Revista Diálogo dedicada al bicentenario de los Jesuitas

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Índice 3

Carta Cercanos como Dios 5 Noticias Jesuit Networking: Llamados a una mayor colaboración 8

Osvaldo Chocolate

SECCIÓN CUBANA 10 Fortalecer la memoria: Primeros pasos de la Compañía de Jesús en Cuba

21 Hermano Arsenio participa en Curso de Espiritualidad 22

H. Florentino Hernández, SJ Cumple 80 Años

23 Misión en la línea noroeste, por: Javier Vidal, SJ 25 El Rinconcito de la frontera: Parroquia San Ramon Nonato y Santa Rosa de Lima 27 Cumpleaños

11 Ordenación Adonis y Peralta

SECCIÓN MIAMI 13 Ignatian Week: Belen Jesuit Preparatory School 14 A Labor of Love: Regis House

Edición Especial OFICINA PROVINCIAL DE COMUNICACIÓN

SECCIÓN DOMINICANA 17 Palabras Desnudas 18 Hemos experimentado el amor de Dios 18 Magister en Comunicación Corporativa 19 Cuando la teología se reza y se acoge

Dirección: José Victoriano, sj. victoriano@antsj.org Diseño Gráfico y Diagramación: Gabriela Cabrera (Rep. Dom.) Portada: José Victoriano Redacción: Antonio Lluberes, sj. Santo Domingo, Rep. Dominicana 2014



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Especial

En este 2014, el 7 de agosto, la Compañía de Jesús recuerda y reflexiona. Se cumplen 200 años de la Restauración de la Compañía. Episodios de riqueza no solo para la Compañía, sino para toda

persona, eclesiástica y/o civil, que observe y reflexione sobre el devenir de la historia. Los jesuitas nos hemos propuesto estudiar los hechos, reflexionar sus causas y sucesiones, construir nuestra

identidad y permanecer unidos. Muchos lectores no conocerán la historia, quizás. ¿A qué nos referimos? Veamos en este primer artículo los precedentes. La Compañía de Jesús fue aprobada por el Papa Paulo III el 27 de septiembre de 1540 por la bula Regimini Militantis Ecclesiae. El 21 de julio de 1773, otro Papa, Clemente XIV, la suprimió con el breve Dominus ac Redemptor. Pero, el 7 de agosto de 1814, el Papa Pío VII la restauró mediante la bula Sollicitudo Omniun Ecclesiarum. Historia turbulenta. En sus primeros 200 años la Compañía había desarrollado un cuerpo apostólico de gran impacto en la vida de la Iglesia. Por ejemplo, comencemos por destacar la labor educativa. La Compañía inventó los colegios tal como los tenemos hoy día. Para el año 1645 regentaba 518 colegios y 81 seminarios y en el 1749 llegó a tener 679 colegios dispersos en toda la geografía de Europa, América y Asia, regidos todos por un plan educativo común llamado en latín Ratio Studiorum.

Paulo III aprueba la Compañía de Jesús, 1549

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Especial Había además jesuitas que se desempañaban como confesores y consejeros de reyes, nobles e influyentes comerciantes y políticos, y gestionaba proyectos apostólicos novedosos como la organización autónoma, económica y política de los pueblos indígenas guaraní de Paraguay llamadas las Reducciones del Paraguay. Y en Oriente, en la India y en la China promovían un proceso de inculturación del cristianismo con las tradiciones religiosas y sociales de dichos pueblos, conocidos como los Ritos Chinos y Malabares.

Clemente XIV

La Compañía defendía una independencia de los gobiernos y de las iglesias nacionales y que sólo dependía del Papa a título del voto de obediencia al Papa que emitían sus más prominentes miembros, los profesos de cuatro votos. Estas teorías político-religiosas y estos audaces proyectos socioreligiosos le ganaron mucho

prestigio dentro y fuera del mundo católico, pero también envidias y rencillas. Los Ritos Chinos y Malabares, después de mucho invertir energías de hombres de gran inteligencia y celo apostólico, crearon tal confusión entre los grupos religiosos que misionaban la zona, el gobierno y el papado que generaron una fuerte oposición y fueron finalmente prohibidos por el Papa Clemente XIV en 1744.

Compañía, muy en particular de sus colegios, el objetivo de sus críticas. Era el enemigo a vencer. Y en el orden político, la Ilustración proporcionó elementos teóricos a los gobiernos monárquicos para independizarse de la dependencia religiosa, de la presencia de confesores jesuitas y sostener que la monarquía tenía una sustentación en sí misma, no en Dios ni en la Iglesia. A esto se llamó Regalismo.

Las Reducciones de Paraguay, una exitosa organización social de las poblaciones indígenas en pueblos auto-gobernados, independientes de las autoridades españolas, hasta con ejército propio, cayeron bajo la apetencias de las autoridades españolas que querían apropiarse de los bienes por ellas acumulados y de las vecinas portuguesas del Brasil que querían apropiarse de la mano de obra indígena para someterla al trabajo esclavo de sus plantaciones. Tras años de gestiones diplomáticas y luchas militares fueron poco a poco mermando hasta desaparecer completamente.

A estos hechos de carácter filosófico, económico y político se unieron rencillas y celos de otras congregaciones e instituciones religiosas.

En Europa, el mundo de la política y de la educación fue evolucionando al margen y en contra de la fe y de la Iglesia. El movimiento filosófico que conocemos con el nombre de la Ilustración consideraba que la religión era algo superado, que el ser humano había llegado a una mayoría de edad y no necesitaba de dependencias exteriores, que le bastaba al hombre la razón para conocer y gobernar. Los ilustrados hicieron de la

Los éxitos y alabanzas de la Compañía se mezclaron con fracasos y críticas. Y la Compañía que se desempeñó como fuerza misionera en las fronteras apostólicas de la Cristiandad fue también blanco de críticas de los centros de educación y poder político. En la segunda mitad del siglo XVIII se combinaron estas rencillas, teorías e instituciones e hicieron a la Compañía de Jesús el objetivo de sus conspiraciones pues la consideraban el sostén del mundo a superar. Presionaron a las monarquías católicas, Portugal, Francia y España en orden a la expulsión de la Compañía de Jesús de sus territorios y a los Papas para suprimirla de la Iglesia. Esta será la próxima historia. …………………. Antonio Lluberes, sj.

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A las razones políticas y filosóficas anteriormente explicadas se unieron, cosa bien curiosa, hechos casuales que sirvieron de pretexto y acentuaron las posiciones en contra de la Compañía de Jesús. Ellas condujeron a que en la segunda mitad del siglo XVIII la Compañía fuera expulsada de los reinos cristianos de Portugal, Francia y España. Todo comenzó en Portugal. Portugal había sido el país de mayor crecimiento y dinamismo misionero de la Compañía durante el siglo XVI. Pero en el siglo XVIII la Ilustración había cautivado sectores de la nobleza gobernante, muy en particular a Sebastián José de Carvalho, marqués de Pombal. Pombal era un aristócrata de provincia, abogado, ejecutivo, ambicioso, convencido partidario de la Ilustración, y primer ministro de 1750 a 1777. En sus planes de modernización de Portugal buscaba dar poder a la monarquía y restarlo a la Iglesia, desarrollar la agricultura y el comercio y sobre todo orientar la educación según el pensamiento ilustrado. En 1755 se agravó la situación.

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El rey José I sufrió un atentado y los investigadores acusaron a la familia Tavora, alta nobleza muy ligada a los jesuitas, en particular al padre Gabriel Malagrida. Sin poder demostrar la vinculación de la familia Tavora al atentado, Pombal aprovechó la ocasión para hacer asesinar a muchos de sus miembros, ahorcar al padre Malagrida y expulsar a los jesuitas de Portugal en 1759. A continuación, en 1762, en Francia, otro reino cristiano llamado la «hija mayor de la Iglesia», gobernado por «rey cristianísimo”, decidió expulsar a la Compañía. Además de las ideas filosóficas y políticas ya comentadas, la coyuntura francesa tuvo sus particularidades. Aquí se unieron elementos muy propios de Francia como la ancestral oposición del Parlamento a la independencia asumida por la Compañía y la vieja y ácida disputa entre jansenistas y jesuitas, con el escándalo producido por el colapso financiero de los jesuitas en Martinica.

condición de pecado del hombre, sustentaba posiciones rigoristas sobre la salvación y la moral. Por ejemplo, el hombre no es libre para ganar su salvación sino que ella depende de la providencia de Dios. El Jansenismo se expandió en ambientes intelectuales y religiosos, y atrajo a personas destacadas como Blas Pascal. Atacaron frontalmente el probabilismo moral y la casuística que defendían los jesuitas.

La quiebra económica en que incurrió el padre Antonio Lavalette, superior jesuita en Martinica, le creó una mala opinión a la Compañía. El Parlamento aprovechó la oportunidad para renovar sus críticas a la Compañía, condenó posiciones defendidas por los jesuitas como el probabilismo, el casuismo moral y el tiranicidio político; y exigió al gobierno general de la Compañía la reparación de los daños provocados por la quiebra de Martinica. El padre General Lorenzo Ricci, aunque sancionó a Lavalette, mantuvo que la Compañía no El Jansenismo era un movimiento pagaba deudas generadas por sus generado por el obispo Cornelio miembros. El rey Luis XV ofreció Jansenio, quien acentuando la salvar a la Compañía si ésta se


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Especial reorganizaba de acuerdo a los criterios del Parlamento. El Padre General tampoco aceptó esta mediación. Y en noviembre de 1764 la Compañía fue disuelta y unos 3,000 jesuitas se tuvieron que convertir en sacerdotes seculares.

político. En 1759 arribó al trono el rey Carlos III, hombre honesto y muy religioso, pero distante de los jesuitas y con las mismas inclinaciones de los reyes de la época de modernizar la sociedad y sustentar el poder político de la corona. A esto se añadió Mientras tanto, en España, el reino un curioso incidente. En marzo católico y la cuna de la Compañía, de 1766 hubo una poblada en también se expandía el ideario contra del ministro Leopoldo Ilustrado en el orden filosófico y de Esquilache. El móvil público

fue la oposición a las medidas modernizadoras que impulsaba el ministro en la sociedad española, pero en el fondo era una protesta social en contra de las condiciones económicas de las clases bajas. Sometido el motín, la posterior investigación acusó a los jesuitas de ser sus inspiradores. Se desempolvaron acusaciones y prejuicios anti jesuitas y en 1767, el rey con el apoyo de sectores del clero secular y religioso, decidió expulsar a los jesuitas aduciendo “gravísimas causas relativas a la obligación en que me hallo constituido de mantener en subordinación, tranquilidad y justicia de mis pueblos.” El 2 de abril, con sigilo y eficiencia, fueron rodeadas las casas de los jesuitas, confiscados sus bienes y expulsados 2,641 de España y 2,630 de las colonias. Fueron exiliados en los Estados Pontificios donde se ubicaron en diversas ciudades y actividades religiosas y académicas según posibilidades. El mismo 1767 la Compañía fue expulsada del reino de Nápoles y en 1768 del ducado de Parma. …………………. Antonio Lluberes, sj.

Rey Carlos III

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Expulsados los jesuitas de los reinos católicos, la atención se centró en el Papado. El rey Carlos III, con el apoyo de los reyes de Portugal y Francia, se empecinó en presionar al Papa para que suprimiese la Compañía de Jesús. Al principio asignó la labor al arzobispo de Valencia Tomás Azpuru, pero éste no hizo progresar la supresión, y entonces comisionó a José Monino, abogado y político, zagas y tenaz, en 1772. En 1758 fue elegido Papa el cardenal Carlo Rezzonico con el nombre de Clemente XIII. El cardenal había estudiado derecho con los jesuitas en Padua, resistió las presiones y reconoció méritos a la Compañía hasta el punto de sufrir las invasiones de los reyes franceses y españoles a los Estados Pontificios y la pérdida de terrenos. A la muerte de Clemente XIII, en 1769, ascendió al trono un fraile franciscano conventual, Lorenzo Ganganelli, quien asumió el nombre de Clemente XIV. Aunque también había sido alumno de la Compañía en el colegio de Rimini, el cónclave que lo eligió

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estuvo dominado por el tema de la supresión de la Compañía y tuvo que inclinarse para ser elegido Papa. Aunque buscó formas para divertir las presiones, bajo la amenaza de que los reinos se separarían de la Iglesia y sometido a las astutas presiones de Monino, el 21 de julio de 1773 promulgó el breve Dominus ac Redemptor, suprimiendo la Compañía de Jesús “en nombre de la paz de la Iglesia y para evitar la secesión de Europa.” Se presentaba a la Compañía como causa de conflictos y problemas permanentes y que para alcanzar la paz había que suprimirla.

he dado motivo alguno para[su] encarcelación.” Se ha discutido si Clemente XIV actuó libre y voluntariamente. Las opiniones han variado, pero una versión repetida aunque no demostrada, dice que musitaba con frecuencia, compulsus fuit, compulsus fecit, fui obligado, lo hice obligado. ¿Qué hicieron los jesuitas? El grueso de los jesuitas, expulsados de sus países, fue a residir en los Estados Pontificios. Su principal preocupación fue el mantenimiento económico y el trabajo pastoral. El breve papal mandaba que se adscribiesen a las diócesis donde moraban como sacerdotes seculares, pero sin formar comunidad. Muchos pudieron encontrar acogida y hasta llegaron a servir en curias diocesanas, pero el exceso de sacerdotes les hacía difícil ubicarse pastoralmente. Una labor frecuente fue la académica como tutores, docentes o escritores.

La tarde del lunes 16 de agosto, el Padre General, Lorenzo Ricci, y su consejo de gobierno, recibieron la comunicación oficial del Breve que aceptaron obedientemente; y el 23 de septiembre la comisión de cardenales encargada de ejecutar el Breve los recluyó en la cárcel del Castillo de Sant’Angelo, se le prohibió al Padre Ricci celebrar misa y allí falleció el 24 de noviembre de 1775. En su testamento elevaba la protesta de Los jesuitas españoles recibieron “que la extinguida Compañía de una pequeña ayuda económica Jesús no ha dado motivo alguno concedida por el rey Carlos III fruto para su supresión.” Y que “[el] no


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Especial

condición de no católicos que no los obligaba, pero también porque encontraron en los colegios de la Compañía un buen recurso para la educación de sus pueblos. En 1772, a causa de la primera partición de Polonia, una franja de territorio colindante con Rusia, llamada la Rusia Blanca, pasó a la soberanía rusa. Allí funcionaban entre otras obras de la Compañía cuatro colegios, el más prestante el de Polock, que la zarina Catalina consideró útiles para la educación de su pueblo por lo que no aceptó el Breve y permitió a los jesuitas seguir trabajando. No debemos dejar de mencionar, que a partir de 1789, Francia, las cortes borbónicas y toda Europa fueron convulsionadas por revoluciones burguesas que cambiaron el viejo orden social. De la labor de los jesuitas radicados en Italia y en Rusia, bajo el impacto de la Revolución Francesa, se gestó la restauración de la Compañía. ………………….

San José Pignatelli

de las ventas de sus bienes. Otros tuvieron que agenciar recursos por diversos lados. Labor destacada fue la del padre José Pignatelli, de alta nobleza española, humilde y prudente, quien apoyado en los recursos familiares, se dedicó a vincular y cuidar a los jesuitas, al mismo Papa y a cardenales humillados por Napoleón. Esto le mereció la canonización.

por sí mismos como John Carroll, norteamericano, hecho jesuita en Bélgica, quien tras la supresión volvió a su país y llegó a ser el primer obispo de los Estados Unidos.

Antonio Lluberes, sj.

El caso más interesante fue el de los jesuitas residentes en Prusia y en Rusia. El rey Federico II de Prusia, protestante; y la zarina Catalina II de Rusia, ortodoxa, decidieron Muchos jesuitas quedaron no obedecer el Breve papal de dispersos. Algunos se agenciaron supresión. La primera razón fue su

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Y tercero, la convulsión política que ocasionó la Revolución Francesa, destronando el viejo orden social que había generado la supresión de la Compañía. Los papas siguientes a Clemente XIV, Pio VI y Pio VII, no fueron tan adversos a los jesuitas y buscaron la manera

Pio VII restura Compañia de Jesús

El Papa Pio VII restauró la Compañía de Jesús en 1814 mediante la Bula Sollicitudo Omnium Ecclesiarum, pero la Restauración no fue un hecho puntual, sino la conclusión de un trabajado y rico proceso, de interés para la historia eclesiástica y civil. En el proceso se combinaron tres

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diferentes fuerzas. Primero, la sutil disposición de los jesuitas de ser fieles al Papa pero también a conservar su vocación a la Compañía. Aunque avejentados y dispersos, no se dejaron morir. Segundo, la inesperada actitud de los reinos de Prusia y de Rusia de desentenderse de la decisión papal y mantener a los jesuitas.

de acomodarse a las difíciles y cambiantes situaciones políticas e irles permitiendo sobrevivir y reorganizarse. Mientras gobernaron en España los reyes Carlos III y su hijo Carlos IV, mantuvieron una radical oposición a los jesuitas. Pio VI, el cardenal Giovanni Braschi, que había estudiado en el colegio


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Especial de los jesuitas de Cesena, hizo todo lo posible para buscar una solución. Pio VII, el monje benedictino Barnaba Chiaramonti, también faenó para restablecer la Compañía. Le pidió a Carlos IV facilitar la restauración y este se negó responsabilizando a los jesuitas de la Revolución Francesa. La Revolución Francesa, en su fase radical, persiguió a muchos exjesuitas que hacían vida de sacerdote secular al punto de martirizar algunos. Se destaca Santiago Bonnaud, nacido a Cabo Francés, Haití, y guillotinado en Francia en 1792. El superior de los jesuitas de Polonia, sorprendido por la desobediencia de la zarina Catalina a la Supresión, insistió que se preguntase al Papa si también allí debía observarse, la zarina y el mismo Papa le dieron el silencio por respuesta. En esa coyuntura, se pudo celebrar una congregación general extraordinaria (1782) donde se eligió al P. Stanislaw Czerniewicz, vicario general provisional, se siguió conservando las obras y se abrió un noviciado (1779). Más tarde, a pedido del zar Pablo I, Pío VII aprobó formalmente la Compañía en Rusia el 9 de marzo de 1801 mediante el breve Catholicae Fidei. Esto permitió que la Compañía se consolidase y creciese en la Rusia Blanca, se pudieron celebrar congregaciones generales y elegir cinco superiores generales. Esto animó el espíritu jesuítico en Europa. Fluyeron jóvenes al noviciado de Rusia. Debemos destacar a Jean Roothaan, joven

holandés que viajó hasta Rusia en 1804 para ingresar al noviciado y posteriormente, en 1829, llegó a ser superior general. Y los jesuitas dispersos por otros países encontraron estímulo para conservarse y organizarse. En Italia, en Parma, se había podido abrir un noviciado en 1794 por aprobación verbal del Papa Pio VI. En 1804, Pio VII, mediante la bula Per alias, permitió a los jesuitas de Nápoles las mismas concesiones hechas a los de Rusia. Estas concesiones papales dieron confianza a Pignatelli, pues vió en ellas a la vieja y verdadera Compañía y aceptó el cargo de provincial de Parma en 1803. Se esperaba que Pio VII restaurara en breve a la Compañía, pero, en 1806, Napoleón ocupó Italia, y expulsó a los jesuitas de Parma y Nápoles. Y además, en 1809 secuestro al Papa Pio VII y lo llevó prisionero a Francia donde permaneció hasta 1814. Pignatelli falleció en 1811. Napoleón fue vencido y Pio VII pudo regresar a Roma el 24 de mayo de 1814 y el 7 de agosto firmo la bula Sollicitudo Omnium Ecclesiarum restaurando la Compañía “a fin de que [sus] socios reunidos en un grupo religioso se ocupasen de educar a la juventud en la religión y en las buenas costumbres, a regir seminarios y colegios y, con la aprobación y el consenso de los ordinarios de los lugares, escuchar las confesiones, anunciar la palabra de Dios y administrar libremente los sacramentos. Acogemos a la congregación de la Compañía de Jesús bajo la directa

tutela y sujeción nuestra y de la sede apostólica, y reservamos a nosotros y a nuestros sucesores decidir y establecer aquellas cosas que nos parecieran en el Señor eficaces para reforzarla, presidirla y purgarla de aquellos abusos y aquellos vicios que acaso se habrían podido introducir.” Estragada la Europa monárquica y católica por la Revolución Francesa, pensó volver al antiguo orden donde la Compañía había desempeñado un papel determinante sobre todo en la educación de la juventud y en la polémica teológica. Paradoja. Al año de la Restauración, el zar Alejandro I, en desacuerdo con que la Compañía restaurada mudase su gobierno a Roma, la expulsó de San Petersburgo y Moscú y en 1820 de todos sus dominios. Aquí comienza otra historia. …………………. Antonio Lluberes, sj.

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