Agradecimientos Krispipe
MewHiine
Evarg7 3lik@ Lililamour krispipe Eni VicHerondale Emi_93 MaryJane♼ Xiime~ Evarg7 MewHiine Mais020291
Karlix Lucean MewHiine Mariis Armonia&Paz Alee Foster EffyVas Morin Cande Cooper Yanii
MewHiine
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Indice Agradecimientos Índice Sinopsis Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 Capítulo 6 Capítulo 7 Capítulo 8 Capítulo 9 Capítulo 10 Capítulo 11 Capítulo 12 Capítulo 13 Capítulo 14 Capítulo 15 Capítulo 16 Capítulo 17 Capítulo 18 Capítulo 19 Capítulo 20 Capítulo 21 Capítulo 22 Capítulo 23 Capítulo 24 Capítulo 25 Capítulo 26 Capítulo 27 Próximo libro. Sobre Melissa Landers Créditos.
Sinopsis Ahora Cara
Hace dos años, los extraterrestres hicieron contacto. Sweeney va a compartir habitación con uno de ellos.
Seleccionada para el primer intercambio de estudiante de L’eihr, Cara piensa que su futuro no podría ser mejor. No sólo consigue un viaje gratis a la universidad de sus sueños, sino que tendrá la información privilegiada sobre los misteriosos L’eihrs que cualquier periodista mataría por tener. Los seguidores del blog de Cara están a punto de llegar a los cielos. Aun así, Cara no está segura de qué pensar cuando conoce a Aelyx. Los humanos y L’eihrs tienen un ADN casi idéntico, pero el exasperante Aelyx no podría ser más extraterrestre. Ella está segura de una cosa: ningún chico humano es tan guapo. Pero cuando los compañeros de Cara entran en la paranoia anti-L’eihr, Midtown High School de pronto ya no es segura. Notas amenazantes aparecen en el casillero de Cara, y ahora un policía tiene que acompañar a Aelyx y a ella a clase. Cara encuentra apoyo en la última persona que esperaba. Se da cuenta que Aelyx no es sólo su único amigo; se ha enamorado de él. Pero Aelyx ha estado ocultando la verdad sobre el motivo de su intercambio estudiantil, y ésta tiene consecuencias mortales.
Pronto Cara estará en la pelea de su vida—no sólo por ella y por el chico que ama, sino por todo el futuro de su planeta.
Capitulo 1 Traducido por Evarg7 Corregido por Karlix
Ganar. Cara Sweeney había hecho de ello su negocio, y el negocio iba bien. ¿Presidenta de la Sociedad Honorífica? Hecho. ¿Premio a la líder juvenil? Hecho. ¿Campeona estatal de debate dos años seguidos? Súper hecho. Y cuando el título de graduada con las mejores calificaciones la había eludido, ella había encontrado una forma de agarrar eso también. Durante el verano, ella había manipulado una emboscada académica de proporciones épicas, la élite friky de Midtown High todavía estaban mordiendo sus lápices en shock. Engañosa como un senador, ella había vuelto a presentarse en Cálculo, levantó su nota de 92 a 100, y usurpó el puesto de Marcus Johnson como graduado con las mejores notas. Su ataque furtivo lo había agarrado con sus Hanes 1 bajados y, a menos que sus notas se derrumbasen este año―que claramente no iba a pasar―, el perdedor enfurruñado no tenía oportunidad de reclamar su rango. Pero ella tenía el presentimiento de que Marcus se reiría hasta que se le cayeran sus rellenos de lacrosse si pudiera verla ahora mismo: Desplomada en el sillón orejero de invitados del director, boquiabierta mientras trataba de formar una respuesta coherente a la “noticia asombrosa” que el Sr. Ferguson acababa de lanzar en su regazo como una granada real. ―No creo que entiendas lo grande que es esto. No sólo para ti, sino para todo el colegio. Las cejas marrones de oruga del director Ferguson se acercaron un centímetro hacia el nacimiento del cabello en retirada. ―Los L’eihrs te eligieron de entre todos los otros estudiantes con notas brillantes del país. ¡Estamos hablando de treinta mil alumnos de último curso! ―Mmm-hmm. ―Asintió Cara sin expresión, tratando de darle sentido. Quizá había habido un error. Ella había prescindido de fútbol, del atletismo, 1
Hanes: Marca de ropa interior.
de las tutorías voluntarias y del club de ajedrez hace un par de años, cuando mamá se enfermó y tomó muchas más teóricas para impresionar al comité de becas esos años. Así que, ¿por qué no habían elegido a alguien más experto? ―Sé que el dinero viene con unas cuerdas atadas, pero ésta es una oportunidad que se da una vez en la vida. ―El Sr. Ferguson le apuntó con una pluma estilográfica de mármol y “disparó” como si fuera una pistola pequeña― Especialmente para una periodista en ciernes. Piensa en el potencial del blog aquí. ¿Unas cuerdas atadas? ¡Santa María, madre de todos los eufemismos! Cara se removió en su asiento, la parte de atrás de sus muslos pegados al cuero tibio. ―Oh, cierto… Sí, claro que estoy feliz. Sólo que es un shock. Ni siquiera lo solicité. ―No hay solicitudes. Todos los institutos presentaron a su mejor candidato, y los L’eihrs siguieron desde allí. Nunca adivinarás el porqué de elegirte. ―Sin darle la oportunidad de intentarlo, él anunció―: Vieron tu metraje de la final del debate estatal del año pasado. Admiraron tu… ―Levantó dos dedos para hacer las comillas―… “Pasión”. ―¿Qué? ―Cara frunció el ceño. ¿Pasión? Ella había machacado al equipo opuesto hasta que su capitán había llorado y bajado corriendo del escenario. ¿A los L’eihrs, que tenían el alcance emocional de una corteza de árbol, les gustó su temperamento atómico? ―¡Esto es enorme! ―Deteniéndose un momento, el Sr. Ferguson retorció su boca mientras pinchaba con su índice una carpeta cerrada de papel manila―. Y no pareces emocionada. El año pasado dijiste que estabas interesada en programas de intercambio. Bueno, sí. Pero estaba el exterior, y luego estaba el exterior. El Sr. Fergusonse inclinó hacia delante, descansando sus brazos sobre la superficie de caoba pulida del escritorio. Sus ojos se suavizaron detrás de sus gafas gruesas, bajó la voz a un susurro. ―No temes a los L’eihrs, ¿verdad? ―¡No!―refunfuñó Cara, limpiando sus transpiradas palmas con el frente de su falda. ― Por supuesto que no.
De acuerdo, quizá un poquito. Ella había estado fascinada como todos los demás cuando los extraterrestres hicieron contacto dos años atrás, pero su naturaleza reservada la hacía tener indigestión, como si se hubiera comido una docena de burritos triples de Taco Bell de una sentada. Y por más que quisiera viajar, dejar la Tierra no era lo que había tenido en mente. ―Bien. No quiero que hagas nada que te ponga incómoda. El hombre… eh, quiero decir, el joven… uh, bueno, técnicamente tenemos el mismo ADN, así que supongo que podría llamarlo… Una voz aguda ladró. ―Estudiante embajador. ―Y Cara dio un salto en su asiento. El viejo chico militar acechando cerca de la esquina se había camuflado tan perfectamente en las cortinas verdes que casi había olvidado que estaba allí. El Sr. Ferguson asintió. ―Correcto. El embajador que se quedará con tu familia suena justo como tú… un estudiante top, incluso para el estándar de los L’eihr, que ya es decir mucho. ―Él levantó una pequeña fotografía y me la tendió hacia el otro lado del escritorio―. Acaba de cumplir dieciocho. Su nombre es Aelyx. Él lo pronunció A-licks. Cara le dio a la foto una mirada superficial y se la volvió a tender. Lo que sea. Todos ellos lucían igual para ella. ―Guau, esta beca es mucho más… ―¿Cuál era la palabra correcta? ¿Espléndida? ¿Excesiva?―… generosa que las otras que pedí, pero no sé cómo se sentirán mis padres. Qué mentira más flagrante… Ella medio esperaba que su nariz creciera. Mamá y papá saldrían corriendo del show del entretiempo de la SuperBowl sólo para conocer a un L’eihr, por no hablar de vivir con uno. ―Sin problema. Llamé a tus viejos esta mañana y están totalmente de acuerdo. Caray. Por supuesto que lo estaban. Mamá probablemente estaba vaciando el viejo dormitorio de Troy en ese mismo momento, finalmente limpiando su santuario de heavy metal de chatarra y lleno de testosterona y las tetas con piernas que estaban subidas sobre Harleys. El Sr. Ferguson se puso de pie y sacó algunos papeles de su archivo.
―Y por lo que dice el coronel, tu hermano tocará el cielo con las manos… ―dejó salir una carcajada―… por ser el primer humano en el planeta L’eihr. ―Espere. ―Ella se inclinó rápidamente para delante, agarrándose a los reposabrazos― ¿Troy irá allí? ―¿No te lo contó? Ella negó con la cabeza. ―Tan pronto como escuchó que fuiste seleccionada, se presentó voluntario para servir como enlace para el programa. Se aclimatará a la cultura L’eihr ahora para que pueda ayudarte a ti y a los otros dos estudiantes de intercambio a ajustarse cuando sea el turno de ustedes el próximo año. Piensa en él como en tu mentor intergaláctico. ―Sonrió él― Un hermano mayor, sin intención de doble sentido. Si ésta era idea del Sr. Ferguson de unas cuerdas atadas, ella odiaría ver lo que él consideraría complicado. El coronel volvió a cobrar vida, dando un paso adelante y dando un asentimiento brusco. ―Tu hermano es un Marine bueno. Nunca ha rechazado una oportunidad de servir a su país. Exacto. Por eso Cara no había visto al tarado en casi dos años. Aparentemente, el Medio Oriente no estaba lo suficientemente lejos para Troy, él necesitaba abandonar la galaxia ahora. ¿Qué era lo siguiente? ¿Viajar en el tiempo? El director Ferguson caminó hacia la puerta, dando saltitos y más feliz que una paloma con una patata frita. ―Haré algunas copias del contrato de intercambio mientras el Coronel Rutter explica los detalles. Cara giró su cabeza y avistó un destello de su reflejo aturdido en el armario de trofeos del equipo de debate. Los ojos azules de la chica distorsionada de forma cóncava mirando fijamente hacia atrás, parecía poseída, como las lechuzas de peluche en el laboratorio de ciencias, y largos mechones de su cabello color caoba intenso hacía que sus mejillas lucieran incluso más pálidas.
Contrólate, se amonestó a sí misma. Quizá no será tan malo. Claro, vivir con un L’eihr por el resto del año sería para vomitar, pero conseguiría salir por completo del problema… A cualquier lugar que quisiera, ¡incluso Dartmouth! Nunca había soñado que podía permitirse ser una BigGreen 2, considerando que los tratamientos de mamá habían metido de lleno a la familia en un agujero negro de deudas de seis dígitos. Y el Sr. Ferguson tenía razón sobre el potencial del blog. Los humanos sabían casi nada sobre los L’eihrs, y ella estaría compartiendo un baño con uno. Eso le daba una ventaja sobre todos los otros periodistas del país. ¿Qué si ella empezaba un sitio nuevo, algo con un título atrayente y una melodía del espacio exterior? Si A-licks se sinceraba y dijera algún chisme sobre la vida en su hogar, ella podía manejar una serie de especial interés y atraer seguidores de todo el planeta. Y cuando fuera su turno para visitar a los L’eihr, todas las fotos y las noticias que reuniese podían hacer que consiguiera el contrato para un libro. Incluso podría ser capaz de vender su propuesta a un publicista antes de que se fuera. Cuanto más pensaba Cara en ello, más se daba cuenta de que su beca no era el premio real aquí. Este intercambio podía lanzar su carrera a la estratosfera. Cuando lo miraba de esa forma, tolerar a un huésped espeluznante valdría totalmente la pena. ―Alegre esa cara, Srta. Sweeney. ―La firme voz del Coronel Rutter atrajo su atención, y levantó la cabeza rápidamente, como un soldado. Él estaba de pie y detrás del escritorio del director, estrechando sus astutos ojos grises mientras hablaba― Se ve como si padeciera neurosis de guerra, y debería tenerla. Este programa no es para bebés. Voy a exponerlo todo, y si no puedes soportar esto, mejor que lo digas. ¿Entendido? ―Eh, sí. Miró a su hombro y alisó una arruga indeseable para que se puliera antes de sentarse. Este hombre no aguantaba ni una mierda, ni siquiera de su ropa. ―La Organización de Comercio Mundial me eligió para liderar el PIEL: Programa de Intercambio de Embajador L’eihr. Estados Unidos, Francia y China tendrán un estudiante embajador cada uno. El objetivo es ayudar a los
2
Big Green:Es el equipo deportivo de la universidad Dartmouth.
humanos y a los L’eihrsa entenderse mejor. Ahora, vamos a ser francos. Queremos una alianza con los L’eihr. Cara asintió. A diferencia de la mayoría de sus compañeros de clase, ella se encargaba de saber lo que pasaba en el mundo más allá de las paredes manchadas de graffitis del colegio. ―Nuestros sondeos demuestran que los estadounidenses no lo apoyan. Demasiadas sospechas. Pero el PIEL va a cambiar todo eso. ―¿En serio? ¿Cómo? ―Aelyx será tu sombra. A donde vayas, irá él. ¿Trabajas? ―Soy camarera los fines de sem… ―Renuncia. Ella se aclaró la garganta. ―¿Sólo renunciar? ―El PIEL paga un pequeño salario, así que considéralo tu trabajo. A tiempo completo. Representarás a todo el país, así que tienes que estar de lleno en esto. ―Se inclinó hacia delante y levantó sus cejas, como si esperase una respuesta. ―Entendido. ―Eso parecía justo. Cuanta más alta sea la recompensa, más alta será la responsabilidad. Cabalgaría a este intercambio como a un huracán. Además, no echaría de menos exactamente a los trapicheros en los Dreamy Weenie 3―. Me tomaré mis dos semanas de aviso después del colegio. ―Haz que sea una semana. ―Luego añadió―. Todos los miércoles, un grupo de cámaras irá a tu casa para grabar entrevistas. Estarán al aire los viernes a las diecinueve cero cero. ―Whoa, whoa, Whoa. ―¿Entrevistas televisadas? Cara se secó las palmas de sus manos en su falda otra vez, volviendo a pensar en una carrera en el DreamyWeenie―. ¿Estaremos en la tele? ―Preguntaste cómo vamos a aliviar las sospechas. Así lo haremos. Trayendo a un inofensivo L’eihr a las salas de estar de todos. La gente teme lo que no entiende, así que van a llegar a conocer a Aelyx. Y más importante, 3
DreamyWeenie:Marca de perritos calientes.
te verán a ti. ―Apuntó su dedo índice a la nariz de ella, justo como el viejo póster del Tío Sam―.Cómoda junto a Aelyx, mostrándole al mundo que no hay nada de lo que temer. ―Pero… ―Ahora, volviendo a tus responsabilidades. Tienes que ayudar a Aelyx a recoger muestras de tierra y de agua. Sus científicos quieren analizar los contaminantes. Y te esperaré en Manhattan para la gala del PIEL en tres semanas. ―Una ausencia justificada, así que no te preocupes. ―El director Ferguson entró despreocupadamente a la sala, ignorante del hecho de que el pulso de Cara estaba llegando a la base de su garganta. Probablemente porque él no era el que iba a tener que salir en la tele frente a millones de personas. Él le tendió un montón de papeles, todavía calientes por la fotocopiadora―. Aquí está el contrato y los detalles de la beca. Léelo con tus viejos esta noche, luego fírmalo y tráelo otra vez a la mañana. El Coronel Rutterle lanzó una tarjeta de visita al pecho de ella. ―Llama si tienes alguna pregunta. Te veré en tres semanas. ―Luego se puso de pie, se dio la vuelta y abandonó la sala antes de que ella pudiera preguntar si escabullirse de las entrevistas rompería el trato. Esto estaba pasando muy rápido. Apenas podía recobrar el aliento. Hace menos de cinco minutos, su mayor dilema había sido ver una película el sábado a la noche con su novio, Eric, y ahora… ¡Oh, no! ¡Eric! Ella lo había olvidado por completo. Él y sus amigos odiaban a los L’eihrs; no sólo un pellizco de ignorancia y pizca de desconfianza, sino odio serio. Él se volvería completamente loco cuando se lo contase. ―Pareces un poco agobiada. ―El director Ferguson se sentó en el borde de su escritorio, sonriéndole con tanta dulzura que hizo que su corazón se apretara―. Pero sé que lo harás genial. Estoy muy orgulloso de ti. Eso casi la deshizo. Por alguna razón confusa, podía aguantar cualquier crítica, pero la dulzura la hacía llorar como una niñita. Ensartando una uña en su muslo par no llorar, ella susurró―: Gracias.
―Y esto te da la oportunidad de agradecer a los L’eihrs por lo que han hecho. ―Ladeó su cabeza, dándole una mirada mordaz que la puso en vergüenza―. Espero que no tomes ese regalo por garantizado. Con las mejillas ardiendo, Cara miró fijamente a su regazo y rozó su pulgar por el dobladillo raído de su falda de jean. El hecho de que ella cuestionase esta oportunidad sólo probaba que era la imbécil más desagradecida del planeta. Toda su familia les debía una enorme deuda a los científicos L’eihr. Hace dos años, como un gesto de buena voluntad, ellos presentaron a los humanos el asheem: una potente raíz medicinal nativa de su planeta, que podía aislar y matar las células cancerígenas. Había venido justo a tiempo para salvar la vida de mamá. Poniéndose de pie, ella reunió todo su coraje y extendió su palma para estrechar la mano del directo. Era hora de madurar. Esto no era el fin del mundo.
*~*~*~*
―Esto se siente como el fin del mundo ―dijo Syrine, presionando las puntas de sus dedos delicadamente contra la ventana del puerto espacial, como si tratase de capturar el distante planeta retroiluminado brillando en la oscuridad. Aelyx miró por encima de la cabeza de ella hacia Madre L’eihr. Él nunca había viajado fuera del terreno antes, y no podía negar el pinchazo de anhelo que se asentó debajo de su esternón cuando avistó su hogar a 800 kilómetros por encima del suelo. Por qué los Ancianos habían elegido enviarlos lejos ―y a un planeta primitivo y repugnante como la Tierra―estaba más allá de él. Quizá sus líderes se habían ablandado mucho, como muchos de los otros clanes habían sospechado. ―Ojalá ellos lo hubieran reconsiderado ―susurró Eron, mirando por encima de su hombro para asegurarse de que el embajador no había vuelto―. Esta alianza es una locura. ―Por eso exactamente tenemos que ir ―le dijo Aelyx a sus amigos. Sin estar dispuesto a arriesgarse a hablar más, trabó mirada con Eron. ¿Trajiste el sh’alear?
Lo cosí al forro de mi túnica con un ramito de nilalgas, le aseguró Eron.Justo como dijiste. Y ayudé a Syrinea hacer lo mismo. Los perros del punto de control de la aduana de la Tierra no olerán nada. Bien. Aelyx se apoyó contra la fría pared de metal, intentando parecer inocente. Sólo asegúrate de que no lavas tu túnica mientras estamos a bordo de la nave. Eron se rió. Como si fuera deficiente. Tú eres el que dejó una ración de l’ina debajo de su litera durante una semana. Una sonrisa curvó la boca de Aelyx. Dioses, eso fue horrible. Nunca olvidaré la pestilencia. Ninguno de nosotros lo hará. ―Stepha está pensamientos.
viniendo
―les
advirtió
Syrine―
Guarden
sus
Ignorando el ansia de encogerse y darse la vuelta, Aelyx giró su cara sin prisa hacia el embajador, que cruzó el pasillo con pasos exageradamente lentos. Stepha les sonrió, pero no llegó a sus ojos, desganado por el malestar que plagaba a todos los Ancianos. Su forma anciana se encorvaba bajo el peso del letargo, sus palabras eran lentas y deliberadas cuando musitó―: He enviado su equipaje al transporte principal. ¿Trajeron sus visas de estudiantes? Aelyx asintió, luchando para bloquear su ansiedad. No funcionó. La mirada acuosa de Stepha se encontró con la de Aelyx y la sostuvo. No estés asustado, le dijo Stepha de forma privada. Tu humana es una anfitriona dedicada. Ya me ha enviado varios mensajes preguntando por tus preferencias personales. Cara Sweeney no era la raíz de la preocupación de Aelyx, pero agradecía que Stepha pensara eso. Aelyx podría enfrentar la ejecución si el embajador descubría su traición, y él prefería volver a casa con vida. ―Qué afortunado ―replicó él en voz alta. La decepción era imposible a través del Discurso Silencioso.
―Antes de que subamos ―les dijo Stepha a los tres―, quiero advertirles de que los humanos tienen estándares inusuales para la expresión sentimental. Intenten no sentirse ofendidos por sus formas. Integrarse con ellos será un reto, pero sé que encajarán para la tarea. Ustedes tres son los más finos en sus Aegis. Recuerden eso y sean pacientes con sus anfitriones y sus iguales. Todos nosotros nos beneficiaremos de una alianza, los humanos y los L’eihrs. ¿Entienden? Todos ellos asintieron, evitando los ojos de los demás. ―Excelente. ―Stepha movió su mano para indicar la plataforma de abordaje―. Entonces estamos listos. Aelyx volvió a mirar por la ventana del puerto. El Sol había empezado a eclipsar L’eihr en un brillante agujerito de luz que lo forzó a cubrirse los ojos. Ahora mismo, los Aegis empezarían a estirarse, los baños comunales se llenarían con sus compañeros bostezantes. Vero, la mascota de la casa, se despertaría en una cabaña vacía y se preguntaría dónde había ido su dueño. ¿Recordaría él a Aelyx cuando el intercambio se terminara? Probablemente no. Syrine le dio un golpecito en su antebrazo, devolviendo su atención a la presente compañía. Ella debía de haber sentido su agitación. Era uno de sus muchos dones. Podemos hacer esto, prometió ella, luego hizo un gesto hacia fuera de la ventana y añadió, por ellos. Lo sé. Después de todo, los sh’alear habían sido su idea y, cuando el resto de los Aegis habían averiguado su plan, lo habían declarado un héroe. Pero eso no significaba que Aelyx ansiaba pasar ocho meses en la Tierra entre alienígenas salvajes. Negó con la cabeza y miró una vez más a su planeta natal antes de asegurarle a Syrine: Tienes razón. Podemos hacer esto. Ellos dos siguieron detrás de Eron y Stepha, abriéndose camino hacia la nave principal. La estación estaba virtualmente vacía a esta pronta hora, con la excepción de un comerciante solitario vendiendo bienes cerca de la puerta de abordaje. Un siseo de vapor del sistema de ventilación del puerto espacial enfatizó el eco de los chasquidos de las botas. Aelyx notó que el aire reciclado tenía un olor distinto, parecido a la esencia rancia de la cueva H’alar, su escondite favorito cuando era niño. ¿Cuántas horas había él y Eron pasado explorando esos pasajes estrechos y glaciales? Al menos, cientos.
Los recuerdos enviaron un pinchazo de preocupación a través de su pecho. Los humanos podían arruinarlo, justo como habían destruido tantas de sus propias maravillas naturales. La humanidad no regulaba el crecimiento de su población como los L’eihrs habían hecho. Aelyx hahabía estudiado la historia humana. Sabía que pasaría si esos alienígenas se asentaban alguna vez en su planeta. Algo que los estadounidenses llamaban “Destino Evidente”. Ellos tomarían lo que sea que quisieran y sobrepasarían a los L’eihr en décadas. Él no podía dejar que eso pasara. ―Tomen, hermanos ―le gritó el comerciante a Aelyxy a Eron― ¡No pueden viajar a la Tierra sin éstos! ―Estoy seguro de que puedo, ―dijo Eron con una risa. Aelyx miró al hombre que ofrecía una cuerda negra con su puño. Un objeto brillante reflejaba la luz de arriba de sus cabezas y, bajo una inspección más cercana, encontró que el hombre había adherido una ahib con muchas facetas a la cuerda, como alguna forma de adorno. ―¿Qué es esto? ―le preguntó Aelyx. ―Un collar. ―El comerciante se llevó esa cuerda a su garganta en demostración― He oído que las féminas humanas no pueden resistirse a los objetos brillantes. Visten rocas alrededor de sus cuellos e incluso las incrustan en la piel de sus orejas. Si compras esto para el día Sh’ovah de tu anfitriona, honorarás a la Sagrada Madre presentando un regalo fino a tu humana. Aelyx presionó sus labios para contener una sonrisa de suficiencia. Dudaba que un guijarro común de debajo de sus pies impresionase a alguien. Ni siquiera los humanos eran así de tontos. ―Es verdad ―dijo Stepha―. Las joyas de piedra son consideradas como el regalo preferido por muchas féminas, aunque no observen el Sh’ovah. En lugar de eso, ellos celebran el aniversario de su nacimiento. ―Interesante ―murmuró Aelyx. Quizá debería llevar un regalo. Podría dar la impresión de que a él le importaba―. Te daré trece créditos. El hombre no perdió el tiempo en envolver el collar dentro de una bolsa de tela. Aelyx extendió su muñeca hacia el comerciante para descontar los créditos y, después de un rápido vistazo a los datos incrustados debajo de su piel, se metió su “tesoro” en el bolsillo y trotó para alcanzar a Erony a Syrine.
―¿Las chicas terrícolas de verdad codician piedras del suelo? ―preguntó Syrine con incredulidad―. Mi humano es un macho. Me pregunto si le gustaría un bonito bolso de tierra. ―O quizá un paquete de heces de animal ―añadió Eron con humor en sus ojos―Qué seres más raros. Cuando Stepha entró en el campo de poder escucharlos, Aelyx cambió de tema rápidamente, preguntándole a Eron―: ¿Tu l’ihan está abordo de este trasporte? ―Ojalá ―dijo él―, pero no. Está asignada como médico en el… ―Eron cortó su respuesta cuando Syrine interrumpió con una carrerilla. Sus botas repiqueteaban en el metal debajo de sus pies, su cola de caballo se balanceaba entre sus omóplatos mientras los dejaba atrás. ―Fasha, ―maldijo Aelyx, observándola desaparecer por las puertas de la nave. Quizá el afecto de Syrine por su compañero de cuarto iba más profundo de lo que él había pensado―. ¿Todavía está molesta por lo tuyo con Elyx’a? Eron dejó caer su mirada. ―Fueron amigas una vez. Creo que eso lo empeora. ―Él levantó la vista el suficiente tiempo como para añadir―: Si tú y yo quisiéramos a la misma hembra y ella eligiera entre nosotros, imagino que nos convertiríamos en enemigos también. ―No estés tan seguro.―Aelyx nunca había sentido ese nivel de cariño por nadie. Le dio un codazo suave a Eron en las costillas―. Quizá yo demostraría compasión y simplemente te dejaría tenerla. Eron se rió, pero todavía lucía afligido. ―A Syrine le importas ―dijo él, como si estuviera probando la reacción―. Quizá no de la misma forma que se siente por mí, pero podrías… ―Espera ―interrumpió Aelyx―. ¿Estás diciendo que debería hacerla mi l’ihan? ―¡No! Bueno, quizá. Sólo piensa en ello. Tarde o temprano todos nosotros tenemos que elegir. ¿Por qué no ella? Sabes que ustedes son compatibles.
¿Por qué no Syrine? Aelyx no podía decirlo sin ningún grado de certeza. Simplemente no la veía de esa forma. ―Primero que nada, asumes que ella me tendría como tu sustituto. ―Uno pobre, pero sí, creo que lo haría. Aelyx lo miró con los ojos echando fuego. ―¿Y segundo? ―preguntó Eron. ―Se sentiría antinatural. Podrías también pedirme que me empareje con una humana. Eron se encogió de hombros y abrió su boca para hablar cuando el embajador lo interrumpió desde atrás―:Ten la mente abierta, hermano. Hay cosas peores que El Camino podría pedirte. Aelyx agarró la helada barandilla con ambas manos, sintiendo que sus ojos se agrandaban al tamaño de hamburguesas de sh’ad. Sus amigos tenían razón: los Ancianos habían pasado su humor. Si alguna vez sintió un momento de duda en su plan, ahora se había ido. Aelyx cerró sus ojos y se concentró, ralentizando el flujo de sangre a su cabeza y estabilizando su pulso. Con una voz aparentemente calmada, le aseguró a Stepha―: Seguiré El Camino para glorificar a la Madre L’eihr.
Capitulo 2 Traducido por Evarg7 Corregido por Lucean
ALIENTATED
QUE LA FUENTE ESTÉ CONTIGO
JUEVES, 3 DE SEPTIEMBRE
¡Saludos, terrícolas! Bienvenidos a ALIENATED, tu fuente exclusiva para encuentros cercanos de los nerds. Soy Cara Sweeney y yo seré su guía turística intergaláctica este año. Como anfitriona del primer estudiante de intercambio L’eihr de la nación, repartiré todos los chismes jugosos que siempre quisieron saber sobre los L’eihrs pero tuvieron miedo de preguntar. Y nada está fuer a de los límites, amigos. Cuando se trata de desenterrar una historia, ¡no temo ir con valentía hacia donde ninguna chica ha ido antes! Todo eso empezará en dos semanas, así que revisen otra vez pronto y a menudo. ¿Quieren mis posts enviados a sus bandejas de entrada? ¡Suscríbanse a mis avisos de actualizaciones de la página web! Mientras, por favor, únanse a mí para extender una gran bienvenida Homo-sapiens para Aelyx, que debería estar perforando el ozono ahora mismo. ¡No puedo esperar a encontrarte en Manhattan, Aelyx! Y no te preocupes… voy en son de paz. :)
Cara programó su post para que se colgara a las seis de la mañana del siguiente día, lo que le daba tiempo más que suficiente para revelar las noticias a su novio. Como no había considerado a Eric e n su decisión al aceptar la beca, lo menos que podía hacer es darle una ventaja para que explote de furia. Lo que haría indudablemente. Pero no quería pensar en Eric ahora mismo, no cuando, en lugar de eso, podía distraerse con la práctica de debate.
Cerró su portátil y se inclinó hacia delante en su asiento para ajustarse al debate simulado que tenía lugar en el otro lado de la clase de Estudios Mundiales. Joss Fenske estaba discutiendo por los beneficios de tratar el agua como un recurso económico para ser intercambiado a través de los confines internacionales mientras que su oponente revisaba su reloj. Ehh empezó él , el agua es una, ehh, comodidad natural, no diferente que, ehh, la gasolina o el gas natural… Cara lo interrumpió al lanzarle una goma de pelo a su cuello. Cuando Joss lanzó un suspiro y ladeó su cabeza como si preguntase “¿En serio?”, Cara se encogió de hombros y lo sermoneó: Esos ehh nos están matando, y lo mismo va para decir como después de cada palabra apuntó a Kaitlyn Ray y dijo : Te estoy mirando a ti, Kaity. Eso me da arcadas
replicó la pequeña pedante.
Ignorándola, Cara volvió su atención hacia Joss. Esta vez quiero que argumentes que, a diferencia de la gasolina y el gas natural, el agua es necesaria para sobrevivir y, sin controles en su sitio, podemos ver las guerras estallando mientras la población sigue reventando. Joss se lamió los labios y asintió, luego comenzó a berrear con toda la confianza de un ciervo bajando la mirada a un rápido camión Mack. Cara se desplomó en su escritorio y puso su barbilla en su mano. Este equipo estaría perdido de que se graduase. Ella podía mantenerlos con los pies en la tierra, pero no podía darles la furia que ganaba campeonatos. La lucha venía de dentro: la tenías o no la tenías. Incluso los L’eihrs reconocían la pasión cuando la veían. Lo que le recordó, el embajador L’eihr finalmente le había contestado su correo electrónico preguntándole cómo lucía el dormitorio de Aelyx en su hogar. Su respuesta: paredes grises, suelo beige, catre básico, un depósito por residente, sin embellecedores decorativos. En otras palabras, una prisión elegante. Al menos no le tomaría mucho tiempo a mamá transformar la vieja habitación de Troy, sólo unas capas de pintura y una alfombra nueva. Cara podía pasarse por Lowe’s y elegir suministros después de la práctica de debate. Si Aelyx se sentía cómodo y seguro, podría aflojar su lengua para una entrevista para el blog.
Sus ojos fueron rápidamente al reloj de arriba de la Pizarra INTELIGENTE. Vamos a irnos unos minutos antes sugirió ella Tengo una tarea de laboratorio de física mañana por no mencionar un ensayo para inglés, un estudiante extraterrestre de intercambio para el que prepararme y algunas noticias explosivas para darle a Eric. Parecía otra trasnochada.
Hey, nena Eric sacaba los pedacitos de césped y barro seco de su suéter de lacrosse, contaminando el porche delantero de Cara con retos, mientras daba una mirada por encima de su hombro hacia la sala de estar. Se sacó sus zapatillas de fútbol y entró, luego cerró la puerta detrás de él. ¿Dónde está tu papá? Ella arrancó con los dedos una hoja de su transpirado pelo rubio y lo usó para hacerle cosquillas debajo de su barbilla. En la cocina. ¿Por qué? Porque me mataría por esto, haciendo un gancho con su dedo índice, él tiró de la parte de arriba de la camiseta de ella y miró dentro. Cuando ella golpeó su mano para que la sacara, él le dio una sonrisa ladina y asintió hacia la cocina Aliméntame. Me estoy muriendo. ¿Tetas y aperitivos? Cara se cruzó de brazos mientras una sonrisa tiraba de sus comisuras ¿Es eso todo lo que quieres de mí? Ella sólo estaba medio bromeando. Desde primaria, cuando algunos amigos de Eric habían tenido suerte, él estuvo tratando de alcanzarlos, como si el sexo fuese una carrera y no quisiese llegar en último lugar. A él no parecía importarle que no estuviera lista para cruzar esa línea de meta. Estoy muy ofendido ahora mismo. ¿Cómo pudiste pensar que eso es todo lo que quiero? luego una sonrisa ladina volvió a curvar sus labios Estoy tras mucho más que eso. Tonto, ella enlazó sus dedos y tiró de él hacia la cocina . Vamos, yo también estoy famélica como si hecho a propósito, el estómago de Cara gorgoteó en respuesta a la esencia de la picante salsa marinera. Ella no había probado bocado desde la comida, estaba demasiado inquieta por la perspectiva de contarle a Eric que tendrían a un sujetavelas durante el resto
del año. Bueno, un segundo sujetavelas, si contabas a su mejor amiga, Tori, pero Eric no la odiaba a ella tanto como a los L’eihrs. Cerca, pero no igual. ¿Tu mamá está haciendo pizza? Eric deslizó su otra mano hacia arriba por la parte de atrás de su falda y ella palmeó ésa también, deseando que la dejara en paz ya. No, es… todo pensamiento coherente cesó y Cara se congeló en su sitio cuando entró a la cocina y encontró a sus padres enredados contra el refrigerador, perdidos en un profundo beso. Ella se encogió y levantó una mano para taparse los ojos mientras Eric se dio la vuelta con una pirueta torpe y salió rápidamente de la cocina como si estuviera incendiada. Repugnante ella echó un vistazo por entre sus dedos . ¿Por qué no hacen esas cosas en privado? en real privacidad… como detrás de puertas cerradas con cerrojos de seguridad e insonorizadas. Mamá rompió el beso con una bofetada y apartó de su cara un enmarañado mechón de pelo negro. Hola
dijo con los labios hinchados
¿Cuándo llegaste a casa?
Papá ni se molestó en levantar la mirada. Sólo su desordenado cabello rojo era visible cuando acarició con la cara el costado del cuello de mamá. Hace sólo unos minutos ¿puedes tomarte un descanso?
Cara arrugó la nariz
. En serio, papá,
Un desdeñoso movimiento de su mano fue su única respuesta. Papá era el jefe del Cuerpo de Bomberos de Midtown y él y mamá siempre eran… amorosos… cuando salía del turno de cuarenta y ocho horas. ¿Por qué no podía tener padres normales que se odiaban, como todos los demás? Su apetito se derrumbó, Cara decidió abandonar la misión “encontrar un aperitivo”. Pero primero completó su vistazo diario del rostro de mamá, buscando piel pálida y cerosa o semicírculos grises que solían apoderarse de sus ojos. Encontrando todo liso y rosa, liberó un silencioso suspiro y se alejó. Incluso después de todo este tiempo, era difícil de creer que mamá estaba realmente curada, que algún bromista célebre no iba a salir de un salto de su camioneta adornada para gritar “¡Sí! Tu mamá todavía tiene cáncer de ovarios. ¡Lo tienes merecido!” Ella quería confiar en la planta L’eihr,
el asheem, pero no era tan fácil. Dándose la vuelta, le dio a sus padres la privacidad que obviamente querían y volvió a la sala de estar. ¿Qué? ¿Sin comida? cuando Eric se agarró el estómago en señal de simulada agonía y se hizo el muerto, cayéndose en el sofá con un ruido sordo, ella vio un destello del viejo Eric, el estudiante de primer año estúpido y larguirucho que la hacía reír, incluso cuando el corazón de su familia estaba muriendo. Ahora él parecía fuera de lugar en su mobiliario desgastado, como un Zeus joven y rubio venido para crear el caos entre los mortales. Ella echaba de menos al chico larguirucho y sus bromas. Tienes dos piernas hambre.
bromeó ella
Vuelve a entrar allí si tienes
Él se encogió como si hubiera probado anchoas. El porno de geriátrico no levanta mi bandera. Cara se rió por lo bajo. El viejo Eric todavía estaba allí. Hey, juguemos al Total Zombie Massacre –batalla a muerte-, como en los viejos tiempos cuando él negó con la cabeza, ella suplicó . Vamos. Te dejaré ganar. Tengo una idea mejor agarrándole su muñeca, él dio un tirón intenso, enviándola con brusquedad a su regazo. El olor picante del perfume almizclado y a chico transpirado golpeó sus orificios nasales y luego su boca estaba en su oreja, sus dedos bailando, subiendo por la longitud de su muslo interior Vamos a tu habitación. Tu papá no subirá a tomar el aire pronto. Dándole palmadas a su pecho húmedo, ella se alejó e intentó respirar por su boca. ¿Por qué no podía entender que todo este toqueteo sólo lo alejaba más de su objetivo? Eh, ehh. Va a venir Tori. Lanzó un suspiro contra el costado de su garganta mientras sus dedos detenían su avance hacia la tercera base. Genial. Justo lo que necesitaba. ¿Por qué no puede la entrometida conseguirse una vida propia? él empujó a Cara para alejarla y se fue al otro final del sofá, pero no antes de que ella le diera un puñetazo en el bíceps.
Ella tiene una vida. Se escabullirá del consejo estudiantil por mí y Tori todavía no se había perdido ni una reunión… básicamente por su duradero flechazo por Jared Lee, que era el presidente de la clase. ¿Por qué le pediste que viniera? ¿Intentando deshacerte de mí?
dijo Eric, frotándose el brazo
.
Quizás debería el calor aumentó en las mejillas de Cara. El incesante toqueteo, los insultos… ella no podía soportar mucho más del nuevo y “mejorado” Eric. Cerrando sus ojos, hizo la cuenta atrás, de diez a uno, e intentó recordar la lista de sugerencias en Manejo de la Ira para Imbéciles. Inspirar profundo… expirar profundo. Oh, al demonio con ello. Si esto no me hace deshacerme de él, nada lo hará. Firmé el contrato. ¿Qué contrato? le tomó un momento asimilar las palabras, y luego los labios de Eric se partieron con un audible pop ¿Esa cosa PIEL de la que hablaste en la comida? Síp. Me estás tomando el pelo, ¿cierto? Nop endureciendo su determinación, ella añadió casa en dos semanas.
: lo traemos a
¿Estás loca? ¡Realmente tendrás que ir allí! ¡Ninguna cantidad de dinero lo vale! Eric metió la mano en el bolsillo de atrás y sacó un folleto mojado y arrugado, pero su mano se detuvo en seco en medio del aire antes de tendérselo Espera. ¿Has dicho lo? ¿Es un chico? ¡De ninguna maldita manera! Tres golpes en la puerta intensos sonaron y Tori entró como pancha por su casa, alejando su atención de la discusión por unos segundos. Lanzando su larga trenza negra sobre un hombro, Tori dejó caer sus guantes de portera al suelo antes de pasar sobre su cabeza la camiseta de fútbol de Midtown y usarla para limpiarse su cara transpirada. Luego se colgó su camiseta en el cuello y estuvo de pie en su sujetador deportivo y shorts, agarrándose su cintura como la Mujer Maravilla. Tori le lanzó dagas a Eric.
Hola, culo 4 le enseñó el dedo medio y él le devolvió el gesto. El odio siempre había sido mutuo. Ella era el yin para el yang de Cara –piel color teca, ojos negro azabacheuna persona poco eficiente académicamente con diez toneladas de energía nuclear rigiendo su figura en miniatura de 1,45 m. Pero tenían una cosa en común: no se callaban nada. En un movimiento inusual, Eric le habló directamente a Tori, instándola a venir al sofá. —No te vas a creer esto. —Veamos. Algo que yo nunca me creería… golpeó un dedo contra su barbilla— ¿Finalmente sacaste tu nariz del culo drogado de Marcus Johnson? —No te reirás cuando L’eimbécil haga polvo tu próxima fiesta de pijamas —dijo Eric de manera amenazante— Diviértete trenzando el cabello de él o lo que sea que las chicas hagan en esas cosas. —¿De qué está hablando? Tori empujó una silla hasta el sofá, luego la giró y se sentó a horcajadas mientras Cara la informaba de lo que se había perdido. —¡Puta madre 5! Cálmate. Tienes que leer eso antes de que lo decidas — Tori tendió una mano hacia delante mientras usaba la otra para sacar un fajo de papel húmedo de su sujetador. Lo alisó contra su muslo y se le tendió a Cara . Las estaban dando después de la práctica. —A nosotros también añadió Eric, arrojando su folleto sobre el almohadón del sofá—. El papá de Marcus es el presidente de la sucursal local. Yo ya me uní. Cara sostuvo la cosa asquerosa a una distancia y miró la cubierta frontal. HCOL: HUMANOS CONTRA LA OCUPACIÓN L’EIHR. LOS PATRIOTAS DE LA TIERRA. —¿En serio? ¿Desde cuándo alguien escucha a los HCOL? los chiflados tenían miles de miembros en cada nación, pero eran conocidos extremistas,
4 5
Culo: en español en el original.
Puta Madre: en castellano en el original.
de la clase de gente que acumulaba armas y ansiaba el apocalipsis ofrecieron algún Kool-Aid 6? Espero que no lo hayas tomado.
. ¿Te
Tú eres la que está tragando veneno —Eric agarró su panfleto y lo sujetó en el aire como la palabra de Dios, — si crees en lo que dice el gobierno. Tori se inclinó hacia delante en su silla y apuntó una uña púrpura al párrafo de apertura. — Esta parte es un poco espeluznante. Con un suspiro resignado, Cara le echó un vistazo a la hoja: “Los L’eihrs, al menos los pocos que se han permitido ver, poseen tecnología, inteligencia, rapidez… bla-bla-bla-bla…Y eso ruga por una pregunta: ¿Qué querrían de nosotros? Sus avances físicos de bichos raros son el resultado de un programa antiguo de crianza y, ahora que sabemos que los humanos y los L’eihrs son genéticamente compatibles, creemos que están detrás de nuestras mujeres, para engendrar una raza de mutantes”. Qué total locura. Ella podía enseñarles a los HCOL una o dos cosas sobre técnicas escritas de persuasión apropiadas. —Oh, vamos —dijo ella—. Esto es todo propaganda. ¿Quién se toma esto en serio? —No es una broma —la mandíbula de Eric se apretó y sus ojos se endurecieron de una forma que nunca había visto antes. Envió hielo por su espalda ver al chico que una vez había amado, desaparecer dentro del furioso extraño que la estaba fulminando con la mirada ahora. — No dirán nada, especialmente no de sus armas, y esa mierda de telepatía que hacen es… —Espeluznante como el demonio —terminó Tori. —Miren, está hecho. Ya firmé… —No están sólo las becas en el mundo, ¿sabes? —Eric se levantó del sofá para ponerse de pie con la fuerza de su furia. — Este programa sólo es para estudiantes con notas excelentes. Si dices que no, el bicho raro se va a otro colegio. Pero si dices que sí, estamos todos clavados junto a él en clase, en el comedor, compartiendo un baño… ¿Qué si le dejan hacer deportes? —se 6
Kool-Aid: marca de una mezcla en polvo saborizada para hacer jugos.
pasó una mano por su pelo, arreglándolo. — Piensa en ello. Todos te odiarán por traerlo a nuestras vidas. Y nos odiaran a nosotros, —apuntó a Tori y a sí mismo, —por asociación. Cara los estudió a ambos con conmoción. — ¿No quieren ser vistos conmigo? La mirada ardiente de Eric bajó al suelo de madera entre sus pies. —No voy a deshacerme de ti, pero piensa en ello —Tori se balanceó en su silla. — No sabemos nada de ellos. ¿Qué si se traen algo entre manos? ¿Qué si no te dejan volver a casa cuando sea tu turno? —Curaron a mi mamá. ¿Por qué molestarse con eso si sólo querían sacarnos del mapa? —Oh, madura, Cara —Eric fue hasta la puerta y recogió sus zapatillas del porche delantero—. Quieren algo por esa cura. Nada es gratis. Es hora de elegir un bando. Hacer contacto o lo que sea. Deshazlo. —¡No! —¿cómo se atrevía a ordenarle que hiciera algo? —. Esto puede ser toda mi carrera. —¿No? ¿Y ya está? Dios, ¡eres tan egoísta! —Eric le estaba gritando por primera vez en todos los años que se habían conocido. — Poniéndote a ti y a todo el pueblo en riesgo y ¿para qué? ¿Para que no tengas que sacar préstamos estudiantiles? —¿Yo soy la egoísta? Tú, arrogante idi… —¿Cuál es el problema? papá entró desde la cocina, con su cabello salvajemente enmarañado por los dedos de mamá. Le dio a Tori un apretón juguetón en el hombro, luego le frunció el ceño a Eric y ofreció un brusco asentimiento en reconocimiento—. Apuesto a que tienes deberes que hacer. Eric entendió la indirecta. —Sí —se inclinó para besar la mejilla de Cara, pero, en lugar de eso, le susurró una advertencia en la oreja. —Mejor que averigües lo que es importante, —y luego se dio la vuelta sin decir adiós, cerrando la puerta tan suavemente que apenas hizo sonido. De alguna manera dolió en sus oídos peor que un portazo.
El panfleto de los HCOL de Eric se había caído al suelo, y Cara lo levantó, mirando a las últimas líneas. Es mejor morir con orgullo de Patriotas de la Tierra que vivir con temblores suplicantes por una raza extraterrestre. Ocúpate de reconocer al enemigo L’eihr. Puede parecerse a un humano, pero no lo es. Se sacudió un estremecimiento. La aterrorizaba pensar que Eric realmente creyera esa tontería y que Tori no estuviera tan lejos tampoco. ¿Qué si él tenía razón sobre todo el cuerpo de estudiantes despreciándola por traer a Aelyx al colegio? Cara respiró con profundidad por su nariz y lo aguantó. No, no podía creer eso. La gente razonable podía tener dudas, justo como ella las tenía, pero no vendrían tras ella con horquetas y antorchas. Y Tori estaba loca por creer que los L’eihr querían atraerla a su plante y atraparla allí para hacer bebés. Si ése fuera su objetivo, ¿por qué no abducirla ahora? Ellos tenían la tecnología para hacerlo… con facilidad. Así que, ¿para qué sus palmas estaban transpiradas otra vez? ¿Por qué su corazón estaba tratando de escaparse de su cuerpo a través de su garganta? Cara liberó un audible ráfaga de aire e intentó ignorar los pinches de temor que le hacían cosquillas a su cráneo… los mismos que sentía a mitad el debate cuando se daba cuenta de que había elegido una discusión perdida.
Capitulo 3 Traducido por 3lik@ Corregido por MewHiine
Entrecerrando los ojos, Aelyx miraba el techo de la sala de banquetes, donde miles de cristales facetados de araña refractaban la luz e iluminaban la sala en prismas de color. Cuán completamente llamativo. Del mismo modo que el vendedor del puerto espacial había afirmado, los humanos estaban atentos a los objetos brillantes en una medida que rayaba en delirio. Y eso era sólo el principio. El olor a humo de la carne que impregnaba el aire era asqueroso y desconocido. Entre el tecleo de los zapatos contra el suelo de mármol pulido, ecos de conversaciones y risas, y el choque de las copas de champán, el ruido lo abrumó. Parecía que los humanos habían hecho de la sobre estimulación una forma de vida. Él se apoyó contra la pared de un extravagante mosaico que representaba unos soldados montados a caballo y observó a su familia de acogida desde la distancia. Ellos aún no habían sido presentados oficialmente, y ya temía compartir una casa con estas personas. Bill Sweeney, el padre, se echó a reír en voz alta con su esposa y le pellizcó su trasero cuando pensaba que nadie lo estaba mirando. Troy Sweeney, el hijo mayor de la familia, parecía decidido a comer su peso en un aperitivo llamado cóctel de camarones. Ciertamente no parecía apetitoso. Él reconoció a Cara Sweeney fácilmente por su fotografía. Esta noche, sin embargo, ella no estaba sonriendo. Ella estaba rígida con los brazos cruzados sobre el pecho mientras le lanzaba miradas hostiles a su hermano. Teniendo en cuenta lo que había aprendido acerca de sus pasatiempos solitarias actividades como la lectura de novelas clásicas, videojuegos, y escritos periodísticos su lenguaje corporal cerrado no fue ninguna sorpresa. Esta mujer parecía preferir el aislamiento a la compañía de los demás, posiblemente, un mecanismo de defensa resultado de su madre cercana a la muerte. Tanto mejor. Eso significaba que no podría seguir sus actividades muy de cerca.
¿Era esta chica realmente el mejor de los seres humanos que tenían que ofrecer? Supuso que Cara era una mujer atractiva, un poco alta quizás, pero su ardiente cabello cobre y ojos azules resaltaban sus sentidos. Colores vibrantes no existen naturalmente en L’eihr, y ella le recordaba cuán extraño era en este nuevo mundo. Cuando sus retinas no pudieron tolerar más abusos, él desvió la mirada y se encontró con Syrine en la multitud. Syrine vestía el mismo uniforme marrón y gris que él lucía, pero ella parecía mucho menos relajada mientras conversaba con su estudiante de acogida, un francés larguirucho de un profundo cabello negro. Los hombros de Syrine visiblemente tensos se arrastraron hasta sus oídos, cuando el chico apoyó una mano contra la pared y se inclinó hacia ella en un evidente ritual de apareamiento. Sagrada Madre, qué asco. El muy imbécil no se da cuenta o simplemente no le importa que Syrine no tenga ningún interés en aparearse con él. Ningún L’eihr de su generación estaría dispuesto a compartir material genético con un ser humano, ni siquiera si La Orden lo exigía. Como si la llamase, Syrine miró hacia él. Ella se agachó por debajo del brazo del hombre y corrió hacia donde Aelyx estaba de pie, oculto en un hueco. Entrelazando los ojos con él, ella se quejó, Grandes dioses, casi podía ver las hormonas saliendo de su sucio cuerpo. Casi vomito mi cena. Establece los límites ahora, Aelyx le aconsejó, antes de que sea demasiado tarde. ¿Lo has visto? —Ella echó un vistazo por encima del hombro al chico, que ya había seguido adelante en un intento de atraer a una nueva mujer. Inclinó la cabeza hacia atrás, el francés hizo sonar una risa a travé s de su nariz aguileña. Él no entiende las señales sociales no verbales. Si todo lo demás falla, una rodilla “accidental” en la ingle debería entregar el mensaje. Por lo menos el humano parece tolerable. Tranquilo y reservado. Aelyx estudiaba a Cara Sweeney, sintiendo que sus cejas se pellizcaban juntas. Una expresión de dolor distorsionada con las
características de marfil de la muchacha, y ella apretó una mano contra su estómago como si fuera a enfermarse físicamente. ¿Tolerable? Lo dudaba. Y Eron, Syrine continuó. Su fémina conserva los límites personales. ¡Qué suerte! Ellos miraron a través de la habitación de acogida de Eron, quien miraba al suelo, con sus manos entrelazadas detrás de la espalda, como si meditara. Sus padres hablaban sobre su cabeza mientras que un joven empujaba un vehículo fundido a presión a través de la baldosa de mármol en sus pies. El niño tenía un ligero parecido con la chica, pero teniendo en cuenta las restricciones de la población de China, probablemente él no era un hermano. Otras naciones muy deprimentes de la Tierra no aplicaban políticas similares. Con sus limitados recursos, los humanos estaban apareándose entre sí hacia la extinción. No te preocupes, Aelyx —dijo Syrine. Si el sh’alear funciona, no estaremos aquí mucho tiempo. Tomará un mes al menos, —Syrine se quejó. Y si nos atrapan... Si nos atrapan, morimos, —advirtió. El fracaso no es una opción. Podía sentir la inquietud de Syrine filtrándose en la superficie, la erosión de su valor. Tal vez será mejor que sigan el plan otra vez—los tres. Ve y dile a Eron que mantenga su com-esfera cerrada. Me comunicaré con ustedes en tres días. No pierdas la fe en mí. Puedo hacer esto . Syrine colocó sus dedos contra el lado izquierdo de la garganta de Aelyx en un gesto de estima despedida. Por la Sagrada Madre. Y sus hijos. Aelyx devolvió el gesto y apartó la mano, luego retrocedió hacia las sombras de la alcoba.
Una vez, cuando Cara tenía diez años, ella y Troy fueron a explorar en el bosque detrás de su casa. Él sostenía una rama de un árbol fuera del camino para ella, y luego—pensando que sería divertido—él la había dejado ir antes de tiempo por lo que la golpeó justo en el vientre. Ella había tenido que respirar en pequeños jadeos durante la siguiente hora. De la misma manera en que ella estaba respirando ahora.
Al igual que los zapatos de salón retorciéndose los dedos del pie, su vestido negro de cóctel era una talla muy pequeña, y Mamá le había comprado un Spanx barato para evitar el pago de un nuevo conjunto. Por desgracia, el spandex era tres tallas más pequeñas, y ella no había sido capaz de sentarse (o inhalar) en toda la noche. —¿Vas a dejar de mirarme con desprecio y hablar conmigo? —Troy finalmente se había alejado de la estación de buffet, y tenía camarones entre los dientes. Algunas cosas nunca cambian. —No te voy a ver por un año. Cara abrió la boca para decir algo, pero la cerró de nuevo como un tira y afloja desatado en su interior. Quería lanzar sus brazos alrededor del cuello de Troy y suplicarle que no se fuera, decirle que la casa estaría demasiada limpia y tranquila cuando él se marchara. Tan loco como sonaba, pero ella extrañaría sus calcetines blancos esparcidos por el suelo de la sala de estar y la forma en que se terminaba toda la leche por lo que ella tenía que comer sus Cheerios secos. Quería exigirle que encontrara otro trabajo, uno que no requiriera un chaleco Kevlar y una vacunación contra el ántrax. Y ella quería darle un puñetazo en la cara por abandonar la familia, una vez más. En cambio, ella le preguntó; —¿Tienes miedo? —¿Qué, por ir a L’eihr? —él resopló y mostró una sonrisa fácil. — ¡Diablos, no! No puedo esperar. Tengo la oportunidad de ser la primera persona en viajar a la velocidad de la luz. Eso es grande, Pimienta. —No me llames así. Tendré diecisiete la próxima semana. — Cuando era un recién nacido, Troy había echado un vistazo a su cabello rojo y lo comparó con un pimiento. El apodo se le había quedado desde entonces, a pesar de sus repetidos esfuerzos por acabar con él. —Oye, se me acaba de ocurrir algo. —Sus ojos azules se abrieron con asombro. —Si Einstein estaba en lo cierto acerca de la velocidad de la luz, entonces estarás más vieja que yo cuando venga a casa a visitarlos. Ella pensó que sería apropiado, pero no lo dijo. En cambio, ella asintió con la cabeza hacia el otro lado de la sala de baile donde tres L’eihrs permanecían juntos, el embajador oficial, que vivía en Manhattan, y dos
estudiantes visitantes. El tercer estudiante se había alejado hacía más de treinta minutos. —Ellos no han abierto la boca ni una vez los he estado observando. Sólo se miraban a los ojos. Apuesto a que L’eihr es un lugar muy tranquilo. Troy se encogió de hombros y empezó limpiarse los dientes delanteros con la uña del meñique. —Me pregunto cuál de esos es mío. —Ella esperaba que fuera el bajito “que hablaba” con el embajador. Él era el único que sonreía—el único que parecía humano. —Ve a buscarlo. Una parte de ella se sentía como si debería, pero la forma en que inclinaba la cabeza y se miraban el uno al otro parecía tan intenso. Tuvo la sensación de que no querían ser interrumpidos. Y tal vez eso la hacía una especista o lo que sea, pero verlos juntos le hizo preguntarse si Troy los distinguiría una vez que llegara a L’eihr. Todos ellos, tanto hombres como mujeres, llevaban el cabello castaño claro largo hasta los hombros, atado perfectamente detrás del cuello. Mezclándose a la perfección con su piel rojiza, y cuando se combinaba con los uniformes color canela, eran una sólida pared monocromática de color marrón. Como caminar con bolsas de papel. Supuestamente, su planeta era mucho más antiguo que la Tierra, y todas las clases de razas se habían mezclado miles de años atrás. Luego comenzaron a evolucionar. O mutar. Los científicos afirmaron que lo mismo pasaría aquí un algún día, pero lo dudaba. Y de todos modos, ¿por qué se esforzaban tanto en parecerse, hasta en sus colas de caballo de seis pulgadas? Antes de que tuviera la oportunidad de preguntar, el interior de la garganta de Cara hizo cosquillas. Ella trató de toser, y la banda elástica enterrándose en su cintura prácticamente partió su hígado a la mitad. —¡Ay! —¿Qué te pasa? —Troy pasó una mano por su cabello negro recortado y arqueó una ceja. —¿Problemas femeninos? —Susurró “femeninos” como si fuera una mala palabra.
—No, —dijo ella rodando los ojos. —Esta ropa interior me está matando. —Entonces quitártela. Gran cosa. —Sí, claro. Estoy manteniendo toda la clase posible. —Necesitas aflojarla, mensa. Ve al baño y métela en tu pequeño bolso de mano o algo así. Nadie más lo sabrá. — Con un movimiento de cabeza, añadió; —Jesús, eres una chica. Un resplandor inesperado radió dentro de su pecho por los insultos ocasionales de Troy, y se mordió el labio para ocultar una sonrisa. Sí, ella echaría de menos eso, también. Echando un vistazo al lado, notó el letrero de baños y comenzó a tomar su sugerencia en serio. Tal vez no era la g ran cosa. Sin lencería de apoyo que eliminara sus curvas, el vestido se ajustaría más que un traje de buzo, pero podía vivir con eso. —Está bien. Vuelvo en un minuto. Mientras rodeaba la mesa del buffet, Cara olió las costillas y su estómago retumbó. Tal vez podría soportar comer algo después de quitarse las bragas de organillero. Cojeó hacia la puerta de damas, pero un hombre de mediana edad vestido con un traje negro la detuvo antes de que pudiera entrar. —Lo siento, señorita, —dijo escaneando la habitación. —No puede entrar ahí. — Llevaba un auricular y lo tocó como si recibiera un mensaje. Ella echó un vistazo a su placa; Servicio Secreto. —¿Por qué, qué pasa? —Se estaba haciendo más difícil respirar. Continuó examinando el salón de baile, sin hacer contacto visual mientras hablaba. —La presidenta hace uso de las instalaciones. Usted no puede estar dentro a menos que tenga un permiso de segurida d. Necesito que retroceda. —¿Cuánto tiempo más ella estará ahí dentro? Silencio. Todavía sin contacto visual. Pero era lógico que una presidenta que no se preocupaba por la Constitución, no le importaba cuánto tiempo monopolizaba el baño de damas, tampoco.
—¿Sabe donde hay otro baño? —Preguntó ella, cambiando su peso en una cadera. Un destello perforante fue su única respuesta. Era tentador no ejercer su derecho de libertad de expresión, ella se contuvo, recordando su nuevo papel como embajadora de los estudiantes. El grupo L’eihr todavía se mantenía cerca, y no quería que su primera impresión sobre ella fuera una variedad psicótica. ¿Y ahora qué? —Se dio la vuelta y buscó una oficina abierta o cualquier espacio que pudiera ofrecer unos segundos de vida privada. Vio un gran mural que conducía a un rincón oscuro. Podría funcionar si ella era rápida. Echando un vistazo por encima del hombro para asegurarse de que nadie lo veía, ella entró en la penumbra del receso. Sin perder un segundo, ella se quitó las zapatillas, se subió el vestido y enganchó los pulgares debajo de la cintura del rígido elástico. Pero el spandex no saldría sin luchar. Ella se sacudió y tiró de la tela elástica, gruñendo y maldiciendo en voz baja para sí misma por lo que pareció una hora. Por último, deslizó el material por las caderas, más allá de sus muslos, y dio un paso libre, sintiendo una brisa de aire frío formándose una piel de gallina por la ventilación en su trasero desnudo. Ella estaba tirando de su vestido hacia abajo cuando escuchó una risa ahogada por detrás. Aún descalza, ella abrió la boca y se dio la vuelta. —Lo siento, —dijo una voz en la oscuridad. —No fue mi intención asustarte. Sólo quería hacerte saber mi presencia antes de que quitaras más ropa. El corazón de Cara golpeaba contra sus costillas mientras se apresuró a recoger su Spanx y meterlo dentro de su bolso. Se aclaró la garganta. —Yo sólo... um... estaba realmente incómoda. No voy a quitarme nada más. — Se puso sus zapatos y retrocedió hacia el pasillo, sintiendo to do su cuerpo al ras de rojo por la vergüenza. —No tienes que dar explicaciones. Me he acostumbrado a esperar lo inusual de los seres humanos. El dueño de esa voz de mantequilla salió a la luz, y Cara se quedó cara a cara con uno de los individuos más impresionantes que había visto—el
tercer estudiante que faltaba. Ella apretó los dientes y trató de no mirar boquiabierta, pero no fue fácil. Desde la distancia, él había parecido nada especial, pero de cerca, su aspecto la intimidaba. Más alto que cualquiera de los atletas de Midtown, su uniforme tallado esbozaba cada curva sólida de los músculos de su pecho y en sus brazos, la tela se tensaba visiblemente en contra de sus anchos hombros. Una hebra de cabello largo color miel se le escapaba de su cierre y caía contra el exterior de su mandíbula angular, y cuando miró a Cara, su estómago cayó al suelo. Eran sus ojos los que la habían dejado aturdida—no marrón como el resto, sino el más exquisito tono gris plateado. Mierda, ¿ellos no se criarán selectivamente por las miradas, también? Eso no era natural. —S-siento que hayas tenido que ver eso, —ella balbuceó mientras salía de la alcoba. —No suelo andar sin ropa interior. — Oh, Dios, ¿acababa de decir eso en voz alta? Él se rió de nuevo, luego se echó hacia atrás como si se hubiera sorprendido a sí mismo con su propia risa. Sus cejas se juntaron. —No es de mi incumbencia, Cah-ra. —Uh, voy a dejar que vuelvas a... lo que sea que estabas haciendo . — Lo cual era acechar en la oscuridad como Chester el Agresor, pero después de su exhibición, apenas podía criticar. Ella se tambaleó todo el camino a través del atestado salón de baile antes de que se diera cuenta de que él la había llamado Cah-ra. Si sabía su nombre, eso probablemente significaba que él era el L’eihr estudiante embajador. Impresionante. Eso en cuanto a lo que representar América y dar una buena impresión se refería. Y tanto para convencer a Eric de darle a PIEL una oportunidad. Él le echaría un vistazo a Aelyx y empezaría a hacer los ultimátums de nuevo. Eric ni siquiera le gustó cuando ella salía con los chicos delgados de la Sociedad de Honor, por lo que se volvería loco si... —Te tomaste mucho tiempo. ¿Te caíste? —Troy interrumpió sus meditaciones, el rostro le brillaba de emoción mientras miraba por encima de su cabeza, en busca de alguien. —¿Dónde está el embajador L’eihr? Se supone que me llevará a mi nave. — Troy estaba prácticamente saltando en su lugar mientras su corazón se hundía como una piedra. Otro añ o apartado, y no parecía preocupado en absoluto.
—No lo sé. — Se encogió de hombros. —¿Ya te despediste de mamá y papá? —¿Eh? Oh, sí. Ellos están por la ponchera con el Coronel Rutter. Se supone que debes ir a encontrarte con ellos. — Troy me atrapó en un abrazo de oso de trituración. —H’aleem, Pimienta. Eso en L’eihr es despedirse. — Luego se giró y desapareció entre la multitud. Se marchó sin importarle, como siempre. —Yo también te quiero, idiota, —murmuró para sí misma. Lanzó un suspiro profundo y se dirigió a la mesa de bebidas para encontrarse con sus padres. Incluso desde la distancia, notó que los ojos de mamá estaban hinchados y rojos, pero mamá le sonreía a papá mientras este le acariciaba el brazo y le besaba en la frente. Mamá se puso de puntillas y saludó con la mano. —El coronel Rutter fue a buscar a nuestro estudiante de intercambio. ¿No es emocionante? —Sí, —Cara murmuró mientras se masticaba la uña del pulgar. —No puedo esperar. —¡Ahí viene! —Mamá rebotaba de la misma manera en la que Troy acababa de hacer, más emocionada que un jardín de niños a la hora del recreo. Era él, sin duda. Hora del control de daños. Tirando de los hombros hacia atrás, plantó una sonrisa confiada en su rostro. El Coronel Rutter comenzó las presentaciones. —Aelyx, me gustaría que conozcas a la familia de los Sweeney; Bill, Eileen, y Cara. Troy Sweeney tomara tu lugar en L’eihr. Aelyx estrechó la mano de papá y le dijo algo en otro idioma algo hermoso y que fluía, como un cruce entre francés y hawaiano. —Es un honor, —tradujo al español. —Créeme, —Papá dijo, casi sonriendo con orgullo, —el honor es mío. A continuación, Aelyx le tendió la mano a mamá. —Sra. Sweeney, gracias por abrirme su casa...
Antes de que él pudiera terminar, mamá saltó hacia delante y tiró de Aelyx en un abrazo. Cara notó que su espalda se endureció durante varios latidos largos antes de que le devolviera el abrazo y le diera en el hombro de mamá unas palmaditas incómodas, pat, pat, pat. En L’eihr las personas no abrazaban o él encontraba a los humanos repulsivos. Probablemente ambas cosas. Finalmente, se giró a Cara. Ella le tendió la mano, y él la tomó entre las suyas. Mientras que su alcance era cálido y fuerte, había algo misterioso, ausente en su mirada, casi robótica. Ella no lo había notado antes, y la última línea del folleto de HCOL de repente sonaba en sus oídos; “Él puede parecer humano, pero no lo es.” Algún instinto primario largo tiempo enterrado gritaba, ¡Peligro! pero ella apretó su agarre y se resistió a la tentación liberar su mano. —Cah-ra, —comenzó. Su voz era seductora, pero sus ojos estaban muertos. —Tu nombre es una palabra irlandesa para amigo. Espero que ambos seamos grandes amigos. — Eso sonó ensayado y completamente insincero, casi un revés a su entrega. Su palma estaba sudorosa no había nada que ella pudiera hacer al respecto, pero estaba decidida a no dejar que le temblara la voz. Plantando su sonrisa más diplomática, ella respondió; —Tu nombre significa ‘hijo de Elyx’, eso no me sirve de mucho, pero es un placer conocerte, también. — Ante su sobresalto como respuesta, ella agregó, —Parece que ambos hicimos nuestras tareas. Él le soltó la mano, dio un paso atrás, y no hizo contacto visual por el resto de la noche. Iba a ser un largo viaje en avión a casa al día siguiente. Y un año muy largo.
Capitulo 4 Traducido por Lililamour Corregido por Lucean
Aelyx sintió un breve peso aplastante de claustrofobia cuando entró en la modesta casa de los Sweeney. Un sofá floral de gran tamaño y lleno a reventar dominaba la sala, mientras que una mesa de café de madera oscura reclamaba el espacio restante. Pero era la televisión de metro y medio de alto montada en la pared opuesta, la que reclamaba la mayor atención. Decenas de fotos familiares se extendían a cada lado de la pantalla plana negra como enredaderas fuera de control. Eileen Sweeney entrelazó su brazo con el de él de nuevo, y sus músculos se crisparon por el contacto. Deseaba que no lo tocara tan frecuentemente, pero decirlo podría ser grosero. También deseaba que Bill Sweeney pudiera cesar su interminable parloteo. Sagrada madre, cuando el hombre no estaba hablando incesantemente, estaba prácticamente copulando con su esposa en público. Durante el vuelo desde Manhattan, Bill y Eileen se había propagado besos el uno al otro sin parar. El embajador les había advertido sobre eso, pero aún así, ¿eran estos humanos incapaces de refrenarse a sí mismos? Cara era la única miembro de la familia que le daba algo de paz. —Tu habitación está aquí abajo. —Eileen lo jaló a través de un pequeño pasillo— Lo decoré con los colores naturales de L'eihr. Cuando Aelyx entró en su habitación, la tensión en sus hombros se evaporó. Nada, ni siquiera un solo marco, adornaba las paredes grises recién pintadas. Una cama común y corriente envuelta en beige se situaba frente a una sencilla cajonera. El espacio era abierto y despejado. Perfecto . Dejó su bolsa de lona en el suelo y suspiró con alivio. —Sra. Sweeney… —Eileen. —Acomodó un mechón de cabello detrás de su oreja y sonrió. —Gracias por su hospitalidad. Rebosante de alegría, agitó una mano restándole importancia.
—Te dejaré desempacar mientras caliento la pizza. —Sin una palabra más, dejó la habitación y cerró la puerta. Aelyx sintió una rápida punzada de remordimiento por sus duras suposiciones acerca de los Sweeney, pero la empujó hasta el fondo de su mente. Abrió su bolsa e inspeccionó la ropa que el Coronel Rutter le había proporcionado. Si bien entendía la importancia de vestir para integrarse con los humanos, había usado el uniforme de L'eihr toda su vida. Separarse de él se sentía anormal, como mudar su piel. Con un silencioso gemido, se cambió a un par de pantalones de mezclilla y una camisa gris de algodón. Luego dobló su uniforme y rozó los dedos contra la suave tela antes de colocarlo en el cajón con las demás prendas. El aroma de comida extraña comenzó a impregnar el aire, y se preguntó cómo iba a tragársela sin tener arcadas. Había practicado comiendo comida de la Tierra, pero no podía tolerar los abrumadores sabores. Los condimentos eran usados demasiado libremente aquí. Dejó que su mente vagara de nuevo a L'eihr, a las tranquilas montañas, la silenciosa compañía de sus colegas, y su comida favorita, carne tierna y jugosa cocida a fuego lento con verduras de raíz. Pero al final, sabía que recordar el pasado no era útil. Tenía que concentr arse en su misión, cuanto antes lograra su meta, más pronto podría volver a casa. Una puerta cercana se cerró de golpe, y segundos más tarde, el muro que dividía su habitación de la de Cara comenzó retumbar a tiempo con sus altavoces. La voz de Cara cantó, demasiado amortiguada para entender sus palabras pero lo suficientemente clara para destacar su flagrante tono ensordecedor. Una sonrisa involuntaria curvó la boca de Aelyx. Dioses saltarines, ahí estaba otra vez, aunque no encontraba nada particularmente entretenido acerca de la chica, ella ya había provocado esta reacción en él varias veces, empezando con el momento en que había quitado su ropa interior y revelado su desnudo y redondo trasero. Su piel era aún más pálida de lo que había creído posible, tan translúcida que prácticamente iluminaba la oscuridad, y finalmente había entendido por qué los humanos llamaban al acto moonning 7. Buscó dentro de su bolsa de lona y sacó la fotografía de Cara, estudiando la amplia sonrisa que separaba sus labios y arrugaba la piel alrededor de sus 7
Mooning: Es el acto de desnudar el tras ero como u n signo de desafío. Moon viene de la palabra
Luna, y hace referencia a cómo la luna ilumina durante la noche.
brillantes ojos azules. Esos ojos hoy no habían parecido tan simpáticos después de la tercera vez que la había derrotado en ajedrez. Se había reído entonces, también, y ella no había parecido apreciarlo. Por lo que sabía, Cara era una estudiante competitiva, la más alta de su clase. Perder contra él tan consistentemente debió de haber sido una tortura. Consideró permitirle ganar un juego o dos, pero decidió que no era lo mejor para ella. Además, ella no creería que la victoria era genuina. Era sólo una humana, pero más brillante que la mayoría de su especie. Tal vez un poco de entrenamiento ayudaría. Como mínimo, él debería de hacer un esfuerzo por mostrar interés en su vida. Parecería sospechoso de otra manera. Sí, él la buscaría e iniciaría el diálogo... tan pronto como encontrara la voluntad de salir de su habitación.
VIERNES, OCTUBRE 09
¡El águila ha aterrizado! Así es, amables lectores, la floreciente población de Midtown de 21.096 acaba de subir por uno. Tal vez ahora pod amos justificar ese nuevo semáforo en Main Street. En cualquier caso, ¡Aelyx está en la mía-casa! Lamentablemente, nuestro viaje no estuvo desprovisto de las payasadas HCOL. Los lunáticos tomaron las calles en señal de protesta, obstruyendo el tráfico por kilómetros, lo siento, ¡los Manhattanitas!, haciéndonos perder la primera etapa de nuestro vuelo a casa. Incluso volcaron un (afortunadamente vacío) auto. Por suerte la Guardia Nacional no dudó en intervenir y rociar con gas a los alborotadores. Pero basta de eso. Volvamos a Aelyx. encuentro, te preguntarás? En una palabra:
¿Cómo
fue
nuestro
primer
Con sus dedos preparados sobre el teclado, Cara se encorvó frente a su computadora, sintiéndose ridiculizada por una pantalla a medio llenar. El cursor parpadeaba en el inicio de la página con la precisión rítmica de un reloj, burlándose: tic-tac, bloqueada estás, tic-tac, bloqueada estás .
El bloqueo del escritor no era el único problema. Después de llegar a casa, corrió a su habitación para bloguear acerca de la fiesta mientras cada sensación de la noche anterior todavía estaba fresca en su memoria. Quería desesperadamente hilar una fascinante historia de cómo conoció Aelyx por primera vez, pero ¿qué podía decir? Le había mostrado el trasero incluso antes de estrechar su mano. Y en lugar de cautivarla con historias de la vida en L'eihr, Aelyx la había desairado durante las seis horas del vuelo infernal. Los detalles de su amistad en ciernes serían muy interesantes de leer… si hubiera una amistad. En realidad, no tenía nada remotamente agradable que decir. Aelyx era tan extraño. Se negó a comer o beber nada más que agua, hablaba sólo cuando se le hacía una pregunta directa, y el vacío en sus, aunque impresionantes, ojos le dio escalofríos. ¿Compartir esa información con el mundo? No era la mejor idea. Y definitivamente no estaba blogueando acerca de lo idiota que había sido durante su escala en el aeropuerto. Para pasar el tiempo, había sacado un juego de viaje magnético 3-en-1 de su mochila y desafió a Aelyx a una partida de ajedrez. Él había ganado en menos de cinco minutos, en serio, cinco minutos, a pesar de que nunca había jugado antes. Completamente sorprendida, por no hablar de enojada, había exigi do una revancha, y con una sonrisa que prácticamente decía: Como quieras, humana estúpida, él la había aplastado de nuevo, fácilmente. ¿Lo había dejado ir ella? Por supuesto que no . Habían otros juegos para jugar: damas chinas, backgammon, piedra-papel-o-tijeras. Al final, ella había dejado su dignidad en el vestíbulo B del aeropuerto y abordó el avión en silencio. Después de apagar su computadora, decidió ver si su mamá necesitaba ayuda con la cena. No era un servicio que Cara ofrecía habitualmente, pero cualquier cosa era mejor que mirar fijamente una pantalla en blanco. Bueno, nada excepto pasar tiempo con Aelyx. Echó un vistazo al final del pasillo y notó que su puerta estaba cerrada. Probablemente seguía desempacando. Silenciosa como una monja, salió al pasillo y caminó de puntitas hacia la cocina. —Mamá, la cena está casi… —Se detuvo en seco, agarrándose del marco de la puerta para mantener el equilibrio. Mientras que una caja de sobrantes de Domino’s yacía abierta sobre la encimera, su mamá estaba de pie envuelta por los brazos de su papá, con la
mejilla enterrada contra su pecho mientras sus hombros se sacudían con los silenciosos temblores que venían de llorar mucho.
Probablemente a causa de Troy . Sólo lo veían una vez cada dos años, y siempre le tomaba a mamá una semana recuperarse cuando se iba de nuevo. No es que el imbécil egoísta lo notara o le importara. Cara se acercó y palmeó el brazo de mamá. —Serán sólo ocho meses, y luego volverá a casa para una visita. Se pasará rápido. La voz de mamá sonó amortiguada cuando dijo—: Y entonces usted dos se irán. —Eso también pasará rápido. —O por lo menos lo esperaba. Pero no había ningún razonamiento con su mamá cuando estaba así. Murmuró algo acerca de querer a su familia unida bajo el mismo techo mientras su papá miraba a Cara y negaba con la cabeza como si dijera, no ahora. Susurró al oído de su mamá, y se balancearon juntos al sonsonete del microondas. Asintiendo, Cara se dio la vuelta y se dirigió a la estancia, pero no esperaba ver a Aelyx en el otro lado de la puerta. Su respiración se detuvo, y puso una temblorosa mano sobre su corazón. —Hola, Cah-ra. —Levantó las manos en un gesto nada amenazador como una víctima de robo— Lamento asustarte. Ella notó sus ropas de inmediato. Aelyx por fin había dejado de vestir su uniforme, y estaba sorprendida por lo atractivo que se veía en jeans y una camiseta ajustada al cuerpo. Era casi compensado por su extrañeza. No del todo, sin embargo. —No entres ahí. —Lo alejó suavemente de la cocina, pero los músculos de sus hombros se tensaron bajo su mano, y él saltó hacia atrás como si sus dedos terminaran con púas. Guau. ¿Cuál era su problema con el contacto físico? ¿los L'eihrnitas tienen demasiadas terminaciones nerviosas en su piel? —¿Te he hecho daño? —preguntó. Como si quisiera borrar su contacto, él se pasó la mano por el cuello de su camisa. —Por supuesto que no.
—Es sólo que mamá está alterada. —Cara inclinó la cabeza hacia un lado y levantó una ceja.— Y cuando papá trata de hacerla sentir mejor, por lo general terminan besándose. Mucho. Él titubeó, lanzando una mirada hacia la cocina, claramente disgustado por la idea. Un momento después, hizo un movimiento con la mano hacia la sala. —¿Deberíamos jugar ajedrez, mientras tus padres... terminan la cena? Perder contra él por cuadragésima séptima vez sonaba casi tan agradable como bañarse en sudorosos calcetines de gimnasio, pero no podía pensar en una excusa convincente para salir de eso. Así que agarró el juego de ajedrez y colocó el tablero en la mesa de café, luego se arrodilló en el suelo frente Aelyx. —Tú primero. —Señaló él hacia el tablero— Tus padres parecen inusualmente cariñosos, incluso para los humanos. Resoplando una risa, ella movió un peón dos casillas hacia adelante. —Sí. Espero que tengas un estómago fuerte. Pero no siempre fue así. Lo creas o no, solían ser normales. Antes de que mamá se enfermara. —Cáncer, ¿cierto? —Él copió su movimiento y avanzó otra pieza. —Mmm-hmm. Supongo que fue una llamada de atención. Papá era un lío. Pasó todo su tiempo en el hospital con mamá y no comía ni dormía. Entonces mamá perdió su trabajo en el banco, y la compañía de seguros la dejó caer. —No mencionó esto, pero, fue un milagro que el departamento de bomberos no hubiera dejado a su papá irse, basado en la cantidad de trabajo que había perdido. El cáncer de su mamá había puesto a la familia al revés, podría haber sido mucho peor— Fue entonces cuando empecé como camarera. Aelyx capturó su primer peón y lo hizo rodar entre sus dedos. —Eso es terrible. —Sus ojos inexpresivos no coincidían con sus palabras, pero al menos había hecho un intento de parecer simpático. —Lo fue. —Ella movió su caballero dentro del alcance de su alfil como un señuelo, pero él no mordió la carnada—. Especialmente cuando Troy se fue. Mamá seguía empeorando, y no creo que él pudiera soportar la sensación de impotencia, así que se unió a la marina y se desplegó de inmediato.
—¿Tú estabas sola? —Algo así. —Pensó en Eric y Tori, preguntándose cuánto tiempo podría retrasar su primer encuentro con Aelyx— Mi novio estaba al pendiente de mí, pero no era más que un amigo en ese entonces. No empezamos a salir hasta que mamá estuvo mejor. Y algunas veces mi amiga Tori me traía cena. Pero aparte de eso, sí, supongo que estaba sola. Aelyx capturó un tercer peón y comenzó a apilar las piezas en una torrecita. —Lamento escuchar eso. —Está bien. En el lado positivo, aprendí a pagar cuentas, hacer la colada, cocinar para mí... bueno, algo así. No soy una gran cocinera. —Era más como apestacular. Mientras que ella tomaba su primer peón, consiguió el valor suficiente para hacer una pregunta, algo que había estado muriendo por saber desde hacía años. El problema era cómo expresarlo de una manera que no sonara insultante. Aclarándose la garganta, se inclinó hacia él y lo miró directamente a sus fríos y acerados ojos. —Si te pregunto algo, ¿me dirás la verdad? Él dudó, obviamente tomado por sorpresa, y luego asintió con exagerada lentitud como si supiera que éste no sería una especie de casual y amistoso interrogatorio. —La cura de la asheem… es permanente, ¿cierto? No es un truco que desaparecerá un día, ¿verdad? Con un callado suspiro, él relajó su postura y esbozó una cuasi sonrisa. —No. —Parecía tan aliviado que se preguntó qué clase de pregunta había esperado—Pero si se tratara de un truco, ¿crees que lo admitiría? —Probablemente no. —Sin embargo, ella le creía por algún motivo. Aelyx no le parecía un buen mentiroso—. Espero no haberte ofendido. —Para nada. —Le arrebató su torre del tablero y lo reemplazó con su caballo—. Yo también habría sido escéptico. Pues bien, tenían algo en común. Jugaron en silencio durante varios minutos, y luego Aelyx hizo un descuidado movimiento… dejó su reina desprotegida. Por primera vez, Cara
sintió la esperanza de que en realidad podría ganar. Hizo una pausa para analizar el tablero, asegurándose de que no era una trampa, y luego cambió la reina de él por su alfil. La dulce victoria parecía tan cerca que su pulso empezó a acelerarse y sintió un hormigueo por todo el cuerpo. ¿Quién
necesita drogas cuando ganar se siente tan bien? —¿Segura que quieres hacer eso? —preguntó Aelyx— Te haré jaque mate en dos jugadas. —Estaba bastante segura de que era un farol pero escaneó el tablero una vez más sólo para estar segura. Aelyx encogió un hombro y empujó su torre hacia delante cinco espacios. —Háblame de tu familia —dijo ella mientras movía su siguiente pieza— Apostaría que tus padres tienen mejor comportamiento que los míos. —Técnicamente, han estado muertos dos mil años. Fui clonado a partir de los almacenamientos. Cara se congeló en su lugar, con la mano aún enroscada en torno al alfil. —¿Clonado? ¿Igual que una copia genética de alguien más? —Sí, así es por lo general como funciona. —Pero ¿qué de los programa de genética? —Los L'eihritas eran conocidos por su meticulosa y organizada reproducción. ¿Por qué querrían clonar personas que vivieron hace miles de años cuando habían logrado tantos avances desde entonces? La voz de Aelyx era cautelosa cuando dijo—: Nuestros genetistas concluyeron el programa. —¿Por qué? —Porque todos empezamos a desarrollar tentáculos. Sus ojos se abrieron como platos. —¿En serio? —No, —dijo, totalmente inexpresivo— En realidad no. Maldición, ella había caído directamente en esa. Sonriendo ante su expresión, Aelyx continuó—: El programa fue considerado obsoleto hace veinte años. Es tan simple como eso. Ella quería preguntarle por qué los L'eihritas no procreaban de la manera natural, pero la idea de hablar de sexo con Aelyx la sacaba de onda.
—¿Eso significa que todos los menores de veinte son un clon? —Él asintió, considerando su siguiente movimiento— ¿Así que no tienes padres? —Tan pronto como las palabras salieron de su boca, se avergonzó. ¡Qué cosa
tan estúpida e insensible de decir! — Quiero decir, eres adoptado… no que no tengas padres. Él la estudió por un momento, la expresión de su rostro era ilegible. —Todos los ciudadanos de L'eihr son mi familia. —Su cortante tono le dijo que el tema estaba cerrado, y para confirmarlo, golpeó su caballero como un martillo de juez— Jaque mate. Sus hormigueos de victoria se transformaron en peso muerto de decepción. No sólo había perdido, otra vez, sino que su conversación había tomado un giro brusco a Incomodilandia. Una cosa era cierta: nunca se iba a quejar de sus padres con Aelyx de nuevo. Ay, pobrecita de mí, mi mamá y mi papá se aman demasiado . Probablemente él mataría por tener ese “problema”. Sin saber qué decir, se encorvó y despejó el tablero en silencio. Unos minutos más tarde, papá se asomó por la puerta y anunció que la cena estaba lista. Ya era hora . Necesitaba algo para ocultar el sabor amargo de la derrota que se resistía a irse de su lengua. Tomaron sus asientos en la mesa, y Cara se inclinó sobre su plato para inhalar los aromas mezclados de pepperoni y queso mozzarella, pura y grasienta calidad desde arriba. Si algo podía hacerla sentir mejor, era esto. Se inclinó hacia Aelyx y trató de aligerar el ambiente. —Prepárate para tener tus papilas gustativas estremeciéndose —le dijo— El embajador dijo que la comida de L'eihr es verdaderamente simple, por lo que vas a amar esto. —¿Qué es? —Piii-zzzaaa —dijo ella con reverencia—. De otra manera conocida como la Nirvana 8 culinaria. —Él arrugó la nariz, lanzando una dudosa mirada hacia su rebanada— Confía en mí, es increíble. —Ella golpeó una uña contra la dorada corteza— Hay pan en el fondo, luego una capa de salsa de tomate, eso es un vegetal, por cierto… —Fruta, —corrigió su mamá.
8
Nirvana: Es un estado de total felicidad.
—Sí, sí. Entonces, está cubierta con queso, el cual se elabora con leche de vaca. Pero la mejor parte es la salchicha de pepperoni. —¿Y cómo se hace la salchicha? —preguntó Aelyx. Papá se rió secamente desde el otro lado de la mesa. —La ignorancia es felicidad en este caso. —Sólo pruébala, —provocó Cara. Aelyx agarró la rebanada con dedos rígidos y la sostuvo lejos de su cara durante algunos minutos antes de llevarla a su boca para darle una mordidita. Hizo operar su mandíbula cautelosamente mientras masticaba, como si la pizza pudiera explotar si la mordía demasiado duro. Justo cuando Cara espera que su expresión se transformara en éxtasis, sus ojos se abrieron de par en par y comenzaron a llenársele de lágrimas como si se fuera a enfermar. Rápido como un golpe de cobra, arrebató una servilleta y la llevó a los labios mientras tenía arcadas y tragaba al mismo tiempo. —¿Estás bien? —Lanzó una mano para consolarlo, luego la retrajo, recordando cómo había reaccionado a su toque en la sala. Después de tragar saliva varias veces, él asintió. — Guau, realmente la odias. —Lo cual era decir poco . La forma en que Aelyx se quedó viendo a su plato le dijo Cara que quería torturar esa pizza hasta que pidiera la muerte. —Lo siento mucho. No tenía ni idea. —Se apartó de la mesa y le ofreció—: Te prepararé un sándwich. —¡No! —Mostró rápidamente su palma en su desesperación, con la servilleta todavía apretada contra la esquina de su boca—. Por favor, no más. —Tienes que comer algo. —Mis suplementos pueden sustentarme durante semanas. —¿Píldoras? —preguntó Cara— No puedes vivir de píldoras. —Inyectables, en realidad, y puedo. Durante un tiempo, al menos. —Imposible. —Parte de su trabajo era mantener a Aelyx cómodo y feliz, y ningún estudiante de intercambio suyo recurriría a nutrientes sintéticos— Tiene que haber algo que puedas manejar, y voy a encontrarlo. Aelyx se quitó la servilleta la distancia suficiente para advertir—: Tu “Nirvana culinaria” fue bastante malo de tragar, Cah-ra. No quiero probarlo
de nuevo al salir, lo cual sucederá si fuerzas algo más dentro de mí esta noche. —Ah. No pensé en eso. Sus mejillas se calentaron cuando se dio cuenta de que empujar comida desconocida en Aelyx era tan malo como no alimentarlo en absoluto. La forma en que su piel palideció le recordó el momento cuando Tori doblemente la retó para que probara ostras crudas, las cuales lucían exactamente como mocos. Resultó ser que habían sabido a mocos, también. Cara había guacareado después, y la vista de esos moluscos a medio digerir había impulsado un vómitofest que había durado toda la noche. —¿Sabes qué? —dijo Cara, haciendo su plato a un lado— Yo tampoco tengo hambre. —Ya era hora de llevar su pavoneante hospitalidad al siguiente nivel— Hablemos acerca de algo además de comida. Hábleme de tu viaje desde L'eihr a la Tierra. ¿Cuánto tiempo te tomó? Durante los siguientes veinte minutos, Cara asintió atentamente, fingiendo entender la clase de Aelyx acerca de viajar a la velocidad de la luz y usar agujeros de gusano como atajos intergalácticos. Para cuando terminó, ella no estaba ni cerca de comprender la ciencia exacta de la "cronología del espacio", como él la llamó, pero al menos su aspecto se había transformado de verde a beige.
Misión cumplida.
Capitulo 5 Traducido por krispipe Corregido por Mariis
Aelyx se despertó en una neblina sudorosa, de la misma manera que había empezado cada mañana desde su llegada a la Tierra. Se quitó su humedecida camiseta y la utilizó para secar el sudor de su frente, preguntándose cuándo su cuerpo se ajustaría a este clima poco familiar. Probablemente sólo a tiempo para su partida. Las paredes desnudas de color gris pardo de su habitación bañadas en la suave luz del sol de la mañana le recordaban a las de sus cuartos en L’eihr, exactamente como sus anfitriones humanos habían previsto. Se permitió un momento, cerrando los ojos y fingiendo que estaba allí ahora. Su anhelo por el hogar hacía que le doliera el pecho y le robaba el aliento. Después de dieciocho años en la bulliciosa Aegis, ni siquiera podía dormir bien sin sus compañeros de ronquidos y crujidos de literas a un brazo de distancia. Dioses, los extrañaba. Afortunadamente, habían pasado tres días, así que finalmente podría volver a conectar con Syrine y Eron. Incluso aunque no tenía ningún progreso del que informar, su corazón se aceleró en previsión de vislumbrar sus rostros. Aelyx sacó la com-esfera de debajo de la almohada y susurró la contraseña para desbloquearla. El metal pulido zumbó a la vida, haciéndole cosquillas en la palma de la mano mientras decía los nombres de sus amigos y esperaba a que sus propias esferas los invocaran. El holograma de Eron fue el primero en aparecer sobre la colcha, sus dedos en miniatura extendiéndose hacia la garganta de Aelyx en el saludo estándar. A juzgar por la pared de azulejos y accesorios de cromo brillante en el fondo, él se había encerrado en el cuarto de baño. ―Silencio, ― dijo Eron, entrando en la bañera de porcelana y tirando de la cortina de la ducha cerrada detrás de él. ―El joven primo de mi humana me ha tomado cariño. Creo que está escuchando en la puerta.
La imagen de Syrine parpadeó a la vida. Las sombras oscurecían fuertemente la piel debajo de sus entrecerrados ojos, y su boca se hundió— evidente prueba de que el chico francés no le había dado mucha paz. ―Madre de L’eihr. ― Frotó la cara con una mano. ―Mátame ahora. Aelyx ofreció una sonrisa simpática. ―¿Recuerdas lo que te sugerí si él se negaba a mantener los límites?—Ninguna criatura viviente podía tolerar una patada en los órganos reproductores. ―Nunca voy a ganarme su confianza de esa manera―. Syrine sacudió la cabeza. ―¿Y tu mujer? ¿Es tan tolerable como predije? Lo consideró un momento. Cara había hecho un esfuerzo obvio para ser sociable los últimos dos días, llenando su agenda con actividades y conversación. Él supuso que hablar con ella era preferible que pasar tiempo a solas. ―Sí, ― decidió finalmente. ―Bastante aceptable. ―¿Y tú?—Ella le preguntó a Eron. ―No me puedo quejar. Mi familia es muy acogedora. Me gusta mucho, sobre todo el pequeño Ming. Él me mira como si yo tallara a mano la luna. Syrine destelló un gesto obsceno, sin molestarse en ocultar sus celos. ―¿Cuándo te integrarás con los otros? ―La próxima semana. ―Yo empiezo mañana, ― añadió Aelyx. Esperaba su primer día de clases con todo el entusiasmo de un hombre enfrentando una lobotomía. ―No he sido capaz de escabullirme aún―, susurró Eron. ―¿Ustedes? Aelyx y Syrine negaron ambos. ―Esperábamos esto―, dijo Aelyx. ―Pero nuestras familias anfitrionas se relajarán una vez que nos instalemos en una rutina. Voy a intentar plantar mi sh’alear en los próximos días. ―Yo también, ― prometió Eron, ―si el niño me da un momento de descanso. Juro por la Madre que él quiere jugar a los invasores alienígenas todo…—Tres golpes rápidos sonaron desde la puerta del baño de Eron, seguidos por el alto chirrío de un niño. Después de murmurar una simpática maldición, Eron cerró su esfera, desapareciendo de la vista.
―Vamos a tener que hacerlo pronto―. Syrine se detuvo para bostezar. ―Tomará semanas para ver los resultados. ―Descansa un poco, ― le dijo Aelyx a Syrine. ―Esto terminará dentro de poco―. Ella asintió y su holograma se desvaneció en el aire como una espiral de humo. Con un suspiro, él metió la com-esfera en el cajón de la parte superior de su cómoda. Levantando su barbilla, olfateó el aire y reconoció el hedor de algo que los humanos llamaban tocino. Era duro, salado, y goteaba grasa animal. Se estremeció con repugnancia y agarró su ropa. Una ducha fría restablecería la temperatura de su cuerpo, y si se daba prisa, podría reclamar el baño antes de que Cara lo monopolizara para una de sus sesiones de aseo de una hora. Giró el pomo de la puerta lo más silenciosamente posible y salió al pasillo. Estaba a dos pasos del baño cuando Cara dobló la esquina y se encontró con él cara a cara. Ella aspiró un sobresaltado aliento, agarrando la parte delantera de su bata de baño. Sus ojos se ampliaron, viajando lentamente a lo largo de su pecho expuesto mientras que un rubor borgoña atravesaba sus mejillas. Fasha. ¿Qué estaba pensando dejando su habitación a medio vestir? Ahora había hecho sentirse a la chica incómoda. Sostuvo la ropa doblada contra su piel desnuda, pero eso sólo pareció empeorar las cosas mientras su mirada se precipitó a su abdomen y se mantuvo ahí. Él miró hacia abajo, preguntándose qué le había llamado la atención. ―Ah― La respuesta llegó, y él alisó dos dedos por encima de su bajo vientre. ―No tengo lo que llamáis un ombligo. ―Oh, está bien― Ella se aclaró la garganta y miró hacia abajo a sus pies calzados con zapatillas. ―Por la cosa del clon. ―No. Porque todos nacemos de úteros artificiales. Incluso los Ancianos. ―¿En serio? Entonces no importa cómo señaló sus pies. ―¡Y tus dedos de los pies!
¡Oh!—Con un suspiro, ella
Había olvidado que los seres humanos aún tenían cinco dedos en los pies, y Cara probablemente no se dio cuenta de que los suyos parecían igual de extraños para él.
―Perderán el más pequeño en un par de miles de años― dijo. ―Tal vez antes, si dejan de aparearse como animales y se reproducen con un propósito. ―Qué demo…—Cuando sus ojos se volvieron rendijas, él supo que había dicho algo malo. Tal vez aparearse como animales había sonado demasiado duro, incluso si era cierto. Ella quitó su zapato y señaló su pie de marfil. ―¡Me gusta mi dedo meñique tal y como es, y prefiero que me crezca una segunda cabeza a que el gobierno me diga con quién tengo que acostarme! ―Por supuesto. ― Él habló en voz baja, de la manera en que había visto a los humanos aplacar a los caninos domésticos. Pareció funcionar, porque cuando él agregó, ―Por favor, perdona mi rudeza, ― ella tocó su peluda bata y le dio un guiño de perdón. ―Hice el desayuno, ―dijo secamente. –Es sólo para nosotros dos. Aelyx no quería desayunar, especialmente si el tocino estaba involucrado, pero odiaba enfadar a Cara de nuevo tan rápidamente. Además, hoy marcaba el décimo séptimo aniversario de su nacimiento, así que postergó su ducha y se preparó para lo peor. ―Feliz Cumpleaños, ― le dijo mientras se ponía una camiseta limpia. ―¿Cómo lo sabes?—Volviéndose, ella miró por encima del hombro y lo dirigió hacia la cocina. La sinfonía de olores desconocidos mezclándose con el tocino asaltó su nariz y revolvió su estómago antes de que llegara a la puerta. ―Solicité una carrera sobre tu familia hace varias semanas―. Cuando llegaron a la cocina, él se detuvo en seco. La superficie de la mesa de roble era apenas visible debajo de decenas de platos de desayuno: tocino, huev os, cereales fríos, una quemada variedad de panes, y trozos de fruta torpemente picada. Se quedó mirando la mezcla heterogénea con la boca abierta por la sorpresa. ―Esto es un montón de comida para dos personas. ¿Dónde están tus padres? ―En misa. Nunca se la pierden. Yo soy más una cafetería Católica puedo escoger cuándo ir, qué creer. Hace enloquecer a mamá.
Ah, sí, su Dios, el que los Cristianos conocen como Padre. Es interesante que a varias galaxias de distancia, su pueblo rezara a la Sagrada Madre y sus hijos, los dioses de L’eihr. Cara se encogió de hombros y señaló con la cabeza hacia la mesa. ―Puedes probar un poco de todo, hasta que encuentres algo que te guste. ―¿Has hecho todo esto por mí?—Seguramente ella no estaba esperando que probara cada plato. No podría sobrevivirlo. ―No entres en pánico. No tienes que comer todo. Pero puedo decir que no te gusta la comida aquí, y es mi trabajo asegurarme que te sientas cómodo y feliz. Cómodo y feliz: dos estados que nunca lograría tener en la Tierra. ―No deberías haberlo hecho―, gestionó. Ella sonrió y se puso un poco más recta. ―No fue una gran cosa. Pero claramente era una “gran cosa”. Ella debió haberse pasado horas preparando la comida, y en su cumpleaños, nada menos, por lo que él forzó una sonrisa, tomó un plato y se sirvió una pequeña porción de cada alimento en la mesa. Veinte minutos más tarde, él simplemente no podía aguantar más. ―Lo siento―. Trató de reprimir una mueca. ―Aprecio el esfuerzo. ―No hay problema. Pero tenemos que encontrar algo que te guste antes de que pierdas peso. ―En realidad, he subido de peso por defecto. L’eihr es ligeramente más pequeño que la Tierra, por lo que mi cuerpo es más pesado en tu planeta. ―¿En serio?—Sus cejas castañas subieron hacia la línea de su cabello. ―¿Cuánto más peso? ¿Es más difícil moverse? ―No, la diferencia es insignificante, sólo unas pocas libras. Pero no te preocupes por mi nutrición. Los suplementos realmente proporcionan a mi cuerpo la mayoría de mis necesidades dietéticas. Cara frunció los labios y dio golpecitos con el dedo índice. ― ¿Qué es lo que comes para desayunar en casa?
―Por lo general t’ahinni. Es un plato de granos básicos y proteína hecha con larun, mi pan plano favorito. Aelyx suspiró, recordando el sabor a nuez, ligeramente ahumado de cálido pan, recién horneado y crujiente del horno. Casi podía saborearlo. ―¿El lar-uhn se compara con algo aquí? ―Bueno…―Él miró alrededor de la mesa. ―Es difícil de explicar, pero tal vez un cruce entre tus tostadas de pan y el pan de maíz por allá. ―Hmm―. La mirada de Cara se movió de un lado al otro y se quedó en silencio un momento. Una lenta sonrisa se extendió en su boca. Él Se preguntó, con cierto nerviosismo, qué estaba pensando. ―Está bien. ― Sacó un papel doblado del bolsillo de su bata y dio una palmada en la mesa. ―Hice una lista de cosas que podemos hacer hoy―. Señaló con una uña roja a cada elemento mientras hablaba. ―Podemos practicar senderismo. Pensé en ir a nadar, pero no creo que vaya a estar lo suficiente caliente. O... ―Espera, ― dijo él. ―¿No es costumbre celebrar tu cumpleaños con amigos y familiares? No te preocupes por mantenerme entretenido. Haz lo que quieras; puedo quedarme aquí y leer. ―Eric y Tori tienen partidos fuera de casa―. Las comisuras de sus labios se cerraron en una mueca. ―Los conocerás en la fiesta de esta noche. La perspectiva no parecía excitarla. Antes de que tuviera la oportunidad de preguntarle por qué, empujó su silla fuera de la mesa y tiró la lista a la papelera de reciclaje. ―Vamos a dar un paseo. Voy a vestirme.
Aelyx se movió a un espacio de sombra y contempló el envés plateado del frondoso dosel protegiéndolo del sol. Un ligero viento acarició su piel, ofreciendo un alivio temporal del opresivo calor. Echó hacia atrás su cabello humedecido y lo sujetó detrás de su cuello. ―Debimos haber ido a nadar―. Cara uso una mano para avivar sus mejillas. La brisa movió una rama de arriba, permitiendo que la luz del sol entrara en contacto con su cabello. Lo hilos metálicos parecían encenderse, relucientes como una llama, y él apartó la mirada. Era demasiado color, una sobrecarga sensorial.
―¿Es esto lo que llamáis un verano Indio?—Él miró la vívida hierba verde. No importaba dónde dirigiera su mirada, no podía escapar de la vitalidad de la Tierra. ―No, porque no hemos tenido la primera helada aún. Pero esta época del año siempre es inconstante. La próxima semana probablemente estaremos llevando suéteres―. Ella se sentó en un espeso trozo de hierba y se apoyó contra un roble. ―Cuéntame sobre el tiempo en L’eihr. Tenéis estaciones, ¿no?—Antes de que tuviera la oportunidad de responder, ella dijo, ―Esa pregunta es estúpida. Vuestro planeta gira alrededor de un sol, así que por supuesto que tenéis estaciones. ―No es una pregunta estúpida―. Él se sentó en la hierba fresca opuesta a Cara. ―Las temperaturas en L’eihr fluctuarían con la rotación del planeta si no manipuláramos el clima. Ella se inclinó hacia él, sus ojos muy abiertos. ―¿Controláis el tiempo? ―Por supuesto. Eso no debería sorprenderte. ―Bueno, ¿qué sé yo sobre L’eihr? No hay mucha información por a hí. ―Ese es el punto del intercambio. Y los humanos están bastante cerca de lograr el control climático. Diría que dentro de los próximos 200 años. ―O antes, si vuestros científicos deciden compartir el secreto―. Ella sonrió y arrancó una brizna de hierba del suelo. ―Quizás. Nunca se sabe. ― Todo tenía un precio. La cura para el cáncer había cumplido su propósito, y él estaba seguro de que los humanos harían casi cualquier cosa por más de la tecnología de L’eihr. De hecho, los Ancianos estaban contando con esto, los tontos miopes. ―Háblame de vuestro tiempo. Apuesto a que es soleado y cálido cada día―. Ella barrió la hoja de hierba distraídamente hacia atrás y adelante a través de un lado de su pantorrilla, y por una razón inexplicable, la respiración de Aelyx se quedó atrapada en la parte superior de sus pulmones. ―No del todo. ― Echando un vistazo a Cara otra vez, él apuntó sus ojos a los de ella, lejos de su cuerpo. ―Nosotros mantenemos una temperatura suave, alrededor de setenta grados, pero no manipulamos la capa de nubes. El propósito principal detrás de nuestro control climático es prevenir
tormentas destructivas. Nuestros océanos son más grandes que los vuestros, así que hay mayor potencial de daño. ―¿Cuánto más grandes?—Preguntó. ―¿Hay menos masa terrestre? ―Sobre el cuarenta por ciento menos―. L’eihr presumía de sólo dos continentes, y la mayoría de la tierra permanecía deshabitada. ―Pero controlamos la expansión urbana, así que no es un problema. ―Desearía que hubieras traído fotografías. No tengo ni idea de qué esperar cuando sea mi turno de visitarte. ¿A qué se parece tu planeta? Él se echó hacia atrás y cerró los ojos, sonriendo mientras convocaba sus imágenes favoritas. ―Bueno, para empezar nuestro cielo no es azul, es gris. Las sombras cambian a medida que el día avanza. ―¡No digas! ―¿Perdón?—¿Había dicho algo malo de nuevo? ―Es sólo una expresión, ― dijo con un gesto. —Me sorprendiste, eso es todo. ―Oh. De todos modos los gases en nuestra atmósfera son diferentes a los de la Tierra, lo que afecta al color de nuestro cielo. Tenemos tres lunas, pero la tercera es tan pequeña que sólo puede verse en ciertas épocas del mes. Y la fotosíntesis no existe en L’eihr. Nuestras plantas obtienen los nutrientes del aire, igual que el musgo Español, así que no hay verde. Todo es gris y marrón. Imagínate cómo se ve el hemisferio norte de la Tierra en invierno. Tiene un ligero parecido con L’eihr. ―¿Lúgubre y sin vida? La risa brotó de las profundidades de su vientre. Dioses, su mala educación lo asombraba a veces. ―Supongo que parecería de esa manera para ti. ― Él miró a Cara, cuyas mejillas estaban encendidas aún más profundamente que antes. Era difícil creer que su cara roja pertenecía al mismo cuerpo que esas largas y hermosas piernas. ―Lo siento, supongo que la belleza es subjetiva, ¿eh?―Sonrió ella tímidamente. ―Bueno, supongo que ambos…―Interrumpió él, tratando de recordar la expresión humana que había oído ayer en la televisión. ―Sacamos la pata a veces.
A juzgar por la expresión de asombro en el rostro de Cara, él no lo había dicho del todo bien. Después de unos pocos segundos de reflexión, ella se echó a reír. ―¡Oh! Te refieres a “metemos la pata”. ―Eso es. ― Qué extraña descripción para avergonzarse verbalmente a sí mismo. ―¿Dónde se originó esa expresión, de todos modos? ―Ni idea, pero vamos. ― Sin dejar de reír, ella señaló hacia la casa. ―Lo buscaremos en Google. Ambos rodaron sus pies. ―Hace demasiado calor aquí cualquier…―Aelyx se desvaneció cuando Cara rozó accidentalmente el hueco interior de su brazo, un toque que fue apenas un toque en absoluto, y lo aturdió en silencio. Si la luz del sol en su pelo sobrecargaba sus sentidos, no era nada comparado con su contacto casual. Esta vez la sensación no fue del todo desagradable, pero él rozó una mano sobre el lugar mientras caminaba detrás de ella hasta la puerta trasera. Cuatro horas y una búsqueda de Google más tarde, el timbre sonó y se presentó a sí mismo el esperado compañero de Cara, Eric. Cuando se dieron la mano, el apretón de Eric fue más apretado de lo necesario, sus delgados labios presionados juntos en una mueca. Aelyx estudió el humano que Cara encontraba tan encantador. Eric era alto para un hombre de su edad, con la construcción robusta de un atleta. Parecía inteligente, pero no en el nivel de ella. Y como Cara, sus ojos eran azules, pero menos vivos y menos amigables. Aparte de su atractivo físico, ¿qué le podía haber atraído de un chico como este? ―Así que. ― Eric deslizó un brazo alrededor de la cintura de Cara y la atrajo fuertemente contra él. ―¿Qué te parece la Tierra hasta ahora? Aelyx sonrió y deseó poder contestar la verdad. Detesto tu patético planeta, y no me gustas más de lo que yo te gusto.―Esta es mi primera experiencia con viaje interplanetario, así que es un shock, pero hasta ahora estoy disfrutando. ―Eso es genial, ― dijo Eric, claramente mintiendo. ―Te veré por la escuela esta semana. Tenemos un montón de clases juntos―. En otras palabras, te estaré vigilando. De repente, la puerta se abrió y una oscura y menuda mujer entró, dejando caer su bolso en el suelo de madera. Sin ofrecer un saludo o incluso
cerrar la puerta detrás de ella, se acercó al lado de Cara y miró fijamente a Aelyx. Su mirada estrechada lo invadió durante varios segundos incómodos antes de que finalmente dijera, ―Así que tú eres él. ―Esta es Tori. ―Cara se aclaró la garganta. ―Mi realmente grosera mejor amiga. Ahora Aelyx entendió la reticencia de Cara a celebrar su cumpleaños todos sus compañeros lo despreciaban. Una inesperada oleada de compasión estiró su caja torácica mientras veía palidecer su rostro. Sus compañeros, sin duda, se opondrían de manera similar si él la hubiera llevado a una de sus reuniones sociales, y como Cara, él se sentiría dividido entre su deber para con ella y la lealtad a sus amigos. Tal vez él podría ayudar. ―Es un placer conocerte, Tori. Cara me contó ... ―Guárdatelo. ― Ella rodó sus oscuros ojos. ―Estamos bien, pero tengo un montón de preguntas para ti. ―¿Quién quiere pastel?—Preguntó Cara con voz extrañamente aguda. ―¡Terciopelo rojo! ―Lo que me recuerda. ―Aelyx siguió la corriente, metiendo la mano en el bolsillo de atrás. ―Tengo un regalo para ti―. Le entregó la bolsa plateada con el collar en su interior. ―Feliz cumpleaños. Ella inclinó la cabeza mientras su boca formó un óvalo perfecto. —No tenías que hacerlo. ―Su sonrisa envió una inesperada ondulación de placer a través de su vientre, sin duda valía la pena los trece créditos que había gastado. Cuando ella abrió la cuerda y levantó el cordón negro del interior, sus ojos se abrieron. ―¿Es esto de L’eihr? ―Sí, se llama un ahib. Una joya común en los mismos colores “lúgubres y sin vida” de mi casa. Él esbozó una sonrisa burlona, lanzando una mirada a Eric, cuya mandíbula estaba apretada tan fuertemente que probablemente iba a agrietarse varios molares. ―No hay nada triste sobre esto. ― Sostuvo el cordón en la luz, mirando la piedra colgando emitir destellos grises y beige a través del dorso de su
mano. ―Es increíble. Me encanta―. Ella desabrochó el broche y empezó a ponérselo. ―Wow. ―Tori se recuperó y apretó a Eric en el hombro. ―¿Qué le has traído tú? Eric agarró la muñeca de Cara, deteniendo su movimiento. ―Ella no puede tener eso. ―¿Qué?—Mientras Cara se congelaba en su lugar, el colgante osciló, lanzando prismas contra la pared. Ella tiró de su mano. ―¡Segura como el infierno que puedo! ―Colega, ¿cuál es tu problema?—Le preguntó a Aelyx. ―¡No le compras joyas a la novia de otra persona! Aelyx se encogió de hombros y miró de persona en persona como guía. Al no encontrar ninguna, le preguntó a Cara. ―¿Te gusta? ―Sí, ―declaró, casi desafiante. ―Entonces no veo el problema, ― le dijo a Eric. ―El hecho de que le hayas comprado un regalo inferior difícilmente parece cualquier fallo por mi parte. Es de conocimiento común que las rocas brillantes son las preferidas entre las hembras humanas. Lo que los dejó a todos boquiabiertos. Mientras Aelyx se quedó allí preguntándose si había metido la pata de nuevo, Eric ahuecó su palma sobre la espalda baja de Cara y la guió hacia el lado opuesto de la sala de estar. Eric miró hacia él en silencio como si estuviera esperando algo. ―¿Quieres algo de privacidad?—Preguntó Aelyx. ―Nah, ―Eric arrastró las palabras. ―¿Por qué no te acercas para poder verlo? ―Preferiría no hacerlo. ― Él miró a Cara. ―Está bien. Sólo danos un minuto, ¿de acuerdo? ―Por supuesto. ― Aelyx se unió a Tori a estudiar las fotos enmarcadas en negro salpicando la pared, pero caras y paisajes se emborronaron en la
oscuridad mientras su atención se centraba en el argumento elaborándose a seis pies de distancia. ―Dije que le daría una oportunidad, ― susurró Eric con dureza, ―y lo hice. No me voy a hospedar con él el resto del año. Se tiene que ir. ―Bueno, no trataste muy duro. ―Él se. Tiene que. Ir. ―Tal vez tú te deberías ir―. ¿Era su imaginación, o la voz de Cara tembló en la última palabra? Un suave susurro de tela sonó detrás, y cuando Aelyx se volvió, fue justo a tiempo para ver a Cara desaparecer por el pasillo con Eric remolcándola por la manga de su camisa de manera brusca. Antes de pensarlo mejor, empezó a seguirlos, pero Tori lo trajo a sus sentidos con un rápido tirón de su propia camiseta. ―No lo hagas. ― Mordió la punta de su trenza y se puso de puntillas, lanzando una mirada alrededor de su hombro hacia la habitación de Cara. ―Quizá ella realmente lo haga esta vez. ―¿Hacer qué? ―Dejar al pendejo. Aelyx no había estudiado español tan a fondo como inglés, por lo que no entendió la última palabra. Sin embargo, el sentimiento detrás estaba claro. Las miradas estrechas que Tori había disparado contra Eric mostraron que detestaba al imbécil insufrible aún más que él. Varios minutos de silencio pasaron entre ellos antes de que Eric irrumpiera en el pasillo y continuara directamente hacia la puerta principal, cerrándola detrás de él sin mirar atrás. Cuando Cara caminó silenciosamente a la sala de estar secando sus ojos con un pañuelo de papel, Tori echó a correr a través de la habitación para abrazarla. Brazos rodearon cinturas en una maraña de extremidades oscuras y pálidas contrastando mientras las chicas se abrazaban. Aelyx sintió que debía contribuir de alguna manera, pero no sabía nada del sufrimiento emocional de las hembras humanas.
―Puedo traerlo de vuelta, ― dijo él. ―No estoy seguro de por qué te emparejaste con un hombre así pero puedo encontrar una manera de tolerarlo si es lo que quieres. ―No, ― dijo ella mientras cepillaba una lágrima. ―Déjalo irse. ― Cara pareció recuperarse rápidamente. Hizo su camino a la cocina, donde devoró dos rebanadas de pastel. No hubo más lágrimas. Si acaso, su risa parecía un poco demasiado fuerte. Pero cuando regresó a la sala de estar para fijar el collar, sus dedos temblaban, y no podía manejar la tarea. ―¿Puedo ayudarte?―Ofreció. Ella le dio el collar y se volvió para poner en recoger sus gruesas ondas rojas. Aelyx se acercó a su cuello desnudo con preocupación, aunque no podía discernir por qué. Algo acerca de la calidez su cuerpo y el aroma cítrico de su champú le ponía nervioso, y él enganchó accidentalmente un mechón de pelo tres veces antes de fijar el cierre. Con cuidado de evitar más contacto, se trasladó de nuevo a su propio espacio seguro y le dijo. ―Todo hecho. Ella se dio la vuelta y se tocó el pecho para enderezar el collar, luego pasó el arrugado pañuelo a través de su nariz, dándole una pequeña sonrisa. ―Gracias. Realmente es hermoso. Aelyx desvió la mirada. Un nudo se alojó profundamente en su vientre cuando consideró lo que sus planes le harían a Cara. A juzgar por el conjunto de rígidos brazos cruzados de Tori y la prevención de su mirada, Cara había perdido a su siguiente amigo más cercano. Pero, ¿qué podía hacer él? El destino de un humano palidece en comparación con el destino de un planeta entero, especialmente uno tan extraordinario como L’eihr. ―No es más que una piedra común, ― dijo, con más dureza de la que pretendía. ―Pero me alegra que te guste. Luego la dejó con un destello de confusión detrás de sus ojos mientras volvía a su habitación para la noche.
Capitulo 6 Traducido por Eni Corregido por Lucean LUNES, OCTUBRE 19 Llévame ante tu vocero. Hoy, Aelyx ha alcanzado un importante hito humano: Su primer día de escuela. Y mi mamá intervino como un jefe, conmemorando la ocasión con una docena de fotos embarazosas de nuestro invitado. Las cuales estoy publicando COMPLETAMENTE aquí, porque soy una buena amiga. Así que aquí estamos, armados con mochilas y loncheras, listos para emprender el peligroso viaje hasta la escuela secundaria. (En realidad, el viaje no tan peligroso a través de los bosques privados con verjas que llevan a la escuela secundaria.) Pero sé que Aelyx nunca olvidará esto. ¡Va a ser un gran día!
Publicado por Cara Sweeney 7:02 am
Qué estupidez—este iba a ser un día de mierda. Pero nadie nunca lo sabría, porque Cara vivía por la primera regla del debate: Nunca dejes que te vean sudar. También vivía por la primera regla de superar a tu estúpido ex novio: Nunca permitas que sepan que te duele. Ella maniobró el equipo de sonido hasta que sus dientes vibraron al ritmo de cada uno de los sonidos de la guitarra, luego echó la cabeza hacia atrás y puso unas cuantas gotas para los ojos debajo de sus párpados para ocultar la evidencia de su corazón roto. Un pequeño toque de crema para la piel para suavizar la hinchazón alrededor de sus ojos, y después de una capa gruesa de maquillaje, parecía humana otra vez. No, no sólo humana. Reluciente. Inafectada. Añadió una tercera capa de máscara para las pestañas—pero no del tipo a prueba de agua. Si hoy lloraba, su rostro luciría como un alud de barro, y eso era un buen maldito incentivo para luchar por contener las lágrimas.
Finalmente, miró su reflejo en el espejo—cabello rojizo, brillante, rizado suavemente más allá de los hombros, piel casi perfecta, top negro ceñido, minifalda gris a cuadros, y el plato fuerte: botas de montar de cuero negro. Los ojos de Eric casi se habían salido de su cabeza la última vez que ella uso ese atuendo. Quería que el idiota supiera exactamente lo que se estaba perdiendo. Después de fijar el collar que Aelyx le había dado—otro vete a la mierda silencioso para Eric—agarró su mochila y salió corriendo. Aelyx hizo frente al bosque y estiró su cuerpo esbelto, levantando sus brazos tan alto que levantó su camiseta y le dio a ella un vistazo de los fuertes rasgos de su espalda baja. Cara mordisqueó la uña de su pulgar, recordando como lo había atrapado ayer sin camiseta en su camino a la ducha. Él trató de cubrir su magnífico pecho con un par de pantalones doblados, pero lo que había llamado su atención era su abdomen pla no y bronceado, de alguna manera incluso más caliente sin su “botón”. Lástima que su actitud no correspondiera con su aspecto, pero entonces, si lo hiciera, no sería un L’eihr. Decidiendo que hoy le daría un nuevo comienzo, saltó por las escaleras, uniéndose a él en el frente del camino boscoso. —¿Listo para irnos? Cuando él se dio la vuelta, una chispa destelló detrás de esos ojos plateados, como un pedernal de acero llamativo, pero murió al instante, sofocado por su zombi interior. Bajó la cabeza y la miró. —¿Estás bien? —Es tu primer día de escuela en un planeta extraño, ¿y tú me estás preguntando si yo estoy bien? —La pérdida de la pareja puede ser traumático para los hum… —Guau. —Ella levantó una ceja y también su dedo índice— Él era mi novio, no mi pareja. Nosotros nunca…nos apareamos. —De todos modos, es comprensible. —Mira, es dulce de tu parte preguntar. —Enganchando su mochila en su hombro, ella asintió hacia el camino, y comenzaron a caminar dando un paseo—. Sí, estoy desanimada, pero eso tenía que pasar tarde o temprano. Echo de menos al viejo Eric, pero ese no es el chico con el que terminé anoche. ¿Eso tiene sentido?
Aelyx se encogió de hombros. —Para ser honestos, no sé que cualidades viste en él. Puedo decir porque él te escogió, pero… —¿Ah, sí? —el ánimo de Cara se levantó cuando sintió un cumplido viniendo de él. — ¿Por qué crees que me escogió? —Es obvio. —Él pasó una mano para señalar sus rizos sueltos—. Tu cabello largo, brillante, tu piel sana y tus ojos brillantes muestran que estas bien alimentada. —Eh, ¿gracias? —Aún no he terminado. —Entonces, continúa. —Claramente eres muy inteligente. —Entonces sintió la necesidad de agregar, — para ser un humano. —Vaya. Eso es muy dulce. —Pero Eric estaba probablemente más atraído por la proporción entre tu cadera y cintura. —Por una fracción de segundo, Aelyx pareció un chico humano mientras se inclinaba hacia atrás y le echaba un vistazo a su trasero. — Las caderas de esa anchura son adecuadas para tener hijos sin complicaciones. Cara casi se tragó su propia lengua. No tenía grandes caderas ¿las tenía? Más importante aún, ¿había esperado realmente una cumplido genuino de parte de un L’eihr? —No hablemos más de mí —dijo ella, con la resolución de dejar los carbohidratos a partir de mañana. Esperen, mañana era noche de pasta. Tendría que dejar los carbohidratos el miércoles. —Vamos a hablar de ti. —¿Cómo puedes estar tan tranquilo? Estoy indirectamente nerviosa por ti. Ni siquiera me pude comer el desayuno. —Y ese desayuno trágicamente descuidado había sido el atragantamiento de mamá, panqueques triples con chispas de chocolate—maná del cielo, prueba de que Dios la amaba y quería que fuera feliz. Al diablo con dejar los carbohidratos. La vida es demasiado corta para esas tonterías. —Es predecible para los humanos temerle a lo desconocido —dijo él—. No soy humano. —Oh, por favor. ¿Acaso no estás ni un poco asustado?
—Estoy bien. —Le dirigió una mirada fría y vacía. Así que no admitiría que estaba nervioso. Típico de un chico. Tenía más cosas en común con los humanos de lo que creía. El sonido distante de unos zapatos golpeando contra el sucio camino llamó la atención de Cara, y echó un vistazo sobre su hombro para ver a Tori corriendo a paso lento, agitando su brazo como si estuviera parando un taxi. Eso era inusual. Tori nunca caminaba hacia la escuela—eso cortaba diez minutos completos de su horario de sueño. —Hola —un suave viento arrojó el cabello de Cara en su rostro, y ella metió los mechones detrás de sus orejas. Mientras que detenía, Aelyx siguió caminando, tomando un poco de espacio, ya sea para darles espacio o para evitar a Tori. Tal vez un poco de ambas cosas. —¿Te remolcaron de nuevo? —No. Soy tu deportista bloqueador personal, nena. —Tori buscó en el bolsillo de sus jeans y le entregó una barr a de Snickers a medio comer—. Feliz día de liberación de los idiotas. —Luego, señalando la ofrenda de chocolate, agregó—: Empecé a celebrar sin ti. —Sólo termínalo. —El estómago de Cara ya estaba lleno. De mariposas en metanfetamina—. ¿Quiero saber que hac e un deportista bloqueador? Uniendo sus brazos, se apresuraron para alcanzar a Aelyx, quien ya había puesto una distancia de media cancha de fútbol entre ellos. —Estoy aquí para asegurarme de que no dejes que ese idiota te engatuse con palabras dulces para que vuelvas con él. —Espera, ¿qué? —¿Eric la quería de vuelta? —Ni siquiera lo pienses —advirtió Tori. —Es fácil para ti decirlo. Volverías con Jared Lee en un segundo caliente. —Asumiendo que estuviéramos juntos—lo cual no es verdad—y asumiendo que fuera un idiota embravecido—lo que no es—tiraría su cadáver y seguiría adelante. —Tori frunció el ceño y se inclinó hacia un lado, escaneando el atuendo de Cara antes de chasquear la lengua con un sonido de desaprobación— Hablando de eso, ¿Qué pasa con la cita carnada? —¿Qué pasa con el interrogatorio? —Aquí hay una pregunta para ti. —Tori señaló sus Snickers hacia la cola de caballo color miel colgando entre los hombros de Aelyx—. ¿El escalofriante del espacio exterior te investiga en tu sueño?
—¡Shh! —Cara no pudo evitar reírse, pero le dio un fuerte golpe a Tori con el brazo, enviando su barra de chocolate a la maleza—. Espero que Aelyx no tenga amigos como tú, o mi turno en L’eihr va a ser de lo peor. Algo en sus palabras debió haber molestado a Tori, porque ella agarró su trenza y uso el final como un pincel contra sus labios, un hábito nervioso que había adquirido en séptimo grado. Con una de las esquinas de su boca hizo un puchero, Tori observó a Aelyx en silencio durante unos segundos antes de anunciar—: Quiero hablar con el A-Licker9 —Bien, pero juega bien o toma tu pelota y ve a casa. —El rostro de Cara destelló en un no estoy jugando. — Esto es duro para él, y es mi responsabilidad… —Sí. —Tori puso los ojos en blanco—. Apuesto a que llora todas las noches antes de dormir. Justo antes de adherir rastreadores extraterrestres en tu trasero. —Después de tironear para liberarse, ella corrió para alcanzar a Aelyx, y Cara corrió detrás, preparándose para hacer frente a su mejor amiga y poner ambas manos en su boca si se ponía demasiado impertinente. —Oye —Tori jadeaba después de haberlo alcanzado—. Necesito saber algo. Aelyx aminoró el paso, soltando un suspiro que contradecía sus próximas lágrimas. —Buenos días, Tori. Ella ignoró su saludo y fue directo al grano. —¿Cómo se supone que voy a dejar que mi chica aquí —dijo, asintiendo hacia Cara—, se vaya de viaje a un planeta del que no sabemos nada? ¿Cómo sabremos que es seguro? —¿Seguro? —repitió Aelyx con una sonrisa de suficiencia—. El año pasado, tu condado reportó sesenta y siete asesinatos, mil casos de asaltos y más de doscientas violaciones. No ha habido un crimen violento en L’eihr en diez generaciones, ¿y te preocupas por su seguridad allí en vez de aquí? —Estás bromeando, ¿cierto? —Cara escaneó su rostro por cualquier atisbo de burla pero no encontró ninguno. —Eso es imposible. —Te aseguro que no lo es. —Él levantó una ceja altanera. —¿Cómo lo hacen, entonces? —Tori hizo círculos con su dedo alrededor de su sien, el gesto universal de los locos—. ¿Control meeeental extraterrestre? 9
Zombi lamedor.
Aelyx abrió la boca para responder pero vaciló un momento como si estuviera deliberando cuanto debía revelar. —Digamos que es debido a la evolución y a la crianza. —Uhn-uh —Cara sacudió su cabeza—. No lo creo. La violencia es parte de la naturaleza humana. No puedes sólo… —Pero olvidas algo, Cah-ra —Aelyx se detuvo, volviendo su cara hacia ella y estrechando sus ojos fríos de cromo— No soy humano. Un cosquilleo le puso los vellos de sus antebrazos de punta y a lo largo de la parte posterior del cuello. Aelyx comenzó a caminar de nuevo como si nada hubiera pasado. —B-bien —balbuceó ella—. Lo veré por mí misma. —Y aunque parezca extraño, no tenía miedo. No podía esperar para ver cómo vivía su gente—y si él había embellecido su grandeza. —No me tranquiliza —Tori pateó a un lado una ramita y abiertamente fulminó con la mirada a Aelyx— Hablas, pero realmente no dices nada. —¡Tor-ri! —Cara la reprendió. —¡No, no me digas To-ri! ¿Por qué no me responde la pregunta? —Lo hice. A ti simplemente no te gustó la respuesta. —Aelyx comenzó a decir algo más, pero su cabeza se levantó en estado de alerta. Pronto Cara entendió por qué. Un clamor distante llenó el tranquilo bosque, haciéndose más fuerte mientras se acercaban al final del sendero. Cara se quedó inmóvil y con la mirada perdida en la calle del estacionamiento de Midtown High, donde un enjambre de manifestantes coreaban y agitaban en el aire carteles hechos a mano: ¡TOQUE LA BOCINA SI APOYA A HCOL! era como ver un hormiguero bajo ataque—cuerpos corriendo en todas las direcciones sin ningún tipo de liderazgo. Las bocinas de los autos empezaron a sonar cuando el tráfico mañanero se hizo pesado, y dos oficiales de policía uniformados gritaban a los protestantes mientras sacudían sus cabezas y señalaban la calle obstruida. Ella volvió la cabeza hacia Aelyx, quien mantenía una expresión de calma pero tenía un agarre de kung-fu en su block de notas poniendo sus nudillos blancos. —No es una muy cálida bienvenida —dijo Tori. Cara dirigió su atención al terreno baldío adyacente a la escuela. —Por lo menos tienes fanáticos.
Una multitud mucho menor de alrededor de cincuenta hombres y mujeres sostenían sus carteles que decían: ¡TODOS SON BIENVENIDOS! y ¡TE AMAMOS, HERMANO! Los partidarios se balanceaban de un lado a otro y cantaban desenfrenados e impulsados, pero los desorganizados cantos de HCOL los opacaban. —Vamos, llegaremos tarde. —Ella extendió la mano para acariciar el hombro de Aelyx, pero entonces retrocedió. Seguía olvidando que a él no le gustaba ser tocado—. Sólo ignora el estrafalario espectáculo. Tori empezó la marcha, saludando a la multitud como la señorita América y enfocándose en Aelyx, aunque sólo fuera por unos momentos. Después de un fuerte asentimiento, Aelyx levantó la barbilla, y caminaron rápidamente hacia la entrada de la escuela. Cara mantuvo la mirada hacia delante, con el pulso acelerado y en total asombro por los cojones de latón de Tori. Oyó unos gritos aislados de los manifestantes que en su mayoría decían: ¡No confíes en él! y ¡Eres una traidora, Sweeney! cuando el sonido del megáfono de la policía llenó el aire, ahueco las manos sobre sus orejas. Todavía era fácil escuchar al oficial diciéndole a la multitud que se dispersara, que ellos no podían protestar legalmente en la propiedad escolar. Cuando ella entró al edificio, suspiró, sacudiendo los hombros para liberar la tensión. Tori prometió encontrarse con ellos en el almuerzo y luego se fue corriendo a su primera clase. —¿Estás bien? —Cara le susurró a Aelyx, poniéndose de puntillas para alcanzar su oído. —Por supuesto. ¿Por qué no lo estaría? —pero su postura rígida y su mandíbula apretada lo delataron. —Es normal sentirse un poco conmocionado, ya sabes. —Tal vez, para los de tu clase. —Oh, dame un descanso; no tienes que pretender que nad… —Sagrada Madre, —dijo él, patinando hasta detenerse en medio del concurrido pasillo. —¿Qué? —ella siguió su mirada hacia un grupo de chicas saltando y gritando hacia ellos. Miró la boca abierta de Aelyx y se echó a reír. Ya era hora de romper su estoica apariencia—. Aw, mira. Tienes un club de fans.
Cinco estudiantes de primer año bailaban alrededor de la otra, saltando de arriba abajo como si sus tacones estuvieran hechos de resortes. Todas aspirantes a L’eihr, o L’annabes 10, como la gente los llamaba, llevaban sus cabellos castaños mal teñidos en una cola de caballo baja y vestían un top beige con pantalones grises. Cara sacudió su cabeza ante sus rostros manchados de color naranja. Los amigos no dejan que sus amigos abusen del espray de bronceado. Las l’annabes reían y empujaron a la portavoz del grupo hacia delante. — ¿Cómo te llamas? —Aelyx —él tomó un paso hacia atrás, y Cara presionó sus labios para reprimir otra carcajada. —Aaaaaa-licksssss —la chica repitió por encima del coro de gritos—. Oh Dios mío, un verdadero L’eihr aquí en Midtown, no puedo creerlo, bienvenido a la tierra, pensamos que eres tan increíble. Puedes contarnos sobre tu planeta, y los viajes espaciales, y ¿hay otros alienígenas con poderes especiales, y tal vez puedas salir con nosotras después de la escuela hoy en mi casa, y puedes realmente leer la mente? Él parpadeó un par de veces y sacudió la cabeza. —No, no puedo leer mentes. Aunque era perversamente entretenido verlo retorcerse, ya era hora de ser una buena anfitriona e intervenir. —Detente, —Cara se puso delante de Aelyx, levantando su palma hacia el grupo—. No te acerques demasiado. Las chicas se miraron, estupefactas. —Esto es realmente importante. ¿Ustedes chicas tiñeron su cabello en los últimos tres meses? —Quizás —la líder del grupo concedió—. ¿Por qué? —¡Oh, no! —Cara empujó a Aelyx más atrás y lo protegió con su cuerpo—¿No saben que los químicos del tinte de cabello son tóxicos para los L’eihrs? —¿Qué? jamás escuché eso. —la chica fan mordió su labio inferior y arrugó la frente.
10
Refer ente a la palabra Wanna be, lo que suele llamarse a un aspirante que intenta muy duro y le funciona muy poco, querer parecerse a algo o alguien.
—Hmm, tal vez aún no es de conocimiento común. Ellos pueden manejar la mayoría de nuestros químicos pero no el tinte. Si se acercan demasiado, tendrá alguna clase de extraña reacción respiratoria. —Se inclinó hacia delante, tratando de parecer severa. — No quieres ser responsables de la muerte de nuestro estudiante de intercambio, ¿cierto? Sacudiendo su cabeza, la chica retrocedió y se reunió con sus amigas. — Por supuesto que no. ¡Lo siento mucho! Gracias a Dios por los estudiantes de primer año crédulos. Aelyx le echó un vistazo con un destello de diversión en sus ojos y luego se volvió hacia las chicas con una generosa sonrisa. —Está todo bien. No querías hacer ningún año. Las L’annabes asintieron vigorosamente y se despidieron, dándole un amplio espacio para navegar por el pasillo mientras Aelyx y Cara caminaban a clase.
—El verdadero nombre del líder militar español era… —La voz del Sr. Manuel se fue apagando en la pregunta. — ¿Alguien? Cara sabía la respuesta, pero no tenía ganas de participar. En su lugar, apoyo la barbilla en su palma y miró por la ventana hacia el estacionamiento. Los últimos manifestante restantes se habían ido hace horas, y las cosas estaban tranquilas. Bueno, más tranquilas, de todos modos. Las cosas en el interior también estaban aburridas. Aparentemente, Eric había cambiado todo su horario para evitarla, lo cual era bueno y malo. Mientras que no tenía que ver su cara petulante, eso significaba que él no podía ver lo mucho que hizo para pretender que no le importaba su rostro petulante de idiota. —Sí, ¿Aelyx? El sonido de su nombre le llamó la atención a Cara. —Rodrigo Díaz de Vivar —dijo Aelyx— Él es conocido como el héroe nacional de España un señor de la guerra, al igual que muchos ídolos de la tierra. —Impresionante. —Él Sr. Manuel cruzó los brazos—. Ni siquiera tienes un libro de texto todavía. —Estudié su historia cuando aún estaba en L’eihr. —Y con una sonrisa de superioridad que se había convertido en su sello personal, agregó—: No me tomó mucho tiempo. —Volvió su atención a su copia de Teorías Binucleares
Avanzadas que el profesor de ciencias le había prestado. Tal vez debería leer Cómo Evitar Actuar como un Imbécil Engreído, en su lugar. —¿Qué es esto —el Sr. Manuel comenzó en voz alta—, que un alienígena sepa más sobre su planeta que ustedes? —Él señaló con un dedo acusador a la clase y levantó su voz. —La calificación promedio en la última prueba fue cuarenta y seis. ¡Cuarenta y seis! ¿A alguien tan siquiera le importa? — Mientras él despotricaba, varios estudiantes voltearon sus asientos y le estrecharon los ojos a Aelyx. Alguien susurró—: Bien hecho, L’ameculos. Cuando sonó la campana, Cara decidió dejar el salón de clases vacío antes de dirigirse a almorzar. ¿Por qué arriesgarse a adelantarse si no tenía que hacerlo? Le dio un codazo al escritorio de Aelyx, y él levantó la mirada de su libro. —No te estás haciendo ningún favor a ti mismo , —dijo ella— Nunca vas a hacer amigos con esas pequeñas indirectas. —¿Indirectas? —Oh, ¿no estudiaste eso antes de dejar L’eihr? —preguntó ella— Una indirecta es un insulto. Ya sabes como anunciando que tu regalo es superior al de Eric, o decirme que mis caderas son enormes, o diciendo que no te tomó mucho tiempo estudiar la patética historia de nuestro planeta. —Bueno, con toda honestidad, sólo me tomó tres… —Mira. Eres una especie de genio. Lo sabemos. ¿Y qué? —Ella hizo girar su dedo en el aire—. Pero sinceramente la honestidad está sobrevalorada. Tenemos un año por delante, y todo el cuerpo estudiantil te odiará si no dejas de fastidiar. —Eso no pasará. Te olvidas…—cerró su libro y la señaló—, que tengo un club de fans. —¡Hiciste una broma! ¡Progreso! Voy a hacerte un humano. —Esa es una fea amenaza, Cah-ra. —Muy gracioso. Los pasillos deben estar vacíos ahora. Va mos a comer. Como Cara temía, el hedor a ajo de los sándwiches con carne picada fue lo único que los saludó dentro de la cafetería. Un silencio impregnaba la habitación, propagándose de persona a persona como un balanceo de niebla de silencio. Ignorando el rechazo, ella escaneó el espacio lleno de gente para encontrar a Tori, quien la saludó desde una mesa abierta por todo el camino en la parte de atrás.
Al cruzar el comedor, Cara notó varios ojos que se ampliaban cuando Aelyx pasó. Brandi Greene, la capitana de danza y una de las ex amigas de Cara, escupió Gatorade de naranja en su bandeja y se sentó allí mirando con la boca abierta como un 7-Eleven. Cara se echó a reír para sus adentros, pero ella tuvo la misma reacción cuando conoció a Aelyx. El chico era chocolate para los ojos. Pero por cada suspiro de ensueño había diez miradas abiertamente hostiles. La seudo tuberculosis estalló en la mesa de deportistas de Eric cuando pasaron. Tos, tos —¡L’imbecil! —Tos, tos. Cara mantuvo los ojos fijos hacia delante y estudió a Eric desde su visión periférica. Parecía demasiado centrado en su odio hacia Aelyx para notarla. Ella sabía que no debía molestarle, pero lo hacía. ¿Por qué él no podía sufrir, sólo un poco? Una cosa estaba clara: las líneas se habían trazado. Ella había corrido la pista, jugado fútbol, debatido y tutorizado a muchas de las personas que ahora la miraban de soslayo como si tuviera alguna ETS. Eric tenía razón. Acababa de establecer el record de la caída de estatus social más rápida. —Lo siento por todo esto, —susurró Aelyx, haciéndole cosquillas en la parte posterior de su cuello con su cálido aliento. —Debería ser yo la que se disculpara —ella se sentó al lado de Tori, frente a la pared, mientras que Aelyx tomó el asiento al frente de la mesa— Apuesto a que tus amigos me tratarían mejor que esto. Los hombros de Aelyx cayeron un par de pulgadas cuando tomó un interés repentino por la mesa desportillada. Tal vez ella había sido demasiado dura con él en el salón de clases. —Sí —Tori sacudió su manzana en frente de él—. Hiciste una gran impresión, hoy recibí un montón de mierda por ti. —Lo que sea —dijo Cara—. Tú no tomas mierda de nadie. —Sacó su bolsa de plástico y su mini refrigerador y se lo entregó a Aelyx. —Aquí hay una rebanada de queso provolone y algunas de esas galletas de trigo que te gustaron. Aelyx se animó. Pobrecito, tenía que estar muerto de hambre. —Gracias, Cah-ra. —Y por cierto, —murmuró Tori con una mejilla repleta—. Lo estás diciendo mal. Es Care-ah. —No le prestes atención. —Cara deslizó una botella de té helado sin azúcar sobre la mesa—. Me gusta la forma en que dices mi nombre.
—Oh, voy a vomitar. Justo cuando Cara se preparaba para golpear con el codo a Tori en las costillas, Brandi Greene se deslizó en el asiento al lado de Aelyx. Metió un mechón de cabello rubio detrás de su oreja y apoyó su mano en su hombro. Ni siquiera se dio cuenta que él se apartó. —Tú, —dijo ella,—eres literalmente la cosa más hermosa que he visto en mi vida. Cara abanicó un cuaderno para dispersar el olor de perfume floral barato, un olor nocivo que no había sentido desde que Brandi se unió al grupo de danza y vetó su amistad de primer año, actualizando su nuevo grupo de amigos. —Bueno, esa es una manera de presentarse. —¿Hmm? —preguntó Brandi, todavía mirando a Aelyx. —Aelyx, ella es Brandi, quien, como el resto de Midtown High, carece de habilidades sociales. —Oye, escuché que tú y Eric cortaron. —Brandi bateó sus pestañas de patas de tarántula, fingiendo inocencia— No te importa si lo invito a salir, ¿cierto? Una bomba de diez toneladas llena de acido sulfúrico explotó dentro del estómago de Cara. Claro que Brandi quería salir con Eric—él se había vuelto popular prácticamente de la noche a la mañana después de unirse al equipo de lacrosse, y su pequeña escala social no había llegado a la cima de la escalera todavía. Cara clavó una uña en la palma de su mano y sonrió dulcemente. —Ve por él. Estoy segura que está buscando un rebote fácil. El insulto resbaló por los hombros de Brandi como si estuviera recubierta de lubricante. —Él ya tiene eso resuelto. Todo el equipo llevará a Marcus al Ho Depot por su cumpleaños el viernes. La mandíbula de Cara se aflojó mientras que su corazón se hundió en su regazo. El Ho Depot—un apodo para un bar de desnudos que se construyó a las afueras de la ciudad. Desde que se supo que las chicas venden “servicios” en la habitación trasera, el lugar se ha convertido en un versión XXX de Chuck E. Cheese’s 11 para celebrar los cumpleaños de los chicos casi mayores de edad. Un nudo se formó en la garganta de Cara, y toda la deglución en el mundo no lo empujaría hacia abajo. Eric estaba cansado de esperar que ella 11
Cadena de centros de entretenimiento familiar.
le abriera las piernas, así que iba a conseguirlo en otro lado. A ella no debería importarle—ya no era de su incumbencia. Entonces, ¿por qué quería vomitar y llorar al mismo tiempo? La mano de Tori se apoderó de la de ella por debajo de la mesa mientras que Brandi regresaba su atención a Aelyx. —Todo el mundo dice que eres locamente inteligente. ¿Todos los L’eihrs son como tú? Alex se movió unos centímetros en la dirección opuesta y dijo—: Hemos sido criados para habilidades cognitivas avanzadas, entre otras cosas. —¿Criados? ¿Literalmente? ¿Igual que planifican sus bebés y esas cosas? —Ya no, pero los emparejamientos fueron cuidadosamente planeados por los últimos diez mil años. Brandi lamió su labio superior. —¿Todos son tan calientes? En vez de responder, Aelyx metió cuatro galletas en su boca. Parecía un buen momento para cambiar de tema. —Oye, —Cara le dijo a Aelyx— ¿puedes ir a casa por ti mismo más tarde? tengo que ir al supermercado. Él asintió con la cabeza, su boca todavía llena. Brandi aplaudió mientras rebotaba en su asiento. —Sé donde vives…. !Lo llevaré a casa! Aelyx sacudió su cabeza y le dijo adiós con la mano, lo cual Brandi tomó como un sí entusiasta. —No es ningún problema, —insistió Brandi, incluso cuando Aelyx levantó una palma hacia delante. —Mejor que te cuides, —dijo Tori— Nadie va a querer sus sobras. —Por ti, tomaré el riesgo. —Brandi le dio a la coleta de Aelyx un tirón juguetón— Te veo más tarde, hermoso. Cara ocultó su sonrisa, incluso cuando la culpa tiró de su estómago. Ella probablemente no debería abandonar a Aelyx, pero él lo apreciaría después. Tenía algo especial planeado que sólo podría salvar ese te rrible día para ambos.
—Son casi tan repugnantes como me lo esperaba —susurró Aelyx, soltado su cabello cuando el holograma en miniatura de Syrine asintió desde lo alto de su cómoda. —Completamente inútiles como especie. —Sobre todo
la mujer obsesionada con el sexo que lo había seguido a casa después de la escuela. Cuando no estaba acariciando su pecho, lo acosaba con preguntas sobre el armamento L’eihr. Como si él fuera a discutir esas cosas con ella. Tomó cerca de una hora hacer que se fuera. —Alabada sea la Sagrada Madre estoy recibiendo educación privada en casa. —El anfitrión de Syrine asistía a una escuela de varones, el único beneficio perceptible de vivir con él—. Solamente me relaciono con jóvenes durante… Un ruido metálico sonó desde el otro lado de la casa. —¿Qué fue eso? —preguntó Syrine. —Mi humana. Creo que está preparando una comida. —Su estómago vacío retumbo en protesta, ya no estaba satisfecho con los suplementos nutricionales y las galletas ocasionales. Daría cualquier cosa por un cuenco de l’ina. Pero sin importar lo que Cara estaba cocinando, sabía que no podía comerlo. Cara. Un pensamiento de ella traía un peso invisible que se estrellaba en su espalda. Ella no lo sabía, pero nunca vería un centavo de su beca. Nunca pondría un pie en su planeta, peor aún, sus compañeros la harían responsables de sus acciones. De repente, una serie de pitidos estridentes y ensordecedores sonaron desde el aparato circular de color blanco que estaba fijado al techo—el detector de humo. —Hablaremos más tarde —pronunció antes de apagar su com-esfera y la guardó en el interior del cajón superior. Presionando sus palmas sobre ambas orejas, corrió a través del pasillo hacia la cocina, donde los tentáculos del mal olor del humo salían en espiral desde la puerta abierta. Se lanzó en el interior y encontró a Cara—su rostro manchado de humo—agitando una escoba para limpiar el aire brumoso. —¿Está todo bien? —gritó por encima de la alarma. Con un vigoroso asentimiento, ella abrió las puertas traseras mientras él abría las ventanas para dejar que la brisa ventilara la habitación. Finalmente el aire se aclaró, y el dulce silencio se reanudó. El hedor persistente quemaba sus fosas nasales. —¿Qué pasó? Cara se apartó un mechón grasiento de su cara y señaló un plato de pan carbonizado sobre la estufa. —Hice larun para ti.
¿Larun? Al principio él no entendía, pero al escanear la encimera e identificar diversas variedades de granos y aceites, todo tuvo sentido. Ayer él dijo que su desayuno favorito sabía como una mezcla de tostada de trigo y cereal de maíz, y ella debió tratar de replicarlo por él. Grandes dioses. Había hecho todo eso por él—justo después de haber perdido a su pareja y a la mitad de sus compañeros. Ella se aclaró la garganta y bajó la mirada hacia los dedos de s us pies pintados de rosa. —Se que tienes hambre. Quería que tuvieras un sabor de casa. Algo caliente se hinchó dentro de sus pulmones que Aelyx temió que pudiera emprender el vuelo allí mismo en la cocina desordenada. Si había un nombre para esa emoción, él no lo conocía, pero le gustaría invocar ese sentimiento a voluntad. Asintiendo hacia el plato, él extendió su palma por una prueba. —Pero está quemado —objetó ella—, y totalmente asqueroso. —Voy a juzgarlo por mí mismo. Vacilante, ella rompió un pedazo por la mitad y se lo ofreció. Ella tenía razón. Asqueroso no llegaba a describir lo que acababa de poner en su boca. La textura le recordaba a masticar el suelo, arenoso y grueso, y su papilas gustativas no podían distinguir otra cosa que carbono. Cuando mordió demasiado fuerte, una esquina afilada de grano corto su encía e hizo una mueca, apoyando una mano contra su mejilla. —Oh, Cara, es tan…bueno. —¿Sí? —sus ojos brillaban con diversión—. Entonces probablemente no deberías detenerte con una. —Le tendió el plato—. Adelante. Termina el resto. —No, está bien —dijo él, levantando sus manos—. No quiero ser codicioso. —Insisto. —Creo que deberías guardarle un poco a tus padres. —Se estaba haciendo más difícil mantener su cara sería— Les encantará. —Es verdad. —Ella ladeó la cabeza contemplándolo con burla—. ¡Ya sé! Haré un lote fresco todos los días hasta que te vayas. ¡Entonces llevaré la receta a L’eihr…así podrás comerlo para siempre!
Él no podía aguantar un segundo más. La risa estalló de su pecho, así que tuvo que poner una mano en su boca para evitar expulsar en el suelo los pedacitos que aún no había podido tragar. Cara se le unió, lanzando el plato en el fregadero antes de colapsar contra el mostrador con un ataque de risa salvaje. Seguía señalándolo y tratando de hablar pero no podía hacer que las palabras salieran. Después de una docena de intentos, ella resopló y dijo—: me gustaría que hubieras visto tu rostro cuando pusiste el bocado en tu boca. Era como si estuvieras masticando vidrio. —Se sintió de esa manera, también —apenas logró decir. Ella lanzó un guante de cocina a su cabeza, el cual esquivo agachándose detrás de la isla de la cocina. Se dobló en otro ataque de risa incontrolable. Sus músculos empezaron a doler, y él presionó ambas manos en su abdomen para calmar el dolor. —Ya sea que te mueras de hambre, —dijo ella— o te mate con mi comida. De cualquier manera, estás jodido. —Completamente jodido, —estuvo de acuerdo. —Puedo ver los titulares, —dijo Cara con voz ahogada—. Chica de medio oeste mata a chico de intercambio con pan sin levadura, finalizando las negociaciones de alianza. —Los L’eihrs toman represalias obligando a los humanos a comer la creación de Sweeney, —añadió él— acabando con toda la vida en la tierra. Ante sus palabras ella estalló en otro ataque de risa antes de jadear. — Qué terrible manera de morir. —La peor, —estuvo de acuerdo. Pero al menos estaría en buena compañía.
Capitulo 7 Traducido por VicHerondale. Corregido por MewHiine
Cara levantó una pierna desde el agua y observó los zarcillos de vapor girar hasta su piel enrojecida. El baño era uno de los pocos lugares donde ahora ella podía estar sola. El Coronel Rutter no estaba bromeando cuando él llamó a PIEL un trabajo, ella había trabajado horas extras haciendo que Aelyx se sintiera como en su casa estas últimas semanas. Con su laptop de forma segura posada sobre la repisa de porcelana de la bañera, ella toco la pantalla con su dedo índice seco y fue a su blog. Sus ojos se precipitaron de forma automática a sus seguidores –un enorme 120.467− antes de rozar los comentarios de su post de la mañana.
Miércoles cuatro de Noviembre.
Lo bueno, lo malo, y lo inútil: Este es un miércoles trivial. Un especial agradecimiento para Vegan_Mandy por sugerir los siguientes días temáticos. Estoy enviándote un extra pegajoso, totalmente vegano, galletas virtuales hechas en casa. ¿Puedes probar el amor? Como sea, esto es lo que mis estimados seguidos pueden esperar cuando visitan mi página: Lunes de choques de cultura: curiosidades de c omo las costumbres de L’eihr son diferentes a las nuestras. Miércoles trivial: Una muestra sin sentido de L’eihr. Viernes
de
preguntas
frecuentes:
Voy
a
tratar
de
responder la mayor cantidad de e-mails de preguntas de esta semana. Nótese que dije tratar. A pesar de lo que mi mejor amigo puede haberles dicho, yo no sé todo. Así que, sin más preámbulos, aquí está el hecho que te beneficiara en nada en absoluto: los L’eihrs no tiene bello facial. No, enserio, lo digo enserio. Los genetistas hacen que la barba les salga fuera de sus mejillas desde hace trescientos años después de decidir que no tenían el mismo beneficio que el bello del cuerpo. Uh, científicos de la tierra ¿Pueden ponerse a trabajar en eso? Yo no tengo bigote –no es que haya algo vergonzoso con eso− pero me encantaría tener un descanso en cuanto afeitarme las piernas. Por favor y gracias.
Publicado por Cara Sweeney a las 7:07 a.m. 28 comentarios. Amanda dice: ¡Eres tuviera.
tan
afortunada!
Desearía
que
nuestra
escuela
lo
Olca dice: ¡Hazme, bombón! Ashley dice: ¿Él no se afeita? Eso es cool. No me asombraría si su piel luciera muuuy suave ::swoon:: Keith dice: Cierra tu jodida boca, Ashley. Yo tengo tres clases con el idiota presumido, y eso apesta. Marcus dice: Eso es cierto, Keith. El tipo es un consumo. Reunión de HALO mañana a las 15:00.
idiota
de
alto
Humanist dice: ¿A quién le importa la jodida barba? ¿Qué sobre las armas? Pregúntale eso, tu perra estúpida. Tori dice: @Humanist: Postea con tu nombre poner mi pie en tu culo.
real, coño 12. Así puedo
A partir de ahí, se puso muy feo. ¿Quién podría saber que una inocente trivialidad podría incitar tanto drama? Ella cambio la configuración de su blog para suspender los comentarios pendientes de su aprobación y cerró la 12
En español original.
pantalla de su laptop. Después de dejarse caer en un baño efervescente con agua con aroma a pomelo, ella se sentó y trató de decidir que ponerse cuando saliera de la bañera. Esta noche el equipo de cámara filmaría la primera ronda de entrevistas –entrevistas televisadas nacionalment e− para que millones de personas puedan relajarse en sus sillones, destapar una cerveza fría, y reír de las cosas estúpidas que sin duda diré. Por lo menos no es en vivo, así el editor del vídeo podrá eliminar cualquier incidente de vomito en proyectil. Un golpe en la puerta del baño interrumpió su soledad. —Hey, Pimienta—gritó su padre— Tori está aquí. —Está bien. Dile que espere en mi habitación. —Ya lo he hecho —El ruido de las botas de trabajo pesado de papá se fue apagando mientras él se iba a la cocina. Cara se secó y se envolvió en una suave y esponjosa bata de baño azul antes de ir a su habitación, pero Tori no estaba en ningún lugar donde ella podía encontrarla. Justo cuando Cara empezaba a ir a la cocina, escucho un golpe contra la pared provenient e de la habitación de Aelyx. Un vistazo rápido por el pasillo mostró que su puerta estaba entreabierta. Raro, teniendo en cuenta de que eso nunca había pasado antes. De puntillas, miró dentro de su habitación y encontró a Tori rebuscando en los cajones de su cómoda, encorvado sobre montones de ropa como un comprador en un día de rebajas a la mitad del precio. — ¡Qué demonios! —Cara miró por encima de su hombro. Por suerte, Aelyx no estaba al alcance de su oído… aún— ¡Sal de ahí! Sin molestarse en darse vuelta, Tori levantó algo que parecía una pelota de golf de metal. — ¿Qué es esto? —No lo sé, ¡Ponlo en dónde estaba! —claramente, ella tenía que arrastrar por la fuerza a Tori antes de que Aelyx descubriera que ella estaba espiando a través de sus cosas. Se apresuró a avanzar, sacando la pelota de la palma de Tori. Se sentía más ligera de lo que ella espera, y no pudo evitar echar un vistazo más de cerca. La superficie de acero se sentía fría al tacto, no llevaba el cuerpo al calor que el metal debería. Ella lo sacudió, pero nada
sonó dentro— ¿De dónde sacaste esto? —Cajón superior, debajo de sus boxers. — ¿En serio? ¿Fuiste por su ropa interior? Eres una degenerada —Cara abrió el cajón y metió la esfera debajo de… los artículos personales de Aelyx. Entonces, después de doblar las camisas que Tori había revuelto, agarró la mano de su amiga y la arrastró fuera del cuarto de Aelyx, cerrando la puerta. Ella apenas tuvo tiempo de meter a Tori en el umbral de su habitación cuando Aelyx doblo en la esquina y caminó po r el pasillo. Se detuvo en seco cuando se fijó en ella, los ojos muy abiertos como si lo hubiese pillado haciendo algo mal en vez de ser al revés. Cara esperaba que ella no pareciera tan culpable como se sentía. —Hey, —dijo ella casualmente, tirando de la correa de su bata un poco más fuerte— ¿Qué pasa? —Nada —el cruzó los brazos sobre su pecho, lo que le llamo la atención a su suéter con rayas de suciedad— Solo consiguiendo un poco de aire fresco antes de la entrevista. — ¿De nuevo? Este sería el tercer día que él había salido por ‘‘aire fresco’’ y regresaba luciendo como si hubiese plantado su cara en el césped. Un pedazo marrón asomándose por debajo de su zapato rebelaba una hoja de roble que lo había seguido hasta el interior de la casa. Tal vez él se había estado reuniendo en secreto con una chica en el bosque. Una oleada de celos completamente irracionales se hinchó debajo de su caja torácica antes de recordar que Aelyx no tenía ninguna amiga. Que ella supiera… Él estudió el suelo cuando murmuró—: Si. Los colores no me molestan tanto como ahora. —Los colores. Cierto, —él era el peor mentiroso del mundo. Por mucho que ella quería presionarlo para conseguir un poco más de información, ese no era su asunto. No es como si ella quisiera a Aelyx para sí misma, entonces ¿Por qué le preocupaba que se estuviera viendo con alguien a escondidas? Cara empujo su irritación hacia abajo, sintiéndose desnuda de repente bajo su delgada bata de baño azul—. Espero que hayas tenido un buen paseo — ella gorjeó, entrando rápidamente a su habitación.
Una vez a salvo detrás de la puerta cerrada, se reorientó, preparandose para cambiar a su mejor amiga por una nueva. Pero entonces Tori se dio la vuelta, y todas esas reprimendas se deslizaron hacia la parte posterior de la garganta de Cara. El enrojecimiento bordeaba los ojos inyectados de sangre de Tori. Ella había estado llorando. Solo que Tori no lloraba. Nunca. — ¿Qué pasó? —Cara se agachó para estudiar el rostro de su mejor amiga, como si su repuesta pudiera estar escrita en su frente, pero Tori se apartó con un gesto casual. — Fui sometida a juicio político. — ¿Por el consejo estudiantil? ¡Ellos no pueden hacer eso! Tori arrastró sus pies hasta el tablón de anuncios y comenzó a jugar con los premios y las cintas de Cara, sintiendo el rose de tela satinada entre sus dedos. —Pueden llamar a una votación si me olvido de ir a tres reuniones. —Pero tú no lo has hecho… —Ellos cambiaron las horas de las dos últimas reuniones y no me lo dijeron —agarrando su trenza, Tori barrió la punta de atrás hacia adelante entre sus labios— Entonces también me salte una el mes pasado, cuando me pediste que viniera. Ya sabes, el día que cayó la bomba. —El intercambio, —la verdadera razón por este pequeño coup d’ état 13. Maldita sea, Tori no debería tener que sufrir sentarse junto a Aelyx en el comedor—. No pueden hacer esto. Llamaremos al señor Ferguson. —Olvídalo. Yo no quiero estar ahí si todos me odian. ¿Qué sentido tiene? —Tori se dejó caer sobre la colcha de lunares de Cara. Se puso de lado y trazó un circulo negro bordado con la uña— Escuche que Jared Lee me iba a pedir ir al baile antes de todo esto, pero ahora cambió de opinión. Y mi equipo también me mando al infierno. —Bueno, entonces Jared es una herramienta. Y la temporada de soccer está a punto de terminar. Solo aguanta… — ¿No crees que es hora de enviar al A-Licker a otro lugar? — Sentándose de forma vertical, Tori se abrazó las rodillas —. Quiero decir, sé que quieres el dinero y todo, y no es que me importe lo que piensen los 13
Golpe de estado en francés.
demás… — ¿Estas segura de eso? —de todas las personas presionando en los últimos tiempos, ella no había esperado esto de Tori, la petarda que usaba su dedo del medio como tarjeta de llamada. Cara caminó al armario y acarició a través de su escaso vestuario sin ver nada, cegada por la decepción—. Mira, me comprometí a esto pero no es todo por el dinero —que era cierto. A ella le había llegado a gustar Aelyx, o al menos a tolerarlo—. Déjalo en paz, él no te ha hecho nada malo. —No ha hecho nada malo que tú sepas. Vamos, Care. Él es un trepador y está tramando algo. Además, no me gusta la forma en que te mira. — ¿Eh? —Cara se dio la vuelta con un cinturón en una mano y una falda en la otra—. ¿Cómo me mira? Tori levanto una ceja negra. Luego hizo un círculo con una mano y metió el dedo índice a través de él como en un programa explícito de títeres. —Como si quisiera atracar su barco en el interior de tu puerto espacial. —Estas equivocada. Creo que él está saliendo con alguien. —No es una casualidad —Tori negó con la cabeza—. No me digas que no lo has notado. Él te mira como si fuera un acosador, todo el mundo está hablando de ello. Genial. Eso significada que el rumor de que estoy embarazada de gemelos alienígenas se esparciría la próxima semana. —Es porque soy su única amiga. Tori entrecerró un ojo. — ¿Lo estas defendiendo? Tal vez él te está drogando. Te sirves tus propias bebidas ¿Cierto? —No seas ridícula —ella levantó dos remeras; una rosa, una verde—. ¿Cual? Tori señaló la remera rosa de cuello V sin mangas y se deslizó fuera de la cama. —Quiero saber si tú quieres deshacerte de él esta noche. Apesta que estés sola ahora y yo todavía no pueda verte.
Pensar sobre la ruptura todavía enviaba pinchazos a través del cuerpo de Cara, pero molestaron un poco menos esta vez. Este apenas dolió. —Tú puedes verme en cualquier momento. —Sola. Sin él acechando en la esquina —Tori rebuscó en la bolsa de maquillaje de Cara y examinó un par de brillos de labios — Tomaré éste, — declaró, levantando uno de color rosa arenoso. —Pero tú no usas maquillaje. —Lo hago ahora —ella también agarró un tubo de rímel—. Tal vez es hora de un cambio. — ¿Qué se supone que significa eso? Pero ella solo movió los cosméticos que acababa de robar y se fue sin decir una palabra. Cara miró su bolsa con cremallera co n confusión, luego sacudió la cabeza y se vistió para la entrevista. Cara se echó hacia atrás y disfruto el suave cosquilleo del cepillo de la base mientras que el artista de maquillaje hacía su magia. El estilista pasó los dedos por su cabello, y la sensación hizo que su piel se pusiera de gallina. Ella suspiro y escucho la ráfaga de actividad que provenía de su sala de estar. El aire estaba cargado de emoción y espray para cabello. —Ugh —dijo una aguda voz femenina— Este sofá es horrible. Necesitaremos una cortina neutral y sólida. Hay que traer tres sillas de la cocina y cubrirlas con la misma tela —el sonido de tacones golpeando el suelo se acercaron—. Dile a equipo de iluminación que establezca una en la esquina y otra sobre el aire acondicionado. Este pequeño basurero quedara caliente rápido. ¿Basurero? Los parpados de Cara se abrieron de golpe, y escaneo la habitación en busca de la voz. Claro, el sofá era horrible y su casa era pequeña, pero no era un basurero. —Sienten a Bill Sweeney afuera, —dijo la mujer con barbilla larga, cabello rubio platino. Llevaba un traje estampado color rosa y tenía un molesto y exquisito rostro. — ¡Hey! —Cara protestó en su asiento en la mesa de la cocina. Los extraños no podían insultar a su padre. Solo ella podía insultar a su padre. —Y a la madre solo háganle tomas de su cabeza, —dijo la mujer a su
asistente,— Ella es una pequeña cosa gorda. —Aquí estoy, sabes — ¿Acaso la señora había perdido su maldito filtro? Tal vez pensó que la gente guapa no necesitaba uno. Sintiendo una fuerte escala de fuego real, Cara contuvo el aliento y contó hasta veinte. —Ya lo veo, —la mujer cogió un pedazo de pelusa de su hombro— Soy Sharon Taylor. Te entrevisto ésta noche, —frunciendo sus rojos labios hizo una mueca ‘’shoo, vuela’’ con una mano— ¿Eso es lo que llevarás puesto? —Si. Sharon negó con la cabeza. —Cabello castaño y piel pálida, la peor combinación. No te pongas el color rosa, cielo. Los pelirrojos no pueden llevarlo bien, —entonces ella chasqueó la lengua con simpatía. Olvida esos veinte. Cara contó hasta cien. En español. — ¿Qué tal un top en color verde? —No tengo uno, —mintió Cara, decidida a vestir de rosa esta noche por despecho. —Oh, bueno —Sharon movió sus dedos en el artista de maquillaje—. Juega con sus ojos. Por lo menos ella tiene grandes ojos. Cuando Aelyx entró a la cocina Sharon se congeló en su lugar. — ¡Dulce bebé Jesús! Tú vas a hacer mi trabajo tan fácil, —ella caminó hacia él pavoneándose y ladeo la cabeza hacia un lado mientras evaluaba su rostro— Tienes características muy bonitas —dijo ella hablando consigo misma— Mandíbula fuerte, boca llena. Excelente elección de vestuario. Eres impresionante. No era broma. Aelyx se había limpiado desde que Cara lo había visto en el pasillo. La camisa de marfil que había elegido destacaba su piel de bronce mientras se aferraba a los contornos de su pecho, y había alisado el pelo largo marrón a la perfección y asegurado a la nuca de su cuello con un cordón de cuero. Pero entonces Sharon frunció el ceño. — ¿Pero qué pasa con la cara? Luces como un ciborg.
Aelyx se acercó al fregadero y llenó un vaso con agua. —No sé lo que quieres decir. —Ya sabes, como un robot. No tienes ningún sentimiento, ninguna chispa ¿Puedes tratar de lucir más animado? —ella llevó una mano bien cuidada a la cintura. Aelyx la miró fijamente mientras que las mejillas de Cara se calentaban lo suficiente para poder freír huevos. —Si están tan avanzados, entonces seguro puedes lucir con vida. Esa mirada vacía es inquietante, y no va a ayudarte a encajar. — ¡Alto! —Cara se levantó de su silla. Por desgracia, el estilista aún tenía un mechón de su pelo, y el movimiento la hizo volver la cabeza. Ella se frotó su palpitante cuero cabelludo y miró a Sharon— No hay nada de malo en su cara. Sharon se quedó inmóvil por unos segundos, luego junto sus manos. —Acabo de tener una epifanía. Corten a los padres. Son aburridos , —ella señaló a Aelyx y Cara— Esto es lo que la gente quiere ver —sonriendo y asintiendo la cabeza como un muñeco cabezón agregó—: Amistad, ¿Quizás más? Cara rodó los ojos. —Amistad y punto —ella caminó hacia el salón y se dejó caer en el sofá. Su estilista la siguió y le puso laca en una última sección de su cabello para dejarlo en su lugar mientras Cara trataba de estabilizar su corazón que latía con fuerza. Aelyx se sentó a su lado, tan cerca que su manga rozó con su brazo desnudo. Cuando se inclinó para susurrarle al oído, un aroma dulce y picante llenó sus fosas nasales. — ¿Y dices que nuestro programa de crianza es una mala idea? — bromeó el, asintiendo con la cabeza hacia la cocina— Te doy una prueba irrefutable de lo contrario. — ¿Qué? ¿Te refieres a Sharon? — ¿Llevaba colonos o todos los L’eihrs huelen tan bien? ¿Y cómo es que nunca se había dado cuenta? —En mi planeta, a ella nunca le permitirán reproducirse, y nadie querría
clonarla. Ella es horrible. Cara no podía discutir con eso. —Creo que se dejó su alma en su casa. Tal vez no coincidía con sus zapatos. Sharon se sentó frente al sofá, y su equipo se colocó en su lugar. Con la sala de estar completa, mamá y papá vinieron desde el porche y se instalaron en la puerta de la cocina para mirar, dándole a Cara olas alentadoras. —No te pongas nerviosa, —dijo Sharon— No vamos a estar en vivo, así que los errores no serán grandes. ¿Listos? Se volvió a la cámara y mostró sus blancos e impecables dientes. —Buenas noches, América. Estoy aquí con Cara Sweeney, ¡Quien hospeda a un estudiante de intercambio muy especial del planeta L’eihr! — Sharon señaló el sofá con un boli de oro—Cara, ¿Puedes decirnos acerca de tu papel en el programa? —Bueno —Cara hizo una pausa para aclararse la garganta, a pesar de que no lo necesitaba— Llevó a Aelyx a donde quiera que vaya y lo ayudo a entender cómo vivimos. Él es como mi sombra en el colegio, incluso compartimos una taquilla. —secretamente, ella se limpió las manos sudorosas en la funda de algodón. — ¿Cómo se sienten los otros estudiantes acerca de eso? —Uh, había un montón de miradas el primer día. Pero han pasado casi dos semanas y las cosas son es su mayoría normal —fue el Monte Everest de las mentiras. Las protestas continuaban cada mañana, por lo general terminan en peleas a puñetazos, y los estudiantes reclutados son abiertamente miembros de HALO cada vez que Aelyx y ella pasaban. Llevaban pequeños alfileres de oro con forma de alas de ángel, pero sus insultos susurrados eran cualquier cosa menos santos. Sharon cruzó las piernas. —Aelyx, ¿Cómo fuiste elegido para este programa y que has hecho para prepararte? —Tengo un talento especial para el aprendizaje de idiomas, así que El Camino me seleccionó para representar a nuestro pueblo , —hablaba
fluidamente y sin ningún indicio de ansiedad, y por primera vez, Cara envidiaba su capacidad para apagar sus emociones. — ¿El Camino? —Nuestros líderes más sabios. Toman todas las decisiones sobre L’eihr. —Debo decir, tu inglés es impecable, —dijo— No hay rastro de un acento, ¿Cuánto tiempo te tomó aprender? —Una semana. — ¿Perdón? —Sharon se inclinó hacia adelante, ahuecando un oído mientras que Cara cuestionaba su propia audiencia. Tal vez una semana no significaba lo mismo en L’eihr— Aprendiste inglés en una semana, es decir ¿Siete días? —Me tomo una semana dominar el inglés, —dijo— Es más o menos lo que lleva aprender una lengua nueva, y su idioma no es complicado. Pase mi tiempo restante estudiando la historia de la tierra, particularmente los temas de las guerras. Nos tomamos en serio los niveles académicos en L’eihr, a diferencia de los estudiantes de Midtown, que parecen contenidos a aprender tan poco como les sea posible. Discretamente, Cara le dio una patada en el tobillo mientras que sonreía a la cámara. —Ouch, bueno, —Aelyx se corrigió— solo algunos de ellos. Otros son muy dedicados. Sharon se quedó inmóvil, con la pluma de oro entre sus labios. —Uh, ¿Cuál fue tu primera impresión de nuestro planeta? Mientras Aelyx se retostaba en el sofá, inclinando la cabeza mientras contemplaba, Cara se preparó par aun tsunami de quejas. Pero ella escuchó lo que no esperaba. —Asombro. Los colores en mi casa son neutros y apagados, por lo que la vitalidad de la Tierra fue un shock para mí. Para ser honesto, a veces la belleza es abrumadora. Es una pena que ustedes estén permitiendo que la industria lo esté destruyendo, —el cruzó sus manos sobre su regazo— Y me quedé impresionado por la hospitalidad de mi familia anfitriona. Me han sorprendido, especialmente Cah-ra.
— ¿Cómo es eso? —No estoy seguro de que ella quiera que comparta el ejemplo más reciente, —él la miro, sus ojos brillaban, divertidos. —Oh no, —se refería al desastre de la Gran Cebada. Ella no podía creer que él hubiera sacado el tema. ¡En televisión nacional! Cara se rio nerviosamente mientras su mejillas ardieron. —Ahora estoy intrigada —dijo Sharon. —He tenido problemas para encontrar alimentos que pueda consumir. Cah-ra sigue tratando de recrear mi plato L’eihr favorito con los ingredientes de la Tierra para que deje de pasar hambre, —él se río y negó con la cabeza— Es un gesto muy amable. Cara trato de recuperar la compostura. —Voy a encontrar algo que te gusta o morir en el intento. Tú puedes conseguir que vuelva a hacer el repugnante y falso Pop-Tarts de L’eihr. Sharon sonrío con complicidad a la cámara antes de volver hacia Cara y Aelyx. —Ese es un collar hermoso —dijo Sharon— Muy inusual. —Gracias. Aelyx me lo regaló por mi cumpleaños. — ¿En serio? —La voz de Sharon goteaba con implicación— Déjanos verlo de cerca. Con un poco de resistencia, Cara levantó el cordón de seda por lo que la cámara pudo ampliar la toma. Esperaba que Sharon no tratara de hacer que todo esto tomara un camino romántico. Sharon arqueó una ceja. — ¿Así que él te da joyas y tu pasas horas horneando para él? Suena como si estuvieran congeniando muy bien. ¡Eso es a lo que yo llamo relaciones interplanetarias! —Santo Dios, ¿Por qué tenía que ir por ese camino? A esa mujer realmente le faltaba un alma. La entrevista continuó hasta que Sharon dijo que tenía el material suficiente para editar en un programa de treinta minutos. Cara sintió un peso frío en el estómago al pensar en la emisión nacional el viernes. L a meta del programa de intercambios era que la gente confiara en Aelyx, pero
dudaba que nadie con un serio perjuicio hacia los L’eihrs le gustara lo que iba a escuchar. De hecho, solo sería alimentar su paranoia. Más tarde esa noche, Cara se cernía sobre su laptop para llevar a cabo un control de daños. El sexo vende, ella escribió. Y una periodista quiere que piensen que voy a dejar que Aelyx me aturda con su láser, si sabes lo que quiere decir. No lo comprende, sólo somos amigos. Y hablando de Aelyx, voy a cortarle una hoguera. Traten de ponerse los zapatos de cuatro dedos y… Un ruido de afuera la sobresaltó, señalando con sus dedos lejos de la laptop y atrayendo su atención hacia la pared del fondo. Este sonido era diferente al habitual salto de un mapache. Apagó la luz de la habitación y se acercó de puntillas a la ventana, donde corrió la cortina a un lado y se asomó a la oscuridad. El tenue resplandor de la luna iluminaba el patio trasero, pero nada parecía fuera de lugar. Ella recorrió con la mirada a través de la hierba corta; el viejo columpio oxidado, y entre los árboles, sin encontrar nada fuera de lo común. Justo cuando estaba dando la espalda, algo se movió en su periferia, y se dio la vuelta en su lugar a tiempo para ver la puerta del cobertizo abierta. El corazón de Cara se aceleró. Alguien estaba en el cobertizo… donde papá mantenía su motosierra y una variedad de otras herramientas. Su imaginación hiperactiva evocó imágenes de un lunático con una más de hockey abriendo a patas la puerta de atrás, armado con un punzón. Presionando su nariz en el cristal, ella observó la larga cola de caballo del intruso y sus anchos hombros mientras cerraban la puerta y trancaba el pestillo. Ella lanzó un suspiro de alivio, que empaño el cristal de una ventana en el proceso. Solo era Aelyx. Pero el alivio pronto se mezcló con preocupación, ¿Por qué estaba en el cobertizo a medianoche? Cara enfocó la vista, apenas podía distinguir la forma de una pequeña caja en la mano izquierda. Él miró por encima de su hombros como si intuyera que lo estaba observando, pero antes de que pudiera cerrar la cortina, él trotó hacia el bosque y desapareció en la oscuridad. ¿Qué demonios? Cara se quedó congelada con la cabeza inclinada con confusión. Así que Aelyx no estaba encontrándo se con una chica para jugar un rato en el bosque, ¿Pero qué estaba haciendo ahí afuera? Corrió por una
lista mental de lo que podía tener dentro de la caja que había tomado del cobertizo. Alpiste, insecticida, clavos, semillas, fertilizantes, tornillos, ¿Q ué querría hacer él con eso? No era por lo que Tori le había dicho ¿verdad? ¿Podría Aelyx tener un motivo ulterior en la Tierra? Cara se sintió estúpida con solo considerar la posibilidad, pero eso no le impidió que masticara la uña de su pulgar y mirará por la ventana durante la siguiente hora, donde se quedó dormida esperando a que él regresara.
Capitulo 8 Traducido por krispipe Corregido por Armonía&paz
—Hey, papá— llamó Cara hacia la cocina antes de asomarse en su interior. Si sus padres estaban besuqueándose contra la nevera, quería darles tiempo para despegaran sus labios antes de sorprenderles en algo que no podía ser visto. —¿Estás ahí? —Sip— Estaba solo, apoyado contra el mostrador e inmerso en una bolsa de Doritos. —¿Dónde está mamá? Él murmuró con la boca llena de patatas fritas, —En la tienda de comestibles. Un hombre de pocas palabras, su papá. Pero esas eran las palabras que ella quería oír. Cara sacó su teléfono celular y envió a mamá un texto. ¿Puedes hacer asado esta noche? Segundos más tarde, mamá contestó. Odias el asado, lo que era absolutamente cierto. Para A, aclaró, no para mí. Todavía no había encontrado una comida que le gustara a Aelyx, pero se estaba acercando más con cada intento. La clave era el sabor—sus papilas gustativas no podían tolerar tanto como las de ella. Galletas sin sal, palomitas de maíz, tostadas secas: estos eran los alimentos que él toleraba mejor, así que necesitaba pensar en soso. Y cuando se trataba de soso, ni siquiera la Introducción a la Estadística podía co mpetir con el asado de mamá. Lo haré. Cara envió un rápido ¡Gracias! Y guardó su teléfono. Notó la lona de trabajo de papá desechada por la puerta de atrás. —¿Está tu material médico ahí?—Preguntó. Él asintió.
—¿Me prestas el estetoscopio? Otro asentimiento. —Estamos estudiando auscultación 14 en clase de salud—, mintió. Él pasó una mano hacia su bolsa de lona y arqueó una ceja. —Sólo quiero escuchar mis válvulas. Él la escudriñó por encima de la bolsa de Doritos. —En serio. Antes de que tuviera la oportunidad de cambiar de opinión, ella revolvió en sus suministros y agarró el estetoscopio. —Lo traeré de vuelta en pocos minutos, — dijo por encima del hombro mientras se retiraba a su dormitorio. Una vez allí, cerró la puerta y se arrodilló en la pared que la se paraba de Aelyx. Entonces metió las puntas del estetoscopio en el interior de las orejas, presionó la pieza del pecho en la pared, y descaradamente trató de espiar la conversación de manos libres teniendo lugar en la habitación de al lado. Oyó tres voces ahogadas—la de Aelyx, otro hombre y una mujer—y manteniendo su mala suerte, todos estaban hablando L’eihr. O al menos así lo creía. El estetoscopio no amplificaba tanto el sonido como había esperado. Las voces sonaban jóvenes, sin embargo, y hablaban con má s inflexión que el monótono embajador de la gala. Así que asumió que se trababa de otros estudiantes de intercambio, el tipo bajito de aspecto amistoso que enviaron a China y la chica que terminó en Francia. Después de un par de minutos, Cara aún no tenía ni idea de lo que estaban diciendo, pero su tono parecía reservado. La niña estaba obviamente quejándose por algo, y los chicos parecían indiferentes mientras reían y llevaban su propia discusión. En otras palabras, eran adolescentes normales. Cara no sabía si sentirse aliviada o frustrada. Había pasado cada minuto de los últimos días vigilando a Aelyx por comportamiento extraño. Bueno, comportamiento extraño. Pero nada había cambiado. Él todavía reordenaba los platos en el lavavajillas para que estuvieran alineados en un orden meticuloso, y todavía arrugaba la nariz ante las rosquillas y los Froot Loops. En todo caso, su actitud había 14
Auscultación: es un procedimiento clínico de exploración física que consiste en escuchar de manera directa o por medio de instrumentos como el estetoscopio, el área torácica o del abdomen, para valorar los sonidos normales o patológicos producidos en los órganos.
mejorado. Ella le había sugerido que observara a otros adolescentes de las claves sociales, y él había hecho el trabajo con creces. Ayer, después de pasar la tarde con el equipo de atletismo, Aelyx le había golpeado en la espalda y gritado, “¡Buena carrera!” después de que ella fue corriendo por las escaleras del porche. Él no se había escabullido furtivamente al bosque de nuevo, lo que le hizo preguntarse si había exagerado. Por lo que sabía, él podía haber estado hurgando en el cobertizo por la misma razón que ella fisgoneaba en los gabinetes de medicina cuando usaba los baños de otras personas—pura curiosidad. Quizá sus viajes en el bosque eran realmente paseos inocentes. O tal vez él estaba recopilando información ahí fuera, susurró su loca interna, para identificar las debilidades humanas. No, no tenía sentido. Los humanos tenían un montón de debilidades, eso no era ningún secreto. Seguir todos esos blogs políticos la habían vuelto paranoica. E idiota. Mientras Aelyx estaba allí haciendo tiempo para sus amigos, ella estaba acurrucada en el suelo tomando el latido del yeso. Debería estar con Tori, quién acababa de perder su puesto en el equipo de fútbol. Basta de esta tontería. Cara arrojó el estetoscopio sobre la cama y llamó al celular de Tori. Cuando fue al buzón de voz, probó con su teléfono fijo y obtuvo el mismo resultado. Raro. Tal vez el equipo lo había reconsiderado. Cara estaba a punto de enviarle un texto cuando la puerta del garaje se oyó desde el otro extremo de la casa, y se dirigió a la cocina para ayudar a traer los comestibles. Si no podía llegar a Tori, al menos podía echar una mano concentrándose en la cena para su único otro amigo en el mundo. Un par de horas más tarde, cuando la cocina estaba llena de olores de las patatas y las zanahorias, Cara sirvió un plato y se dirigió a la habitación de Aelyx con la esperanza de atraerlo a la mesa de la cena. Puesto que él no podía soportar el olor de su comida más que el sabor, no se les había unido en muchas comidas. Con locas habilidades de camarera, equilibró el plato en el hueco de un brazo mientras llamó a su puerta. Después de que él gritó, —Entra—, ella se asomó y lo encontró tendido en la cama leyendo Física Térmica. Había soltado su pelo largo y castaño por lo que se derramaba alrededor de su rostro como un velo satinado. A decir verdad, él se veía más caliente que la cerámica quemando a través del brazo de su suéter.
—Física Térmica, ¿eh?—Preguntó. —Lo leí rápidamente ayer por la noche en el baño, justo después de Biotecnología Avanzada. Él lanzó una mirada fría sobre la parte superior de su libro. Ouch. Su estado de ánimo había cambiado desde su alegre llama da de teléfono de la tarde. —¿Qué es eso?—Preguntó, señalando el plato. —Esto, mi amigo alíen, es asado—. Ella hizo una demostración inhalando el vapor flotando desde el plato, a pesar de que no le gustaba. — Sé que lo he dicho antes, pero creo que este es el indicado. —Mmm-hmm—, dijo él con escepticismo. —Como la sopa de pollo con fideos. Honestamente, Cah-ra, no estoy... —Sólo ven a la mesa y pruébalo—. Ella retrocedió hacia el pasillo y le hizo señas para que la siguiera. —Es sólo carne y verduras. Sin condimentos. Mamá ni siquiera le echó sal— Para convencerlo aún más, añadió, —Si no te gusta esto, te prometo que no te haré probar cualquier otra cosa. —¿En serio? —No, no en realidad—. Como si eso fuera a suceder. —Pero te dejaré en paz una semana entera. Él dio un suspiro de resignación y cerró su libro, entonces se sentó y aseguró nuevamente su pelo en la base de su cuello. —Está bien. —Ese es el espíritu. Mamá y papá estaban listos y esperando cuando se unieron a ellos en la mesa. Aunque mamá había servido el Merlot, algo que sólo reservaba para celebraciones o días realmente pésimos. A juzgar por su silencio mientras hacía la cena, sin embargo, Cara supuso que era lo último. —Dándole otra oportunidad, ¿eh?—Preguntó papá a Aelyx. Aelyx se instaló en su silla. —Cah-ra puede ser muy persuasiva. —Ahí le has dado—, añadió ella, deslizándose a su lado. Mamá le lanzó una mirada de advertencia mientras vertía a Aelyx un vaso de té helado. —Tomé un poco de tofu mientras estaba fuera—eso son proteínas insípidas—así que voy a freír alguno si no te gusta el asado. Sólo házmelo saber, cariño. Cara hizo un gesto hacia la copa de mamá. —¿Qué pasó?
—Nada. —Te ves como si desearas arrancarle la cara a alguien. Mamá abrió la boca para decir algo, pero se detuvo y miró a Aelyx sólo el tiempo suficiente para que Cara entendiera que tenía algo que ver con él. —Ha sido un día largo. Entonces papá soltó, —Su idiota coordinador de voluntarios trató despedirla porque... —¡Bill!—Susurró mamá, dándole patadas a papá por debajo de la mesa no tan discretamente. —¡Tenemos un invitado! —¿Cómo puede la biblioteca despedir a un voluntario?—Preguntó Cara. —Ellos ni siquiera te pagan. —No me despidieron. El bibliotecario jefe intervino —. Mamá agitó una mano en el aire en un mensaje para que dejáramos el asunto. —Ahora vamos a comer—. Entonces ella empezó a comer antes de insistir en que dieran las gracias. Wow, debe estar realmente cabreada. Siguiendo el ejemplo de mamá, Cara clavó un bocado de carne y señaló a Aelyx para que hiciera lo mismo. Él apuñaló un pequeño mordisco. Cara levantó su tenedor en un brindis. —¿Listo? —No. —Vamos—, dijo ella. —Lo haremos juntos a la cuenta de tres. Uno…dos… Antes de terminar, Aelyx arrugó la nariz y empujó el pedazo en la boca. Apretó los ojos y masticó mientras Cara se preparó para admitir el fracaso, una vez más. Pero entonces algo extraordinario sucedió. El asado de mamá trajo a Aelyx a la vida. Él echó un vistazo a Cara y sonrió—una sonrisa real que alcanzó todo el camino a sus ojos y los iluminó como una supernova. Incluso su cuerpo respondió, relajándose contra su silla de la manera en que la cera caliente se ajusta a las curvas de un recipiente para velas. —¿Te gusta?—Preguntó Cara.
—¡Sabe como l’ina! —Por favor, dime que ese no es el nombre de alguien. Él se rió en una baja y cálida carcajada, que le dio ganas de decir algo divertido para poder oírlo de nuevo. —Es mi plato favorito de casa. —Eso es un alivio— Ella limpió el sudor imaginario de su frente. —Hey, tal vez mi hermano esté comiendo l’ina ahora y comparándolo con el asado de mamá. —Posiblemente—. Sin perder tiempo, tomó otro mordisco y habló con una mejilla llena. —Es un elemento básico en mi planeta. —Si alguna vez Troy decide mandar un e-mail, le preguntaremos—, refunfuñó papá. —Escuché que las transmisiones desde L’eihr están retrasadas debido a problemas de señal en el transporte principal—, dijo Aelyx. —Deberían haber dado a Troy una com-esfera—esa es nuestra tecnología más reciente. Pero el e-mail es anticuado, por lo que es tan fiable como los buques transportando datos electrónicos. Piensa en ello como un Pony Express intergaláctico. Sólo se necesita un buque para interrumpir la cadena. Eso es probablemente por qué no habéis oído de él. Eso no era el por qué, pero Cara no quería molestar más a mamá, así que se quedó callada. No pudo dejar de mirar a Aelyx durante el resto de la comida. Le hizo sonreír verlo comer con tanto entusiasmo. Nunca se había visto más humano. Después de que terminaron, pidió a mamá hacer carne asada cada noche durante la semana. Sosa o no, Cara con mucho gusto lo aguantaría si eso significaba ver a Aelyx resplandecer cada noche. Porque, ya sabes, ese era su trabajo. Nada más.
Capitulo 9 Traducido por VicHerondale. Corregido por Armonía&paz
A la mañana siguiente Cara se puso la gorra azul de punto, agarró su mochila y se dirigió afuera para esperar a Aelyx. Una ráfaga de viento hizo que cientos de hojas de color anaranjado quemado brotaran de sus ramas y dieran vueltas por el aire. Ella se detuvo en la escalera de atrás para mirar las hojas del follaje caer a la tierra como una lluvia de color junto a la puesta de sol. Aelyx tenía razón: a veces la belleza de su planeta podía abrumar a sus sentidos. Pronto él se unió a ella. —¿Lista? —su aliento condensado, persistente en el aire, y de inmediato acuñó sus dos manos en el interior de los bolsillos de su abrigo y se estremeció. Él no parecía tolerar el frío mejor que el calor, probablemente el clima en L'eihr era controlado por ellos. Caminaron por el camino boscoso un rato, charlando sobre el crujido de las hojas caídas, hasta que la voz chillona de una chica gritó desde atrás. —¡Espera! —Brandi Greene corrió hacia ellos, sus rubios rizos rebotando alrededor de su cara aparentemente angelical. —Hey, —dijo Cara, haciendo un esfuerzo para sonar amable. Ella debería haberlo sabido mejor. —Hola, Aelyx —Brandi ignoró el saludo de Cara y mostró sus blancos dientes en una sonrisa. — ¡Vi la entrevista tres veces! Literalmente. Aelyx no le dio ni la más mínima mirada Brandi. Cara lo sabía porque ella vio su rostro. No es que a ella le importara ni nada. —Maravilloso, —girando los ojos, él se volvió y se dirigió hacia adelante. —Cuéntame más acerca de los bebés en tu planeta —Brandi se puso cómoda con Aelyx y él se alejó, chocando con la cadera de Cara. Ya que
necesitaban una cerca más amplia, ella volvió a caer en el estrecho camino de tierra y caminó detrás de ellos.—Has dicho que en tu planeta no hay que reproducirse sin autorización —dijo Brandi sin perder el ritmo—, así que, ¿Deben de tener, como, una licencia o algo así? Porque yo creo que no está mal tener que conseguir un permiso del estado para tener una venta de garaje, pero cualquier idiota puede tener un bebé. —No, no hay licencias de reproducción. Es necesario recordar que nuestras sociedades son diferentes. En la Tierra procrean por amor. Cara se burló. Midtown High contaba con una docena de embarazos de adolescentes cada año, y la mayoría de los bebés eran concebidos por adolescentes borrachos y descuidados, no por amor. —O porque estamos borrachos. Aelyx aceleró el paso y dejó escapar un suspiro. —Como estaba diciendo, antes de que abandonáramos el programa de cría, los científicos rastrean el material genético de cada ciudadano para determinar qué emparejamiento produciría el resultado más favorable. —¡De ninguna manera! —la voz de Brandi sonaba deliciosamente escandalizada—. Así que, literalmente, ¿Les dicen a las personas con quienes deben de tener relaciones sexuales? ¿Qué pasa si el tipo es feo o algo así? —No se requiere tener relaciones sexuales. —¿Qué? —dijeron Cara y Brandi al unísono. —El material genético del hombre y el de la mujer se combina de manera artificial —Aelyx se volvió y miró a Cara—. Esto no debería ser sorprendente. Han tenido esta tecnología en la Tierra durante muchos años — él se giró hacia adelante y siguió caminando—. Entonces el embrión se desarrolla en un útero artificial, igual que los clones. Nuestras mujeres no han tenido un embarazo en más de novecientos años. Esa última parte sonaba muy bien. A mamá le encantaba contar historias de terror sobre el labor y el parto, y a veces, Cara se preguntó si la manera pasiva-agresiva de su mamá era intentar asustarla para que siguiera en abstinencia. Que era totalmente su trabajo. Tener un bebé sin ningún dolor sonaba perfecto. Las mujeres en L'eihr tenían suerte, bueno, si no contamos que eso del clon es raro y la total falta de individualidad.
—Whoa, eso es salvaje. Pero ustedes todavía tienen sexo, ¿verdad? — cuando Brandi trató de apoyarse en el hombro de Aelyx, él corrió a toda velocidad lejos de ella. —Algunos de nuestros ciudadanos optan por dedicarse a la intimidad física, pero es raro. Ese tipo de conexión a veces causa complicaciones. Eso provocó el interés de Cara. —Espera un minuto, —dijo ella— ¿Cómo es posible que todo un planeta lleno de gente pueda evitar tener relaciones sexuales? —La mayoría toman reguladores hormonales. —¿Reguladores hormonales? —preguntó Brandi— ¿Igual que pastillas anticonceptivas? —No. Los reguladores suprimen los impulsos reproductivos —Santa mierda, eso era espeluznante como el infierno. —¿Tu también tomas píldoras para las hormonas? —la voz de Brandi rezumaba seducción. —Ya no más. Están haciendo que mi generación las dejen —Aelyx se dio la vuelta y le dio a Cara una mirada que decía, ¿Un poco de ayuda, por favor? Caminando hacia adelante, Cara se acuñó a sí misma entre los dos. —¿Te sientes mejor, Aelyx? —cuando él le lanzó una mirada inquisitiva, ella añadió—: Te oí estornudar como un loco anoche. —Oh, está bien —él también actuó, sollozando y arrastrando una mano por debajo de su nariz—. No sé lo que está mal. Alergias, supongo. —Recuerda no tocar nada —dijo Cara oscura. —Sobre todo después de lo que pasó la última vez. Él asintió con la cabeza lentamente. —Casi me había olvidado de eso. Brandi lo estudió por un momento antes de picar el cebo. —¿Qué pasó? —Cuando estábamos en la fiesta de intercambio en Manhattan —dijo Cara— Aelyx estrechó la mano de este tipo. No es la gran cosa, ¿verdad?
Pero media hora más tarde, la palma del hombre se puso roja y manchada con pequeñas ampollas blancas por todas partes. —¿Y? —preguntó Brandi. Cara negó con la cabeza gravemente. —Nos llevó una eternidad para averiguarlo. Aelyx había estornudado en sus manos y no había tenido la oportunidad de lavarse antes de conocer a ese pobre hombre. Al parecer, la saliva de los L' eihr es súper ácida. ¿Quién lo hubiera sabido? —Bueno, —él dijo— hay que recordar que no soy humano. Mi cuerpo, incluyendo el nivel de pH de mis fluidos, es diferente al tuyo —esa fue buena. Cara ahuecó una mano sobre su boca y le susurró al oído de Brandi. —¿Te imaginas besarlo? —ella se estremeció con fingido disgusto— De todos modos, es por eso que tiene que mantener su distancia —ella señaló Aelyx y le preguntó—: Oye, ¿cuándo fue la última vez que te lavaste las manos? Aelyx se miró las palmas. —Ya sabes, no lo recuerdo. Brandi casi tropezó con ella cuando se lanzó delante de él en el camino. Esa mentira no la ahuyentaría, pero al menos le daría a Aelyx unos centímetros de espacio personal antes de que ella empezara a preguntar acerca de las drogas L'eihr. Cara sonrió. Resultó que Aelyx era casi tan buen mentiroso como ella. *~*~*~* —Los conflictos son una parte natural de nuestras vidas. Existe en L'eihr, lo sé, y no voy a creer nada de lo que digas hasta que lo vea con mis propios ojos —Cara puso un lápiz entre sus labios y se encogió de hombros casualmente, pero sus ojos azul zafiro flasheaban con pasión. A Aelyx le encantó. Sus debates enérgicos con Cara y su instructor de Estudios del Mundo eran las únicas actividades placenteras que tenían lugar para él dentro de Midtown High.
—Me inclino a estar de acuerdo, —el señor Manuel se posó en la esquina de su escritorio, haciendo caso omiso a los otros estudiantes que habían dirigido su atención a los teléfonos celulares ocultos debajo de sus escritorios. —Nunca he dicho que los conflictos eran inexistente, —les dijo Aelyx— sólo la violencia. —Pero eso es natural, también —respondió ella. —Solo tienes la mitad de la razón —Aelyx se echó hacia atrás y estiró las piernas, apoyando los pies en el porta libros de acero debajo del escritorio de Cara— La agresión física es natural. Utilizamos deportes rigurosos para domesticarlo —los clones lo hicieron, de todos modos. Aelyx no mencionó que los Ancianos habían dejado de sentir hace décadas la agresión, cuando casi habían muerto por dentro— La violencia no es tolerada. Por más tentador que puede ser resolver los conflictos con los puños, la promesa de las consec uencias nos mantiene obedientes. —¿Consecuencias? —preguntó el señor Manuel, sentado un poco más recto. Cara también se animó, diciendo con un poco de burla: —¿Cómo qué? ¿Les cortan las manos para luchar? Aelyx puso ambas palmas frente a él. —Todavía tengo la mías. —¿Has estado en una pelea, Sr. Perfecto? —Sólo una vez, —sólo un tonto podía repetir una infracción después de doce latigazos del iphet. Casi podía sentir la ardiente electricidad escocer su carne, y la mitad de su curso de vida había pasado des de el incidente—. Sí, nuestros castigos son duros, pero también estamos entrenados desde la infancia para seguir El Camino. Y no te olvides, mi generación se clonó a partir de los archivos, por lo que... —Entonces —el señor Manuel interrumpió— ¿Ellos seleccionaron a mano a una generación de ideales L'eihrs? Eso tiene desastre escrito por todas partes. Aelyx no vio el problema. —¿Por qué regenerar ciudadanos defectuosos?
—Noticia de última hora, —dijo Cara— Tú también eres defectuoso. —A lo grande —murmuró alguien desde atrás. —Tal vez, pero todavía estamos evolucionado. Nuestra última guerra terminó hace miles de años. Sus guerras en el Medio Oriente apenas han cesado, y ya hay conflictos entre ellos de nuevo. Los humanos aún tienen que ir más allá del ciclo de agresión —y nunca lo harían. Él apostaría su vida por ello— Esa es la principal diferencia entre nosotros —la razón por la que sus sociedades nunca deberían coexistir. Antes de que el debate pudiera continuar, una campana sonó en tres ráfagas cortas a través del altavoz, y el ruidoso parloteo estalló cuando los estudiantes salieron de las aulas. En su forma acostumbrada, él y Cara esperaron hasta que la habitación estuviera vacía antes de salir para el almuerzo.
El clamor de un centenar de conversacio nes simultáneas resonó por los pasillos junto con el chirrido de los zapatos con suela de goma contra los pisos de baldosas. El olor a acre de los tacos se apoderó del aire, y él agradeció interiormente a Cara por arreglar su almuerzo de nuevo. Él sólo deseaba que fuera una olla de asado en lugar de queso y galletas. —Manténganse alejados de nosotros, idiotas, —ella murmuró al pasar un cartel de reclutamiento de HCOL pegado a la pared. El papel proclamaba, ¡INFIERNO, NO! ¡LOS L'EIHRS SE TIENE QUE IR! No era muy creativo, pero por otra parte, no eran los más brillantes entre los humanos— Debido a que esto se siente muy bien —ella lo tiró hacia abajo y lo metió en un contenedor de reciclaje que había cerca. —¿Ves? Hay una forma saludable de... —Aelyx se detuvo, distraído por el extraño comportamiento de varios estudiantes a su alrededor. Tan pronto como ellos vieron su rostro, se habían arrojado de su camino como si su contacto pudiera convertirlos en piedra. No es que él se quejara, prefería esto a los seres humanos como Brandi que se aferraban a él como si fuera una religión. Mientras Cara caminaba hacia adelante, arrancando los carteles de la pared de bloques de cemento sucio, una mujer de cabello oscuro taconeaba en zapatos de plataforma y tiró el suéter de Cara. A Aelyx le tomo un momento reconocer a esa chica como Tori. Se había cortado su largo cabello
la semana pasada y ahora lo llevaba recortado en un ángulo que seguía la línea de su mandíbula. Una falda reveladora había reemplazado los pantalones cortos hasta las rodillas, y había bordeado los ojos con una sustancia pegajosa de color negro azabache, sin duda, en un intento de atraer a su pareja. Aelyx se preguntó a qué hombre eso estaba dirigido. —Acabo de encontrar esto en mi casillero, —Tori puso una nota doblada en la cara de Cara, y él se acercó para mirar por encima del hombro. ''PERRA TRAIDORA'' era todo lo que decía. Cara lo miró y se distanció con la misma rapidez. —Sí. Tuve una también. —¿Qué? —Aelyx dejó caer su cuaderno y lo atrapó torpemente—. ¿Cuándo? —Justo antes de Estudios del Mundo. —¿Y no me lo dijiste? —su pecho se había ampliado con... ¿qué? ¿Ira? ¿Miedo? No, se trataba de una nueva emoción, algo que se sentía bastante fuera de lugar. —No es la gran cosa. Me han llamado cosas peores. Tori levantó la barbilla, ahora cuatro pulgadas más alta que de costumbre debido a sus ridículos zapatos y lo miró. —Salí del gobierno estudiantil y del equipo de fútbol —ella sopló un mechón de pelo de su ojo— Pero por alguna razón, todavía estoy colgando del hilo junto a ti. Espero que aprecies esto. Tori claramente quería que él volviera a L'eihr. Él quería irse incluso más de lo que ella quería que se fuera, pero él no podía decirle eso. —Lo siento, Tor. —dijo Cara , cogiendo otro cartel de un banco local de metal—. Si te sirve de consuelo, estás haciendo lo correcto. —Sí —dijo Tori rotundamente— es muy gratificante. Me siento caliente y borrosa. —¿Qué demonios? —gritó un enorme chico con una mata de pelo caoba. El chico usaba una mano para empujar su camino a través de la multitud, mientras tiraba a Brandi Greene con la otra. Llevaba una sudadera de
lacrosse de Midtown High y una feroz mueca. Asintiendo al cartel en la mano de Cara, el chico gruñó: —Vas a poner eso en donde estaba. —Claro, Marcus, —Cara arrojó el papel en la bandeja y lo empujó hacia abajo con su libro de texto— Aguanta la respiración y espera. Así que este era Marcus Johnson: capitán de lacrosse, reclutador de HCOL y el mejor estudiante recientemente destronado. Aelyx había oído volúmenes de Cara acerca de este corpulento animal, y nada de eso positivo. Incluso Brandi parecía sometida a su alrededor, dejando caer su mirada a los azulejo como si eso fuera a hacerla invisible. Cuanto más cerca esté chico se acercó a Cara, los músculos de Aelyx más se apretaban contra su voluntad. —Sé que escribiste esto, —Tori sacudió la nota a Marcus— Crece algunas bayas y dime esto a la cara la próxima vez. Si una sonrisa pudiera ser descrita como el mal, eso es precisamente lo que se curvó en los labios de Marcus. —No sé de lo que estás hablando. Tori dirigió uno de sus dedos a Marcus en lo que Aelyx supuso que era un insulto y le dijo a Marcus hacer algo anatómicamente imposible. Mientras tanto, Cara arrancó otro folleto de la pared, la arrugó en una bola, y lo lanzó al receptáculo de reciclaje. La sonrisa de Marcus se desvaneció, la mandíbula se tensó visiblemente mientras dejaba caer la mano con la que sostenía a Brandi y señaló a la papelera. —Sácalo. Cara se acercó a una pulgada del chico y levantó su cara hacia la de él. —Hazlo tú. —Yo no voy a jod... —sus ojos se movieron por encima del hombro de Cara a Aelyx, fijándose en él por primera vez — Brandi dice que tu saliva puede comer su cara como si fuera ácido —Marcus inclinó la cabeza hacia un lado y se burló de Cara, — Pero para ti eso sería una mejora. A pesar del calor que subía por su cráneo, Aelyx se recordó a sí mismo que la violencia y la ira eran los marcadores de los débiles. Él estaba por encima de él. Pero entonces Marcus puso las manos en Cara, empujándola al suelo, y la mente de Aelyx se vació. Su cuerpo temblaba. Sin pensarlo, le
devolvió el golpe con toda su fuerza y golpeó el hombro de Marcus con la palma de una mano, enviando al chico a girar en el banco de vestuario, donde aterrizó con un fuerte sonido metálico que picó los tímpanos de Aelyx. El cuerpo de Aelyx se enjuagó con fiebre. No podía creer lo que había hecho... o lo natural que se había sentido. Quería hacerlo de nuevo. Grandes dioses sangrados, ¿Que estaba mal con él? La sala quedó en silencio mientras un centenar de pares de ojos se abrieron en estado de shock. Marcus agarró su brazo y aulló de dolor. En un segundo, un instructor se precipitó en la sala exigiendo saber lo que había sucedido. Aelyx y Cara pasaron el resto de la hora en la oficina, donde la secretaria, la Sra. Greene, los miró mientras contestaba las llamadas y la escritura pasa pasillo. Una lástima que la mujer no compartía la fascinación de su hija con él, porque Aelyx podría haber usado un poco de ayuda. Si el embajador descubría lo que había hecho, significaría los iphet y seis azotes, por lo menos. Afortunadamente, sus consecuencias fueron mucho menos graves de lo que había previsto. El entrenador de Marcus intercedió en nombre del cretino, pidiendo al director de no suspendiera al chico y castigara a todo el equipo durante un estúpido forcejeo, y el director asignó tanto a Marcus como a Aelyx ir a detención después de la escuela. Ellos llamaron a Aelyx para su siguiente clase, pero él no fue. En su lugar, se fue sin decirle una palabra a Cara, yéndose por la salida lateral, luego trotó a través del estacionamiento y entr ó al bosque. Su mente se evacuó hasta que lo único que sentía era sus pies golpeando el blando y alfombrado suelo por hojas. No sabía cuánto tiempo o qué tan lejos corría, pero con el tiempo se detuvo y Aelyx se sentó en cuclillas, recostado contra la superficie áspera de un árbol. Cerró los ojos y respiró profundamente en meditación hasta que su corazón se desaceleró y su piel se enfrió. Estar en ese lugar, rodeado por la lujuria y la violencia humana lo había cambiado. Tenía que escapar. Mirando por encima del hombro para asegurarse de que nadie había seguido, sacó su com-esfera de su bolsillo y la trajo a la vida.
Un minuto más tarde, el holograma de Eron apareció. Syrine no respondía. Eron se inclinó hacia delante y lo escaneó. —Algo pasó. ¿Estás bien? —Sí —gracias a los dioses que no podía usar el habla silenciosa desde la distancia. Él odiaría que Eron supiera lo que había hecho — Pero no puedo tolerar un mes aquí. —¿Es realmente tan malo? —a juzgar por el escepticismo en la voz de Eron, él había tenido una experiencia en la escuela secundaria más positiva. — No —le dijo Aelyx—. Es peor. —Sólo espera un poco más. Si nos apresuramos, podemo s meter la pata. O hacer que Stepha sospeche. —Fasha —juró Aelyx—. Tiene que haber otra manera... Pero no podía negar que Eron tenía un punto. Aelyx necesitaba pensar lógicamente, dejar de permitir que sus emociones condujeran su comportamiento. No beneficiaría irse de la Tierra ahora, si los Ancianos decidieran continuar la alianza. Unos cuantos meses más entre los seres humanos para evitar toda una vida en su presencia, era un oficio digno. —Recuerda lo que dijo Stepha acerca de la paciencia —le dijo Eron—. Los seres humanos son demasiado expresivos. Es su manera. No puedes permitir que te ofendan tan profundamente —hizo una pausa por un momento y luego sonrió para sus adentros—Cometiste el mismo error la primera vez que jugamos palos. Una sonrisa vacilante curvó los labios de Aelyx. —Bueno, tú seguías acusándome de hacer trampa. —Lo sé. Lo hice para molestarte, y funcionó. Lo hizo, de acuerdo. Aelyx había tirado a su amigo al suelo, donde se habían involucrado en una pelea que les había ganado a cada uno una docena de latigazos. —No dejes que te provoquen, —dijo Eron— De lo contrario es a ti a quien se recompensa por su mal comportamiento y animarles a hacértelo de nuevo.
Aelyx asintió. —Tienes razón. Soy un idiota. —¿Qué fue eso? —preguntó Eron, ahuecando su oreja—. No te he oído. Dilo más fuerte. Aelyx rió y mostró un gesto grosero. —Demasiado tarde. Tengo que volver a clase. Eron le devolvió el gesto con una sonrisa y desapareció, dejando a Aelyx hacer su camino de regreso a Midtown High hacia el único ser humano que no quería dejar atrás.
Capítulo 10 Traducido por Emi_93 Corregido por Armonía&paz
Cara rompió un cuadrado de su barra de chocolate y mantuvo el bocado dentro de su boca, dejando que se derritiera lentamente en su lengua. El sabor vino gradualmente, tornándose una rica y cremosa dulzura y liberando un ligero aroma terroso. Ella suspiró con placer, abrió su novela favorita -un manoseado ejemplar de Jane Eyre —y se anidó más profundamente en los cojines del sofá. Antes de que hubiera terminado la primera página, Mamá entró al cuarto y se sentó en la otra punta del sofá con uno de esos suspiros pesados que decían, no quiero molestarte, pero voy a seguir haciendo estos pequeños sonidos hasta que me preguntes qué va mal. Así que Cara cortó la persecución. —¿Qué va mal? —Oh, nada. Cara le dio a su mamá un par de latidos para que cambiara de opinión, luego reabrió el libro. —Es solo... —comenzó Mamá. Cara bajó la novela con un suspiro propio. —¿Es solo qué? —Creo que seré forzada a dejar mi propio club de lectura. —¿Cómo ocurre eso? —Mindy Jordan sigue cambiando la hora de encuentro y mandándome e-mails. Parecía que las amigas de Mamá habían copiado el movimiento del libro de gobierno estudiantil. —Eso es exactamente lo que le pasó a Tori. Mamá metió un rizo negro detrás de una oreja e hizo una cara amarga.
—Y siguen insistiendo en leer ese libro fan-fiction sin editar con toda rapidez. Saben cómo me siento al respecto. —Lo siento —dijo Cara, dándole a Mamá un suave golpe con el pie.— Pero no tienes que salir con gente que te trata así. Puedes hacerlo mejor. —Lo sé —Mamá se echó hacia atrás y recostó los talones en la mesa de café.—Solo me preocupo a veces. No esperaba que la gente estuviera enojada por lo de Aelyx tanto tiempo. Es tan dulce. Acabo de oír sobre un levantamiento en Canadá, de entre todos los lugares. ¿Quién hace levantamientos en Canadá? —¿Los canadienses? Mamá no pareció apreciar la broma. —Estás siendo cuidadosa en clase, ¿verdad? Si cuidadosa quería decir antagonista a los estudiantes patrióticos, entonces sí. —Realmente cuidadosa. —Bien —dijo Mamá.—Y por cierto, SqueeTeen ha llamado de nuevo. —Nada de entrevistas —Entre presentaciones en la TV, e-mails de bloggers, y ahora pedidos de revistas, Cara se estaba sintien do sobrepasada. Además, en realidad estaban detrás de Aelyx, no de ella. —Eso es lo que les dije. La campana de la puerta sonó, y Mamá se levantó del sofá de un empujón para responder mientras Cara abría Jane Eyre. —¿Sra. Sweeney? —dijo la voz baja de un hombre. —Soy Ron Johnson. Este es mi hijo, Marcus. Nuestros hijos van a la secundaria Midtown juntos. Cara dejó el libro y se sentó. —¿Podemos entrar por unos minutos? —preguntó él. —Es importante. —¿Pasa algo malo en la escuela? —Sí, seguro que pasa. Uh-oh. Marcus debió contarle a Papi sobre el incidente de hace un par de días. Cara se incorporó y cruzó al otro lado del cuarto.
Ella miró a Ron entrar, seguido de Marcus, y se encontró a sí misma frotándose la espalda, recordando lo duro que había caí do antes de que Aelyx casi hubiera golpeado el brazo de Marcus hasta sacarlo de lugar. Ella no podía creer que Brandi estaba realmente saliendo con este imbécil. El actual rey o no, un asiento en la corte del baile no valían el intercambiar saliva con Marcus Johnson. Padre e hijo estaban vestidos de forma idéntica en camisas blancas abotonadas y corbatas negras haciendo juego con pantalones negros. El cabello de Marcus casi que había sido separado y engominado para poder ser dominado. Lucían como misioneros mormones sin las etiquetas con nombres y las sonrisas amistosas. Marcus se dejó caer dentro pesadamente hacia adelante con ambas manos en los bolsillos y mantuvo los ojos fijos en la alfombra. Ron saludó a Cara rápidamente con la cabeza. —Señorita Sweeney, Marcus tiene algo que decirle. —Él codeó a su hijo en las costillas. —Mi comportamiento el otro día —recitó Marcus como un niño estirado y petulante— no fue propio de un verdadero Patriota de la Tierra. Por favor, acepta mis sinceras disculpas. Sinceras su trasero. Pero ella había dicho algo sobre deshacerse de estos perdedores. —No te preocupes por eso. Ron sonrió y se volvió hacia su madre. —Los niños tuvieron un malentendido. —Él alcanzó su bolsillo del pecho y le pasó a mamá un pequeño panfleto el que algunos miembros de HCOL repartieron en la escuela. —Pero no es por eso que estoy aquí. El gobierno ha sobrepasado sus lazos con este programa de intercambio. Muchos de nosotros no queremos a un L'eihr cerca de nuestros hijos. Es tiempo de enviarlo a donde pertenece. —Oh —Mamá alzó una mano.— Nosotros no... —Ahora, escuche, —Ron echó una mirada alrededor de la sala de estar, frunciendo la nariz.— Entiendo las... tentaciones del dinero. —Traducción: Claramente, ustedes estúpidas están arruinadas como el infierno. —Pero pensemos en toda la comunidad, no solo en lo que es mejor para usted.
—Bueno, creo que es un maravilloso... —¿Cómo pudo traerlo aquí sin saber nada sobre los de su especie? — Ron pasó como en su casa, encaramándose en el brazo de sofá mientras Marcus seguía enfurruñado en la puerta principal.— Vi la entrevista. ¡Un total error! Esa reportera idiota tuvo la oportunidad de preguntarle al chico sobre problemas reales, y desperdició todo el tiempo hablando de su comida favorita y de lo "avanzado" que es él. —Él hizo una pausa por aire.— No me sorprendería si ella estuviera trabajando para el gobierno. Oh, hermano. Parecía que este tipo se había comido un emparedado de locura para almorzar un submarino. Mamá era demasiado dulce para despachar a este imbécil, pero Papá no lo era. En la lotería genética de la vida, Cara había sacado dos cosas de su padre: cabello rojo llameante y un temperamento fuerte. —Hey, Papá. —gritó ella desde el pasillo.— ¡Compañía! Ron movió sus pequeños ojos de comadreja hacia ella. —Y no puedo creer que dejaste que un alíen durmiera bajo el mismo techo que tu hija. Él probablemente quiera tener descendencia con ella. Ya he oído algunas historias sobre esos dos... La cabeza de Cara se levantó de golpe. —¿Qué? Papá entró por el pasillo, frotándose los ojos cansados. Acababa de terminar dos cambios de turno, lo que significaba falta épica de sueño. Increíble. —Mira quién está aquí —Cara usó una voz seudo-alegre.— ¡Los Patriotas de la Tierra! Papá gruñó y se pellizcó el puente de la nariz. —No estoy interesado. —Solo escúcheme, —Ron no le dio oportunidad de objetar.— Nuestro país se ha ido al tacho desde que los L'eihrs hicieron contacto. Todos esos saqueos y levantamientos han llenado nuestras cárceles, así que nadie está haciendo cumplir las leyes de droga. Ahora hay un vendedor de drogas haciendo negocios abiertamente a una cuadra de mi casa. ¿Sabes lo que le hace eso a los valores de propiedad? —Los L'eihrs trajeron a mi esposa de vuelta de la muerte, ¿y tú crees que me importan una mierda tus valores de propiedad? —soltó Papá. — Sal de mi casa.
—Pero mira las ramificaciones de la cura del cáncer , —dijo Ron, negándose tontamente a claudicar. —Los fumadores han incrementado un trescientos por ciento, y no me hagas empezar con el surgimiento en el uso de pesticidas. El cuarto entero quedó en silencio. ¿De verdad este tipo se había quejado sobre una cura universal para el cáncer? Todas las cabezas se volvieron mientras Aelyx entraba al cuarto usando una expresión confusa. Él deslizó un pequeño aparato en el bolsillo de su jersey y pasó la mirada de persona a persona, estrechando los ojos cuando se asentaron sobre Marcus. Papá dobló el dedo hacia la puerta trasera. —Ustedes dos vayan a caminar o algo así. En otras palabras, no quería que nuestro invitado presenciara la furia que estaba a punto de liberar. Cara agarró la manga de Aelyx y lo metió en la cocina. —Apresúrate —susurró ella. —No querrás estar aquí cuando explote, créeme. Mientras se escurrían hacia afuera, oyó la voz histérica de Ron gritando. —¡Tiene un arma! ¡La vi esconderla en su jersey! Que lunático. No hacía falta preguntarse por qué Marcus estaba tan arruinado. La voz de su papá explotó desde dentro de la casa. —¡Tengo una Glock, una pala y cinco acres de bosques, Johnson!
El crujido y chasquido de crujientes hojas secas encantó a los oídos de Cara. Ella pasó dando pisotones a través de hojas arrastradas por el viento como un niño jugando en un charco. —Amo este sonido. Y el olor —Ella alzó el rostro al cielo e inhaló profundamente a través de la nariz.— El aire es tan dulce en esta época del año. Pero Aelyx no estaba escuchando. Él se apoyó contra un árbol de maple, absorbido en un juego electrónico manual. Un tono juvenil sonó por entre sus palmas, seguido por un quejido computarizado.
—Hey —dijo ella.— ¿Eso es un Puppy Love? Él levantó la mirada con una expresión enfurruñada. —Algo está mal con tu juego. Mi perro murió de nuevo. —No he jugado a eso desde que tenía nueve. ¿Dónde lo encontraste? —No entiendo, —dijo él, ignorando mi pregunta. —Alimenté a la cosa, le asigné una cantidad razonable de ejercicio, lo mantuve bien hidratado. ¿Por qué murió? —Déjame ver —Ella se inclinó por sobre su hombro para ver la pantalla.— Oh. No le diste nada de amor. —¿Amor? —Sí. No recuerdo todas las opciones, pero haces pequeñas cosas para amar a tu cachorro. Como dejarlo dormir en tu cama, o rascarle la barriguita, o darle besos y abrazos. —Cah-ra, eso es absurdo. —Él apagó el juego y lo metió de nuevo en su bolsillo.— Todos los perros, incluso los que lo humanos han domesticado, responden a una intrincada jerarquía social, sin afecto. He establecido mi estatus como macho alfa para que el animal sepa su lugar. Luego le di todo lo que necesitaba para sobrevivir. No debería haberse muerto. —Um... es solo un estúpido juego para niñas pequeñas, Aelyx. Mi mamá me lo compró porque soy alérgica a los perros reales. ¿Cuánto lo has estado jugando? Él dudó y murmuró algo ininteligible. —¿Qué? No te oí. —Tres días. Es el único juego en tu colección que aún no he dominado. —Bueno, es lindo saber que puedo vencerte en algo —Empujándolo hacia adelante, ella se estiró hacia su bolsillo por su barra de chocolate a medio comer. Ella rompió un trozo y se lo pasó. —¿Qué es esto? —Él llevó el cuadrado marrón a su nariz. — Huele rancio. —Es chocolate. Lo amarás. —Eso dijiste de los Skittles. Vomité un arco iris después de eso.
—Cierto, pero tenía razón con la carne asada, ¿no es así? Con una dudosa mirada de costado, él metió el bocado en su boca. Segundos después, su rostro se contrajo en disgusto, y salió corriendo del estrecho sendero para escupir el chocolate al suelo. —¡Esto es horrible! —No puedes hablar en serio. El chocolate es la comida de los dioses. Aelyx se pasó una mano por la boca. —No de mis dioses. Cara se rió. —¿Adoran dioses en L'eihr? —Sí y no. —Una hoja amarilla pasó dando espirales frente a su vista y él la atrapó entre dos dedos, luego se detuvo para escupir al suelo una vez más. —Los Antiguos creen que L'eihr en sí misma fue la creación de toda vida nuestra Sagrada Madre. Sus hijos fueron los dioses y diosas del clima, abundancia, fertilidad, y demás. Como tus dioses griegos. Pero nadie cree ya realmente en eso. La adoración es más una tradición que una religión para nosotros, si eso tiene sentido. —Totalmente. —Ella se estremeció, frotando sus palmas juntas para crear calidez.— Me estoy enfriando; regresemos. Los Johnson ya se deben haber ido. —¿Y tú? — preguntó él.— ¿En qué crees? Lo siento, mi investigación indica que esta es una pregunta ruda, pero tú iniciaste el tema. Ella se lo imaginó rebuscando en libros y datos electrónicos para aprender sus costumbres, y la imagen mental la hizo sonreír. —No me molesta. No voy a misa a menudo, pero creo en Dios. Mucha gente dejó de creer cuando tus Viajeros aparecieron, porque los alienígenas no se mencionan en la Biblia. Pero ese tipo de pensamiento no tiene sentido para mí. Si crees en que Dios es lo suficientemente poderoso para crear la Tierra en siete días, ¿entonces por qué no pudo crear los otros mundos también? Aelyx asintió. —Eso suena razonable. —De todas formas, las iglesias de todo el mundo están medio vacías ahora. Las donaciones han bajado, y hay mucha menos compasión alrededor. No es que hubiera una tonelada para empezar. Es un poco triste.
Un viento fresco sacudió los árboles, enviando vibrante follaje rojo flotando por el aire. Ella levantó la mirada con admiración, a pesar del frescor. Era más que hermoso. —Los colores me asombran cada año. Podría ver a esas hojas por horas. —No están tan mal. Pero para mí, la verdadera belleza está aquí abajo. —Él señaló a los montones de hojas marrones que alfombraban el piso. —En los colores de casa. Una pizca de anhelo triste se agolpó en las esquinas de su boca, y ella sintió ese mismo tirón en lo más profundo de su barriga como un empático dolor. Ella se estiró y sacó una ondeada hoja marrón de su arbusto, y luego se la pasó. —Ten, un pequeño recordatorio de casa. Y mejor que el larun que intenté hornear. Él se rió y admiró su regalo, deslizándolo sobre su dedo índice como un anillo. —Esta hoja probablemente sabría mejor que tu pan. Con un jadeo, ella le golpeó el hombro y apretó el pecho con fingido escándalo. Él se vengó agachándose, alzando una brazada de hojas marrones, y tirándolas por el aire sobre su cabeza. Cara se echó al suelo, agarró dos montones de munición, y una guerra de hojas marrones estalló. Él corrió entre los árboles, esquivándola a cada intento suyo de agarrarlo, hasta que él se trepó a un nudoso tronco caído y cayó de espaldas. Con el corazón volando ante su inminente victoria, Cara cayó de rodillas y usó ambas manos para hundirlo hasta el cuello en el follaje. —Me rindo. —Riendo, él descansó ambas manos en su pecho y luchó por aire. Su cordón de cuero se había soltado, y sus cabellos del color de la miel se esparcieron por el suelo, en ruinas. Cara alzó un codo a un lado y sacó una ramita de su cabello. Ella solo abrió la boca para relamerse cuando un súbito movimiento atrapó su atención, y alzó la mirada para encontrar a Tori pisando fuerte hacia ellos desde la casa. Golpes medio visibles ocultaban media cara de Tori, pero su ojos visible no parecía muy feliz.
Probablemente porque ella había enviado un mensaje de texto más temprano sobre querer salir, y Cara había rogado por una verificación de lluvia. Ahora allí estaba ella, retozando en los árboles con Aelyx. Eso no podía verse bien. —Hey, —le susurró a Aelyx,— ¿te molestaría regresar a la casa? Te alcanzaré dentro en un rato. Él pareció entender. —Seguro. Mientras Aelyx trotaba lejos, Cara se puso de pie y comenzó a quitarse el polvo de encima, luego le ofreció a Tori una mirada tentativa. —No creí vinieras. —Sí. Porque estabas cansada y querías leer —Su mirada se endureció y se movió a Aelyx, ahora entrando a la casa. —Debió ser un libro aburrido. —No, estaba leyendo, pero entonces... —Parece como si quisieras estar sola con él. —Con un movimiento de su cabello, Tori se volvió y alejó como una atleta en zapatos planos sin punta. —¡Aguarda! —Ella trotó detrás de su mejor amiga, que se negó a ralentizar su frenético paso. —Espera, no es eso. —Cara agarró la muñeca de Tori, pero ella se liberó. —Juro que realmente estaba leyendo, pero entonces apareció Marcus... Tori se volvió, haciendo que Cara se detuviera torpemente. —Estás por él. —¿De quién? ¿Marcus? No es mi tipo —El patético intento de Cara de aligerar el ambiente no funcionó. —Esa es la verdadera razón por la que no querías rechazar el intercambio. —Sólo somos amigos, Tor. —Está jugando contigo. Espero que sepas eso. Cuando sea demasiado tarde y él arruine tu vida, recuerda este momento —Ella señaló al suelo,— ahora, cuando te advertí.
—Mira, sé que no eres la fan más grande de Aelyx, pero... —No confío en él, y tú tampoco deberías —Tori cambió el peso a una cadera mientras se estudiaba las puntas de sus propios dedos. Ella quedó en silencio por unos cuantos latidos antes de preguntar: —¿Recuerdas cuando dije que Jared Lee tal vez no me pidiera ir al baile a causa de todo esto? —Sí. Y yo dije que tú podías hacerlo mejor. —Bueno, decidí dar el paso y preguntarle yo misma. —Las mejillas oscurecidas de Tori lo dijeron todo. —Déjame adivinar. No fue bien. —Cuando Cara extendió una mano tentativa para reconfortar a su amiga, Tori se encogió hacia atrás. —Él no pudo huir de mí lo suficientemente rápido. Se mantuvo mirando por encima de su hombro como si no quisiera que nadie nos viera hablando. —Entonces no te merece. Los ojos caoba de Tori se fijaron en los de Cara. —O tal vez sabe que Aelyx está ocultando algo, y cree que estoy en eso. En ese caso, yo tampoco querría ser vista conmigo tampoco. —No esto de nuevo —Esto era por lo que no le había contado a Tori acerca de las visitas de Aelyx a los árboles o sobre haberlo atrapado en la nave. Ella sabía que Tori convertiría eso en algo siniestro. —Mira, he estado manteniendo un ojo sobre él, y realmente no es... —No, tú mira. —Tori movió un dedo índice en el aire.— No me acercaré a él de nuevo. Así que piensa en lo que eso significa. —Sin otra palabra, ella fue hacia su Prius y entró. Es él o yo. Eso era lo que significaba. Cara no conocía a esta extraña que se hacía pasar por Tori Chávez. Un nudo del tamaño de una pelota de tenis se alzó en su garganta mientas miraba a su más antigua amiga acelerar y alejarse. Habían peleado antes, muchas veces, pero nunca de esa forma. Cara se sentó en los escalones del porche del frente y descansó la barbilla en sus rodillas. Ella le daría a Tori un día o dos para que se calmara, y luego llamaría para arreglar las cosas.
Estaría bien. Tenía que creer eso... a pesar de los enfermos nudos formándose en su estómago.
Capitulo 11 —Oye, ven a ver esto.
Traducido por 3lik@ Corregido por Alee Foster
Aelyx observó a Cara presionar su rostro contra la ventana de la sala, con una mano ahuecada encima de sus ojos, la otra barriendo a un lado la cortina blanca. Temprano en la mañana la luz del sol entraba, bañando su piel clara, e iluminando esos diminutos vellos rubios que salpicaban su antebrazo. Cuando se acercó a la ventana, los cantos de la acera se hicieron más fuertes, y por fin pudo distinguir lo que los manifestantes musitaban en la última hora, ellos dicen aliados; nosotros decimos ¡MENTIROSOS! Ellos dicen acto de paz; nosotros decimos ¡EXPULSION! Cuando Cara se hizo a un lado, él entrecerró los ojos contra el brillo y miró al otro lado de la calle, donde una multitud fervorosa de cientos marchaban en circulos bajo la supervisión de la policía, agitando letreros para anunciar que la Ley de Acto de Expulsión de los L’eihr, podría revocar sus visas de estudiante si eso pasara. Confiaba en que no. —No eso. — Cara señaló el suelo delante de la casa. —Eso. Aelyx miró hacia abajo. “L’dedores”. Alguien había pintado la palabra en la hierba. Una densa niebla se instaló en el interior de sus pulmones. Las protestas se habían vuelto más violentas cada día. La paranoia humana no había tocado su punto algido, pero no tendría que esperar mucho. Esto era lo que él quería, así que ¿por qué de repente tenía que luchar para recuperar el aliento? ¿Por qué sentía el peso invisible agachándole sus hombros otra vez? —De loco, ¿eh? El estómago de Cara rugió y se llevó una mano sobre él. —Tengo que comer antes de irnos. Habían decidido pasar el fin de semana recolectando muestras de agua de una reserva natural en el condado vecino. Muestras de suelo, también. Los Ancianos le habían pedido que recopilaran una variedad para el análisis científico, aunque no explicaron el por qué. De todos modos, estaba ansioso de escapar del escrutinio Patriotico y pasar un día tranquilo con Cara.
Él la siguió a la cocina, donde el olor a humo de salchichas y huevos llenó sus fosas nasales. El olor de la comida humana ya no le revolvía el estómago, pero eso no significaba que él disfrutara comiéndola. Tostadas de trigo cubiertas con una rebanada de carne de res, ya en la mesa para él, era el único desayuno que podía tolerar. —Buenos días a los dos. Eileen se inclinó sobre el fregadero, con los brazos sumergidos hasta los codos en agua jabonosa. Bill se puso de pie al lado de su esposa, un brazo envuelto alrededor de su cintura mientras enjuagaba una sartén de hierro con su mano libre. —Buenos días —Poniendose de puntillas, Cara colocó un breve beso en la mejilla de su padre, mientras llegaba al gabinete a por un plato. Informal, los toques afectivos parecían tan naturales en esta familia como respirar, y aunque los Sweeney se las arreglaron a su manera para darle la bienvenida, Aelyx siempre se sentía como un extraño en estos momentos. Él se sentó a la mesa y se concentró en su tostada. —Oye, papá, ¿crees que deberíamos llamar al coronel Rutter? Las protestas están bastante mansas por ahora, pero él puede enviar si desea algunos guardias a…. — ¡No! Aelyx gritó antes de pensarlo mejor. Los tres Sweeneys se giraron para verlo. —Los, eh, Ancianos piensas que la presencia militar provocará más miedo entre los seres humanos. Si te sientes amenazada, me uniré al coronel en la instalación militar más cercana. —Yo no me preocuparía por eso de todos modos, Bill le dijo a Cara. —Se trata de Midtown, no de Manhattan. Aquí no pasa nada. Él y Eileen regresaron su atención a los platos del desayuno, pero Cara no se aplacó con tanta facilidad. Ella lo estudió durante varios segundos antes de verter el cereal y la leche fría en su tazón y unírsele a la mesa. Cuando no pudo sostenerle la mirada por más tiempo, sacó el juego Amor de Cachorro de su bolsillo para alimentar al canino número doce. Y a pesar de que iba en contra de toda lógica, cambió la configuración para que el animal pudiera dormir en la cama de su amo. Esperanzado de que éste fuera a sobrevivir.
Cara miró por encima del hombro la pantalla. — ¿Has matado a once cachorros? —Es evidente que tu juego es un vicio. Pero no te preocupes. Lo dominaré. Ella se encogió de hombros, murmurando sobre un bocado de cereal, — Lo que digas, asesino de perros.
Cara observaba a una libélula descender con delicadeza en el agua y montar la corriente río abajo. Zigzagueó alrededor de un cúmulo de piedras que sobresalían con musgo verde y salió de la vista. Ella cerró los ojos, rozando dos dedos por la superficie helada fluyendo. —Así que dime por qué necesitas estas muestras
dijo.
Aelyx se agachó cerca de una mancha de barro agrietado. Atravesó la tierra con algo que parecía una aguja hipodérmica de gran tamaño. —No estoy seguro, pero creo que nuestros científicos quieren analizar los contaminantes y contrarrestar el daño. — ¿Por qué? — ¿No es obvio? Él sonrió y negó con la cabeza. — A juzgar por estas lecturas preliminares, han contaminado a este planeta muy a fondo. —No, quiero decir, ¿por qué se preocupan los L’eihrs por el medio ambiente? ¿Por qué quieren ayudar? —Supongo que por la misma razón por la que les dimos la cura. Un gesto de amistad— Él volvió a meter la aguja en el utensilio a su lado y tocó la pantalla gris brillante con información. Pero la amistad se basa en dar y recibir. ¿Qué tienen los seres humanos para ofrecer? Además, a juzgar por cómo actuaban los fríos L’eihrs, ella no se imaginaba la amistad encabezando su lista de prioridades. Decidió no presionar en el tema, sin embargo. Si lo ponía a la defensiva, él podría no responder a sus otras preguntas. Aelyx entrecerró los ojos en la pantalla. — ¿Se está haciendo algo aquí? — ¿Cómo qué? — ¿Derrame químico o algún otro tipo de contaminate?
—No lo creo Ella encontró un parche seco de grava y se sentó con las piernas cruzadas. —Hey, ¿puedo preguntarte algo sobre lo que dijiste en la última entrevista? Aelyx desmanteló la herramienta y metío la mano en su bolso en busca de otra aguja. —Por supuesto— Él volvió a montar el dispositivo y lo sumergió en el río. —Bueno, estoy sobre todo curiosa por la vida que hay en otras galaxias. Dijiste que tus Viajeros buscaron por diez años para encontrar personas como nosotros. ¿Qué otra cosa fue lo que encontraron? Él sacudió el instrumento lleno de agua y lo guardó en su bolso. —Si Sharon fuera una periodista decente, ella habría preguntado eso —Él subió a la orilla del río y se sentó en la grava junto a ella. —Explorar el universo en busca de seres vivos es algo más difícil de lo que puedas imaginar. —Pero tus naves son tan rápidas. ¿No envían los L’eihr a muchos de ellos en todas las direcciones? —No es así de simple Aelyx cogió una rama caída y lo partió por la mitad. Utilizó el borde puntiagudo para dibujar un gran círculo en el barro. —Quiero que imagines este círculo como una pequeña fracción de nuestro universo. El universo mismo que se ocupa de toda la tierra que nos rodea, tan lejos como la vista alcance. ¿Me sigues? —Si. —Dentro de este círculo hay miles de millones de planetas. Algunos de éstos se pueden eliminar como fuente de vida porque sus climas son demasiados fuertes, pero hay millones que aún no han sido explorados. Incluso con cientos de naves, imagína cuánto tiempo les tomaría sondearlos a todos. —Vaya. —Sí, vaya. Él cogió un puñado de guijarros y los dispersó dentro del círculo. —Estos representan las pocas formas de vida que existen en nuestra pequeña sección de universo. Ten en cuenta que forma de vida no significa necesariamente que sea vida inteligente. Algunos planetas, especialmente los más jóvenes, sólo contienen bacterias y organismos unicelulares. Ella jugueteaba con una piedra lisa, sintiéndose de repente muy pequeña e insignificante. — ¿Cuánta vida inteligente hay allá afuera?
—Honestamente, no lo sé. Nuestros Viajeros encontraron al menos una docena de posibles formas de vida, pero quién sabe cuántas más existan fuera del círculo. Encontrar a los seres humanos fue equivalente a ganar la lotería, incluso después de diez años de búsqueda. — ¿Aquellas formas de vida inteligente
puede viajar a otros planetas?
— Ninguno que hayamos encontrado Aelyx se levantó del suelo y se echó la bolsa al hombro. —Pasamos un claro en el camino aquí. Me gustaría volver a por más muestras Él le tendió la mano para ayudarla a levantarse. Ella dudó, la tomó por sorpresa. Aparte de su primer apretón de manos, Aelyx nunca había iniciado un contacto físico con ella. Ni una vez. Ella alcazó su mano, pero él cambió de idea en el último segundo y se giró para seguir su camino. — ¿Los otros aliens se parecen a nosotros también? poniéndose de pie por su cuenta.
Preguntó ella,
—Sí y no. Por lo que he aprendido, todos ellos caminan en posición vertical, pero sus extremidades y rasgos faciales son diferentes. —Pero sin tomar en cuenta la evolución, Los L’eihrs y los seres humanos son prácticamente idénticos. Nuestro ADN es casi el mismo. ¿Es extraño que dos especies a años luz sean tan similares? —Lo extraño es infinitesimal creas las antiguas leyendas.
dijo con una sonrisa, —A menos que
—Oh, antiguas leyendas alienígenas Ella hizo una pausa para saltar sobre un tronco caído. —Eso suena espeluznante. —De acuerdo a las viejas historias y por viejas, me refiero a hace miles de años, una legión de soldados L’eihr fueron sacados de su campamento en la víspera de una batalla importante. — ¿Qué les pasó? —Supuestamente, una enorme nave espacial descendió de los cielos y sobrevolaba el campamento de los soldados. Entonces todos ellos desaparecieron en el interior de la nave. En ese momento, no teníamos la tecnología para los viajes interplanetarios, por lo que nuestros ancestros culpaban a sus dioses. De todos modos, alguna de mi gente cree que
descienden de los soldados secuestrados que estaban dispersos por toda la galaxia, y los humanos son los descendientes de los antiguos L’eihrs. —Pero los L’eihrs han evolucionado más allá de los seres humanos. ¿Cómo explicas eso? —Simple. Él se detuvo para alisar su cabello hacia atrás y volver a fijarlo. —El programa de cría es en gran parte responsable de nuestros avances. Los humanos procrean sin tener en cuenta el mejoramiento de su especie, eso representa sus puntos débiles. Sin ánimo de ofender. —No lo has hecho
. Ella rodó los ojos.
—Pero esta es la parte más interesante. Algunos de los Antiguos tenían los ojos azules. — ¿En serio? —Como los tuyos. De acuerdo a tu comunidad científica, todos los seres humanos tenían los ojos marrones hasta hace unos diez mil años, cuando ellos creen que se produjo una mutación. Alguna de mi gente cree que no hubo tal mutación, sino que nuestros ancestros trajeron ese rasgo a la Tierra. — Empujándola suavemente con el codo, agregó, —Tú y yo podríamos ser parientes. —Sí, claro. Puedo ver el parecido familiar. Pero ¿por qué tus ojos no son azules? —Parece ser que el rasgo se extinguió. —Pero, ¿cómo puede ser todo esto posible? ¿Qué pasa con la teoría de la evolución en la Tierra? —Cah-ra la cree.
dijo con una sonrisa, —es sólo una vieja leyenda. Casi nadie
—Oh, está bien Ella se sintió estúpida por emocionarse a lo largo de una historia tonta, pero por alguna razón, la historia le trajo escalofríos a su piel. Por suerte, otra pregunta le vino a la mente e hizo a un lado los pensamientos de leyendas espeluznantes. —Me dijiste que los clones son una especie de incubados en una máquina, ¿no? —Has simplificado el proceso, pero eso es básicamente.
—Pero, ¿qué pasa después? ¿Cuando nace el bebé, o está completamente desarrollado, o lo que sea? ¿Quién los crían? ¿Hay suficientes padres para todos? Aelyx se detuvo en el borde del claro, escudriñando el suelo buscando el mejor lugar para tomar su próxima muestra. —Nuestra población está cuidadosamente controlada, por lo que cada generación sustituye perfectamente a la anterior. Debido a eso, sí, hay suficientes cuidadores para todos. Pero todos somos criados y educados en un gran comunidad llamada Aegis hasta los veintiún años y dejados para los cuarteles ocupacionales. Cada distrito tiene su propio Aegis, y la mayoría de nosotros vamos allí después de salir de los úteros artificiales. — ¿Es un recinto como un pueblo? —Más bien como un estado, y sólo hay cinco de ellos. Recuerda, que nosotros no somos muy pobladores. Todo L’eihr podría vivir dentro de Texas Él la miró y le sonrió. —Con un montón de espacio para extenderse. —Dices que la mayoría van a Aegis. ¿Qué pasa con los que no van? —Algunos ciudadanos pueden adoptar un clon si comparten lazos de sangre con él. Se les permiten mantener al bebé durante dos años, pero es bastante raro. —Espera. ¿No serían iguales a sus propios antepasados? —No Sacudió la cabeza y soltó una risa suave. —Algunos gemelos humanos son genéticamente idénticos, ¿verdad? —Así es. — ¿Eso quiere decir que sean la misma persona? —Buen punto— Sin embargo, fue difícil envolver su mente alrededor de todo el asunto clon. No podía imaginarse cambiar de pañales a una réplica infantil de su abuelo. — ¿Así que después de dos años, los padres no pueden ver más a su... clon adoptivo? Aelyx levantó la mirada, sus ojos plateados se calentaron. —Por supuesto que pueden ver al niño. Pero no existen familias como las que conoces en la Tierra en L’eihr—. Él se arrodilló en el suelo y empujó la herramienta de la aguja en la tierra.
Se unió a él, sentándose con las piernas cruzadas en los tobillos. — ¿Fuiste adoptado por alguien? — No. Pasé del útero directo a Aegis. — ¡Oh!
De repente todo tenía sentido.
— ¿Qué pasa?
Él corrió alarmado y miró a su alrededor.
—Es por eso que no puedes soportar que te toquen. — ¿Qué? —Prácticamente fuiste criado en un orfanato. No tuviste una madre a quien abrazar o un padre a quien estrechar la mano. Eso explica por qué odias que te toquen. Ella reflexionó sobre sus recuerdos de infancia más queridos: cabalgar sobre los hombros de su padre, acurrucarse con sus padres bajo mantas gruesas durante una tormenta eléctrica, acobijar se en el regazo de su madre mientras le contaba historia. Ella no podía imaginar crecer sin eso. Aelyx rió secamente y se arrodilló en el suelo delante de ella. — No odio que me toquen. —No seas ridículo, por supuesto que sí. Te echas atrás cada vez que mi madre te pone una mano encima— Ella soltó una risa rápida. —No pudiste haber sido colocado con una familia más sensiblera, sabes. —Mi educación no era completamente carente de contacto físico. Nuestros cuidadores saben que se requiere cierto tacto para el desarrollo adecuado del cerebro. —Cierto. Y apuesto a que no te sostuvieron un segundo más de lo que tenían que hacerlo. Mira, no tienes que ponerte a la defensiva. Me alegro de finalmente enterder por qué eres... bueno, tu forma de ser. Él sonrió y negó con la cabeza. —No hay nada de malo en mí. —Está bien, entonces,
dijo ella. —Demuéstralo.
El brillo detrás de sus ojos, le dijo que aceptó el desafío. — ¿Cómo? —Tócame Ese brillo murió muy rápido, tal como ella lo esperaba. Era evidente que estaba bien, así que ¿por qué no iba a admitirlo? — Adelante.
Ella se acercó más y sostuvo su palma hacia adelante. — ¿De qué tienes miedo? Él dudó y luego extendió la mano hacia ella con una mano vacilante. Pero en lugar de entrelazar sus dedos con los suyos, los pasó a través de su cabello. Escalofríos bailaban a través de su nuca, y ella cerró los ojos de forma automática. —Admito que el afecto físico es ajeno a mí dijo, —pero eso no significa que cada contacto sea una tortura. ¿Ves? Te estoy tocando ahora mismo. —No del todo. El cabello no cuenta.— Quería sentir su piel. Pero cuando Cara abrió los ojos y se preparó para decirselo, vio una sombra que se movía a la altura en su periferia. Ella se echó hacia atrás con un jadeo. —¿Qué pasa? campo.
Aelyx siguió su mirada hasta la zona boscosa frente al
— Hay alguien ahí. — ¿Estás segura? Su cuerpo se tensó visiblemente mientras escudriñaba el paisaje vacante. —Segura se agitaban.
Ella señaló hacia el bosque, donde un grupo de ramas bajas
La figura oscura había desaparecido, pero lo había visto. Los escalofríos en su cuello se extienden hacia abajo, dejando la piel de gallina en sus brazos. Alguien los seguía observando. Podía sentirlo. —Vamos cosas.
dijo Aelyx, sin perder tiempo en levantarse y en recoger sus
—Si — Cara se puso de pie y comenzó a ir en la otra dirección. Ella intentó decirse a sí misma que era probablemente sólo un excursionista, pero eso no le impidió acelerar el paso.
Capitulo 12 Traducido por MaryJane Corregido por EffyVas Lunes, 16 de noviembre De barros y hombres: es Lunes de Debate de Cultura. ¿Alguna vez se preguntaron qué hacen en L'eihrs por diversión? ¿Cómo dicen adiós? ¿Con qué gestos de la mano la mayoría de ellos se ofenden? En realidad, no voy a contestar eso último. Basada en los e-mails espirituales que he estado recibiendo (por cierto, llamarme puta pelirroja es totalmente poco original), muchos de ustedes utilizarán dicha información para mal, no para bien. Así que en su lugar, vamos a hablar de un rito de paso. Olviden el Bar Mitzvá. En L'eihr se convierten en hombre (o mujer) durante Sh'ovah. Cuando los ancianos deciden que están listos, lo que ocurre entre los trece y los diecisiete años, hacen un juramento a la "Sagrada Madre " (el planeta), y entonces todos sus compañeros esperan en la cola y el barro mancha su cuerpo desnudo para simbolizar su unión con ella. ¡Mazel Tov! Suena más interesante que mi rito de paso: unOlive Garden totalmente vestido para los dulces dieciséis. Eso es todo por ahora. Vuelvan para miércoles Trivial y de nuevo durante el FAQ el viernes. La pregunta más común enviada por correo electrónico la semana pasada fue "¿Cómo han evolucionado los L'eihrs?" Le preguntaré a Aelyx y me contactare con ustedes. Tengan una gran semana, amables y no tan amables lectores. ¡Todos los 855,947 que son ustedes! Publicado por Cara Sweeney 15:14
Después de subirlo a su blog, Cara dejó el laboratorio de computación para unirse a Aelyx en su casillero. Pero sintió que algo no estaba bien. Cuando abrió la puerta de metal, su suave chasquido resonó en el pasillo lleno de gente. Los susurros habían reemplazado las conversaciones generalmente bulliciosas, e incluso el chirrido y el clic de pisadas sonaban tenues. Raro. Se volvió hacia Aelyx. —¿Has visto a Tori? Se saltó psicología, pero sé que está aquí.
Tori había hecho un trabajo medianamente decente jugando al escondite, pero Cara la había visto metiéndose en el hueco de la escalera después del último período. Y después del incidente espeluznante de ayer en la reserva natural, ella quería mantener a sus amigos cerca. —No, pero por lo general no voy a buscarla —se apoyó en el siguiente casillero— Pareces enfadada. ¿Estás bien? No, ella no se encontraba bien. A pesar de todos los mensajes de teléfono que había le dejado a Tori, entre ellos varios ¿perdóname? No habían hablado en días. Cara se llevó la uña del pulgar a su boca, pero no quedaba nada para morder. —Tori todavía está enojada —dijo— Cancelé algunos planes de la semana pasada, y ella cree que es porque salía contigo. —Ella me desprecia. —No, no lo hace —cuando él levantó una ceja, ella admitió— Está bien, lo hace, pero sólo porque no te conoce como yo. Pero si… —Ahí está —Aelyx asintió a algo detrás de ella. Él esbozó una débil sonrisa y le palmeó el hombro para consolarla, como si supiera algo que ella no. Le recordó a la vez que su papá le dio la noticia sobre el cáncer de mamá—Voy a esperar aquí, por si me necesitas. Un aleteo cosquilleó en su pecho mientras se daba la vuelta y veía a Tori apoyada contra la pared del fondo, con las manos en los bolsillos traseros de sus vaqueros ceñidos. La mitad del equipo de lacrosse, incluyendo a Eric y Marcus, se agrupaba a su alrededor. Tomando una respiración profunda para calmarse, Cara se colgó la mochila al hombro y se dirigió rápidamente hacia el grupo. Cuando se detuvo frente a ellos, fue Marcus, no Tori, quien habló primero. —Tenemos que habl ar, Sweeney —se cruzó de brazos y ladeó la cabeza hacia un lado en el gesto universal de impostores intentando parecer rudos. ¡Qué idiota! No es de extrañar que hubiera pasado su posición en la clase tan fácilmente. —Vamos, Tor, no me puedes ignorar para siempre. Vamos a un lugar a hablar, sólo nosotras.
Pero Tori no se movió. En lugar de ello, estudió las puntas de sus botas de plataforma y murmuró:—Escucha lo que él tiene que decir. Entonces sucedió algo que hizo que el estómago de Cara girara como un yo-yo. Eric tomó la mano de Tori y le dio un apretón tranquilizador. Eric y Tori. Tocándose. No computa. Los ojos color moca de Tori se abrieron, y ella apartó la mano, mientras que Eric se pasaba los dedos por el pelo, encontrando la mirada de Cara el tiempo suficiente para traicionar su culpabilidad. Espera, ¿culpa? Eric y Tori ¿juntos? No, eso no podía ser cierto. A Tori le gustaba Jared Lee, no Eric. Tori odiaba a Eric. Cara debió haber malinterpretado las señales, algunos cables en su cerebro se debieron haber cruzado. Marcus la arrastró de sus pensamientos confusos por un momento. — Hemos sido pacientes con tu familia hasta el momento… —Claro. Si paciencia significa vomitar mentiras y propaganda y hacer huelgas en mi casa todos los días, tienen la paciencia de un santo. Un pequeño músculo en la sien de Marcus se contrajo visiblemente bajo su piel rojiza, y ella sabía que a él le encantaría acercarse y ahogar a alguien a ella. Ella señaló con el pulgar hacia Aelyx, aun observándolos desde su casillero. —Adelante. Tal vez él saque tu brazo del sitio esta vez—¿Era sólo su imaginación, o Tori había curvado su cuerpo hacia Eric? Sus frentes se encontraban apenas a seis centímetros de distancia ahora. —Hasta que lo envíes a casa, —dijo Marc— ninguno de nuestros miembros se asociará con tu familia de ninguna manera,— el hizo un gesto con la mano en el aire—Hablamos de un rechazo total. —La mejor noticia que he oído en todo el día. ¿Pueden empezar ignorándome en cinco minutos? Al parecer, Marcus había llegado a su límite. Después de darle una mirada capaz de derretir la cara de un reloj congelado, se alejó con su equipo, dejando a Tori y Eric atrás. Los dos se miraron, mejillas ruborizadas mientras jugueteaban con las correas y presillas de sus bolsos.Más importante aún, Tori no insultaba a Eric el pájaro o lo maldecía en español.
Oh, Dios. Ellos realmente estaban juntos. Su mejor amiga y su ex. Los carteles y pancartas se veían borrosos. El aire se espesó hasta que le fue imposible respirar. El cercano zumbido de una fuente de agua sacudió su cráneo. No tenía sentido, siempre se habían odiado mutuamente. ¿Y qué de Jared? A menos que... Un fragmento de una conversación destelló en la mente de Cara: Estoy aquí para asegurarme de no dejar a ese idiota engatusarte para que vuelvan a estar juntos. Tori había mencionado eso justo después de la ruptura. Siempre decían que había una delgada línea entre el amor y el odio. ¿La ira había sido la atracción de Tori y de Eric? ¿Todo lo que habían hablado de Jared simplemente fue una distracción? Y si ese fuera el caso, ¿Eric nunca la había amado en absoluto? Con el paso de cada segundo en silencio, la máscara confiada de Cara se evaporaba, dejando atrás diminutas gotas de sudor sobre su labio superior. —¿Desde cuándo? —la voz de Cara tembló y tragó saliva— ¿Incluso antes de romper? —¡No! —Eric sostuvo ambas palmas hacia adelante— Ella empezó a venir a las reuniones. Hablamos mucho, sobre todo acerca de ti, y eso... —Simplemente ocurrió —terminó Tori, mirando al suelo. —Unh-uh —Cara negó con la cabeza, tratando de aclararlo como un Etch a Sketch 15— Un grano simplemente ocurre. Mi mejor amiga buscando a mi ex no simplemente ocurre. —¿Por qué te importa? —Eric señaló por encima del hombro hacia Aelyx— ¡Me reemplazaste primero! —No, no lo hice. Pero esto no tiene nada que ver con él. El chico al que una vez ella había amado se había ido, y ella lo había aceptado. Pero incluso si no quería recuperar a Eric, él le había hecho daño. Él era el enemigo, y el Código Universal de Chicas estipulaba que las amigas debían agruparse para odiar al bastardo hasta la muerte. —Esto explica tu pequeña transformación —Cara movió su mano, indicando el corte de pelo y el maquillaje de Tori, incluyendo su
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brillo. ¿Cuántas veces había besado Tori a Eric con ese brillo que le había robado, en los labios? —Y cómo olvidaste a Jared tan rápido. ¿Quién eres? —Esto —dijo Tori, tirando de su ropa, — no tuvo nada que ver con E. —¡Oh, rayos! ¿Lo llamas E ahora? —¡Tal vez sólo quería que alguien me mirase de la manera en que Aelyx te mira! —Cierto. O tal vez… —un destello dorado en la escotada blusa de Tori le llamó la atención, deteniendo a Cara en medio de su charla. Alas de ángel. Una fiebre lenta quemó su rostro, su pulso golpeaba tan fuerte que lo sentía en los lóbulos de las orejas. Todos los miembros de HCOL, incluyendo ahora a Tori, la evitarían. Así que, no sólo Tori había traicionado su confianza, sino que la iba a apartar completamente. El amor, las risas, de seis años de amistad. Todo había terminado. Algo enfermo y terrible se hinchó dentro del pecho de Cara, amenazando con desestabilizarla. Las lágrimas picaban detrás de sus ojos, y sabía que no podía mantenerse fuerte por mucho más tiempo. —Vamos —los propios ojos de Tori se le llenaron de lágrimas— No me mires así. Si solo dejas el programa, podemos encontrar una manera de… —¿Para qué? ¿Retomarlo donde lo dejamos? —De ninguna manera en el infierno. Aclarando el espesor en su garganta, Cara logró reunir suficiente rabia para devolver el golpe— Espero que te pegue cualquier tipo de enfermedad que haya pillado en el Ho Depot. El cuchillo entre sus omóplatos le hacía difícil darse vuelta, pero lo hizo. Y con la cabeza bien alta, mientras caminaba por el pasillo y salía por la puerta principal como si su corazón no hubiera sido pulverizado, hecho puré, arrojado al suelo y pisoteado por los cerdos. En el momento en que llegó a la zona de estacionamiento, estaba completamente cegada por lágrimas. — ¡Cah-ra! —gritó Aelyx desde atrás, pero no se detuvo. Él la tomó del brazo y suavemente la volvió hacia él. —Lo siento. Sabía que esto iba a pasar.
—¿Qué? ¿Sabías de Eric y Tori? —¿Era la última en saberlo? ¿Podría esto volverse más embarazoso? —Espera. ¿Son una pareja? —Él negó con su cabeza marrón borrosa— Esperaba que ella terminara su amistad, pero nunca pensé que fuera a asociarse con Eric. —Lo sé, ¿verdad? —Probablemente unidos por su odio hacia mí. Lo siento mucho. —Sólo quiero ir a casa. Él asintió y la llevó a la senda boscosa.
Aelyx apoyó la frente contra la pared que compartía con el dormitorio de Cara y se encogió ante sus sollozos ahogados. Durante su camino a casa, casi la hizo sonreír de nuevo, hasta que entraron por la puerta atrás y Eileen había dicho: —¿Qué pasa, Pimienta? Te ves como si hubieras perdido a tu mejor amiga. — Cara había llorado sin interrupción desde entonces. Cada estornudo y aliento enganchado picaba sus pulmones como si su dolor fuera el suyo propio, pero por mucho que él quisiera consolarla, no sabía cómo. Con frustración, apretó sus manos en puños. Él era un L’eihr clonado de los archivos a la altura de la perfección de su especie. Seguramente podría pensar en una manera de hacer que Cara se sintiera mejor. Antes de que tuviera la oportunidad de tener una idea, su com-esfera fue llamada, emitiendo la baja frecuencia que sólo él podía oír. Corrió a su cajón de la cómoda, sacó el dispositivo, y susurró su nueva clave de acceso. —Elire. Syrine y Eron aparecieron ante él, la primera sentada con sus piernas dobladas debajo de ella sobre una alfombra trenzada y el segundo agachado dentro de una bañera de porcelana, como de costumbre. —¡Mi sh'alear está funcionando! —dijo Syrine, riendo y extendiendo sus dos primeros dedos en señal de saludo —¿El tuyo? Aelyx asintió. Después de varios viajes en el bosque con agua y para fertilizar su planta de semillero, finalmente había notado que el campo adyacente de cultivos de soja comenzaba a marchitarse en respuesta a los cambios que su planta nativa había promulgado en el suelo. Cuando la familiar sensación de culpa se apoderó de él, se consoló con el conocimiento
de que los cambios eran sólo temporales. Los cultivos reanudarían su actividad normal después de que desarraigara la sh'alear y partiera de la Tierra. Pero no pasaría mucho tiempo para que los humanos se dieran cuenta de las anomalías y las vincularan a la presencia de cada estudiante de intercambio L'eihr, exactamente como habían previsto. —Las uvas de este año deberían producir una cantidad inusual de la vendimia, —se regodeó Syrine, viéndose más feliz desde que salió de casa. La frente en miniatura de Eron se arrugó. —¿Y si nos equivocamos? Aelyx sintió que sus cejas se levantaban mientras Syrine retrocedía como si hubiera olido algo que apestara. —¿Equivocarnos? —gritó ella —¿Sabes lo que descubrí a mi humano haciendo anoche? ¡Ocultando una cámara de video en mi habitación! Afortunadamente, mi electro-circuito me alertó antes de que me hubiera quitado la ropa. O peor contactado a alguno de los dos. —Gracias a los dioses —susurró Aelyx. Al larguirucho francés realmente le hacía falta una patada en los órganos reproductores. Brandi Greene había seguido molestando Aelyx con miradas anhelantes y sonrisas secretas, pero por lo menos no invadía su dormitorio. Todavía. —¿Qué te hizo cambiar de opinión, Eron? —Mi familia —se contuvo y se corrigió: —Mi familia anfitriona, quiero decir. Ellos me han hecho uno de los suyos. Especialmente el pequeño, Ming. —¿El que quiere jugar a los invasores extraterrestres todos los días? — preguntó Aelyx. Una sonrisa brillante curvó la boca de Eron, tan amplia que arrugó la piel alrededor de sus ojos. —A las familias sólo se les permite un hijo aquí, pero Ming fue adoptado después de que sus padres murieron. Él nunca pensó que tendría un hermano, pero ahora dice que tiene uno. — Eron sacudió la cabeza como si tuviera temor —Él me llama su hermano. Aelyx no sabía qué decir. No podía dejar de recordar cómo Cara había cuadrado los hombros y valientemente enfrentado a sus compañeros antes de ese día. Ella había sacrificado cada una de sus relaciones por él, y al igual que la familia de acogida de Eron, los Sweeney habían abrazado a Aelyx
como propio. Pero eso no cambiaba el hecho de que los Sweeney eran minoría entre los seres humanos. —No podemos dejar que nuestros apegos emocionales se interpongan en el camino de lo que es mejor para L'eihr —le dijo a su amigo— Analicé sus muestras de agua. Miren lo que los seres humanos han hecho a su propio planeta. Ahora imaginen lo que toda una colonia de ellos haría a la nuestra. —Estoy de acuerdo—anunció Syrine sin una sombra de duda en su voz —Eron, sabes que siempre he admirado tu empatía —cuando él asintió en respuesta, ella suavizó su tono con comodidad— No somos como los Ancianos. Nuestras emociones son volátiles, pero nunca olvides lo que los seres humanos son capaces de hacer. Incluso si uno muestra potencial, nunca olvides que la especie en su conjunto es inferior. Observa y ve cómo reaccionan a la sh'alear. Ya están empezando a notarlo, he estado buscando sus discusiones en la red. Algunos de ellos creen que los cultivos se marchitan cerca de nosotros porque hemos enfurecidos a su Dios. Los seres humanos han librado guerras por menos que esto. —Pero tal vez hemos creado una profecía auto-cumplida —se opuso Eron — Disponiéndolos a fracasar. Syrine negó con la cabeza. —Si realmente hubieran evolucionado, habrían pasado la prueba. ¿No estás de acuerdo? Eron no lo negó, pero Aelyx contribuyó a la discusión de todos modos. — Sé que nuestras tácticas son deshonestas, pero los humanos se levantarían a la ocasión si fueran capaces. El Aegis acordó esto meses atrás. ¿Vas a ser el que les diga que ha cambiado el plan? ¿Qué apoyas la alianza ahora? —No —dijo Eron, recostándose contra la pared de azulejos— Probablemente tienes razón. Es sólo… —Un golpe lejano, seguido por la voz de un niño interrumpió a Eron, extendió dedos hacia delante en una apresurada despedida antes de apagar su esfera y desaparecer de la vista. Syrine dio un profundo suspiro y siguió. Un familiar punzada palpitó bajo el esternón de Aelyx. Por ahora, lo sabía bien. La culpa, su compañera constante. Si sabotear la alianza era lo correcto para hacer, ¿por qué se sentía tan mal? Su instinto le dijo que tenía algo que ver con la chica pelirroja llorando en la habitación de al lado, Cara, o Elire, como había llegado a pensar de ella. Cuando regresara a casa, la dejaría para enfrentar las consecuencias de
sus acciones, sola contra todos aquellos humanos furiosos. No podĂa negar que se equivocaba en toda manera posible.
Capitulo 13 Traducido por Lililamour Corregido por EffyVas
Usando la uña de su pulgar, Cara trazó el grabado en el colgante con forma de corazón que Tori le había dado la última Navidad. "La amistad es una mente en dos cuerpos". Cierto. Hasta que tú mejor amiga por siempre se salía de tu mente e iba tras el cuerpo de tu ex-novio. Si cerraba los ojos, aún podía escuchar la sonriente voz de Tori. “Si estamos compartiendo un cerebro, es mejor que sea el tuyo”, había dicho. “O estamos jodidas como una puta en el día de pago”. Se habían reído y pasado el día rebotando entre sus casas, hartándose de panettone y pastel de nuez, finalmente aterrizando en la habitación de Tori a medianoche para jugar Mad Libs sucio. ¿Cómo todo se había venido abajo tan rápido? ¿Habían realmente dejado que algo tan trivial como un chico se interpusiera entre ellas? Cara nunca pensó que podría suceder. Ya echaba de menos a Tori, y ni siquiera había pasado un día completo. Arrojó el collar dentro de su joyero y se dejó caer sobre la cama, tratando de trabajar la voluntad para ir a la escuela. Por mucho que quisiera obedecer la primera regla del debate, simplemente no tenía la energía. Al diablo con eso. Déjenlos ver su sudor. Déjenlos ver sus párpados hinchados y su nariz enrojecida, su coleta desarreglada y los desaliñados pantalones de chándal. ¿A quién le importaba ya? Tres suaves golpes sonaron en la puerta. —¿Cah-ra? —Está abierto. Aelyx se asomó por un momento, midiendo su humor antes de unirse a ella sentándose a los pies de la cama. Su peso añadido sacudió el colchón y
movió sus costados hasta que sus hombros se tocaron y él se corrió rápidamente. Le entregó un bollo de arándanos. —¿Quieres quedarte hoy en casa? —No. —llevó el bollo a su nariz, pero el dulce aroma revolvió su estómago— Sí. Pero no lo haré. —Podríamos llegar tarde. Evitar la aglomerción matutina. —Ten —le regresó el panecillo— Vamos a acabar de una vez, —pero cuando se puso de pie, él permaneció sentado, jugueteando con la cremallera de su jersey. Él miró hacia arriba por debajo de una franja de oscuras pestañas, y sus ojos estaban intensos por algún mensaje oculto. —Tal vez es hora de que me vaya. —¿Qué quieres decir con irte? ¿Irte, irte? ¿A otra familia? —su lento asentimiento lo confirmó —¡No! No seas tonto. —Cah-ra, tus paredes no bloquean gran parte del sonido. Te escuché anoche. —Oh. —Bajo cualquier otra circunstancia, la idea de alguien escuchándola llorar la habría molestado, pero por alguna razón, no le importaba que Aelyx la viera en su debilidad. Se sentía un poco liberador mostrar lo mucho que le dolía por dentro. —Las cosas podrían empeorar. Sé que la beca es… —No me importa el dinero. No quiero que te vayas. Además, no puedo ir a visitarte si dejo el programa, y si no me equivoco, me prometiste algunos patea-traseros larun. Así que no intentes echárteme para atrás ahora. Él se rió por lo bajo, pero no encontró su mirada. Probablemente se sentía responsable de lo que había pasado, sobre todo después de escucharla llorar toda la noche. Tal vez ella no tenía la energía para poner un valiente frente al resto de Midtown, pero podía hacerlo por Aelyx. Él no se merecía sentirse decaído por sus problemas personales. —Vamos, te dejaré escoltarme a mi primer rechazo, —eso se ganó una media sonrisa de él— Creo que esto significa que soy una mujer ahora. —Y yo sin ningún regalo para la ocasión.
Otra broma. Él había cambiado en el último par de meses. —Supongo que escogí el día equivocado para vestir ropa informal. Una chica tiene que tener su glamur encima cuando el mundo le da la espalda. Él negó con la cabeza. —Me gusta verte así. —¿Sin maquillaje, un mal peinado, y ropa que encontré en mi bolsa del gimnasio? Sí, soy extremadamente sexy. Él se apartó de la cama, su rostro se iluminó con una cálida sonrisa. — Tienes pecas. Justo aquí —sosteniendo su dedo un centímetro de su cara, trazó una línea imaginaria por el puente de su nariz y a través de las manzanas de sus mejillas— No puedo verlas cuando usas cosméticos. Y mira, —pasó su pulgar por encima de sus pestañas, más ligero que el beso de una mariposa— Son doradas en las puntas. Antes de que supiera lo que había hecho, Cara cerró los ojos y levantó la cara, deseando que él continuara. Quería sentir el calor de su piel tan desesperadamente, que casi no podía respirar. —Yo… —No estoy usando lápiz labial, tampoco. Tócame ahí—. Uhm... — Oh, Dios mío, ¿qué estaba mal con ella? Alejándose, abrió los ojos y plasmó una sonrisa— Agarraré mi diadema de la vergüenza y me encontraré contigo afuera.
Una helada brisa de otoño levantó la coleta de Cara y rozó los lados de su cuello. Se estremeció y caminó lentamente hacia el arbolado camino. — Necesito una distracción. Dime más sobre los animales en L'eihr. ¿Cuál es tu favorito? Aelyx se subió la capucha y se frotó las manos con fuerza. —Ese sería Vero —sonrió silenciosamente durante unos segundos como si repasara un recuerdo— Él es nuestra mascota en el Aegis. Parecido a un lémur, rápido, ágil, un buen escalador, pero más grande. Como del tamaño de un chimpancé. Tiene manos hábiles con dígitos oponibles como un mapache — se acercó a su oído y susurró—: Incluso le enseñé a escribir. —¡No me digas! Debe ser verdaderamente inteligente.
—Bueno, podría haberte engañado. Le enseñé a sostener un utensilio para escribir y a hacer garabatos. Pero es inteligente. —¿Tiene pelaje? ¿Y cómo funciona eso con tu ambiente controlado? ¿Sus animales con capas gruesas no se calientan demasiado? —Se adaptaron hace cientos de años. La mayoría de los animales en L'eihr tienen lo que tú podrías llamar pelusa en lugar de verdadero pelaje. La piel de Vero es beige, pero puede oscurecerse a gris si necesita camuflarse. —Déjame ver si lo he entendido bien —dijo ella— Vero es un cruce entre un lémur, un mapache, y un chimpancé, ¿pero sin pelo? No puedo imaginarlo. —Lo dibujaré para ti en algún momento, aunque no soy un gran artista. Ella dio un melodramático jadeo. —¿Hay algo en lo que no eres bueno? —Tres cosas. —Estás bromeando —echó para atrás la capucha de él para evaluar su expresión. No había diversión en sus ojos— No lo creo. —Cada niño en L'eihr es puesto a prueba a los seis años, entonces le asignan una carrera basado en sus fortalezas. Demostré habilidades lingüísticas superiores, por lo que fui elegido para servir como traductor — ella asintió para que él continuara— Pero tenía pasión por la ciencia, no por la comunicación, por lo que me dirigí a mis Ancianos unos años más tarde. Dijeron que mis resultados fueron demasiado bajos para calificar para un puesto de laboratorio. —Lo siento —ella le dio a su brazo una palmadita y rápidamente se echó hacia atrás— ¿Cuál es la otra cosa con la que luchaste? Aelyx pateó una pila de hojas y su sonrisa volvió. —Obediencia. Ella se rió y lo señaló. —Estás inventandote esto. —Lo prometo —levantó una mano— Me rebelé al negarme a participar en mis clases de lengua extranjera. Eso me ganó cinco golpes con el iphet a través de mi trasero. —¿Como una palita? —Imagina una palita eléctrica, más parecido a un látigo. Y luego nada de comidas por el resto del día.
—Maldito infierno— Los L'eihritas no perdían el tiempo. —Maldito infierno es una descripción perfecta para el iphet. Lo he experimentado dos veces, y esas dos veces fueron demasiado. De todos modos, Syrine, ella es la hembra que conociste en la gala, coló comida en mi dormitorio y me dio una reprimenda sobre el deber y la responsabilidad. Después de eso, nos hicimos amigos, y unos años más tarde, compañeros de cuarto. —Espera. ¿Tu compañero de cuarto es una chica? —Cara se sintió incómoda con eso por alguna razón. —Y Eron. Él está en China en este momento. Después de que nosotros tres fuéramos seleccionados para el intercambio, empezamos a compartir una habitación. —Ah —eso la hizo sentir mejor, era menos como si Aelyx y Syrine estuvieran viviendo juntos— Entonces, ¿hay otros dos estudiantes de intercambio buenos con el lenguaje como tú? —Eron es un traductor. Syrine tiene… otras habilidades —apretó los labios, se subió de nuevo la capucha, y apretó el paso. Así de fácil, su estado de ánimo cambió. —¿Cómo qué? —Ella es una sanadora emocional, —luego añadió en un tono reverente— Juro que ve dentro de mi cabeza, incluso cuando no estamos juntos. Ella es una de mis amigos más cercanos, de manera similar que Tori lo es para ti. —Hizo una pausa en el camino, tropezando con sus propias palabras, con la boca abierta durante varios segundo s antes de lograr una disculpa— Lo siento. Sigo olvidándolo. Un dolor sordo se extendió a través del núcleo de Cara, como hubiera sido golpeada en el estómago con un bate. Pero cuando consideró sus sentimientos, se dio cuenta de que herida no era la única emoción que amenazaba con doblarla. Syrine no sólo era su compañera de cuarto, ¿Ella era su mejor amiga también? ¿Qué tan cercanos eran? ¿Así de cercanos? —Está bien —murmuró. Continuaron en silencio hasta que llegaron a la calle y fueron testigos de la gran multitud de Patriotas manifestantes que se habían citado. Los radicales estaban desparramados por el terreno baldío que los
simpatizantes de Aelyx usaban para cantar y bailar, antes de que las peleas a puñetazos y las botellas de cerveza voladoras hubieran ahuyentado a todos los hippies. —Como que medio esperaba que se quedaran en casa —dijo Aelyx. —Sí, no me siento muy ignorada. Por lo menos el gobierno finalmente se había puesto las pilas y envió algunas tropas. Alrededor de dos docenas de soldados vestidos con verdes camuflajes acorralaban a los manifestantes. Lástima que no podían incluir las colillas de cigarrillos, folletos desechados, y tazas de café de cartón que volaban alrededor del estacionamiento como plantas rodadoras. Cara no pudo evitar escanear el terreno buscando el Prius de Tori, pero rápidamente forzó su mirada hacia Aelyx. Aclarándose la garganta, limpió una humedecida palma en sus pantalones. ¿Podría realmente mantenerse entera? Eric y Tori ni siquiera se habían cruzado en su camino todavía, y sus ojos ya estaban anegándose. Enfrentó la fría brisa y parpadeó repetidamente hasta que las lágrimas se secaron. —Puedes hacer esto —prometió Aelyx. —Lo sé —pero a pesar de eso, sus pies no se movían. Él la estudió durante un largo rato, luego hizo algo que ella no podía creer. Bajó una mano y tomó la de ella. Sus largos dedos estaban rígidos, pero los entrelazó entre los de ella y apretó su agarre, fusionando sus palmas en un fascinante contraste de pieles. Cara miró sus entrelazadas manos y se sintió un poco cursi por dentro. —No tienes que hacer esto —dijo ella— Sé que lo odias. —Todo lo contrario —le sonrió— Reconfortarte me trae consuelo. Escucharte llorar mientras estoy atrapado en el otro lado de la pared es lo que no puedo soportar. —Eres demasiado bueno para mí. Su sonrisa se desvaneció. —Yo no diría eso. Él la arrastró por delante usando sus dedos enlazados, y enfrentaron a la multitud como un frente unido, ellos dos contra el mundo. Eso provocó un destello de esperanza dentro de su pecho.
Antes de que incluso llegaran al otro lado de la calle, alguien en el margen de la multitud hizo sonar una bocina de aire con cuatro rápidos estallidos. Luego, en escalofriante sincronización, toda la asamblea s e volteó hacia la izquierda y quedaron en la dirección opuesta. Deben haberlo ensayado toda la mañana. Mensaje recibido: ella era invisible. Pero por primera vez desde que trajo a Aelyx a Midtown, Cara se sintió cómoda mirando fijamente a la multitud. Aminoró el paso para estudiar las espaldas de los que serían sus enemigos. Reconoció al Sr. McFarland, uno de sus vecinos y el propietario del Midtown Grocery, y dulce Señor, ahí estaba la Sra. Fraker, su vieja maestra de escuela dominical. Así que mucha paz, amor y comprensión. Muchas cosas habían cambiado desde los primeros días de HCOL, cuando los deschavetados radicales dominaban el grupo. Los hombres todavía superaban en número a las mujeres, pero Cara notó varias coletas altas, moños franceses, y algunos abrigos de cachemir completos. Un pequeño niño de pelo rojo con ojos muy abiertos y curiosos vio a Cara desde detrás de la cadera de su madre. Le sonrió al muchacho, pero él le sacó la lengua y escondió el rostro. Dentro de la escuela, la mayoría de los estudiantes todavía se apartaban como el mar Rojo, mientras que otros se detenían y miraban mientras ella se aferraba a la mano de Aelyx. Sabía el tipo de rumores que esto avivaría, ¿pero a quién le importaba? No tenía un solo amigo en el mundo a excepción de Aelyx, por lo que su opinión era lo único que importaba. Elimina eso… a juzgar por la L’annabe rondando por el casillero de Cara, parecía que tenía dos amigos. —¡Haleem! —la chica se apartó de Aelyx para evitar matarlo vía tinte para el cabello. —En realidad, eso significa adiós —dijo Aelyx— Mahra es la palabra que deseas. —Maaa-hraaah —la L'annabe cerró sus ojos, saboreando el exótico saludo en su boca como una trufa. Un centímetro y medio de raíces rubias deslavadas le dijeron a Cara que la chica había dejado de colorearse su cabello, pero por desgracia, no había zanjado el bronceado rápido.
—¿Cómo te llamas? —Cara separó sus dedos de los de Aelyx, luego sacudió la mano para dejar que la sangre fluyera antes de entrar en su combinación— ¿Y dónde está el resto de ustedes? —Ashley —una sombra antinatural de naranja oscureció sus mejillas mientras bajaba la mirada, enderezando el botón de ¡Amante de los L'eihr! clavado en su suéter— Y sólo soy yo ahora. —Ah. Es verdad —al parecer, los demás Amantes de los L'eihr no pudieron soportar el calor, por lo que habían evacuado la cocina. Cara no podía culparlos, pero admiró la tenacidad de Ashley. Una chica con suficientes agallas para hacer alarde de sus impopulares creencias, podría ser una valiosa adición al equipo de debate. —Oye —dijo Cara —¿Estás haciendo algo después de la escuela? —No lo creo. ¿Por qué? —¿Quieres venir a la práctica de debate conmigo? Sólo nos reunimos una vez a la semana ahora que tengo que cuidar de Aelyx, así que no es un gran compromiso de tiempo —midió la segura postura de Ashley, el lenguaje articulado, y lo más importante, ella no dijo cómo o uhm después de cualquier otra palabra— Creo que serías buena en ello. —¿En serio? —Ashley sonrió lo suficientemente resplandeciente como para cambiar su piel de naranja a amarillo. —De veras, deveritas. La campana sonó por encima de ellos, y Ashley consiguió decir un chillón—: De acuerdo—, antes de decir adiós y apurarse hacia el ala de los de primer año. —Eso fue amable de tu parte —dijo Aelyx por detrás ella después de que Ashley se hubiera ido. Cara se encogió de hombros y abrió su casillero. —Admiro sus agallas. Ni siquiera mi mejor amiga quiere alzarse en defensa de… —Se cortó abruptamente mientras una hoja de papel doblada resbaló y fue a la deriva hasta sus pies. Intentó esconderla de Aelyx, pero él la empujó a un lado y recogió la nota del suelo. Cuando desdobló la hoja, ella apoyó una mano en su antebrazo y se asomó por encima de su hombro. Un mensaje escrito en
letras mayúsculas meticulosamente formadas advertía: PUEDE ESTAR AHÍ PARA CUIDARTE. PERO YO SÍ.
EL POLICÍA NO SIEMPRE
HUMANIST.
¿Humanist? El nombre sonaba familiar. ¿No era ese el provocador del blog que había despotricado acerca de las armas y la había llamado perra hace algunas semanas? La mente de Cara se proyectó a la figura en el bosque. ¿Cuáles eran las probabilidades de que esta nota fuera de la misma persona? De cero a nada. Pero algo en la escritura la perturbaba, la forma en que cada letra estaba impresa en el papel. El escritor había presionado tan fuerte que había estado cerca de traspasar con la tinta al otro lado. Esto era aún más raro que su habitual correo de odio. —¿Qué policía? —Ese, supongo. —Aelyx miró por encima de su cabeza, y Cara se dio la vuelta para encontrar al oficial de recursos escolares caminando rápidamente hacia ellos. Lo reconoció como alguien que se había graduado con su hermano. Estaba recién salido de la academia de policía y tan verde que podría pasar por un brócoli. —Hola, Cara —Barry o Blaine, ella no podía recordar cuál era, se cruzó de brazos y dejó que una sonrisa se deslizara antes de aclararse la garganta y retomar su máscara de súper gravedad —¿Has escuchado algo de Troy? —No. Él sólo me envía correos cuando quiere algo —echó la mano hacia atrás quitándole la nota a Aelyx y la hizo una bola dentro de su puño. Lo último que quería era un escolta de policía por los pasillos debido a estas letras— Pero si escucho algo de él, le diré que le mandas saludos —cerró su casillero y se dirigió al aula, pero él la detuvo. —Sólo para que lo sepas... —Al estilo de la policía, hizo una pausa para ajustar su cinturón de herramientas, algo que deben haber enseñado a todos los policías en la clase Donas 101— Alguien llamó con una amenaza, nada de qué preocuparse, pero los acompañaré a ti y a Aelyx a sus clases ahora. Mientras Cara cerraba los ojos y gemía para sus adentros, Aelyx le arrebató el papel arrugado de su mano. —Excelente —le arrojó la nota al oficial antes de que ella tuviera la oportunidad de arrebatársela— Porque Cah-ra ha estado recibiendo notas amenazantes.
—Yo no diría eso, Oficial... —Interrumpió ella, con la esperanza de coger su nombre. —Blake, —Alisó la nota y la estudió, por el frente y por detrás—. Blake Borsch, —sosteniendo el papel en el aire, preguntó —¿Dónde están las otras? —Sólo hay una más, y simplemente dice puta traidora. —Guárdalas de ahora en adelante. Tengo que verlas todas, —con una mano en su Maglite, Blake extendió la otra hacia el ahora vacante pasillo, permitiéndoles despegar— Después de ustedes. Cara se encorvó mientras caminaba cansadamente a clase. Al parecer tenía tres "amigos" ahora: un alienígena sexy, una chica fan enloquecida, y un policía de instituto apenas de la edad suficiente para afeitarse. Ah, y acababa de alcanzar a ver a su ex mejor amiga de la mano con su ex. Apretó los ojos, tratando de limpiarlos de su cerebro. No hubo tal suerte. *.*.*.*.*
—¿Realmente crees que las guerras no empezarían si el agua comenzara a escasear? —preguntó Ashley a Joss Fenske en la práctica esa misma tarde. Con una incrédula negación de cabeza, se echó hacia atrás y golpeó el dedo índice contra su escritorio— Porque los países han estado luchando por los derechos de la tierra y el agua durante miles de años. Justo como Cara había predicho, Ashley tenía un talento natural. Lo cual era una buena cosa también, porque ella no había contribuido mucho al equipo hoy. No es que no lo hubiera intentado, sino que la repulsión organizada había hecho estallar su arrogante burbuja. No podría convencer a un cerdo que rodara en el lodo este día. Al equipo parecía no importarle, nadie había hecho contacto visual con ella esa tarde, ni siquiera el Sr. Bastian, el asesor académico. Había esperado que sus maestros no cayeran tan bajo, pero algunos de ellos habían “olvidado” abruptamente escribir sus cartas de recomendación para sus solicitudes de la universidad. Estúpidos especistas. Ya que era inútil para el debate, bien podría actualizar su próximo posteo en el blog. Abrió su portátil y se puso a trabajar.
MARTES, 17 DE NOVIEMBRE ¡Un llamado a las armas! En caso de que hayas estado viviendo bajo una roca y no lo hayas escuchado, hay un nuevo proyecto de ley denominado Acto de Expulsión de los L'eihr circulando entre nuestros representantes. Cualquier persona con dos células de cerebro para rozarse entre sí, lo cual al parecer es más de lo que el Senador Ibis posee, reconocerá este proyecto de ley como lo que es: flagrante xenofobia. Él incluso se rebajó a acusar a los estudiantes de intercambio de L'eihr de contaminar los cultivos locales, lo cual no tiene sentido. ¿Por qué habría los L’eihritas de arruinar algunos campos al azar de soja, trigo y uvas cuando tienen la tecnología para erradicar toda la vegetación en la Tierra? ¿Por qué no arrojarnos contra las paredes y dejarnos a su merced? Uhm, porque NO SOMOS ENEMIGOS, ¡es por eso! Detengamos la locura y trabajemos juntos proyecto de ley. He aquí cómo puedes ayudar...
para
matar
este
Cara se detuvo con sus dedos descansando ligeramente contra las teclas, sin poder continuar. No sabía qué decir para reunir a las tropas. Sus lectores ya sabían cómo escribirles a sus representantes, lo que necesitaba era una idea nueva. Se propuso ideas durante unos minutos, pero nada salió. Con un suspiro de frustración, cerró su portátil de nuevo. Parecía que no podía debatir o bloguear cuando su me importa una mierda no funcionaba. —Oigan, chicos —se levantó y recogió sus cosas— Me iré temprano. Creo que estoy pillando la gripe, —la pobrecita de mi gripe, eso es lo que es—. Ashley, lo estás haciendo muy bien. ¿Nos vemos la semana que viene? —De acuerdo. Cuando Ashley continuó mirándola con obvia preocupación, Cara agitó una mano y dijo: —Es probablemente uno de esos bichos de veinticuatro horas. Estaré bien. —Oh, lo sé —contuvo una risita— Sólo ten cuidado de no pasársela a Aelyx. Impresionante. Es bueno saber que a alguien le importaba.
Capitulo 14 Traducido por Emi_93 Corregido por EffyVas
Aelyx ensambló el microscopio que había tomado prestado del laboratorio de ciencia de la escuela. Era la pieza de equipamiento más primitiva que hubiese usado, pero lo mejor que podía manejar considerando que dejó sus herramientas analíticas en L’hir. Los datos rudimentarios de su dispositivo de recolección de agua indicaban niveles de polución anormalmente altos, y la curiosidad lo había llevado a investigar. Eso y el puro aburrimiento. Él miró a la pared del cuarto. Cara estaba del otro lado de esa barrera, pero ella apenas hacía ya un sonido. No lloraba, reía, discutía o debatía. Él le había permitido “ganar” dos juegos de ajedrez, pero no ayudó. Ahora se negaba a jugar. Fuera de la escuela, él solo la veía en las horas de la comida y cuando sus caminos se cruzaban en su ida al baño. Era como si su gloriosa llama se hubiera apagado, y él deseaba saber cómo encenderla de nuevo. Él quería a su Elire de vuelta, su hermosa guerrera. Con un quedo suspiro, él colocó una lámina de vidrio entre la mirilla y removió la tapa de su bandeja estéril de Petri. Después de darle al agua dentro de su colector de agua una concienzuda sacudida, él desatornilló la tapa y volcó sus contenidos en la bandeja. Lo que vio a través de la pieza ocular lo hizo jadear de sorpresa. —¿Qué dem…? —cientos de trozos verdes permeaban las gotas de agua, apareciendo a primera vista como vegetales. Pero él supo con absoluta certeza que él no había reunido tal cantidad de contaminantes ese día en la reserva natural. Aisló una pequeña muestra y la estudió bajo el aumento más grande que el aparato permitiera. Entre minutos, él identificó el objeto como Sphagnum squarrosum , o como los humanos lo llamaban, musgo. ¿Pero cómo podía ser eso? Incluso si las esporas hubieran estado presentes en el agua, no podían reproducirse
tan rápido bajo condiciones estériles, sin mencionar el vacío de luz del sol en un cerrado tubo de metal. Él debió de cometer algún error al tomar la muestra, era la única posibilidad. El parlante estéreo montado en el lado de la pared de Cara rompió el silencio, vibrando el yeso en tiempo con suaves acordes de guitarra. Si él escuchaba atentamente, sólo podía discernir la hosca voz de un hombre pidiendo, Por favor, por favor, por favor déjame conseguir lo que quiero. Dioses, era la canción más depresiva que hubiese escuchado. ¿Por qué los humanos alimentaban su dependencia con la música de esa forma? ¡Suficiente! Si Cara no salía ella misma del hoyo en el que h abía caído, entonces él encontraría una manera de hacerlo. Y si ganar en el ajedrez no le restablecía el buen humor, él tenía que encontrar otra forma de liberar suficientes endorfinas para mejorar su humor. Él dejó su cuarto y marchó dentro de la cocina, donde preparó el plato más rico, indulgente y asqueroso imaginable, un recipiente de helado veteado de caramelo blando coronado con sirope de chocolate, bocados de chocolate semi-dulce, chispas de chocolate, y, por buena medida, un brownie de chocolate de la despensa. Incluso lo roció con un manojo de M&M's. Esto tenía que ayudar. Después de meter una cuchara dentro del recipiente, golpeó en la puerta y preguntó: —¿Puedo entrar? —Está abierto —gritó ella, la voz apagada como si se hubiera cubierto con el edredón. Estaba parcialmente en lo correcto, una almohada, no una manta, cubría el rostro de Cara cuando él se sentó a su lado en la cama. Con su mano l ibre, él soltó la almohada, revelando mejillas enrojecidas y teñidas de rojo y ojos hinchados tan inyectados en sangre que casi hacían juego con el resto de ella. Tirando de su hombro, él la alentó a sentarse mientras movía el recipiente bajo su nariz. —Mira lo que he hecho para ti. Un recipiente de diabetes. Ella ojeó la invención por un nanosegundo, entonces tiró un pañuelo acolchado bajo su nariz y se volvió. —Gracias, pero no tengo hambre.
—Pero... —Aelyx bajó la mirada al recipiente en su mano—. Está lleno de chocolate. —Sólo mételo en el congelador. Fasha. ¿Ahora qué? Tal vez si el alababa su apariencia... Él colocó el recipiente en la mesilla de noche de Cara y repasó sus piyamas arrugados y los revueltos mechones de cabello enmarcando su rostro. —Te ves hermosa hoy —¿Era eso un trozo de patata frita incrustado a un lado de su frente? —Gracias, pero eres un mentiroso. —¿Querrías que yo...? —él se cortó, aferrando a la inspiración—. ¿Te leyera? ¿O jugara a tu video juego favorito? Te dejaré ganar. Ella soltó una bocanada entrecortada como pequeñas réplicas siguiendo a un terremoto. —Solo quiero estar sola, ¿está bien? Aelyx no quería irse, pero se quedaba sin ideas. —Está bien —él se levantó de la cama y regresó a su cuarto para investigar. Tenía que encontrar otra forma de ayudarla. Una vez sentado en el suelo alfombrado, encendió el portátil que el Coronel Rutter la había dado, esperando pacientemente mientras gruñía a la vida antes de acceder a la red de la Tierra de datos electrónicos. Después de revisar su cuenta de e-mail del colegio y de borrar media docena de mensajes de Brandi Greene, él clickeó en el ícono de un engranaje, entonces tipeó las palabras cómo y se detuvo, dudando qué preguntar.Antes de que él decidiera entre animar a alguien y enmendar un corazón roto, el mecanismo de búsqueda sugirió cómo besar, cómo salir, cómo hacer el amor, cómo hervir un huevo. Reproducción sexual y comida, los dos temas favoritos de los humanos. Él se burló de sus impulsos primitivos, pero luego la curiosidad e nvolvió sus dedos en torno a su cerebro. La mayoría de los humanos expresaban afecto mediante presionar sus labios juntos, un acto simple, ¿así que por qué tendría alguien la necesidad de buscar el proceso? Él decidió descubrirlo. Aelyx cliqueó los links sugeridos, y por las siguientes dos horas, él se dio a sí mismo la clase de educación que no le dieron en el Aegis.
*.*.*.*.*
Cara sintió algo rasposo contra su mejilla y levantó la cabeza de la almohada para investigar. ¿Patata frita? Ella barrió el resto hacia el suelo y se enterró más profundamente en la cama de franela. Un persistente rayo de sol había escapado por una rendija entre las cortinas y reptado hacia su rostro toda la tarde, así que frustró sus esfuerzos tirando la manta por sobre su cabeza. Púdrete, luz del sol. Había sobrevivido a la primera semana del organizado repudio de HCOL, pero le dejó sintiéndose como un balón desinflado. De todos los estudiantes que la evitaban, la única que importaba era Tori, que lucía casi tan miserable como ella. Tori pasaba por el pasillo como un pequeño fantasma con tacones altos. Las sombras oscurecían la piel bajo sus ojos sin vida, y miraba al suelo mientras sostenía flácidamente la mano de Eric, sin mirar a Cara ni una vez. ¿La echaba Tori de menos? Probabl emente. ¿Ella pasaba las tardes llorando en su cama y escuchando la colección de Morrisey de su mamá? Probablemente no. Pero a pesar de lo mucho que Cara quería seguir adelante, no sabía cómo. No había sido capaz de escribir en el blog desde el día que supo lo de Tori y Eric. Maldición, ni siquiera había revisado su correo electrónico. Ella oyó un fuerte golpe en la puerta y retiró la manta. —¿Cah-ra? —llamó Aelyx —¿Puedo entrar? ¿De nuevo? A pesar de lo mucho que apreciaba su preocupación, deseaba que la dejara sola. —Seguro. La puerta se abrió de golpe, y el cargó dentro sin dudar, su cabello suelto y flameando detrás de él. Él cruzó el cuarto y se arrodilló en el suelo al lado de su cama hasta que estuvieron al nivel de los ojos. —Hice algo para ti —bromeando, él colgó un trozo de papel de dibujo justo fuera de su alcance— Pero no puedes tenerlo hasta que salgas de la cama.
Ella consideró quitárselo, pero la curiosidad pudo con ella. Ella pateó las mantas y se estiró, bostezando. Luego con un lento giro, ella salió del colchón y se unió a él en el suelo. —Estoy fuera. ¿Dónde está mi premio? Cuando él alzó su recompensa, un pequeño estremecimiento alcanzó los labios de Cara. Era la mascota de Aelyx, Vero, prácticamente cobrando vida en la página. El animal le recordaba a un lémur, pero con las orejas colgantes de un Labrador y el cuerpo delgado de un lince. La cabeza de Vero estaba ladeada, y él levantaba la pata mientras la estudiaba con sus enormes ojos negros. Su rostro parecía suave como el de un bebé y delicado, como un gato sin pelo que ella tuvo una vez. Extendiendo su dedo índice, Cara trazó la graciosa curva de la cola de Vero, ansiando el día en que lo conocería en persona. Un año parecía demasiado tiempo para esperar. — Lo has hecho muy bien—dijo ella. —¿Yo? —dijo Aelyx, señalándose con las cejas alzadas. —Dijiste que eras un mal artista. Esto es fenomenal. —Dije que no era genial, y esa es la verdad. No sabes cómo luce Vero en realidad. No pude captar bien su rostro. —Bueno, gracias por mi regalo. ¿Puedo regresar a la cama ahora? —No —el enroscó su mano grande y cálida en torno a la de ella, entonces pareció pensarlo mejor y la colocó entre sus muslos— Hay más. Ella aguardó que él continuara, pero no lo hizo. En su lugar, su mirada recorrió arriba y abajo entre su garganta y sus labios mientras aquellos ojos plateados se oscurecían y hacían saltar su pulso. Los segundos pasaron, pero él siguió mirando su boca. ¿Estaba tratando de decirle algo? ¿Tenía comida metida entre los dientes? Ella se pasó la lengua por sobre el suave esmalte pero no sintió nada. Eso solo lo hizo peor. Aelyx tragó tan fuerte que su Nuez de Adán se movió. Parecía listo para ahogarse. O para vomitar. —¿Más? —soltó ella. Sus ojos se agrandaron. —¿Qué? —Tú dijiste que había más. —Oh, sí. —Mirando su regazo, él se aclaró la garganta y reunió su cabello suelto para asegurarlo detrás de su cuello— Investigué un poco hoy.
—¿Sobre? —Cómo enmendar un corazón roto, entre otras cosas —él se levantó del suelo y se quitó polvo imaginario de los vaqueros— Una de las recomendaciones incluía procedimientos cosméticos. Perdón, pero no te hare la pedicura. La imagen mental de Aelyx pintándole las uñas la hizo reír, a pesar de las pesadez en sus pulmones. —Pero conozco algo que ayudará. Agarra tus zapatos. Tenemos que apurarnos para poder regresar a tiempo para la entrevista. —¿A dónde vamos? Una pequeña sonrisa curvó sus labios. —Solo digamos que vas a tener tu pelea de vuelta. ****
—Me estás tomando el pelo, ¿verdad? —Cara curvó su cuello, estrechando los ojos ante la señal colgando torcida en lo alto del granero en el ladrillo desmoronado. En pintura descamada, advertía sobre el GIMNASIO UPPERCURT BOXEO. Ellos se agacharon detrás de una Dumpster en el estacionamiento trasero como asaltantes en espera para emboscar a un corredor. —Ni siquiera está abierto. —Lo sé —Aelyx sacó algo de su bolsillo trasero que parecía una ganzúa cromada— Lo cerraron por remodelaciones. Vamos —agarró su mano y se apresuraron hacia la puerta trasera. ¿Por qué? No tenía ni idea. Cuando Aelyx sostuvo un aparato cerca del cerrojo, éste emitió dos pitidos altos, y el cerrojo se movió a su lugar con un clic. Él abrió la puerta y la empujó dentro antes de cerrarla y asegurarla detrás de ellos. —¿Qué es esa cosa? —preguntó ella, mirando alrededor. El interior del Uppercut no parecía más impresionante que el exterior. Un poco de luz del sol pasaba por las ventanas, iluminando algunas bolsas negras de boxeo pegadas juntas con cinta plateada y que colgaban del techo en posturas incómodas. Un ring de boxeo se encontraba a la distancia, sus cuerdas deshilachadas un testamento de todos los cuerpos que se habían balanceado
contra ellas a lo largo de los años. Hablando de cuerpos, al menos treinta años de amargo y apestoso sudor parecía caer de las paredes, el suelo, las pesas… buen Dios, olía como a trasero allí dentro. —Un electro-circuito. Sirve para muchos propósitos —él se inclinó sobre un tiesto de equipamiento, y Cara trató de no mirar sobre su hombro. Después de un minuto, él apareció, sosteniendo dos gastados guantes rojos de boxeo y un par de esos guantes circulares que los entrenadores usaban sobre sus manos en las películas. —¿Allanar un apestoso gimnasio? ¿Este es tu plan para animarme? ¿Qué sigue, comprar zapatos de bolos usados de la Caridad? —Deja de quejarte y ven aquí —no era un pedido. Cuando ella obedeció renuentemente, uniéndose a él cerca de la fuente de agua, el sostuvo un guante abierto para ella. —Adelante. Ella empujó una mano en uno de los guantes decrépitos y luego la otra, intentando no pensar demasiado acerca de cuántos dedos mugrientos se habían hundido en sus acolchadas profundidades antes que ella. Entonces descansó cada guante sobre la barriga de él mientras él ataba los lazos. —¿Y ahora qué? —ella dejó que sus pesadas manos cayeran a sus lados— ¿Club de Pelea: Humanos contra Aliens? Aelyx se colocó sus mitones redondos y la instó a acercarse. —Eso es básicamente —él levantó ambas manos frente a su pecho— Golpéame. —¿De verdad? —Hazlo. Ella puso los ojos en blanco y le dio un golpe medio en serio a su mano, haciendo contacto con la punta de su guante. —Eso ha sido patético —la pinchó él— Hazlo de nuevo. Enfádate. Con un suspiro, ella lo golpeó de nuevo. ¿Cuál era el punto? No quería enojarse, requería demasiada energía. Aelyx negó con la cabeza, rodeándola como un tiburón en el agua. —De nuevo.
Cuando ella dio otro golpe flojo, él golpeó su brazo con uno de sus mitones y gritó. —Deja de fanfarronear. Su siguiente intento no lo complació tampoco. Él la empujó en la espalda, más fuerte. —¡Más! Ella se rehízo y trató de poner algo de fuerza detrás del golpe, pero en lugar de felicitarla, él empujó su hombro con tanta fuerza que ella retrocedió varios pasos. —¡Enfádate! —¿Acabas de empujarme? —su pulso se aceleró y sus mejillas se sonrojaron. —La Cah-ra Sweeney que conozco, —otro pequeño empujón —no mentiría, —y otro, más fuerte —y se escondería debajo de una manta, —su asombroso rostro se convirtió en una mueca y gritó —¡Golpéame! Llamas lamieron el cuerpo de Cara de adentro hacia afuera, y algo en su pecho reventó como una pompa de jabón. Tirando su puño hacia atrás, ella tensó cada músculo en su cuerpo, luego tiró un golpe con todo su peso detrás. Su guante golpeó la mano acolchada de Aelyx con un sonido retumbante que encantó a sus oídos y dañó sus nudillos. —¡De nuevo! —gritó él. Ella golpeó con la otra mano, gruñendo como una salvaje, perdiéndose en una tormenta de ira mientras aporreaba su mano. No tuvo que ordenarle que siguiera. Con furia explotando de su cuerpo como un tanque encendido, ella avanzó sobre Aelyx, dejando caer sus puños en sus mitones a la espera una y otra vez. Un gancho de izquierda, Tori me abandonó, un golpe de derecha, Eric me robó a mi mejor amiga, un gancho, toda la escuela me odia, ella solo se detuvo lo suficiente para sacudirse el cabello antes de reiniciar su ataque. Ella tal vez lo había pateado una o dos veces; era difícil decirlo. La adrenalina surgió de su cuerpo, haciéndola sentir invencible, y solo cuando ella se rearmó para otro golpe, Aelyx se echó hacia el lado y la atrapó por la cintura, colocándose detrás de ella, amoldando su cuerpo al de ella.
—Bien, —él la guió a una desgastada bolsa de golpeo — Ahora no te detengas. Y ella no lo hizo. Tal vez haya durado treinta minutos o tres horas. El tiempo perdió todo significado mientras un dolor oculto y la ira salían con cada golpe frenético de la bolsa. Ella le pegó hasta que su aliento salió en jadeos y su corazón retumbó en su garganta. Cuando no tuvo la fuerza para alzar más los guantes, ella cayó al suelo y se apartó el cabello despeinado del rostro. Sus pulmones ardían, el cuerpo le dolía, y no se había sentido tan bien en semanas. La traición de Tori aún estaba fresca, pero por primera vez, Cara sabía que no la quebraría. Aelyx se agachó, dejando sus mitones en el suelo y sonriendo tan ampliamente que le hubiera robado el aliento si no se hubiera quedado ya sin él. —Esa es mi Elire —él lo pronunció eh-leer. —¿Qué es eso? —preguntó ella. —Tu nombre L’eihr. Creo que te llamaré así desde ahora —él sacó una toalla seca de la cintura de sus vaqueros y se sentó a su lado en el sucio suelo, inclinándose lo suficientemente cerca como para secarle el sudor de la frente. Luego desató sus guantes y se los quitó. —¿Eh-leer? —repitió ella, intentándolo mientras flexionaba sus dedo s tiesos— ¿Qué significa? —Hermosa guerrera. Ella ladeó la cabeza, el rostro brillando imposiblemente caliente bajo su mirada, que se había oscurecido de nuevo y cayó a su boca. Él llevó la toalla por su sien y por la línea de su mandíbula antes de pasársela. —Tal vez deberías hacerlo tú desde aquí —susurró él. —Gracias —el aire entre ellos chispeó con energía tan espesa que era casi tangible, su rostro lo suficientemente cerca como para que ella pudiera sentir su cálido aliento. Justo cuando ella pensó que tal vez la besaría, él se puso de pie y retrocedió —La entrevista —le recordó él. —Oh, cierto —ella se removió para levantarse del suelo, pero sus brazos de spaghetti no sostendrían su peso— Tal vez necesite algo de ayuda.
Él dudó, pero luego estiró una mano. —Por supuesto. ¿Para qué están los amigos?
**** Aelyx había escuchado que Bill Sweeney había dicho una vez: un poco de conocimiento es una cosa peligrosa. Mientras él se sentaba junto a Cara en el sofá, viendo su rostro ladeado hacia el artista del maquillaje, sus labios llenos abriendose para recibir una capa de lápiz labial, él comprendió por qué. Desde su búsqueda de lo del beso y otros rituales humanos, su mente se había fijado insistentemente en Cara, dejando entrever complejas sensaciones de cómo se sentiría su suave y húmeda boca contra la suya. Casi podía saborearla en la lengua, y cuando su traicionero cuerpo respondió a la fantasía, él tuvo que ponerse un almohadón sobre el regazo y se forzó a sí mismo a recitar la tabla periódica de los elementos de la Tierra. Dioses, ¿qué acababa de liberar? ¿Cómo iba a sobrevivir al recuerdo de un intercambio como ese? —Sabes —le dijo Sharon Taylor a Cara —con tu piel pálida, lucirías genial como rubia. —Oh —Cara tocó su cabello a conciencia y se aclaró la garganta, un hábito nervioso que dispensaba con cada entrevista— No lo creo. El mantenimiento es demasiado costoso. —¿Estás segura? Mi estilista obra milagros. Puedo calzarte para una cita de emergencia. Ahora eres prácticamente una celebridad. Tenemos toneladas de pedidos para que se reparta tu fotografía, y me figuro que querrás lucir de lo mejor. Pero si no te importa… —Ella dejó la frase en el aire, dejando claro su juzgamiento. Que sinsentido. Cada vez le molestaban más los humanos que trataban de modificar el cabello de Cara, de cubrir su piel con cosméticos, enfundarla en ropas reveladoras. —Me gusta tu color natural —anunció él— Me recuerda a las hojas de otoño, —Ahora todos estaban en silencio y, raro como era, extrañó su vibración. —¿De verdad? —ella inspeccionó un mechón de su cabello y separó los labios de nuevo. Esos labios…
Hidrógeno, helio, litio, qué sigue… oh, berilio, boro. —Lo que sea, —Sharon estudió su reflejo en un espejo compacto y ladeó la cabeza de lado a lado— Vamos a cambiar las cosas esta noche, —el compacto se cerró con un clic— Voy a hacer preguntas enviadas por los espectadores. Y les advierto, algunas no son agradables. Aelyx sabía que esto debería complacerlo. Todos los correos de odio que él y los Sweeney habían recibido indicaban que habían alcanzado casi el punto de quiebre, lo que significaba regresar a casa pronto. ¿Y entonces por qué este retortijón de estómago ante la idea? Él deseó poder escapar con Cara y dejar sus dos m undos atrás. ¿Ella iría? No importaba. No había a dónde ir. La entrevista comenzó de la forma normal, con Sharon haciendo implicaciones apenas veladas sobre su relación con Cara. Él no la desalentó. La idea de una relación ilícita L’eihr-humana haría que los extremistas se volvieran medio locos, haciéndolos entrar en acción. —Aelyx —la voz de Sharon le llamó la atención— Nuestra primera pregunta viene de Jamie, en Ohio. Ella pregunta, ¿Cómo se sienten los L’eihrs sobre el Acto de Expulsión, especialmente considerando todo lo que han hecho por las víctimas del cáncer? Él se inclinó hacia adelante y dobló las manos. —No guardamos ningún daño contra los humanos por las acciones de HCOL. Sabemos que ellos solo son un pequeño porcentaje de la población, —él sonrió— Solo son más vocales que el resto. —¿Y por qué es eso? —demandó Cara, incorporándose a su lado en el sofá— ¿Por qué son siempre los locos los que hacen oír sus voces mientras todos los demás se callan y no hacen nada? —su rostro se oscureció, el pulso golpeteando en la base de su garganta— Así es como se deja pasar la legislación de discriminación, la gente sabe que está mal, pero son demasiado vagos o están demasiado asustados para tomar la acción. ¿Hola? ¿Las leyes de Jim Crow, alguien? No hace mucho, era ilegal desposarse con un miembro de otra raza. ¿Y si los líderes de los derechos civiles de los sesentas se hubieran sentado y esperado que alguien más arreglara el problema? Nada habría cambiado. La reacción de Sharon le recordó a Aelyx a un padre golpeando a un joven en la cabeza.
—Bueno, —dijo ella con una sonrisa— ¿No tienes una opinión? —Sí —dijo Cara, alzando la barbilla— Y, a diferencia del resto de América, no tengo miedo de expresarla. Sharon golpeó la punta de su bolígrafo dorado en sus labios, luego señaló a Cara. —Pero has sufrido las consecuencias de eso, ¿verdad? ¿No es verdad que tu mejor amiga y tu novio de tres años han dejado de hablar contigo, junto con la mayoría de la escuela? El color desapareció de las mejillas de Cara, pero ella alisó una arruga del cobertor y dio un rápido asentimiento. —Eso es cierto. Solo muestra quiénes son mis verdaderos amigos. —Aelyx —dijo Sharon— ¿Qué piensas de que tu presencia haya disparado una reacción tan extrema aquí? —Es biológica —dijo él— Una respuesta humana natural al temerle a algo diferente o extraño. Está en su mapa genético. Y cuando un individuo tiene miedo, es una respuesta humana igualmente natural el golpear en defensa. —¿Cómo el instinto básico de pelea o huida? —preguntó Sharon. —Exactamente —Cara le había advertido sobre propinar "golpes", pero nadie podía culparlo por lanzar uno disfrazado de compasión— No creo que la gente de Humanos Contra la Ocupación L’ehir sea gente terrible. De hecho, creo que una cita de su Biblia resume la situación perfectamente. —¿Y qué es eso? —No saben lo que hacen, —él agregó una triste sacudida de cabeza mientras se relajaba contra el sofá— Ellos tienen miedo, pero son inofensivos, estoy seguro, —Si eso no hacía sentir su ira, nada lo haría. El miró a Cara, quien lo estudió desde una ceja enarcada. Tal vez había "exagerado un poco", como decía la expresión humana. Sharon asintió en señal de acuerdo y dijo. —Nuestra siguiente pregunta viene de Sean, de aquí en Midtown. ¿Cómo explican la muerte de cultivos cerca de Midtown, Lanzhou, y Bordeaux? Solo tiene sentido que los estudiantes de intercambio L’eihr sean los culpables.
—No puedo explicar la anomalía —dijo Aelyx—, pero es absurdo asumir que estamos matando sus cultivos. ¿Qué ganaría cualquiera de nosotros de esto? Sharon alzó un hombro. —Tienes que admitir que es una gran coincidencia. —O no, —interrumpió Cara— La gente necesita sacarse sus gorros de papel de aluminio. Apuesto que alguien está tratando de inculpar a los L’eihrs envenenando nuestros campos. No les prestaría mucha atención a estos locos. Quiero decir, ¿qué es un poco de asesinatos de soja para alguien que amenaza a gente solo por hablarnos? —Supongo que es posible, —Sharon mostró una fugaz sonrisa cargada y le dijo a Cara—, eres rápida en salir en defensa de Aelyx. Puedo ver que él significa mucho para ti. Cara volvió su suave mirada azul hacia él, manteniéndola allí y avergonzándolo con la admiración que vio. —Tienes razón, —luego, justo cuando él pensó que no podía sentirse más bajo, ella agregó— es un amigo increíble, y estoy orgullosa de conocerlo. Aelyx tragó con fuerza, intentando empujar ese antiguo sentimiento familiar que quemaba un hoyo en su garganta. Él se preguntó cuán agradecida estaría Cara si supiera su verdadero cometido en la Tierra. Él no era un amigo. Los amigos no se engañaban los unos a los otros, se destruían la vida y luego escapaban a otra galaxia. Por primera vez desde su llegada a la Tierra, Aelyx se sintió menos que humano.
Capítulo 15 Traducido por 3lik@ Corregido por Alee Foster
Martes, 24 de noviembre
Sola en la multitud. Seamos serios por un minuto. En estos días, mi familia no siente el amor, y me duele un poco. Mi padre fue expulsado de su bar favorito, el que ayudó a salvar de un incendio eléctrico el año pasado. Mi madre—que insiste en ―retornar‖ topos capturados de nuestro patio y voluntaria treinta horas a la semana en la biblioteca—su coche ha sido rayado tres veces en el estacionamiento. En cuanto a mí, la gente literalmente me da la espalda cuando voy caminando, la mayoría de mis ―amigos‖ no escupiría sobre mí si estuviera en llamas, y ahora ni siquiera puedo comprar un paquete de chicles en esta ciudad. Lo digo en serio. El dueño del Almacén Midtown ha publicado mi foto detrás de todas las cajas registradoras, justo al lado de los sospechosos que escriben cheques sin fondos. Lindo, ¿eh? Al parecer no atienden de mi clase aquí. ¿Y cuál es mi clase, te preguntarás? Bien, me gusta pensar que soy tolerante, amable con una visión hacia el futuro. De la clase decente. De los que cree que podemos aprender mucho de los L’eihrs. Y a pesar de las experiencias de lo contrario, sé que no estoy sola. Si eres uno de los míos, es el momento de ponerse de pie y ser escuchados. Hay casi un millón de seguidores en este blog, y si todos trabajamos juntos, podemos...
— ¿Alguna sugerencia?— Cara le preguntó a Ashley, quien estaba con ella en el aula vacía de Estudios del Mundo, donde el equipo de debate solía
practicar antes de evitarla. —Quiero bajar el martillo sobre el HCOL, pero no agacharme a su nivel. Ashley mordió la punta de su bolígrafo, con la frente anaranjada fruncida en sus pensamientos. —Podrías pedirles a tus seguidores iniciar una petición en contra el Acto de Expulsión. —Es cierto, — Cara asintió en acuerdo, —pero me gustaría hacer una impresión más grande. Ashley consideró un momento y sugirió, — ¿Qué tal un movimiento online para educar a la gente? — ¿Cómo qué...? —Cara le solicitó —Como un Día Internacional de la Conciencia L’eihr. — Huh, — Ahora, eso era una idea. Podrían llamarlo Día L’conciencia. —De alguna manera me gusta. Podríamos hacer un segmento de cazadores de mitos, también. Finalmente desacreditar los rumores locos sobre los asesinatos y secuestros de los cultivos y bebés alienígenas mutantes. Asintiendo con la cabeza vigorosamente, Ashley continuó. —Se podría pedir a otros bloggers que se unan para darles una pronta discusión, tal vez el diseño de un logo para enlazar sus sitios. — ¿Sabes qué sería genial? —dijo Cara. —Incorporar algún tipo de concurso y dejar que el ganador se contacte vía Skype con Aelyx. —Me gustaría hacer todo eso, —dijo Ashley. —Las manifestaciones públicas serían aún mejor, pero eso es difícil de organizar a nivel global. —Vale la pena intentarlo, sin embargo. —Gracias por la idea — dijo, dando al hombro de Ashley un golpe ligero. —Hey, tal vez podrías postearlo para mí la próxima semana. Las cejas rubias de Ashley se dispararon hasta la línea del cabello. — ¿En serio? —Sí— Entonces Cara añadió una cucharada de crema batida figurativa y una cereza en la cima. —Debes entrevistar a Aelyx para una función especial.
—¡Omidios!—Ashley chilló, saltando en su asiento. — ¡Omidios, Omidios, Omidios! — ¿Eso es un sí? — ¡Sí!—Dejó que pasara un tiempo suficiente para preguntar, — entonces, ¿debo llamarlo? Mi cabello aún no ha crecido desde que lo teñí, así que tal vez no debería estar demasiado cerca. —No— dijo Cara. —Estoy segura de que los productos químicos se han desvanecido lo suficiente por ahora. Probablemente está en la biblioteca si deseas empezar. Tengo que terminar este post, y no creo que nadie se presente para prac… Antes Cara pudiera terminar, Ashley cogió su cuaderno en una mano y corrió hacia la puerta. El eco de sus zapatillas chirriantes se desvanecía mientras corría por el pasillo, dejando una sonrisa en el rostro de Cara. Si las ex amantes L’eihr pudieran ver a Ashley ahora... Cara volvió su atención a su computadora, donde esbozó un plan básico para el Día de L’conciencia y programado un mes de antelación, con la esperanza de que le diera el tiempo suficiente para trabajar en los detalles. Cuando Cara pulsó el botón de publicar, Ashley llegó arrastrando se a través de la puerta con los hombros caídos. Tiro su cuaderno en el escritorio. —Él no estaba en la biblioteca. — ¿Y el laboratorio de computación? —Tampoco. — Huh— dijo Cara. — Eso es raro. Me pregunto dónde está.
— ¡Mira esto! —Aelyx utilizando su com-esfera en modo de ampliación para mostrarle a Eron la muestra en su placa de Petri. —La recogí del agua hace una semana, la filtré a través de un micro-filtro para eliminar los contaminantes, y después la vertí de nuevo en el tubo. Cuando lo abrí hoy, este estaba en todas partes. —Imposible— El holograma de Eron se doblaba sobre la placa, mirando dentro.
—Eso es lo que pensé cuando analicé mi primera muestra. Era musgo ese momento. ¿Y el tuyo? Eron levantó la mirada. —Nunca abrí mi tubo. El diagnóstico inicial fue suficiente para mí. —Ve por ella— Aelyx no estaba seguro de cuál era el resultado que quería si la muestra de Eron visualiza las mismas características, eso validaría sus conclusiones. Pero también significaría que algo estaba terriblemente mal con el abastecimiento de agua de la Tierra o al menos el agua cerca de Midtown y Lanzhou. En cuestión de minutos, Eron regresó con un cuenco de cristal. Lo puso en la bañera, desenroscando la tapa de su tubo de muestras y vertió el contenido en la placa. Una vez que Eron amplió la muestra con su comesfera, Aelyx notó un montón de hebras de algas enredadas en el agua. —Malditos dioses — susurró Aelyx. — ¿Qué quiere decir? Eron sacudió la cabeza con incredulidad. —Una pena que seamos interpretadores y no científicos. — ¿Podría el sh’alear haber causado esto? —Imposible— dijo Eron. — Mata el crecimiento de las plantas, no lo acelera. —Tienes razón. Probablemente deberíamos decirle a Stepha—. Aelyx no tenía ganas de esa conversación. Nunca había sido hábil para el engaño, y temía que el embajador fuera a vislumbrar su rostro y de inmediato saber que había hecho algo mal. —Me pondré en contacto con él esta noche. —Y yo le pediré a Syrine que compruebe su muestra. —Eron desechó su agua vertiéndola en el inodoro, pero en lugar de tirar de la cadena, evitó la mirada de Aelyx y le dijo, — Voy a hablar con ella acerca de algo más, también. — ¿Y eso? —Cortaré de raíz mi sh’alear. Estábamos equivocados acerca de los humanos. Aelyx quiso contradecirlo, pero cuando abrió la boca para hablar, las palabras se aferraron en el interior de su garganta. En realidad, quería abandonar su plan, también, pero no porque él hubiera cambiado de opinión
acerca de todos los seres humanos. Sólo una. Fue en ese momento que Aelyx se dio cuenta de que no quería que el intercambio terminara. Nunca. Dejar a Cara detrás sería más difícil que cortar su propio br azo. Pero a pesar de eso, sentía el deber de dejar a un lado sus sentimientos y concentrarse en L’eihr. Aelyx consideró con cuidado sus siguientes palabras. Eron siempre había sido diferente más sensible que la mayoría de su clase. —Sé que le has tomado cariño a tu ‘hermano’... —No es sólo eso —Pero— Aelyx continuó, — me temo que ha empañado tu juicio. — ¿Confías en mí?—Le preguntó Eron. Cuando Aelyx asintió a regañadientes, añadió — ¿Crees que yo haría cualquier cosa que pusiera en peligro a nuestra Sagrada Madre? —No intencionalmente. — Aelyx asintió hacia el inodoro en miniatura. —Pero mira la muestra de agua. Mira lo que le han hecho a la Tierra — Eron tiró de la cadena, como para destruir la evidencia. —Eso no quiere decir que vayan a hacer lo mismo en L’eihr. Los colonos se examinarán detenidamente. —Tú no sabes eso. —Por favor, — dijo Eron, mostrando ambas palmas en señal de rendición. — ¿Al menos lo considerarás? Por unos instantes eternos, Aelyx no dijo nada mientras su corazón y mente luchaban por el dominio. Al final, ganó su corazón. —Está bien. Lo consideraré. Pero Syrine no lo hará. —No estés tan seguro. Ella haría cualquier cosa por mí. —No esto. —Tengo la esperanza— Eron levantó dos dedos en señal de despedida. —Es suficiente por ahora.
Capitulo 16 Traducido por Eni Corregido por Alee Foster
—Oh, el clima afuera es espantoso —la suave voz de mamá sonaba un poco fuera de tono, acompañada por el chisporroteo y el pop del aceite caliente—, pero el fuego es tan encantador. Cara sonrió y le echó un vistazo a Aelyx, inclinándose para susurrarle — Mamá vive para los villancicos de navidad. Ella no para hasta febrero. Disfruta. Con excepción de los instrumentos clásicos, Aelyx despreciaba la música humana. Él presionó sus labios cerca de su oreja y la hizo temblar. —Sí ese ruido miserable hace a Eileen feliz, encontraré la manera de tolerarlo. Y ya que no tengo otro lugar a donde ir. Mamá canturreó mientras le daba la vuelta a un muslo de pollo en el sartén. —Deja que nieve, deja que nieve, deja que nieve. Cara sostenía una zanahoria húmeda y resbaladiza en una mano y un pelador en la otra. Mientras quitaba la parte sucia anaranjada del exterior, pensaba en la navidad, específicamente sobre que comprarle a Aelyx. Quería darle un recuerdo especial de la tierra para que lo llevara con él a L’eihr en la primavera, un pequeño recuerdo para que lo tuviera en su habitación en los Aegis. Su pecho dolió cuando se imaginó su vida sin él. Seguro, las cosas volverían a la normalidad con la comunidad, tal vez serí an capaces de hacer las compras en el centro de la ciudad en lugar de conducir una hora de distancia y volver a casa con el helado derretido, pero lo echaría de menos. Terriblemente. Continuó pelando la zanahoria, pero sus pensamientos estaban todavía con Aelyx. Teniendo en cuenta lo mucho que él odiaba la tierra,
probablemente nunca volvería de visita, y ella no podía viajar más allá de la estratosfera hasta el próximo año. Con un suspiro, se dio la vuelta para observarlo. Aelyx permanecía en el otro lado del mostrador de la cocina cortando una papa en trozos con la facilidad y la habilidad de un chef. Increíble. Ella estudió los pedazos sin forma de vegetales en su tabla de cortar. —Estoy comenzando a sentirme inadecuada, —dijo ella— Me masacraste en ajedrez…. —Pero tomó dieciocho movimientos la última vez. Eso es una mejora. —Su cuchillo nunca se ralentizó mientras hablaba. —Terminaste tu proyecto de física en diez minutos —continuó ella— Acabas de sobrepasar mi puntuación más alta en Total Zombie Massacre, e incluso me acabas de superar en mi propia cocina. Un mono manco podía superarla en la cocina, pero eso no venía al caso. Ella lavó otra zanahoria y luego regresó a su lugar en el mostrador. —Uno de estos días, encontraré tu kriptonita y ganaré algo m ás además de Amor de Cachorro. —En realidad, vencí tu puntuación más alta anoche. El canino número quince disfrutó que le rascara las orejas, así que el juego me premió con un bono por eso. Pero no te subestimes, —dijo él con una sonrisa en su voz— Lanzaste un tremendo derechazo. Cara se rió y el pelador se deslizó por su agarre mojado, cortando un lado del dedo índice. Ella contuvo un fuerte jadeo. En un instante, Aelyx estaba allí. La llevó al fregadero, y sostuvo su mano bajo el chorro de agua fría. La vista de la sangre y el latido de su dedo debió haberla molestado, pero ella estaba demasiado distraída por el calor del cuerpo de Aelyx presionado contra el suyo desde atrás. Su cálido aliento le hacía cosquillas en la piel de un lado de su cuello, e inconscientemente cerró los ojos. El deseo de apoyarse contra él y descansar la cabeza en su hombro, para moldear todo su cuerpo al de él, era casi incontrolable. La voz de mamá rompió el hechizo, sacando a Cara fuera de la bruma. — ¿Estás bien? —Ella inspeccionó el corte— No es profundo. —Hizo una bola con una toalla de papel limpia y la presionó sobre su herida. —
Aquí, sostén esto sobre la herida por un minuto, y ustedes dos encuentren algo que hacer hasta que esté la cena. —Vamos, —Aelyx tomó su mano, llevándola hacia la puerta trasera— De todas maneras quería mostrarte algo. Era una noche perfecta a finales del otoño, con la suave luz del sol detrás de los árboles durmientes, suavizando los ángulos de sus ramas desnudas. Un viento ligero rozó las mejillas de Cara, refrescante, pero no demasiado frío, y el dulce aroma de humo de leña flotaba en la brisa. Aelyx escaneó los alrededores de la superficie utilizando un aparato electrónico que detectaba formas de vida de sangre caliente. Aparte de algunas ardillas, nada estaba acechando por allí, así que él tomó su mano herida mientras se adentraban en el bosque. —Vamos a ver. —Con cautela, él levantó la toalla de papel— No más sangre. Creo que vivirás. —Se metió el vendaje improvisado en el bolsillo pero seguía sosteniendo su mano— Tal vez deberías poner más atención cuando estés manejando objetos punzantes. —Oye, es tu culpa. Me hiciste reír. Volteando su palma hacia arriba, él comenzó a trazar líneas con su pulgar mientras caminaban. Sus ojos de plata liquida brillaban bajo sus pestañas oscuras. — ¿Cómo puedo hacerlo mejor para ti? El corazón de Cara revoloteó. Ella se aclaró la garganta y dijo—: Enséñame tu estrategia de ajedrez. —Pero ese no fue el primer pensamiento que vino a su mente. Ni de cerca. —No sé, —Acariciaba su palma haciendo círculos— Podría tomar veinte movimientos derrotarte entonces. El calor que irradiaba del toque de Aelyx la hacía sentir mareada, así que reclamó su mano y volvió la mirada al suelo del bosque. —Entonces, eh, ¿aún no te has cansado de todas las preguntas de mi blog? —Creo que puedo soportar algunas más. —Bien, porque la gente quiere saber cómo evolucionaron los L’eihrs. Supongo que es un adelanto de adonde se dirigen los humanos ¿cierto? Él la ayudó a pasa por un parche de barro. —Sí y no. Tienes que recordar que la mayoría de nuestros avances se deben a la cría selectiva. Por
ejemplo, nuestros cerebros se hicieron más grandes con el tiempo, pero sólo porque esos con habilidades extrasensoriales fueron seleccionados para reproducir, todos los L’eihrs pueden usar el Discurso Silencioso. — ¿Así es como llaman a la telepatía? —Sí. —Se tocó la sien con el dedo índice— Sus cerebros evolucionarán, pero a menos que dejen de procrear para el amor, sus habilidades no cambiarán. — ¿Qué más? —Ya no tenemos un apéndice, pero eso es también el resultado de la crianza organizada, no la evolución. Déjame pensar… —Se detuvo por un momento—. Oh, sí me concentro, puedo regular mi temperatura corporal por varios grados. — ¡No es cierto! —Lo es —dijo él con una amplia sonrisa —. Aunque, sinceramente, es más fácil para ponerse un suéter. Hay un par más que me vienen a la mente, como incrementar la capacidad pulmonar y tener mayor resistencia. —Eso es genial. No puedo creer que no te preguntara antes. —Ella deslizó una mirada hacia él y se mordió el labio antes de agregar—: no me importaría escuchar acerca de sus armas, tampoco. —Había querido abordar el tema desde hace semanas, pero no sabía cómo. Nadie, ni siquiera los más altos rangos militares, sabían sobre ellas. Levantó la mirada y se encontró con la de él— ¿Extraoficialmente? Le tomó mucho dejar a Aelyx sin palabras, pero ese era el truco. Él no parecía ofendido, más bien como contemplativo, inseguro de cuanto revelar. Continuaron en silencio, y llegaron a un pequeño arroyo, Aelyx señaló a un grupo de árboles e ignoró su pregunta. —Mira alrededor. Quiero que recuerdes este lugar. — ¿Por qué? Echándole un vistazo al bosque árido, ella notó varias marcas distintivas: Una roca con forma de riñón, un viejo ciervo ciego clavado en la madera de roble macizo a su izquierda, y un cedro caído podrido represando el flujo de agua del arroyo, empozando el agua en un charco sucio, cubierto de algas.
Él señaló los restos carbonizados de un árbol, partido por la mitad por un rayo. —Si algo pasa y tenemos que separarnos, quiero que te encuentres conmigo aquí. — ¿A qué te refieres con que si algo pasa? Él bajó la cabeza para ofrecer una mirada solemne. —Uno de estos días, las cosas podrían ponerse violentas. Tu ejercito probablemente nos proteja, pero he escogido este lugar como un punto de encuentro. —Está bien, pero ¿por qué aquí? Una sonrisa curvó sus labios. —Porque aquí es donde el embajador estacionó mi vía de escape. Antes de que tuviera la oportunidad de preguntarle de lo que estaba hablando, Aelyx tomó su mano y la llevó hasta el árbol divido. Se agachó y tomó un puñado de tierra y escombros, luego señaló por encima de su cabeza con la otra mano. —Observa esto. Con un tirón fuerte, arrojó el polvo al aire, donde se hizo algo científicamente imposible: golpeó una barra invisible y rebotó, cayendo en forma de piedras y polvo. Ella apartó su suéter y su rostro. — ¿Qué fue eso? Aelyx sacó la llave del dispositivo de su bolsillo trasero, la misma que había usado para entrar al gimnasio de boxeo. Sosteniéndola por encima de su cabeza, él gritó—: Elire —Y dos rápidos pitidos atravesaron el aire. Entonces, como algo salido de una película de ciencia ficción, una elegante nave espacial plateada apareció ante sus ojos, suspendida por encima de ellos como una enorme gota de agua solidificada. —Dispositivo de camuflaje, —explicó Aelyx— Lo oculta de la vista. —Bonito vehículo de escape. —Ella le sonrió— ¡Vamos a dar un paseo! Aelyx negó con la cabeza, gritando el apodo de Cara de nuevo, y vieron como la nave desaparecía.
—Mi transporte es como la tarjeta de crédito que tu padre me dio la semana pasada. Sólo en caso de amenazas potencialmente mortales. Syrine y Eron también tienen una. Sólo por si acaso. — ¿En serio? ¿Me vas a mostrar esto y no me vas a dar una vuelta? —Sí —Riéndose entre dientes, él envolvió un brazo alrededor de sus hombros— Si alguna vez hubieras experimentado una docena de latigazos con iphet, entenderías. —Oh, lo siento. —Una vez más, ella había olvidado que los L’eihrs no hacían detenciones por romper las reglas. Y ya que la libre expresión que era conocida en América no existía en L’eihr, sus líderes debieron haberle prohibido hablar sobre las armas. Los L’eihrs no jugaban, y ella no quería ser azotada con esa cosa eléctrica. —No pensé en eso cuando te pregunté por las armas. — ¿De verdad te gustaría saber? —preguntó él vacilantemente— Te diría si me prometes mantenerlo fuera del blog. — ¿Estás seguro? No quiero que hagas algo de lo que te puedas arrepentir. —Confío en ti. —Está bien, entonces. Él respiró hondo y comenzó. —Nuestras armas fueron alguna vez como las suyas, proyectiles primitivos diseñados para hacer daño al cuerpo. Pero después de miles de años, las armas evolucionaron como lo hicimos nosotros. Fueron diseñadas para ser más eficientes y humanas, y finalmente una fue creada para matar sin hacerle daño al cuerpo o al medio ambiente alrededor del cuerpo. — ¿Cómo? —La llamamos iphal, que significa “final”. Libera un pulso de energía concentrada que altera el ritmo del corazón. La victima muere instantáneamente, sin dolor y sin destrucción de los tejidos. Por ejemplo, hay iphals utilizados para individuos, durante una ejecución. Y hay otros más grandes que se usan para neutralizar una fuerza más amplia, como un batallón de oposición.
—Guau —ella se escuchó susurrar— ¿Pueden acabar con escuadrones enteros con una explosión de energía? —No había esperado algo tan aterrador. No es de extrañarse el porqué los L’eihr lo mantienen en secreto. Aelyx pareció sentir su pánico. —Los L’eihrs no atacan sin provocación. Realmente no somos personas agresivas. Por supuesto, los humanos irían furiosos si se enteraran que los L’eihrs podrían terminar con vidas con un simple exterminador. Ella no podía decirle a nadie, ni siquiera a su mamá o a su papá. De repente su mente cambio de marcha y recordó las salidas misteriosas de Aelyx en medio de la noche. Todo encajó. —Aquí es donde has estado, ¡revisando tu coche de huida! Sus cejas bajaron con confusión ante el abrupto cambio de conversación. —Las veces que has salido a escondidas de casa, —explicó ella— Has estado viniendo aquí. —Oh. —Lentamente, la comprensión se dibujo en su rostro, seguida de algo que se parecía mucho a la culpa. Él dudó el tiempo suficiente para decirle una mentira que funcionara— Sí, tenía que asegurarme de que el seguro del dispositivo del camuflaje no se hubiera…eh…desenganchado. — ¿No venias aquí? Ante eso, su barbilla se levantó. —Te acabo de decir que sí. Entonces se volteó y se dirigió de vuelta por donde habían venido. Cara sabía cuando un chico estaba a la defensiva, cuando lo veía. Eric solía hacer lo mismo, evitarla y enojarse con ella cuando él había hecho algo malo. ¿Entonces que había hecho mal Aelyx? Y más importante aún, ¿cómo lo castigaría su gente si se enteraran?
Capitulo 17 Traducido por Emi_93 Corregido por Morin
Cara se abrazó a sí misma y tembló contra el frío. Tirando del cuello de su bata de baño alrededor de su cuello, ella removió los pies contra el duro suelo del bosque, estremeciéndose cuando una astilla le pinchó el talón. Ella conocía este lugar —esta construcción con forma de riñón y el árbol blanqueado, dividido en dos por la luz. El punto de encuentro de Aelyx. ¿Qué estaba haciendo allí, por Dios? ¿En su bata de baño? Un fuerte zumbido vibró por el aire, y ella alzó el rostro a las copas de los árboles esperando ver a un avispero de tamaño mutante. En su lugar, la nave de Aelyx se corporizó a la vista, deslizándose lentamente hacia el suelo como una hoja cayendo. Ella retrocedió, temiendo al calor que despedía, pero nada le tocó la piel más allá de una ligera brisa. Las puertas cerradas se abrieron de golpe, y Aelyx sonrió desde dentro, atado en el asiento del piloto. —Ven conmigo —Él extendió la mano como un Peter Pan, listo para llevarla volando a Nunca Jamás. ¿Por siempre? La palabra no dejó sus labios, pero de alguna forma, Aelyx la oyó. Aún sonriendo, él asintió y le hizo un gesto para acercarse. ¿Pero qué pasa con Mamá y Papá? Antes de que Aelyx pudiera replicar, el crujido de pasos sonó desde atrás, y ella se volvió para encontrar a Eric y Tori siguiéndola. Eran versiones más jóvenes de sí mismos: Eric, el esbelto chico con mala piel y una sonrisa fácil, y Tori, la pequeña petarda de séptimo grado usando su uniforme de portera, frotándose los labios con el final de su larga cola de caballo. Ambos tenían lágrimas en los ojos. — ¿Realmente nos vas a dejar aquí a morir? —preguntó Tori. ¿A morir? Cara no entendía.
Alguien agarró su brazo y ella jadeó, apart ándose. — ¿Estás bien? —Aelyx se apoyó contra su escritorio, ladeando la cabeza con preocupación. —Sí —Ella se sentó y se frotó los ojos mientras le dedicaba una mirada a su profesor de matemáticas, que le daba la espalda. Ella nunca se había quedado dormida en clase antes, y esperaba que no lo hubiese notado. Cuando sonó la campana, Cara pensó sobre el sueño mientras seguía al Oficial Blake a su casillero. No le tomó ni un instante comprender el simbolismo. Si era honesta con ella y usualmente intentaba serlo tenía que admitir que sus sentimientos hacia Aelyx habían ido más allá de la amistad. No quería que él se fuese sin ella. La única parte del sueño que no tenía sentido para ella eran Tori y Eric. ¿Por qué les importaría si se fuera? Se tenían el uno al otro ahora, los bastados la habían apuñalado por la espalda. —Luces un poco pálida, —dijo Blake, estudiando a Cara mientras ingresaba su combinación— Bueno, más pálida de lo usual, me refiero. —Solo estoy cansada. No pude dormir la noche pasada —Cuando ella se volvió para ver el reloj del otro lado del pasillo, notó a Tori la nueva y "mejorada" versión mirándola desde la entrada del baño de chicas. Los labios rojos de Tori estaban presionados en una línea imperdonable, sus ojos que una vez eran risueños se estrecharon en franjas. Si las miradas pudiesen matar, Cara estaría estirando la pata en aquel mismo momento. Tori ladeó un pulgar hacia el baño en un gesto brusco, pero Cara negó con la cabeza. No tenía ganas de estar sola con su antigua mejor amiga . Todo rastro de Tori se había desvanecido, por dentro y por fuera, y Cara se preguntó de lo que era capaz de hacer esos días. ¿Entregar una amenaza de sus amigos Patriotas? Cara no quería creerlo, pero de nuevo, ella nunca esperó que Tori se liara con Eric, tampoco. El ex de cabello dorado de Cara fue hacia el lado de Tori, tomando su mano y llevándola en la otra dirección. Mientras ella desfilaba fuera de la vista en sus botas de tacones altos, Tori miró por sobre el hombro y quemó una mirada mortal más en la frente de Cara. Así como así, Cara olvidó su combinación de casillero. Era apenas consciente de que Aelyx estaba hablando, pero no podía interpretar sus
palabras por encima el atronador pulso en sus oídos. ¿Cuál era el problema de Tori? No era suficiente que hubiese destruido su amistad ¿también tenía que declarar alguna guerra tonta de niñas? Aelyx volvió su rostro, encontrando sus ojos. —Elire, ella quiere herirte. No le des lo que quiere. Su voz cayó pesadamente en su cabeza. — ¿Por qué estás gritando? Estoy justo a... —De pronto, se dio cuenta que Aelyx no estaba hablando. Ella oía su voz, incómodamente alta, pero sus labios seguían sellados, justo como en el sueño. — ¿Qué diablos fue eso? —Ella se echó hacia atrás, golpeándose la cabeza contra la puerta del casillero. —Wow —La mandíbula de Blake cayó— ¿Qué pasa contigo? —Uh... —Cara se frotó la parte posterior de la cabeza y pensó rápido— Vi un ratón. —Ella señaló del otro lado del pasillo y aclaró— Allí. Tan pronto como Blake caminó hacia adelante, los ojos fijos en el suelo, Cara le susurró a Aelyx. —No sé qué acabas de hacerme, ¡pero vamos a intentarlo de nuevo!
—Veintisiete. —Bien, —Aelyx recompensó a Cara con un golpe que no llegó a alcanzarla. Él se sentó encarando a Cara en el suelo alfombrado de beige de su cuarto, el que ella había decidido que era el mejor asiento para su experimento. Está vacío y completamente aburrido, dijo ella, así que no nos distraeremos. El hogar estaba en silencio, con Bill trabajando un cambio de cuarenta y ocho horas en la estación de incendios y Eileen haciendo voluntariado en la librería. Él tocó la frente de Cara con la suya, miró en sus amplios ojos azules, y pensó otro número. —Mil doscientos nueve, —dijo ella— ¿Pero puedes dejar de gritar?
Él se echó hacia atrás, preguntándose por qué el Discurso Silencioso le parecía alto. Tal vez su cerebro humano no estaba equipado para manejarlo. Eso explicaría por qué él no era capaz de conectar completamente con su mente consciente. —No estoy gritando. No hay control pensamientos.
de volumen para los
— ¿Así que no parece alto cuando le hablas a otros L'eihrs? —No. —Oh —Ella se apoyó contra el marco de la cama y pasó los dedos sobre las alfombras— ¿Cómo es cuando lo escuchas? —Oigo pensamientos como si hablaran. Pero puedo sentir emociones, también. Es una de las formas en que sabemos que alguien está diciendo la verdad. Y podemos proyectar imágenes y sensaciones. —Él no se había dado cuenta hasta entonces lo mucho que echaba de menos comunicarse silenciosamente con su propia gente. Durante estos meses pasados en la Tierra, él había sido más vocal que en una vida en L'eihr. — ¿Puedo intentar enviarte un pensamiento? —preguntó ella. —Seguro, pero no esperes mucho. Recibir información es más fácil que proyectarla. Requirió cientos de años para refinarla. —Cara asintió, dejando su largo cabello castaño rojizo en movimiento. Ella se inclinó hacia adelante y lo miró a los ojos. Pasaron varios instantes, pero no oyó nada. Él negó con la cabeza. —Lo siento. — ¿Puedes enviarme una imagen? Quiero ver algo de L'ehir. —Seguro, —Aelyx se estiró, considerando que recuerdo usar. Un momento después, encontró el correcto— Esto será más difícil que recibir palabras o números, así que trata de relajar tu mente. —Está bien. Mirando profundamente en sus ojos, él recuperó un recuerdo de los Aegis al final de los juegos anuales, cuando sus compañeros lo habían
vitoreado durante la competición de carrera de obstáculos para que Cara pudiera ver que su hogar no era tan frío e inhóspito como ella creía. Ella se sentó derecha y se concentró. — ¡Hey! No veo nada, pero te siento. ¡Estás completamente hinchado! ¿Y qué es...? —De pronto, ella hizo una mueca y se apartó, enterrando la frente entre las manos. — ¿Estás bien? —Aelyx se echó hacia adelante y sujetó sus hombros. —Sí, solo un dolor de cabeza. No es nada. Él se echó hacia atrás, inspeccionándola. —Hemos sobrecargado tu cerebro. — ¿Qué? —La cabeza de Cara se levantó de pronto con las cejas alzadas, formando una barra oblicua debajo de sus ojos estrechados— ¿Hemos sobrecargado mi débil cerebro? ¿Es eso lo que quieres decir? —No seas ridícula. —Él se puso de pie— Pon presión en tus sienes. Regreso enseguida. — ¿A dónde vas? —A hacerte algo de té herbal —le gritó él mientras se marchaba por el pasillo— Tal vez calme tu dolor de cabeza. Cuando regresó un par de minutos después, ella parecía más relajada, indicando que el dolor de cabeza había pasado. Aún así, debían parar por ese día. Él no quería hacerle daño. —Nuestros cerebros son diferentes físicamente —Él le pasó el té— No dije que el tuyo fuese débil. Creo que tienes una mente hermosa, Elire. —Gracias. —Ella tomó el brebaje humeante— Lamento eso. —Está bien —Él se sentó a su lado en la alfombra e inhaló la esencia frutal del té. Un rastro de naranja en la infusión le recordó al champú de Cara. —Hey —Ella se detuvo para soplar en su taza— ¿Puedo preguntarte algo? —Por supuesto.
— ¿Tienes una novia en casa? —He sentido algunos lazos en el pasado, pero no, no tengo lo que describirías como una novia. Cara se aclaró la garganta y comenzó a mordisquear la uña de su pulgar. — ¿Qué hay de Syrine? — ¿Qué hay con ella? — ¿Tú...? Um —Ella bajó la mirada a su infusión— ¿Tienes una relación con ella? El vínculo que él compartía con Syrine había superado a docenas de otras amistades, algo que él hubiese calificado de especial, pero a juzgar por las mejillas escarlatas de Cara, ella tenía otro tipo de relación en mente. —Define relación especial. —Bueno, ¿la has besado alguna vez? La imagen mental de poner su lengua dentro de la boca de Syrine le hizo reír. —No. Nunca he besado a Syrine o a nadie más, para el caso. — ¿Qué? —Ella levantó la mirada de su té, sus ojos como platos— ¿Nunca has besado a una chica? Él se encogió de hombros. —Así no es como mostramos afecto. — ¿De verdad? —De verdad. —Que mal —dijo ella por sobre su taza— No sabes lo que te pierdes. —No demasiado, imagino. Lo he buscado, y me suena bizarro. Cara sonrió para sí. —No si lo estás haciendo bien. Nada es más caliente que un buen beso. —Nada excepto sh'ellam. Eso siempre lleva a más. —También un beso increíble.
El desafío en sus ojos lo empujo a decir algo que tal vez no debería haber dicho. — ¿Te importa si ponemos eso a prueba? Sus labios rosados se separaron con sorpresa. ¿Ella se rebelaba ante la idea? La decepción le golpeó el pecho. —No te preocupes. Si no te agrada... —No me desagrada —Ella se removió y colocó la taza en el suelo— ¡Adelante! — ¿Estás segura? —Está hecho. Tú vas primero. Aelyx dudó un momento, luego se incorporó y cargó sus tazas al vestidor. Él le ofreció la mano a Cara y la puso de pie. — ¿Estás usando una camiseta debajo de ese suéter? —preguntó él. Ella se aclaró la garganta de nuevo, sonrojándose. —Sí, ¿por qué? —Esto funcionará mejor si más de tu piel está expuesta. Luego de un momento de duda, ella se pasó el Jersey sobre la cabeza, lo echó sobre la cama y se paró ante él con una camiseta color crema. — ¿Qué debo hacer? —Nada. Sólo quédate quieta, cierra los ojos, y relájate. Ella tomó una inhalación profunda y asintió, luego cerró los ojos y dejó que sus brazos colgaran libremente a sus lados. Las palmas de Aelyx se habían tornado sudorosas, y se las secó en sus vaqueros, agradecido de que ella no pudiese ver lo nervioso que lo ponía. Una oleada de duda se alzó dentro de él. ¿Y si ella lo odiaba? ¿Y si esto confirmaba que la atracción que él sentía era unilateral? — ¿Qué estás esperando? —preguntó ella. —Nada —Él se adelantó hasta que sus cuerpos casi se tocaron. Cerrando los ojos, él rodeó la frágil muñeca de Cara con su mano, luego recorrió suavemente la longitud del brazo hasta el hombro. Él contuvo el
aliento. Sangrientos dioses, ninguna sustancia en su mundo o en el de ella se había sentido alguna vez tan suave. Él rozó su clavícula con dos dedos y los descansó en la base de su garganta, sintiendo el pulso de su corazón palpitando a través de la delicada piel. Él la había tocado allí una docena de veces en sus sueños, pero no se comparaba a la realidad. —Tu ritmo cardíaco es de ocho pulsaciones por segundo —dijo él quedamente, intentando no dejar que su voz temblara. — ¿Por qué eso im...? —Shhh. No hables. Con su otra mano, él apartó el sedoso cabello de Cara, acariciando suavemente su cuello con las puntas de los dedos. Su respiración se detuvo, y él se detuvo por un momento, sorprendido por su reacción. ¿Realmente le había gustado eso? ¿Era posible que lo deseara? Solo había una forma de descubrirlo. Él apretó su mejilla contra la de ella, disfrutando de la sensación de su piel desnuda. Manteniendo una mano en la garganta de ella, él apretó la otra mano contra su espalda, donde el calor radiaba entre la fina tela de su camiseta. Él apretó la longitud de su espina, de arriba a abajo, las puntas de sus dedos masajeando, acariciando, y recorriendo suavemente, dejando su piel cubierta de piel de gallina. Él susurró en su oreja. —Al monitorear el ritmo cardíaco de nuestro compañero, sabemos cómo están reaccionando a nuestro toque. El cuerpo no miente. Este es el más auténtico test de atracción física. Por ejemplo — dijo él, apretando la base de su garganta con su pulgar, — tu pulso es de noventa pulsaciones por minuto y se incrementan rápidamente. —Ella sí lo deseaba. Él no podía creerlo. Las suaves curvas de su cuerpo se alzaron y cayeron contra él mientras el ritmo de su respiración se aceleraba, su propio pulso acelerándose en respuesta. Aelyx frotó sus labios adelante y atrás contra su oreja y susurró. — Ciento diez, ahora. —Pero él deseó que pudieran hacerlo mejor que eso. Él continuó frotando su espalda, apretando su cuerpo incluso más cerca y pasando los labios por su cuello hasta su hombro. Un quedo murmullo escapó de la parte posterior de su garganta y el fuego recorrió sus venas.
Más. Él quería más. Pasó las puntas de los dedos por la curva de su cintura, continuó por la parte superior de su muslo, y de vuelta a su muñeca. Deslizando el pulgar bajo la parte baja de su camiseta, él acarició la cálida piel de su espalda baja, luego apretó la palma y la apretó más fuerte contra él. Sus rápida y erráticas respiraciones cosquilleó un lado de su cuello. —Ciento treinta ahora —dijo él en el más leve suspiro. Era demasiado. Los pensamientos más animales y deliciosos llenaron su cabeza, y supo que perdería todo control si seguía un segundo más. Él removió abruptamente sus manos y retrocedió antes de que hiciera algo que lamentaría después. Él miró a Cara —cabello dorado enmarcando sus sonrojadas mejillas, los labios separados, los ojos cerrados, perdido en el momento. Por los dioses, ella era exquisita. Su corazón corría dentro de su pecho. Esta humana lo había cautivado, y la respuesta de su cuerpo le daba esperanza de que ella se sintiera de la misma forma. —Mejor me detengo, —Él intentó ocultar su júbilo, pero su rostro probablemente brillaba como una estrella de neutrón— No quiero provocarte un fallo cardíaco.
Los ojos de Cara se abrieron de golpe. Aelyx estaba allí de pie usando la expresión más presumida que hubiese visto nunca. ¿Fallo cardíaco? ¿Era esto algún tipo de desafío para probar que podía manejar su cuerpo de la misma forma que podía manejar cada juego en su colección? Como una idiota, pensó que ella le gustaba realmente. El deseo sofocante se convirtió en vergüenza. Luego en ira. Pero dos podían jugar este juego. Ella le mostraría un ataque al corazón. —Bueno, eso no estuvo demasiado mal, —Ella se aclaró la garganta y trató de calmar su respiración— Supongo que debería devolvértela, al estilo terráqueo. Es lo justo. —Estoy listo. —dijo él con una sonrisa presumida. Chispas de ansiedad se esparcieron corazón, pero no podía echarse atrás ahora. No podía dejarle ganar de nuevo maldición, estaba cansada mortalmente de perder. —Vamos a sentarnos.
— ¿Sintiendo debilidad en las rodillas? —Muy gracioso, —Pero no sabía la razón que tenía— Solo hazlo. Aelyx se sentó con las piernas cruzadas en la alfombra, y ella se arrodilló frente a él con los pies metidos debajo de ella. —Está bien, compañero, —Ella tragó con fuerza— Prepárate para que sacudan tu mundo. Oh, Dios. ¿Qué estaba haciendo? Se había imaginado besándolo un millón de veces, pero nunca pensó que ocurriría. Su corazón se aceleró, y ella agradeció que él no le estuviera tomando más el pulso. Un beso cambiaría su amistad. ¿Y si eso hacía las cosas raras entre ellos? O peor ¿y si a él no le gustaba? La humillación podría muy bien matarla. —Estoy esperando... —dijo él. —Cierra los ojos. Él obedeció, y ella tomó una respiración profunda y temblorosa. Controlando todos sus nervios, se inclinó hacia adelante, lo suficientemente cerca como para oler su cálida y picante esencia. Ella dudó, y entonces Aelyx abrió los ojos y le dedicó una mirada que podría incendiar el agua helada. Esto no era ningún juego para él. Darse cuenta le dio el coraje para eliminar la pequeña parte de aire entre ellos. Ella acunó el rostro de Aelyx, apretando la suave piel con los dedos, y frotó sus labios suavemente adelante y atrás contra los de él. Su boca era todo lo suave que parecía, la sensación era más caliente que en sus sueños más salvajes. Ella tomó su labio inferior entre los suyos y lo chupó suavemente, saboreando el naranjoso té, y luego lo capturó con los dientes para acercar más su boca. Cuando él deslizó la punta de su lengua entre s us labios, cálidas chispas bailaron por su pecho. ¿Cómo sabía él hacer eso? Él ladeó la cabeza a un lado para profundizar el beso, saboreando y explorando su boca, enviando esas cálidas chispas en todas direcciones. Ella se apartó, jadeando. — ¿Estás seguro que nunca has hecho esto antes? —Sí.
Sin desperdiciar un segundo, él enroscó la mano alrededor de un lado de su cuello y tiró de su boca directo a la de él con un poco de demasiada fuerza. Ella se apartó de nuevo. —Espera. — ¿Qué ocurre? —Más suave, —dijo ella— Así. —Entonces le mostró lo letal que podía ser un beso gentil. Él comprendió rápido, lo que no la sorprendió. Como la mayoría de las cosas en la vida, él era bueno en comprender, también. El espinoso calor se intensificó con cada cálida pasada de su lengua. Ella liberó su cabello, sintiendo las frescas hebras entre sus dedos, y luego ella ralentizó aún más las cosas, moviendo su boca deliberadamente, tomándose su tiempo y concentrándose en cada respiración robada y en cada calmo suspiro, disfrutando de cada sensación antes de que se acabara. Se sentía demasiado bien, casi irreal, e incluso a pesar de que sus labios nunca dejaron los de ella, Cara sintió el beso en todas partes. Manos poderosas se movieron a sus hombros, se deslizaron por la piel desnuda de sus brazos a sus muñecas, e incluso la tiró hacia adelante. Con el corazón latiendo fuera de control, ella se trepó a su regazo, montándose encima de sus muslos. Ella le rodeó el cuello con los brazos y reclamó su boca de nuevo, sintiendo sus manos en lo más bajo de su espalda, acercándola imposiblemente cerca. En alguna parte lejana de su mente, ella sabía que las cosas estaban yendo demasiado lejos, pero no pudo hacer que le importara. En un parpadeo, él la puso en el suelo, golpeando el aire fuera de sus pulmones. El peso de su cuerpo la empujaba contra la alfombra, y ella sintió su corazón martilleando contra su pecho mientras sus manos recorrían la totalidad de su caja torácica. No importaba lo mucho que ella se apretara contra él, no era suficiente. Él murmuró algo en otra lengua y alzó una mano entre ellos, rompiendo el botón de sus vaqueros. En lugar de alejar su mano, ella arqueó la parte baja de su espalda para ayudarlo con el cierre. Pero él se incorporó de pronto y se arrodilló por sobre ella, jadeando.
Le tomó un momento ajustarse al shock de su separación. Ella se aclaró la garganta y se incorporó sobre un codo, luchando por oxígeno. — ¿Qué ocurre? —Escucha. —Él miró hacia la parte más lejana de la casa— Creo que Eileen está en casa. El distante ruido del abridor de la puerta del garaje probó que él tenía razón. —Maldición, —murmuró ella. De todos los días en que su Mamá tenía que llegar temprano. Aelyx inhaló una profunda y estremecida bocanada. —Mis sentimientos exactamente. Cara se sentó y se removió para abotonar sus pantalones. —Hey, —dijo ella— Ven aquí muy rápido. —Ella le dedicó una sonrisa que le dejó claro lo que quería. Él imitó su sonrisa y no dudó en besarla una vez más mientras ella presionaba sus dedos contra su garganta para contar las pulsaciones. Quince segundos después, multiplicó el número por cuatro y tuvo su respuesta. — ¡Ciento cuarenta! —dijo ella— ¡Apuesto que es tu récord! Aelyx se rió. — ¿Cómo se siente derrotarme? Cara se lamió los labios y lo saboreó de nuevo. —Muy dulce. He esperado mucho tiempo para hacerte caer, —En lugar de soltar su mano, ella entrelazó sus dedos y le dio un apretón— Escucha, no quiero que las cosas se pongan raras entre nosotros. Él le devolvió el apretón. —Yo tampoco. — ¿Estás bien, verdad? — ¿Solo bien? —bromeó él— Creo que acabas de probar que estás bien dotada.
—Oh, totalmente —Ella señaló atrás y adelante entre ellos— El mundo no está listo para nuestro talento. — También, creo que me estoy enamorando de ti. Mientras su corazón corría, Cara se recordó a sí misma que Aelyx no estaba allí para quedarse, y que tal vez debería intentar echarse atrás un poco. Pero mientras lo veía estirar las arrugas en su Jersey y volver a atarse el cabello, ella supo que era muy, muy tarde para eso.
Capitulo 18 Traducido por krispipe Corregido por Cande Cooper
Aelyx extendió la mano y rápidamente silenció su alarma antes de que despertara a Cara o a sus padres. Segundos más tarde, su esfera de comunicación sonó para anunciar su registro previsto con Syrine y Eron, y tropezó de la cama hacia el tocador para recuperarla. Mientras rebuscaba en el cajón de arriba, notó su taza de té de ayer, todavía medio llena y descansando al lado de su espejo. Una sonrisa automática curvó sus la bios cuando susurró “Elire” y dejó la esfera en su mesita de noche. ―¿De qué te ríes?―En lugar de dos dedos, Syrine lo saludó con sus brazos cruzados y un ceño fruncido. Aelyx se estiró y bostezó, fingiendo inocencia. ―De nada. ¿Dónde está Eron?―Normalmente su imagen aparecía en tándem con la de Syrine. ―En China con su hermano―se burló. ―Sabes a lo que me refiero. ―No va a unirse a nuestra conversación―Sus cejas bajaron― No mientras yo sea parte de ella. Aelyx tenía una buena idea de lo que había causado la discusión entre sus compañeros de cuarto, pero preguntó de todos m odos. ―¿Qué pasó? Syrine rodó los ojos, algo que nunca le había visto hacer hasta que llegó a la Tierra. ―Me está castigando porque no voy a erradicar mi sh’alear. Ha perdido totalmente su mente,―Luego inclinó la cabeza y lo estudió― Tú no vas a erradicar el tuyo, ¿verdad? Eron dijo que le prometiste considerarlo. ―No ―dijo― Nada ha cambiado ―Lo que era mentira. Ayer había cambiado todo. Reflexivamente, su mirada se precipitó a la pared que lo separaba de Cara. Ella confiaba en él, al mismo tiempo que él estaba destruyendo cualquier esperanza de futuro entre sus mundos. Quizá Eron tuviera razón.
Tal vez Aelyx debería erradicar su sh’alear. Honestamente ya no lo sabía. En dieciocho años, nunca se había sentido tan en conflicto, sus pensamientos siempre dando vueltas de vuelta a la misma cuestión básica: ¿perjudicaría la humanidad al futuro de L’eihr más de lo que ayudaría? ―Ese no fue un no muy convincente―dijo Syrine― Por favor, dime que la imbécil pelirroja no está drenando tu ingenio. La columna vertebral de Aelyx se puso rígida, y ordenó―: ¡Cuida tu lengua! La boca de Syrine cayó en un óvalo. ―¿Por qué? ¿Porque di a ente nder que podrías estar influido por un humano o porque insulté al tuyo? ―Cara no es una imbécil. Ella es brillante y compasiva y... ―Jodida Madre―Syrine abrió la boca y lo señaló con un dedo acusador― ¡Quieres fhasearla! Aelyx no podía negar la declaración, así que la ignoró. ―Somos amigos. Es leal y confío en ella. A Syrine no pareció gustarle eso. ―¿Cuánto confías en ella? ―Lo suficiente como para contarle sobre el iphal. Ante sus palabras, el rostro de Syrine se aflojó. Sus ojos se abrieron y se quedó abierta como un pez moribundo. Le tomó tres intentos hacer salir las palabras, y luego Aelyx deseó que hubiera permanecido muda. ―¡Idiota! ¿Y si lo pone en su blog? ¡El mundo entero lo sabrá en un instante, y luego El Camino nos castigará a todos! ― Cara nunca haría eso. Lo prometió. ―¡No confío en ella!―gritó Syrine― ¡Y el hecho de que le contaras algo tan sensible demuestra que no eres de confianza, tampoco! ―No conoces a Cara como yo. Ella es... ―¡Esto es traición! ―No seas ridícu... ―¡Nos has traicionado!
Antes de que tuviera la oportunidad de defenderse, Syrine apagó su esfera. Él trató de alcanzarla varias veces, pero ella se negó a contestar. Espectacular. Syrine no estaba hablándole, y Eron no le estaba hablando a ella. Ellos estaban fomentando más drama que los humanos en Midtown High. Desde su llegada a este planeta, habían lentamente llegado a plasmar los mismos rasgos que siempre habían rechazado. Los Ancianos tenían la esperanza de restablecer sus propias emociones viviendo entre los humanos, pero para los clones, que no sufrieron la misma enfermedad, ¿podían transformarse en lo que más odiaban? Justo en ese momento, su esfera lo convocó con una frecuencia distinta que indicaba que el embajador había finalmente recibido su mensaje. Aelyx respiró hondo y trató de frenar su pulso antes de susurrar su clave de acceso. La imagen de Stepha parpadeó a la vida en la mesilla de noche. Apenas levantó dos dedos, como si no pudiera prescindir de la energía para completar el gesto. ―¿Cómo puedo ayudarte, hermano? ―He descubierto un problema con el agua―dijo Aelyx― Cada vez que recojo una muestra, encuentro vida vegetal reproduciéndose a un ritmo antinatural. ―Eso no es posible, ―le informó Stepha― Creo que quieres decir que Eron ha encontrado plantas contaminantes en sus muestras. Aelyx estaba confundido. El embajador no parecía sorprendido por la anomalía, sólo porque la había descubierto Aelyx en lugar de Eron. ―En realidad, ambos resultados son similares. Syrine lo confirmó también. En una rara muestra de emoción, las cejas de Stepha se levantaron en respuesta. ― ¿Estás seguro? ―Por supuesto. Repetí el análisis tres veces porque no creí los resultados originales. ―Interesante, ―dijo Stepha, sonando todo menos interesado― Esto significa que la contaminación está más extendida de lo que pensábamos. ―¿Así que los humanos lo saben?― Sí era así, ¿por qué Aelyx no había oído hablar de esto antes?
―No la población general. Este es un secreto muy bien guardado, así que mantén tus hallazgos en privado. ―Cuando Aelyx asintió, Stepha continuó en su monótono tono somnoliento― La Organización de Comercio Mundial solicitó nuestra ayuda el año pasado. Los científicos humanos se apresuraron a comenzar a experimentar con nuestra nanotecnología, sin explorar las posibles consecuencias, y han contaminado algunos de los suministros de agua con partículas de crecimiento. ―¿Qué clase de partículas de crecimiento? ―Ellos esperaban crear un abono para fomentar el crecimiento de los cultivos en climas duros. Aunque su intenciones eran puras, también ingenuas. Las nanopartículas se filtraron en ríos subterráneos y, finalmente, en el Océano Pacífico, causando una explosión en el crecimiento de las plantas. ―Pero si el agua en Midtown está infectada, eso significa…―Aelyx encendió la luz y agarró sus libros de texto de Estudios del Mundo, y luego volteó el mapa del mundo― Las partículas han alcanzado el Océano Atlántico y el río San Lorenzo. Stepha asintió en confirmación. ―Todavía no está en fase crónica, pero está aumentando exponencialmente. Dentro de una década, se estima la contaminación de todos los suministros de agua y la destrucción de la mayoría de las formas de vida acuáticas. ―Pero eso significaría…―Aelyx odiaba decirlo en voz alta. ―Eventualmente, la Tierra perderá la capacidad de sostener vida en absoluto. Aelyx podía muy fácilmente imaginar la reacción en cadena que acabaría con el planeta. Se necesitaba muy poco en destruir un ecosistema. El engrosamiento de la vida vegetal bloquearía la luz solar y deoxigenaría el agua, y una vez que la composición química cambiara, sería sólo cuestión de tiempo antes de que el agua se convirtiera en no apta para el consumo. Las precipitaciones no generarían la suficiente para soportar todas las formas de vida de la Tierra, y los humanos morirían dolorosamente, luchando por cualquier gota que quedara. ―Pero podemos corregir el problema―dijo Aelyx. Irónicamente, un pariente de la sh’alear que él plantó neutralizaría las partículas de crecimiento, deteniendo su reproducción.
―Sí, y lo haremos, ―Las siguientes palabras de Stepha casi pararon el corazón de Aelyx― Sí aprobamos la alianza. ― ¿Sí? ―Preguntó Aelyx, esperando haber malinterpretado al embajador― Eso suena condicional. ―¿Recuerdas cuando te dije que los humanos y los L’eihrs se beneficiarán cuando nuestras sociedades se fusionaran? Me estaba refiriendo a eso. Todo el cuerpo de Aelyx destelló caliente y de repente frío. Sagrada Madre. La alianza la que él y sus compañeros habían saboteado intencionalmente ¿era la llave para la supervivencia de la Tierra? ―¿El Camino permitiría a los humanos perecer?―No podía ser cierto. ― Una vez que ellos sepan lo que está sucediendo, estallarán guerras. Millones de inocentes morirán, mucho antes de que lo haga el planeta. Con toda la emoción de una piedra, Stepha contestó―: Si no pueden coexistir pacíficamente, no merecen ser salvados. Levantando sus dedos en un abrupto saludo de despedida, Aelyx cerró su esfera y tragó la bilis que subía por su garganta. Oh, dioses, ¿qué había hecho? Bill, Eileen, la pequeña Ashley, y Cara, su Elire. Los había sentenciado a una muerte terrible. Con dedos temblorosos, levantó la esfera a sus labios y llamó a Eron y Syrine, rezando que contestaran la llamada y desarraigaran sus plantas de sh’alear a la vez. Tenía que haber una manera de deshacer el daño que habían causado. Cualquier otro resultado era impensable.
El chirrido del despertador de Cara la arrancó a la conciencia, pero en lugar de pegarle al botón repetición, rebotó fuera de la cama y se estiró hacia el techo, aumentando los dedos de sus pies para estirarlos. Apartando a un lado su cortina de encaje, miró a través de la ventana escarchada al bosque en la distancia, donde continuaba cayendo la lluvia en cortinas y una bravata de viento arrojaba resbaladizas y mojadas hojas por el aire. Giró en su lugar y sonrió. Qué hermosa mañana. Manteniendo dos dedos contra sus labios, suspiró, recordando cómo de increíble se había sentido la boca de Aelyx sobre la suya ayer… y
preguntándose cuándo la besaría de nuevo. No habían hablado exactamente sobre ello, pero estaba segura de que eran una pareja ahora. Después de vestirse con el jersey más cálido y pantalones vaqueros, prácticamente saltó a la cocina y se sentó al lado de su papá en la mesa. ―¡Oh, panqueques con trocitos de chocolate! ―Amontonó tres en su plato y los roció con mantequilla de maní derretida. ―Estás de buen humor hoy, ―Su mamá sonrió por encima de su taza de café. ―Sí, supongo que sí. Papá levantó la vista del periódico y sonrió para sí mismo. ―¿Piensas que Satanás quiere pedir prestado mi soplador de nieve? ―Cuando nadi e se rió, añadió―: ¿Lo entienden? Infierno congelado. ―Lo único peor que un chiste malo, ―dijo Cara―, es tener que explicarlo. Con un gruñido y un encogimiento de hombros, él volvió a la lectura. Cara lamió una mancha de chocolate de la comisura de su boca. ―¿Puedo tomar prestado el coche hoy, mamá? Vamos a mojarnos si vamos caminando... ―Mmm, ―interrumpió su papá― Cuando yo era joven... ―Sí, sí, ―interrumpió Cara de nuevo― Caminabas a la escuela desnudo en la nieve o algo así. Entonces, ¿puedo? ―Voy a la hora del cuento a la biblioteca―Su mamá agarró otro panqueque y lo enrolló como un burrito―. ¿Qué tal si te dejo allí en su lugar? De pronto, su papá golpeó su taza sobre la mesa y dobló el periódico por la mitad. ―Escuchen esto, ―Sus mejillas se oscurecieron mientras leía en voz alta―: En respuesta a la propuesta de Cara Sweeney del Día de la L’conciencia y la derrota casi unánime de la propuesta del Senado conocida como la Ley de Expulsión L’eihr, el líder de HCOL Isaac Richards ha llamado a una protesta internacional, pidiendo a los miembros del HCOL reunirse en Manhattan, Midtown, Bordeaux, y Lanzhou para exigir la revocación de los visados de los L’eihr y poner fin al intercambio de cultura. “Están envenenando nuestra agua y matando nuestros cultivos”, dijo Richards. “¿Qué es lo próximo, nuestros niños?”
―Genial, ―dijo Cara alrededor de la comida en su boca― Justo lo que necesitamos, más manifestantes locos. ¿Por qué están sorprendidos por el fallo del proyecto de ley? La presidenta daría su teta derecha por esa alianza. ―¡Pimienta!―Resopló mamá, golpeando suavemente el brazo de Cara. ―Sabes que lo haría, ―argumentó Cara― Probablemente la izquierda también. Y un ovario. ―Bueno, ―dijo papá― esto dice que el senador de Arizona ya está escribiendo otro proyecto de ley como este. Mamá apuntó su panqueque enrollado hacia él. ―¿Dice cuántas personas están llegando, o cuándo planean marchar? ―No, ―Papá continuó escaneando el artículo― Apuesto a que serán unos pocos miles, probablemente más, ―Se pausó un momento y tomó la mano de mamá― Yo no me preocuparía. El ejército no dejará que nada le pase a Aelyx. Estoy seguro de que van a enviar tropas adicionales. Mamá asintió y miró a Cara. ―¿Por qué no ves si Aelyx acabó su desayuno? Tenemos que irnos pronto. ―¿Desayuno? Pensé que se estaba vistiendo. ―Quiso comer en su habitación hoy, ―Mamá se puso su abrigo―. Creo que se quedó dormido. Justo cuando Cara se levantó, Aelyx entró vestido con su chaqueta. Mantuvo sus ojos fijos en una copia de Biomateriales Avanzados mientras arrojaba su mochila sobre un hombro. Cuando entraron en el coche, él tomó el asiento del pasajero delantero en vez de sentarse en la parte de atrás con ella, entonces leyó su libro en silencio durante la duración del viaje. Después de un rápido “gracias” a su madre, corrió delante de ella en la escuela mientras Cara corría para alcanzarlo. ―¿Estás bien?―Trató de apoyarse contra él, mientras se dirigían al salón de clases, pero él se desvió hacia el lado. ―Estoy bien. ―¿Entonces por qué no me miras?―Agarrando su manga, lo detuvo en medio de la sala llena de gente― ¿Estás enfadado? Ya sabes, ¿ por lo de ayer?
Aelyx lanzó un suspiro y, finalmente, se volvió hacia ella, pero no la miraría a los ojos. ―No estoy enojado. ―¿Así que estamos bien? ―Sí, Cah-ra. ¿Por qué no lo estaríamos? No Elire. Cara. Todo el aire desapareció de sus pulmones. Ella rec onocía un desaire cuando lo veía. Esa enferma sensación de hinchazón regresó, la que había sentido cuando Tori la apuñaló por la espalda, pero incluso aunque las lágrimas le escocían en los párpados, las obligó a detenerse. No iba a llorar por esto. No mientras él estaba observando. En lugar de avergonzarse a sí misma incluso más, giró sobre sus talones y le dio el espacio que él obviamente quería.
Varias horas más tarde, después de escanear mecánicamente su aplicación Dartmouth por quinta vez, Cara se ri ndió y trató de conseguir adelantar la tarea de matemáticas de mañana. Cuando no pudo concentrarse en eso tampoco, abrió su copia de Jane Eyre, con las esperanza de escapar de los pensamientos de Aelyx. Pero no importaba lo que esa hiciera, no podía dejar de fijarse en él. Con un suspiro, Cara miró alrededor de la sala de clase. La mayoría de los estudiantes estaban encorvados diligentemente sobre el mismo examen de historia que ella había terminado hacía media hora. El reloj de la pared marcaba las 11:37, sólo tres minutos más tarde que la última vez que lo había comprobado. El día se sentía tan largo sin Aelyx para distraerla. Deslizando la mirada hacia un lado, lo vio pretender leer su libro de texto de biomateriales. A pesar de que parecía absorbido a fo ndo, no había pasado una página en diez minutos. Cuando la campana sonó finalmente, le pidió a Blake que la acompañara al laboratorio de computadoras y que luego llevara a Aelyx a la cafetería. Necesitaba actualizar su blog, y francamente, no podía soporta r más el trato de silencio. ―Nos quedaremos contigo, ―insistió Aelyx― No tengo hambre de todas formas. ―Entonces tal vez deberías pasar un rato en la biblioteca, ―replicó ella― Y leer.
Al más puro estilo de rechazo, él la ignoró, siguiendo junto a Blake ha sta que llegó al laboratorio y se instaló al final de una fila vacía. ―Coge una silla, ―Si puedes soportar esa cercanía― Necesito un hecho al azar para el Miércoles de Trivial. Él se sentó en la misma estación de trabajo, pero mantuvo doce pulgadas entre ellos y se apartó como si ella oliera mal― ¿Cómo dicen adiós los L’eihrs? ―Tocamos el lado de la garganta con nuestros dos primeros dedos. Vaya, sí que tenían una fijación con las gargantas. ―Para tomar el pulso el uno al otro, ¿como...―Me hiciste ayer? Se interrumpió a sí misma justo a tiempo. ―Oh. ―Él salpicó el incómodo silencio con una tos falsa― No, sólo un simple toque y lo liberamos. El sitio central del blog apareció, y ella entró su nombre de usuario y contraseña. ―Eso es todo lo que necesito , ―le dijo con voz fría― Puedes irte. ―Esperaré. ¿Cuál era su problema? Él la había desairado, ¿así que por qué estaba actuando como un pesado de etapa cinco? ―No hay raz... Un mensaje de error apareció en la pantalla del ordenador. Al principio, pensó que había metido mal la contraseña, pero con una inspección más cercana, encontró que el karma había decidido darle un puñetazo en el estómago cuando estaba ya abajo. ¿Qué había hecho para merecer esto? Esta cuenta ha sido desactivada debido a violaciones de nuestros términos de servicio. ―Maldita sea, ― ¡Ella no había violado nada! ―¿Qué pasa?―Aelyx se inclinó una preciosa pulgada en dirección a ella para leer la pantalla. ―¡Mataron mi blog!―Casi un millón de seguidores, puf, desaparecidos, como si nada. ―Yow, ―Blake se unió a la fiesta de compasión, mirando por encima del hombro―. ¿Qué hiciste?
―Nada. Ella no había publicado sobre el armamento de los L’eihrs, el tamaño de la población, o cualquier cosa que ellos podrían no querer divulgar públicamente, por lo que el gobierno no lo habría cerrado. Todo lo que ella había discutido eran las costumbres L’eihr, mutaciones, y los avances relacionados con la reproducción. Eso no era un gran problema, ¿no? Al parecer, alguien pensaba que sí, y no tenía forma de saber quién.
Capitulo 19 Traducido por Xiime~ Corregido por Yanii
—Culturalmente hablando, ¿cuál es la diferencia más grande entre la Tierra y tu hogar? —El Sr. Manuel entregó ausentemente paquetes de estudio a la clase, trabajos para mantenerlos ocupados mientras se concentraba en su único amor de estos días: Aelyx. —Podría decir nuestras similitudes más rápido que nuestras diferencias, ya que no tenemos casi nada en común. —Aelyx se inclinó sobre su asiento y posó sus antebrazos sobre sus rodillas. Cara quería pegarle. Estaba cansada de ser ignorada. —Básicamente, —continuó Aelyx—, nuestro único propósito desde el momento en que nacimos hasta el momento en que morimos es servir a L’eihr. Somos criados, educados, y entrenados juntos para ningún otro propósito. Aquí en la Tierra, su único propósito es complacerse a ustedes mismos. —Lindo. —Golpeó ligeramente la bota de él, y se sintió sorprendentemente bien. Debería haberlo hecho más fuerte— Lo recordaré la próxima vez que me sienta tentada a echar a perder mis planes porque necesitas que te lleve a preservar la naturaleza. Aelyx hizo una mueca y puso una mirada de culpa en su rostro, la misma que había visto todos los días desde que la había ninguneado. —Tienes razón, —coincidió—. No debería generalizar. ¿Aelyx admitiendo que estaba equivocado? Deseaba saber qué estaba sucediendo en esa supuestamente evolucionada cabeza suya. —Mencionaste duros castigos y ejecuciones, —dijo el Sr. Manuel— Pero si tu generación es tan perfecta… Cara murmuró—: A Aelyx le gusta pensar que es perfecto.
—¿Por qué son necesarios? Aelyx endureció su mandíbula y le lanzó una mirada que decía que su paciencia se estaba menguando. Bien. Ya era hora. —No ha habido ninguna ejecución en L’eihr en casi dos años, —le dijo al Sr. Manuel— Pero las ofensas castigables con la muerte incluyen crianza no autorizada, agresión, robo, insubordinación… casi cualquier crimen que vaya en contra de El Camino. —Así que, —dijo el Sr. Manuel—, si El Camino es su gobierno central, ¿quién hace cumplir las leyes en cada distrito? —Una fuerza militar similar a la de ustedes. —¿Qué hay de la corrupción? —Preguntó— ¿Quién los mantiene honestos y responsables? —Recuerde, —dijo Aelyx—, que es imposible mentir durante el Discurso Silencioso. Lo hizo sonar tan prefecto, como si permitir que el gobierno entrara en tu cabeza fuera una cosa buena. Cara no podía seguir quedándose callada. —¿Qué hay del derecho a la privacidad? —¿Qué sobre el? —Um, no tienen uno. —Si estas buscando una utopía, Cah-ra, —dijo, igualando su tono sarcástico—, no la encontrarás. Ni aquí ni en L’eihr. Los sacrificios se hacen por un bien mayor. —Bueno, —argumentó ella— ¿Cómo puedes justificar matar a tu propia gente, especialmente siendo tan evolucionados? Las naciones más avanzadas de la Tierra abandonaron la pena de muerte hace años. Aelyx alzó un hombro. —La ejecución es una solución lógica al igual que un castigo. Si un individuo no puede vivir entre los parámetros de la sociedad, es mejor removerlo, o removerla, de ella. Yo preferiría una muerte rápida al aprisionamiento o el exilio. Encuentro cruel su sistema de encarcelación.
Le costaba creer eso, especialmente considerando que no creían en la vida después de la muerte. —¿Qué hay de El Camino? —Preguntó— ¿Quién los elige? —Después de nuestra evaluación, —dijo—, los niños más dotados son seleccionados para El Camino, pero no sirven hasta después de su Día Sh’ovah. Siempre hay diez miembros, y cada uno sigue sirviendo hasta que se encuentra un ciudadano con más talento para reemplazarlo. —Asintió hacia Cara y añadió—, o reemplazarla. Sacudió la cabeza. Que forma horrible de vivir. —¿No hay nada democrático en la vida en L’eihr? —No. —Lo dijo sin remordimientos, como si estuviera igualmente poco impresionado con su gobierno como ella estaba con el de él. —¿Y realmente estás bien con eso? —Por supuesto. Tenía que estar mintiendo. —No puedo creer que no te moleste. —¿Qué no me molesta? ¿La corrupción en su sistema de gobierno? — Tocó su cuaderno como si la prueba estuviera entre sus páginas — ¿La ineficiencia? ¿La masa uniforme eligiendo al candidato que haga las promesas más excéntricas? —La falta de libertad, sabelotodo. —Ah, libertad. —Se inclinó hacia atrás en su silla y cruzó los brazos, muy engreído y seguro de sí mismo— Está sobrevalorada. —¿Cómo podrías saberlo? —Preguntó ella— Nunca la has probado. —He probado suficiente. La simple verdad es que la mayoría de la gente no puede manejar la total libertad. Hacen un pobre uso de ella. —No hay tal cosa como un uso pobre, ese es el punto. Cualquier uso es un buen uso. Una seca risa sin humor escapó de sus labios.
—¿Oh? ¿Insultar a la ley y dejar amenazas en tu casillero? —No somos libres de romper la ley. —No técnicamente, pero sus tolerantes consecuencias no son muy disuasivas. —Oh, por favor. —Agitó la mano— Esos castigos fuertes no te detuvieron de rebelarte. Solamente te cansaste de eso. —Lo que evitó que me rebelara más. Rodó sus ojos. ¿Qué hay de sus idas nocturnas al bosque? La gente inocente no andaba por ahí al amparo de la oscuridad. Él había estado metido en algo desde que llegó a la Tierra, lo sabía. —De cualquier forma, —añadió él—, es arrogante asumir que el método democrático es mejor solo porque es lo único que conocen. —Aelyx tiene un buen punto, —dijo el Sr. Manuel—. Hay innumerables sistemas de gobierno en existencia, y ninguno es perfecto—. Puso sus lentes de lectura sobre su cabeza y se sentó en un escritorio vacante cercano a su pupilo estrella— L’eihr me recuerda a una de nuestras sociedades ancestrales. Eran llamados los Esp… —Sí, los Espartanos, —terminó Aelyx— Sabía que harías esa comparación. Pero estás olvidando que Esparta era una brutal nación guerrera, bastante salvaje en realidad. Esclavitud, infanticidio, asesinato ritual. Los L’eihrs no son agresivos. —Cierto, —dijo Cara— Los L’eihrs solo te arrebatan los derechos humanos básicos en cambio. La voz de Aelyx se oscureció. —Los llaman derechos humanos por una razón. No somos humanos. Otra vez, estás siendo arr… —Tiempo fuera, —declaró el Sr. Manuel, usando las manos como un referi para formar una T— Quizás deberíamos hablar sobre otra cosa. Ella y Aelyx se lanzaron miradas asesinas.
—Quiero oír más sobre el viaje espacial, —dijo el Sr. Manuel— ¿Cuál es el combustible de sus naves? Cara sabía la respuesta un elemento llamado XE-2 y no tenía ningún interés en el nuevo tema e incluso menos en su paquete de estudio. Necesitaba alejarse de Aelyx y calmarse antes de sacarle la fash de un golpe. —¿Puedo ir al baño? El Sr. Manuel asintió. —Lleva el pase. El pase del baño, un asiento de inodoro de un deslumbrante diamante falso diseñado para avergonzar a los estudiantes y así disminuir las peticiones de salir, colgaba en un gancho junto a la puerta. Cuando se movió de su asiento, Aelyx le agarró la muñeca y la soltó igual de rápido. —¿Qué hay del Oficial Borsch? —Preguntó— Debería ir contigo. En vez de espetar ¿Por qué te importa? Juntó un poco de madurez y dijo—:Voy al baño, no a Beirut. ¿Qué destino horrible crees que me está esperando ahí? ¿Muerte por el remolino del inodoro? —Está bien. —Cruzó sus brazos sobre su amplio pecho— Si no estás de vuelta en cinco minutos, voy a buscarte. —Haz lo que quieras. —Agarró el pase enjoyado, lo colgó sobre su hombro, y salió al pasillo, cerrando la puerta a sus espaldas. Mientras caminaba por el vacío corredor, se preguntó por centésima vez cuál era el problema de Aelyx. Sabía que él había querido estar con ella ese día en su habitación: la evidencia física era irrefutable. Incluso la había sorprendido en el pasillo para otro beso a escondidas antes de cenar esa noche. Pero la mañana siguiente… Un movimiento en su visión periférica detuvo a Cara en medio de una zancada, y retrocedió, espiando el pasillo que llevaba a su casillero. Una chica estaba parada en puntas de pie, deslizando una nota doblada a través de las ranuras de la puerta. ¿Una chica? Había asumido que era Marcus quien estaba detrás de las amenazas.
Cara dio la vuelta en sus talones y fue hacia su casillero, apretando su agarre en el asiento de inodoro en caso de que necesitara usarlo como arma. Calor subió a su rostro y su pulso se apresuró con cada paso, pero cuando Cara se aproximó al casillero reconoció a la chica de rizos rubios. —¿Brandi? —¿Ella estaba detrás de las amenazas? No habían sido amigas desde hacía un largo tiempo, pero Cara pensó que conocía a Brandi mejor que eso. Quizá Marcus la había obligado. Ante el sonido de su nombre, la cabeza de Brandi se movió hacia los lados con sus rizos dorados golpeando sus mejillas. Sus ya grandes ojos de ciervo sobresalieron de sorpresa mientras se hacía hacia atrás y luego hacia delante otra vez, intentando sacar el papel doblado aún atascado en la ranura del casillero. ¿Intentando destruir la evidencia? ¡Oh, diablos, no! Agarrando el asiento de inodoro con ambas manos, Cara corrió hacia Brandi y lo usó como un ariete para golpearla en su costado. Brandi cayó al piso, aterrizando justo sobre su trasero, pero no se quedó en el suelo el tiempo suficiente como para que Cara agarrara la nota. Poniéndose de pie dificultosamente, Brandi fue hacia Cara, golpeando con su hombro, resultando en una pelea de empujones a toda regla, completada con tirones de cabello, insultos, arañazos y cachetadas. Finalmente, Cara arrojó el pase enjoyado hacia Brandi, distrayéndola lo suficiente como para echarla hacia atrás. Enfrentó el casillero e intento empujar la nota hacia dentro. No funcionó. Brandi golpeó la parte de atrás de las rodillas de Cara, causando que colapsara en el suelo mientras Brandi agarraba la nota y la ponía en el frente de sus muy apretados jeans. Ew. No había forma de que Cara la quisiera ahora. Dejaría que Blake recuperara la evidencia. Jadeando, Brandi se quitó un mechón de pelo de la cara. —¡Eso no es para ti! Cara se puso de rodillas, intentando recuperar la respiración. —¿Entonces por qué lo pondrías en mi casillero? —Para Aelyx.
—¡Amenazarlo a él es igual de malo! Brandi se enderezó, sus cejas desapareciendo bajo su flequillo. —¿A qué te refieres con amenazarlo? —Oh, deja de fingir. Sé que tú escribiste las otras notas, Humanist. —¿Qué otras notas? —Ya sabes, perra traidora, te estoy vigilando. —Cara agarró el asiento de inodoro, al que ahora le faltaban la mitad de sus gemas de plástico, tiradas en el suelo,— Debo decir, no creía que las tuvieras todas contigo. —Juro que esta es la única, —insistió, apuntando a su entrepierna— Pero no escribiré ninguna más. —Se hizo hacia atrás defensivamente y añadió—, solo lo hice porque no me respondía mis mensajes de texto. —Espera, —Cara no entendía— ¿Qué hay en la nota? —Yo… um… —Brandi dio un paso hacia atrás y trago fuerte— Preguntaba si él querría salir alguna vez. —¿Eso es todo? Brandi asintió. —¿Entonces por qué me atacaste? —Usando la tapa, Cara apuntó al brillante campo de batalla donde los diamantes falsos llenaban el corredor. Brandi miró sobre su hombro y bajó la voz. —Porque no sabes lo qué haría Marcus si lo descubriera. Y mi mamá no confía en Aelyx. Me mataría si supiera. —Rogó con sus ojos y dijo—: Mira, Cara. Sé que ya no somos muy cercanas, pero por favor no le digas a nadie. Cara casi sintió pena por Brandi. Debía apestar querer tanto ser popular que estarías dispuesta a salir con un novio controlador solo para ganar una tiara barata y una mención extra en el libro anual. —Por favor, —dijo—. Haré cualquier cosa. Solo no lo digas. —Está bien. —No podía decir que no. Todo era demasiado patético— No lo haré.
Brandi presionó una mano sobre su corazón y exhaló con alivio. —Gracias. Y juro que no lo haré otra vez. Realmente lo siento, sé que te gusta Aelyx, también. Ese es probablemente el por qué no me respondía los mensajes. Quiere estar contigo, no conmigo. —Uh, sí, —mintió— Pero incluso si no estuviéramos… juntos… no podrías estar con él. Los L’eihrs son ácidos a los humanos, ¿recuerdas? —Espera. ¿Así que ustedes literalmente no pueden hacerlo? —Mordió su labio inferior— ¿Ni siquiera con protección? —Nop. Solamente nos acurrucamos mucho. —¿Cómo vas a manejarlo cuando vayas a L’eihr y lo veas con otra chica? Quiero decir, si tú no puedes hacerlo, no pueden estar juntos. Eventualmente él terminará con alguien de su propia clase. Como Syrine, quien ve dentro de su alma. —No es gran cosa. No vamos en serio. —Oh. Bien, lo siento sobre la, uh, nota. —Brandi alisó su cabello y apuntó sobre su hombro— Debo volver a clases. Mientras Brandi se iba por el pasillo, Cara consideró lo que h abía dicho. Aelyx sí terminaría con alguien de su clase, si no Syrine, entonces alguna otra L’eihr linda que lo miraría a los ojos para hablar. Tenía sentido. Eso no debería molestar a Cara, pero no podía negarlo. Una bola de bolos congelada se asentó en su estómago cuando imaginó pasar un semestre en L’eihr como la tercera rueda de Aelyx, siguiendo a cual fuera la hembra que los líderes eligieran para él. Se dejó caer contra el casillero, con el asiento del inodoro en sus manos y su cabello enredado, y se dejó preocuparse unos segundos más antes de volver a clase.
Después de Estudios del Mundo, ella y Aelyx fueron hacia su casillero otra vez, abriendo la puerta de metal para que el Oficial Blake mirara.
—¿Qué es esto? —Aelyx se movió para tocar su rostro pero pareció cambiar de opinión y en cambio apuntó al arañazo que Brandi le había dejado en su mejilla. —Nada. Solo me rasguñé a mi misma. Él apretó sus labios dudoso, pero entonces su mirada fue hacia el suelo, donde había caído un papel boca abajo a sus pies. —No lo toquen. —Blake pasó entre ellos, sacando una bolsa Ziploc y un par de pinzas. Una vez que tomó la evidencia, la sostuvo entre ellos para estudiar su mensaje. Con una mano pesada que presionaba la tinta casi hacia el otro lado, advertía: LOS ACCIDENTES OCURREN, INCLUSO EN LAS ESCALERAS. PISA UNA GRIETA, ROMPE TU ESPALDA DE TRAIDORA. HUMANIST. —Eso no estaba ahí hace treinta minutos. —Algo sobre la manera en que el escritor había presionado su bili con tanta fuerza contra el papel la asustaba— Comprobé mi casillero cuando fui al baño. Su estómago se contrajo sabiendo que alguien acababa de estar ahí. ¿Qué si la persona había observado todo el intercambio con Brandi, esperando el momento perfecto para entregar la nota? Si se hubiera quedado un poco más en el pasillo después de que Brandi se fue, ¿Habría aprovechado la oportunidad de llevar su amenaza a otro nivel? —¿Tu próxima clase no es en el piso de arriba? —Blake debió haber sentido su ansiedad, porque con una sonrisa y un gentil codazo, bromeó —: Asegurémonos de que no nos resbalamos en alguna cáscara de banana en el camino. El aliento que había estado conteniendo salió en una risa, y por primera vez, se sintió agradecida por su escolta. Saber que estaría justo detrás suyo en la oscura y angosta escalera era lo único que evitaba que su corazón se le saliera del pecho. Agarró sus libros, y juntos, los tres atravesaron el atestado pasillo, que presentaba un atasco de tráfico mientras se aproximaban a la puerta que daba a las escaleras. Un zumbido recorrió la multitud, y los estudiantes frente a ella se paraban en puntas de pie, espiando sobre las cabezas de los que bloqueaban el camino como si hubiera comenzado una pelea. Lo que no le sorprendería.
—Simplemente genial. —Blake empujó para pasar, desapareciendo en el mar de cuerpos. Un par de minutos después, gritó—. ¡Fuera del camino! ¡Hagan paso! Había un borde frenético en su voz que nunca antes había oído. Los estudiantes que aún no habían ido hacia las otras escaleras se hicieron hacia atrás, y Cara espió entre sus hombros, captando una visión de Blake mientras abría la pesada puerta de una patada. Llevaba una chica en sus brazos y se apresuró a llevarla hacia la oficina. Justo antes de que doblara la esquina, reconoció la piel anaranjada de la chica y un destello de metal de un botón fijado en su suéter. Aunque no estaba suficientemente cerca para leer las letras, Cara sabía que el botón decía AMANTE DE L’EIHR.
Cara descansó su mandíbula sobre su palma y se quedó mirando vacíamente la cafetería. Blake prometió llamarla cuando supiera algo sobre la condición de Ashley, pero por las últimas dos horas, su movil había permanecido en silencio. Gritos de blasfemias en español atrajeron la atención de Cara hacia la mesa de Eric, donde Tori agitaba su dedo frente a su cara, regañándolo por algo. Pero estaba demasiado preocupada por Ashley como para complacerse de la miseria de Tori y Eric. —Come algo. —Aelyx se inclinó sobre la mesa y empujó su sándwich de pavo hasta que rozó su camiseta—Estará bien. —¿Cómo lo sabes? —Dió una mordida pero no sabía a nada. —Noté que estaba consciente. Con mucho dolor, pero alerta. Eso es un buen signo. Cara intentó decir lo que sea, pero salió apagado por el sándwich. Cuando su movil vibró, se apresuró a tocar la pantalla ant es de que fuera al correo de voz. —Ho-ga, —dijo con un poco de pavo.
—Acabo de oírlo por la mamá de Ashley. Brazo roto, hombro machucado, dos costillas rotas. No volverá a la escuela por un tiempo, pero está bien. Cara tragó y tomó un rápido sorbo de agua. —¿Dijo qué había sucedido? —Alguien la empujó de la parte de arriba de las escaleras, pero no vio quién. —Luego Blake endureció su voz— Comprobamos las cámaras de seguridad, en las escaleras y cerca de tu casillero. —¿Y? —Nada. Alguien se las arregló para apagar el sistema justo en ese momento. No más idas al baño sin acompañante para ti. Te guste o no, soy tu nueva sombra. —Hey, no me estoy quejando. —Finalizó la llamada y dejó salir un suspiro. Ashley estaría bien. Y ningún Patriota sin importar qué descarado fuera irá tras ella o Aelyx con un policía a su lado.
Capítulo 20 Traducido por Evarg7 Corregido por Cande Cooper
― Estás sonrojada, ―dijo mamá, poniendo su palma contra la frente de Cara― ¿Estás enferma? ―No, estoy bien ―el sonrojo de Cara no tenía nada que ver con un virus. Sus mejillas quemaban mientras revivía las escenas de su sueño más reciente, uno particularmente tórrido que involucraba a Aelyx. Casi podía sentir sus manos en su cuerpo y su cálido aliento en su garganta. Como si pensar en él todo el día no fuera lo suficientemente malo, ¿también tenía que invadir su sueño? ―¿Dónde está Aelyx esta mañana? ―mamá puso un plato humeante de waffles dorados sobre la mesa, llenando el aire con esencias de mantequilla y tarta dulce. Al menos la comida era buena en su infierno virtual. ―En su habitación, supongo. ―Donde pasa todo su tiempo ahora. Aelyx había prometido que las cosas estaban bien entre ellos, pero el Sr. “Nunca Te Mentiría” era casi tan honesto como un criminal. La había estado evitando durante semanas, actuando como si su cuerpo estuviera rodeado de un mortífero campo de fuerza y refugiándose dentro de su habitación, gritándoles a sus amigos en el “teléfono”. Qué mal que ella no pudiera hablar L’eihr, porque lo que sea sobre lo que estuvieran discutiendo, sonaba sustancioso. ―Creo que me iré pronto, ―Cara sujetó su waffle entre sus dientes mientras se ponía su abrigo. ―¿No vas a esperar a Aelyx? ¿Y soportar otra caminata dolorosamente incómoda hasta el colegio? No, gracias. Agarrando su mochila, llegó a la puerta antes de que él pudiera unírsele. ―Tengo cosas que hacer. Puede encontrarme en clase. Salió disparada hacia la calle, donde fue saludada por un amistoso rifle de asalto.
Jadeando, presionó una mano sobre su corazón. Seguía olvidando a los tipos militares que se materializaron la noche pasada, justo sobre los talones de cien mil protestantes chiflados. Después de soltar un suspiro audible, ofreció una sonrisa al joven rubio que bloqueaba su camino, luego saludó con la mano a una docena de sus camaradas.―Buen día. Los fríos ojos azules devolviendo la mirada no estaban divertidos.― ¿Dónde está el L’eihr? ―Volaremos solos hoy , ―ella apuntó al G.I. Jerk 16, enviando una petición silenciosa para que se moviera, pero, en lugar de eso, él avanzó, haciéndola retroceder dos pasos concretos. ―Los llevaremos a ambos, ―infló su pecho como un primate tratando de reivindicar su dominancia. Alguien debió de rociar demasiada testosterona en los cereales del niño―. Juntos. Ella lo fulminó con la mirada por un momento antes de saltar las barandillas de hierro que iban a lo largo de los escalones, aterrizando sobre sus pies con un duro golpe seco que hizo doler a sus espinillas. Mientras caminaba hacia el camino, gritó―: A menos que el presidente haya declarado la ley marcial desde la última vez que lo revisé, caminaré hasta el colegio. Él gimió y gritó―: ¡Jones! ¡Spaulding! Escolten a la Srta. Sweeney hasta Midtown High y llévenla con el Sargento Baker. El sonido de botas de combate golpeando el congelado suelo se acercó, pero sus escoltas se quedaron atrás, dándole unas buenas diez yardas de privacidad mientras marchaban. Qué bien, porque no era exactamente una compañía placentera esta mañana. El sol se elevó a través de las nubes oscuras e intensas, poniendo un brillo lamentable en el bosque. Sus dedos se sentían tan vacíos sin los de Aelyx entrelazados entre ellos, pero por más que ansiara su calidez y risa, no podía resistir otro minuto de silencio cargado ni de charla vacía. Miró tras de sí para asegurarse de que él no la estaba siguiendo. ¿Cuándo se había hecho tan dependiente de Aelyx? No podía identificar ningún momento dado en que había pasado. Eso le recordaba a una ventisca de años anteriores, cuando un sorprendente frente frío había dejado cuatro pies de nieve en el pueblo. Ella se había ido a la cama completamente 16
G. I. Jerk: juego de palabras para referi rse al soldado haci endo una comparación con los juguetes G. I. Joe.
ignorante de la tormenta y despertado la siguiente mañana con un impenetrable muro de nieve rodeando la casa. O quizá la manta era una comparación mejor, la forma en la que reúne la calidez tan gradualmente que no sientes el frío hasta que quitas la manta. Sí, justo así era Aelyx. Se había enamorado de él tan lentamente que no se había dado cuenta de la profundidad de sus sentimientos hasta que él se había alejado. Pero, ¿por qué se había alejado? Él fue el que había iniciado toda esta cosa de “déjame tocarte por todos lados y tomarte el pulso”. ―¿Srta. Sweeney? Cara se giró para encontrar a uno de los soldados, un lindo pelirrojo con tantas pecas que casi se confundían con bronceado, apuntando su arma hacia el final del camino. ―No vaya muy lejos. Nos dijeron que la multitud es un poco salvaje. ―Espera ―dijo ella― ¿están aquí? ― HCOL había anunciado una marcha en City Hall, no en la escuela. Esto no debería ser como las demostraciones usuales. Un frío helado subió por su espalda y se asentó cerca de su corazón cuando imaginó lo que una multitud de miles podían hacerle; Cara Sweeney: la Extraordinaria Amante L’eihr. De repente, se sintió como una idiota por no dejar que el militar hiciera de chofer. Un Hum-V blindado sonaba bastante bien justo ahora. El otro soldado, un moreno verticalmente deficiente, debió de oler su miedo. ―La Guardia Nacional lo está manejando. Tenemos tropas en la retaguardia, así que no se preocupe. ―Claro, ―susurró con un asentimiento. ¿Por qué eso no la hacía sentir mejor? Mientras se acercaban al final del camino, un coro abrasador de sirenas comenzaron a ahogar el crujido de ramitas y hojas secas bajo sus botas. Luces rojas y azules destellaban a través de los árboles como si el colegio se hubiera incendiado, y luego el escándalo de diez mil voces en sus oídos como una cruz entre olas de océano y estática de radio. Y qué escena. La Guardia Nacional había bloqueado la calle con barricadas de hormigón, acorralando el caos al menos cincuenta yardas a la izquierda del colegio, pero filas de soldados armados no podían hacer que los protestantes
no pelearan entre ellos o lanzaran rocas y botellas de cerveza. En toda su vida, ella nunca había visto una multitud tan grande metida en un lugar, ni siquiera en la Marcha por la Salud de la Mujer a la que había ido en DC hace un par de años. Después de un codazo suave por parte del pelirrojo, ella apretó los dientes y caminó con decisión hacia delante, sandwichada entre sus guardianes. Dos camiones carmesí de Bomberos y de Servicios Médicos de Urgencia de Midtown estaban parados cerca de la entrada frontal del colegio , y reconoció al padre de cabeza de fresa inclinado sobre un hombre largo y corpulento sobre una camilla. Cuanto más se acercaba, más se parecía ese paciente al Director Ferguson… porque lo era. ―Hola, ―dijo ella, tirando de la manga del pelirrojo y apunta ndo hacia delante― ése es mi papá. ―Barry irá contigo, ―ése debía ser el moreno bajito― Necesito encontrar al Sargento Baker. Trotó hacia allí, observando a papá vendar el corte encima de la ceja izquierda del director. Cuando se giró para agarrar las tijeras, notó una mancha de sangre sobre el pecho de su camisa blanca almidonada. Cuando papá levantó la mirada y la vio, sus ojos se agrandaron. ―¿Qué estás haciendo aquí? Dejé un mensaje para que te quedaras en casa. ―Me fui pronto, ―ella se giró hacia el Sr. Ferguson― ¿Qué ha pasado? ―Atrapó una botella de cerveza con su cabeza, ―respondió papá― ¿Dónde está Aelyx? ―En casa, ―donde probablemente se quedaría si le llegó el mensaje de papá. La perspectiva de todo un día sin él en el colegio la entusiasmaba y la deprimía. Mayormente lo último. ―Tengo que hablar contigo, Cara, ―el Sr. Ferguson se sentó y pasó sus piernas sobre el lado de la camilla, luego palmeó el espacio nuevamente vacío sobre el almohadón en una invitación para que se una a él. Ella se sentó en el borde y miró a la multitud, limpiando sus transpiradas manos en sus jeans― Ya he hablado con tu papá ―dijo él―, y coincide con que es lo mejor. ―¿Qué es lo mejor?
―Que tú y Aelyx terminen el año escolar en casa. ―¿Qué? ―ahora él tenía su atención― ¿Como en educación en casa? ―Sólo esta mañana perdí a 26 niños que fueron al Instituto Scott. Sus padres no creían que esto fuera seguro ya con todas las peleas y protestas ―negó con la cabeza y se disculpó con sus ojos― No es nada en contra de ninguno de los dos, pero no puedo perturbar la educación de todo el colegio por un estudiante. Espero que entiendan. ¡Demonios, no, ella no entendía! ―¡Esto es una mierda! ―dijo ella, su voz se elevaba por encima de los gritos de los protestantes. ―Cara…―advirtió papá desde atrás. Ignorándolo, respiró profundo. ―¿No expulsó a Ronnie McPhail después de su suspensión número 11.000.000.000, pero me dará a mí una patada? ¡Soy la estudiante con las mejores notas! ―ella lo había estropeado para mantener su parte del intercambio, ¿y ése era el “gracias” que conseguía?― Es verdad lo que dicen. Ninguna buena acción queda sin castigo. ―Esto no es un castigo, ―insistió el Sr. Ferguson― Incluso hice un plan de estudios independiente para que no tengas que preocuparte por bajar tus notas. ―Esto no se trata de mis notas. Es el procedimiento. Se le pide por ley que me dé una libre y pública… ―¡Cara! ―ladró papá― Sólo vete a casa. No quieres estar cerca de esa gente ―dijo él, asintiendo hacia la protesta―. Hablaremos más tarde. Cara dobló sus brazos. ―Bien. Sacaré las cosas de mi taquilla, pero esto no se ha acabado, ―se giró hacia el Sr. Ferguson y enfatizó―: Esto es temporal. ―Claro, ―la monotonía de su tono hizo poco por calmarla― Enviaré un correo electrónico con el plan de estudios más tarde. ―Uh, ¿Srta. Sweeney?―el soldado Barry golpeó su hombro― Se supone que tenemos que llevarla con el sargento primero.
Por supuesto. Porque el control de su propia vida era una ilusión ahora mismo. Cara aguantó y esperó pacientemente mientras sus escoltas localizaban al Sargento Baker. Parecían chicos dulces, y si los metía en problemas con su oficial comandante, era posible que tuvieran que hacer mil flexiones o limpiar baños con sus cepillos de dientes. Al final, diez minutos después de que la campana para tardones sonase, su contacto apareció y terminó la transferencia de los bienes ella con instrucciones de encontrarse con Blake en su taquilla. Luego, los militares finalmente la dejaron ir mientras asumían sus puestos fuera de la puerta frontal. Con el aula ya en sesión, el único sonido en el recibidor era el lento y cuidadoso pisotear de sus botas contra las baldosas. Nunca había visto eso tan plácido; no había nadie a la vista. Quizá las clases estaban bajo llave. Tenía sentido con toda la violencia que había fuera. Cada uno de sus chirriantes pasos parecían amplificados en el silencio, y dos veces se detuvo porque pensó que oyó pasos en sincronía con los suyos. Para cuando llegó a su taquilla, ya tenía los nervios de punta. Decidiendo no esperar a Blake, lanzó su mochila al suelo y metió su combinación. Segundos después, una hoja crujiente de cuaderno cayó al suelo. Aterrizó boca arriba, preguntando en letras en negrita: ¿QUÉ TAN RÁPIDO PUEDES CORRER, ZORRA TRAIDORA? NO LO SUFICIENTEMENTE RÁPI DO. ―HUMANIST. Sus palmas se hicieron hielo. Antes de que tuviera la oportunidad de poner la nota a un lado con su bota, el click de zapatos sonó cerca y, con un jadeo, Cara se dio la vuelta para encontrar a Tori acercándose lentamente desde el baño, usando una expresión cauta. Ella debió haber estado ahí ―observando y esperando― desde antes que la clase empezara. Cara se congeló. No le gustaba esto. Algo estaba fuera de lugar. ―Hola, ―dijo Tori suavemente, acercándose más hasta que llegó a las taquillas. Por instinto, Cara retrocedió y puso un par de pies entre ellas.―Hola. ―He estado tratando de hablar contigo. ―Lo sé, ―dijo Cara― No tenía nada que decir.
―No deberías haberme ignorado. La mirada de Tori empezó a vagar por la cabeza de Cara, una, dos, tres veces. Cuando los pelos de la nuca de Cara se erizaron, se giró para mirar sobre su hombro, pero era demasiado tarde. Una gran mano apareció desde detrás y se posó sobre su boca, tirándola hacia atrás. Probó piel salada, y pateó con fiereza, lanzándose hacia delante en un salvaje intento de escapar. Se estiró en vano hacia Tori, quién había desaparecido de la vista. El pulso golpeaba en sus orejas, Cara respiró en pánico a través de su nariz e intentó pensar razonadamente. Los brazos poderosos la levantaron del suelo y ninguna sacudida ayudó. ¡Ruido! Tenía que hacer ruido. Gritó, pero sólo gruñidos amortiguados escaparon de sus labios cubiertos. Una docena de imágenes terribles pasaron por su mente, y pateó con sus tacones las espinillas del asaltante en pánico. Eso no lo ralentizó en absoluto. La arrastró hacia una habitación oscura y oyó que la puerta se cerraba con llave. La esencia de fregonas mojadas y amoníaco le dijeron que estaban dentro del closet del conserje, pero la baja ranura de luz que se colaba por debajo de la puerta no era suficiente para vislumbrar nada. Sintiendo sus ojos agrandarse en la oscuridad, intentó gritar otra vez, hundiendo sus tacones en el pie de su atacante. Él presionó su mano con incluso más fuerza sobre su cara y siseó con dolor. ―¡Cállate, Cara! Sólo soy yo, cálmate. Joder, ¡eso duele mucho! Su corazón galopante dio un vuelco. ¿Eric? ―Estás a salvo. Voy a sacar mi mano. Prometes que no gritarás, ¿cierto? Asintió y Eric sacó su mano, pero luego explotó, lanzando sus puños a ciegas hacia él. ―¡Tú, idiota! ¡Me asustaste como la mierda! La voz de Tori ordenó―: ¡Silencio! Estamos tratando de ayudarte, pero sólo tenemos un minuto. Cuando los ojos de Cara se ajustaron a la oscuridad, fue capaz de identificar las siluetas de sus ex-amigos. Tori y ella estaban nariz con nariz… o, considerando su diferencia de altura, más como nariz con pechos… dentro el espacio estrecho mientras
Eric se presionaba contra la puerta en un esfuerzo inútil para darle más espacio. Después de que Cara recobrara el aliento, siseó―: ¿Tuviste que hacerme una emboscada, no pudiste simplemente mandar un e-mail? ―No seas tonta ―susurró Tori― Los e-mails son hackeados todos los días. Lo último que necesito es una prueba de que te hablé. ―Bueno, ¿qué hay de las cámaras? ―preguntó Cara―. Quien sea que esté en la oficina acaba de verte arrastrarme hacia aquí. ―No, no vieron nada ―dijo Tori― Los ahuyenté después de agarrar la llave del closet. Ahora soy asistente de oficina del aula. ―¿Entonces eres la que apaga las cámaras? ― preguntó Cara―. ¿significa eso que ustedes dos cubrieron a quien sea que empujó a Ashley por las escaleras? La ira y el dolor espesaron la voz de Eric.―¿Realmente piensas que pudimos hacer eso? Quiero decir, me gustaría un poco estrangularte por casi romperme las espinillas, pero… ―No tengo idea de lo que podrías hacer, ―le dijo Cara― Nunca creí que irías tras mi mejor amiga. Tori dio un paso adelante. Finalmente pareció estar dispuesta a mirar a la cara a Cara.―Lo siento. No lo hice a propósito. Él era la única persona que conocía en las reuniones, así que nos sentamos juntos y… ―su voz se fue apagando, miró abajo por sólo un segundo antes de volver a levantar su mirada― Luego me di cuenta de que él era el único cuerdo aquí. Los demás estaban más locos que mierda 17 de ardilla. ―¿Así que no están juntos en verdad? Tori se mordió el labio.―No, si lo estamos, ―se encogió de hombros, mirando a Eric con impotencia―. No sé. Él sólo empezó a gustarme. ―Como un hongo,
añadió Eric― ésas fueron sus palabras exactas.
Cara puso los ojos en blanco.―Qué romántico. ―Siguiendo con el tema… ―apuró Eric.
17
En cas tellano en el original.
Tori asintió.―Tienes que enviar al A-Licker a casa, ―un ruido del recibidor los sobresaltó a todos y Tori bajó su voz hasta un susurro urgente―. Sé que vas a dar a luz a sus bebés extraterrestres o lo que sea, pero eso tiene que parar. Los Patriotas ya no están con tonterías. ―Lo sé. ―No, no lo sabes ―dijo Eric―. Las reuniones son escalofriantes ahora. La gente habla de declarar la guerra al gobierno, como una guerra civil total. ¿Y adivina quién es el traidor número uno? ―¿Aelyx? ―Unh-uh ―Tori apuntó a Cara― Su novia. ―No soy su… ―Lo que sea ―dijo Eric― Es tu culpa que él esté aquí para empezar, y todos te odian por ello. ―¿Todos? ―preguntó ella. Tori dejó que sus brazos cayeran inertes, sus hombros se encorvaron como si ya no tuviera la energía para seguir enfadada. Suspiró y, cuando sus ojos encontraron los de Cara, brillaron con lágrimas sin derramar.―Todavía tienes algunos fans. Hemos estado cuidándote. ―Es por eso que estamos aquí ―dijo Eric― Marcus estuvo hablando más de la cuenta anoche después de la reunión. No dijo quién, pero HCOL tiene gente siguiéndote para aprender tu rutina, y van a intentar saltar sobre ti y Aelyx la próxima vez que dejes tu casa. ―Así que no abandones tu casa, ―dijo Tori― No deberías siquiera caminar por los pasillos sola. Cara pensó en el día en la reserva natural. Había sabido que no era un senderista observándolos desde los árboles. ―Alguien también está dejando amenazas en mi taquilla. ―Probablemente Marcus ―dijo Eric―. Te odia más a ti que a los hongos en la vejiga. Tori apuntó con el pulgar a la puerta.
―Debo irme pronto, o la Srta. Greene se preguntará qué me hizo tardar tanto tiempo en el baño. Eric asintió.―Yo también. ―Tengan cuidado ―advirtió Cara, intentando no imaginar lo que los Patriotas les harían a Eric y a Tori si descubrían un par de espían en sus filas. Tori empezó a decir algo, pero dudó y, después de un rápido saludo con la mano, ella y Eric se habían ido, dejando a Cara sola y un poco mareada dentro del oscuro closet. Su intercambio pareció irreal, como si hubiera vagado entre los cubos y tartas de orina y hubiera imaginado todo. Presionando su oreja en la puerta, escuchó en busca de suelas chirriantes o voces susurradas. Después de no oír nada, entró lentamente en el recibidor y entrecerró los ojos por la brillantez. Una rápida mirada al pasillo le mostró que estaba sola, así que volvió a abrir su taquilla y sacó una brazada de libros. Pero espera. ¿Dónde estaba la nota y, más importante, dónde estaba su mochila? La había dejado caer justo antes de que Eric la arrastrase al closet. Después de buscar por el pasillo varios minutos, se rindió. A la mierda. Puso los libros otra vez en su taquilla y la cerró de un portazo. Después de todo lo que había pasado esa mañana, la tarea apenas parecía una prioridad de todos modos. Y pensar en el dinero de la beca la había atraído en este lío.
Capítulo 21 Traducido por Mais020291 Corregido por Cande Cooper
Cara bajó con dificultad las escaleras y saludó al Soldado Barry, que estaba sentado por el asta de la bandera, su rifle recostado a través de su regazo. —Oye ―dijo― ¿puedes llevarme a casa? —El estacionamiento estaba tranquilo de nuevo, aunque no se podía decir lo mismo de la violenta protesta al otro lado de la calle. Su silenciosa y cómoda habitación la atraía, y no podía esperar para enroscarse en la cama, m eterse debajo de las sábanas, e intentar olvidar el lío en que se había convertido su vida. Quería sentirse normal, incluso si sólo duraba una hora. ―Sí, nos iremos apenas Aelyx esté listo. ―¿Qué? ―La cantidad mínima de serenidad que había conseguido desde que había dejado el armario del conserje había desaparecido, reemplazada por músculos tensos del cuello mientras lo buscaba alrededor― ¿Está aquí? ―Sip. Entró justo después que tú. ¿No te alcanzó? ¿Alcanzarla? Eso implicaba que a él le importara lo suficiente para buscarla, que sin duda no era el caso esos días. ―No, debe haberse ido a la oficina, ―Odiaba la idea de conducir a casa atrapada en la compañía de Aelyx. Una chica no podía tomar tanta incomodidad― ¿Alguna oportunidad que me lleves ahora? Mientras Barry sacudía su cabeza, algo detrás de ella atrapó su atención, y apuntó a lo alto de las escaleras. ―Ahí está. ¡No te voltees! Mantente tranquila. Tan casual como pudo, Cara miró sobre su hombro, lentamente volteándose para enfrentarse con el edificio. Sip, era él, todo bien, trotando hacia ella y sosteniendo su mochila. ―¡Oye! ―Ella alcanzó su bolsa― La busqué por todos lados. ¿Dónde la encon…
Antes que pudiera terminar la palabra, él soltó la mochila a un lado y la levantó en sus brazos, alzándola del suelo hasta que sus piernas bailaron como un participio. Su boca estaba en su oído, susurrando, —Santa Madre—, y la abrazaba con tanta fuerza que podría haberle roto un par de costillas. Con lo que agregaba a su lista de cosas que no esperaba ver hoy. Empujó contra él, luchando por respirar. ―¿Estás bien? ―preguntó él, bajándola a sus pies y tomando su rostro entre sus palmas. También empujó esas. ―¡Claro que estoy bien! ¿Cuál es tu problema? ―¿Cuál es mi problema? ―Su mirada se estrechó, mirándola de pies a cabeza― ¡Me dejaste atrás, Elire! ―No lo había visto así de enojado desde el día que casi liberó uno de los brazos de Marcus― ¡En el momento más peligroso! ―Oh, ¿así que soy Elire de nuevo? ―Caminando hacia adelante, ella clavó su dedo índice en su pecho de piedra, pero el contacto envió un estremecimiento por el largo de su brazo, así que lo soltó a su lado― Unh-uh. Ya no puedes llamarme así. Ahora soy Caaah-ra, ¿recuerdas? ―Blake tuvo que detener una pelea en el camino hacia tu casillero, y tú ya no estabas para el momento en que llegamos ahí. Cuando nunca regresaste a la oficina, te estuvimos buscando y encontramos esto ―recogió la mochila del asfalto y la sacudió acusatoriamente, ― en el suelo, al lado de tu casillero con otra nota. ¿Qué se suponía que debía de pensar? ― Mira, siento que estuvieras asustado, pero… ― ¿Asustado? ¡Estaba loco! Hicimos un caos en el colegio intentando encontrarte. ― Distraído, recorrió sus dedos a través de su pelo e hizo un circuito al lado de ella como si estuviera emitiendo energía llena de enojo― ¿Por qué no contestabas tu movil? ―¡Porque está en mi mochila! ―¿Por… ―Se congeló antes de gritar, probablemente dándose cuenta que no tenía un contrargumento― Bueno, ¿sabes cuál fue el primer lugar donde busqué? ―Aelyx dejó de caminar lo suficiente para enviar una mirada mordaz― La base de las escaleras. Esperaba encontrarte ahí con el cuello roto.
Mantener su mirada era como mirar al sol, establecía una huella de sus rasgos mordaces en su mente, lo que hacía que pudiese verlo incluso después de cerrar sus ojos. Quería golpear a Aelyx, recoger un poco del dolor y el rechazo que él había acumulado en la última semana y lanzárselo de vuelta a su cara, así que cuadró sus hombros y escupió―: ¡Siento decepcionarte! Inmediatamente sus palabras produjeron el efecto deseado. ―¿Es alguna clase de broma depravada? Porque no es gracioso. ―No es una broma. Después de la forma en que me dejaste, estoy sorprendida de que te importe. Su postura se hundió, los músculos de sus hombros rondando hacia adelante. ―Sí me importa. ―Como sea. Me has estado evadiendo como el cólera desde ese día en tu habitación. El crujido del celofán captó su atención, y por primera vez desde que empezó el argumento, Cara notó que había atraído una pequeña audiencia. Unos cuantos amigos de Barry se habían unido, sentándose con las piernas cruzadas en el suelo, e inclinándose hacia adelante, absortos y prestando atención. Incluso un soldado que se apoyó contra su Hum-V estaba mascando palomitas desde una bolsa de plástico. Él asintió hacia ella para que continuara como si ella hubiese presionado un botón de pausa, y ahora quisiera continuar viendo Soñando con el Clon. ―Lo siento chicos, el espectáculo se terminó, ―Había mucha pelea por hacer, tanta que el aire se sentía espeso con el peso de las cosas que se habían dejado sin decir, pero tendría que esperar. Recogió su mochila y se subió a la Hum-V. Cuando se encaminaron hacia la autopista y su brillante Kevlar se encontraba estacionado alrededor del perímetro de la propiedad, abrió la puerta principal y se retiró hacia su habitación. No quería seguir discutiendo más. Pero justo mientras cerraba su puerta, Aelyx colocó su pie contra el marco de la puerta y bloqueó el camino. Ya que parecía que no había forma de evitarlo, ella volteó con un suspiro de resignació n y soltó su mochila al pie de la cama mientras él entraba. Cerró la puerta y le echó pestillo mientras ella cruzaba hacia la ventana.
―La razón por la que me mantuve lejos, ―dijo él, en una voz baja y tentativa― no es la que piensas. Poniendo a un lado la cortina, observó a dos pequeños soldados ponerse en guardia, con sus armas listas, y se preguntó qué diablos le había sucedido a su vida. ― ¿Cómo podía saber qué pensar? No me hablabas. ―Lo sé. Pude haberlo manejarlo mejor. ¿Pude haberlo manejarlo mejor? ¿Esta era su idea de una disculpa? Se volteó para enfrentarlo. ― ¡Caramba! ¿Eso crees? Él explayó sus manos como rogando y suspiró. ―Esto no es fácil para mí. ― ¡El amor no es fácil para nadie! ¿Por qué crees que el nivel de divorcios está tan alto? ―¿Amor? ―Volteándose hacia su vestidor, ociosamente él alzó la pequeña porcelana que Tori había traído de vuelta desde su último viaje a Perú, lanzando una mirada de lado y una sonrisa que hizo que su estómago se estremeciera ― ¿Estás enamorada? Todo su rostro se incendió. ¿Realmente había dicho la palabra con A en voz alta? ¿Al chico que la había dejado como a una mancuerna lubricada? ―Figuración retórica. Quise decir que las relaciones son difíciles. Él dejó la porcelana y avanzó lentamente. ―La forma en la que actué…no es por ti ―Oh, no ―Alzó un dedo y retrocedió hasta que sus pies chocaron contra el congelado cristal de la ventana―. Ni siquiera eres humano. ¡No debes usar la típica frase“No eres tú, soy yo”! ―¿Vas a escucharme o qué? ―tomó otro paso adelante, y ella avanzó contra la ventana pegada a la pared― Tenías razón cuando dijiste que tengo secretos. Por supuesto que tenía razón. Aelyx era más transparente que el manto de Saran. ―¿Qué tiene que ver eso con alejarme de ti? ―Me siento culpable. ―Colocó un mechón de cabello suelto detrás de su oreja, acercándose mientras su mirada caía hacia su boca y se mantenía ahí―. No podía dejar que las cosas fueran más allá hasta que estuviera listo para decirte la verdad.
Ella se alejó hacia la esquina, aferrándose a la suave escayola mientras su corazón corría con anticipación, pensando en su siguiente movimiento. ―No te veías tan culpable cuando prácticamente me arrancaste mis vaqueros. Se encogió de hombros y ofreció una sonrisa. ―Un testamento para tus habilidades superiores de beso, ―Cerrando la distancia entre ellos, él trazó su dedo índice a través de su clavícula y lo situó en la base de su garganta, donde su pulso zumbaba locamente― Pero hoy, después de casi perderte, tomé una decisión. Tragó. ― ¿Sobre qué? ―Sobre ti. No desperdiciaré más tiempo―Con su otra mano, alzó su mentón, levantando su rostro para encontrarse con el de él. Aun observando su boca, él susurró―: Uno-Diez. Cerró sus ojos con fuerza. ―No tienes que hacer esto. ―¿Qué? ―Más ligero que el respiro de una libélula, sus labios rozaron su frente― ¿Esto? ―Hizo su camino hacia su oreja, mandando estremecimientos en la superficie de su piel―. ¿O esto? ―Colocando su clavícula a un lado, besó su hombro en el lugar mágico que hacían rodar sus ojos en su cabeza. Con gran esfuerzo, lo alejó. ―No dejaré que juegues con mi cabeza. ―O mi corazón― No seré tu chica intergaláctica para pasar el rato. Él sostuvo su rostro entre sus manos, sus cejas juntándose sobre sus ojos entrecerrados. ―¿Eso es lo que crees que quiero? ―¿Cómo se supone que voy a saberlo? Todo el tiempo estás entre frío y caliente, ―Se liberó y escapó al otro lado de la cama― ¿Por qué no retrocedemos a la parte donde estabas listo para contarmelo todo? Él dudó pero luego asintió lentamente y se situó en el colchón. ―De acuerdo. Hablemos. Eso era exactamente lo que quería escuchar, pero el estómago de Cara se puso frío y pesado. Nada bueno seguía esas palabras.
Una antigua figura religiosa conocida como Juan el Bautista una vez había aclamado: “La verdad os hará libre”, pero si Aelyx recordaba correctamente, la honestidad de Juan había sido premiada con una horrible
decapitación. Aelyx esperaba mejores resultados. Antes de llegar a la Tierra, había tenido poca experiencia con la decepción. Comunicarse con el Discurso Silencioso había resultado en honestidad por defecto entre su gente, y él nunca había entendido porqué los humanos mentían con tanta frecuencia. Hasta ahora. Mientras Cara lo observaba, esos ojos zafiros rebosantes de duda, solo un pensamiento se repetía en su mente: ¿me perdonará por lo que he hecho? Por más que deseara quemarse con la verdad, la posibilidad de perder su Elire, lo dejaba con casi la irresistible tentación de mentirle de nuevo. ―Está bien, ―Ella pareció sentir su ansiedad― Puedes decirme cualquier cosa. ¿Podía? ¿Realmente podía decirle que a pesar de las decisiones de Eron y Syrine de desarraigar sus sh´alear ―que, debido a los escoltas militares, ninguno de los dos lo había logrado aún― aún no sería suficiente para salvar la alianza? ―No estoy tan seguro, ―finalmente replicó. Ella se suavizó con ello, uniéndose a él en la cama. ―Tenemos que confiar en el otro, o no seremos más que extraños. ―No sé por dónde empezar. ―¿Qué tal por el principio? ―Con una pequeña sonrisa y un asentimiento, ella agregó―: De acuerdo al Sonido de la Música ese es un buen lugar por donde empezar. Él no entendió la referencia, pero Cara tenía razón. Sí, podía hacer esto, decirle a verdad. Necesitaba tener fe, como los humanos usualmente decían. ―De acuerdo, desde el principio ―Tomó un profundo respiro y lo soltó en un soplido―. Una vez me preguntaste porqué mi gente terminaba el programa de crías y empezaba clonando nuevas generaciones desde los archivos. Ella asintió para que él continuara. ―Hace decenas de miles de años atrás, L´eihrs eran como humanos: volátiles, codiciosos, destructivos, egoístas, violentos, gobernados por… ―Suficiente. Lo entiendo. ―Lo siento, ―rió, a pesar de la dureza en su pecho― Cuando El Camino tomó el control, empezaron a experimentar con crías selectivas. Sólo los
ciudadanos más inteligentes, más aptos, y más estables emocionalmente tenían permitido reproducirse. Con el tiempo, nuestra tecnología se desarrolló, y los científicos empezaron a analizar el material genético de cada ciudadano y creando vida en laboratorios usando vientres artificiales. Querían incrementar la función cognitiva y eliminar las emociones negativas como el enojo. Funcionó, algo bien. ―¿A qué te refieres con algo bien? ―¿Has conocido a nuestro embajador, verdad? ―Mmm-hmm —dijo Cara— En la gala. ―¿Notaste algo…diferente…en él? ―¿Además del hecho que es viejo? ―Sacudió su cabeza y se encogió de hombros― No realmente. ―¿No se veía letárgico para ti? ¿Como una máquina funcionando con poca energía? ―Oh, claro. Mi abuelo estuvo así los últimos pocos años antes de morir. ―Claro, pero Stepha solo tiene cincuenta. ―¿Qué? ―Se volteó en la cama, sacudiendo el colchón cuando se balanceó para enfrentarlo―. ¡Se ve como una reliquia! Aelyx rió. ―Le contaré lo que acabas de decir. Ella empujó su hombro, haciendo que se balanceara. ―¿Así que a eso te referías cuando decías que había funcionado algo bien? ¿Reproducen vida utilizando la suya? ―Algo así. Pero no fue hasta la generación de Stepha que empezaron a ver los efectos negativos, la depresión, letargia, el decrecimiento del nivel de vida, dependencia en la medicación. Nuestros avances científicos sufrieron también. La emoción es lo que conduce a la creatividad y el descubrimiento, y los Ancianos habían llegado muy lejos en tratar de dominarlo. ―Así que dieron marcha atrás usando clones. ―Exacto. Pero aún creen que no es suficiente.
La piel de su frente se arrugó con tres distintivos zigzags. ―¿Qué quieres decir? Te ves bastante normal para mí. Bueno, ahora, de todos modos. Cuando recién nos conocimos, me hacías recordar a un zombi. ―¿Un zombi? ―Ya sabes, los muertos vivientes. ―Pero he cambiado, ―Acercándose hasta que sus muslos rozaron, él tomó sus dos manos― Sacaste una vida de sentimientos adormecidos en mí, y ahí es donde los humanos entran. ― Sacudiendo una mano para enfatizar, agregó―: El Camino quiere unir las dos sociedades. Quiere que a los otros clones les suceda lo mismo que a mí, tal vez incluso para alguno de ellos. Y eventualmente, quieren que nosotros nos crucemos sexualmente. Esa es la verdadera razón del programa de intercambio, ver si puede funcionar a largo plazo. Quieren que formemos una colonia donde los humanos y los L´eihrs coexistan. Ella se hizo la cabeza mientras consideraba lo que él había dicho. ―¿Así que es como un experimento? ¿Una prueba para ver si podemos jugar bien? ―Básicamente. ―¿Y eso es todo? Asintió. ―Pero no es un gran problema ―dijo ella― ¿por qué la culpa? Una corriente de pánico surgió dentro de él. El momento había llegado, ¿pero realmente podría admitir lo que había hecho? ¿Cara lo perdonaría cuando podría haber arruinado el futuro de su raza entera? No estaba seguro. Su resolución se tambaleó hasta que las últimas gotas de esta se evaporaron completamente. Tal vez no necesitaba saberlo. Podía llevarse el secreto hasta la tumba y encontrar una forma de salvar a la humanidad si la alianza fallaba, incluso si tenía que robar tecnología y traerla de vuelta él mismo. Pero tenía que decirle algo, ella estaba esperando. ―Descubrí un problema, ―le dijo―, hace dos semanas, algo que tu gobierno ha estado escondiendo por años. Mi embajador me pidió guardar el secreto, pero creo que mereces saberlo, ―Rápidamente aclaró―: Aunque sólo tú. Nadie más puede saberlo, o incitará el pánico.
Mientras Cara colocaba una almohada en su regazo y la abrazaba, él le contó todo lo que había aprendido sobre el crecimiento de las partículas afectando el suministro de agua en la Tierra…con dos omisiones grandes: que la supervivencia de la humanidad era contingente con la alianza y que la contaminación se había expandido mundialmente. Ella se quedó en silencio un momento, luego preguntó―: ¿Estás seguro? Quiero decir, no puedo creer que nadie más lo notara. ―Algunos humanos lo han notado. Es solo que lo han ocultado. ―Él tomó su mano, que se había puesto fría y la presionó entre las suyas para calentarla― Al principio, tampoco lo creía. M e tomó dos pruebas más antes de contactar al embajador. ―¿Y estás seguro que tus L´eihrs pueden solucionarlo, verdad? ―Absolutamente, ―prometió― Será más fácil que manipular el clima. ―¿Van a trabajar en ello pronto? ―Con su mano libre, ella frotó el algodón del cobertor de su almohada entre sus dedos― Diez años puede sonar como un buen tiempo, ¿pero por qué no cortarlo de raíz desde ahora? ―Ya han elaborado un plan de acción, ―Del que Aelyx suponía, no era una total mentira―No hay nada de qué preocuparse, pero no podemos decirle a nadie, ―Deliberó una mirada fija― ¿Entiendes, verdad? ―Totalmente, ―Y luego dijo algo que retorció su corazón― Puedes confiar en mí. Si solo el viceversa fuera cierto.
―Espera, ―Había una cosa que Cara no entendía, ¿por qué la culpa de Aelyx la alejaba de él?― ¿Me apartaste porque te sentías horrible sobre una pequeña contaminación que los L´eihrs pueden arreglar con un chasquido de dedos? Un destello de sorpresa brilló detrás de su mirada. Cuando abrió sus labios para hablar y nada salió, ella supo que estaba buscando evasivas. ―No. ―ordenó. En los últimos meses había sospechado que él estaba metido en problemas. ¿Qué había con todos esos viajes hacia el bosque? Tal vez había sido atrapado rompiendo una regla. Tal vez sus líderes estaban
esperando en casa con ese horrible látigo eléctrico― Dime qué está sucediendo. No más secretos. ¿Qué hiciste? Él sacudió su cabeza frenéticamente y juró―: Nada, ya te dije… ―Detente, ―Intentó bloquear sus palabras con su palma― Estoy cansada de tus mentiras. ―No son mentiras, ―argumentó― ¿por qué no puedes creerme? ―¿Cómo sé qué creer? ―Mientras él estuviera escondiéndole cosas, ella no tenía manera de confiar en él o saber realmente cómo se sentía por ella. Si sus cerebros fueran más compatibles, ella podría ahondar dentro de su mente por la verdad; pero hasta ahora todo lo que había logrado hacer es escuchar su dolorosa y alta voz dentro de su cabeza. Eso no la ayudaba ahora― No soy una L'eihr. Simplemente no puedo usar la telepatía y saber lo que estás pensando. La realidad cayó en sus ojos y él se acercó, hacia ella. Se tensó. ―¿Qué estás haciendo? Él tomó su rostro entre sus manos y se rehusó a dejarla ir. Mirándola profundamente, él susurró―: Así es cómo me siento cada vez que estoy contigo. No estaba preparada para lo que vino después. Un pequeño segundo de una corriente de deseo se infló en sus pulmones, alzando su caja torácica se fusionó con la de él. Sensaciones de devoción y ternura la atravesaron por un instante, forzándola a exhalar o quemarse. Cada pedazo de su piel se calentó y se convirtió en carne de gallina mientras su corazón aleteaba como alas de colibrí. Sus piernas se aligeraron, y ella se tuvo que aferrar a dos puñados de su camisa para mantenerse en tierra. Era tanto aterrador como glorioso por su intensidad. Era amor. El dolor sordo en su sien casi ni se registró. Todas sus dudas se desvanecieron. Oh Dios mío, me ama. ―Me amas ,―repitió en voz alta. Las palabras sin aliento se sentían más dulces que heladas en su lengua. ―¿Realmente es tan difícil de creer?
―¡Hazlo de nuevo! ―No, ―Sonrió y besó la punta de su nariz― Es tu turno. Soltó un bufido que la hubiese avergonzado si hubiese saltado hasta la luna con alegría. ―También te amo, pero eso es bastante anticlimático comparado al Discurso Silencioso. Su sonrisa de respuesta lo iluminó tan hermosamente que casi dolía verlo. ―No para mí. ―Entonces te amo, ―Retorció un dedo alrededor de un cabello suelto y se desató su cordón de cuero para pasar sus dedos a través de sus suaves trenzas― Ahora enséñame más. ―Pero puede que te de dolor de cabeza. Se reclinó contra un montículo de almohadas y volteó su cuerpo para enfrentarlo. ―Hazlo de nuevo. Él asintió, mirándola fijamente a los ojos mientras su respiración caliente se movía contra sus labios. Pronto ella sintió la misma corriente de emoción que antes, el mismo caliente hormigueo burbujeando sobre su carne. ―Mmm, ―Cerrando sus ojos, se aferró a la sensación, atesorándola antes que se deshiciera―. Eso vale más que mil dolores de cabeza. Cuando volvió a mirar a Aelyx, él la estaba observando con una nueva hambre que soltó una multitud de mariposas dentro de su estómago. Ella había visto antes esa mirada y sabía lo que significaba. Curvando una mano alrededor de su cuello, lo atrajo hacia abajo esperando un beso lento. En lugar de eso, su boca vino dura contra ella y derritió sus huesos. Retomaron donde lo habían dejado hace semanas como si el tiempo no hubiese pasado, y con los minutos, ambas camisas estaban en el suelo. Ella envolvió una pierna alrededor de su cintura y dejó que sus manos exploraran los planos suaves de su espalda, y él respondió, moviendo su palma hacia arriba a lo largo de sus costillas. Sus respiraciones eran profundas y temblaban ahora. Un momento después, él chocó sus cabezas, cerró sus ojos y coreó―: Silicona, fósforo, sulfuro, eh… cloro ―Luego, arrugando su frente en concentración― Eh…argón…eh…
―¿Potasio? ―ofreció ella, alzando una ceja. ―Lo siento, ―Con sus ojos aún cerrados, él sacudió su cabeza― Tenemos que detener esto por un minuto. ―¿Por qué? ―Porque no hay suficientes elementos. Esto no tenía nada que ver con el tiempo con Eric, quien siempre la presionaba por más. Por primera vez ella si quería más, pero quería que fuera con Aelyx y con nadie más. Nunca se había sentido tan desesperada por estar tan cerca a alguien. ―No quiero que te detengas ―dijo, y luego besó su pecho― Pero probablemente deberíamos. Es muy pronto, ¿no crees? Él envolvió un brazo alrededor de sus hombros y la atrajo más cerca. ―No lo sé. Es algo difícil pensar ahora mismo. Comprendió el sentimiento. ―Es solo que, yo nunca he… uh…. ―Hecho esto antes, y estoy un poco asustada. ¿Por qué era tan difícil decirlo en voz alta? ―Yo tampoco, ―Él dudó por un momento antes de agregar―: ¿Crees que…? ―Encontró su mirada, una pregunta en sus ojos. Sacudió su cabeza. ―Aún no. ―De acuerdo, ―replicó simplemente. Ningún puchero, ningún gimoteo, ningún viaje de culpabilidad. Dios, amaba a este chico. Lo abrazó más fuerte para demostrarle cuánto. Se recostaron en silencio contenido por un momento, Cara escuchando al lento y firme latido de su corazón y Aelyx colocando besos ocasionales en lo alto de su cabeza. Eventualmente, sus recientes noches desveladas la atraparon y se fue, envuelta en sus brazos. Soñó con flotar en un espacio negro, mano a mano con Aelyx mientras los pinchazos de estrellas distantes destellaban alrededor de ellos. Chasqueó sus dedos y un ángel nebuloso se apareció, tentáculos de luz tintineante permeando la oscuridad como un espectro brillante. Ante su comando, un pulcro barco apareció, un colosal flotante para echarla a un nuevo hogar, pero justo mientras llegaba a la escotilla, un descomunal eco la regresó a la
Tierra. Aelyx desapareció y luego ella estaba cayendo, cayendo, cayendo mientras el sonido crecía dentro de su cabeza. Viento helado azotaba su cabeza en su rostro y ella expandió sus brazos abiertos, observando el verde césped alzarse para encontrarla a cien pies por segundo. Justo antes de chocar el suelo, se despertó con el sonido de su padre tocando la puerta de la habitación y llamando― ¿Cara?
Capitulo 22 Traducido por MewHiine Corregido por Yanii
—¡Cara! —Bill gritó, sobresaltando Aelyx de un sueño muerto. Bill giró el pomo de la puerta desde el exterior y volvió a llamar — ¿Por qué está la puerta cerrada? Le tomó un momento a Aelyx liberar su mente de la bruma del profundo sueño, pero cuando lo hizo, se sentó de golpe en la cama, entrecerró los ojos contra el sol de la tarde, y se dio la vuelta para enfrentarse al petrificado rostro de Cara, medio desnuda junto a él y agarrando un brazo sobre el pecho. ¡Oh, altos dioses! ¡Bill iba a matarlo! —¿Pimienta? —La voz de su padre sonaba más cerca, como si hubiera presionado sus labios en la grieta entre la puerta y la pared. — ¿Estás bien? —¡Estoy bien! —Saltó de la cama, pero Aelyx no le dio a su cuerpo expuesto la menor mirada. Estaba demasiado ocupado luchando para encontrar su propia camisa. Maldito sea todo, ¿dónde estaba? —Yo sólo me quedé dormida. —¿Dónde está Aelyx? Sus ojos se encontraron en estado de pánico desde los lados opuestos de la cama. —Uh, —ella se detuvo, tirando su suéter sobre su cabeza mientras agarraba los zapatos del suelo y deslizaba sus pies dentro— Él está aquí mismo. Estábamos estudiando y se quedó dormido. —¿Con la puerta cerrada? —Bill giró el picaporte con más fuerza, y Aelyx pensó que su corazón realmente podría batir fuera de su pecho.
Cara arrojó su camisa hacia él, y se la puso con una mano mientras la ayudaba a suavizar el edredón. —Cara Mary-Katherine Sweeney, —Bill dijo con la voz más escalofriante que Aelyx había oído en dos galaxias— ¡Abre la puerta ahora mismo! Mientras Aelyx ahuecaba las almohadas, Cara Mary-Katherine Sweeney se enfrentó al espejo, con sus dedos frenéticamente peinando su enredado su pelo. —Vale, papá. —Ella trató de usar una voz despreocupada, cantarina, pero se quebró en la última nota— Ya voy. —Se dio la vuelta para escanear la habitación por última vez y se estremeció, señalando a la mesa de noche y silenciosamente comunicándose con sus ojos ensanchados. Mirando hacia abajo, él encontró su camiseta, pero cuando trató de cogerla de la mesa, terminó dejándola caer en el suelo por sus dedos temblorosos. Pateándola debajo de la cama, él asintió para que Cara abriera la puerta, y luego se inclinó casualmente contra la pared del fondo, tratando de parecer como si hubiera estado haciendo los deberes. Cara abrió la puerta, y Bill frunció el ceño desde el otro lado, con el cuerpo rígido y tembloroso con toda la rabia contenida de un toro listo para cargar. Entró y recorrió la habitación, echándole un vistazo a la cama deshecha antes de que su ardiente mirada se posara en Aelyx. —Te quedaste dormido estudiando, ¿eh? —El control de la voz de Bill trajo escalofríos a la superficie de la piel de Aelyx. Este no era un hombre que fuera a perder su mente y atacar en el calor de la pasión. Él premeditaría el asesinato y lo llevaría a cabo con una mano firme y mortífera precisión. —Sí, —dijo Cara— Ahora somos educados en casa, ¿recuerdas? Bill extendió su mano hacia el edredón de lunares, torcido y tendido a través del colchón en un ángulo extraño. —¿Dónde están tus libros? —En la escuela, —dijo Cara sin perder el ritmo— Usamos el Internet. — Gracias a los dioses que ella fuera una mentirosa calificada, porque su propia lengua había decidido hacerse el muerto en el interés de la autoconservación.
—Ya veo. —Bill se acercó lentamente a la cómoda de Cara y se apoyó en el borde, cruzando los brazos mientras el pino crujían bajo su peso. Incluso los muebles temían a este hombre. Estudió a Aelyx durante unos segundos interminables antes de preguntar—: ¿Normalmente estudias en la cama? ¿Con las chicas? Todavía sin poder hablar, negó con la cabeza. —¡Pa-papá! —Cara fue hacia delante, de pie mano a mano con su padre— Déjalo en paz. ¡Estás haciendo un drama por nada! —Está bien. —La voz de Bill era suave como la crema, pero no pudo ocultar el enrojecimiento que se levantaba por su cuello y se filtraba en sus mejillas— Sólo dos preguntas y me iré. Cara agarró sus caderas, reflejando la postura obstinada de su padre. —En primer lugar, —Bill comenzó— ¿qué estaban estudiando? —La tabla periódica. —Y en segundo lugar. —Se puso de pie, irguiéndose en toda su estatura como un oso enojado y haciendo bailar la etiqueta que sobresalía de la parte delantera del suéter de Cara— ¿Por qué está tu camisa del revés y hacia atrás? Ni el campeón de debates de Midtown podría dar una explicación para eso. Como Cara diría, había metido la pata. —Voy a llamar a tu madre. —Fué hacia la puerta y se detuvo, mirando hacia ellos por última vez. —Ustedes dos quedensen en sus habitaciones hasta que llegue. Sus propias habitaciones. Aelyx y Cara compartieron una mirada de clemencia, y luego se unieron a su padre en la puerta. Bill se hizo a un lado, permitiendo apenas que Aelyx pasara, lo suficientemente cerca como para que sintiera el calor y la rabia apenas contenida que salía de su cuerpo. Poco a poco, Aelyx hizo la caminata de la vergüenza a su habitación, cerrando la puerta tras de sí e inclinándose contra ella para calmar su respiración. Sagrada Madre, Bill casi los atrapa “haciendolo”, esto no podría haber ido peor. Pero a pesar de la pesadez en sus pulmones, una sonrisa se extendió por los labios de Aelyx, y se llevó una mano a la boca para ahogar
una carcajada. No entendía la reacción de su cuerpo no había nada de humor en esta situación pero su sonrisa no se desvaneció. Dos horas más tarde, él no estaba sonriendo mientras se sentaba junto a Cara en el sofá de la sala de estar frente a Bill y Eileen, quie n estaba en lo alto de las sillas que habían traído de la cocina. A parte de la ausencia de Sharon Taylor, la escena le recordaba sus entrevistas semanales, menos gastar bromas amigables. Ninguna broma, en realidad. El único sonido en la habitación era el zumbido lejano de la nevera y risas ocasionales de los soldados apostados en el exterior. Por último, Bill rompió el silencio. — ¿Hasta dónde ha llegado? —¡Dios, papá! —Cara se cubrió la cara con una mano— ¡Esto es enfermizo! ¡No voy a hablar de mi vida sexual contigo! Sacudió un dedo acusador a su hija. — ¡Eso mejor que no sea algo sobre lo qué discutir! —Soy casi una adulta, y no es de tu incumbencia lo que yo... —Para. —Eileen levantó una palma hacia adelante, y Cara apretó los labios. Apoyando los codos en las rodillas, Eileen le habló a su hija en una voz firme pero suave— No importa la edad que tengas. Seguirás siendo nuestra niña cuando tengas ochenta. —No pasó nada, mamá. E incluso si hubiera pasado, esto no es sólo una conexión. —Cara entrelazó su brazo con el de él, y Aelyx se dio cuenta del agarre de su padre apretarse en el apoyabrazos de madera de la silla—. Nos amamos. —Está bien, —dijo Eileen con una inclinación— Pero tiene que terminar en algún momento, ¿y entonces qué? Yo no quiero ver a ninguno de los dos salir heridos. —Pero no tiene que terminar. —Cara se volvió hacia él y le susurró—: ¿Puedes decirles? Asintiendo, él entrelazó sus dedos con los de ella en una muestra de solidaridad. Quería enviar un mensaje claro a los padres de Cara de que esto no era un juego, él había elegido a su hija para que fuera su l' ihan, si ella lo elegía a él.
—Es cierto, —dijo— Si los Ancianos aprueban la alianza, vamos a reclutar colonos. Entonces Cara puede venir conmigo a L'eihr. —Espera. —Ella se puso rígida a su lado en el sofá— ¿L'eihr? Pensé que te quedarías aquí. —¿En la Tierra? —Preguntó. ¿Y pasar cada momento de su vida protegiéndose contra ataques? Ni hablar— No, ellos quieren establecer la primera colonia en nuestro planeta. —Su atónito silencio le dijo que no era una buena noticia, por lo que añadió—: Pero podemos venir de visita cada par de años. — Eso no pareció ayudar, tampoco. Él miró a los padres, a Bill, cuyo sonrojado rostro se drenó de color justo delante de sus ojos, y Eileen, que se había congelado en su lugar, con la cabeza inclinada en contemplación. La idea de perder a su única hija en una galaxia externa obviamente los perturbaba, y lo entendía. No podría soportar despedirse de Cara, tampoco. —Bi-bien, —Bill farfulló— hablaremos de eso en otro momento. Ella no se puede ir, no hasta que se gradúe. Hasta entonces, —Bill continuó—no tontearan en mi casa. ¿Queda claro? —Por supuesto, señor. Mientras Bill y Eileen devolvían sus sillas a la cocina, discutiendo sobre quién de ellos sería responsable de supervisar a "los niños" durante el día, él estudió la expresión en blanco de Cara y trató de discernir sus pensamientos. —¿Estás bien? —Finalmente preguntó, acariciando su antebrazo. Ella se sacudió para atender y la cabeza como para despejarla. —Sí, lo siento. Sólo pensaba. —¿Sobre qué? Cuando ella se mordisqueó la uña del pulgar, su mirada parpadeaba hacia arriba y abajo, nunca sosteniendo la de él. —Habla conmigo, —presionó, alisando su mano sobre su cabello. —Es sólo que... Ni siquiera lo hemos discutido. ¿Por qué tengo que ser la que deje a todos atrás? ¿Por qué no establecer la primera colonia aquí? Es algo que tiene sentido.
Él dejó caer la mano, sintiendo una punzada de vergüenza. Era egoísta asumir que ella le seguiría a un planeta alienígena y dejaría atrás todo lo conocido. La mayoría de los seres humanos de su edad no podrían hacer un compromiso de esa magnitud en por lo menos otros cinco años. Cara era madura para su edad cronológica, pero por supuesto ella se preocupaba. Sin embargo, la colonia ya estaba en construcción. Él no podía trasladarse a la Tierra, incluso si así lo quisiera. Si Cara se negaba a irse de su casa, no podrían estar juntos. La idea lo dejó frío. —Hey. —Ella le apretó la rodilla— Estás casi tan pálido como yo, y eso es decir mucho. —Alzándose, ella golpeó un dedo contra su frente— ¿Qué está pasando ahí dentro? —Lo siento. Pensé que lo habías entendido. —Las palabras sonaron distante a sus propios oídos— Yo debería haber... Dos golpes secos sacudieron la puerta principal, y un soldado de rostro severo se precipitó hacia el interior sin esperar a que le dejaran pasar. —Enciende la TV, —ordenó a Cara—. Canal cinco, y de prisa. Mientras se arrastraba hasta la mesa del centro para el control remoto, el soldado, un hombre de mediana edad con el pelo gris recortado, empezó a llamar a los Sweeney. En segundos, estuvieron en la sala de estar, y entonces todo el mundo centró su atención en la pantalla de sesenta pulgadas montada en la pared, donde un carrete de noticias nacionales mostraba una protesta HCOL el doble del tamaño de lo que habían visto en el centro. —....en vivo desde Lanzhou, —informó la voz de una mujer—, donde los Patriotas de la Tierra se han atribuido la responsabilidad del asesinato de un estudiante L'eihr de intercambio, un joven de dieciocho años de edad, conocido sólo como Aaron... —Eron, — susurró Aelyx, de pie desde el sofá. —...Después de que él evadiera los escoltas militares y se extraviase de su casa. Según fuentes anónimas, el joven fue encontrado contaminando la tierra y fue tomado por los Patriotas a un lugar desconocido, donde confesó bajo tortura el arruinamiento de la cosecha de trigo local de... Aelyx gravitó hacia la televisión, con los miembros pesados, como si se moviese bajo el agua.
—...Cuando una milicia armada asaltó la casa del joven, se encontraron con un equipo científico y muestras que indicaban que había alterado el suministro de agua... Oh, dioses, Eron debió de esquivar a sus guardias para desarraigar su sh'alear. —...No hay noticias sobre el paradero del estudiante en Burdeos, que huyó de su casa y desapareció después de enterarse de la noticia... Syrine había evacuado en su lanzadera y Eron estaba muerto. —...El L'eihr embajador ha terminado con las negociaciones de alianza y pidió la retirada inmediata de los dos estudiantes restantes... Y sin la alianza, la humanidad perecería. El estómago de Aelyx se revolvió, y salió disparado hacia el baño justo a tiempo para levantar la tapa del inodoro. Gotas de sudor cubrían su frente y su labio superior mientras unos sollozos secos sacudían todo su cuerpo. Cada uno de sus músculos le dolió por retener la pena en el interior. Sagrada Madre, ¿qué había hecho? Yendo hacia la pileta, se echó agua fría en la cara y se enjuagó d e la boca el sabor amargo a vómito, estremeciéndose cuando un puño golpeó la puerta del baño. —¡Aelyx! —Cara se precipitó dentro, medio histérica, con lágrimas rayando sus mejillas, y sus padres siguiéndola de cerca — ¡Me tienes que llevar contigo! Se están preparando para... — Sollozó, ahogándose con las siguientes palabras, y él la agarró del brazo para sostenerla. —¿Preparándose para qué? Bill apoyó un hombro contra la jamba de la puerta. —Te van a llevar al puesto más cercano. Ahora mismo. Otra muchedumbre está de camino. Si Aelyx escuchase sobre el pulso corriendo en sus oídos, apenas si podría discernir soldados ladrando órdenes frenéticas y el sonido de los vehículos blindados rugiendo a la vida. —La alianza nunca va a pasar ahora, —dijo Cara en un apuro lloriqueo— Si no me llevas, nunca te volveré a ver.
Eileen envolvió un brazo alrededor de la cintura de Cara, pero ella lo apartó y se lanzó hacia él, agarrando su camisa con ambas manos. —Por favor. —Sus ojos se llenaron de terror— Llévame contigo. —Piensa en ello, —le dijo—. Todo ha cambiado. Si vienes conmigo, no podrías volver nunca. —Se inclinó hasta que estuvieron al mismo nivel, ofreciéndole una mirada solemne— ¿Es eso realmente lo que quieres? Las lágrimas se filtraron por su cara, goteando de su barbilla en grandes gotas, pero ella no dudó en decir—: Sí. —Pimienta, no quieres decir eso. —La forma imponente de Bill perdió seis pulgadas mientras se desinflaba y se giraba hacia su mujer en busca de ayuda. Cara se dio la vuelta y enterró su rostro en el pecho de su padre, su cuerpo temblando de sollozos y disculpas. —Yo quiero ir. —No, —dijo Bill, todavía en un estado de estupor—. Sólo... no. —No era una pregunta. —La voz de Cara se enganchó, pero se encontró con la mirada de su padre— Me voy, de una manera o de otra. Por lo menos podré asegurarme de que Troy está bien. Aelyx no podía permitir que los Sweeney creyesen que habría peligro de represalias. —Él está a salvo. Te doy mi palabra. —El sargento nos quiere llevar a otro lugar, —Cara le dijo— A una casa de seguridad. Y Aelyx sabía que Stepha nunca permitiría que Cara abordara un transporte oficial. Eso dejaba sólo una manera de llevarla hasta su nave de transporte principal de emergencia. —¿Recuerdas lo que te dije hace un par de semanas? ¿Dónde reunirnos si alguna vez nos separábamos? Ella asintió con la cabeza vigorosamente. —Ve allí ahora y espérame. Puede ser que me tome un tiempo, pero iré y me encontraré contigo.
Mientras Bill agarraba a su hija fuertemente con un brazo, él estudió a Aelyx con incredulidad, escaneando su cara y seguramente calculando si confiar en él con el futuro de ella. En el silencio, Aelyx notó el rugido lejano de voces frenéticas. La multitud se acercaba, no tenían mucho tiempo. —¡Vamos! —Gritó una voz desde el pasillo. Un soldado empujó a Bill a un lado y lanzó una capa de camuflaje de gran tamaño y un pasamontañas negro a Aelyx—. ¡Ponte esto y sal a la calle! —Danos un minuto para decir adiós, —dijo Bill mientras llevaba a toda su familia al completo hacia el interior del cuarto de baño. —Tienen cinco segundos. Bill cerró la puerta y sostuvo una mano en alto por el pasamontañas de Aelyx. —Dame eso. La capa también. —Él hurgó en el cajón debajo del fregadero hasta que encontró un par de tijeras y le dijo a Cara—, no estarás atrapada allí. Si cambias de opinión, si tienes incluso un segundo de duda quiero que vuelvas a casa con tu hermano. ¿Entiendes? Cara asintió mientras el estruendo de la multitud se acercaba. —Ya vienen, —dijo con una voz sorprendentemente firme— Igual que en Lanzhou. —¡Familia Sweeney! —Un soldado gritó desde el pasillo—. ¡Salgan ahora o voy a sacarlos por la fuerza! —¡Ya vamos! —Bill gritó por encima del hombro mientras se metía en la gruesa capa. Tiró el pasamontañas sobre su cabeza y le indicó a Aelyx que se diera la vuelta. Tan pronto como Aelyx estuvo de frente a la otra dirección, su cabeza cayó hacia atrás cuando Bill tiró de su cola de caballo. Luego, con un par de tirones rápidos con las tijeras, su cabeza se tambaleó hacia delante, libre de las garras de Bill y seis pulgadas mas ligero de cabello. Aelyx giró a tiempo para ver a Bill pinzar lo que quedaba de la cola de caballo marrón de Aelyx en la parte posterior de la máscara de esquí que colgaba más allá de sus omóplatos. Bill pasaría fácilmente por un L'eihr si mantenía sus pecosas manos ocultas.
—Amor, —dijo a Eileen mientras se comprimía en su abrigo— Voy a correr. Eso los retrasará mientras los chicos se deslizan por la ventana. Asegúrate de que salen, y luego quédate con los soldados. El ruido era ensordecedor, la multitud estaba casi sobre ellos. Los disparos sonaron desde fuera de la casa, y Aelyx corrió hacia la ventana, la abrió y usó ambas manos para empujarse por el agujero hasta llegar al suelo. Una fría brisa heló sus mejillas. Empujó el fresco oxígeno en sus pulmones tan profundamente que lo sintió en las plantas de los pies. Eileen besó la frente de Cara y la empujó hacia la ventana. Sin perder un segundo, Aelyx ayudó Cara y luego la subió, uniéndose a ella en cuclillas entre los arbustos a lo largo de la parte posterior de la casa. Oyó que la puerta del baño se abría y pesados zapatos en carrera por el pasillo. Afuera, el sol poniente cortó a través de los árboles desnudos, iluminando el bosque con su resplandor naranja y ofreciéndoles ocultación no más de al menos otros veinte minutos. Más disparos resonaron, junto con gritos de ¡Alto! y ¡Abajo! que lo llevó a creer que Bill había huido, lo cual distrajo a los soldados y obligado a seguirle. Aelyx trató de no pensar en cómo de lejos llegaría Bill o lo que la muchedumbre le haría al final. Ahora era el momento de moverse Pero sus miembros se congelaron. Los padres de Cara acababan de arriesgar su seguridad por él, un extraño arrogante que se había robado a su hija lejos. ¿Realmente hubo una vez que él los consideró de malos modales e inferiores? Afortunadamente, Cara lo trajo a sus sentidos con un movimiento de su mano. —¡Vamos! —Ella enlazó sus dedos, y juntos, escaparon hacia el árido bosque y sin mirar atrás. Desde su periferia, Aelyx vió el primer grupo de cuerpos asediar la casa.
Capitulo 23 Cara corrió como el infierno.
Traducido por MewHiine Corregido por Morin
Sus pulmones gritaron en busca de aire, y cada aliento helado picaban su nariz como si respirara fragmentos de vidrio, pero ella se empujó a través del dolor, desesperada por poner más distancia entre ella y el fuego de las ametralladoras crepitando en el fondo. Cuando el staccato de las palas del helicóptero zumbó por encima, bombeó sus piernas aún más duro y apretó los dientes contra el quemazón como ácido a través de todos los músculos de sus muslos. Pronto, la adrenalina tomó el control, el dolor físico se decoloró hasta que nada existió, salvo el golpe rítmico de sus botas golpeando el suelo congelado. Aelyx pacientemente hacía juego con su paso, casi sin aliento, pero su abrazo de muerte, decía, ¡más rápido! Él aceleró el paso y la empujó hacia adelante hasta que ella ya no estaba corriendo, sino tropezando a la velocidad del sonido. En cualquier momento, más de mil Patriotas rabiosos y cientos de soldados se darían cuenta de que el hombre enmascarado que arrastró sus culos en dirección opuesta no era Aelyx, y entonces ellos se abrirían en abanico y buscarían en el bosque. Si no lo habían hecho ya. No podía detenerse con lo que podría pasarle a mamá y papá, no había tiempo. Ella se centró en la supervivencia, dejando a un lado todos los pensamientos excepto, ¡Corre más duro! Los gritos se hicieron eco por delante, y Aelyx viró a la izquierda, remolcándola fuera del camino principal y dentro de la maleza. Una profunda alfombra de hojas en descomposición agarraron sus botas como lodo, y el campo de minas de ramitas, zarzas y ramas caídas rompían tan fuerte debajo de cada paso, que también podrían haber enviado una bengala para anunciar su posición. — Disminuye, — imploró con un jadeo.
Él le dio un breve respiro, haciendo una pausa para pasar por encima de un tronco podrido y empujando su pelo largo-hasta-la-barbilla detrás de las orejas antes de instarla ir. —Ya casi hemos llegado. Pronto, llegaron a un arroyo. A medida que laboriosamente iba hacia adelante, otros dos puntos de referencia aparecieron a la vista: una roca en forma de riñón y el árbol carbonizado, partido en dos por un rayo. Cara dejó escapar un suspiro de alivio pero inmediatamente arrugó la nariz ante el hedor a almizcle de algas espesando el aire. La baba verde lo había tomado todo totalmente desde la última vez que habían estado allí. Se acercó de puntillas y saltó sobre los parches que se arrastraban fuera del agua y en el suelo sucio y se preguntó cómo esto había logrado prosperar en pleno invierno. — Veo lo que quieres decir. — Ella se resbaló en una piedra verde recubierta y agitó los brazos para mantener el equilibrio. —Es como un experimento científico que fue mal. Aelyx murmuró algo ininteligible y corrió hacia el árbol donde su coche de huida se cernía alto entre las ramas. Mirando hacia arriba, él palpó los bolsillos de atrás y se quedó inmóvil, con los ojos abiertos, antes de acariciar frenéticamente sus bolsillos delanteros y los de su camisa que ni siquiera existían. El estómago de Cara se hundió. Ese era el lenguaje corporal universal para, Oh, mierda, ¡he perdido mis llaves! — ¡Fasha! — Gritó. —Mi electro-circuito está en la casa. Mi com-esfera, también. Aquellas cosas sonaba bastante importantes. Y a juzgar por los gritos lejanos de los furiosos hombres y el zumbido las palas de helicóptero acercándose, la ventaja inicial que papá les hubiera dado había expirado oficialmente. —No podemos volver atrás, —dijo. —Lo sé. — Él maldijo de nuevo y volvió a concentrarse en el cielo. —Por favor, dime que tienes un juego extra de llaves escondidas en alguna parte. —El circuito no es una llave, es más como un mando a distancia. Con él, haría que bajara y entrara a la vista.
— ¿Así que no lo necesitas? — Tal vez ellos no estaban perdidos después de todo. — El transbordador está programado para responder a mi toque. Si puedo llegar a la maldita cosa, podría conseguir entrar y pilotarlo. — Una rama se quebró a unos cincuenta metros más atrás, y Aelyx se agachó. — ¿Cómo de buena eres trepando a los árboles? Su única experiencia que tenía había dado lugar a dos tobillos torcidos y un coxis magullado. —No mucho. —Automáticamente, ella escudriñó el pequeño claro en busca de un lugar donde esconderse, y se quedó con las manos vacías. El invierno había despojado a los árboles y los arbustos de sus hojas y aplanado las hierbas altas que normalmente cubrían la tierra, sin ofrecer refugio. —Entonces tendrás que esperar aquí. — Sus pensamientos debieron haber viajado en la misma trayectoria, porque él lanzó una mirada en todas direcciones y frunció el ceño. —Sólo haz lo mejor para mantenerte abajo. Encontró un guijarro y lo lanzó al aire para medir la posición de la lanzadera. Rebotó después de unos diez metros, un largo camino para subir considerando que estaría expuesto, también, pero él no perdió ni un segundo para deliberar. La facilidad con la que escaló el árbol la impresionó y molestó, sobre todo lo primero, ya que sus vidas estaban en juego. Mientras continuaba su lento ascenso pero constante, ella se arrodilló en el suelo y se abrazó a sí misma cuando un escalofrío rodó por su cuerpo. El subidón de adrenalina había desaparecido, y su humedecida y congelada ropa por el frío del aire era como un traje helado. Acababa de envolver ambos brazos alrededor de sus rodillas cuando unos crujidos de pasos le llamó la atención. Su cabeza se levantó. A medida que los pasos se acercaban, ella pudo captar retazos de conversación. —... congelando mi culo... —... debería haber traído mi otro abrigo... Las voces eran profundas, masculinas, y muy familiares.
—... muriendo de hambre... —Ella conocería esa voz en cualquier lugar Eric. —... Mataría por una cesta de alas en este momento... —Y Marcus Johnson. Una voz femenina se unió a la conversación. — ¿En serio? ¿La comida es en todo lo que piensas? Cara estiró el cuello y miró a Aelyx, a media altura en el árbol. Su postura congelada le dijo que había oído las voces, también. Cuando ella miró en la dirección de la voz de Eric, un par de destellos de su chaqueta azul brilló entre los árboles. Si ella podía verlo, era razonable que él pudiera verla a ella y Aelyx. Los chicos compartieron una risa y Marcus dijo: —No, pienso en lacrosse, también. Oh, y en culos. — ¿De hombre o mujer? — La chica se burlaba. — No es que yo te esté juzgando ni nada. —Relájate, Brandi, — dijo Eric. —Estoy bastante seguro de que es tú culo el que está en su mente. Aunque lo he atrapado mirándome fijamente en el vestuario un par de veces... ¿Brandi? Cara se quedó perfectamente quieta, observando a Eric y a Marcus escoger su camino a través del bosque. La chica cerró la distancia detrás de ellos, y Cara miró de soslayo una bata blanca hinchada familiar. Era Brandi... con su mano cerrada en torno al eje de hierro de un palo de golf. Ella enlazaba sus brazos con Marcus, que cargaba un rifle de caza. Eric agarraba un bate de béisbol de madera, y los tres se colgaban las armas casualmente sobre sus hombros, como chicos que dan un paseo hacia un agujero de pesca local. Sin moverse un centímetro, Cara dirigió sus ojos hacia Aelyx, cuya negr a camisa y pantalones vaqueros oscuros se camuflaban con la madera quemada, pero sus brazos temblaban por mantenerse en tal posición incómoda. Había apretado la frente contra la corteza como si tratara de ser uno con el árbol.
En ese momento, uno de sus zapatos patinó contra la corteza carbonizada, enviando escombros lloviendo sobre ella y arrojando las hojas secas en el suelo. La mirada de Eric inmediatamente cayó sobre la de ella y se bloqueó allí por un momento eterno. Su respiración se detuvo y se mordió los labios, rezando para que Marcus y Brandi no lo hubieran oído, también. Con un movimiento casi imperceptible de la cabeza, ella le pidió que siguiera caminando. — Hey. — Marcus se detuvo, con una mano en alto como alguien bajo juramento. — ¿Habéis escuchado algo? —Sí. — Eric rompió el contacto visual y señaló hacia un barranco en la dirección opuesta. —Por allí. Sonaba como una ardilla. — No, colega. Venía de esa dirección. — Marcus asintió hacia unos diez metros por delante de su posición, y Cara contuvo la respiración, deseando hacerse invisible. Ella había elegido el día equivocado para usar un suéter de color rosa, era un puro milagro que Marcus no la hubiera visto aún. — ¿Nos separamos? Yo voy a ver por allí, —Eric apuntó con el pulgar hacia ella — y ustedes dos por ese camino. — Señaló el barranco. —No, —dijo Brandi. —Si nuestro equipo va a atraparle, debemos permanecer juntos. Es la única manera de reducirlo. —Tiene razón, —dijo Marcus, distraídamente frotándose la parte superior del brazo. —Ese loco es un bastardo con fuerza. Eric se rió secamente. — ¿Asustado? Tú eres el que tiene el arma, por amor de Dios. — No, idiota. —Un temblor en la voz de Marcus traicionó su miedo. — Yo estaba tratando de ayudarte, pero lo que sea. Buena suerte con tu piensaculos Louisville Slugger. —Él caminó en la otra dirección y Brandi lo siguió a regañadientes. Una vez que se movieron fuera de su línea de visión, Cara soltó el aliento que había estado conteniendo y vio como Eric se dirigía hacia ella en zancadas a cámara lenta. Se agachó y fingió estudiar la senda del suelo, deslizando su mirada hacia un lado para observar a Marcus mientras susurraba, —No te puedes quedar aquí. Hay más que están viniendo.
— ¿Mi padre está bien? Usando su bate de béisbol como un bastón, Eric se puso de pie y dio un paso alrededor de ella, fingiendo inspeccionar un parche de cardo. — Supongo que sí. Consiguió salir cuando la mierda golpeó, sin embargo. Ella empezó a preguntar acerca de mamá cuando más trozos de madera quemada fueron arrojados a su cabeza, y ella se protegió los ojos y miró hacia arriba para ver Aelyx reanudar su ascenso. Eric se estremeció, notando Aelyx por primera vez. — ¿Qué está haciendo ahí arriba? — Incluso en el más ligero susurro, la repugnancia no adulterada de Eric por Aelyx se escuchó tan fuerte como una bocina de aire. — Conseguir que su nave baje. Sus cejas se pellizcaron juntas y Eric se agachó de nuevo, inclinando la cabeza y escrutando su rostro, como si le hubiera crecido una segunda nariz. — ¿Ves una nave espacial? —No estoy loca, —dijo entre dientes. — El dispositivo de camuflaje la hace invisible. — ¿No estás jodiendo conmigo? ¿Él realmente tiene una nave ahí arriba? Ella asintió con la cabeza. — ¿Dónde te va dejar? ¿En la base? — Él no me va a dejar, Eric. Tardó unos segundos en averiguar lo que eso significaba. Cuando la idea lo golpeó, él se balanceó sobre los talones y aterrizó en su trasero. — ¡De ninguna jodida manera! Él es malo, Cara ¡ellos han estado envenenando nuestra agua! ¡También nuestros cultivos! Ese chico lo confesó. — Volvió la mirada hacia Aelyx y no se le escapó su mano apretándose alrededor del bate con tanta fuerza que los nudillos se le pusieron blancos. — Es mentira. Lo mataron por no... — Se mordió su corta respuesta cuando los pelos en el dorso del cuello se le erizaron. Tanto tiempo en el aire invernal había cubierto su piel en piel de gallina, pero algo más había enfriado su profundo interior. Había estado tan absorta en su conversación con Eric que ella había dejado de monitorizar las huellas lejanas de Marcus y
Brandi, y el puro instinto la paralizó una vez más. Ellos estaban cerca. Ella lo sintió. Eric debió de haberlo sentido también. Saltando a las puntas de sus pies, contempló alrededor del bosque con los ojos muy abiertos. Se deslizó hacia el barranco, gritando, — ¡Johnson! ¡Greene! ¿Encontrasteis algo por ahí? El corazón de Cara latía tan fuerte que los dedos le vibraban. Ella se asomó por entre las ramas como si pudiera levantar a Aelyx hasta la cima por pura voluntad. Estaba tan cerca, sólo un par de metros más. Doblando sus dedos para recuperar la sensación, en silencio se trasladó a cuatro patas y se arrastró alrededor del árbol para volver a colocarse a sí misma fuera de la vista. Fue entonces cuando se dio cuenta de los zapatos de Marcus plantados justo en frente de ella. Con un suspiro, levantó la vista justo a tiempo para ver a Marcus alzar su rifle y cerrarlo de golpe en su pómulo izquierdo. Calientes chispas blancas explotaron detrás de sus párpados, mientras que la fuerza de aplastamiento le envió la cabeza a golpearse contra el helado suelo. — Mierda, bebé, — dijo Brandi de cerca. —No pierdes el tiempo. Los labios de Cara se abrieron en un grito silencioso. Cuando se acurrucó sobre un lado y se tapó la cara, Marcus aprovechó la oportunidad para darle una patada de lleno en las costillas. Oyó huesos agrietarse dentro de su pecho, sus pulmones vaciarse, y un dolor puro la cegó. — ¡Alto! — Eric exigió. Sus zapatos se adelantaron y la rasparon justo al lado de la oreja, pero la sensación voló al borde de su mente mientras luchaba por respirar. Nada existía, sólo su necesidad de oxígeno incluso el dolor le dio un respiro temporal mientras abría la boca, engatusando el aire en sus aplastados pulmones. Ese primer aliento glorioso supo más dulce que la ambrosía, pero el alivio duró sólo un momento antes de que la agonía regresara con la furia de diez bombas nucleares. Con los ojos llorosos, ella gritó y se empujó hacia atrás, lejos de los gruñidos de los muchachos que luchaban a centímetros de su cabeza. Cada movimiento envió arpones clavándose a través de sus nervios, pero se deslizó a través del suelo hasta que su columna vertebral se topó con el roble macizo.
En el segundo que su visión volvió, sus ojos encontraron a Aelyx. Había llegado a la lanzadera y sostenía una palma contra su casco invisible, pero su mirada se precipitaba hacia atrás y adelante entre ella y los violentos empujones cerca. Ella no necesitaba un Discurso Silencioso para entender su dilema: ¿debería quedarse con la nave o bajar a defenderla? Cara negó con la cabeza, rozando su sien contra una almohada de ramitas secas. No lo hagas, imploró ella en silencio. ¡Trae abajo la nave! En poco tiempo, más Patriotas los encontrarían, y ella no podía correr más. Ni siquiera podía sentarse. De pronto, el cuerpo de Eric cayó al suelo y se deslizó a su lado, pulverizándola con suciedad y chocando su hombro con su descartado bate de béisbol. Antes de que él pudiera levantase de un salto, Marcus ladeó su rifle y apuntó hacia el pecho de Eric. —Sólo para, hombre, — dijo Marcus, jadeando. —Ella es el enemigo. ¡Estás pensando con tu polla! Brandi señaló hacia Cara con el palo de golf. — Ella ha estado compartiendo cama con Aelyx por meses. ¿Crees que le importa un comino el resto de nosotros? Mi mamá dice que nosotros vamos a terminar como esclavos de los L'eihrs, llevando a sus engendros mestizos, y ella estará a salvo en el otro lado, como la traidora que es. — Exactamente, —dijo Marcus. — Ella ya no es humana. — ¡Saca la cabeza de tu culo! — Eric se empujó del suelo y cargó contra Marcus de nuevo, empujando a un lado el cañón y luego apu ntando hacia ella. — Ésta es Cara. La misma chica que dejó que la engañaras en su sexto grado. ¡Mi novia durante tres años! ¡Ella es uno de nosotros! — Se giró hacia Brandi y dijo: — Solían ser amigas. Brandi se unió a su novio y pasó una mirada desdeñosa sobre Cara. — Ya no más. Ella ha estado haciendo de culo para el alíen desde que él llegó aquí. Cara no podía sacar el aire suficiente para decir: No eres nadie para hablar, pero debió de haberse mostrado en su cara porque Brandi hizo un sonido de disgusto y desprecio, — Nunca estuve en él. Como si fuera a dejar que un alíen me tocara. Eric murmuró, — Su madre es la jefa de inteligencia de nuestra sección.
Parecía tan trivial, pero Cara recordó el día en que había capturado a Brandi tratando de meter una nota en su casillero. Ella realmente estaba detrás de las amenazas ella probablemente siguió y empujó a Ashley escaleras abajo, también. ¿Y para qué? ¿Para conseguir la aprobación de su madre y una cita con el rey del baile de bienvenida? Marcus precisó un escupitajo y escupió a los pies de Cara. Él apuntó su rifle hacia ella. — ¿Dónde está el L' eihr? Cara negó con la cabeza contra el suelo y resopló, — El ejército lo tomó. — Creo que está mintiendo, —dijo Brandi. — O ella estaría con ellos también. Marcus deslizó su mano por la culata del rifle. — Voy a sacárselo. — No. — Eric se puso delante de ella e hizo algo mucho peor que patear a Cara en el pecho. Señaló a Aelyx en la copa del árbol. — ¡Está ahí arriba! Cuando Marcus inclinó la cabeza hacia atrás y vio la mitad del cuerpo de Aelyx desaparecer en la nada, no se detuvo a cuestionar la validez de lo que había visto. En cambio, él se metió la culata del rifle en la axila, levantó el arma, y entrecerró un ojo para afinar la puntería. Cara no dudó tampoco. Enroscó su mano alrededor del palo caído de Eric y se empujó sobre cuatro patas. Apretó los dientes, ignorando las llamas que lamieron sus costillas, y giró con toda su fuerza hacia el lateral de la rodilla de Marcus. Su pierna se quebró y se desplomó, sesgando su disparo cuando apretó el gatillo. El disparo le perforó los tímpanos, seguido por los gritos de agonía de Marcus. Dejando caer el bate, Cara se arrugó en un montón y comenzó a temblar. ¿Cómo era posible que sufriera tanto dolor sin haber perdido el conocimiento? Se acurrucó en posición fetal y lanzó una última mirada a los árboles, viendo nada. Aelyx se había metido dentro del transbordador encubierto. — ¡Idiota! — Brandi levantó su palo de golf para golpear a Cara, pero Eric la empujó a un lado y se inclinó para recoger su bate del suelo. Tendría que haber ido a por el rifle. En el momento en él que se dio cuenta de su error, Brandi se adelantó. Levantó el cañón en línea con la hebilla del
cinturón de Eric mientras éste dejaba caer el bate y mantenía ambas palmas hacia adelante. — Ella te dejó por un alíen, — Brandi le dijo. — ¿Y todavía sigues defendiéndola? Eric retrocedió. — Solo.... Antes de dejara salir una palabra, el aire a su alrededor se calentó a la temperatura de una tarde abrasadora de julio y vibró tan densamente que los dientes de Cara se sacudieron. Brandi arrugó la f rente, lanzando estrechas miradas en todas direcciones, mientras que Cara y Eric intercambiaron una mirada de complicidad. Deseó no haberle dicho acerca de la nave, pero no había nada que pudiera hacer al respecto ahora. El ojo izquierdo de Cara había empezado a inflamarse y cerrarse, así que utilizó el ojo bueno para explorar el claro en busca de un lugar lo suficientemente amplio como para que Aelyx hiciera aterrizar el transbordador. Sólo había un lugar a la derecha en la parte superior del riachuelo a diez metros por detrás del cuerpo ahora inerte de Marcus. Oh, claro, él si podía perder el conocimiento. — ¿Qué es esto? — exigió Brandi, con las manos temblando mientras ladeaba el rifle y apuntaba hacia el rostro de Cara. — ¿Qué nos está haciendo el L'eihr? Cara rebuscó por una mentira algo tan inteligente que enviaría a Brandi salir corriendo pero al parecer, el simple hecho de permanecer consciente había agotado toda su capacidad intelectual. — ¡Haz que se detenga! — Brandi gritó, medio histérica. Si ella se estremecía con más fuerza, apretaría el gatillo así ella quisiera o no. Sacudiendo la cabeza, Cara levantó una mano en señal de rendición. — Yo no... — Voy a contar hasta tres, — gritó Brandi, — y si esto no se detiene, te mataré. ¡Lo juro por Dios! — Espera, espera, cálmate. — Eric se acercó a Brandi, pero ella dio un paso atrás y apuntó con el rifle hacia él en advertencia antes de girarlo hacia Cara. — ¡Uno!
— ¡Es sólo la nave! — Dijo Cara. — Ella tiene razón, —Eric se hizo eco. —No puedes verla porque está cubierta. — ¡Dos! — Jesucristo, Brandi, ¡estoy diciendo la verdad! — Tienes que tranquilizarte. — Eric avanzó hacia Brandi como si fuera un animal herido. — Tú no quieres dispararle. — ¡Tres! Apretando los ojos cerrados, Cara se hizo un ovillo y se envolvió ambos brazos alrededor de su cabeza como si así pudiese bloquear la bala con su jersey. Su vida no parpadeó ante sus ojos como ella había esperado. En cambio, su corazón latía dolorosamente contra sus costillas rotas y todo su cuerpo destelló frío, a pesar del aire sofocante. Oyó a Aelyx gritar su nombre, luego un disparo, y entonces se estremeció, esperando sentir el impacto de bala. Pero éste nunca llegó. Después de varios segundos, se le ocurrió que no había sido alcanzada. Tentativamente, se asomó por debajo de un brazo. Eric tenía a Brandi clavada a un árbol, pero él luchaba por mantenerla cuando un punto brillante de sangre floreció en un agujero en la manga de su camisa. Aelyx corrió a la vista, se arrodilló en el suelo y cepilló suavemente su pelo. — ¿Te puedes mover? —preguntó. Ella lo empujó hacia un lado, susurrando, — Disparó a Eric. — La bala sólo le rozó, — dijo Aelyx en un apuro. — Nos tenemos que ir. Agárrate a mí. El menor movimiento le traía un dolor abrasador, pero ella echó los brazos alrededor del cuello de Aelyx y contuvo el aliento mientras la llevaba más allá de la pelea hasta la nave espacial y la depositaba con cuidado encima del asiento del pasajero. Mientras él la sujetaba con el mayor cuidado, se asomó por la puerta abierta a donde Eric, que había logrado quitarle el rifle a Brandi. Claramente superada en número, Brandi dio media vuelta y escapó, dejando a su novio herido atrás.
Aelyx trepó sobre Cara y se sentó en el asiento del piloto. Colocando las yemas de sus dedos suavemente contra un panel de acero que recordaba un tablero de instrumentos, susurró algo en L'eihr y las puertas comenzaron a sisear cerrándose. Ella observó a Eric guiñar una despedida. Con una media sonrisa y los ojos llorosos, articuló algo que ella no acabó de interpretar, y por sólo un segundo, vio un destello de su viejo amigo. Y entonces ella se había ido.
Capitulo 24 Traducido por Lililamour Corregido por Morin
Cara jadeó cuando un par de tijeras de frío metal rozaron la piel de su abdomen, provocando que la médico L'eihrita que las manejaba hiciera una pausa y le ofreciera una mirada inquisitiva. —Lo siento —dijo Cara— es sólo que está frío. La médico, una chica de voz suave con las pestañas más largas que Cara había visto en su vida, continuó cortando su suéter, enviando un pequeño botón de perla a tintinear sobre la mesa de reconocimiento. Cuando el último pedazo de lana restante había caído, el pecho de Cara estalló en piel de gallina. El aire, o mejor dicho, la falta de él, a casi cien kilómetros sobre la Tierra era brutalmente frío, a pesar de la ventilación climatizada. Cara recogió el botón y lo hizo rodar entre su pulgar e índice mientras miraba alrededor de la sala de examen con paredes color gris inmaculado. Una variedad de instrumentos extraños colgaban de las paredes, y trató de adivinar sus propósitos. Inclinando la cabeza, se hizo a un lado para inspeccionar una barra metálica pulida. Además de parecer una buena cachiporra, no podía imaginar para qué era útil. —Por favor, mantente quieta, —dijo la chica en un acento similar al de los franceses polinesios— Esto será incómodo, pero viajar a la velocidad de la luz ensanchará las fisuras en tus costillas si no las arreglamos primero. — ¿Alcanzaremos la velocidad de la luz? —Eso sorprendió a Cara, ya que no iban directamente a L'eihr. Los líderes de Aelyx traerían a Troy y se encontrarían a mitad del camino para una audiencia de emergencia. La chica sonrió, pero sus ojos estaban vacíos. —Sí, ahora mantente quieta. Mirada vacía o no, Cara agradeció y correspondió la sonrisa. Era la primera que había recibido desde que Aelyx la había pasado de contrabando a bordo de la nave principal hace una hora. Incluso el debilitado y viejo
embajador con ojos muertos había enderezado su columna vertebral y fruncido la boca cuando la había vislumbrado. Él y Aelyx se habían metido en el más intenso encuentro de miradas que alguna vez había presenciado, y aunque no había sido capaz de echar un vistazo a sus pensamientos, había sentido el mensaje alto y claro: no era bienvenida. Sólo esperaba que nadie la arrojara por la escotilla como la gente le hacía a sus enemigos en Battlestar Galáctica. —Siéntate derecha, por favor. —La médico colocó una mano en su espalda y la ayudó a inclinarse hacia delante sobre la mesa de examen. Luego envolvió una almohadilla flexible alrededor de su pecho y la aseguró en el frente. Moviéndose a un panel de control en la pared, la chica advirtió—: Esto es ligeramente desagradable, pero trata de relajarte. Cara asintió, preparándose para lo peor, pero para su sorpresa, la envoltura se calentó como una almohadilla térmica. Jalando la cabeza hacia atrás, cerró los ojos en éxtasis y gimió —: ¡Ah! Eso se siente incre… De repente, su puño se cerró alrededor del botón de perla. El calor se disparó desde calmante a insoportable en un instante, como si la médico hubiera encendido la estufa de bajo a volcánico. Su piel ardía mientras el calor abrasador llenaba sus pulmones, provocando ondas de náuseas. Tragó la bilis mientras gotas de sudor salpicaban su labio superior. A continuación, una infame opresión apretó su pecho como un brazalete de presión arterial, robándole el aliento y forzando el calor hacia su cara donde se asentó dentro de sus palpitantes mejillas. ¡Ligeramente desagradable, mi culo! Cerró el único ojo que no se había cerrado por la hinchazón y trató de permanecer tranquila, pero el dolor era demasiado intenso. Justo cuando estaba a punto de gritar, la presión se liberó y la envoltura se enfrió tan repentinamente como se había calentado. El alivio fue instantáneo, pero Cara inhaló profundamente por la nariz para eliminar las náuseas restantes. La médico retiró la envoltura y la alentó a ponerse de pie. —Muévete alrededor y dime si siente algún dolor. Saltó de la mesa y torció el torso de lado a lado, vacilante al principio, pero luego con más entusiasmo.
— ¡Guau, eso es increíble! Me siento perfecta. —Guau, casi. Las paredes comenzaron a desdibujarse y a agitarse a su alrededor. Se agarró al borde de la mesa y acunó una mano sobre su ojo hinchado— Todavía estoy un poco mareada. —Todavía no he escaneado tu cabeza —dijo la chica, alcanzando la barra de metal que Cara había visto antes y luego la sostuvo en la parte posterior de su cráneo—. Sólo una fractura del borde orbitario lateral. No tomará mucho tiempo. Luego, seguiremos con tus moretones. —Ah, la cachiporra es una máquina de rayos X. —Nunca lo habría adivinado. — ¿Perdón? —preguntó la chica, mirando desde el instrumento en su mano y de regreso a Cara. —Nada, sólo hablando conmigo misma. Después de usar una caliente diadema, menos dolorosa, para arreglar la fractura de Cara, la médico sacó una almohadilla de gel transparente de un cajón debajo de la mesa de exploración y llenó una aguja hipodérmica con un líquido lechoso. Sacudió la almohadilla de gel, y comenzó a emitir un resplandor púrpura. —Esto, —dijo levantando la aguja— ayudará a tu cuerpo a reabsorber la sangre de tus moretones. Y esto —Asintió hacia la almohadilla—, curará el tejido subyacente. Observa. Comenzó con un moretón del tamaño de una pelota de softball que estaba por encima de su cintura, inyectando el líquido blanco hasta que se hizo una burbuja de aire en su piel. Picó, pero esto era una picadura de mosquito en comparación con el ser pateado en el pecho. Entonces la médico colocó el paquete de gel color púrpura brillante por encima del moretón y aplicó una suave presión, empujando hacia abajo un poco más fuerte mientras pasaban los segundos. Cuando levantó la almohadilla, todos los rastros de la contusión se habían ido. —Guau, —susurró Cara. Después de curar su mejilla y el ojo hinchado, la médico concluyó el tratamiento de Cara con una envoltura fahren: Un pegote fangoso que suavizó hasta el último corte y rasguño de su piel, dejándola suave y sin defectos. Maybelline no era nada al lado de los L’eihritas. Después de gorrear
y cambiarse a un uniforme dorado y gris, se recogió el cabello en una coleta baja y sonrió a su reflejo en el espejo… la más recient e aspirante a L’ehir, menos el bronceado en aerosol. Ashley habría estado orgullosa. —Gracias. —Cara vaciló, luego tocó el antebrazo de la médico. La chica bien podría sentir la misma aversión al contacto que Aelyx tuvo alguna vez, pero necesitaba expresar su gratitud, no sólo por la atención médica, sino por su bondad. La chica se estremeció bajo los dedos de Cara y se alejó, pero suavizó el rechazo con una sonrisa amable. —Te llevaré a Aelyx. Sé que se alegrará de verte. Un aleteo hizo cosquillas dentro de su vientre ante el solo pensamiento de él. Siguió a su guía a lo largo de los sinuosos corredores, finalmente tomando la oportunidad de estudiar su entorno. Cuando por primera vez se habían acercaron a la nave principal, había estado demasiado ocupada tratando de detenerse de dar un vistazo por la ventana de lanzamiento, y Aelyx la había llevado con la médica justo después. Honestamente, no había mucho que ver, al menos no por el momento. Todo pasillos, pisos, puertas eran una monotonía de gris metálico. El transporte era como un laberinto flotante, un enredo de plateados y sencillos pasajes. Se preguntó cómo siquiera iba a encontrar el camino ella sola. —Ahí. —La chica señaló al final del pasillo donde Aelyx estaba parado, encerrado en un Discurso Silencioso con una menuda mujer a la que Cara reconoció como Syrine. Considerando la rigidez del conjunto de sus brazos cruzados, esta no era una amistosa sesión de charla. Después de un rápido toque de dos dedos en la garganta de Cara, la médico la dejó y regresó a la clínica. De pronto se enfrió de nuevo, se apoyó contra la pared y jugueteó con sus manos mientras estudiaba a Aelyx y su mejor amiga, la encantadora sanadora emocional que vio dentro de su alma. No es que estuviera celosa ni nada de eso. El cabello marrón miel de Aelyx, ahora demasiado corto para una coleta, caía sobre su frente, y él lo empujó detrás de sus orejas antes de reanudar la "discusión". Estaban peleando por culpa de ella. Lo sabía. Después de lo que le había pasado a ese pobre chico en China, no podía culpar a los L'eihritas por abandonarla, pero al mismo tiempo, no había
esperado tal carrera por encontrarla responsable de un asesinato que no había cometido. Ella se había plantado al lado de Aelyx incluso después de que su comunidad la rechazó, ¿eso no contaba para nada? A juzgar por la forma en que Syrine acababa de empujar el pecho de Aelyx, la respuesta era no. Tal vez no debería interrumpir. Se abrazó, temblando contra la pared mientras juntaba el coraje para seguirse moviendo.
— ¿Ayudarte? —Syrine estampó sus puños contra el esternón de Aelyx, recordándole el tiempo que había llevado a Cara al gimnasio de boxeo para ayudarla a regresar a su "lucha." Parecía que Syrine había regresado de la Tierra con un poco demasiado de eso—. ¡Estás delirando si crees que te ayudaré a salvar a los cretinos que asesinaron a Eron! — ¿Así que castigas a miles de millones por los delitos de unos pocos? — ¡Sí! —Ésta no era la misma Syrine que había conocido de toda la vida, no era esta chica de labios en posición de gruñido, y dientes al descubierto como un animal rabioso—. ¡Los odio a todos! ¡Incluso a tu preciosa Elire! Él se echó hacia atrás ante los matices oscuros en los pensamientos de ella. —Ella es parte de mí. —Aelyx cerró la distancia entre ellos y agarró el brazo de Syrine. Tenía que hacerla entender—. Una amenaza contra ella, es una amenaza contra mí. De repente, los dedos de porcelana de Cara se cerraron alrededor de su mano, animándolo a relajar su agarre. —¿Estás bien? —Inclinando la cabeza, ella lo miró con los ojos muy abiertos, con el rostro radiante y sano, y tan impresionante que lo hizo retener el aliento. Él dio un paso atrás y se percató del uniforme de Cara mientras una involuntaria sonrisa jugaba en sus labios. La sencilla túnica dorada parecía más fuera de lugar en sus hombros que las joyas en el asiento de inodoro del Sr. Manuel allá en la Tierra, sin embargo, la vista hizo su corazón hincharse hasta que chocó con sus pulmones. Le encantaba verla con la ropa de su pueblo. Era un recordatorio de que ella había elegido una vida con él, por imposible como pudiera parecer.
—Ah, ¿esto? —Ella posó como una modelo de moda, levantando su cuello y cambiando su peso a una cadera— Supongo que soy una L’ehirita oficial. Me mezclaré de inmediato. —Aparte de tu piel, ojos y cabello, sí, te mezclarás de inmediato. — Abrió los brazos y ella se apresuró a entrar, cerrando sus cuerpos juntos— ¿Cómo están tus costillas? —preguntó. Apoyando la barbilla en su pecho, ella parpadeó hacia él, sonriendo. —Abrázame tan fuerte como puedas y lo averiguaremos. Él acunó su mejilla y la besó suavemente antes de encerrarla en sus brazos de nuevo y aplastarla más fuerte. Justo cuando él pensaba que no había espacio entre ellos, ella encontró una molécula perdida y la eliminó devolviendo el abrazo con todas sus fuerzas. La sangre de él se calentó, difundiendo el acalorado hormigueo por sus venas hasta que todo su núcleo zumbaba con el deseo de amarla. Syrine hizo un ruido de arcadas, pero él lo ignoró. Cuando Cara se apartó, extendió la mano y le revolvió el cabello. —Con un poco de gel, te verás como la mitad de los chicos en la escuela. Eres más humano que yo en este momento. —Lo cual explica su necio comportamiento —replicó Syrine— Pero no te detengas ahora. Estoy segura de que lo puedes moldear en el compañero perfecto. El puño de Cara se apretó alrededor de la camisa de él, pero ocultó su frustración manteniendo una expresión en blanco cuando volteó hacia Syrine. —Yo no quiero cambiar a Aelyx… lo amo tal como es. Syrine se burló, su risa fue tan seca que tiñó el aire con el hedor del odio. —Él no siente lo mismo por ti. Los de tu clase le dan asco. —Levantó la barbilla con desprecio— ¿Te dijo lo que hemos hecho? — ¡Ya es suficiente! —Aelyx cerró miradas con Syrine y le dio una severa advertencia—. ¡No más! ¡Ella es mía, y no voy a dejarte que la arruines con tu odio!
— ¿Arruinarla? —Preguntó Syrine— ¿O arruinarte a ti? ¿Temeroso de que tu dulce Elire no te perdone por lo que has hecho? Syrine siempre había sido capaz de identificar el mayor temor de Aelyx, pero esta era la primera vez que había intentado usarlo contra él. —Por favor, no lo hagas. —No podía ocultar su desesperación. Por un breve momento, la resolución de Syrine vaciló, pero al final, su rabia tomó el control. — ¿Te refieres al agua? —dijo Cara— Ya sé acerca de la contaminación. Syrine se dio la vuelta y le dirigió a él una mirada de reproche. — ¿Hay algo que no le hayas dicho? Gracias a la Madre que tuve la precaución de eliminar su sitio. — ¿Tú cerraste mi blog? —reclamó Cara. Syrine ignoró la pregunta mientras una maliciosa sonrisa curvaba sus labios. —Apostaría a que hay algunas cosas que no compartiste con nuestra dulce Elire. —Entonces prácticamente cantó—: Como lo del sh'alear. — ¿Qué es eso? —preguntó Cara. —Nada, —dijo él— Syrine está fuera de control por el dolor. No sabe lo que está diciendo. —Agarró la mano de Cara y trató de llevársela— Vamos. Te llevaré a tu habitación para que puedas descansar. —No hagas eso. —Se soltó— No me mientas de nuevo. Puedo decir que algo está pasando. —¿Mentirte otra vez? —Syrine dio un burlón tsk-tsk-tsk. Él le suplicó, pero ella bloqueó sus pensamientos— ¿Qué te dijo? En lugar de contestar, Cara se enfrentó a él y esperó durante varios agonizantes latidos, ofreciéndole la oportunidad de confesar. Él recordó lo que ella había dicho esa mañana, aunque parecía haber sido toda una vida atrás: Tenemos que confiar el uno en el otro, o seremos como unos extraños. Negó con la cabeza, rogándole en silencio que lo dejara pasar. Cara finalmente se volvió hacia Syrine.
—Dijo que el intercambio era un ensayo, —le dijo— Que tus líderes quieren que no casemos entre nosotros porque ustedes están perdiendo su profundidad emocional o algo así. Quieren que los humanos colonicen L'eihr. —Querían, —corrigió Syrine— Tiempo pasado, pero sí, eso es correcto. Lo que no mencionó es que nuestra generación detesta la idea. —Hizo una pausa para curvar el labio y escanear a Cara de pies a cabeza con obvio desdén— Como si necesitáramos su material genético inferior. Así que saboteamos el experimento. Aelyx planeó todo. Durante todo el tiempo que ha estado viviendo contigo, ha estado matando sus cultivos para incitar el pánico para poder mantener a su tonta raza lejos de L'eihr. Cara liberó una risa carente de humor como si las palabras fueran demasiado ridículas de creer, pero cuando lo miró, él sólo podía mirarla boqueando por la vergüenza. Lentamente las cejas de ella se levantaron. —¿Eso es verdad? —Comenzó de esa manera —admitió, tomando de nuevo su mano— pero entonces empecé a preocuparme por ti, y me di cuenta de que no podíamos estar juntos si la alianza fracasaba, así que desarraigué mi sh'alear. —Espera. —Cara sostuvo una mano hacia adelante— ¿Qué es eso? —El sh'alear es un árbol parásito —le dijo Syrine— Roba los nutrientes de la tierra y destruye la mayor parte de la vegetación frutal hasta que es desarraigada. Aelyx nos enseñó cómo pasar de contrabando las plántulas a la Tierra y cómo plantarlas. Dijo que sería alimentar la paranoia humana. —¿Es por eso que seguías yendo al bosque? —le dijo Cara a él— ¿Cuándo lo quitaste? Esta era la peor parte… la más incriminatoria. —Hace unos días —dijo él. Cara negó con la cabeza y lo miró fijamente en silencio. Cuando habló de nuevo, el dolor en su voz erizó la piel de él. —Así que, ¿hasta hace tres días, estabas tratando de asegurarte de no volver a verme otra vez? No tenía una respuesta para eso. ¿Cómo podía hacerla entender cómo se había sentido tan en conflicto? ¿Cómo de temeroso había estado de que la
humanidad destruyera su planeta y su gente? Basta con mirar la forma en que los humanos habían transformado a Syrine de una sanadora compasiva en un agujero negro de la malicia. —Pero maté mi plántula, —objetó— Y Eron trató de hacer lo mismo. —¡Consiguiendo que lo asesinaran en el proceso! —gritó Syrine. —Él sabía que era la decisión correcta, mucho antes de que nos diéramos cuenta… de que la alianza podría salvar a la humanidad. —Oh, dioses —dijo Syrine, llevándose una mano a la boca para ahogar una risita— ¡Olvidé la mejor parte! Sin la alianza, y nuestra tecnología, tu planeta es tan bueno como si estuviera muerto. Cara continuó negando con la cabeza con aire ausente. —¿No nos van a ayudar a menos que la alianza continúe? —Lo miró una vez más buscando una negativa que él no podía proporcionarle. —No lo sabía hasta hace unos días, lo juro por la Madre. —No podía dejarla pensar por un segundo que había conspirado para destruir a su pueblo. Mientras explicaba cómo las crecientes partículas habían infectado todas las principales fuentes de agua de la Tierra, el pecho de Cara se levantó y cayó en jadeos entrecortados. —¿Tenemos diez años? —susurró— ¿Y L'eihr no nos ayudará? —Pero luché para salvar la alianza en cuanto me enteré. —Ah, bueno, eso lo arregla todo. —Cara liberó sus manos y se alejó de él. Todas sus pesadillas habían terminado en alguna variación de esto… perdiéndola una vez que ella se enterara de la verdad de lo que había hecho. Pero a diferencia de los sueños, no se quedaría congelado, ni la vería desaparecer de su vida. Dándole espacio, levantó las manos como un hombre en señal de rendición. —Por favor, escucha. Me equivoqué, pero tan pronto como me di cuenta… —Detente. —Cerró los ojos, sellándolos herméticamente como para bloquear la realidad. Cuando los abrió de nuevo, las lágrimas rodaron por
sus mejillas— Lo sacrifiqué todo por ti, y tú estabas jodiendo mi planeta todo el tiempo. —No todo el tiempo. —¡Hasta hace tres días! —Pero yo te amo. Te mostré mis sentimientos… sabes que son reales. —Y es por eso que no puedo confiar en ti. —Hizo una pausa para arrastrar la manga de su camisa por debajo de su nariz— Amarme no te detuvo de mentir o de jugar a ser Dios. ¿Y ahora esperas que vuele lejos contigo y deje a todos atrás para que muera? —¡No! Conseguiré la tecnología de alguna manera, incluso si tengo que robarla. —Claro que sí, lo harás. Y entonces la llevaré a casa con mi hermano. Syrine lo empujó a un lado y sostuvo un dedo en el rostro de Cara. —No tomarás un solo grano de arena de L'eihr. Ya les dije a los ancianos lo que planeaba Aelyx. —Entonces me alegro de que el experimento haya fracasado, —escupió Cara— porque son unos monstruos. ¡Todos ustedes! Antes de que su cerebro pudiera registrar lo que estaba sucediendo, Syrine abofeteó a Cara en el rostro, lo suficientemente fuerte como para enviarla tropezando a los brazos de él. La abrazó protectoramente, pero ella retrocedió y se liberó. Syrine jadeó, mirando su palma con incredulidad mientras retrocedía un paso, mientras Cara avanzaba con la sangre fluyendo en sus mejillas, flexionando los dedos, los músculos apretados y lista para contraatacar. Contuvo la mano y se detuvo a un centímetro de la nariz de Syrine. —Y tú llamaste a mi pueblo bárbaros, —dijo Cara— No eres mejor. Por lo menos los humanos pueden amar. —No me hables de amor, —susurró Syrine con la espalda contra la pared— Amé a Eron toda mi vida… incluso cuando eligió a alguien más. Nunca dejé de amarlo. —Yo no conocía muy bien a Eron, —dijo Cara— pero apuesto a que no le hubiera gustado que un planeta entero muriera por él. —Giró la cabeza y
miró a Aelyx, la mirada de ella era fría y vacía— Me voy a casa. Nunca debí haberme ido. —Espera. —Dando tumbos hacia adelante, la agarró de los hombros—. No puedo hacerte entender. Sólo déjame mostrarte cómo me sentía... lo mucho que luché contra la decisión. —¡No! —Cerró los ojos. —Sólo por esta vez, y nunca te lo pediré de nuevo. Cara lo apartó, gritando—: ¡No quiero tu veneno dentro de mi cabeza! —Giró sobre sus talones y huyó por el pasillo, su coleta se balanceaba de un lado al otro. Sus palabras lo hicieron tropezar hacia atrás como un golpe en el pecho. Los ojos de Aelyx se anegaron hasta que ella se volvió borrosa en un collage de rojo y beige, luego dobló la esquina y desapareció. Tenía que arreglar esto. ¿Pero cómo? Stepha había prometido una docena de latigazos por llevar a Cara a bordo de la nave, y los ancianos lo vigilarían muy de cerca como para que pudiera robar la tecnología y escapar. Cueste lo que cueste, decidió. No importaba lo que tuviera que hacer… el fin justifica los medios. Encontraría una manera de salvar la Tierra o moriría en el intento.
Capitulo 25 Traducido por 3lik@ Corregido por Morin
Cara juró que nunca viajaría a velocidad luz. Nunca jamás. Ni siquiera si los astronautas descubrieran un planeta de chocolate y mantequilla de maní y la reclamaran para los Estados Unidos de América. ¡Oh, Dios, ella no debió haber pensado en comida! Ondas de náuseas giraban en su estómago mientras su boca se inundada de saliva. Agarrando el borde acerado de su inodoro con una mano, se levantó de sus rodillas, tirando su cabello a un lado, y vomitó por tercera vez esa mañana. Ella gimió para sus adentros. El espacio exterior apestaba. ¿Por qué los L’eihrs no le advirtieron que esto pasaría? Oh, sí, porque todos los aguafiestas a bordo del SS la odiaban con fuego de un millar de supernovas. A excepción de Aelyx, que la había escondido dentro de su propia habitación, lo que explicaba por qué sus caminos no se habían cruzado. Con un gemido, se acurrucó contra la pared de su cuarto de baño, demasiado débil incluso para limpiarse la boca. Nunca se había sentido tan miserable, ni siquiera cuando se contagió de gripe porcina en el jardín de niños, y terminó en el hospital con neumonía secundaria. Por supuesto, ella no había perdido el amor de su vida a los seis años. Infantil como se sentía, ella quería a su madre. Mamá sabría todas las cosas correctas que decir para hacerla sentir mejor, pero los padres de Cara estaban a galaxias de distancia, y ella ni siquiera sabía si estaban a salvo. Si no estuviera tan deshidratada, ella rompería a llorar de nuevo, pero sabía que las lágrimas no saldrían, y un llanto sin lágrimas era igual que vomitar en seco. Un ligero golpe sonó desde la puerta de su habitación en la habitación de al lado, pero no se movió. Quienquiera que fuese podría volver más tarde, tal vez a recoger su cadáver y devolverlo de nuevo a la Tierra. Un fuerte siseo le dijo a Cara que alguien había abierto la puerta, y ella le rezó a Dios que no fuera Aelyx. Lo último que quería era que él la encontrara en el suelo del cuarto de baño con vómito seco en el pelo. Pero cuando la doctora asomó la
cabeza por la puerta, la decepción se filtró en el corazón de Cara. Una parte de ella había esperado que fuera Aelyx. Lo extrañaba tanto que le dolía. — Sagrada Madre, — dijo la chica, torciendo el corazón de Cara con otro recuerdo de él. —Te ves horrible. —No puedo. Parar. De vomitar. Ella esbozó una sonrisa simpática y asintió. —Enfermedad causada por al velocidad. ¿Por qué no has venido a la clínica? —Porque no puedo llevarme el inodoro conmigo. —Sonaba mejor que, soy una cobarde miedosa que tiene miedo de toparse con Aelyx en el pasillo . Ella había tenido todas sus comidas traídas a la habitación por la misma razón, no ha sido capaz de mantener la mayoría de ellas en su lugar. —Bueno. — La chica parpadeó sus pestañas largas y dejó su bolsa en el suelo. — Me alegro que me hubieran pedido que te revisara. Sólo había una persona en esta nave espacial de mala muerte que le importaba si vivía o moría, y por mucho que lo odiaba, ella aún se preocupaba por él, también. — ¿Está él enfermo como yo? —Más enfermo de lo que jamás lo había visto. —La doctora se agachó y hurgó dentro de su bolso hasta que encontró una aguja hipodérmica y un frasco de vidrio lleno de líquido claro. —Pero no como tú. —Ella tocó con un dedo su sien. —Él sufre aquí. —Después de escanear el rostro de Cara de un momento, la chica apretó dos dedos por encima de su corazón. —Y aquí. —Lamento escuchar eso. — A pesar de todas sus mentiras, ella odiaba la idea de herir a Aelyx. Había sido tan tentador que usara el Discurso Silencioso para explicar lo que había hecho. No tenía sentido negar que ella se muría por estar con él. Pero no podía confiar en Aelyx, y sin eso, no tenían nada que valiera la pena salvar. — ¿Entiendes por qué estás tan enferma?— La chica le llenó la aguja con una solución clara y la aplicó en el brazo de Cara. Mientras inyectaba el medicamento, explicó, —Todo está en tu mente. Respirando fuerte, Cara apretó los dientes cuando el líquido helado recorrió sus venas. —Tu cerebro no cree que tu cuerpo sea capaz de ir la velocidad de luz—, la chica continuó mientras masajeaba el brazo de Cara, empujando el
medicamento hacia su corazón. — ¿Cómo puede la mente comprender algo que nunca has experimentado? Por lo que, asume que estás alucinando que te has envenenado a sí misma e induce el vómito para liberar las toxinas percibidas en tu cuerpo. —Ella sacó lo que parecía un termo de metal de su bolso, lo desenroscó, y se lo entregó. —L’eihrs no son diferentes, Cah-ra. Nuestros cerebros son resistentes al cambio. ¿Cómo podemos entender lo que nunca hemos experimentado y nos adaptamos sin cometer errores? La mano de Cara se congeló en el aire mientras cogía la copa. Tenía la sensación de que ya no estábamos hablando de la enfermedad. Así que, si entendiera correctamente el subtexto, ¿la doctora estaba sugiriendo que sea más tolerante con Aelyx por arruinar la alianza porque él nunca había estado enamorado antes? Esa era la peor excusa que ella haya escuchado nunca. —Bueno, —dijo, recuperando el uso de su brazo, —si los L’eihrs son tan evolucionados, ellos serán capaces de resolverlo. —Podemos—.Ella asintió con la cabeza para Cara bebiera. —Pero eso lleva tiempo. Y paciencia. Cara estudió la chica por encima de su copa mientras se terminaba el dulce líquido sin duda era un suplementos de electrolitos en tres sorbos ansiosos. ¿Por qué a los L’ eihr le interesan en su relación con Aelyx? De todos los cientos de miembros de la tripulación a bordo en este medio de transporte, ¿por qué era ella la única a quien le ofrecen comodidad y sonrisas gentiles? — ¿Cómo te llamas?—Ella le preguntó a la doctora. La chica enroscó la tapa en su recipiente, mirando a través de una franja de pestañas oscuras que parecían de repente familiares. —Elyx’a—, ella dijo, lopronunció e-licks-ah. —Pero dime Elle. El corazón de Cara se aceleró. —Por casualidad, ¿significa hija de Elyx? Con el rostro inexpresivo, la chica asintió. —Tú eres su hermana, — susurró Cara. Aelyx nunca había mencionado hermanos o hermanas. Simplemente tenía que añadir eso a la larga lista de secretos que ocultaba de ella. —Genéticamente, sí—, dijo Elle. —Por lo que entiendo de la cultura humana, nos considerarías más amigos que hermano y hermana—.Ella se
puso de pie y le tendió la mano para ayudar a Cara a levantarse. —Pero me preocupo por él. Apoyando una mano contra la pared para no caerse, Cara apretó la mano de la chica y la hizo ponerse de pie, esperando que las náuseas se catapultaran de su estómago a la garganta. Pero para su sorpresa, no pasó nada. Su estómago se quedó justo donde debía estar. Elle envolvió un brazo alrededor del hombro de Cara como apoyo y la guió a la cámara principal, una habitación gris del tamaño aproximado de un sello postal, desocupado con la excepción de dos literas metálicas. Cara recordó lo cómodo que Aelyx se sintió en su habitación en casa con el color gris aburrido. Finalmente, tenía sentido. —Él es diferente, — continuó Elle. —Más empatíco que la mayoría de los clones. Creo que esa es la verdadera razón por la que los Ancianos lo escogieron para el intercambio, no por sus habilidades de comunicación. Cara arqueó una ceja escéptica, recordando cómo el frío e insensible Aelyx había parecido cuando se conocieron. — ¿Él es lo mejor que tienen? —No—,susurró Elle, volviendo la mirada al suelo. —Ese era Eron. Sospecho que lo van a clonar de nuevo. —Lo siento mucho. —Cara apretó la mano de la chica y se sentó en la orilla de su cama. — ¿Eran cercanos? Ella asintió con la cabeza, se puso de puntillas para agarrar un uniforme limpio de la litera superior. —Él era mi l’ihan—.Puso la ropa en el regazo de Cara y le explicó, —El Camino quiere emular el método de la reproducción humana. — ¿Para hacer los bebés de la manera antigua? Ella asintió de nuevo. —Y por primera vez, ellos han permitido que podamos elegir a nuestros propios compañeros. —Oh, no. —Cara observó a la hermana de Aelyx por una vez en serio le puso atención notando el enrojecimiento que rodeaba sus ojos plateados, los círculos oscuros debajo de sus pestañas, las sonrisas que nunca llegaron más allá de sus labios. A pesar de que había hecho un trabajo estelar en ocultarlo, esta chica lloraba la pérdida de su... — ¿L’ihan significa esposo? —No, es más como prometido. La traducción literal es futuro.
Bajando su cabeza, avergonzada, Cara agarró la ropa limpia contra su pecho como si quisiera esconderse detrás de ellas. —Tú debes odiarme. —Todo lo contrario. — Usando un dedo, ella inclinó la barbilla de Cara hacía arriba hasta que sus ojos se encontraron. —Espero que te quedes— Ella hizo un gesto hacia el uniforme, y añadió, —Vístete. Encontraremos otro transporte en breve, y luego ustedes tres que se presentarán ante El Camino. — ¿Quiénes tres? —Tú, Aelyx y Syrine—Elle miró alrededor de la pequeña habitación hasta que encontró su bolso. —Tendrás unos minutos con tu hermano mientras Aelyx recibe su juicio. No tomará mucho tiempo. Nuestros líderes te convocarán enseguida. — ¿Su juicio?— Cara no le gustaba el sonido de eso. —Sí. Él tiene que darle cuentas a los Ancianos, su desobediencia al traerte aquí. Luego el iphet. Ese horrible látigo eléctrico. Cara se dijo a sí misma ella no podía esperar para alejarse de estos bastardos sádicos, pero en realidad, ella tenía que agarrar el colchón para no atornillar la puerta del cuarto de Aelyx. Él te mintió durante meses, se recordó. No puedes confiar en él, y él no es tu problema nunca más. Antes irse Elle, ella le preguntó, — ¿Pensarás en lo que te dije? Cara deseó poder decirle que no, pero ella no pudo detener las palabras se convirtieran en su mente si lo hubiera intentado. Después de que ella se lavó el vómito de su cabello y demorarse la comida que realmente sabía como el asado de mamá, Cara escuchó a Troy golpear con los nudillos la puerta de su recámara. Ella sabía que era él porque él siempre tocaba tres veces, cada golpe marcaba un ritmo arrollador de silencio, por lo que sonaba como una introducción de esa vieja canción que su padre amaba tanto. Thump, thump, thump. Another one bites the dust. Ella le abrió la puerta a su hermano y se quedó colapsada ante la visión de su sonrisa de bienvenida y los brazos extendidos. Ella chocó con él con toda su fuerza, cerrando sus brazos alred edor de su cuello y agitando su pecho con la fuerza de sus sollozos.
—Maldita sea, Pimienta. —Tomó a su hermano tres intentos para despegarse de ella de su cuerpo, pero él finalmente tomó una distancia. — ¿Me extrañaste mucho? Ella se limpió los ojos con la manga para fijarse en Troy, señalando a la vez los cambios en él. El cabello negro ondulado que había heredado de su madre casi tocaba sus hombros, lo que parecía extraño cuando se contrasta contra su uniforme militar, pero eso no fue lo que la impactó. F ueron sus ojos aún vívidamente azules, sin brillo por la preocupación del espíritu viajero. Él estudió su cara deliberadamente, de una manera que nunca lo había hecho antes, frunciendo los labios con preocupación. Dulce madre de Dios, Troy había madurado. — ¿Qué pasó?— Preguntó. —Cuando Mamá me envió el correo electrónico, ella dijo que estabas feliz de irte. — ¿Mamá está bien, entonces? Troy asintió. —Papá, también. Más o menos. Cara llevó a su hermano al interior. Después de tomar una docena de respiraciones profundas para calmarse, ella le contó todo comenzando por la forma en la que se había enamorado de Aelyx en la Tierra y finalizando con lo que Syrine le había dicho hace unos días. —Entonces, — continuó Cara, su respiración aún enganchada, —de alguna manera tengo que convencerlos de que nos dé la tecnología para que podamos llevarla a casa. — ¿Estás segura de esto? ¿Diez años? Ella asintió con la cabeza, y Troy la miró boquiabierto con incredulidad. —Yo no tengo mucho tiempo antes de que me llamen. Tengo que saber lo que está pasando antes de llevar a casa en cualquier cosa que pueda ayudar. ¿Atraparon a los tipos que mataron a Eron? Él arrastró una mano por su rostro, aparentemente luchando para absorber lo que Cara le acababa de decir. — ¿Troy?— Presionó. —No. —Él negó con la cabeza. —Y probablemente nunca lo harán. El seguimiento de los terroristas no es como atrapar a los civiles. Están en red. Operan como uno solo, y nunca se dan por vencidos.
—Tenía la esperanza de que lo hicieran. Una serie rápida de golpes la interrumpió, y ella abrió la puerta para encontrar Stepha, el embajador L’eihr, observándola con indiferencia. —Sígueme, — dijo, inclinando la cabeza hacia el pasillo. Troy se comprometió a esperar allí, y después de un adiós rápido, ella siguió el embajador a lo que ella supuso era una sala de conferencias. Cuando Stepha apretó la palma contra un panel de identificación, las dos puertas reaccionaron en la pared y Cara entró, tomando un momento para orientarse. Dominando el espacio estaban diez asientos de f elpa, vacantes dispuestas en un arco suave, un solo podio cristal brillante debajo de una luz del techo en el centro. Tres taburetes metálicos enfrente del jurado, dos de ellos ya ocupados por Syrine quien estaba encorvada hacia adelante, sosteniendo la cabeza en sus manos y Aelyx, quien se sentaba erguido a su lado. Cuando Cara se trasladó al asiento de al lado, mientras examinaba la sala, esperando ver un entrecruzado de ronchas que emergieran de la tela del uniforme, pero no las encontró. La piel de su cuello parecía lisa e intacta, también, pero cuando ella se sentó y lo examinó más de cerca, se dio cuenta de una fina capa de sudor brillando en su rostro. Él agarró sus rodillas con los dedos temblorosos, y Cara casi podía sentir su agonía. Su propia car ne se erizó, y el calor inundó sus mejillas cuando se imaginaba el dolor que había soportado. Agitada en silencio durante varios minutos antes de girarse hacia él. — ¿Estás bien? Sin devolverle la mirada, él habló con la voz individual de un desconocido. —Cuando entre El Camino, es crucial que no hables hasta que tengas permiso y el orador te entregue un pequeño bastón de mando. Interrumpir se considera la altura de la grosería, y mientras los Ancianos podrían haber admirado tu pasión una vez, eso no se verá con buenos ojos ahora. No después de lo que pasó con Eron. ¿Entiendes? La frialdad en su tono le hizo un nudo en la garganta. Ella asintió con la cabeza y le susurró, —Siento que hayas tenido que pasar eso por mí. —Sólo recuerda lo que te dije
—No te preocupes—Ya sea en la Tierra o en otra galaxia, si había una cosa que Cara sabía, era las reglas del debate. Ella no podía salvar su corazón, pero tal vez podría salvar a su pueblo. Era el momento de poner a Aelyx fuera de su mente y concentrarse en el discurso que había estado ensayando mentalmente toda la mañana. Ella respiró hondo y se preparó para la pelea de su vida.
Capítulo 26 Traducido por Eni Corregido por Morin
Aelyx no podía mirarla, ni siquiera a través de su visión periférica. Porque un vistazo de Cara lo pondría de rodillas suplicando su perdón, y no quería que ella lo recordara de esa manera, débil, patético, llenando su mente con su “veneno”. Utilizando el borde de su túnica, secó el sudor de su frente, haciendo una mueca cuando la tela se estiró contra su espalda. El fantasma de los latigazos del Iphet palpitaba tan severamente que lo sentía en los dientes, pero abrazó el dolor. Lo ayudó a enfocarse en lo que le esperaba en vez de la chica meditando a su derecha. Sólo esperaba que ella controlara su temperamento. Si insultaba El Camino, nada de lo que dijera o hiciera podría ayudarla… Mientras él trataba de ignorar la ansiedad que retorcía sus entrañas, las puertas retrocedieron una vez más, y el mismo Anciano que le había anunciado a Aelyx su juicio unos minutos antes, caminó hasta el podio y puso la brillante batuta del altavoz metálica ligeramente encima del cristal iluminado. Compartieron la más breve de las miradas antes de que Aelyx rompiera el contacto visual, frotándose la nariz para expulsar el olor de carne chamuscada. Al girar su cabeza hacia Cara, pero con cuidado para evitar su mirada, susurró—: Ponte de pie cuando El Camino entre, y no te sientes hasta que ellos lo hagan. —Entiendo, —llegó su escueta respuesta. Unos momentos más tarde, pasos suaves y controlados taconearon adentro. Aelyx se levantó y alzó la vista, con la esperanza de ver a los mismos diez Ancianos que habían conformado El Camino desde su juventud: seis hombres, cuatro mujeres, todos debilitados y decaídos con la edad. Pero sus cejas se levantaron con sorpresa cuando dos clones jóvenes —uno femenino, uno masculino—acompañaban a los Ancianos y tomaron sus lugares entre el panel, permaneciendo de pie delante de los asientos
acolchados de honor con espinas endurecidas, ambos con expresiones altivas de autoridad. Debieron haber venido de otro recinto, porque él no los conocía. La chica no podía ser mayor de dieciocho años, mientras que el chico era alto, desgarbado con la mandíbula definida de unos veinte años. Mientras que Aelyx veía con la boca abierta a sus nuevos líderes, Cara dejó su lugar a su lado y se acercó al panel antes de que él pudiera detenerla. Su corazón saltó dolorosamente, pero resistió tambaleándose hacia adelante y volvió a su asiento. Eso sólo crearía más de un espectáculo, y El Camino exigía orden por encima de todas las cosas. Grandes dioses, ¿qué estaba haciendo ella? Cara se detuvo en el podio sólo el tiempo suficiente para agarrar la batuta antes de cuadrar los hombros y marchar hacía el primer Anciano y presionar sus dedos contra el lado de su garganta en una mala interpretación del saludo de un L’eihr. Los inactivos ojos grises del Anciano se ampliaron por la sorpresa, pero en vez de castigar a Cara por su acto descarado, le devolvió el gesto. Ella saludó a cada líder uno por uno, dejando permanecer sus dedos por mucho tiempo, demasiado tiempo, sin entender que les estaba dando el equivalente al abrazo intimo de un humano en lugar de un apretón de manos. Cuando ella tocó al joven macho, sus labios se torcieron en una sonrisa divertida antes de recuperar su máscara de superioridad indiferente. Cara regresó a su asiento, tomando la batuta con ella, y el hombre miró a Aelyx a los ojos. Según tengo entendido, comunicó el chico, la has traído aquí como tu l’ihan. Aelyx no hizo ningún esfuerzo para ocultar su angustia. No por más tiempo. Se dio cuenta que la postura del hombre se hundió en respuesta al dolor. Ella desea regresar a la tierra. —Cuestión de orden, —Cara sostuvo la batuta en el aire. —Sí, Srta. Sweeney —dijo el joven mientras se ponía de pie una vez más. —Respetuosamente, solicito que toda la comunicación verbal durante estos procedimientos sea en español para mi beneficio.
Una risa escapó de los labios del hombre antes de que tuviera la oportunidad de sofocarla, recordándole a Aelyx su primera interacción con Cara. —De acuerdo. Pido disculpas por mi mala educación. Mi nombre es Jaxen. —Señaló a la jovencita a su lado— Aisly y yo somos nuevos en la orden y aún estamos aprendiendo el procedimiento adecuado. Después de arquear la ceja lo que pareció casi juguetón, él le sonrió y se sentó. Particularmente, Aelyx no se preocuparía por el comportamiento coqueto de Jaxon, pero decidió darle el beneficio de la duda en lugar de odiarlo a simple vista. El resto del grupo se sentó en sus asientos, y Aelyx siguió su ejemplo. El Anciano jefe, una mujer llamada Alona, saludó perezosamente a Syrine y habló monótonamente—: La chica hablará primero. Syrine estiró su brazo, exigiéndole a Cara que le entregara la batuta, quien se la entregó con un suspiro silencioso. Entonces Syrine se subió al podio, apoyando sus codos en el cristal como si estar de pie requiriera demasiado esfuerzo. —Tenía la esperanza de un mejor resultado , —le dijo Syrine al panel—, pero nuestro ensayo de vivir entre los humanos ha fallado. Mis interacciones con ellos fueron una tortura, y me parecieron engañosos, deshonrosos, violentos y hedonistas. —Por los siguientes quince minutos, pasó a contar historias de adolescentes que se arrastraban debajo de las mesas para acariciar sus piernas; aldeanos franceses provinciales que se persignaban a sí mismos cuando ella pasaba por la calle; y como, al final, las amenazas de muerte habían aumentado hasta el punto de que requirió constante protección militar. — No necesitó recordarles la muerte de Eron —Syrine le habló directamente a Alona, quien había criado a Eron durante dos años antes de enviarlo a Aegis. —Su muerte demuestra, más allá de toda duda, que no podemos vivir en paz entre la raza humana, y lo más importante —mirando por encima de su hombro a Cara—, que no merecen nuestra compasión. Alona se quedó con la mirada perdida hacia el frente, su voz carente de emoción cuando le ordenó—: Deja que la humana represente a su gente.
Cara respiró hondo y soltó un suspiro tembloroso antes de ponerse de pie y recuperar la batuta de Syrine. En vez de esconderse detrás del podio, permaneció a su derecha, descansando los codos por encima del cristal en una posición casual, como si compartiera una anécdota entre amigos. —Gracias por permitirme hablar, sobre todo teniendo en cuenta la tragedia que terminó con la vida de Eron. Su voluntad para escuchar muestra cuán verdaderamente evolucionados son. —Muy diferente a ¡Son monstruos, todos ustedes! Dejando el podio, ella se arrodilló en frente de Alona. —Sólo vi a Eron una vez, en la gala de intercambio, pero recuerdo como me dio la mano y me sonrió cálidamente. Me di cuenta que tenía un espíritu afable. Elle, su l’ihan, me dijo que él era el más amable entre ustedes. —Hizo una pausa por un momento, mirando directamente a los ojos de Alona— No creo que él hubiera querido que El Camino sentenciara a muerte a mi gente como retribución por la suya. Cara se levantó y paseó lentamente por la habitación. —Es fácil asumir que los humanos son depravados cuando es todo lo que se escucha en las noticias. Déjenme contarles las historias que no han escuchado. Ella compartió historias de la bondad humana: un niño con una enfermedad terminal que había pasado sus últimos días recaudando dinero para proveer agua potable para extraños de otro continente; un hombre que había albergado a un soldado enemigo herido, entonces lo sanó y arriesgó su propia vida para sacarlo a escondidas de su país devastado por la guerra. La fluida expresión verbal de Cara tenía sorprendido a Aelyx; su esplendor y su pasión le robaban el aliento, y en todo el tiempo, ella no mencionó que él se había propuesto sabotear el intercambio. No sabía porque ella guardaba su secreto, no después de lo que había hecho, pero su lealtad calentaba su corazón fracturado. —Los extremistas violentos —continuó Cara—, han robado la humanidad de algunos visionarios verdaderamente talentosos y apasionados: Mahatma Gandhi, Medgar Evers, Martin Luther King, Jr., John Lennon. Pero al final, la paz y la lógica prevalecen porque, en el fondo, la mayoría de los humanos son buenos. Miren la derrota casi unánime de la Ley de Expulsión los Estadounidenses apoyaron la alianza, y han hecho oír su voz.
—La necesidad de una alianza aún existe —concluyó Cara—. Ustedes necesitan nuestro espíritu de humanidad y nosotros necesitamos sus avances científicos. Si trabajamos juntos, ambos ganaremos. —Ella se acercó al podio, girando la batuta en sus manos antes de ponerla en el cristal— Se puede convivir con los humanos lo sé. Si están dispuestos a intentarlo de nuevo, creo que podemos aprender mucho el uno del otro. Jaxen inclinó la cabeza y la estudió de una forma que no le gustó en absoluto a Aelyx, la comisura de su boca se levantó apreciativamente y un brillo destelló en sus ojos. Cuando Cara tomó asiento, la mirada de Jaxen la siguió, y Aelyx se levantó, bloqueando la vista de su nuevo líder hasta que sus ojos se encontraron. Entiendo porque la trajiste aquí . Jaxen arqueó una ceja. También habría recibido doce latigazos por ella. Que pena que no vaya a quedarse con nosotros. No había simpatía en los pensamientos del joven, apenas una polvoreada de envidia. Aelyx bloqueó sus pensamientos para ocultar una oleada de celos y tomó su lugar detrás del podio. —El año pasado me encargaron una tarea, —le dijo Aelyx a los Ancianos, evitando cuidadosamente la mirada de Jaxen y agarrando el cristal liso hasta que chirrió— Pero fui demasiado arrogante para llevarla a cabo. No creía que necesitáramos a los humanos su influencia, su cultura o su ADN, así que en vez de confiar en la sabiduría de mis Ancianos, conspiré en su contra desde el principio, incluso antes de llegar a la tierra. —hizo una pausa por un momento, esperando a que ellos se miraran con la boca abierta los unos a los otros con incredulidad, pero aparte de Jaxen y la chica a su lado, ellos no parecían ni un poco sorprendidos, lo cual lo dejó atónito en un momento de silencio. —Um, —continuó torpemente—, yo…no creía que el intercambió experimental tendría éxito, y más importante aún, no quería que tuviera éxito. —Entonces, confesó plantar la sh’alear y manipular a la humanidad, lo que terminó con el descubrimiento accidental de la contaminación del agua de la tierra y su amor por Cara— Eron quería desarraigar su sh’alear hace semanas, pero yo no estaba preparado. Cuando nos dimos cuenta que la alianza era necesaria para la supervivencia de los humanos, estuvimos de acuerdo en destruir la planta de semillero de inmediato, pero Eron ya estaba bajo guardia armada para entonces. Él tuvo que evadirlos para lograrlo, y fue entonces cuando fue capturado. Fue mi culpa, por completo. Si no fuera
por mí, aún estaríamos en la tierra humanos.
todos nosotros, a salvo entre los
La batuta se había puesto sudorosa en su agarre. Tomó un momento para limpiar la palma de sus manos en su túnica antes de agarrarlo más fuerte que nunca, como si pudiera recibir valor del cálido metal. Se permitió mirar a Cara, quien le devolvió la mirada con la boca abierta, sacudiendo la cabeza. —Lo que hice fue criminal, —le dio la cara a los Ancianos, su corazón palpitando ante la gravedad de su admisión— La sangre de Eron está en mis manos, y pido que me castiguen, no a la humanidad. Ustedes los necesitan necesitan su compasión, su amor, su humor y su locura…incluso su ira. Por favor consideren la alianza y tomen mi vida a cambio de las suyas. Cara jadeó detrás de él, y Aelyx sabía que tenía que actuar con rapidez antes que ella se echara a correr hacia el podio. Se giró y se encontró con sus ojos, luego empujó un pensamiento apresurado en su cabeza. No te muevas. No hables. Lo vas a arruinar todo. Las lágrimas se derramaron de sus pestañas cuando ella bajo la mirada e incendió una mirada en su mente con tanta fuerza que dolía, y entonces pasó algo que él no podía creer. Sintió sus emociones. No hubo palabras que abordaran el velo entre sus mentes, pero su sangre se enfrío con un miedo tan intenso que tuvo que cerrar los ojos para romper la conexión, porque no podía soportarlo. Él había sentido su miedo a perderlo. No sólo eso, sino también un regusto de su amor, tan fuerte y tan verdadero que casi podía extender la mano y arrancarlo del aire. Sagrada Madre, ella todavía lo amaba. Lo había perdonado. Nada más existía en su mundo más allá de esa verdad. Si al menos no hubiera exigido su propia ejecución. Alona se levantó del asiento, declarando —: Vamos a discutir esto en privado. —Aelyx escaneó su rostro buscando cualquier traición de una emoción, un atisbo de lo que ella estaba pensando, pero no encontró nada. Los Ancianos salieron de la habitación en silencio, Syrine les pisaba los talones, sin duda para hacer una apelación final para la destrucción de la humanidad. Cara no perdió el tiempo en reunirse con él. Él la acercó y enterró su rostro en su cabello.
—No puedo creer que hicieras eso —susurró ella— Eres un idiota. Te amo. —Lo sentí. —Aplastó una mano contra su corazón—. Me miraste a los ojos y te sentí. Sus labios se separaron con un suave pop. — ¿Usé el Discurso Silencioso? —Sin palabras, pero sí. Lo hiciste. —Esperaba sobrevivir el tiempo suficiente para averiguar cómo—. Lo siento, Elire. Si me dejan vivir, pasaré el resto de mi vida… —No. —Ella presionó su dedo índice en sus labios y susurró —: Si ellos dicen no, nos robaremos un transbordador. — ¿Y a dónde iremos? —Entrelazando sus manos, él la arrastró de vuelta a su asiento, donde la sentó en su regazo. —Tan lejos como podamos. Su voz estaba llena de esperanza. Él no tenía el corazón para decirle que el suministro de combustible de un transbordador sólo los llevaría hasta el transporte más cercano. En su lugar, pasó su pulgar por la mandíbula de Cara y levantó sus labios a los suyos, ligeramente al principio, separándolos y tentativamente explorando su boca con la punta de su le ngua. Su dulce sabor desató mil chispas candentes que hormigueaban sobre su carne, inexplicablemente quemándolo y curándolo a la vez. Ella enlazó sus manos detrás de su cuello y le devolvió el beso con tanta fuerza que él tuvo que retroceder un centímetro. —¡Oh! —jadeó ella— ¿Te lastimé la espalda? Sí, pero no le importaba. Tomó su camisa en un puño y la acercó a él de nuevo, saboreando la sensación de sus suaves labios húmedos contra los suyos. Él no sabía lo que los Ancianos decidirían, y si sólo tuviera unos minutos para vivir, quería pasar hasta el último segundo besando a Cara. Le rozó la cara, obligando a sus dedos a memorizar cada curva suave antes de moverse hacia su garganta y poner su dedo pulgar en la base, donde su pulso martilleaba por él. —Ciento diez, —susurró él contra sus labios. Ella lo besó hasta su oreja. —Aún no vence mi puntuación más alta.
Ella probablemente tenía razón. Él sólo la había tenido en sus brazos por un instante y ya estaba a punto de recitar los elementos. Tomando su cara en sus manos, junto sus frentes y trató de calmar su respiración. No podía dejar de plantar pequeños besos en su nariz, sus mejillas, sus parpados, sus labios aterrizaban en cualquier lugar. Se sentía surrealista tenerla de vuelta, y casi esperaba despertar en cualquier momento, solo en su cama. Se sentaron así, en silencio calmándose entre sí, hasta que las puertas se abrieron y Jaxen entró. Él hizo una pausa por un momento y los miró como un visitante en el zoológico, con la cara pegada al cristal viendo u na jaula de pájaros exóticos. — ¿Bueno? —presionó Cara. Aelyx sentía que su corazón se aceleraba a través de su delgada túnica, y siguió acariciándole la espalda, tanto para calmarla como para asegurarse a sí mismo que ella todavía era suya. Jaxen anunció—: Entiendo que en la tierra es típico ofrecer una opción cuando se van a entregar buenas y malas noticias. Así que, ¿cuales les gustaría oír primero?
Capítulo 27 Traducido por Lililamour Corregido por Morin
—La buena noticia. —Cara siempre quería la buena noticia primero. Eso aminoraba el impacto de la mala, aunque si los Ancianos habían decidido hacer a Aelyx pagar con su vida, no habría nada que ablandara eso. Tiró del bíceps de Aelyx para que estuviera de pie a su lado. Si entendía correctamente, se suponía que él no debía sentarse en la presencia de un Anciano, incluso si eran de la misma edad. Jaxen parecía un buen tipo, pero ¿por qué tentar a la suerte? —Por favor —añadió. —Por supuesto. —Jaxen se apoyó contra el podio y cruzó un pie sobre el otro—. Estoy feliz de decirles que El Camino continuará con las negociaciones de la alianza. Interesante elección de palabras. No había dicho que El Camino le daría a la Tierra la tecnología para descontaminar el suministro de agua, sólo que seguirían negociando, lo cual involucraba dar y recibir. No quería imaginar qué tipo de concesiones su gente tendría que hacer en el trato. — ¿Y la mala noticia? —Cara retrocedió contra el cuerpo de Aelyx y colocó ambos brazos alrededor de su cintura. Él la abrazó fuertemente, y ella cubrió las manos de él con las de ella cerrándolas en su lugar. Si sus líderes habían decidido ejecutarlo, tendrían que tomarla también a ella. Jaxen cambió su mirada hacia Aelyx y la mantuvo ahí. —Tanto tú como Syrine serán castigados por lo que has hecho, una consecuencia más severa que la iphet pero menos desagradable que la muerte. —Sus labios se retorcieron en una sonrisa como si le hubiera hecho gracia lo que dijo. — Convencí a los demás de que dejaran que el castigo se ajustara al crimen. Ya que trabajaste tan duro para destruir la alianza, te enviaremos de vuelta a la Tierra para ayudar a repararla. Tendrás que admitir a los humanos lo que has hecho y encontrar una manera de ganarte su perdón. Eso no sonaba tan mal.
Jaxen asintió hacia ella y continuó—. Pero la Srita. Sweeney volverá conmigo a L'eihr, seguida por los otros dos estudiantes humanos de intercambio. Cara sintió sus ojos abrirse de par en par. —Pero… —objetó— aún no me he graduado. —Y no quiero ir sin Aelyx. Mantuvo el último pedacito para sí misma, vacilante de agitar el bote… o la nave espacial, por así decirlo— ¿Por qué no me envían de vuelta a la Tierra? Entonces podría ayudar a conseguir más personas a bordo con la alianza... tal vez incluso reclutar colonos. Jaxen sonrió. —Persuasiva como eres, estoy seguro de que serías una ventaja para Aelyx y Syrine. Pero completar el intercambio ahora es una muestra de buena fe… una seña de que los humanos confían tu seguridad en L'eihr así como nosotros confiamos en la seguridad de Eron e n la Tierra. Traducción: Eres una póliza de seguro andante. Sintió a Aelyx tensarse detrás de ella. Él preguntó —: ¿Cuánto tiempo tendrá que pasar hasta que pueda volver a casa y unirme a Cara? —Tanto como sea necesario, —dijo Jaxen simplemente. Estudió a Aelyx durante unos silenciosos segundos antes de que su voz se volviera suave y burlona, como si fueran viejos amigos— No te preocupes, Aelyx. Cuidaré bien de tu l'ihan mientras estás fuera. Aelyx no dijo una palabra, pero el temblor rodando a través de sus rígidos músculos dijo mucho. Claramente no eran amigos en absoluto. —Los dejaré solos. —Jaxen dio un paso hacia ella con una cautivadora sonrisa. Presionó dos dedos contra el lado de su cuello de acuerdo a la despedida común, luego retiró su mano y salió bruscamente con pasos largos de la habitación. Se giró para enfrentar a Aelyx, uniendo sus cuerpos. —Bueno, eso podría haber ido mejor. Pero podría haber ido mucho peor, también. Haciendo caso omiso de su sentimiento, Aelyx frotó un pulgar sobre su garganta como si quisiera borrar el toque de Jaxen. —No es tan malo, —insistió, arrastrando un dedo a lo largo del suave borde de su mandíbula— Piensa en eso. Si aún estuviéramos en la Tierra, te irías a casa en la primavera, y yo no podría volver a verte hasta el semestre de otoño. De esta manera es mejor. —Besó el triángulo de piel encima del cuello de su camisa y respiró contra él— Pasará rápido. Luego tendremos todo el tiempo del mundo.
—Mmm... —Deslizó sus pulgares por debajo del frente de su túnica y capturó su cintura en sus palmas— Eso es algo que esperar con interés. —Y todavía tenemos un poco de tiempo antes de que te vayas. —Del cual tenía la intención aprovechar al máximo, comenzando ahora . — No quiero más de él en esta habitación.
—Oye, —dijo Troy— ¿Sabes qué sería realmente asombroso, Alex? Cara se dejó caer en su cama y se estiró, entregándose a un repentino ataque de bostezos. —Su nombre es Aelyx. —Lo que sea. —Troy rodó los ojos y volvió a husmear a través de su armario, el cual alguien había abastecido con uniformes limpios, artículos de higiene, y los artefactos plateados que ella no sabía cómo utilizar. Cuando se topó con un pequeño paquete blanco, susurró—: ¡Anotación! —Luego lo abrió y comenzó a comer el contenido. Soportando pacientemente las idioteces del hermano de ella, Aelyx sonrió y se le unió. La jaló a un casto abrazo. — ¿Qué sería realmente asombroso? —Si dejaras de tocar a mi hermana. Cara no pudo evitar reírse ante eso. ¿Después de salir pitando al otro lado del mundo cuando ella más lo necesitaba, para luego desaparecer en otra galaxia y nunca enviar un mensaje de correo, Troy pensó que podía repentinamente reanudar su papel como el protector hermano mayor? —Vete a la mierda, —le dijo ella con un saludo de un solo dedo. —Lo digo en serio, Pimienta. Me está asqueando. —Blandió una pelota de golf de metal hacia ella, idéntica a la que Tori había encontrado en el cajón de la ropa interior de Aelyx hace tantos meses—. Y tal vez tú puedas haber olvidado lo que hizo, pero yo no puedo. —Así es como funciona el perdón, estúpido. —Cara acurrucó su mejilla en un lugar mágico entre el pecho y el hombro de Aelyx que parecía hecho a medida para su cara— Es como cuando tu hermano te deja tirada durante dos años, y tú sigues amándolo de todos modos. Eso lo calló durante unos minutos. Mientras Troy continuaba examinando cuidadosamente sus cosas, la constante elevación y caída del pecho de Aelyx y sus dedos acariciando su cabello, la arrullaron en un trance. Estaba a punto de dormirse cuando un
odioso zumbido llenó la habitación. Esperó a que se detuviera pensando que tal vez esta era el equivalente a la alarma L'eihrita de un reloj despertador, pero se hacía cada vez más fuerte. Con un gemido, se empujó a sentarse. — ¿Qué es eso? Aelyx alzó una ceja y lanzó una rápida mirada alrededor de la habitación. — ¿Qué es qué? —Uhm, ¿el molesto zumbido que está traqueteando en mi cabeza? —Se volvió a Troy—. ¿No lo oyes? Troy negó con la cabeza y sonrió, probablemente preparándose para hacer un malicioso comentario cuando de repente dijo—: Ah —Y dio un leve asentimiento—¿Parece como si alguien hubiera metido una colmena en tu nariz? —Sí. —Era algo así. —Esa es tu com-esfera, —dijo Aelyx, riendo— Eres la única que puede escucharlo. Troy le lanzó la pelota de golf de metal. —Di tu nombre, —dijo Aelyx— Esa es siempre la contraseña predeterminada. Vas a tener que cambiarla más adelante. Cerró los dedos holgadamente alrededor del metal vibrante y llevó su mano a sus labios como si estuviera tocando una trompeta imaginaria. — Cara Sweeney. —Instantáneamente, el zumbido se detuvo, y la esfera dejó de hacer cosquillas en su palma. —Ahora bájala. —Aelyx palmeó un lugar en la cama. Obedeció y retrocedió unos pasos, por si acaso. Entonces su boca cayó y miró de Aelyx a Troy para obtener la co nfirmación de que no estaba tropezando con alguna extraña droga alienígena. En una escala de uno a diez, uno siendo normal y diez siendo más allá de lo raro, ver a mamá y papá saltar a la vida en forma de miniatura al lado de su almohada tenía una puntuación de veinte. —Estaban limpiando la habitación de Aelyx y encontraron su esfera — dijo Troy— Tuve que reiniciarla para que pudieran utilizarla. — ¿Entonces son de verdad? —Se arrodilló en el suelo y se agarró del colchón, inclinándose para estudiar a sus pequeños padres de la misma forma en que había escudriñado bacterias bajo el microscopio en el
laboratorio de ciencias. Si entornaba los ojos, apenas podía distinguir el patrón naco de magnolias del sofá de la sala. El papá de quince centímetros se rascó la nariz. —Me estás poniendo nervioso, Pimienta. —Increíble. —Recostándose en sus talones, tomó un momento para asimilar lo que había visto pero no creía—. Videoconferencia intergaláctica. —Extendió su mano hacia la mamá de quince centímetros, quien hizo lo mismo, dando la ilusión de sus desiguales manos uniéndose en el aire —. Me preocupaba no volver a ver nunca. Mamá trató de responder, pero su voz se atoró, y metió su frente contra el hombro de papá. El corazón de Cara se hundió al darse cuenta del mucho dolor que les había causado a sus padres. Ahora sus dos hijos se habían ido. Aelyx se arrodilló a su lado, entrelazando sus dedos y dándole un apretón tranquilizador. Él sonrió a sus padres. —Espero que aún no estén cansados de mí, porque voy a volver a la Tierra mientras Cara toma mi lugar en L'eihr. —Y parece que la alianza continuará, —dijo Cara— así que puedo ir a casa a visitar cuando termine el programa. Mamá tomó unos momentos para dejar que eso se asentara. —Pero es tan repentino… ni siquiera alcanzaste a empacar. ¿No puedes venir a casa primero? Cara negó con la cabeza pero trató de mantenerse optimista por el bien de su mamá. —Por suerte para mí soy buena viajando a través de la luz. — Antes de que lo olvidara agregó—: ¿Le dirías a Tori que dije adiós? —Llamó ayer, —dijo mamá—, para hacernos saber que Eric está bien y para ver si realmente te fuiste, porque no lo creía. Cuando le dije, dijo un montón de maldiciones en español. Eso hizo a Cara sonreír. —Cuéntale de la esfera, mamá. Lo mantendrá en secreto. —Quería escuchar a su mejor amiga llamarla pendeja con tantas ganas, que su pecho dolía. Quería ver la forma en miniatura de Tori estampar sus enzapatillados pies y apretar sus labios como la Mujer Maravilla. Tal vez sacarle el dedo medio, también. Mamá prometió invitar a Tori a una “conferencia telefónica", pero debido a que el nombre Sweeney seguía siendo sinónimo de traidor, no sabía cuánto tiempo tomaría para que ellos lo arreglaran. Tori no quería
darles a los Patriotas ninguna razón para dudar de su lealtad, y Cara no la culpaba. Cuando finalmente se despidieron y se desconectaron, Troy a regañadientes la dejó sola con Aelyx, pero sólo porque era la hora de la cena… l'ina, su favorito. Nada se interponía entre Troy y una buena comida, ni siquiera la posibilidad de su hermanita teniendo algo de acción durante su ausencia. Pero antes de cerrar la puerta, señaló a la litera de arriba y anunció—: No tardaré mucho. Y me voy a quedar aquí esta noche, así que no te hagas ilusiones, Alex. Cara cogió el bulto de tela que había estado utilizando como almohada improvisada y se la lanzó a su hermano, pero él fácilmente la hizo a un lado y bailó hacia el salón. Justo antes de desaparecer de la vista, se rió y la llamó retrasada. Tal vez no había madurado tanto después de todo. Cuando se volvió para reunirse con Aelyx, notó un distante brillo de luz a través de la claraboya detrás de él, un brillo que no estaba ahí antes. El barco debe haber girado desde que habían regresado a la habitación. Se acercó a identificar la fuente de la luz. Aelyx la siguió y envolvió ambos brazos alrededor de su cintura, apoyando su barbilla sobre su cabeza. La atrajo más cerca y ella sintió el latido regular de su corazón contra su hombro. —Es una nebulosa planetaria, —dijo él— Una estrella moribunda. —Guau. —Las estrellas realmente sabían cómo irse con estilo. Era deslumbrante… hilillos iluminados de nubes naranja y rosa formando un óvalo alrededor de un centro azul aciano, como el ojo de Dios devolviéndole la mirada— Y yo sin cámara. Deseó poder disfrutar del momento, pero un circuito de preocupaciones y de qué sí jugaron dentro de su cabeza como los créditos al final de una película. ¿Estaba realmente preparada para esto… hacer las maletas y mudarse a otra galaxia? A diferencia de Aelyx, no había investigado su nueva casa, y no reconocería una raíz comestible de una planta de semillero parasitaria o cómo comportarse en una reunión social. Por supuesto, Troy se las había arreglado para no terminar sin ayuda las negociaciones de alianza entre los planetas, así que tal vez los estándares de L'eihr para los modales no eran tan altos como Aelyx le había hecho creer. Pero de cualquier manera, tendría que navegar por esta nueva vida sin él, y la perspectiva le dejó un cosquilleo con una m ezcla de miedo y anticipación. —Hay una visible desde L'eihr, también —dijo Aelyx— Más grande y el doble de espectacular.
—¿En serio? —Mmm-hmm. —Apretó su agarre alrededor de su cintura— Cada vez que la veas, quiero que pienses en mí. Voy a arreglar esta alianza en tiempo récord, y pronto vamos a estar juntos, así, y veremos el cielo L'eihr desde nuestra colonia. Irá por la vía rápida, se repitió Cara a sí misma. Luego tendremos todo el tiempo del mundo. Dentro de unas décadas, esta breve separación se verá como un hipo. Ahora no era el momento de ponerse de mal humor, no con tanto en juego. Una vez que L'eihr y la Tierra sellasen la alianza, ella y Aelyx estarían juntos de nuevo. Ya habían sobrevivido a tanto… algunos míseros años-luz no podrían mantenerlos separados.
Agradecimientos de Melissa Landers Tengo muchas personas a quienes agradecer por ayudar a que Alienated esté en tus manos, así que relájate y ponte cómodo. Esto puede tomar un tiempo. A mi editora, Laura Schreiber, gracias por ser mi primera L'annabe. Te enamoraste de mis personajes y te arriesgaste con su creadora, por lo cual estoy infinitamente agradecida. Trabajar contigo ha hecho este libro más fuerte de lo que nunca imaginé posible, y sentí tu entusiasmo durante cada paso del proceso. Es realmente un privilegio ser tu autora. Mil gracias a mi agente, Nicole Resciniti, quien me animó a una reescritura más, y luego llegó a vender este libro a Disney. Has encontrado el hogar perfecto para el libro de mi corazón, y eso te hace mi héroe. Un fuerte abrazo a mis compañeras de crítica, Carey Corp y Lorie Langdon, que también se han convertido en amigas increíbles. No sé lo que haría sin su compañía y apoyo. Estoy agradecida de tenerlas en mi vida. La próxima vez que programemos un retiro de escritura, voy a llevar los melocotones. Agradezco también a mis hermanas en la OVRWA. Señoritas, son geniales. Un gigante saludo a la comunidad NaNoWriMo por ayudarme a ver que tenía el poder para terminar una novela, aunque fuera un caliente desastre impío al final de esos treinta días. Alienated existe gracias a ustedes. ¡Escriban, amigos! Muchas gracias a mis primeros lectores: Heather, Shannon, Olca, Jamie, Zoe, y por supuesto, mi mamá. Estoy avergonzada de haberles enviado el segundo borrador de un libro que escribí en treinta días, pero su aliento me ayudó a atravesar cinco reescrituras. Bueno, eso y mi propia obsesión. Pero vamos a darles el crédito, porque eso suena mejor.
Para los escritores de la NBC, gracias por ayudarme con todo, desde la lluvia de ideas a consulta de consejos. ¡Los amigos cibernéticos son geniales! Un agradecimiento especial a la escritora YA Shana Plata, cuya detallada crítica de mis primeros seis capítulos me enseñó más sobre la escritura de ficción que cualquier texto de instrucciones que he leído. Gracias a Carol M. Stephenson, Ph. D., por su paciencia en explicarme los peligros de la nanotecnología... y por ser un excelente vecino. Mucho amor a mis amigos y familia. Continúan asombrándome con todo lo que hacen para ayudar a difundir la palabra acerca de mis libros. ¡Gracias! A mis hijos: Ashley, Troy, y Blake, gracias por su paciencia. Sé que es difícil cuando mamá está encadenada a su ordenador portátil todos los días, pero, bueno, ¡están en mi libro! Espero que compense todas las noches que hemos comido sándwiches de queso a la parrilla. Finalmente, a mi esposo, Steve, gracias por ser el mejor hombre que conozco. Los L’eihrs podrían no elegir clonarte, pero yo lo haría totalmente. ¡Te quiero, bebé!
Invaded #2 La romántica secuela de Alienated lleva las relaciones a larga distancia a un nuevo nivel con Cara y Aelyx deseándose el uno al otro desde extremos opuestos del universo…hasta que una amenaza para ambos mundos les vuelve a unir. Cara siempre supo que la vida en el plantea L’eihr sería un cambio. Con Aelyx, su novio L’eihr, de vuelta en la Tierra, trabajando para reparar la alianza rota entre los dos planetas, Cara es dejada para arreglárselas por sí misma en una nueva escuela, rodeada de clones alienígenas hostiles. Incluso la extraña mascota del dormitorio la odia. Las cosas mejoran cuando Cara es designada como representante humana para un comité preparando para una colonia humana en L’eihr. Una sociedad fusionando sus dos culturas es un lugar donde Cara y Aelyx podrían un día hacer una vida juntos. Pero con los líderes L’eihr obstaculizando la concesión de incluso las libertades más básicas, Cara comienza a preguntarse si alguna vez podría ser feliz en este planeta, incluso con Aelyx a su lado. Mientras tanto, en la Tierra, Aelyx se encuentra a sí mismo arrojado a una campaña de relaciones públicas a gran escala para mejorar las relaciones humano-Le’ihr. Los humanos no saben que su supervivencia depende de esta alianza: sólo la gente de Aelyx tiene la tecnología para arreglar la contaminación mortal en el suministro de agua a nivel mundial que los gobiernos humanos están escondiendo. Sin embargo, a pesar de su ventaja, los líderes de su mundo de repente parecen desesperados por tener a los humanos de su lado, y apenas se inmutan ante los múltiples intentos de los extremistas en la vida de Aelyx. El Camino claramente necesita ayuda de los humanos…pero ¿con qué? ¿Y qué van a pedir a cambio?
Sobre Melissa Landers Melissa Landers es una ex profesora que dejó las aulas para dedicarse a otros mundos. Siendo una orgullosa friki de la ciencia ficción, no tiene miedo de llevar su traje de la princesa Leia en público sólo tienes que preguntarle a su esposo y tres hijos. Vive a las afueras de Cincinnati y escribe romance contemporáneo Yound Adult como Macy Beckett.
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