América Latina Entre 1930 Y 1950 El Populismo El desarrollo del peronismo ha marcado la entrada de la Argentina a la política de masas. Este pasaje se hizo a través de una importante movilización social, una fuerte identificación de las “masas populares” con el líder y un énfasis acentuado en la participación. Es el momento populista por excelencia de la política argentina. Sin embargo –y ello es cierto en general para América Latina– la política de masas no es sinónimo ni de partido de masas ni de reforzamiento de las instituciones representativas. Aceptando que la idea de democracia implica la existencia de un sistema político que funcione como mediador entre sociedad y Estado, estamos de acuerdo con Touraine que en las sociedades dependientes esta separación no existe.
Touraine
Al contrario, hay una desarticulación entre sistema económico, sistema político e incluso sistema ideológico; la consecuencia es la indiferenciación entre sociedad civil, Estado y sistema político que aparecen confundidos. En la acción social se mezclan dimensiones propias a cada una de las esferas, como por ejemplo, clase, nación, desarrollo, etc. El populismo es una forma de integración de este sistema de acción desarticulado, a través del Estado, de un movimiento o de un partido. No se puede pues esperar de estos partidos que representen grupos o intereses sociales que en el límite, no logran organizarse fuera del sistema político e inclusive del Estado, por la vía corporativa. Es en ese sentido que Touraine habla de la política de masas como la antítesis de la política representativa. Los partidos que se forman en este contexto tienen mucho más chance de desarrollarse con éxito si integran varias dimensiones. Es por lo mismo que los grandes partidos en América Latina, con muy pocas excepciones, han sido pluriclasistas, estatistas y al mismo tiempo han priorizado
contenidos nacionalistas y anti-elitistas. Si bien el peronismo responde más claramente a esta caracterización ella se aplica también al radicalismo. Las diferencias que señalamos antes permitirán, quizás, hablar como Germani de un populismo liberal (en el caso del radicalismo) contrapuesto a un populismo más característico del peronismo, por lo menos hasta el 73. Se combinan entonces características propias de los partidos, del sistema de partidos y del sistema político que han significado obstáculos importantes para la consolidación estructural del sistema y su funcionamiento. Todo lo dicho refuerza también la dificultad de tratar el espacio político de la competencia como unidimensional. Si bien no se puede negar la importancia de los clivajes sociales en la política argentina éstos no son necesariamente clasistas y se superponen a otros que a falta de mayor precisión podríamos llamar político-culturales. Estilos distintos de hacer política, valores y la configuración misma del sistema de partidos concurren a la creación de un espacio multidimensional de competencia en el cual el clivaje peronismo/antiperonismo expresa fusionándolos a todos los demás.
Germani América Latina 1930 – 1950
La sustitución de importaciones como estrategia frente a la crisis económica de 1930 Desde su incorporación al mercado capitalista internacional, durante la segunda mitad del siglo XIX, las economías de las sociedades latinoamericanas se especializaron en la producción y exportación de productos primarios. Esta fue la base de un modelo de organización de productos primarios. Esta fue la base de un de organización económica llamado de “crecimiento hacia afuera”, porque la mayor parte de los ingresos que obtenían los capitalistas (en forma de ganancia) y los Estados (en forma de impuestos) estaban relacionados con las exportaciones de materias primas y alimentos. Este modelo de organización económica orientado hacia afuera se vio duramente afectado por la crisis económica mundial de 1930. Frente a las dificultades para importar los productos necesarios para el consumo interno y el déficit de la balanza comercial -producido por el descenso del volumen de las exportaciones y la paralela caída de los precios de los bienes exportables-, los Estados latinoamericanos impulsaron un proceso de sustitución de importaciones . Este tuvo dos modalidades según el tipo de actividad económica que, en cada país resultó necesario para sustituir los artículos importados que resultaban indispensables. Las sociedades que durante la década de 1920 importaban considerables cantidades de productos agrícolas iniciaron un proceso de agricultura por sustitución de importaciones (ASI), orientada hacia el abastecimiento de alimentos para la población. En cambio, en aquellas en las que los rubros más significativos de las importaciones eran los productos manufacturados, se puso en marcha un proceso de industrialización por sustitución de importaciones (ISI). Sin embargo, en los primeros años de la década de 1930, la industrialización por sustitución de importaciones fue considerada y aceptada por los sectores capitalistas más poderosos vinculados con el sector exportador sólo como una estrategia que permitía superar la crisis económica hasta que se restablecieran las condiciones internacionales favorables para la exportación de bienes primarios. No se trataba, todavía de un proyecto industrialista orientado explícitamente a desarrollar la fabricación de bienes de consumo y de maquinarias y equipos. Sólo se pretendía sustituir los bienes importados imprescindibles, con el objetivo de satisfacer la demanda interna y equilibrar la balanza comercial. Este proceso de industrialización por sustitución de importaciones se inició primero en Argentina, Brasil, México y Chile, países que, durante la expansión de la economía exportadora de bienes primarios, habían desarrollado agroindustrias y/o algunas industrias de bienes de consumo. Estas sociedades pudieron expandir su producción industrial mediante una utilización más intensiva de sus equipos e instalaciones incorporando turnos suplementarios de trabajo. De esta forma fue posible aumentar la oferta sin inversiones previas de capital fijo y sin importar equipos adicionales.
En México, donde ya existía una experiencia metalúrgica importante, y en Brasil, donde el gobierno intervino activamente en la promoción de industrias básicas, el proceso de sustitución se profundizó y comenzaron a fabricarse localmente también algunos de los llamados “bienes de capital”. Se denominan bienes de capital aquellos productos industriales que son necesarios para fabricar las manufacturas industriales tales como las máquinas-herramientas. A lo largo de la década de 1930, la industria por sustitución de importaciones y la agricultura orientada al mercado interno se transformaron en sectores de la economía latinoamericana que alcanzaron gran dinamismo. El desarrollo de estas nuevas actividades económicas y la expansión de la intervención del Estado en la organización de la economía y la sociedad sentaron las bases de un nuevo modelo de crecimiento. Sin embargo, aunque la industria aumentó progresivamente su participación en el producto bruto interno de la mayoría de los países de los continentes, el sector fundamental de las economías latinoamericanas continuó siendo la producción de bienes primarios para la exportación. La novedad fue que los gobiernos diseñaron y aplicaron políticas económicas que lograron estimular las exportaciones eran la principal fuente de divisas para pagar las importaciones de bienes de capital, indispensables para desarrollar las industrias manufactureras.
El impacto De La Segunda Guerra Mundial En América Latina A partir del estallido de la Segunda Guerra Mundial, en 1939, los países latinoamericanos enfrentaron, nuevamente, grandes dificultades económicas similares a las que habían sufrido durante la Gran Guerra (1914-1918) y después del crack financiero de 1929 y la posterior crisis económica. Los países europeos en guerra redujeron significativamente sus compras de productos primarios latinoamericanos. A su vez, el suministro de productos manufacturados importados provenientes de Europa también quedó seriamente afectado. Por ejemplo, muchos productos que hasta entonces Gran Bretaña compraba a los países latinoamericanos –como el cobre chileno- fueron reemplazados por suministros de sus posesiones coloniales: los británicos sólo mantuvieron las compras de “bienes esenciales”, como azúcar y petróleo. De todos modos, el valor total de las importaciones británicas en América latina en 1939 y 1940 creció como resultado de sus compras de alimentos y de nitratos y metales. insumos requeridos para la fabricación de armas- a los países de la costa del Pacífico. Sin embargo, para preservar sus reservas de oro, Gran Bretaña no pagó estas compras con dinero en efectivo sino con la apertura en Londres de una “cuenta” de libras esterlinas que los países exportadores sólo podían utilizar para financiar sus propias compras a Gran Bretaña o las colonias de este país o para pagar a los acreedores británicos. El principal problema que afrontaron los países latinoamericanos fue la acumulación de grandes stocks de productos de exportación tradicionales -como trigo, maíz, aceite de linaza, café, cacao, azúcar y bananas-, con el consecuente derrumbe de sus precios. Los países más duramente afectados fueron aquellos que mantenían estrechas conexiones comerciales con Europa. Por ejemplo, el café del Brasil perdió un tercio de sus antiguos mercados, las ventas de carnes congeladas de la Argentina cayeron un 40%, Chile acumuló stocks de productos agrícolas, lana, maderas e incluso, de nitratos. En junio de 1940, Perú sólo había vendido un tercio de su cosecha de algodón. El impacto de la Segunda Guerra Mundial sobre las economías latinoamericanas hizo evidente, una vez más, la inestabilidad de la demanda internacional de productos primarios y, en consecuencia, la vulnerabilidad del modelo de desarrollo económico basado en las exportaciones de bienes primarios.
Las Relaciones Con Estados Unidos Entre 1939 y 1941, el gobierno de los Estados Unidos desarrolló intensas gestiones diplomáticas en América latina con el objetivo de lograr la neutralidad de los países de la región en la guerra y asegurar la protección de la paz en el hemisferio occidental. Después del ataque del Japón a la base de Pearl Harbor, los Estados Unidos se involucraron más directamente en el conflicto y exigieron a los gobiernos latinoamericanos el apoyo a la causas de los “aliados”. En la Conferencia de Ministros de Asuntos Exteriores, celebrada en Río de Janeiro en 1942, el representante estadounidense presionó para que se tomara la decisión de romper relaciones diplomáticas y económicas con las potencias del “Eje”. Esta propuesta fue aceptada por la mayoría de los Estados, con excepción de la Argentina y Chile. A partir de entonces, los Estados Unidos aumentaron las compras de insumos estratégicos a varios países latinoamericanos que habían declarado la guerra a Alemania y facilitaron el otorgamiento y facilitaron el otorgamiento de créditos para la construcción de carreteras –los estadounidenses estaban sumamente interesados en la finalización de la autopista panamericana- y para la adquisición de equipos de transportes y maquinarias. En particular, dieron prioridad especial a los requerimientos de bienes de capital de bienes de capital de la industria brasileña e impulsaron, a través de diferentes “convenios de cooperación”, el desarrollo de la industria siderúrgica (hierro y acero) en Perú y en México.
La Argentina y Chile fueron los países que por más tiempo se negaron a declarar la guerra al Eje y, por esta razón, sufrieron sanciones comerciales y financieras. Sin embargo, Gran Bretaña intercedió a favor de la Argentina, ya que este último país era el principal proveedor de productos vitales para la continuidad de acciones de las tropas británicas en el frente –tales como carnes enlatadas para la alimentación de los soldados, cueros para el mantenimiento de los armamentos y aceite de linaza para el camuflaje. La intervención de los Estados Unidos en las economías latinoamericanas durante la Segunda Guerra Mundial tuvo efectos contradictorios. Por un lado, su interés por mantener bajo su control la producción de insumos estratégicos impulsó el desarrollo de algunas industrias básicas. Pero, sin embargo, este desarrollo no aumentó la autonomía latinoamericana; por el contrario, significó un abrumador crecimiento de la influencia estadounidense en la región. El Comercio con Japón
Hacia un nuevo modelo de desarrollo económico: “el crecimiento hacia adentro”
A partir de 1930, para los grupos dirigentes que controlaban el estado, el impulso a la industrialización resultó una estrategia que, además de permitirles enfrentar las consecuencias de la crisis económica, les ofreció recursos para dar respuesta a los reclamos de los sectores asalariados movilizados que exigían no sólo participación política sino también una mayor participación en la distribución de la riqueza. Efectivamente, en esta primera fase de la industrialización por sustitución de importaciones, la fuerte intervención de los Estados latinoamericanos y la radicación de cuantiosas inversiones extranjeras generaron un importante aumento en el empleo de fuerza de trabajo asalariada. Así, numerosos sectores de trabajadores estuvieron en condiciones de acceder al consumo de los nuevos productos industriales o ampliar el que ya tenían. Por estas razones, el importante crecimiento de la industria que, en esos mismos países, se registró en los años de la Segunda Guerra Mundial fue una respuesta no sólo a una coyuntura provocada por el conflicto bélico sino también al crecimiento del mercado interno, es decir, al aumento de la demanda de bienes de consumo no durables (como los alimentos) y durables (como los electrodomésticos) por parte de los sectores medios y de trabajadores urbanos. A su vez, la existencia de consumidores solventes motivó a los capitalistas a realizar nuevas inversiones productivas, con lo que aumentó nuevamente la cantidad de trabajadores empleados que recibían un salario que podían gastar y se multiplicó la demanda. En la mayoría de los casos, estos cambios en la organización de la economía contribuyeron a la consolidación de la burguesía industrial como un nuevo sector interno de la burguesía y provocaron la ampliación de la masa de los trabajadores urbanos. Esta nueva forma de organizar la economía fue denominada de “crecimiento hacia adentro”, porque los ingresos que recibían los sectores capitalistas y los Estados nacionales provenían ahora no sólo de las exportaciones sino también del consumo de los bienes producidos localmente para el abastecimiento del mercado interno. Brasil, México además, comenzaron a exportar manufacturas industriales: las exportaciones brasileñas y mexicanas pasaron de ser prácticamente cero a finales de los años treinta al 20% de las exportaciones hacia 1945. En el caso de Brasil, muchas de estas ventas se dirigieron a otros países latinoamericanos; México también vendió fuera de la región. Finalizada la Segunda Guerra Mundial la expansión de la industrialización por sustitución de las importaciones y el interés de los distintos sectores en que esta actividad se transformara en la base de un nuevo modelo de desarrollo económico planteó la necesidad de redefinir las relaciones de poder entre los sectores oligárquico s tradicionales y los grupos sociales que se beneficiaban con el
“crecimiento hacia adentro”. En algunos países, esa redefinición tuvo como resultado la constitución de nuevas alianzas sociales que incluyeron -en mayor o menor grado- a los sectores terratenientes más poderosos. En otros, el desarrollo hacia adentro y la nacionalización de la economía fue un proyecto llevado adelante con distinta suerte, por alianzas sociales que intentaron concretar transformaciones revolucionarias. La intervención estatal en la economía A partir de 1930, los estados latinoamericanos jugaron un papel decisivo en la progresiva orientación de la economía hacia la producción para el mercado interno. A través de distintas medidas, intervinieron activamente para proteger la producción industrial local –mediante la fijación de altos aranceles para los productos extranjeros que significaban competencia, por ejemplo- y para transferir divisas obtenidas por el sector exportador hacia las producciones para el mercado interno. Los Estados orientaron las inversiones de capital hacia la industria a través del otorgamiento de créditos ventajosos al sector empresarial privado local y, además, realizaron inversiones públicas directas destinadas a la creación de infraestructura básica –como plantas de producción de acero y refinarías de petróleo. Otra de las acciones que caracterizó la intervención de los Estados en las economías latinoamericanas durante estas décadas fue la nacionalización de los recursos considerados clave para el desarrollo de cada país. La acumulación de divisas producida durante la guerra permitió, además, que varios Estados –Brasil y México- entre otros pudieran cancelar completamente sus deudas externas.
Nacionalismo Y Populismo Son dos conceptos que caracterizan y explican la orientación general de las transformaciones que protagonizaron la mayoría de las sociedades de América latina desde fines de la década de 1930 y hasta mediados de la década de 1960. Intervención estatal y nacionalización de la economía. A partir de 1930, en algunos casos más tempranamente y en otros mucho después, los gobiernos latinoamericanos comenzaron a tomar medidas orientadas hacia la nacionalización de los sectores clave de la economía. En sociedades que habían mantenido –parcial o completamente- el control nacional de sus economías, tales como México, Brasil, Chile, y la Argentina, el nacionalismo económico de este período se redujo en la “nacionalización” de algunos sectores o actividades económicas que estaban controladas por capitales extranjeros y en la intervención destinada a profundizar y expandir la industrialización en marcha. En otras sociedades en las que, hasta la puesta en práctica de la nueva orientación, había predominado la economía de enclave, como Guatemala y Bolivia, por ejemplo, la “nacionalización” de la economía tuvo como primer objetivo recuperar el control de los recursos naturales estratégicos, hasta entonces manejados por empresas extranjeras. En estos casos, la recuperación del control nacional de esos recursos fue considerada como un requisito para impulsar un programa de industrialización y lograr el desarrollo económico. Según las premisas del nacionalismo económico latinoamericano de las décadas de 1940 y 1950, cada sociedad y cada Estado debía tener el control de los recursos naturales vitales localizado en el territorio de la “nación”, para estar en condiciones de llevar adelante una fuerte redistribución de la riqueza a favor de los sectores los sectores populares. El 18 de marzo de 1938, Lázaro Cárdenas, presidente de México, dispuso la expropiación de las compañías petroleras estadounidenses y de todos sus bienes. A partir de la misma fecha, una empresa estatal PEMEX (Petróleo Mexicano) se hizo cargo de la explotación del petróleo en todo el país. Cárdenas también nacionalizó los transportes y “mexicanizó” los transportes y “mexicanizó” las compañías de seguros. En 1938, Getulio Vargas, presidente de Brasil entre 1930- 1945 y entre 1950 y 1954, anunció al país que había resuelto “liberarlo de la dependencia económica internacional” y poco después dictó medidas para asegurar el control nacional de la industria siderúrgica. Finalizada la guerra profundizó la nacionalización de la economía brasileña y a principios de la década de 1950 dispuso la creación de Petrobras, el monopolio petrolero estatal y de Electrobras, la empresa estatal de electricidad.
En Chile la intervención estatal para el desarrollo de la industria se concretó durante el gobierno del Frente Popular (1938-1941), una alianza política integrada por radicales, demócratas, liberales y socialistas. En 1939, el presidente Pedro Aguirre Cerda dispuso la creación de la Corporación de Fomento de la producción (CORFO). A través de la CORFO, el estado chileno transfirió parte de los ingresos fiscales provenientes de las exportaciones de cobre al sector industrial local mediante el otorgamiento de “créditos blandos”- es decir, a bajo interés y largo plazo- y de inversiones estatales directas en obras de infraestructura básica. Cárdenas y la consolidación de la revolución Mexicana: “A comienzos de la década de 1930 el Proceso de la revolución Mexicana se había estancado. La reforma agraria se había detenido y los sectores más importantes de la economía nacional estaban en manos extranjeras. Lázaro Cárdenas asumió la presidencia en 1934 y lideró la reacción nacional contra el estancamiento revolucionario. Ante la difícil situación que atravesaba la Revolución, Cárdenas optó por unir a los sectores campesinos y obreros dispersos y comprometerlos en un programa nacionalista que asegurara el control de su propia economía. Con este propósito impulsó la sindicalización de los trabajadores y campesinos. Entre 1930 y 1940 se triplicó el número de adherentes a organizaciones gremiales y los sindicatos de los empleados públicos y del petróleo se transformaron en los más importantes del período. Además de nacionalizar el petróleo y otros sectores estratégicos de la economía mexicana, dio un fuerte impulso al reparto de las tierras. Entre 1935 y 1940 fueron distribuidas un promedio de casi tres millones de hectáreas por año, con un total de 129.000 beneficiarios. Pero Cárdenas no pudo impedir que entre 1940 y 1952, sus sucesores Manuel Ávila Camacho y Miguel Alemán, dieron marcha atrás en muchas de las medidas económicas nacionalistas. Estos gobiernos impulsaron la industrialización pero abrieron las puertas al capital extranjero, especialmente el estadounidense. La nueva burguesía industrial pasó así a ser la gran beneficiaria de una revolución que Cárdenas había querido destinar a todo el pueblo”. José Luis Romero, Gran historia de Concepto de Autoritarismo extraído del Diccionario Consultor Político, Julio César de la Vega, Buenos Aires, 1987. Para definir el autoritarismo se deben tener en cuenta tres características fundamentales del mismo, en relación con la autoridad. 1. Su concepción de la autoridad 2. El tipo de relación entre los que mandan y los que obedecen.
3. La forma de ejercer la autoridad En el primero de los aspectos es necesario dejar sentado que el autoritarismo tiene su base en una personalidad autoritaria que concibe en forma definida como deben ser las relaciones entre los que mandan y obedecen, que tiene un preciso concepto de la jerarquización del poder y entiende que la obediencia implica una sumisión incondicional sin ningún tipo de presencia analítica. Esta personalidad autoritaria parte del supuesto de que la autoridad debe ser obedecida aunque quienes lo hagan no comprendan la naturaleza de lo que se manda. No concibe el logro de objetivos sin una entrega incondicional del cuerpo social a la autoridad. El autoritarismo no es patrimonio de ninguna ideología política determinada y puede estar presente en las de distinto signo, ya sean de izquierda o derecha. Desde este punto de vista, es una forma de organizar el poder para poner en práctica sus principios ideológicos que por lo general están consustanciados con él. Por lo general, quienes tienen espíritu autoritario, profesan ideologías con las mismas características, y os que están en desacuerdo con él, sustentan ideas democráticas. La diferencia entre autoritario y no autoritario no estriba en que éste niegue y no se someta al principio de autoridad, sino que tiene con aquél diferencias con respecto a la naturaleza de la misma. El autoritarismo presenta dos facetas fundamentales y distintas. Una es cuando la relación entre los que mandan y los que concentran y los que obedecen transcurre por un sendero arduo, donde aquellos tienen que apelar al máximo rigor para imponer. Aquí estamos en presencia de un sistema autoritario dependerá de la relación entre el vigor del poder que emplea y la capacidad y fortaleza de quienes se le oponen. La otra está caracterizada por la aceptación del sistema autoritario por quienes obedecen. En este caso existe una personalidad colectiva proclive a la sumisión espontánea, determinada por antecedentes históricos inmediatos y estimulados en forma constante por quien ejerce el autoritarismo. En estos tipos de sistemas autoritarios, la fuerza es un complemento que siempre está presente, pero no constituye su principal sustento. Aquí se ejerce la acción de mandar y es aceptada por la opinión pública. Ejemplos típicos contemporáneos están representados por el nazismo en Alemania y el fascismo en Italia, productos ambos de la crisis desatada por la Primera Guerra Mundial, y por el régimen de Franco en España que duró casi cuarenta años y fue consecuencia de la guerra
civil española y de muchos años de desorden anteriores a ésta. En estos casos la opinión pública ve en el autoritarismo una garantía de orden y de seguridad.
El tercer aspecto está referido a la forma de actuar que tiene el autoritarismo. Por lo general acude a una combinación sutil de otorgamiento de gratificaciones, estimulación sutil de otorgamiento de gratificaciones, estimulación de la inseguridad social y sistemas autoritarios de poder. No se puede ejercer el autoritarismo en forma prolongada sin mostrar logros aceptables, es por esto que estos sistemas desarrollan generalmente una acción tendiente a conformar a la opinión pública. Al mismo tiempo recurren a mitos expresados en forma de enemigos como fue el caso de los judíos en la Alemania nazi, con el fin de que la sociedad se ampare bajo su autoridad. Estimulan de esta manera lo que Eric Fromm llamó “El miedo a la libertad”. Conjuntamente con estos procedimientos pone en práctica métodos autoritarios de mando y de toma de decisiones donde predomina la forma inconsulta y la subestimación de los sectores que obedecen, a quienes considera inferiores.
Eric Fromm Cuando la opinión pública deja de otorgar credibilidad al autoritarismo, éste prescinde de todas las formas de actuar que no expresen fuerza y recurre a ésta como elemento fundamental de sustentación. Los Estados Nacionales Un Nuevo Modelo El Populismo
En casi todos los países de la región (Latinoamérica) la etapa de industrialización por sustitución de industrialización por sustitución de importaciones se corresponde con una nueva forma política y un nuevo tipo de Estado: el populismo. En los países latinoamericanos, los empleados ligados a la burocracia estatal mantuvieron viejos lazos con la elite hasta su incorporación en el sistema político a través de un partido político que los representara. El populismo fue el canal por el cual los nuevos sectores surgidos al calor de la industrialización se integraron en la vida política y social latinoamericana.
El populismo fue analizado desde distintas ópticas pero podría decirse, que esta forma política, típica de los países latinoamericanos entre los años 1930 y 1950. En todos los casos, se trata de una alianza social, de carácter urbano, entre la creciente burguesía industrial nativa y la clase obrera, necesaria en esta etapa económica para garantizar un determinado crecimiento que implique desarrollo, que intenta hacer pagar sus consecuencias a los sectores terratenientes tradicionales. En la mayoría de los casos existió un sector de las Fuerzas Armadas que, interesado en el desarrollo de la industria de armamentos, apadrinó este tipo de coaliciones, que tienen un carácter ciertamente autoritario y antiliberal.
Esta coalición multiclasista se enfrenta a los sectores oligárquicos tradicionales con un discurso político que pone el énfasis no en el conflicto de clases, sino en la
armonía de las fuerzas interesadas en el desarrollo de la Nación. El imperialismo y sus aliados internos, “la oligarquía” terrateniente, se oponen a la integración política de los sectores populares para impedir que éstos lesionen sus intereses económicos y sus privilegios sociales. Este nacionalismo sirve como cohesionarte para reformular algunos conceptos como el de ciudadanía, indispensables para la integración en una comunidad social y política
Colombia 1900 - 1930
Como podemos apreciar en al grafico ubicado arriba, la justicia social no existía. Pues el 70 % del poder era de los políticos, el 20 % de la gente común, y un 10 %
de los campesinos.
Este hombre llamado Rafael Núñez conformo una reforma constitucional la cual comenzó los problemas. Este hombre falleció en 1894 pero dejo problemas vigentes los cueles tuvimos que afrontar. Estos fueron la guerra civil más grande que ha ocurrido en el país, llamada; (La GUERRA DE LOS 1000 DÍAS) y la separación entre Colombia y Panamá.
Las diferencias entre los partidos liberal y conservador, formaron discusiones las cuales llevaron a la Guerra de los 1000 Días. A esta guerra se le unió Estados Unidos, pero para colaborar con los ejércitos de cada partido. Esta guerra duro 3 largos años de fuerte lucha la cual en Agosto de 1902 se acabó por el tratado de paz en Wisconsin. El ganador de esta injusta lucha, fue el partido Liberal. Las consecuencias de esta guerra fueron desastrosas. Estas fueron: más de cien mil vidas humanas murieron. El país tuvo una decadencia económica, y cultural. Esto dejo al país muy desorientado. Tras la guerra de los 1000 días, un canal que se estaba construyendo en Panamá se suspendió. Esto molestó a la gente. Esta situación fue aprovechada por los Estados Unidos. Ellos le ofrecieron dinero a los gobernantes panameños y terminar el canal. Los panameños aceptaron y así fue como Panamá se independizó de Colombia. Por los devastadores problemas que el país tuvo en tal tiempo, la economía cayó al piso. Para levantar esta crisis utilizamos el café como producto de exportación. Esto resulto perfecto pues dio resultado. Estas ganancias también se utilizaron para la evolución de nuestra industria. Ejemplo: El nacimiento de empresas como Babaría. Las ganancias del café también fueron usadas para obras públicas. Ejemplo: La unión de Bogotá y Medellín.
El ámbito social en eses tiempo era diferente. Este se dividía en 3 partes: la población, el sindicalismo y el concordato de 1887. Comenzaremos hablando por la población. Debido a los devastadores crecimientos en población, Bogotá se comenzó a urbanizar. Ejemplo: servicios públicos, electricidad en los tranvías, mas artesanos y más obreros, y as edificios. Ahora comenzaremos a hablar sobre el sindicalismo. Como el país ya se avía urbanizado, hubo más trabajadores. Por esta razón fue por la que nació la organización social y política, que busca defender los intereses de los trabajadores frente a los empresarios. Pero esto vino en un problema, pues los trabajadores pidieron al gobierno que tuvieran más ventajas como: igualdad entre el hombre y la mujer, la nacionalización de tierras, etc. Y terminando este tema, hablare el concordato de 1887. Para mejorar las relaciones entre el estado y la iglesia, Rafael Núñez firmo un concordato con la iglesia. Esto hizo que a la iglesia tuviera mucho más poder. Ejemplo: registro de nacimiento, matrimonio cambio. Antes los cementerios quedaban bajo su poder, pero ahora se suprimió el divorcio, y se condenó al matrimonio civil. Para los presidentes Rafael Núñez y Antonio Caro, hicieron que la Iglesia tomara las riendas de la educación del país. De esta manera la educación se dividió en: primaria, secundaria, y profesional. A estos se les enseño a ser religiosos, con morales, sanos, y a ser hombres de bien. Estas metas fueron obstaculizadas por las guerras civiles. Por esto las escuelas no eran seguras, pues allí se guardaban armas de las tropas. Estos obstáculos se superaron y las escuelas comenzaron a ser más serias e industriales. Ahora comenzare a informarles de la arquitectura. En ese tiempo no avía tanta tecnología. Pero el país evolucionó e hizo edificios y de esta manera evoluciono.
Las negociaciones del Canal. -La Ley Spooner en el Congreso americano. -El Tratado Herrán-Hay.-Opinión istmeña acerca del Tratado.-Segunda administración de Mutis Durán.-El Convenio del Canal en el Congreso colombiano.-José Domingo de Obaldía, Gobernador de Panamá.-Resurgimiento de las ideas separatistas. Labor de los conspiradores.-Llegada de los Generales Tobar y Amaya al Istmo.-El movimiento separatista en Panamá.-Actuación de los separatistas en Colón. Las negociaciones del Canal. En la imposibilidad la Compañía del Canal de obtener el capital necesario para llevar a término la obra, trató por diversos medios de inducir al Gobierno americano a que se decidiera por la vía de Panamá, próximo como estaba el vencimiento de la segunda prórroga. Por su parte el Gobierno colombiano, siempre generoso con la Compañía, entró en negociaciones con ella, para lo cual el doctor Nicolás Es guerra se trasladó a París en 1899. La ímproba labor del comisionado para vencer la resistencia de la Directiva del Canal en reconocerle 30,000.000 de francos a Colombia como valor de una nueva concesión, fue tácitamente desautorizada por el Gobierno Nacional que celebró directamente con un representante de la Compañía en Bogotá el contrato sobre concesión de otra prórroga para concluir el Canal, vencible en 1910, por la sexta parte de lo que exigía Es guerra, esto es por 5.000,000 de francos, los que se dedicaron en debelar la revolución, lo mismo que los 200,000 dólares obtenidos por considerar el. Gobierno cumplido, de parte de la Compañía del Ferrocarril de Panamá, el compromiso de llevar la línea férrea hasta aguas profundas en la bahía de ese nombre, con la construcción del muelle de La Boca. Los liberales en armas protestaron contra la concesión de la tercera prórroga, cuya e importancia requerían el beneplácito del Congreso. La Ley Spooner En El Congreso Americano.
Convencido el Gobierno del señor Marroquín de la impotencia de la Compañía francesa para excavar el Canal, y atento a la parcialidad de la prensa americana por la vía de Nicaragua envió a Washington al doctor Carlos Martínez Silva cuyos esfuerzos como diplomático se encaminaron a exponer las buenas disposiciones de su Gobierno para que se adoptara la vía de Panamá mediante autorización a la Compañía francesa de traspasar sus derechos y propiedades al Gobierno americano. En atención a esto el Congreso de los Estados Unidos expidió la Ley Spooner por la cual se facultaba al presidente de la Unión para negociar con Colombia un tratado sobre Canal, adquiriendo a perpetuidad una faja de tierra de diez millas de ancho para hacer por ella el corte de la obra, y con derecho a establecer allí jurisdicción propia. Disponía la ley, además, que si dentro de un término prudencial no era posible conseguir esas concesiones, se gestionara con los Gobiernos de Nicaragua y Costa Rica lo conducente a construir el Canal por su territorio. El tratado Herrán-Hay.
La opinión pública se pronunció en Colombia contra la cláusula de la ley Spooner afectante de la soberanía en el Istmo; y no pudiendo Martínez Silva salvar ese escollo, fue reemplazado en la Legación por el doctor José Vicente Concha, quien por la misma causa se separó de ella a fines de 1902, quedando encargado de la negociación don Tomás Herrán. Este firmó, (22 de Enero de 1903) cumpliendo órdenes de su Gobierno, con Mr. John Hay, Secretario de Estado americano, el tratado conocido con el nombre de ambos. Por él se autorizaba a la Compañía
francesa para vender y traspasar sus derechos, y propiedades al Gobierno americano; se le concedía a éste la facultad exclusiva, durante cien años prorrogables, de excavar, dirigir y proteger el Canal; se le cedía una zona de cinco kilómetros de latitud a medir desde el eje de aquél, exceptuándose las ciudades de Panamá Colón. Respecto de las jurisdicciones judicial y administrativa dentro de la zona cedida, Colombia establecería tribunales con derecho a conocer de las controversias entre sus nacionales y las entre éstos y los de otros países que no fueran los Estados Unidos, los que a su vez administrarían justicia por medio de funcionarios americanos en los casos en que las contiendas ocurrieran entre ciudadanos de los Estados Unidos, o bien entre aquéllos y extranjeros. Como compensación por el uso de la zona y por la pérdida de la anualidad de $250.000 oro que Colombia percibía del Ferrocarril, recibiría de contado al ser canjeadas las ratificaciones del tratado, $10.000.000 oro, así como $250,000 oro por todo el tiempo de la duración del convenio a partir del noveno año de su ratificación.
El tratado debía ser ratificado por el Congreso de Colombia en un plazo no mayor de ocho meses. La opinión istmeña acerca del Tratado.
Aun para nada se tuvieron en cuenta en el tratado sobre Canal los intereses, particulares de Panamá, parte considerable de sus habitantes fue partidaria de él. Para ello se alegaban dos razones: el problema económico, complicado gravemente por tres años de guerra y los nefandos propósitos, nada nuevos en Colombia de vender el Istmo, lo que hacía optar por el menor de dos males, cuál era la no pérdida total de la soberanía colombiana en el Istmo. Parte se mostraba contraria a varias cláusulas de la convención, considerando especialmente lesiva
para él decoro nacional el establecimiento de autoridades extrañas en la futura zona del Canal, y peligroso su funcionamiento por las frecuentes dificultades que surgirían entre las autoridades americanas y las colombianas en el mismo territorio. El comercio y el elemento extranjero en general eran decididos partidarios del Tratado. Segunda administración de Mutis Durán. En reemplazo del General Salazar se nombró por segunda vez Gobernador al Dr. Facundo Mutis Durán, cargo del cual se posesiono en Enero 3 de 1903.
Nada más natural que con la terminación de la guerra se confiara el mando del Istmo a un hombre esencialmente civil y de espíritu conciliador como el nombrado, para garantizar mejor la efectividad del tratado de paz e inspirar confianza entre los liberales; pero el elemento militar, preponderante aún, no podía avenirse con un magistrado tolerante y respetuoso de las leyes. Tres hechos, atroz el uno y escandalosos los otros, confirmaron esto: el fusilamiento (15 de Mayo) de Victoriano Lorenzo, cuya vida protegía un solemne tratado celebrado bajo la garantía del pabellón americano; el empastelamiento de la imprenta de El Lápiz y la agresión a su Director y empleados por militares varios y ensoberbecidos, y el atentado del 25 de Julio, en que la autoridad civil fue materialmente perseguida por el militarismo, que pretendió suplantarla. De la sangre cruentamente
derramada, fue responsable directo Pedro Sicard Briceño; de la tentativa de golpe de cuartel José Vásquez Cobo, ambos Generales. El último pretextaba reivindicar los derechos nacionales, vulnerados -decía- por Mutis, simplemente porque éste defendía el Tesoro Departamental confiado a su integridad contra los asaltos de la Comandancia Militar. Estando el país en estas condiciones de inseguridad, nada a propósito para garantizar la efectividad del sufragio, los liberales istmeños, así como los de toda la República, se abstuvieron de tomar parte en las elecciones para miembros del Congreso, con lo cual quedó eludida la responsabilidad del Partido en los posteriores sucesos derivados de la improbación del tratado Herrán-Hay. El Convenio del Canal en el Congreso colombiano. Apartándose de la opinión istmeña, partidaria del tratado, la casi totalidad de la representación de Panamá se plegó a la mayoría del Congreso contraria al pase del Convenio, que fue discutido extensamente en ambas Cámaras. De los debates resultó que en concepto de varios Senadores y Representantes su ratificación era imposible sin antes reformar la Constitución, que no permitía lesión en ninguna forma, del territorio nacional, imponiéndose así una enmienda el texto del tratado para salvar aquel escollo legal. El Ministro americano en Bogotá, Mr. Bauprés, declaró que su Gobierno consideraría como rechazado el Convenio si se le hacía alguna reforma, por lo que el Senado lo improbó unánimemente en la memorable sesión del 12 de agosto, no obstante la pública advertencia del Representante panameño Dr. Luis de Roux, respecto del peligro a que se exponía la integridad territorial de Colombia, conocidas como eran las tendencias separatistas de los istmeños y la necesidad que los Estados Unidos tenían de un canal, no ya con miras meramente mercantiles, sino estratégicas, de acuerdo con las exigencias del desarrollo y poderío de esa nación. José Domingo de Obaldía, Gobernador de Panamá. En medio del desaliento causado en Panamá con motivo del rechazó del tratado sobre canal, fue recibida la noticia del nombramiento de Gobernador del Departamento, recaído en el señor José Domingo de Obaldía, quien acababa de desempeñar en el Congreso el puesto de Senador. Tal anuncio fue recibido con beneplácito, pues el nombrada aunque militante en el partido Conservador era conceptuado por los liberales como persona caballerosa y culta, y en la generalidad satisfacía la escogencia de un conterráneo para regir los destinos del Istmo, considerando que desde 1885 sólo un panameño, el señor Arango, había ocupado el alto puesto de mandatario del Departamento. El 20 de Septiembre tomó posesión el señor Obaldía, nombrando Secretarios de los Despachos a
miembros del partido conservador; pero conforme con el espíritu de concordia que había expresado en su discurso inaugural, llamó a varios liberales al desempeño de algunos puestos en su administración. Resurgimiento de las ideas separatistas. Conocida la opinión colombiana respecto del tratado de canal y su seguro rechazo por el Congreso, había hecho resurgir las ideas separatistas, siempre latentes, en el espíritu de los istmeños, avivadas desde 1898 por algunos órganos de la prensa nacional que trataban al Istmo como artículo venal negociable para la empresa de importantes obras en la República y para emancipar a ésta de su depreciado sistema fiduciario. De aquellos propósitos protestaron los istmeños por la prensa y en manifestaciones populares que dieron oportunidad al doctor Francisco Ardila para decir "que antes de consentir en que se les vendiera, los istmeños se regalarían a quien los apreciara mejor que los colombianos;" y para que el joven poeta León Soto se expresara en los términos patrióticos que, considerados punibles por un militar soez, le valieron los ultrajes infamantes que originaron su muerte. Poco después los anhelos de vida independiente tuvieron vibración en El Istmeño, donde Rodolfo Aguilera los sustentó en artículos que le aparejaron el proceso que le instauró el Gobierno Departamental del Dr. Mutis Durán. Este estado moral y la amenaza de la mayor ruina del país con la cesación de los trabajos del canal, predispuso suficientemente los ánimos en la capital para concurrir llegado el caso, a la idea de la separación de Panamá, que ya iba tomando forma en el cerebro de algunos distinguidos hijos. Labor de los conspiradores. José Agustín Arango echó sobre sus hombros la responsabilidad de efectuar el movimiento separatista, y secundado por Ricardo y Tomás Arias, Manuel Espinosa B., Federico Boyd, Carlos Constantino Arosemena y Nicanor A. de Obarrio. Formó una Junta que comisionó al doctor Manuel Amador Guerrero, para que marchara a los Estados Unidos a pulsar la opinión de personas influyente respecto de la actitud del Gobierno americano, caso de que el Istmo se declarara independiente, en la inteligencia de que el nuevo Estado aprobaría un tratado para la excavación del Canal sobre las mismas bases que el llamado Herrán-Hay. Mientras Amador Guerrero cumplía su misión, Arango obtenía para el plan revolucionario la cooperación de los prohombres liberales, y a fin de preparar opinión favorable al proyecto, enviaba un comisionado al interior del Departamento.
Al regresar Amador de su viaje a los Estados Unidos, asumió la dirección del movimiento, poniéndose luego en contacto con personas que estaban en mejores aptitudes para concurrir eficazmente a su realización. Fue entonces cuando ganó el movimiento al partidario más importante para su buen éxito al General Esteban Huertas, militar de larga residencia en el Istmo, casado con hija del país, por el cual sentía asimismo un vivo afecto como correspondencia a las consideraciones de los conservadores, sus copartidarios, y respeto y estimación de sus adversarios políticos, reconocedores de su valor. Con una hoja de servicios brillante como defensor del Gobierno en la última campaña, Huertas fue conmovido por profundo resentimiento al saber las disposiciones de la Secretaría de Guerra, relativas al retiro del batallón "Colombia" de la guarnición de la plaza de Panamá, lo que determinó su renuncia de la jefatura del cuerpo, en cuyo personal cansó también hondo disgusto aquella disposición, por el afecto que había tomado al Istmo durante su largo acantonamiento en él. Inválido el General a consecuencia de una herida en la toma de Tumaco, y con la perspectiva de un porvenir incierto, se decidió por la causa del Istmo, ofreciendo su espada y el contingente de un cuerpo militar selecto, aguerrido y adicto a su persona, como lo era el batallón "Colombia." Asegurado así el éxito del movimiento local y sabida la favorable actitud del Gobierno americano en el conflicto que había de surgir con Colombia, se fijó el día 4 de Noviembre para dar el golpe, pero un suceso inesperado precipitó los acontecimientos. Llegada de los Genérales Tovar y Amaya al Istmo.-Al amanecer del 3 de Noviembre aparecieron en la rada dé Colón el crucero "Cartagena" y un vapor mercante, conduciendo, con los generales Juan B. Tovar y Ramón G. Amaya, el batallón "Tiradores," fuerte de 500 plazas, al mando del Coronel Eliseo Torres, lo que hizo comprender a los conspiradores que el Gobierno colombiano, en auto de sus labores, no sólo enviaba esas fuerzas para reemplazar las que guarnecían el Istmo, sino que traían sus jefes instrucciones para hacer abortar los planes separatistas, adoptando las medidas que creyeran convenientes o apelando a las represivas que las circunstancias exigieran.
Colón: El batallón Tiradores en la Calle del Frente Tovar y Amaya cometieron el error de dejar en Colón al "Tiradores" y trasladarse solos, en tren expreso, a la capital, donde los recibió el "Colombia" con los honores debidos a la alta jerarquía militar que investían. Ya en Panamá en vez de obrar pronta .y enérgicamente para enfrenar el movimiento; perdieron momentos preciosos en asuntos de interés secundario, en tanto que los conspiradores activaban todos los preparativos concurrentes al buen éxito del plan, cuyo retardo equivalía a la pérdida, con su vida quizás, de la causa a la cual se habían consagrado. El movimiento separatista en Panamá.-La llegada de las tropas a Colón y los supuestos propósitos que traían sus jefes, hizo decaer en muchos comprometidos el entusiasmo y la decisión que los animaba en favor de la independencia; pero el temple de carácter de Amador Guerrero que dominó con su serenidad la situación; el civismo de Carlos A. Mendoza; la ente reza de Domingo y Pedro A. Díaz, la actitud resuelta de la juventud, del cuerpo de bomberos y del pueblo en general, salvaron de un fracaso el provecto de emancipación. A las 5 de la tarde una muchedumbre reunida en la plaza de Santa Ana, conducida por Domingo Díaz, Carlos Clement y otros jefes liberales, se movió por vías convergentes a la plaza de Chiriquí, sin más armas que algunos bastones y revólveres. Con el avance del pueblo coincidió un suceso trascendental, en el cuartel del "Colombia," donde los Generales Tovar y Amaya, que habían concurrido allí con propósitos de reducir a Huertas a la impotencia y dictar medidas para rechazar cualquier agresión popular, eran reducidos a prisión, de orden de este jefe, por el Capitán Marco A. Salazar, suerte que corrieron también el General Francisco de Paula Castro, Comandante de la plaza y otros militares desafectos al movimiento.
Panamá: Cuartel del Batallón Colombia El pueblo invadió luego el recinto del cuartel, fraternizando con los soldados del "Colombia" y armándose inmediatamente con los elementos depositados en el parque del batallón. El Gobernador Obaldía fue reducido a prisión cuando se dirigía al cuartel de policía, cuerpo que se plegó sin dificultad al movimiento. A las 7 de la noche la ciudadanía panameña, armada, era capaz de sofocar victoriosamente toda reacción o propósito en contra del orden de cosas nacido de los sucesos de la tarde. De la flotilla de guerra, surta en el puerto, logró escapar el crucero "Bogotá," que se despidió de las aguas panameñas con varios disparos de artillería sobre la ciudad. Actuación de los separatistas en Colón.- Preparaba el Coronel Torres para trasladarse con el "Tiradores" a la capital en la tarde del 3, cuando fue advertido por el Prefecto, General Pedro A. Cuadros, de que por inconvenientes de última hora el viaje no se efectuaría sino, en la mañana siguiente, pero llegó el día 4, y como no estuviera listo el tren, Torres lo solicitó al Coronel Shaler, Superintendente del Ferrocarril, quien le contestó que para ello era preciso el aviso previo del Gobernador del Departamento que, como bien se comprende,
equivalía a una negativa. Shaler, amigo de la separación, ayudaba de modo tan eficaz al éxito del movimiento en Panamá. La Junta revolucionaria comisionó el día 4 al General H. O. Jeffries, al Coronel Carlos Clément y a tres ciudadanos más, para que informaran al agente separatista en Colón, señor Porfirio Meléndez, dé los sucesos de la capital, y para que en unión de ésta, de Juan A. Henríquez y de otros comprometidos en el movimiento, contrarrestaran cualquier intento de Torres contra Panamá. La situación de Colón asumió en esas circunstancias al aspecto con la actitud que el jefe del "Tiradores" tomó al saber las ocurrencias de la capital, que el Comandante del buque de guerra americano "Nash ville" hizo desembarcar una fuerza de marina y algunas piezas de artillería para proteger la salida del tren para Panamá y los intereses y vidas de los extranjeros en aquella localidad. Las gestiones hábilmente conducidas por los agentes de la revolución, obtuvieron finalmente, que el jefe colombiano se abstuviera de toda agresión local y de todo propósito contra la capital, después de intentar, aunque inútilmente, que el General Pompilio Gutiérrez se hiciera cargo de la tropa y salvara la situación en aquellos momentos difíciles. El día 5 se embarcó en el vapor Orinoco con rumbo a Cartagena la última tropa armada que batió, corno símbolo de soberanía, los colores del pabellón colombiano en el Istmo de Panamá.