COLEGIO PROGRESO NOMBRE DEL PROFESOR: Deyanira Roldan
NOMBRE DEL ALUMNO: Equipo 3
NOMBRE DE LA MATERIA: Introduccion a las ciencias historicas Nombre del trabajo: Caso “Acteal”
Grado: “1°” Semestre 2018-2019
“Acteal” Introducción: A lo largo de toda nuestra historia en el mundo ha habido mucho machismo y discriminación hacia las mujeres desde la cacería de brujas en Salem hasta una de las peores masacres dadas en nuestro país como lo fue en la mañana del 22 de diciembre de 1997 en Acteal Chiapas. Dado a que las mujeres a lo largo de la historia han representado resistencia en contra de la injusticia, muchos se han dado a la tarea de despreciarlas y hacerlas menos para que no se revelen a la fuerza del hombre. La Matanza de Acteal representa que matando a las mujeres se destruye el símbolo de la resistencia que estas daban a los pueblos que huían de la violencia dentro de sus comunidades. Todos estos hechos son los que abren paso a esta investigación, sobre: ¿Qué fue lo que pasó realmente el 22 de Diciembre?, ¿Qué es lo que el gobierno nos quiere volver a ocultar?, ¿Por qué sigue habiendo tanta violencia hacia las mujeres?
Hechos: La masacre, la versión oficial. La matanza de Acteal debe situarse dentro del violento contexto de las políticas de Estado que generaron los gobiernos mexicanos contra el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN). Esas políticas incluyeron la creación y fortalecimiento de grupos paramilitares (Montemayor, 2009; Hernández Navarro, 2012), de los cuales desde el Estado aún en la actualidad se niega su existencia, al tiempo que se han realizado investigaciones sesgadas que impiden documentarlos y lograr una reparación a la población atacada. La matanza de 45 indígenas en Acteal, Chiapas, ocurrida el 22 de diciembre de 1997, fue consecuencia de la política oficial seguida para castigar y desarticular a los indígenas de San Pedro Chenalhó que adoptaron el camino de la resistencia y la construcción de un gobierno propio. El crimen de Acteal fue parte de una guerra no declarada pero organizada por el Consejo de Seguridad Pública Estatal, en el que participaban dependencias federales y estatales. Bajo una lógica militar ahí se decidían programas e inversiones en las zonas indígenas. El gobierno alentaba o creaba artificialmente conflictos de tierra, políticos o religiosos para enfrentar a las comunidades y así justificar la intervención militar.
El 22 de diciembre de 1997, un grupo aproximado de 350 indígenas tzotziles del grupo católico pacifista “Las Abejas” llevaban días reunidos en oración en la ermita del campamento “Los Naranjos”, en Acteal, una comunidad chiapaneca donde vivían unas 400 personas. Muchos de los fieles eran desplazados a causa de la violencia y habían cumplido tres días de ayuno, rezando a favor de la paz en la región.
Poco después de las 10 de la mañana quienes estaban dentro de la ermita escucharon disparos. Venían de todas direcciones. Cada tiro se oía más fuerte y más cerca. Los fieles corrían tratando de huir. Algunos llegaron hasta la escuela, otros se escondieron en la maleza, en alguna zanja, unos más fueron rumbo al río, únicamente para toparse con más paramilitares. Los atacantes eran hombres vestidos de negro y azul oscuro con los rostros cubiertos por paliacates, armados con revólveres, rifles, machetes y AK-47. Tanto agresores como víctimas eran indígenas. De una u otra manera, el resultado fue aterrador: dos horas de tiroteo y 45 personas muertas, entre ellas 18 niños y cuatro mujeres embarazadas. Según testimonios de sobrevivientes decían que después de haber concluido el tiroteo los paramilitares desvistieron a las mujeres, las violaron ya muertas y les cortaron los senos mientras tanto a las embarazadas les cortaba el vientre y les sacaban al niño con el cual jugaban y después lo botaban. “Mi papá jamás nos alzaba la voz, jamás nos gritaba y en ese momento me dijo ¡vete de aquí! Me señaló el camino y como vio que no me movía, me gritó con una voz de mando. Esa voz de mi papá fue la que me hizo salir de aquí”. Y mientras la niña corría por el camino que le señalaron montaña abajo entre matas de café, comenzaba la Masacre de Acteal perpetrada por paramilitares adheridos al Partido Revolucionario Institucional (PRI) que asesinaron a sangre fría a 18 menores de edad y 27 adultos, quienes eran parte de la organización católica y pacifista Las Abejas. Desde su creación, la organización ha simpatizado con el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y se ha negado a colaborar con el paramilitarismo. “El fin es matar la semilla” este fue el grito de los paramilitares al comenzar el tiroteo de aquel 22 de Diciembre.
Los sobrevivientes de Acteal, familiares de las víctimas y la organización Las Abejas han continuado la lucha para obtener justicia y verdad. El secretario ejecutivo del Consejo de Seguridad, Jorge Hernández Aguilar, además de borrar las huellas de la masacre de Acteal, encabezó múltiples ataques a pueblos zapatistas. Incluso disparó desde un helicóptero en San Pedro Nixtalucum, en marzo de 1997. De esta manera, el gobierno “construía” la paz en Chiapas, sembrando polarización social y terror. Hay, como este, muchos casos de los cuales el gobierno no nos habla aunque toda la ciudadanía ya lo sabe y aunque lo sigue negando es inaudito que este tipo de hechos sigan ocurriendo en nuestro país, que haiga muertes injustas a causa de problemas que el mismo gobernó causa. Este tipo de hechos solo causa el terror y violencia entre los individuos que habitan en nuestro querido México.