Un viaje en la vIda

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Un viaje en la vida


Recordar es revivir

En el transcurso de la siguiente historia, se hace referencia a un viaje realizado a partir de la nada, para llegar a donde nunca había imaginado llegar. Conociendo gente que dejo mucho en mi vida, y aprendiendo que valen mas quince días bien vividos, que diez años de días amontonados. Es también un pequeño tramo del viaje que es la vida, donde es muy difícil identificar cuando empieza una historia, y cuando termina otra; nada se gesta de la nada, y todo tiene un momento previo que no entra en la historia, pero sin el cual sería imposible que algo sucediera. En enero de 1995, sin mucho que perder, y con nada mas que una mochila, mi amigo Osvaldo y yo, partimos hacia el oeste, siguiendo el camino del sol. Había un primer destino seguro, el resto sería total aventura, sin siquiera pedirle nada a la suerte, ni al valor, hasta ese momento el destino tenía aroma a libertad, tan extrema que ni siquiera un plan la coartaba. “Solo Dios sabe nuestros caminos” dice una canción, y era totalmente cierto en nuestro caso. Hoy que Osvaldo ya no esta presente, quiero hacer este esfuerzo para que siempre viva este recuerdo no tan solo en mi memoria, sino también en el papel inalterable, fiel a quien quiera leerlo, y de esta


manera traer a un amigo, traer lugares increíbles, y traer si es posible, momentos que vale la pena no mueran en el olvido jamás. Cuando alguien escribe así, lo hace sin importarle si va a agradar o no, así que pido disculpas al lector, ya que podría no gustarle como esta escrito, parecerle aburrido o tal vez simplemente estúpido, lamento decir que mi mente no se esforzó en ningún momento por mantener divertido a alguien, sino en hacer honor a un amigo y traer a la memoria un momento de vida. Si le gusta, si la lectura es interesante, si los paisajes parecen reales, es simplemente porque lo son, porque en algún lugar del mundo, (sea terrenal o simplemente de mi cabeza) esos lugares aún existen, tan verdes como la hierba fresca brillante por las gotas de rocío, apenas mecida de un lado al otro por la brisa; como la voz de trueno del río Vilcanota, omnipresente en cada paso del camino del Inca. Es buen momento y lugar para agradecer, y obviamente, es mucha la gente que se merece un gracias, pero sin lugar a duda, la primera es Osvaldo Larrosa, el querido “Birra”, por ser ese amigo que siempre esta, aunque nunca estuviera cerca, por demostrar que para los amigos el tiempo no pasa, y da lo mismo haberse despedido hace 2 días, 2 años o 20, que la manera de reencontrarse es siempre un motivo de gozo, de alegría real, y sin recriminaciones, como se que algún día, volverá a darse. A mis viejos, por haberme permitido hacer ese viaje, y sin la menor demostración de tristeza, olvidaron todo el tiempo que estuve lejos, para recibirme con un increíble “Voglio vivere cosi, col sole in fronte”; por entender aunque nunca se lo había dicho, como era yo, y por demostrarme que lo entendían, el mismo día que llegue, Por todo eso: Gracias Vieja. Y por ultimo gracias a todos y cada uno de los personajes de esta historia, personas que nunca van a saber que un libro habla de ellas 14 años mas tarde. Gracias Javier y Eduardo Peña, gracias Mai, gracias Burro, gracias Pablo y Vero, y gracias a todos los que fueron parte. Y gracias a Dios, por haberme dado el privilegio de abrir los ojos, y “extender las alas”.

Capitulo I Fuga de Alcatraz Aunque en el manuscrito original, no se habla nada de esta etapa del viaje, voy a hacer lo posible, por revivir aquella increíble experiencia que fue “Campamentos Escolares”, como dije años mas tarde, sin lugar a dudas, el mejor curso para educadores que pueda llegar a realizarse. Fue llevando acabo la preparación para este evento, que conocí a al Birra. El hecho es que este “personaje”, simpático traficante de afectos, encontró la escusa perfecta para viajar a Chile sin pagar un peso, y para ello no se si por afinidad o por casualidad, decidió contar conmigo. No recuerdo como, ni cuando, pero un día me propuso organizar un viaje, para llevar una delegación, un grupo de uruguayos que viajara a


Chile a participar de una actividad que el gobierno chileno y la Asociación de Guías y Scouts, organizan año a año, como premio a los niños mejor conceptuados de las escuelas carenciadas. Posiblemente haya sido 365 días antes que el viaje se gestara, cuando coincidimos en un campamento en Puerto Mont. Tal vez en alguna de aquellas reuniones en el frío sur chileno, tomando mate, lejos de casa, surgió la idea, y tal vez me la comento, a decir verdad no lo recuerdo. El hecho fue que durante todo ese año, tomamos como lugar de reuniones el local de los Scouts de Uruguay, por aquel entonces MSU, esa asociación era el vinculo ideal para conseguir interesados. Luego de mucho trabajo y meses de visitas a grupos e inscripción de interesados, llegamos a diciembre con un grupo de al menos 30 personas, lo que significaba que teníamos al menos dos pasajes gratis a Chile asegurados. Ese periodo lo concluimos una calurosa tarde de diciembre, en un bar del barrio Goes, con una cerveza bien helada sobre la mesa, un papel, una calculadora y el dinero que nos habían pagado. Cuando minutos después, las cuentas cerraron, los dos levantamos la jarra empañada y humeante, por el choque violento del frío del amarillo y espumoso liquido, con el calor de aquel día. Unos días mas tarde, el 16 de enero de 1995 ya estábamos haciendo uso de la recién inaugurada terminal de Tres Cruces, prontos a embarcar. Por cierto que no pasaban desapercibidos los 30 jóvenes, con mochilas que deformaba sus siluetas y ocultaba por completo las cabezas de quien las portaban. Ya algo en el grupo empezaba a generar un aire liberador: las mochilas tiradas, los compañeros sentados o directamente acostados en el piso, dejando de lado todo tipo de prejuicios. El viaje, con sus 36 hs. por tierra, fue verdaderamente cansador, solo bajando en las fronteras, o para comer en algún pueblito. Por una seguidilla de hechos, poco cercanos a lo “civilizado”, a partir de ese día, me haría acreedor a un nuevo sobrenombre. El poco afortunado hecho de sentarme en un asiento, a mi gusto un poco chico, y el que lo “venciera”, al intentar reclinarme, mas un movimiento de euforia durante una canción, que hizo que quedara con un apoyabrazos en la mano, me

Tan solo unas horas despues de recibir el seudonimo de Australopitecus (o Austra)


hizo ver, ante mis compañeros como un primate, y a partir de allí, fui “El Austra”, para todos. Llegamos a Santiago por la mañana, y ese día fue aprovechado para que los que no conocían Santiago, pasearan un poco por la ciudad y también, para comprar lo que necesitáramos al otro día. Fuimos hospedados gentilmente por la AGSCH (asociación de Guías y Scout de Chile), durante esa noche. A la noche siguiente, nos dirigimos a la terminal de buses. El plan inicial, que incluía hospedarnos en una localidad cercana, llamada Callejones, no iba a ser posible, ya que el Campo Escuela estaba completo, por lo que los organizadores nos habían destinado a Tamelcura Tamelcura, era un campo al borde de un embalse, unos cuantos kilómetros al Norte. Viajamos toda la noche, y llegamos a Ovalle, un pueblo cercano, a las 6 de la mañana, Ovalle era un polvoriento pueblo de campaña, el cual desconocíamos por completo, no teníamos ni siquiera idea, de en que lugar del mapa se encontraba, a decir verdad, no sabíamos si estábamos al sur, o al norte de Santiago, solo que tenia una plaza amplia con una fuente, sin transito y lo mas importante, sin nadie que nos hubiera ido a buscar. Esperamos una hora y media, y cuando ya el sol empezaba a calentar, apareció una camioneta gris, con un flaco de pelo largo, que se dio a conocer como Eduardo Peña. La camioneta tipo Pick Up, por mas grande que fuera, obviamente no llevaría a los 30 de un solo viaje, así que en el primero, fue Osvaldo y 6 o 7 jóvenes mas, y en el segundo fui yo. Cuando llegamos, nos dirigimos a la única edificación del campo, al lado una carpa militar, que hacia de centro de operaciones. Según Eduardo Peña, la Jefa de Campo, estaba por llegar, ya que había ido a una ciudad cercana, donde vivía: Copiapó. Nos dio la libertad de elegir donde quisiéramos acampar, lo que nos entusiasmo, aunque no teníamos idea de cómo funcionaba el lugar, nos gusto tener un “Sub Campo Uruguayo”, fue allí que tuvimos la primer reunión “In Situ”, Osvaldo había podido hablar finalmente con “La Mai” (sobrenombre que tenia la jefa de campo, una mujer de unos 40 años, simpática y sensible, a primera impresión), y esta le había dado un panorama de los lugares que posiblemente podrían ocupar los uruguayos, y cuales eran los “cargos” libres. Mientras algunos de los uruguayos, hacían de ese espacio de tierra un

La delegación uruguaya, ya en la “entrada” de lo que seria el “subcampo uruguayo”. La bandera que se ve, es una “colección” de retazos de tela, compradas de apuro en Santiago.


lugar donde descansar y tomar mate, con Osvaldo y el interesado en cuestión, íbamos ubicando a cada uno, en una función a cumplir por los próximos 15 días. A la tarde, ya teníamos un pequeño fuego calentado agua para el mate, y el lugar del fogón era sumamente acogedor, conseguido no sin esfuerzo, ya que el suelo era verdaderamente duro, daba la impresión de que a cada intento el pico o la pala, estallaba en chispas al chocar con el. La labor estaba concluida, y sin embargo no nos dimos cuenta de que tanto repartir labores nos habíamos quedado sin nada, los mejores ya habían sido distribuidos. Tomando mate, esa tarde dimos una vuelta mas amplia por el campo, y llegamos a un llano, entre los eucaliptos, de fondo nos impresionó ver aquella inmensa presa, un enorme muro de aproximadamente 50 metros de cemento que se alzaba como a los 400 o 500 metros de distancia. Un grupo de jóvenes preparaba unos juegos, nos pusimos a charlar con ellos, la encargada de lugar, estaba ya agotada de 15 días de trabajo y de 2 años haciendo los mismos juegos, y fue ese nuestro destino final. Si bien comenzamos solamente como trabajadores subalternos. en ese lugar, nuestra “jefa” como le decíamos, estaba de acuerdo con todas las propuestas e ideas que teníamos, el lugar paso de ser una copia de “El juego de la Oca”, a una lúgubre pero divertida cárcel, y el juego se pasaría a llamar “La Gran Fuga de Alcatraz”, allí una garita que antes se usaba para acumular basura, paso a ser una celda, donde se encontraba el único convicto de la ya abandonada prisión: “El Dos Metros”, (este personaje era algo así como un “Lobisón” o “Luz mala”, para los chilenos de aquella zona. Teníamos tan buena relación con la jefaza, que luego de 4 o 5 días,

Portada al juego La Gran Fuga de Alcatraz. Osvaldo de Boina personificando un Carcelero y yo en la piel del 2 metros. A lo lejos, el embalse de “La Paloma”

trabajando de sol a sol, un día decidimos hacer un descanso después de comer, e irnos al subcampo uruguayo, a dormirnos una siesta. A las pocas horas, estaba la “Jefaza” en la puerta de la carpa buscando a sus “obreros estrella”, para concluir la base de juego: - Chiquiiios, chiquiios, que aun tenemos que terminar las bases,


-

“po!” No rompas! Dormite una siestita!!!

Lo mas gracioso es que termino durmiendo la siesta con nosotros. No tardamos en sacar la conclusión de que la jefaza, estaba atraída por el Birra, hecho que era meramente anecdótico, ya que trabajábamos a la par de todos y no teníamos ningún privilegio que no mereciéramos. El juego, cuando llegaron los “junapios” (nombre que le daban los educadores a los chiquilines, por venir sponsoreados por la Junta Nacional de Educación, JUNAE), fue todo un éxito, “el dos metros”, al que encarnaba día a día, con la cara blanca, grandes ojeras y los pelos agitados, me hizo una celebridad. Para la altura promedio de los “juna”, que no pasaba el metro treinta, yo era verdaderamente un dos metros. Al terminar la primer quincena, la Mai nos llamo, para ponernos al tanto de todo, verdaderamente nos tenia muy bien conceptuado, todos los uruguayos habían logrado “ascender” y ocupar mejores puestos, en base a trabajo y sacrificio. Sin embargo, habrían reestructuras, por ordenes de los organizadores. La siguiente semana, se llevaría a cabo el “Proyecto Roble”, lo que significaba que en su mayoría, los participantes serian mayores de 15 años, muchos juegos debían ser reestructurados, y obviamente otros no se llevarían a cabo. Aprovechando la coyuntura, tanto Osvaldo como yo, fuimos reubicados, como jefes de Unidad, dejando la prisión de Alcatraz en el pasado.

Luego de recibir 4 o 5 visitas diar ias, terminaban nuestras funciones. Ordenar el lugar, bañarnos y luego tiempo libre. Aquí, la “jefa” “pololeando” con el Birra.


Capitulo II El Banquete Un capitulo a parte podría ocupar todo lo referente a la “subsistencia”; si bien el alimento no era malo, había que reconocer que las dietas, eran “balanceadas”. Lo eran para niños de entre 10 y 15 años, acostumbrados a mal comer, y no para jóvenes de 21 años, bien comidos y con hábitos de comer mas de lo común. El comedor estaba en la parte mas elevada del campamento, y era una explanada cubierta por mallas de sombra, y debajo varias mesas presentadas en filas, con un corredor en el medio. Normalmente, al menos al principio, los uruguayos nos juntábamos todos en una misma mesa para comer, pero a los pocos días, cada uno comenzó a comer con sus nuevos amigos y sus niños a cargo. Entablar amistades tanto con los grandes como con los chicos, sirvió para conseguir platos extras, panes extras y todo lo posible para hacer un poco mas “decente”, el almuerzo, merienda o cena. Se puede decir que durante el almuerzo corría un código de prisión, pero sin agresión ni violencia, ya había “proveedores” organizados, o sea pequeños, que sabían que no comerían sus dos panes, y que dejaban a su “tío”, como ellos llamaban a sus amigos grandes. Por lo que existía una especie de “tráfico”, alimenticio. Pese a eso, día a día, íbamos bajando mas de peso, y teniendo mas hambre acumulada. La salida del campo estaba prohibida, durante la permanencia de los chicos en el campamento, tanto para ellos, como para los dirigentes. Así que si bien nos enteramos que había una casa, que servia de “fonda”, no podíamos salir “legalmente” del predio. Fue así que un día, dos de los uruguayos, decidimos furtivamente salirnos del campo, escapar, cual refugiados, solo para tener una cena decente. Arreglamos quien seria el que se pondría en contacto con la “fonda” (esto significaba, escaparse a medio día, para avisar y pagar por anticipado la cena), y conseguimos también algún otro interesado; por lo que finalmente 4 uruguayos “escaparíamos” a la caída de la noche, hacia la ruta, para luego caminar un par de cuadras mas, y llegar a la fonda. Fue toda una experiencia, desde le momento en que atravesamos el arenal, cuando estábamos mas expuestos a que nos vieran los encargados del patrullaje; o la llegada al lugar, donde un niño de unos 12 años, nos abrió la puerta y nos invito a pasar, no era un bar, ni una fonda, sino una casa de familia; el padre, nos invito a sentarnos a la mesa. La casa era muy humilde, los muebles no eran mas que una antigua mesa con un mantel de nylon con flores. Al poco rato una señora de unos 40 años, trajo a la mesa condimentos, aceite, sal, pimienta, y vinagre de uva. Y no paso mucho rato, para que volviera el dueño de casa, con cuatro platos con pollo y arroz, generosamente servidos. También pan y una botella de vino. Mientras comíamos, y nos llenábamos en ningún momento nos pusimos a pensar, en aquellos pollos y gallinas que habíamos visto al entrar, sueltos, dando vueltas por el predio de la casa, y que alguno de sus familiares había dejado este mundo, para servirnos ahora de alimento.


No fue por el pollo, pero una extraña sensación nos invadió, imaginar que le estábamos “quitando” el alimento de la boca, a esa familia, nos apesadumbro, pero pronto reconocimos que por aquel exquisito pollo habíamos pagado, así que no le estábamos quitando el alimento, si que con aquel dinero en la mano, podían acceder a muchas mas alternativas, que simplemente “comer pollo”. Una vez que concluimos la cena, volvimos al lugar del campamento, esta vez mucho mas tranquilos, era ya de noche y sabíamos que los guardias, estaban en pleno relevo.

Capitulo III Proyecto Roble Los quince días siguientes fueron demasiado intensos, un poco motivados y aconsejados por los compatriotas, que habían trabajado en los subcampos tratando directamente con los niños, decidimos cambiar de “empleo”. Y pasamos de ser “carceleros de Alcatraz” a estar a cargo de cuatro monitores, mayores de edad, los cuales a su vez coordinaban a 8 chiquillos o “cabros chicos” (como les decían), el trato directo con ellos fue increíble, el cariño que día a día iba creciendo era muy incomparable, habíamos dejado de ser El Austra, o Javier, para ser “Tío”, era imposible no encariñarse, a decir verdad para ser jefe de unidad, la distancia no existía, y realmente no me importaba. A los 6 o 7 días, el subcampo uruguayo era un desierto, totalmente vacío, es que estábamos todos tan vinculados con los chiquilines, que necesitábamos estar con ellos a diario. Increíblemente, cabe acotar que no desapareció nada, pese a que nunca había nadie. Sin embargo, el proyecto Roble tuvo sus facetas negativas: Coco un miembro de la delegación (a quien yo conocía desde hacia varios años) una noche nos llego la noticia de que había sido amenazado, durante la noche en una de las callecitas del campamento, había sido “abordado” por 2 o 3 muchachos que poniéndole una navaja en la garganta, le habían advertido que se dejara de “conquistar chilenas”, y que se dedicara a las uruguayas. Sintiéndonos totalmente responsables de la situación, y mas teniendo en cuenta que Coco había ido bajo nuestra tutela, decidimos comenzar a participar de las reuniones de Seguridad de Campo, que era algo así como una guardia privada hecha por jóvenes encargados de esa labor. Allí conocimos otro Campamento Escolar, otro campo de Tamelcura, el de la madrugada, esos 6 o 7 días, pasamos a dormir a penas 4 o 5 hs., trabajando durante el día de jefe de unidad y por la noche, de miembros del equipo de seguridad, labor que no fue nada fácil, ya que los participantes distaban de ser niños, y de inocentes ya tenían muy poco. Pese a todo, nunca tuvimos problemas graves y la experiencia fue mas que nada cultural, al aprovechar el contacto con los “seguridad”, para conocer sobre mitos, creencias y leyendas de la zona. La noche liberaba la imaginación, y lugares sumamente pintorescos del campamento durante el día, en la noche se tornaban casi fantasmales y cada lugar contaba una historia.


El campamento en si, se encontraba sobre lo que antiguamente era el pueblo “La Paloma”, a la orilla de un río en las laderas de unas quebradas. Al momento de hacerse el embalse, el pueblo se movió por completo para el lado en que nosotros estábamos ya que el resto quedaría bajo el espejo de agua. Contaron que esta presa no era la original, ya que a los pocos años de hacer la presa, esta se rompió inundando todo el pueblo, sin posibilidad de escapar falleciendo todos los habitantes o la mayoría, ya que los que lograron escapar eran los antepasados de los que hoy se ubicaban en las partes altas de la quebrada. Pero, durante la noche, ese pueblo desaparecido volvía a la vida. Contaban que donde hoy estaba la cancha de futbol, antes había un manicomio, y que una vez uno de los guardias en medio de su ronda, vio aterrorizado como lo observaban los ojos extraviados y rojos de una enorme silueta negra, de allí había surgido el personaje del 2 metros. También contaban que los niños muertos en aquella terrible inundación, al no haber recibido bautismo, no habían entrado al cielo, y se habían transformado en espíritus de la naturaleza, en duendes y contaban que a la medianoche, aquel corredor de árboles que nos dirigía al subcampo uruguayo, se poblaba de pequeñas siluetas que iban y venían, corriendo frenéticamente de un lado a otro. Aunque tratamos de mantener totalmente nuestro criterio, era difícil no meterse en ese clima, en aquella mística ambientación, a las 4 de la mañana, mal dormido y muy proclive a percibir todo de una manera mas viva y casi diría que mas poética. Entonces como si tuviéramos la duda o la curiosidad (confieso que un poco de ambas cosas), prometimos que al final de aquella semana, recorreríamos el corredor de árboles a la medianoche y miraríamos hacia atrás por el camino andado, a ver si aparecían aquellas siluetas, o comprobar si se oían corridas y pasos. El proyecto Roble, concluyo, y cumplimos nuestra promesa, obviamente no vimos ningún fantasma ni duende. Pero aquel día, no nos deparaba algo paranormal, sino sentimental, despedirnos de nuestro “sobrinos”, que habían entregado todo su

El último día de trabajo. El equipo se despedía, yo, como jefe de unidad, y mis 5 monitores habíamos convivido 15 días como una gran familia. A demás de nosotros, si fuera de noche en este camino (o corredor), la camara tal vez captara esos duendes que no vimos.


Los junapios, este grupito de sinvergüenzas, se robaron todo el ruido y la alergia del campamento antes de irse. Al fondo el toldo comedor, que nos recibía 3 veces por día, para “nutrirnos”.

cariño día a día. Los abrazos juntando de a 4 o 5 de una sola vez, los saltos para subirse a caballito, los chistes y bromas sobre el bus y el camino de regreso, solo trataban de ocultar la tristeza. Así fue como dimos aquel ultimo saludo, con el deseo de algún día volverse a ver, sabiendo, en el fondo que nunca mas nos volveríamos a encontrar. He incluso hoy, cuando veo las fotos de aquellos momentos, de aquella despedida, veo los rostros de 7 u 8 de ellos, con sus apenas 10 u 11 años, y trato de imaginar como seria verlos hoy, 13 años mas tarde con 23 o 24 años, conjugando suposiciones y deseos. La suposición de que por el medio donde se desenvolvieron cuando volvieron a la sociedad, no fue el mejor; que la vida no les debe haber sido fácil, y que difícilmente hayan podido escapar de su agobiante situación social; pero también el deseo, de que la educación en la cual ellos perseveraban, y los valores que como scouts intentamos transmitirles por 15 días, no haya sido solo una diversión de aquel verano. Cuando el ómnibus cargado de chiquilines arranco y se perdió en la curva, lentamente, tras los árboles, se fue apagando el bullicio. Rodeando a todos los presentes del mas completo silencio, ese mismo que hacia 15 días no sentían, y que nunca habían pensado tan triste, ni tan pesadamente asfixiante. Alguna lagrima en los rostros de los que se creían mas serios, insensibles y poco sentimentales, no solamente asomaron, sino que como una ventana de invierno empaño por completo sus vistas. A la noche, sin embargo algo había preparado la Mai, ya veterana en estos campamentos, tenia escondida una fiesta para los “supervivientes”, como manera de retribución y agradecimiento por haber llegado a buen terminó, también, era una manera de traer nuevamente alegría al campamento. Esa seria a demás la última cena que tendríamos, antes de volver a Santiago. Nosotros como organizadores de la delegación pensamos en algo, mas humilde y modesto, pero sentido, así que luego del baile y la fiesta


organizada por los anfitriones, nosotros los visitantes, organizamos un fogón homenaje, como forma de agradecer la gentileza, el cariño, y el amor con que nos habían recibido y hospedado.

Capitulo IV Adiós a la delegación Además de todas aquellas vivencias increíbles, aquellos primeros días en Tamelcura, nos había dado la oportunidad de conocer muy bien a la gente de aquel país, conocer sus términos, conocer sus expresiones, su “argot”, si bien hablamos el mismo idioma, hacerse entender y entender a la gente no siempre resultaba sencillo. Aquello del “idioma” fue todo un tema, mientras que de los 30 integrantes de la delegación muchos a los 4 o 5 días de llegados, ya se habían mimetizado tanto con los locatarios, que habían perdido la Y estilo Sh, para adoptar la i, así que les tomábamos el pelo, ya que habían dejado de ser “uruguayos”, para pasar a ser “uruguaios”. Si bien la mayoría mantuvo su “uruguayismo” siempre presente, debimos adoptar términos para hacernos entender, o para no ser malinterpretados: el ómnibus pasó a ser el bus; el cambio de un pago, paso a ser el Sencillo; la barriga, la guata, y yo deje de ser peludo para ser chascon. Veinticuatro horas mas tarde, Tamelcura ya era un hermoso y grato recuerdo, nos encontrábamos en el Liceo de Aplicación, el local de un Grupo Scout, que nos sirvió durante los siguientes 4 o 5 días de hogar, en la ciudad de Santiago. Concluidos esos pocos días, despedimos por grupos a los miembros de la delegación, que volvían a Montevideo, así como también a los que se marchaban para La Serena, o Copiapó, y algunos pocos, aun mas al norte a Antofagasta a visitar a sus nuevos amigos. Fue a partir de este momento, que comenzaba la segunda parte del viaje, una parte que nos hacia sentir mas libres, ya no teníamos responsabilidades sobre nadie, y no solo eso, sino que tampoco teníamos un destino trazado, iríamos a donde quisiéramos, solo debíamos decidir el lugar, y lanzarnos a la aventura. Cruzaron varios destinos como alternativas: Rapa Nui (o Isla de Pascua); el sur chileno, o como habíamos oído hablar a nuestros “colegas” de seguridad, el intrigante “Camino del Inca”, fue en aquellas noches de rondas de guardia, que por primera vez, oímos hablar de él, y a decir verdad era una alternativa demasiado tentadora, lejana, pero tentadora. En este preciso momento fue que comencé a llevar registro de lo que pasaba día a día, en un cuaderno amarillo, que compre con tal propósito, Osvaldo lo inauguró con el Poema 20 de Pablo Neruda: “Puedo escribir los versos mas tristes esta noche...” decían las primera letras de la primer hoja de aquel cuaderno. Concluido ese poema, una fecha era el umbral que daba entrada a la historia de lo que viviríamos: “Santiago, 12 de febrero “ “Luego de finalizar con éxito su gestión de encargados de la delegación uruguaya en Campamentos Escolares en Chile...”


Para hacer mas claro el relato, las palabras que pertenecen a ese viejo cuaderno, estarán en cursivas, siendo así fácil identificarlas. Mientras que lo que vaya recordando y crea importante rescatar de algún lejano punto de mi memoria, estará escrito de la misma forma que estas líneas. “Todo empezó una azul tarde de Santiago. habíamos ido a acompañar a un amigo que se despedía por fin, dejándonos totalmente liberados de responsabilidades: Alejandro Silva, alias Coco, era él, el único integrante de la delegación que aun nos mantenía en función de “responsables”, no habíamos terminado de despedirlo, cuando dos chicas que se acercaron a pedirnos fuego, despertaron el alma de cazador furtivo de Osvaldo, que enseguida las individualizo como futuras “presas”, las puso en la mira, y preparo todo para consumar la caza, mas tarde. Por lo que derivada la acción para mas tarde, la conciencia nos remordió, un poco arrepentidos de no haber estado con Coco, hasta el “Adiós” final. El hecho es que llegados a la estación Norte, duro poco el remordimiento, ya que otras dos chicas, estas españolas, nuevamente alborotaron el alma furtiva de Osvaldo, pero a los pocos metros, el olfato nos indico que no eran buena presa. Fue en ese preciso momento que nos dimos cuenta que se había acabado nuestro trabajo, que éramos libres, ya no debíamos cuidar a nadie. Ya no teníamos ataduras. En fin, que nuestra aventura, estaba comenzando. En ese lugar, lo primero que hicimos fue alzar la vista para visualizar un gran Cerro, era el San Cristóbal. Comenzamos a caminar hacia el, al llegar a su falda, siguiendo una calle, pronto nos vimos ante la primera decisión, teníamos frente a nosotros una calle asfaltada, por donde iba y venia cada pocos minutos algún vehiculo, pero a un lado, se habría, casi imperceptible un sendero, camino angosto, techado de plantas y árboles bajos, bastante mas rupestre que la opción principal. Y sin hablar ambos pensamos en lo mismo, ya no teníamos nadie de quien preocuparnos, sino de nosotros mismos, y comenzamos a ascender por en medio del bosque del Cerro. Cuando ya estábamos por la mitad, nos vimos en la obligación de cruzar los rieles del aerocarril, pese a que era una tontería, nos pareció algo mas peligroso de lo que en realidad era, mirando a ambos lados, cruzamos la empinada rampa. Cada tanto, volvíamos la vista hacia abajo y veíamos como poco a poco Santiago se hacia cada vez mas pequeño a nuestros ojos. Al llegar arriba estábamos exhaustos, fue bastante gracioso ver las miradas de los turistas, que recién llegaban en taxis u otros vehículos, que nos veían salir de entre la maleza, para saltar un pequeño muro. Bebimos algo, y continuamos ascendiendo hasta la virgen que corona el Cerro San Cristóbal. El descenso fue mas rápido, al llegar abajo eran las 21.15, y llamamos a las dos chicas que habíamos conocido horas atrás. Luego de recibir las instrucciones de donde encontrarnos, partimos a su encuentro, obviamente a pie, pero como no debíamos cumplir horarios, ni teníamos que darle explicaciones a nadie, poco nos importo llegar allí 40 minutos mas tarde. Pasamos un rato junto a Zinia y su amiga, mas algunos amigos y amigas, bebimos cerveza, y a las 24 nos despedimos, para volver al colegio donde nos estábamos quedando. No habíamos caminado 3 cuadras rumbo a la parada de bus, cuando nos dimos cuenta de la ausencia total de dinero. Hacia poco que conocíamos a las chicas, necesitábamos en todo caso dinero para dos pasajes, y era la media noche, por lo que decidimos no volver a pedir una ayuda, sino comenzar a caminar. Dos horas mas tarde, a las 2 de la mañana, llegamos a Alameda, pasamos por


un quiosco y era tal el hambre, el cansancio y la sed, que las galletitas que compramos parecieron pan salvador, algo así como mana. Así concluyo nuestro primer día de aventura (a las 2.30 de la mañana, durmiendo en el sobre de dormir, en el piso del colegio).

Capitulo V Cena en Viña del Mar, almuerzo en Valparaíso 13 de febrero, en Santiago. Fuimos a despedirnos de la familia Zeballos (padres de un amigo de Osvaldo, que habían sido nuestros anfitriones, durante unos pocos días), y ya en el Liceo de Aplicación, nos despedimos también de Zinia y la otra chica que habíamos conocido ayer y nos pasaron a visitar aquel día. Ahora siendo cerca de las 21.10, aproximadamente, nos dirigimos a nuestro primer destino, Viña del Mar y Valparaíso. El Bus, partió de Santiago hace 25 minutos (a las 20.45). Llegamos a Valparaíso a las 22.30. La primera impresión fue buena, las casas se recuestan sobre los cerros y las encendidas ventanas, hacen parecer que las luces descendieran al mar. Hoy no vimos mucho mas de Valparaíso, ya que seguimos camino a Viña. Donde llegamos apenas minutos después. Viña es una ciudad mucho mas moderna, nueva, con muchísimos edificios altos. Trate de llamar a Yuty (María Jesús), pero antes averiguamos donde vivía y nos acercamos hacia allí. Al llegar, llamamos a la casa desde la esquina, y nos dijeron que no estaba, que volvía a las 12hs. Nos fuimos a la rambla, y esperamos allí, mientras veíamos una pareja bailar salsa allí mismo, frente a su coche, con la radio a todo volumen. El olor del mar se hacia sentir. A las 12 volvimos a llamar y nos dijeron que Yuty aun no estaba pero que había llamado avisando de que éramos amigos y que nos diera alojo y comida, así que fuimos para allá (o sea, caminar media cuadra). Cuando llegamos, en el apartamento, ya estaba María Jesús. Pero se iba, nos dejo con la libertad de servirnos cena a gusto, y nos indico donde podíamos dormir. Comimos a gusto y nos fuimos a dormir luego de un buen baño (como hacia días que no me daba, léase agua caliente). Fue en Viña del Mar, donde algunas cosas que en otro momento eran totalmente normales, debido a su ausencia, tomaban un valor y un tinte especial: queda en el recuerdo como la primera vez en días que volvíamos a estar en una CASA. La luminosidad de la luz eléctrica en la noche, la heladera, los elementos del baño, la ducha.... Todo, por mas insignificante que fuera, el volver a usarlo era como reencontrarse con un “amigo” entrañable. En definitiva, habíamos pasado 20 días acampando, 10 días durmiendo en el piso de un local scout, y 2 o 3 días, visitando a la familia Zeballos. Al despertar Osvaldo fue hasta la Rodoviaria a averiguar precios de pasajes, mientras yo aprovechaba para dormir. Cuando volvió, luego del desayuno (a las 12), partimos hacia el centro de Viña. Fijamos los pasajes, de casi la mitad del viaje, que incluía: “Viña – La Serena;


La Serena – Antofagasta; Antofagasta – Iquique”, con esas escalas, el 1er pasaje partía esa noche a las 22.45, de aquí nos dirigimos a conocer Valparaíso. Al llegar a Valparaíso, completamos nuestra idea, era un pintoresco pueblo de pescadores, mucho olor a mar, y comercios de pesca, personalmente me hacia recordar la imagen del pueblo pesquero del libro Moby Dick en cada esquina de las calles de aquellas viejas y altas casas, esperaba toparme con el adusto rostro de Jonás, y su pata de palo repiqueteando en el pavimento. Recorrimos unas ferias de mariscos y pescados bien frescos, y dimos con un restaurante, donde almorzamos pescado a las 7 de la tarde. No solamente los “camarones a la mayo” hacían de aquel almuerzo especial, sino el aroma, el entorno, las mesitas antiguas del restaurante. Era el lugar ideal para aquel almuerzo. Como podría ser una estancia en Tacuarembo para comer asado, o una fonda andaluza, para comer paella. Aquel lugar parecía haber sido creado para comer aquel almuerzo. Luego de “almorzar”, fuimos a visitar a una amiga, al llegar tampoco estaba. Pero dio para conocer mas Valparaíso desde lo alto. Pronto se nos hizo tarde y el ómnibus ya partía hacia La Serena, así que corrimos a lo de Yuty, de allí volvimos corriendo (pero ahora cargados), hacia el centro de Viña. Llegamos a la rodoviaria y ya partía el Bus, apenas nos dio para poder subirnos. Mas tarde hizo escala en La Calera, donde estamos ahora, esperando por el cambio de bus. Son las 12.45, y esperamos sentados en el piso, recostados en las mochilas”.

Capitulo VI La Serena nuestro segundo hogar 18 de febrero, Coquimbo Llegamos a La Serena a las 7 de la mañana, del día 15 de febrero. Caminamos hasta el centro de La Serena. Ciudad que ya conocíamos, pero que obviamente a esa hora se encontraba por demás tranquila y adormecida. Así, en ese estado llegamos a la conclusión de que es imposible conocer a una ciudad, si solo se la conoce durante un momento de su día. La Serena de la mañana, tranquila, vacía, aletargada; era otra diferente a La Serena del resto del día, transitada, con su movimiento de ciudad balneario, joven y divertida; y en nada se parecía a La Serena nocturna, feliz, atractiva e interesante, como la conoceríamos en los siguientes días. Así que era otra ciudad. Preguntamos por el barrio Compañía Baja, (el de los Peña), y decidimos ir a pie, luego de un largo trecho, volvimos a preguntar y seguíamos súper lejos, así que decidimos tomar un colectivo. Llegamos a la Compañía a las 8.45, esperamos a que se hiciera mas tarde, y a las 9.00 nos acercamos mas a la casa de los Peña. Cuando eran las 10 y tanto, me decidí a golpear, en ese momento salio a atender una mujer mas que parecida a Javier Peña. Era su madre. Nos hizo pasar, nos sirvió un té, y nos permitió dejar las mochilas allí. Aprovechamos como no estaban para ir al centro: cada uno hizo lo propio, Osvaldo su


piercing en la oreja, y yo conseguí nuevamente el fono de la farmacéutica. Volvimos y ya habían llegado Eduardo y Javier, aprovechamos a dormir un poco, para mas tarde ir a la plaza de La Serena. Allí nos encontramos con nuestras amigas chilenas que habíamos conocido en Campamentos Escolares: Chochi y María José; también aproveche para llamar a Antonella (la farmacéutica) y quede con ella de salir al otro día. Mas tarde vimos a los payasos de la plaza y fuimos a la feria. Llamamos a Uruguay, para averiguar que fecha era el cumpleaños, o sea que día debía ya estar de regreso. En el cine que estaba al lado de la plaza, estaban pasando dos películas, una era Entrevista con el Vampiro y la otra Rapa Nui... esta última nos tentó en la idea de conocer Isla de Pascua, (aunque mas tarde, conociendo los costos de transporte, desestimamos). El 16 de febrero, dormimos hasta tarde, comimos y volvimos a dormir siesta, al despertar, la madre de los Peña, había preparado tortas fritas con té. Para las 20.30, estaba con Javier Peña esperando a Antonella en La Serena, el lugar de reunión, a falta de Shopping fue una feria de ropa usada, luego fuimos a la plaza y nos encontramos con Eduardo y Osvaldo. “Trabajo fino” de Osvaldo, y a lo de los Peña a dormir. Desde el 17 de febrero, hay alguien mas entre nosotros... en el micro, yendo para La Serena, pensamos hacer un censo, y creo que somos mas de tres: Osvaldo, Emilio (el sapo que levante estampado del piso de Tamelcura y que había colgado de mi mochila, y ya era nuestra mascota, pese a estar obviamente muerto), yo y por lo menos 2 pulgas mías, (ni idea de las que trae Osvaldo) pero somos en total, por lo menos 6 o 7. Cabe hacer una acotación: Emilio, era el nombre de mi pequeño amigo chileno; con quien en campamentos escolares había hecho “mejores migas”, él y sus compañeros eran quienes mejor se portaban y los mas afectivos, obviamente que también como todo niño muy picaros e inquietos; el mismo día que el bus partió de Campamentos Escolares llevándose a todos los “Junapios” de vuelta, por el caminito de regreso al comedor encontré lo que quedaba de un Sapo, aplastado de tal manera, que podría haber pasado por debajo de la puerta cual sobre postal. Le habíamos atado una cuerdita a cada pata delantera, y lo habíamos colgado de mi mochila pequeña, lo habíamos bautizado Emilio, en honor a nuestro pequeño amigo chileno, he iba para todos lados con nosotros. Mas de una vez, causo algún grito de susto de algún niño, al mirar de cerca nuestra mochila. O mueca de asco de alguna señorita. Hoy fuimos a Coquimbo, pasamos por lo de la Mai, tuvimos que volver, ya que yo quede en encontrarme con Antonella a las 10.00. Volví a lo de los Peña. Osvaldo y Eduardo estaban como dicen aquí, re “curaos” (re mamados). Ahora si, 18 de febrero nos despedimos de la familia Peña, y partimos hacia Coquimbo. Al llegar la Mai nos atendió súper bien, llamamos a Pablo (el esposo de Verónica), para arreglar donde nos quedaríamos. Comimos en lo de la Mai y siendo las 19.26 ya estoy a punto de salir a La Serena a ver a Antonella. De este día cabe rescatar además dos puntos importantes: 1) recupere mi pañoleta de grupo, en realidad ayer a las 17:15, y 2)tuvimos noticias del Bocha, que esta en Antofagasta, y al parecer no puede salir de Chile, rumbo a Brasil. Mientras yo (Austra), estaba en La Serena, en la Plaza de Armas, charlando con Chochi; Osvaldo (Birra) arreglo con Pablo, el hijo de la Mai, para salir a bailar.


Volví a Coquimbo a la 1.00 de la mañana, y Pablo no había llegado, cuando ya me estaba entrando el sueño, llego Pablo para salir, en una camioneta estilo Los Magníficos, nos subimos a la misma y nos fuimos de parranda con los amigos de Pablo. Esa noche, luego del baile, dormimos en Coquimbo, en lo de la Mai. Pablo y Verónica, eran una pareja de Scout, cada uno fue Jefe de Subcampo en Campamentos Escolares, y nos había tocado la suerte de que Pablo había sido nuestro jefe, por lo que nos hicimos muy amigos. Domingo 19 de febrero Al despertar, la Mai nos preparo un almuerzo como hace tiempo no comemos, un asado; era diferente, y no solamente por el tiempo que hacia que no comíamos carne, sino porque tanto la carne como las achuras, difieren de lo que acostumbramos a comer en Uruguay. Nos despedimos y salimos para lo de Pablo y Vero, otra vez dejamos algo, la primera vez, habían sido las fotos en lo de los Peña, y ahora una toalla (la

En el fondo de la casa de Pablo, junto a el, y su “hijo” adoptivo. Un perrito al que Osvaldo acepto como mimbro del Grupo Inca.

única) en lo de la Mai. Luego de casi una semana nos volvimos a bañar con agua caliente en lo de Pablo y Vero. Comimos, tomamos y por fin... a dormir. Lunes 20 de febrero Fuimos luego de almorzar a reservar los pasajes, nos chocamos con otro inconveniente, no habían lugares hasta el 27... esto nos generaría una semana de retraso!!?? Esperamos una solución, nos dijeron que tal vez alguien cambiara el pasaje. De aquí fuimos a la Plaza de Armas, vimos a la Chochi y la amiga. Y Osvaldo “pincho”, tuvo mas suerte que yo.


Hablando en términos mas entendibles, Osvaldo logro un acercamiento un poco mas intimo con la amiga de Chochi. Volvimos a lo de Pablo a eso de las 12.40 mas o menos. Martes 21 de febrero Luego de comer, con la ropa limpia y dentro de la mochila, partimos, con dos posibilidades: 1) hacer dedo y conseguir que algún camión nos llevara hasta Antofagasta, o 2) que un bus nos pare y pagar un precio (menor) hasta el mismo destino. Salimos de lo de Pablo a las 3.30, pasamos antes por la terminal a cambiar los pasajes, luego por un súper a comprar refuerzos, que comimos sentados al cordón de la vereda con la mochila a la espalda (fue nuestro almuerzo). Pero es posible que a las 4, 4.30, ya estuviéramos en la estación de servicio (donde una promotora, que era scout, nos regalo la cena: un melón) Desde las 4.30 hicimos dedo hasta las 8.30 cuando un coche de la estación, nos ofreció llevar. El viaje no seria directo, debía pasar por Chañaral, a pagar una multa. Osvaldo se ubicó en el asiento del acompañante, y yo junto a las mochilas en el de atrás. Mientras escuchaba como charlaban, me “acompañe” del trago inventado unos días atrás, pisco puro con jugo de durazno en polvo. Cuando Osvaldo ya había entrado en confianza, con el chofer, y dijo “Javier, saca de mi bolsillo la petaca con Pisco así convidamos a nuestro amigo con algo”.... la verdad que de la petaca ya solo quedaba poco menos de la mitad.... Me seque la boca, y se la pase, como si no hubiera pasado nada, con la esperanza de que por la poca luz del vehiculo no notara el faltante, pero a “papa mono con banana verde”, justo al “Birra” le iba a conseguir engañar??, miró para atrás y dijo – “menos mal que me acorde a tiempo, sino ni el olor le sentía.” La primer ciudad, (escala) fue Vallenar donde nos aprovisionamos (es decir repusimos pisco a la petaca que yo ya había vaciado), al salir tuvimos que socorrer a un coche que estaba a punto de caerse a un barranco (no desde una altura muy grande, sino mas bien de unos 70 u 80 cm, pero el daño al vehiculo igual habría sido importante). Aproveche la bajada, para continuar con algo que ya había iniciado en Valparaíso, la recolección en unos frasquitos de un poco de polvo, tierra o arena del lugar que visitáramos, como souvenir. Esta vez era una parte del desierto de Atacama. Viajamos hasta las 3 de la mañana, ya que al llegar a las puertas de Copiapó, paramos a descansar. Yo habré dormido 2 hs., Osvaldo lo intento, también pero a la intemperie, pero el frío de la noche en el desierto es bastante duro. Comenzamos a caminar alrededor del auto, para aplacar el frío, (la charla, no se si por el frío o por que, pero nos llevo a Montevideo, a la situación en la que estaríamos al volver, como retomar todo, luego de 2 meses afuera. Nuestros grupos, y la asociación Scout, las novias que habíamos dejado (si habían), y los trabajos; como para tratar de imaginarnos en otro lugar, y no en el impresionante frío de Atacama). A la mañana del miércoles 22 a eso de las 7( no bien amaneció), retomamos viaje, el próximo destino seria Chañaral. Luego de comer y que el conductor decidiera tomar un baño. Luego de pasar por Calera Obispito, donde también recolecte mi pequeño souvenir de tierra, a eso de las 10.40 nos enteramos que debíamos quedarnos hasta las 3.00 allí, para que pudiera pagar la multa.


A las 11.15, nos divertimos un rato jugando al Pool, lo que sirvió para matar el tiempo. Luego a almorzar y dormir un poco, esta vez con un poco menos de frío. Pronto se hicieron las 3 de la tarde. El chofer pago la multa y seguimos camino. Luego de viajar por el desierto 5 hs. llegamos a la entrada de Antofagasta, ciudad custodiada por cerros. Grandes elevaciones que cierran el paso para dejar oculta una ciudad costera. Entramos en la ciudad cuando el sol ya se estaba ocultando en el Pacifico, era una bonita tarde de verano. Nos despedimos de nuestro “benefactor” agradeciendo por su ayuda, y luego decidimos ir a comer algo. Si bien en la cabeza teníamos contactarnos con nuestros amigos, el hambre y desconocer que tan tarde era, hizo que pronto fuera medianoche. Luego de intentos en procura de un lugar para dormir, fuimos a la rambla, y por primera vez esa noche, se dieron dos cosas: 1) nos dimos cuenta que estábamos totalmente desproveídos, y que la única alternativa era dormir en la rambla; 2) valoramos por primera vez lo que teníamos en nuestras casas. Jueves 23 de febrero Amanecimos bien, sin ningún tipo de contratiempo. Hecho que intenté destacar en el libro, mas que nada tomando en cuenta que estabamos en la rambla de Antofagasta, que tuvimos que caminar kilómetros para encontrar el lugar apropiado, algo oculto, pero no muy alejado. Sin llegar a ser en la arena. Donde había dos andariveles y en el segundo el foco del farol no daba de lleno. Contamos con un factor climatico positivo, la sequedad del desierto nos evito el problema del rocío. Por las dudas, antes de dormir, pase mi cinturón por la mochila, y luego por debajo de mi axila, amarrandomelo, para asegurarme que no me la robarían mientras dormía. Al día siguiente, tomamos real conciencia de las cosas que habíamos dejado en “casa”, simples, pero importantes: la seguridad del hogar, el techo, la estabilidad, nuestro lugar en la familia, nuestros afectos, acababamos de tomar contacto con lo que es ser alguien “en situación de calle”, pasamos casi toda la mañana mirando la costa, los cangrejos, el mar, tirando piedras al agua. Mas tarde llamamos a Marcela, una amiga de Campamentos Escolares, y nos dijo que Paulina y La flaca, nos pasarían a buscar (otras dos amigas). El viernes 24 de febrero, pasamos descansando. Conocimos a la familia de la amiga que nos hospedaba, nos reunimos con los compañeros del equipo de seguridad de Campamentos Escolares. El día de ayer vimos a nuestro amigo uruguayo “El Bocha”, que pensábamos estaba perdido y varado en Chile sin posibilidad de volver a Uruguay. Y nos puso al tanto de todo. Sábado 25 de febrero Nos estabamos quedando en lo de Marcela, la familia vive en un barrio residencial y la casa es una mansión moderna pero a decir verdad son gente muy sencilla, la hermana estudia periodismo, y este día, nos ofreció ser “guía turística”. Conocimos 2 playas, hacia el norte de Antofagasta: “Juan López”, una balneario diferente a los que hasta ahora hemos visto sobre el Pacifico, casas bajas, con un marcado estilo veraniego, se parece en mucho a


balnearios del Atlántico, como Punta del Diablo o Cabo Polonio aunque con mayor infraestructura. En el horizonte para el lado del continente, solo se ven las crestas amarillas del desierto de Atacama, mas allá de las estrechas calles que delimitan el pueblito. Fue en Juan López, que la hermana de Marcela, se encontró con una compañera de estudio que trabajaba en una radio, y como Turistas uruguayos fuimos entrevistados para el programa. Ya de regreso, conocimos La Portada, que no es propiamente una playa, sino un espectáculo de la naturaleza. A esa latitud, la costa se eleva en un acantilado de unos 20 o 25 mts, el mar delimita una herradura o bahía. En un extremo, el Hombre creo un mirador y en el otro, la naturaleza, erosiono de tal manera la piedra que el Acantilado se agrieto primero y con el paso de los meses, años, siglos, las olas lo

En la playa Juan López, en el medio del desierto de Atacama que se apresia al fondo. Caminando hacia la playa: El Bocha, Marcela, Paulina y El Birra.

fuero tallando como un cincel, generando una bóveda hoy conocida como “La Portada” Ya en la noche, de nuevo en lo de Marcela, y participamos de una reunión que nos habían preparado. Domingo 26 de febrero Es Domingo... Como en cualquier parte del mundo, es el día mas aburrido de la semana. Hablando pronto y claro: un bodrio. Si a esto le agregamos un corte de agua corriente en lo de Marcela, tenemos como resultado: un día de mierda. Lunes 27 de febrero El día cambio, ya no es domingo, ni 26, pero el aburrimiento es exactamente el mismo, un milagro de la ciencia. Martes 28 de febrero Decidimos salir a conocer un poco de Antofagasta. Primero el Barrio Histórico, el Museo, el muelle, la estación de ferrocarril Atacama-Bolivia. Fue en esta estación que aprendimos un poco mas sobre la historia de la región. Atacama, era territorio Boliviano a fines


El paisaje de La Portada, a mitad de camino entre Antofagasta y Juan López.

del siglo XIX, era para mas datos su única salida al mar. Pero las ansias expansionistas, hizo que Chile, en su “Batalla del Pacifico”, se anexionara Atacama, Arica e Iquique, en desmedro de Perú y Bolivia. Es obvio que la nación mas desfavorecida, dejando de lado las perdidas de vida de toda guerra y la obviedad de la disminución de territorio, fue Bolivia y su inaccesibilidad al mar y lo que esto supone para el comercio internacional de un país. Preguntando por museos, fue que me entere de la existencia de “San Pedro de Atacama” y la “Miss Chile”, una momia incaica, ubicada en un pequeño pueblito en medio de la precordillera, a unos pocos kilómetros de “El Valle de la Luna”. Fue por este destino, que hoy decidimos separarnos por unos días, Osvaldo (el Birra), ya parte hacia Iquique, y yo (el Austra), pienso conocer mañana el Valle de la Luna, Este día a las 22 despedí al Birra, mañana partía yo, a la misma hora para encontrarnos pasado mañana de mañana en Iquique. Miércoles 1 de Marzo de 1995 A las 6.30 de la mañana me fui a la terminal de Buses, tome el bus a las 7.55 hacia Calama, llegando a esta ciudad a las 10.00, luego de dar unas vueltas conseguí pasaje a San Pedro de Atacama, llegue allí a las 13.00 hs. pero me entere de algo (no todo podía salir bien) las excursiones para el valle de la Luna, salían a las 16.00 y yo tenia boleto para la vuelta a Antofagasta para las 18.00, y de allí donde estaba a Calama, eran 2 Hs. El tiempo claramente no me daba. Compre pasaje de vuelta a Calama para las 14, fui al museo donde estaba la Miss Chile y aunque no pude entrar por el horario de exposición al publico, mire a la susodicha desde afuera. La momia, ocupa el hall central, por lo que no costo mucho verla desde las puertas de acceso. El museo no es muy grande pero es moderno, una excelente respuesta del Ministerio de Cultura Chileno, al reciente hallazgo. Luego fui a una feria artesanal, donde entre muchos productos autóctonos, encontré unas pequeñas estatuillas hechas en piedras de origen volcánico. Figuras de llamas y guanacos, mujeres con sus trajes típicos, u otros personajes del altiplano son labrados en una piedra gris muy porosa. A la hora preestablecida, ya estaba camino a Calama. Antes me informe de todo, para volver algún día. Llegue a Calama a las 16, fui a la oficina de Turismo, para completar


Información. Tome un refresco, haciendo tiempo, y me dirigí a la terminal de buses. A las 18 partí hacia Antofagasta, y llegue a las 20.10, me duche, comí, arme mi mochila, y me despedí. A las 22 hs., tome el bus hacia Iquique, donde me pienso encontrar mañana con Osvaldo, son ahora las 22.48, y llegaremos aproximadamente a las 7 de la mañana.

Bueno, como el Austra bien pensaba, se encontró conmigo en Iquique, pero detallemos brevemente lo sucedido antes de su llegada a este lugar. Llegue a las 7.10 y hasta las 10.30 busque el hotel mas cómodo, lindo y BARATO, lo encontré. Fui a la Zofree, y por la noche visite los barrios de Iquique, al día siguiente, el Austra arribo al centro de Iquique donde nos encontramos, tiempo seguido lo

La pre-cordillera, entre el desierto de Atacama (el mas arido del mundo) y la Cordillera de los Andes, se extiende este paisaje casi “lunar”.

lleve a la residencia “Sol del Norte”, dormimos hasta las 13 hs. y a eso de las 14 salimos juntos hacia ZOFRI. Luego ya en él, hicimos una inversión en la que el Austra fue “instantáneo”, y nos fuimos. Sacamos pasaje para Arica (con rebaja por supuesto). Hoy 3 de marzo, fue el “fast-day”. Nos levantamos 7.30, a las 8 partimos hacia Arica llegamos, nos bajamos del bus, y a las 25 mts (aprox.) partimos en bus hacia Tacna (Perú), llegamos y en 5 o 10 minutos, salimos hacia Arequipa, cabe acotar 2 puntos: 1) nos vinimos de Arica a Tacna en una “cacharra” (8 cilindros en V) de los 60 convertible y en fin... un pol – vo!! El numero 2, si el numero 2 es que el viejo y querido (para algunas mas que para otras) AUSTRA nos relatara parte de estas experiencias vividas con su puño y letra. Bueno!! Que presentación!! Ahora me toca a mi, del día de ayer jueves 2 de marzo, solo acotar un par de cosas; primero, la inversión de lo que el BIRRA habla es una bella y hermosa Hacha, al módico precio de 1800 Chilenos (Si mal no recuerdo por aquella época, era verdaderamente barato, algo así como 3 o 4 dolares). La cual hace juego con la que raudamente compro el Birra (instrumento que paseamos por el centro de Iquique colgando de nuestro cinto, y segundo, por la noche, luego de charlar un buen rato en


nuestra flamante “residencia”, fuimos a “patear” por la rambla de Iquique (casi de madrugada). Llegamos a una esquina a una cuadra de la playa, donde escuchábamos música, nos sentamos al cordón de la vereda, pensando la manera de poder entrar y disfrutar de la fiesta, pero obviamente no había ninguna manera elegante de entrar, así que decidimos caminar un poco, aprovechando la hermosa playa de Iquique. Viernes 3 de marzo Como bien bautizó el Birra a este día fue el “Fast-Day”, pero también me permito la libertad de ponerle un subtitulo: “En busca del almuerzo perdido”, ya que desde hace 24 hs. no comemos. Fue desde mi punto de vista, así: comenzó a las 7.30 y a las 8.30 ya estábamos sobre el bus, altercado de por medio (en los apuntes originales no daba explicación de a que me refería, pero si mal no recuerdo, nosotros no teníamos vinculación directa con el mismo, sino que en el momento de la partida, la misma se dilato por los problemas para viajar de una pasajera, los detalles no los recuerdo, pero si tengo presente que la señora se comportaba bastante impertinente e irascible) nos dirigimos a Arica, donde llegamos a las 12.25, allí esperamos el tiempo que menciono el Birra, y a las 2.25 aproximadamente pisamos tierra de Incas. En Tacna nos enteramos que Perú, carece de 2 hs. menos que Chile, o sea que estamos “chochos” ya que a casi hora de haber salido de Tacna, rumbo a Arequipa en este momento, sobre un bus de quien sabe que año, con las mochilas en el techo, nos percatamos que vuelven a ser “recién” las 2.18, o sea 7 minutos antes de entrar a Perú y ya vamos rumbo a Arequipa, por lo que llegamos a la conclusión de que las catraminas que a simple vista parecen Buses destartalados, en Perú, en realidad son maquinas del tiempo. El tiempo va pasando y son ya las 5.22 habiendo estado ya aproximadamente 4 hs. en Perú, ya tenemos la que creo será la impresión definitiva: Perú es un país muy pobre, y bastante sucio, y comparado con la seguridad con la que vivimos en Chile, esta zona de Perú, parece ser bastante peligrosa, en fin un desilusión de la gran puta. Espero que su historia nos cambie la historia. No fue su historia la que cambio nuestro parecer, sino nuestra propia historia. Perú no parece ser muy diferente a la primer impresión, aunque Arequipa es una ciudad muy pintoresca, sobre todo su plaza central y su iglesia. Esta iglesia es la misma que años mas tarde sufrió el derrumbe de una de sus naves, debido a un terremoto. Allí pasamos la noche del viernes 3 para el sábado 4. Sábado 4 Tomamos el bus de Arequipa hacia Cusco, pero tratamos de subir el nivel pagando un poco mas, y en algo cambio. Como ya nos habíamos acostumbrado, los bultos fueron en el techo. EL viaje fue cansador y enfermante, para el Birra y para mi (respectivamente). Arribamos a la “Ciudad Imperial” el domingo 5 a las 5 de la mañana. Domingo 5 de marzo. Lo que sigue, es sin dudas el comentario mas inmaduro que a mis 21 años pude hacer respecto a una ciudad que inhala cultura y exhala historia. Una ciudad cimentada sobre el imperio Inca, construida con ladrillos españoles y con tejas rojas de barro totalmente Peruano. Ya en la “ciudad Imperial de los Incas”, nos causo una leve desilusión, de Inca a simple vista no tiene nada. Continuaba, aparte, un pestilente olor que cerro mi estomago durante varios días, llegándome a preocupar, ya que aunque me


La Catedral de Arequipa (Perú), no creo que muchas fotos mas hayan podido captarla de esta manera, unos años mas tarde, un terremoto destrozo uno de sus laterales.

sentía bien, si seguía sin comer, comenzaría a debilitarme tarde o temprano. Nos albergamos y dormimos hasta medio día, luego, comenzamos a realmente conocer Cuzco, su pasado incaico, su conquista religiosa, y su presente, mezcla de turista y nativos que dan muestra clara que la raza incaica aunque conquistada por el español, aun hincha las venas del pueblo peruano. Letra a letra, intento resarcir mi ignorancia sobre la ciudad mas importante que durante siglos tubo America del Sur, antecediendo en siglos a los nudos ferroviarios centralistas del Imperio Británico, Cuzco, era el destino de todas las rutas incaicas, tal como su nombre lo indica, Cuzco, era “el ombligo” del mundo conocido. No estaría muy errado si tomando una frase muy conocida, dijera que “Todos los caminos conducían a Cuzco”. El hostal donde nos quedamos era una edificación muy antigua. Su recepción era una sala bastante pintoresca, amplia y de techos muy altos, y detrás se veía iluminado por el sol, el amplio patio central, con muchas plantas y una fuente en el centro. El conserje nos guío hasta nuestras habitaciones, todas las que estaban en la planta superior, daban a un corredor abierto que como un balcón daba al patio interno. Luego de descansar un poco, salimos a conocer. El hostal quedaba sobre una callecita que salía de la Plaza Mayor. Como toda ciudad colonial, toda plaza debía tener una iglesia, y esta por ser la plaza mas importante de Cuzco debía tener también la Iglesia mas importante de


Cuzco: su Catedral. A su lado estaba la Universidad, ambas edificaciones coloniales, estaban pegadas una a la otra, junto con una iglesia (si... a nosotros también nos resulto raro que al lado de una Catedral hubiera una Iglesia). Conseguimos entrar a la Universidad y conocerla de una manera que a decir verdad resulto extraña, íbamos abriendo puertas y pasando, primero por el portal enorme y verde de acceso, desembocando en el amplio patio central, totalmente desierto, luego los salones. Continuamos subiendo antiguos escalones de mármol, hacia el segundo piso, de pronto notamos, como un salón resultaba ser notoriamente mas iluminado que el resto, de su interior la luz solar

La Plaza Mayor, se puede ver claramente que por aquella época la Catedral, estaba siendo reparada (ver torre izquierda), detrás de las banderas de Perú, y si mal no tengo entendido la de la nación Inca. La bandera de Perú estaba izada no solo alli, sino en muchisimas casas ya que aquel Marzo del 95, aun estaba en guerra con Ecuador. A la derecha tapada por los arboles, se puede ver, apenas, la Universidad de Cuzco.

radiaba como una aparición, nos asomamos, y vimos que entre las gruesas paredes de piedra de la universidad, aquella era la única habitación que tenia una escalera que daba a una pequeña puertecita o ventana por la que el dios Inti se filtraba. Como la total soledad ya nos había dado total confianza para ir y venir, andar y desandar, subimos por ella y salimos a los tejados de la antigua universidad. Por el tipo de construcción es probable que en algún momento, esta fuera un convento o monasterio. Desde aquellos tejados pudimos ver aquel mar de techos rojos que es Cuzco, y mas allá, los cerros que encierran aun hoy esa parte del “Valle sagrado”. Cuando subimos a la parte Inca, en un cerro, hicimos uno de los ahorros mas importantes. Estuvimos en ella sin pagar un sol, pese a las persecutas, y a parte a un intercambio de conocimiento con un guía, logramos algunos datos, sobre el lugar. Conocimos también la universidad, y la plaza donde descuartizaron a TupacAmaru (Plaza de Armas). Compramos unos presentes, y luego nos aprestamos a descansar. Tan “importante” fue ese ahorro, que estuvimos durante horas, en Sacsahuaman, y al otro día cuando escribí este diario, no tenia ni idea


de su nombre, de que significaba o que era, tampoco sabia que había estado frente a una roca tan inmensa, perfecta y enigmática que es todo un hito para la arqueología peruana. Abriendo un paréntesis de mas de 10 años, incluyo ahora en este diario lo que verdaderamente pisaban nuestros pies.

En esta plaza (Plaza de Armas) donde se encuentra algo asi como la casa del Gobernador, fue torturado Tupac Amaru, y algunos de sus compañeros, una placa lo conmemora.

“La parte Inca” como mencionaba, era la Ciudad Santuario de Sacsayhuaman y de la misma manera que personalmente desdeñe y desconocí el valor de Cuzco y Sacsayhuaman, habían hecho mas de quinientos años atrás los españoles. En su ignorancia, habían supuesto que Sacsayhuaman era una fortaleza, una ciudadela amurallada, lista para repeler cualquier ataque. Pero no había sido construida para eso, ya que cuando comenzó la obra el Imperio Inca estaba tan afianzado que no tenía ningún enemigo de temer. Su nombre en quechua significa “Halcón Satisfecho” y es aquí donde el

Mientras ascendíamos rumbo a Sacsayhuaman, poco a poco comenzaban a verse todos los tejados rojos de Cuzco, dominado en el centro por su Plaza de Armas


simbolismo se hace dual, por un lado es el Halcón que desde lo alto, custodia a la capital del Imperio; pero a su vez, si Cuzco tubo alguna vez la forma de un Puma recostado, Sacsayhuaman era su cabeza erguida, vigilante. Llevó el esfuerzo de 20.000 hombres durante 70 años su construcción, los colosales bloques que forman sus murallas, pueden llegar a pesar las 350 toneladas, eran traídos desde las canteras de Muina, Huacota y Rumi Colca a 20 Km. de distancia. Cabe destacar, que el aspecto que presenta hoy, es muy diferente al que encontraron los invasores, ya que una vez tomado el control, la ciudad santuario, fue utilizada como cantera para construir el Cuzco colonial. Sin embargo aun es apreciable el excelente trabajo realizado por aquellos constructores. Las piedras de las murallas eran tan bien ensambladas que resulta imposible introducir tan siquiera la hoja de un cuchillo entre bloque y bloque, punto que se potencia si se toma en

El ingreso a Sacsayhuaman , Osvaldo y detras los restos de esa ciudadela. Mas atras Cuzco, Cusco, Cozco, o como mejor quieran llamarla.

cuenta que uno de esos bloques puede pesar toneladas. Todo parece indicar que se habría tratado de un santuario de adoración al sol (o Inti), para lo cual no solo era importante tener en cuenta la construcción, sino también el entorno que la rodeaba. Como si de lógica se tratara, lo primero que nos “introduce” en esta ciudad santuario son sus puertas con sus marcos laterales y superior, un umbral perfecto para entrar en la historia. Fue en una de ellas, que Juan Pizarro (hermano de Francisco Pizarro) encontró la muerte, alcanzado por una pedrada que le hundió el cráneo cuando los españoles atacaron a las fuerzas rebeldes de Manco Inca, durante el sitio del Cuzco. Del interior de la ciudadela, lo mas claro y que mas nos llamo la atención fue una formación rocosa, perfecta, en círculo que en primera instancia nos pareció una fuente porque parecía tener desagües que también dibujaban un circulo perfecto de unos 3 o 4 metros de diámetro. Aquello era el Muyu Marca, (Recinto Redondo), una torre


cilíndrica de 4 pisos, culminada con un techo cónico, era la cúspide de un edificio de 20 metros de alto, hoy apenas alcanza los 15 cm, allanada totalmente, por la inculta fuerza colonizadora. Tal vez para no dejarla como recuerdo de la mayor resistencia indígena durante la rebelión de Manco Inca, desde su cúspide, salto Titu Cusi Huallpa, para no caer en manos españolas prefiriendo morir libre, que vivir esclavo. Lunes 6 de marzo. Nos despertamos temprano para ir a la estación de tren donde comenzaríamos nuestro viaje hacia Machu Pichu. Al llegar luego de una noche de añoranzas, nos invadió la felicidad, al sentir un grito: - Austra!!! - Era el Toto uno de los uruguayos integrantes de la delegación que no veíamos desde culminados los campamentos escolares, cruzamos 4 o 5 palabras y nos subimos al mismo tren, pero en distinto vagón, con la esperanza de vernos mas tarde para charlar. Pensamos encontrarlo en el Km. 88... pero no fue así. Al llegar al Km. 88 para comenzar el Camino del Inca, empezamos a buscar al Toto, pero no había bajado del tren.

Muyu Marca o Recinto redondo, esto era una torre de 20 metros. Desde donde se arrojo Titu Cusi Huallpa, que prefirio una muerte de pie, a una vida de rodillas.

Comenzamos allí, el mas tedioso y agotador día de nuestras vidas. Y eso que el 1er tramo del camino no era muy empinado. A las 4 de la tarde llegamos a un campamento, estaba nublado y lloviendo. Pero por nuestro cansancio parecían las 8 o 9 de la noche. Armamos la carpa con nuestro último aliento y nos metimos en ella, pronto comenzó a llover fuerte. Esa noche valla a saber porque nos despertamos entre 3 y 5 veces, con nuestras gargantas resecas mientras afuera llovía a cantaros. Por lo que mi cantimplora fue de vital importancia. Martes 7 de marzo. Al otro día, cuando por fin nos levantamos, nos percatamos que ya no quedaba nadie en el campamento. Y que comenzaban a pasar nuevos caminantes. Decidimos desarmar campamento; cuando ya casi todo estaba fuera de la carpa, excepto la cantimplora, el Birra se metió a limpiar el piso, el río pasaba a un metro de la puerta de la carpa a una velocidad vertiginosa, tomo la correa de la cantimplora y la revoleo hacia fuera, la cantimplora rodó hacia el río, y mientras rodaba, le grite al Birra que se iba la río, me oyó y se zambullo saliendo de la carpa, alcanzando la cantimplora que justo caía al agua,


mojándose el brazo desde los dedos hasta los hombros. Cuando ya habíamos cargado todo, preguntamos a unos porteadores cuanto faltaba, y nos dijeron que 2 días y medio o tres. Yo susurre un pensamiento casi sin darme cuenta que mi boca lo hacia palabras, con seguridad de no tener apoyo de mi compañero: -“Estoy pensando muy seriamente en volver” Sin risa , sin negativa; firme y decidido el Birra me dijo: “Y.. volvamos”. Las próximas 4 horas fueron de las mas felices y en cada paso nos repetíamos a nosotros mismos “que acertada decisión, no me arrepiento ni un poquito”. Lo que ayer hicimos en 6 o 7 hs. hoy lo hacíamos en 4 y sin cansancio. A las 4.40, paso el tren hacia Machu Pichu, posiblemente en el mismo que termino el viaje el Toto. Al llegar a Aguas Calientes, decidimos alojarnos pronto, y luego de comer (extraño ya que desde mi llegada a Perú, Camino del Inca incluido, mi apetito había desaparecido) fuimos a buscar un albergue en el cual pasamos la noche, aseo de por medio. Aguas Calientes, merece al menos una pequeña descripción, es sin dudas, una ciudad secundaria, existe casi que exclusivamente por Machu Pichu, si bien tiene aguas termales, estaría totalmente en el anonimato si no fuera el centro de hospedaje mas cercano a la nueva maravilla del mundo. Sin embargo, esta pequeña ciudad tiene su encanto, tal vez por la selva que la envuelve, o por las vías férreas, o por los andenes, o simplemente por ser el descanso previo al encuentro con la historia, la naturaleza, el misterio y la mística. No creo que sean mas de 3 o 4 cuadras, pero el colorido y la frondosa vegetación, la hacen hermosa. Miércoles 8 de Marzo. En el primer bus que encontramos, partimos hacia Machu Pichu. Luego de un camino ascendente, y serpenteando un cerro por fin se diviso algo, entre las nubes, las primeras ruinas de Machu Pichu. Al llegar arriba era impresionante, como en las fotos y las películas.. Pero antes de adentrarnos en la ciudad, nos dirigimos al puente Inca, luego de caminar 20 minutos lo vimos, imposible cruzarlo, estaba prohibido. Ya a la vuelta, previo cumplimiento de la promesa que había hecho Osvaldo, ENTRAMOS EN MACHU PICHU, a cada paso, nos encontrábamos ante una imagen mas deslumbrante que la anterior, diferente, inigualable. Conocimos cada uno de los detalles, con ojos ignorantes, pero llenos de ansias de ver y saber, tratábamos de “aprovechar” los guías turísticos, de otras excursiones. Dimos vueltas hasta perdernos, desde templos, hasta canchas, pasando por mausoleos, plazas, fuentes, todo, y cada parte del todo. Nuevamente, debido a esos “ahorros”, conocí desconociendo Machu Pichu, aquí y allá, intentábamos acercarnos a las excursiones con sus guías turísticos, y en nuestro ingles básico, intentábamos entender donde estábamos, como continuar mucho tiempo con una excursión podía resultar demasiado obvio, en algunos casos, nos quedábamos en determinado sitio, esperando a la próxima excursión, para terminar de escuchar la segunda parte del relato del Guía, o para pasar a la siguiente área de aquel increíble sitio arqueológico. Es así, que nuevamente 10 años mas tarde, incluyo en este diario, lo que debería haber incluido pocas horas luego de abandonado Machu Pichu. Ingresamos a Machu Pichu, por el sector Agrícola, con los característicos andenes, para las plantaciones, es debido a este característico tratamiento del suelo para el cultivo Incaico, que los


españoles bautizaron Andes a la cordillera. Allí retomamos los últimos tramos del “Camino del Inca” y es desde ese punto, que la imagen tan familiar, tan reiterada de todas las fotos, hizo que pareciera que nos encontrábamos nuevamente ante una postal. Caminados unos pocos metros, y ya comenzamos a distinguir el punto mas elevado de la ciudadela a lo lejos, parecía verse algo así como dos columnas que si no fuera por la mayor altura del Waina Pichu de fondo, sostenían al limpio cielo azul. Las primera ruinas, luego de atravesar el muro y el foso que separa el sector Agrícola del sector Urbano, era un edificio vestibular de dos pisos de altura. En seguida, lo primero que asoma de entre las rocas, es un gran bloque irregular llamado “La Roca de las Serpientes” desde allí, solo restan unos pocos pasos, para adentrarse en la “casa de los sacerdotes” y un poco mas allá el gran espacio hoy abierto que alberga al “Templo de las tres ventanas” cuyos muros de grandes bloques poligonales pulidos, encajan cual un enorme rompecabezas, y el “Templo Principal” de bloques mas regulares. Un poco mas allá, en lo que la naturaleza había regalado como colina y los Incas convirtieron en terrazas, tomando la forma de una gran pirámide de base poligonal, Con dos escaleras de acceso, una al norte y otra al sur, esta última casi en su totalidad labrada en una sola roca. Esta construcción es coronada por la piedra “Intihuatana” (donde se amarra el sol), la pieza mas estudiada y enigmática de Machu Pichu, con aristas bien definidas esta roca culmina en una especie de cubo que apunta al cielo, en el se dice había una argolla de oro, a la cual se ataba simbólicamente al Machu Pichu entre las nubes, vista desde una de las chozas sol, algunos arqueólogos llegan a asegurar reconstruidas de la ciudadela. que un puma representaba al astro rey. Lo que si es claro que cada arista esta alineada con acontecimientos astronómicos, montañas circundantes y puntos cardinales.

Gran explanada que alberga el templo de las tres ventanas, (a la derecha). En el fondo, se puede ver una construcción a la izquierda, el “Templo Principal”, que contiene el Intiwatana; y a la derecha, el Waina Pichu.


Para continuar conociendo esta ciudadela, hay que cruzar una amplia kancha, donde la presencia no es lo que llama la atención, sino la ausencia. En el centro de la misma, hasta hace menos de 20 años, existía algo así como un obelisco, que cuando en la década de 1980 el Rey Juan Carlos y la reina Sofía, de España, visitaron el lugar, como “sus altezas reales” eran demasiado “altezas” para viajar en tren, debieron llegar en helicóptero, y no habiendo helipuerto, debió allanarse la plaza central, quitando el obelisco. Para muchos peruanos, ese triste hecho, fue como una nueva conquista colonial. Esa plaza o kancha, es lo que separa el Hanan con todos los monumentos El Intihuatana, las sombras precisas proyectadas con exactitud descriptos hasta ahora, (parte alta) dejan una sola seguridad, servia para medir el tiempo. del Urin (parte baja). Fue le Grupo del Cóndor, el lugar que continuamos descubriendo, con una gran piedra tallada en el centro de un amplio patio (que dicen representa un cóndor), la que muchos creen tenia canaletas de desagüe, siendo así un altar de sacrificios. Para continuar generando misterio debajo de esta edificación existen cuevas aun no estudiadas. Algunos pasos mas y el sonido del agua corriendo, le da vida a la ciudadela, como si todavía las fuentes esperaran algún habitante deseoso de saciar su sed, es que un sistema de 16 caídas artificiales de agua, funcionan como si el tiempo no hubiera pasado. Y finalizando aquel recorrido increíble, esta el Templo del Sol, cuya edificación principal es conocida como “El Torreón”, que fuera utilizado para ceremonias relacionadas con el solsticio de junio. Hay huellas de un gran incendio en el lugar. Debajo del “Torreón”, como si fueran sus cimientos hay una pequeña cueva forrada completamente con mampostería fina. Se cree que fue un mausoleo y que en sus grandes huecos en la pared, reposaban los restos momificados de alguien de gran poder, tal vez el mismísimo Inca.

La roca delimitada por la zoga, una canaleta la demarca claramente, no es tan claro su similitud con un condor, pero se cree que alli se realizaban sacrificios


El descenso fue a pie, sin pensar lo que dejábamos atrás, bajamos rápido. Ya en Aguas Calientes, luego de comer bien tomamos el tren de vuelta a Cuzco. Esa noche llegamos a Cuzco y nos albergamos en el mismo hostal. Jueves 9 de marzo En Cuzco hicimos las compras faltantes, y nos encontramos con un Scout, para Osvaldo el primer peruano cordial. Comimos luego de cancelar el Bus, pagamos el hostal y a las 4.30, tomamos el bus a Puno. Viernes 10 de marzo Llegamos a Puno, y como llegamos nos fuimos. Cruzamos la frontera, entrando en Bolivia. Vimos el Titicaca, que a primera vista no nos pareció gran cosa. Al llegar a Copacabana, me bañe, y lavamos ropa. Subimos un vía crucis, a un cerro y desde allí vimos el Titicaca, en pleno atardecer, es hermoso, verdaderamente nos maravillo. Siendo uno de los últimos días de viaje, decidimos la vuelta, para ver 2 puntos, La Paz, y las Cataratas de Iguazú ... Ya en el destino final, tranquilo y feliz, paso a contar como termino esta odisea.

Fresca y cristalina, aun corre el agua, en el complejo de fuentes que hidrataba a la antigua ciudad.

Sábado 11 de marzo Salimos a mediodía hacia la ciudad de La Paz, Con un recorrido entre cerros, cruzamos lo que parecía una isla, lugar dond ese encuentra Copacabana. Con dos “salvoconductos” para pasar por zonas en reparación, le “echábamos los

Debajo de una losa oblicua, en la penumbra unos nichos vacíos dejan abierta la incógnita: acaso albergo a la misma momia del Inca?.

perros”, como decía yo. Eran dos mamados, que se ve que trabajaban para la empresa que realizaba las obras, y que cada vez que nos paraban, por las obras, ellos bajaban y agilitaban los “tramites” (cabe aclarar que eran pasajeros al igual que nosotros) Llegamos a La Paz, en la tarde, averiguamos las posibilidades de legar a casa rápido, eran nulas, por


todos los medios, llegabamos siempre luego de la fecha estipulada (16 de marzo). Nos hospedamos y decidimos irnos mañana por avión. Domingo 12 de marzo. Luego de una noche excelente, de descanso placido y luego de aquella cena del sábado, nos decidimos a ir al aeropuerto, pero toda esa alegría y bienestar, se hizo humo, cuando nos enteramos que el avión a Uruguay ya había partido aquella misma jornada. Y como segundo punto, el pasaje excedía toda expectativa (costaba tanto como

Copacabana, un pueblito con el simple encanto de estar a orillas del lago Titicaca

todo lo ahorrado o gastado hasta ese momento). El resto del día, lo pasamos mal, desanimados, derrotados, pero cuando ya estaba culminando, averiguamos por una posibilidad: El bus por Argentina, era barato, pero largo. Así, que ese día compramos pasaje para irnos al día siguiente, o sea el Lunes. Lunes 13 de marzo. Amanecimos de mucho mejor animo, de ultima, nos íbamos ese mismo día, y a Bolivia, le habíamos tomado algo de odio el día anterior; eso si, estaba muy bien de salud: Tenia hambre. A las 4 salimos con rumbo al sur, era largo, pero ya era el camino a casa, estábamos felices. Como es obvio, el ómnibus súper cargado de bultos, con todo ese peso no levantaba mucha velocidad. Pero el día paso rápido. Martes 14 de marzo. El bus hizo una parada temprano, nos pusimos a hablar con un peruano, que en primera instancia nos había caído no muy bien, pero no era tan idiota. A eso de las 2 de la tarde, llegamos a Tarija, la escala donde hicimos trasbordo.

El alto, 4100 mts sobre el nivel del mar, hasta la ropa parece pesar, el mas minimo esfuerzo cansa.


Antes de llegar viajamos por las nubes, subimos al cielo, sin estar muertos. A las 6, después de comer, y subir al “nuevo” ómnibus, partimos hacia Yacuiba, escala final en territorio boliviano. Viajamos toda la noche. Miércoles 15 de marzo A la mañana, hora 7 aproximadamente, llegamos a Yacuiba, allí tuvimos que pagar un taxi, hasta la frontera. Al llegar allí, y tratar de entrar en Argentina, por Pocitos, nos topamos con una larga fila, “nos colamos” (eso creí), pero aun nos faltaba marcar la salida en la aduana de Bolivia, por lo que no nos permitieron entrar en territorio argentino. Desandamos unos 300 o 400 metros, cruzando por una amplia calle, hasta la oficina de la aduana boliviana (donde no había nadie esperando, solo 2 o 3 gendarmes, que oficiaban de policía de aduana. Cuando volvimos a la Aduana argentina, nos dividimos: mientras yo esperaba

en la cola, Osvaldo iría a ver que se podía hacer, intentar hablar con alguien o algo. Mientras esperaba allí, pude averiguar que habían personas que esperaban en la cola, hasta 2 días a la intemperie, esperando su turno, y que como era necesario demostrar tener un capital de por lo menos 1.500 dólares, habían personas, que “alquilaban” esa cifra, para que terceros pudieran ingresar, pagando 200 dólares por ese alquiler. Pasados unos 10 o 15 minutos, volvió Osvaldo, con una pregunta un tanto extraña... - Todavía nos queda yerba no?? - Si, creo que si, pero para que la queres??? - Dámela, que la necesito. Ese quilo de yerba, era el boleto de ingreso a Argentina, mas tarde me entere, que el comisario de Aduana, o jefe de área, (no pregunte), era Bonaerense, le gustaba mucho tomar mate, pero se había quedado sin yerba, así que por un sencillo “trueque” o intercambio de gentilezas, nos permitía obviar la cola para ingresar. Eso si, nos revisaron en un cuarto a parte, hasta las suelas de los zapatos. Ya del lado Argentino, tuvimos otra espera, en la terminal de buses, casi 4 hs.,


hasta que subimos al bus, que obviamente, era mucho mas confortable, como los que al comienzo del viaje, conocíamos como ómnibus, pero que a decir verdad, últimamente se habían tornado, poco frecuentes. Esa parte del viaje fue confortable. Ya estábamos bien, en Argentina, y sabíamos que teníamos cena, almuerzo y meriendas. Hubo otra revisión de la policía, y otra mas adelante, yo estaba a favor, e incluso un poco incomodo por la actitud de los pasajeros, casi todos bolivianos e indocumentados, que no paraban de quejarse de cuanto venían, encontraban y notaban, de una manera poco educada, de malos modos y sin ninguna educación. En una de esas revisiones de la policía, uno de ellos no volvió a subir al Ómnibus, no supimos que paso, pero probablemente fuera devuelto a Bolivia. Jueves 16 de marzo Esa noche dormí muy bien para ser un bus, al otro día, vimos 2 videos, y llegamos a Rosario, que ciudad!!. Donde hicimos trasbordo, a otro bus, mas grande aun. En el cual, luego de comer, partimos rumbo a Buenos Aires, a esta ciudad llegamos a las 6 de la tarde. Y desde la terminal, caminamos hasta el puerto, cantando, cargados igual que siempre pero sin notarlo, ya estábamos a horas de llegar a casa. En el puerto tuvimos la suerte de que ya partía un barco, y lo abordamos. El viaje en barco, aunque corto, le hizo mal al Birra. En una hora llegamos a tierra oriental, después de dos meses, estábamos de nuevo en nuestro país. Fue tal la emoción, que el Birra, piso el piso, el Austra (yo), lo hizo en la aduana, luego. Enseguida, partió el bus, hacia Montevideo. Ese viaje, de apenas dos horas y cuarto, fue el mas largo. Ni bien subieron al bus, el Birra le dijo al Austra: - Viste la luna? - Si... Era la misma luna llena que hacia 2 meses los había despedido, la comunicación ya era sin palabras, no dijeron mas nada y como una película, les paso todo el viaje por la mente. Al principio, se tiraban frases para recordar: - Te acordas de la llegada a Tamelcura??? Mas tarde, y durante casi todo el resto del viaje, el recuerdo fue en silencio, mirando la luna por la ventanilla del ómnibus, su luz iluminando el campo hizo que sus ojos se perdieran en innumerables recuerdo y aventuras. Hasta que llegaba la impaciencia, y preguntaban la hora, para luego caer de nuevo en el hechizo del recuerdo. Ya en Montevideo, el momento de descender del bus, no se dilato, y les costo contener la ansiedad, y no atropellar pasando por encima del resto del pasaje. Habiendo bajado del bus, saludaron a los amigos que hacia 2 meses no veían, y trabajaban allí, y se quedaron con ganas de saludar a los que no estaban, como esperando que el tiempo allí se hubiera detenido e intentando verlos en el mismo lugar donde los dejaron dos meses atrás. Planearon las llamadas a sus casas: - Hola? Papa??, me oís bien??si..., estoy en Argentina, si voy en camino... Ha!!!, Tenes cerveza bien fría en la heladera??? Bueno, entonces vení a buscarme porque en realidad estoy en Tres Cruces!!!!!!!!!!!. Cuando llego la familia, todos se saludaron, El Birra, y El Austra, se saludaron con un fuerte abrazo, y se despidieron hasta la próxima aventura...


Fin... No hubo una “próxima aventura”, y hoy habiendo pasado mas de 13 años, caigo en la realidad de que una noche en Machu Pichu, fue la ultima vez que compartí carpa, con ese Gran Amigo que Dios y la vida me dieron, que se llamo Osvaldo Larrosa. El Birra ya no esta, se fue apenas unos años mas tarde. Es cierto, lo volví a ver en otras circunstancias y momentos habiendo otros tantos reencuentros y despedidas. Pero ninguna fue como esa. Antes de terminar este relato, solo queda añadir un par de cosas aprendidas en este viaje. 1) Uno nunca se da cuenta lo que es la vida, hasta que verdaderamente se siente VIVO. 2) Que un viaje inconcluso o una promesa, puede dejar en el alma un apetito voraz, como un fuego interno que no se consume, sino que nos lleva a la necesidad cada vez mas intensa de cumplir aquello, y que la cercanía de su concreción rejuvenece el alma haciéndola brillar. Ahora si, puedo concluir este relato empezado hace 13 años, diciendo: Este “FIN”, no es más que un nuevo comienzo.


Un viaje Como muchas personas comencé a escribir lo que sucedía en primera instancia, como herramienta para recordar a corto plazo. Es que a los 21 años, uno tiene una disensión del tiempo totalmente diferente a la que la vida se encarga de hacerle entender un poco mas adelante hasta los 21 todo se mide en escalas de tiempo relativamente cortas. Siempre se esta haciendo algo “por primera vez” y siempre se esta descubriendo. Es una época, en la que el “futuro” es mas que el pasado Por eso no tomaba conciencia, de lo que en realidad significaba la frase “dentro de 10, 15, 20 o 30 años”. Hoy un poco mas viejo, ya empiezo a medir el tiempo desde otra perspectiva, el futuro y el pasado ya son como los platos de una balanza pero a decir verdad hoy por hoy no me importa de que lado hay mas, Solo me importa Que lo mejor siempre esta por venir...

Javier Torchiana

en la vida


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