La Llorona, la mujer fantasma que recorre las calles de las ciudades en busca de sus hijos.
El cadejo es un monstruo tipo perro. Lo que hace este animal es llevar a su perdicion a muchas personas sobre todo a los varones quienes son los que trasnochan mas en las calles. El aparece de la siguiente manera. se escuhan unos cascos que van detras de la persona a quien va a tacar, lo raro de todo esto es que si escuchas que esta cerca esta lejos y si lo oyes largo es que esta por atraparte, este engaño es para que heches a correr y le sea mas divertida la caza puesto que el es un animal que acecha entre las sombras, dice la gente que lo ah visto que lo unico que se puede ver de el son los 2 ojos rojos que lanzan chispas en la noche. Ahora si es el cadejo blanco el que te sigue ese te llevara salvo hasta tu casa pero si es el ne- gro ese te llevara al infieno. dicen que ay veces en que se encuentran los dos y entonces empieza una feroz lucha entre ambos para decidir que sera con esa alma que por asares del destino tendra que ser juzgada. Por el Espacio solo les dejo esto si quieren saber mas sobre Nicaragua y lo que nostros llamamos espantos esperen proximamente nuevos relatos.
Cuenta la leyenda que era una mujer de sociedad, joven y bella, que se caso con un hombre mayor, bueno, responsable y cariñoso, que la consentía como una niña, su único defecto... que no tenia fortuna. Pero el sabiendo que su joven mujer le gustaba alternar en la sociedad y “ escalar alturas “, trabajaba sin descanso para poder satisfacer las necesidades económicas de su esposa, la que sintiéndose consentida despilfarraba todo lo que le daba su marido y exigiéndole cada día mas, para poder estar a la altura de sus amigas, las que dedicaba tiempo a fiestas y constantes paseos. Marisa López de Figueroa, tuvo varios hijos estos eran educados por la servidumbre mientras que la madre se dedicaba a cosas triviales. Así pasaron varios años, el matrimonio. Figueroa López, tuvo cuatro hijos y una vida difícil, por la señora de la casa, que repulsaba el hogar y nunca se ocupo de los hijos. Pasaron los años y el marido enfermó gravemente, al poco tiempo murió, llevándose “ la llave de la despensa “, la viuda se quedó sin un centavo, y al frente de sus hijos que le pedían que comer. Por un tiempo la señora de Figueroa comenzó a vender sus muebles. Sus alhajas con lo que la fue pasando. Pocos eran los recursos que ya le quedaban, y al sentirse inútil para trabajar, y sin un centavo para mantener a sus hijos, lo pensó mucho, pero un día los reunió diciéndoles que los iba a llevar de paseo al río de los pirules. Los ishtos saltaban de alegría, ya que era la primera vez que su madre los levaba de paseo al campo. Los subió al carruaje y salió de su casa a las voladas, como si trajera gran prisa por llegar. Llegó al río, que entonces era caudaloso, los bajo del carro, que ella misma guiaba y fue aventando uno a uno a los pequeños, que con las manitas le hacían señas de que se estaban ahogando. Pero ella, tendenciosa y fría , veía como se los iba llevando la corriente, haciendo gorgoritos el agua, hasta quedarse quieta. A sus hijos se los llevo la corriente, en ese momento ya estarían muertos . Como autómata se retiro de el lugar, tomo el carruaje, salió como “alma que lleva el diablo “, pero los remordimientos la hicieron regresar al lugar del crimen. Era inútil las criaturas habían pasado a mejor vida. Cuando se dio cuenta de lo que había hecho, se tiro ella también al río y pronto se pudieron ver cuatro cadáveres de niños y el de una mujer que flotaban en el río. Dice la leyenda que a partir de esa fecha, a las doce de la noche, la señora Marisa venia de ultratumba a llorar su desgracia: salía del cementerio (en donde les dieron cristiana sepultura) y cruzaba la ciudad en un carruaje, dando alaridos y gritando ¡ Aaaaay mis hijos ¡ ¡ Donde estarán mis hijos ¡ y así hasta llegar al río de los pirules en donde desaparecía. Todas las personas que la veían pasar a medianoche por las calles se santiguaban con reverencia al escuchar sus gemidos y gritos. Juraban que con la luz de la luna veían su carruaje que conducía una dama de negro que con alaridos buscaba a sus hijos. Las mujeres cerraban las ventanas, y al trasnochador que venia con copas, hasta la borrachera se le quitaba al ver aquel carro que conducía un espectro, donde iba la llorona, del carruaje salían grandes llamaradas y se escuchaba una largo y triste gemido de una mujer, un esqueleto vestido de negro, el que guiaba el carruaje, jalado por caballos briosos. Un día, cuatro amigos, haciéndose los valientes, quisieron seguir al carruaje que corría a gran velocidad por céntrica calle de Aguascalientes que daba al río pirules. Ellos la seguían, temblando de miedo, pero dándose valor con las copitas, dio un ultimo grito de tristeza y dolor ¡ Aaaay mis hijos ¡ y desapareció con todo y carruaje.
Sihuahet era una hermosa mujer. De la cual todos los indios y principalmente los caciques se habían enamorado. Cuando Sihuahuet cumplió alrededor de dieciocho años, un emisario del cacique de mayor jerarquía de la región, se dirigió a ella indicándole que había sido elegida para ser esposa de su jefe. Sihuahuet rehusó aceptarlo porque su corazón le pertenecía a otro hombre, además el cacique en cuestión era cuarenta años mayor que ella. Al saber aquel poderoso hombre la decisión de Sihuahuet, decidió vengarse y envió a uno de sus guerreros a darle muerte al joven enamorado de Sihuahuet y a ella la mantuvo cautiva en una cueva hasta que un shaman por medio de un hechizo maligno la convirtió en una mujer fea y despreciable. Su cara fue deformada, sus pechos crecieron hasta rozar sus pies y aquella piel tersa y hermosa se había arrugado casi por completo. Desde ese entonces ella se pasea angustiosa por la orilla de los ríos y las quebradas, intentando volver a ver al joven que tanto amo y arrastrando sus pechos en las piedras. Otra versión de Sirenda). alupor
cuenta que fue su propia vanidad la que le convirtió huahuet (mujer bella) a Siguanaba (mujer horIncluso existe una tercera versión que hace sión a las torturas y prisión que sufrió aquella desventurada joven parte del tirano que nunca pudo obtener su amor.
Celina tenía los ojos negros y grandes y el pelo largo y ondulado. Todos la admiraban. Un día, como a las seis de la tarde, aparecieron en la esquina de la casa de Celina cuatro mulas amarradas. Pasaron por allí dos vecinas y una de ellas dijo: “¡Qué raro! ¿No serán las mulas del sombrerón?”. “¡Dios nos libre!” dijo la otra, y salieron corriendo. A esa hora, Celina comenzaba a dormirse porque ya se sentía muy cansada. Entonces comenzó a oir una música muy bonita y una voz muy dulce que decía: “eres palomita blanca como la flor de limón, sino me das tu palabra me moriré de pasión” Desde ese día, todas las noches, Celina esperaba con alegría esa música que sólo ella escuchaba. Un día no aguantó la curiosidad y se asomó a la ventana y cual siendo la sorpresa, ver a un hombrecillo que calzaba botitas de piel muy brillante con espuelas de oro, que cantaba y bailaba con su guitarra de plata, frente a su ventana. Desde entonces, Celina no dejó de pensar en aquel hombrecito. Ya no comía, sólo vivía esperando en momento de volverlo a escuchar. Ese hombresito la había embrujado. Al darse cuenta los vecinos, aconsejaron a los padres de Celina que la llevaran a un convento para poderla salvar, porque ese hombrecito era el “puritito duende”. Entonces Celina, fue llevada al convento donde cada día seguía más triste, extrañando las canciones y esa bonita música. Mientras tanto el hombrecito se volvía loco, buscándola por todas partes. Por fín la bella Celina no soportó la tristeza y murió el día de Santa Cecilisa. Su cuerpo fue llevado a la casa para velarlo. De repente se escuchó un llanto muy triste. Era el sombrerón, que con gran dolor llagaba a cantarle a su amada: “ay...ay... mañana cuando te vayas voy a salir al camino para llevarte el pañuelo de lágrimas y suspiros” Los que vieron al sombrerón cuentan que gruesas lágrimas rodaban mientras cantaba: “estoy al mal tan hecho que desde aquí mi amor perdí, que el mal me parece bien y el bien es mal para mi”. Toda la gente lloraba al ver sus sufrimiento. Y cuentan que para el día de Santa Cecilia, siempre se ven las cuatro mulas cerca de la tumba de Celina y se escucha un dulce canto: “corazón de palo santo ramo de limón florido ¿por qué dejas en el olvido a quien te quiera tanto?” Y es que se cuenta que el sombrerón nunca olvida a las mujeres que ha querido.
Algunos autores establecen que el origen de esta leyenda se llevo a cabo en la época en que la Capital de Santiago de los Caballeros inició con su traslado hacia la Ciudad de Guatemala de La Asunción, actualmente capital de Guatemala. Existen varias versiones de la leyenda de “La Tatuana”, una de ellas cuenta que se trataba de una anciana con una misteriosa personalidad, se caracterizaba por tener una mirada profunda y aterradora y por tener avanzados conocimientos en la magia negra. Recorría las calles de Guatemala realizando sus hechicerías a las personas que se lo pedían y con lo que ganaba adquiría lo necesario para poder sobrevivir. Otras historias cuentan que no era una anciana sino una señorita de ojos negros brillantes, cabello largo, obscuro recogido con dos grandes trenzas y de buen porte. Su mirada era penetrante. Y la última versión, según el famoso libro Leyendas de Guatemala, de Miguel Ángel Asturias, relata que se trataba de una esclava, llamada Manuela, quien fue adquirida por un anciano que poseía conocimientos esotéricos y que se convirtió en su alumna. Cuenta que el anciano le tomo un gran aprecio a Manuela y la dejo en libertad, tatuándole con la uña un barco en el brazo, con el fin de que a través de este símbolo, ella pudiera escapar de cualquier peligro, esto le permitía a Manuela escapar de prisión, luego de dibujar en la pared este barco. Ella desaparecía por completo dejando un olor a azufre. Antes de que las bartolinas del Palacio de Gobierno de la Nueva Guatemala de la Asunción se destruyeran por los terremotos del 1917 y 1918, cuentan que se pudo observar uno de los barcos dibujados por Manuela, en una de sus paredes.