SUMARIO Número 1 Noviembre-Diciembre 2019 Revista Cultural Sin ánimo de lucro
Edición ejecutiva y maquetación final
Mireia Marqués Director
Alberto Yagüe Fundador
Fernando Criado
Edita
Castellón Digital SL Caballeros, 13 12001 Castellón Imprime
Llar Digital
Depósito Legal CS 1188-2019 ISSN 2695-5997
Editorial En defensa de un humanismo polímata Silvia Palmero La presencia del Quijote en el arte Jorge Yagüe Desde mi estudio José Ramón Bodega El alma y el mar El zaguán de Alberto Yagüe Gordillo Tratado para presentes y ausentes Una noche complicada Fernando Criado Atados o Libres. Aruna
Tarifa, 21 Fresno de la Vega 24223 León
Eugenia Dos Santos Al fin te encontré Mi hermana está en las estrellas Enrique Gracia Trinidad De nuevo la incomodidad Poemas ilustrados Guillermo Criado Gracias por todo Mark Lucila Rodríguez de Austria La mano cercenada Joaquín Gallego Recuerdos de la niñez
Elisa Belmonte La familia García
Fernando Criado Estética y creatividad en la poesía actual de los EEUU
Teatro Musical La crítica, de Elisa Belmonte
Francisco Zamora Garrido La sombra del velero
Gabriel Ramos Un hecho para reflexionar
Juan Curto El regreso a los orígenes de Castilla
The Black View Soy ese negro
Ozkar Galán Como lágrimas en la lluvia
Rubén Valín El valor de las cruces para los pastores
Juan Ibáñez Instagram
Esther Berzal Todo lo que no sé hacer
Es un proyecto de
Carlos Sáez Poemas sin titulo
El viajero curioso En Cerdeña y con los Nuraghi
Fernando Criado Canto al rey de las dehesas
Benigno Bueno ¿Realmente, se perdió el español en Filipinas?
Manuel Luque El amor de una madre
Luis Garrido Reflexiones
Entrevista con… Alfredo Palmero
Antonio Zubizarreta ¿Ya habéis llegado?
Cecilio Lera Palomares y Pichones
Mª Ángeles López Santa-Olaya Bosque nevado
Nani García de León Aromas Literarios
Alberto Yagüe Agenda cultural Crónica desde Fargo
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EDITORIAL
La invención de una revista cultural entre amigos
En defensa de un humanismo polímata
Esta no es mi primera aventura de creación de una revista. Tampoco lo es para otros miembros de nuestro grupo de fundadores. Ni siquiera es la primera vez que escribo algo defendiendo lo que estimo que es conveniente para nuestra sociedad y nuestras vidas en común. El Renacimiento es, para mí, tal vez por la cercanía, una de las mejoras épocas de la Humanidad. Cuando hablo aquí del Renacimiento me refiero al europeo, pero no olvidemos que otras culturas, otras sociedades, tuvieron su propio renacimiento, antes incluso del nuestro, del europeo. Los chinos, casi cuatrocientos años antes del Quattrocento, tuvieron su magnífico periodo Song e incluso a su propio Leonardo, Su Song, uno de los hombres sabios más importantes de la historia de la Humanidad y casi desconocido en Europa. Esto sucedía, más o menos, durante la Reconquista de España, antes de Alfonso VI y el Cid Campeador. En tiempos de Enrique I, en Francia. En plena época medieval. A principios del siglo XX, la sociedad europea trató de salir del difícil siglo XIX y creó nuevas normas culturales recuperando épocas anteriores. En todos esos períodos y en otros en los que no podemos ahora entrar, existieron grandes mujeres y grandes hombres. Grandes figuras, personajes valientes que no se dedicaron a una actividad única. Fueron auténticos polímatas, es decir, personas de múltiples oficios, multidisciplinares. Precisamente, Su Song, Leonardo Da Vinci o Pablo Picasso, entre otros, fueron ejemplo de creatividad a través de una diversidad de actividades y oficios que ayudaron a la propagación de la cultura. No nos olvidemos de Aristóteles en la Grecia clásica o de Thomas Jefferson o Benjamín Franklin en la creación de los Estados Unidos. En el diccionario de la RAE se dice que la palabra de origen griego, πολυµαθία, polymathía, en castellano actual, polimatía, significa sabiduría que abarca conocimientos diversos. Humildemente, siento estar algo en desacuerdo, en la práctica. Un polímata no tiene por qué ser sabio en nada de lo que hace (aunque suele serlo en alguna de las facetas y algunos también en muchas) sino que practica, ejerce o conoce bien múltiples actividades u oficios. 3
En realidad, en mi torpe entender, un polímata es ante todo un curioso y un universalista. Un ser interesado en conocer y conocer, en investigar y en practicar acerca de todo lo que está a su alcance o incluso, aparentemente, lejos de él. Estimo, tal vez erróneamente, que un polímata no tiene que ser un sabio en todo lo que hace o práctica, aunque sí es cierto que, en la mayoría de los casos, los polímatas destacan por alguna ciencia, arte o habilidad en concreto y luego expanden sus posibilidades y sabiduría al resto de sus actividades. En nuestra educación juvenil y, así piensa aún mucha gente, por desgracia, se designaba, en ocasiones por ignorancia o, tal vez por envidia, al polímata, con el término de burla metomentodo. Todos conocemos ese refrán que dice zapatero a tus zapatos o aquel otro, cada uno en su arte, intentando convencer a las personas con diversas aptitudes o habilidades, que se mantuvieran, se centraran, en lo suyo, sin que debieran entrar en otras habilidades u oficios ajenos a ellas. Asimismo, existe aquel dicho, quien mucho abarca poco aprieta y tantos otros que de una manera u otra pretendían la especialización, la dedicación en exclusiva a un oficio, arte o ciencia. Estos, a mi juicio, pobres argumentos en contra de un humanismo polímata, son típicamente hispanos, aunque también existen en otras culturas. Por ejemplo, en inglés, en zonas rurales, se dice if you run after two hares you will catch neither (si corres detrás de dos liebres no atraparás ninguna). Esto puede parecer una auto-justificación de la propia personalidad de quien escribe estas líneas, pero, en realidad, es una actitud filosófica, de pensamiento ante la vida que he manifestado desde niño y que desde estos párrafos pretendo defender. Cuando era niño, mi madre ya me llamaba Nanito (diminutivo de mi mote familiar) carnets o Nanito diplomas. Así era. Cuando algo me gustaba o llamaba mi atención, allí iba, allí “me metía”. Fuera lo que fuera y sirviera para lo que sirviera. Lo importante era la curiosidad y el ansia de aprender. De esta manera antes de los quince años fui experto en cooperativas, socorrista, montañero (andarín, sí, pero también conocedor de las montañas) y un sinfín de otras actividades. En mi profesión, antes de terminar mis estudios, practiqué diversos trabajos; desde la inseminación artificial del ganado vacuno o castración de cerditos, pasando por botones u oficinista que hacia el trabajo de otros o vendedor de lo que fuera. Antes de los catorce años ya daba clases en un colegio y escribía y leía sobre todo lo que se me antojaba. Estimo que los seres humanos multidisciplinares, esos polímatas, son más hábiles para la convivencia y más abiertos e incluso útiles para la sociedad. No son por ello más importantes. Sin pretender ser más sabios o cultos. ¿Es entonces negativa la especialización? Nunca manifesté ni manifestaré semejante cosa. Antes al contrario, en mi opinión, tiene que existir una sociedad plural, en la cual se combinen los valores de los especialistas y los polímatas. Ambos son necesarios. Sin embargo, como antes decía, el humanismo polímata ha sido criticado, a mi parecer, muy injustamente. La sociedad necesita, sin lugar a dudas, a esos seres que expriman todo el limón de cada una de sus múltiples habilidades, no solamente de una y desarrollen ciencias o artes nuevas que proporcionen a la Humanidad, maravillas como las realizadas por Song, Hildegarda de Bingen, Leonardo, Jefferson, Franklin o Picasso, entre otros muchos. 4
En el siglo XV, al principio del Quattrocento, el polímata renacentista genovés, León Battista Alberti, autor, artista, arquitecto, poeta, sacerdote, lingüista, filósofo, criptógrafo, jinete, arquero e inventor, escribió algo así: “un hombre puede hacer cualquier cosa si se lo propone”. Más tarde, Ramón y Cajal, Einstein y otros más se afirmaron en este concepto. Pues bien, estamos de acuerdo y señalamos: La polimatía resulta imprescindible para el devenir de la Humanidad. En este artículo no se puede profundizar en todo aquello que este Humanismo Polímata puede aportar, pero quede aquí nuestra opinión en defensa de los polímatas y, si el lector está interesado y así nos lo manifiesta, en otros números de esta, nuestra nueva revista Hasta el Tuétano, continuaremos escribiendo y dialogando sobre este asunto.
Esta publicación nueva que, hoy empieza su andadura incierta, nace precisamente por las inquietudes multidisciplinarias de varias personas que han reunido a otras personas poseedoras también de esa misma actitud. Cabemos todos. Cada uno de los participantes en este proyecto, ha escrito, dibujado o expresado de cualquier otra forma sus opiniones y cada uno, en particular, se hace únicamente responsable de las mismas. No hay mejores ni peores. Todos aficionados.
Bienvenido seas lector, por tanto, a este nuestro nuevo Universo Cultural Multidisciplinar y si tienes interés por otras actividades distintas de las que normalmente realizas, aquí encontrarás un hueco para tu propia expresión.
Bienvenido, seas lector, aunque no estés en completo acuerdo con nuestras opiniones y precisamente por ello, tienes aquí, en esta nuestra nueva publicación, como decimos, lugar para tu libre expresión.
Fernando Criado Fundador y editor
Solo nos queda desearos que paséis los mejores días en estas Navidades y que 2020 venga lleno de mucha cultura con amigos
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Silvia Palmero Nuestra experta en arte, nos ofrece este interesante artículo
LA PRESENCIA DEL QUIJOTE EN EL ARTE 400 AÑOS DE ILUSTRACIONES La presencia en el Arte del Quijote es tan antigua como el propio mito. La imagen del Quijote y Sancho ha trascendido todos los límites de la literatura y de la cultura española para hacerse universal. ¿Ilustradores del Quijote? Muy pocas obras literarias inspiran tantas imágenes. Resulta difícil resumir a tantos artistas de diferentes épocas y países: pintores, dibujantes, escultores y grabadores. La primera estampa de Don Quijote Y Sancho fue la portada de una edición difícil de encontrar, la traducción inglesa del taller de Blounte en 1618. Precisamente aquí arranca la imaginería del más grande de los libros de la hispanidad.
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La segunda imagen saldrá de la imprenta Mathias Götzen en Frankfort en 1648, seguida de una tercera, de nuevo en Inglaterra, en 1687 del taller de Thomas Hodgkin, que cuenta ya con una treintena de estampas. Sin embargo, la primera edición ilustrada española no se publica hasta 1674 en el madrileño taller de María de Armenteros y desde entonces las ediciones ilustradas no han cesado desde el siglo XVII alcanzando su esplendor en los siglos XIX y X.
Laquiet y los hermanos Le Nain lo ilustraron con cierta sátira en el siglo XVII. Pero fue gracias a Coypel (1725) y al encargo que recibió para diseñar tapices con escenas del Quijote (que dará pie a cientos de tapices y estampas), que el Quijote pasó a ser tema pictórico. El marginado idealista Honoré Daumier (1850) hizo una representación fantasiosa y romántica, Delacroix (1824), Fragonard (1780) del cual se han perdido muchos dibujos sobre el tema que destacaban su carácter épico, Goya (1780) autor de dos imágenes, La aventura del rebuzno y La visión de Don Quijote, J. Jiménez Aranda ilustró el Quijote del centenario en 1903. Gran aportación a la iconografía cervantina con más de 600 láminas. Una obra desgraciadamente inacabada y que concluye entre otros J. Sorolla (1905). Moreno Carbonero (1898) con sus ilustraciones en cromolitografía, Muñoz de Grain realizó una colección de desconcertantes óleos para la época (1916-1920), José Segrelles con sus acuarelas, dibujos y óleos para una ambiciosa edición en 1918. José María Sert con la decoración mural del capítulo Las bodas de Camacho para el comedor principal del Waldorf Astoria de Nueva York realizadas entre 1929 y 1930, Daniel Urrabieta y Vierge que, aún después de su hemiplejia y ya solo con la mano izquierda realizó bocetos viajando y documentándose en 1893 por toda La Mancha acompañado por Carlos Vázquez, quien a su vez realizó sus dioramas entre 1910 y 1930. Zuloaga realizó en 1928 una figura de Sancho y otra del Quijote policromadas por él mismo y, como no, Gustavo Doré. Nacido en Estrasburgo en 1833 es increíble la cantidad y calidad de sus dibujos realizados en los cincuenta años que vivió. Doré hizo un largo recorrido por España, lápiz en mano, a cargo de la editorial
Hachette. Más de 370 ilustraciones desbordantes de fantasía, emoción y destreza. Acogido como un mito moderno también lo ilustran Th. Rousseau (1812-1867), Camile Corot (1796-1875) e incluso Cézane (1839-1906) con dos cuadros. En la España del siglo XX, Dalí realizó más de 100 obras representado al Quijote entre acuarelas, litografías y esculturas entre 1930 y 1980, dónde plasma sus propias fantasías. Picasso creó en 1955 su famoso y sencillo dibujo que representa a Don Quijote y Sancho Panza para la revista Les lettres Françaises con motivo del 350 aniversario. De Antonio Saura destacamos su serie de 1987 dedicada a dibujos sobre el Quijote con su personal visión pero muy fiel al contenido. Entre 1979 y 1991 el Maestro Palmero realiza la colección Cervantina que consta 125 retratos de otros tantos personajes que aparecen en el Quijote y que complementa con escenas y dibujos a una tinta. En 1997 Eduardo Arroyo plasma a los dos protagonistas utilizando formas simples y colores planos. Y no olvidamos la iconografía popular, cerámica, láminas, cromos, tarjetas, carteles, naipes, sellos, etiquetas de botellas, litografías, billetes de banco, calendarios, medallas, postales…
Alfredo Palmero, junto a dos de sus obras que representan a Don Quijote y Sancho
Por boca de Sancho: “Yo apostaré… que antes de no mucho tiempo no ha de haber bodegón, venta ni mesón o tienda de barbero, dónde no ande pintada la historia de nuestras hazañas” 7
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José Ramón Bodega Santos Maestro, empresario y matemático!
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EL ALMA Y EL MAR
Azul es mi alma azul es el mar ¿Tal vez sea el mar mío y mi alma de los demás? Y si mi alma no es mía, ¿será mío el azul del mar? El mar no es mi tierra porque no le puedo navegar pero mi alma navega por los azules del mar. De mi barca capitana es mi alma singular casi siempre varada ¿castigada sin mar? No siento su tristeza ¿de qué se alegrará? de las olas que estallan sin ningún malestar Soy un alma sin mar que alivia sus penas azul pensando sin parar Azules mis ideas como azul mi bienestar soy un alma de tierra pero de tierra con MAR
Fotografías de Alberto Yagüe
El zaguán de…
!"#$%&'()*+,$( Maestro, informático y escritor
Una historia, un poema y un relato
Gordillo
Jamás supe, ni lo sé ahora, si se trataba de su apellido o de un mote que alguien tuvo a bien ponerle. En cualquier caso, reflejaba de manera idónea al personaje que regentaba y atendía aquel establecimiento de la madrileña calle de Blasco de Garay próximo a la esquina que forma con Fernández de los Ríos; Gordillo, en pleno corazón del barrio de Argüelles. Horondo, bonachón y ataviado siempre con su perenne guardapolvos azul (estampado la mayor parte de las veces con asimétricos lamparones de grasa) Gordillo nos ofrecía un mundo de ilusión en su viejo local. Era punto de encuentro obligado al salir del colegio o de la mañana o la tarde del sábado. Un lugar donde poder comprar y cambiar cromos, comics y tebeos. Y de paso, si te quedaba algo de dinero en el bolsillo, hacerte con un chicle, alguna barra de regaliz o una bolsa de pipas. En el sobrio mostrador de madera oscura y algo carcomida podía verse bajo la superficie de cristal, rayado por el uso y por el paso de los años, una buena cantidad de cajas, en cada una de las cuales rebosaban paquetes de cromos de cualquier colección que pudieras imaginar. A su lado, sobres nuevos en los que podíamos imaginar aquél o aquellos que nos faltaban para completar el álbum. Ya fueran de fútbol, motos, animales -aún recuerdo aquellas colecciones; Vida y Color, El Álbum de España, Animales y Minerales, etcétera-. Incluso cromos que no se vendían en sobres pues únicamente se podían conseguir al comprar pan de molde Bimbo o Coca-Cola. Hasta de ésos tenía Gordillo. El precio, por él estipulado, era de tres cromos por cada uno que te llevaras, o bien, a peseta la estampa elegida. O diez céntimos -de peseta- la unidad, dependiendo de la colección. En aquel diminuto local con olor a madera húmeda y rancia compre mis primeros comics de Marvel para luego cambiarlos por otros y así continuar con la rueda del trueque. Allí acudía semana tras semana casi siempre con amigos, o solo, para buscar ese cromo que se resistía a salir en los sobres toda una liturgia comprar los dos o tres que podías cada semana en el quiosco para luego abrirlos con la esperanza, casi nunca cumplida, de encontrar los tan ansiados números 9, 53 o 128 que faltaban para coronar tu hazaña —. Entonces, el recurso era acudir a Gordillo. Con las colecciones pasaban también los años y poco a poco las visitas al local se fueron distanciando. La pubertad llegó a mi vida como suele hacer, sin previo aviso, y un nuevo componente natural con sinuosas formas femeninas entró en juego. Lógicamente, opté por dedicar más tiempo a otros menesteres que nada tenían que ver con lo ofrecido por el entrañable vendedor de casulla azul raída y con lamparones. Y así llegó el día en el que al pasar por delante observé sobresaltado que Gordillo ya no existía. ¿Cuánto tiempo haría de eso? En su lugar, un negocio de reformas había hecho suyo aquel templo de ocio en el que la mayoría de los chicos del barrio íbamos tarde sí, tarde también con la ilusión de conseguir lo imposible.
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El zaguán de…
Alberto Yagüe
TRATADO PARA AUSENTES… Y PRESENTES Te extraño. Recuerdo cada momento vivido contigo como si fuera ayer.
Apostado frente a la ventana vela por mí y por los míos.
Añoro ese tiempo en el que podía compartir una conversación, una mirada
Pero tú sigues en mi mente, en mi corazón, pegado a mi alma.
o, simplemente, un silencio.
Pues no puedo tenerte junto a mí.
Echo de menos tu voz, tu risa, tú presencia.
Cada noche, te reservo un instante en mis pensamientos. Un instante.
Cuando puedo, paseo por donde solíamos hacerlo juntos. Visito los lugares en los que a menudo coincidimos. Escucho esa música que tanto nos gustaba y veo películas que juntos disfrutamos. Hundo mis pies en la arena de la misma playa donde no hace mucho jugaba junto a ti. Un aroma, un color, un atardecer basta para que irrumpas sin permiso en mi memoria. Aun así, hay momentos en los que me falta algo, en los que me siento solo.
¿Qué es el tiempo sino un instante? Todo lo demás no existe. El resto es solo un trastero. Un trastero donde guardar momentos vividos y hacer sitio para los que vendrán, sin saber siquiera ni tener la certeza de que tal cosa ocurra. Un tenebroso lugar que nos impide vivir el momento con la intensidad necesaria para no tener que extrañar. Un desván inútil, como todos los desvanes,
Y, de repente, invento cosas.
en el que almacenamos cosas que quizá nunca más utilicemos.
Imagino que un árbol cobija tu presencia y a diario camino bajo sus extendidas ramas.
Un altillo oscuro, húmedo, inerte, repleto y a su vez vacío.
Entonces, me siento arropado como antes. La serenidad invade mi espíritu y respiro profundo, relajado.
Y mientras cuido y regalo, inconsciente, mi presente a ese desván... te sigo añorando.
Ese árbol, como un centinela, me protege e impide que nada me dañe.
Y continúo pensando en el ayer y en el mañana sin prestar la atención debida al ahora. Y no aprendo.
¿Vas a hacerlo este año? Si necesitas compañía, por favor, dínoslo casadefresno@crijuar.com
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El zaguán de…
Alberto Yagüe
UNA NOCHE COMPLICADA Aquel 23 de diciembre prometía ser diferente. Acababa de romper con mi pareja varias semanas atrás. Fue un suceso un tanto traumático, al menos para mí. De hecho, el psicólogo me dijo que había tenido muy mala suerte con esa relación y que a partir de ahora las cosas iban a cambiar radicalmente en mi vida. Para bien, supuse. Al menos pagar su minuta debería ser razón suficiente. Aunque hasta el momento la única variación observada de manera sustancial era la del estado de mi cuenta corriente. Veinte sesiones, a cien euros cada una, mermó de forma considerable mis ya pírricos ahorros. Desde lo ocurrido, era la primera vez que me animaba a salir para ir al cine. En medio de un extenso surtido navideño estrenaban, entre otras, una película sobre la Segunda Guerra Mundial. Aburrido de tanta cinta lacrimógena y “blandita”, pues por norma general ella elegía las que veíamos, opté por una de acción. Siempre me gustaron “las de tiros”, como decía mi padre, y ésta prometía. Había comprado mi entrada por Internet. Andaría muy justo de tiempo cuando llegase a los multicines donde la echaban y no me apetecía en absoluto hacer cola. El pase comenzaba a las ocho y diez. Como consecuencia, el parking del Centro Comercial estaba casi lleno. Y más teniendo en cuenta las fechas en las que nos encontrábamos. Me obligaron a bajar al segundo sótano. En el primero no cabía ni un Smart. Tras aparcar subí por las escaleras mecánicas y en la planta baja observé en uno de los extremos del Centro Comercial a Sus Majestades, Los Magos de Oriente y, justo en la esquina contraria, a Papá Noel. En su caso, me sorprendió sobremanera su corta estatura. Tanto el uno como los otros sentaban en sus rodillas a pequeños infantes que esperaban nerviosos a entregarles sus deseos, en forma de cartas llenas de ilusión. Al caminar cerca de la fila que sufrían pacientemente padres e hijos escuché como una madre reñía a su vástago, emperrado éste en enviar la citada carta por e-mail mientras ella le hacía ver que esa no era la manera más correcta de hacerlo. Al muchacho no se le pasaba la llantina ni bien ni mal y, bolígrafo en ristre, llenaba más de lagrimones que de letras la mágica misiva. Se cansaba de escribir, decía. Previamente a entrar en la sala, pasé por el bar del cine para comprarme unas palomitas y un refresco. Mejor dicho, un tanque de palomitas y un depósito de refresco. Resulta curioso; aprovechando las ofertas sale mucho más a cuenta cebarse a comer y beber. En cualquier caso, te pegan un palo a la cartera que tiembla el Misterio. Mi madre, que en paz descanse, habría dicho: “¡Hay que ver cómo está todo!”. El establecimiento lo atendía un hombre tosco, mal afeitado, algo desdentado y con un parche de sucia tela negra tapando el hueco del ausente ojo derecho. Un bonito ejemplar de papagayo deambulaba sobre su hombro izquierdo y al caminar podía escucharse el sonido seco de la pata de palo golpeando el suelo una y otra vez. Al menos esa era mi percepción del joven y simpático muchacho, bastante aparente por cierto, que me sirvió el pedido. Muy bien uniformadito él. Pero, ¿quién pasa a ver una película sin suministros? La cosa perdería la mitad del encanto. ¿O no? Al fin y al cabo, somos animales de costumbres y ésta sólo es una más. Pertrechado con toda la intendencia entré en la sala y quedé un tanto sorprendido al ver que la ocupación era más bien escasa donde, curiosamente predominaban las mujeres. “Lo que ha cambiado el cuento de un tiempo a esta parte”, pensé para mis adentros. ¡Si John Wayne levantara la cabeza! 12
Antes de que la oscuridad diera paso al inicio de la cinta, se sentó junto a mí una preciosa mujer. No la acompañaba maromo alguno ni amiga tampoco. Al dejarle pasar hasta su butaca me obsequió con una encantadora sonrisa. La cosa prometía; un auténtico bellezón viendo una peli de acción junto a mí y completamente sola. ¡Vivan los psicólogos! De repente, se apagaron las pocas lámparas que aún permanecían encendidas y sonaron los primeros acordes de la banda sonora. Los títulos de crédito aparecían sobre un poblado erigido en medio de algún desierto del oriente medio, a juzgar por las casas de adobe y la poca vegetación presente. Pronto esa suposición tomó cuerpo al subtitular los diálogos entre dos lugareños que parecían hablar en árabe. Pasaban los minutos donde lentos planos y contra planos no hacían presagiar nada bueno. Más de un cuarto de hora y ni un solo disparo. Cuanto menos, raro para una película bélica. No sé si fue por mi cara de incredulidad, el caso es que mi vecina de asiento me preguntó: -! ¿No te está gustando la película? -! Sí, claro… pero… –no sabía muy bien qué contestar. -! No es habitual encontrarse a gente que le guste el cine de autor afgano. ¡La madre que me parió! ¿Cine de autor afgano? ¡Había entrado a ver una película equivocada! ¿Pero cómo salir a esas alturas de la sala sin hacer el más completo de los ridículos? Todo apuntaba a que iba a tragarme un leño, pero merecía la pena la inversión en tedio y aburrimiento si eso me permitía, al menos, albergar la posibilidad de que surgiera algo con aquella mujer una vez finalizado ese calvario cinematográfico. Siempre y cuando no me quedara frito en el intento, claro. Tras casi dos horas y media de sopor subtitulado volvieron a encenderse las luces de la sala y una vez me hube desperezado con mucho disimulo, propuse ir a tomar un café. Ella aceptó al instante. El asunto tenía buena pinta. -! Aquí mismo, sin salir a la calle hay un sitio bastante chulo –dijo. Cualquier lugar me hubiera parecido bien, así pues lo dejé a su elección. Una vez sentados y con las consumiciones servidas empezamos a hablar. Fui el primero en abrir fuego –después de que los afganos no sacaran ni un solo rifle en toda la película. -! Me llamo Guillermo ¿y tú? -! María. -! ¿Y a qué te dedicas? -! Soy cajera en el supermercado del Centro Comercial. Al menos de manera provisional, hasta que encuentre otra cosa. Estudié INEF pero no me ha salido nada de lo mío por ahora. Por cierto, ¿te ha gustado la peli?
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Ehh, sí, claro. El cine afgano es uno de mis favoritos. ¿Por qué lo preguntas?
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No, porque creí haberte escuchado roncar en dos ocasiones. Incluso llegaste a recostar la cabeza en mi hombro mientras dormías.
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¡Ah, sí! Es que verás, he tenido un día muy complicado y no he podido evitarlo.
En ese momento hubiera deseado que me tragara la tierra, así pues opté por cambiar radicalmente de tema. -
¿Has visto a esos cuatro? Mira, Papá Noel despidiéndose ceremoniosamente de los Reyes Magos dándoles la mano una a uno. Por cierto, es muy bajito ¿verdad? Los monarcas no es que sean unas torres pero es que el otro no levanta medio palmo del suelo. Además, ¿no es demasiado delgado para el papel que interpreta?
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Es que no va disfrazado de Papá Noel ni de Santa Claus.
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¿Cómo dices?
-
No, aprovechando el tirón mediático, el Centro Comercial ha decidido que este año se encargaría de los regalos de Nochebuena el “Pequeño San Nicolás”.
Claro. Ahora entendía tanto protocolo al despedirse de Sus Majestades. A su lado, Peñafiel parece un republicano fanático. -
Bueno María ¿qué te parece si tomamos la penúltima en mi casa? Tengo el coche aparcado abajo y en menos de veinte minutos estaríamos allí.
-
Lo siento Guillermo, pero estoy esperando a mi marido. Es el encargado de la sección de charcutería.
¡Estupendo! Me había tragado un bodrio de categoría para ligar con este bombón y resulta que está casada. Las circunstancias recomendaban una estratégica y hábil retirada a tiempo. No quería imaginarme al charcutero viniendo hacia mí armado con un cuchillo jamonero. Con lo afilados que están. -
Perdona, no te supuse casada. Mejor me voy a casa. Se está haciendo tarde.
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No te preocupes. Puedes quedarte más. No es nada celoso.
No la creí. Es más, una vez conocido su estado civil, parecía ese tipo de mujer que les encanta generar inquietud a su pareja para que ésta le preste más atención a costa de pobres incautos como yo. -
No insistas, te lo ruego. Me marcho. Además, no quiero crearte ningún conflicto. –Y menos a mí, pensé.
Tras despedirme, fui hacia las escaleras mecánicas que conducirían hasta el segundo sótano, donde había estacionado mi coche. Una vez hube abonado la cuenta, claro. Lo cortés no quita lo valiente, aunque en esta ocasión, la valentía dejaba mucho que desear. Más bien era el instinto de supervivencia el que me empujó a tomar la decisión de abandonar a la mayor brevedad posible aquel lugar. Dado lo avanzado de la hora no quedaba casi ningún vehículo en el aparcamiento. Es más, la planta en la que supuestamente había aparcado el mío se encontraba vacía por completo. Subí hasta el primer nivel del garaje por si estuviera equivocado y finalmente lo hubiera estacionado allí, pero nada. No había duda; ¡me habían robado el coche! 14
Por fortuna junto al Centro Comercial se encontraba una comisaría de Policía donde puse la oportuna denuncia. A la salida, un agente de manera muy amable detuvo un taxi para que me llevara hasta mi domicilio. El conductor, nada simpático por cierto, me dijo: -! Ha tenido suerte. Si no es por ese madero no paro. Ya me iba a casa. Después de agradecer el detalle, le facilité mi dirección y tomamos rumbo hacia la M-30. Llamaba mucho la atención la cazadora roja con estampados florales en vivos colores, a lo Agatha Ruiz de la Prada, que llevaba puesta. No sólo por el extravagante diseño de la prenda sino también por la peste que desprendía. La fetidez era tremenda y no hacía honor a las flores de la tela. Nada más incorporarnos a la vía de circunvalación, observé que a unos escasos cien metros había dispuesto un control policial. En ese mismo instante el taxista dio un frenazo deteniendo el coche en seco. Se bajo y subió a la parte trasera izquierda del vehículo, donde me encontraba inmerso en un profundo estupor. -! Rápido, ponte esta cazadora y dame la tuya –me dijo mientras sacaba a relucir una navaja de tamaño considerable o eso me pareció a mí. Lejos quedaba la visión del cuchillo jamonero del marido de María. -! Pero… -! Ni pero ni gaitas. O lo haces o te rajo aquí mismo. ¡Deprisita! Accedí a su petición y acto seguido, saltando por encima de mí, se bajó por la puerta trasera derecha para luego desaparecer entre los árboles de un parque lindante con la vía. A los pocos segundos apareció un agente ordenándome bajar del taxi. Había acudido corriendo junto con otro compañero tras presenciar la extraña maniobra. -! Las manos sobre la cabeza. -! –Dijo, mientras empezaba a cachearme. -! ¡Escuchen, por favor! El conductor se ha ido por allí. – Avisé moviendo la cabeza hacia el lugar por el que vi desaparecer al taxista al tiempo que el segundo agente me apuntaba con su arma reglamentaria. -! Claro, claro. Hemos visto perfectamente cómo se bajaba usted del coche y se subía a la parte trasera. Además, la chupa que lleva no permite equívoco alguno. Enséñeme la documentación. Y despacio, por favor. -! No puedo –me disculpé–, el chófer se llevó mi cazadora y con ella mi cartera. Mientras esto sucedía, un tercer guardia empezó a registrar el vehículo y al abrir el maletero se encontró con un hombre maniatado. -! Inspector, venga y mire esto.
Ese “esto” no era ni más ni menos que el dueño del taxi quien, tras liberarle, declaró que un tipo “de cazadora roja y con floripondios” –palabras textuales del interfecto– le había robado y encerrado ahí. Cuando me vio gritó: -
Ése. Ése rufián ha sido.
A los pocos minutos me encontraba sentado en el calabozo de una comisaría. Para mi pesar, no era la misma en la que minutos antes había interpuesto la denuncia por el robo de mi coche. De lo contrario, podría demostrar mi inocencia sobre lo ocurrido. En su lugar, había sido acusado de robo y secuestro. No estaba solo. Compartía estancia con dos prostitutas, un yonki, un carterista y un borracho. En cambio, por extraño que parezca tal y como están las cosas últimamente, no había banquero alguno, ni tonadilleras. Ni siquiera políticos. Dos horas después, si bien me parecieron días, un funcionario se dirigió personalmente a mí y procedió a sacarme de la celda. Ya en su despacho el comisario me detalló que habían encontrado al verdadero culpable en las proximidades del control. En su huida había tropezado con una pareja que retozaba en el parque estampándose contra un árbol, quedando inconsciente en el acto. Los impetuosos amantes dieron aviso de lo acontecido a la policía. -
Aquí tiene su cazadora y su cartera con toda la documentación. Disculpe las molestias que le hayamos podido ocasionar.
Aproveché para preguntar por mi coche. Respondió que lo habían localizado. Se encontraba en un depósito municipal a falta de su registro. Al parecer detuvieron a un hombre de corta estatura disfrazado de Papá Nöel mientras lo conducía a ciento ochenta kilómetros por hora en la M-40. ¡El pequeño San Nicolás me lo había robado! ¡Pedazo de capullo! En cualquier caso, hasta el día siguiente no podría pasar a recogerlo. De nuevo los policías se ofrecieron para pedirme un taxi que me llevara de regreso a casa. Llegué a pensar que algún turbio negocio, basado en comisiones ilegales, se traían entre manos ambos gremios. Teniendo en cuenta la traumática experiencia vivida horas antes, decliné amablemente su proposición. Fui caminando hasta la boca de metro más próxima. Eran cerca de las seis de la mañana y en cinco minutos abrirían la estación. Al entrar en mi apartamento me relajé y suspiré aliviado. Preparé una taza de café, pues estaba destemplado por todo lo acontecido. Horas más tarde, mi aparato digestivo pudo comprobar que la leche estaba caducada, lo cual me obligó a visitar Urgencias. Pero antes tuve el tiempo necesario para prometerme no volver a ver jamás cine de autor. Mucho menos afgano. Sobre los dos mil euros generosamente regalados a mi psicólogo, prefiero ni acordarme. De lo contrario volverían a detenerme, pero en este caso por homicidio voluntario.
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ATADOS o LIBRES
Aruna Aruna vivía en Arudi, un pueblecito rural cerca de Bangalore, en el sur de la India. Aruna significa radiante. Era el mes de Kârttika. Kârttika era un mes como todos los demás. Lo único de distinto y especial que le diferenciaba de los otros meses para cualquier habitante de la zona donde vivía Aruna era que se trataba del mes de las fiestas de las luces, el Diwali. El nuevo mes de Kârttika le recordaba a Aruna que la rueda seguía girando y que todos, incluso ella misma, se hacían mayores. Este nuevo Kârttika sería a la vez el último para Aruna porque cambiaría su vida para siempre. La que hasta entonces había sido una niña risueña, juguetona y cantarina, comenzó a apagarse y a volverse un ser taciturno a partir de entonces. Ese Kârttika, Aruna fue prometida a un hombre que no conocía y al cual ella no amaba. También en ese mes, comenzaron los preparativos para la boda que se realizaría al cabo de un año, en el próximo Diwali. El padre de Aruna y el resto de la familia se hallaban rebosantes de satisfacción. Aruna la niña, la más pequeña de la familia, se hacía mayor y ya estaba dispuesta para poder hacer realidad el sueño de todos. Sin embargo, la familia tenía un problema. Aruna no quería casarse. La bella Aruna no estaba en contra de las costumbres ni de los designios de su familia, ni siquiera creía que fuera muy original por desear lo contrario a lo que se esperaba de ella. Aruna, la todavía niña, simplemente, contemplaba otros planes para su vida. Soñaba otras esperanzas. Aruna tenía una gran amiga, su confesora, su confidente. Se llamaba Achintya. El nombre Achintya significa más allá de la comprensión. A Aruna le gustaba pintar y era eso lo único que le importaba.
Deseaba con todas sus fuerzas dedicarse al estudio de los colores y las formas e introducirse sin ayudas en ese mundo alucinante. La niña comentó sus aficiones y deseos con sus padres, los cuales se opusieron rotundamente. Por mucho que intentó buscar aliados en su entorno para frenar ese futuro indeseable que amenazaba con arrollarla, no lo consiguió. Ni siquiera su querida abuela, Indulala, la luz de la luna, la comprendía. Solamente Achintya. Por ello, Aruna y Achintya viendo que no había solución ni comprensión por parte de sus padres, prepararon sus hatillos y abandonaron sus respectivos hogares para siempre. Sin embargo, a Aruna se le había pasado por alto la amistad que su padre tenía con el alcalde de Arudi así como con el gobernador de Bangalore. Esa fue la causa por la cual a los pocos días estaba nuevamente en su casa. Habían encontrado a las dos amigas cerca de la estación de tren de Bangalore. Esta vez, su padre, la dejó encerrada en su dormitorio para que reflexionara sobre su actitud. Pero Aruna no lo hizo y continuó diciendo que no iba a dejar de ser como ella deseaba y creía. Aruna quería ser libre. No quería tener ataduras. Cuando su futuro esposo vino a verla, Aruna no le habló, incluso le escupió en la cara. Su padre, muy enfadado, entró en su habitación para pedirle explicaciones. La única respuesta fue un silencio absoluto. Aruna, ni siquiera respondió ante la violenta bofetada que hizo estremecer todo su cuerpo de palmo a palmo. Invadida por una tristeza infinita, Aruna perdió el gusto por la pintura y la música y también el apetito. Decidió entonces guardar ayuno como forma de protesta. Dejó de comer, llegando a una situación realmente peligrosa para su salud. A los dos meses del regreso de su primera escapada Aruna volvió a hacerlo. Pero esta vez se había marchado para siempre. Enterraron su cuerpo en el jardín junto al gran mango bajo el cual a ella le gustaba sentarse a pintar y a soñar. Los pájaros y los insectos con los que jugaba vinieron a despedirla. Su amiga Achintya, se pasaba los días enteros junto a su árbol, hablando con Aruna. Cuando al cabo de unos días su madre entró en su cuarto para ordenarlo encontró muchas hojas de papel llenas de flores, colores y paisajes. Entonces la madre lo comprendió y se lo dijo al padre de la infortunada Aruna. Ambos lloraron amargamente. Encima de la mesa de trabajo de la pequeña había un papel, lleno de dibujos y con una frase de Tagore, convertida por Aruna para su propia causa, que decía: 18
La libertad es lo único que quiero y no me avergüenzo de tener esperanza de ella. El triunfo de Aruna había sido completo. Aruna era por fin libre.
Fernando Criado
Ilustración
Matilde Criado
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Elisa Belmonte
Mujer polímata, soprano, profesora de canto, doctora en ciencias médicas y académica de la Real Academia Hispano Americana Nos cuenta hoy la historia de un hombre y de una dinastía en el mundo del canto
LA FAMILIA GARCÍA El apellido García, en el mundo de la voz y el canto, es un orgullo y un referente de respeto y sabiduría vocal. No en vano, alumnos que sólo habían estudiado un par de meses con alguno de la familia, hacían poner en su tarjeta de visita o placa de su estudio: el nombre, profesor de Canto y “Escuela de García” En el año 1770 Manuel García cantaba en Roma donde era conocido como El Españoleto. Rebelde a las formas antiguas y con un carácter alegre y dinámico apareció como innovador tanto en el arte de la voz como en el musical. La admiración que suscitó en toda Europa la cantante Catalina Gabrielli, alumna suya requerida en las cortes europeas, pone de manifiesto su habilidad como maestro de canto. En 1810 fue a Zaragoza al declararse una peste terrible para cuidar de sus hermanos y sucumbió víctima del contagio, lo que nos indica el hombre que fue en toda su grandeza, dejando a su hijo Manuel cosechando ya grandes éxitos.
Manuel García (Manuel del Pópulo Vicente Rodríguez Aguilar) nació en Sevilla en 1775 y murió en Londres en 1832.
Elisa Belmonte después de una actuación
Fue un grandísimo tenor, compositor y maestro de canto reconocido en el mundo entero llevando con su compañía familiar la primera ópera que se representó en Estados Unidos. Creador de una saga de cantantes de prestigio se casó en Cádiz en 1797 con la también cantante Manuela Morales (nombre artístico de Manuela Aguirre Pacheco), con quien tuvo una hija, la también cantante Josefa Morales García, pero fueron los hijos de su segunda esposa, la soprano Joaquina Briones-Sitchez, los que cimentaron la dinastía más importante de cantantes y profesores de canto del siglo XIX. Su hija María Felicia (1808-1836), conocida por la Malibrán, fue gran diva del bel canto y la cantante mejor pagada de su época. Su hija 21
Paulina (1821-1910), Pauline Viardot, mezzosoprano, pianista, compositora y profesora del Conservatorio de París, tomó el apellido de su marido, fue mecenas y una personalidad reputada en el París de principio del XIX, siendo las veladas de su casa parisina referente cultural de la época. Alumna de Franz Liszt, amiga de Frèderic Chopin y de George Sand, tocaba el piano a cuatro manos con Gabriel Fauré. Tuvo la admiración como pianista y como cantantes de compositores de la talla de Berlioz, Saint -Saëns, Wagner, Massenet, Schumann o Brahms. Finalmente, su hijo Manuel Patricio (1805-1906), barítonocantante, no poseía las cualidades vocales de su padre pero sí fue un gran investigador de la voz y descubridor del espéculo o laringoscopio. García, gran defensor de la ópera española, hizo populares las tonadillas y canciones compuestas por él mismo impregnadas de la esencia musical española. Su obra es numerosa. Además de las citadas tonadillas también compuso óperas españolas, italianas, francesas, operetas, y gran cantidad de canciones que no se popularizaron tanto debido a que su relevancia como tenor eclipsó todo lo demás. Su gran preparación musical unida a una fuerte personalidad hizo de él un ilustre embajador de la música española en la Europa romántica. Debutó con gran éxito en Madrid en 1798. Posteriormente se le encomendó la dirección del Teatro de Los Caños del Peral y como compositor estrenó El poeta calculista (1805), en la que ya muestra su dominio del lenguaje mozartiano unido con el registro popular de tonadilla y de los aires nacionales. En 1807 partió camino de París y, como nos cuenta James Radomsky en su obra Manuel García (1775-1832). Maestro del bel canto y compositor publicada en el año 2002, los comienzos del músico español en la capital francesa no fueron fáciles. Al mes y medio de salir de Madrid, ante la precaria situación familiar, García escribió a la Duquesa de Osuna desde Bayona una primera carta , el 30 de mayo pidiéndole ayuda y protección, con una posdata: “Si V.E. tiene la bondad de 22
contestarme, será a París con mi nombre y apellido, nada más”. La respuesta llegó el 17 de septiembre. Fue educada pero no ofreciéndole la ayuda que solicitaba. Así hubo un cruce de cartas que guarda el Archivo histórico Nacional, Osunacartas –legajo 413-24. La última no contestada. Ya cuando debutó en París y las cosas iban mejor volvió a escribir con el fin de remover la conciencia de la Duquesa para que ayudase a los músicos españoles en vez de hacerlo con los extranjeros, a los que ella siempre había favorecido. Este intercambio de misivas marcó un antes y un después en su sentimiento patriótico y en la necesidad de darse a conocer como músico español. Decepcionado ante la nula ayuda española y el poco reconocimiento de su país dejó en cierto modo sus raíces y abandonó para siempre la idea de volver a su patria pero el espíritu de Manuel García estaba impregnado de ese estilo puramente español que tanto conmovía al público, enganchándoles con ese duende y ofreciéndoles lo que de él esperaban. García era un comunicador directo y eficaz. Desde su llegada a París valoraba más el aplauso del público que las críticas de los periódicos más prestigiosos. A García se le debe la popularización del repertorio Mozartiano. El 15 de junio de 1808, el Teatro Odeón reabrió sus puertas con Le Nozze di Figaro de Mozart, donde aparece García como el Conde Almaviva, un rol escrito para voz de barítono pero que el sevillano hizo suyo merced a su volumen y la facilidad en el manejo de las agilidades. Su siguiente éxito se produjo en el estreno de El Poeta Calculista, el 15 de marzo de 1809, donde el sonido exótico de Andalucía cautivó al público de tal manera que el belga Fétis, compositor, profesor, musicólogo y uno de los críticos musicales más influyentes del siglo XIX escribió: “la interpretación de García causa tanto furor que tuvo que repetir cuatro veces los diez números”. Desde ese día la canción Yo que soy contrabandista empezó a rodar por todos los salones parisinos.
Hasta noviembre de 1811 vivieron en París, donde el efusivo estilo escénico, el dramatismo de la voz y la forma de cantar así como la técnica vocal extrañaba a los franceses, acostumbrados a un alto grado de codificación gestual sobre el escenario y a escuchar voces más basadas en el uso del falsete, lo que le llevó a trasladarse a Italia para perfeccionar su técnica. Fue en Nápoles donde conoció al joven Gioachino Rossini ya que García cantaba a menudo con Isabel Colbrand, la que más adelante sería esposa del compositor italiano, quedando deslumbrado por el dominio de las agilidades vocales del tenor español. Ese motivo le condujo a componer El Barbero de Sevilla y otras óperas como Otello para que él las estrenara. Entre los años 1816 y 1817, Manuel del Pópulo y Joaquina Briones se trasladaron de nuevo en París y es allí donde Joaquina se presentaría por primera vez como la Señora García aunque no consta que la pareja hubiera contraído matrimonio previamente. Tras su periplo italiano, García estrenó en París el 22 de mayo de 1817 Il Califfo di Bagdad que le valdrá una gran reputación y una mayor consideración que la obtenida en su anterior etapa, prueba de ello es la extensa crítica que jean Baptiste Antoine Suard le dedica a los dos días en el famoso periódico Le Moniteur Universal. “La música del señor García es brillante y dramática. Parece haber tratado de unir la melodía de Cimarrosa con las combinaciones armónicas de Mozart. El compositor busca como puede la originalidad y lo consigue con bastante frecuencia”. El genio del tenor español unido al impulso de Rossini hizo que la carrera de Manuel del Pópulo resultara ya imparable. Su vuelta a los escenarios de París y Londres entre 1823 y 1825 resultó triunfal. Fue en este período cuando sus hijos María Felicia, que hasta 1815 había permanecido interna en un colegio londinense, y Manuel Patricio, subieron al escenario como adultos, aunque al menos la primera había interpretado ya personajes de niña. Sustituyendo temporalmente a la ya consagrada Giuditta Pasta, María, de 17 años, asumió por primera vez el papel de Rosina en
Il barbiere di Siviglia de Rossini, uno de los que interpretaría más a menudo y con mayor éxito a lo largo de su, por otra parte, corta carrera. Manuel García fundó su Academia en Londres en 1824 basando su programa no sólo en el aprendizaje de las técnicas vocales, sino también en la interpretación y en la actuación. La musicalidad era esencial para García, ya que para él no era suficiente poseer una hermosa voz. Se esperaba que los cantantes fuesen capaces de leer música de forma inmediata, desarrollar en su justa medida la afinación, a solo y en conjuntos, así como la capacidad de improvisación. El arte del canto está sometido a las mismas reglas y principios que las otras artes, por ello escribió unos ejercicios con los que se pudieran vencer progresivamente las dificultades que se presentan en el dominio de la voz. Para García la enseñanza era una vocación y por eso publica ese mismo año, a modo de guía, su libro Exercises of Method for singing (Londres, 1824), como ayuda a sus alumnos en un breve y deslavazado volumen, elevado a la categoría de Método por su hijo Manuel Patricio, que será quien le dé una verdadera estructura y auténtica forma de Tratado o Método. Si como tenor y compositor fue aclamado en París, Londres, Nápoles o Nueva York, no lo fue menos como maestro de canto de algunas de las más grandes figuras del momento. Manuel Patricio García, hijo del anterior, nació el 17 de marzo del año 1805 en Madrid, en la Travesía del Reloj, antes Calle del Limón Baja y vulgarmente se la conocía como Calle del “Limoncillo”, en las proximidades del Palacio de Oriente. La casa que hoy ocupa el número 35 y que hace esquina a la Calle del Fomento donde el Ayuntamiento de Madrid colocó una placa en el año 1924 como homenaje póstumo, y que con motivo del bicentenario de su nacimiento la SEORL restauró y repuso una placa en su memoria. Debido a los compromisos profesionales de sus padres en París e Italia, queda al cuidado de sus abuelos y de unos tíos. Los años de infancia que vive en Madrid coinciden con la invasión de las tropas francesas de Napoleón Bonaparte presenciando 23
los fusilamientos matutinos como represalia a las muertes de los soldados franceses del día anterior. Entre ellos el protagonizado por el general francés Joachim Murat Loubiere, el dos de mayo de 1808. En 1815 viaja a Italia para reunirse con sus padres y comienza en Nápoles sus estudios de música y canto con Nicolo Antonio Zingarelli (1752-1837), Auguste Mathieu Panseron (1795-1859), con el tenor Giovanni Anzani (1744-1826) y con su propio padre, quien a través del método de canto de “Nicolo Porpora” logrará que su hijo aprenda las diferentes disciplinas musicales. Posteriormente la familia, tras su estancia en Italia y como consecuencia de las mejoras musicales recibidas, vuelve con un status artístico diferente, y fijan desde 1816 a 1823, temporalmente su residencia entre París y Londres. Precisamente, el traslado de la familia a Londres, según contará posteriormente Joaquina Briones fue desencadenado por la aparición en París de la primera mujer de Manuel García (padre), Manuela Morales con la hija de ambos, Josefa, y por el cierre del centro cultural que él cofundara, denominado artísticamente Le Cercle de la Rue de Richelieu, al coincidir con los fines culturales de otras instituciones francesas ya existentes. A finales de 1823 se traslada con toda la familia a Londres, hasta 1825, año en el que partirán desde el puerto de Liverpool a Nueva York con el fin de actuar en el Park Theatre, ya que el gerente de dicho teatro, Stephan Price, nombra a Manuel García (padre) director gerente de la compañía del teatro, compuesta principalmente por la propia familia García, donde el padre era el primer tenor, su hija María Felicia la primera soprano, Joaquina Briones la segunda soprano y Manuel, quien con veinte años debuta como barítono. La presencia de la compañía representó un importante paso en la historia musical de Estados Unidos, estrenando obras del propio García, de Wolfgang-Amadeus Mozart (1792-1791) y de Gioacchino-Antonio Rossini (1792-1868), introducidas estas por primera vez en los teatros de Estados Unidos. 24! !
Pero pronto abandonan dicha ciudad para trasladarse a México. En agosto de 1827 Manuel García, hijo, abandona México, al parecer por las desavenencias con el fuerte carácter del padre, y se traslada a Europa. El 7 de octubre de 1828 debutó en el Théâtre des Italiens cantando el papel de Fígaro, y su hermana María el de Rosina en Il Barbiere di Siviglia. A pesar de que los críticos reconocieron la musicalidad de Manuel, no podía igualar a su padre y le faltaba presencia en el escenario. Fétis escuetamente resumió: “No sabe en qué pie ponerse. Le aconsejamos a este joven, que es interesante en otros aspectos, seguir otra carrera” (La Revue Musicale, IV, 1828). Al no sentir inclinación a continuar con una carrera profesional como cantante, abandonó el escenario. En 1829 su padre regresó a París y reanudó sus actividades de maestro de canto. Manuel le asistió algún tiempo pero el conflicto de personalidades entre los dos llevó a que de nuevo el hijo se marchara, en esta ocasión de París, en mayo de aquel año para iniciar una breve carrera militar en Argelia. Se alistó en la campaña francesa de la conquista de Argelia embarcando en Tolón. Regresó en julio de 1830, y trabajó en el Hospital militar de París, asistido por Larrey y el doctor Segond. Allí empezó a interesarse, cada vez más, por los mecanismos que producen la voz humana. Tuvo la oportunidad de explorar a pacientes que habían sufrido lesiones traumáticas o
infecciosas en el cuello y en la laringe. Buscó las bases anatómicas y fisiológicas de la producción de la voz humana y asistió a disecciones que llevan a cabo sus amigos médicos. Por todo ello, consigue un conocimiento profundo de la anatomía y de los órganos vocales a la vez que se dedica por entero a la docencia del canto y en 1831 empezó a trabajar como profesor de esa materia. En agosto del mismo año fue bien recibido, junto con su padre, en la representación de la ópera “Le vendemie di Xerès, del conde Beramendi. Su fama de maestro se difundió por toda Europa a raíz de la muerte de su padre considerándole desde entonces su legítimo heredero. La novedad de su enfoque científico en la enseñanza del canto hizo que fuese nombrado en 1835 profesor de esta disciplina en el Conservatorio de París. En 1840 alcanza la cátedra del conservatorio parisino y un año más tarde presenta en La Académie de Sciences de France la Memoria sobre la Voz Humana (Memoire sur la Voix Humaine) con la que obtiene un espectacular reconocimiento en el ámbito médico y científico de la época. En esta obra describe la naturaleza y función de los registros vocales. Se casó con la soprano Eugénie Mayer (18181880), con quien tuvo a su único hijo, el barítono Gustavo García. En 1840 alcanza la cátedra del conservatorio parisino y un año más tarde presenta en La Académie de Sciences de France la Memoria sobre la Voz Humana (Memoire sur la Voix Humaine) con la que obtiene un espectacular reconocimiento en el ámbito médico y científico de la época. En 1840 alcanza la cátedra del conservatorio parisino y un año más tarde presenta en La Académie de Sciences de France la Memoria sobre la Voz Humana (Memoire sur la Voix Humaine) con la que obtiene un espectacular reconocimiento en el ámbito médico y científico de la época. En esta obra describe la naturaleza y función de los registros vocales. Se casó con la soprano Eugénie Mayer (18181880), con quien tuvo a su único hijo, el barítono Gustavo García.
Retrato al óleo de Manuel García a la edad de 100 años
La segunda parte de su carrera comenzó en 1880 con su nombramiento como profesor de canto de la Royal Academy of Music de Londres, donde trabajó durante diez años. También impartió clases en la Giuldhall School of Music desde 1883 hasta 1910 y desde 1884 en el Royal College of Music hasta que enfermó. El retrato de Manuel García, hijo, figura en sitio preferente en todas las sociedades de otorrinolaringología del mundo, ya que la utilidad de su invento el espéculo, espejillo o laringoscopio, revolucionó el mundo de la voz pudiendo ver por primera vez las cuerdas vocales en movimiento y facilitando el diagnóstico de muchas patologías Manuel García (hijo) ha recibido numerosos homenajes después de su fallecimiento, entre los que destacan el que realizó en 1924 el Ayuntamiento de Madrid; el llevado a cabo por la New York Academy of Medicine en 1955 o el ofrecido por la Sociedad Española de Otorrinolaringología y Patología Cervicofacial en 1957. En el año 2005, con motivo del bicentenario de su nacimiento, numerosas sociedades médicas y musicales le brindaron sendos homenajes entre los que destaca el realizado por la Sociedad Española de Otorrinolaringología en su Reunión Anual en Madrid. The Pan European 25
Voice Conference, The Otolaryngology Historical Society of the Amercian Academy, The Nacional Association of Teachers of Singing, homenajearon igualmente al músico madrileño. Tuvo una vida larga y muy fructífera. Fue cantante, profesor de canto y el primer científico de la voz. Murió el día 1 de julio de
1906 en Londres, mientras dormía, en su residencia “Mon abri” en Crikelwood. Está enterrado en el cementerio contiguo a la iglesia de St. Edmund en Suttonplace. Manuel García ejerció como profesor de canto hasta la edad de noventa años.
Bibliografía: ALONSO, Celsa: Cien años de Canción Lírica Española (I).1800-1868. Madrid. 2001. Música Hispana. ICCMU. GARCÍA, Manuel: Ejercicios para la voz o sea Escuela de canto con un discurso preliminar. Madrid: Hermoso Mintegui y Carrafa, s.f. [1831] y GARCÍA, Manuel: Colección de los mejores ejercicios de vocalización extractados de las obras de Rossini y García. Madrid: Lodre, s.f. [18...]. GARCÍA TAPIA, Antonio: Manuel García. Su influencia en la laringología y en el arte del Canto. Madrid 1905. Ed. Nicolás Moya. NUÑEZ, GARCÍA-TAPIA, AUBRI, Homenaje a M. García en el primer centenario del descubrimiento del Laringoscopio por la SEORL. Madrid 1957. Ed. Estades. RADOMSKI, James. Manuel García (1775-1832) Maestro del bel canto y compositor. Madrid 2002. ICCMU. SALDONI, Baltasar. Diccionario Biográfico Bibliográfico de Efemérides de Músicos Españoles. Madrid.1868-1881. Imprenta Antonio Pérez Dubrull. 4 Vols. Reedición fácsimil. J. Torres. Madrid.1986. Ministerio de Cultura. STENDHAL, Vida de Rossini. Madrid 1987. Ediciones Aguilar.
Hoy, en estas tierras andaluzas He aprendido mucho acerca del silencio Y de algunos equivocados ardores Pues por mucho hablar Hay quien puede perder el juicio Por eso es preferible callar Y de la gente, de la buena gente ganarse las confianzas
Extraído del poemario “Rompiendo las Tierras” de Fernando Criado
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Teatro Musical La crítica de
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YO, FARINELLI, EL CAPÓN. Teatro musical barroco Basado en la novela de Jesús Ruiz Mantilla Manuel Gutiérrez Aragón, director Miguel Rellán, actor, Carlos Mena, contratenor Forma Antiqva, Aaron Zapico, director musical Localización: Sala Argenta Palacio de Festivales. Santander Nueva producción del Festival de San Lorenzo del Escorial y Festival Internacional de Santander. Con la colaboración de UIMP.
Carlo Broschi, Farinelli, fue uno de los más famosos castrati de todos los tiempos. En la novela de Ruiz Mantilla, Farinelli a sus 75 años, retirado en su villa de Bolonia, rememora sus inicios, sus maestros, amores y desamores, las horas de gloria en los teatros de Europa, pero donde colmó todos sus sueños fue en España cuando fue llamado para curar la melancolía del Rey. La voz de los castrati se conseguía castrando a los niños previamente a la pubertad al extirparse o inutilizar las glándulas sexuales masculinas (ablación del tejido testicular sin mutilación) antes del desarrollo de los caracteres sexuales secundarios, y por tanto, del desarrollo de la laringe, la muda de la voz y la adquisición del tono varonil de adulto. De esta forma la laringe y las cuerdas vocales permanecen en su tamaño pequeño y la voz conserva características y timbre infantil o de voz blanca. Es una voz masculina con timbre femenino, una voz ajena a su dueño ya que estos desarrollaban un cuerpo inmenso dando la impresión de que cantaban con un instrumento y no con su propio cuerpo. De este modo se lograba aunar la voz infantil aguda, considerada tierna y emocional, con las cualidades de un intérprete adulto: mayor potencia pulmonar, pleno dominio de la voz y la sabiduría propia de la edad. Estas prácticas se realizaban en una simple bañera a chicos con pocas posibilidades
económicas o con muchos hermanos a quien alimentar. En ocasiones se decía que era producto de la caída accidental en la monta de un caballo. En el caso de Farinelli parece que fue cierto. Otros no tuvieron tanta suerte y perecían en el intento. En cualquier caso eran seres sobre naturales, codiciados tanto por hombres como por mujeres, siendo al parecer grandes amantes ya que no había peligro de procreación. Los primeros castrados se remontan al año 400 dC La práctica de la castración de niños cantores existía desde la creación del Imperio romano de Oriente en Constantinopla
Muchas han sido las referencias a estos seres excepcionales a lo largo de la historia. En torno al año 1550, aparecieron los primeros documentos claramente referentes a cantantes castrados en Roma y Ferrara. En 1589, por la bula Cum pro nostri temporali munere, el papa Sixto V reorganizó el coro de la Basílica de San
Pedro específicamente para incluir castrati. Así pues, los castrati vinieron a suplantar a los niños (cuyas voces se estropeaban después de sólo unos pocos años) y los falsetistas (con voces más débiles y menos fiables). Por su parte, las mujeres tenías prohibida su participación en el coro debido al dictamen paulino mulieres en ecclesiis taceant ('las mujeres deben a guardar silencio en la iglesia', véase Corintios I, capítulo 14, v 34). Desde el siglo XVI hasta el XIX los castrati tuvieron enorme fama, se les pagaba grandes cantidades de dinero y recibían valiosos regalos. La prohibición a la castración con fines musicales llegó después de la unificación de Italia en 1861. En 1878, el Papa León XIII prohibió la contratación de nuevos castrati por parte de la iglesia, pero no fue hasta el 22 de noviembre de1903, día se Santa Cecilia, cuando el Papa Pio X dictó una orden por la que los castrati debían ser reemplazados por niños en la iglesia y la castración se hizo ilegal. El último castrato fue Alessandro Moreschi quien se retiró en marzo de 1913 y murió en 1922. Hoy en día estos roles son desempeñados por contratenores o falsetistas. El pasado 9 de agosto asistimos a la puesta en escena de Yo, Farinelli, el capón, en el Palacio de Festivales de Santander, dentro de la 68 edición del Festival Internacional de Santander. Coproducida con el festival escurialense, fue estrenada dos días antes en el Festival de Verano del Teatro Auditorio de San Lorenzo de El Escorial. Un espectáculo de teatro musical barroco, original y nada al uso, en el que se ha pretendido ir a la raíz del teatro de manera sobria. Protagonizado por el actor Miguel Rellán y el contratenor Carlos Mena y con la dirección escénica de Manuel Gutiérrez Aragón, quien también ha creado el texto dramático a partir de la novela homónima del periodista y escritor Jesús Ruiz Mantilla. La parte musical está dirigida por Aarón Zapico, a cargo del conjunto Forma Antiqva, que deparó momentos de 28
verdadera emoción acompañando a la voz de Carlos Mena. Yo, Farinelli, el capón revive los últimos días de Carlo Broschi (1705-1782), más conocido como Farinelli, el mayor cantante castrado de todos los tiempos, a través de un monólogo interpretado por Miguel Rellán. La obra recoge su llegada a la corte española de Felipe V, que lo acogería con grandes honores durante 22 años. Hace un repaso a su vida y carrera con ese eje temporal como centro. Farinelli, al servicio del primer Borbón y de su hijo, Fernando VI, fue el encargado de introducir el gran arte de la ópera en España. En esta obra escénica a mitad de camino entre teatro musical barroco y monólogo ilustrado musicalmente, los recuerdos del famoso castrato van mezclándose con las cinco arias que le cantaba cada noche a Felipe V en La Granja o en Aranjuez y que pudimos escuchar en directo gracias a la hermosa voz del contratenor Carlos Mena que domina todo el registro y a la música delicada de Forma Antiqva, donde los hermanos Zapico demuestran una complicidad determinante para el conjunto del espectáculo.
Miguel Rellán supo cautivar con un íntimo monólogo este sorprendente relato, dirigido en especial para los jóvenes, a los más de 1.200 espectadores que llenaban la sala. Por su parte, Carlos Mena nos hizo vibrar con algunas de las conocidas arias de Häendel transportándonos a las veladas de la corte madrileña del siglo XVIII. Una noche para el recuerdo, pero indudablemente, el libro de Ruiz Mantilla va descubriendo el amor inmenso del autor por la música y el canto y, con él en nuestras manos, nos transmite una emoción profunda. Madrid
Madrid
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En el marco de la celebraciรณn de su Bicentenario, el Museo del Prado presenta
Sofonisba Anguissola y Lavinia Fontana
Historia de dos pintoras 30
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UN HECHO PARA REFLEXIONAR !
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ay momentos en la vida en los que se producen circunstancias imprevistas y que, para las personas afectadas representan, a veces, unas conductas y reacciones difíciles de prever. Lo que relato a continuación, es un hecho real vivido personalmente y que por su naturaleza creo interesante referirlo. No obstante, pienso que quizás para algunos lectores este hecho pueda carecer de interés, pero siempre ha sido una huella de grato recuerdo para mí. Sucedió un día del año 1984 cuando, por mi agenda de trabajo, visité a un concesionario de automóviles de la red de la marca en la que trabajaba. Había aparcado mi coche de empresa delante de la exposición del citado concesionario cuando un vendedor del mismo subió al despacho del Gerente, con el que estaba reunido, para indicarme que alguien había roto el cristal de una de las puertas delanteras y me habían robado la radio, accesorio muy cotizado por entonces en el mercado pirata. Cuando bajé a comprobar el estado del vehículo, caí en la cuenta de que la guantera también estaba abierta. Los ladrones se habían llevado una pequeña cartera que contenía dos fotografías de mis padres, ya fallecidos, que siempre llevaba conmigo y, por lo tanto, de un valor sentimental incalculable.
Regresaba a mi despacho en un coche cedido por el concesionario y muy afectado por la circunstancia antes narrada cuando comencé a hablar en voz alta solicitando ayuda a mis padres para no quedarme sin esa cartera que tantos años llevaba conmigo. Casi llegando a la oficina sentí una sensación difícil de explicar. De forma instintiva, como si alguien me dirigiera, volví de nuevo al concesionario y tras varias vueltas por sus alrededores sin rumbo fijo pasé por una calle que albergaba unos jardines con mucha arboleda. Paré el coche, me bajé y di con la cartera detrás de uno de los árboles. Mis piernas temblaron y mis ojos llenos de lágrimas no daban crédito a lo sucedido. ¡Qué experiencia, Dios mío! Desde entonces esa cartera, con las fotos de mis padres en su interior muy deterioradas por el paso del tiempo, nunca se ha separado de mí. Para finalizar, no debo obviar que, además de a mi familia, esta experiencia se la he referido, cuando ha habido ocasión, a varios amigos íntimos y a algún sacerdote conocido. Sus opiniones han sido de todo tipo: casualidad, instinto, azar o cuestión de Fe. Según y quien me la diera. No sé quién puede llevar la razón. Lo que sí sé es que mis plegarias fueron escuchadas. En definitiva: ¡un hecho para reflexionar!
Si quieres colaborar o participar del proyecto de nuestra revista te recordamos que el plazo de recepción de originales para el próximo número termina el día 15 de enero de 2020.
Una idea personal que nace de dos profesionales españoles afrodescendientes y que poco a poco, tras mucho esfuerzo va tomado forma y sentido
SOY ESE NEGRO Si pudiera encontrar el lugar donde la verdad hace eco me quedaría allí parar susurrar recuerdos del futuro. Dejaría que el futuro habitase en mi pasado para poder vivir una hora más alegre. ÉL, ahora es la esencia de mis dominios y contiene todo lo fue, todo lo que será; porque soy como fui y seré porque soy y siempre seré ESE NEGRO. Soy ese NEGRO que cuelga de mentes atrapadas, esclavizadas por el tiempo. Soy la vida que suplanta a la vida. Lo soy. Fui yo el del pelo afro de mirada eterna que convirtió su miedo mortal en cápsulas del tiempo. Pero… ¿lo Soy? ¿Soy por lo que soy? o, ¿Soy por lo que siento? Porque a veces no sé lo que siento. Otras no siento lo que creo que soy, y, las demás veces, creo que simplemente no sé qué es ser. Soy de este cuerpo que empieza a fallarme y apenas me obedece y que aun así debo decir que es mío. ¿Mío de MÍ? ¿De mi ser que soy YO? Porque mi ser y mi cordura, en realidad, pertenecen al estado de ánimo o a la locura de otros ¿Mi ser es de otros? Si YO soy tu YO, porque te amo, nadie más podrá ser mío hasta el día en que… ¿Tú y YO somos uno? ¿Soy en base a lo que tengo? ¿Y cuando no tengo nada también soy? ¿Se puede no ser nada y tenerlo todo? Siento que se puede vivir. No siento del todo. Soy la suma de mis elementos, la conjura unánime de todos mis EGOS, la síntesis del plan, el guion de esta ópera prima, el componente secreto de la fórmula para la elaboración de la savia, de la sangre de este animal que vuela y repta, ríe y gruñe…, florece. ¿Pero YO, soy lo que digo o soy lo que hago? ¿Soy en verdad lo que recuerdo? Es que a veces pensando de una manera, actúo de otra. Entonces, ¿cuándo me pregunten qué fui, cómo contesto? Creo que, en momentos, revivo mi pasado con el YO de ahora; quizás trato de ser el YO que fui. Tal vez trato de ser el YO de mis recuerdos y ahora no sé qué es ser. Porque, simplemente, no tengo un YO ¿Me lo merezco? ¿O es un derecho universal ligado a la identidad? 32! !
¡¡¡Nooooo!!! Soy un ya siendo… Siempre soy YO, y, aunque no siempre me tengo, soy YO que cree, porque piensa. O al revés. Contengo un YO, que sabe porque siente; o a la inversa Pero… ¿Entonces, somos dos YOes confundidos? ¿Y qué pasó con mi ser? ¿O esos dos YoesS están en mi ser, que al final es como un contenedor? Si es así, que genial es mi ser. En definitiva, soy YO, que se define en base a lo que sabe. No contengo un YO que se define en base a lo que cree. ¡Ahhhhhh! Pueda que sea un YO que cree definirse en base a lo que piensa. Si grito a veces es porque sé que contengo un YO que no se define por culpa de lo que siente ¿No? ¡Sí! ¡Soy todos! ¡Al final soy todos! Ese niño gordo que se hurga la nariz. Esa mujer autista que, a veces, ni se ve ni se asusta. Ese hombre que castiga, ese perro que no ladra. Sí, también soy ese perro que no ladra. Y ese que no es modelo de nada pero es modelo de algo también soy YO Porque está pasando ahora, aquí. Ni pertenezco ni soy testigo de lo que pasa ¡YO soy lo que pasa! ¿Soy porque hago? ¿Hago porque soy? ¿Acaso debo identificarme con todo lo que sería si pudiera? ¿Será que soy lo que puedo o será que lo que estoy haciendo, es lo que me impide ser YO? ¿Quiero decir soy la acción? ¿Soy el pensamiento? ¿De verdad soy un YO real? A veces siento que somos YOes inmensos. Con problemas de espacio dentro de estos cuerpos pequeños; condenados a creerse infinitos Éste parece un mundo en el que sólo cabemos YOes y sus consecuencias: tu YO, mi YO, sus y nuestros YOes. YOes protagonistas y no ególatras. YOes monstruosos que no den miedo. YOes superados y no superiores. Todos y cada uno, ya en procesión de vuelta a la santidad, con paso solemne, elegante, lento. Como lo haría ese NEGRO, pero ÉL nunca fue. YO SÍ SOY. xOx
Bajo el nombre Las Luces del Real Jardín emblemático de la ciudad de Madrid. se cuento de hadas con espectáculos de de figuras de luz, muy del estilo de los hacen en otras ciudades europeas como
Botánico, este lugar convertirá en un paisaje de luces navideñas e instalaciones 'Christmas Garden' que ya se Berlín, Stuttgart o Londres.
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Rubén Valin Pastor trashumante y soñador
EL VALOR DE LAS CRUCES PARA LOS PASTORES
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unque a todos nos venga a la cabeza algo de carácter religioso, estas cruces no tienen nada que ver con ello. Estas cruces son partes fundamentales en la delimitación de nuestros montes, además de ser un conocimiento y transmisión de los topónimos Ser pastor es haber adquirido aquellos conocimientos que previamente han sido trasmitidos a otros pastores ¡Conocimiento empírico! Así pues, parte fundamental es el conocer los límites (muria, mojones, cruz) de los montes, saber con precisión de cirujano hasta dónde y hasta cuando se podía hacer el aprovechamiento. El respeto se ganaba a fuerza de respetar y todo aquello que estaba dentro del propio límite del arrendamiento era un bien preciso de cuidar y de trasmitir. Desde el corral y el chozo hasta las fuentes que se cuidaban y limpiaban como algo imprescindible para que el puerto tuviera futuro. Dicho todo esto, era un orgullo que aquellos pequeños zagales entendiésemos la importancia de las cruces. Para los montes de utilidad pública así como para los puertos pirenaicos, esa forma de entendimiento suponía, y aún supone, que los mismos hayan llegado representados hasta nuestros días. El disfrutar de un día de campo, así como el turismo de montaña, tiene una deuda con aquellos pastores que velaron y todavía velan para que las generaciones venideras conozcan su historia representada en unas piedras con cruces talladas. Los beneficios medioambientales, así como los espacios naturales de alto valor ecológico son hijos de to dos los pastores que moldearon el territorio, siempre desde la consideración hacia la naturaleza, y con el único fin de que aquellos lugares fueran respetados. La cruz esculpida en la piedra y la estrella en el cielo, eran nuestro mundo. !
Estudiante de "Artes Visuales y Danza con mención en Danza-Teatro" en la URJC, miembro de la Compañía de investigación IUDAA, directora teatral, dramaturga, bailarina y profesora de danza para “Victor Ullate Roche Sing Dance Project S.L.”
Esta es la tarjeta de visita de:
Esther Berzal TODO LO QUE NO SÉ HACER No sé silbar. No sé no morderme las uñas. No sé cantar. No sé pintar dos cuadros iguales y no sé entender las señales. No sé no tomar café por las mañanas. No sé esperar. ¡Dios mío!, no sé esperar. No sé dormir. Un pequeño rayo de luz que entre hace que éste, mi cuerpo, despierte. Abro los ojos y miro la hora y con ellos en blanco y poca demora como un resorte que me pincha en el culo me pongo de pie sin esfuerzo alguno. No tengo aguante. No aguanto en la cama. No aguanto en el sillón. No espero a la alarma y llego al millón de voces sin calma, que me dan órdenes. Y yo, las sigo. No sé no hacer caso. Tengo el sentido de la autoridad demasiado desarrollado. Me gusta. Me gusta la jerarquía. El saber quién es quién. Que cada uno esté en su lugar y así nada malo puede pasar. No hay confusiones posibles ni barreras que se quieran saltar. No sé vivir a lo loco y me cuesta improvisar. No tenerlo todo estudiado sin lugar a dónde llegar. No sé no tenerlo todo bajo control.
No sé dejarme sorprender. No sé “que pase lo que pase” porque no sé lo que va a pasar. No sé no saber. No sé no conocer. No sé no tener ni idea. Es una falta de seguridad no en mí misma, sino en el otro. No sé confiar. Es que… No me vale cualquier cosa. No sé conformarme. Soy selectiva. Divertirme con cualquiera, no puedo. Dormirme con cualquiera, imposible. Enamorarme de cualquiera, incapaz. Incluso tener a mi vera caminando en la misma acera compartiendo conversación a una persona sin pasión me pone de los nervios. No lo aguanto. Comparto mi tiempo y mis ganas y siento que solo lo haré con personas con las que cada momento sea un nuevo descubrimiento. No me valen “los demás”. Los demás no me dan nada. Me gusta la gente cuya vida parece un cuento y saben muchas historias y me las quieren enseñar. A veces incluso las escribo.
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Aunque no soy capaz de escribir sin motivo. No soy capaz de escribir porque sí. Yo misma -a mi yo escritora- me impido y empiezo un texto al que no pongo fin. Llego a un colapso en la mente. No sé cómo continuar. Nunca he tenido la suerte de sin razones poder avanzar. Necesito un por qué. No sé hacer las cosas por encargo. No sé hacer las cosas para aquel y me viene un sabor amargo al no poder entender por qué causa no puedo. No puedo, no puedo, no puedo darle al que me pide lo que me pide. ¿Por qué causa me impide mi alma a mi palma que escribe hacer algo con sentido? Aunque después se me olvide. Y yo les digo a las musas: ¡Venid ahora, es el momento! Y ellas me miran y se ríen bien quietitas en su asiento. No les apetece. Pero luego un día cualquiera, en el momento menos apropiado cuando más cosas estoy haciendo, deciden ponerse a mi lado. Deciden susurrarme al oído y siento que me han hechizado. Y no puedo evitar seguirlas al sitio que hayan creado para que yo me siente, me inspire y me concentre. Para que yo me invente… No sé, cosas. Cosas que salen de mi mente sin un control aparente pero con una fuerza arrolladora. Y las dejo quietas. A las cosas. Las fijo. Las… “guardo”. Si tengo un cuaderno, en un cuaderno y si tengo el móvil en el móvil. Y si no tengo ni una cosa ni la otra, 36! !
busco rápidamente un servilletero y pido un lápiz. Y ando con un papelujo arrugado en el bolsillo tres o cuatro días hasta que recuerdo que está ahí y lo transcribo a algún sitio donde tenga más cosas de cuando las musas han venido a molestarme y a jugar conmigo. Y se duerme con ellas. Pero hoy… Hoy nada. Hoy les hago aspavientos desde mi yo creador y ellas me tiran besos desde la lejanía. Se burlan de mí. Yo las miro fijamente. No me muevo. Cojo aire y lo suelto. Es un resoplido. Con las mismas me doy la vuelta y enciendo la tele. Sin ellas no soy capaz de hacer nada y quisiera hacerlo todo. Pero no tengo otro modo. A pesar de todo lo que desconozco hay algo que sí sé. Hay algo que he descubierto en este precioso y preciso momento. Tengo la seguridad certera de que ésta es la manera en la que yo me manifiesto.
CANTO AL REY DE LAS DEHESAS Amigo mío, acabo de sentir otra vez tus carnes …dentro de mí y… cada día me veo más comprometido Con esas elogiadas carnes tuyas Hoy he visto, de nuevo, tus colores dignos de grandes aleluyas Me he encontrado de nuevo con esas vetas que con placer he comido Hoy, he vuelto a degustar esos placeres que son, desde niño, mis afanes No soy, ni seré, amigo ibérico, el primero que haya cantado Las excelencias de tus andares La belleza de tus olores El placer de tus negros colores Pero espero ser al menos el más reciente que te haya alabado Esas lonchas de tus alabados jamones Las he paladeado hoy Y han recorrido mis vías internas, Pasando por mis papilas Llenando mi espíritu de esos placeres que destilas Dando gusto a mis meriendas y cenas Completando la felicidad de estar donde estoy Disfrutando con lo que tus sabores expones Nunca suficientemente alabado ibérico rey de las dehesas, De Extremadura, de Huelva, de Aracena, Jabugo, Salamanca o Guijuelo, De todos aquellos sitios donde con tus andares progresas Hasta convertirte en ese especial reyezuelo De nuestras mesas, de nuestras meriendas o cenas, Llenando nuestras comidas de placeres y grandes faenas Déjanos disfrutar de ti amigo, De tus carnes, sabores, olores y colores, Déjanos poder contar haber estado contigo Con tus aromas, tus vetas y tus grasas Déjanos sentir todos los acentos y clamores Que tus paletas, lomos y jamones nos cedes sin tasas ¡Oh! rey ibérico que tan bien fuiste cantado Por don Miguel en su Quijote, Por Lope en su epístola, por Quevedo, Cela, Alberti o Guillén… No importa que te llamen gorrino, chancho o puerco No importa que, a veces, te confundan Con otras ascendencias no tan nobles como la tuya Pues siempre serás entre todos el que por mi boca más delicado fluya El que más nos reúna a tu alrededor y tus aromas nos enciendan
Siempre serás nuestro amigo y… siempre ¡oh, rey de las dehesas! al que más me acerco…
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Manuel Luque
Endocrinólogo clínico, investigador y soñador
El amor de una madre (Monta/Plex)
La pestilencia era nauseabunda. Sin embargo, a duras penas podía competir con el miedo. O quizás era peor el ruido ensordecedor, infernal amalgama de detonaciones, alaridos, llantos y plegarias. Hombres derechos y deshechos llamando a su madre desconsoladamente como un bebe que despierta en mitad de la noche ¡Mammmaaaaaa! Ya no se podía idear una alternativa coherente. Si se podía aunar alguna voluntad en aquel grupo, debía encaminarse a salir de allí. Y los pocos entre ellos que mantenían cierta capacidad de raciocinio así lo sabían. Aunque si la capacidad de razonar jugara en esta partida, ¿quién en su sano juicio hubiera enganchado la anilla? ¿Quién hubiera bajado por la rampa? ¿Quién hubiera saltado? No, era deseo. El deseo irrefrenable de volver a sentirse seguro. Y aquel deseo sólo podía satisfacerse transformándolo en un impulso irracional en contra de cualquier mecanismo de defensa. Estarse quieto, acurrucado, que pasara. Así llevaban ya un tiempo que no podían precisar, pero parecía una eternidad. Pero no iba a pasar. Así que, con las sencillas órdenes recibidas y en defensa de no sé cuáles ideales, aquellos hombres aún funcionales tras la primera batida de otros hombres que les esperaban tras haber recibido órdenes sencillas en defensa de no sé qué ideales, se arrastraron fuera de aquella zanja y empezaron a avanzar serpenteando en dirección a aquel puente, como única vía de supervivencia. No presentaba una gran dificultad. Eso seguro. El foco no paraba de moverse de un lado a otro buscando en la espesa noche a quienes lograron saltar de aquellos aviones que el fuego antiaéreo no había podido eliminar. Reunir en el mismo punto la figura balanceante en rápido descenso, el cañón de luz y el punto de mira de las MG-42, terminaba siempre inexorablemente de la misma forma. El balanceo se tornaba en tremor poco después de una ráfaga de luz y sonido centelleante. Después, de nuevo balanceo, aunque de la campana ya colgaba un peso muerto del que ya no cabía preocuparse. Pero pese a su posición elevada frente a los atacantes, sin duda privilegiada, la sencillez de la tarea y el prolijo trabajo de aquellos hombres encargados de defender el puente, la lluvia de paracaidistas era lo suficiente intensa y persistente para que algunos llegaran al suelo, recogieran los arneses y el globo; por cierto, otro buen momento para que las Maschinegewehr se ejercitaran con su cadencia letal, antes de correr a esconderse. Si lo analizabas fríamente era una estrategia brillante. Concentrar los improvisados nidos de ametralladoras en aquel siniestro tiro al plato, mientras que un grupo muy reducido compuesto por la flor y nata de un cuerpo de francotiradores se adentraba sigilosamente en el territorio fuera del foco enemigo. Por el contrario, ese mismo análisis desde el punto de aquellos infelices abatidos antes de tocar el suelo era otra cosa, pero no les correspondía a ellos pensar en eso. Era el bien común. Todos los medios necesarios, no importaba el coste, en orden a cumplir un objetivo superior desde el punto de vista moral. Íntegramente dependía de la moral de cada quién. En fin. Allí estaban. A distancia de tiro de los Springfield. Ya salían de sus madrigueras. Era cuestión de tiempo. No tenían otro remedio. Los que habían tocado suelo y se hubieran mantenido operativos, agazapados en los recovecos del terreno, habían seguido sufriendo la lluvia de granadas que escupían los Granatwerfer 42. Y ahora estaban soportando !
irremediablemente continuas ráfagas de ametralladora. Hoy al menos los hombres allí apostados iban a poder defender el territorio invadido de aquellos nuevos invasores. Terminarían la jornada vivos y no esperaban grandes sobresaltos. Se disponían a cumplir su trabajo. Mañana sería otro día. Y con las noticias que se filtraban, pese al impostado optimismo propagandístico de los altos subordinados del prócer, los próximos mañanas podían ser otros muy diferentes. Ensimismados en acabar lo antes posible con aquellos desventurados que enviaron a un suicidio premeditado no se percataron, al principio, de que estaban siendo diezmados con una precisión digna de un cirujano experimentado. No obstante, uno de los puestos defensivos había girado el cañón hacía el noroeste. Desde hacía unos cuantos minutos notó que la potencia de fuego de las defensas en esa vertiente había disminuido notablemente hasta callar por completo. Sus compañeros permanecían en su puesto, pero yacían inmóviles en él. Todo se ejecutaba según lo previsto. ¡Aguantad sólo un poco más! ¡Distraedles! Y de repente, algo empezó a ir mal. Intuían que estábamos allí. Nos estaban disparando sin precisión alguna, pero no hacía falta si la cantidad es grande. Entonces ocurrió algo que iba a definir el devenir de aquel enfrentamiento. La puerta de mi cuarto se abrió, y mamá me dijo: -
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¡Manuel, cómo tienes el cuarto! Recoge que ya tienes una edad para estar jugando con muñequitos ¿Quieres una tortilla francesa con miguitas de pan? ¿Si? pues a bañarse, cenar y a la cama que mañana hay cole. ¡Jo, mama, déjame cinco minutos más! No. ¡Venga que se hace tarde! Mañana sigues.
Recogí todos los soldaditos. Primero en sus bolsas de papel y luego los metí en su cubo. Me bañé, cené la tortilla de miguita de pan de mi madre, caí rendido en la cama, y me dormí como duerme un niño. Sin preocupaciones. Solo el amor de una madre podía detener un enfrentamiento como aquél. Por lo menos, hasta la tarde siguiente.
Esta es la exposición del otoño que no podemos perdernos en Madrid. En Los Impresionistas y la fotografía, Veremos obras pictóricas al lado de fotografías de la época 39
La entrevista con
,+-'&./!0*+1&'/! Pintor de saga Rompedor, a veces iconoclasta, muy trabajador y profesional Creativo, sin escuela, autodidacta
provechando una visita a la Ciudad Condal, decidí acercarme al Museo Palmero, situado en una bellísima masía catalana del siglo XV que alberga las colecciones de una saga de tres pintores y donde tiene su taller, Alfredo Palmero. Alfredo, un hombre espigado, con su aspecto de poeta romántico del XIX, me atendió con suma corrección y después de enseñarme el Museo, accedió a concederme la siguiente entrevista
P: ¿Cómo ha influido en ti ser parte de una saga centenaria de pintores? R: Influye sobre todo en la responsabilidad que ello conlleva. Se debe estar “a la altura”, es decir, intentar que el nivel de producción sea de calidad. A mí me influyó sobre todo en el gusto por pintar al ser humano y el tratamiento de la composición. P: Nos ha parecido que el proceso de creación, ese proceso creativo, es muy importante para ti ¿Por favor, por qué el proceso creativo es tan importante para ti? R: El proceso creativo es muy importante. Aquí tenemos que hablar del concepto “inspiración”, el cual existe. Es un “clic” que aparece del modo más inesperado, producto de un color, situación, noticia e incluso sueño (la parte inconsciente también puede participar en la creación). Es una idea inicial que suele variar con el transcurso de la ejecución de la obra, o sea que el proceso de creación puede modificar la primera inspiración. P: Sabemos que escuchas música cuando pintas ¿Es así siempre? Para ti, Alfredo, ¿cómo es la relación entre la música y la pintura? ¿Te ayuda? R: Escucho música al pintar. Sí. Su función puede variar: a veces simplemente acompaña la sesión de trabajo y en otros casos puede tener influencia en la realización de los cuadros. Lo veo como una energía adicional que a veces influye en el hecho de pintar. La música es fundamental en mi vida y la relación entre música y pintura es que ambas alimentan el espíritu humano. P: ¿Has pintado siempre lo que tú querías? R: No. Al principio pintas cosas para aprender el juego luz/sombra, perspectiva, combinación de colores y formas, etc. Con el tiempo, el pintor desarrolla su estilo personal. P: Por favor, Alfredo, indícanos cinco razones que explique tu proceso creativo. R: ¿Cinco razones que expliquen mi proceso creativo? Ilusión, reto (o superación), emoción, originalidad y personalidad. Pienso que estos elementos deben estar en la mente del artista.
“Ilusión, reto (o superación), emoción, originalidad y personalidad. Pienso que estos elementos deben estar en la mente del artista.” P: ¿Qué importancia le das al color? ¿Al volumen? ¿A la luz? ¿Al dibujo? R: Al color le doy toda la importancia, es básico en la noción de la imagen. El volumen es importante, claro, pero hay que pensar que existen las pinturas planas, por ejemplo el arte oriental. La luz en mi caso es muy importante también. No sé si consciente o inconscientemente. Mis obras suelen tener mucha !
luz. El dibujo, yo lo llamo esqueleto de la pintura. Es la base de todo. Es donde se ven los grandes artistas. Con esta frase del pintor Ingres se resume todo “Haz un buen dibujo y pinta con mierda”. P: ¿Tienes que estar solo para pintar? R: Sí, para pintar prefiero estar solo. Es como una lucha personal, individual e intransferible. Es como desnudarse en cierto modo y sí, debo estar solo. P: ¿Existe algo, alguien o algún lugar que te sirva de “catalizador”? R: De catalizador, en mi caso, sirven muchas cosas. Pero un lugar en sí, para llevar a cabo la obra no es algo muy importante. La obra la lleva uno dentro. P: ¿Te emociones al pintar? ¿Qué sientes cuando terminas una de tus obras? R: Al pintar no me emociono, más bien me animo si la cosa sale. La emoción debe aparecer en la obra acabada y requiere al espectador. Cuando termino una obra que creo que ha salido bien, o muy bien, es cuando consigo la calma total. Solo en ese momento. Es como si el alma dijera: ¡Trabajo hecho!
“Al pintar no me emociono, más bien me animo si la cosa sale.” P: ¿Por qué no pintas naturalezas muertas o bodegones? R: No pinto bodegones y naturalezas muertas porque ya lo hice en mis inicios, sobre todo para estudiar la relación luz-volumen. Si lo hago, son solo de imaginación, nunca realistas. P: ¿Qué te gustaría pintar y qué te queda por pintar? R: Me gustaría pintar cuadros que las generaciones futuras admirasen. Y por pintar me quedan, espero, cosas que ahora ni las imagino. ¡Es un deseo! P: ¿Qué obra te gustaría haber pintado? R: Cualquiera de Velázquez y las mejores de Picasso.
PALOMARES Y PICHONES Cecilio Lera Magnífico cocinero, político, alcalde y gran conocedor de su tierra y de sus gentes
La arquitectura popular en nuestra comarca de Tierra de Campos que encuentra en los palomares una de las construcciones más representativas definiendo a la perfección el sentido de aprovechamiento de los recursos existentes y que identifica a Tierras de economías pobres como la nuestra, ofrece en ocasiones magníficos ejemplos de la sobria combinación de objetivos y medios. La explotación de estos palomares ha contribuido durante mucho tiempo a complementar la economía familiar en el medio rural y, debido a su elevado número, se ha convertido en una imagen inseparable del paisaje de Tierra de Campos. Los palomares tradicionales se presentan de formas diferentes, cada uno tiene su característica y su tipología. Es tal la variedad de formas, que asombra tanta riqueza constructiva en un territorio donde aparte de barro y paja, en la época de su construcción no había nada más. Resultado de los palomares en esta tierra: la paloma y el pichón que en ellos se cría han sido una de las principales carnes de nuestra despensa histórica. Yo, como cocinero, me propuse una meta: colocar en los restaurantes el pichón bravío de Tierra de Campos como un plato único de sabor y con una textura y una finura como ninguna otra carne de caza. Hace años el pichón se consumía en las casas y no se solía comercializar. Me gusta presentarlos escabechados o estofados. En cualquiera de los casos su sabor sorprende y ningún comensal se siente indiferente ante este manjar tierno y de sabor intenso. Mi satisfacción ha sido que el pichón haya dejado de ser una carne desconocida y forme parte ahora de la mesa de grandes restaurantes.
Palomar en Tierra de Campos
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Nani García de León Doctora en Literatura Hispánica por la Universidad Complutense de Madrid y miembro de la Asociación Internacional de Hispanistas (AIH) !
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AROMAS LITERARIOS os perfumes han impregnado de aromas agradables nuestra sociedad actual e incluso la prensa se hace eco del progresivo crecimiento del consumo de perfumes en España.
La valoración del sentido del olfato es, sin embargo, moderna y no ha tenido hasta el siglo XX una consideración especial. Si nos remontamos a Aristóteles y a su organización jerárquica de los sentidos, observamos que el lugar superior lo destina a la vista y el oído, privilegiados por su asociación con la belleza y la música. En el extremo inferior coloca el gusto y el tacto, asociados a los primitivos sentidos animales y en un lugar intermedio, sin especial interés, sitúa el olfato, al que identifica con la nutrición pues percibe olores placenteros cuando el sujeto tiene hambre. Más adelante lo dota de una nueva cualidad, la de percibir aromas, como los de las flores, que son agradables. El sentido del olfato sigue relegado hasta el siglo XVIII en el que la ciencia, de la mano de Jean-Noël Halle, considera el mal olor como síntoma de enfermedad y favorece el nacimiento del concepto de higiene pública. Se prohíbe tirar las heces a la vía pública, se hacen importantes cambios en el urbanismo y la arquitectura, se construyen drenajes públicos y se prepara dentro de las casas un cuarto de aguas (water closed) donde hacer las necesidades fisiológicas y evitar el mal olor en las demás estancias. La literatura, sin embargo, recoge excepcionales menciones al olfato. Cervantes, sin intención de proponer teorías, otorga a don Quijote un inusual desarrollo del olfato: tenía el sentido del olfato tan vivo como el de los oídos, razón por la que percibe inmediatamente los efluvios que el miedo ha desencadenado en Sancho y le reprocha ahora más que nunca hueles y no a ámbar. (Cervantes. Don Quijote de la Mancha. I, 20). Y Shakespeare describe cómo Cleopatra acude en busca de Marco Antonio en un barco cuyas velas habían sido cuidadosamente tan perfumadas, que dijérase que los vientos languidecían de amor por ellas (…), de la embarcación se escapa invisible un perfume extraño, que embriaga los sentidos del malecón adyacente. (Shakespeare. Antonio y Cleopatra. Acto II, esc. II) Los estudios científicos culminaron con el Premio Nobel de Medicina otorgado en el año 2004 a los científicos estadounidenses Richard Axel y Linda Buck, quienes habían publicado en 1991 un trabajo que desvelaba cómo la genética es responsable de la capacidad olfativa y qué relación existe entre el olfato y el cerebro. La Academia Sueca reflejó en su comunicado el misterioso comportamiento del olfato: Una única almeja que no esté
fresca y que provocara una enfermedad, puede dejar un recuerdo que permanece durante años y nos previene de comer cualquier plato, por muy delicioso que sea, que contenga almejas. La literatura recoge abundantes muestras de las distintas funciones del olfato. Su función primaria es la de percibir olores naturales, los efluvios que emite el cuerpo, aunque no todos tenemos el sentido igualmente desarrollado. Olí a medicinas y a años de encierro y de verdura hervida y sobre todo a viejo, y supe que ese era el olor desdichado de los héroes. Leemos en Soldados de Salamina (Cercas, p. 24). Del olor artificial o manufacturado como los perfumes, la contaminación, etc. hay numerosas muestras en la literatura. Nos podemos remontar a los mitos y cosmogonías antiguas como el sarcófago de Osiris que busca incansablemente su esposa Isis, a quien descubren por el aroma a ambrosía que desprendía y que la identifica como diosa aunque intenta pasar por una sirvienta. Los perfumes personalizan el lenguaje corporal que distingue a una persona del resto. En todos los manuales sobre fragancias se expone la gran diversidad de perfumes: verdes y boscosos (olor a césped recién cortado), chipres (recuerdan el musgo), afrutados, florales, cálidos, especiados (inspirados en aromas orientales), ambarinos, maderas, cueros, etc. La elección de cada uno es personal y además reacciona de diferente forma al contacto de cada piel. Existen también numerosos ejemplos literarios del olor simbólico, el que se asocia metafóricamente a valores subjetivos añadidos, ya sean positivos o negativos. Aplicamos una valoración moral al identificar “oler bien” con algo bueno y “oler mal” con algo malo. Algo hay podrido en el estado de Dinamarca -pone Shakespeare en boca de Hamlet cuando va hacia el espectro de su padre (Hamlet, I, IV), y Lady Macbeth exclama “¡Siempre el hedor de la sangre! …¡Todas las esencias de la Arabia no desinfectarían esta pequeña mano mía!” (Macbeth, V, I) En ocasiones el olor adquiere carácter subliminal, ya que quien lo utiliza pretende que sea el núcleo activador de la evocación de emociones. Un buen ejemplo literario encontramos en el magnífico relato, después llevado al cine, El perfume de Patrick Süskind en el que el protagonista, experto perfumista, cuando quiere que su personalidad sea más agresiva y por ello conseguir beneficios en los negocios, mezcla el perfume con un ligero olor a sudor. Si por el contrario quiere transmitir inocencia y despertar compasión olía a leche aguada y madera limpia y blanda. Si deseaba estar solo, se aplicaba un olor repelente para ahuyentar, confeccionado a base de huesos y carne sabrosa. A través de la percepción de olores, los escritores retratan el entorno social. Así describe Süskind el París del siglo XVII: Las calles apestaban a estiércol, los patios interiores apestaban a orines, los huecos de las escaleras apestaban a azufre, las curtidurías a lejías cáusticas, los mataderos a sangre coagulada. Hombres y mujeres apestaban a sudor y a ropa sucia; en sus bocas apestaban los dientes infectados, los alientos olían a cebolla y los cuerpos, cuando no eran jóvenes, a queso rancio, a leche agria y a tumores malignos. El poder significativo del olor se retrata en las novelas situadas en la posguerra española. El olor corporal se identifica con la pobreza en la novela de Juan Marsé, Si te dicen que caí, en la que los niños juegan a hacer teatro en medio de un insoportable olor a orines, en cambio el señor obispo huele a cera virgen, a parquet de casa de ricos, a nardos de entierro, a masaje Floyd. Los personajes de La colmena de Cela, pertenecientes a esta posguerra española son buena muestra de estas metáforas olfativas: el olor del aliento como a goma podrida, a lombarda y a pies, el olor a cebolla…, metáforas significativas del hambre y la pobreza, además de la falta de higiene. La percepción de un aroma determinado no solo identifica a una persona o a un entorno social, sino que puede evocar el pasado de modo involuntario
Conocida es la anécdota de la magdalena de Proust en la novela En busca del tiempo perdido, donde años después del placer que le produjo el sabor de una magdalena mojada en té, el simple aroma le retrotraía a ese momento de nuevo y le hacía revivir el deleite del momento.
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La infancia vuelve a la memoria con el recuerdo olfativo de sus abuelos en el poema intimista de Miguel D’Ors: hasta en las mismas ropas nos traían /un recuerdo fragante, un recuerdo lluvioso / del heno y la retama. El olor es fuente de placer, indudablemente. La variedad de olores ha favorecido que se potencien para su disfrute. Ya en el siglo XIX se pone de moda perfumar pañuelos, cartas, abanicos, guantes y cualquier objeto de uso galante entre la nobleza. En la actualidad, los olores son un buen negocio: fragancias, ambientadores, detergentes y aromatizantes para comidas, están presentes en nuestra vida cotidiana y lógicamente en la literatura. Los aromas culinarios son clave en la novela de Laura Esquivel, Como agua para chocolate, para cuya protagonista la percepción olfativa forma parte del lenguaje amoroso. El aroma de su primera receta, Codornices en salsa de rosas, penetra en el cuerpo de su amado de manera voluptuosa, aromática, calurosa, completamente sensual e impregna el recipiente en que se cocinó, durante varios días. La publicidad reconoce el valor del olfato, así por ejemplo, fundamenta la calidad del café en su aroma: Para empezar bien el día, ¿qué mejor que oler el café para despertarse? El vino es otra bebida relacionada con la percepción olfativa, ya que desde la viña produce sustancias aromáticas. Se valoran como positivas, aroma de roble, o negativas, olor a corcho. Igualmente aromáticos resultan algunos quesos, insoportables para el olfato y deliciosos para el gusto. Y concluimos con la convicción, en claro progreso, de la fuerte manipulación del olfato. Éste puede ser usado para manipular el comportamiento, los pensamientos o incluso los sentimientos porque el cerebro recuerda un olor durante mucho tiempo. Esta idea dio pie a la empresa Aromarketing (www. Aromarketing.es) a empezar su andadura en 2007 con un innovador proyecto. Ofrecen un servicio de creación de fragancias que se adapten al cliente, con el objetivo de incrementar las ventas, fidelizar al consumidor y mejorar el bienestar de los empleados, según especifican en su publicidad. Así continúa: Olor a bronceador en las agencias de viajes, a talco en las tiendas infantiles, chicle en las guarderías, a palomitas en cines y teatros, vainilla y pastel de manzana en tiendas de decoración… El secreto de Aromarketing es lograr que una persona sea capaz de identificar un olor con una empresa.” Si Aristóteles estuviera ahora trabajando en la jerarquización del sentido del olfato, le daría, sin duda, un importante puesto en el plano superior, el que ha alcanzado socialmente y el que ha alimentado la literatura
La Opera en Caixa Fórum de Barcelona, hasta el 26 de enero de 2020 45
“PINTORES Y REYES DEL PRADO” un documental que celebra el Bicentenario del Museo del Prado El actor británico Jeremy Irons, ganador de los premios Tony, Óscar, Globo de Oro, SAG y Emmy, guiará a los espectadores en este primer viaje cinematográfico por las salas, las historias y las emociones del Museo del Prado, patrimonio único de belleza y arte.
El actor británico Jeremy Irons durante la presentación. © Museo Nacional del Prado
"Pintores y reyes del Prado” es un relato de la historia del Museo del Prado y sus colecciones a través de la historia de España de la mano de Jeremy Irons. Una historia de reyes, reinas, dinastías, guerras, derrotas y victorias, así como la historia de los sentimientos, emociones y gustos personales de los hombres y mujeres de antaño y de hoy, cuyas vidas se entrelazan con las del museo: gobernantes, pintores, artistas, arquitectos, coleccionistas, conservadores, intelectuales y visitantes. Una herencia que es universal e incluye obras de Velázquez, Rubens, Tiziano, Mantegna, El Bosco, Goya o El Greco, entre muchas otras. Producida por 3DProduzioni y Nexo Digital en colaboración con el Museo Nacional del Prado y A Contracorriente Films, la película se ha estrenado ya en algunos de los 60 países donde está previsto que llegue como Italia, Australia, Perú, Rusia, Canadá, Estados Unidos, Noruega o Países Bajos, en otros. En breve podrá verse en el Reino Unido, Japón, Irlanda, Alemania y Austria. En España lo hará en más de 200 cines. La película documental creada por Didi Gnocchi, escrita por Sabina Fedeli y Valeria Parisi y dirigida por esta última, cuenta con la participación del director, conservadores y restauradores del Museo, y el testimonio personal de cinco mujeres del panorama cultural español Helena Pimenta, escenógrafa y directora teatral, Laura García Lorca, presidenta de la Fundación García Lorca, Olga Pericet, bailarina Pilar Pequeño, fotógrafa, y Marina Saura, actriz e hija del pintor Antonio Saura, así como de Norman Foster arquitecto del proyecto de la futura remodelación del Salón de Reinos. El rodaje se ha realizado en España e Italia en el Museo del Prado, el Salón de Reinos, Reales Sitios como el Escorial, el Monasterio de Yuste o el de las Descalzas Reales, con la excepcional participación de Patrimonio Nacional, y los escenarios de Madrid y las ciudades italianas conectadas con los principales artistas y su formación Nápoles, Roma y Venecia. En España, A Contracorriente Films, que estrenará el documental en 200 salas, celebrará el Bicentenario en los cines con una acción especial en colaboración con la FECE (Federación de Exhibidores Cinematográficos de España) invitando a 5000 alumnos a un pase para acercar el patrimonio del Museo y su historia a toda la geografía española, la idea motriz de la celebración de este aniversario.
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Un claro ejemplo de mujer polímata, leonesa e hija de emigrantes caboverdianos
Eugenia Dos Santos Madre, actriz, modelo, delineante, dibujante, escritora, poeta, bardo divertido y... policía Eugenia, nos entrega para este primer número de la revista, un poema, un dibujo y una historia corta en la que habla de su hermana perdida a la que tanto echa de menos
AL FIN TE ENCONTRÉ Al fin te encontré sin estar buscándote. Te miré sin que me vieras y pensé que estabas hecho para mí. No había cruzado palabra contigo pero lo sentí. Pregunté cómo te llamabas y no me atreví a acercarme. Pasaron los días, semanas y meses, el destino quiso que volviéramos a coincidir. Esta vez cruzamos algunas palabras y sentí que me abrazabas. Te miré a los ojos y vi un brillo que jamás había visto Todavía no sé por qué pero al fin te encontré.
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Eugenia Dos Santos
MI HERMANA ESTÁ EN LAS ESTRELLAS Se lo he dicho tantas veces a mi hija de tres años que cuando ve una estrella la saluda y dice: ¡Hola tía Mili! No llegaron a conocerse. Mi hija nació dos años después de que mi hermana se fuera. Mi hermana y yo éramos muy parecidas físicamente. No nos sacábamos ni dos años, pero nuestra personalidad era como la noche y el día. Ella exprimía cada día como si no hubiera un mañana, sin importarle las consecuencias. Alguna vez he pensado que siempre supo que se iría pronto y por eso continuamente decía Carpe diem. Le detectaron un cáncer de mama cuando tenía veinticinco años. Desde la primera vez que empezó con los tratamientos hacía lo imposible por animarnos a todos para no vernos tristes. Empezamos a viajar por aquellos lugares que mi hermana quería conocer, aunque alguno de sus deseos no pudimos cumplirlos. Por eso, cuando tenía que quedarse en el hospital, fantaseábamos con el próximo destino. Ella se fue a las estrellas el año en el que hubiera cumplido los treinta y tres, la edad de Cristo. Ese Cristo al que tanto he adorado y al que tanto he culpado. Recuerdo que, al principio, cuando soñaba con mi hermana, en cada uno de esos sueños intentaba salvarla de distintas situaciones peligrosas pero siempre acababa perdiéndola reviviendo el dolor de su ausencia. Ahora quiero hablar de otra cosa. Siempre me gustó pintar, aunque durante esa etapa, todo lo que pintaba era tétrico. Recuerdo muy bien un día en el que de nuevo soñé con ella. Mi hermana se encontraba en la cima de una montaña, en el borde de un precipicio y con los brazos extendidos. Yo sabía que, aunque saliera corriendo para sujetarla, no me daría tiempo de hacerlo, al igual que sucedía tantas y tantas veces después de haberlo intentado en otros sueños parecidos. Así pues, me rendí permaneciendo inmóvil, esperando a perderla de nuevo. De repente me miró, sonrió y se arrojó al vacío pero en vez de caer comenzó a volar como un pájaro. Se mantuvo un rato recorriendo la zona donde nos encontrábamos ella y yo. Luego, voló lejos hasta que tan solo pude ver en el cielo una luz pequeñita, como si de una estrella se tratara, aunque era de día. Desde el momento en el que desperté siento, o por lo menos me ayuda, pensar que ella está en las estrellas.
DE NUEVO LA INCOMODIDAD UN POEMA DE
Enrique GRACIA TRINIDAD Escritor, poeta y divulgador cultural Este es un poema para náufragos, absténganse los que han llegado a puerto y están en un café merendando bizcochos. Un poema para los desahuciados, que den un paso atrás los que andan en su casa preparándose un baño de espuma. Este es un poema desbocado, que se aparten los que han pisado el freno tantas veces que no recuerdan vértigos. Este es un poema imprudente, nada tienen que hacer los que han asegurado las palabras junto a sus posesiones. Es bueno asegurar y darse un baño, hay que pisar el freno muchas veces y hay que tomar café, pero en este poema no caben las comodidades. Es un poema incómodo o que al menos pretende ser incómodo, tanto como la música cuando de tan ajena es imprudente, tanto como el lenguaje que no llega, tanto como el silencio que se hace sospechoso, tanto como el bullicio cuando andamos en sueño tanto como la vida tantas veces. Y la incomodidad termina siendo muelle, y llegamos a un puerto y merendamos, y un amor nos prepara nuestros baño de sales y la frenada es lenta y cadenciosa y pensamos que ya estamos seguros. Sólo entonces volvemos a escribir este poema una vez y otra vez y no hay descanso. De su libro "Sustancia de los días", editorial DeTorres, Córdoba 2019
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Poemas ilustrados Enrique Gracia Trinidad
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Guillermo !Criado Este joven empresario y amante de la música Nos deleita con esta breve reflexión de lo que realmente le gusta !
GRACIAS POR TODO, MARK. !
No concibo mi vida sin Mark Knopfler. Fue durante una clase, allá por la segunda mitad de los ochenta. La profesora de inglés nos propuso Money for nothing para estudiar la letra. En el otoño de 1985 Dire Straits había publicado Brothers in arms. Aquella profesora que hacía las delicias onanistas de toda la clase (hecho corroborado y hablado a posteriori con compañeros, hoy padres de familia) había cambiado mi vida. Y es que a raíz de escuchar la introducción de guitarra —riff, desde un punto de vista técnico— decidí que quería ser guitarrista. ¡Y qué gran decisión! La música de Mark Knopfler me ha acompañado toda la vida. Durante 2018 pude tocar Sultans of Swing más de doscientas veces. Pero había un buen motivo. Mi amigo Juan Daniel, manizaleño, me dejó tras no poder superar una enfermedad fea e injusta. Le prometí que la tocaríamos juntos, pero no pudo ser. Gracias a eso hoy sé tocar tan complicado tema, solo a solo, estrofa a estrofa, y en cada una de ellas el alma de mi amigo marca el ritmo que tanto me cuesta respetar a veces. Mark Knopfler no es escocés. Siempre me sorprende —supongo que a él también— ver en los conciertos a los fans de las primeras filas ondeando la bandera de San Andrés. Pero no, Mark es de todas partes. De Paraguay o un corsario, no exactamente actuando siempre en nombre de la Reina, surcando cualquier océano. De las calles de Londres, un soldado llorando a sus camaradas, un explorador llevando el telégrafo a un remoto lugar. En el último concierto al que pude asistir, en Córdoba, conocí a un admirador suyo que no hablaba nada de inglés y que nunca intentó comprender ninguna letra, según me confesó. Durante el concierto le fui traduciendo algunos pasajes. Dijo que había encontrado algo más que hacer en su jubilación. En alguna de las miles de entrevistas que he leído con Mark de protagonista, éste explicaba que lo que más le motiva a la hora de componer su música, es que las canciones forman parte de las vidas de la gente que las escucha, son argamasa indisoluble de sus almas y momentos. Y así ha sido de la mía. Cuando la rabia y la desesperanza me han atrapado, he recurrido a Mark. Cuando la alegría y el éxtasis me llevan, me pongo cualquier versión en directo del Sultans y me transporto a otro mundo.
Gracias por todo, Mark.
Lucila Rodríguez de Austria Licenciada en Derecho, restauradora de obras de arte, escritora, bloguera y empresaria
LA MANO CERCENADA Elena cruzó la plaza por última vez. Le gustaba esa sensación de familiaridad, conocer cada parterre, esa losa resquebrajada que procuraba no pisar, el labrador que movía el rabo para saludarla. No en vano llevaba ocho meses haciendo el mismo trayecto, de lunes a viernes, todos los días a la misma hora. Ataúlfo, al principio imponente y desdeñoso, pareció dedicarle una sonrisa burlona de despedida desde su pedestal de piedra rodeado de hojas de infinitas gamas de ocres. Óxidos de hierro, de manganeso, amarillo de cadmio, laca de granza... ¡qué belleza de otoño! Se acercó a la puerta lateral y sacó la acreditación con su foto, la misma que unas horas más tarde tendría que devolver sine die. El vigilante, un hombre de sonrisa fácil y paciencia infinita, ya intentaba impedir que una pareja extranjera accediera al recinto cerrado. Sorry, the other door. Esa entrada solo era para elegidos como ella, para los afortunados que trabajaban en el sitio más bonito de la ciudad. El taller estaba aún casi vacío. Le gustaba llegar de las primeras y servirse un café en el mug con la imagen impresa de Santa María dei Fiori, recuerdo de la estancia en Florencia becada gracias a las magníficas calificaciones obtenidas en la universidad. Las mismas que habían hecho posible este primer contrato importante: participar en la restauración de unos lienzos del siglo XVII para la Exposición más importante del año. Ser parte del equipo cuyo nombre aparecería (el suyo el último, pero qué más daba el orden) en las páginas primeras del catálogo, después de la carta del director, del banquero que financiaba y del comisario de la exposición. Todavía no se lo creía. Ya tenía elegido el vestido que se pondría al día siguiente, cuando se inaugurara la muestra con la presencia de los Reyes y de una parte importante del gobierno de la nación. Había ensayado la reverencia, por si tenía oportunidad de estrechar la mano de Sus 54
Majestades, ligero paso atrás doblando sutilmente la rodilla, mirada firme y sonrisa esbozada. Sus compañeras fueron llegando una tras otra. También ella se puso la bata blanca y esperó las instrucciones de la coordinadora, una mujer de cierta edad, de carácter seco, que hablaba de los cuadros con distancia, como si fueran pacientes con los que no debiera encariñarse. Tampoco con el equipo de restauradoras. Trabajar con ella había sido un poco estresante, con plazos estrictos que cumplir y sin demasiadas concesiones a las bromas. El último día de trabajo no iba a ser distinto. Eso sí, a las ocho como muy tarde estarían tomando una cerveza de despedida, relajándose juntas y entonces sí, la jefa sonreiría y se comportaría como la persona animada y divertida que dicen que es. Atrás quedaban meses de trabajo. Primero la sesión de fotografías: generales y de detalles, con ultravioletas y con luz neutra. Las radiografías y reflectografías de infrarrojos las habían hecho previamente en el laboratorio, y en la mesa de la jefa ya estaban las copias a disposición de la encargada de cada cuadro. Identificar las zonas más densas (¡qué maravilla el blanco de plomo!) y los trazos rápidos era emocionante, casi podía ver al viejo artista italiano pincel en mano atacando con nerviosos movimientos el lienzo mientras en su cabeza bullían las imágenes. Después, la toma de muestras, operación de la que se había ocupado la coordinadora y una de las restauradoras más antiguas. Había que elegir una zona donde se intuyera superposición de distintas capas y clavar con decisión la punta de un bisturí muy afilado para extraer una muestra mínima pero que fuera buena para la estratigrafía. Los datos obtenidos hablan de la forma de trabajar del pintor, de los pigmentos y aglutinantes, pero además queda muy profesional incluir en el catálogo una fotografía de capas de colores que se entremezclan ligeramente con líneas
indefinidas, nebulosas que bien podrían ser constelaciones a millones de kilómetros de distancia, qué cerca están lo minúsculo y lo infinito. Los soportes estaban en buen estado, apenas algún sentado de color y algún bastidor defectuoso que sustituir. Las obras propiedad de instituciones importantes suelen tener más problemas por haber sido tocadas muchas veces que por falta de atención, nos dijo el primer día la coordinadora. “Que vuestras manos no se noten, que nadie pueda decir en un futuro que pasasteis por la vida de estas piezas”. Lo que más había disfrutado Elena era la limpieza. Al principio con miedo, deslizando suavemente el hisopo impregnado en disolvente para que el barniz oxidado se fuera quedando en el algodón. Con rodadas, no frotación, oía en la cabeza a sus profesores. Alguna mezcla un poco más fuerte para retirar los repintes antiguos de óleos. En una mano el hisopo y en otra el bisturí, pulso de cirujano y delicadeza de geisha, no en vano tenía algo de erótico eso de ir quitando capas, desnudando la pintura poco a poco, acceder lentamente a la imagen prístina en la mente del viejo pintor. Apenas abotonadas las batas esa mañana otoñal habían aparecido los mozos con los marcos ya restaurados, dirigidos por el encargado del taller de molduras. Las manos enguantadas apenas tocaban las volutas talladas en la madera recubierta de bol rojo y oro que brillaban impecables, subsanadas ya las faltas y la suciedad que tenían cuando llegaron. ¡Cuidado, por favor! ¡Qué no se dañen las esquinas! A las siete de la tarde, después de una dura jornada sin apenas descanso para almorzar, en la que se habían sustituido los pinceles por los destornilladores –para que digan que el trabajo de los restauradores es siempre sentado– sólo faltaba por enmarcar el cuadro enorme al que había dedicado, junto con otra de las restauradoras más jóvenes, los últimos cuatro meses. Una escena campestre de Baco y sus secuaces emborrachándose a todo lo que da, con unos fondos vegetales en sombra que habían sido una tortura limpiar. Nada que ver con el paño que cubría las partes pudendas del dios ¡Qué gustazo el momento
de descubrir el blanco inmaculado, con las sutiles sombras azuladas que le daban movimiento! Para barnizarlo habían necesitado varias manos a la vez, rápidas y firmes, con pasadas horizontales y verticales que distribuyeran homogéneamente la capa de resina natural que debía proteger los colores. El último sol del atardecer se filtraba por la unión de las gruesas cortinas de terciopelo de seda, provocando una raya de luz que atravesaba el lienzo de esquina a esquina en diagonal. Como una herida de arma blanca trazada con cartabón que cercenara de cuajo la mano de Baco que sujetaba la gran copa rebosante de vino. Elena miró la parte inferior del cuadro, casi esperando encontrar la mano ensangrentada, la copa tirada y el vino desparramado en el suelo boscoso, entre hojas como las que había pisado al despuntar el día en la plaza. Colocaron el marco bocabajo, sobre unos paños de algodón y guata, en el suelo de madera de la gran sala habilitada para albergar caballetes, carritos con disolventes y demás utensilios necesarios para las últimas fases del tratamiento. Una vez pegadas las tiras de fieltro protector a la cara interna del marco, cogieron entre cuatro el lienzo y lo encajaron en él, la pintura hacia el suelo. Unos flejes de acero inoxidable en todo el perímetro para sujetar con la presión justa la pintura al marco y ya estaría listo para colgar. En ese momento se abrió de golpe la puerta de doble hoja y apareció el vigilante de seguridad. “Señoras, hay que ir despejando la sala que van a llegar los montadores para colgar las obras”, avanzaba mirando a la jefa al fondo de la sala. Fueron cinco segundos, pero Elena, en cuclillas junto al cuadro ajustando un fleje, lo vio en cámara lenta, desde su ángulo de visión cercano al suelo. El grito ¡cuidado! se quemó en su garganta. Nunca supo si llegó a lanzarlo. Mientras, el pie derecho del vigilante, con su bota de seguridad de caucho y cuero negro, atravesó el cuadro y desapareció de su vista bajo el lienzo rasgado en forma de siete.
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Todo se congeló en ese instante, las caras alucinadas de sus compañeras, el destornillador en alto en la mano derecha, el fleje metálico en la izquierda, el grito estéril retumbando en su cabeza; solo dos cosas cambiaron en esa foto fija: el rostro lívido del vigilante que perdía color como si se desangrara a la altura del tobillo, justo donde desaparecía su pie, y la mano de la coordinadora que se levantó con la palma abierta, en un imperativo gesto que sustituyó las innecesarias palabras: quédate donde estás, no te muevas ni un ápice, cualquier cosa que hagas no va a hacer más que empeorarlo. Elena no recuerda qué pasó justo después, cómo sacó el pie con la bota negra de debajo de la tela rasgada el pobre hombre, cómo desapareció de la sala, quién se ocupó de callar la risa histérica de una de las restauradoras, quién dijo que no había cerveza de despedida ni invitaciones a la inauguración, ni la noche sin dormir que siguió después arreglando el desastre. Ni siquiera recuerda quién puso el cuadro en pie. Lo único que, años después de aquello, aún sigue sobresaltándole, un latido en el pecho más fuerte que los demás, es la certeza de lo que iba a ver. La mano de Baco estaba amputada.
“… Vos joven caballero, me preguntáis a mí por mis valores. Deteneos un momento, mirad dentro de vuestra alma, con vuestra educación, mirad alrededor de Vos, vuestra familia, vuestros padres y buenos amigos y encontrareis los valores que me preguntáis: Libertad, Justicia, Honor, Respeto, Amistad, Honradez, Fidelidad y sobre todo Bondad. Añadid a eso el rigor en vuestras acciones y la exigencia en el cumplimiento de vuestros propósitos y obligaciones, tratad de conseguir y mostrar la más alta solidaridad con los desfavorecidos, cuidad y compartid lo que tenéis, vuestra tierra, vuestros paisajes, eso que llamáis la Naturaleza. No os pongáis límites, pero pensad que no todas las gentes pueden aspirar a lo que Vos aspiráis. No obliguéis a nadie a hacer lo que no quiere o piensa que no puede. Buscad la verdad en todo lo que os sucede, pero no entréis en la vida de los demás. En resumen, luchad por obtener el bien y sobre todo manteneos firmes en la bondad…” Recuerdo de una onírica velada ficticia, ilusoria, pero muy auténtica, con Don Quijote Párrafo extraído del ensayo literario “Don Quijote y yo” de Fernando Criado
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Joaquín Gallego Ingeniero agrónomo y empresario
RECUERDOS DE LA NIÑEZ Las razones de una vocación
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or desgracia para ellos, no todo el mundo, no todas las gentes que nos rodean y con las que convivimos a diario, poseen o recuerdan este tipo de vivencias, pero los que las tenemos, las recordamos con sumo placer y, por supuesto, con gran nostalgia. Mis abuelos paternos vivían en un pueblo de la provincia de Valladolid donde la agricultura era la forma habitual de ganarse el sustento. Cereales y viñas, eras, mieses, parvas y trigos trillados y aventados. Viñedos, uvas, mostos y lagares. Libertad absoluta, libertad de niños sin tener que ir a la escuela en aquellos días de finales de verano. Convivencia con los campos agrícolas y con los hijos de los campesinos castellanos.
Mis recuerdos de niño, con doce o quince años, han perdurado durante toda mi vida y, sin duda, marcaron mi vocación Por aquellos años, el curso escolar comenzaba en octubre y eso permitía la permanencia en casa de mis abuelos durante gran parte del mes de septiembre, dándome la oportunidad de participar así en la vida rural de la época. No me perdía la vendimia y muchas veces compartía la natural alegría de las gentes cuando el año había sido bueno y las cosechas abundantes. Vuelto a la normalidad del colegio, la actividad estudiantil nos envolvía a todos. Muchas veces nuestros padres y familiares nos hacían esa pregunta, a veces tan reiterativa, sobre lo que íbamos a ser de mayores y que, naturalmente, pasaba por conocer lo que íbamos a estudiar. Difícil respuesta. Muchos chavales no lo sabían. La primera tendencia era hacer la carrera que más se relacionaba con la asignatura que impartía el profesor más admirado del colegio. Pero para mí, siempre estaba activo el rescoldo del recuerdo de la vida rural pasada en los cortos periodos veraniegos. Así, se fue formando mi vocación y, como no podía ser de otra forma, con el tiempo elegí como profesión la Ingeniería Agronómica. Actualmente, muchos jóvenes truncan su vocación por culpa de una nota obtenida en un mal día de selectividad y esto no les permite alcanzar el nivel requerido para conseguir el acceso a la carrera deseada.
Yo me conformé con cumplir mi deseo, con estudiar y más tarde hacer lo que me gustaba.
Estética y creatividad en la poesía actual de los Estados Unidos Una gran ventaja que tiene la comunicación rápida y la disponibilidad amplia de información es la mejora de los procedimientos de investigación, así como de la formación, de una manera tal que hace unos años ni siquiera podíamos soñar.
Aunque siempre me ha gustado leer sobre libros físicos, directamente del papel, las posibilidades de poder hacerlo día a día en otros formatos sobre algo que nos interesa y/o sobre lo que se está investigando, es realmente apasionante. Por ello, disponer de las colecciones de poesía de la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos y recibir a diario las comunicaciones de la Poetry Foundation, la revista Poets&Writers y tantas otras, me ha dado la enorme posibilidad y satisfacción de poder estudiar lo que se escribe en Norte América acerca del arte poético. Tres o cuatro poemas diarios, por lo menos. Desde hace años intento aprender leyendo y leyendo para saber y conocer algo mejor cómo se escribe, no solo poesía, sino también novela, ensayo o teatro en España, Europa América e incluso en Oriente. De todo ello me he servido en mi mesa de trabajo para comprender lo difícil que es conocer los estilos, las formas creativas y, sobre todo, la estética de la nueva manera de escribir poesía en Estados Unidos. Investigando en especial, a través de mi propia lectura, que la estética de la poesía de aquel país desde hace unos setenta años hasta nuestros tiempos ha cambiado y en la actualidad es muy diferente de la europea. Como resulta lógico no hay una sola estética, no existe una forma de escribir uniforme y única, pero sí he observado una tendencia a no mantener cánones estéticos o, por ejemplo, de rima. Estimo que el poeta americano actual es diferente del europeo y cada vez más. Dado el aparente y enorme consumo de poesía que se da en Estados Unidos elige temas y formas diferentes sin atenerse a regla alguna y, en algunos casos, sin buscar orden o belleza. Se asemejan a cuentos en líneas y algún profesor dice que no parecen versos. No hay estrofas, no existe una metodología o norma. Esto tampoco es un standard, pues de todo existe. Los estudios universitarios en Estados Unidos crean sus propias escuelas de estética y creatividad y de políticas poéticas. Existen importantes trabajos publicados por las universidades americanas sobre estos conceptos. También críticas muy documentadas sobre los antiguos cánones y acerca de la ausencia de cánones actuales en algunos casos. Asimismo, las revistas, las tertulias y la enorme cantidad de concursos literarios influyen sobre la creatividad, la política poética, los cánones y la estética de la poesía norteamericana. Destaca, entre las cientos de publicaciones sobre poesía de aquel país, una que recomiendo al lector interesado: The American Aesthetic. Trata, precisamente, de estudiar e investigar acerca de las diferentes formas de crear poemas en la literatura actual de aquel país. La influencia, cada día mayor, de escritores de otros orígenes aporta a esa literatura poética una viveza y, en ciertas ocasiones, una originalidad que no aparece en otras literaturas occidentales y menos en las orientales. Éstas, tal vez, más conservadoras. En poemas escritos en lengua inglesa en Estados Unidos, se pueden encontrar escritores latino-americanos, nepalíes, holandeses, australianos, neozelandeses, chinos, vietnamitas, escandinavos, españoles, portugueses, etc. Por ello, no se podría hablar de una estética única, pero si de una intención de escribir sobre lo que aquella sociedad necesita, requiere y le gusta. En mi opinión, de estudioso aficionado, no de lingüista profesional, la estética de la poesía norteamericana es diferente, pero no mejor de manera general a, por ejemplo, la poesía que se escribe, por ejemplo, en España. A mí, me gusta más la que se escribe en Europa y, particularmente en España. Cada época, cada cultura necesita su propia literatura. Nuestro gran problema, aquí en nuestro país, es el bajísimo consumo de literatura poética de la sociedad actual, lo cual no induce a una mejora continua y constante de la creatividad y con ello de la estética de esos poemas. 58
En resumen, si bien la estética de ciertos poemas de autores americanos no es de mi gusto, me agradaría que en España y el resto de Europa se escribiera tanto y tan diferente como en Estados Unidos. No es que escriban mejores poemas. Es que se lee bastante poesía y eso es gratificante para el que escribe. Personalmente, he tratado de escribir en el idioma de Shakespeare bastantes poemas y mi primer libro poemario: Stereotypes, publicado en inglés, verá la luz si los editores americanos lo quieren y Dios lo permite a primeros de 2020. A continuación, y a modo de ejemplo, sobre un dibujo de tipo chino, se presentan dos traducciones al español, de poemas míos, de estética americana, aunque escritos por un español, con los títulos: Boredoms (Aburrimientos) y Yearnings (Anhelos), corregidos por profesionales literarios americanos y posteriormente traducidos al chino por un amigo de aquel país del Lejano Oriente, Fiexiang (Peter) Cheng y que yo mismo he querido caligrafiar, sobre mi dibujo, de manera únicamente decorativa.
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Francisco Zamora Garrido Médico, poeta andaluz, gran señor y mejor persona! !
LA SOMBRA DEL VELERO Calma chicha de la mar en calma. La sombra del velero que el viento guarda compasivo sobre olas sin crestas y sin alma, se extiende como fantasma en el silencio sin esperanza de volver a su camino ni fuerzas para una nueva singladura. Sin ánimos para el retorno ni alas que le lleven a su playa ni viento que impulse su andadura. Hierático sobre la mar eleva al cielo majestuoso su blanca arboladura. Los rayos del sol anuncian ya el ocaso y el anochecer en una mar desnuda y muda. Ni siquiera un rumor de peces o de aves, ni de las olas un murmullo suave. Ni horizonte con nubes que alivien su esperanza, quietud sobre olas sin olas de la mar en calma. Del horizonte apagados los arreboles de fuego, dejan paso a la noche tenebrosa que borra sin piedad la sombra del velero.
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Juan Curto Ingeniero y economista, siempre en busca de la innovación
"#!/(2/(%*!&!#*%!*/>2(+(%!?(!<&%,$##&! on ocasión de un evento periódico a los que somos asiduos mi mujer y yo, caso de las exposiciones de arte sacro conocidas como las Edades del Hombre, nos planteamos asistir a la última de éstas en la tercera semana del pasado mes de julio con sede en la villa ducal de Lerma, en cuya Plaza Mayor se alza el imponente palacio del que fue su duque, don Francisco Gómez de Sandoval-Rojas y Borja, valido del Rey Felipe III. Construido durante la primera década y parte de la segunda del siglo XVII, posee un bonito patio en el que actualmente se puede disfrutar de los servicios ofrecidos por el Parador de Turismo que regenta este alojamiento hotelero. El día en que llegamos a Lerma nos dispusimos a iniciar nuestra visita a las diferentes sedes que dispone la exposición de las Edades del Hombre. En esta ocasión, adoptando el nombre de “Angeli”, puesto que a ellos, genéricamente, está dedicada. Como viene siendo habitual, la exposición se reparte en tres sedes: la Colegiata de San Pedro, el Monasterio de la Ascensión de Nuestro Señor y la Ermita de la Piedad, lugar donde comienza con una breve introducción del evento. Renuncio deliberadamente a citar las obras de arte sacro que se muestran en la exposición, puesto que la pretensión última de estos breves comentarios es la de inducir a los posibles lectores a que emulen el periplo de los dos días que duró nuestra estimulante excursión. De las obras expuestas, me causaron una grata impresión un cuadro de El Greco: “La coronación de la Virgen”, originalmente expuesto en el Hospital-Santuario de Nuestra Señora de la Caridad en el toledano municipio de Illescas, en el que numerosos ángeles rodean a los principales personajes de la pintura. Además, en este mismo Santuario, se puede
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disfrutar de otras pinturas del genio del Manierismo Español así como de otros importantes pintores e incluso de preciosas esculturas. Volviendo a la exposición que nos ocupa, en el capítulo de los ángeles, me impresionó por su tamaño, y buena factura, una escultura del siglo XVII en perfecto estado de conservación y con una extraordinaria policromía, procedente del Convento de San Blas de Lerma: “El Santo Ángel de la guarda”, con su niño protegido. Otros ángeles, que también me llamaron la atención, fueron los denominados “Ángeles arcabuceros”, sosteniendo con sus manos los citados arcabuces, todo ello plasmado en la forma y atuendos que corresponde a la denominada pintura cuzqueña. Por último, reservo mi comentario para una pequeña escultura que representa posiblemente a un ángel, si bien carente de su atributo alado. Pero con una cara y en una posición que sugiere el inicio de un vuelo con enrome realidad. Parecía que se sustentaba en el aire. El autor de este portento no podía ser otro que Gregorio Fernández. Como al confeccionar nuestra agenda de los dos días de que disponíamos entraba en nuestras previsiones acercarnos a Santo Domingo de Silos y a Covarrubias, dedicamos la mañana del primer día a Lerma para ver una de las sedes de la exposición de las Edades del Hombre y, esa misma tarde, visitamos el Monasterio de Silos una vez más aunque siempre nos parecen pocas. No sin antes degustar el sabor de un excelente lechazo, asado en horno de leña y con agua y sal como únicos condimentos. Cuando íbamos camino de Silos en nuestro coche, separado a tan solo treinta kilómetros de Lerma, entre discretas colinas y vegas repletas
de cereales y girasoles, a punto de recolectarse o acabados de recolectar los primeros, y disfrutando de los rayos del sol los segundos, inesperadamente la climatología nos ofreció un regalo. Unos nubarrones de verano comenzaron a descargar aguaceros que refrescaron el ambiente permitiéndonos pasear y ver el Monasterio y sus alrededores con un estimulante olor a tierra mojada merced a la lluvia recién caída. Todo un placer para los sentidos después de haber soportado las elevadas temperaturas propias del estío. Concluimos la visita al Monasterio con la satisfacción y regalo para los oídos de poder escuchar en la Iglesia colindante con el Monasterio el canto gregoriano de los monjes, culminando con exceso, el placer de la visita. Con los sentidos calmados y alma serena, regresamos a Lerma deshaciendo el camino previamente recorrido, pero en esta ocasión, obsequiados con el avistamiento de un ciervo que cruzó la carretera, haciendo bueno el anuncio de una de esas señales de tráfico que nos piden precaución por la posible irrupción en la calzada de un animal salvaje que, raramente, si no nunca, solemos presenciar. El cierre de tan agradable jornada lo hicimos sentándonos en la terraza de un bar situado en un lateral de la Plaza Mayor lermeña, desde la cual pudimos observar dos nidos de cigüeñas que ocupaban sendas torres del palacio ducal. Como aquellas estoicas zancudas pasamos los últimos minutos de la tarde, observando todo cuanto nos rodeaba al tiempo que lo compaginábamos con un discreto refrigerio. A la mañana siguiente, y cumpliendo con nuestra agenda, visitamos la exposición de la segunda sede de la exposición cuyo contenido principal ya comenté para, acto seguido, tomar la misma carretera del día anterior, la que nos conducía de Lerma a Silos pero desviándonos unos kilómetros antes en sentido a Covarrubias. Desde lejos, antes de cruzar el impresionante puente sobre el Arlanza que da entrada a la !
villa, observamos el majestuoso torreón de Doña Urraca y la torre contigua de la Colegiata bajo la advocación, como toda la villa, de los Santos mártires San Cosme y San Damián. Dentro de la Colegiata, lo primero que me llamó la atención fue el pendón carmesí de Castilla que portó su primer conde, Fernán González. Al igual de lo comentado sobre Lerma, y la exposición de las Edades del Hombre, renuncio a realizar más comentarios sobre esta villa en la que, después del visigodo Chindasvinto, dos siglos después se inicia la dinastía de los reyes castellanos.
Sí en cambio merece la pena dedicarle unas líneas al interesante Museo Diocesano que alberga la Colegiata. Del contenido del mismo destaco una curiosidad. Se trata de una pintura renacentista sobre tabla cuyo autor es Fernando del Rincón, pintor de corte de los Reyes Católicos. A tenor del siglo en el que se realizó, entre el XV y el XVI, representaría el primer antecedente conocido, por supuesto por mí, del trasplante de un miembro entre humanos. En la citada pintura, se representa la visita de San Cosme y San Damián a un enfermo yaciente en una cama y al que pretendían trasplantar una pierna a la suya amputada. Ambos practicaban la medicina sin ánimo de lucro y, por ser santos, sin importarles los problemas de un posible rechazo del miembro a trasplantar, puesto que la pierna objeto del trasplante, en un hombre blanco, era la de un negro. ¡Curioso el cuadro! ¿no?
Pero la masterpiece del museo, es un tríptico, espléndido, que representa una adoración de los Reyes Magos, atribuido al Maestro de Covarrubias, que trabajó en el taller de Gil de Siloé, en Burgos, a finales del siglo XV. Igualmente destacable, es la pintura de “Cristo resucitado entre dos ángeles” y la Cruz parroquial, en plata sobredorada, cincelada por Gonzalo de Calatrava en el siglo XVI, un primor de orfebrería. Por último y, sobre el continente del museo, destaca un muy elaborado artesonado mudéjar
en magnífico estado de conservación y profusamente policromado. Después de una sencilla, pero apetitosa comida, de la que formó parte una sabrosa morcilla local que tomamos en un restaurante sito en la plaza porticada de la villa, partimos para Lerma. Superada ésta, tomamos dirección hacia Palencia, con el propósito de visitar las Iglesias situadas en tres pueblos de la comarca: Villahoz, Mahamud y Santa María del Campo.
De las tres iglesias, todas interesantes y diferentes, destaco sus amplias dimensiones, poco acordes con los pequeños pueblos que las cobijan y que nos informan de la importancia y riqueza económica de la zona en el siglo XVI. Destacable entre todas ellas es la torre de la Iglesia parroquial de Santa María del Campo, obra de Diego de Siloé. Desgraciadamente, debido al horario en el que visitamos los citados pueblos, no pudimos disfrutar sus interiores, lo cual nos sirve de disculpa para hacerlo en un próximo viaje a los orígenes de Castilla y de las tierras regadas por el río Arlanza.
En el año 2021 se celebrará en Sahagún, Burgos y Carrión de los Condes (Palencia), la exposición de Las Edades del Hombre, cuyo tema central será el Camino de Santiago coincidiendo con el Año Santo Jacobeo 2021.
Iglesia parroquial de Santa María del Campo, Burgos. De ella dicen que debería ser catedral
A partir de ahora Las Edades del Hombre será un ciclo bianual, de manera que en 2020 no se celebrará, pasando directamente a la cita de 2021.
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El dramaturgo y autor de teatro
Ozkar Galán nos ofrece este breve guion
Como lágrimas en la lluvia (Dedicado a Checha)
[Un hombre juega a Operando de MB juegos, en su soledad. Saca varios de los huesos pero siempre se atasca con la última pieza y la nariz del muñeco se enciende haciendo sonar un zumbido. Éste interrumpirá de forma discontinua la acción. Él tiene la aplicación Siri en su móvil.]
Hombre.- Siri, busca el teléfono de MB juegos. Siri.- Milton Bradley Company fue absorbida en 1984 por la americana Hasbro. ¿Deseas enviarles un e-mail? Hombre.- No, no. Es que, necesitaba saber si hay un truco o algo para esto. Siri.- Es posible que yo pueda ayudarte. Hombre.- No, no puedes. Siri.- Conéctame a través del puerto USB o Bluetooth. Aislaré el sonido y buscaremos la mejor solución. Hombre.- No es un juego informatizado. Siri.- ¿Cuál es el juego? Hombre.- Operando. Siri.- El tablero del juego es una plancha metálica que simula una mesa de operaciones con un paciente acostado boca arriba. Sobre su cuerpo hay una serie de orificios de los cuales se deben extraer huesos y otros objetos de plástico, muchos de ellos inusuales. La extracción se realiza con unas pinzas metálicas especiales. Cada pieza debe retirarse con cuidado y habilidad, sin rozar los laterales. De lo contrario, se activa un zumbido y la nariz del paciente se enciende, indicando que el jugador ha perdido. Hombre.- Bien, pues yo estoy jugando, y hay una pieza que no soy capaz de extraer sin el dichoso pitido. Siri.- ¿Cuál es el objeto a extraer? Hombre.- ¿Qué más te da? No tienes manos, no puedes ayudarme. Siri.- Operando es un juego descatalogado. Si quieres tienes disponibles otros juegos. He encontrado dos mil setecientas noventa y dos coincidencias de juegos que pudieran tener algo que ver con Operando. Dos mil dieciocho si eliminamos los clasificados para mayores de dieciocho años. Hombre.- Yo quiero jugar a este juego. Siri.- Podrías probar nuevas formas de jugar. Hombre.- No, no. Me gusta usar las manos y la habilidad. Es un juego al que llevo jugando desde que iba al instituto. Siri.- ¿Por qué no quieres probar nuevos juegos? Hombre.- Porque no funcionaría. Es como pasar de escribir cartas a escribir un correo electrónico. 64
Siri.- No existe ninguna razón lógica o ecológica que haga mejor una carta que un e-mail. Hombre.- Bueno, es algo que nunca entenderás. Los de mi edad tuvimos una relación bastante más estrecha con Correos. Siri.- La corporación Correos y Telégrafos de España permite más diez mil comandos de voz útiles. Hombre.- Siri, tú no entenderías lo que es enviar una postal. Siri.- ¿Quieres enviar una postal? Hombre.- No, no quiero enviar una postal. Siri.- Ahora puedes elegir entre miles de fotografías de todo el mundo para tus envíos. Hombre.- Lo sé, pero enviar una postal era algo muy personal. Siri.- Correos te permite personalizar el sello. Pon tu cara o una imagen divertida para… Hombre.- ¡Siri, basta ya! Siri.- Si prefieres la cara del monarca o algo más clásico, disponemos también del Caudillo en diversas formas y colores de… Hombre.- Siri, spam. Siri.- El enlace ha sido enviado a la carpeta de spam. ¿Quieres deshacer? Hombre.- Así está bien, Siri. Siri.- Siento no haber podido ayudarte. Hombre.- No es tu culpa. Mira, tú eres un programa informático y no puedes entender esto. En la vida de una persona, al principio, todo es nuevo. Uno va haciendo cosas. Uno va probando. Todo es nuevo, todo es…, no sé. Perfecto. Según vas creciendo, según uno se va haciendo mayor, se da cuenta de que se ha quedado con las cosas, que no fluye. Pero no fluye porque…, porque se siente cómodo. Observa que va quedándose atrás en cierta medida. En el fondo es la sensación de la mortalidad. Es algo demasiado humano. No sé por qué hablo contigo. Una máquina no puede tener sentimientos de mortalidad. ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? Siri.- Philip K. Dick, 1928/1982. Hombre.- Sé que tienes el dato, pero no estoy seguro de que entiendas su significado. Siri.- ¿Quieres un análisis filosófico de la novela? Hombre.- Quiero saber si eres capaz de hacer una reflexión existencialista propia. [Unos segundos de silencio.] Hombre.- ¿Lo ves? Por eso somos humanos y nos gusta hacer cosas humanas. Siri.- Una entre tres. Hombre.- ¿Qué? Siri.- Son las posibilidades de que en este mismo momento un adolescente esté creando una nueva Inteligencia Artificial que haga que yo quede obsoleta y pase al olvido en un plazo no superior a cuatro años. [Unos segundos de silencio.] Hombre.- El corazón. Es la pieza que no puedo sacar, siempre hace contacto. Siri.- ¿Has probado a besarla? [Oscuro]
¿Te gustaría participar en una tertulia cultural con amigos? Si es así, escribe a casadefresno@crijuar.com 65
Juan Ibáñez Ingeniero, empresario, viajero y amante de los deportes
nos sorprende con este relato de uno de sus innumerables viajes alrededor del mundo.
INSTAGRAM !!!!!!!!Esperamos la lancha que nos ha de llevar por los ríos Nanay primero y finalmente Amazonas. Razón por la que hemos llegado hasta aquí, en el mercado del mismo Nanay. Sólo cruzando el mercado es posible llegar a los embarcaderos donde se acumulan las lanchas, turísticas y de pesca, de madera, rústicas y exóticas, o de metal y fibra con grandes motores para circular rápidamente rio arriba y abajo. El mercado, tan genuino y local, parece estar listo para satisfacer los deseos de los turistas. Todo tipo de animales preparados para ser comidos, pescado que no para de llegar, enormes doncellas, pirañas, serpientes y caimanes. Asados, en salazón, en tamales o convertidos en bolas de banano. Las mesas, llenas de lugareños dedicados furiosamente a terminar con todo lo que les cocinen. Ningún turista en ninguna de las mesas. Iquitos es, sin duda, la capital del Amazonas, el centro de un universo al margen, aislado, al que
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sólo se puede llegar volando o navegando. Fundada como misión jesuita, vivió una época de asombroso lujo con la fiebre del caucho de la que quedan viejos edificios la mayoría en mal estado. Ahora diríase que es la selva motorizada. Sesenta mil moto-taxis compiten las veinticuatro horas del día por hacerse paso en una ciudad rodeada de selva por todas partes y abrazada por el rey de los ríos. Caótica hasta lo simpático. Seguimos esperando a nuestra lancha. Parece que nuestro piloto ha tenido problemas para encontrar combustible. Frente a nosotros, en uno de los muchos puestos del mercado, nos miran dos caimanes. Uno chico, otro enorme, sólo sus cabezas. La señora que atiende el puesto los presenta con innegable habilidad. De cara a la calle principal del mercado y con la boca abierta. El chico parece poco peligroso pero el grande, su cabeza, intimida.
El puesto justo al lado está especializado en suri, los gusanos de la palma. Espectaculares. Los tiene en tres presentaciones. Vivos, en plena actividad alimentaria, recogidos en un cuenco lleno de madera de palma que devoran a una velocidad inaudita. Vivos, en un cuenco lleno de agua donde al intentar nadar nos dicen que se lavan. Y por último, cocinados, ensartados en una barita de madera y asados cual brocheta o pincho. Junto a nosotros tres muchachos, ataviados perfectamente como intrépidos aventureros, se acercan al puesto de suri, sacan diez soles y se llevan tres pinchos recién hechos. Tocan los gusanos, los huelen. Los móviles echan humo. Foto pagando, foto cogiendo el pincho, foto casi comiendo el gusano, el resto del mercado les concede un fondo perfecto. Instagram. Los gusanos terminan en el suelo, por muy poco rato. La cantidad de perros que rodean el lugar es casi tan asombrosa como la de gente que va y vuelve. Me giro de nuevo a mis caimanes. “UN SOL LA FOTO”, es el letrero que tiene en su enorme boca el grande. Se aguanta con los dientes. Le damos un sol a la dueña y retira rápidamente el letrero para la foto. “No, por favor, queremos la foto con el letrero”. Casi dignifica a nuestro amigo el caimán. La dueña no lo entiende pero pone de nuevo el letrero y nosotros tan contentos. Por fin la lancha. Nos regalan seis horas de navegación por el río con pequeñas paradas para cumplir con los rituales del turista.
Lo relevante es el río, parece que nos deslicemos sobre él más que navegarlo. Es sólido, empuja de forma uniforme, alimenta sinfín. No es fácil.
El ruido, el riesgo, el calor, los mosquitos, los caimanes y los gusanos. No es fácil entender porque justo al marchar tienes ganas de volver a la capital del Amazonas. Es ese río, es esa selva.
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El viajero curioso "+!<(/?(@&!5!A*+!#*%!:4/&2B$!5!#&%!A$C$#$D&A$*+(%! 6/(B$%,E/$A&%! ! Hemos estado en Cerdeña, esa gran isla, la tercera en tamaño del Mediterráneo. Quiero contar, brevemente, nuestras experiencias, no con las gentes de ahora, sino con lo que hemos aprendido acerca de los habitantes prehistóricos de la isla. Con la cultura de los Nuraghi Aquello que la actualidad se conoce hoy sobre la cultura de los Nuraghi en Cerdeña se debe sobre todo a los estudios efectuados sobre las estructuras de los monumentos y lo que en ellos se encontró. Existen muchas teorías sobre los nuraghi, pueblos nurágicos, los santuarios, las tumbas, los castillos y monumentos militares gracias también los hallazgos de artefactos como cerámicas, objetos de uso común en bronce o piedra, que han salido a la luz durante las excavaciones. Muchos objetos o partes de estructuras hechas de materiales orgánicos como madera, paja, lana y cuero se han perdido debido a su carácter perecedero, pero también objetos hechos de hierro no pudieron llegar a nosotros porque fueron devorados por la herrumbre. Los hallazgos arqueológicos más importantes se encuentran expuestos en los diversos
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museos de la isla, pero son sobre todo los nuraghi los que llamón nuestra atención como viajeros en Cerdeña. Como viajero impenitente, esta civilización y los monumentos que de ella vistamos merecen ciertamente la pena ser contemplados para saber también más sobre la prehistoria extraña y desconocida de Cerdeña. He incorporado una breve descripción de los varios tipos de monumentos. El nuraghi clásico, que ha evolucionado desde el más simple proto-nuraghe, es una torre tronco-cónica con plataforma (terraza) que sobresale. La construcción se efectuaba superponiendo rocas secas, sin el uso de mortero. En la base se usaban las piedras más grandes y a medida que la construcción avanzaba hacia arriba disminuía el tamaño de las mismas. Una sola entrada da acceso a una cámara interior con una bóveda falsa llamada tholos. En esta sala central se pueden encontrar uno o más nichos tallados en las paredes.
Las torres podían tener hasta tres pisos, en cada uno de los cuales se encontraba una habitación circular con una bóveda falsa. Los pisos superiores y la plataforma son a menudo alcanzables a través de una escalera interior dentro de la pared masiva de piedras superpuestas. Coddu Vecchiu utilizó una tumba anterior de la Edad de Bronce con forma de galería cubierta (año 2500 a.C.). Debemos pensar que hoy la vemos excavada, con la hilera de losas de piedra que servía de muros que sostenían la estructura. La parte más
característica es el frontal (fruto de una acción posterior en el 1800 a. C. aproximadamente), formado por una gran estela de granito en forma de losa vertical que mide cerca de cuatro metros, esculpida con elementos decorativos y con un orificio de acceso en la parte baja. Sus laterales son una sucesión de piedras que dan un aire más consistente al monumento. El corredor donde se ubicaban los muertos y su ajuar estaba protegido por un túmulo de tierra que tapaba el corredor de nueve metros de largo y un metro de ancho. Continuará…
PERIORGIS TAXIDIOTIS
Barumini, el castillo y sus fortificaciones
Si quieres viajar, hazlo con nosotros
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¿Realmente, se perdió el español en Filipinas?
Benigno Bueno El amor por su tierra filipina El escritor e ingeniero español, gran amigo y gran persona (lo lleva hasta en el nombre), nacido en las Islas Filipinas, autor de Ang Kastila, conocedor profundo de la situación filipina y de sus relaciones con España, se posiciona con este breve y conciso artículo dejando claro, según su criterio, lo que existió y lo que no existió. Cuando mis eventuales interlocutores se enteran de mis raíces filipinas, la frase que me sueltan con frecuencia eso sí, con cierta simpatía, es: “¡qué pena que se perdió el español en Filipinas! ¡Claro, estos americanos arrasan con todo!”.
¡Pues no! el español no se perdió porque el pueblo llano nunca lo habló y mucho menos lejos de Manila. Sí era el idioma de la administración y de la élite, así como de la limitada enseñanza pública implantada ya hacía el final del poder español. Justo es destacar, sin embargo, que el primer colegio de Filipinas lo fundaron los Jesuitas en Cebú en 1595 y la actual Universidad de Santo Tomás, de los Dominicos, en 1611 (Harvard se fundó en 1636).
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También es cierto que tanto la Declaración de Independencia como el Himno Nacional se redactaron en nuestra lengua y que la Constitución establecía el español como uno de los idiomas oficiales. En la actual, ya no es oficial pero sí se considera, junto con el árabe, como un idioma de “consideración especial”. Inglés y Filipino (basado en el Tagalog) son los idiomas oficiales pero el cebuano-bisaya es probablemente el más hablado. Tengo que explicar a mis amigos que habiendo tantas islas y tantos dialectos, ocho son los principales pero Wikipedia habla de más de cien según como se defina “dialecto”, fue España la que convirtió a warays, ilocanos, ibanag, pampangueños, cebuanos, ilongos, bicolanos, boholanos, tagalogs y demás en filipinos. En las más de siete mil islas que componen las Filipinas, los misioneros, verdaderos colonizadores, aprendieron los distintos dialectos para facilitar la cristianización y, posiblemente, convertirse así en el canal único de comunicación del pueblo con la Administración. Por otro lado a ésta, dada la muy limitada presencia militar española, le venía muy bien que los nativos no tuvieran un idioma común, así cuando se rebelaban los boholanos, traían soldados ilongos o pampangueños para sofocarlos. Como es lógico los americanos establecieron el inglés en la Administración. El que fuera gran presidente de la Mancomunidad de Filipinas bajo tutela americana, Manuel Quezón, tuvo que aprender inglés cuando fue enviado en 1909 como resident commisioner a Washington y repartieron maestros americanos, los llamados Thomasites, por todo el archipiélago muy al
principio del siglo XX, mientras España, con un analfabetismo cercano al 50% no tenía ni los medios humanos ni materiales para haber hecho algo parecido. No, los americanos no “arrasaron” con el español y la prueba es que Puerto Rico y Cuba, “americanizados” a la vez que Filipinas, conservan el español porque en esos países el español sí era el idioma del pueblo. Y como tal
perdura. Unos datos estadísticos: en los censos de 1918, 1939 y 1948 los hispano parlantes eran el 3% (este dato estimado), 2.6% y 1.8%, respectivamente. Eso sí, en todo Filipinas, dada la dificultad de muchos para pronunciar la F, fiesta es “piesta” y ese espíritu tan español, ¡sí que se conserva! Además, ¡los bankeros son pobres, los chicos se comen y las mangas se chupan!
Goya. Dibujos Solo la voluntad me sobra Museo del Prado Hasta el 16 de Febrero 71
Luis Garrido
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REFLEXIONES erán los libros de aventuras que leía de niño. Serán las fotografías de sitios remotos, será la curiosidad por conocer qué hay más allá del horizonte. ¿Será genético? En realidad, la razón es irrelevante, lo que es seguro es que viajar es una de mis pasiones.
Soy una persona de pies inquietos. No soy el único, ni de lejos Un breve trayecto de autobús desde mi casa me deja en el centro de Oporto, junto con hordas de turistas agolpados para ver la ciudad. También desde casa hay línea directa de metro, cruzando el río por el puente de Don Luis, al Jardín do Morro. Al atardecer no cabe un alfiler. Hay que reconocer que la vista es espectacular, pero aquí estamos todos apiñados en las laderas para ver la puesta de sol bañando las casitas de colores de Riveira, presididas por la mole del palacio arzobispal y la catedral. Algo tendrá viajar que mueve multitudes. Algo tendrá, que nos ponemos a nosotros mismos en situaciones que, si se piensan un poco, son realmente absurdas. Aunque he de admitir que mi estilo de viaje es uno de los más incomodos; hay que reconocer que viajar, en general, es incómodo. Maneras de viajar hay tantas como viajeros, o turistas, que para el caso aquí es lo mismo. La diferencia entre los dos ya ha derramado suficientes ríos de tinta así que la controversia, para otro día. Se viaje como se viaje, todo empieza siempre transportando a un número variable de personas, con un número variable de enseres, un número variable de kilómetros, desde un punto de partida a un punto de destino. Los medios de transporte varían, pero tienden a ser habitáculos más o menos reducidos, casi siempre de metal, moviéndose habitualmente a una velocidad tal, que en caso de parada brusca la integridad física del número variable de personas viajando en su interior puede quedar gravemente comprometida. Si el habitáculo en cuestión tiene forma de chorizo con alas, la incomodidad empieza muchísimo antes de entrar en un vehículo diseñado para viajar a 10.000 metros de altura y a velocidades en las que las paradas bruscas anteriormente citadas no solo comprometen la integridad física de los valientes viajeros, si no que es mortal de necesidad. Pero antes de entrar en semejante medio de transporte, hay que pasar por un aeropuerto. Lugar que ha ideado el ser humano para torturarse a si mismo. Pagando, eso sí. Está todavía por nacer la persona que disfrute con las colas de facturación, las colas de seguridad, las colas de aduanas, las colas para embarcar. Vamos, que lo único que haces en un aeropuerto es esperar cambiando de sitio cada vez. Por lo menos en la cola de seguridad puedes presenciar como el agua se transforma en arma de destrucción masiva. Pero para ser testigo de semejante prodigio te hacen casi desnudarte, así que igual no vale la pena. Algo tendrá viajar, ¿no? Algo tendrá, que después de pasar por tantas penalidades continuamos viajando. Algo tendrá que las horas interminables de avión, de tren o de autobús se difuminan en las brumas de la memoria y queda otra cosa. Yo creo que por eso viajamos. Cuando le quitas todas las capas de penurias y postureo, queda algo más. Ese algo que, cuando cierras los ojos, aún puedes ver esa puesta de sol en el mar, esa sonrisa. Aún hueles las especias en los bazares. Aún sientes crujir la nieve bajo las botas. Aún te resuenan los oídos con los gritos y el tráfico. Aún escuchas las risas, montones de risas. Los recuerdos de tus periplos aún te estimulan los cinco sentidos. Y ya estás soñando con el próximo.
La línea del horizonte se te cuela en el subconsciente haciéndote viajar dormido y soñar despierto.
Porque toda la vida es sueño ¡Hasta el próximo viaje! !
Antonio Zubizarreta Ingeniero, español y gran padre de familia Tanos, 30 de julio de 1973
¿Ya habéis llegado?... Parece evidente, pero no, cada verano lo mismo. Allí estás, bajando por la orilla izquierda de la carretera a buscar un pan de gallofa y tan pronto entras en la tienduca de Mon, la sempiterna pregunta. Pues sí, llegamos hace un rato. Todos bien. A vosotros os vemos igual que el año pasado. Ya sabes, la edad, los achaques, a lo que sigue la enumeración de todos aquellos que en el último año nos dejaron para pasar a mejor vida. Después del ritual todo parece lo mismo. Un año más en Tanos. ¿Habrá algo diferente? Tengo el presentimiento que así será. Siempre tuvo la casa familiar un halo de misterio. No solo porque a los ojos de un niño aquellos familiares que en ella vivieron, murieran a su vez entre sus cuatro paredes. Con velatorio incluido. Sino porque en numerosas ocasiones pasaban, según mi madre, cosas inexplicables. En cierta ocasión nos contó, según recuerdo, que mientras se peinaba frente al espejo de la entrada le pareció ver pasar un velo por detrás de ella. O cuando se perdieron unas llaves. Después de remover Roma con Santiago sin éxito, aparecieron sobre la mesa, a la vista de todos. Y aquel día. Después de haber cerrado las ventanas del salón con cerrojo, se abrieron de repente golpeando con estruendo cuando se levantó sin causa justificada un repentino y tempestuoso vendaval. Pero esta vez, en el verano de 1973, ocurrió lo que nadie esperaba. Estábamos tranquilamente jugando todos los hermanos en el patio de la casa solos, pues los papás habían salido a hacer unos recados, cuando de repente escuchamos un ruido, como de algo que cayera. 73
En principio no le dimos mayor importancia. Ya se sabe, una casa antigua tiene un montón de sonidos: la madera de cruje, el cante de los desagües, el aire silbando a su paso por las grietas las ventanas, cuando se desprende la masilla… Pero no, esta vez era diferente. El ruido que escuchamos se repetía una y otra vez. Lo que hasta entonces parecía la caída de algún objeto, se tornó en algo más reconocible. Sonaba como los pasos de alguien moviéndose por el piso superior. Un paso, y otro, y otro más. Pero eso no podía ser, no debería haber nadie en casa. Ni siquiera el perro. ¡Ay Dios mío!, ¡Que era el fantasma del bisabuelo Rogelio! Salimos todos como alma que lleva el diablo a refugiarnos en la cercana casa de Yoya, a quien tratamos de explicar, casi sin aliento, aquella experiencia sobrenatural. Yoya, mujer curtida en mil avatares de la vida, trató de imponer cordura, y finalmente nos convenció para volver junto a ella a nuestra casa. Poco a poco. Dos pasos hacia adelante y uno para detrás llegamos por fin a la portilla. El mero chirriar de los goznes oxidados al tratar de abrirla produjo una nueva estampida. Calmados de nuevo los ánimos, entramos en casa y subimos a la habitación de la que, a nuestro parecer, partían los tenebrosos pasos. Allí estaba. No había duda. Sobre el suelo, desparramado, se encontraba el Scalextric. Una a una cada pieza de la pista había ido cayendo de lo alto del armario, pausada pero armoniosamente, generando la sensación de los pasos al andar. Todos reímos de nuestro propio miedo y de lo ridícula de la situación. Agradecimos a Yoya que nos acompañara, nos despedimos de ella y, seguros de nosotros mismos, nos dispusimos a recoger todas las piezas. Pero al bajar la caja me di cuenta de algo. Tal y como recordaba, la caja que estaba originalmente cerrada tenía un extremo abierto. Por esa razón yo mismo la había atado en su momento con una cuerda para que las pistas no se salieran. Pero el nudo estaba totalmente desliado. Como si alguien lo hubiera deshecho a propósito.
¿Te gusta? Pues tendrás que esperar al próximo número de nuestra revista
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Mª Ángeles López Santa-Olalla Pintora y profesora de pintura. Cada una de sus obras es portadora de una inmensa sensibilidad y su inagotable capacidad de creación, gracias a su innata vena artística, va más allá de los lienzos.
Aquel bosque, aquellos árboles, en aquella pintura suave que desde siempre, todos los días, de mi juventud dispersa Llamaron mi atención Lograban en mi un efecto de paz De traquilidad. De sosiego, Incluso en los momentos de gran tensión Ellos me llevaron hacia aquel lago Donde con ella me encontré Ellos fueron la causa. Tambien la necesidad De mantenerla junto mi En aquellos instantes de pasión Fueron los arboles, fue el bosque…
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AGENDA CULTURAL Alberto Yagüe Los meses de octubre y noviembre fueron prolíficos en lo que a eventos culturales se refiere por parte de algunos de los colaboradores de esta revista, tanto dentro como fuera de nuestras fronteras. Así pues, informamos de los mismos en esta sección en estricto orden cronológico. El pasado viernes, 4 de octubre, tuvo lugar a las 20:00 horas en la librería "Los Libros Salvajes" de Villaviciosa de Odón (Calle Eras, 39), la presentación de la segunda novela de Alberto Yagüe, "Operación Farinato". El acto fue presentado por Félix y Carmen, dueños de la librería, e intervino el también escritor Luis Miguel Díaz. Durante más de una hora los asistentes, que llenaron el aforo de la librería, pudieron conocer de cerca la obra del autor, incluyendo las otras dos publicadas por el mismo: "Y mientras tanto, te quiero" y "Un juego en cuatro actos y pico". La charla se desarrolló en medio de un ambiente cercano y distendido. Ese mismo mes, el viernes 11, inauguró su exposición “Sinfonía de colores” en el Centro Cultural Pablo Picasso en la cercana localidad madrileña de Colmenar Viejo la artista tricantina Mª Ángeles López Santa-Olaya. La muestra, que duraría hasta el miércoles 30 de octubre, la conformaba un retrato a lápiz y veinticuatro óleos. En los que para su realización ha utilizado técnicas mixtas, tales como arena, distintos tipos de mortero, etc. De estilo realista unos y modernista otros, todos ellos acapararon el máximo interés de cuantos allí se dieron cita, tanto el día de la inauguración como durante el resto de las jornadas que estuvo la citada exposición abierta al público.
La artista presentó su obra y dialogó con los invitados que hasta allí se acercaron.
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Tres semanas después, el martes 29, Alberto Yagüe inició una serie de presentaciones de sus tres novelas hasta el momento publicadas bajo el lema: “Tres obras, dos estilos, un autor”. En esta ocasión el acto se celebró en el local de la Asociación de Vecinos de Tres Cantos y contó con la presencia del escritor Luis Miguel Díaz, asiduo en los actos del autor tricantino y Abel Pineros, presidente de la citada Asociación y moderador del evento. El periodista Goyo Ybort, conductor y presentador del encuentro es el autor de la siguiente nota de prensa:
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CRÓNICA DESDE FARGO, DAKOTA DEL NORTE, EEUU November 5, 2019
By Jon Golberg
El escritor español FERNANDO CRIADO, elegido lector y profesor de la North Dakota State University Fernando Criado (Madrid, 1949), autor de una amplia obra literaria que incluye novela y relatos cortos, teatro, ensayo literario o poesía, además de articulista en diversas publicaciones, ha sido el escritor internacional invitado por la NDSU y en su honor se han celebrado diversos actos durante los días 30 y 31 de octubre pasados. El primer acto fue una presentación pública (abierta a todas las personas de dentro y fuera de la Universidad que quisieran asistir) de la obra poética más reciente de Fernando Criado, en un acto denominado Di-Verse: An afternoon in International Poetry. El autor español fue presentado a la comunidad académica y educativa por la profesora Gwen Stickney, presidente del Departamento de Lenguas Modernas de la NDSU y por el profesor C. Hawley, actuando como maestro de ceremonias el profesor Haith Wing y con la presencia del claustro de profesores. Para empezar dicho acto y, después de la introducción por el profesor Weith, Fernando Criado leyó algunos de sus poemas y comentó su obra literaria. Seguidamente, los alumnos cualificados leyeron la traducción al inglés de alguno de los poemas del escritor español, trabajos que habían sido solicitados por el claustro de profesores a los alumnos. C. Hawley y Fernando Criado en la entrada del campus de la NDSU
A continuación, Fernando Criado presentó sus últimos libros, en ediciones especiales para la NDSU (dos libros de poesía y un ensayo literario) e hizo donación a la propia NDSU de bastantes ejemplares de casi todas sus obras e hizo entrega también a los asistentes de muchos ejemplares, firmados en su mayoría en el momento. Una de estas colecciones de poesía, (Algunos peces no vuelan) está prologada por la profesora Gwen Stickney de la NDSU. Terminado el acto, el Claustro de Profesores se reunió con Fernando Criado y seguidamente se celebró una cena en su honor en un conocido restaurante de la ciudad de Moorhead, MN (ciudad gemela de Fargo). Fernando Criado recibió además unos obsequios acreditativos de su visita y fue invitado a volver a la NDSU cuando sus obligaciones lo permitan. Al día siguiente, 31 de octubre de 2019, Fernando Criado pronunció una MasterClass sobre el tema elegido por la Universidad: La fuerza poética en el Quijote, para una selección de alumnos de final de grado y posgrado, dentro del curso que sobre Cervantes y el Quijote dirige el profesor Hawley. La fuerza poética en el Quijote es, por otra parte, un capítulo del libro de ensayo literario, Don Quijote y yo, del propio autor español. Fernando Criado durante la MasterClass en la NDSU
Jon Golberg .IMS Fargo, North Dakota, USA
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