LAS AVENTURAS DE HENRY Y YO FCO. JAVIER DE ABAJO FERNANDEZ
“LAS AVENTURAS DE HENRY Y YO” AUTOR: FCO. JAVIER DE ABAJO FERNANDEZ Agosto de 1977
Dedicado a los niños de UNICEF con todo cariño y esmero y en particular a mis padres. (Agosto de 1977). Rescatado del olvido, después de 40 años, se lo dedico a mis hijos Javier y Daniel, y a mis sobrinos Alma, Alicia y Marcos, Vicky y Rubén, esperando que les guste. (Abril de 2020)
AUTOBIOGRAFÍA
Me llamo Francisco Javier de Abajo Fernández. Nací el 17 de marzo de 1966 en La Bañeza (León). Curso mis estudios en el Colegio de las Hermanas Carmelitas de la Caridad de dicha ciudad, y hago quinto de educación general básica. Pertenezco a una familia de clase media, y mi padre es industrial de esta ciudad. Tengo dos hermanos y mi vida transcurre feliz. Quisiera que este libro, conservara un recuerdo imborrable, especialmente en todos aquellos niños que lo lean.
PRÓLOGO
Queridos amigos, quiero contaros en estas historias, las peripecias con mi amigo Henry, a través de las distintas naciones mundiales. Se trata de una historia sencilla, humana y conmovedora.
INTRODUCCIÓN
Caminando por el campo, me encontré con una persona desamparada, era un muchacho. El niño iba desnudo y sus ropas eran un saco viejo que había encontrado; no tenía familia, ni tampoco un mendrugo de pan, para llevarse a la boca. Vivía en una chabola situada en un vertedero. Estaba construida por madera, y el techo era completamente de paja. Con una sonrisa alegre, rompió nuestra amistad, y fuimos por el mundo en busca de aventuras.
CAPÍTULO PRIMERO. EL BUQUE FILIBUSTERO
Nos encontrábamos a orillas de la costa de San Salvador. La gente de aquel lugar estaba aterrorizada, pues en una playa cercana, había un barco pirata. Estaban invadiendo toda la isla, y nadie se atrevía a hacerles frente. Al empezar el nuevo día, salimos de la posada donde estábamos hospedados, en busca de los piratas. Íbamos armados con dos hondas, tres cerbatanas y cinco cuchillos. Pronto los encontramos, y decidimos tenderles una trampa con ramas. Poco después, salimos de nuestro escondite, y cuando nos divisaron salieron a nuestro encuentro. ¡Llegaban armados hasta los dientes!… pero en cuanto cayeron en ésta, empezamos a dispararles con las hondas en todos los sitios que pillamos hasta dejarles molidos. Pero he aquí lo peor, llegaban más piratas y, debido al gran número de enemigos, fuimos derrotados. Cuando quisimos darnos cuenta, estábamos en el palo mayor, colgados por los dedos. Nosotros, asustados, pensábamos en lo que nos habría de ocurrir. Una hora más tarde, cansados por la sed y la fatiga, los piratas decidieron llevarnos a presencia del capitán John Silver “el Largo” el cual irritado nos pregunto: “¿Por qué nos espiabais?”. Henry, mudo de asombro, respondió: “nadie se atreve salvar a la isla y nosotros queríamos ayudarla”. El capitán, furioso, llamó a dos enormes piratas y les dijo: “lanzarlos desde el punto de vigía al mar”. Con nuestras dos hondas, tiramos a los fuertes piratas, dejándolos sin sentido. Por fin, libres, incendiamos el polvorín, saltamos a tierra y soltamos el ancla. El buque, arrastrado por la corriente, fue a lo más profundo del océano. De repente, se produjo una horrible explosión, la cual aterrorizó a todo el pueblo, y al enterarse el caudillo de la isla, nos ofreció una recompensa, con la que Henry pudo vestirse y comprarnos provisiones.
CAPÍTULO 2. LOS CANÍBALES
Después de pasada nuestra aventura, viajábamos a bordo del buque “Relámpago”, para ir unos días de descanso a la isla de Puerto Rico; pero atravesando el mar Caribe, el barco náufrago, dejando como únicos supervivientes al capitán, dos marineros y nosotros. Remolcados por unos troncos, fuimos conducidos hasta Venezuela, país en que abundaban animales salvajes. Decidimos explorarlo atravesando el río Orinoco. Mientras pasábamos por su curso bajo, fuimos sorprendidos por unos caníbales, los cuales disparando con dardos envenenados, nos durmieron. Cuando quisimos darnos cuenta, estábamos en una cazuela enorme. “¿Querrían guisarnos?” pero no fue así, ya que el estridente chillido de un puma los asusto, y se refugiaron en sus chozas... Al pasar el peligro, fuimos conducidos a una cabaña, y la noche transcurrió sin novedad. Al amanecer, los indígenas nos ataron a un poste de tortura. El trepidar de los tambores tenía un sonido lúgubre, y al ritmo de éste, giraron sin cesar hasta el mediodía. Los dos marineros fueron acribillados por dos ráfagas de flechas. Al atardecer fuimos lanzados al lago de los cocodrilos, sin más defensa que dos palos. Al primer saurio le introducimos el palo entre su enorme boca y nos sumergimos en lo más profundo del lago. Cuando pasó el peligro, caminamos hasta llegar a un laberinto de palmeras y vegetación. Estuvimos, durante una semana, sin más alimentos que el agua de los ríos; y por fin llegamos a Moues (Brasil), donde estuvimos tres días. Después partimos hacia Surinam, y al atravesar el Amazonas, observamos como un toro iba a matar a un muchacho. El capitán, al contemplar aquel crimen, apuntó con su pistola al animal, dejándolo, con un disparo certero, tumbado en la arena. Los caníbales, al verlo muerto, furiosos se lanzaron sobre nosotros y el capitán fue asesinado por uno de ellos. Al atardecer, unos caníbales nos llevaron el jefe de la tribu, el cual pregunto: ” ¿Por qué matasteis a nuestro Dios?, ¿no sabéis que es sagrado?, ¿sabéis cómo se les castiga a los sacrílegos?”... Yo asustado respondí:”No, ¿con qué?”. Y el jefe contestó: “¡Con la muerte! ¡Soldados, llevarlos al túnel de los vampiros!”. El
cuarto era oscuro y en cuanto aparecieron empezamos a dispararles dejándolos muertos. Después de encontrar un pasadizo secreto, lo seguimos hasta una puerta que daba al exterior. Mirando en el mapa, vimos que había un río a unos kilómetros de allí, y después de divisarlo nos fuimos río abajo, hasta llegar a Guayana, dónde pasamos unos días de descanso.
CAPÍTULO 3. HENRY POEMÁTICO
Durante las vacaciones en Guayana, Henry, como entretenimiento, se ha hecho poemático. Para él son de una belleza apasionada los poemas. Hoy os ha dedicado este poema a todos los niños del mundo. Se titula “El verano”. En él nos relata la siguiente escena: “¡Qué maravilloso eres verano! Apareces con las vacaciones Los primeros vuelos de los pajaritos La recolección de la fruta El sol ardiente y fogoso… Las playas y piscinas aglomeradas de gente Los árboles cargados con sus verdes hojas que nos invitan a descansar bajo su sombra. Los pinos con su fragante aroma... Todo es gozo, color… Sentimos tu huida verano… Vuelve pronto ¡te esperamos!”
CAPÍTULO 4. UN DÍA EN LA MONTAÑA
Cierto día, fuimos de excursión con unos amigos. Nos dirigíamos hacia la montaña. El viaje fue tranquilo, más al llegar a la cima, observe que faltaba “Zampabollos”, el más grueso del grupo. Inmediatamente avise a Henry para organizar la búsqueda. La Policía de Tráfico y la Patrulla de Guardabosques también cooperaron. A la caída de la noche, hicimos alto en el pico Jaminucu. Amaneciendo, continuamos el camino. Seguía sin aparecer, y sus padres ya lo daban por perdido. Más cuál fue su alegría, que atardeciendo fue encontrado en la senda Corruchy. Al parecer, buscando la mochila que había perdido, se hallaba extraviado. Con esta aparición, celebramos tan feliz acontecimiento.
CAPÍTULO 5. ESCORPION NEGRO
Pasadas las vacaciones en Guayana, atravesando el Atlántico, llegamos a Hopedale (Canadá), en busca de nuevas aventuras. Por aquellos días se habían cometido una serie de atracos, en los que el ladrón, en vez de tomar las joyas y el dinero, depositaba más cantidad de ambas cosas. El comisario de policía Fritz estaba extrañado de tales sucesos, y pensaba “este ladrón es un enfermo mental”… Cinco días más tarde, se dio otro atraco en una sucursal bancaria dejando treinta millones más. El comisario, mudo de asombro, ordeno al sargento Kils el encargo de esta misión. Al fracasar, fue expulsado al igual que otros sargentos a los que se les destino dicha empresa. Fritz aburrido de tantos fracasos, ofreció una recompensa para quien descubriese tal personaje, y así conocer, por qué regalaba joyas y el dinero. Henry yo, rápidamente dimos con el paradero de tal individuo, después de averiguar los informes que necesitábamos, nos dirigimos a la comisaría. Allí le contamos al comisario Fritz que se llamaba “Escorpión Negro”, y que su bisabuelo era el famoso bandido Franz “el ligero” el cual antes de morir le había dicho a su único bisnieto: “me arrepiento de ser ladrón, y te pido que repartas el dinero robado entre toda la gente de Hopedale, motivo por el que “Escorpión Negro” regalaba el dinero. Con un gesto de alegría nos dijo: “estoy satisfecho de vosotros… ¡¡tomad la recompensa!!”.
CAPÍTULO 6. LOS ARQUEÓLOGOS
Proseguimos nuestro viaje hacia Groenlandia, dónde nos encontramos con unos arqueólogos que se dirigían hacia Tierra Rey Federico VI (Groenlandia), y con quiénes sostuvimos una amena e interesante conversación, sobre el mundo de las Artes, y viendo estos que yo estaba interesado por tales, nos invitaron a que les acompañáramos en su célebre exploración. Enseguida nos unimos a ellos e iniciamos la gira. Poco después, llegamos al lugar convenido, y encontramos una estatuilla de oro, con piedras preciosas incrustadas en los ojos. Junto a ella, un esqueleto cubierto con piel de oso. Al abrir el alba, había desaparecido la estatua. Henry y yo registramos todas las tiendas, y después de desenmascarar al ladrón, lo encerramos en la mazmorra.
CAPÍTULO 7. UN DÍA EN EL CIRCO
A nuestra llegada a Ewerdiovsk (Rusia), visitamos el circo, ese mundo hermoso del espectáculo. En él, reinaba un ambiente de bullicio, alegría, alboroto…. Poco después se abre el telón. Aparecen los payasos con sus caras pintarrajeadas, trajes llamativos, enormes zapatos… El gentío se divierte y, acabada la función, los payasos se despiden. Los osos montados en motos hacían piruetas. Los perros saltaban a la comba con su dueña. El águila real y los buitres sobrevolando por las cabezas de los espectadores. Leones y tigres saltaban por arcos de fuego. El domador introducía su cabeza en las enormes bocas. Los trapecistas, reyes del espacio, dando el triple salto mortal. Monos y demás animales animaron al público, el cual se sintió ilusionado. Al terminar el espectáculo, los artistas hicieron un desfile, y sus admiradores aplaudieron con un gesto de gozo.
CAPÍTULO 8. LAS ISLAS HAWAIANAS
Durante unos días, permanecimos en Hawái, a las orillas de estas islas. Todas las mañanas, al abrir el alba, cuando despertábamos, contemplábamos la salida del sol, con sus débiles rayos que se reflejaban sobre las aguas marítimas, así como las olas, que chocaban contra los acantilados y que paulatinamente morían en la playa… Todo este bello panorama, nos invitaba a soñar… Hicimos amistad con los nativos de estas islas, quiénes, desde un principio, nos brindaron su afecto, ofreciéndonos todo lo típico de su país, así como exquisitos manjares, fiestas y bailes…..Un buen día, uno de ellos de nombre Tim, dio una fiesta en su casa, nos invitó y asistimos a ella. Desde un principio, observamos con qué rigor había planeado todo, hasta los detalles más mínimos. Primeramente, nos ofreció una suculenta comida, con las mejores bebidas de la cosecha, y más tarde, nos pasó a un patio contiguo, dónde se bailaron alegres danzas, que despertaron la admiración de todos los allí presentes. A nuestro regreso, trajimos en un arsenal de conchas, perlas y caracolas, de diversas clases y tamaños, encontradas en aquellas playas. Todas ellas de gran valor y belleza. La tarde declinaba, y los rayos del sol que, por la mañana habían aparecido, volvieron a esconderse, para reaparecer al día siguiente. ¡Qué maravilloso sueño, fue este inolvidable viaje!...
CAPÍTULO 9. DIÁLOGO (RECORDANDO)
- Bueno Henry, ¿qué tal van estas aventuras? -Muy bien pues aún no he tenido tiempo de aburrirme. -¿Dónde lo has pasado mejor? -En las Islas Hawaianas, que nos pusimos morados de tanto como comimos…. -Anda majo, así me tuviste toda la noche de seguidillas.. ¡Con el empacho que te ventilaste! -Hombre no seas exagerado, solo me comí dos kilos de bananas…. -¿Y los cocoteros que te vendimiaste? ¡Qué! -Bah! solo fue un tentempié… -¡Que bruto! no sé cómo no reventaste. -Es que tengo mucho estómago y hay sitio para todo… -Y ¿qué tal aprendiste por fin aquellos bailes? -Que va, a mí, el menear el sur de la anatomía, no se me da ¿y a ti? -Sólo me sale para un lado, pues si cambio la postura pierdo el compás -¿Recuerdas aquella gordita que nos invitó a dar un paseo en su reciente barca, y por exceso de peso, marchamos al fondo y nos vimos en un grave apuro para sacarla? -¡No me digas más hombre!, pues a mí las agujetas me duraron más de un mes. -Y yo, que pille una pulmonía, por permanecer tanto tiempo en el agua. Bueno dejémonos de ridiculeces, que se nos aproxima la hora de proseguir nuestro viaje.
CAPÍTULO 10. ARABIA SAUDITA
Acabadas nuestras vacaciones en Hawái, llegamos a Arabia en vía aérea. No pasó mucho tiempo en que Henry, dos guías y yo atravesábamos el desierto. Aparecieron los tuaregs, bandidos del desierto, los cuales al vernos nos arrasaron con todo lo que teníamos y mataron a los dos guías. Sin víveres, estuvimos caminando cinco días, hasta que, por fin, encontramos una caravana. Su jefe Aleph nos invito a compartir su lecho y, al día siguiente, ofreció un banquete, celebrándose con diversos juegos, como lanzar puñales, meterse en la boca antorchas encendidas, y mil cosas más. Poco después, llegábamos al lugar convenido, y de allí partimos hacia Egipto, con la tripa llena al menos…. Henry no cesaba de decirme quien nos iba a invitar a la próxima comilona, y así, silboteando, proseguimos la marcha.
CAPÍTULO 11. EGIPTO
En nuestro viaje a Egipto, visitamos numerosos lugares, como el templo que mandó construir Ramsés II con sus cuatro estatuas en la fachada, que median más de 20 metros de altura cada una, representando, en ellas, al faraón. Las tres célebres Pirámides de Keops, Kefrén y Micerino, que se erguían en el límite del desierto, y que fueron destinadas a monumentos fúnebres de los faraones que las construyeron. También la Pirámide de Guiza y la Esfinge, ésta última representaba un león con cabeza humana. A continuación, fuimos a ver el Valle de los Reyes, tumba de Ramsés VI, y que más tarde, una parte de él fue destinada a construir tumbas subterráneas. Todas estas obras encerraban una calidad y belleza extraordinaria. Este argumento histórico, nos quedó profundamente grabado, aparte de la buena cantidad de notas, que de allí trajimos en nuestras agendas. Nos dimos cuenta de las costumbres y vida de aquel país, y pudimos observar las diferencias que había entre unos nativos y otros; mucho de ello, debido a sus sectas y religiones por una parte, y por otra las diferencias entre el clima, la vegetación, el relieve y otros factores. Con una cordial despedida, partimos hacia nuevos horizontes.
CAPÍTULO 12. ITALIA
Pasadas las vacaciones en Egipto, nos dirigimos hacia Italia, puente entre África y Europa, entre Oriente y Occidente. Tiene un gran desarrollo político y económico, que supera al resto de las demás países mediterráneos. Henry y yo visitamos la mayor parte de sus monumentos, como su célebre Coliseo, el Teatro Romano de Aosta, las basílicas de Pisa y Milán… quedándonos mudos de asombro, por la belleza artística con que están construidos. Poco después, fuimos al Lago de Como; donde estuvimos el resto del día, con unos pescadores con quiénes fraguamos amistad. Caída la noche, se dispusieron a partir hacia tierras sicilianas, en busca de atunes y nos invitaron a que fuésemos con sus barcos; y lógicamente, aceptamos. Recogimos nuestras mochilas, y partimos rumbo con ellos, y permanecimos unos días, disfrutando de aquella emocionante pesca en alta mar. Observamos como echaban las redes, con el cabo previamente preparado, y al acudir los peces a comerlo, los pescadores lanzaban los arpones y los sacaban del agua y luego los decapitaban, para posteriormente, almacenarlos en las bodegas de sus barcos.
CAPÍTULO 13. VIAJE A FRANCIA
Guiados por nuestra sed de aventuras, nos trasladamos a Francia en plan turístico; y, aunque dominábamos bastante el francés, llevábamos consigo un diccionario de urgencia, para que nos resolviese las pequeñas dudas. También compramos una buena cámara, con la que hicimos bellos reportajes, con las más deliciosas vistas panorámicas y artísticas de toda Francia, para enseñarlas en casa y tener un grato recuerdo. Visitamos numerosos lugares la Costa Azul de San Rafael, el Sena con su desembocadura en el Canal de la Mancha, Notredame, la Torre Eiffel, el Arco de Triunfo, el aeropuerto de Orly, el puerto de Marsella y un sinfín de cosas más. La Gruta de Lourdes nos conmovió profundamente, ya que allí presenciamos un milagro que fue un paralítico que abandonó su silla de ruedas y comenzó a andar. Más tarde probamos la milagrosa Agua de Lourdes y, después de ofrecer una Misa y comunión en su gruta, emprendimos la marcha.
CAPÍTULO 14. INGLATERRA
En pos de nuevas aventuras, llegamos a Inglaterra. Nos llamó la atención, la gran afluencia de turistas que había en aquellas zonas; con una gran variedad de paisajes, para satisfacer todos los gustos. Conocimos el Templo Solar De Stonehenge, uno de los restos megalíticos más importantes de las Islas Británicas. Estaba formado por varias piedras hincadas en el suelo y coronadas por otras piedras, y en el centro había otra inclinada, que servía para los sacrificios. Seguidamente Canterbury, casas de los tejedores con un gran efecto decorativo. Allí conocimos a un muchacho, quién nos enseñó los más bellos lugares de Inglaterra, entre ellos Londres y Gales. Hicimos tanta amistad, que nos regaló un perro ratonero, que bautizamos con el nombre de “Roi”. En cierta ocasión, alquilamos dos hermosos corceles, con los que estuvimos todo el día de caza. Al principio, por no ser buenos jinetes, nos pasaron mil peripecias. Los aterrizajes que teníamos que soportar por los asustadizos caballos, nos rompieron los pantalones. La puntería no fue muy diestra, pues en lugar de apuntar a las piezas que estamos cazando, apuntamos a “todo quisqui” prefiriendo los tocados de las elegantes damas que parecía una coliflor con lazo. Finalmente ambos, en compañía de “Roi”, nos dirigimos a nuestra patria, con ansias de ver a mi familia.
CAPÍTULO 15. DESPEDIDAS
Al culminar nuestras aventuras, nos embarcamos rumbo a Santander en el barco “Júpiter”. El capitán de este barco nos tomó verdadero cariño, y se interesó profundamente por nosotros; tanto es así, que enterado de que Henry no tenía familia, hizo todos los medios para que el jefe de una importante flota naviera lo adoptara. Nuestra despedida nos conmovió tanto, que nos prometimos recordarnos siempre. Yo me sentía satisfecho de que Henry tuviese tan buena familia, y deseoso de ver a los míos, regresé a mi hogar. Recordando a mi amigo Henry le dedicó estos versos: “Adiós te digo con pena, querido amigo, al verte marchar. A Dios le pido ferviente, halles en la vida, amor dicha y paz.”
-FIN-