Dos hombres y un destino: Huelva

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Dos hombres y un destino: Huelva

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Tal día como hoy, recordaremos los nacimientos de mi bisabuelo Juan Andrés Carbón Martínez y el de mi tío abuelo Manuel Carrasco Andrés. La imagen con la que empiezo es con la portada de la mítica película, en la que nuestros dos antepasados estarán unidos desde que nacieron con un mismo destino: Huelva. También mencionaré este día de hoy, el nacimiento hace 22 años, un miércoles de 1994 de Jesús Mariscal Carbón, el hijo primogénito de mi prima hermana Tina Carbón Tinoco y de Fede Mariscal, que a partir de hoy podrá decir que nació el mismo día que su tatarabuelo Juan Carbón Martínez, con la diferencia de 143 años. De hecho, hace 165 años de ese Domingo día 30 de noviembre de 1851 que nacía mi bisabuelo Juan y hace 127 años de ese sábado día 30 de noviembre de 1889 que nacía mi tío abuelo Manuel. Uno nació en A Coruña y el otro en Huelva; uno en la aldea de Caxaraville, el otro en la histórica calle Enmedio de la ciudad de Huelva.

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Mi bisabuelo de profesión cartero y mi tío abuelo Manuel de profesión carpintero (por cierto un muy buen carpintero por lo que me han contado).


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Pero ante tanta diferencia, entre nuestros dos antepasados, lo más importante que los unía: mi bisabuelo Juan era padre de la esposa de Manuel, Josefa Carbón Antero (hermana primogénita de mi abuelo Juan), más conocida como la tía Pepa por parte de sus tres sobrinos, mi padre Pepe y sus hermanos Juan y Paco. Y aunque no se llegaron a conocer suegro y yerno (mi bisabuelo falleció el 6 de junio de 1901 mientras que Manuel nació el 30 de noviembre de 1889), por lo menos, sus descendientes sí que han podido conocerse. Me refiero lógicamente a los descendientes de ambos, que son lo que también tienen en común mi bisabuelo y su yerno, mi tío abuelo Manuel. Manuel y Josefa, tuvieron 4 hijos, Manuel, Pilar, Pepe y Rosa Carrasco Carbón, al igual que mi bisabuelo que también tuvo con mi bisabuela Pilar Antero Teira, 4 hijos: Pepa, Pilar, Juan y José Carbón Antero. Dos de ellos, en ambos casos, se llamaron Pilar y Pepe. Y debo estar agradecido de haber conocido, a mi primo segundo José Manuel Medel Carrasco, hijo de Rosa Carrasco Carbón y también a mis primas segundas Pilar y Rosa Carrasco Martín, hijas de Manolo Carrasco Carbón y también a los nietas y nietos de éste, Pilar, Elisabeth y JuanMa García Carrasco o a Joan Oliver Carrasco y a toda esa gran familia descendientes de los Carrasco y Carbón que aún no conozco en persona pero que ya “estamos en contacto” gracias a las nuevas tecnologías. Todos tenemos en común a nuestros a nuestros antepasados y aunque el tema de los apellidos pueda llevar a confusión a veces a los que oyen hablar de genealogía, vuelvo a decir lo de siempre, que da igual el apellido que tengas, porque eso va cambiando a medida que crecen las ramas del árbol, lo importante es que los antepasados siguen siendo los mismos y de ellos, como en el caso que nos ocupa, todos descendemos de nuestros bisabuelos Juan Carbón Martínez y Pilar Antero Teira y en el caso de mis primos segundos, también de sus abuelos Manuel y Josefa. Aquí también entraría también la rama Antero, aunque hoy me centraré en la rama Martínez, cuando hable de mi bisabuelo Juan Carbón Martínez. Pero antes, rendiré hoy tributo del día de nacimiento de mi tío abuelo Manuel. A continuación publicaré una foto que me cedió su nieto José Manuel, en la que mi tío abuelo Manuel aparece de joven, una foto que adquiere todo su valor familiar.


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Manuel nació el sábado 30 de noviembre de 1889 a las 20.30 h en la calle De Enmedio, 49 (Huelva). La calle del Medio o Enmedio, no existe en la actualidad, vendría a ser la actual Gran Vía, desde el Ayuntamiento (Plaza Constitución) hasta la Casa Colón (Plaza del Punto). Desapareció en los años 40-50 para crearse la Gran Vía, arteria que se denomina de forma oficial “Avda. Martín Alonso Pinzón”. Según he leído, el sobrenombre de “Gran Vía” es una denominación algo irónica de los habitantes de Huelva, quien la denominó así por la poca anchura de la avenida (12 metros) teniendo en cuenta que en un principio se había proyectado más ancha. En esta zona del centro histórico de Huelva, también nacería su futura esposa, mi tía abuela Josefa Carbón Antero y el resto de los antepasados que ya he ido explicando en anteriores artículos, amigos y vecinos, testigos todos ellos de nacimientos en las calles colindantes como Miguel Redondo, Tendaleras, Sevilla, Alemania, Agua, Alfonso XII, etc.

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La numeración 49, puede no ser exacta ya que puede haber cambiado la numeración pero sí que es segura la calle actual por la que existía antes, llamada De Enmedio. Lo


que queda claro es que debido a la proximidad de estas calles, es casi seguro que las familias de Manuel y de Josefa, seguro que se conocerían, incluso antes que ellos nacieran (Josefa tres años más tarde en 1892). Fue a registrarlo su propia madre Rosa Andrés Gómez el lunes día 2 de diciembre, a las 14 h. Tenía 40 años, por tanto, aproximadamente nació en 1849. Y lo más curioso es que lo registró con el nombre de Andrés Manuel.

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De hecho, hoy aparte de su aniversario, en realidad también es su santo, aunque podría ser que nunca lo celebrase, ya que como he explicado, no usaba su nombre Andrés sino como nombre de pila, el segundo Manuel. Un nombre por cierto que aparece varias veces también en la familia, sea en esta forma o sea como Manolo. Así como también le puso de nombre a su primogénito Manuel, padre de Pepe, Pilar, Juan, Loli y Rosa. Podría ser que al igual que en el caso de mi bisabuelo Juan, que en su acta sacramental, como ya expliqué en el artículo de junio, fuese bautizado como Juan Andrés, ya que hoy se celebra la festividad de San Andrés y en honor al santo fuese así. Ese motivo o ponerle el nombre de un abuelo o familiar eran normalmente los motivos. Es muy curioso que mi tío abuelo Manuel, se llame Andrés Manuel Carrasco Andrés, donde el último Andrés es apellido. Incluso llegué a pensar si este apellido Andrés, era el mismo que aparecía en los hermanos de padre de mi abuela Feliciana, que son Juan, Lola, Rafael y Feliciano Domínguez Andrés, hijos de mi bisabuelo Francisco Domínguez Pulido y de su primera esposa Ramona Andrés Barceló. Pensé que era normal que estos hermanos mi abuelo conocieran a la hermana Josefa de su cuñado Juan (mi abuelo) y por esa misma razón, que les presentaran a Manuel Carrasco Andrés y terminaran casándose. Pero fue descartado una vez que indagué en los antepasados de Ramona y vi que no había nexos de unión con Manuel, aunque tengan el apellido Andrés.


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Siguiendo, con el nacimiento de Manuel Carrasco Andrés, decir que su padre no fue a registrarlo y sospecho que tampoco estuvo en el parto, porque era marinero de oficio y esa sería la causa más probable de su ausencia y de que su madre Rosa tuviera que ir sola a registrar a su hijo después de dar a luz, dos días después.

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Su padre se llamaba Nicolás Carrasco Ortiz y tenía 45 años en el momento del nacimiento de su hijo, por tanto nacería en 1844 aproximadamente. Los abuelos paternos de Manuel estaban difuntos cuando nació y eran José Carrasco García y Soledad Ortiz García. Los abuelos maternos eran Joaquín Andrés Beltrán de 70 años (nacería aprox. en 1829) y María Gómez Camacho de 72 años (nacería aprox. en 1827). Los 4 abuelos de mi tío abuelo Manuel eran naturales de Huelva. He de decir que en este caso, estaríamos hablando de tatarabuelos de mi primo segundo José Manuel y también del resto de primos segundos, descendientes de la rama Carrasco Carbón, como Pepe, Pilar, Juan, Loli y Rosa, etc. y sus hijos y nietos, repartidos todos por las provincias de Madrid, Barcelona, Girona, Tarragona, Sevilla, Cádiz y como no, Huelva.


Y cuando hablamos de Nicolás y Rosa, los padres de Manuel, estaríamos hablando en el caso de mis primos segundos, de sus bisabuelos. Para intentar que quede más claro estas relaciones, añadiré la rama del árbol que explica estos antepasados de mi tío abuelo Manuel y en el que también se puede observar en el árbol a mi bisabuelo Juan Carbón Martínez y como no, a los hijos de Manuel y Josefa, como también a los hermanos de Josefa, entre ellos mi abuelo Juan Carbón Antero.

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Como testigos fueron Enrique Villar (el segundo apellido no se ve claro) de 53 años, natural de Sta. Cristina, viudo y capitán retirado y domiciliado en la calle Rico, 43 de Huelva. También fue testigo Víctor de Mora y Robles, de 43 años, casado, empleado y domiciliado en la calle Fuente de Huelva. Enrique ya apareció como testigo en el nacimiento de mi tía abuela Josefa en 1892 y también en el de Pilar su hermana, en 1895. Es curioso que el segundo testigo me recuerde a un testigo de otros nacimientos, como fue Antonio de Mora y Robles, que aparecía en el nacimiento de mi abuelo Juan en 1898 y también en el de mi abuela Feliciana en 1905. También aparece en los certificados de defunción de mis tatarabuelos José Antero y María Teira en 1900 y 1901 respectivamente. Todo apunta que Víctor y Antonio fuesen hermanos y que posiblemente los dos trabajasen en el Registro civil de Huelva o que simplemente se conocían todos y eran del mismo barrio pero que además sabían leer y escribir y por eso ya estaban “fichados” para estas firmas de testigos. He de explicar que además, se da la circunstancia que los antepasados de mi tío abuelo Manuel Carrasco Andrés son familia de mi tía Antonia García Breva, esposa de mi tío Juan Carbón Domínguez. Manuel era primo hermano de Soledad Carrasco, que era la abuela de mi tía Antonia. La hija de Soledad, se llamó Dolores Breva Carrasco, madre de mi tía. El padre de Manuel, Nicolás Carrasco Ortiz, era tío de Soledad Carrasco García porque era hermano de Juan Carrasco Ortiz, bisabuelo de mi tía Antonia. Y no es casualidad que sea Soledad, ya que los padres de Nicolás y su hermano Juan eran José Carrasco García y Soledad Ortiz García, abuelos de Soledad Carrasco y tatarabuelos


de mi tía Antonia y per ende trastatarabuelos de mis 6 primos hermanos y pentabuelos de todos sus hijos. Es decir, los tatarabuelos de mí tía Antonia, que son los mismos tatarabuelos que los de mi primo José Manuel o del resto de primos segundos que mencioné antes. Por tanto, mi tía y todos mis primos segundos, procedentes de esta rama Carrasco Carbón, son primos terceros entre ellos. En resumen, la relación que yo tengo con mis primos segundos, por tener en común a nuestros abuelos Josefa y Juan, que son hermanos entre ellos, en el caso de los hijos de mis tíos Juan y Antonia, es doble, ya que tienen en común, las dos líneas, la paterna Carbón y la materna Carrasco. En este caso, mis 6 primos hermanos serían primos segundos por la rama paterna Carbón como yo mismo y en cambio serían primos terceros por la rama materna Carrasco, ya que mi tía Antonia es prima segunda de Rosa, Pepe, Pilar y Manuel Carrasco Carbón y mi tío Juan, primo hermano de los 4 mencionados.

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Todo un galimatías pero que es muy apasionante, como todo puzle que se va resolviendo a medida que se avanza rellenando las piezas. Añadiré un esquema genealógico aunque sea parcial, para mayor aclaración. En dicho árbol se puede observar que he marcado de amarillo a Manuel y Josefa, donde se puede observar, que estarían unidos las dos casillas, si el árbol fuese tridimensional, pero para que se vea que tomando como un elemento fijo a mis 6 primos hermanos, tienen la relación paterna un grado menos (grado 2) que con la relación materna (grado 3).


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Ahora hablaré de mi bisabuelo Juan Carbón Martínez, que ya avancé en el artículo de junio, en su aniversario de defunción, aunque hoy me referiré a otros datos que aún no había encontrado cuando publiqué dicho artículo. También recordaré un asunto que ya expliqué entonces, otro punto en común que tiene con su yerno Manuel. El hecho que fue bautizado como Juan Andrés, aunque fue conocido como Juan y de hecho, seguramente si celebraba la festividad de su patrón, sería el 24 de junio y no hoy, día de San Andrés. Hoy hablaré de la rama paterna-materna de mi bisabuelo, en este caso resultado de unas investigaciones genealógicas que pueden aportar algo de luz sobre algunas transmisiones verbales que nos han ido llegando de por qué mis bisabuelos se trasladaron de Galicia a Andalucía.

viaje de A Coruña a Huelva


Nótese que no uso el verbo “emigrar” de Galicia a Andalucía, sino que uso el verbo trasladar. Lo hago de forma intencionada, ya que aunque se tuvieran que trasladar por necesidad, todo apunta a que no fue por la causa principal de un emigrante que es la falta de trabajo para poder vivir dignamente. Para situarnos, empezaré explicando que este artículo sería lo que llamamos “el quinto post gallego”, ya que si contabilizo el artículo que publiqué en mayo de mi tatarabuelo José Carbón Núñez, en junio el que dedicamos a mi bisabuelo Juan Carbón Martínez, el que publiqué en julio dedicado a mi tatarabuelo José Antero Laguna y el último que publiqué en octubre dedicado a mi tatarabuela María Antonia Teira Moledo, son cuatro los artículos dedicados a esa rama paterna Carbón Antero Martínez Teira, la cual proceden de Galicia (a excepción de mi tatarabuelo que vino de Extremadura pero que se casó en Galicia). Aunque he tratado las 4 ramas de mis bisabuelos Juan y Pilar, en este artículo de hoy dedicado al nacimiento de mi bisabuelo Juan, que mejor datos a añadir que hablar de su madre y de su línea materna. Hoy añadiré más datos de la rama materna de mi bisabuelo Juan, en este caso hablaremos de mi tatarabuela Josefa Martínez Silva. Nuevos datos documentales que por fortuna, fueron sacados a la luz del Fondo del Archivo Histórico Diocesano de Santiago (AHDS), que hacen una labor muy importante y valiosa, ya que los archivos constituyen la fuente primaria para escribir la historia, la historia de nuestros orígenes, la historia de nuestros antepasados.

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De ella lo único que mencioné en el artículo de mayo dedicado a mi tatarabuelo José Carbón Núñez, fue que se casó con él a los 27 años, el sábado 8 de febrero de 1851 en la parroquia de San Miguel de Sarandon del concello de Vedra de la provincia de A Coruña, de donde ella era natural. También expliqué en dicho artículo, que mi tatarabuelo era natural de la provincia de Pontevedra, de la parroquia de San Mariña de Ribeira. Aunque el artículo de hoy me centre en el nacimiento de mi bisabuelo Juan Carbón Martínez, por conmemorar hoy ese día hace 165 años, ya expliqué en el artículo de junio (en su 115 aniversario), que ese mismo día también fue bautizado y quienes ejercieron de padrinos, fueron dos antepasados de la familia y que hoy


profundizaremos más por ser la clave de algunas de las incógnitas que teníamos respecto nuestros orígenes de Galicia. Dijimos entonces que la madrina del bautizo de mi bisabuela fue la hermana de mi tatarabuela Josefa, Juana Martínez Silva. Y el padrino fue el esposo de Juana, Pedro Fernández. También expliqué que en dicho bautismo, asistieron su abuela paterna Josefa Núñez Cao y su abuela materna Antonia de Silva Nodar ya que sus abuelos paternos y maternos, Manuel Carbón Andújar y Benito Martínez De la Cruz eran difuntos. Antes de entrar en detalle de estos dos antepasados nuestros Juana y Pedro, que tuvieron su protagonismo ese día del nacimiento de mi bisabuelo y también en los años venideros, he de explicar, como ya hice en anteriores artículos, que una parte fundamental de mis fuentes documentales, se basan en mis investigaciones que me llevaron al Archivo Histórico Diocesano de Santiago (AHDS).

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Empezaré explicando un detalle que en el artículo de junio, entonces no aporté porque era una pista que aún no entendía. Se trata de una nota añadida con fecha viernes día 27 de marzo de 1874, en la que se informa de la expedición de una fe de bautismo. Fe de bautismo es el documento eclesiástico que demuestra que alguien ha sido bautizado en una determinada parroquia. Es el equivalente en la Iglesia Católica al Acta de nacimiento que maneja el Registro Civil. En la antigüedad estos documentos servían para medir la demografía de una población determinada, ya que tantos bautizados, tantos nacidos. Eso con el tiempo ha ido cambiando y ya no es exacto y sólo sirve de forma parcial.

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En esta acta sacramental, la pista nos indica que mi bisabuelo pidió esta fe de bautismo en ese mes de marzo de 1874 y le fue entregada ese viernes día 27 el párroco Francisco Javier Blanco, en la Iglesia San Miguel de Sarandon del concello de Vedra. El motivo principal por el cuál una persona solicita este documento acreditativo de su bautizo es para demostrar su nacimiento y/o bautismo. Hoy en día, con las nuevas tecnologías, podría solicitarse por teléfono o por e-mail y que desde la parroquia correspondiente lo enviaran escaneado el acta sacramental. En


aquellos tiempos, estaba claro que tuvo que ir en persona a recogerlo o incluso ni que antes hubiera llamado por teléfono porque el teléfono se inventaría dos años después, en 1876 y que en España se empezó a instalar, sólo un año después en 1877. Por cierto, algo inaudito en la historia de España que un invento de fuera, llegue tan pronto. No fue en el caso del ferrocarril o del telégrafo, que tardó muchísimo tiempo después de ser inventado a ser aplicado en España. En el artículo de noviembre dedicado a mi tía abuela Pilar, que trabajó en Telefónica, explico algo de la historia de este aparato en sus primeras instalaciones. Como iba diciendo, ese día que fue a recoger la fe de bautismo, mi bisabuelo Juan Carbón Martínez, tenía 22 años, curiosamente la misma edad que hoy cumple su tataranieto Jesús Mariscal Carbón. Ese año 1874 era el segundo año y último de la corta Primera República que llegó a tener hasta 4 presidentes en el primer año y que después de mucha inestabilidad política dio paso al golpe de estado militar y la Restauración borbónica en España. Volviendo al elemento interesante de la fe de bautismo, hay que decir que la causa principal para solicitar este documento es para contraer matrimonio, previa demostración de estar bautizado.

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Al ver este detalle, pensé en que ese miércoles 27 de marzo de 1874 en el que recibía ese documento para poderse casar por la Iglesia (para demostrar su bautismo), mi bisabuela Pilar Antero Teira, estaba a punto de cumplir 4 años al miércoles siguiente día 1 de abril de 1874. Empezaba ya a pensar que mi bisabuelo estuvo casado de primeras nupcias antes que con mi bisabuela Pilar.


Pero todavía me rondaba saber la causa del traslado de Galicia a Andalucía, de A Coruña a Huelva, de mis dos bisabuelos Juan y Pilar, con esa diferencia de edad considerable que era de casi 19 años. También sabiendo que su primera hija primogénita Pepa, nació el domingo día 27 de marzo de 1892 en Huelva, por tanto mi bisabuela Pilar estaba a punto de cumplir 22 años. Otra curiosidad, el día y mes que nacía su hija primogénita era el mismo día y mes, 18 años después, que el día que le entregaban a mi bisabuelo, la fe de bautismo. La última curiosidad es que Pilar estaba a punto de cumplir los 22 años, como los que hoy, vuelvo a mencionar, cumple su tataranieto Jesús. Como siempre digo, se juntan el pasado, el presente y el futuro, en fechas y lugares.

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Hablando de mi tía abuela Josefa Carbón Antero, hermana mayor de mi abuelo Juan y también abuela de mi primo segundo José Manuel Medel Carrasco, de Pilar y Rosa Carrasco Martín (las cuales conocí en persona hace poco) y abuela de otros varios primos segundos más, he de decir que con el primero, compartimos información que le llegó por transmisión verbal por su rama materna y a mí por la rama paterna. Una de ellas y que ya cuadraría con el asunto de la fe de bautismo, es que nuestro bisabuelo Juan estuvo casado, aunque no con nuestra bisabuela Pilar. También me indicaba que a él le llegó por transmisión verbal, que incluso Juan y Pilar que formaron esta gran familia con sus 4 hijos y descendientes, nunca se casaron. De hecho, en el acta sacramental de bautizo de 2 de enero de 1870 de Pilar Antero Teira, no aparecía ninguna anotación de entrega de fe de bautismo, como sí aparece en el de Juan. Intenté averiguar el motivo e imaginé que tal y como todo apuntaba, si anteriormente estuvo casado, era muy fácil que luego no pudiera volverse a casar, a no ser que enviudara, ya que en aquellos tiempos no existía el divorcio. Por otro lado, yo también pensé en la posibilidad que para cambiar de vida, de lugar, de estar casado y luego no, de trabajar incluso de cartero en Huelva, como así constaba en el certificado de nacimiento de Josefa y de Pilar, entre 1892 y 1895, debía de ser una persona que sabía leer y escribir, culto y con formación, en fin, que pensé en la


posibilidad que podría ser que mi bisabuelo sí que estuviese casado, pero no con una mujer, sino casado con la Iglesia. Es decir, que me rondó esa idea, que fuese cura, que se enamorase locamente de Pilar, que quisiera colgar los hábitos y no pudiese y que esta decisión, le llevase a irse de A Coruña, de unas aldeas y municipios que eran Caxaraville - Vedra (de donde era natural) o de Croido - Lousame (de donde era natural Pilar), en las que todos se conocieran y difícilmente pudieran seguir juntos. Por fin, después de muchas actas sacramentales entregadas, de diversas ramas gallegas, como he ido explicando en los cuatro anteriores artículos gallegos publicados, pregunté en el AHDS si podría ser que me confirmaran si mi bisabuelo les constaba como sacerdote. Me respondieron que no, que si así hubiera sido, les hubiera salido en el listado que tienen ellos de párrocos y de sus destinos, que había que descartarlo y que la fe de bautismo, efectivamente era porque habría estado casado. A continuación la sala de consulta del AHDS, donde si estuviera más cerca de Santiago, podría consultar tantos documentos de valor familiar e histórico...

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Con quién se casó mi bisabuelo en primeras nupcias y donde, es una incógnita que aún no he resuelto, pero sí que antes de conocer a la que sería su amor Pilar, estuvo casado y de ese matrimonio, sólo puedo elucubrar que algo pasó, como para que no sólo no se pudiera casar en segundas nupcias, sino que tuviera que irse de Galicia. A colación de este artículo, también he de mencionar el asunto de la mayoría de edad, un elemento también importante en el devenir de este viaje hacia una nueva vida, en el que estoy convencido que no sólo influyese el primer matrimonio de mi bisabuelo. Antes explicaré que históricamente el Fuero Juzgo y el Fuero Real (Alfonso X en el siglo XIII), establecieron la mayoría de edad en los 20 años. Pero Las Partidas (1872), siguiendo el precedente romano, fijaron en 25 años dicha edad.


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El Código Civil de España, conforme al Real Decreto de 1889, después de muchas tensiones sociopolíticas, religiosas y territoriales, disminuyó esa mayoría de edad a 23 años. Siguiendo con la evolución histórica de la mayoría de edad, en 1972 pasó a ser de 21 años y ya en 1978 era de 18 la mayoría de edad. Por tanto, mi bisabuelo Juan, en el momento que le es entregada la fe de bautismo con 22 años, aún era menor de edad. Indagando en el asunto de ser menor de edad y de casarse, como así sería y más después de todas las explicaciones dadas, hay que tener en cuenta estos condicionantes que existían en 1874 e incluso después de 1889 con el Código civil. El mayor de edad es capaz para todos los actos de la vida civil, salvo las excepciones establecidas en casos especiales establecidos por el Código, que enumero a continuación: La pragmática estableció que los hijos de familia, varones y mujeres menores de 25 años, debían solicitar y obtener consejo y consentimiento de su padre; en su defecto, de la madre; y a falta de ambos, de otros parientes. Los hijos mayores de 25 años cumplían con la ley si formalmente solicitaban permiso a su padre para contraer matrimonio; cuando les era denegado el consentimiento, podían legalmente contraer matrimonio sin ser sancionados; de forma que sólo cabía la pena si no se solicitaba el consejo paterno.


Las sanciones establecidas para sus infractores, tanto a los propios contrayentes, como asimismo a los hijos o descendientes que provinieren de tal matrimonio, eran las siguientes: - inhabilitación para pedir dote o legítimas respecto del ascendiente cuya autorización y consentimiento no fueron solicitados; - inhabilitación para suceder como herederos forzosos a ese ascendiente; - inhabilitación para solicitar la nulidad del testamento otorgado por el mismo ascendiente; - privación bien del goce de los vínculos, patronatos y demás derechos perpetuos de familia que poseían los infractores, bien del derecho de suceder en ellos. Sólo se conservaba a los infractores el derecho de pedir los alimentos correspondientes. A pesar de estas duras sanciones recibidas por aquellos que infringieran estas normas, el matrimonio contraído era considerado legalmente valido. Es decir, mi bisabuelo contraería matrimonio, siendo menor de edad, porque en marzo de 1874 tenía 22 años pero sería un matrimonio legal. Aun así, este matrimonio por el mero hecho de ser legal, no dejaba de tener unos condicionantes que eran básicamente los siguientes: - Se entenderá contraído el casamiento con absoluta separación de bienes, y cada cónyuge retendrá el dominio y administración de los que le pertenezcan, haciendo suyos todos los frutos, si bien con la obligación de contribuir proporcionalmente al sostenimiento de las cargas del matrimonio. - Ninguno de los cónyuges podrá recibir del otro cosa alguna por donación ni testamento. - Si uno de los cónyuges fuere menor no emancipado, no recibirá la administración de sus bienes hasta que llegue a la mayor edad. Entre tanto sólo tendrá derecho a alimentos, que no podrán exceder de la renta líquida de sus bienes. También imagino que su padre, mi tatarabuelo José Carbón Núñez le daría su permiso y lo que también puedo decir es que su madre Josefa no vería esa boda, ya que falleció casi 4 años antes, el viernes día 22 de julio de 1870 a las 19 h a causa de una gastroenteritis crónica a la temprana edad de 46 años.

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Mi bisabuelo Juan Carbón Martínez, cuando falleció su madre en 1870, tenía 18 años y así se hizo constar en dicha acta sacramental de defunción su minoría de edad. Fue enterrada en el cementerio de la misma parroquia de San Miguel de Sarandon, donde se celebró una misa de funeral por todo lo alto, que oficiaron 6 sacerdotes, además del párroco titular Francisco Javier Blanco, el mismo párroco que dio autorización casi 19 años antes al presbítero Antonio Costa al bautizo de su hijo Juan Carbón Martínez. Se puede observar en dicha acta, como se menciona “en una de seis reales se dio sepultura” y se refiere al coste del ataúd.


También se indica el estipendio de 180 reales (equivalente a 18 escudos), de los 3 actos de las misas que se harán, todo ello sufragado por Pedro Fernández, que recuerdo al lector, que es el cuñado de mi tatarabuela Josefa Martínez Silva. Fue el padrino de mi bisabuelo Juan Carbón Martínez en su bautizo, junto a su esposa Juana, hermana de Josefa, que fue la madrina.

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También apareció como testigo en el acta sacramental de matrimonio entre mis tatarabuelos José Carbón Núñez y Josefa Martínez Silva

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Por tanto, aparece de nuevo la figura de Pedro Fernández, sin poder explicar porque no aparece en esta acta sacramental mi tatarabuelo José Carbón Núñez. De hecho, de mi tatarabuela Josefa Martínez Silva ya hablé en el artículo de mayo, dedicado a mi tatarabuelo José Carbón Núñez, en el que hablé de esa rama Carbón y expliqué que se casaron el 8 de febrero de 1851 en la parroquia de San Miguel de Sarandon, donde nacería 9 meses y 22 días después mi bisabuelo Juan Carbón Martínez. En dicho artículo no me extendí en los detalles de la celebración de este matrimonio pero hoy si explicaré que dicha celebración la ofició el mismo párroco Francisco Javier Blanco y que por la línea paterna asistió sólo la madre de mi tatarabuelo José, que se llamaba Josefa Núñez Cao porque su esposo Manuel Carbón Andújar estaba difunto. Respecto a los padres de mi tatarabuela Josefa, mis otros trastatarabuelos (y pentabuelos de mis hijos o hexabuelos de los nietos de mis primos segundos Carrasco Carbón), diré que también estaban difuntos y eran Benito Martínez y Antonia de Silva. En esta acta sacramental de matrimonio no aparecen los abuelos paternos de ambos contrayentes José y Josefa pero los mencionaré porque ya salieron en el artículo de mayo dedicado a mi tatarabuelo José y así poderlos añadir en el árbol parcial que añadiré más tarde. Abuelos paternos de mi tatarabuelo José son Jacobo Carbón y Clara de Andújar, es decir, son mis pentabuelos o los hexabuelos de mis hijos o sobrinos. También serían los heptabuelos de los nietos de todos mis primos segundos. Los abuelos maternos de mi tatarabuelo José son Domingo Antonio Núñez y María Cao. Respecto a los abuelos paternos y maternos de mi tatarabuela Josefa, no salen en el acta sacramental de matrimonio y sólo podría saberlo si consigo el acta sacramental de bautismo.


Una de las transmisiones verbales que me llegó a mí, fue que por culpa de un décimo de lotería compartido y que fue premiado, mi bisabuelo Juan se tuvo que ir de Galicia. En esta historia, como tantas otras que han llegado a otras ramas familiares, no hay pruebas, no hay más que las leyendas que cada vez se van transformando, dependiendo de la información que va llegando y transmitiéndose. En esta transmisión verbal me llegó que un amigo que tenía el décimo, se lo quedó al final y no quiso repartirlo con mi bisabuelo tal y como habían acordado.

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En cambio, en otras transmisiones que me explicó mi primo José Manuel, del tema económico era un tutor que gestionó el patrimonio familiar y lo arruinó. Sea en un caso o en otro, lo que está claro es que algo de cierto hay, porque de una forma u otra o de ninguna de las dos, mi bisabuelo se tuvo que ir y después de mis descubrimientos, seguro que no fue la única razón, el motivo económico. Quise investigar más de la rama materna Martínez y conseguí averiguar mucho más, en este caso, de la defunción de mi tatarabuela, sabiendo su edad, he podido llegar a su nacimiento. Sabemos que al fallecer con 46 años en 1870, entonces nacería aproximadamente en 1824. Cada vez que hay que buscar un dato relacionado con nacimiento, matrimonio o defunción, anterior al año 1870, y en algunos casos incluso anterior a 1900, se ha de buscar a nivel eclesiástico y si encima tienes que acudir a una Iglesia de una aldea o de según qué municipio, casi con seguridad que tampoco encontrarás esas actas sacramentales. En el caso de Galicia, como en casi todas las investigaciones anteriores, conseguí de nuevo, otro documento muy valioso, el acta sacramental de mi tatarabuela Josefa Martínez Silva, que nació el jueves día 11 de marzo de 1824.

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Otra fecha para añadirla a la larga lista de mis memorias familiares, otra fecha histórica para la familia de la cual procedemos.


El párroco que bautizo a mi tatarabuela fue Antonio Celestino Paseiro en la Iglesia de San Miguel de Sarandon, del concello de Vedra. Sus padres vecinos de Caxarabille eran Benito Martínez y Antonia de Silva. Los abuelos paternos eran Andrés Martínez y María Antonia De la Cruz. Ahora es cuando ya dudo del motivo que le pusieron de nombre compuesto a mi bisabuelo Juan Andrés Carbón Martínez, de si fue porque nació el día de San Andrés o en honor a su bisabuelo Andrés Martínez (aunque a partir del tercer grado, difícilmente se ponen nombres en honor a, podría ser por la festividad del día). Por otro lado, hemos conseguido saber otro dato más, el segundo apellido del padre Benito, porque en el acta sacramental de matrimonio sólo aparecía Martínez. Ahora ya sabemos que mi pentabuelo es Benito Martínez De la Cruz. También en esta acta sacramental aparecen los padrinos que son los abuelos maternos, Antonio de Silva y María Antonia Nodar. En resumen, aparecen tres datos interesantes que ahora relacionaré: - El primero que ya sabemos también el segundo apellido de la madre de mi tatarabuela Josefa, que es Nodar y por tanto, su nombre completo es Antonia de Silva Nodar. - El segundo, que las dos abuelas paterna y materna, se llaman María Antonia. - El tercero, que es curioso que los padrinos sean los abuelos maternos y no uno de cada pareja de abuelos paternos y maternos. El hecho de escoger a padrinos, en aquellos años, de principio de siglo XIX, respondía más a un concepto eclesiástico de “por si los padres faltasen”, por ello cabe la hipótesis o bien de ser más jóvenes que los abuelos paternos o bien por estar en mejores condiciones económicas por si tuvieran que ejercer de padres. Aun así, todo esto son conjeturas sin ninguna base demostrativa pero que planteo aquí. Por otro lado, se indica que los abuelos paternos son de la feligresía (parroquia) de Santa Marina de Riveira. Casualmente es la misma parroquia que ya mencioné en el artículo de mayo que dediqué a mi tatarabuelo José Carbón Núñez (futuro esposo de Josefa) y que en su acta sacramental, se podía observar que tanto él, como sus padres y abuelos paternos pertenecían a esta feligresía. También se le denomina Santa Mariña de Ribeira. Esta parroquia pertenece, como así ya indiqué en dicho artículo, al concello de A Estrada de la provincia de Pontevedra.


fuente imagen: http://www.todocoleccion.net/postales-pontevedra/postal-antigua-estrada-pontevedra-un-aspectoplaza-principal

No informa de la procedencia de los abuelos maternos aunque se supone que serían de San Miguel de Sarandon, lugar de los padres que sí lo indica y que teniendo en cuenta que la familia de Benito procedía de otra parroquia, está claro que se casarían en San Miguel de Sarandon, “lugar de la novia”. Resumiendo con esta última acta sacramental conseguida, hemos descubierto 4 pentabuelos más respecto a mi grado o el de mis hermanos o primos. Si hablamos de nuestros hijos, serían hexabuelos y si hablamos de los nietos de mis primos segundos, ya serían heptabuelos, la octava generación. A continuación un esquema de árbol genealógico parcial pero que resume claramente esta rama descubierta.

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Un día ya haremos balance global de los antepasados por grados encontrados, aunque será difícil hacerlo en un único árbol, por ello ahora, publicaré esta rama parcial de mi bisabuelo Juan Carbón Martínez.


De hecho, también ahora mi próximo objetivo es averiguar más de la hermana de mi tatarabuela, Juana y de su cuñado Pedro y de otras investigaciones aún por descubrir. Tengo el presentimiento que sabiendo más de este matrimonio, podré saber más de los misterios que rodean a esta tierra gallega y a nuestros primeros gallegos Juan y Pilar que cambiaron su vida a tierras andaluzas, de la cual Huelva fue su punto de destino. A cada uno de ellos también le dedicaré su correspondiente artículo, para evitar que este sea muy extenso y a su vez, para poder profundizar más en cada caso. Otra conclusión que extraigo, es que ya es casualidad que los abuelos paternos de Josefa y que los abuelos paternos de mi tatarabuelo José Carbón Núñez fuesen de la misma feligresía Santa Marina de Riveira de A Estrada de la provincia de Pontevedra. Es decir, podría ser que los abuelos paternos de ambos tatarabuelos míos ya se conociesen, mucho antes que sus nietos en una época del último cuarto de siglo XVIII (Carlos III), en la que esa parroquia se construyó en 1778 pero que desde dicha parroquia se controlaba toda la administración económica recaudatoria de la comarca. En la foto, un maravedí de 1775, con la efigie de Carlos III de España.

fuente imagen: http://www.vibbo.com/pontevedra/carlos-iii-1-maravedi-1775/

Todo apunta a que como en el caso de la línea paterna de mi tatarabuelo José, que ya expliqué en el artículo de mayo, que fuera posible un poder adquisitivo alto y que se repite en el caso de la línea paterna de mi tatarabuela Josefa. En el artículo de mayo, expliqué el origen de la palabra etimológica Pontevedra y así es, Ponte Vedra, dos palabras que nos llevan a través de un puente de una provincia a otra, un puente que atraviesa la delimitación física y natural de dos provincias Pontevedra y A Coruña, separadas por el río Ulla.


Está claro que no hay mejor imagen que un puente para simbolizar un paso a otro lugar, a otro tiempo, como el que hicieron en su día las dos familias de mis tatarabuelos José y Josefa, para poderse unir después ellos y el puente de dichas provincias de Pontevedra a A Coruña, como así expuse en el artículo mencionado. También un puente como símbolo del paso de A Coruña a Huelva, que hicieron mis bisabuelos Juan Carbón Martínez y Pilar Antero Teira, puentes ya atravesados y otros puentes que también tuvo que pasar mi tío abuelo Manuel Carrasco Andrés y los puentes que pasaremos todos y los que pasaran las generaciones venideras, como la de Jesús Mariscal Carbón por ejemplo, que hoy también celebra su nacimiento. Que mejor final para este artículo que la imagen de un puente, el Pont del Petroli de Badalona, que no nos lleva al otro lado de un río, ni de una provincia a otra, sino que con sus 250 metros de longitud nos lleva hasta mar adentro, como metáfora de un nuevo mundo por descubrir ante nosotros, como hicieron nuestros antepasados o las generaciones futuras.

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Un puente que gracias al vecino del barrio de Morera de Badalona, el pastelero Josep Valls y al grupo Badalona Recuerdos (por cierto gran labor histórica que hace), consiguió movilizar firmas para que este puente, que fue usado para la descarga de petroleros, pudiera ser rehabilitado como un Paseo marítimo, mirador de unas vistas maravillosas e imposibles y sobre todo un referente del frente marítimo de la ciudad de Badalona.


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