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Michelle AMOR DE MADRE

Ha pasado buena parte de su carrera interpretando a madres llenas de dolor. En ‘Los Fabelman’, da vida a la propia progenitora de Steven Spielberg en la película en la que el director desnuda sus traumas de adolescencia. Tras un rodaje envuelto en lágrimas reconoce que está viviendo un sueño que podría, tras cuatro nominaciones anteriores, brindarle por fin el Oscar. Por Laura Pérez.

El primer trabajo como actriz de Michelle Williams (Montana, 1980) fue en Los vigilantes de la playa, cuando con 12 años invitaba a una fiesta al hijo de Mitch Buchannon (David Hasselhoff). A los 13 interpretó a una de las niñas de Lassie (1994) y tenía 17 cuando Steven Spielberg la veía con sus hijos en la serie juvenil Dawson crece. Para entonces sus padres le habían concedido legalmente la emancipación para que pudiera trabajar tantas horas como un adulto y no tuviera que ir acompañada de uno a los rodajes. Vivía ya sola en Los Ángeles. Su primer papel importante le llegó de la mano de Wim Wenders en Tierra de abundancia (2004), pero la película que cambió su vida fue Brokeback Mountain (2005). Allí conoció a Heath Ledger, con quien tuvo una hija, y de cuya muerte le costó 10 años recuperarse. De alguna manera, su carrera ha estado marcada por esa tragedia y todas sus interpretaciones desde entonces emanan un profundo poso de tristeza. Desde Wendy y Lucy (2008), la primera de sus cuatro colaboraciones con Kelly Reichardt, hasta Shutter Island (2010), Blue Valentine (2010), Mi semana con Marilyn (2011), donde el papel de la Monroe le iba como anillo al dedo, o Manchester frente al mar (2016). Ninguna actriz de su generación ha manejado la melancolía y el drama con la contención y emoción con que lo hace ella.

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El Proyecto De Su Vida

Fue precisamente su personaje en Blue Valentine el que le hizo pensar a Spielberg que ella podría interpretar a su madre, Leah Adler, cuando rodara su autobiografía. Porque el director llevaba años dando vueltas a la idea de contar la historia de su infancia. Sus padres, fallecidos en 2017 y 2020, le habían estado empujando a ello. Pero hubo que esperar al confinamiento para que, con West Side Story ya rodada, se pusiera a escribir el guion de la película de su vida. Trabajar con un director como Steven Spielberg es un hito en la carrera de una actriz. Interpretar a su propia madre, con lo que implica, debe de serlo aún más. ¿Cómo ha vivido esta experiencia? Solo escuchar la pregunta me emociona. Me hace darme cuenta, una vez más, de lo que esto significa para él como artista y para mí como actriz. De alguna manera estoy conectada a su adorada madre para siempre, y no habrá un solo día en que no sienta esto como algo extraordinario. Me siento agradecida porque mi vida se haya cruzado con la suya y la de su madre por un tiempo. De que hayamos podido traerla de vuelta y hacer que algo suyo permanezca en la pantalla para siempre. Empecé a actuar a los 12 años, he hecho esto desde que tengo uso de razón. He trabajado mucho, aprendiendo y aprendiendo, haciendo anuncios, repitiendo frases 30 veces al día durante años. Así que estar hablando contigo de esto me parece un cuento de hadas. ¿Cómo fue el trabajo para preparar el papel? ¿Qué información le dio de su propia madre el director?

Me abrió los tesoros de su familia: álbumes de fotos, grabaciones caseras, cintas de audio… Me habló de sus recuerdos, de cómo hablaba y decía algunas frases, compartió con nosotros cuáles eran sus pendientes favoritos, sus perfumes…

“EMPECÉ A ACTUAR A LOS 12 AÑOS, HE HECHO ESTO DESDE QUE TENGO USO DE RAZÓN. HE TRABAJADO MUCHO, HACIENDO ANUNCIOS, REPITIENDO FRASES 30 VECES AL DÍA DURANTE AÑOS. ASÍ QUE ESTO ES UN CUENTO DE HADAS”.

Aunque no creo que nadie pudiera olerlos porque llevábamos mascarilla. Nos abrió su corazón y nos pidió que entráramos en él: a mí, a Paul Dano, a Gabriel LaBelle, a las niñas que interpretan a nuestras hijas… Lo ensanchó tanto que nos metió a todos dentro y allí hemos estado con él, en ese lugar sagrado, recorriendo juntos el camino hacia su infancia. Y ahora que todo ha terminado y ya no mantenemos ese vínculo diario, los echo de menos. Cada vez que nos despedimos después de un evento vuelve a darme pena.

Debió de ser difícil para el director rodar escenas tan íntimas de su familia. ¿Cómo reaccionaba antes sus interpretaciones, las de Paul Dano y Seth Rogen?

Recuerdo el primer día de rodaje con Paul, en la primera escena. No habíamos ensayado juntos, lo habíamos hecho cada uno por nuestro lado, así que en ese preciso momento no sabía si estábamos yendo en la buena dirección, y estaba preocupada. Cuando Steven gritó: ¡Corten! vi que estaba llorando. Me sentí aliviada porque pensé que estaba funcionando, que íbamos por el buen camino.

¿Cuál fue esa primera escena que rodaron?

La que están los padres con sus hijas viendo una película casera que Sammy, el niño protagonista, ha rodado con sus amigos de los Scouts.

El mundo mágico de Spielberg se funde en este caso con su propia vida. ¿De qué manera conviven realidad y ficción? ¿Tenían que preguntarle: ¿Esto realmente pasó? cuando estaban en el set? En la recreación de la casa se ha tenido en cuenta hasta el último detalle de su infancia, así que sentí que aquello era como un templo, como un lugar sagrado reconstruido. Y la atmósfera estaba impregnada de esa emoción y esa energía. A lo mejor tenía que rodar una escena en la cocina, pero podía prepararla en mi propia habitación, porque la casa era tal cual. Y podía moverme por el espacio como si fuera verdaderamente la madre de la familia, podíamos entrar en los dormitorios de mis hijos, aprendernos nuestras líneas en el comedor… Todos estábamos en casa. En su casa. Estábamos con la persona que había vivido todas esas cosas. Se derramaron muchas lágrimas.

Madre De Spielberg

Cuando se interpreta a una persona real existe un margen de creación limitado. Más en este caso. ¿Qué ha aportado a Mitzi?

¿Le costó dar con el tono de una mujer llena de claroscuros?

Pienso mucho en el tono cuando paso de un director a otro porque es lo que caracteriza a cada uno. Tienes que ser capaz de moldearte y de habitar mundos distintos. Creo que para dar con ese tono preciso es importante conocer el trabajo del director y entender lo que trata de imprimir a lo que hace. Al fin y al cabo, ese es su legado. Así que tienes que saber de dónde viene, cuál es su historia personal, qué le inspira, qué le mueve… Estas cosas son realmente útiles. Me ocurre, por ejemplo, cuando trabajo con Kelly Reichardt, a quien siempre pregunto qué ha estado viendo últimamente, porque me ayuda a saber qué se está cocinando en su interior. Así que creo que adquirir el tono requiere mucha preparación. Al mismo tiempo, también es algo que se puede ajustar en el momento en función de lo que el director vea. Estudié mucho el tono que debía adoptar basándome en las películas anteriores de Steven y en base a lo que él me había contado de su madre.

Ha trabajado con directores como Martin Scorsese, Ridley Scott, Todd Haynes, Ang Lee… ¿Qué hace a Spielberg diferente al resto? Es el director que está más abiertamente conectado con su infancia. Creo que esa etapa es una fuente inagotable de generar alegría y tristeza. Porque todos recordamos el momento en que nuestra infancia terminó, cuándo se vino abajo porque una conciencia adulta se coló en la cabeza de ese niño. Y esa crisis tiene muchas posibilidades creativas. Yo ahora, que soy madre de tres hijos, estoy muy conectada con mi infancia, tengo ese asunto muy presente. Así que ese terreno por el que él todavía está caminando es algo en lo que últimamente pienso constantemente, porque quiero que ese lugar cálido dure para mis hijos. Muchos adultos tratan de sepultar su infancia y, en su caso, es algo que lleva completamente al descubierto. La película comienza con Sammy/Spielberg yendo al cine por primera vez. ¿Recuerda cuándo lo hizo usted? La verdad es que no, pero sí me vienen muchos momentosviendo películas de Steven. Recuerdo, eso sí, la primera vez que fui al teatro porque fue muy impactante para mí ver los cuerpos moverse en directo.

Pensé: Quiero estar ahí haciendo lo que ellos hacen. Y recuerdo la sensación de estar casi levitando pensando que había gente que te transportaba a otros lugares. Era una producción muy pequeña, pero tuvo el poder de hablarme de las grandes cosas del espíritu humano. Todos cargamos con muchas cosas en nuestra vida, y cuando veo una función de teatro o una película recuerdomi propio poder como artista, mi capacidad de capturar un momento y convertirlo en algo grande para alguien, y hacerle sentir que puede ser lo que quiera. El cine y el teatro nos ofrecen la posibilidad de ver lo grandes que podemos ser.

¿Cuál de sus trabajos la ha marcado más?

Los que me han traído a mis hijos y me han llevado a mí hacia ellos: Brokeback Mountain y Fosse/Verdon, donde conocí a mi marido (el director Thomas Kail) con quien ahora tengo dos niños. Esos dos proyectos impactaron no solo en mi carrera, sino en mi vida. Siento mucho cariño también por Wendy y Lucy, porque me hizo conocer a Kelly Reichardt, con quien he colaborado mucho (Meek’s Cutoff, Certain Women: Vidas de mujer y Showing Up). Ella es un milagro y ser parte de esas cuatro películas es, probablemente, mi contribución más valiosa a este arte. ◆

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