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by Manuel López Portillo JFK Parent Reflexión de un Líder en Cuarentena
“Si quieres hacer reír a Dios, cuéntale tus planes”, porque la verdad es que siempre hablamos del futuro con la certeza de que nuestros planes se van a ejecutar como esperamos. Vacaciones, proyectos, todo lo que podríamos hacer hoy y que dejamos para después, sin pensar que tal vez no sea posible. A veces necesitamos una llamada de atención, una sacudida para recordar que no tenemos garantizado el día de mañana y mucho menos cuando hablamos a más largo plazo, y esta cuarentena del COVID-19 ha sido mucho más que esa llamada de atención. Si hace seis meses alguien nos hubiera dicho en el trabajo que íbamos a manejar toda la operación de la empresa desde nuestras casas, nos hubiéramos reído con muchas ganas, porque siempre fue indispensable que estuviéramos ahí, en las juntas, en las visitas a las fábricas, con los clientes y con nuestros colaboradores para asegurar que las cosas sucedieran, que todo marchara bien. Al día de hoy llevamos
casi diez semanas manejando todo desde el famoso home office y nada se ha roto, nada se ha caído y nadie ha viajado. No significa que así vaya a ser el futuro, pero nos hace pensar sobre el regreso a la normalidad y si en realidad eran tan imprescindibles todos esos
viajes, todas esas largas reuniones y todas esas juntas. ¿Será que estábamos usando nuestro tiempo y nuestra energía de la mejor manera?
Regresando al tema de los planes, han sido muchas las cosas que se han tenido que poner en pausa por culpa de la cuarentena. Piensen en las bodas, los viajes, las graduaciones, los reencuentros que tendrán que esperar y que probablemente sucedan bajo la famosa “nueva normalidad”. No me puedo imaginar cómo será una boda con todos los invitados bailando Sopa de Caracol con sus cubre-bocas y manteniendo su sana distancia… A veces necesitamos una llamada de atención, una sacudida para recordar que no tenemos garantizado el día de mañana y mucho menos cuando hablamos a más largo plazo, y esta cuarentena del COVID-19 ha sido mucho más que esa llamada de atención.
Desde el primer día le hemos echado muchas ganas a sacarle provecho al encierro haciendo ejercicio (¡tantas bicicletas que por fin salieron de sus cuarentenas de años!), retomando o emprendiendo algún hobby, reconectando con aquellos que son especiales para nosotros en las tertulias virtuales del Zoom o haciendo experimentos en la cocina.
Experiencias de esas que son únicas en la vida que se cancelaron o en el mejor de los casos se pospusieron sin saber hasta cuándo y sin saber si habrá manera de vivirlas como las habíamos imaginado. Eso sí, a todo esto le hemos puesto buena cara y para eso no nos faltan frases de ánimo: “lo que no te mata te hace más fuerte”, “saldremos fortalecidos de esta”, o “las cosas pasan por algo”. Desde el primer día
le hemos echado muchas ganas a sacarle provecho al encierro haciendo ejercicio (¡tantas bicicletas que por fin salieron de sus cuarentenas de años!), retomando o emprendiendo algún hobby, reconectando con aquellos que son especiales para nosotros en las tertulias virtuales del Zoom o haciendo experimentos en la cocina. Pero ¿saben una cosa? La verdad es que no somos perfectos y tampoco somos de piedra, y está bien hacer berrinche por las cosas que se nos frustraron, por la gente que extrañamos o por la soledad que nos tocó vivir en la cuarentena del coronavirus. Una sacudida como esta, una interrupción de la normalidad de este tamaño, exige lo mejor de nosotros y, sin duda, nos pone a prueba. Nadie está listo para ver cómo los planes que hicimos con tanto esmero y las cosas que imaginamos con tanta ilusión tienen que
esperar porque tenemos que estar encerrados hasta quién sabe cuándo, de manera que por supuesto que se vale llorar y patalear y sentirse frustrado, porque no se vale y porque no es justo.
Ahora, la verdad es que todo esto va a pasar y la gran pregunta que hay que hacernos es: ¿qué nos va a dejar la cuarentena? Cuando pase la paranoia, cuando el riesgo de contagio sea menor y empecemos a dejar esto atrás ¿con qué nos vamos a quedar? Haber estado encerrado todos estos días y restringido en lo que podemos hacer me ha recordado las cosas que importan más. Por supuesto que es importante cuidarnos entre nosotros, estar cerca de las personas que queremos y hacerles saber lo mucho que significan para nosotros y también seguir adelante con nuestras vidas en lo profesional, lo académico y lo personal, pero incluso antes que todo esto la cuarentena nos ha dejado claro que para poder enfrentar lo duro de estar aislado y la carga psicológica que eso trae consigo debemos estar bien en lo individual, bien con nosotros mismos. El estado físico es lo primero, con una buena alimentación y ejercicio regular, así como suficientes horas de sueño que nos ayudan a sentirnos fuertes y en buena forma. Nadie está listo para ver cómo los planes que hicimos con tanto esmero y las cosas que imaginamos con tanta ilusión tienen que esperar porque tenemos que estar encerrados hasta quién sabe cuándo, de manera que por supuesto que se vale llorar y patalear y sentirse frustrado, porque no se vale y porque no es justo.
Mantenernos en buena condición mental también es clave, y aunque no tiene nada de malo dedicarle tiempo al Netflix, a los memes y al Candy Crush, vale la pena encontrar tiempo para actividades que nos hagan sentir bien y que nos traigan la satisfacción de hacer algo retador y enriquecedor, y quizá lo más importante es estar bien emocionalmente, algo no siempre fácil en una situación como esta. Cada uno encuentra la estabilidad social o emocional en diferentes lugares: en las relaciones con nuestros seres queridos, que en muchos casos se han mudado al mundo digital, la práctica de algún hobby, en la religión, etcétera. Lo importante es reconocer que
estas tres facetas de nuestro estado – físico, mental y emocional -, son igual de importantes, y que no podemos estar bien si una está
descuidada o no funciona como quisiéramos. Casualmente la Organización Mundial de la Salud, esa que tan llevada y traída ha estado estos últimos meses, define la salud como el estado completo de bienestar físico, mental y social, y no solo como la ausencia de enfermedad. Así es que ojala que cuando termine la cuarentena y empecemos a emerger de nuestros encierros como los osos al final del invierno, lo hagamos conscientes de que las cosas pueden cambiar sin previo aviso, que por eso hay que disfrutar el hoy y el ahora intensamente, y que lo hagamos siempre con mucho bienestar, con mucha salud.