Casi siempre el producto altera la forma en que hacemos las cosas en vez de las cosas mismas. Modifican el mundo a nuestro alrededor. pero usted todavía sigue subiendo, sólo que lo hace diferente. Los edificios todavía se alzan, sólo se construyen con técnicas de construcción diferentes. El punto sobre todo este remolino tecnológico no son los productos de alta tecnología, son los efectos secundarios de usarlos. Tomemos, digamos, lo que podría hacer este chip para cambiar el patrón de trabajo. Con esto, usted puede tener teletrabajo. Es decir, trabajar en casa desde una pantalla y nunca ir a la oficina. Genial. No más horas pico. ¿Pero qué le hace al sistema de transporte público y a los impuestos que aporta? ¿O a los fabricantes de coches y los empleos de sus trabajadores y el resto de la economía que depende de su producción? ¿O para el concepto mismo de la ciudad, con sus sistemas de soporte y sus negocios? ¿O para los valores de las propiedades céntricas donde tal vez usted tenga invertida su pensión? Para no hablar del diario ir a trabajar y volver y lo que significa para un matrimonio. ¿Y quién lo obligará a hacer el trabajo cuándo es sólo usted? ¿Cuál sería el efecto de aislar y fragmentar la comunidad de ese modo? Sólo de una aplicación de este microchip. Y cada innovación modifica la vida como eso. Y nuestra cultura lo ha estado haciendo por miles de años. Esa es la forma que somos, y se ve. Mire cualquier ciudad occidental y verá una cultura tratando de llegar a un acuerdo con los constantes cambios. Mire el detalle de su ciudad natal o este lugar.


Usted ve la forma en que la gente veía las cosas en el pasado y cuán diferente eran sus visiones de las nuestras. Usted todavía puede ver esas actitudes por lo que dejaron tras ellas. Alguna de esas visiones pasadas duraron tanto y fueron tan ciertas para ellos, que dejaron atrás grandes evidencias de lo que pensaban que era importante. Mire esto, por ejemplo. En el siglo 19 San Francisco construía iglesias y creía en héroes. ¿Cuántas estatuas construimos para honrar a los grandes hombres hoy? Y vea los grandes edificios públicos del período. Casi imperiales, y obviamente no pensaron que las cosas fueran a cambiar mucho o no hubieran construido algo así para una vista que obviamente pensaron que duraría tanto como la de los griegos. Hoy, el poder reside en el más veloz, con el mercado y los grandes negocios. Y, donde una vez un hogar era una casa, hoy es una caja en un rascacielos. Hemos ido desde esta forma de ver las cosas a esta en una generación. Ahora las personas trabajan de noche porque, en alguna otra parte del planeta, no es la noche. El sistema público de transporte existe para llevar a millones de personas a su trabajo todos los días como una extensión del proceso de producción que hace andar al mundo moderno y en que todo el mundo debe encajar y que cambió el significado del trabajo 200 años atrás, cuando empezó. La vida ahora es trabajar para comprar el modelo de este año, porque el del año pasado es del año pasado. Y en todas partes autopistas, rutas, autovías. Todo para facilitar a todos ir a los lugares más rápido y con mayor comodidad que ayer mismo. Vivimos atrapados en medio de más y más cambio y menos y menos tiempo para adaptarse a él. Creemos en el derecho del individuo para hacer sus cosas. Pero al mismo tiempo cambiamos esa cosa todo el tiempo. Entonces, esto es lo que el cuestionamiento nos ha traído. Si somos lo que sabemos entonces lo que somos, en el Occidente actual, es inseguro saber cuánto tiempo pasará antes de que lo que sabemos esté atrasado. Vea cómo se revela una cultura a sí misma por lo que hace. Toda esa evidencia acerca de la nuestra, allí abajo. Usted la puede leer como un libro y, en nuestro caso, el mensaje que usted obtiene es que la única constante en la vida es el cambio. No sólo en la forma física del mundo circundante. En las normas, las actitudes, la ética, los valores, los principios morales.


Todo alternándose. El producto final inevitable de ese racionalismo griego del que hablé antes está todo a nuestro alrededor. Es nuestro mundo de 'bueno hoy, olvidado mañana'. Dije al comienzo que todas las culturas piensan que su visión vale defenderla a muerte. Pero nosotros, más que nadie, estamos divididos entre el ayer y el mañana. Defender una forma de vida que es, por definición, un signo de interrogación. Así que aquí estamos, comprometidos por nuestros orígenes griegos con una vida de preguntar, lo que provee respuestas que resultan crear más preguntas. Y sin fin a la vista. Y como nuestras asombrosas habilidades son cada vez más asombrosas, más preguntas nos preguntamos. Llegamos a la etapa donde no importa qué novedad y cambio nos traerá el futuro, sino qué tipo de futuro nos importa inventar, hacer que suceda. Podemos hacer flores del desierto o desiertos. Mover montañas, tal vez crear vida. Todo porque no podemos dejar las cosas tranquilas. ¿Pero por qué seguimos haciendo preguntas? Si el único punto siempre ha sido hallar la respuesta correcta para explicar todo esto. ¿Qué estaba equivocado con lo que encontraron los griegos? ¿Por qué no nos adherimos a su visión del universo? ¿O a cualquiera de las otras visiones que han venido desde los griegos? ¿Por qué no adoptamos una de ellas? Bueno, en cierto sentido lo hicimos. Parte de la forma en que vemos las cosas ahora proviene del pasado. Muchas de las instituciones y las actitudes que tenemos se originaron en el pasado. Nacieron de diferentes respuestas para diferentes preguntas, en diferentes tiempos, con diferentes problemas. Pero continúan existiendo, aún operativas. Modificadas, pero básicamente las mismas. Todavía afectándonos como fósiles vivos. Aun en un mundo de constante cambio como el nuestro muchos de esos sistemas que controlan y organizan nuestra visión de las cosas, la forma en que hacemos lo que hacemos, son anacrónicos. ¿Por qué entonces los conservamos? Bueno, esto es también lo que esta serie va a investigar. Los cambios en el conocimiento que los hicieron existir en primer lugar, los problemas para solucionar los cuales se les diseñó, y la forma en que nos hicieron lo que somos hoy. Extraordinario, ¿no? El medio del desierto de Tunicia, ni un alma a la vista.


El semáforo se pone rojo, me detengo. Y no seguiré hasta que se ponga verde. Una cosa profundamente significativa, el humilde semáforo. En lo que dice acerca de cómo pensamos. Sobre cómo motivamos a la gente con un sentido productivo de curiosidad. Tomemos a Henry Arthur Bedford Halverson. El es el tipo que inventó el semáforo, allá por los veintes. Quién sabe cuánto tiempo se quemó las cejas hasta que se le ocurrió. Pero la recompensa llegó el día que inventó esto. El sueño del inventor, la patente. Mire: cada tuerca y cada perno descritos en claro detalle, y dibujos. Esto es lo que usted consigue cuando construye una mejor ratonera o un semáforo o cualquier cosa. ¿Y el premio para todo ese esfuerzo? Entre 16 y 20 años de monopolio para sacar provecho de su ingenio, protegido de todos sus posibles imitadores por este legalismo inescrutable. La idea de la ley, alentar y proteger el impulso de innovar. Oh, y hablando de conducir, excúseme. En cualquier ciudad en el mundo, aquí en Tunisia por ejemplo, se ve el matrimonio de ley e ideas brillantes. Los negocios sólo puede ser internacionales porque todo el mundo acepta las reglas, y porque todo el mundo acuerda qué ocurrirá si no lo hacen. Al amparo de la ley, hemos llegado a esperar que los beneficios de la ciencia y la tecnología continuarán llevándonos a niveles de vida cada vez más altos. Entonces nos aseguramos, a través de un sistema educativo que enseña a la gente que el único camino es hacia arriba, que el camino del éxito es no dar nada por seguro, cuestionar todo, siempre esperar encontrar una mejor respuesta. Como resultado, básicamente estamos mirando adelante. Lo cual es irónico, considerando cómo empezamos siendo casi exactamente lo opuesto. Comenzó justo camino a Tunisia, con algunas personas aquí en la antigua Cartago, hace 1400 años, cuando el Imperio Romano comenzaba a caer. Aquí, un abogado llamado Martianus Capella decidió salvar lo que pudiera del pasado imperial reuniendo los siete temas principales de la educación romana en un solo libro que él pensaba que tendrían la mejor oportunidad de sobrevivir y ser útiles en un mundo donde la vida debió volverse más breve y local cuando las cosas se cayeron a pedazos. Él llamó a sus siete temas “Las siete artes liberales” y su libro se convirtió en toda la educación que hubo en los siguientes 700 años.


El otro tipo que mencioné era un ex-farrista vuelto obispo llamado Agustín. Y su visión de la caída de Roma fue ”¡Ya era hora!”. El llevó su visión del mundo hacia la Iglesia. Y el libro que él sacó de este caos y confusión vino a poner al pensamiento cristiano en una especie de “modo sin información” por siglos. “El mundo no vale la pena”, dijo, “toda esta arquitectura fantástica y vida lujosa, conocimiento impráctico y gloria imperial, son una carga de basura. Bienes perecederos”. Para Agustín, no servía para nada tratar de entender a este mundo, era el más allá lo que importaba. Y la única forma de poder ir al cielo era darle la espalda a la vida de la ciudad, negándose los juegos y diversiones diarias, y llevar una profunda existencia en cilicio. A fines del quinto siglo, cuando los vándalos metían sus narices en el foro y se preguntaban para qué servirían los lavatorios, cualquiera con un poco de sensatez ya había oído el consejo de Agustín y se había ido a internarse en monasterios y cavernas, llevándose sus papeles y libros, incluyendo, claro está, el pequeño esfuerzo de Martianus Capella. esperando la oscuridad de la caída de la civilización. Ahora está bien decir que la Edad Oscura que siguió la caída de Roma no fue su culpa. El argumento alega que todos ellos pasaron a subsistir en algún claro tribal del bosque, pasando su tiempo sólo en mantenerse caliente y cortar madera. Qué importaba usar carreteras romanas que no conducían a ninguna parte, o anfiteatros sin artistas o cualquiera de la basura romana que se pudría quedamente en los arbustos porque era culturalmente inapta. Bueno, es un argumento. Pero el hecho llano es que pronto eran una turba grosera, maloliente, peligrosa de patanes bárbaros. Si usted se interponía entre ellos y lo que estuvieran buscando, de seguro algo le pasaría. Y una vez que estos vándalos, jutos, anglosajones o lo que fueren se establecieron y habían convertido a Europa en un vasto chiquero punteado con ruinas, poco había para hacer salvo emborracharse y esperar la muerte. Los viajeros eran, sin embargo, raros. Bueno, mire el lugar. Y solían ser tipos no muy preocupados por sus vidas sin valor. ¿Suena conocido? Para estos beodos analfabetos de fines del siglo 6, El monje ocasional que acertaba a interrumpir una tarde social debía parecer una visita de lo Alto. De hecho, ‘desde lo Alto’ era desde donde venía la mayoría de los monjes. Aquí arriba, bien lejos de los problemas, los seguidores de Agustín habían mantenido la llama del aprendizaje en sus monasterios.


Jardines de conocimiento en un páramo de ignorancia. Bueno, algo así. Gracias a Agustín, su interpretación de lo que era el conocimiento era bastante extraña. Digo, ellos no decían “Hmm, aquí hay una flor roja”. Decían “Roja por la sangre de Cristo, espinas por los dolores del Diablo, verde por la esmeralda de la sinceridad”, etcétera. Nada realmente existía salvo como un símbolo de otra cosa. Otra cosa religiosa. Y la única utilidad de mirar todo esto era recordar esos símbolos. Toda naturaleza no era sino una especie de criptograma sagrado gigante a ser descifrado por los fieles. Volver la espalda a una realidad como esa era parte del “escapismo”. Aquí dentro, vivían una vida completamente autónoma. Podrían haber estado en otro planeta. La regla monástica daba un programa detallado para cada aspecto de la vida dentro de estas paredes. Todo desde elegir a un abad hasta cuánto vino beber en la cena. Piense, ¿qué realidad había allí afuera que usted querría dejar entrar? Mire cómo estaban construidos estos lugares. Como fortalezas. Para conservarla afuera. Lo principal aquí no era tan difícil de entender. Estar encerrado detrás de estos paredones podría no haber sido una gran existencia, pero era preferible a cualquier otra cosa disponible. La entera experiencia monástica era un poco como meterse en cama y taparse la cabeza con las mantas. Era una experiencia mística, irreal. Y todo eso aún centenares de años después de la caída de Roma, recordando una era de grandeza que se fue para siempre. Todo lo que esa gente sabía, y esto es extraordinario para nosotros en nuestro mundo, todo lo que sabían era viejo. Así que cuando esta élite del siglo 17 se iba después de la cena a la última lectura antes de acostarse, era todo como un ‘Readers Digest’ medieval. Antologías, recopilaciones, condensaciones, selecciones, reescritas y copiadas por siglos. Usted puede ver esta especie de visión ‘irreal’ de la vida en el modo que tomaron la misma extraña aproximación al convertir el conocimiento en dibujos.


El mismo enrevesado juego de ideas lo aplicaron a la escultura. Son todos animales monstruosos y caras de pesadilla. Aun en los trabajos realmente talentosos, todo era simbólico, lleno de doble sentido. Aquí y allá en los mosaicos se puede ver algún raro pedazo de realidad que se deslizó, pero el tema principal es todavía que sólo el Cielo importa. Abajo, en el mundo terrenal, todo es mostrado como una caricatura, personas, animales hechos por fórmula con todo en su lugar correcto. Todo y todos en donde Dios los puso y nadie se movía. Bueno, después de varios cientos de años de mantener desagradablemente el viejo modo de hacer las cosas, se podría esperar un aflojamiento paulatino, ¿no cree? Y es lo que ocurrió. Por el 700 poco más o menos la vida intelectual europea no valía una candela. Hasta el final del octavo siglo, las cosas dieron un giro alentador aquí en Aquisgrán, Alemania. Esta catedral es todo lo que queda de una ciudad de mármol de lujo levantada por un mujeriego prometedor de 26 años, decidido a poner un alto a la putrefacción de las Edades Oscuras. Terminó como Emperador de Europa, coronado por el Papa el día de Navidad de 800. Se nombró Carlomagno. ¿El secreto de su éxito? Una fuga de cerebros. Veamos, cuando asumió en 768, el lugar era un lío. Las únicas personas en Europa que podían leer y escribir eran los sacerdotes. ¿Y dónde estaban? Trabajando afuera, acuchillando, bebiendo y persiguiendo mujeres. Carlomagno trató de tener su secretario, y consiguió todos los intelectuales que se le ocurrió, como Alcuin de York, para que vinieran y asumieran el control del estándar general de la caligrafía. ¿La caligrafía? Pruebe usted regir un imperio desde este trono sin burócratas que llenen los pergaminos y no irá lejos. Así que en un santiamén cada catedral y monasterio tuvieron una escuela gratis e inspectores haciendo la ronda. ¿La meta? Estandarizar la escritura y la ortografía para poder estandarizar todo lo demás y que todo el mundo lo pueda entender. Y bien, así se hizo. Una nueva escritura manual, pequeña para ahorrar pergamino, clara para leer y fácil para escribir. Se la llamó ‘carolingia minúscula'. Terminó como la letra manuscrita que usamos hoy, de hecho. Pero fue el programa de estudios de la escuela lo que nos interesa.


Usaba las siete artes liberales, esas establecidas por Capella en Cartago, que aún sobrevivían en unos cuantos monasterios desparramados. Dividían los temas en los hechos que se necesitaban saber: teoría de la música para cantar alabanzas; goemetría para medir cosas; aritmética para sumar cosas y astronomía para saber qué día era. Y cómo usar los hechos: gramática para obtenerlos bien; retórica para escribirlos en cartas y lógica para explicarlos claramente. Con sólo siete temas, lo mejor que Carlomagno podría hacer era intentar salvar lo qué allí había sido. Así que copiaron todo lo que pudieron encontrar del pasado. Bastantes copias para sobrevivir a lo que viniera a pasar después. Porque cuando Carlomagno murió en 814, la putrefacción que él había detenido volvió en la forma de los vikingos y las luces se apagaron en todas partes. Bueno, casi en todas partes. Por el año 950, Europa estaba en pie otra vez. En todas partes, en los corrales, fuera de las paredes de los monasterios, cuando los vikingos finalmente se habían largado para siempre, la gente empezó a reunirse para intercambiar lo que tenía por lo que no tenía. Y los lugares que comenzaron sólo como un punto de encuentro seguro gradualmente se convirtieron en un evento regular, tal vez una vez a la semana, luego todos los días. Por el año 1000, había pequeños lugares como este por todo el continente. Con los retoños de una fuerza policial local para mantener en orden a los revoltosos y dejar que las personas se ocupen de sus negocios sin ser molestadas. Digo “negocio” porque eso es lo que ocurría. Como las primeras tiendas europeas para compra y venta y la vida comenzó a ser una sombra mejor que absolutamente atroz. Con dinero circulando, estos mercados rápidamente se convirtieron en pequeños pueblos, dando soporte a un nuevo y excitante modo de diversión llamado “comprar cosas”. Incluyendo, claro está, una mejor dieta. Como el comercio creció, también el suministro de comida y cuanto mejor comía la gente, mejor querían comer. Aparecieron las primeras posadas y hosterías. Nació el hábito moderno de comer fuera de casa. Por el siglo 11, todo esto de comprar y vender llegó a Italia. Bien, los pueblos de allí nunca habían realmente dejado de negociar desde Roma y todos tenían tierras bien cultivadas fuera de las paredes, así que todo el mundo comía bien.


Seguro, habrán sido depredados por los bárbaros como todos los demás, pero por sus tradiciones se recuperaban más rápido. Y por esos vínculos con Roma eran muy determinados acerca de iniciar comercio otra vez sin ninguna interferencia exterior, gracias. Así de independiente era este lugar, Bolonia. Era lo mismo: lleno de dinero, buena comida, elegancia, calles alineadas con arcadas para conservar la lluvia fuera de las tiendas. En 1050 Bolonia era un centro comercial bullicioso y dinámico. Crecía rápido, ubicada en la principal ruta comercial entre Europa del sur y del norte. Y le iba muy bien por eso. Como un montón de ciudades italianas de la época, creían que sólo debían dejar que todo siguiera así. Desafortunadamente, todo ocurría demasiado rápido para su bien. Las aves pronto volverían a casa para dormir. Los boloñeses fueron quienes atacaron el problema primero. Déjeme mostrarle por qué, ya que esta plaza principal lo dice todo. De un vistazo se ve cómo el lugar estaba copado entre el Emperador, el Consejo del pueblo, la Iglesia y los mercaderes. Todos ellos querían regir el lugar, ninguno de ellos era tan fuerte como para hacerlo solo. ¿El Emperador? Cazando por toda Europa peleando con el Papa por tajadas mucho más grandes que esta. ¿El Consejo del Pueblo? Un montón de amateurs recién llegados que sólo podían mantener el orden invitando a personas ajenas para ser alcaldes. Y los mercaderes no podían ver más allá del fin de sus registros de ventas. Entonces, con toda esa discusión fútil acerca de quién estaba a cargo, las meras necesidades gubernamentales como los impuestos, la administración, costumbres y salud, los precios de la comida, los niveles salariales, solían quedar en el estante de "pendiente" mientras se decidían asuntos mucho más serios como “¿Quién tiró el aceite hirviente?”. ¿Aceite hirviendo? ¿Por qué cree usted que construyeron esto? Esta era la versión medieval de la movilidad social ascendente. Más alta la torre, más pudiente la familia. Arrojándoles todo a esos de abajo. Bolonia tenía cientos de estos símbolos de prestigio social, construido por todos con dinero, desde artesanos a comerciantes a soldados a aristócratas. Todos queriendo su propia forma. El problema era que trataban de correr antes de poder caminar.


Porque no tenían un sistema legal que fuera ni remotamente apto para manejar las vidas complicadas que se forjaban para sí mismos. Tenían una mezcolanza de ley tribal bárbara, costumbres locales, astrología, la prueba por fuego, pedazos de prudencia jurídica romana, todo rejuntado de cualquier modo y algo nada bueno para este nuevo grupo social: gente queriendo demandar gente. Hasta que un monje llamado Ireneo, que enseñaba artes liberales aquí en el monasterio de San Esteban, hizo un descubrimiento iluminador. En 1076, encontró la gran colección de Leyes Imperiales romanas, originalmente reunidas por el emperador Justiniano y perdidas desde el séptimo siglo. Más ley de la que se necesitaba para gobernar un pueblo. Y ese fue el problema. Eran demasiado sofisticadas y complicadas aun para los tipos literatos en el púlpito. Le mostraré lo que quiero decir con un equivalente moderno: el derecho mercantil inglés: Una acción recae en conversión por pérdida o destrucción de bienes que un depositario ha permitido que suceda por falla de su deber para su fiador (esto es decir que recae en un caso que de otro modo no sería conversión pero podría ser embargado antes de que el embargo sea abolido). ¡Fantástico! Sólo que no sé si ‘embargo’ significaba lo mismo que para mí. Pero puedo necesitar usarlo para mi negocio. El problema de Ireneo era exactamente igual. Así que, como buen maestro de gramática que era, fue, se sentó y redactó explicaciones de lo que significaban palabras como ‘embargo’, en los márgenes. Es una técnica llamada “glosar”, y con eso, Ireneo clarificó, codificó, organizó las leyes por primera vez en Europa occidental. Y, mientras trabajaba, empezó a glosar en un sistema nuevo, rudimentario para pensar detenidamente algo claramente, un tipo de interrogatorio cruzado intelectual, si ud. quiere. Desafortunadamente no había mucho para usarlo excepto las leyes, porque, como usted sabe, su cultura general era cero. Hasta algo muy sucio que ocurrió en España. Conozcan a don Rodrigo Díaz de Vivar y sus amigos. Aquí están, dirigidos por don Rodrigo, mejor conocido como ‘el Cid’, el gran héroe español, comprometido en una cruzada para rescatar el sur de España de las garras de los malos, pervertidos, traidores, sádicos árabes que la mantenían en terrorífica sujeción desde hacía 300 años. Bueno, esa era la versión cristiana oficial de lo que sucedía, agitada por el Papa para darle a nuestros bravos muchachos alguna parte donde salir y pillar, que no fuera su propia casa. En otras palabras, no eran lo que parecían.


Y no eran a los malos, perversos, etc. árabes a quienes ellos iban a saquear. Au contraire. En la Edad Oscura, cuando todavía vivíamos en porquerizas, la capital de la España árabe, Córdoba, tenía pavimento, alumbrado público, 300 casas de baños, parques, palacios, 100.000 casas y dos tesoros inigualables de sofisticación urbana para cualquier parte del mundo conocido. Usted está viendo uno de ellos. La mezquita más extraordinaria del mundo, y esta es simplemente una esquina de ella. Imagine lo que los rústicos norteños deben haber hecho de este bosque de columnas y esta arquitectura de doble arco para alta carga. 200 años para construirla, la segunda más grande después de La Meca. Sirviendo a una población ciudadana de un millón. El otro tesoro de Córdoba era una biblioteca. Para que vea, cuando se construyó alrededor de 970, la gente aquí había tenido escritos, y toda la actividad intelectual que ello implica, por más de 200 años. Todavía escribíamos en pieles de animales. Entonces, en esa biblioteca había 440.000 libros, más que en toda Francia. Y había otras 69 bibliotecas en la ciudad. No sorprende que los árabes españoles nos describieran a los europeos como del nivel cultural, desde su punto de vista, del Sudán. Estaban, después de todo, rodeados por cosas como esto: Los árabes llamaban a su pedazo de España "Andalucía", y era al mismo tiempo bello y rico. Exportaban oro, plata, rubíes, seda, mármol, cerámicas. Disfrutaban cosechas abundantes de los cultivos que ellos introdujeron a España: berenjenas, albaricoques, melocotones, arroz, alcachofas, azúcar. Comida en abundancia, gracias a sus técnicas avanzadas de irrigación y un alto nivel de habilidades de ingeniería. Mientras nosotros todavía vivíamos en la basura, los árabes españoles disfrutaban todas las comodidades que la tecnología podía proveer. Y usaron sus sistemas hidráulicos para crear algunos de los más bellos jardines de agua de la historia. En los breves momentos antes de que todo se volviera realmente sucio, la España árabe inventó unos pocos toques que sobrevivieron para hacer nuestras vidas un poco más elegantes. Nos dieron el papel, la poesía rimada y la música rítmica, vestimentas para diferentes estaciones, los modales y costumbres en la mesa, diferentes tipos de comidas y postres después de la cena. Oh, esto otra vez.


Lo peor acerca del Cid y su hermandad de caballeros cristianos fue que no eran cristianos. La mitad de ellos eran árabes. Todos ellos eran mercenarios. Que el Cid peleara contra los árabes o los cristianos dependía de quién pagaba y la mayoría de las veces el dinero era árabe. Porque por esta fecha, 1085, Andalucia se despedazaba en reinos mezquinos, golpeándose uno al otro. Entonces la España árabe se perdió. ¿La gran cruzada cristiana? Gran propaganda cristiana. Escrita después del acontecimiento. Ahora, mientras peleaban en ambos lados, los árabes y los cristianos hicieron otros tipos de contacto, aparte de la variedad fatal. A lo mejor este musulmán tenía un padre cristiano. El matrimonio interétnico era común a lo largo de la frontera en lugares como Toledo, donde otro gran mito no ocurrió. La caída de Toledo en 1085. La versión cristiana dice así: las bravas tropas cristianas asaltaron la inexpugnable ciudadela y, contra la oposición feroz, tomaron Toledo de sus enemigos, los odiados e implacables árabes. Bueno, un montón de cristianos tenían parientes árabes ¿qué tan implacable podía usted ser con su suegra, para empezar? Y luego, muchos de ellos solían bajar aquí regularmente de sus castillos sucios del norte para que les hicieran sus dientes. O mejor, para tener un baño caliente. Y peleaban más entre sí que contra los árabes. Y había tantos tratos políticos con los árabes que la lealtad de las tropas cristianas era, en el mejor de los casos, poco firme. Cómo entraron a Toledo fue uno de esos tratos. Vea: Alfonso el Tenorio, el rey cristiano entrante, había estado aquí antes, en un exilio bastante confortable, así que ya tenía algunas amistades aquí. ¿Y el gobernante? Bueno, él quería irse. El veneno era el sabor del mes entre sus asesores, y él andaba buscando un asiento más seguro. Entonces, Alfonso le prometió uno. Así que la caída de Toledo fue más bien ¡el codazo de Toledo! Pero, si usted gusta de la historia en sus grandes momentos, no se sienta mal, hay uno llegando. Porque cuando los ocupantes cristianos se establecieron, encontraron algo que atrajo a cada estudioso importante de Europa a Toledo como polillas a la llama de la vela.


Porque Toledo alojaba el más grande tesoro de conocimiento que alguna vez hubieran visto. Repleta de libros de ciencia, adelantados años luz a los de cualquiera de ellos. Temas misteriosos como ese. Todo lo que había que hacer era traducir del árabe. El trabajo tomó 150 años y empleó judíos toledanos, que convirtieron el árabe en español para estudiosos cristianos capaces de traducir el español a latín para el resto de Europa. Como las traducciones eran imperfectas, la verdad extraordinaria se fue a pique. Los libros árabes que ellos veían eran, a su vez, traducciones de conocimiento griego antiguo, dado por perdido en Occidente después de la caída de Roma. Europa había logrado algunos pedazos, escombros de filosofía y lógica. Pero nada como lo que tenían ahora. Y fue entonces que los europeos tuvieron la verdadera medida de la civilización árabe que habían destruido. Los traductores se empantanaban de regreso en los pasos de las montañas españolas, sus animales de carga cargados con conocimiento que cambiaría el mundo. Matemáticas, geometría, astronomía, medicina, biología, botánica, anatomía, física, química, zoología, óptica, farmacología, filosofía, meteorología, ingeniería, arquitectura. A mediados del siglo 12, virtualmente cada antigua disciplina científica mayor había sido encontrada y recuperada. Ahora, había sólo una cosa mala con todo ese alimento para la mente viniendo por el paso de los Pirineos. Y era que era una comida sobre-sustanciosa. Se veía muy bien, llena de variedad, irresistible. Y difícil de digerir toda junta. Curiosamente, el genio que la hizo fácil de tomar fue un griego antiguo que padecía de acidez gástrica, llamado Aristóteles. Entre todo ese rico material que llegaba de España, estaba la respuesta de Aristóteles para, pues bien, todo. Él había escrito una suma organizada, sistemática de todo el conocimiento humano. Él lo había dividido en 3 tipos: práctico, productivo y teórico, y luego lo subdividió en toda posible especialidad. Él puso todo en su lugar y mostró cómo se relacionaba con todo lo demás. Luego dio algunas reglas generales. Todo funciona en una forma sistemática. No hay magia.


Hay una razón para que esa roca o este pan, o ese árbol, sean como son, actúen como actúan, un por qué están aquí. Y también dijo, “Confíe sólo en su propia experiencia, no hay hecho como un hecho aprendido de su propia vida”. Bueno, simplemente esos dos comentarios acababan con Agustín y su ‘la vida es un valle de lágrimas, no la estudies', ¿no? Pero Aristóteles era un peso pesado. Fue fácil impulsar a la gente a sacar sus propias conclusiones, ¿pero cómo se puede impedir que salten a las equivocadas? Digo, los europeos del norte no iban a sacar el buen pensamiento científico de un hoyo en el suelo. Bueno, ¿adivine quién tenía la respuesta para eso? Aristóteles, que tenía un truco para nunca entender mal las cosas. Decía que él lo había inventado, le había llamado ‘lógica'. Ahora, la lógica es obvia para usted 1000 años más tarde, pero recuerde que para ellos era como algo del espacio exterior. Quitó la niebla mística de su cabeza y le dió una mente como un cuchillo. Aristóteles dijo, “A ver, ¿qué puede decir usted acerca de cualquier cosa?” Usted puede hacer comentarios acerca de todo, positivos o negativos. o sobre algo, positivos o negativos. cuatro tipos de comentarios. Usando un argumento especial, en tres etapas. Dos cosas que usted sabe, como “la piel se moja", y “el líquido entra por agujeros”, lo conduce a una tercera cosa que usted no sabía antes. “La piel mojada tiene agujeros”. Aun si usted no los puede ver, sabe que deben estar allí. Lógicamente, tienen que estar. Este argumento especial, en tres etapas se llama silogismo, y con él, el sistema de conocimiento de Aristóteles y los datos griegos y árabes reunidos, la vida en Europa no iba nunca a ser la misma otra vez. Porque lo que una gran computadora puede hacer con el problema del ‘dos y dos’, lo puede hacer con las triviales dificultades de esas personas de Bolonia. Para ese tiempo, Bolonia ya atraía gente a su Escuela de Leyes de todas partes de Europa. Si usted quería tomar la delantera, entonces las leyes eran el único examen para ello. Y luego, en algún momento en el último cuarto del siglo 12, las traducciones llegaron y reventaron todo. La masa de nuevo conocimiento desde España golpeó este pequeño centro de enseñanza como una tonelada de ladrillos intelectuales y lo transformó en una de las instituciones principales en el mundo moderno, una universidad.


Porque había ahora tantos estudiantes, que decidieron que harían las cosas mejor yendo en paquetes con números mayores. Entonces, se organizaron. Lo primero que hicieron fue separarse en grupos por nacionalidad y encontrar un lugar donde vivir. Este era uno, el Colegio para Estudiantes de España. De hecho, todavía lo es. Esos son los cuartos de los estudiantes. Luego formaron un concejo estudiantil, para contratar y pagar a los profesores, fijar la tasa para alquilar libros porque eran demasiados caros para comprarlos, y los costos de alojamiento. Programaron tres lecturas al día, dividieron el año en tres partes y obtuvieron privilegios particulares del Consejo del Pueblo, a causa de todo el dinero que traían. Después de seis años de penoso estudio, usted era probado en un texto determinado, y si pasaba, había una ceremonia pública, en la cual se le otorgaba un grado y un billete para la primera fila en la vida, porque significaba que usted podía enseñar dondequiera. Pero el efecto más grande de todo esto, no fue sólo emitir los primeros títulos académicos. Fue cómo abrió la puerta a un nuevo modo de pensar. Con la primera aproximación ‘pregunta y respuesta’ a la ley que ya tenían, más el sistema de Aristóteles de análisis lógico a prueba de fallas, más la cantidad increíble de nuevos hechos crudos entrando a raudales de España, comenzó a parecer posible mirar la naturaleza en una forma completamente diferente del viejo acercamiento ‘medieval místico’. Los datos nuevos que estaban obteniendo acerca de todo, desde meteorología a medicina, abrieron la naturaleza para el examen y ellos vieron que tenía una especie de sistema racional. Ahora, si eso era cierto, y realmente conmocionaría sus mentes, entonces tal vez la gente podría entender cómo funcionaba, y el hecho de que la mayor parte de la nueva información provino de las eras precristianas, le dio un cariz menos ‘sobrenatural’, más práctico. Exactamente el tipo de manera de pensar que hace exitoso a un abogado cuando la ley es complicada. Y ellos no hacían nada para hacerla simple, basta ver sus libros de texto. Mire, he aquí uno: aquí está el maestro dando la lección, aquí está el texto de la ley que están estudiando, aquí está una glosa explicando el texto, y aquí hay una glosa explicando la glosa. Y así tuvimos las universidades, y los especialistas profesionales, calificados, de quienes el mundo moderno no podría prescindir, Gracias a Bolonia. Obtuvimos bastante más que eso, sin embargo, cuando alguien más trató de hacer la misma cosa más al norte, en Francia. Pero antes de ir allí, un último toque. ¿Usted recuerda que hace rato dije que los inflyentes que regían este lugar tenían sus palacios alrededor de la plaza? Bueno, hubo uno quinto añadido: ¡el palacio de los abogados! Entretanto, en Francia, la


Iglesia había empezado a permitir que las congregaciones hicieran la ceremonia de la eucaristía, recuperando el cuerpo y la sangre de Cristo. La idea era que todo el mundo debería tener permiso de comer el pan, aun traer el suyo propio. El problema era, en el humor nuevo del racionalismo, las dudas que estaban surgiendo en el misterio central de la masa. Cuando el sacerdote bebía el vino, ¿lo convertía en la sangre de Cristo, como los fieles creían? Porque si no, y el Papa decía que sí, entonces la autoridad de la Iglesia iba a ser cuestionada en todas partes. Si esta ceremonia crucial no tenía sentido entonces el creyente no iba a hacer lo que la Iglesia le dijera. Al Papa le pareció que ya era tiempo de hacer algo. Se les dio la orden a los obispos, ‘Tomen una posición dura, usen el látigo un poco, haganle la vida difícil a quien haga preguntas que no debería’. Pero las cosas se pusieron bastante peor gracias a la literatura subversiva que los traductores traían a su regreso a España por estos tranquilos caminos vecinales franceses. Póngase en el lugar del Papa y verá por qué. Aquí estábamos, por toda Europa, estableciendo un poco de ley-y-orden. Pequeños reinos creciendo, el comercio en alza, un poco de efectivo para llevar al mercado, hasta viajar por las carreteras sin que le corten la garganta. y ahí venían estos académicos viajeros locos subvertiendo cosas con sus preguntas. Y algunas de ellas totalmente fuera de lugar. Digo, Peter Abelard por ejemplo sacó un libro de 168 citas de padres de la Iglesia mostrando que todos se contradecían entre sí. Y su lema, “No acepte nada que le digan, si usted no lo entiende, entonces no lo crea", era totalmente revolucionaria. Digo, la autoridad de la Iglesia se basaba en las mismas cosas en las que él hallaba defectos. Y luego, dos de este racimo de fanáticos, llamados William y Thierry, hicieron algo que en el siglo 12 era absolutamente inconcebible, se deshicieron de la Biblia. Thierry comenzó a decir que el Génesis estaba totalmente equivocado. Que el mundo no pudo haber sido creado realmente en seis días porque eso no era natural. Y su colega, William, directamente decía que Eva no había sido hecha de una de las costillas de Adán porque no es así como se hace la gente. Y lo peor era que la mayor parte de esa gente eran graduados de una de las mejores escuelas en el país, donde este tipo de material peligroso (peligroso si usted no se lo guardaba para usted) estaba muy lejos de tener bajo perfil. Usted realmente puede ver la forma física que este tipo de manera de pensar tomaba, aquí. Bueno, usted no puede perdérselo.


Esto es, la catedral de Chartres. Si usted piensa dónde fuimos antes, tendrá una percepción del efecto impactante que estas catedrales góticas tuvieron cuando surgieron. Usaron las últimas técnicas árabes de construcción, los llamamos "arcos puntuados". Y el desarrollo del arco puntuado permite el techo de bóveda, como este, le permite soportar un techo realmente alto. El otro soporte son los contrafuertes voladizos, y lo que hicieron fue desviar toda la tensión de los lados y que se pueda llenarlos de vidrio. La catedral de Chartres debe haberse sentido como si no tuviese paredes. Gracias a los contrafuertes, pudieron rodear a los adoradores con nada menos que 186 ventanas con vidrios coloreados. De acuerdo con el nuevo racionalismo, el lugar entero era como una enciclopedia en vidrio y piedra. Por todo el exterior pusieron un nuevo tipo de escultura. Nada de diseños abstractos, sino personas reales haciendo cosas reales que se veían todos los días. Las figuras santas aún estaban allí, pero ahora tenían ropas y características humanas. Hasta las aladas. Y allí, la prueba pública de que el conocimiento objetivo acerca del mundo debía ser considerado desde ese momento como una ayuda para la fe, no un obstáculo, los retratos tallados de los grandes estudiosos del pasado. Y también figuras representando el tema enseñado en el curso básico en la escuela de la catedral. Sobre la gran puerta oeste del edificio, el portal Royal, los arquitectos de Chartres pusieron las siete artes liberales de Martianus Capella. Entonces, cuando la Universidad de París se fundó en 1200 en la ribera izquierda del Sena, se podía decir que el racionalismo había echado raíces. Porque París, a diferencia de Bolonia, se supone que educaba graduados de teología en una atmósfera protegida de nuevas ideas radicales. Bueno, usted puede imaginarse cuánto tiempo llevó que ese plan cayese a pedazos. En 1210, el Papa había censurado los libros árabes y los de Aristóteles y los estudiantes hicieron huelga por seis años. Roma envió a los frailes dominicos como una especie de tropa antimotines intelectual y eso no sirvió tampoco. El problema era que la lógica se había vuelto un tema de culto y que justamente no se podía suprimir. Las cosas fueron peor para el libre pensamiento. A fines del siglo 13 el viejo desprecio agustiniano por el mundo fue reemplazado por una curiosidad creciente para pasar detrás de la calidad mística de la naturaleza y descubrir cómo trabajaba todo.


En 1304, un graduado de París, un sacerdote alemán llamado Teodorico de Freiberg dio el paso decisivo e hizo aquello que todo había estado preparando. Él resolvió descubrir cómo operaba una de las más misteriosas formas de luz. Y lo hizo de un modo que parece tan moderno que es casi increíble en la época. Porque Teodorico encaró el arco iris. Todo lo que se sabía sobre él, gracias a los árabes, era que pensaban que era causado por gotas de lluvia reflectantes, pero de dónde salían los colores, nadie sabía. Lo que fue increíble sobre la forma en que Teodorico lo hizo fue que usó modelos de laboratorio para testear sus teorías. El usó estos. Esferas de vidrio y botellas de agua y el Sol para tratar de reproducir el efecto que había visto mirando muy de cerca a través de una gota de rocío. Entonces tomó su frasco esférico, lo llenó con agua y miró más de cerca. Lo que vió fueron cuatro colores: rojo, amarillo, verde y azul según moviera su ojo a través de la gota, o moviera la gota. Después de meses de pensar y repensar, esa era la manera escolástica, se le ocurrió esto: la luz no reflejaba todo eso, entraba, chocaba, se refractaba, se reflejaba, y se refractaba otra vez. Y era esa refracción la que causaba que los colores se separaran. Es más, cuanto más oblicuamente entraba más oblicuamente salía. Y, según dónde estuviese su ojo, usted veía luz roja, o amarilla, o verde, o azul. Teodorico reunió todo en un manuscrito que aún existe y se ve como este. En el cielo, las gotitas a diferentes alturas. Usted, mirando. La luz del Sol golpeando en ángulos diversos. Pero su ojo sólo ve desde aquí luz roja, desde aquí, luz amarilla, desde aquí, luz verde, desde aquí, luz azul. Y por eso el arco iris se ve como se ve, como esto. El experimento de Teodorico con la luz, el primero de su tipo en Europa, trajo un cambio total y radical en el modo en que miramos las cosas. Vea, las civilizaciones anteriores siempre habían mirado atrás hacia una edad dorada, a los buenos viejos días, todo eso. Ya no más. Donde Agustín había dicho 800 años antes, “Crean y entonces entenderán", ahora era al revés. Deme los hechos y pensaré sobre ellos.


La gente comenzó a mirar hacia adelante, pensar en términos de tal vez ser capaz de hacer algo para hacer el mañana mejor que el ayer. Esa fue la visión que nos dio el mundo de cambio en que vivimos hoy, donde la ciencia nos trae nuevos productos de nuestra curiosidad antes de que nos hayamos acostumbrado a los viejos. Gracias a Teodorico y las universidades medievales vivimos con una tasa de cambio tan alta que si usted entiende algo hoy significa que eso, por definición, ya es obsoleto. Y si encontramos eso cada vez más difícil para vivir, entonces cuánto más duro será para el tercer mundo, cuando nosotros llegamos rugiendo con nuestra tecnología instantánea para hacerles a ellos lo que nos hicieron a nosotros Aristóteles y los traductores españoles. Sólo que lo estamos haciendo de la noche a la mañana. Este destructor misilístico teledirigido americano es un ejemplo perfecto de cómo nosotros, en el mundo moderno, damos por sentado que sabemos dónde vamos todo el tiempo. En este caso, construimos un barco con sofisticada tecnología electrónica de guerra, sistemas de ataque antisubmarinos, tierra-tierra y tierra-aire, capacidad de buscar-y-destruir y potencia de fuego impresionante. Y nada de eso podía derribar ni una puerta de granero, por así decir, si la tripulación no supiera, en todo instante, dónde en la superficie de la tierra, a cuántos pies, están. Pero lo saben, gracias a sus sistemas de navegación satelitales. Esta información se le pasa al cerebro electrónico del barco y se usa allí para permitirle hacer su trabajo con exactitud mortífera. Esto es lo que hacen con eso. Aquí, en el llamado Centro de Comando de Inteligencia, los datos del satélite, más los datos de un sistema de navegación en tierra y uno en un barco, le dicen a la computadora principal donde están, cada segundo. Usted comprende, si usted se está moviendo y el mar se está moviendo y el viento se está moviendo y el enemigo se está moviendo, hacer ‘bang’ exitosamente puede resultar sumamente complicado. Pero este sistema lo hará un poco más fácil porque hará prácticamente todo excepto decir “manos arriba”. Esto somos nosotros, en el centro de la pantalla. Pediré al sistema que diga algo acerca de ese tema. Aquí está el interrogador. Lo cerraré sobre nosotros. Y, allí, nuestra identidad, curso y velocidad y nuestra posición en latitud y longitud, además. Y hará eso con nosotros o con cualquier enemigo lo bastante tonto para estar en el área y atraer nuestra atención. Volando, flotando o sumergido, nos dirá donde está, qué es, de qué lado está y qué se dispone a hacer. Y cuando estimemos el momento correcto, lo volaremos.


Exitosamente. Y hará mucho más que ellos no nos contarán. Este cuarto entero hace de alcanzar una ubicación o el centro de un blanco pan comido, porque el sistema sabe dónde estamos. Y muy curiosamente esa confiable habilidad nuestra en el mundo moderno de saber dónde estamos, dónde vamos, tan poderosamente expresada en este centro de manejo de crisis flotante, comenzó 500 años atrás con un tipo que, él mismo, pudo ser llamado un centro de manejo de crisis flotante. Sólo que virtualmente toda la ayuda de navegación que tenía era esta. En el verano de 1394, un barco pequeño iba de Constantinopla a Italia, en una misión de crisis. El imperio bizantino estaba bajo ataque de los turcos. Sin ayuda militar inmediata de occidente, Constantinopla podía caer. He aquí el equipo de crisis confrontando su primera crisis: llegar allí. Lo que no lograrían si en algún momento perdían de vista el litoral. La razón por que se mantenía la tierra a la vista era porque sólo los idiotas no lo hacían. Usted era el navegante, usted se alejaba mar adentro, usted se quedaba mar adentro. Digo, usted sabía algunas cosas. Como el tiempo. Y si usted arrojaba una red de arrastre sobre la borda, la dejaba alejarse flotando y jalaba la línea con nudos regularmente espaciados en ella, podía contar a cuántos nudos usted iba. Y usted tenía una cosa llamada carta portulana, que mostraba los puntos destacados a lo largo de la costa si usted no estaba demasiado lejos de la costa para verlos. En su portulana, medía la distancia y se orientaba al siguiente punto y esperaba que el bote siguiera navegando en esa dirección. Usted también tenía una brújula, pero con sólo una vela cuadrada, su barco sólo iba para el lado en que soplaba el viento. Y si ese era el camino equivocado, entonces mala suerte. El motivo de que al internarse en el mar arruinarían la misión, era que cualquier atlas que mostrara algo más que tierra firme era totalmente conjetural. Pero, por una extraña vuelta del destino, Manual Chrysoloras, quien dirigía esta misión, vino a descubrir la clave de uno de los más grandes descubrimientos jamás hechos sobre cómo se veía el mundo, uno que desecharía esta vieja visión medieval de tres continentes con Jerusalén en el centro de todo. Usted deducirá que Chrysoloras alcanzó Italia y salvo a la cultura griega. Sin embargo no de la forma que él esperaba. Chrysoloras y el Papa no se llevaban bien así que la misión para salvar al imperio bizantino se hundió sin dejar rastro y Chrysoloras se quedó sin trabajo, pero no por mucho tiempo.


En 1397, aquí en Florencia, le pidieron que inicie un curso universitario de griego. Sin otra cosa en vista, Chrysoloras aceptó. Y para los florentinos, Chrysoloras fue la respuesta a las plegarias de una doncella. Él tenía la cultura, ellos tenían el dinero. Y cuando digo dinero quiero decir que el lugar estaba cargado. Florencia era una especie de cruce de caminos justo en medio de Italia, el lugar ideal para un centro comercial exitoso. El vino y el grano y el cuero del Norte de Europa intercambiados por las sedas y las especias y el algodón de Medio Oriente en Florencia. Con los florentinos guardándose la ganancia del intermediario. La que, a su vez, usaron para fundar su propia industria de la lana y hacer aun más ganancia. Y el mismo año que llegó Chrysoloras, la familia Medici había fundado un banco internacional para prestar todo ese dinero en efectivo florentino y realmente recogerlo con el rastrillo, gracias a las tasas de interés de dos cifras. Una especie de Florentine Express, con sucursales por toda Europa. Trabajaba a las mil maravillas, gracias a una nueva arma secreta financiera a la que nadie fuera de Florencia podía echar mano. Libros de contabilidad de doble entrada. El sistema que todo el mundo todavía usa hoy para balancear sus cuentas. Entonces, el dinero regía Florencia. El lugar estaba lleno de contadores, comerciantes y, más que cualquier otro lugar en Europa, burócratas. Y, a pesar de lo que pudiera parecer, no había aristocracia. Cualquiera que tuviera poder y posición en Florencia era porque lo había comprado, por las ganancias. Ellos hubieran odiado la descripción, pero eran lo que llamaríamos "nuevos ricos". Era una ciudad-negocio dinámica, republicana, capitalista y liberal, donde, si usted tenía los medios, el dinero sólo lo llevaría hacia arriba. El problema era que llega un momento que no hay más arriba donde ir. Y ahí es donde entraba Chrysoloras. Sus clases de griego clásico se transformaron en una especie de “donde se encuentra la élite”. Él convocaba a toda la gente más acomodada. Vea, su exposición de la gloria que era Grecia tenía un tremendo atractivo porque era precristiana. Así que no tenía nada de aquello de “la vida y el mundo no tienen valor, el hacer dinero es perverso, sólo el más allá importa” que predicaba la Iglesia.


Evidentemente, la Roma antigua y Grecia habían sido lugares donde un tipo con un poco de dinero que tomase en serio su responsabilidad pública era admirado. Lo que era justo lo que los florentinos querían: decoro, dignidad, un poco de clase. De modo que cuando Chrysoloras sugirió un viaje a Grecia, la casa de lo pomposo, Bueno, todo el mundo que era alguien se anotó en el viaje. Y, como en todos los viajes de turismo, compraron el pueblo. Cualquier cosa que los lugareños vendían. Incluyendo un Atlas más bien curioso de un tipo llamado Claudio Ptolomeo, algo que nadie había visto antes. Con el mundo entero y coordenadas. Lo principal fue que regresaron con una sed real por cualquier cosa que les enseñara a vivir como héroes. Así que salieron a buscar su propio pasado clásico. Afortunadamente, yaciendo olvidada en los monasterios de Europa, estaba la literatura latina que estaban buscando. Como un manual del Rotary Club de la Antigua Roma. Charla de sobremesa, etiqueta, cómo ser un pilar de la comunidad, etcétera. Por supuesto, toda esta manía por manuscritos mohosos nos hizo un favor también, porque ellos rescataron las únicas copias de los grandes clásicos latinos que sobrevivieron al moho y las ratas. Bien, más ellos leían esas pilas de poesía y retórica e historia y educación cívica y buena vida, más los hacía sentirse muy bien, porque esas cosas, siendo precristianas, trataban sobre tener su recompensa en la tierra, sin preocuparse por el más allá. Que los humanos podían vivir modos humanos con o sin ayuda celestial. Lo que le dio a los ratones de biblioteca una idea realmente terrífica. Se autodenominarían “humanistas” lo que dejaba sólo un problema, bastante incómodo. ¿Algo de todo ese montón decía cómo hacer que su casa parezca realmente clásica? En otras palabras, cómo transformar a Florencia en un lugar que se pareciera a la antigua Roma. Desafortunadamente, no. Bueno, había sólo un lugar para conseguir el asunto real. Y ese era Roma. Donde, a la sazón, había también alguien más que estaba interesado en ascender también. El Papa. Vea, después de años de tiempos duros y sin dinero y de vivir en iglesias de ladrillos rústicos y competir rudamente con los antipapas en Francia, en 1417 el papado romano estaba totalmente dispuesto a usar todo ese problema con los turcos en Constantinopla en su propia ventaja.


Ayuda militar para los griegos, incluso dinero, a cambio del reconocimiento de que el Papa estaba a la cabeza de, ejem, del mundo. Si podían lograr con astucia eso, pues bien, Roma volvería a ser lo que antiguamente: capital del universo. Desafortunadamente, los romanos locales no habían mantenido el lugar lo que se dice en buena forma. La gloria que fue Roma estaba, más o menos, doblándose como un soporte de macetas. La que una vez había sido la envidia de mundo, la ciudad eterna, parecía haber sido bombardeada. Arboles y arbustos en el foro ahora usado como basurero de la ciudad. El mármol, desde hace mucho tiempo arrancado de la mampostería y quemado para cal. A la noche, dos cosas se movían, los lobos y los asaltantes. Aún así, nuestros trepadores sociales de Florencia no iban a desalentarse por unos meros mil años de negligencia y decadencia yaciendo en pedazos. Digo, esta no era basura ordinaria. Eran fragmentos romanos genuinos, para ser estudiados con cuidado y copiados al regresar a casa. Así que cayeron sobre el lugar con reglas de medir y pedazos de cuerda y papel, y dibujaron furiosamente. Encontraron lo que andaban buscando muy bueno. No era mucho, pero lo que hicieron fue ver que no podían hacerlo. Véalo. A todas partes donde miraban, veían cosas que no podían hacer. Los arcos triunfales, los frontispicios, los cielorrasos atesorados, las bóvedas, las columnas gigantes. Ellos no iban nunca, jamás a elevarse a semejantes alturas. La pregunta era cómo obtener el conocimiento que les pudiera decir lo suficiente como para construir como los romanos. La respuesta vendría de aquí, Padua en Italia del norte. Porque este pequeño y somnoliento pueblo de mercaderes era el MIT del siglo 15. Si usted quería estar a la par del último gran adelanto científico, entonces este era el lugar. Había más investigadores por pie cuadrado aquí que en cualquier otra parte de Europa y trabajaban y enseñaban en pequeños cuartos por todo el pueblo. Como este. Irónicamente, esta es ahora una oficina de dibujo. Digo “irónicamente” porque en aquel entonces el tema candente tenía que ver con esto: visión, óptica, sobre todo ‘¿Cómo ve usted lo que ve?’ Y usaban alta tecnología medieval con la que enseñar.


Ahora, el gurú de la óptica era un árabe llamado Alhazen quien por el siglo 11 había estudiado el tema y escrito el libro de texto definitivo. Primero demolió todas las viejas teorías, la primera, que en cierta forma los ojos emitían rayos de luz para iluminar todo lo que se miraba. “Basura”, dijo Alhazen. “Si eso era así, ¿por qué la luz brillante lastimaba los ojos?" Y si usted emitiese rayos, entonces quedaría encandilado cada vez que parpadeara”. Otra teoría decía: “los objetos emiten color y eso cambia el color de su ojo”, Bueno, ¿por qué no hacen mi ojo multicolor? No, la única teoría que tenía algo bueno como para interesar a Alhazen, como la reflexión, la refracción, los arco iris, que el Sol se agrandaba en el ocaso, era la teoría que decía “la luz entra en su ojo de todos los objetos alrededor de usted”. “Cierto,” dijo Alhazen, “y la razón de que no confunda a su ojo "es porque los rayos actúan selectivamente. "Los objetos emiten rayos, pero sólo los que van "directamente a sus ojos, los así llamados rayos céntricos lo hacen ver. "Los que entran en ángulo "se doblan, defractados, así que usted no los ve. "Y los objetos grandes, cercanos hacen más de esos rayos que los distantes pequeños. "Entonces usted termina, en conjunto, con una pirámide visual "de rayos entrando desde todo allí afuera y convergiendo en su ojo". Cegadoramente obvio para usted, teóricamente demoledor para los estudiantes del siglo 15. Incluyendo uno de Florencia, un tipo llamado Paolo Toscanelli, quién pensaba que el Sol salía y se ponía en Alhazen. Alrededor de 1424, Toscanelli, a la derecha, salió a cenar en Florencia cuando se encontró con un arquitecto llamado Brunelleschi, que estaba tratando de hacer más grande y mejor que los antiguos romanos, y tenía un problema. Toscanelli con su formación teórica en ciencia, era un regalo del cielo. Toscanelli tenía ideas basadas en toda la óptica teórica que había aprendido en Padua, que podría darles a los arquitectos la ayuda que estaban necesitando. ¿Recuerda ese atlas de Ptolomeo que los florentinos habían traído de Grecia, con cuadrículas? Toscanelli encontró cosas en los Atlas que eran perfectas para Brunelleschi. El modo en que Ptolomeo usó las cuadrículas como unidad de medida estándar y cómo debió haber usado la teoría óptica para lograr que el efecto acortador de las cuadrículas recreasen el efecto de la curvatura de la Tierra. La misma teoría óptica que Alhazen había desarrollado, usted recuerda, acerca de la forma en que los rayos de luz entran en el ojo desde el exterior. y cómo la forma en que usted ve las cosas era algo que podía manejarse con geometría y matemáticas. Usted puede imaginarse lo que debió pensar Brunelleschi mientras miraba a Toscanelli.


Si él podía entender bastante de esta geometía de fantasía para producir algún tipo de plano, sus problemas habrían terminado, porque él podría tener un enfoque científico correcto de las cosas que trataba de construir. Incluyendo un esquema alocado que había diseñado para dar a los florentinos algo aun más grande de lo que los romanos imaginaron, poner el domo más grande jamás construido en su catedral inacabada. Él tuvo esta imaginativa forma de hacerlo. Toscanelli tenía las matemáticas para ayudar. Los florentinos obtendrían su enorme símbolo de categoría de Brunelleschi. Pero fue lo que apareció en 1425 en la puerta principal de la misma iglesia, lo que pondría a Florencia en el mapa. Literalmente. Surgió en una conversación de sobremesa con Toscanelli sobre cómo vemos las cosas. Brunelleschi colocó su equipo exactamente 6 pies dentro de la puerta de la iglesia, opuesto al baptisterio construido al otro lado de la plaza exterior. En un caballete puso una tableta cuadrada de madera, y en otro, un espejo con un soporte, dispuesto para darle un reflejo del baptisterio según él moviera el espejo desde atrás, y luego comenzó a perfilar, en la tableta de madera, la vista del baptisterio como la veía en el espejo. Él usaba un espejo porque habría exagerado cualquier posición descentrada, Así que Brunelleschi sabía que tenía una vista absolutamente simétrica en la que dibujar las líneas de geometría óptica que Toscanelli le había dicho. Brunelleschi lo había planeado como lo haría un arquitecto. El baptisterio era exactamente tan alto y tan ancho como la distancia entre él y el lugar en que lo pintaba, así tenía una relación espacial simple con la que trabajar. Ahora, usted puede sentir, como este clérigo pasajero, por qué lo de Brunelleschi no era gran cosa. Ciertamente no parecía el más grande pintor del mundo. Pero, pobre como pueda parecerle, el pequeño esfuerzo de Brunelleschi era bastante más que el siglo 15 pintado por números. Iba a cambiar todo. Ahora, para apreciar completamente el efecto completamente impactante de lo que Brunelleschi estaba por producir, permítame una breve interrupción para darle un rápido golpe de Aristóteles e iglesia medieval. Una mezcla que era una especie de dictado de cómo las personas veía las cosas antes de Brunelleschi, que no era la forma que usted o yo lo hacemos. Número 1: la visión de la Iglesia. “Todo lo que importa de esta vida es prepararse para la siguiente. Entonces el mundo visible alrededor de usted no vale la pena”.


Número 2: Aristóteles. Como el todopoderoso creó él mismo cada objeto existente, cada objeto es único. El universo está lleno de esos objetos individuales, separados, inconexos. Y todo lo que importa acerca de su posición es dónde están en relación al centro del universo. Extraño, ¿no? Sin embargo cuando usted usaba un artista sumamente caro digamos, para pintar esta pared, usted tenía las cosas pintadas desde el punto de vista de Dios. Grandes, si ellos eran buenos e importantes como esos cardenales y obispos allá arriba. y pequeños, si eran insignificantes y malos como esos bailarines allí. Esos eran sus tamaños teologales, los únicos tamaños que importaban. ¿Ve la iglesia allí? Es grande, pero es sólo tres veces más grande que los obispos y cardenales. Y vea los portones celestiales. Grandes ángeles, dando la bienvenida al Paraíso a personas diminutas, donde las almas benditas son grandes, porque están benditas. Y, bien arriba, Jesus en su trono es gigantesco, la cosa más grande en realidad. Ahora, nuestra reacción ante esto es que es todo muy simple y poco realista e infantil, pero eso no es porque fueran estúpidos, sólo tenían prioridades diferentes cuando se dedicaban a salpicar pintura y, por supuesto, esto fue hecho antes de que Brunelleschi hiciera lo que hizo. Hablando de eso, de regreso a la acción. Cuando Brunelleschi hubo terminado su pintura, la primera basada en la geometría que Toscanelli había estudiado, el efecto en cualquiera que la veía era electrizante. Nada como eso se había hecho antes. No sólo una reproducción perfecta de exactamente lo que usted veía cuando miraba a través de la plaza al baptisterio, sino mucho más. Cuando usted miraba a través de un agujero en la parte trasera de la pintura usted veía el baptisterio real hasta que el espejo subiese, cuando usted veía un reflejo de la pintura en él. Entre la cosa real y el reflejo de la pintura casi no había ninguna diferencia. Cuando los florentinos vieron por primera vez este nuevo tipo de pintura, no podían tener bastante de ella. Lo que estaban viendo les dio una perspectiva enteramente nueva en el arte, porque les dio justamente eso, la perspectiva. Y, de acuerdo con su sentido de la elegancia y el savoir faire, los conciudadanos de Brunelleschi se volvieron, elegantemente, chiflados. Pues bien, no es de extrañar de que todos ellos perdieran el control, Brunelleschi trajo la forma de medir el universo entero.


Usted podía examinar las características de cualquier objeto distante sin tener que acercársele, porque usted sabía su tamaño relativo y la distancia a que estaba, y todos los otros objetos, a causa de la perspectiva geométrica. Bien, eso noqueó a Aristóteles para empezar, o lo hubiera hecho si Brunelleschi hubiera sido un matemático teórico, pero no lo era. Afortunadamente un pintor amateur y ex escritor de cartas para el Papa llamado Alberti lo era. y conocía todo el tema de Alhazen sobre la óptica y el sistema de grilla de Ptolomeo porque había estado en la Universidad. Así que los juntó en un libro llamado ‘Cómo pintar'. Dos versiones, una en latín para los entendidos y una en italiano para la plebe. “Lección uno”, dijo, “tome un marco grillado y fíjelo frente a su escena, así”. La cuadrícula de hilos en el marco lo ayuda a tener el tamaño de cualquier objeto en la escena, relativo a todos los otros objetos que tuviera con gran exactitud. Por ejemplo, esa iglesia es casi un marco de alto. Ese grupo de árboles es un poco más que dos. Mi mano es más grande que la iglesia, ¿ve? Porque está más cerca de usted que la iglesia. Lo que usted tiene con esta cuadrícula es un tipo de corte a través de esa pirámide visual de que hablaba Alhazen, de toda la luz que llega de una escena a sus ojos. ¿Recuerda? Entonces, esta era la forma de copiar una vista, cuadro por cuadro con todo en proporción. Lo que estaba bien para copiar. ¿Qué ocurre si usted quiere inventar la escena usted mismo? Bien, en el libro de Alberti, esa era la lección dos: “Cómo dibujar un marco de perspectiva”. A nivel del ojo, una línea de horizonte, un punto central y líneas del piso. Luego, desde un punto donde un espectador de la pintura estaría ubicado, líneas del ojo del espectador hasta el fin de cada línea del piso y, desde donde corten el marco, horizontales. Dándole un efecto de perspectiva de cuadrícula para ubicar a las figuras pintadas. Añada líneas de techo, como las del piso, para todo por encima de la altura de la cabeza y allí está el marco en la cual usted pinta su pintura. Que no es una pintura, es una iglesia, diseñada por Brunelleschi según las reglas de la perspectiva, donde todo converge al punto central, el altar. Inteligente, ¿no? La perspectiva le permite copiar la realidad con precisión matemática, o construir la suya, según especificaciones exactas. Y eso es lo que empezó a ocurrir. Los arquitectos construían cosas que parecían pinturas. Los pintores pintaban cosas que parecían edificios.


Como la primera de un amigo joven de Brunelleschi llamado Masaccio. En 1326, su Trinitas era tan realista que se veía como un hueco en la pared de una capilla. Observe cómo está estructurada la pintura en esas líneas de perspectiva, convergiendo a la altura de la cabeza del espectador, obligando a sentir que uno está al pie de la cruz, mirando hacia arriba. El nuevo marco de perspectiva fue copiado inmediatamente. Mire cómo Cristo, a la izquierda, es el punto central para una estructura de perspectiva centrada en él, y cómo su línea de horizonte está al nivel de su ojo, también. En esta forma nueva, realista, de capturar la vida las escenas todavía eran tomadas de la Biblia pero usaban sujetos cuyas ropas y caras eran tomadas de personas de la vida diaria. Por supuesto, era demasiado bueno para durar. Si la perspectiva nos daba la habilidad para controlar cosas desde lejos, usted podía apostar que no tardaría mucho antes de que las cosas a controlar fueran personas. Pero en el breve intervalo antes de que eso ocurriese, en el intervalo que llamamos Renacimiento, la perspectiva significó lo que se dijo, mantener las cosas en proporción, en todo sentido. Y en ninguna parte era eso más verdadero, en términos de - lo que hizo para las vidas de las personas, que aquí. Un pequeño pueblo en la Italia central llamado 'pequeño pueblo'. Urbino. Es un lugar tibio, desordenado, y en el siglo 15 pertenecía a un duque llamado Federico cuyo palacio ducal era una nueva partida de las usuales monstruosidades fortificados. Es el hogar de alguien. Lujoso, pero confortable. Para ser vivido. Y con Federico y su casa usted tiene todo lo que el Renacimiento empezó. Todo ese individualismo confiado, allá arriba en la pared dice: “Yo soy Federico y yo construí este lugar”. Armonía, balance, estilo clásico: este patio es el mejor ejemplo. Los tres niveles originales proporcionados. tres, a dos, a uno. Líneas rectas, espaciamiento geométrico, columnas romanas. Igual que las pinturas que el duque encargó. Ellas mostraban el mundo ideal en que el hombre renacentista quería vivir. Las pinturas están llenas de vistas urbanas y plazas graciosas, y aun en las pinturas de temas religiosos, como la Flagelación de Cristo, el pintor da la misma atención a la arquitectura que el duque.


En el estudio del duque, usted puede ver lo que él era. Él amaba la novedad. Todo esto es el último truco en materia de perspectiva en 3D en los marcos. Algunas parecen ventanas abriéndose ante novedosos paisajes naturales. Federico se hacía leer los clásicos durante la cena. Tocaba su propia música. La ciencia le fascinaba, y amaba los libros. Se decía que su biblioteca, aquí, era mejor que la de Oxford. Oh, y el pequeño asiento de lectura también tenía un truco. Y todas estas ilusiones iban particularmente bien con Federico porque él era tuerto. Tenía dos organistas, un cuarto para conservar nieve en el verano y una jirafa de mascota. Y estos fueron sus héroes. Escritores, estudiosos, filósofos. Y cuando añadió su propio retrato al de ellos, lo mostraba en armadura, pero leyendo. Y desde su palacio nuevo, Federico tuvo la vista hacia un mundo que las personas como él sentían que ahora podrían explicar racionalmente, por primera vez. El hombre se había convertido en el mensurador de todo. En la forma más bonita posible, la visión matemática que los florentinos siempre habían tenido, por su comercio, se movió y tomó el mundo que ellos habitaban. Delicado, bello, regimentado. Usted tiene una sensación de cómo funcionaba el estado florentino realmente. Mano dura en guante de terciopelo. Ahora, no está de moda decir esto acerca de la aventura amorosa florentina con el balance y la simetía y todo lo demás, pero me pregunto cómo sería vivir con las reglas de la proporción metidas por su garganta para todas partes que usted mirara. Como la iglesia florentina de Santa Maria Novella. La fachada entera es un ejercicio de proporciones. Esta parte, todo 2:1 y el resto en una proporción de 3:1. Y hay un solo camino al que lo empuja este tipo de obsesión. Usted comienza, como ellos hicieron, a diseñar grupos de edificios por números, y luego las calles, y, finalmente, ciudades enteras geométricamente balanceadas, ideales. Realmente construyeron algunas de esas ciudades ideales.


Esta es una, llamada Palmanova. Un pueblo de guarnición, cerca de Venecia. En Palmanova usted ve dónde, en última instancia, las matemáticas lo pueden llevar. Porque usted ahora puede planear y construir una ciudad entera para llenar un propósito. En este caso, defensa contra la artillería. Todo dentro de las paredes está subordinado a ese propósito. Incluyendo, por supuesto, la vida ahora estrictamente planeada del ciudadano. Eche una mirada a cómo lo hicieron. La plaza central es realmente un puesto de comando y control. Seis calles mayores radian desde la plaza central hacia las cañoneras en las paredes. Las calles construidas con un único propósito: mover hombres y municiones. ¿Y ve cómo todo está en líneas rectas o círculos? La vida, diseñada para la máxima eficiencia. Sin alma. Los orígenes del urbanismo y la manipulación social que ofrece. Calles anchas para los desfiles. Calles estrechas para reprimir a la multitud. Usted sabe exactamente dónde está, y puede precisar donde están todos los demás. El pueblo entero es un conjunto de coordenadas de control. Entretanto, como el potencial paramilitar de la perspectiva estaba alegrando los corazones de gobiernos represivos en todas partes, estaba a punto de tener exactamente el efecto opuesto, porque “saber dónde estaba usted” significa un montón de marineros de oficio aquí, en Sagres, una pequeña comunidad al final de Europa. Literalmente, en el Cabo San Vicente, la punta de abajo del rincón inferior izquierdo de Portugal. Desde 1419, esta había sido la sede de una escuela de navegación fundada por el príncipe Enrique de Portugal, el bien conocido chiflado de la exploración. Como gobernante de una parte particularmente pobre de Europa, Enrique tenía en mente dos cosas: dinero y dinero. El primero, a ser ganado bajando la costa de África para traer oro y esclavos y cosas así que él había oído que prácticamente regalaban. El otro, seguir bajando por la costa de África y rodearla por abajo para llegar al Extremo Oriente, evitando así a los turcos, que cobraban un brazo y una pierna en la ruta del Mar Rojo. Para traer la licencia para imprimir dinero: la pimienta, el nuevo, delirante deleite de los gourmets, que parecía caer de los árboles en el Oriente.


Ahora para ser justos con Enrique, él también tenía intención de repartir cristianismo de a gotas. Bueno, él tenía un problema menor. Nadie tenía la más remota idea de cómo bajar por la costa de África. Por supuesto, usted tenía brújulas y relojes de arena y mapas con trazos de detalles del litoral de la parte ya conocida. Como España, en esta carta portulana, con líneas de navegación y dirección que usted medía con sus, ejem, mensuradores. Aquí abajo más allá del dominio de la Iglesia, había lo que cualquiera podía adivinar. Mirando este mapa, como usted lo está haciendo, usted ya habrá visto el pequeño problema de Enrique, aun después de 10 años de despachar bravos muchachos aquí abajo a explorar, se encontraban siempre con una pared de ladrillo en este punto, el Cabo Bojador. Déjeme explicarles. En esos días, si usted pasaba por un lugar que tenía niebla, corrientes crueles, arenas movedizas, clima horrible, y sobre todo un viento soplando fuertemente hacia el camino equivocada para un tipo que quisiera retornar a casa, bien, tal lugar era una complicación a ser esquivada devotamente. Y Bojador era todo eso. Más allá de él, decían los árabes, “oscuridad y muerte”. Aristóteles decía “regiones de fuego”. Enrique dijo “Dinero”, así es que siguieron. En 1434 un atrevido llamado Eanes fue y siguió, y volvió cojeando diciendo “Ah, córcholis, no era nada” y le dio a Enrique un problema real. ¿Cómo navegar cuando las autoridades filosóficas y teológicas declaran ‘fuera de límites'? Afortunadamente para Enrique, ellas recientemente habían seguido el consejo del experto florentino en problemas de largo alcance. sí, usted lo ha reconocido, Toscanelli. Ocupado en lisonjear al príncipe portugués Pedro, en Florencia para ver lo último en técnicas de trazar mapas. Algo que usted reconocerá, el atlas de Ptolomeo con su cuadrícula. Pero más a propósito, lo que dijo acerca del sitio donde los portugueses trataban de encontrar una ruta bajo África hacia el Lejano Oriente. Y era el único mapa del mundo remotamente preciso. Usted podía ver que Ptolomeo era de fiar cuando trató con los lugares realmente 'remotos', si comparaba la forma en que él usó sus técnicas cartográficas para dibujar mapas de partes del mundo más cercanas a casa. Sus gráficas de los países, digamos, del Mediterráneo del Norte eran impresionantes.


Toscanelli le dijo a Pedro lo suficiente como para que lo envíara de regreso a Portugal, convencidos de que estaban haciendo lo correcto: A) porque Toscanelli había comprendido que Ptolomeo estaba usando geometría de perspectiva para obtener una vista sumamente exacta del mundo, por la forma en que pudo reproducir la forma de una esfera en una superficie plana, y B) por estas palabras mágicas: terra incognita. Territorio desconocido. Ptolomeo no decía, como todos los demás, que no había nada al sur del Ecuador, decía que podía haber algo. Bueno, había un solo modo de saberlo. Animados por la afirmación de Toscanelli, en 1455 los portugueses tuvieron su primera vislumbre de las culturas nativas de Africa occidental. Establecieron sus puestos de comercio, hicieron sus propios mapas del litoral a medida que avanzaron, arrimándose más y más cerca del Ecuador. Y preocupándose cada vez más a medida que se acercaban. Porque ahora realmente comienza a parecer como si fueran a navegar fuera del borde, en términos de navegación. Mire lo que hacían: Aquí iban, con sus cartas portulanas, más y más al sur, mapeando a medida que avanzaban, hasta que se llegaron adonde estoy, aquí, Sierra Leona, cuyo nombre le dieron. ¿Y qué está horriblemente equivocado con este lugar precioso? Le diré. ¿Ve esto? El cuadrante portugués, alta tecnología del siglo 15. Le dice la posición, en el cielo nocturno, de la Estrella Polar hacia la que usted navega, porque mientras usted puede moverse, ella nunca lo hace. Una idea portuguesa, esta. De cualquier manera, usted alinea las imágenes en la estrella, y lee cuán alta está, cuántos grados, allí. Ahora, aquí está la Tierra, la Estrella Polar, usted. Mientras se dirige hacia el norte por el Atlántico hacia su casa, ese ángulo crece más y más. y cuando alcanza 39°, vira al este y tarde o temprano, llegará a Lisboa, porque 39' es el ángulo de latitud de Lisboa. Yendo rumbo al sur, claro está, el ángulo decrece más y más. Y aquí, en Sierra Leona, la Estrella Polar es la única 8° por encima del horizonte al norte. Allí. Entonces, ¿ve usted por qué se preocupaban? Unas pocas millas más al sur, sobre el Ecuador, y la Estrella Polar no estaría allí. Entonces, ¿cómo llega usted a casa? Y lo peor era que este lugar realmente comenzaba a verse bien. La gente era amistosa y tan generosa.


Usted les daba unos pocos utensilios de cocina y en sus mercados, le darían todos los esclavos que usted quisiera, plata, marfil, cobre, y un sorprendente substituto de la pimienta llamado “polvo de ángeles”, que volaba su cabeza. Pero, sobre todo, tenían una casual actitud de “ayúdese usted mismo” para el oro que parecían tener de sobra. En toda su extensión Africa del Norte era dinero por ropa vieja. Por ende los portugueses no iban a abandonar. Además, todavía tenían que llegar al Extremo Oriente por especias, ¿recuerda? Entonces establecen un comité de emergencias en Lisboa. Y su presidente, un tipo llamado Martines, entró en contacto con Toscanelli. Nuestro amigo italiano había asistido como observador en un concilio ecuménico en Florencia, que convocó a pelucones de todas partes. Y él recogió datos acerca de cómo ellos iban a regresar al hogar de donde vinieron. Y luego él juntó todo. Sobre Europa, él estaba al corriente, y sabía bastante de África, y el embajador chino le contó al respecto de esta parte y de esta parte. Y un italiano realmente extraño llamado Conti que había viajado 25 años en lugares donde ningún europeo había estado antes llenó el resto: India, Sri Lanka, Siam, Malasia, Sumatra, Cippango: Japón. Nombres, distancias, y sobre todo dónde obtener dinero. Bueno, todo esto era buena informción, pero los portugueses no sabían cómo conseguirla. Este lugar, África, era genial. pero cómo podían seguir adelante Nadie había ido más lejos hacia el este que aquí abajo. Toscanelli le dio otra mirada a su mapa. Primero colocó una cuadrícula de Ptolomeo sobre él. Cada cuadrado eran 5° o 250 millas. Esta cuadrícula le dio las primeras coordenadas de mapeo. Aun para los lugares a los que usted nunca había ido, podía usar una escala para medir distancias de dondequiera a cualquier otra parte. ¿Pero cómo ayudaba eso a los portugueses? Y luego algo lo golpeó como una tonelada de ladrillos. Conti le había dicho que aquí fuera, más allá de Japón, había un gran océano. Bien, porque Toscanelli había puesto Asia 5000 millas más larga de lo que realmente era, se dio cuenta de que ese océano no podía ser tan grande. Y habría debido darse cuenta de que él sabía qué océano era.


El 24 de junio de 1474 Toscanelli envió una de esas cartas que cambian la historia a Martines acerca de su mapa. “Estimado señor”, dijo, “aquí está mi mapa, grillado para simplificar la navegación. "Cuente los cuadrados y tendrá las distancias. "Este es usted. Este es Japón. Un trayecto largo. A menos, claro está, que usted vaya por este camino”. ¿Los portugueses se estupidizaron de asombro? uh uh. Ellos murmuraron y dudaron, disputaron acerca del kilometraje y luego uno de sus muchachos rodeó la punta de África y fue “gracias, pero no gracias”. Eso fue exactamente lo que dijeron a un ex-pirata, ex-vendedor de libros con cabello blanco y una forma suave de hablar, quien algunos años después mejoró el mapa de Toscanelli y lo hizo venderse aún mejor, cortando la circunferencia de la Tierra un 25%. El número nadie lo podía adivinar en esos días. Entonces la ruta del Atlántico a Japón era de unas muy atractivas 2400 millas. “Una mera bagatela”, dijo, “para un tipo que ya ha estado en Islandia. Piense en eso”. Bien, como dije, este argumento de ventas cayó sobre los portugueses como un globo de plomo. Y cuando él probó con los españoles, todo lo que consiguió fue “Mañana”. Eso sólo dejaba a los franceses. Entonces, él se puso en camino aquí, en el solitario e insignificante monasterio de La Rábida en la costa sud-occidental de España, visitando de paso a su hijo en la escuela, y preparando su charla para París, cuando los partidarios españoles cambiaron de idea. Y repentinamente el viaje estaba en marcha. Le dieron dos barcos, y él tomó prestado de los lugareños un tercero en alquiler. y a las 5:15 AM del viernes 3 de agosto levaron el ancla en el puerto de Palos, río arriba y flotaron río abajo, arrodillándose sin sombrero en la cubierta al pasar por el monasterio allí. Y en el libro del capitán metió el mapa de Toscanelli y la carta que contenía esa frase extraordinaria: “Ir al este yendo hacia el oeste”. A las ocho en punto cruzaron la barra en el Golfo de Cádiz, aquí, y navegaron por mar abierto, para llegar, finalmente, a Japón. Nunca lo hicieron. Casi exactamente donde había predicho que estaría Japón, Colón encontró América.


Colón entró en lo desconocido con la nueva e ilimitada confianza de la época. De hombres que, gracias a la perspectiva, podían medir y predecir lo desconocido. Hombres para quienes nada era imposible. Desembarazados de la superstición y la ignorancia. Individuos libres, racionales. Típicos de los americanos modernos que hacen el viaje de regreso hoy de una tierra donde ese individualismo es más fuertemente expresado que en ninguna otra parte en el mundo. Una tierra preparada, si fuera necesario, para luchar por la libertad del individuo. Pero es una de las grandes ironías de la historia que el poder que Alhazen, Toscanelli y Ptolomeo nos dieron al grillar el mundo e ir dondequiera que nuestros barcos puedan navegar, debería, a largo plazo, volverse contra nosotros. Esta nave puede ir dondequiera y, gracias a las otras naves, las que enviamos al espacio, nunca puede perderse. Ellas saben su posición, como la sabía Colón, sabiendo dónde debería estar una estrella en un cierto tiempo. Pero su estrella satélite está hecha por el hombre. Pero el otro lado de la moneda, es este. Vea, he aquí la España del sur desde el espacio, el Estrecho de Gibraltar, La Rábida, la base naval estadounidense en Rota. Y aquí, una mejor foto de la base desde 300 millas en el espacio. Y cuando ellos levaron el ancla y se dirigieron al anonimato del océano sin huellas, como hizo Colón, así se veían, de otro satélite. Estelas de barcos desde una altura de 400 millas, de noche. Esa es la ironía. La misma habilidad para medir y controlar el universo a distancia quiere decir que nosotros, también, podemos ser medidos y controlados del mismo modo. Al grillar el mundo, nos hemos grillado nosotros mismos. No hay ningún lugar donde ir y esconderse, nunca más. Pero hoy, ¿quién querría? Usted sabe, podría decir: “ Si Dios hubiera pretendido que el hombre volara, le habría dado alas” acerca de casi cualquier cosa en estos días, gracias a la ciencia y la tecnología. Podemos hablar, instantáneamente, a través de océanos, televisar la superficie de la Luna, vivir bajo el agua, tener un corazón nuevo y un millón de otras cosas y lo hacemos todo por la misma razón por la que yo subí en esta cosa, porque confiamos en la ciencia que dice que hará lo que se supone que hará. Y sin embargo no hay modo de que usted pueda comprobarlo personalmente. El hecho es que un helicóptero vuela y eso es todo.


Y todo en la vida es así: hechos de otras personas. Usted no tiene que hacer nada, otra gente lo hace con su pericia. Hacen cosas que usted usa y en alguna parte, alguien sabe todo lo que hay que saber acerca de lo que sea. Usted no tiene que saberlo. ¿Cuándo fue la última vez que usted realmente hizo algo usted mismo, completamente desde cero? Y las herramientas, claro está, también. Esta granja moderna por ejemplo, no necesita generaciones dedicadas desde la niñez a saber qué hacer. Tiene todos los datos necesarios aquí, tocando una terminal. Cómo llevar los libros, qué alimentar y cuando, precios de mercado, gestión del ganado, lo que se le ocurra. Usted puede tener todo lo que todo granjero alguna vez haya aprendido sobre lo que sea que usted quiera. Y usted no lo hizo, fue la tecnología. El mundo natural ha sido mecanizado, procesado, empaquetado. Todo ya está pasteurizado por protección o encapsulado para ser disfrutado. Alterado para adecuarse a la maquinaria de distribución o al método de producción. Ya nada está intocado. La ciencia y la tecnología han quitado la cosa real de todo lo que hacemos porque 500 años atrás, algo ocurrió que nos dio la manera de vivir artificial de hoy, substrajo nuestras memorias y nos aisló del contacto directo con el mundo. Antes de 1450, la vida era intensamente local. La mayoría de las personas vivían y morían en la misma casa de campo y nunca se alejaban más allá de 7 millas. El mundo circundante era como un almanaque. El viento del oeste traía calor, la columbina curaba el dolor de garganta, la tierra del botón de oro estaba demasiada mojada para cultivar, cuando los arándanos maduran vienen las grullas. La gente conocía íntimamente cada sonido y olor en la naturaleza, porque dependían de las pocas millas cuadradas que conocían para la supervivencia. Aquí en la iglesia, se enteraban de las noticias boca a boca del misterioso e irreal mundo, más allá del bosque, donde nadie había ido nunca. El púlpito era su TV, su periódico, su servicio de cable, su calendario, el dueño de la tierra, el abogado, el maestro, el cronometrador, el diario social. La iglesia misma era en la mayoría de los casos una especie de ayuda educativa en piedra, o vidrio, o pinturas, como estas del siglo 12, de historias de la Biblia para analfabetos. Esto no es arte, es información.


Pero sólo porque estos campesinos aislados fueran analfabetos no quería decir que fueran estúpidos. Sólo sabían cosas diferentes de nosotros. Hechos, para ellos, eran los que se obtenían por experiencia directa, personal. Cualquier otra cosa eran cuentos de hadas. Escritos, si alguna vez los vieron en la Biblia de la iglesia, se habrían parecido a esto, unos cuantos sacros garabatos. Sin embargo, con un poder vital en un mundo totalmente oral donde todo se decía. Eso hacía que las personas dijeran la verdad. John Den. Nuestra práctica legal moderna de oír evidencias viene de un tiempo en que la mayoría no podía escribir. Juro que diré la verdad, toda la verdad. Habiendo sido convocada la corte y jurado el juramento, alegue su caso. La audiencia misma. El proceso entero era oral. Ahora, John Den, ¿a qué distancia reside usted del pueblo de Shellow donde Ralph dice que él nació? Ralph reclama una herencia. Observe cómo, en un mundo casi analfabeto, los recuerdos de los ancianos decidirán lo que ocurre en la corte. ¿Y qué edad tiene usted, John Den? Alrededor de 50, creo, Sir. Ellos dicen que el año en que nací tuvieron una gran plaga de piquituertos que se comieron toda la fruta ese verano. Y el estanque del pueblo se secó también, cuentan. Eso es verdad, yo era recién casado ese año. Ese fue el primer verano del reinado del padre de nuestro señor feudal, el viejo rey Edward, bendita sea su memoria. Un caballero vino aquí a proclamar la coronación ante toda la gente de Sambolt. ¿Entonces usted tiene 52, John Den? Los tengo, Sir. ¿Cómo sabe usted cuándo nació Ralph de Shellow? Sir, mi hija Agnes, ella tendrá 23 el próximo día de Saint Lucy. Y la enfermera que la amamantó después de que nació luego amamantó al recién nacido, Ralph. Así que Ralph tendrá 21 años de edad ahora. Como el antedicho Ralph ha probado suficientemente su edad en este tribunal y aparece asimismo por la apariencia de su cuerpo ser mayor de edad, a saber 21 años, él debe tomar posesión de su herencia.


Sea registrado así. La mayoría de los tribunales medievales eran como este, asuntos parroquiales, donde la ley significaba sólo lo que la costumbre y la práctica dijeran que era. Esto era donde usted oía las últimas novedades internacionales, intrigas, escándalo más gran entretenimiento. Todo puesto en música por los reporteros/artistas pop del día, los trovadores. Hasta cuando era normal tener buena memoria, esta gente era increíble. Algunos de ellos podían repetir mil palabras después de oírlas una sola vez. Y las noticias y las historias recorrían el país rápido, porque de vez en cuando, los trovadores se reunían en encuentros. Bueno, dondequiera que esos megastars medievales iban, deben haber decepcionado a todos con un ruido sordo terriblemente aburrido cuando se iban. Después de todo eso, usted puede imaginar cómo debe haberse sentido la vida campestre: vacía, monótona, aburrida, banal, prosaica son las palabras que vienen a la mente. Pero “prosaica” es lo último que era. No había prosa. Aun la vida diaria era poética, pero no en el sentido pseudoartístico que le damos a la palabra. La rima, en un mundo oral, era el mejor medio para guardar hechos en su cabeza. ¿El calendario? 30 días tiene septiembre, con abril, junio y noviembre. ¿Consejos de salud? Ni una nube se verá mientras mayo no se va. ¿Pronóstico del clima? De noche cielo rojo, pastores con enojo, cielo rojo de día, advertencia de los pastores. Había una rima para todo desde negocios hasta la apicultura. Era un mundo hablador. Y si usted era lo bastante rico como para recibir cartas, se las leían. O si usted podía leer, se la leía a usted mismo en voz alta. Si usted tenía un negocio, la auditoría era justo eso, oír las cuentas que le leían en voz alta. Eso es lo que significa “auditar”. Las universidades tenían cursos de dictado. Y en medio de todo ese “ blah, blah, blah ”, la poca escritura que se hacía en pieles de animales que costaban un brazo y una pierna, era una actividad muy rara y especializada. Y como la mayor parte se hacía en la iglesia, el acto mismo de la escritura era también - místico.


Las personas involucradas eran muy conscientes de que lo que hacían era conservar conocimiento, sobre todo, conocimiento sagrado, vivo por su copiado. Así era como se hacían los libros, usted obtenía una copia y hacía diez. Y por el siglo 14, cada monasterio tenía estos cubículos pequeños donde los monjes que podían leer y escribir pasaban meses de escritura, acalambrados y helados, ejecutando dolorosamente lo que consideraban un acto de culto. Hasta sus herramientas y sus materiales tenían significado santo. La regla - una línea recta hacia Dios, la punta dividida - el amor de Dios y su prójimo, el pergamino en blanco - una conciencia limpia a ser llenada con bondad, el cortaplumas - el afilado temor de Dios. Y como ellos mascullaban para sí mismos las palabras que iban copiando, usted podía oír el conocimiento, sonando en el frío y abovedado aire de sus iglesias. Es un poco maravilloso que todo este escribir se haya mantenido oculto en rincones oscuros y seguros, porque podía llevar un año terminar un libro. Y además toda esa cara iluminación, sin mencionar el oro en hojas para las palabras especiales; estos escritos podrían terminar más como objetos sagrados de veneración que como palabras en una página. Hay entonces algo más en el modo en que ellos pensaban en la escritura. No era algo que usted criticaría o cuestionaría. Por eso estaban tan llenos de errores. Usted copiaba cualquier error que hubiera como si las palabras fueran imágenes intocables. El hecho de que este material sobreviviera a todo para que yo pueda tenerlo en mi mano es un milagro. No sólo porque eran tan pocos o porque los manuscritos fueron escritos en monasterios perdidos como este, en alguna tierra salvaje dejada de la mano de Dios, si se me permite la expresión, en Italia, sino porque los monjes en estos perdidos monasterios, perdían los manuscritos. Bien, tal vez sería más preciso decir “ellos no sabían cómo encontrarlos", o “ellos no sabían que los tenían”. Entre y le mostraré por qué. Aparte del hecho de que una biblioteca monástica promedio parecía un cuarto de juegos donde se arrojaba cualquier cosa que sobrara, como si fuera basura. Plumas, rollos de papel, tinta, pergamino, manuscritos, libros, telarañas, un medieval desorden. Y no porque ellos fueran desprolijos, sólo que no archivaban las cosas según criterios lógicos. No había suficiente material para garantizar indexación alfabética. La suma total de su conocimiento no era tanta como para dividirla en temas separados. Así que para encontrar lo que se buscaba, había que remover un poco en todas partes. Desde luego, no era fácil, usted tenía que abrir cada rollo de papel para ver de qué se trataba. Y los libros ya tenían título, pero ellos los escribían según cómo quedaba colocado el libro.


En el lomo, al dorso, en los bordes de las páginas. De hecho, este es un muy buen ejemplo de cómo estaban relacionados. Este se llama “Sermones Bonaventurae”. Quiere decir “Los sermones de San Buenaventura”. Bueno, algo así. Podría querer decir “Los sermones de San Buenaventura", o podría significar “Sermones escritos por un tipo ordinario llamado Buenaventura” o “Sermones poseídos por un Buenaventura”, o predicados, o copiados, o “Sermones poseídos por una iglesia de San Buenaventura” o peor aún, nada de eso. Los Sermones de Buenaventura podrían ser apenas la primera cosa en este libro. ¿Qué más hay aquí adentro? ¿Quién sabe? ¿Ve usted a qué me refiero con cosas perdidas? ¿Cuánto se perdió, sólo porque no pudo ser recuperado? Pero hasta lo que se pudo era de un valor muy limitado. Veamos el Monastery Chronicle. Una especie de diario que actualizaban cuando pasaba algo. Todas las noticias que fueran dignas de la pluma. Y, como la mayoría de la gente pasaba sus vidas en lugares como este, esto era todo lo que conocían. Guerra, plagas, carestía, vida, muerte. Todos los hechos acerca del mundo. Pero, como nadie se alejaba más lejos de 7 millas en el campo y regresaba a casa antes de que oscurezca, lo que la gente que podía escribir escribió trataba de un mundo muy pequeño, y eso era verdad en todas partes. Había una excepción a todo este aislacionismo. Los monasterios eran visitados de vez en cuando por el tipo cuyo trabajo era llevar el libro de los muertos y escribir quién había muerto desde su última visita. Y sin carreteras, ésa probablemente había sido hace unos diez años. Pero aunque parezca mentira, fue la muerte lo que cambiaría todo. La peste negra que puso al revés la vida de cada campesino, si la había sobrevivido, porque ella hizo de su trabajo un activo raro y mucho mejor pagado. Los pocos sobrevivientes heredaron más tierra, obtuvieron más sueldos, y por ende tuvieron más niños. Y como la población creció, alguien debía alimentar las bocas extra, ¿no? Bueno, no hace falta ser economista para adivinar lo que sucedió luego. Hacia el fin de siglo 14 hubo un auge económico que tuvo a todos haciendo sus cuentas para calcular la fortuna que estaban a punto de hacer. Por toda Europa, todo el mundo con algo que vender cargó su carreta y se dirigió al área edificada más cercana.


Hacia donde estaba el dinero, buscando su parte. A lo largo de cada senda del país, mientras la demanda creció con la población y el efectivo, la gente fue iniciándose en algo nuevo, la factura. Para los palurdos locales, la atracción más grande en las grandes ciudades, o ‘pueblo diminuto’, como lo describiríamos hoy, era una ley extraña pero muy popular en aquel tiempo que decía “si usted logra quedarse bastante tiempo en el pueblo, su jefe no lo puede forzar a volver a remover tierra, usted es un hombre libre”. Así que los pueblos despegaron como un cohete, se construyeron caminos. Y como los productos y los bienes inundaron los pueblos, comenzaron a tener bastante riqueza excedente para pagar a los artesanos que pasaban su tiempo haciendo cosas que la gente no necesitaba, pero quería. El comercio explotó, los mercados aumentaron en todas partes. Incluso comenzaron a presentar exóticas ofertas especiales de lugares extranjeros. Sobre todo, obtuvieron un estímulo de, bueno, lo que todo el mundo había estado haciendo desde que comencé a hablar de él. ¿Lo notó? El papeleo. Increíble invención, el papel, por todos lados en el 1400. Justo a tiempo de solucionar el problema de un mundo con todo necesitándolo. El comercio, las profesiones, la diplomacia, los bancos, el gobierno, lo que se le ocurra. Y especialmente la razón de por qué todo esto tuvo lugar: el desafortunado asunto de la peste negra, y el negocio delicado de la herencia. Quiero decir que todo el mundo era bastante más rico, seguro. Si usted podía poner sus manos en todo el precioso dinero, con lo difícil que puede ser. Y el interés de las águilas legales era mantenerlo lo más complicado y largo como fuera posible. Así, con media población de Europa locos por probar que ellos eran los únicos a los que la tía Jemima quería dejar su dinero, la demanda de documentación era una verdadera pesadilla. Usted puede imaginar la presión sobre esos pocos desafortunados que podían usan una pluma. Y cuando habían resuelto cómo aprovecharlos al máximo ¡el calambre del escritor no era sólo una expresión! Porque lo primero que los pueblos hicieron cuando el comercio aumentó fue fundar escuelas, usted ya no tenía que ser religioso para aprender a leer y escribir y conseguir un puesto en las nuevas fábricas de manuscritos, donde los escribas, trabajando por pieza, trataban de acomodarse a esa nueva idea, llenar formularios. Y ninguno más popular que este. Se llamaba ‘indulgencia' y a comienzos del siglo 15 todo el mundo los hacía circular como IOUs espirituales.


La idea era que usted los compraba a la Iglesia y ellos le daban a usted o a alguien a quien usted se lo daba, un tipo de crédito contra la penitencia que debía cumplir por los pecados confesados, o incluso por los pecados que usted aún no había cometido. Bien, con todo esa atmósfera general de dinero y buenos ratos después de la maldición y la tristeza de la era de la Peste Negra, había bastantes pecados, o al menos deseos, para tener ocupados a los escritores de indulgencias hasta que se les acabe la tinta. Desde el punto de vista de la Iglesia, en rigor, las indulgencias se supone que no eran afectadas por el lado comercial de la vida. Pero, visto que introdujeron una escala móvil de pago, mientras más usted valía, más alto el precio, parecía que todo lo que debía hacer el penitente con efectivo disponible era desembolsar. Usted también podía conseguir una viniendo aquí a Rocamadour, en el sur de Francia, en un tour sagrado todo incluido. Si lo hacía así, aparecería de pronto aquí en el Santuario de la Virgen Negra, decía una oración, salía de nuevo, y tenía su indulgencia. Y la conseguía porque usted había hecho lo que hacían los peregrinos de todas partes para obtener el perdón para algún pecado u otro, trepaba por todo este camino. Aquí usted obtenía una indulgencia al ascender al santuario de rodillas. Y, además de su indulgencia, usted conseguía algo más. El espejo del peregrino, el cual se supone que captaba la imagen del santuario santo. Sólo esto era ofrecido por la mafia local, los bandidos mezquinos y los vendedores ambulantes que se juntaban como moscas alrededor de los santuarios sagrados de Europa, esperando separar a algún tonto pecador de su dinero por, bien, encajarle el mismo tipo de basura que tratan de encajarle hoy. Oh, se podía hacer una fortuna con los peregrinos. Y si no salía algo desastrosamente mal con similares planes lucrativos de ciertos alemanes que vendían baratijas y estos espejos especiales y semejantes a los turistas en la feria del centenario de la Ciudad Santa de Aquisgrán (el desastre fue que equivocaron la fecha de la feria por un año), el tipo cuyo error fue ante todo no haber pensado un modo alternativo de hacer dinero para devolverle a sus socios el dinero que le prestaron para la aciaga aventura. Este, err, idiota con el peor sentido de la oportunidad del mundo fue un joyero de Mainz. Y cuando en, um, 1439, todo el horror de su apuro financiero volvió a su casa, él rápidamente les dijo a sus socios que no se preocupen, que harían un millón de otra forma, con otra gran idea que él había estado pensando, una mina de oro, tan secreta que cada uno de los socios ni siquiera podrían pasarsela a sus herederos en caso de muerte. Bien, fue una mina de oro y uno de los más grandes secretos en la historia occidental, como resultó. Porque de una vez solucionó el problema de todo el mundo. Abogados, banqueros, burócratas, comerciantes, todo el mundo. y que iba también a mantener esa memoria extraordinaria de los suyos para siempre.


Este fue el proceso secreto que iba a cambiar el curso de la civilización occidental: Archive una forma en un extremo de un pequeño bloque de hierro, baje la forma del bloque, martille el patrón de la forma en una barra pequeña de metal suave, como el cobre. Luego deslice este molde de metal en la parte baja de un marco, con un resorte para mantenerlo apretado. Dé vuelta el marco para arriba y derrame un poco de aleación de metal caliente en el hueco que contiene el molde. El metal caliente llena la forma moldeada. Deje enfriar por un minuto y allí está el secreto sobre el que su inventor, el joyero Johann Gutenberg estaba tan paranoico, el secreto que cambiaría todo. Una letra con la que se puede imprimir. Todos los bloques de letras son del mismo tamaño, así que se pueden calzar en cualquier orden. Caracteres estandarizados, intercambiables. Y como son todas del mismo tamaño, es fácil poder ponerlas en fila para hacer un cuadrado prolijo y de bordes precisos o rectángulo de impresión para colocar, boca arriba, en la prensa. Cubra las formas de letras con tinta, y luego use una prensa de tornillo para presionar una hoja de papel sobre las letras. Y allí, dentro del marco de papel, una escritura instantánea que usted puede reproducir exactamente cuantas veces quiera. Adiós errores clericales, hola el trabajo de letras perfectas de la imprenta viajera. En 1490, los impresores llegaron y establecieron sus negocios en Colonia, Bahl, Roma, Venecia, París, Nurenburg, Utrecht, Milán, Nápoles, Florencia, Augsburg, Lyon, Valencia, Cracovia, Brujas, Westminster y una docena más. Y, dondequiera desempacaron sus máquinas, el acabóse para los copistas de escritura a mano era que estos tipos llenaban una página 400 veces más barato. Eso acabó para siempre con la caligrafía pasada de moda. Esta fue la primera puerta que los impresores golpearon, la de la Iglesia. Era, después de todo, una especie de gigantesco club del libro del mes esperando surgir. Cientos de miles de sacerdotes, con sermones y preces y servicios y enseñanza para hacer, durante todo el año. El mercado para sus libros de consulta: Biblias, misales, breviarios era colosal. Por eso la primera masa de órdenes vino de los obispos. Tiene sentido, la impresión era la gran oportunidad para sacar el látigo, estandarizar el culto y conservarlo estándar con textos aprobados. Pero para los impresores, las ventas realmente descomunales fueron las indulgencias.


Gracias a Gutenberg, ellos tenían ahora, más que nunca, lo que llamaríamos una licencia para imprimir dinero. En 1517, las prensas producían en serie una indulgencia aún más lucrativa. Un tipo de "emisión liberada": el mismo precio, el doble de crédito. El plan era usar el dinero para embellecer las iglesias, construir colegios teológicos, pagar la factura de Michelangelo. Y por encima de todo, para darle al Papa un lugar digno de su posición, y usar el dinero de las indulgencias para crear un nuevo San Pedro. No se reparó en gastos. Bien, con todo ese precioso dinero circulando, la corrupción era segura. En Wittenburg, Alemania Oriental, una estafa con la venta de indulgencias, imaginada para pagar las deudas del arzobispo, inflamó la ira de profesor de teología local. Reformista duro, totalmente anti-Roma, él resolvió hacer algo al respecto. El 31 de octubre de 1517 Martín Lutero clavó unos pocos comentarios. Lutero listó 95 quejas, cosas como “el perdón no debería venderse, "el Papa no debería tener poder, necesitamos una limpieza total” etcétera. Envió una copia al arzobispo, una a su jefe, y se sentó. Y luego, a causa de la imprenta, algo ocurrió que sacudió Europa hasta sus cimientos, e inauguró una de las principales instituciones con la que vivimos hoy. Verá, Lutero envió algunas copias adicionales de estas quejas a sus amistades, y las amistades prontamente las reimprimieron y enviaron. En unos días, lo que Lutero había esperado que fuera un debate privado, académico, clerical abarcaba toda Alemania. En un mes, toda Europa. Antes de que él supiera qué pasó, Lutero se encontró en un enfrentamiento de frente con el Papa. Y, también a causa de la imprenta, no hubo vuelta atrás. Otras personas entraron en la pelea a favor o en contra de él, y sus puntos de vista fueron impresos. En un año se había iniciado la primera guerra propagandística a gran escala. La imprenta propagó la rebelión como el fuego y ellos pronto abandonaron la teología cortés. Los periódicos llenaron las calles y eran sarcásticos, sanguinarios y de agallas. Estas hojas sueltas baratas representaron la amenaza máxima que la Iglesia Romana había enfrentado jamás. Aquí, en su estudio en Wittenburg, Lutero fue la primera persona en usar la imprenta como un medio masivo.


En tres años, sus libros habían vendido más de 300.000 copias. Él incentivó el primer verdadero nacionalismo al escribir en alemán para alemanes, sobre cómo los príncipes alemanes deberían implicarse en la reforma para salvar a Alemania de los malvados de Roma. Él le dió al lenguaje un disparo en el brazo con su gran Biblia escrita en alemán, no en latín. Se convirtió en la primera figura pública reconocible cuando su cara apareció en ilustraciones impresas. Sus técnicas se reunían en los panfletos: historietas anti-Papa a colores para los iletrados, alemán para los locales, latín para los clérigos. Pero en todos los formatos, el mensaje era claro. ¡Pppppht! Lutero le dio a la gente algo que nunca habían tenido antes: la oportunidad de llevar su propio punto de vista, con seguridad, a una amplia audiencia, en la página impresa. Su Reforma Protestante, nacida de la prensa impresora, noqueó a la Autoridad hasta el seis. Por supuesto, la Autoridad contraatacó con las mismas armas. La Iglesia produjo una lista de libros prohibidos, los reyes hicieron firmar a la gente afidávits de lealtad, la burocracia floreció, el control central era mucho más fácil ahora que se podían imprimir las leyes. Y, si todo lo demás fallaba con algo que a usted no le gustaba, usted siempre lo podía quemar. Bien, no hubo suficientes hogueras para quemar todos los libros, y la nueva manera de pensar que promovieron. Las casas de impresión estaban reuniendo gente que antes nunca se hubieran conocido. Los artesanos que hacían los impresos, los mercaderes y los burócratas y los intelectuales que querían comprar los libros que necesitaban, los estudiosos que hacían la escritura y la edición del material. Estas imprentas se convirtieron en centros de intercambio de nuevas ideas. Llenas de refugiados políticos, traductores extranjeros, gente que traería una amplia variedad de experiencia para la decisión de qué debería ser impreso. ¿Sabe qué fue lo más sorprendente? No hubo una revolución intelectual instantánea. Primero las Biblias, luego los viejos favoritos, incluyendo un montón de basura. Y luego los clásicos que la gente ya leía antes en manuscritos. Salvados muchos de ellos al ser impresos. Digo, un manuscrito raro podía perderse, pero no miles de versiones impresas. Y había tantas. Todo el mundo pero todo el mundo quería los nuevos libros. Un poco como la locura de la alta tecnología hoy. Ahora, con un mercado como ese, no le asombrará enterarse que los primeros impresores no fueron grandes académicos.


Y que establecieron sus negocios, no en las universidades, sino donde estaba el dinero, porque alguien iba a hacer una fortuna. Todo lo que tenía que hacer era hallar inversores, comprar la planta, contratar a los empleados, fijar los programas de producción, analizar el mercado, anunciar la mercadería, y vender más barato que la competencia. Es así, los primeros impresores fueron lo que parece, los primeros capitalistas verdaderos. ¿Y acaso no producían? 8 millones de libros en los primeros 40 años, y luego la revolución comenzó. Vastas cantidades de información circulando por primera vez en un mercado masivo: manuales de "hágalo usted mismo" de construcción, contaduría, diseño, planificación, alfarería, manejo de herramientas, lo que se le ocurra. Y la moda se volvió internacional, o mejor dicho, “Si los italianos lo hacen, entonces hazlo". Fue la imprenta, después de todo, la que le dio a Europa el Renacimiento florentino. Sobre todo, los impresos hicieron que por primera vez la información fuera una mercancía. Con mapas y calendarios y almanaques y pesos y medidas y etcétera la vida diaria tomó un cariz bastante práctico, después de todo. Pero la sacudida más grande para el sistema fue lo que sucedió con el conocimiento mismo. Una vez que la autoridad tradicional antigua en una cosa u otra era impresa, por primera vez una masa entera de gente podía ir y revisar eso. Lo que, claro está, una masa entera de gente prontamente hizo. Todo comenzó con los Herbolarios, por una razón muy buena. La medicina provenía del campo. Un farmacista tomaría su nueva copia impresa de algún clásico en plantas y podría ver cómo se comparaba con la cosa real. Desde 1550 en adelante, la ciencia de ‘observación directa’ floreció porque había motivo para ello. Ahora usted podra tener fácil acceso a lo que se supone que era la naturaleza, gracias a la imprenta, usted podía fácilmente producir una versión actualizada de los hechos. Desde inicios del siglo 16 en adelante, cada disciplina científica estaba buscando sus escritores. Y por primera vez lo que describían no era un refrito de lo que otro había dicho. Y era hora de labrar nuevas carreras en técnicas de dibujo gracias al hecho de que las máquinas impresoras eran tan buenas imprimiendo imágenes como palabras. Este es el comienzo de la ciencia moderna, aquí con las placas xilográficas de ilustraciones del siglo 16. Porque, aunque la máquina impresora era capaz de producir las opiniones recopiladas de todo experto en el campo en algo no hay substituto para la reproducción mecánica de lo que usted puede mirar. El nuevo lema en los círculos de impresores era “No me importa la charla, muéstreme". ¿Una ilustración vale mil palabras? Bueno, las nuevas ilustraciones evitaban un montón de diarrea verbal.


El estilo, en general, se volvió menos grandilocuente, más concreto, exacto, informativo. Por eso la poesía se volvió poética, y la prosa asumió el control de los hechos porque ya no se necesitaba rimar para recordar. Ya no se necesitaba recordar. Si usted leía el último y más definitivo libro sobre algo usted se ponía rápidamente al día con lo mejor en el campo. Todo lo cual lleva a una institución moderna sin la cual todos quedaríamos estacionados. Esa obra maestra literaria conocida como ‘la cuenta de gastos'. A principios del siglo 16, si usted tenía inclinación literaria o quería enriquecerse, o recoger un autor o dos para su agencia literaria, o ser publicado, o sólo emborracharse en una convención internacional, usted hacía entonces lo que hace todavía hoy, venía aquí a la Feria del Libro de Frankfurt. Fue la primera y la más grande de las ferias internacionales del libro que comenzaron a hacerse por toda Europa donde, en 1500, las prensas imprimían desde Islandia hasta Italia. ¿El efecto? Bueno, para empezar, la impresión le dio a Europa sus fronteras nacionales cuando los diccionarios y las gramáticas congelaron los lenguajes casi en su forma moderna porque fijaron la ortografía y la sintaxis. Y a medida que el nacionalismo lingüístico aumentó la forma previa de comunicación internacional, el latín, empezó una larga, lenta declinación. El sentido de identidad de todos, tanto nacional como personal, fue fomentado. La gente ahora sabía quién escribía algo, porque comenzaron a poner su nombre. Y los editores comenzaron a hacer lo mismo con sus marcas. Comenzaron a promocionarse como locos, con posters, listas de pedidos por correo y catálogos. El estímulo para la educación, en general, por los libros de referencia fue enorme y ahora la gente ya no pasaba años y años de aprendizaje para aprender algo, gracias a una avalancha de manuales estilo 'hágalo usted mismo' que les enseñaban habilidades industriales. Estos ejemplos modernos de jerigonza de alta tecnología son los descendientes directos de esos primeros intentos del siglo 16 de proveer manuales fáciles para cada tipo de oficio y disciplina. Comenzando, como usted podría esperar, con los sistemas que aumentarían la producción en todas las áreas. Con libros que daban información como esta para cualquiera, la edad de la confianza en las memorias de los viejos acabó para siempre. Esta es una lista de lo que había en la primera biblioteca grande, privada de libros impresos en la Inglaterra isabelina. Vea, dice “Dos grandes libros de estatutos”. Aquí hay uno. Este es un libro impreso de Derecho Común.


No más tradición oral. Puesto por escrito para referencia sin la ayuda de la retentiva de los viejos. Definitivo. Con esto, usted no puede ya pretextar ignorancia. Sir William Moore, esta es su casa y la familia todavía vive aquí, también tenía libros impresos de historia, farmacología, medicina, lenguas clásicas, y mapas, almanaques, baladas, levantamiento de planos, geometría, cirugía, cómo curar caballos y más, 140 en total. Sólo dos generaciones después de la invención de la imprenta. En 1556, Moore fue un ejemplo raro de un fenómeno de breve duración. El hombre que, a causa de la impresión, podía saber todo. Porque todo estaba recopilado aquí al alcance de la mano. Donde una vez se necesitaba la presencia física de personas que conocieran cosas, ahora usted podía sostener sus mentes en su mano. Dije que Moore fue un fenómeno temporal porque la misma existencia de bibliotecas de impresos por toda Europa iba a provocar algo que haría explotar lo que se sabía, más allá de la capacidad de comprensión de cualquiera. Ese gatillo fue la indexación. Vea, con centenares de libros, cada uno sobre los temas especializados que la impresión permitió, usted tuvo que catalogar. Y con un índice, usted puede cruzar índices, así. Aquí está uno de los libros nuevos del siglo 16, todo sobre cómo apuntar cañones más exactamente usando instrumentos de mira. Con un índice cruzado, usted puede ver cómo el levantamiento de planos está relacionado con otras cosas. Déjeme mostrarle usando un índice cruzado moderno por qué el indice cruzado es un avance tan tremendo. Comencemos con la agrimensura, agrimensura... compases... geodesia... localizador de rangos localizador de rangos,,, Michelson... artillería naval... fotografía... fotografía... arte...


literatura infantil... balística... balística... y luego todo eso. La forma en que se desarrolla ese ejercicio muestra cómo las cosas y las ideas pueden interrelacionarse, es la raíz del proceso mismo de cambio. Porque cuando usted reúne dos ideas que nunca pensó reunir antes usted consigue una tercera idea. Gracias a la indexación cruzada, uno más uno dan tres. En eso consiste nuestro tipo de cambio en el mundo moderno. Regresemos a la balística, allí, donde dejé el índice. Aquí es una “uno y uno dan tres” con balística. En 1930 los recién inventados aeroplanos le hacían la vida difícil a los artilleros. Para obtener la balística correcta en los pocos segundos que tenían y acertar a los aviones hicieron una máquina que sumara rápido. Balística y aritmética, sólo para disparar a los aviones. Esto es lo que tenemos como resultado. La computadora. Y con una computadora puedo recorrer los bancos de datos del mundo por mis hechos. Y por la tasa de cambio generada por computadora con la cual vivimos esos hechos son obsoletos casi en el instante en que accedo a ellos. Aquí: indexación cruzada a la velocidad de la luz. Así, gracias a la imprenta, tenemos un mundo en el que ‘hecho’ no significa lo mismo que antes. No definitivo, comprobable por su experiencia, sino fluido, transitorio. Y si esto es verdad con los hechos, ¿que ocurre con las normas, los valores, la ética cuando los hechos en que se basan ya no están? ¿En qué creer en un mundo donde nada, en el antiguo sentido, es real? En nada. Pongan los títulos y mezclen. Sean cuales fueren sus condiciones domésticas estos días, palacio o un solo cuarto, su vida está estructurada más o menos igual por la ciencia y la tecnología, ¿no? Quiero decir, fíjese lo que todos damos por hecho. El poder que sale de la pared, esto es simplemente un poco de eso. Volamos a la Luna, manipulamos genes, computarizamos la naturaleza para jugar con ella y hallar cómo funciona, filmamos el palacio de la Emperatriz María Teresa en Viena para que usted lo pueda ver en TV, hervimos agua para hacer vapor para girar turbinas para producir la corriente para hacer que la música venga del aire.


O no. Y esperamos ser capaces de aprender nuevos trucos como esos porque una de nuestras habilidades basadas en la ciencia es ser capaces de predecir. Eso, después de todo, es de lo que se trata la ciencia: aprender cómo trabaja una cosa, así se puede saber lo que vendrá. Porque, como todos nosotros sabemos, todo obedece a leyes universales. Todo lo que necesitamos es entender las leyes. Somos más saludables, más ricos, más confortables, mejor informados que nadie en la historia, gracias a la ciencia. Y cada uno de nosotros tiene más poder en la punta del dedo que cualquier emperatriz que haya construido un palacio. Yo puedo, por ejemplo, ir a la biblioteca local y consultar un almanaque que me dirá al segundo a qué hora salió el sol aquí en Viena, esta mañana. De hecho, a las 6:55, salió exactamente hace once minutos y tres segundos. Y sé que la rotación de la Tierra en órbita solar causará que el sol salga cuando está previsto, lo vea yo o no, tal como sé que esta piedra caerá así. Gravedad. Y sabemos eso como sabemos casi todo lo demás acerca de la ciencia, gracias a una crisis que llegó a los titulares aquí en Viena hace 450 años. Y fue una crisis, extrañamente, que iba a causar que la gente se pregunte por qué las piedras hacen lo que hacen cuando se las arroja. En 1535, si usted quería un encuentro de crisis muy privado con la familia imperial iba de cacería a los lagos de Viena. ¿Qué crisis? Lutero, y lo que sus protestants estaban haciendo a la Iglesia Católica, esa crisis. Bueno, este es el hombre del Papa, llenando la oreja imperial con planes papales para un encuentro cumbre de emergencia para ordenar todo eso. El problema es que los alemanes no vendrán a los italianos que no irán a los franceses que no pueden aguantar a los ingleses. Después de semanas de negociar astutamente, la decisión imperial es “la ciudad italiana de Trento”, y "adelante con esto”. En Trento, todo fue una especie de “no haga hoy lo que puede dejar para mañana” de los representantes imperiales, unos cuantos cardenales, siempre alguno estaba enfermo, los alemanes se fueron, ¡nadie asistía a dos reuniones seguidas! Los preparativos de los encuentros se parecían al baile de la silla. Usted no va a creerlo, pero por diez años la Iglesia y sus cada vez más indiferentes invitados imperiales siguieron hablando de que iban a hablar de lo que se trataría en la cumbre. No importaba cuando realmente comenzaría.


Finalmente aquí en un amargo día de diciembre, en la catedral, ellos dejaron de dar vueltas y salieron a escena, si bien sólo 32 miembros del elenco habían aparecido para el estreno. Aquí era donde la Iglesia creía que iba a arreglar todo, y por 30 años y cinco Papas el concilio hizo justamente eso. Hicieron que todo sacerdote fuera a la escuela y pasara exámenes, tomaron severas medidas contra los obispos de vida lujosa, dio más cuerpo a la inquisición y le dio poder efectivo de torturar, produjo una lista de los libros que usted podía y no podía leer, estableció dogmas sobre el matrimonio, el purgatorio, las indulgencias, los libros de oraciones, el culto, lo que fuera, nombró a los jesuitas como tropas de asalto teológicas por toda Europa para enseñar obediencia, y sobre todo dejaron claro como el cristal que cualquiera que cuestionara el significado literal de una sola palabra de la Biblia se encontraría en una celda antes de saber qué le pasó. Ahora, en toda esta gran contraofensiva contra los protestantes, el concilio aprobó algo que cambiaría la cara de Europa. Quiero decir, póngase en su lugar: en una iglesia sombría. Ese era exactamente el problema, la religión era aburrida. Y si querían recuperar a las masas, tenían que adoptar un mejor desempeño. De modo que lo último que votó el concilio fue justo un toque teatral. Aquí está la cruz sencilla delante de la cual ellos anunciaron todas sus decisiones. Y aquí es lo que le hicieron a ella. El concilio se había vuelto chiflado. Ordenaron luces, música, drama, bullicio en todas las iglesias para convertirlas en una especie de paraíso hollywoodense del siglo 16. Este es el material que atraería a las masas. Lo llamamos ‘arte barroco'. “Mientras tanto”, como dicen cuando la trama está por espesarse, mientras tanto, aquí en el puerto polaco de Frombork, um, la trama estaba por espesarse. El plan, usted recuerda, con todo este canto y baile, era que ellos vinieran en tropel a la iglesia, ¿correcto? Ok, ¿y luego qué? Digo, ¿cuándo era “luego”? ¿Estaba usted en Pascua, Cuaresma, o 29 de febrero? Porque por la salvación, lo que usted hacía en la iglesia dependía de qué fecha era. Y eso era lo que no sabían exactamente. Por ejemplo, si la Pascua se suponía que caía el primer domingo después de la primera luna llena después del comienzo del equinoccio primaveral, que dependía de un ciclo lunar/solar que no podía ser chequeado correctamente, excepto cada 312 años y 1/2, y de cualquier manera esa noche la luna no subía, y el calendario que usted usaba estaba nueve días defasado, ¿entonces qué? Pero la autoridad de la Iglesia era lo que mantenía unida a toda la sociedad. Todos desde el príncipe en su castillo para abajo dependían de que el creyente hiciera lo que se suponía que debía hacer en el momento correcto.


No sorprende que el Papa quería registradas las salidas del Sol y la Luna mejor que nunca antes. Bien, cuando lo fueron, aquí en el castillo de Frombork, sus problemas se acabaron. Pero no por mucho tiempo. Porque el astrónomo sacerdote aquí que intentó aclarar la confusión en el cielo lo logró. Y al hacer eso tiró todo abajo, si usted perdona la frase. Déjeme explicarle por qué su trabajo fue tan revolucionario. Vea, a principios del siglo 16 lo aceptado sobre lo que había ahí arriba era lo que dijo Aristóteles 2000 años antes. Era un punto de vista directo, de sentido común, “como uno lo ve”. Se lo mostraré en un modelo. Aquí, en el centro de todo, la Tierra. Estática. Bien, usted no puede sentir ningún movimiento, ¿o sí? Alrededor, en esferas concéntricas de cristal, empujados por el cielo por ángeles: la Luna, el Sol, los planetas y las estrellas. Todos girando una vez al día, en círculos divinos, invariables. El movimiento divino era evidentemente circular. Aquí en la Tierra, por otra parte, las cosas sólo se movían de un modo, en líneas rectas. Arriba o abajo. Entonces, si los círculos celestiales eran eternos, obviamente, el movimiento terrenal rectilíneo debía ser la razón de que no fuéramos eternos. El movimiento especial de la Tierra. Okay, este sacerdote aquí, en 1512 o por ahí, miró más de cerca el acomodamiento divino y no le gustó mucho lo que vió. Marte, por ejemplo, entre otros, era muy no-aristotélico. Quiero decir, parecía, a veces, ir marcha atrás. Ahora, eso se suponía imposible así que las personas habían esquivado la dificultad con este pequeño aparato. ¿Ve? Este es Marte. Sigue adelante en su círculo principal mientras en un minicírculo adicional, va marcha atrás, al revés. ¿Bueno, eh? Problema solucionado. El problema era que el hacer funcionar el sistema solar entero en puros términos aristotélicos necesitaba 90 de esos pequeños.


Se le ocurrió a Copérnico, nuestro sacerdote, que podía haber una forma más simple que todavía sería circular y que podría permitir que las cosas parecieran ir marcha atrás. Él propuso esto: si usted pusiera al Sol en el centro y la Tierra en órbita luego usted sabría lo que nosotros ahora sabemos. Que esa vista de Marte yendo marcha atrás no es real, que es porque está en una órbita más lenta, más lejos que la Tierra. La mayor parte del tiempo todo parece ir hacia adelante, y entonces cuando pasamos a Marte él parece ir al revés. Y luego, en otros momentos, para adelante otra vez. Y problemas similares para el cielo entero fueron solucionados por este sistema heliocéntrico. Copérnico publicó su manuscrito en 1543, justo a tiempo para el Concilio de Trento. Imagine que es usted un padre de la Iglesia. Lo que dice este sistema nuevo de Copérnico es: La Tierra se mueve, aunque la Biblia dice que no. Ya no está en el centro del universo de Dios, aunque la Biblia dice que sí. Es un planeta, así que cielo y tierra ya no están separados. Y Aristóteles está equivocado, aunque la autoridad de la Iglesia depende de que Aristóteles tenga razón. Si usted es un padre de la Iglesia usted encuentra esto subversivo, herético, revolucionario, lunático, ¿Y qué hace usted? Echa espuma por la boca, ¿correcto? Equivocado. Cuando el Concilio de Trento encontró la ocasión de leer lo que había dicho Copérnico quedó encantado. Su nuevo sistema haría la reforma del calendario más precisa. ¿Y el asunto de poner patas para arriba toda creencia básica sobre la naturaleza del universo? Mera bagatela. Desde entonces, para la Iglesia, aquí en Fromborg, Copérnico hablaba sin fundamento. Literalmente. Después de todo, la astronomía dibujaba líneas y círculos en el cielo, pero no estaban realmente allí. Eran una conveniencia matemática para medir o enseñar astronomía. Aunque el sistema copernicano podría ser matemáticamente brillante nadie pensaba ni por un segundo que él realmente quiso decir que la Tierra giraba alrededor del Sol. ¡No sea tonto! Ese tipo de cháchara haría agujeros en todo. Desafortunadamente ya era tarde para ese tipo de cháchara. Nada inmediatamente teológicamente peligroso, sólo algunas personas preguntandose sobre lo que Aristóteles había dicho acerca del movimiento de la Tierra. ¿Qué iban a hacer? No mucho, sólo agujerear todo.


Aquí está Nicolo Tartaglia, experto en la nueva arma de terror, el cañón tratando muy sensatamente de encontrar cómo dispararlo más exactamente, así su jefe, el duque local, podía fortalecer su posición militar y política derrumbando las posiciones militares y políticas de sus enemigos. En el transcurso de estas dinámicas deliberaciones Tartaglia vino a descubrir algo sumamente torpe en cuanto a ese tema que usted recuerda acerca de lo que Aristóteles había dicho de cómo se movían las cosas propulsadas. En líneas rectas en la tierra y en curvas sólo en el cielo. Bien, cuanto más Tartaglia observaba lo que sus balas de cañón hacían, más le parecía que no estaban haciendo lo que se esperaba. La bala salía derecho, derecho de la boca. Pero definitivamente no se detenía en el aire y caía a plomo, se curvaba. Ahora, si la visión oficial de que el movimiento circular sucede sólo en el cielo era errada, entonces eso de los planetas en las esferas de cristal estaba mal. Y si eso estaba mal, todo estaba mal. Tartaglia, sin embargo, estaba interesado sólo en lo que podía crear una trayectoria curva. ¿La resistencia del aire? Y luego, de regreso a Venecia, donde él vivía, Tartaglia encontró la respuesta en el más obvio de los lugares venecianos. En los canales, o los botes en los canales. Y con su manía por la aplicación práctica, él hizo la idea disponible para todo el mundo, porque en 1551 tradujo al italiano un libro en griego, de Arquímedes, sobre por qué los botes flotan como lo hacen. Ahora, no hace falta ser un genio para ver por qué un libro como ese tendría éxito con los venecianos: A) porque Tartaglia escribió en italiano y no en latín, así que los constructores de botes y los ingenieros lo podían entender, y B) porque los botes son un negocio veneciano. Después de todo ellos eran el más grande imperio marítimo del mundo. Por ende el libro fue un delirante éxito de librería. Pero la verdadera razón fue que explicaba que cuando un bote llega al agua pesa menos por el peso del agua que el buque desplaza. El agua cambiaba el peso del bote. Bien, si eso pasaba con los botes en un medio, el agua, ¿le ocurriría a otras cosas en otro medio, el aire? Cosas como balas de cañón voladoras. Porque iban a través del aire, igual que los botes iban a través del agua. Esa era la pregunta candente. Bien, “la respuesta" decía el aburrido y autoritario Aristóteles “la respuesta es ‘no'". "Nada podía cambiar la forma en que un objeto se comporta, porque cada objeto tiene sus propias características únicas "y siempre se comportaban igual, en todo medio”.


Bien, era hora de decir que Aristóteles era un bluff, y que hablaba disparates. Vea, aquí hay un palo, que cae en el aire y no cae en el agua. Tal vez la corazonada de Tartaglia de que la resistencia del aire tenía efecto en el vuelo de las balas de cañón fuera acertada después de todo. La respuesta debía estar allí afuera en el agua. Lo estaba, pero en una tachuela completamente diferente. Fue el estudiante menos favorito de Tartaglia, un tipo llamado Benedetti, que vio primero la respuesta. Bueno, no podía no verla en Venecia. No era el peso lo que afectaba cómo algo se movía, era el área de la superficie. Los botes con proas romas eran lentos, con proas afiladas eran rápidos. A mayor área de la superficie, mayor resistencia. “Bueno, si eso pasaba con el agua”, se preguntó Benedetti, “¿sería lo mismo con el aire?" "¿Sería por eso que, digamos, un plumón cae tan lentamente?” Si al caer se comportaba así, ¿qué acerca de las caídas en general? Benedetti resolvió dejar caer todo y arrojó todo, si usted ve lo que digo con la ayuda de algunos amigos confiados debajo. Primero de todo, los asistentes tomaron el tiempo de las caídas de varias bolas. Parecían caer más o menos a la misma velocidad. Pero dejar caer una bola a la vez no era suficiente, así que Benedetti probó arrojar dos. Aristóteles decía que el peso importaba, dos bolas de pesos diferentes caerían a velocidades diferentes. Incorrecto. Tal vez Aristóteles, cuya palabra había regido todo lo científico por más de 2000 años, estaba errado en esto también. Cuando Benedetti dejó caer su enésima bola se dio cuenta de que eso de que el movimiento circular estaba sólo en el cielo era basura. Aquí había un movimiento circular terrenal. Y cuando él probó hacer su propio movimiento circular, tuvo la respuesta. El movimiento circular se hacía rectilíneo una vez que se lo soltaba. Perdóneme. Bien, estaban a punto de suceder algunas cosas más que se supone que no sucedían. Aquí, en el que debe ser uno de los lugares menos atractivos de la Tierra, la isla de Hven, entre Suecia y Dinamarca, dos países que la reclaman como propia. Si el lugar no fuera tan chato, tal vez él hubiera sido menos observador. ¿Él? Él, el del calambre en el cuello.


Un noble danés, y el único astrónomo en la historia con una nariz de metal de reemplazo. Tycho Brahe. Una tarde de 1572, en su posición acostumbrada, mirando hacia arriba, Brahe notó una luz nueva en el cielo, hizo unas pocas notas sobre el tema y se volvió el furor de Europa. Porque Aristóteles había dicho que el cielo era perfecto e invariable, y no podía haber nuevas estrellas. ¿Entonces qué era esto? Y no tenía paralaje. Paralaje es el modo en que una cosa parece desviarse cuando usted lo hace. Vea: observe esta carreta cercana comparada con ese faro distante mientras yo muevo mi vista. ¿Ve el movimiento de la carreta? Esa es una desviación por paralaje. El faro no cambia de posición, porque está demasiado lejos para verse con un movimiento tan pequeño. Ahora, tome un movimiento gigante, como la Tierra girando alrededor del Sol. Lo que usted observe durante eso, tendrá que estar muy lejano para no mostrar desviación, y la estrella nueva de Brahe no lo mostraba. Así que eso era. Una estrella. Bien, el rey de Dinamarca estaba tan impresionado que él distinguió la isla de Brahe como base de operaciones y le otorgó un edulcorante financiero, y Brahe vino aquí, cavó este agujero e hizo un castillo y comenzó a comportarse en todo como un pequeño Hitler. Feo trabajo en todo respecto. Además usted habrá advertido el viento. También él. Y construyó su observatorio en otro agujero para escaparse de él. Iba a este segundo hueco todas las noches durante 20 años, no había mucho más que hacer por aquí. Y mientras todos los otros astrónomos se debían conformar con una que otra observación Brahe observaba todo, toda la noche, todas las noches, con instrumentos como este, para medir el ángulo de los cuerpos celestes. Y recopiló una montaña de datos, por lo que fue capaz de estar advertido sobre el siguiente horror que sacudiría el cielo, el cometa de 1577. el que también, dijo, estaba muy lejano, y no donde Aristóteles dijo que debería estar, en la atmósfera. Y entraba a través de las esferas de cristal de Aristóteles, pero no había ningún ruido de vidrio roto. Tal vez no había esferas de cristal. Pero su último descubrimiento realmente echó a Brahe al piso: el cometa iba en un camino oval.


Bien, A) ¿adivine quién dijo que era imposible? y B) ¿cómo podría una órbita no circular ser regular, y no bambolearse, hmm? Entretanto, los artilleros estaban, desafortunadamente, ocupados demoliendo todo ese armazón enteramente filosófico. “Olviden a Aristóteles,” -dijeron- “vean esto.” Si usted intenta usar la teoría prohibida de mezclar movimiento circular y rectilíneo usted acierta. Bien, adivine lo que sucedió después. Sí, sólo que esta vez el profesor de matemáticas involucrado retardó el proceso de caída de la bola haciéndola bajar rodando por una pendiente marcada con números a intervalos iguales para ver cuánto tiempo tardaba. Él usaba la oscilación de un péndulo para fraccionar el tiempo en segundos cuando soltaba cada bola. Pasó meses rodando bolas de peso diferente en cuestas con ángulos diferentes centenares de veces, para obtener cifras promedio precisas. Y cada vez observaba cuánto tiempo tardaba la bola en rodar tramos diferentes de la cuesta: un tercio, un cuarto, cinco octavos, la mitad, etcétera. Él midió el tiempo con agua. Mientras la bola rodaba la distancia que fuere, él hacía correr agua a una tasa estable en una jarra medidora, porque él podía ver inmediatamente por cada cantidad si la bola tardaba tiempos diferentes para recorrer tramos diferentes del recorrido. En otras palabras, si aceleraba al bajar la cuesta. Lo que Galileo buscaba era un tipo de ley que todos los objetos que caen obedecieran. En 1604, él la encontró. Todo acelera mientras cae, a la misma tasa exactamente, por la Ley de Galileo que todos nosotros aprendimos en la escuela, 32 pies por segundo por segundo. Fue la primera vez que la naturaleza fue descrita por matemática que podía ser usada en cualquier circunstancia para describir lo que hace la naturaleza. El comienzo de lo que hoy conocemos como “la revolución científica”. Ahora, todo eso puede parecer muy matemático y esotérico para usted pero en 1605, hacer esa cosa con bolas era peligroso, porque lo que Galileo había descubierto fue lo que Aristóteles dijo que no podía existir: una ley universal de aceleración que todo objeto que cae a la tierra debe obedecer. Y basta de esa tontería de “cada objeto tiene su propia y única característica”. Ahora, contradecir a Aristóteles de ese modo podía haberle complicado mucho la vida a Galileo, si los acontecimientos no hubieran tomado un cariz más seguro con una nueva proposición de negocios. En julio de 1609, un amigo suyo le mostró la nueva máquina maravillosa desde Holanda, un telescopio. Y un mes más tarde, Galileo estaba aquí en la Plaza San Marcos en Venecia, con una idea financieramente muy atractiva con óptica de largo alcance. “Adelante”, dijo.


“Adelante, miren a través de esto”, le sugirió él a un grupo de comerciantes navieros. La versión nueva, mejorada por Galileo del aparato óptico, podía magnificar objetos distantes nueve veces, y eso significaba que usted podía divisar los barcos anclando allí afuera oh, unas dos horas antes que a ojo desnudo. Y eso significa que usted podía publicar su pequeña lista de mercaderías, símbolo del barco, cargamento, valor y fijar los precios de mercado consecuentemente porque usted sabía que el barco estaba llegando, y sus clientes no. “Buena idea”, dijeron, “tomaremos 30, "y aquí hay un generoso sueldo para, err, mantenerlo en familia.” Pero un exhibicionista arrogante y cabezadura como Galileo no podía mantener su boca o sus opciones cerradas. Y en 1610, él hizo algo que sólo un lunático haría, él apuntó una versión aun mejor de su telescopio hacia un lugar que Aristóteles y la Iglesia dijeron que no. Allí arriba. Y cuando él vio lo que vio, completó la felonía haciéndolo público. En un folleto de 24 páginas llamado “El mensajero estelar” que tiró 2500 años de autoridad y status quo por la ventana porque en unas cuantas ilustraciones garabateadas, Galileo deshizo el universo. Vea, aquí está la Luna. No perfecta e incorruptible como Aristóteles dijo que era, sino con montañas, como la Tierra. Y millones de estrellas más de las que se supone que debía haber. Y, mire esto, lo inconcebible, tres o cuatro pequeños satélites circundando Júpiter cuando se suponía que todo giraba alrededor de la Tierra. Y un poco más tarde él dijo que ni el Sol era perfecto, que tenía manchas. Y luego el argumento decisivo, Venus se parecía a la Luna algunas veces, aumentando en intensidad y languideciendo, y eso quería decir que la veíamos iluminada diferentemente a medida que giraba alrededor del Sol. Todo eso era prueba visible de que Copérnico tenía razón, después de todo. Todo gira alrededor del Sol. Aún entonces Galileo podía haber manejado las cosas dulcemente, si no hubiera sido que en un desayuno cuando la esposa de su jefe, la Duquesa de Toscana, preguntó a un amigo de él si todo esto no significaba que cuando la Biblia decía que la Tierra estaba quieta estaba equivocada. Bien, en una carta educada explicativa a la Duquesa Galileo dijo “Sí” y, para que no quedara duda, “científicamente hablando "la Biblia estaba equivocada”. Y ahí estalló todo. Ahora, la visión convencional de lo que ocurrió después es que la Iglesia resolvió arrestar a Galileo y cerrarle la boca para siempre. Bien, él fue arrestado y callado.


Pero sólo después de que una Iglesia enfurecida había intentado no hacerlo. Dijeron: “Vea, sabemos que usted tiene razón, pero no puede arrojar eso sobre el populacho, "déjenos decírselo lentamente”. Galileo les dijo a ellos que se pierdan, y entonces fue arrestado. Copérnico fue prohibido, y eso, para la Iglesia Católica, fue todo. Bien, afortunadamente, Galileo no se había puesto en contra a todo el mundo. No aquí en Austria en el pueblo protestante de Eferding. ¿Y por qué estamos aquí? ¿Usted recuerda a Brahe? Él finalmente se había marchado a trabajar a Praga, todavía preocupado por esas órbitas tambaleantes. Usted recuerda, el cometa que él vio entrar en el sistema solar en una órbita oval y no podía figurarse cómo podía permanecer estable un camino oval sin bambolearse. Como hace un barril oval de vino cuando usted lo acuesta. Bien, fueron los barriles de vino los que dieron la respuesta. Barriles de la misma forma que ellos están entregando aquí ahora, los traían a este castillo en 1613, para una boda. El mozo era un maestro local de matemáticas, un tipo llamado Johann Keppler, y su novia ruborizada, la hija adoptada de la gente que vivía en este castillo. Ahora, Keppler recién había regresado de Praga, donde había sido el asistente de Brahe y como era corto de vista, había tendido a concentrarse en los cálculos, en vez de observar realmente al cielo. Así que cuando vio a los hombres de Eferding comprobando el vino en sus barriles en lo que él entendió ser una manera más bien imprecisa, quiero decir, la misma varilla indicadora pero barriles de diferente forma, resolvió echar un vistazo a las matemáticas de los barriles de vino. Una tontería para quien cortó los dientes midiendo órbitas planetarias que es lo que había estado haciendo día y noche por once años, tratando de hacer coherente lo que dejó Brahe cuando murió, una pila gigante de notas nocturnas. Aparte de convencer a Keppler de que los planetas giran alrededor del Sol, la montaña de datos de Brahe reveló algo que dejó duro a Keppler. Marte rodeaba el Sol, pero aceleraba y desaceleraba. Y cuando revisó los números para ver si había cometido un error horrendo, descubrió que todos los planetas iban a velocidades diferentes, cuanto más lejos del Sol, más lento. ¿Por qué? La única explicación para las cifras era una especie de fuerza magnética del Sol fuerte cerca y más débil lejos. Una fuerza que jala a los planetas en caminos orbitales como las piedras balanceantes de Benedetti. o en órbitas desequilibradas que aceleran cerca y desaceleran lejos y permanecen así porque la fuerza estaba siempre allí para conservar a los planetas repitiendo exactamente igual camino. ¿Pero estaba en lo correcto? Le llevó a Keppler cuatro años demostrarlo.


Marte no cambiaba de velocidad en tasa irregular en un círculo, y tampoco los otros planetas. Lo hacía en una elipse y como un reloj, el cambio en la velocidad exactamente relativo a la distancia desde el Sol. Más cerca, va rápido, tomando un mes de allí a allí. Lejos va despacio, un mes de aquí a aquí. Pero estas áreas, exactamente iguales. Usted notará que yo estoy dibujando pequeños triángulos como hizo Keppler. Porque así es cómo midieron las órbitas: usted divide la órbita en zilliones de pequeños triángulos y los usa para dar el área y el largo aproximado de la órbita. Y por eso el nuevo método de Keppler para medir barriles de vino que incidentalmente probó que el método de la varilla indicadora estaba bien, fue una gran cosa para la astronomía, que era inmensamente preciso. Vea, Keppler dividió cada barril en zilliones de pequeñas secciones transversales así, cada una de las cuales, al borde, se vería así. Ahora, un rectángulo es fácil de medir y usted llena esto casi con un pequeño triángulo. Lo poco que sobra allí es mínimo. Por eso uso el término técnico “zilliones”. Mientras más secciones se hacen, más pequeños son esos pequeños sobrantes residuales. Y si usted tuviera un número de infinito de secciones, no tendría pedazos sobrantes y precisión total en la curva de un barril, o la curva de una órbita. Fue una cosa asombrosa y un avance en la técnica de la ‘dinámica orbital’, como se la llamó. Pero eso creó un problema casi tan grande como el que solucionó. Keppler podría haber sido un genio en hacer que el cielo trabajase según sus sumas, lo que dejaba el problema abrumador de calcular las sumas. Cada vez que usted quería comprobar algo, volvía a ese ridículo trabajo de lidiar con zilliones de triangulitos. Tenía que haber una forma mejor que esta. Bueno, cuándo de sumar se trataba, este era el lugar, Holanda, el hogar de las sumas. Sumas comerciales. Llano, sobrio y cosmopolita, el holandés amaba la ciencia, si servía para hacer dinero. Eso era realmente en lo que toda Amsterdam trabajaba. Flujo de efectivo de asuntos monetarios, dirimir préstamos. Increíblemente, no les preocupaba aquello por lo que el resto de Europa estaba quemando y torturando gente.


El holandés aburrido de clase media le dejaba decir y hacer y pensar casi cualquier cosa que le gustara, la primera nación verdaderamente tolerante en Europa. Y por eso, meta de refugiados. Uno de los cuales, un pensador francés llamado Rene Descartes, en 1637 creó una forma enteramente nueva de mirar todo. Incluyendo, claro está, las bolas en el cielo. Vea, de cualquier forma que me mueva, yo voy ya sea a lo largo o arriba, ¿no? Descartes probó ajustar ese movimiento entre dos escalas. Una que indique hasta dónde arriba, la otra, hasta dónde adelante. Bien, diríjame otra vez con números. Arriba uno, a lo largo cinco. Arriba dos, a lo largo 16. Arriba tres, a lo largo 25. Y usted puede describir cualquier movimiento como este en la gráfica nueva de Descartes. Ahora, suponga que quiero hacer eso con una bala de cañón. Digamos que quiero dispararla a 100 pies por segundo, así. Aquí está la trayectoria, aquí las escalas. Llamemos a arriba, “y” y adelante, “x”. Entonces usted puede describir esta trayectoria en xs e ys. Y usted puede ponerlas en la ley de Galileo, la resistencia del aire de Tartaglia, la velocidad, cualquier cosa, y disparar su cañón en papel, porque ahora usted podría dispararlo en una ecuación. Ahora, fíjese que eso significa, con un sistema como ese, que no hay más confusión. Sólo matemática, que usted ahora puede usar para describir y predecir todo, hasta las cosas que no puede manipular, como los planetas. Todo lo que usted necesita para tener datos realmente precisos que ahora puede manipular con su nueva matemáticas, es instrumental y no había ninguno mejor que los hechos a mediados del siglo 17 en Inglaterra. Calculadoras, logaritmos, reglas de cálculo, bombas de vacío, microscopios, teodolitos, cuadrantes, termómetros, barómetros, relojes, los nuevos instrumentos y técnicas hicieron posible examinar todo desde lo microscópicamente pequeño hasta, más importantes para nosotros, lo astronómicamente grande. Y comenzaron a obtenerse cifras realmente precisas. El tipo que juntó las piezas, literalmente, por qué las piedras de Benedetti salían en línea recta cuando usted las soltaba; por qué las bolas de Galleleo caían al mismo ritmo; por qué los planetas de Keppler iban rápido cerca del Sol y despacio lejos de él; y la forma inteligente en que Descartes convirtió trayectorias


en álgebra, el tipo que puso todo junto fue la primera persona en la historia que pudo haber explicado matemáticamente por lo que estoy a punto de pasar. Y por qué el universo entero soporta esto. ¿De qué estoy hablando? Esto. La caída acelerada de Galileo, ahora, el balanceo de Benedetti, ahora, las órbitas de Keppler con sus velocidades cambiantes, la pérdida de velocidad de Keppler. Afortunadamente para el tipo que encontró sentido a todo eso, él no tuvo que aguantar estas sacudidas. Él dijo que sólo se sentó y observó esto: Él halló que la fuerza que hace las cosas caer era la misma que la que Keppler decía que sujetaba los planetas mientras giraban alrededor del Sol, y que impedía que ellos salieran volando como las piedras de Benedetti, porque esta fuerza atrae todo para todo lo demás. Él descubrió una fórmula para cómo opera la fuerza según cuán lejos estén las cosas. Bien, él sabía que la Luna estaba 60 veces más lejos del centro de la Tierra que él, así es que probó su fórmula con la Luna. El tirón de la Tierra debía actuar como un agarre a la Luna, contrarrestando su tendencia a volar directamente al espacio, por exactamente la cantidad de fuerza requerida para mantenerla en órbita a esa distancia. Así que nuestro genio, usando una forma adelantada del cálculo infinitestimal, recuerde usted a Keppler y los barriles de vino, descubrió el camino que la Luna debía tomar si la fuerza actuaba como su fórmula decía que debía, tan lejos como la Tierra, a 44 milésimas de pie por segundo. Ligando el camino de la Luna hacia adentro. Eso fue justo lo que la Luna hizo. Hasta la pulgada. Su fórmula explicó lo que todo lo demás hacía también. Planetas, péndulos, manzanas, columpios de feria, todo. La fuerza que Newton llamó ‘gravedad’ conservaba el universo en balance, lo hacía funcionar, y reunía al cielo y la tierra en una gran ecuación. Y su fórmula le diría cuándo bajaría lo que subió. Así que le dijo a su amigo Edmund Halley cuándo volvería el gran cometa que él vio dejar el sistema solar en 1680, exactamente 77 años más tarde. Terminamos la historia donde comenzamos. Aquí, en el palacio de la Emperatriz Maria Teresa en Viena. Porque el año que el cometa Halley debía volver, 1757, había un tipo aquí que iba, por así decir, a poner los puntos sobre las íes en el asunto entero. Era un astrónomo jesuita y matemático, ingeniero, geógrafo, geodesista, y genio en general, llamado Roger Boscovich.


Ahora, Boscovich había hecho un montón de trabajo sobre cometas, por ejemplo cómo obtener una aproximación muy precisa de su trayectoria de tres observaciones cualesquiera. Y lo que él puso en un escrito premiado por la Academia Francesa de Ciencias fue la interacción entre Júpiter y Saturno y a través de esa enorme fuerza gravitacional debería pasar el cometa de Halley en su camino de regreso al sistema solar. La pregunta era: ¿cuándo? Por eso el trabajo de Boscovich fue vital para los astrónomos franceses que observaban el Halley, porque les dijo que el cometa podía retrasarse. Aun antes de que ellos lo viesen en sus telescopios, gracias a Boscovich sabían que estaba 19 meses atrasado. Dije que Boscovich terminaba la historia también por otra razón. Él era, entre sus muchos talentos, como arreglar las grietas en la biblioteca de Maria Teresa, asesor de ciencia del Papa, y fue principalmente debido a él que la prohibición sobre Copérnico sería levantada. La obra maestra regresó a la circulación general en los estantes de las bibliotecas de Europa en 1758. El mismo año regresó el cometa de Halley. La prueba física definitiva de que Newton había tenido razón, que el universo estaba reglado por matemáticas. Bien, ese fue el fin del amigo Aristóteles, y las esferas mágicas de cristal en el cielo, y preguntas que la ciencia no debería preguntar. Y el comienzo de nuestro mundo moderno dominado por la ciencia y la tecnología y la confianza que ellas nos dan para exploran todo desde partículas subatómicas hasta los confines del espacio exterior, sin temor. Usted necesita la confianza. Si, como Keppler dijo y Newton probó, todo funciona como un mecanismo de relojería, no hay nadie allí afuera para importarle. Bien, puede ser entretenido explorar la naturaleza, para atrevidamente ir donde nadie ha ido antes, pero en el universo de Newton, usted ya no es el centro de atención mientras lo hace. Usted está por su cuenta. Apenas un diente de engranaje en el reloj cósmico. CREDITO A QUIEN ES DEBIDO Esto es vida. ¿Hmm? La parte que usted sueña todo el año escapándose de la carrera de ratas, remojando al sol y con diversión algo exótica. Buenas cosas. Y con nuevos paquetes turísticos todo el tiempo y los costos bajando, un gran número de personas pueden ir a lugares a los que nunca siquiera hubieran soñado sólo unos cuantos años atrás. Y todavía el concepto de tiempo libre es una innovación.


Sólo existe desde el tiempo que hemos tenido el mundo en el que vivimos hoy el mundo acá en casa, usted sabe, trabajando contra reloj, la rutina diaria, los prospectos de trabajo, hacer dinero, el coche, la casa, todas las posesiones que todos compartimos mientras tenemos empleo. La carrera de ratas. Todo eso, como el tiempo libre, está hecho a máquina. Todo lo que usted hace, todo lo que lo rodea, es producido en masa, desde su ropa interior hasta este crucero de línea. La vida hoy consta de miles de cosas idénticas hechas por otras personas para que usted las compre. Así como ellos compran lo que hace usted con el dinero que ganan de venderle a usted las cosas que hacen. Y luego, una vez al año, todo el mundo deja de hacerlo entre sí y pasa a hacerlo con la industria turística. Y son tan fabricados en serie como todo lo demás, igual de dependiente del poder que todos nosotros damos por hecho. Usted no está seguro de a qué me refiero. ¿Poder? Mire todo esto en términos de lo que no puede tener si usted tuviera que hacerlo y moverlo con sus propias manos. La ironía es que nuestra capacidad moderna para escapar a partes extranjeras soleadas como el Caribe lejos de casa, comenzó con un montón de personas que estaban aquí en las Indias Occidentales 300 años atrás. La ironía es que lo que todos ellos querían hacer, desesperadamente, era huir de aquí y volver a casa. Ahora, aunque estos esclavos africanos del siglo 18 estaban indudablemente nostálgicos, no son de quienes hablo. Hablo de la gente que poseía a esta gente. Si usted era inglés y quería hacer pilas de dinero sucio, venía aquí a buscar malaria, fiebre amarilla, disentería, y la mercancía más valiosa en el mundo. Una isla caribeña húmeda y calurosa hacía más dinero que todas las colonias americanas juntas. Fue la caña de azúcar y la esclavitud las que lo hacían. Los buenos esclavos eran baratos. Gracias a la forma en que trabajaban, la mayoría sólo duraba siete años después de llegar. Los productores de azúcar eran entonces como los petroleros ahora: lo que tenían, todos lo querían y, como los petroleros ahora, el gasto ostentoso era propio de ellos, para hacer la vida tolerable. Los bucaneros y la humedad le ganaron al Caribe el nombre de “estercolero del universo”. Y abajo de la pirámide, como quien dice, estaban los africanos. Brutalmente agredidos, salvajemente azotados por el error más leve, viviendo virtualmente en un nivel de inanición.


La forma de controlar a miles de esclavos era “mantenerlos asustados”. Los dueños de plantaciones disuadían las revueltas con un truco particularmente efectivo. Les quemaban las piernas a los alborotadores. Lo que no se ve no está, ¿eh? Después de años de dificultad dorada, el sueño de los dueños de las plantaciones era usar sus ganancias para comprar haciendas en Inglaterra y retirarse a vivir rodeados, otra vez, por obreros indigentes y desolados por la miseria, pero ingleses. Por supuesto, los nuevos escuderos bronceados de ultramar pasaron toda esta miseria por alto mientras subían vertiginosamente de unos buenos ratos a otros. Su vida era una larga juerga de despilfarro, con cacería, disparos, pesca, fiestas y borracheras. Compraban caballos y joyas y más tierra y pueblos y títulos y más plantaciones allá en el Caribe y empleos en el Parlamento y posiciones en la corte, lo que sea. Oh, y mansiones y sirvientes también, por supuesto. Y luego, cerca de 1700, habiéndose quedado sin cosas para comprar, algunos de estos bufones bucólicos en East Anglia comenzaron a dedicar sus beneficios deshonestos a mejorar la tierra. El gran problema del tiempo era el ganado. En el invierno, cuando no crece nada, las vacas tienen el triste hábito de seguir hambrientas. Bueno, está bien, usted simpleamente las mata. ¿Entonces qué hace usted para tener carne el año siguiente? La nueva alternativa eran los campos inundados. Usted cubre su prado con 1 pulgada de agua corriendo, saca la escarcha, y la hierba crece todo el año para los animales. O mejor, la nueva maravillosa raíz continental, el nabo. Crece en otoño, está listo en el invierno, los animales lo amaron. Otro importado de alta tecnología fue el trébol, incorporaba nitrógeno al terreno, aunque ellos no lo sabían. Y convertía al peor erial en tierra cultivable instantánea. Por eso ellos comenzaron a decir que alguien estaba "en el trébol" cuando estaba bien económicamente. Y luego, uno de ellos tuvo una idea realmente brillante. Tome un grupo de campos, y alterne los cultivos: primero trigo, luego maíz, luego nabos, luego trébol, luego el trigo otra vez y así. Le hace bien al suelo, y da cuatro veces el rendimiento. Y luego, en 1720, vino algo que nadie podía haber esperado. 30 años de clima increíble. Cosechas extraordinarias, el precio de la comida bajó, los salarios subieron.


¿El resultado? Lo que llamamos el almuerzo del labrador. En verdad, una mejora real en la dieta de los campesinos. Cerveza en botella, pan blanco, papas, verduras frescas. La vida se convirtió en algo parecido a esos anuncios televisivos de huevos frescos de campo. Dije “algo parecido”, porque, para nuestras costumbres, la vida en la alegre Inglaterra con sus totalitarios señores de la tierra que ahorcaban a las personas por robar un chelín, y nadie viajaba sin un permiso, no era nada parecido a los dibujos de las cajas de chocolate de Constable que nos provocan nostalgia. Pero para los campesinos ingleses los buenos tiempos estaban aquí. Verdaderos lujos como casas de campo con paredes de piedra en lugar de estiércol de vaca, empleos en la construcción que prosperaban muchísimo por el dinero que había y las familias que todo el mundo tenía porque podían mantenerla. Y como la población subió también lo hizo la demanda de equipo e implementos y, sobre todo, muebles y artículos de uso doméstico. Ahora, si la chusma general como esta que palea heno estaba prosperando en la granja imagine cuánto lo hacían los dueños. En un santiamén Inglaterra tuvo el más inusual problema de flujo de efectivo. Demasiado efectivo, y flujo insuficiente. No había forma de circular el dinero. Afortunadamente, de cualquier forma hicimos como los holandeses. Vea, los holandeses habían tenido estas asombrosas cosas de papel por décadas. Y lo que significó la existencia de papel moneda fue que ya tenían un sistema de crédito funcionando y un banco central para hacerlo respetable para las personas que tomaban esta promesa de papel en lugar de la cosa real en oro. ¿Por qué fueron tan inteligentes los holandeses? Bueno, ellos dominaban las ventas en ese tiempo. Eran los comerciantes más grandes en Europa, con emprendimientos en todas partes desde Japón hasta Sudamérica, trayendo a casa de todo desde granadas hasta loros y vendiendolo en Europa a precios que cortaban la garganta. Su garganta. Y por financiar a todo este movimiento mercantil los bancos holandeses estaban, claro está, varias cuadras delante de todos en el bello arte de 'tomar un porcentaje'. Entonces, siguiendo el buen viejo principio inglés de “si no los puede vencer, únase a ellos", En 1688 invitamos a un holandés a ser rey. Y claro, él trajo consigo el secreto que haría grande a Inglaterra: cómo vivir endeudado hasta el cuello. Lo primero que él hizo fue pedir prestado un millón de un grupo de inversionistas felices que fundaron el Banco de Inglaterra para ello.


A cambio, claro está, de una ganancia gorda, el derecho de elevar los impuestos e imprimir dinero. Y luego allí fuimos. ¿Usted quería pedir prestado? Bueno, nuevas leyes de tipo holandés hacían fácil hipotecar su tierra. O usted podía escribir IOUs que circularían como los nuevos cheques abiertos. ¿Invertir? Con las sociedades anónimas recién inventadas todo lo que usted arriesgaba era su parte. Oh, y había nuevas acciones y títulos. Y si estaban por embarcar o comprar una casa, el seguro marino y contra incendios tomaban el riesgo. ¿Resultado? Más dinero circulando, menores tasas de interés, más préstamo, para más inversión en más compañías, y más dinero circulando. ¿Pero por qué estaba yo diciéndole eso sobre un bote en un puerto holandés? Bueno, la ironía es que habiendo plagiado su sistema de crédito generado en primer lugar por el intercambio de ultramar a puertos como Hoorn en Holanda, luego procedimos a robar su comercio de ultramar. Era como sacarle el viento de sus velas. Bonito juego este, ¿no? Gracias al dinero del comercio de ultramar. Bueno, apenas una propina, realmente. Pero cuando las cosas inglesas echaron a andar realmente fue a causa de las cargas espectaculares de dinero sucio que llegaban a este país desde India y las colonias. Cosas como esta: nuestro gusto nacional por el té con azúcar. Ambos llegaron al paladar inglés desde Oriente y Occidente al mismo tiempo, los comerciantes de té labraron una fortuna. Una de las otras cosas inglesas era “ser algo en la ciudad”. Todas esas comisiones por asegurar barcos y nuevas ideas como importación/exportación. Oh, el comercio era ahora realmente respetable. Tercera cosa, las casas majestuosas. Vea, sin impuesto sobre los ingresos, eso es lo que dije, un tipo con dinero podía construirse una dignidad de par, casarse con la chica correcta, inventar un hogar ancestral. A mediados del siglo 18 aparecieron un montón de estos a medida que la abundancia de ciertos príncipes indios disminuía, usted entiende. Anglo-Palladian fue toda una furia, arquitectónicamente. Lo llamaríamos “consumo conspicuo”, pienso. ¿Le importa ver un poco? Pues bien, ya llegamos, y, como usted sin duda estará pensando, sí, la mayor parte de ellos comprado por el patio. Esto es lo que usted obtiene cuando el dinero no es problema.


De hecho, aquí fue cuando el plan de la casa moderna comenzó. Comedores, salas de estar, lavatorios, eso. La biblioteca. No leían mucho, pero usted tenía que tener una. John Locke, filósofo, influyente del siglo 18, y aburrido. Él es el tipo que aseguró que la casa de cada inglés fuera su castillo. Revolucionaria idea, que el rey no podía agarrar sus cosas cuando tuviese ganas, en todas partes sí podían. No en Inglaterra. Aquí, el gobierno le podía ahorcar pero no podía tocar su propiedad o impedirle que se la pase a otro. “Y” -dijo Locke- “ese debe ser el único propósito del gobierno, "proteger sus derechos de propiedad, el único tipo sensato de trato era un contrato social” (note el vocabulario comercial) “entre usted y el gobierno "para permitir a todos perseguir su propio interés ilustrado”. Una especie de "manos afuera" mutuo. Bueno, los dueños de hogares majestuosos lo amaron. Y como cualquiera con los medios podía comprar hasta lo mejor, esa actitud promovió la ambición. Nosotros los británicos nos volvimos realmente muy dinámicos en aquel entonces. Por un tiempo. Lo que dejó sólo una mancha en la cita económica, cuando usted ha invertido todo su dinero en la agricultura y esclavos y establecer colonias y comerciar, y todo lo que usted ganaba por su esfuerzo era todavía más dinero. ¿Luego qué? Bueno, dije que todo el mundo podía comprar acciones del juego. No completamente. Afortunadamente para el resto de este programa, un grupo bastante fervoroso no podía. Este es el grupo fervoroso del que hablaba, los disidentes: clérigos libres que no firmaban juramentos de lealtad y por eso eran rechazados en los registros. No podían reunirse en público, estudiar en universidades, tener cargos municipales, integrar el Parlamento, incorporarse al ejército, predicar a menos de 5 millas de una ciudad porque eran considerados fanáticos revolucionarios potencialmente peligrosos. Se les permitía, sin embargo, tener bebés. El fin y diseño del bautismo infantil por cuyo rito los padres solemnemente dedican su descendencia al servicio de Dios y de Jesucristo que la ha enviado es imprimir en las mentes de los padres un sentido de su deber hacia ellas en su edad inocente e indefensa. Había otra cosa que los cuáqueros, bautistas, unitarios, presbiterianos y congregacionistas tenían libertad de hacer.


Podían permitirse el gusto de la única cosa que la clase acomodada inglesa consideraba indigna de ella. Podían entrar en la industria. Entonces, una cosa de la que usted podía estar seguro es que este niño iba a crecer buscando hacerlo mejor que su padre comerciante. y entonces tan pronto como él sea capaz de aprender, usted lo instruirá en la religión cristiana, según la mejor comprensión y las habilidades con que usted estuviese dotado. A mediados del siglo 18, los disidentes ya lo estaban haciendo, considerando. Empleos de medio tiempo en el comercio local, aunque algunos de ellos, los cuáqueros, se habían ido a Pensilvania para escaparse del prejuicio y la falta de libertad religiosa. Yo te bautizo en nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Los disidentes tenían una cosa a favor, sin embargo. Tenían una cantidad inagotable de optimismo y un deseo dedicado de triunfar. Recemos. Dios Todopoderoso, Sin embargo, con la ruta al poder y la posición bloqueada, usted pensaría que al pobre niño sólo le quedaba rezar. Pero eso no toma en cuenta a esta gente extraordinaria. Gracias al modo en que canalizaron sus talentos, casi sin ayuda transformaron a Inglaterra de un montón de granjeros venidos del mar en una nación de tecnócratas. Y gracias a la prioridad que los disidentes dieron a la educación conducir a Inglaterra a la revolución más grande de la historia iba a ser juego de niños. Adoptando el ‘si no puede unirse a ellos, entonces vénzalos', los disidentes establecieron sus propias academias por todo el país, como esta en Ackworth en Yorkshire, y comenzaron a entrenar a sus niños para el único trabajo abierto para ellos, el de magnate millonario empresarial, listo y anuente para beneficiarse del hecho de que estaban rodeados de potenciales clientes con más dinero que sensatez, A) porque la religión de los disidentes no obliga a un magnate a esperar su recompensa en el cielo y B) porque estos lugares fueron volviéndose el equivalente del siglo 18 de la Harvard Business School, sobre el mercado en alza más grande del mundo. Y sin un competidor a la vista. ¿El secreto de su éxito? Una religión que puso la ganancia al lado de la devoción. Una actitud adicta al trabajo hacia la vida y, sobre todo, un sistema educativo sin igual. En sus aulas habían aprendido lo que el mundo real necesitaba desesperadamente: matemáticas, lenguajes extranjeros, ingeniería, contaduría, comercio, y lo último en ciencia. Con equipo actualizado y técnicas de aprendizaje experimental. Y todo enseñado en inglés, no en latín.


Con las universidades de las que los disidentes eran excluidos emitiendo clérigos cuya idea de una ecuación balanceada era “cuánto ángeles podían subirse a la cabeza de un alfiler” estos niños académicos entraron en las industrias manufactureras sin oposición. Y apoyados por una red nacional de disidentes veteranos, decididos a conservarlos en la familia, por 1760 más o menos eran un movimiento clandestino regular. Los disidentes tenían la mayoría de las concesiones mineras en el país, y aquí en el bosque inglés fue donde iniciaron su revolución. Con minas de carbón que nadie quería, hasta que un disidente llamado Abraham Darby le encontró un uso. La gente no podía hacer suficientes utensilios domésticos para satisfacer la demanda naciente porque, hasta que Darby solucionó el problema, no había suficiente madera para quemar para calentar los hornos, para fundir todo el metal para hacer todos los instrumentos. El carbón tenía impurezas que producían mal metal, así que Darby las quemó y usó el coque. Y las cosas realmente despegaron, porque Inglaterra es una isla hecha de carbón. La crisis del combustible estaba terminada. Justo a tiempo, se estaban quedando sin árboles. Estos hornos de coque de los disidentes hacían todo de hierro fundición: cajas, rejas, chimeneas, tijeras de esquilar, hoces, atizadores, rastrillos, calderos, sartenes, cucharones, pesas, y lo que les permitió llenar ollas con dinero: ollas. Dije que la crisis del combustible estaba terminada. Eso dejaba otra crisis, que realmente bloqueó a todo comerciante que pretendía ser millonario porque llevó sus negocios bien lejos de los mercados y arriba de las colinas. Todo negocio que necesitara energía. Estos molinos de agua, haciendo cualquier cosa que necesitara golpear, moler, agujerear, cortar, girar. cualquier cosa excepto fundir metal, lo hacían sus ruedas de molino en corrientes de montaña. Por eso subieron a las colinas, y así lo hizo toda la industria. Especialmente las textiles. Y producir arriba de las colinas significaba que sus entregas no iban a estar exactamente cerca. Esta fue otra razón por la que la industria era de pequeña escala. ¿Para qué producir toneladas de mercadería si todo iba a caerse en el fango de alguna huella de caballo de carga mientras corría al mercado a velocidades entre 0 y 3 millas por hora? Y ese era el servicio expreso. No había caminos dignos de ese nombre. Entonces, debido a ese anticuado modo de transporte empantanado en el barro y la industria desparramándose en laderas aisladas por todos lados, el negocio de hacer negocios para hacer más negocios se hacía cuesta arriba.


Todavía, para los disidentes sin otra opción que la industria, cuesta arriba o no, era dinero. Pues bien, aquí estamos en la parte trasera de más allá, al norte de Londres en 1760 o poco más o menos, usted es uno de esos industriales disidentes de pequeña escala usted mira a su alrededor ¿y qué ve? Le daré una pista. No hay suficiente de este material en los alrededores, para empezar. Dinero listo. Pero al mismo tiempo, millas y millas de oferta y demanda inexplotadas en todo el país. Por un lado, todos esos hooray-henrys con su izquierda sobre la riqueza de su comercio de ultramar, esclavos, rentas, aprovechamiento de tierras, y por otra parte los concejos locales queriendo dinero para construir puentes nuevos. Por todo el país los industriales estaban escasos de medios para expandirse, los comerciantes estaban desesperados por crédito para comprar nuevos títulos y las personas andaban buscando hipotecas. Bien, como dicen por aquí, era simplemente cuestión de descubrir una forma de que el perro vea al conejo. Dejar que la demanda alcance al proveedor. Pues bien, claro, los disidentes encontraron un modo: darles crédito o dar crédito de otra gente, que es lo que sucedió. Porque los caballeros ingleses ni habían soñado con fundar bancos en las provincias, por no ser decente. No le pareció así a un cierto cuáquero llamado Lloyd. Este, digo. Seguido apasionadamente por otro llamado Barclay. En 1770 había 10 bancos fuera de Londres. Ahora, si todo anduviera bien, la industria ya no tendría que estar esperando que todo le llegue via Londres. Ahora la idea era que el dinero de East Anglia podría, por ejemplo, estar directamente disponible para invertirlo en las Midlands, donde pueblos pequeños como Manchester estaban justo esperando que el cheque llegue. Y esa era la palabra operativa. Esperando. Porque, hasta que alguien hiciera algo por la condición de las carreteras, esperar era todo lo que se podía hacer. Bien, ¿adivinen quiénes hicieron algo sobre el estado de las carreteras? Sí, los disidentes. Formaron compañías para financiar pandillas de obreros irlandeses para cortar rutas a través del país siguiendo líneas en un mapa. Se llamaban navegadores o “navvies”.


En diez años, habían hecho 500 millas por las cuales usted podía llevar cosas en un viaje suave como una seda. Los ingenieros disidentes construyeron una red de transporte que podía encauzar cualquier cantidad de tráfico que usted quisiera mover por ella. De golpe habían salvado la brecha para la producción de alto nivel. Su carretera llevaba 400 veces lo que un caballo de carga. Porque no era una carretera. Usted podía llevar 80 toneladas en una barca, 80 toneladas de estos suministros masivos sin los cuales no habría niveles de vida altos. Y con ingeniería de genio como diques en escalera usted llevaba su caliza, fertilizante, ladrillos, sal o cualquier cosa arriba de la colina y al fondo del valle sin dificultad. A mediados del siglo 18, gracias a los canales, las cosas empezaron a moverse por todo el país como nunca antes. Sin parar. Las entregas que antes tardaban meses, ahora tardaban sólo días. Ahora, estos canales le pueden parecer muy arcaicos y lentos a usted. Pero sepa que en su tiempo, ellos impulsaron la economía del siglo 18 a alta velocidad, le dieron al país nuevas habilidades de ingeniería e hicieron un ruido como de dinero. Verá, si usted tenía un pedazo de tierra con una mina de carbón en él y usaba las ganancias de su revolución agrícola para abrirse un canal hasta la ciudad próxima, entonces lotería. Como Su Gracia el Duque de Bridgewater que hizo eso en 1759, usted estaba metido hasta las rodillas en oro. Digo, mírelo desde el punto de vista de la caja registradora. En los días antiguos: llovía, los caminos se enlodaban, los costes de transporte aumentaban. ¿Ahora? Mientras más agua mejor. Así que, como el Duque, usted llevaba carbón para Manchester a 1/6 del costo previo, pero usted lo vende por la mitad del precio previo, ¿lo ve? ¿Y sería un mercado sólo favorable al vendedor? Los molineros, los panaderos, los cerveceros, los alfareros, todos necesitaban combustible para hacer la mercadería que vendían a las crecientes masas de las ciudades. Más, claro está, la novedad irresistible de lo que su canal podía traer a la gente simple de la ciudad, bienes exóticos y materiales del extranjero, como el siguiente condado. Todo esto, y la única palabra que usted oía del cliente es “más, más”. ¿Bien? En un santiamén hubo una red de canales extendiéndose desde Birmingham, conectando yacimientos de hulla, ciudades, puertos. Todo se veía supercolosal Excepto por un solo ruido sordo.


Esos industriales idiotas de las colinas, que no querían bajar porque allí era donde estaba su energía hidráulica. Y había millones por hacer, si sólo se pudiera solucionar su problema. ¿Pero cómo? Y todo el tiempo la vida y las ganancias pasaban de largo. Suficiente para hacer que cualquier bueno y honesto empresario disidente se dé a la bebida. En cierto modo, el problema de la falta de energía para la industria fue solucionado empezando a beber. Esta bebida. Escocés. Salud. Vea, en 1761 la reciente unión de Inglaterra con Escocia, que abrió mercados enormes a los productores escoceses, tenía a los destiladores de whisky aquí en las Highlands desesperados por efectivo para aumentar la producción y bajar costos. Y cuando estos cautos escoceses del siglo 18 hablaban de “ganancia del whisky”, las discusiones más ardientes eran por el calor. Usted verá lo que quiero decir en la destilería. Lo que tenía a todos los destiladores que hacían este dorado líquido echando vapor era el costo de hervir las materias primas para iniciar el proceso de destilación. ¿Cuánto combustible, a qué costo? Porque nadie tenía dinero para quemar. Y el otro problema era cuánta agua se necesitaba exactamente para condensar los vapores en el líquido mágico. Fue un profesor en la Universidad de Glasgow llamado Joseph Black quien encontró la respuesta. Porque él dijo que solía preguntarse por qué un día soleado caluroso no derretía toda la nieve. Obviamente, porque necesitaba bastante más calor de lo que usted esperaría derretir el hielo. Entonces él tomó un poco y lo dejó por 10 horas, junto con la misma cantidad de agua casi a punto de congelarse, y mientras el agua se elevaba medianamente rápido a la temperatura ambiente el termómetro mostraba que se calentaba a una tasa de 14° F cada hora. Ahora, para hacer lo mismo, derretirse y llegar a temperatura ambiente, el hielo tenía que estar 10 horas. Entonces a la tasa general de calentamiento eso significaba que el hielo había absorbido 10 veces 14°, 140° de calor. Pero el termómetro dentro de él sólo había ido del congelamiento a temperatura ambiente. Así que obviamente cuando el hielo se convertía en agua había un montón de calor involucrado que el termómetro no mostraba. Calor escondido. Entonces ¿ocurría lo mismo cuando se pasaba de agua a vapor? Black puso dos cantidades idénticas de agua sobre el mismo fuego lento.


Esta, de frío a hervor, se calentó a una tasa de aproximadamente 40° por hora. Para cuando ambas se habían evaporado habían absorbido nada menos que 810° de calor. Bueno, era eso. Black fue capaz de calcular cifras que mostraban cuánto combustible se necesitaría, por cuánto tiempo, para vaporizar tanto líquido, y luego cuánta agua se necesitaría para condensar ese vapor de vuelta a líquido. El pequeño experimento de Black tuvo dos resultados. Uno: hizo felices a los destiladores y dos: cambió al mundo entero. El tipo que hizo el engranaje experimental de Black era otro disidente llamado James Watt, que usó las cifras de Black para perfeccionar la máquina que nos llevaría a todos nosotros a la edad del maquinismo. Porque hizo bajar a la industria de las colinas. Y con habilidad típica de un disidente, Watt no vendió su máquina de vapor, cobraba a sus compradores un tercio del ahorro de combustible que lograban cada año. En 1781, el asistente de Watt inventó una forma de usar la acción de contrafase de un pistón a vapor para girar una rueda, y la industria ya no necesitó la energía hidráulica para mover sus máquinas. Las nuevas fábricas, con sus motores a vapor con fuego de carbón, aparecieron en los crecientes pueblos con yacimientos de carbón. Crecientes, porque la expansión industrial chupó a millares del campo para estar parados hora tras hora sobre las nuevas máquinas automáticas que traman algodón. Hasta embarcaron niños huérfanos a Londres para satisfacer la demanda insaciable de mano de obra industrial de todo tipo. En las nuevas fábricas y molinos que ellos fundaron, por primera vez en la historia, se hizo el tipo de trabajo que llamamos trabajo. Digo: repetitivo todos los días de la semana, con domingos libres y sueldos regulares. Y también comenzaron a hacerlo de noche gracias a una nueva lámpara francesa que alumbraba el lugar como si fuera mediodía. Entonces, con máquinas que nunca se cansaban ni cometían un error 24 horas al día, y bastante luz para ver, la producción podía durar todo el día, también. Fue inventado el trabajo por turnos. El vapor hizo una diferencia casi increíble, en 1800, una fábrica instaló un motor de 100 caballos de fuerza. Hacía el trabajo de 880 hombres, movía 50.000 husos de hilo, creó empleos para 750 personas, y fabricó 226 veces más producto que antes del vapor. Gente de aldeas que nunca habían mirado un reloj trabajaban como máquinas. En condiciones indecibles por sueldos regulares.


Y había un nuevo tipo de cliente también. Vivía en los nuevos suburbios. Las recién llegadas y ascendentes clases medias tenían un apetito de posesiones que no podía ser satisfecho. Gracias a un tipo que prácticamente inventó la idea de “cuidar los Joneses”. Él fue Josiah Wedgewood, alfarero de la familia real. Usted lo conoce porque estaba en sus cuentas, membretes, catálogos, anuncios y doquiera. Como él hacía floreros, medallones, trabajo ornamental, hizo que la gente los quisiera por razones de esnobismo. Hasta la vajilla. Por eso su producto más vendido, este, se llamaba 'Queensware'. Usted y la reina comiendo en los mismos platos... Por el fin del siglo, Wedgewood tuvo exhibiciones en Londres. Sólo por invitación, sólo la clase acomodada, anuncios en todos los periódicos de lujo, vendedores viajeros con entrega gratis y garantías de devolución del dinero, clientes en todas partes de China a los EEUU y la primera fábrica con máquinas de vapor trabajando día y noche para mantenerse al día con la demanda. Cuando él había terminado, si usted no tenía Wedgwood usted no era nadie. Y por primera vez ese tipo de cosa de clase media comenzó a tener importancia. Porque el consumismo había llegado. Nuestra expectativa moderna de niveles de vida continuamente crecientes comenzó con la clase media industrial del siglo 18. Y en las ciudades progresivamente atestadas, con nuevas calles pavimentadas y alumbrado de gas, hubo un tipo nuevo de edificio llamado “tienda”, con ventanas de vidrio persuadiéndole de que lo que habían sido lujos, como la cuchillería o la mantelería, eran ahora las decencias de la vida. ¿Y las decencias? Bueno, eran ahora necesidades absolutas. Pero todo este nuevo poder adquisitivo creó nuevos puestos y eso quería decir más entrenamiento y eso significaba más iletrados aprendiendo a leer y escribir. Y con las prensas disponibles, eso significó, a largo plazo, que la voz de un grupo de gente enteramente nuevo comenzó a oírse. Eran, obviamente, los trabajadores. Y, básicamente, lo que decían era: “No, los sueldos regulares no son suficientes "cuando se vive en barrios bajos hediondos con jefes de fábrica que no sienten responsabilidad hacia usted, "más que como una parte de una máquina que se usa hasta que no sirve más”.


Comenzaron a congregarse para soporte y protección, en clubes y sociedades que un día se convertirían en sindicatos. Y una ideología que simbolizaría un aspecto de la división en la sociedad que la revolución industrial creó: entre el capital y el trabajo, el amo y el hombre, los jefes y la mano de obra, como quiera usted llamarlo. Una división esencialmente creada por las máquinas, que cambiaron la acepción de la palabra “trabajo”, en ese mundo del siglo 18 que todavía seguimos manteniendo vivo en museos de la industria como este. La división, no necesitamos un museo para verla. Está viva en el mundo entero, gracias a la otra máquina de vapor que exportó nuestra revolución industrial para todos lados, con los ferrocarriles. Los ferrocarriles empezaron muy modestamente. En 1825 las primeras 27 millas de rieles llevaron a algunos intrépidos a un paseo. Pero, básicamente, el ferrocarril estaba allí para hacer lo que hicieron los canales, sólo que más rápido, llevar suministros en masa. Y luego, en un santiamén, hubo ferrocarriles por todo el imperio británico. ¿O fueron los ferrocarriles los que hicieron el imperio? Como sea, estábamos creando líneas hasta en la selva, aquí en Jamaica, ya en 1843. Los trenes de carga imperiales llevaban la riqueza de las colonias a Inglaterra muy eficazmente. Pero lo que realmente sacó a la gente de la máquina de vapor de sus carriles porque estaban todos hechos para transportar carga y nada más, era que el público quería dar un paseo. Era como si, después de siglos de estar pegados a la granja, no pudieran resistir la emoción de correr vertiginosamente a 25 millas por hora. Entonces, mientras la población crecía rápidamente, gracias a la mejora general en sueldos y dieta, porque ahora, claro está, los trenes estaban trayendo comida fresca a las ciudades todos los días, la gente comenzó a hacer algo nuevo. Empezaron a casarse con gente del otro extremo del país por primera vez. Afortunadamente para todos, la endogamia estaba terminada. Los ferrocarriles realmente hicieron que el mundo moderno exista. Porque separaron al consumidor del productor, de modo que hoy usted y yo no podríamos sobrevivir aisladamente aun si quisiéramos. Ellos unieron el país porque trajeron periódicos con las noticias nacionales en ellos y los nuevos servicios postales permitieron que gente muy distante converse. Fomentaron los negocios con cargas de materias primas, bienes de consumo y vendedores. Pusieron todos los relojes a la misma hora. Cualquiera fuere el clima, ellos entregaban todas las piezas necesarias para hacer un mundo estandarizado, como una cinta transportadora en escala nacional.


Pero sobre todo, comenzaron un tipo de “retroalimentación industrial”. Llevaban carbón para fundir hierro para hacer ferrocarriles que quemaban carbón para llevar carbón para fundir hierro, y así la espiral subió y subió. Todas las cifras de producción industrial salieron fuera de las gráficas a mediados del siglo 19. Y luego, como consecuencia, aquí estamos, de vuelta en el paraíso turístico de Jamaica donde comenzamos, entre las plantaciones de azúcar que ayudaron a echar a andar todo. En un mundo más saludable, más rico, más diverso, más móvil, más optimista que nunca en la historia. Porque cada uno de nosotros lleva una vida que habría necesitado docenas de sirvientes y un capital pequeño antes de que todo esto comenzase. Gracias a los disidentes y los terratenientes y los bucaneros coloniales y la Revolución Industrial que ayudaron a hacer esto posible, no necesitamos sirvientes. Gracias a las máquinas tenemos energía muscular para cambiar la forma del planeta. Ese buen clima de 1720 y la Revolución Industrial dispararon el crecimiento demográfico, haciendo juego con las cifras de producción, subiendo más y más rápido. Hoy la población depende de encontrar más materias primas para la producción todos los días. En Jamaica, por ejemplo, una cuarta parte del país está siendo rascado porque contiene bauxita. Se hace aluminio con ella. En todo el mundo arrancamos de la tierra: 2 billones de toneladas de petróleo, 3 billones de toneladas de carbón, 750 millones de toneladas de hierro, 820 millones de toneladas de mineral cuprífero, etcétera. y eso en un año. Hace que uno se pregunte cuánto más vendrá. Por supuesto, el otro lado de la moneda es que si usted vive en un mundo divertido, usted debe pagar el paseo. El estilo "adelante y arriba" de vida Occidental, los buenos tiempos, la filosofía 'desechable' que vienen de hacer un modelo nuevo cada año, así todo el mundo puede mantener sus trabajos, y pueden aumentar su nivel de vida, es realmente un modo de hacer las cosas del siglo 19. Eso es lo que la revolución industrial nos dió, el deseo de más, más grande, mejor, más barato, más rápido. Y en aquel entonces no había casi nadie que pudiera trabajar las materias primas que comenzaron a desenterrar para convertirlas en lujos asombrosos, o “necesidades” como las llamaríamos ahora. Hoy, países enteros se basan, casi completamente, en que queramos la materia prima que tienen. Cromo, cobre, oro, estaño, platino, o, en este caso, bauxita. Y usted ve, es bastante fácil tenerla. Seguro, podemos alterar la forma del planeta con nuestro nuevo y flamante músculo industrial. Podemos transformar esto en un hueco gigante en el suelo.


¿Entonces qué? Mundo abarrotado el actual, ¿no? Y lo será aún más. Asombroso realmente, tanta gente. Gracias a la ciencia: alimentados, vestidos, alojados, y reproduciéndose a millones. Y sin epidemias a la vista. No digo gripe y sarampión y esas cosas de niños, quiero decir reales asesinos: tifoidea, peste negra, tuberculosis. Y eso es lo que es asombroso, si usted piensa en los puros números que implica, y la forma que todos nosotros estamos metidos en una especie de cultura gigante del germen ideal que es cuando el pleno poder de la medicina moderna llega a casa para usted. LO QUE EL DOCTOR ORDENO Todos los días, gracias a la medicina moderna y sus técnicas de salvar vidas la población crece y envejece, mientras los doctores nos tratan desde la cuna en adelante. Y no parece tener importancia que no entendamos medicina. Tomamos todo, confiadamente, como nos lo dan. Las drogas, y la tecnología, y la investigación, y el milagro de mantener vivos a estos bebés pequeños, por ejemplo. Y por lo que respecta a las enfermedades que no se pueden curar hoy bueno, se curarán mañana, ¿no? Digo, nadie entiende lo que hacen, pero entonces usted no discute con el doctor. Él no está interesado en su opinión, está tras el bicho que usted tiene. Él dice: "Acuéstese, cállese, quítese la ropa" y usted lo hace. Ironica esa obediencia incondicional porque vino a la existencia gracias a la ayuda y la inspiración del tipo que fundó este hospital para los pobres aquí en Filadelfia. Su nombre fue Benjamin Franklin y lo último que él fue era obediente. Él y sus amigos nos aplastaron la nariz. Hicieron la revolución americana aquí en Independence Hall. Solemnemente declaramos nuestra determinación de preservar nuestra libertad y morir como hombres libres en vez de vivir como esclavos. Cuando todo hubo terminado en 1776, el Congreso envió a Franklin a Francia para comprar armas, firmar tratados y exportar la revolución. Entre otras cosas llevó con él, un modo americano enteramente nuevo de ver la salud pública. Oh, y una copia de esto también, por supuesto. Si alguna vez hubo una declaración de individualismo desobediente ese era la antibritánica declaración de independencia americana que Franklin ayudó a escribir. Cuando Franklin dejó América camino a Francia en octubre de 1776 era el segundo hombre más popular en el país después del mismo George Washington.


Él había hecho de Filadelfia, casi sin ayuda, la ciudad más progresista en los 13 estados. El hospital de Filadelfia de Franklin, sobre todo, era mejor que cualquiera en Europa, como lo era la salud de los ciudadanos. Para los presuntos revolucionarios que lo esperaban al otro lado del Atlántico Franklin era una prueba viviente de algo inconcebible en el siglo 18. Que usted podía declarar la guerra a su propio rey, manejar cualquier cosa que su ejército profesionalmente entrenado le tirara a usted, inventar un tipo enteramente nuevo de gobierno, poner a votación todo el asunto y salir sin perder. Entonces, la clasificación crediticia de Franklin con sus anfitriones franceses era casi ilimitada. A pesar de una torpeza menor, los revolucionarios realmente habían hecho el trabajo sucio, pero todavía había un rey en residencia. Si residencia no es una palabra demasiado modesta para el estilo de vida de cristal tallado de Luis XVI. Franklin apareció aquí con su sombrero comido de polilla y sus lentes bifocales y se llevó todos los aplausos. Bueno, con la revolución en Francia a la vuelta de la esquina y Franklin la super estrella de la que acababa de suceder en los USA, no sorprende que él fuera una sensación ideológica. Agregue a eso que él era un hombre con encanto e ingenio. Y las señoras cayeron pesadamente. Por eso estamos en un salón. Vea, en términos del siglo 18 aquí era donde se reunía la elite. Y en ese momento el salón de moda era dirigido por la adorable viuda de un difunto líder liberal llamado Helvetius. Madame Helvetius era loca por los francmasones, científicos, filósofos, reformadores y americanos. Franklin era todo eso, así que se hicieron... amigos. Y el futuro de Francia cambió de dirección, como tantas veces lo ha hecho, por una mezcla discreta de política y charla de alcoba. Política porque, hecha la revolución, todo esto estaba por ser reemplazado por una casa de gobierno y Franklin realmente había escrito una constitución con sólo una casa: la constitución del estado de Pensilvania. ¿Charla de alcoba? Bueno, Madame Helvetius también tenía un amigo joven que vivía aquí, un doctor llamado Cabanis, cuyas costumbres al lado de la cama eran realmente algo muy nuevo. Porque eso es lo que quería hacer con la medicina francesa. Y las largas charlas con Franklin sobre los hospitales americanos y los programas de salud convencieron a Cabanis de que la democracia revolucionaria era buena para su salud. Y por entonces la medicina europea no lo era.


Digo, si usted era enfermo y rico, entonces esto es lo que ocurría: (si usted era pobre, nada ocurría): el doctor venía y usted le decía qué hacer. El paciente, si usted perdona la frase, llevaba la voz cantante. Los doctores pensaban que la enfermedad causaba síntomas diferentes en personas diferentes. Así que usted realmente se diagnosticaba a usted mismo. Y cada síntoma estaba en el manual de síntomas del doctor, 2400 de ellos. Enfermedades como la nostalgia, descrita como “un deseo vehemente de volver a casa”. Usted puede ver por qué el joven revolucionario Cabanis adoptó las ideas de Franklin de reforma médica. La pregunta era, con todos esos incompetentes alrededor, ¿cómo? Vino la revolución... En 1793, la nueva república nueva estaba en guerra, y con un millón de hombres en el campo, había demasiados heridos para ser atendidos por los doctores capacitados y oficialmente reconocidos. Así que trajeron a cirujanos que, créalo o no, no eran vistos como verdaderos doctores. Bueno, este tipo de desorden era para lo que servían los cirujanos: tratamiento instantáneo sin importar lo que el paciente piense. Las más de las veces los cirujanos tuvieron que trabajar sin suministros y descubrieron cosas como que la mejor cura para las heridas era el agua, no el ungüento; que el shock mataba a alguien tan rápido como cualquier otra cosa, así que inventaron la idea de la ambulancia para tratar rápido a los soldados; porque si usted no amputaba dentro de las 24 horas, el paciente perdería bastante más que su pierna; y una vez que usted cortaba lo que fuere, el mejor vendaje a usar era la propia piel del paciente. Con instrumentos improvisados y camisas como vendajes, cataplasmas de pasto y ninguna droga, los cirujanos salvaron muchas más vidas que los médicos. Y con tanta materia prima, si me perdona la frase, para practicar, aprendieron más sobre tratamientos en el campo de batalla que en cualquier libro de texto. En 1794, después de dos años de esto, los cirujanos finalmente recibieron el grado de ‘doctor'. Muchas veces, dada la horrenda tasa de muertes, fue un premio póstumo. Tantos doctores habían sido muertos cuando todo hubo terminado que tuvieron que abrir nuevas escuelas de medicina por todo el país para reemplazarlos. No sólo por las decenas de miles de heridos que regresaban y tenían que ser remendados, sino también por los ambiciosos planes revolucionarios de proveer cuidado médico gratis para todos los ciudadanos de la nueva república. Entonces, la primera cosa que tenían que arreglar era dónde poner todos los cuerpos. Lugares como este, el viejo monasterio del Valle de Gras en París, fueron incautados y convertidos en hospitales estatales, donde algunas veces tuvieron que empacarlos de a seis por cama. Al menos los doctores eran una raza nueva, los cirujanos dirigían el lugar ahora y había reglas nuevas. Memorizar listas de síntomas falsos era pasado, entrenamiento en el trabajo era presente.


Si usted quería ser de vanguardia, entonces ser médico de hospital era la forma de lograrlo. Los hospitales empezaron a parecer lo que parecen ahora cuando los doctores ex-militares abandonaron la vieja manera del lado de la cama para siempre, después de que Cabanis tomó el mando en 1798. ¿Y los pacientes? Bueno, eran veteranos obedientes acostumbrados a recibir órdenes, o eran pobres de las calles, demasiado asustados para discutir. Con reglas y regulaciones nuevas acerca de todo, curarse cobró la sensación regimentada que tiene hoy. El paciente hacía lo que el doctor ordenaba. Y con el libro de Cabanis sobre lo que debe ser la medicina científicamente precisa las cosas parecían deber ser más eficientes y menos confusas que nunca antes. Excepto por un impedimento relativamente serio: Ellos podían haber aprendido en el campo de batalla sobre cómo manejar fracturas y heridas e higiene y algo semejante, pero en cuanto a lo que la enfermedad, en sí misma, era, realmente andaban en círculos. La respuesta para su problema iba a venir de una universidad alemana y las matemáticas de un cierto Godfrey Leibniz, que había descubierto una forma de medir cambios infinitesimalmente pequeños que ocurrían en la velocidad de los planetas en órbita. Leibniz se había dado cuenta de que ser capaz de medir cosas infinitamente pequeñas quería decir que usted también logra penetrar en la estructura fundamental de toda existencia. Ahora, como usted puede deducir por la expresión de absorta atención aquí, las matemáticas involucradas no eran exactamente dos más dos. Pero según Leibniz, si usted entendía sus ecuaciones, usted tenía la clave del universo. Los filósofos las entendieron en menos tiempo de lo que se tarda en decir “cálculo”. Y en 1790, los europeos pensaban que estaban en manos de gente como un tipo que trabajaba aquí en Wurtzburg, de nombre Schelling. Se autodenominaba ‘filósofo de la naturaleza’ y decía que si usted podía dividir cualquier organismo en sus componentes infinitesimalmente pequeños podía ver cómo todo se conectaba con todo lo demás, y eso le reportaría, nada menos que El Secreto De La Vida. Bueno, los doctores lo tuvieron más rápido de lo que se tarda en decir “Nature Philosophie”. En particular, un doctor llamado Xavier Bichat. ¿Sabe quién fue? Uno de esos cirujanos de París. Ahora, qué le puedo contar de Bichat excepto que no debe haber tenido sentido del olfato, porque lo que hacía era estar a la caza de pedazos infinitesimalmente pequeños en el cuerpo humano. En tumbas, ataúdes, accidentes, morgues, si estaba muerto, él se lo apoderaba. Y cuando había terminado de pesarlo, hervirlo, conservarlo en vinagre, secarlo, enfriarlo, freirlo, rallarlo, y hacer lo que, en general, los cocineros creo que llaman “reducir”, en 1800, anunció que los cuerpos estaban hechos de tejido fino. Tejido muscular, tejido pulmonar, tejido de la piel, veintiun tipos de tejido.


Y que las enfermedades no atacaban todo el cuerpo, atacaban tejidos. Y si usted podía revisar el tejido de un cadáver que murió con un síntoma particular podría asociar síntoma con enfermedad. Llamamos a eso “anatomía patológica” hoy. Inventada por Xavier Bichat. Su único problema era: ¿podía estar seguro de sus conclusiones si su suministro de cadáveres era limitado? Lo que, desafortunadamente, tendía a ser. En París, los números realmente ayudaban, porque en 1820 había 50.000 camas más, hospitales construidos especialmente, divididos, como han estado desde entonces, en salas separadas para hombres, mujeres y por tipos de enfermedad. Y en esas salas, con centenares de miles de pacientes para examinar cada año, la medicina se volvió matemáticas. Los números fueron lo suficientemente grandes para el análisis estadístico de cómo las enfermedades progresan y qué tan bien funcionaba el tratamiento. Y con enseñar durante las nuevas 'rondas de sala'; y los maestros eran los doctores activos mismos; y un uso nuevo de gráficas y registros regulares para un paciente, la profesión médica se convirtió en lo que es el hoy, una profesión. Con publicaciones y sociedades y reglas propias. Y progresivamente el paciente estaba menos implicado en su tratamiento, a medida que los nuevos instrumentos hicieron posible que un doctor encontrara qué estaba mal con usted sin tener que preguntarle. En 1830, París era el centro hospitalario del mundo. Y los estudiantes extranjeros entraban en tropel para enterarse cómo operaba esta “medicina clínica”. Uno de estos estudiantes extranjeros de la nueva medicina-por-números fue un joven llamado William Farr, quien en 1831, después de dos años en París, navegó a Londres justo a tiempo para desear no haberlo hecho. Verá, en los previos 14 años una epidemia asesina había estado abriéndose camino inexorablemente hacia el exterior a través de India y, en 1831, estaba en Hamburgo, justo cruzando el Mar del Norte, habiendo dejado atrás 50 millones de muertos. Bueno, había pánico total aquí. Gran Bretaña era el blanco perfecto para cualquier epidemia. ¿Por qué? Porque estaba justo en medio de la Revolución Industrial. En diez años, el número de pueblos se había doblado a mil, la población había subido de 9 a 14 millones y toda la extra estaba apiñada en las ciudades donde vivían en el hedor y la porquería, 40 por casa, hasta el tobillo en aguas servidas, trabajando jornadas de 16 horas en condiciones indecibles y cayendo como moscas por la desnutrición. Y nadie sabía qué hacer con ellos.


Nunca había habido tanta gente viviendo uno al lado del otro antes. Una epidemia podía volcar la balanza para “la anarquía”. Intentos desesperados se hicieron para poner en cuarentena el país. Cerraron todos los puertos, cruzaron sus dedos, y fracasaron. El domingo 23 de octubre de 1831 en el puerto del norte de Sunderland Un marinero llamado Bill Sproat se derrumbó con dolores violentos, diarrea, vómito, alta temperatura, pérdida masiva de fluidos corporales. Tres días más tarde él estaba muerto. La primera víctima británica del cólera. La pesadilla había venido. Pusieron un anillo de tropas alrededor de Sunderland, pero el cólera pasó a través de él. En un mes estaba aquí en Londres. 4.000 personas habían muerto, el cólera se propagaba como fuego y nadie tenía la más remota idea de cómo detenerlo. En los barrios bajos de la ciudad los doctores probaron todo lo que sabían, desde salpicar vinagre o ácido nítrico hasta quemar tabaco. ¿El cólera era causado por el mal olor? ¿O por el toque de personas? ¿O las moscas? A medida que el cólera avanzaba por las ciudades como una sierra, los intentos en la prevención se volvieron cada vez más alocados: pimienta, aceite de castor, ladrillos calientes, blanqueado de casas, repique de campanas de iglesia, aislar a familias. Todo fracasó, incluyendo el favorito, teas ardientes. Cuando el número de decesos trepó a 32.000 al fin del primer año del cólera, algo ocurrió que metió a William Farr y sus matemáticas médicas francesas en la historia. Vea, la mayor parte de los trabajadores pertenecían a sociedades de socorro mutuo: ellos pagaron cuotas semanales en previsión de tiempos como estos, cuando necesitarían subsidios por enfermedad o gastos de funerales. Y las sociedades de socorro mutuo cobraban suscripciones en base a la edad promedio en la que las personas se enfermaban y morían. El problema era que las cifras estaban muy defasadas, A) porque habían sido compilados 100 años antes y B) no sólo porque las condiciones eran radicalmente diferentes ahora sino porque que en aquel entonces, la tasa de defunciones había estado bajando. Ahora iba, muy definitivamente, para arriba. Entonces se estaba muriendo más gente que lo que los clubes esperaban, así es que estaban pagando más y quebrando por todo el país y dejando a su millón y pico de socios extremadamente pobres muy desesperados, sin hablar del cólera. Entonces, por varias razones, hacer bien los números parecía ser lo que había que hacer en todas partes.


Y fue el actuario de este lugar, Legal and General Assurance, el que resolvió el problema. Él reunió todas las cifras modernas que pudo encontrar, las procesó y encontró que todas las tasas de mortalidad pasaron por tres etapas coherentes. Antes de la edad de fertilidad caen, durante los años fértiles permanecen más o menos estables, y después de los años fértiles, se elevan otra vez. Y hacían eso en cada etapa en la misma tasa para todos. Cuando William Farr vio eso, se abalanzó. Esto probaba que la vida humana obedecía leyes matemáticas. Que se podía tratar a las personas como números, y responderían como números. Entonces, cuando se fundó la Oficina General de Registro en 1836 para centralizar la recolección de datos, y comenzó a llegar este material, millones de hojas de datos de muertes con todos los detalles, incluyendo causa de muerte, William Farr les cayó encima como un goloso en una fábrica de chocolate. En los 1840s, él hizo todas las estadísticas para un informe principal de las condiciones en las ciudades. El informe dio un susto mortal a todo el mundo. En resumidas cuentas dijo: pavimenten las calles, traigan agua limpia, derriben los barrios bajos, saquen el estiércol y la enfermedad y los pozos negros de las casas o habrá una revolución. Antes de que las autoridades pudieran reaccionar, el cólera explotó otra vez. 70.000 personas murieron esta vez, bastantes números para que Farr hiciera algo con ellos. ¿La pobreza causaba cólera? Bethnal Green, el lugar más pobre de Londres, número de muertes, menos que en lugares dos veces más ricos. Así que no era dinero. ¿Era donde usted vivía? Tal vez. Aquí está la tasa de mortalidad en escala nacional. Estos lugares con índice mucho más alto, todos ellos pueblos sobre agua. Farr hizo una doble comprobación. Revisó las tasas de muerte de un condado mediterráneo y las comparó con Londres, un puerto en un río y sí, con una tasa de mortalidad superior. ¿Liverpool? El mismo tipo de posición y aun más alto. Los dos en el agua, ambos con tasas de mortalidad altas. ¿Ve? Ahora, Farr creía en la teoría del 'mal olor', de la enfermedad y el hedor del Támesis, Así que en 1852, él comprobó esa conexión que había encontrado con el agua. Este es el Támesis. Farr dividió Londres en curvas de nivel para ver si cuánto por encima del agua usted vivía tenía algún efecto.


Y así era, las muertes por cólera seguían las curvas de nivel exactamente. Lo peor era a nivel del agua a lo largo del río donde el hedor era más fuerte, mejor más arriba y lo mejor en las colinas de dulce aroma de Hampstead. Oh, y de paso esto explicaba Bethnal Green. Estaba allí, pobre, pero a 60 pies sobre el río. La gran pregunta era: ¿qué había de letal en el olor que se desprendía del Támesis? Ahí Farr tomó un descanso. El año siguiente, durante el siguiente ataque de cólera, una bomba de agua local comenzó a matar gente. Seiscientos en diez días, y sin razón aparente. Sacaba agua de un pozo profundo que nunca antes había dado problemas. Entonces alguien observó ahí abajo y descubrió que el pozo séptico local se filtraba en el pozo. Y cuando se mapearon las muertes, allí estaban, en las calles alrededor de la bomba. Lejos de ella: ninguna. Comenzó a parecer que no era el Támesis después de todo. Esta agua no venía del río. ¿Entonces era algo que venía del pozo negro? ¿Las aguas servidas? Y si el cólera era causado por algo en el agua, ¿qué pasaba con la teoría del mal olor? Bien, en 1855 Farr finalmente halló la respuesta. Durante esta última epidemia de cólera, de todas las compañías que bombeaban agua a lugares que no tenían pozos, sólo una había obedecido una ley nueva de no obtener su agua del río en el centro de la ciudad, donde se descargaban todas las aguas residuales, y en su lugar traerla más de río arriba muy por encima de esta área contaminada. Ese proveedor de agua respetuoso de la ley se llamaba Compañía de Agua Lambeth. La cosa es que abastecía un área del sur de Londres, allí al otro lado, calle a calle con un competidor que todavía sacaba su agua del cieno indecible que fluía aquí. Y resultó en esto. De la gente que usaba los servicios de la Compañía Lambert, sólo 400 murieron. El material más sucio mataba 10 veces más. Así que era lo que bebían. Entretanto, en Inglaterra, la teoría de que el cólera era un castigo divino encontró su expresión en una actitud que todavía existe hoy, La idea de mente sana en cuerpo sano, y la manía por el deporte, nacida de la paranoia victoriana. En las nuevas escuelas públicas, los niños fueron convencidos de que Dios odia al llorón y ama al atleta viril. Mientras los campos de deportes resonaban al son de los juegos compulsorios, la escuelas de las capillas atronaban con la respuesta anglicana al cólera.


La cristiandad muscular. Y fue ahora, en los 1850s, de los deportes que practicamos por pura hipocondría que obtuvimos nuestro hábito moderno de disculparnos por estar enfermos y el mito acerca de nuestro carácter nacional. Usted sabe, de ser tan buenos perdedores. Bien jugado. Hemos construido un magnificente palacio de la legislatura, a orillas de un río magnificente. Aquí en Londres, las cosas definitivamente no mejoraron para un grupo vital de personas, porque poco estaría hecho hasta que el hedor y la porquería saliesen de los barrios bajos y de las casas del Parlamento. Bueno, en el largo y ardiente verano de 1858, el hedor hizo justamente eso. Después de algunas tibias medidas como pavimentar calles y declarar ilegales los pozos negros, el problema ahora fluía por ahí, fuera de las ventanas con persianas medicinales. El Támesis era ahora un lavatorio público. Oh, el olor es absolutamente asqueroso Los MPs asfixiantes iban ahora, finalmente a traer la solución para el problema del cólera, y al hacerlo, convirtieron al ciudadano en el número que es hoy. El Támesis es un escándalo para nosotros ante toda Europa, algo debe hacerse Visitar la metrópolis mientras el río esté en esta condición, la mortalidad sería algo atroz Su decisión fue encarar uno de los proyectos de ingeniería civil más ambiciosos de la historia emprendido por cualquier urbe dondequiera: limpiar el Támesis. El hombre a quien le dieron el trabajo fue un tal Bazalgette, un ingeniero. Y se podría decir que arrojó el problema. Baje y eche una mirada. En aquel tiempo las cloacas se construían sólo para conducir desperdicio humano seco, lo rompían de cuando en cuando y lo sacaban todo fuera. Pero ahora con el aumento del uso de los nuevos WCs y esas carreteras que usted recuerda que los reformadores quisieron, pues bien, ahora había agua de baño y de lluvia bajando aquí y lavando toneladas de aguas residuales en el Támesis. Y, claro está, con la marea alta, esa agua, ejem, volvía atrás, a las calles. El plan de Bazalgette fue construir una red de cloacas interceptoras, para detenerlas y que no lleguen al río. Esta es una de esas cloacas interceptoras. Viniendo de allí, detrás de mí, y luego alejándose por allá. Mire cómo funciona. Estamos aquí.


Las cloacas viejas iban así, para el río y ahora la red nueva de Bazalgette de cloacas interceptoras corría paralelamente al Támesis, Tres para el norte y tres para el sur, juntándose allí y allí, y desviando estas aguas residuales del río. Donde terminaban las cloacas norte y sur, lo último en tecnología victoriana de bombeo, Capaz de manejar 10.000 pies cúbicos de aguas residuales por minuto y el doble durante tormentas. Las aguas del sur de Londres terminaban aquí, en la estación de bombeo Crossness en el estuario del Támesis, a 12 millas de Londres, donde cuatro gigantes resplandecientes motores como este levantaban las aguas residuales 30 pies hasta un reservorio para esperar que la marea cambie, y entonces las vertían y eran arrastradas al mar por las aguas que recedían para nunca más ser vistas. La escala del esquema grandioso de Bazalgette se ve, típicamente, en las estadísticas que publicaron: 318 millones de ladrillos, 1300 millas de cloacas, 480 millones de galones al día. Bueno, eso resolvió el problema. Arrojaron el cólera junto con las aguas residuales, y nunca regresó. Todo gracias a los números mágicos de Farr. Había sólo una mosca menor en el ungüento, si esa imagen es adecuada para este tipo de historia. Todavía no tenían la más remota idea de lo que era realmente el misterioso cólera. Entretanto, desconocido para todos en Europa, los acontecimientos fueron espoleados por un caballero en Georgia, EEUU. En 1842, él estaba en camino para una diversión más bien médica de dudosa catadura. Todos en la zona sabían el tipo de fiestas que usted podía tener con Crawford Williamson Long. Fiestas donde las cosas más descabelladas podían ocurrir por lo que él podía conseguir que la gente hiciera luego de que habían aspirado lo que había en su botella misteriosa. Aun las chicas se portarían mal. El misterioso ingrediente en la botella de Long que tanto los excitaba fue llamado ‘éter’, y este reunirse a puertas cerradas se denominó un ‘alboroto de éter'. Porque lo que el olfatear éter les hacía hacer a los más agradables damas y caballeros sureños era hacerles retozar. Digo, usted podría encontrarse besando a alguien que no le había sido correctamente presentado. El doctor Long y la mitad de los jóvenes en Jefferson City, Georgia, estaban teniendo un montón de risas dos o tres veces por semana, encendiéndose por los efectos estrafalarios del éter. Aparte de esa mala conducta, el éter convertía al tipo más aburrido en el alma de la fiesta. El éter parecía liberar hasta el último vestigio de inhibición aún de las más renuentes personas. Antes de mucho tiempo, estarían felizmente balbucéandose el uno al otro. Totales tonterías, ¿pero a quién le importa? Cada dos por tres, claro está, algún tipo se excedía y tomaba demasiados olfateos, con resultados inevitables.


Fue en uno de estos interludios incoherentes que Long descubrió todo el potencial de su poción mágica. No sólo hacía que usted se comportara como un borracho perdido, sino que, como un borracho perdido, no le dejaba sentir ningún dolor. Después de estas, hmm, ‘pruebas clínicas’, Long ensayó el líquido en un paciente durante una operación menor con resultados extraordinarios. Porque lo que él había descubierto era la anestesia. Ahora, sé cómo suena, suena fantástico. Pero cualquier paciente cuerdo a mediados del siglo 19 aquí en el somnoliento Sur o donde fuere necesitaba el anestésico tanto como un hueco en la cabeza. Porque, una vez que eso le substrajo su conciencia había una buena probabilidad de que no se la regresara. ¿Por qué? Porque los anestésicos animaron a los doctores a operar más. Por eso. Mire las nuevas herramientas nuevas que ellos tenían para jugar en 1860. Cosas como tubos para mirar para escudriñar en cada orificio. Duelen. Pero no con anestésico. Así que los doctores podían mirar por sus pequeños tubos y ver cosas que valía la pena sacar. y ese era un problema. Porque con paredes chorreando con hongos, 60 por sala, sangre y aserrín en el piso, enfermeras borrachas, vendajes y sábanas asquerosos (es un hospital lo que estoy describiendo) lo último que usted querría era un corte de cualquier tipo. O, para ponerlo técnicamente, usted era hombre muerto. Digo, ellos trataban de detener las infecciones con cataplasmas de pan y té. Así que la mayoría de las veces era: “La operación fue un éxito, pero el paciente murió”. Esto es, hasta 1864. Ese fue el año en que algunas vacas enfermaron en Carlisle, en la frontera escocesa. Y los lugareños echaron ácido carbólico en las aguas servidas y las vacas y ellos mejoraron. El profesor de cirugía de Glasgow, un tipo llamado Lister, tiró ácido carbólico en las fracturas expuestas infectadas de once pacientes, que tenían las patas estiradas con estacas, y nueve de ellos prontamente lo hicieron. Estirar la pata. Entonces, siendo Lister la clase de tipo que llevó las cosas a los extremos, decidió que si los gérmenes estaban en el aire, que era donde él pensaba que estaban, ahí era donde el ácido carbólico debería estar.


Con estos. Bueno, él convirtió rociadores de perfumes. Como sus colegas solían decir antes de una de sus operaciones “Rociemos”. Mala broma, gran idea. En enero de 1878, Lister hizo posible toda esta vida moderna que ahorra trabajo con uno de los casos más atrevidos de ‘Ponga su dinero donde está su boca’ en la historia médica. Él anestesió a uno de sus pacientes que tenía una fractura compuesta, y luego, deliberadamente, hizo una incisión. Y el paciente sobrevivió. Hoy, aun la cirugía a corazón abierto es cosa común gracias a la antisepsia de Lister y la anestesia de Long. Y otro cambio en la actitud hacia el paciente. Ya no aun consciente para ser consultado, su supervivencia es ahora un asunto de matar gérmenes para impedir la infección. Pero, sea lo que fuere los gérmenes, y estuvieran en el aire, como Lister pensó, o no, y cómo causaban la enfermedad, y un millón de otras cuestiones, estaban todavía en las mentes de los doctores mientras llevaban a cabo una operación exitosa tras otra. Sabían sólo que estaban rodeados de bichos invisibles, como septicaemia o gangrene. Invisibles, pero gracias a Lister, muertos. Sin embargo, no iban a permanecer invisibles por mucho tiempo. En otra parte del bosque médico, como quien dice, las personas habían estado trabajando sin parar con algo desarrollado, créalo, por el padre de Lister. Un elegante microscopio, abajo del cual por primera vez usted podría ver claramente lo que usted estaba viendo. Cuando miraron una gota de agua, y recuerde que el agua era todavía el portador del misterioso cólera, lo que vieron les hizo pensar: era todo muy confuso. Ellos podrían enfocarse en las cosas en el agua, cosas como las células y los microorganismos. El problema era que algunos de ellos estaban muertos. Entonces obviamente algo aun más pequeño los mató. Ahora, si las células muertas lo fueron por una enfermedad. ¿dónde estaba la enfermedad? ¡De tanto mirar fijo, la única enfermedad que podían encontrar era fatiga ocular! La gran pregunta sin respuesta: “Si la enfermedad se debía a algo que usted no podía ver, "¿cómo lo podría encontrar?” El tipo que encontró la respuesta aquí, en África, fue un alemán arrogante, fanático, hipocondríaco llamado Robert Koch, que comenzó como doctor rural en un aburrido rincón de Prusia, donde la única excitación era adivinar cuántas ovejas caerían esa semana con ántrax.


Koch se encerró por tres años con un microscopio y algunos animales desafortunados, solucionó el misterio del ántrax e inventó la moderna bacteriología. Él miró gotas de sangre infectada con ántrax, y entre los glóbulos rojos vió montones de cosas con pequeños filamentos por todas partes. Usted los metía en ratones saludables y tenía instantáneamente ratones enfermos. Koch puso cómodos a los bichitos con calor, comida y aire y se transformaron en esto. Esporas, que resisten todo lo que usted les arroje, por años. Pero en el mismo momento en que volvían un animal, se convertían en filamentos pequeños otra vez y el animal quedaba seriamente muerto. Entonces era eso, las altamente resistentes esporas podían vivir en la tierra por años y luego recogidas por cualquier oveja pasajera. Gran cosa, Koch había probado que un bicho causaba una enfermedad. Faltaban otros millones de ellas, así que ahí fue. Lo primero era encontrar la manera de mantener quietos a los bichos, porque en las gotitas se agitaban. Koch dio con esto, agar, con que se hace jalea. Agar más 1% de extracto de carne es la idea de paraíso gastronómico para un bicho. Y es sólido, así que se quedan quietos y crecen en grupos pequeños, separados de otros bichos. Koch cultivó tantos de esos diminutos villanos como pudo encontrar y tomó la primera microfotografía. Septicemia, gangrena, absceso, si se manifestaba, él lo alimentaba y tomaba su foto, e identificó seis enfermedades más causadas por bichos específicos. Y luego este enfoque enloquecedoramente lento, obsesivamente metódico fue galvanizado por el color. Vea, en 1877, Alemania era el centro industrial de tinturas del mundo. Y cuando uno de los amigos químicos de Koch le mostró algunas, claro, Koch las puso en una diapositiva. Y vio que no hacía nada... a lo de la sangre: grasas, cristales, células. Pero lo que hizo fue colorear sus bichos. Por eso en 1882 sólo le llevó seis meses de trabajo identificar eso. ¿Ve los puntos azules? Eso es lo que da tuberculosis, el bacilo de Koch. Un año más tarde, cuando usted probablemente pensó que finalmente lo había logrado, el cólera regresó a África del Norte. Koch estaba en el siguiente bote.


Usando sus técnicas meticulosas, encontró el bicho del cólera, lo cultivó, lo fotografió y lo tiñó en tres semanas. Se parecía a una coma. Por eso le llamó comma bacillus. Y sí, se transmitía cuando usted bebía agua que había sido contaminada por aguas residuales o de lavadero. El asesino misterioso no fue más un misterio. Koch fue un héroe y tan arrogante como siempre, pero sus leyes para la investigación: ‘seguro que un determinado bicho siempre está allí cuando se presenta la enfermedad; cultive ese bicho; use el cultivo para dar la enfermedad a un animal saludable y saque el mismo bicho fuera de ese animal’, hizo de la bacteriología una ciencia y puso al paciente en la diapositiva para siempre. Esa transición de la medicina de la cabecera de la cama de hospital para la química, es completa. Y con ella, la desaparición del paciente de nuestra historia. Su queja, una vez expresada personalmente y autoritariamente, se reduce ahora a una cadena de números en una terminal de computadora. “De todas las ciencias”, como dijo ese filósofo de Wurzburg, Schelling, si usted recuerda, “De todas las ciencias, la medicina es el rey”. Porque trata, exclusivamente, de nosotros y nuestro bienestar y no hay nada que cualquiera de nosotros quiera más que a nosotros mismos. Entonces, a medida que la ciencia médica se ha hecho más capaz de realzar ese bienestar la hemos invitado felizmente para que se involucre cada vez más en áreas más y más amplias de la vida hasta que hoy un doctor hace mucho más que sólo curar al enfermo. Los juicios médicos dominan, son incuestionables en áreas como por ejemplo la dieta, el ejercicio, condiciones laborales, el aborto, la solicitud de empleo, el servicio militar, la paternidad, los seguros, la seguridad social, y hasta, en algunos lugares, la aceptabilidad política y la disidencia ideológica. Los doctores ya no se limitan a curarnos, nos declaran miembros adecuados de la comunidad, en cualquier sentido. Y en eso tienen más poder, casi, que cualquier otro. Eso es lo que Koch y todos los demás lograron. En 1892, el primer laboratorio público de higiene que hacía pruebas bacteriológicas se abrió aquí en el hospital de la Universidad de Pensilvania, y nuestra obediencia sin cuestionamientos al poder de las estadísticas médicas comenzó a propagarse a las partes no médicas de la vida. Porque el hombre que dirigió el laboratorio fue un tipo llamado John Shaw Billings, y tuvo la idea de poner estadísticas médicas en tarjetas perforadas. Las tarjetas perforadas que dieron nacimiento a la computadora, cuya existencia hace de todos nosotros, sanos o enfermos, estadísticas, números.


Como el paciente enfermo la población en general ahora puede ser diagnosticada y tratada médicamente o no, sin siquiera saberlo. La ironía es que todo eso haya comenzado aquí en Filadelfia, el hogar, dicen algunos, del derecho inalienable del individuo para llevar una vida libremente y sin interferencia. APTO PARA DOMINAR Aquí viene el año 2000. Un liviano, turbo, termomoldeado, economizador de energía, a prueba de fallas, no contaminante, computarizado, interenfriado, hydrobrotado, de fibra de carbón, de baja altura, diseñado por chips, de alta velocidad, chasis de magnesio, testeado por choques, policarbonatado conjunto de ruedas. Construido para agua salada, no gasta nada. Y es simplemente una versión del futuro, un experimento. Nosotros somos así en el Occidente de fines del siglo 20, ¿no? Es un mundo dinámico, que mira hacia el futuro, reciclado, lo que quiera. La única cosa de que usted puede estar seguro es que mañana será diferente, porque lo haremos diferente. Tomamos la naturaleza y la rehacemos de un millón de formas, y la pre-testeamos en todas condiciones, desde los trópicos hasta aquí arriba en el helado norte, así cuando llegue a las manos del consumidor será todo lo que usted alguna vez quiso. Hasta que usted quiera otra cosa. No hay nada que nosotros los consumidores no podemos hacer con el mundo, es como un material en bruto para ser modelado por computadora en diseños nuevos, todo desde secadores de aire hasta bebés. Todo lo que se necesita son las especificaciones. Hoy la única constante en la vida es el cambio. Y es así, irónicamente, porque 250 años atrás alguien aquí en el norte de Laponia se dispuso a probar que lo único que el mundo nunca hizo fue cambiar. Vea, para una mente del siglo 18 todo esto, usted sabe, la naturaleza trabajaba según leyes matemáticas estrictas que no dejaban lugar para ningún desorden. Ellos sentían que tenían un lazo firme, racional con lo que era obviamente un universo ordenado. Usted puede oír lo que pensaban en su ordenada música. Okay, contemos la historia desde su mismo principio. Este es Linneus, el tipo que estaba en el norte. Un botánico realmente aburrido, que vagaba por el mundo realmente aburrido que ellos se forjaron. Ni un pelo fuera de lugar, como quien dice. Simétrico. Balanceado. Como su arquitectura.


Este es el tipo de cosas que usted concibe si está seguro, como ellos estaban, de que el mundo fue creado a las 9 a.m. del 26 de octubre de 4004 AC, y no iba a cambiar nunca. Frío. Geométrico. Ellos pusieron a la naturaleza en una maceta en un jardín, porque así era el mundo para gente como Linneus. Regimentado. Ahora, el problema con todo este florido filosofar era que no iba bien con las flores. El gran paisaje en general era un lío desorganizado. Linneus resolvió ordenarlo. Puede verse confuso, decía él, pero si algo Dios no era era confuso. Hay un patrón para todo esto, y si puedo descubrirlo, entonces seré capaz de entrar en la cabeza de Dios. Eso puede sonar no muy modesto, pero una cosa que Linneus no fue era modesto. Él advirtió con perspicacia que las cosas tienden a venir en pares, usted sabe, varón y hembra. Entonces en la forma más decorosa y sueca posible él hurgó en el tipo de sexo que tenían los arbustos. A lo que le echó el ojo fue a los órganos sexuales de la planta. Los estambres y pistilos dentro de la flor. Listó plantas en clases, según el número y posición de los estambres. Luego órdenes, por la posición de los pistilos y luego tipos, como éste, es una vid y no una campanilla blanca, y luego lo que usted ve en los huertos locales, las variedades basadas en el único rasgo de una variedad que es diferente de todas las otras de ese tipo. Esto, en latín Hedera, su rasgo: Cinco hojas, en latín ‘quinquefolia’, entonces, ‘Hedera quinquefolia'. Bien, ese sistema de doble nombre acabó con toda la confusión, no importa cuántas variedades. Quiero decir, por ejemplo, estos son todos Campanula. Pero este es Campanula rotundifolia porque tiene hojas redondas. Este es Campanula pyramidalis porque se parece a una pirámide. Este aquí abajo, es glomerata, porque la flor está en una cabeza. Este, latifolia, hoja plana. Y este un persicifolia, con una hoja como el melocotón, etcétera. Con este tipo de enfoque, Linneus ha puesto a la naturaleza firmemente bajo control. Igual que su jardín aquí en Uppsala, cerca de Estocolmo, donde él era profesor.


Está arreglado como su sistema. Dividido, subdividido, clasificado, como si Dios fuera un jardinero. En 1768, su éxito de librería estaba en su edición 12 e inflamaba a los amantes de la naturaleza arriba de la colina y abajo en el valle. Aquí, los grandes bosques estaban ahora ordenados, simétricos, todo en su lugar, y un lugar para todo. Todas las especies creadas individualmente por Dios. Un mundo completo, nada de grietas ni fallas. Perfecto, invariable, fijo: como Dios lo había dejado en la creación. ¿Aburrido, no? No se preocupe, todo salió mal. ¿Recuerdan esos amantes de la naturaleza inflamados? El movimiento romántico salió a vagar en más de un sentido. De esto se trataba la vida, no importa sus listas y clasificaciones. La naturaleza cruda retenía el secreto del universo. Ellos escucharon a Beethoven, y salieron a buscar el significado de la vida allí afuera donde un hombre puede estar solo con los elementos, con la perturbación del alma, con el mundo incansablemente cambiante de la naturaleza. Piénselo, está en cambio perpetuo, ¿no? En el último cuarto del siglo 18, todo el mundo había abandonado eso, buscando la fuerza vital misteriosa que unía todo en un mundo que no era estático, sino en un constante estado de flujo. Su problema fue encontrar una explicación del universo que dejaría todo fluir, fluir. Por supuesto, ahora que lo menciono, había un concepto que podía ser adecuado. Hacía algún tiempo que andaba por ahí, una idea suiza. Se llamaba ‘la gran cadena de los seres': una lista gigante de cómo todo se tornaba todo lo demás mientras subía en importancia desde las rocas a las plantas a los animales y hasta el hombre y eventualmente a los ángeles y Dios. Todo incluido. Y ofrecía la posibilidad de cambio por donde colocaba las cosas. Como las trufas. Sobre las rocas, pero debajo de los hongos. Es decir, más que piedra pero menos que hongo. Pero casi un hongo si se le hubiera dado una oportunidad. Las trufas siempre le han venido muy bien a los franceses, y fue un guardián de zoológico francés del siglo 18 llamado Buffon, aquí en París donde regía el zoológico, que las miró más de cerca, y al resto de la naturaleza.


Después de años de observar plantas y animales en 1778 ideó unos pocos pensamientos, bueno, 44 volúmenes para ser exactos. La historia de todo, desde el principio hasta ahora. 150.000 años según creía. Notó unas pocas cosas que usted pensaría le habrían preocupado en un mundo de especies individualmente creadas, separadas, diferentes. Si todas las aves eran creaciones separadas, ¿por qué una estructura común? Si cada mamífero era único, ¿por qué todos ellos tenían cuatro extremidades? ¿Se podía pretender una creación separada para simples variedades de cosas? Camellos, monos, perros, gatos, manzanas, coles. Pero Buffon se apegó a la Biblia. Las variedades eran formas degeneradas de los pares originales de Dios. O uno, si usted era una col. Pero a pesar de la apariencia de las cosas no importa cuán semejantes parecieran, como bisontes y búfalos, o todos los felinos, u hongos y trufas, cada uno fue originalmente una creación separada. No había motivo para el pánico. Si Dios no había creado cada cosa separada posiblemente podría haber, volviendo al comienzo, bueno, adicionales sin descubrir, y agujeros en el conjunto, ¿no? Y no había adicionales por ahí, o agujeros, ¿no? ¿Los había? El tipo que destruyó la idea de que nada había cambiado desde la creación, fue un ingeniero llamado Smith, que en 1796 estaba ocupado explotando su camino a través del campo inglés construyendo canales para la Revolución Industrial, y encontrando las cosas más extrañas en los escombros. Cosas fósiles. Y es más, cada vez que cortaban un estrato nuevo de tierra, había fósiles nuevos para considerar. Parecía como si, lejos de haber siempre existido todo, animales diferentes habían vivido en tiempos diferentes. Smith, que no estaba amarrado por la basura filosófica de los guardianes de zoológico, puso por escrito todo lo que encontró y concluyó en que este asunto de ‘fósiles diferentes en estratos diferentes’ era tan bien definido que usted podía decir en qué nivel estaba si todo lo que usted tenía era un fósil, o ningún fósil, en caso de estratos que no tuvieran. ¿Ve a lo que voy? Lo que se le iba sugiriendo a Smith era la terrible posibilidad de que, como algunos estratos modernos (lo que significaba épocas más modernas de la historia) no tenían fósiles, y otros tenían fósiles de animales que podían haberse extinguido, bueno, eso significaba que las cosas habían cambiado durante la historia, que Dios había cometido errores. Cuando empezaron a aparecer verdaderos huesos pelados las cosas comenzaron a complicarse. Aquí en París en 1794 el zoológico de Buffon había sido convertido en el Museo de Historia Natural de París, y un cierto George Cuvier era el profesor residente de zoología de vertebrados. Es decir, todo este lote.


Cuvier, como Smith, también había hallado un problema de fósiles, pero en gran escala. Había estado viniendo gente al museo con huesos que habían desenterrado y que, muy definitivamente, no pertenecían a ningún animal que Cuvier hubiera visto jamás. Así él ideó una forma de ver cómo se hubiera visto el animal entero si todo lo que se tenía era un hueso. Déjeme mostrarle cómo funcionaba este trabajo detectivesco llamado “anatomía comparada”. Digamos que todo lo que tenemos es un diente. Bien, es fuerte y afilado, así que el animal come carne. Ahora, para sostener estos dientes haciendo esa clase de trabajo se necesita una mandíbula de esta forma. Y para mantener la mandíbula, una calavera así de grande. Ahora, es un carnívoro, así que su almuerzo tendería a huir, si es posible. Así que necesita garras flexibles para agarrarlo en el extremo de buenas piernas de cazador. Y necesita una columna vertebral para mantener todo unido en una forma global adaptada para la velocidad o no habrá almuerzo, y las especies morirán, ¿no? Así, de un diente, utilizando la anatomía comparada de Cuvier, usted tiene un tigre. Y toda la familia del gato. Pero cuando Cuvier tenía un hueso como este y hacía el mismo truco deduciendo para qué servía y luego reconstruyendo el animal, obtenía monstruos de pesadilla, y un problema real. Usted no podía decir, como con los pequeños fósiles, “oh, están todos por ahí, sólo que nunca me he tropezado con uno”. Esto muy definitivamente no se escondía en los arbustos, estaba extinto. Y significaba que Dios tuvo que haber cambiado de idea. Pero, como Buffon, Cuvier no podía aceptarlo, tenía que haber otra respuesta. Y fue por 1808 cuando él había estado cavando pozos en Paris y encontrando más huesos de monstruos, todos ellos en estratos, incidentalmente también conteniendo fósiles de ostras y de vida marina en general, que él halló esto. Por supuesto: las ostras, el agua, estaba en la Biblia. Una inundación. Tenía que ser lo que Cuvier denominaba “catástrofes” en historia. Inundaciones gigantes causadas por el levantamiento de montañas o algo por el estilo, y causantes de olas gigantescas que arrasarían cualquier dinosaurio, o lo que sea, en la vecindad, que daría explicación sobre eso. Lo que nos deja a nosotros. Digo, cuando no debería haberlo hecho. Cualquier catástrofe que podía sacar monstruos, debería haber hecho lo mismo con la raza humana.


Ese no era un problema académico. Ahora, el problema con las inundaciones y las catástrofes y cosas así era que requerían la intervención del Todopoderoso, y un dedo sobrenatural en el pastel, lo que no era exactamente muy científico. Asi que un gran número de personas se puso a buscar más explicaciones terrenales. Uno fue un severo escocés llamado Hutton, quien escarbaba en zanjas y cauces de ríos por todas partes. Y anunció que, en su opinión, todo el lote pudo haberse debido a los efectos ordinarios de la erosión. Viento y agua. Digo, si usted le da bastante tiempo el agua pulirá una piedra. ¿Ve? Ahora, eso habría tomado bastante más tiempo que lo admitido por la versión bíblica. De modo que otros salieron a buscar más pruebas campo adentro. Un George Scrope, un alumno de Buckland, nada menos, encontró volcanes y lava muy vieja cortados por ríos. Y se podía decir que había tardado eones por los diferentes estratos de roca expuestos en las paredes de los desfiladeros. Comenzaba a parecer que todo eso había tardado mucho más de lo que decía la Biblia. La respuesta, parecía, yacía en desfiladeros de ríos y volcanes. ¿Y qué mejor volcán que este? El Etna. En 1826, Charles Lyell resueltamente trepó las cuestas del Etna. Lyell tenía la impresión de que la forma en que operaba la geología probablemente no cambió de un período de la historia a otro, del pasado distante al presente moderno. Así que salió a buscar evidencias de actividad reciente para tener un punto de comparación, y fue el tipo de evidencia que usted ve al subir al Etna en un autobús turístico la que le dio su primer indicio. Mire, ¿ve esas colinas pequeñas allá abajo? Son mini volcanes, conos que se forman en las laderas del Etna. Como aquel. Bien, Lyell hizo alguna lectura y descubrió que sólo un cono, ese grande, Monti Rossi, había venido a la existencia desde el comienzo de los registros locales. Lyell calculó que a ese paso, no exactamente relámpago, los ciento y pico de conos que salían de las laderas del Etna debían haber tardado unos 12.000 años como mínimo en formarse. Y luego, aquí arriba, él vio un valle cortado bien en el lado del Etna, aquél. Y en la pared del valle, él podía ver vestigios de centenares de conos anteriores, surgidos y luego cubiertos de lava que fluyó del Etna más tarde. De modo que él lo tomó con calma. Unos pocos conos en el fondo, allí, había tardado 12.000 años.


Cientos más habían surgido más temprano, y luego fueron cubiertos por la lava, viniendo del Etna allá arriba, así que todos ellos habían debido formarse antes del mismo Etna. Pero el Etna era ahora una pila de lava de 90 millas de ancho y 10.000 pies de altura. Entonces al ritmo que las cosas parecían haber ocurrido, el Etna debe haber comenzado millones de años atrás. Repentinamente, parado aquí mirando el cráter, jadeando en el aire escaso y asfixiándose con el azufre, Lyell comprendió que si la Biblia estaba tan equivocada acerca de la edad de la Tierra entonces la verdad iba a ser muy, muy espeluznante. Él se fue y comió un plato de mariscos en la costa mientras reflexionaba. Observe, como hizo Lyell, estos deleites gastronómicos. Se encuentran en abundancia en los mercados de peces en Catania, la ciudad al pie del Etna. La razón por la que lo he arrastado hasta aquí abajo es porque estas pequeñas bellezas sacudieron al mundo tedioso de la geología desde sus cimientos paleolíticos. Porque este no fue el único lugar donde Lyell encontró mariscos. Él encontró fósiles de ellos en otro sitio. Aquí, esta caliza está llena de ellos, dondequiera que usted mire. ¡Ha! Sólo que estos han estado fuera del menú durante algún tiempo. Son mariscos fósiles. “Okay”, dirá usted, “¿Qué más da? Mariscos antiguos.” Sólo que estos son idénticos a sus descendientes modernos en el mercado, estos. “Okay”, dice usted, “¿Qué más da? Tal vez no son tan viejos”. Y aquí Lyell tomó un gran respiro, porque ¿usted sabe donde va esa caliza? Cruza a través de la llanura hacia donde está esa nube, el Etna, y luego bajo el Etna. Eso la hace más vieja que el Etna. Lo que hace que estos fósiles tengan millones de años de edad. ¿Usted ve adónde voy? Si usted no puede ver la diferencia entre dos mariscos distantes millones de años entonces el ritmo al cual las cosas ocurrieron, cambiaron, a través de la historia sólo puede ser descrito como algo entre totalmente lento y lento a muerte. En un período de tiempo que sólo puede ser descrito como “geológico”. ¿Lyell? Él tomó el siguiente bote a casa y fue a su editor. El libro de Lyell, “Principles of Geology”, sobre cuán equivocada estaba la cronología de la Biblia, se convirtió en la posesión preciada de un inglés joven e intenso que colectaba cosas tropicales para los museos y que se conoció por el nombre de Wallace. Aquí está él en 1857, en una playa malaya, colectando escarabajos.


120.000 especies en ese momento, y pensando en algo que le había fastidiado desde que leyó lo que dijo Lyell acerca de cuánto tiempo tardaba todo en ocurrir en la naturaleza. Mientras más de sus pequeños amigos atrapaba y clavaba con alfileres, más veía algo que le intrigaba. Para usted y para mí, ver un escarabajo es haberlos visto a todos, no así para Wallace. Él había notado diferencias en sus insectos que parecían tener relación con el lugar de donde venían. La forma básica del escarabajo era la misma, pero las variedades parecían ser dictadas por el tipo de vida que el escarabajo llevaba. Bien, había una sola forma de que esta increíble observación se hiciera pública. Wallace escribió a alguien importante en casa. Fue una carta que cambió al mundo. La carta que Wallace escribió decía, esencialmente, “Estimado señor, he estado observando la naturaleza aquí afuera "y pienso que he concebido una teoría que podría explicar por qué toda la vida que veo a mi alrededor "presenta una variedad tan amplia de formas y tamaños. "Y yo pienso que puedo explicar cómo todos ellos terminaron de ese modo”. Decir que la carta de Wallace ‘puso al gato entre las palomas’ sería subestimar el horror que causó. Hizo que el tipo que la recibió se sintiera el campeón de los idiotas para empezar, porque él acababa de pasar tres años investigando profundamente la cría de palomas, obteniendo apoyo de sus colegas erizando las plumas de todo el mundo en el establishment científico mientras investigaba la cría de palomas para encontrar pruebas para respaldar su nueva teoría. Una teoría que acabaría con lo que la Biblia decía. Una nueva teoría tan abarcativa que sobreviviría aun a la crítica más devastadora. Bien, su nueva teoría parecía ser una teoría vieja, porque era precisamente la misma que la de Wallace, y él habían estado trabajando en ella por más tiempo que Wallace. Y él había leído a Lyell, y estado en los trópicos, y llegado a las mismas conclusiones, porque como Wallace él también había leído un libro crucial de un párroco político llamado Malthus, que había asustado los ingenios de todo el mundo al apuntar que la población siempre aumenta más rápido que el suministro de comida, con resultado inevitable: demasiadas bocas para alimentar a menos que usted pudiera evitar que la gente tenga niños. Nuestro colombófilo y Wallace comprendieron que eso era lo que estaba haciendo la naturaleza, pero sin la restricción de la natalidad. En todas partes siempre habría una lucha desesperada por la cantidad limitada de comida. Cualquier variedad capaz de vivir con alguna clase de comida que nadie más quisiera, sobreviviría y se multiplicaría. ¿El resto? Morirían de hambre. Por eso había tantas variedades por ahí. Habían sobrevivido porque eran variedades.


¿Pero la variación debía dar más cuerpo al argumento de que Dios no había hecho todo en la creación? Bueno, no, a menos que usted pudiera mostrar cómo ocurría la variedad. Por eso nuestro colombófilo estudiaba las palomas. “Vea”, decía “una paloma buchona, un runt, un volatinero, una paloma colipava, o un barbo”. Usted nunca diría que eran de la misma especie, ni en un millón de años. Y ese era el punto. En más de un millón de años la naturaleza seguramente podría hacer lo que no le llevaría a un criador nada de tiempo lograr. Vea cómo, en unas pocas generaciones, apareando aves con las características correctas, usted puede salir desde el pájaro sin plumas en las patas y cruzar, en cada etapa, el par correcto de aves para desarrollar la característica de las plumas en las patas cada vez más, hasta que acaba con un pájaro que ha cambiado más allá de todo posible reconocimiento. Bien, usted ya no puede ver las patas por las plumas. Yendo para atrás, en teoría, nuestro colombófilo pudo mostrar que todas las variedades de palomas, y hay muchísimas, descienden de un antepasado común, la humilde paloma zurita. Variedades que pueden ocupar cada nicho y así sobreviven han venido a la existencia. Algunas de ellas han variado tanto que ya son especies diferentes. El problema era que aún no había aparecido ningún fósil de un animal a medias entre una especie y otra. Todavía quedaba mucho camino por delante, y Wallace se preocupaba, así que nuestro colombófilo despachó prontamente a la imprenta un volumen delgado titulado “El origen de las especies” por C. Darwin y esperó que volaran las plumas. No tuvo que esperar mucho. Lea todo acerca de eso, Dios está muerto, gran debate en Oxford. La Iglesia ataca a Darwin. Profesor reclama a un simio como abuelo. La prensa brincó en la idea del hombre mono, un concepto que horrorizó a la decente sociedad victoriana. Darwin destruirá la sociedad. ¿Era el hombre un animal? La Iglesia no estaba conforme con esa tontería. La cristiandad suprime la ciencia. El Papa censura a Darwin. Pero la teoría de Darwin avanzó contrariando a la Iglesia, iba a influenciar la vida en el siglo 20 en tres formas fundamentales. Lea todo acerca de eso.


Revueltas en Alemania, hombre-mono hallado en caverna alemana. Mientras tanto, en un pozo aquí en el sur de Alemania, alguien taponó el único hueco en el argumento de Darwin. Usted recuerda, los huecos en el registro fósil. Si habían habido cambios evolucionistas de una forma de organismo a otra, ¿dónde fueron todas las versiones mitad y mitad que han debido haber existido en algún punto? Bien, en 1862 aquí había una. Es un Archeopteryx fosilizado. Y si usted mira muy cuidadosamente, puede ver que es medio pájaro y medio reptil. Cola huesuda: reptil, plumas en las alas: pájaro. El eslabón perdido no lo fue más. Así que Darwin fue a toda prueba. Lo que estaba bien para ciertos individuos al borde de la locura. ¿Lunáticos? ¿Cómo llamaría usted a gente que construye grutas con puertas en la pared? ¿Eh? Perdóneme. El rey loco Ludwig de Baviera. Usted debe admitir que él acaparó el mercado del mal gusto. Y hablando de eso, él también tenía inclinación por Wagner, y por eso él cubrió las paredes con escenas de las óperas y construyó castillos como este, Neuschwantein, donde él podía vivir sus fantasías sobre ser un héroe wagneriano como el Rey Cisne, guardando el Santo Grial. Fuera cisnes, Ludwig. él solía disfrazarse a escondidas. Wagner mismo estaba con exceso en el nuevo estilo imperial teutónico. Usted sabe, siendo los arios la súper raza, la guerra es buena para la salud total obediencia al Estado, color favorito blanco: todos los esloganes. Sus amigos alemanes no se cansaban de eso, operístico o no. Bien, póngase usted en su lugar, si puede. Alemania acababa de unificarse, han derrotado a los franceses en 1870, así que están al tope de la liga militar, la producción industrial sube como un cohete, hablan de tener una colonia o dos se han inventado un emperador, y además las sociedades cultas europeas los tratan como si tuviesen BO colectivo. Lo que necesitan para su paranoia nacional es un poco de clase. Y aquí está Darwin, con su prueba científica de la supervivencia del más fuerte, de que la lucha es natural y necesaria, que hasta la ameba puede alcanzar la cumbre si se le da tiempo. Debe haber sido música para sus oídos. Bien, como siempre, hay una figura oculta detrás de todo ese hoo-ha nacionalista.


En este caso, un tipo llamado Heckel, un zoólogo y un fanático de Darwin. Sin él, todo esto podría haber quedado como una locura bávara. Pero Heckel hizo lo que hizo, así que les diré todo sobre eso. La próxima vez yo tengo la oportunidad. Bien, gracias. Esto es lo que sucedió. En 1868, Heckel, habiendo leído a Darwin y decidido que él era la respuesta para todo en el universo conocido, produjo un libro modestamente titulado ‘La historia natural de la Creación' y comenzó a difundir el darwinismo versión Heckel. En las siguientes décadas, Heckel y sus seguidores produjeron algunas variantes bastante interesantes del mensaje de Darwin. Permítame presentarle algunas muestras: “El más apto sobrevive”, dice Darwin, entonces los victoriosos alemanes deben ser biológicamente superiores a cualquier perdedor, y deben mantenerse de ese modo de modo que cualquiera que pudiera debilitar su raza: criminales, defectuosos, imbéciles, demócratas, debe ser castrado o asesinado. Se lo llamó “higiene racial”. También implicaban estaciones reproductoras donde los arios puros podrían reunirse con otros arios puros para producir más arios puros. “El hombre es un animal”, decía Darwin, y obedece las leyes de la naturaleza. Entonces, tal como una célula muere para salvar el cuerpo, así la vida del individuo puede, si es necesario, ser sacrificada para bien del Estado. “La lucha es necesaria", decía Darwin, de modo que nada debe impedir las guerras para eliminar o esclavizar las razas inferiores. “Los híbridos son estériles”, decía Darwin, así que el matrimonio entre alemanes y no alemanes sería antinatural. ¿Toda esta basura pseudocientífica del siglo 19 está comenzando a sonarle familiar? Bien, en 1899 la siguiente modesta obra de Heckel, llamada ‘El enigma del universo' vendió medio millón de copias y realmente hizo correr la palabra. Para hacer llegar el mensaje a las siguientes generaciones, fundaron un movimiento de jóvenes: miembro fundador Heinrich Himmler. Loco acerca de todo lo que Heckel había dicho. Pero fue un amigo suyo que usted conoce el que citó incorrectamente a Darwin tantas veces en los discursos. Aquí en Nuremburg. Por supuesto, Darwin iba a encajar bien aquí en los Estados Unidos donde otro académico predicaba su evangelio de evolución.


Al estilo de la libre empresa esta vez. Su nombre era Sumner, un profesor de Yale. Él tomó a Darwin, y lo hizo socialmente significativo para la movilidad ascendente. Es decir, la lucha por la supervivencia formaba parte de la gran tradición americana que traía todas las comodidades para los que trabajaban por ellas. La lucha eliminaba al débil, al inadaptado y al estúpido, a menos que usted les diese una ayuda injusta con peligrosas tonterías como la ayuda del gobierno, o el bienestar, o la educación, en cuyo caso engendrarían más como ellos, y hundirían el país. En un pequeño folleto piadoso, publicado en 1883, Sumner preguntaba: “¿qué debe una clase social a otra?”. Y la respuesta reconfortante: “Nada". Para Sumner, Darwin dio pruebas de que lo que América necesitaba era libertad, inequidad, supervivencia del más apto. En otras palabras, los mansos deberían heredar lo que sobrara. Para Sumner, el mejor equipado para ganar la lucha era el gran hombre de negocios americano. Mientras su supervivencia no fuera puesta en peligro por males como impuestos, reglas, leyes que regulan las condiciones de trabajo, esas cosas. Libertad absoluta de acción fue lo que había hecho grande a América. Y ahora ese era un hecho científico. Bien, en un país fundado en el individualismo aquí en el oeste, donde un hombre caminaba alto, es cierto, la vida era ruda, donde usted podía ser cualquier cosa que usted quisiera si tenía las agallas para luchar por ello. En ese tipo de país la teoría de Darwin tenía sentido común. Todo lo que había que hacer era sostenerse en el caballo. Los negocios americanos veían las cosas en términos del Salvaje Oeste: usted tenía que ser resistente y confiado en sí mismo para ser solvente. En un país que se dilataba increíblemente rápido la única forma de llegar dondequiera en el comercio era ir a sangre y fuego por lo que usted deseaba, antes de que otro lo tuviera. Y luego, asegúrese de que supieran que su marca estaba primero. Así, la segunda forma en que Darwin puso su marca en la vida moderna fue alentar la idea del éxito en el sentido americano de fronteras, donde nada era servido en bandeja. Darwin había probado que la lucha animal básica por la comida se aplicaba a todo lo que la sociedad humana hacía también. Reemplace “comida” por “posesiones, poder, dinero”.


America llevó la ética del vaquero de Darwin a sus salas de juntas y transformó cada trato comercial en una repetición de “Tiroteo en el corral”. En los duelos a muerte de la vida comercial, los americanos ambiciosos vieron el ejemplo más acabado de la evolución en acción. Aplastar al incompetente, siendo más astuto que la competencia, y ser ‘rey de su rubro'. Los ladrones barones industriales americanos del siglo 19 fueron al dominismo social como moscas a un tarro de miel. Les daba a lo que les gustaba llamar su ‘actividad empresarial’ respetabilidad científica. Después de todo, ¿no dijo Sumner, “los millonarios son producto de la selección natural”? Gigantes financieros como Rockefeller y Carnegie mostraban cuán lejos podía llevar ese proceso. El tercer modo en que la teoría de Darwin ayudó a cambiar el mundo fue muy diferente. En una tarde dominical de abril en la frontera de Suecia y Finlandia estaba realizándose la última etapa de un viaje transcendental. Un hombre llamado Ulianov iba corriendo para atrapar este tren. Había hecho en trineo las últimas pocas millas de un viaje que lo llevó a través de Europa en secreto, como había vivido por 17 años, mudándose de un sitio a otro, usando una red de agentes, códigos, operaciones clandestinas, Ulyanov llevaba un mensaje de un hombre ya muerto, que cambiaría el curso de la historia. Un mensaje que casi con certeza ponía en peligro a Ulyanov. El hombre muerto cuyo mensaje llevaba Ulyanov era un ideólogo alemán que había visto en Darwin el soporte científico para sus creencias. Creencias que Ulyanov mantenía vivas. La visión del mundo que condujo a Ulyanov hacia la muerte posible por sus creencias y que inspiró a su mentor alemán era una versión social de la visión de Darwin. Esos puntos de vista de Darwin resonarían en la lucha que iba a desarrollarse. La teoría de Darwin de que las especies exitosas aniquilaban a su oposición sería reflejada en la victoria total que vendría. La negación de Darwin de cualquier diseño sobrenatural en la naturaleza pondría el control de sus destinos en manos de trabajadores comunes, no príncipes y reyes. El mecanismo de la evolución de Darwin según leyes naturales se ajustaba al plan de que esas leyes se usarían para diseñar una sociedad nueva. El concepto de Darwin de la evolución de una especie hacia su forma perfecta fortaleció el sueño de una sociedad nueva que formaría un mundo donde la superstición y la opresión serían reemplazadas por la razón y la equidad. Sobre todo, el postulado de Darwin de que el cambio era inevitable sirvió para demostrar que el éxito de la nueva ideología era igualmente inevitable y que un mundo nuevo sólo podría ser creado sobre las ruinas del viejo.


Ulyanov, claro está, llevaba el mensaje de Marx a Rusia. Y después de su llegada triunfante a la estación de St Petersburg él llegaría a ser reverenciado por millones, no como Vladimir Ulyanov sino por el alias revolucionario que él siempre había usado, Vladimir Ilyich Lenin. En 1917, Lenin designó a Rusia como el centro del socialismo mundial, en el cual se disfrutarían los beneficios de la evolución de la nueva sociedad. Los frutos de la lucha marxista que era tan básica para la mejora de la especie humana como la pelea por la supervivencia lo era en la naturaleza. Una lucha que sembraría las semillas de la revolución mundial con las nuevas herramientas disponibles para los que creyeron que cambiar la historia era cuestión de moldear las actitudes ideológicas de poblaciones enteras por el adoctrinamiento, las directivas, la propaganda. Sobre todo, que la victoria sólo sería ganada como Darwin había dicho que lo era en la naturaleza por la violencia. La única forma en que el proletariado lograría el poder necesario para cambiar el mundo. Y la lucha continua hasta llevar a toda la familia del hombre hasta el socialismo, porque el ideal revolucionario no admite medidas a medias. Para Marx, el fin lógico y necesario de la solución de la evolución es el socialismo. Lo mismo que para Darwin, el fin lógico y necesario de la evolución natural es el organismo que existe porque está mejor adaptado para existir. Pero, con medio mundo del otro lado de la discusión sobre cómo debería progresar la humanidad, comprometido con el individualismo y la libre empresa, la lucha ha tomado una forma con la cual nos hemos familiarizado excesivamente. Gracias a Darwin, en ambos lados de esta frontera Este/Oeste aquí dentro del Círculo Polar Ártico en el norte de Laponia donde comenzamos o en cualquier parte donde se encuentre, en ambos lados, la vista es la misma. Pueblos y sociedades pueden cambiar. La discusión es sobre cómo hacerlo y qué tipo de cambio. Ellos hacen ingeniería social, nosotros ingeniería genética, ellos suprimen el individualismo antisocial, nosotros lo recompensamos por inconformista. Y por ambos lados la vista es igualmente clara, igualmente optimista, en términos de nuestra habilidad para manipular la naturaleza. Igualmente materialista, en el sentido filosófico de la palabra. Una vez vivimos en la imagen del Creador, según el plan divino, en un mundo perfecto e invariable, creado para funcionar con un propósito que usted claramente podía identificar leyendo la Biblia. Gracias a Darwin, y a la gente que reconstruyó su trabajo, el universo ya no se ve tan lineal. Estamos hechos del mismo material que el resto de la naturaleza, nada diferente o especial.


Y si hay un propósito inmediatamente reconocible, es, como todo lo demás, uno hecho por el hombre, aquí o al otro lado. Y por lo que respecta a la verdad, pues bien, a falta de creencia, es lo que usted quiera. Y también su futuro. Y si eso no resulta bien, pues bien, usted sólo debe culparse usted mismo. "HACIENDO OLAS" Le digo, por más que a usted le guste volar a Suiza, algo que no puede decir de la experiencia es que sea un 'vuelo de la imaginación': nada irracional. ¿Pero eficiente? Sí. Usted conoce su jactancia: si quiere la hora correcta, entonces ponga en hora su reloj con uno de sus aterrizajes. Pero ¿qué esperaría de una nación de relojeros? Hasta los tranvías andan a tiempo. Son un montón de tick-tock los suizos. Quiero decir, mire alrededor, la vida aquí es lógica, ordenada, eficiente. Ellos obedecen la ley, porque la disciplina que impone a la comunidad la hace tan ordenada como para lograr uno de los niveles de vida más altos en el mundo entero. Todo lo que usted necesita aquí es dinero. La visión que tienen aquí, sin embargo, es, si usted lo piensa, el epítome de lo que se supone que se trata el mundo científico moderno en que vivimos. Frío, racional, de sentido común. Con la ciencia para explicar todo porque finalmente todo es conocible, no hay dónde ir sino adelante y arriba. Es una actitud que heredamos y nadie la tomó con más entusiasmo que los suizos. Hace 300 años. De Newton. Que el universo y todo en él trabaja como un reloj gigante. Con Dios, el gran relojero en el cielo. Es 1801, y en Ginebra un visitante italiano estaba, aunque él no lo sabía, a punto de provocar la destrucción del universo. Con una caja que llevaba a una fiesta. Era una fiesta suiza, por supuesto, un asunto espeluznantemente serio. La espectacular sorpresa de hoy: todo lo que usted quería saber sobre la electricidad. Todo lo que ellos conocen sobre la electricidad, claro está, no es mucho. Una fuerza misteriosa que pasa a través de personas que se toman las manos y hace chispas.


La electricidad también atrae algunas cosas y repele otras y aparentemente la forma en que las cosas eléctricamente cargadas se atraen y repelen mutuamente ocurre en líneas rectas y depende de cuán separadas estén, tal como Newton dijo. El buen viejo Newton, siempre acertado. Mientras tanto, conozca a nuestro italiano Giuseppe Voltaire y su camarada Brugnatelli, camino a ver a Napoleon después de una breve parada para galvanizar a la sociedad ginebrina con esto. La pila de discos de cobre y piel mojada de Voltaire que, puede creerlo, hace electricidad sin parar, mientras la conserve húmeda. ¿Y la destrucción del universo? La pila la desencadenaría. La pila de Voltaire causó chispas en más de una forma, porque inmediatamente colocó al público y los científicos completamente en esa dirección. Con el entusiasmo público por la maravillosa tecnología que equivocadamente han tomado por ciencia desde entonces. Como el arco eléctrico por ejemplo. El mismo año de esa demostración en Ginebra Humphrey Davy en Inglaterra estaba chispeando corriente entre dos barras de carbón, produciendo un destello blanco brillante y encendiendo en el mundo la luz eléctrica. Los militares comenzaron a explotar minas remotamente y los curanderos daban tratamiento por electrochoques para todo desde esterilidad hasta ahogamientos. El amigo de Voltaire, Brugnatelli, exploró los misterios de la electrólisis. Puso los electrodos de una pila en una solución, digamos, de sal, cloruro de sodio, y se separó en sodio metálico y gas cloro: gran técnica para extraer metales, o en el caso de Brugnatelli, que lo acuñaba, para depositar oro de una solución en medallones. ‘Electroplatinado’: se volvió un gran negocio. Entretanto, los científicos estaban fuera de sus cabales. Cosas misteriosas estaban ocurriendo porque, aunque la química podía ser causada por la electricidad: electrólisis, también podía ocurrir al revés. Una solución, como plomo en ácido, podía producir una corriente. ¿Había alguna conexión entre la electricidad y la química? Interesante ejercicio de pensamiento. Y calzaba con las ideas románticas de la época con inadaptados sociales como Byron y Shelley reunidos aquí en el Casillo de Chillon para escribir poemas de segunda categoría sobre la solitaria grandeza de los Alpes y todo eso de volver-a-la-naturaleza, porque la filosofía detrás de sus esfuerzos fue llamada “filosofía de la naturaleza”. Tenía que ver con que todo en la existencia era el producto de dos fuerzas conflictivas que se resolvían en una unidad superior. Después de estar en conflicto primero, usted entiende.


Todo muy místico, pero usted puede ver cómo esa manera de pensar puede saltar a cualquier ejemplo nuevo de una fuerza como la electricidad, a ver si estaba en conflicto con algo. Y una cosa que esos lunáticos románticos habían notado era qué fácil puede uno perderse por estos lados, porque los relámpagos enloquecen su brújula mientras usted vagaba solo como una nube, y se empapaba con las tormentas alpinas. Hablando de eso... Eso está mejor. Hablando de eso, como dije, en 1820, un danés inmensamente aburrido llamado Oersted durante una conferencia en Copenhague aplicó la idea básica de la filosofía de la naturaleza de las fuerzas en conflicto y decidió que si él forzaba la fuerza, electricidad, impulsándola por un alambre de alta resistencia, el alambre, con todo el esfuerzo, se volvería incandescente. Como el relámpago. Y como el relámpago enloquecía a las agujas magnéticas él pensó que si ponía una aguja cerca de su alambre, algo filosóficamente significativo debería ocurrir. Seguro, algo pasó. La aguja magnética, como quien dice, se volvió loca. Y era lo mismo aun separándola del alambre por madera, agua, vidrio, metal, cualquier cosa que se le ocurrió al amigo Oersted. Y pasaba todo alrededor del alambre en una manera uniforme, circular. Aunque Newton hubiera dicho que todo actuaba en líneas rectas. La electricidad en el alambre obviamente emitía algo extraño que afectaba la aguja magnética. La electricidad establecía algún tipo de campo magnético. Sólo quedaba un problema menor. Se suponía que era imposible. Para empezar, “¿qué era el campo?”. Y para terminar, “¿cómo funcionaba?” Y para terminar por segunda vez, “¿en qué?” Un año más tarde otra persona intensa en la filosofía de la naturaleza llamada Faraday trataba de contestar las preguntas que Oersted había dejado en el aire. Un alambre eléctrico generaría una fuerza magnética que realmente haría girar un imán flotante. Faraday pensó que también debía ocurrir lo contrario. Seguro, ocurrió. Faraday concibió el pensamiento de que si una corriente eléctrica formaba un campo magnético tal vez un campo magnético haría una corriente eléctrica. Él colocó una aguja magnética para detectar si la corriente estaba allí. No estaba.


Excepto cuando él prendía y apagaba el campo magnético. Así que un campo cambiante lo hacía. Bien, había una forma más fácil de poner un campo magnético cambiante cerca de un alambre. Meta y saque un imán de una bobina y ya está, mover el imán hace surgir corriente en el alambre. Usted podía ver la corriente, la aguja se movía. ¿Pero por qué mover un imán creaba electricidad? Entonces se le ocurrió: cuando usted movía el imán, el alambre atravesaba sus líneas de fuerza magnética. En 1831, Faraday estaba interceptando líneas de fuerza magnética con un disco de cobre giratorio y se hacía electricidad en el disco mientras usted girara la manivela. Bien, antes de que el público pudiera comenzar a considerar las implicaciones filosóficas de los descubrimientos profundamente significativos de Faraday, aquí en los Estados Unidos, otra vez habían sido secuestrados por el brillo de la tecnología. Un surtido de herreros americanos, dentistas viajeros, empleados del estado y otra tal chusma deslumbraron el ojo y entumecieron el cerebro con las últimas maravillas mecánicas. Básicamente, esta avalancha de aparatos electromagnéticos, vistos aquí en forma modelo, venían en dos tipos. Este lote usaba la habilidad de prender y apagar el efecto magnético de una corriente para atraer una pieza de metal arriba u abajo, o atrás y adelante. La mayoría de ellos pasaba el movimiento a una rueda. Las otras máquinas maravillosas en esta extravagancia electromagnética usaba el otro efecto. La forma en que un imán en movimiento hace una corriente en un alambre. Aquí está el imán en movimiento: aquí está la energía. Esta cosa linda de ver un día conduciría a los generadores de electricidad. Y estos zumbadores pequeños, como usted ya habrá adivinado, prepararon el camino para los motores eléctricos reales. Todo contundente. Pero para enviar al público directamente en la pista equivocada acerca de la ciencia, en 1844, nada era igual a este sonido mágico. La llave de Morse interrumpía una corriente en un alambre y hacía que un imán se prendiera y apagara intermitentemente en el otro extremo. El código Morse unió a los Estados Unidos. Mientras tanto en Cambridge, el estudio de cómo funcionaba realmente el electromagnetismo pareció conducir a los científicos directo a la barranca. Usted ve, por 200 años, la versión de Newton del universo había explicado absolutamente todo. Para él, el universo estaba hecho de pedazos de materia rodeada por espacio vacío.


Y la fuerza interactuaba entre los pedazos, como la gravedad. Y la fuerza se suponía que iba en líneas rectas, usted recuerda, y actuaba instantáneamente a través del espacio vacío de un pedazo a otro. Bien, la electricidad no estaba haciendo nada de eso, las líneas de fuerza eran curvas. Estaba en espacio, y no en el alambre o los imanes y, por lo que respecta a pasar instantáneamente a través de espacio vacío, ¿estaba vacío? No según un tipo llamado Young, quien había estudiado la luz y se había encontrado con que actuaba así. Como ondas. Dos círculos de ondas moviendose hacia el exterior, aquí están. Se encuentran e interactúan así, ¿no? Algunas ondas se encuentran y se alimentan mutuamente, las franjas luminosas, otras se cancelan mutuamente, las franjas oscuras. ¿Entonces la luz actuaba como ondas? Si usted probaba con luz a través de dos agujeros y luego encontrándose e interactuando obtenía el mismo efecto. ¿Ve esas bandas luminosas y oscuras? Interferencia de ondas de luz. Ahora, el motivo por el que la idea de Young era dinamita era que si la luz viajaba en ondas no era instantánea, tardaba tiempo. Y tenían que ser ondas en algo. Él llamó a ese algo 'éter'. Afuera, adentro, en todas partes del universo, material invisible ondulando. Y tal vez, también llevando electricidad y magnetismo. Ciertamente le daría a las líneas de fuerza de Faraday un lugar donde estar, pero también arrojaría la idea de Newton de 'espacio vacío' por la ventana. Un tipo hizo eso en 1861, un admirador escocés de Faraday llamado Maxwell, aquí en Trinity College Cambridge, comenzando con cautela. Primero se hizo un modelo mental de estas misteriosas fuerzas de éter e imaginó que actuaban como fluidos, porque podía medir lo que hacían los fluidos. Un esquema de lo que estaba en la mente de Maxwell podría verse así. La idea, bastante extraña, era: tubos de fuerza magnética invisible rodeados por cilindros giratorios de éter. Cuanto más rápido gira el éter, más intenso el magnetismo. Bueno, le dije que era extraño. ¿Electricidad? Él hizo esto, pequeñas bolitas de éter, una corriente movería las bolas. Y el magnetismo podría mover las bolas y hacer electricidad o viceversa. Típicamente complicado y victoriano.


Ahora, las cifras que Maxwell sacó de su modelo mental le dijeron que si cuando las líneas de fuerza venían a la existencia, digamos, en un alambre cargado, y luego eran radiadas para tomar posición alrededor, deberían radiar a una cierta velocidad. Casi exactamente la velocidad de la luz. Aunque él no tenía pruebas, Maxwell saltó con ambos pies. "Usted verá" -dijo- "que la electricidad, el magnetismo y la luz son una sola onda, moviéndose a través del éter". ¿Adiós Newton? Bueno, nadie podía testear la teoría de Maxwell, así que ahora los científicos iban para este lado. Para un público cuyo conocimiento de ciencia se elevaba a cero un hombre, más que cualquier otro, iba a representar la imagen del incansable genio científico trabajando para mejorar el género humano en su conciencia para siempre. Porque él estaba seguro de sus relaciones públicas. Thomas A. Edison, extraordinario inventor. En este laboratorio él archivó nada menos que 1039 patentes. Usted está viendo la primera fábrica de inventos del mundo. Bien, más un santuario realmente. Henry Ford estaba tan impresionado con Edison que él cerró esto, lo empacó y lo mudó, hasta con el árbol de afuera, desde Nueva Jersey hasta este museo, aquí, fuera de Detroit. Todo a la memoria de un hombre que ha debido haber sido absolutamente insufrible. Edison solía decir: “Nunca puedo recoger algo sin querer mejorarlo". Sólo que no lo hizo. Quince especialistas leales y muy desconocidos trabajaron muy detrás de escena para obedecer su agradable pequeña regla de vida: “Si hay un mejor modo, entonces encuéntrelo”. Él mismo estableció un conjunto de reglas: uno, consiga el dinero primero, dos, encuéntrele mercado, tres, (sólo después de uno dos), produzca los bienes. Él afirmaba realizar una invención menor cada diez días y algo muy grande cada seis meses. Modesto, ¿no? Pero debió decir que las cosas de este lugar consagrado iban a noquear al mundo hasta la cuenta de seis, como el fonógrafo. Mary tenía un corderito, su lana era blanca como la nieve, y en todas partes donde Mary iba el corderito seguro que iba El telégrafo repetitivo. La máquina de coser eléctrica. La pluma eléctrica.


Y quizá el ejemplo más iluminador de por qué el público fue llevado por la nariz a creer que la tecnología era ciencia, la lamparita. bueno... bingo si usted nunca había visto esto antes, ¿no? Le llevó dos años y 6000 intentos encontrar el filamento adecuado dentro de esa lamparita. Bien, le llevó a sus leales colaboradores dos años y 6000 intentos etcétera. ¿Hola? Me gustaría llamar a Inglaterra por favor. Otra de sus invenciones. El año después de que Edison se iluminó, un americano que vivía en Londres fue a mostrar un descubrimiento asombroso respecto a la fuerza electromagnética a los grandes científicos locales. Este aparato a cuerda interrumpe automáticamente un circuito eléctrico por una fracción de segundo a intervalos regulares. A varios cientos de yardas del mecanismo de relojería, en el jardín, el americano: un profesor de música llamado Hughes. Este es Hughes, y este es su descubrimiento. Cuando el circuito en la casa se cortaba, usted puede oír un ruido en un receptor telefónico, si estaba conectado a una batería por un contacto suelto, porque, pensaba Hughes, el contacto suelto estaba siendo acribillado por ondas de energía electromagnética, saliendo de las chispas de corto circuito allá adentro. Pero las ondas no vienen a través de un alambre, son ondas inalámbricas, ¿comprende? Bueno, los torpes técnicos británicos no lo comprendieron. Allí estan, en el lado lejano del lago, Sir Sí, ya veo Para el pobre viejo Hughes la demostración fue un fracaso. Todo el crédito fue para un alemán, siete años más tarde. Los ingleses no podría creer lo que oían. Las ondas misteriosas viajaban a través del aire centenares de yardas. ¡Harrumph! Inducción Bien, los fanáticos de la tecnología realmente tuvieron un día de campo un poco más tarde, cuando el rango de transmisión se acercó a 4000 millas por un tipo llamado Marconi que también encontró la manera de usar las ondas misteriosas, llamada radio. El problema era que ahora que todo el mundo estaba felizmente haciendo ondas la cuestión persistía: "¿En qué estaban viajando las ondas?" "¿Qué era el así llamado 'eter'?" ¿Y por qué nadie lo podía encontrar y resolver esa cuestión? Bien, en 1887 un grupo de personas aquí en América resolvió encontrarlo disparando rayos de luz a través del éter en diferentes direcciones. Les cuento su razonamiento: suponga que este bote en el que estoy es la Tierra viajando a través del éter del espacio, digamos, a 5 millas por hora. Si yo disparo un rayo de luz hacia adelante a 6 millas por hora, digamos que el rayo es ese bote, avanzará delante y me dejará atrás a 1 milla por hora, la diferencia en nuestras velocidades. Así, tomará un rato llegar, digamos, a media milla delante.


En el momento que da la vuelta y vuelve, por supuesto, nuestras velocidades combinadas nos volverán a juntar rápido. Pero si al mismo momento yo envío otro rayo de luz, ese bote, a la misma velocidad que el otro, 6 millas por hora, lateralmente respecto de mí, alejarse la misma distancia y vuelta, él volverá más pronto. Vea. Vamos. ¿Ve usted cómo el rayo lateral se aleja muy rápido relativo a mí? ¿Llega al punto de la media milla rápidamente? Y el rayo enviado hacia adelante va a tardar más tiempo porque, relativo a mí, sólo está haciendo 1 milla por hora. El rayo lateral ya está volviendo. Ahora, si los rayos de luz reales hacen eso, sería una prueba de que el éter existía. Y usted podría medir el éter a través de lo que él estaba haciéndole a los rayos de luz. Esos dos americanos de quienes hablaba, Michelson y Morley, hicieron este gran experimento aquí en Cleveland, en la universidad. ¿Recuerda usted a Young y las ondas luminosas y todos esos patrones de interferencia que usted obtenía cuando las ondas luminosas se mezclaban cuando estaban defasadas? ¿Estas franjas luminosas y oscuras, aquí? Este es el truco que usaron para ver si un rayo de luz regresaba antes que el otro. Vamos, le mostraré. Okay, digamos que esta sala de conferencias y la Tierra están viajando a través del espacio, digamos, para verlo mejor, por ahí. Esa dirección es directamente adelante. Aquí está la fuente de luz. Emita el rayo y divídalo con este medio espejo. Una mitad va por ahí, usted recuerda que esta es la dirección para adelante, y la otra mitad del rayo va así, de lado. Ahora, usted le hace dar a los rayos un viaje largo haciéndolos rebotar hacia atrás y adelante en estos espejos para un rayo, y estos espejos para el otro rayo. Y cuando han terminado el viaje, usted los recombina aquí y los trae de vuelta aquí afuera. Se lo mostraré mejor con un rayo láser. Y, aún mejor, con un poco de humo. Ahora, como el rayo de adelante estará más retrasado que el rayo lateral los dos rayos se recombinarán aquí fuera de fase. Con el rayo que fue hacia adelante más demorado, ¿correcto? Todos los rayos que se mezclan crean patrones de interferencia. Así que eso va a comenzar, aquí.


Se lo mostraré en esta tarjeta, ¿ve? Michelson y Morley afirmaban que si el éter existía este patrón debería alterarse cuando usted cambia el ángulo de los haces que eran disparados a través del espejo. Para hacerlo, rotaron el experimento entero e hicieron 16 lecturas con nada menos que 36 rotaciones. Sólo para estar seguros de que veían lo que veían. Que era: ningún cambio en el patrón de interferencia, en absoluto. ¿Y usted sabe lo que eso significa? Ningún cambio, ningún éter. ¡Ningún éter, nada! El genio vienés que puso todo de cabeza se llamaba Ernst Mach. Mach puso todo de cabeza porque pasaba su tiempo poniendo gente al revés, o de lado, o dando vueltas. En 1895, Mach había pasado años investigando qué sucedía con los sentidos de las personas cuando eran puestos en todas las posiciones que él pudo concebir. Les vendaba los ojos, por ejemplo, y luego los inclinaba en un entorno que se movía también, y probaba su sentido de la orientación. Mach estableció algunas de las ideas básicas de la ciencia de la percepción moderna. Él realmente estaba tratando de descubrir cuánto de lo que usted observa es afectado por sus sentidos. El modo, por ejemplo, en que usted podía estar en algo que se movía arriba o abajo y aún sentir como si usted no estuviera. Mach se convenció de que mucho de lo que usted siente acerca del mundo esta en su cabeza, y que todo lo que usted podría decir acerca de la realidad es subjetivo, alterado por condiciones como la temperatura o el sonido, aceleración, presión, aun humor. No había nada allí afuera de lo que usted pudiera estar seguro, a menos que estuviese en contacto directo. ¿Estaba usted bajando? ¿O era Viena la que subía? Pero fue el modo en que Mach usó su trabajo sobre la percepción lo que lo hizo tan influyente entre los pensadores científicos de su tiempo. Porque, él argumentó, lo que eso mostraba era que todo científico sólo podía estar seguro de lo que sus propias experiencias personales, sus cinco sentidos, le mostraran. Tomemos el movimiento, por ejemplo, fuerzas que actúan sobre usted hacia arriba o abajo o hacia los lados. Usted puede inventar alguna ley científica para explicar esas fuerzas, pero usted también debe recordar que fue usted quien inventó la ley. Para Mach no había razón por la que el resto del cosmos debería estar haciendo lo que su pequeña parte hacía. Por ende, la ciencia sólo debería describir, no debería tratar de explicar. Y aun la descripción es relativa, quiero decir: ¿me muevo yo, o se mueve el fondo? O sea la posición de una estrella. Depende desde donde usted la vea, lo que depende de la fecha y la hora, que dependen de la posición de la Tierra en la órbita solar en un sistema solar que gira y gira en el borde de la galaxia.


Que a su vez podría estar distanciándose de alguna otra galaxia etcétera etcétera. Digamos que usted ha decidido que yo me estoy moviendo y el fondo está quieto. ¿Cómo sabe usted que el fondo no se está moviendo relativo a alguna otra cosa? ¿Hmm? Por eso no tenía sentido jugar con rayos de luz para intentar encontrar algún teórico universal absoluto. No hay absolutos sobre los que usted pueda saber algo. “No podrían encontrar el éter”, dijo Mach, “porque no había éter que encontrar”. Bien, usted puede adivinar lo que hizo eso a Newton. Bastante. Y lo peor estaba por venir, de personas que trabajaban en estas cosas. Bueno, estas cosas. Tubos de rayos catódicos. Otra fuerza misteriosa, los rayos catódicos. Cualquier cosa que golpean resplandecía. Y usted podía hacer que el brillo se mueva con un imán. La electricidad era afectada por el magnetismo. Entonces ¿eran eléctricos los rayos catódicos? Bien, si usted toma algunos rayos catódicos y usa un imán para apuntarlos a dos hojas pequeñas de oro las hojas se separan, lo que sólo harían si quedaran electrificadas. Una barra cargada positivamente cancela ese efecto, así que eso significa que los rayos catódicos estaban hechos de electricidad negativa. En 1897, un inglés llamado Thompson, que pensaba que los rayos catódicos eran partículas, ideó una técnica para pesarlos. Él cambió la dirección de la corriente de partículas con un campo magnético, y luego vió cuánto de un campo eléctrico era necesario para enderezarla otra vez. Seguramente resultaban ser partículas de electricidad negativa, las llamamos 'electrones', que eran 1000 veces más pequeños que el átomo más pequeño. Thompson consideró que tenía la unidad básica de electricidad, allí en su tubo de medida. Pero la gran sorpresa fue esta: las ondas de luz ultravioleta extraen de un golpe los electrones negativos de un metal. Vea: las hojas de oro colapsan. A fines del siglo con ondas de la fuerza misteriosa ondulando a través de un éter que nadie podía encontrar e increíbles instrumentos irlandeses que se encogían y Mach diciendo que era todo sin sentido, y los rayos de luz de Thompson golpeando partículas subatómicas y sacándolas del metal, bueno, el universo del pobre viejo Newton tenía más agujeros que este pedazo de gruyere. Y los físicos, para decirlo suavemente, estaban completamente desconcertados con todo el asunto.


Hasta que, apropiadamente, un burócrata del gobierno suizo llamado Einstein simplemente inventó un nuevo universo. Y la razón de que le diga esto a bordo de un vuelo Concorde es porque Concorde va hasta Mach dos. Ese es el Mach que usted conoce y que le dio a Einstein la idea. Dos es por dos veces la velocidad del sonido, que Mach identificó. Lo que quiere decir que voy en un relámpago, lo que tiene sentido para mí. Porque la reescritura cósmica de Einstein de las leyes de la naturaleza justamente decía que todo en el universo era relativo. Y todo lo que usted observe en él depende del marco de referencia en que usted esté. Como esta cabina del Concorde donde estoy parado, dejando caer mi pluma sin notar nada. En esta cabina. ¿Estoy yendo a 1400 millas por hora? Y todo opera como eso, condicionado por su marco de referencia. Toda la electricidad en todos los instrumentos a bordo de este avión obedecen las mismas leyes que si estuviera detenido. Porque, dentro de este marco, como yo, ellos no están yendo a Mach dos. Y todas las leyes de la naturaleza se comportan del mismo modo. Este rayo de luz está yendo en todas direcciones a 186.000 millas por segundo e ir en el Concorde no hace ninguna diferencia a su velocidad adelante, atrás o lateralmente. Por eso la forma en que la Tierra se mueve no hacía nada a los rayos de luz de Michelson y Morley. Nunca podría hacerlo, usted nunca mediría la velocidad de la luz excepto relativo a su marco de referencia. Y como dijo Mach, usted nunca puede medirlo contra nada fuera de su marco de referencia porque usted nunca sabría lo que hacía, relativo a usted. No había absolutos, porque usted nunca podía saber si algo era absoluto. Así, eso solucionó el asunto del rayo de luz y el éter. Y en lo que respecta a la luz de Thompson sacando electrones del metal, Einstein dijo que obviamente, la luz viene en trozos, y arrancan fuera pedazos del metal. Y mientras más intensa la luz, más pedazos arranca. Sin embargo, este momento motriz en el estudio de la luz pasó casi enteramente desapercibido a la luz de otro momento motriz en el estudio de la luz. Las películas. Otro gran ejemplo del triunfo de la tecnología. Probablemente fueron las películas, sobre todo, las que convencieron a millones que en este nuevo siglo 20 la fortuna y el éxito le llegarían sólo al tipo que se mantuviera al día con la ciencia.


El héroe moderno sería el hombre que pudiera cambiar con los tiempos. Tomar ventaja de la última tecnología iba a ser la forma para tomar la delantera. Las películas mostraban que, sin la ciencia, la vida no era nada divertida. La música, claro está, no estaba realmente allí. Todavía tenía que ser tocada por alguien en el cine, mientras observaba la película. Hasta que alguien usó la luz a través de la película para golpear un metal para producir electrones para hacer electricidad para un altavoz. Y el amor del público por la tecnología realmente llegó. Con las películas habladas. Georgie Porgy es un tipo que es muy tímido y vergonzoso. Las damas lo premian, ellas lo idolatran. No lo noquee. Yo estaría sin trabajo sin eso. Pero esto hizo que todos ignoraran las implicaciones horribles de lo que había dicho Einstein. Si mientras más intensa fuera la luz, más electrones son extraídos de la pared, sonaba como si la luz no fuera una ola, más bien como una corriente de partículas. Einstein dijo “claro”, y los llamó fotones. Así es cómo algo así trabaja. Cuando quito la tarjeta, la corriente de partículas de luz puede golpear un blanco de metal. Éste emite electrones, que hacen electricidad, y eso cierra la puerta. Bien, si la luz no era una onda, eso derribaba el trabajo de los últimos 100 años, ¿no? Pero entonces, ¿y Young? ¿Y la forma en que la luz interfería consigo misma para producir esas bandas claras y oscuras como sólo las ondas pueden, qué acerca de eso? En 1923, el mismo año de esa película que usted vio, un francés llamado De Broglie embarró las aguas abalanzándose por otro camino. Si las ondas pudieran ser partículas, ¿podrían las partículas ser ondas? Porque si pudieran, harían patrones como las ondas, ¿no? Ahora eso se ponía fuera de control. Una onda es una onda, y una partícula es una partícula. ¿Correcto? Errado. Y en 1927, un accidente lo probó. Dos americanos llamados Davison y Germer, estaban tranquilamente disparando electrones desde una pistola de electrones en un blanco del níquel para ver cómo rebotaban los electrones cuando el tubo al vacío en el cual su aparato entero trabajaba se quebró. El desastre.


El aire entrante había contaminado el blanco. Habiéndolo calentado, etcétera, para limpiarlo, volvieron a trabajar. Sólo que esta vez, cuando ellos movieron su pequeño colector de electrones alrededor del blanco para atrapar los electrones, nada de electrones. Luego un montón. Luego nada. Luego un montón. Etcétera. Gran investigación: el recalentamiento del blanco había producido grandes cristales en su superficie. Ahora, en cristales, los átomos estaban pulcramente espaciados así. Así que ahora los electrones estaba entrando y rebotando, pero en series, como esto. Ahora, suponiendo que esos electrones fueran ondas, ¿harían esto? Y esas ondas interactuarían como lo hacen las ondas, aumentándose o anulándose, entonces usted obtendría mucho, nada, mucho, nada, mucho, nada. Olas de interferencia. ¿No me cree? Equipo moderno, tubo de vacío, dentro el lanzador de electrones y el blanco, los electrones se esparcen por todos lados aquí. Dispararé la pistola. ¿Ve? Patrones de interferencia. Las partículas son ondas. Ahora, si usted está un poco preocupado sobre cómo algo puede ser dos cosas al mismo tiempo, agárrese su sombrero subatómico, porque el fondo está a punto de desprenderse del todo. Voy a ir despacio porque si no no lo entenderé. En 1927, un tipo llamado Heisenberg decidió observar estas partículas electrones y las ondas que parecían ir con ellos. Y él anunció que usted o podría decir dónde estaba un electrón examinando una cresta de onda intensa individual (el electrón estaría en alguna parte ahí dentro) o con qué rapidez iba, mirando un grupo entero de ondas moviéndose, obteniendo la velocidad general, pero entonces usted no sabría en cuál cresta de onda estaba el electrón. Entonces posición o velocidad, pero no ambos. Y peor, para ver usted debe encender una luz, ¿no? Y las partículas de luz golpearán a los electrones. Entonces usted nunca podrá estar seguro de que los electrones estén donde están, haciendo lo que estaban haciendo, naturalmente o porque usted los había golpeado, ¿comprende? Heisenberg llamó a este tubo de desagüe por el que todo se va, 'principio de incertidumbre'. "Ahora nosotros sabemos" -dijo- "que nunca sabremos".


Él dijo eso porque usted no puede saber si es una partícula o una onda. No hay nada en el nivel fundamental de existencia que usted pueda ver en su estado real porque al verlos, usted les hace algo. No hay una realidad básica verdadera que encontrar. Más allá de la que usted se fabrique al mirar, si es que hay alguna realidad. ¿Y en ese caso, por dónde seguimos, por amor de Dios? Aquí en el laboratorio de física de altas energías en las afueras de Ginebra para los científicos, la verdad es que sólo se puede hablar del universo en términos de probabilidades, usted nunca, por definición, estará seguro de nada. ¿Ve lo que eso implica? La confortable certeza que se supone que la ciencia provee ya no está allí. Pero ignoramos ese hecho, sólo vemos la tecnología. El electrón que causó todo el problema, hace funcionar un reloj de pulsera digital y toda esa electrónica, y esto es bastante bueno. En lo que a nosotros concierne, el mundo es todavía el mismo que era al comienzo de este programa. El mundo de Newton. Cuando hubo una realidad real, una certeza final, un orden, con todo conocible, un mundo tipo reloj suizo. Pero como usted ha visto, para la ciencia ese mundo se ha ido hace mucho. Hablamos de vivir con la incertidumbre pero es este tipo de incertidumbre. Guerra, crimen, hambre: la incertidumbre de qué nos deparará el mañana. Pero, en una forma u otra, algo pasará. ¿Hay alguna dirección para nuestro viaje al conocimiento? ¿O hacemos la ruta a medida que andamos? ¿Y de ser así, qué es el conocimiento? El programa siguiente y final tratará sobre a dónde nos lleva esa pregunta. "MUNDOS SIN FIN" El cliché más antiguo conocido, ¿no? Alumbra la aurora y la oscuridad es apartada. Tal vez por eso todos los grandes descubrimientos científicos siempre se describen como un tipo de experiencia mística, de iluminación. Einstein se supone que pensó su relatividad en un sueño que tuvo de cabalgar un rayo de luz. Cuando la teoría de la evolución de Darwin lo golpeó, él dijo: “las vendas cayeron de mis ojos”. Gutenberg describió la idea de la imprenta como “llegada como un rayo de luz”. Kekulé estaba dormitando en un autobús de Londres cuando “vio” átomos formandose en moléculas, y Newton dijo que él obtuvo la idea de la teoría de la gravedad de una manzana que cae. Y así. Todos destellos de comprensión, por así decir. Grandes momentos de descubrimiento.


Eso es lo que se supone que separa a los genios del resto de nosotros patanes, esa experiencia mística, ¿no es así? Y a lo largo de la historia, cada vez que ha ocurrido, la condición del género humano ha cambiado para mejor de algún modo, cuando dimos un paso más en el camino de la comprensión. Y con cada uno de esos pasos, cada adición al cuerpo de conocimientos, como usted ha visto en esta serie, nuestra visión de todo, del universo y nuestro lugar en él también se ha alterado. Cuando el conocimiento cambió, nosotros cambiamos. Y si usted mira hacia atrás, como nosotros lo hicimos, al mundo del pasado, hemos hecho un tremendo camino hasta nuestro mundo extraordinario de alta tecnología, lleno de innovación, de computadoras y rayos láser e ingeniería genética y corazones artificiales y, sobre todo, de poder fantástico. Mil años atrás, la vida estaba regida por los misteriosos y mágicos poderes de la naturaleza, luego, con la caída de España a las Cruzadas y el nuevo conocimiento que descubrieron allí, se fueron dando los primeros pasos hesitantes que nos llevarían a la ciencia y la exploración del universo. En 1400, la Tierra era inexplorada, algunos decían que era plana. En el sur había regiones de fuego y al oeste un océano interminable del cual nadie volvía. Y entonces, en Florencia, la geometría perspectiva fue redescubierta y el mundo cambió de forma. El dibujo a escala les dio la habilidad de controlar objetos a distancia porque ahora ellos los podían medir exactamente. Y esa nueva habilidad puso al universo en una escala que nos liberó para explorar lo desconocido. Ahora que podíamos dar a cualquier lugar en cualquier parte un conjunto de coordenadas, ya no era desconocido. Esta nave espacial sólo puede orbitar la Tierra y regresar con seguridad por esas coordenadas, porque nosotros ahora podemos cuadricular los planetas y el cielo. En el siglo 15 la invención de la imprenta substrajo nuestras memorias y nos dio conocimiento estandarizado. Gracias a la imprenta, tenemos el conocimiento para modelar cualquier cosa que queremos y vivimos en un mundo de especialización y expertos donde la tecnología puede hacer naves espaciales de un millón de piezas intercambiables. Antes del siglo 16, pensábamos que el cielo estaba hecho de esferas de cristal que las cosas se movían allí arriba porque en cierta forma así lo querían. Ahora, nosotros escribimos las ecuaciones que hacen funcionar los cielos. Donde una vez hablábamos de seres celestiales y motores divinos, ahora hablamos de dinámica y trayectorias. Con esas habilidades, podemos convertir cada aspecto de la naturaleza en números. Y luego usamos esos números para predecir qué ocurrirá después, con gran precisión. Aquí, en esta sala de control de operaciones de la misión por ejemplo, ellos pueden enviar una nave de 75 toneladas a una órbita de 200 millas con precisión de pulgadas. Hasta 250 años atrás, confiábamos en las fuerzas de la naturaleza como una fuente de poder.


Entonces con la máquina de vapor vino la habilidad para construir y manejar las máquinas más poderosas de la historia, que hoy nos sacaron del planeta fuera al espacio. Doscientos años atrás comenzó la medicina moderna. Hoy, podemos monitorear la vida incluso si está rodeando la Tierra a 17.000 millas por hora. Y a principios de este siglo, encontramos las herramientas para investigar la estructura fundamental del universo. La física subatómica nos trajo la energía nuclear que develó el secreto de la vida. Y, a través de la electrónica, ha hecho el conocimiento más accesible que nunca antes, poniéndolo en un microchip. Gracias la ciencia, el camino a recorrer tiene un solo sentido. Arriba y adelante. Y aún, en cualquier momento en el pasado, la gente de algún modo se las arregló sin los beneficios de la nave espacial. Con un conocimiento de todo que era, para nosotros, incompleto, equivocado. Pero era, para ellos, verdadero. Ellos vivían en mundos que estaban tan seguros de sus hechos como lo estamos nosotros de los nuestros. Y que los llevaron a hacer cosas que nosotros vemos como completamente ajenas. Como el acontecimiento que usted está a punto de testimoniar. Usted entenderá cada palabra a punto de ser dicha por gente que vivió sólo 300 años atrás. Pero su verdad era tan diferente de la nuestra que, aunque usted entenderá las palabras, ellas no tendrán sentido. Mujer, póngase de pie. Empezando con el hecho de que gente decente, temerosa de Dios, han pasado días torturando a esta mujer. Ahora dígame, Agnes. ¿Conoce usted a John Bell de Newtown? Sí, Sir. ¿Son ustedes amigables con él? No, Señor. ¿Por qué no es usted amigable con John Bell? No recuerdo por qué ahora, nosotros discutimos. Y Janet Clark, ¿tuvo usted palabras duras con ella? Sí, Sir. Las tuve. ¿John Bell tiene mucho ganado, Agnes? Lo tiene, Sir. Mucho. ¿Pero no tanto como antes? Ellos se enfermaron.


¿Eso fue después de su distanciamiento, Agnes? Siete años atrás. Tal vez. ¿Sir, puedo sentarme? Y el caballo de Janet Clark, ¿murió también de una enfermedad? Sí, Señor. Eso fue hace cuatro años, al poco tiempo de que usted tuvo palabras duras con ella ¿Usted se rehusó a ver al caballo? Pero, Sir, yo no tengo curas para caballos. ¿Pero usted no curó al ganado de John Bell? Él es un ladrón. Oh, ¿entonces es cierto, usted lo amenazó? No. Usted amenazó a Janet Clark. No la amenacé. Pero los animales cayeron enfermos, mujer. ¿Ellos no se enfermaron y murieron? Sí, sí. Lo hicieron. Sí. Mujer, yo he oído que usted da vueltas bien. ¿Los vecinos han tomado paja de su techo? Fue Janet Clark la que tomó mi paja. ¿Y no fue la arcilla encontrada en su chimenea? Así dicen. ¿Por qué da usted vueltas tan bien? ¿Cómo explica usted su habilidad? No sé, no sé. ¿Se encontró usted con un hombre cerca del puente inferior? ¡MUJER! Le pregunté, ¿se encontró usted una vez con un hombre cerca del puente inferior? Señor, no recuerdo. ¡Pero los vieron! Annie Cuthbertson la vio con un hombre de gris. ¿Fue usted con él? Fue hace mucho tiempo. Le pregunté: ¿fue usted con él? Sí, tal vez. ¿Y usted se encontró con él muchas veces? ¿También en el granero redondo? Oh, sólo unas pocas veces fui con él. Conozco quién era él, mujer. Annie Cuthbertson lo vio. Entonces, debemos encontrar la marca. Sí, debemos encontrar la marca. Los testigos de la quema de esta mujer viva no van a ver lo que verá usted. Para ellos, la bruja está agradecida por lo que le hacen. En la realidad de la Escocia del siglo 17, esta era una cosa enteramente lógica y racional, torturar y quemar a una bruja para salvar su alma.


Este, para ellos, era un acto de misericordia. Pero si usted se está sintiendo bien por el hecho que nosotros en el mundo científico moderno tenemos un punto de vista más objetivo, más claro de las cosas que la gente que creía en brujas o cualquier otra versión extraña de lo que es el universo de la que tenía la gente en el pasado, que ellos estaban en la oscuridad comparados con nosotros, Bueno, si ellos estaban a oscuras, también nosotros. Déjeme mostrarle cómo todo el mundo ve sus propias brujas, tiene su propia estructura para lo que es la realidad y sea lo que fuere que usted encuentra, lo hace encajar en esa estructura. Déjeme mostrarle material simple primero. Vea: Mire estas dos barras blancas, ¿es una más larga que la otra? Bueno, no, son iguales. Usted la hizo más larga, porque su cerebro decidió que estaba más lejos. Y se ve así. Esto es una cara, excepto que no lo es. Está vacía. Pero las caras vacías no existen en su cerebro, así que usted no la ve vacía. Usted la hace encajar en su teoría de qué debería ser. Lo mismo aquí. Dos triángulos, tres puntos blancos. Pero usted quita los puntos y el triángulo de arriba desaparece. Su cerebro hizo ese triángulo. Usted altera la realidad para hacerla encajar en lo que usted decidió que debería ser. Y una vez que usted ha tomado esa decisión, es imposible hacer un compromiso. ¿Es este un pato? ¿O un conejo? ¿Usted ve cómo no puede ser ambos? ¿Es esta una señorita o una vieja fea? Aquí está el cuello de la señorita, la barbilla, la mejilla y el ojo apartando la vista de usted. O, aquí están los dos ojos de la vieja fea y su gran nariz y las ventanas de nariz y una boca como cuchillada. Ahora pruebe verlas a ambas al mismo tiempo. ¿No puede, verdad? Sólo puede haber una hipótesis que calza. A veces la hipótesis es tan fuerte, que usted verá algo que no está allí. Por ejemplo, ¿qué hace usted de esto? ¿Ve usted personas en movimiento con luces en ellas? Porque lo que está en la pantalla es simplemente un montón de puntos. O esto, usted sólo ve el perro porque usted ya conoce la forma. Sin una estructura, una teoría de qué hay allí, usted no ve nada. Vea este patrón sin sentido.


O una vaca. ¿La ve? Usted tiene que tener alguna versión de la realidad, ya sea que contenga vacas o perros o mujeres que deberían ser quemadas. Y la ciencia es lo mismo. Sin hipótesis, preconceptos acerca del mundo, ¿cómo puede usted comenzar a indagar? Sin teorías sobre las cosas, la naturaleza es sólo caos. Para que las cosas tengan sentido usted debe formarlas en su mente antes de otro modo usted no sabe dónde está. ¿Sabe qué es esto? Es un delta fluvial desde el aire. ¿Y esto? Es el siguiente lugar al que vamos en el programa. La estructura mental de la que hablaba ya ha formado su mente acerca de lo que usted está viendo ahora, y sin eso usted no reconocería nada, trabaja en un nivel mucho más profundo que el simple mirar. Provee una estructura dentro de la cual encajar todo. La estructura evalúa, explica, organiza cada experiencia que usted tenga, intelectual o física. Dice lo que es toda la realidad. Provee sus creencias, juicios, principios morales, ética, valores. Y también provee un libro de reglas para el tipo de preguntas que usted hace acerca del mundo, porque le da la teoría acerca de cómo se supone que las cosas funcionan. Quiero mostrarle lo que quiero decir con eso, mostrándole cómo la estructura controla cómo la ciencia, en particular, progresa, porque la ciencia se supone que, de algún modo, es independiente de estas cosas, ¿no? Objetiva, buscando y descubriendo la verdad. Pero, como usted verá, la verdad es lo que la estructura dice que es. Hay progreso, cambio, pero es porque las reglas de la estructura controlan la investigación en cada nivel hasta que usted llega a un nivel de detalle que la estructura no puede manejar. El nivel de detalle al que voy a llegar al final de todo esto, esta parte. Recuérdelo. En particular, recuerden esas líneas que corren paralelas una a la otra. Así, la estructura mental opera en cada etapa para controlar lo que hace usted. En el nivel de conjunto, por ejemplo, le dice lo que es el universo. Un buen ejemplo de eso se originó aquí en Grecia. Aristóteles lo ideó. Y pareció tal razonable que rigió toda la investigación por 2000 años. Su estructura del universo era así.


Una serie de esferas concéntricas llevando al Sol, la Luna, los planetas y las estrellas, todos circulando alrededor de la Tierra en el centro. ¿Usted recuerda esa idea medioeval del Sol yendo alrededor de la Tierra? Bueno, la Iglesia que promocionó esa idea vivía en esto. Ahora, usted notará que esta estructura es completa, cerrada, invariable. En un universo como ese, los astrónomos sólo observaban el cielo para refinar este modelo tan exactamente como fuera posible. Y nada más. A veces, cuando el universo no es estático como este, sino cambiante, usted lo puede investigar. Pero la investigación todavía es controlada por el modo en que usted piensa que cambia el universo en que vive. Y el tipo de cosa que usted cuestiona en su investigación depende de lo que usted piensa que el mecanismo de cambio realmente hace. Tomemos el caso de la idea financiera del siglo 18 de que el mercado económico encontraba un balance natural entre la oferta y demanda y por consiguiente el universo entero debería estar en balance. Nos dio este material. Porque cuando un alemán llamado Liebig salió a buscar balance en el crecimiento de las plantas y encontró que las plantas obtienen su carbón y su nitrógeno de la atmósfera, quemó toda la vegetación que pudo encontrar. Luego él miró la ceniza para ver qué era lo que las plantas necesitaban que no podían obtener del aire, que eran minerales, para balancear su acidez natural. “Ponga los minerales correctos en la tierra” -dijo- “y usted fomentará el rendimiento de los cultivos sin agotar el terreno. Y por los materiales en el aire, usted nunca desordenará el balance”. Salvó al siglo 18 de la inanición. Con fertilizantes artificiales. Gracias a una estructura que decía “todo está en balance”. Areas enteras de investigación pueden estar prohibidas cuando parece como si los resultados contradijeran el punto de vista aceptado. La ciencia no puede mecer cualquier bote. Usé la imagen de mecer botes deliberadamente, porque cuando los problemas de Galileo comenzaron en el sur, con el Vaticano, fue cuando él jugaba con 'por qué flotan las cosas'. Todo empezó con hielo flotando en estanques, o en tazones, y después de varios experimentos Galileo propuso la idea no exactamente impactante de que la flotación tenía que ver con que las cosas eran más livianas que el agua o no. Si es más liviano, el objeto flota.


Si no, no. Un comentario bastante inofensivo, pensaría usted. Uh huh. Aristóteles había dicho que flotar dependía de si la forma del objeto penetraría la superficie del agua. De este modo. El mismo material, dos formas diferentes: Redondo, penetrando en la superficie, se va al fondo. Plano, no penetrando, se mantiene a flote como hielo plano. Bien, Galileo hundió esa idea tan fácilmente como pudo, así. Usted no puede hacer eso con hielo. Okay, así que Aristóteles estaba equivocado. ¿Qué tan terrible era eso? Bien, usted recordará que la visión aceptada en ese momento era la forma en que la estructura cósmica de Aristóteles incluía la idea de que todo en el universo tenía un lugar correcto en el gran esquema de las cosas. Así que si usted dudaba un poco de Aristóteles, como lo que dijo acerca de flotar, usted dudaba de todo él, porque era un paquete. Ahora, el lugar propio en el gran esquema de las cosas para los poderes instituidos era, para los poderes que eran, lo alto del montón y no podía haber duda acerca de eso. Bien, usted ya se dio cuenta. La ciencia vino al norte por seguridad. Las ideas de Galileo fueron, como quien dice, puestas en hielo, y él, bajo arresto domiciliario. La propia experimentación depende de lo que es oficial y lo que no lo es. Tomemos, por ejemplo, este ejemplo de nada. El vacío en un barómetro. En 1660, alguien había sostenido haberlo descubierto. Un “agujero en la realidad” lo habrían llamado. Aristóteles, claro está, había dicho que no existe, que él el universo no tenía agujeros. De modo que cuando un aristócrata científico inglés llamado Robert Boyle comenzó para probar que el vacío existía, como dijo, usted pensaría, como Galileo, que el problema inevitable con los-que-le-dije iba a convertirse en una experiencia destructiva. Pero la Iglesia inglesa daba soporte a una monarquía y eso necesitaba un vacío. Un agujero en la realidad era un lugar para que pasaran los ángeles y las almas. Si existían, lo hacían.


Si lo hacían, también lo hacía Dios, y su autoridad, que era representada en la Tierra por la Iglesia y el Rey. Así que era un caso de 'larga vida al vacío'. No es raro que el primer barómetro fuese inglés, ¿hmm? Su visión del mundo dictaba qué hacer a través de cada nivel de investigación hasta el punto en el que, durante su investigación, controla lo que sea para usted evidencia confiable. Alrededor de 1912, en Inglaterra, se hallaron fragmentos fósiles, los pedazos marrones, que se reunieron en una reconstitución. Teñidos por estar siglos en el suelo, una calavera humana en una cara de mono. Varias partes faltaban, las junturas de la mandíbula y la barbilla entre ellas. Los dientes estaban gastados como se gastan los dientes humanos, y cerca fueron encontradas herramientas de pedernal y huesos de animales prehistóricos. Lo llamaron ‘el hombre de Piltdown’. Ahora lo haré otra vez: alrededor de 1912 alguien falseó esta parte, las manchas fueron producidas químicamente, los dientes fueron limados, como también las herramientas de pedernal, y los huesos de animales prehistóricos habían sido recolectados por toda África. Y las partes faltantes, la juntura de la mandíbula y la barbilla habrían revelado que la calavera y la mandíbula no eran del mismo individuo. Una estafa. Pero por 40 años, el hombre de Piltdown fue un hecho científico, porque la ciencia estaba esperando encontrar al eslabón perdido entre el mono y el hombre, con un cerebro desarrollado. Era una prueba tan decisiva que no fue cuestionada. Pero en la Francia pre-revolucionaria del siglo 18, la prueba para esto fue. Vea, los campesinos les contaban a los científicos sobre “estas piedras aquí cayeron del cielo”. Y los científicos hacían este signo francés. Si la ciencia no las había visto, no existían. Era evidencia de que los campesinos estaban... Vino la revolución con los campesinos en el poder, y repentinamente sus referencias rústicas fueron datos astrofísicos vitales. En 1803 había un libro de meteoritos, de un científico, por supuesto. Adecuado para la ciencia, si no ¿qué habría hecho este gran hoyo en cuyo fondo estoy, aquí en el desierto de Arizona? se llama “cráter de meteoro”. Usted ve cómo la estructura, la visión de las cosas en cada época, controla lo que hace la ciencia en cada nivel.


Desde las preguntas cósmicas acerca del universo entero hasta qué pedazos de ese universo vale la pena investigar, hasta cuán lejos llevará usted los cuestionamientos, qué experimentos hacer, qué evidencias usted puede y no puede aceptar. Y hasta en ese nivel detallado el control todavía opera porque hasta le dice qué instrumentos usar. Y, claro está, a estas alturas, usted anda buscando datos que prueben su teoría, así que usted diseña el tipo de instrumentos para encontrar el tipo de datos que usted considera que va a descubrir. La discusión entera acaba en el punto de partida cuando usted obtiene los datos sin procesar. Porque no son datos sin procesar, es lo que usted planeaba encontrar desde el principio. Este instrumento, por ejemplo, encontrará sólo una cosa, cuántas pulgadas a través de mi frente entre mis orejas, etcétera. Es un calibrador craneológico del siglo 19. Y se lo construyó porque ellos ya habían decidido que la medida del cráneo y la inteligencia estaban relacionados. Para ellos, las pulgadas, datos sin procesar, eran capacidad mental. Fue cuando comenzó el mito de que las personas listas tenían cabezas grandes. Ahora, hay una sola mosca en todo este ungüento, y usted ya la ha adivinado. “¿Y los cabezones que son estúpidos?” Aquí es donde el sistema entero puede conducir a su propia destrucción, cuando algún detalle no calza. Es cuando usted ve a la ciencia pretendiendo, sombría como la muerte, detener a los que tiran de la alfombra de años de un estado de cosas feliz. Por eso estoy en una plataforma de perforación petrolera en el Golfo de México. Usted verá, allá por 1912, la visión aceptada del planeta era que mientras los altibajos geológicos estaban bien a todo lo largo de la historia, todo en la Tierra estaba en la misma posición básica de siempre. Y luego un meteorólogo llamado Wegener dijo “He estado pensando umm, en cómo Sudamérica y África encajan tan bien. ¿Y no es gracioso cómo tienen los mismos fósiles animales en una cierta fecha, y luego otros animales? Y estas montañas escandinavas, son iguales a las que están en Escocia y en América Del Norte. Tal vez todo estuvo unido alguna vez y luego se separó poco a poco. ¿Hmm?” Bueno, cuando los geólogos acabaron con Wegener quedaban sólo las plumas. Los continentes no encajaban exactamente. Los animales pudieron haber cruzado al otro lado en puentes de tierra temporales, y de cualquier manera, ¿continentes derivando en roca sólida? ¡Háganos un favor! Entonces por 40 años Wegener fue una mala palabra. Hasta que en los 50s se inventó el magnetómetro. Identifica campos magnéticos.


Ahora, la Tierra tiene uno, de hecho es como un imán gigante y las rocas tienen vestigios del campo magnético de la Tierra en ellas. A medida que el campo magnético en la roca cambia de dirección con el de la Tierra, usted puede ver la aguja reaccionando a las variaciones. Pero si usted observa una muestra de roca taladrada de la Tierra con las más viejas abajo y las más jóvenes arriba, cada 200.000 años el campo magnético de las rocas se invierte. Primero hacia acá, luego hacia acá, luego hacia acá, luego hacia acá, y así. Ahora, como las rocas toman su magnetismo del campo magnético de la Tierra cuando se enfriaron y se formaron primero, eso quería decir que el campo magnético de la Tierra se invirtió, unas cinco veces cada millón de años. Ahora, recuerde eso por un minuto. En los 1960s, los oceanógrafos descubrieron esto: cordilleras de 10.000 pies de alto en el lecho marino. Volcánicas. Caliente. Y para sorpresa de todos, el fondo del océano alrededor de ellas era muy joven, como las rocas. Parecía como si subiera roca derretida hasta estas cordilleras y se esparciera por todos lados y se endureciera todo el tiempo. Ahora, una forma de comprobarlo era el estado magnético: si la nueva roca estaba siendo hecha todo el tiempo paralelamente a esas cordilleras debería tener marcas de esos campos magnéticos invertidos que he mencionado, en estratos. El problema era que como se movieron por el océano, todo el mapeo magnético que hacían se veía así. Aquí está el lecho marino magnéticamente promedio, una confusión. Y luego, bien en medio del océano, encontraron estas tiras gigantes de fondo del océano de cada lado de la cordillera. Cada tira magnéticamente opuesta a la anterior. ¿Usted recuerda esas misteriosas líneas que le mostré en Grecia? Esta fue la zona de estudio que reveló las tiras a medio océano. Al segundo que vieron esto supieron que Wegener había estado en lo correcto. Los volcanes de la cordillera formaban nuevo fondo de océano, y cuando se esparcía, apartaba los continentes. Gradualmente llegaron donde están hoy. A medida que el fondo del océano subió y empujó y golpeó contra los continentes podría ser forzado a retroceder para abajo otra vez y la presión donde ocurriera eso causaría terremotos. Por eso esta es una zona sísmica, por ejemplo. Y por eso estoy en una plataforma petrolera.


Como los continentes derivan y el lecho marino se mueve, se formaron cavidades que se llenaron de petróleo. Un detallado mapa de la deriva de los continentes nos dirá dónde buscar más petróleo en un planeta que no es completamente como la ciencia decía que era antes de Wegener. La versión de hoy de la verdad acerca del mundo: irreconciliable con la versión previa. Usted ve cómo la única estructura en la cara alternante, cambiante de naturaleza es la que le imponemos con nuestras teorías. Cada una, la última versión de lo que llamamos la verdad. Nuevas estructuras, nuevas versiones de cómo funciona el mundo, sólo aparecen por algún detalle que la vieja versión no puede acomodar y cambian todo. A pesar de lo que la ciencia nos hace creer, este tipo de cambio no ocurre porque la ciencia se encamina firme y resueltamente hacia la verdad, con un descubrimiento en cierta forma siguiendo a otro por el camino, como parte de un gran plan. Como usted ha visto, cada estructura en el pasado marchó perfectamente bien. Esa fue la verdad, por algún tiempo. Y eso de‘un descubrimiento siguiendo al otro a lo largo del camino’, ¿qué camino? ¿Yendo dónde? El así llamado ‘viaje de descubrimiento’, casi siempre ha recalado por razones que poco tienen que ver con la búsqueda del conocimiento. La ciencia, como todas las otras actividades humanas, es un producto de lo que la sociedad en cada momento piensa que es importante. Lo que la ciencia ha hecho en los últimos cientos de años ha sido dirigido por el hecho. En la Edad Media la estructura entera de la ciencia experimental occidental ocurrió casi involuntariamente. En esa época, la ciencia no habría tenido propósito, la Iglesia decía: 'No vale la pena estudiar este mundo'. Entonces, la nueva lógica de la España arabizada se usaba para revisar las sagradas escrituras buscando errores de fe, para fortalecer la creencia. Y fue el buscar la luz con ese fin en mente lo que llevó a un monje a descubrir cómo el Sol formaba arcos iris. Experimentalmente. Usando bolas de vidrio y lógica. Hay otras formas de investigar el universo. Veamos una que comenzó al mismo tiempo que nuestra forma griega, 2500 años atrás. Pero esa, a diferencia de nuestra forma, no cambió el mundo. Y a pesar de ello de algún modo el budismo hace justamente lo que hace la ciencia.


Explica cómo funciona el universo, y le conforta cuando parece fallar y es una parte integral de la vida diaria. El budismo le da al nepalés un conjunto de valores y normas de conducta para cada aspecto de su vida. Las imágenes y templos son constantes recordatorios de su explicación del universo, y donde encaja usted en el esquema global. La explicación no cambia porque se creó alrededor de una visión de la vida como un ciclo recurrente, como el ciclo de las estaciones que trae nacimiento y renacimiento cada año. Como en la naturaleza, no hay fin porque, en el momento de morir, la fuerza vital retorna al universo para ser vuelta a usar en una forma diferente. Una especie de 'conservación de la energía', diríamos. Y, como el retorno de las estaciones recuerda a los creyentes acerca de la continuidad del universo como ellos lo ven, así lo hacen también todos los instrumentos que los mantienen en contacto diario con ese universo. La oportunidad de estar en contacto con el cosmos a través de la oración llevaron a los molinillos de oraciones que se encuentran en cada rincón de sus vidas para ser girados en cualquier oportunidad. Una fuente de comodidad, dando un sentido de propósito para la existencia. Lo que la ciencia intenta hacer por nosotros. El budismo, como la ciencia, explica el universo a sus creyentes a través del uso de símbolos. Donde nosotros inventamos leyes de presión y termodinámica y gravedad para dar explicación a las diferentes formas en las que el universo se muestra en acción el budismo lo deja todo al cuidado de dioses y subdioses, cada uno responsable por un aspecto diferente de la existencia, cada uno explicando al creyente por qué ese pedazo de existencia hace lo que hace. Y, en cada comunidad, como una enciclopedia de conocimiento disponible para todos, el monumento Stupa, un resumen completo de la visión, así como también una guía para su meta de comprensión. Cada uno de estos niveles representa una de las trece etapas de conocimiento que llevan a la comprensión y la iluminación. Al nirvana. En las escuelas monásticas que tiene toda comunidad, lo básico se enseña por repetición. La naturaleza es subdividida, clasificada, nombrada. Como Einstein nos enseñó, estos monjes enseñan a sus alumnos que todo en la vida es relativo, que no hay realidad absoluta en nada que usted observe porque cambia cuando lo observa, y también usted. Como nosotros, algunos estudiantes que recuerdan bastantes de los 84.000 dichos de Buddha pasan severos exámenes y se gradúan para los estudios avanzados. Se convierten en monjes. En este nivel, el budismo cobra algunos de los aspectos de la ciencia occidental. El progreso depende de expresarse en el vocabulario especializado de la disciplina.


Los actos ceremoniales como ejercicios de recordar una explicación del universo que a su modo, es tan completo como la de la ciencia. Esta visión del universo es diferente de la nuestra porque vuelve la espalda al mundo. Cree que investigar las formas constantemente cambiantes de la existencia de todos los días sólo puede traer confusión. Alto en los Himalayas, la visión budista lo conduce hacia la comprensión de la naturaleza temporal de la vida y esa iluminación sólo puede llegar dejándola atrás. El paso final en la expresión de esta visión del mundo es la práctica de la meditación. Suele poner al creyente en contacto directo con el universo mismo, y traerle la comprensión de que la única realidad permanente no se encuentra en las partes de la existencia sino en su totalidad. Para convertirlo en un verdadero sacerdote, la meditación tarda tres años, tres meses, y tres días, 16 horas al día, y lleva a una negación total de sí mismo. Esta visión del universo no es una visión. Esto es, no hay nada para ver. No hay verdad, sólo vacuidad. No digo que todos nosotros debiésemos dejar la ciencia y la tecnología que nos mantienen vivos que nuestro modo racionalista de hacer las cosas nos ha dado, y venir aquí al pie del Everest, rechazar el mundo y meditar. Sólo que las visiones no científicas del mundo, como esta, no son necesariamente ignorantes. En su forma, explican el universo tan completamente como lo hace la ciencia. Y como usted ha visto en esta serie, todo lo que la ciencia nos da es lo que su creencia les da: certidumbre. Sólo que la de nosotros cambia todo el tiempo, la de ellos no. Y respecto a los valores permanentes que se supone que no cambian a pesar de que nuestro conocimiento sí, bueno, cambian también. Antes era bueno quemar mujeres, incorrecto decir que la Tierra giraba alrededor del Sol, lógico discutir acerca de ángeles en la cabeza de un alfiler. Los valores cambian cada vez que el universo cambia. Y eso sucede cada vez que redefinimos un pedazo bastante grande de él, lo que hacemos todo el tiempo a través del proceso de descubrimiento que no es descubrimiento, sólo la invención de otra versión de cómo son las cosas. Y aún a pesar de eso nosotros todavía seguimos creyendo que la versión de hoy de las cosas es la única correcta. Porque, como usted ha aprendido de esta serie, sólo podemos manejar una forma de ver las cosas a la vez. Nunca hemos tenido sistemas que nos dejaran hacer más que eso.


Así que siempre hemos tenido que estar conformes con la visión corriente. Disentía con la Iglesia y era castigado como hereje; con el sistema político: como revolucionario; con el stablishment científico: como un charlatán; con el sistema educativo: como un fracaso. Si usted no encajaba en el molde, era rechazado. Pero, irónicamente, el último producto de ese modo de hacer las cosas es un nuevo instrumento, un nuevo sistema que, al mismo tiempo que puede hacer la conformidad más rígida, más totalitaria que nunca en la historia también podría abrir todo plenamente. Porque con él podríamos operar en la creencia de que valores y normas y ética y hechos y verdad todos dependen de su visión del mundo y que puede haber tantas visiones como personas. Y con esto capaz de llevar la cuenta de esas millones de opiniones expresadas electrónicamente podríamos ser capaces de levantar las limitaciones de conformarnos a cualquier forma de gobierno representativo centralizada, que se inventó originalmente porque no había modo de oír la voz de todo el mundo. Usted podría ser capaz de dar acceso sin obstáculos, sin pruebas a todo el mundo al conocimiento, porque una computadora haría el trabajo cotidiano para el cual sólo calificaban unos pocos elegidos por un sistema educativo originalmente diseñado para un mundo donde sólo pocos podían ser educados. Usted podría acabar con la regimentación de la gente que vive y trabaja en ciudades vastas, inmanejables, uniéndolos, en su lugar, en una comunidad electrónica donde los Himalayas y Manhattan disten sólo una fracción de segundo. Usted podría, con eso, y mucho más, romper el molde que nos ha contenido desde el comienzo, en un mundo futuro que describiríamos como “anarquía balanceada” y ellos describirán como una sociedad abierta, tolerante con todas las visiones, consciente de que no hay un modo privilegiado de hacer las cosas. Sobre todo, capaz de acabar con la tragedia más grande de nuestra era, el derroche de talento humano de siglos que no pudimos o no quisimos usar. ¿Utopía? ¿Por qué? Si, como he dicho todo el tiempo, el universo es lo que dice usted que es, entonces dígalo.


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