revistA
N/1
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“Nos contamos historias para poder vivir� Joan Didion
La teja -No. Estoy bien, gracias, no se preocupe, gracias, estoy bien así. NO ESTOY EMBARAZÁ, WEÓN. ¿NO VEÍ QUE ESTOY GUATONA?, ¡¿NO PODÍ DIFERENCIAR ACASO?! Qué ganas de decirle eso. Qué ganas de que hubiese salido bien la cita. Son las 9.30 y yo devolviéndome pa la casa mientras que todos los cabros jóvenes están saliendo recién a carretear con sus amigos, tomando en el metro sin saber qué les espera la negra noche. Ay, juventud, divino tesoro. Me acuerdo de cuando estaba en el técnico y después de la práctica nos íbamos al Bella a tomar chela y nos quedábamos hasta tarde bailando de bar en bar con las demás chiquillas y pa rematar la noche, algún cabro nos invitaba unas sopaipas del puente. Tiempos aquellos... Qué será de la Sandrita, esa sí que era buena pal carrete, tendrá un crío igual que yo me imagino, si al final todas nos hemos creído el cuento del amor. Pa peor no sé por qué está tan lleno el metro a esta hora; me corre la gota gorda entre las tetas... Entre el calzon-faja, la panti, la falda de cuerina, la blusa, la chaqueta metía en el ala, y la bucanera con terraplén que me puse pa verme bien pal tinderucho, la transpiración se me mezcla con frustración. Como tres horas arreglándome pal perla. Y pa qué, pa que nos tomáramos dos pitcher de Heineken, de Heineken po, picante. Ni unas papitas pidió el desgraciao y como se supone que las damas no comemos en las citas, puta, obligá a cagarme de hambre pa no mostrar la hilacha. Y yo, toda tierna, le sonreía con cara de imbécil cuando me contaba que él vendía repuestos y que los fines de semana le gustaba ir a la casa de su mamá porque hacen asados y no sé qué otra historia me contó el guataca. Pero claro, cuando me preguntó a mí qué hacía, ni siquiera alcancé a decir pío cuando se metió al celular el gordo mamón. ¡¿Y PA QUÉ PREGUNTAI QUÉ HACEN LAS TENS SI NO QUERÍ SABER LA RESPUESTA, GUATÓN INCULTO?! -Tan temprano que llegaste mijita, ¿cómo te fue? -Nada que contar… -Y tan bonita que se ve. -Mmm, sí. -Iba a acostar a la niña que se quedó dormida viendo la película. -No se preocupe, mami, la acuesto yo. Siga viendo la tele nomás.
Me quedé unos segundos viendo “Troya”. Justo era la parte en que Orlando Bloom y el viejo se peleaban a muerte por la Helena famosa. Yo de verdad encuentro que está mal repartido el chancho… Hay algunas por las que se pelean, hacen guerras, la tremenda parafernalia mientras que una aquí, aplicación tras aplicación sin ni un imperio por conquistar. Pero tomar a la Elisita es como transportarme a otro mundo. -Siga durmiendo, mi amorcito, no se despierte. -Qué lindo ese brillito que te pusiste en los ojos mami. Me gusta. -¿Si? -¿Mañana nos podemos poner eso mismo? -Bueno, mi amorcito, pero ahora siga durmiendo. Te amo, sueña bonito. Mi niña, tiene su pieza toda decorada con sus pinturas. Me da nostalgia ver esa que tiene al frente de su cama, nos dibujó a los tres con su papá. Yo… No sé si alguna vez ella va tener esa familia con la que sueña, de esas familias lindas, completas, como las que salen en los comerciales del Jumbo. Igual me da alegría ver esas otras pinturas, llenas de colores, de flores, de mariposas. En el colegio le enseñaron a hacer unas haditas de ese material como lana hilachenta y ella hizo un móvil y lo colgó arriba de su cama. A veces me cuestiono si será una cabra rara, porque todas las demás niñitas quieren hacer esas cosas de los tik toks, pero ella ni me pide el celular. Dicen los papás por el grupo del whatsapp que tengamos cuidado porque anda mucho pervertido suelto que le gusta ver a cabritas de 6-7 años bailando mientras se toquetean. Por suerte a la Elisa le gusta salir, eso es lo que más le gusta. Se queda pegada mirando los bichos, se da vueltas de carnero en la plaza y habla con todos los cabros chicos de los juegos, hasta con los más moquillentos. Ay, mi niñita. Le hago cariñito en el pelo y me acuerdo cuando era un monito chiquitito. Es raro tener una parte de una afuera, yo a veces siento como si no fuera mi hija porque salió tan inteligente. Los doctores dicen que la inteligencia se hereda de las mamás y en realidad yo creo. Porque a veces de verdad que yo siento que al Vicente le faltan palitos pal puente, desde chico que fue medio quedao, pero como que se le ha intensificado con los años. Siempre detrás de la falda de la mamá. La pobre vieja le debe planchar hasta los calzoncillos al guailón. Y me acuerdo al año de que nació la Elisa que empezó con la tonterita de que no sé quién soy, que quiero cumplir mis sueños, que no sé si estoy preparado pa esto. Y ahí sigue: viviendo con la mamá, trabajando en el mismo taller con el papá y con el mismo cuento de siempre. No… Si los hombres no
cambian, una no más que es weona y se cree la historia del príncipe azul. Ya con mi pijamita de polar me puse a pensar, pero más pa atrás... En el que embarazó a mi mamá, “mi papá”. Me da un poco de pena acordarme cuando en el colegio me decían que era huacha, la hija del lechero y todas esas tonteras que dicen los cabros chicos. A mí nunca me importó porque mi mami siempre me crió fuerte, me decía que las mujeres no necesitábamos hombres así que ella era mi mamá y mi papá. La vieja siempre fue chica, pero bien empeñosa. Me acuerdo cuando llegaba del liceo y mi viejita venía toda cargada con telas pa cortina que le había ido a comprar a las viejas cuicas. Se pegaba el tremendo pique: desde Independecia a Peñalolén, en los tiempos en que no había línea 4 y por aquí era puro barrial. Me cuesta entender a esos papás que se echan al pollo…. O sea, yo entiendo que el caso de mi mami eran otros tiempos y eran pobres y chicos y toda la cuestión, pero qué es esa wea de siy miy inmidiri piri criir ini güigüi. Y ahora, el caballero ya debe tener como 55 años ¿No se acordará que tiene una persona botada en el mundo con su misma cara? Porque si hay una wea que me recuerda mi mami cada vez que se cura en cualquier fiesta (y puta que es curá la señora), es que tengo la misma cara del viejo: los ojitos claros y la cara redondita, me dice. Yo doy gracias a Dios de que por lo menos el papá de la Elisa existe, no paga ni uno, pero la viene a ver todos los santos domingos del mes. En fin, es sábado, tenemos salud y tengo una casita, que aunque sea chiquitita, yo sé que algún día va a ser mía. Buenas noches los pastores y esperar a que el guatón horrendo no se me aparezca en pesadillas. Puta que hay que ser cagao pa dividir la cuenta en la primera cita. Ay… Por suerte, acabo de ver a Brad Pitt en HD. Eso al menos me da un poco de esperanzas. Por la chita que sale mino en “Troya”: pelito largo, jovencito, guatita durita, un hombre así quisiera yo pa mi. Quién fuera la Angelina pa adoptarle más negritos. Ayayay y... PUM, me cae la teja po. A ese weón también lo acusaron por violencia intrafamiliar hace un tiempo. Puta la wea, es que ni los de la tele se salvan. Rosario Fontecilla Palma
Los sonidos de las ventanas Con los ojos pegados al vidrio, siento de esquina a esquina un vientecito. Miro las nubes romperse y escurrirse de agua, las olas que se recogen con miedo a las vías. Eran esas manos desaparecidas, las que por mi mente giraban, expandiéndose por las nubes borrascosas, e incomodando mi cuerpa temblorosa. Esos recuerdos que congelaban vistas en las ventanas, traían inseguridades navegantes por las pieles, pieles sometidas a libertades frágiles, queriendo gritar hasta el poder desbordar.
Burbujas enjauladas Bajaba por las escaleras con la cabeza agacha’, el gorro puesto y zapatillas sin respirar. Rapidito iba meditando a gritos su impunidad. Te gritaban 2 o 3 cosas, o te seguían con ojos de cazador, desatando tornados en voces con temor. Nos obligaron a vivir sordas, enjauladas en su propia esfera, donde, por abrir los ojos, te tildaban de histérica. Esto duró hasta nuestro encuentro en agonía, donde todas reunidas, explotamos libertad. Florencia Parada Gil
erratas Hualpén, jueves 13 de agosto del 2020 Me encontré con la carta que le escribí a la Zuny y todo el relato de confesión brumosa que le dediqué conectada a la imagen de ella altiva, tomando su mate en una mano y su pucho en la otra. Hace poco se cumplieron dos meses desde que murió y no me di ni cuenta. O sea, sí, pero apenas. Lo heavy es que la vida sigue pasando. De hecho, al otro día de que murió la Zuny, mientras me mandaban videos del cortejo pasando afuera de la casa angulosa del barrio del que poco salía (sí, el futuro es hoy, estuve en un funeral vía WhatsApp), y además de hacer un collage a mano con la foto de la Zuny y ponerle letras y flores, celebré mi cumpleaños con mis hermanos y una prima en la casa pidiendo delivery de almuerzo. Suena re cuatico que tu abuela muera el día antes de tu cumpleaños, pero la verdad es que me alegra que sea una secuencia de números memorable. Un 9 murió el Tata, un 10 murió la abuela, un 11 es mi cumpleaños. Estamos coordinaditos, somos como musicales para el calendario, acompasaditos. Más encima, por la muerte de la abuela llamó a la casa el gobernador provincial porque fue la primera muerte por Covid, entonces avisaron que correrían con los gastos del cajón. Como familia ganamos los sorteos más random de la vida. El Tata se ganó un refrigerador en el Buenos Días a Todos, mi abuela se ganó un cajón de madera nativa en la pandemia mundial y yo me gané entradas a un cine independiente de Talca por Facebook. Cortados con la misma tijera de la aleatoriedad. Si bien en la carta a la Zuny le conté la historia tragicómica con exmarido, no fue con detalles. En mi capa más mística por llamarla de alguna manera, creo que ahora que es parte del cosmos y sus sonidos, y entonces tiene acceso a la información completa. No sé si será así, pero a veces incluso me da un pudor convulsivo. Pienso que los muertos tienen acceso a mis
pensamientos y me da algo similar a la vergüenza porque ven los que me gustan y a los que no tanto. Me parece que es un ejercicio de verdad muy cuatico porque empiezas eventualmente a pensar cosas que te gustan más como pa no dar cuenta a los fantasmas de alguien que no te cae bien en tu interior. O más aún, para no ser en tu interior una persona poco interesante porque medio peso cargar con alguien que te cae mal pa todos lados. Se me ponen un rato los cachetes rojos, porque el sonido de mi pensamiento lo escuchan el Tata y la Zuny, por ejemplo, pero me adapto rápido a saberme leída desde adentro. En fin, la historia de exmarido es brígida. Onda, teleserie. La Zuny recibió como el teaser sobrecogedor de empoderamiento femenino antes de morir, porque en verdad es como una nebulosa de cosasemociones y todo. En algún momento fue una nebulosa chiquita, sencilla. Muy como que fueronfelicesparasiempre, pero no. La nebulosa se agigantó un día que desperté con marido encima metiéndome los dedos como palillos de tejer puntiagudamente fríos, y con su boca insolente en picada hacia una de mis pechugas mientras todo mi cuerpo lánguido dormía. Esquivé esa boca y su gesto (que ahora me parece temerario y absurdo) porque una corriente de alarma eléctrica vibró hasta que abrí los ojos inquieta. Removí asustada esos dedos cobardes y casi olvidando por completo dónde y con quién estaba. Cómomellamoporquépasaesto. Marido se dió vuelta. Yo quedé despierta por horas. Solo me tranquilicé de que estaba en mi departamento segura, ¿o no? Marido abusador al otro día no se entera de nada. Maridoabusadorsonámbulo. “Sexsomnia se llama, es un problema que no he podido superar”, me dijo un ex que hacía la misma mierda, tan acongojado que daba más pena que rabia. “Te juro que yo ahora viviendo con puras amigas, duermo mejor que en años compartiendo cama con hueones” me dijo la Silvia, sin cachar el sentido que me haría después. Había un cartel del 8M que me quedó tatuado en el cerebro para ocasiones así: “WEÓN TERAPÉATE”. Venía a mi mente tipo lettering versión flúor, tipo collage, tipo pañuelo, escultura, pintura incandescente. Y entonces, le sugería a marido que fuera a terapia (putalahueádenuevo, pensé recordando haberle sugerido a
mi anterior pareja lo mismo) porque era un sonámbulo abusador. Y él respondía que lo iba a hacer, pero no ahora porque no tenía plata para “eso”. Pasaba un tiempo, y llegaba preguntando si habían llamado de conserjería por las cosas que compraba en internet. Una vez llegó un dinosaurio de juguete que hizo caminar por el pasillo y luego se quedó juntando polvo en mi escritorio (el de él ya estaba lleno de Aliexpress). Por ese entonces, con dinosaurioconpatitasadínamo y todo, fue cuando me empecé a sentir más como fosa séptica ambulante. Por ese punto de la difusa línea temporal encontré una picá para almorzar donde el plato enorme valía tres lucas y el local olía siempre a calor de sopa, aunque no hubiera en la carta ese día. Era un refugio abrigador porque marido ya no iba a lugares así a menos que anduviera de viaje. Marido por elección solo iba a los brunch y los lugares de almuerzo que especificaban de qué lugar del planeta sacaron las recetas: árabe, china, peruana, italiana, india, etc. Tragando la cuenta de Netflix que me pasaron, pensaba: “Me ahogo acá, me voy a morir”. Una vez salí y compré un adorno para colgar en la lámpara que vi en la calle como para modificar algo. “Tengo que ser feliz, hace caleta que no soy tan feliz comoparallamaramimamá”, me decía también. Y quería llamarla, pero me daba lata decirle que tenía pena porque la pena se le pega a ella como se pega un bostezo. Me imaginé mil veces flotando transparente en la piscina del edificio boca abajo. Pero ese momento estático y despojado de vitalidad llamado “ser esposa” se acabó y la hueona que se terapió al final fui yo. Valentina Oñate Molina
BALCóN -¿Te imaginai saltar de acá pa’bajo?
-Déjate de hablar weas, weón. -Ya perdón, es que me fui en una volá densa igual… ¿Por qué crees que me dejó? La firme. -Por qué te poni así de masoquista, si ya sabí la respuesta. -No, no la sé. Necesito que me la digai, ahora, a las tres de la mañana, en este balcón de mierda. -Ya, si no es tan enano tampoco. -Weón, solo cabe una silla, no wei. Aunque no me molesta estar parado tampoco, así veo todo lo que está pasando en el departamento de al frente. Creo que ya se acostó la loca, apagó la luz. -Mira, no te quería no más. Yo creo que nunca te quiso al cien por ciento. ¿Querí una pitiá? - Sí, sí, pasa. Pero, ¿cómo así? A ver, expláyate. -Nunca te miró… realmente. ¿Me cachai? En el carrete del Pablo ponte, siempre la vi media perdida, evitando mirarte fijo cuando tú le hablabai. Pa’ mí eso no es amor. -Ya, que le poní color. Si igual uno siempre se pone incómodo cuando te miran fijo. -A ti te encanta hacer eso. Me lo hací todo el rato. -Ni me doy cuenta. Me quedo pegado en los detalles de las caras. Encuentro chistosos los ojos muy pequeños, o muy grandes. O tu nariz. -Y dale con mi nariz. -¡Pero si no te estoy weando! Más que por lo grande, que eso es obvio, es porque siempre la moví o te la andai rascando. -Ya, mucho pito por hoy parece. -En serio. Tiene algo. No sabría definírtelo. -La Paula la tenía como un punto minúsculo. Demasiado ridícula. -¿Te gusta la Paula? -Y ahora pasamos a la etapa de la paranoia. Weón, solo era un co-
mentario. Dejemos de hablar de ella, porfa. Hablemos de… las plantas de Víctor. -¿Del vecino? ¿Tan en nada estai? -Yo encuentro que tienen algo. Las plantas. -Ya, te gusta el vecino. Es la única razón por la que estariai hablando de él. A mí me cae como el hoyo. Todo perfeccionista con su balcón gigante. -Vo creí que a mí me gustan todos. Yo creo que tu rollo es que estamos casi cayéndonos en esta wea de balcón. Te importan un pico las plantas. ¿Querí sentarte? -Hasta que me la ofreciste. No, ¿es que sabí que me pasa con el vecino? Siento que me mira cada vez que salgo a fumar pa’cá. Nunca me dice nada, pero me sonríe con su cara de mamerto. -A mí me cae bien igual. La otra vez se rió de lo apretados que estábamos. El sábado pasado fue. -Sí, por eso me cae más como la mierda. Siempre con su gesto cínico. -Yo creo que te paqueai porque debe creer que somos pareja. -Qué te pasa weon. Si yo sigo enganchado de la Paula, vo’ sabí. -Sí… sí sé. -¿Y a ti no te gustaba la Lore? -Eso fue hace rato igual. Nunca me pescó. Además, me da lata empezar una relación ahora. -¿Por qué? Encuentro que estai perfecto: tení pega, tení pieza solo, qué más querís. -Es que pololear te demanda demasiado tiempo. Y tú sabí cómo me pongo. -Webeai todo el día. -No exagerí tampoco. -Admítelo. Quizás tení problemas de dependencia emocional o algo así. ¿Le faltó cariño cuando chico? ¿O tal vez le dieron demasiado? -Ya, qué paja. Pero eso, estoy bien así, aquí, en este departamento contigo, y espero no necesitar a alguien en mucho tiempo más.
-Eso suena como si te fuerai a poner dependiente conmigo. -No, no suena a eso… ¿Cachaste? Parece que la cabra del frente se levantó de nuevo. -Buena, tal vez sea mi oportunidad para invitarla. Uno que está con el corazón roto. -Yo te veo bastante bien. -Puro querí que no venga. Además, me ves bien ahora, sentao y volao feliz, pero te apuesto que mañana no voy a estar igual. -A mí me da lo mismo, trae a quien querai. Ya párate, me toca. -Weón, te acabo de decir que mañana voy a andar peor y te preocupai por la silla. -¿Ahora eres tú el sensible? Avisa pa’ la otra. -¿Qué te hice ahora? ¿Te enojaste? ¿Te rompí el corazón? -Es que parece que tení razón. Este balcón es demasiado chico para dos. -¿Me voy? -Obvio que no, pero porfa no invites a nadie. Catalina Cox Lyon
previo aviso Si yo soy viento Tu eres jet Lockheed sr-71 Si yo soy río Tu eres Hidroeléctrica Si yo soy lamento Tu eres 60mg de Prozac Lamentable: Todavía mucho nos une Por más que he quemado Todos los puentes posibles Boletas de honorarios Muebles barnizados Restoranes bien ubicados Cuellos perfumados No es amenaza Legislador rockero Prócer piscolero Por esta pirámide no ruedan cabezas solo se mira para arriba Después de un arduo día de mirar para abajo No es amenaza Mero divorcio simbólico Aunque quizás un día se me escape una patada en la canilla. José Irmas
BIoGrAFÍAS
•Rosario Fontecilla Palma: biografía en construcción. •José Irmas es litógrafo caricaturista y pilastrero de medio tiempo. •Valentina Oñate Molina además de tener ese nombre largo, en yoga es Añjali Devi y en el chamanismo Viento Violeta. Su papá le quería poner Zunilda Valentina. Piensa adoptar pronto una planta. Se ha presentado y hablado de sus sentimientos muchas veces porque estudió psicología y es adicta a los talleres y los espacios de conversación desde 1994. •Florencia Parada Gil anda en la luna todo el día, ama los mishis y los cactus. •Catalina Cox Lyon es una joven, licenciada, dormilona part-time. Sujeta con alta capacidad de asombro, propensa a llorar de vez en cuando. Gusta de viajes a dedo, alimentos dulces y abrazos de sus sobrinas. Escribe con la mano izquierda, resignándose a este mundo de diestros. No tiene ningún norte claro, pero sí sabe que el sur le seguirá
agradecimientos
A Florencia Parada Gil por su arte en la portada y dentro de estas páginas. A Valentina Oñate Molina por sus collages ideados y perfeccionados por su infinita creatividad. A Catalina Cox Lyon por su bordado pensado exactamente para cada palabra de su cuento. Y por último, a todes los asistentes de este taller, que fueron llenando nuestras tardes de cuentos, lecturas y momentos de contención en esta, una de las épocas más turbulentas.