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Almas en pena de Inisherin

The Banshees of Inisherin (EE. UU., Irl., R. U., 2022, 114 min.). Dir.: Martin McDonagh. Int.: Colin Farrell, Brendan Gleeson, Kerry Condon, Barry Keoghan. COMEDIA DRAMÁTICA.

PARA AMIGOS/NO AMIGOS DEL ALMA Y DE LAS PELÍCULAS CON IRLANDESA SOLERA.

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Lo mejor: el mayúsculo recital que ofrecen Farrell y Gleeson. Lo peor: que la riqueza oral de la V.O. se pierda en el doblaje.

En otra isla, la hawaiana pero irlandesa en espíritu de Kauai, dos amigos (irlandeses) del alma lo demostraban a base de peleas homéricas e impetuosas. No puede uno dejar de pensar en aquel par de almas simplonas que eran los Michael Patrick Donovan (John Wayne) y Thomas Aloysius Gilhooley (Lee Marvin) de La taberna del irlandés (1963) viendo en su tragicómica lucha con la vida, la rutina y la amistad al inocentón Pádraic (Colin Farrell) y al rudo y cabezón Colm (Brendan Gleeson) de la última obra de Martin McDonagh, Almas en pena de Inisherin. Más fordiana (San John Ford) que del humor absurdo y cruel de otro compatriota como Samuel Beckett, el film parece diseccionar, con el abrupto chascarrillo de una mutilación reverencial en la hora feliz de cualquier pub, la idílica Innisfree de El hombre tranquilo con sus mismas armas costumbristas y galería de personajes, y con ella la idea de la amistad que sobrevolaba en la obra del autor de esta. Tan entrañable como bobalicona, fiera y calmada como una tonada regada con ingentes pintas, Almas en pena de Inisherin propone una cruzada de andar por casa (la de recuperar al amigo que, sin razón alguna, ha dejado de serlo) que no deja de ser la eterna de comprender el sentido mismo de nuestras existencias. McDonagh lo hace recurriendo a la comedia, con un dúo de oro a quienes ya tuvo midiéndose contra el tedio en Escondidos en Brujas (2008) y un uso del paisaje que ofrece las réplicas que esta pareja no saben lanzarse, aunque sean como la munición de algo que se empieza a adivinar en la historia. problemas contemporáneos incómodos y por cómo se aproximaba a sus criaturas, que en la mayor parte de los casos constituían un enigma. Así es también la protagonista de su nueva película después de un largo periodo de silencio. Sylvia Tár es una directora de orquesta que se encuentra en su momento de máximo esplendor cuando comienzan a verterse insinuaciones sobre posibles conductas sexuales ilícitas con sus becarias. Lydia Tár ha llegado a lo más alto dentro de un mundo de hombres, es lesbiana y defensora de su identidad sexual, pero poco más sabremos sobre ella, sobre su pasado, sobre cómo se convirtió en un referente musical, cómo consiguió llegar a ese estatus ni si son ciertas o no las acusaciones que se vierten sobre ella.

Almas en pena de Inisherin termina hablando de la guerra, y de Irlanda, con la calmada gravedad de la novela de Sean O’Casey que diera lugar a El arado y las estrellas (1936), o con la cotidianidad surrealista de los relatos de Frank O’Connor, Martin J. McHugh y Lady Gregory que configuran La salida de la luna (1957), las dos, claro, de ese John Ford que tal vez perdiera su ojo por algún amigo en alguna isla irlandesa. Fausto Fernández Entrevista con Colin Farrell en pág. 60 ESTRENO: 3 FEBRERO

ATodd Field siempre le han gustado las historias cocinadas a fuego lento en las que late un profundo desasosiego. Tanto en su ópera prima, En la habitación, como en su última película hasta el momento, Juegos secretos, encontrábamos presente un constante malestar que las convertía en obras muy escurridizas, por la forma en la que se acercaba a

Sobre ese ejercicio de funambulismo narrativo Todd Field reflexiona sobre el abuso de poder subvirtiendo el tradicional male gaze y situando a la mujer en el centro de un #MeToo. Se habla de forma explícita de la cultura de la cancelación y también de los peligros que supone erigir ídolos que puedan ejercer con impunidad su voluntad. Pero quizás no es eso lo más importante, sino la forma absolutamente hipnótica y abstracta con la que consigue introducirnos en la típica historia de auge y caída que en sus manos resulta nueva y reveladora, sumergiéndonos en pozos de ambigüedad realmente desconcertantes. Seguramente nada de esto habría sido posible sin tener al frente de la función a una Cate Blanchett. Su presencia es arrolladora, consigue que con cada movimiento fluctúe nuestra simpatía o nuestro rechazo, generando todo un cúmulo de sentimientos contrapuestos que nos llevan del desprecio a la admiración. TÁR se erige así como una obra casi inabarcable, monumental, repleta de abismos y contradicciones, una sinfonía oscura y atonal modulada por una intérprete totémica y apabullante.

PARA AQUELLOS QUE QUIERAN DELEITARSE CON EL PRODIGIO DE INTERPRETACIÓN DE CATE BLANCHETT.

Lo mejor: la conjunción de una actriz y un director en estado de gracia.

Lo peor: necesitamos un Universo Expandido de ‘TÁR’.

Beatriz Martínez

Más información en pág. 56

ESTRENO: 27 ENERO

El piloto

Plane

La nueva película del artesano JeanFrançois Richet tras la estilizada El emperador de París (2018) resulta ser un artefacto para nostálgicos irredentos que prueba que el libro de estilo de Golan y Globus no se ha quedado obsoleto tras los efectos de la COVID. Cine de acción sin zarandajas ni prurito de corrección política, El piloto no tiene tiempo para analizar la situación de un país dividi-

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