Jack y las judías ¿mágicas?

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Título original: Jack y las júdias Autor:Jesús Ruiz Editor original: Jesús Ruiz Copyright © Jesús Ruiz, 2009 Publicaciones y ediciones Mandarina, S.A. 2009 Reservados todos los derechos. La preproducción parcial o total de esta obra por cualquier tipo de medio o procedimiento, incluidos la reprografía, y el tratamiento informático así como la distribución de los ejemplares mediante alquiler o prestamo público, estan totalmente prohibidas si no cuentan con la utorización escrita de los titulares del "Copyright". y estan sometidas a sanciones establecidas por la ley. ISBN:87-4555-811-x Deposito legal:B-34.149-2005


A mi hermana Carol


En esta casa vivía Jack y sus padres. Era muy antigua, antes había sido de sus abuelos y antes de sus bisabuelos y mucho antes de sus tatarabuelos. Pero aún vieja y pequeña a todos les gustaba.

La familia de Jack tenía una vaca que daba una leche riquísima. Pero un día la madre de Jack lo mandó al mercado del pueblo a venderla. Necesitaban semillas, no tenían ni comida para la vaca. -Cambia la vaca por un buen puñado de semillas -le dijo su madre. Pero camino del pueblo, Jack se encontró con un extraño hombrecillo de sombrero estrafalario.





-¿Dónde vas con esa preciosa vaca chico? -Le preguntó el hombrecillo. -Voy a venderla al pueblo -contestó Jackmientras se aguantaba la risa al ver las ropas tan raras que vestía aquel hombrecillo. -¿Y porqué no me la vendes a mí? -le propuso. -Tengo aquí unas judías. Te las cambio por la vaca. ¿Qué me dices? Jack que no era el más listo de los niños, pero tampoco el más tonto, le contestó: -Si, ¡que te lo crees tu!. No voy a cambiarte esta preciosa vaca por cuatro judías. -¡Pero muchacho! Estas judías son mágicas. Yo no tengo lugar donde plantarlas y regarlas. Pero estate seguro de que algo asombroso pasará cuando lo hagas.



A Jack le encantaban los artefactos mágicos, pero esas pocas judías que se acababa de sacar del bolsillo no parecían nada mágicas. En las historias que le contaban sus abuelos, las cosas mágicas solían brillar o flotar. -Te propongo un trato. Aquella de allí es mi casa -señaló Jack con el dedo-. Si me das las judías le diré a mi padre que las plante. Y si son mágicas de verdad, mañana mismo puedes venir a buscar tu vaca. ¿Qué te parece?. -De acuerdo -le contestó el hombrecilloPero ya verás, no lo parecen no. Pero son mágicas de verdad. Cuando Jack llegó a casa, les contó a sus padres lo que había pasado. Luego pensó que no había sido del todo buena idea hacerlo. -¡Te mandamos para que traigas un buen saco de semillas y vuelves a casa con cuatro judías!.-Y lo castigaron en su habitación.



Jack pensó:-No es justo, el trato no era tan malo. Así que salió por la ventana y plantó las judías él solo. Si no eran mágicas, mañana volvería al pueblo a vender la vaca. A la mañana siguiente Jack se despertó al caerse al suelo. Toda la casa estaba torcida y el sol no entraba por su ventana. En seguida corrió hacia la ventana, y pudo ver la planta más grande que podía existir. Era tan grande, que había dejado torcida su casa y tan alta que el final se perdía entre las nubes.



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