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DEDICATORIA
Este testimonio se lo dedico primeramente a mi Padre Dios, que fue el que me inspir贸 y me preserv贸 la vida hasta el t茅rmino de este libro. A mi esposa, a mis tres hijos y a mis nietos Diego y Natalia, que sin propon茅rselo contribuyeron a que yo le cuente, que cuando se quiere se puede, porque con la ayuda de Dios todo es posible.
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ÍNDICE PRÓLOGO………………………………………………………… AGRADECIMIENTO…………………………………………….4 RESEÑA HISTÓRICA………………………………...................5 DE PUNTARENAS A GOLFITO……………………………….7 DE GOLFITO Y QUEPOS A PARAISO DE CARTAGO………………………………………………………. 10 DE PARAISO A CACHI Y URASCA………………………..…11 EL CONSEJO DE DON AVELINO………… ………………. ..24 DE REGRESO A PUNTARENAS………………………………27 EN EL HOGAR MONSERRAT………………………………. 31 LUIS ANTONIO AGUIRRE ROSALES……………………... 34 DE PUNTARENAS A CARTAGO…………………………… .37 EN EL PENAL DE SAN LUCAS…………………………….. ..49 RESEÑA HISTÓRICA DE LA CIUDAD DE LOS NIÑOS…………………………………………………..………...56 DE CARTAGO A LIMÓN……………………………..………..58 DE LIMÓN A PARAISO ………………….……………..……...78 RESUMEN DE MAMÁ MERICA……………………………85
4 FAMILIA QUIRÓS BONILLA……………………………….88 FAMILIA FONSECA GAMBOA……………………………..93 FAMILIA FALLAS MADRIZ………………………………..108 FAMILIA QUIRÓS MADRIZ……………………………….113 FAMILIA MADRIZ GAMBOA……………………………..115 EL REENCUENTRO CON MI PAPÁ………………………119 CONOZCO A LA QUE SERA MI ESPOSA………………..128 MI MATRIMONIO CON NORMA…………………………143 NACIMIENTO DE MIS DOS PRIMEROS HIJOS………..154 MUERTE DE MI PAPÁ, SUEGRA Y NACIMIENTO DE ESTEBAN DE JESUS ………………………………………..156 PROPÓSITO Y DESPEDIDA……………………………….168 EPILOGO……………………………………………………...
5 AGRADECIMIENTO Quiero agradecer de una manera muy especial a las siguientes familias e Instituciones que abrieron sus puertas y me dieron abrigo, alimento y seguridad. A la familia Gómez Solano, Solano Fabrison, al Hogar Monserrat, a la Ciudad de los Niños, familia Quiroz Bonilla, Fonseca Gamboa, Fallas Madriz, Quirós Madriz, Madriz Gamboa y la familia Retana Aguirre. A la Licenciada Alexandra Castillo Villalobos, por su incondicional y desinteresada ayuda en todo momento, a mis compañeros de trabajo; Hernán Rojas Agüero y Juan Carlos Villalobos Barquero por la valiosa ayuda que me brindaron cada vez que se las solicité, al Profesor Juan Luis Fonseca Gamboa por ayudarme a corregir uno de los capítulos, al Licenciado Roberto Viales Rodriguez quien fue quién revisó y corrigió la obra, al Licenciado Pablo González González, quien revisó el manuscrito original y lo autenticó. Y por último a mi propia familia, a mi esposa Norma V. Hernández Vargas, a mis hijos, Francibeth, Julio César, Esteban de Jesús, a mis nietos Diego Alonso y Natalia Paola, mi yerno Jairo Pérez y mi nuera Verónica Barnes. A todos mi mas grande agradecimiento por los casi dos años que los incomodé. Pido disculpas a todas aquellas personas que sus nombres no aparecen aquí, porque son tantos que para nombrarlos a todos necesitaría escribir otro capitulo. A todos y todas, mi más grande agradecimiento, que mi Cristo me los bendiga a todos
6 RESEÑA HISTÓRICA Miércoles 11 de mayo de 1950, hora 10:30 am. Esa es la hora que dice la partida de nacimiento de José Francisco Morales A guirre, nacido en el Hospital viejo de Puntarenas, hoy es la Clínica del Seguro Social, localizado en el Barrio el Carmen. A propósito de Bario el carmen así dice la misma partida que se llamaba mi mamá, soy el cuarto de los cinco hijos que le sobrevivieron, porque creo recordar que en una ocasión ella mamá me contó que se le murieron cuatro. De la vida de mi mamá, es relativamente poco lo que llegué a saber de ella, y de su familia prácticamente nada pude averiguar por no tener otros contactos.Solamente el nombre de mi abuela que se llamó Dominga Aguirre Rosales y que había nacido en la provincia de Guanacaste. Aunque viví con ella, (con mi mamá) de febrero 1974 hasta febrero de 1976, en la casa de mi hermana menor Emilce en Hatillo Nº 5 en San José, por dos años fue realmente poco lo que pude conocer de su pasado y de su familia porque cuando mi cuñado y mi hermana me pidieron que me quedara a vivir con ellos ya mamá estaba muy enferma de un cáncer gástrico en estado terminal. Su enfermedad y mi trabajo impidieron conocernos mejor, porque yo entraba temprano, y salía tarde, cuando yo me marchaba ella todavía estaba en cama y cuando regresaba ya estaba en cama nuevamente, sólo los sábados y los domingos aprovechaba para conocer un poco más de su pasado y del mío, y del porqué fue que me regaló tan solo seis meses después de que me trajo al mundo, aunque yo ya conocía la versión de Emérita, la señora que me recogió a los seis meses, la que yo creía que era mi mamá, ya que fue su rostro, el primero que vió mis ojos día y noche por causa de mis constantes enfermedades, por mi desnutrición, por la mala alimentación y los constantes
7 golpes propinados por el que se negaba a reconocer que el chico era hijo suyo. De la vida de mi papá pude averiguar más, ya que él era de la provincia de Cartago, del cantón de Paraíso, justo el lugar de donde era mi mamá Emérita. Mi papá se llamó José Joaquín Morales Moya, desde muy chico se entregó a los vicios y ala delincuencia, por lo que la mayor parte de su vida la pasó en prisión en diferentes cárceles del país, a las que obtuve permiso para visitarlo cada vez que podía, ya que en algunas épocas estuvo en lugares como en la isla de San Lucas, Liberia, Guanacaste y Limón, lugares donde me fue imposible visitarlo o yo no me entere donde estaba. Fue en estas visitas que él me habló de su querido Paraíso y quien era su familia, pero del porqué de su actuar nunca quiso hablar, al parecer ocultaba algo vergonzoso; tampoco con sus primos averigüé nada o casi nada. De mis abuelos paternos sólo me contó que su papá (mi abuelo) que se llamó Lisímaco Morales, estando él como de diez años abandonó el hogar dejando desamparados a su mamá (mi abuela) que se llamó Hortensia Moya y a sus hermanos y hermanas siendo él uno de los menores. Mi abuela tuvo que luchar sola para sacar adelante a una familia numerosa, para mi papá esto fue una tragedia, que por su corta edad no entendió, ni pudo superar, de la noche a la mañana se quedó sin padre y casi que sin madre porque para darles de comer su madre (mi abuela) tenía que salir a trabajar al campo dejándolos solos casi todo el día. Esto produjo un cambio en la formación de mi papá, pues a sus doce años de edad comenzó su carrera delictiva robando nada más y nada menos que en la misma iglesia; donde él era el monaguillo, carrera que terminaría tan solo dos años antes de su muerte cuando se fugó del penal la Reforma donde cumplía una medida de seguridad,
8 medida que sólo se le imponía a aquellos presos que por su peligrosidad no podían estar libres. Años después los derechos humanos terminaron con semejante crueldad. Pero a pesar de su fuga ya no lo buscaron porque sabían que el cáncer terminal que padecía pronto daría cuenta de él, él se fugó a mediados de 1982 y falleció en agosto de 1984.
DE PUNTARENAS A GOLFITO “Doña Carmen, es un varón, que nombre le va a poner;” “se va a llamar José Francisco Gerardo Aguirre Rosales”. Pocos días después mi mamá dejó el hospital para dirigirse a Golfito a una finca bananera donde supuestamente se encontraba mi papá, supongo que lo encontró puesto que dos años después nació mi hermana Emilce, producto de la misma relación, sólo Emilce y yo somos hermanos del mismo padre y de la misma madre; los otros hermanos: Socorro, Flora y Luis Antonio lo somos sólo por parte de madre. Querido lector lo que a continuación voy a narrar me lo contó mamá (Mérica), la Sra. que me adoptó a los seis meses de nacido, trataré de acomodar los hechos lo mejor posible, pues me fueron contados veinte años después, por una anciana ya bastante gastada por el peso de los años. Emérita Solano Solano: cartaga paraiseña de nacimiento hija de Bartolo Solano y Rafaela Morales, casada con Clemente Gómez; buscando una mejor oportunidad de vida deciden viajar a una compañía bananera instalada en el cantón de Golfito, en la provincia de Puntarenas. Para los trabajadores que no eran de la zona la compañía construyó pequeñas casas de madera en
9 serie, es decir, una pegada a la otra, por lo que todo se oía de una casa a la otra. Fue así como se conocieron Carmen Y Emérita, un día Carmen muy apenada por el escándalo de la noche anterior y de la anterior y de la… le pidió más que disculpas, le pidió ayuda porque ya estaba al borde de la locura por el maltrato que Quincho (es mi papá) daba al indefenso niño cuando llegaba drogado o borracho y que el mayor placer para él era tomar al niño por el pechito con los dientes mecerlo hacia ambos lados y después soltarlo, cayera donde cayera, como lo haría cualquier perro con su juguete favorito, de echo cuenta Mérica que cuando ellos me recogieron lo primero que hicieron fue llevarme al hospital pues el chiquito no paraba de llorar ni de día ni de noche, para descubrir que el niño tenía dislocado uno de sus hombros. Dice Merica que Carmen le contó que desde que ella estaba embarazada Quincho la golpeaba por el estómago con el propósito de que ella perdiera lo que se gestaba en su vientre pues consideraba que deporsi no era suyo eso decía Quincho. “Cuando casi cumplían seis meses de ser vecinas, Carmen me contó que Quincho seguramente la había dejado pues tenía varios días de no llegar a la casa o estaba preso;” Merica tengo varios días de no comer y no sé que hacer con el chiquito, yo sola en cualquier parte me dan trabajo pero con él no, usted me lo cuidaría mientras consigo trabajo yo le pago lo que usted gaste en él; de lo contrario voy a tener que regalarlo porque si él sigue conmigo de seguro que se me muere”. “Doña Carmen, yo lo cuidaría pero para mí, digo si usted piensa en regalar el chiquito a cualquier desconocido mejor regálemelo a mí, yo tengo dos años de casada y Dios todavía no nos ha dado hijos, a lo mejor esto ha pasado así porque Dios quiere el
10 hijo que tanto le he pedido auque no haya salido de mi vientre, lo mismo lo voy a que querer y a cuidar”. Eso sí, si me lo da a mí me lo da por tinta y papel, no sea que después me lo quiera quitar”. “Esta bien doña Merica mañana mismo vamos al Patronato para legalizar la adopción”. “Esa misma noche hablé con Clemente sobre si él estaba de acuerdo en que recogiéramos el chiquito contestándome que sí pues yo pasaba más en su casa que en la de doña Carmen y ya se había encariñado con el chiquito” Así fue como de un día para otro pasé de llamarme José Francisco Aguirre Rosales a llamarme José Francisco Gómez Solano. (Qué cosas no) Mamá Carmen se quedó en la casita hasta que la Compañía Bananera la echó fuera, creo sin temor a equivocarme que estas dos mujeres nunca más se volverían a cruzar en sus caminos, que cosas tiene esta vida en un día perdí una madre y Dios me dio otra, pero esto solo era el comienzo del calvario que me esperaba. Veamos lo que dice el Sr. Jesús en el capitulo 13 y versículo 12 del Evangelio de San Mateo: “Porque a cualquiera que tiene se le dará y tendrá más; pero al que no tiene aun lo que tiene le será quitado”, vean porque, según Merica poco después de que yo cumpliera un año de reinar como hijo único ella quedó embarazada del que sería mi hermano Armando, Armando nació en agosto de 1952, en Golfito, aún no caminaba Mando como le decíamos, cuando mamá Merica como la seguiré llamando de aquí en adelante por ser a ella a la que aprendí a llamar mamá. Decía que Mando todavía no caminaba cuando mamá quedó embarazada de Delia, en un plazo de tres años pasé de la holgura a la estreches, ahora lo que era solo mío tenía que compartirlo con dos hermanos y por si eso fuera poco papá Clemente se enfermó muy seriamente por lo que decidieron
11 regresarse para Paraíso. ¡Ah! olvidaba contarles que cuando mamá llegó a Paraíso ya iba embarazada de Rodrigo, como decimos hoy “tras de palos cuernos.” DE GOLFITO Y QUEPOS A PARAISO DE CARTAGO Recuerdo que mamá me contó que papá Clemente murió en diciembre de 1955, y Rigo como le decíamos nació ocho meses después o sea en julio de 1956, ahora son cuatro hijos, cuatro bocas que alimentar y ahora sola, tres hijos propios y uno que ella recogió tan solo cinco años atrás. “Dios mío que voy hacer para darles de comer, por favor envíame ayuda”, esa fue su súplica al Creador, ahora era ella la que tenía que salir al campo a trabajar como los hombres, paleando en los cafetales, macheteando en los sembrados de hortalizas, cogiendo café o en lo que se presentara lo que importaba era que ella y cuatro bocas tenían que seguir viviendo. Pero Dios siempre escucha las oraciones sinceras y principalmente la de los más necesitados como los desamparados, huérfanos y las viudas. Veamos lo que dice Deuteronomio en el Cáp.10 y verso 18: “Dice que Él hace justicia al huérfano y a la viuda; que ama también al extranjero dándole pan y vestido”.
DE PARAISO A CACHI Y URASCA Unos cinco años atrás fue mamá Carmen la que no sabía que hacer con el niño, ahora le tocó el turno a mamá Merica; qué extraño; toda esta angustia de estas dos madres buscando el bienestar de un niño que fue abandonado por la irresponsabilidad de un padre, que a su vez él también fue
12 abandonado por su padre cuando él más lo necesitó; ¡Qué cadena!... “Adiós Merica, adiós Tina”: Doña Tina Alvarado era una conocida de mamá que tenía familia en un caserío llamado Urasca perteneciente al distrito de Cachí, por esa razón viajaba mucho a ese lugar donde conoció una familia procedente de un lugar llamado Pejibaye de Turrialba, familia que se componía de seis personas todos ya adultos. Don Andrés el padre, Doña Nina la madre, y sus cuatro hijos, Ángel, el mayor, María, Claudio (Cuyo) y Rosa, la menor. Esta familia ya habían adoptado una niña como de mi edad para que ayudara a doña Nina en los quehaceres de la casa. Pero necesitaban un muchacho para que ayudara en las labores del campo y el cuido de unas pocas vacas, los apellidos de esta familia es: Solano Fabrison. Conocedora Doña Tina de la necesidad de la familia en recoger un muchacho, conocedora también de las necesidades por las que estaba pasando Merica le dijo: “Merica; no me tome a mal lo que le voy a decir, usted sabe que yo la aprecio mucho y se lo digo para ayudarla a resolver un poco su situación”. “En Cachí vive una familia que necesita recoger un niño justo de la edad y estatura que tiene Francisco. ¡Pero, Tina!…“Merica piense en su futuro y el de sus hijos, el de Francisco que a donde va no va a pasar necesidades. Usted no estaría haciendo nada malo, por el contrario eso sería un bien para todos, piénsenselo. Yo voy la próxima semana para Cachí si usted quiere yo les hablo para que ellos vengan a hablar con usted y así los conozca, ellos son muy buenas personas”. “Esta bien Tina, dígales que vengan para que hablemos y conocerlos después Dios sabrá lo que decide hacer. ¿Mamá hoy es domingo, vamos a ir a pasear? ¿Por qué lo preguntas hijito?, porque hoy nos bañaste más temprano y a mí
13 me pusiste la ropa más nueva, como cuando vamos a misa o a pasear “Bueno hijito; tus hermanos y yo no, pero tu sí, unas señoras me pidieron que te diera permiso para llevarte a Cartago para que conozcas la basílica de los Ángeles y a la Virgencita”. Yo no quiero ir, “pobrecitas vienen de muy largo solo para llevarte a pasear y te van a comprar ropa nueva y juguetes”. ¡Pero mamá y si me roban, tú siempre dices que hay gente que se roba los chiquitos; “sí pero estas señoras no, ya lo verás! Fue así; engañado y con promesas de esto y aquello y lo otro que me hizo mi mamá, pero que la familia de Cachí no pudo cumplir por ser muy pobres, fue así como fui llevado al famoso Urasca que tanto llegaría a querer y de la que hoy guardo tan hermosos recuerdos, principalmente de su gente, que tanto me ayudó, a todos gracias a los que ya se fueron gracias, que Dios los tenga en su santo seno, a los que aún viven gracias, que Dios los bendiga porque de una u otra forma contribuyeron a mi formación. Cuando estaba con mamá Carmen mi nombre era José Francisco Aguirre Rosales; los apellidos de mi mamá por no estar ella casada con mi papá (Quincho). Cuando vivía con mamá Merica mi nombre era José Francisco Gómez Solano; ahora en Cachí mi nombre será José Francisco Solano Fabrison y todavía me faltaba otro. Sí fue cierto que me llevaron a la basílica de los Ángeles pero esto fue porque tenían que ir a Cartago a tomar la cazadora que nos llevaría a Cachí. Recuerdo que entramos al pequeño bus y nos fuimos a sentar justo en el último asiento de atrás, yo viajaba de pie mirando el paisaje por los tres costados del pequeño bus, cuando pasábamos por Barrondo justo el lugar donde vivía, vi a mi mamá parada a la orilla de la carretera con Rigo en brazos y
14 Mando y Lleya (Delia) uno a cada lado parados junto ella batiendo las manos en señal de adiós. Cuando yo vi que el bus no se detenía y cada vez ellos se alejaban más de mi comencé a llamar a mi mamá con desesperación y a golpear el vidrio trasero como si quisiera con eso detener el bus. (Yo gritaba; mi mamá, ¡mi mamá!, mientras golpeaba el parabrisas con mis pequeñas manos al tiempo que las siluetas de ellos desaparecían conforme el bus se alejaba) ese era el año de 1956, Pasarían catorce años para que nos volviéramos a ver. Quiero dejar claro que hasta aquí yo fui un niño dócil y calmado; pero tan bien tengo que reconocer que a partir de este cambio de familia mi personalidad también cambio, de ser un niño dócil; normal, a ser un niño que se puso a la defensiva; el estímulo, el cariño, el si mi amor, el te amo, eso no es nada, los besos los abrazos y todos esos mimos se terminaron ahora es borrón y familia nueva. Algo curioso que ocurrió con esta familia es que ninguno me llamaba por el nombre o sea Francisco, casi todos me llamaban Negro, sólo doña Nina de cariño me decía Negrito y no los culpo por eso, posiblemente mamá Merica no les dio mi nombre, o solo les dijo que yo me llamaba Francisco y Rosa y María que fueron las que fueron por mí a Paraíso se les olvidó. Pero es que mamá Merica tampoco nos llamaba por nuestros nombres por ejemplo: a mí me decía (Huco) a Delia le decía Lleya, a Armando le decía Mando; y supongo que por lo menos el nombre debió darles mamá Merica para que me matricularan en la escuela con mi nombre y los apellidos de ellos, a la cual por cierto rara vez asistía por no tener tiempo.
15 Otro nombre con el que me llamaban era (Chumico). Pero el más popular y con el que me identificaría hasta el día de hoy fue: (Nica o Niquilla). Ahora; ¿qué produjo este gran cambio en mi personalidad? Creo que fue el trato que las personas me dieron, porque unos fueron muy considerados conmigo eh incluso unos pocos alcahuetes, pero los otros fueron un poco severos. Con unos fui muy dócil mientras que con los otros me puse a la defensiva. Esta familia recogió a este niño con la intención de hacer de él un hombre de bien en el futuro, pero perdieron el rumbo, ¿Por qué lo digo? Porque si esa hubiera sido su intención lo primero era reconocer legalmente al niño, obvio fue que no se hizo, como si lo hicieron con Felicia la otra niña que recogieron antes que a mí. Si su intención era sana porque me mandaban a la escuela sólo cuando se podía, peor aún ¿Por qué cuando me escapé de la casa no me buscaron o dieron aviso a las autoridades para que me buscaran? Quizá su intención en un principio fue buena, pero con el correr de de los meses yo me convertí para ellos como en un obrero mas, solo que en lugar de pagarme un salario me daban de comer, como niño no tenía tiempo ni para jugar y menos con otros niños. A continuación voy a describir en que consistía mi trabajo: a las cinco de la mañana tenía que ir por las vacas al potrero el cual quedaba en un lugar llamado Peñas Blancas como a unos cinco kilómetros o sea diez en ir y otros para volver a la casa, podían ser unas cinco, tres de ordeño y dos en espera pero igual había que bajarlas para alimentarlas al igual que las otras. Cuando llegaba mientras las ordeñaban yo me apretaba de aguadulce y tortillas recién palmeadas con frijoles o con queso, porque
16 como digo una cosa, digo otra, la comida nunca me faltó ni se me negó. Después cogía la chinga (un cuchillo recortado) y la coleta (un saco de gangoche totalmente abierto) y el mecate y me iba a la ronda del río para cortar una carga de zacate, la ponía sobre la carretilla la llevaba al corral picaba el zacate, vástago y bananos celes y todo junto se lo echaba en la canoa a cada una, siempre acompañado de mi fiel amigo y compañero (Pinto), mi perro. Para cuando terminaba esa tarea ya doña Nina y Felicia, tenían lista la otra tarea; esta consistía en llevar los almuerzos al campo de trabajo donde fuera que estuvieran trabajando don Andrés, Cullito, María y Rosa que no siempre estaban juntos. A veces había que ir a un lugar, dejar el almuerzo y regresar rapidito para ir a otro, como me decía doña Nina, anda rapidito y no te vayas a caer y quebrar las botellas del fresco, cosa que me ocurría con mucha frecuencia cuando pegaba los dedillos gordos en alguna piedra. Para este momento es ya medio día, o sea que hoy ya no fui a la escuela, no tuve tiempo, pero aquí no ha terminado el trabajo de hoy, después de almorzar hay que traer o picar leña seca para prender el fogón por la mañana y tiene que ser bastante, pues el fogón no se apaga a ninguna hora del día. En algunas ocasiones especiales como cuando es tiempo de cogidas de café o trabajo de tiempo extra hay que volver al campo a llevar el café de la tarde pues los trabajadores volvían a casa por la noche. Nuevamente las vacas deben volver al potrero cerca de las cuatro de la tarde, no sin antes volver a picarles la misma dosis de la mañana mientras las vuelven a ordeñar y yo las regresaba nuevamente al potrero en Peñas Blancas, para cuando yo regresaba a la casa ya casi era de noche. ¡Vaya trabajo para un niño que solo tenía siete años, que no tenía tiempo de ir a la
17 escuela y menos de jugar que es lo que hacen los niños de esa edad!, eso lo repetía martes, miércoles, jueves, viernes, sábado y domingo. Ahora, no me lamento del exceso de trabajo, porque precisamente fue por esa enseñanza al trabajo la que me libraría de convertirme en carne de cárcel en los años venideros, pues donde quiera que llegara lo primero que buscaba era trabajo. De lo que yo sí me lamento es del trato poco humano que se me dio, el ensañamiento a la hora del castigo, y el castigo que más me dolió fue el verbal. Primero: por no entender las palabras ofensivas que algunos de ellos usaban a la hora del castigo. Esto produjo un daño sicológico de grandes proporciones como fue la pérdida de mi seguridad por inseguridad y temor constante a todo. A propósito de mamá, conforme fue pasando el tiempo la imagen de mamá Merica y la de mis hermanos fueron desapareciendo poco a poco de mi mente, esto me hizo pensar que a lo mejor Merica no era mi mamá, todo esto produjo un gran resentimiento que sin saber cargué hasta 1983 casi un año después de conocer al Señor Jesucristo, que pasé seis meses en terapia sicológica para que el amor de Cristo me sanara. Lo que hoy estoy escribiendo es historia no una venganza, es mi testimonio es lo que yo viví, y lo cuento no por venganza ni para herir a las personas que fueron protagonistas de esta historia, ni sus hijos, ni sus nietos porque como cristiano que soy sé que Dios un día me llamará a rendir cuentas y hay de mí si digo mentiras. Mas si por contar mi vivencia usted se siente ofendido en el nombre de mi Cristo le pido perdón. Segundo: con el objeto con el que se me castigaba, pues en el momento de aplicarme el castigo lo que estuviera más a la mano es lo que era utilizado para el castigo, A, Ángel: era al
18 que yo más miedo le tenía, por la dureza del castigo, sin embargo fue el que menos me castigó, esto por no vivir en la casa por estar ya casado. A, Ángel le tenía doble miedo primero; porque su castigo dolía mucho porque era de contextura muy fuerte y así de fuerte era su golpe y yo era muy flaquito por lo que me dolía mucho; el otro era cuando me decía que tenía que acompañarlo a la montaña para ir a sacar guaro de contrabando lo cual hacia casi solo de noche para no ser descubierto por el Resguardo Fiscal. Para mí esto era muy angustiante por el miedo que me producía la noche, la montaña con sus ruidos y sus animales la incesante lluvia, pero lo que más me angustiaba era la pesada carga de dulce que tenía que cargar, cuatro atados de dulce por el pecho y cuatro por la espalda, eso era demasiado pesado para un niño de tan solo un metro de estatura. Cruzando ríos, bajando y subiendo laderas, alumbrados por la luz de un foco o una canfinera, cayendo y levantando por el miedo a quedarme perdido pues esa era su arma favorita para asustarme y vaya que sí lo lograba., y no tenía que repetírmelo, aunque se me saliera el culillo yo me ponía de pie y seguía tras él, aunque a veces solo siguiendo sus huellas en el barro. Vaya manera de formar el carácter del muchacho. Recuerdo un día de esos pocos en que asistía a la escuela, venia yo por la recta de Cataranda, (calle ancha con árboles floridos a ambos lados) cuando vi venir a Ángel, él venía de la casa de la mamá y yo iba para la casa, lo primero que hice fue mirar para la cerca de alambre para ver donde había un hueco grande por donde meterme al cafetal en caso de ser necesario, pero de nada me sirvió porque siempre me ganó. Yo siempre lo miraba primero a la cara para saber si estaba bravo o contento y ese día me engañó porque venía riéndose entonces yo no me escondí, cuando me tuvo cerca me dijo: “Negro; dice mamá que te
19 devuelvas conmigo para que vayamos a la montaña”, yo le respondí: eso no es cierto porque doña Nina me dijo que cuando saliera de la escuela me fuera rapidito para la casa porque tenía que ir a hacerle unos mandados, él dijo: “esos mandados ya los hizo Felicia”, yo le dije que solo que doña Nina me dijera que fuera con él yo iría de lo contrario no, eso lo enfureció de gran manera. Ese día había llovido mucho y los grandes huecos que habían hecho en la calle las vagonetas del ICE, que construían la represa estaban llenos de agua llovida; (cuando el oyó el tajante no) me tomó por una mano y me dijo: “A mí no me dices que no, al tiempo que me soltó una clase de patada por el culillo que me hizo levantado cayendo de espalda en la poza que formó el agua llovida en el hueco. Yo me levanté como un rayo y como pude me metí en el cafetal, ya un poco más seguro le prometí que: un día yo sería grande y el será viejo entonces le cobraría lo que el me había hecho. Efectivamente el mundo da muchas vueltas y te da la oportunidad de vengarte si buscas venganza, un día con el pasar los años entré a un supermercado en Pavas, cual no sería mi sorpresa allí me encontré a Ángel trabajaba como guarda del supermercado para esa época contaba ya con 71 años, después de presentarme él no daba crédito a lo que estaban viendo sus ojos, ahí estaba aquel chiquillo parado frente a él y de la misma estatura que él. Después de charlar un poco y hacer un breve repaso histórico de nuestras vidas y familias le recordé lo que de niño le había prometido, claro que lo recordó hicimos un breve repaso de lo sucedido y terminamos riéndonos del pasado nos dimos un abraso y nos despedimos desde entonces no lo volví a ver, por su esposa Chela y por hija Ana sé que esta bien. ¿Bueno no está esta familia compuesta por seis personas, entonces donde están los otros tres? Sería una injusticia no
20 mencionar a estos verdaderos ángeles, ¿no era yo el mismo chiquillo para doña Nina-para Marçia y para Cuyito o era que ellos no tenían nada que ver conmigo? ¿Acaso ellos no me daban órdenes? ¿Por qué yo no recuerdo que doña Nina tuviera que darme una tunda cada vez que me daba una orden de hacer algo, y ella era la que más tenía que darme órdenes? Pero era la forma de darme las ordenes, “Negrito vete ya a traer las vacas, ve a dejar los almuerzos, ándate al comisariato” e.t.c. y yo no recuerdo que tuviera que castigarme para que yo lo hiciera. Y lo mismo sucedió con Cuyito y María (Que de Dios Gocen) por lo que no entiendo porque casi siempre era castigado por los otros tres para hacerme obedecer. Quiero aprovechar aquí para hacerle un reconocimiento al (Sr. Arnoldo Carvajal vecino nuestro que se mostró muy afectivo con el niño huérfano apodado Niquilla. Para usted don Arnoldo, su Sra. esposa, sus hijos y sus nietos, mis más agradables recuerdos y gratitud). Era la mañana de un veinticinco de diciembre creo que de mil novecientos cincuenta y siete, no estoy muy seguro si era el 56 ó 57, de lo que si estoy seguro es que era veinticinco de diciembre porque en cuanto salí al corredor de la casa la mayoría de los chiquillos se enseñaban los juguetes que les había traído el niño Dios para unos, para otros fue Santa Claus. Pero a mí ninguno de los dos me trajo nada, posiblemente no me conocían o por ser un niño malo no me trajeron nada, pensé, a lo mejor el año entrante si me porto bien alguno de los dos me traiga algo. (Hoy reconozco que eran muy pobres como para comprarme regalos, pero un niño no entiende de esas cosas y menos si no se las explican). Como a las diez de la mañana los hijos de don Arnoldo jugaban en la calle con sus camiones y sus carretitas de bueyes hechos de madera y muy finamente decorados, tanto que hasta
21 se me caían las babas tan solamente por tocarlos. Yo los miraba jugar por dentro de la cerca de alambre y me decía; que dichosos que juguetes mas lindos como me gustaría jugar con ellos. De repente los llamo la mamá, ellos corrieron hacia adentro dejando los juguetes en la calle lo que dije yo: (ahora que no hace viento) y tirándome de panza pase por debajo de la cerca y en menos que canta un gallo estaba jugando con los juguetes, tan entretenido estaba que no me di cuenta del regreso de los niños los cuales comenzaron a llamar al papá creyendo que yo se los iba a quitar. ¿Qué paso Niquilla? preguntó don Arnoldo, nada don Noldo se los estaba cuidando, “porque no estás jugando con los juguetes que te trajo el niño”, es, es que a mi el niño no me trajo nada, nada, nada don Noldo. Los niños recogieron sus juguetes y entraron a la casa y yo regrese a mi casa, habrían pasado no más de quince minutos cuando escuché a don Noldo llamando a doña Nina; “doña Nina, doña Ninaaa,” si, ¿don Noldo qué se le ofrece?, “doña Nina quería pedirle permiso para que deje ir a Niquilla conmigo a Cachí, a hacer un mandado”, “claro que sí don Noldo, de paso voy apuntarle al Negro algunas cosillas para que me las traiga del comisariato”, “con mucho gusto doña Nina justo ahí es donde vamos.” Como un rayo me subí al camión y don Noldo puso rumbo a Cachí centro. Una vez en el comisariato me dijo: “Niquilla escoge el juguete que más te guste”, pero don Noldo yo no tengo con que pagarlo; “tú no, pero yo sí, así que escoge el que más te guste. Claro está para un veinticinco en la tarde y en un comisariato ya era muy poco lo que quedaba para escoger, pero entre lo que vi me gusto mucho un porfiado, un porfiado era un palo largo con una rueda y sobre la rueda un hombrecito que se agachaba y se enderezaba, después supe que se llamaba
22 (maromero) ¡Noldo hoy te digo, vieras como me gustaba ese juguete! Pero me duro tan poco, pero no fue tu culpa, ni mía sino de “Rosa que sin darse cuenta se le paro encima por estar el mismo en el suelo” ¡Cómo me dolió!, la pérdida del juguete, pero muchas gracias don Arnoldo porque el tiempo que me duro lo disfruté y me hizo muy feliz. Otro hermoso recuerdo que guardo de don Arnoldo ocurrió un domingo por la mañana, pero el hecho en sí ocurrió el viernes por la tarde, estaba yo jugando chumicos con otros chicos, frente a la pulpería de lo que hoy es propiedad de el Sr. Chavelo Rivera, cosa muy rara en mí, pues nunca o no me dejaban o bien no tenía tiempo. Y este día no sería la excepción, en cuanto se dieron cuenta que yo estaba en la esquina jugando, me llamaron para que fuera a buscar leña para encender el fogón del día siguiente. Serían como las cuatro de la tarde, ya estaba cayendo la noche, bueno ni modo fui a la casa cogí un mocho (cuchillo sin filo), el mecate y la coleta y cogí callejón adentro por donde Chavelo. Apenas había cortado unos pocos palos cuando le di a una vandola o ramita gruesa la cual se dobló hacia mi cara penetrando la punta en uno de mis ojos, causándome mucho estorbo y dolor por lo que yo me restregaba sin cesar el ojo. No pudiendo continuar recogí las cosas y regresé a la casa llorando, pero después de revisarme el ojo y no verme nada me castigaron y me volvieron a mandar diciéndome zafarranchos y que no volviera sin la leña porque sino me iba peor. Por supuesto que no fui ya era de noche, me quedé fuera de la casa en la calle hasta que preocupados por la preguntadera de la gente sobre lo que me pasaba fue que llegaron para que entrara a la casa y así evitar que la gente siguiera preguntando que fue lo que me pasó.
23 A la mañana del sábado el ojo me amaneció completamente cerrado y tomando otro color el contorno de la cara, el dolor seguía siendo intenso pero aún así tenía que cumplir con mis labores diarias sin protestar. Claro la evidencia en la cara mía ya no dejaba duda, algo tenía el ojo puesto que estaba tan hinchado, pero Rosa decía que era porque yo no paraba de restregármelo. Así bien que mal pase el sábado y llegó el domingo, serían como las 8:a.m. cuando salí a la calle, allí estaba don Arnoldo lavando el camión al frente de la casa, cuando me vio me dijo: “que te pasó Niquilla”, yo le conté todo lo que me pasó desde el viernes, el me volvió a preguntar “Ya te hicieron algo”, sí le dije, me han castigado como tres veces por no dejarlos dormir, él me dijo: “ Ven súbete al camión”, y a toda velocidad se dirigió al dispensario del I.C.E. en Urasca. Después de un minucioso examen le dijeron que yo necesitaba ser llevado a un hospital con urgencia que necesitaba una cirugía urgente para extraer una astilla que tenia insertada en el ojo y estaba a punto de una gangrena, desde el cuello hasta la coronilla estaba morada e hinchada. Como si se tratara de uno de sus hijos, se subió al camión y sin pedir permiso puso rumbo a Cartago, preguntándome de cuándo, en cuúndo cómo me sentía. “Sr. que irresponsabilidad la suya, poner en riesgo la vida de este niño, él debió recibir atención médica desde el mismo día”. “Doctor el niño no es mío, es un vecino que cuando yo lo vi así me lo traje y hasta sin permiso”. ¿Que se puede hacer? “Aquí nada, hay que llevarlo a San José al San Juan de Dios lo más urgente si queremos salvarle la vida”. Noldo; posiblemente pensaste: ya me metí en este lío, ahora tengo que ver como salgo, y tomado la referencia médica levaste ancla y pusiste proa rumbo a San José. Gracias querido amigo por tu noble
24 corazón; gracias al empeño que pusiste Dios no solo salvo mi ojo sino que me prolongó la existencia. Si Dios me da la oportunidad de publicar estas memorias y sea que vivas o que ya hayas partido te haré llegar una copia para que tus descendientes conozcan de tu generosidad. Para cerrar este capítulo quiero hacer mención de un hecho que creo fue el que cambio mi personalidad, de ser un niño estable, dócil, cariñoso, sereno a ser un niño miedoso y todo lo que conlleva esa inseguridad como la describe el Diccionario de la Lengua Española Lauréense, “Miedo: Perturbación Angustiosa del ánimo ante un peligro real o imaginario”. Un domingo por la mañana Rosa me iba a castigar, cualquiera fuera la cirscuntancia ese domingo no fue la excepción yo, corrí cafetal abajo con tan mala suerte que puse el piecito en una naranja podrida, mi pie resbaló pasando por el culo de una botella quebrada cortándome desde la punta del dedo gordo del pie hasta el talón. Saltando en una pata llegué hasta el río llorando desconsoladamente me senté en una piedra que tenía forma de mesa de dentista, chapoteando los pies para lavarme la sangre que me salía. Después me acosté sobre la piedra quedándome el inmenso cielo azul al descubierto, de pronto tuve como un enternecimiento y mirando a la inmensidad interrogue: ¿Qué será ser malo, que será ser nica, y nica regalado, porque será que yo no tengo papás, si todos los niños que yo conozco tienen papá y mamá, quien será mi papá, quien será mi mamá? Al no recibir respuesta; lloré casi que a gritos, desesperadamente sin nadie que me ofreciera un regazo, un hombro donde recostar mi confundida cabeza, una voz que me dijera yo te amo… EL CONSEJO DE DON ABELINO .
25 Pero así es la vida, dice Julio Iglesias: “que mientras unos nacen otros mueren, mientras unos ríen, otros lloran, unos vienen, otros apenas van”. Dije en líneas atrás que antes de cerrar este capítulo haría mención de algo que quizás te parecerá insignificante al oírlo, pero su mensaje fue muy profundo y por poco me destruye, porque fue como espada de doble filo-, que entró y partió mi espíritu y mi alma. Aquello fue un mensaje escondido o como lo conocemos hoy un mensaje “subliminal” que pasa inadvertido por nuestro intelecto o razonamiento y va derechito a nuestro sub.consciente para vivir ahí y desde ahí atacar tu personalidad hasta que te destruye sino lo descubres a tiempo. Eso fue lo que me pasó cuando todavía no alcanzaba los diez años. Una mañana me dice doña Nina: “Negrito, lleva los terneros a pastar allí por donde Mundo Carvajal que hay buen pasto a los lados de la calle, cuando veas que han comido bastante los traes”. De hecho, era uno de mis lugares favoritos, porque la calle era muy ancha y con muchos árboles de cataranda y poró que daban buena sombra, yo me sentaba debajo de ellos a ver pasar los carros y la gente algunos a pie otros a caballos la mayoría me saludaban: Adiós Niquilla porque sabían que yo vivía con los negritos como les decían. Fue ese día cuando el demonio encargado de hacerme daño utilizó a uno de mis personajes favoritos, a don (Abelino), don Abelino vivía por la escuela de urasca y tenia una pulpería y era feliz viendo la cara que poníamos los chiquillos cuando él nos decía: Hoy no hay feria o ya se termino o la carita feliz cuando él decía: “era una broma”. En resumen era un buen hombre, lo que llamamos un bonachón, sería como las 9:30 de la mañana cuando en la vuelta de la casa de don Mundo apareció la figura de un hombre, por el sombrero me dije: ese debe ser don
26 Abelino, y pensando en la melcocha o el popi; me puse de pie como un rayo. ¡Quiubo Chumico!, ¿Cómo has estado?, bien don Abelino y usted, “gracias a Dios bien” y metiendo su mano en la bolsa de la camisa saco la esperada melcocha. “Toma Chumico para que te endulces la vida”. Don Abelino, le puedo hacer una pregunta. ¿Qué es un Chumico?, don Abelino,- ¿Qué significa ser un nica regalado? Poniendo su mano en la barbilla dijo: “Caramba Chumico ahora sí que me la pusiste fea, por qué preguntás eso”. Bueno es que en la casa solo me dicen que yo soy un nica regalado y yo quisiera saber por qué es que me dicen así. “Bueno una razon pudiera ser que vos naciste en Nicaragua y allí te regalaron y te trajeron para acá”. “Otro ejemplo sería como que yo agarro a Chumico le pongo una correa y te lo regalo a vos, ya Chumico no es más mío sino tuyo y a la mejor yo no lo vuelva a ver más”. “Bueno el ejemplo no es muy bueno pero espero que te ayude, adiós”. Nota: (Chumico era el perro de don Abelino) Por su puesto que don Abelino nunca supo que sus ejemplos se convertirían en el instrumento que un espíritu servidor del diablo usó para dañar la frágil personalidad de aquel pequeño niño. ¿Qué curioso querido lector, que este buen hombre tuviera un perro que se llamaba Chumico y que él a mí también me decía Chumico? Esto se dio por el color de mi piel que era bastante quemadito, la misma doña Nina me llamaba Negrito, Cuyito sólo Negro me llamaba y don Abelino no era el único que me decía así, el Sr. Hernán Quirós, Turito Ramírez y otros más. Pero lo misterioso de todo es el afecto que yo le tenía al Sr. Abelino, sino que su perro se llamaba como me decían a mí. (Por eso llegué a pensar que entre un perro y yo no había gran
27 diferencia). ¿Desde ese día se desató dentro de mí el mal que me fue llenando?, vinieron imágenes a mi mente como mamá Merica, Mando, Lleya, y comprendí que mama Merica me había regalado y que posiblemente no era ni mi mamá. Efectivamente a la edad de 26 años mientras buscaba la información requerida para casarme el año siguiente descubrí que tanto mamá Carmen como mamá Merica, me regalaron sin que mediara ninguna institución del gobierno ni papel alguno que dijera que yo estaba siendo adoptado por la sra fulana de tal o por la familia tal, o sea como dijo don Abelino “Yo te regalo a Chumico y ya deja de ser mío, ahora es tuyo”; así de fácil. Así, poco a poco se inició una rebelión que me arrastraría casi hasta la perdición, no solo de mi cuerpo por los vicios en que caí años más adelante, sino también mi alma casi va a parar al mismísimo infierno. Más adelante retomaré este tema de la espiritualidad. REGRESO A PUNTARENAS ¿Vieja, vieja ya te dormiste?, ¿no viejo que pasa?- vieja que vamos a hacer con ese muchacho, yo no sé viejo, ustedes fueron los que lo trajeron. Si vieja pero si no hacemos algo pronto va a llegar el día en que este muchacho nos haga algún daño, yo no lo creo él es un chiquito muy bueno. Bueno, eso es solo con vos, María y Cuyo, pero conmigo, Rosa y a Ángel es muy diferente”. “Vieja yo creo que debemos buscar una familia a quien regalárselo antes de que sea demasiado tarde, busquemos uno de esos lugares que dicen que recogen a los muchachos huérfanos. Diay viejo hable con los muchachos a ver que dicen ellos. Si eso voy a hacer”. Toda esta conversación se dio la noche en que me fugué, no solo de la casa, sino de mí querido
28 Cachí, sería como las nueve de la noche yo dormía con ellos en el mismo cuarto. En aquella época no había luz eléctrica al menos donde yo vivía nos alumbrábamos con candelas o con una canfinera, algunas pulperías o gente un poco acomodada se alumbraban con lámparas de gas. Por lo que ya a las 8 de la noche la mayoría de la gente ya dormía, porque había que madrugar. Por eso don Andrés creyó que doña Nina ya estaba dormida y yo también, pero yo había escuchado toda la conversación, y pensé: ¿Regalarme, otra familia, reformatorio? ¿No, ya no me regalaran más?, ahora mismo me voy de aquí, ya no volveré a ser ningún regalado, espere a que se durmieran, serían como las diez de la noche cuando salí de la casa llegué a la calle y pensé: ahora para dónde me voy, para Cachí o para Urasca, de pronto me acordé que los Chávez le compraban el chayote y las legumbres a los agricultores que no tenían como salir ellos a venderlos al mercado de Cartago o a San José. Así que cogí rumbo a Urasca, yo vivía donde llaman los Bajos, de allí a Urasca eran como dos kilómetros. Esa noche había una luna lindísima creo que era luna llena; en todo el camino no vi a nadie ni me topé con nadie, cuando llegué, desde lejos los vi cargando el camión por la lámpara de gas con que se alumbraban. Desde que me acordé de los Chávez supe que me iría muy lejos de Cachí y de la familia que me había recogido. El asunto era, ¿como llegar hasta el camión sin ser visto? Porque si me veían que les iba a decir, que hacia yo a esa hora y mucho menos decirles que me estaba escapando de la casa, pero fuera como fuera tenía que llegar al camión sin ser visto ya estaba como a unos cincuenta metros de mi libertad.
29 Comencé a calcular el tiempo que duraban en ir a adentro a la bodega a traer una jaba hasta el camión, calculé que de donde yo estaba hasta el camión corriendo a toda máquina lo podría lograr, esto si no me salía algún perro que me echara todo a perder, y tenía que hacerlo antes de que terminaran de cargar porque si terminaban y yo no estaba en el camión jalarían la lona y adiós mis planes. Pero todo estaba ya echado pará que se diera, en una que fueron a dentro y volvieron yo ya estaba escondido bien arriba donde ya no montarían otra jaba, allí me quedé casi sin respirar sentía que el corazón se me salía del pecho por el temor a ser descubierto y por la emoción por haberlo lo grado. Por fin oí decir: “Terminamos, amarremos y aprovechemos que la noche está bonita para viajar, después de unos minutos oí el ruido del motor poniéndose en marcha rumbo a la “libertad.” Muchos años pasaron para que yo supiera que este viaje que yo hice era conocido como polizón, tenía yo diez años, casi once y corría el año 1961. Por fin, después de saltos y resaltos en los que me tuve que agarrar como un monito en un ventolero, para no hacer ningún movimiento que delatara mi presencia, el motor se apagó. Otra vez mi corazoncito comenzó a saltar muy fuerte porque creí que ibán a quitar la lona y me descubrirían y otra vez para a dentro, es decir a (Cachí). Pero todo fue un susto nada más, le dieron una revisadita por fuera, todo estaba bien luego escuche decir: “Vamos a la Eureka a tomar café esperé unos minutos y cuando ya no los escuché me dispuse a bajar del camión. Ahora sí, a buscar la salida, como era tan pequeñito y delgadito, como un gusano me deslicé por uno de los costados hasta tocar el suelo, ¡qué sorpresa al ver que la noche era casi de día!, por la cantidad de luz y de gente que caminaba por las calles con carretas cargadas de verduras y frutas. El camión fue estacionado a la media cuadra del costado este del Mercado
30 Central, caminé hasta la esquina sur, ahí doblé al este dos cuadras, luego doble una al sur llegando así al Parque Central. En ese punto ya estaba bien extraviado, pero no el que me guiaba; el que me guiaba hizo que caminara hacía el sur sin detenerme hasta que divisé algo muy conocido para mí, una cerca de alambre y al otro lado un montón de vagones del tren, pasé la cerca y me acerqué a uno que estaba abierto, vacío y un montón de periódicos en el piso, como pude me metí y en un rinconcito me acosté quedándome dormido casi de inmediato. Con un sueño de cansancio no escuché cuando cerraron la compuerta, pues ese vagón formaba parte del tren que partiría a las tres de la mañana para Puntarenas. Otra vez viajando de polizón, sólo que esta vez no lo planeé. Al igual que cuando se detuvo el camión en San José, así esperaba bajarme del tren, pero no sería así, esta vez necesitaría hacer todo el ruido que pudiera para que vinieran a abrir el vagón para poder salir de aquel infierno de calor, por lo que con las manos y los pies, saltando como fuera hacía todo el ruido que podía para llamar la atención. Por fin escuché voces, entonces hice más ruido y antes de que la puerta se abriera escuché decir: ¡Qué raro, ese ruido, este vagón venía vacío! Me paré frente a la puerta, está que se abre y yo que me tiro, solo alcance a oír “Es un niño, no puede ser, i.e. ven acá”. Pero igual que la noche anterior corrí como flash para llegar al camión, de esa misma forma corrí para alejarme del tren, con mucha más razón, que yo no sabía donde estaba, podría estar cerca de casa y si me agarraban me devolverían a la casa. Por lo que corrí, corrí y corrí hasta salir de aquella maraña de rieles y vagones, y quede extasiado por lo que mis ojos estaban viendo, estaba viendo el mar por primera vez. Miré para todos
31 lados y dándome cuenta de que nadie me perseguía entré a la arena para alcanzar el agua para tomar un poco, calmar la gran sed que tenía y por ende el hambre ya de tantas horas, ya la pancita hacia ruidos pidiendo comida, por lo que pensé: si no hay comida por lo menos beberé agua, llegué hasta ella olía un poco mal como a pescado y estaba como sucia, lógico era casi arena lo que recogía, pero aun así quise beber un poco para calmar la sed que tenía, me adentré como dos pasos y con mis manos juntas llené toda lo que pude y me lo acerque a la boca, tragando un poco solo para descubrir que el agua de mar era salada, nuevamente pensé: si no tengo que comer, si no puedo beber esta agua; entonces me daré un baño en esta gran poza, sería la primera vez que me bañaba en el mar. Después de andar cuadra tras cuadra, totalmente perdido, con hambre, con sed, cansado y totalmente desorientado me senté debajo de un almendro, para que su sombra refrescara mi cabeza tan asoleada, de pronto mis oídos escucharon algo que quizás ayudaría a mi estomago tan hambriento, esto fue lo que escuché: “Adiós fulanita, adiós menganita”, ¿para donde la lleva?, dijo: menganita, voy al mercado doña fulanita y usted, vea que casualidad yo también, pues vamos; pues vamos dije yo. Creo que ese es el lugar que ando buscando. Efectivamente por tres días ese fue mi centro de operaciones, (nuevamente mi guía espiritual me conduce al lugar correcto para que los humanos continuaran con los preciosos planes de Dios). De no ser así, juzgue usted querido lector, desde que salí de Cachí hasta llegar nuevamente al punto de partida diez años atrás, todo ha salido como si yo estuviera siguiendo un guión o un mapa que me señalaba la ruta que debí seguir. Y si no me cree vea lo que sigue: Siguiendo a las dos señoras, llegué al mercado, entro y en el segundo tramo a mano izquierda tiene un rótulo que dice así: (Leo yo) (tra-tra-mo loosCar-ta-gos). Tramo los Cartagos creo que todavía hoy se sigue
32 llamando igual. Por tres días este tramo me aplacaría el hambre, no porque él dueño fuera muy generoso, porque en cuanto me descubrió llamo a la policía y me acusó de ser el pillo que le estaba robando las frutas. Cierto, posiblemente por el nombre del tramo yo me sentía como en casa, el nombre del tramo me daba seguridad y confianza al saber que esa gente era de Cartago, ¡y saben qué! El dueño era nada más y nada menos que de Paraíso y de apellido Moya. A lo mejor hasta era familiar mío podía ser, el segundo apellido de mi papá era Moya y diez años atrás anduvo de atorrante por esas tierras en las que dejó huella, ¡dejó un hijo botado! Y posiblemente ese hijo inconscientemente lo anda buscando… ¿Lo encontrará…? EN EL HOGAR MONSERRAT “Siéntate muchacho”, dijo el teniente en la comandancia, ¿cómo te llamas? Nica - “Nica” si, Nica - ¿“Nica qué?, ¿cuales son tus apellidos”?, - yo no lo sé, ¿“no sabes como te llamas?, si, Nica. ! ¿Dónde vives?, en U rasca, y volteándose el interrogante a uno de sus compañeros le preguntó: ¿“Oye tú dónde queda Urasca”, el compañero encogiéndose de hombros dijo:- “no lo sé, nunca había oído ese nombre”. EL oficial volvió a preguntarme: ¿“Cómo se llama tu papá”?; no lo sé, yo no tengo papá, y tu mamá”, no lo sé, tampoco tengo mamá. En ese momento el oficial se molesta conmigo y me dice que le estoy tomando el pelo y con tono de voz más fuerte dice: ¿“Qué, no tienes ni papá, ni mamá”?, pero yo, ya no le contesté nada porque ya estaba asustado y a punto de soltar el llanto. “¿Tienes hambre preguntó el oficial que me hacía las preguntas, en un tono más amable”? esto porque observaba los constantes bostezos, a lo que yo haciendo un movimiento de cabeza le di a entender que sí. Levantándose de su asiento dijo: “Fulano lleve
33 a este niño a la cocina y ordena que le den algo de comer y usted fulano y usted mengano vengan conmigo para ver cómo resolvemos este asunto”. Quiero aclarar que cuando el comandante, que creo era quien me interrogaba esto por el saludo del oficial que me llevaría a la cocina dijo: “Sí mi comandante,” decía que cuando él comandante se molestó creyendo que yo le tomaba el pelo cuándo me preguntó: ¿“Qué no tienes ni papá ni mamá”, yo pude haber dicho si son don Andrés y doña Nina pero si yo no deseaba volver a la casa era mejor no mencionar nombres para no correr ningún riesgo, además la noche anterior los había oído hablar de regalarme entoces como diría yo que ellos eran mis papás. Pasen, pasen hijitos dijo un anciano regordeto de pelo casi blanco muy escaso arriba y largo lo poco que le quedaba, con una barba que yo creo nunca se había afeitado y totalmente blanca. “Padre Fray, este es el niño del que le habló el comandante”. “Gracias hijitos no se preocupen digan al comandante que el niño estará bien, que averiguaremos de dónde vino” luego dirigiéndose a mi dijo: “Ven, ven no tengas miedo”, dijo el noble anciano y extendiéndome sus manos me invitó a que me acercara, lo cual hice sin temor alguno. Estimado lector, pareciera que las personas de hablar bajito y pausado me inspiraban seguridad y confianza. “Mi nombre es Fray Casiano, y el tuyo”, pregunto el anciano, yo me llamo Francisco pero solo me dicen (Nica.) “Francisco que bonito nombre te pusieron, sabes Francisco que la iglesia tiene un santo que se llamó como tú, pero el tenía unos apellidos, cuales son tus apellidos”, yo no lo sé Sr. “Cuántos años tienes Francisco, no lo sé creo que son diez. “Francisco sabes leer”, un poquito, “eso quiere decir que estás en la escuela”, sí “¿en qué grado estabas?,” en el primero pero sólo
34 voy cuando hay tiempo, así dice doña Nina. “Quien es doña Nina”, la Sra. de la casa de donde me escapé, ella dice que si hay tiempo voy a la escuela si no, no y casi nunca hay tiempo. “Francisco porque te escapaste de la casa,” porque me pegaban mucho. “Quien te pegaba doña Nina”, no ella es muy buena, “Hijito porque te pegaban”, por ser un nica regalado y un chumico. “Dime hijito que es un chumico”, diay el perro de don Abelino. (Querido lector como usted puede ver la cadena de porqués sería interminable si el viejito hubiera continuado con su interrogatorio, para ese momento ya la noche se acercaba, y para un hombre tan mayor eso era muy agotador, por hoy lo dejaría así, mañana ya veremos, posiblemente pensó.) “Hermano Domingo: este niño se va a quedar con nosotros hasta que sepamos quíen es y de dónde viene, dice que se llama Francisco solamente, así que regístrelo así y muéstrele el comedor, el dormitorio y todo lo demás y mañana lo pongo al corriente de todo”. Una vez más ese precioso ser que me acompañaba y me guiaba a donde él sabía que yo debía ir, una vez más, me dejó en un lugar seguro. Al día siguiente no tuve que traer vacas, ni zácate, ni vástago, ni bananos, ni leña, ni tenía que ir a dejar almuerzos, ese trabajo se terminó ahora me parecía a los otros niños, con los mismos derechos, a jugar, estudiar a ser libre; pero sobre todo a ser niño. Ahora me llamaban Francisco, no Nica, ni Chumico quienquiera que fuera que me llamara así, pusieron ropa limpia en mi cuerpo, zapatos en mis descalzos pies, y por no tener mi nombre completo no me pudieron matricular en la escuela, pero eso no impidió que yo recibiera clases en el mismo hogar. Sin embargo yo no podía permanecer ahí sin saber quien era, quiénes eran mis padres de dónde vine, pues el nombre que yo
35 daba como pueblo de procedencia no era conocido en la provincia de Puntarenas por ser un caserío de la provincia de Cartago. LUIS ANTONIO AGUIRRE ROSALES Pero Dios cuida de sus criaturas todos los días por medio del ángel que él designó para cada uno de nosotros, así lo dice el salmo. 34: 7 “El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen y los defiende de todo mal”. Pues algo así me sucedió a mí. Una mañana estaba yo debajo de un tamarindo juntando vainas y pelándolas para chuparme sus semillas, cuando se me acercó uno de los internos un poco mayor que yo, quizás unos dos ó tres años y me dijo: “Francisco, mi nombre es Luís Antonio Aguirre; yo también estoy internado aquí sólo que paso más tiempo fuera del hogar, porque tengo que ir a la escuela por la mañana y por la tarde trabajo en la sastrería hasiendo mandados, por eso es que usted casi no me ve. “Francisco, me gustaría ser su amigo, no sólo un compañero más, que le parase”, sí a mí también pues nunca he tenido un amigo. “Que bueno Francisco le voy a pedir al Padre Fray que me de permiso para llevarlo al centro para que conozcas la ciudad, ¿te parece?, sí, pues ya somos amigos”, y dándonos la mano como si fuéramos un par de viejos sellamos aquella amistad; que con el correr del tiempo descubrimos que era más que una amistad; Luis Antonio y yo éramos, (hermanos, hijos de la misma madre.) Claro, esto de ser amigos fue solo la táctica del Padre Fray, El hermano Domingo y el joven Luis Antonio para ganarse mi confianza y así hacerme hablar pues yo no socializaba mucho con los otros niños, casi siempre estaba solo, cuando creí tener un amigo se me soltó la lengua momento que aprovechó Luis Antonio para hacerme preguntas, como por ejemplo: ¿cómo se
36 llamaba la escuela a la que yo iba?, ¿como se llamaba el barrio o el río dónde yo me bañaba?, y cosas así. El tiempo fue pasando y en una que fue y otra que vino yo mencioné dos lugares que serían claves para que yo me acercara poco a poco a descubrir quien realmente era yo, un lugar mencionado fue Cachí y el otro fue Paraíso, este último sonó más que el primero por lo que se fueron al mapa y allí hallaron tres Paraíso, uno en la provincia de Guanacaste, el otro cerca de la frontera con Panamá y el otro en la provincia de Cartago. Escudriñando bien los Paraísos encontraron en el de Cartago un distrito llamado Cachí y en letra muy chiquita estaba la palabra que tanto mencionaba yo, (Urasca). “Este niño es de Cartago”, dijo el hermano Domingo. Por fin después de varios meses tenían el lugar exacto de donde yo era o de donde me había escapado. Posiblemente al saberse exactamente de donde era, se habló nuevamente con la comandancia, el comandante con el director de Adaptación Social de aquella época. Este no sabiendo que hacer con el niño se comunicó con el fundador de otro hogar para niños huérfanos llamado (Ciudad de los Niños), y su director llamado Luis Madina. Todo este trámite se da sin que yo me enterara, posiblemente para evitar que yo me escapara si me enteraba de que sería regresado a Cartago. Una mañana común y corriente después del desayuno fui llevado a la oficina del Padre Fray, como era su costumbre dijo:”Pasa, pasa hijito”, nuevamente extendió sus brazos en señal de que me acercara a él, una vez frente a él lo tomaba a uno por un brazo y lo sentaba sobre sus rodillas para explicarle la razón del porque lo mandó a llamar. En el caso mío él comenzó a explicarme que yo estaba en el lugar menos indicado para mi progreso como ciudadano, pero
37 que sería llevado a otro lugar parecido a este, donde iría a la escuela y allí buscarían a mis verdaderos padres, no los de donde me escapé sino los verdaderos. Dos cosas que dijo Fray me emocionaron al punto de llorar, la primera fue que por fin conocería a mis verdaderos padres y la otra que dejaría el hogar del que yo ya consideraba como si fuera mi casa yo pensé: ¿A dónde me llevaran ahora? “Hijito, este Sr. Representa al gobierno, él, junto con este oficial y él hermano Domingo te llevarán al que será tu nuevo hogar, no tengas miedo yo te prometo que te va a gustar mucho porque allí es más grande que aquí, y allí van a buscar a tus padres para que vivas con ellos, ¿estás de acuerdo de irte con ellos”?,- sí señor, y poniendo sus manos en mi cabeza me dio su bendición y me despidió en paz. Nunca más volvería a ver el rostro de ese viejito tan noble porque murió tres años después de mi partida, creo que fue a mediados de 1965, yo me encontraba justo en el lugar al que ese otro Ángel me envió. Tan poco volvería a ver al hermano Domingo, al que si volvería a ver unos años después fue al Sr. Luis Antonio, al que fui a visitar a nuestra querida Puntarenas a mediados de la década de 1980. Esta vez para reconocernos ya que ambos habíamos olvidado como eran nuestros rostros. Ahora nos encontramos nuevamente para reafirmar no sólo aquel pacto de amigos que habíamos hecho a mi llegada al hogar, sino el de hermanos de sangre ya que Luís Antonio y Francisco eran hijos de la misma madre, llamada María del Carmen Aguirre Rosales. ¿No sabemos por qué el destino se ensañó con nosotros tan cruelmente?, cuando digo nosotros me refiero a todos los hermanos. Se los voy a recordar ellos son: Socorro- Flora- Luís Antonio- su servidor Francisco y la menor Emilce.
38 . Todos corrimos la misma suerte o casi igual, pero no sólo a nosotros, nuestros padres y nuestros abuelos hasta donde pude averiguar, tres generaciones dañadas. Pero bendito sea Dios que nunca nos abandona. “Él nos dice aunque tu padre y tu madre te abandonen con todo yo te recogeré”. Salmo. 27:10. Hoy gracias a mi Dios todos estamos vivos y llenos de retoños y retoñitos. DE PUNTARENAS A CARTAGO Después de almorzar abandoné el hogar Montserrat para nunca más volver. ¡Adiós Hogar Montserrat!, ¡adiós Padre Fray, hermano Domingo!, ¡adiós amigo Luis Antonio!, ¡adiós Puntarenas! En un carro del gobierno fui llevado a la Terminal del ferrocarril en el que solo viajábamos el hermano Domingo, el policía y yo. Llegamos a nuestro primer destino, San José, de noche, la cual pasamos en un lugar llamado el “Soldati” para seguir el camino al día siguiente rumbo a Cartago. De el Soldati casi no sé nada llegué de noche y salimos muy temprano al día siguiente, años después supe que era algo así como una correccional de menores y si no ando muy perdido ya no es de menores sino de mayores (conocida hoy como la cárcel de San Sebastián). ¡Por fin en la Cuidad de los Niños, desde la entrada hasta el centro de sus instalaciones era precioso!, a mi mano izquierda potreros, árboles, montaña, diversidad de pájaros y a mi derecha el río, con su ojo de agua caliente donde cocinar un huevo se duraba menos de un minuto. Después me enteraría que había vacas, terneros, caballos, una lechería, una granja donde había gallinas, patos y gansos. El Padre Reta sembraba la tierra. ¡Qué linda me parecía la cuidad no más de conocerla, con su escuela, sus talleres, su
39 iglesia los pabellones dormitorios: Alajuela, Cartago, Guanacaste, su cancha de fútbol! En verdad no me mintió el padre Fray cuando me dijo: “No tengas miedo de ir allá, yo te prometo que te va a gustar mucho porque allí es más grande y más bonito que aquí”, posiblemente el Padre Fray había viajado en alguna ocasión porque la ciudad era como él la describió. Fui presentado a sus directores: el Padre Izaguirre y al Padre Salvador García, del primero casi no me acuerdo, posiblemente porque la dirección de la cuidad estaba en transición de Izaguirre a Salvador García, este último se convertiría en un verdadero padre para mí. Fue el Padre Salvador el que me puso el mote de “María Taquitos” de aquí en adelante sólo mi maestra me llamaría por mi nombre. Por eso amigo lector si usted tiene un ejemplar de este libro y estuvo internado en la cuidad entre los años de 1963 a mediados de 1968, me recordara por el famoso sobrenombre. Después de los formalismos, fui llevado al pabellón Cartago que creo que era para mayores de doce años en adelante, también me impresionó mucho ver la cantidad de niños con los que yo compartiría el lugar donde yo dormiría y el que sería el centro de mis operaciones y no sólo para mí sino para todos los que estábamos internados ahí, ya que los pabellones estaban tan bien organizados que cada camarote tenía un número, el número menor lo tenía la cama de abajo y el número mayor la cama de arriba y así en todo el pabellón. Pero en el centro de los camarotes había una estructura metálica llamada “locker” o casillero tenía el mismo número del camarote donde uno dormía, el de abajo le tocaba al de abajo y el de arriba igual, por eso dije que era nuestro pequeño centro de operaciones, pues todo lo guardábamos allí.
40 Luego de instalarme y haberse marchado el policía y el hermano domingo, se me llamó nuevamente a la dirección para que conociera cuáles serían mis deberes y obligaciones para con la institución que ahora se hacía responsablemente de mi futuro. “A ver, a ver Francisco, te gusta la ciudad, conteste si mucho, yo soy el Padre Salvador, soy el sub. Director de este lugar, yo y otros sacerdotes como yo cuidaremos de ti, pero necesitas conocer unas cuantas reglas que yo te voy a enseñar y que tú, debes cumplir para que te puedas quedar aquí estas de acuerdo, sí señor, muy bien, empecemos”. Después de numerarme las reglas que en su mayoría eran reglas de disciplina como a qué hora hay que ir a la cama por la noche, levantarse por la mañana, bañarse, asistir a los oficios religiosos, horarios para los alimentos, estudios, talleres etc, es decir lo más importante: “Francisco, yo te quiero ayudar para que tu estadía aquí sea lo más provechosa posible, pero tu también me tienes que ayudar a mí, para que yo te pueda ayudar a ti y para eso necesito que me digas solo la verdad de todo lo que te pregunte y me prometas que harás todo lo que yo te pida, estas de acuerdo, conteste ¡Sí, Señor!, ok, Francisco vengan esos cinco”, y dándonos la mano sellamos el pacto de ayudarnos el uno al otro. “Francisco, para que aquí te podamos ayudar como tiene que ser, tenemos que saber quién eres, cuál es tu nombre completo, de qué lugar eres para que podamos localizar las personas que te cuidaban para poder saber cuál es tu nombre completo para poder enviarte a la escuela y para que puedas ir a talleres y aprender un oficio. “¿Me devolverá al lugar de dónde me escape?, no, lo único que te pido es que nos lleves a ese lugar para hablar con esas personas para que nos den información sobre tu pasado, porque
41 para poder enviarte a la escuela necesitamos saber tu nombre completo, quien es tu papá y quien es tu mamá, no tengas temor yo te doy mi palabra de hombre de que no te dejaremos en esa casa, porque si te escapaste de ellos y has pasado por todas estas necesidades fue por algo, yo te doy mi palabra de que estarás aquí hasta que tu así lo decidas”. Yo no entiendo querido lector porque se me castigaba para que yo cumpliera una orden, como usted a podido darse cuenta hasta aquí yo era un niño muy dócil fácil de convencer. Posiblemente lo que yo rechazaba era la forma áspera y grosera, lo que hacía que yo rechazara la orden recibida y eso traía como consecuencia la ira de ellos y por ende el castigo. Porque no sucedía lo mismo con Doña Nina o Cuyito, porque confié y creí en personas como Noldo o el Padre Fray y ahora el Padre Salvador era porque esas personas eran de un hablar suave y pausado y una mirada muy tierna, compasiva que inspiraba seguridad y confianza de saber que esas personas nunca harían nada para lastimarme, por eso yo confiaba en ellos. Por eso hoy a mis 59 años sigo con el mismo comportamiento la diferencia es que hoy gracias a mi bendito salvador Cristo Jesús, Él me da la suficiente sabiduría y comprensión para sobrellevar todos los ataques que hoy las fuerzas del mal todavía tratan de dañarme, sólo que hoy si sé departe de quien vienen y como defenderme, gracias a Dios. En un carro que creo era del Patronato Nacional de la Infancia (PANI), tipo jeep viajábamos a mi querida Urasca yo vivía justo entre Cachí y Urasca llamado los Bajos de Cachí. La pequeña casa de madera montada sobre basas de cemento porque de la mitad para atrás quedaba una ladera sembrada de de café, la casita tenía una doble vista por estar haciendo
42 esquina al comienzo de un cafetal como de unas dos hectáreas, propiedad de el Sr. José Quirós y para ambos lados quedaba en alto, por lo que le daba un aspecto pintoresco. El acuerdo era que yo les enseñaba la casa de largo, pero yo no iría, como a unos 75 metros se detuvo el carro: ¿Aquella es la casa apuntando con mi dedo?, sentí algo muy extraño dentro de mi posiblemente nostalgia, al fin y al cabo yo quería mucho ese lugar y al volver allí tuve un fuerte deseo de llorar, pero lo haría un poco más adelante; tres personas se dirigieron a la casa, un policía, una señora del PANI y el otro representaba a la cuidad de los niños y el chofer se quedó conmigo en el carro. Después de un largo tiempo observe que salían y con ellos la viejita doña Nina que caminaba con ellos hacia el carro, una emoción muy grande invadió mi pequeña alma, porque en todo ese tiempo desde que me escape fue a ella a la única que extrañé y ahora caminaba a encontrarse conmigo, ¿Qué me irá a decir pensé? ¿Qué le voy a decir, pensé? Antes de que ellos aparecieran camino al carro yo me había pasado de los asientos traseros al de adelante junto al chofer, posiblemente para tener una mejor vista de lo que sucedía en la casa, y me encontraba sentado junto a la ventana justo por donde ella se acercó. Se paro frente a mi, enredó sus negras manitas en el delantal y mirándome fijamente a los ojos con voz entre cortada me dijo: “Negrito, porque nos hiciste esto, porque te fuiste, si supieras cuanta falta me has hecho y cuanto he llorado pensando que pudiste haber muerto, Negrito yo te quiero mucho y te seguiré queriendo donde quiera que estés”. Tapándose la carita con el delantal se soltó a llorar muy fuerte por lo que la señora que nos acompaña y el oficial la regresaron a la casa. En ese momento sentí un fuerte deseo de bajar del carro, correr tras de ella y abrazarla como lo hice tantas veces
43 para ser consolado por ella, cuando su silueta desapareció de mi vista yo hice lo mismo que ella, tape mi carita con mis manos y lloré con mucho dolor y desconsuelo, como si presintiera que ese día sería la última vez que oiría su voz. Efectivamente, ese fue el último día que yo vi a ese precioso ángel negro con vida, nunca más nos volvimos a ver, yo acompañaría años más tarde su cuerpo al cementerio, cuando su espíritu y su alma volaran a las moradas eternas donde espero encontrarme nuevamente con ella… No fue mucha la información que doña Nina les dio por encontrarse sola, por ser un día de trabajo y porque realmente ella desconocía como fue que yo llegué a la casa. Como les dijo ella: “Es que solo Rosa mi hija y doña Tina saben quien era la mamá de él, yo solo recuerdo que lo trajeron de Paraíso”, “Y, ¿quién es doña Tina y dónde vive?”, preguntó la Sra. del Pani, “ella vive en Urasca en la cuesta, si es que no esta en Paraíso. El nombre de ella es Cristina Alvarado, ella sí sabe de donde vino el chiquito y quien es la mamá”. “¿Como podemos localizar a doña Tina?, bueno ella vive en Paraíso, pero cuando viene a Cachí se queda donde su hijo Carlos que vive en Urasca por la cuesta, de aquí para allá la primera casa a mano izquierda”. (Es decir de oeste a este). ¡Con esa dirección tan clara no nos costó llegar!, a parte de que yo sabía donde vivía Carlos, pues casi todos los días yo pasada por ahí, pero la dirección se la preguntó la psicóloga a doña Nina, luego yo les señalé cuál era la casa. Efectivamente doña Tina estaba esa semana en la casa de Carlos, ella venía y se quedaba varios días para cuidarle los chiquitos que quedaron muy pequeños y uno(a) recién nacido(a) porque la esposa de Carlos murió de parto.
44 “Buenos díaas, upeé, hay alguien en casa, si buenos días, señora somos del gobierno y buscamos a doña Tina, si yo soy Tina, en que les puedo servir”. “Doña Tina: venimos de la casa de doña Nina aquí cerca, buscamos información sobre un niño que ellos habían adoptado, pero que el niño se les fugó hace unos dos años atrás. El niño ya apareció ¡YA APARECIÓ! Interrumpió ella, con una voz que denotaba alegría, gracias a Dios por Nina y Merica, pero pasen, pasen adelante” (mientras murmuraba, que contenta se va poner Merica cuando se lo cuente), esto por cuanto ella se sentía culpable por haber insistido en que el niño fuera llevado a Cachí. “Le decía doña Tina que venimos de la casa de doña Nina, pero ella está sola y dice que ella no sabe nada de el niño, que lo único que sabe es que Rosa la hija de ella lo trajo de Paraíso, pero que usted sí nos puede ayudar, pues usted conoce la mamá de él en Paraíso. Y que fue usted la que hizo el contacto con la mamá del niño como con su hija Rosa”. “Ahora el niño está en un albergue para niños huérfanos llamado Cuidad de los Niños en Cartago, el está bien pero, para que podamos ayudarlo necesitamos saber cómo se llama, cuál es su verdadero nombre, quiénes son sus verdaderos padres, para poder mandarlo a la escuela porque en este momento sólo sabemos que se llama Francisco y que le dicen Nica, por lo que le solicitamos nos ayude de la mejor manera posible y así usted también una vez más lo estaría ayudando”. “Sí, gracias, precisamente eso fue lo que siempre quise que el chiquito tuviera, pues Merica no se lo podía dar aunque eso era lo que ella deseaba para él. Merica tampoco es la mamá, ella lo recogió de seis meses de nacido según me contó, bueno pero que sea ella quien se los cuente, ella vive en el Barrio el
45 Chiverre de la Panadería La Luz 100 oeste y 75 sur preguntar por la familia de los “Bartolos”. Doña Tina tampoco nos dijo mucho, pero nos envió a la persona que lo sabía casi todo y la que sería clave para encontrar a mis verdaderos padres. Recuerdo que de regreso a Paraíso y en la misma panadería que teníamos como punto de referencia para la dirección fue que comimos algo, en la misma panadería preguntamos por la familia de los Bartolos y casi todo Paraíso los conocía y estábamos a solo 150 mts de la casa. Terminado el bocado alguien dijo: Bueno, indio comido puesto al camino. Tan solo unos pocos minutos Merica y yo estábamos nuevamente frente a frente cara a cara, por un poco de tiempo. “Doña Emérita mucho gusto de conocerla, dijo la psicóloga, mis compañeros y yo estamos investigando quiénes son los verdaderos padres del niño Francisco que usted dio en adopción a una familia de Cachí. El cual hace aproximadamente año y medio se fugó de la casa donde lo cuidaban, pero ya apareció” (se apresuro a decir la psicóloga para evitar una interrogación y explicación como tuvo que hacer con doña Tina). Esto porque ya la tarde estaba muy avanzada y ella quería ganar el mayor tiempo posible. ¿Qué cosas más extrañas tiene la vida?, esta vez estaría frente a frente ante la que se suponía era mi verdadera madre, según doña Nina, doña Tina y los mismos señores que andaban haciendo la investigación. Lo primero que la señora pidió antes de hablar fue que le que trajeran al niño para verlo, fueron al carro por mí, ¿y aquí es donde está lo extraño que cuando yo fui presentado ante la señora yo no sentí nada, yo estaba ante una señora totalmente desconocida para mí?
46 Casi siete años habían pasado, ella en su persona se había abandonado su pelo antes bien peinado ahora lucia largo y espaventado, crespo y sin peinar, entre negro y gris, su manera de vestir ahora era muy pobre y sus pies calzaban unos zapatos chinos como de lona, su piel presentaba el deterioro del duro trabajo por lo que sus venas en manos y piernas era lo que resaltaba en ella. Todo esto lo había provocado la responsabilidad de una buena madre, que inclusive renunció al posible amor de otro hombre y su felicidad, por el de sus hijos que para ella eso era más que suficiente. Con razón no la reconocía cuando se me acercó y me dijo: “Hola ¿huco? (huco es un sobre nombre) soy Merica, ¿ya no te acuerdas de mí”?, con un movimiento de cabeza en sentido negativo le indique que no sabía quien era ella. Por qué ese extraño comportamiento, con doña Nina lloré lágrimas de dolor y hasta estuve a punto de bajar del carro y correr tras ella, ahora estoy frente a la que me recogió de seis meses y me crió hasta los seis años, por esta casi rompo mis manos golpeando el vidrio trasero de aquella pequeña cazadora en Barrondo cuando vi a mi mamá y a mis hermanitos diciéndome adiós con sus manos cuando engañado me llevaron para Cachí. Posiblemente el tiempo le quitó a Merica un reconocimiento más merecido que el de doña Nina, a doña Nina solo había dejado de verla tan solo dos años, mientras que a Merica tenía una vaga imagen de alguien que posiblemente pude haber conocido, pero que ahora no recordaba quien era, de doña Nina la imagen la tenía muy fresca, aparte de eso su imagen sería difícil de borrar no solo por su bondad y su amor incondicional, sino por el color de su piel, ella era de ese color era inolvidable.
47 Unos 10 años más tarde Merica recibiría lo que ahora el cruel tiempo le quitó, parte de ese deterioro también formó parte de su sufrimiento por el hijo que no estaba con ella y que estos señores ahora decían que se había fugado de la casa a donde ella lo entregó para su cuidado. Después de pasarlos dentro de la pequeña casa de madera, que por cierto no era la de Barrondo que era grande y rodeada de cafetales, plátanos, bananos y toda clase de árboles frutales, ahora la casita estaba en un barrio cercano al centro de la cuidad. Los invitó a que se sentaran en unos banquitos de madera quedándose ella de pie con sus manitas metidas en la bolsa del delantal, no sin antes disculparse por lo incómodo de la pequeña sala. “Yo soy Emerita Solano, pero de cariño me dicen Merica”, ¿Qué es lo que desean saber?, si doña Emerita, dígame Merica, si Merica, le decía que estamos buscando información sobre este niño del cual solo sabemos que se llama Francisco, y que según una señora llamada doña Tina Alvarado de Cachi, nos contó que ella fue la persona que hizo el contacto entre usted y la familia de Cachi que usted si sabe quienes son los verdaderos padres del niño”. “Sí, yo no soy la madre del niño, yo lo recogí a él a los seis meses de nacido, la madre de él se llama Maria Del Carmen Aguirre Rosales y trabaja en el Hotel Trébol en Cartago, el papá se llama: José Joaquín Morales Moya, pero en este momento él se encuentra preso en la Isla de San Lucas”. Luego les explicó a su manera cual fue su propósito al recoger al niño y porque no pudo cumplir con su buena intención y propósito para con el chiquito, pero esto se los contaré mas adelante cuando en mil novecientos setenta la visité para que
48 me explicara porque de sus cuatro hijos sólo me regalo a mí y conservó con ella a los otros tres. Ya caía la noche, cuando dejamos la pequeña casa, Merica se despidió dándome un fuerte abrazo y un poco de besos por donde primero pudo como presintiendo que otro encuentro entre ella y yo estaba muy largo. Ahora se despedía de un niño, al que ella miraba hacia abajo, cuando se encuentren de nuevo ya no será un niño sino un hombre al que ella tendrá que mirar hacia arriba, ya los años la habían encorvado y empequeñecido. De regreso a Cartago había alegría, el objetivo se había logrado, ya se tenían los padres uno estaba seguro, el papá, estaba preso en el penal de San Lucas, la madre había que buscar dicho hotel y preguntar si trabajaba ahí, pero eso sería por dicha la señora Carmen que trabajaba en el pleno centro de Cartago. Mientras el Registro Civil, certificaba a la dirección de la Cuidad de los Niños mi verdadero nombre, fui enviado a la escuela con los apellidos supuestos, Morales Aguirre, para que yo no me atrasara en el aprendizaje, dentro de los programas propios de la Cuidad se me envió al taller de zapatería por ser la única especialidad que no requería saber leer y escribir, lo único era una pequeña cinta métrica, aunque yo quería ser sastre, pero para la sastrería si se necesitaba saber más de números. También había otras especialidades como: mecánica, ebanistería, electricidad, entre otras como la ganadería y porque no hasta la agricultura con el padre Reta que creo era el que cultivaba todas las frutas verduras y legumbres que más de 80 internos comíamos por lo menos dos veces por semana. Olvidaba mencionar que también estaba la peluquería con su Prof. el Sr. Danilo Esquivel y la panadería con su Prof. el Sr. Freddy Cavaría y su pupilo Hugo, su hermano el famoso “Chavito” que todas las tardes justo a las tres de la tarde sonaba
49 la sirena para entregarnos lo que se conocía como la media tarde la misma consistía en pedazos de galleta quebrados que la fábrica Pozuelo la regalaba a los internos. De una caja grande Chavito hacía tres, una la montaba en un carretillo y la llevaba frente a las oficinas, nosotros hacíamos fila según él nos lo indicara algunas veces llevábamos una bolsa un pañuelo y por último juntábamos las puntas de la camisa o camiseta y lo que Chavito agarraba con las dos manos juntas eso le daba a cada uno. Como les contaba yo fui asignado al taller de zapatería como aprendiz, al principio no me gustaba por las bromas que me daban Leonel y Monchita que eran muy pesadas pero que poco a poco las fui asimilando y acoplándome al grupo al tiempo que aprendía muy rápidamente el oficio que todavía hoy practico aunque sea solo para la familia. Gracias a mi Dios por la sabiduría que puso en los directores de la Cuidad al solicitar a la dirección de la escuela que me recibieran como “oyente” pero que fuera calificado según las materias recibidas como todos los otros alumnos, y una vez más doy gracias a Dios a la dirección superior y a la dirección de la escuela. Porque la certificación del Registro Civil no llegaría sino hasta el 27 de mayo de 1968 si ellos no hubieran tomado esa dirección prácticamente mi paso por esa institución hubiera sido muy estéril sólo hubieran formado un zapatero y nada más. Para cuando el Registro se pronunció yo estaba en el cuarto mes de cuarto grado, como consta en el expediente numero 321 del 24 de Junio de 1968, yo ingrese a la cuidad el 8 de marzo de 1963 y la deje el 24 de junio de 1968, cinco años pase en ese hermoso lugar que tanto a ayudó a formar mi personalidad, carácter, y gracias a ser un zapatero nunca me faltó trabajo
50 donde quiera que llegaba, pues en aquellos años el zapato hecho a mano era el preferido y las zapaterías abundaban por doquier. EN EL PENAL DE SAN LUCAS La búsqueda de mi mamá no dio resultado, cuando fueron a verificar si mi mamá trabajaba en ese lugar era cierto, pero hacia tan solo veintidós días que se había marchado y no dejó dirección alguna, pero en realidad ella ya no era primordial porque con papá o sin papá yo siempre llevaría los apellidos de ella, Aguirre Rosales. Por lo que le escribieron a mi papá poniéndole al tanto de todo lo que sucedido con su hijo, y si el tenía algún impedimento para reconocer legalmente al niño y los beneficios que el niño recibiría si él lo respaldaba dándole el apellido. Le explicaron que de momento yo asistía a la escuela como oyente, por no tener ningún documento legal que dijera que yo era “fulano de tal”. Documentos como: fe de bautismo, partida de nacimiento o certificación del Registro Civil. Y que el podría ser de gran ayuda para el futuro del niño, por lo que esperaban una pronta y positiva respuesta. No mucho tiempo paso para que mi papá contestara, en realidad muy interesado en el proyecto de sacar a ese niño adelante, pero puso una condición, ¿Cómo puedo darle mi nombre a alguien que yo no conozco?, como yo no puedo ir a conocerlo, tráiganmelo aquí para que lo conozca y entonces tomaré una decisión, si les parece escríbanme haciéndomelo saber para solicitar una casa por 8 días para estar con él y cuando el regrese llevará por escrito mi decisión. Esta respuesta parecía una negativa, viéndola desde un punto negativo, pero una vez más glorifico a mi bendito Salvador, que Él termina todo lo que empieza, como dice su palabra: “El que
51 comenzó en ti la buena obra la perfecciona hasta el día de Jesucristo”. Fil.1:6. El Padre Salvador confió en la petición de mi papá como algo que Dios mismo estaba promoviendo, el que mi papá contestara y pidiera condiciones era suficiente para hacer lo que fuera necesario. Así que se puso en contacto con el Ministerio de Seguridad Pública de la época, para que autorizara que en un barco de Seguridad Pública yo fuera custodiado hasta el penal y puesto bajo la responsabilidad del comandante del penal, el cual siguiendo órdenes escritas procedería a cumplir por medio de sus subalternos. Así lo solicito, así se le aprobó, no sin antes explicar al Sr. Ministro la razón de tan exagerada solicitud, pero tanto el Padre Salvador como el Sr. Ministro coincidieron en que valía la pena intentarlo por el bien del muchacho. Eso sí, cada cual la responsabilidad que le correspondía se estableció de la siguiente manera: Una persona de la cuidad me llevaría a la Capitanía de puerto, desde que salía de la cuidad hasta que fuera entregado en la Capitanía al capitán del barco, la responsabilidad era de la Cuidad de los Niños una vez en la Capitanía desde que salía de Puntarenas hasta el regreso a puerto, la responsabilidad era del Ministerio de Seguridad, nuevamente de regreso a la Cuidad el custodio daría cuenta de lo que me pasara. En relación con los pasajes fueron compartidos. Por su puesto amigo lector, esto no se llevó acabo de la noche a la mañana, se demoró casi un año en hacerlo una realidad. Les conté que yo ingresé a la ciudad en marzo del 63 y visité a mi papá en febrero del 64, lo importante fue que el Padre Salvador creyó que se podía y confiado en Dios lo intentó y lo logró, porque así estaba escrito en el libro del gran Dios.
52 “María Taquitos, digo Francisco, dijo el Padre Salvador, con aquella voz tan ronca que lo caracterizaba, te mande llamar para darte una buena noticia, ¿te acuerdas que te hablé hace tiempo de la posibilidad de conocer a tu verdadero papá?, sí padre, pues ya es un hecho, el domingo el hermano Luis te llevará a Puntarenas para que en una patrulla del gobierno te lleven al penal de San Lucas donde está preso tu papá, ¿te parece bien?, ¿estás de acuerdo?, sí padre”. “Muy bien Francisco te acuerdas cuando llegaste a la Cuidad que hicimos un acuerdo para ayudarnos el uno al otro, ¿lo recuerdas?, sí padre, pues ahora es cuando yo más necesito que tú me ayudes, ah lograr que me permitieran quedarte por ocho días en ese lugar eso no fue fácil, pues hay mucha responsabilidad de ambas partes por lo que te pueda pasar, pero principalmente yo que soy el que se está jugando el pellejo por vos, por lo que te pido que te portes bien y no te vayas a fugar porque entonces romperías el pacto que hicimos y yo quedaría muy mal ante el señor del gobierno que es el otro señor que dio el permiso para que vos conozcas a tu padre, y no solo que te vayas a escapar sino que te portes bien en todo momento desde que salgas de aquí, hasta que regreses”. Esa conversación con el Padre se dio a mediados de semana, pero yo no contaba las horas pensando cuando llegaría el domingo para conocer a mi papá. Por fin llego el esperado domingo, casi no dormí esa noche y no tuvieron que despertarme, cuando el hermano encargado del pabellón llegó para despertarme yo ya lo estaba, y listo para ir al baño. En el pequeño camión rojo del Padre Reta el hermano Luis y yo fuimos llevados a la terminal de los buses de Cartago a San José, el hermano Luis cargaba mi pequeña maleta que consistía de tan solo tres mudadas y sólo los zapatos que llevaba puestos con eso pasaría los próximos ocho días.
53 Al promediar la tarde llegamos a la terminal del Pacífico y de allí caminamos a la Capitanía de Puerto ¡Qué lindo me pareció volver a ver aquel paisaje, que tan solo dos años atrás presencié cuando escapado proveniente de Cachí y de polizón en uno de esos vagones vi por primera vez el lugar más lindo del mundo no solo por su belleza natural, sino porque aunque yo aún no lo sabia era el lugar de mi nacimiento, con razón lo veía tan lindo es que lo veía con los ojos de mi alma! Fuimos recibimos por el oficial de guardia el cual al saber quienes éramos muy diligentemente nos condujo al capitán de puerto al que le dijo: “Mi capitán, aquí esta el señor de la Cuidad de los Niños con el muchacho, hágalos pasar, sí mi capitán, pase señorrr, Luis, a sí hermano Luis”. La oficina del capitán aparte de tener una linda vista al mar era muy fresca por la cantidad fe ventiladores que se movían de un lado para el otro. Después de un pequeño refrigerio el hermano Luís le entregó los documentos al capitán, y éste a su vez al capitán del barco, y este a su vez al comandante del penal. (Cumplido con el primer protocolo de entregarle los documentos al capitán de puerto, el hermano Luis se despidió del capitán). No sin antes darle las gracias por la atención recibida, luego se despidió de mí deseándome mucha suerte y recordándome lo que hablamos el Padre Salvador y yo acerca de portarme bien, y que el volvería el próximo domingo para llevarme de regreso a la cuidad. Aunque yo me angustiaba porque el día ya casi se terminaba y no veía a mi papá, no sería sino hasta el otro día que lo conociera porque yo viajaría en el barco que llevaría a algunos oficiales que reemplazarían a los que estaban en servicio.
54 La pequeña patrulla zarpó a las 5 de la tarde, llegando al pequeño atracadero a las cinco y cuarenta y cinco, mientras unos oficiales bajaban otros subían, para regresar a sus hogares después de ocho días de servicio en ese difícil penal. Yo también pasaría ocho días allí, sólo que en circunstancias muy diferentes a la de los presos e incluso de los oficiales con sus responsabilidades, uno de los oficiales me tomó de la mano y me dijo: Ven para que conozcas al comandante, mientras en la otra mano llevaba un sobre semi cerrado. Ese sobre contenía las órdenes, reglas o disposiciones, dónde podía ser llevado, dónde no, dónde pasaría las noches y dónde quiera que mi papá fuera un custodio o oficial nos acompañaría, excepto en la casa, pero mi papá tenía que dejar la puerta abierta todo el tiempo que estuviéramos dentro. Durante la noche yo dormiría en la comandancia, al día siguiente desayunaba con los oficiales y como a las ocho el oficial traía a mi papá para que nos fuéramos para la casita que quedaba rumbo a la playa. Así el resto del día yo lo pasaba con mi papá, pues el cocinaba el almuerzo, el café que era cada rato y comíamos como a las 4 pm creo que esa semana le dieron un diario o se lo vendieron o fiaron quien sabe como fue la cosa, y antes que callera la noche el oficial le decía a mi papá: “cabrito vamos ya”, eso significaba que yo regresaba a la comandancia y mi papá a su celda en los pabellones, el día siguiente fue mejor y el siguiente y el siguiente al punto que el domingo por la mañana cuando nos despedimos nos dimos un abrazo casi fulminante y los dos lloramos prometiéndome el que volveríamos estar juntos todos papá, mamá, mi hermana Emilce y yo, pero eso nunca se dio porque el nunca fue libre, excepto cuando se escapaba y pronto
55 volvía a caer, solo fue un hermoso sentimiento que no paso de eso. Nuevamente un oficial me tomó de la mano para que subiera la rampa para alcanzar el barco, mientras en la otra mano llevaba otro sobre solo que este no contenía órdenes mi disposiciones, este sobre contenía un juramento de reconocimiento de paternidad responsable donde: ¿“Yo José Joaquín Morales Moya reconozco como hijo mío al menor José Francisco Morales Aguirre, por mi propia voluntad” o algo así decía…? A migo (a) esto que acaba de leer le puede parecer una fábula, una invención, un relleno, pero aunque le sea difícil de creer es la verdad, lo que yo sí creo que fue ¡Un experimento muy osado que dio su fruto, en el que dos hombres guiados por Dios creyeron que se podía y Dios honró esa decisión sacándolos bien a los dos! Gracias Dios por usar hombres así como Luis Medina y Salvador García que de Dios gocen. Aunque no llegué a ser gran cosa por mis limitaciones muy obvias, a pesar de tener unos primos muy bien acomodados por no decir muy ricos, cuando fui a pedirles trabajo uno de ellos, creyó que seguro yo iba tras su enorme fortuna y no solo me negó el trabajo sino que me corrió del lugar diciéndome que de tal palo tal astilla que “Quincho” había sido la vergüenza de la familia y que con eso tenían suficiente, gracias a Dios que no todos pensaron como él, algunos aún hoy me siguen apreciando y yo a ellos. Pero dejemos las cosas feas a un lado y sigamos positivamente, el pasado está en el pasado, del pasado ya no podemos hacer ni bien, ni mal, lo hecho, hecho está. (Alguien dijo una vez que: “El pasado es historia, El futuro es un misterio, y Este momento es un regalo. Por esa razón este momento se denomina el presente.)
56 A veces, muchas veces debemos tomar decisiones muy arriesgadas a favor del bienestar de otras personas, como lo hicieron Merica, Noldo Carvajal, los Padres Fray Casiano, Luis Medina, Salvador García, y porque no yo mismo, cuando tomé la decisión de escaparme de la familia de Cachi. Fue una decisión muy arriesgada para un niño de tan solo 11 años, que no conocía mas allá del patio trasero de su casa, aun así se jugó el todo el todo por el todo y su empuje casi obligó a otras personas a mover el cielo y tierra en mi favor y esa trinidad Dios, ellos y yo lo hicimos, la gloria sea para mi Dios. Lector, si hoy con toda la tecnología que existe la, mayoría de los trámites gubernamentales, municipales y judiciales duran una eternidad, imagínese en aquella época que lo más novedoso era el teléfono de pared donde usted descolgaba una especie de auricular, le diera algo así como una especie de cuerda, esto mandaba unos impulsos a una enorme central donde se encendía una luz roja donde la operadora insertaba un conector al tiempo que decía: “Central con que número desea que lo comunique” Retomando nuevamente el avance tecnológico de la época, recordemos que la carta de reconocimiento que mi papá envió al Patronato Nacional de la Infancia primero llegó a la dirección de la cuidad, para regocijo y reconocimiento por el esfuerzo hecho en mi favor por el Padre Salvador y su equipo de junta. Luego esa carta junto con otra de apoyo de parte de la dirección de la cuidad, fue enviada ahora sí al “Patronato”, para su respectiva formalización. Cumplidos estos trámites legales, el documento sería enviado a mi papá a San Lucas para que lo firmara y convertirlo en un documento legal. De regreso al “Patronato”, debidamente firmada, esta institución la remitió al
57 Registro Civil y este último fue el que certificó a las partes involucradas la legalidad del reconocimiento paterno. Lo cual se da el 27 de mayo de 1968, ósea poco más de 3 años después, cuando yo casi dejaba la ciudad, salida que se da el 24 de junio de 1968, es decir, un mes después. Con respeto a la salida de la cuidad volveré más adelante. La otra aparente contradicción esta en el aprendizaje del oficio de la zapatería, cualquier zapatero de profesión sabe que eso no se aprende en menos de un año, quizás un reparador sí, pero en la cuidad nos enseñaban estudio de la zapatería. Y yo soy zapatero de profesión, gracias a esa profesión no me faltó trabajo, recién dejé la ciudad, aún hoy la practico. RESEÑA HISTORICA DE LA CUIDAD DE LOS NIÑOS Los ocho meses o nueve, días más, días menos que pasé en el Hogar Montserrat en Puntarenas fueron maravillosos, con sus días de playa dos o tres veces por semana excepto los domingos por razones obvias, en primer lugar era el día de visita para los internos, la otra razón era que los domingos era cuando los turistas abarrotaban la playa y era más fácil que uno de nosotros se extraviara ante tanta multitud. Fue en el Hogar Montserrat y su director el Padre Fray y sus colaboradores los que dieron el primer paso en la búsqueda de mi identidad, conseguido ese objetivo fui trasladado a la Cuidad de los Niños en Cartago. Gracias Padre Fray, gracias Hogar Montserrat, gracias amada Puntarenas, gracias a todos… Pero tu Cuidad de los Niños protectora de necesitados como yo, te amé como si fueras mi padre y madre y tus protegidos como mis hermanos y familia y aún hoy 39 años después te sigo amando y este es mi reconocimiento por todo lo que hiciste por
58 mí, tú como institución por todo lo que hiciste por mí, tú como institución, naciste creciste a la dirección de tus administradores y servidores: Medina, Izaguirre, Salvador, Doncel, Reta, Javier y perdón por los que se me han olvidado, para todos ellos mi más sincero agradecimiento y que Dios los tenga con él conforme a lo que hicieron. Como dice Julio Iglesias en su canción “La vida sigue igual”: Unos mueren, otros nacen, unos ríen, otros lloran, las obras quedan, las gentes se van, otros que vienen las continuaran, siempre hay porque luchar, al fin y al cabo la vida sigue igual. Adiós servidores de Dios, adiós servidores de la patria, adiós servidores de sus semejantes, espero volver a verlos… Ah ustedes que hoy continúan con la obra formadora de los futuros hombres del mañana acuérdense que siempre hay por quien luchar, que el Dios que guió a los que ya no están, también los guiara a ustedes si su empeño es cada día en favor de los más necesitados, que mi Dios los bendiga hoy, mañana y siempre.
DE CARTAGO A LIMON ¿Por qué deje la Ciudad de los Niños sin cumplir la mayoría de edad?, la cual cumplíamos en aquella época hasta los veintiún años, pero me marché a los dieciocho años y un mes con el único documento que me respaldaría por cualquier cosa. Posiblemente le estaba mandando un mensaje a don José Figueres de que un muchacho de dieciocho años ya se la podía jugar solo, eso fue lo que don Pepe impulsó y logró en su segundo mandato entre 1970 - 1974, pues eso era un hecho en Europa y los Estados Unidos.
59 La causa de que dejara la ciudad antes de tiempo, y digo antes de tiempo porque cuando me fui aún no estaba preparado para enfrentar los peligros que rodean a un adolescente fuera de la seguridad del hogar. La verdadera causa tenía nombre de mujer, también un espíritu aventurero por los años perdidos. Ella se llamaba Sonia: Sonia, era de piel morena como yo, quizás un poco más quemadita y rellenita por todo su precioso cuerpo excepto su linda carita morena y perfilada, de boca chiquita, cuando se reía dejaba ver sus preciosos dientes blanquísimos, solo tenía veinte años. Un domingo estaba yo en la vuelta del camino listo para entrar a la ciudad con Henry otro interno que esperaba visita de su mama la cual la esperaba allí en la vuelta, cuando venían tres mujeres y dos niños una de ellas era muy joven y cargaba una bolsa de mecate bastante grande para su contextura, por lo que me dijo Henry: “María Taquitos ofrécele llevarles la bolsa, quien quita y salvés el domingo”. Salvar el domingo eran las propinas que los visitantes nos daban por cargar sus bolsas y guiarlos dentro de la ciudad. Un poco tímido me acerque a las mujeres y le dije a la que llevaba la bolsa, me permite ayudarla y quitándole la bolsa que ya casi se le caía me la puse en el hombro y las seguí hasta el lugar que escogieron para almorzar. Sin decir nada quise retirarme cuando escuché: “joven tiene que irse”, no señora, no si usted no lo desea, “pues aquí nadie desea que se vaya así que acomódese como pueda dentro de un rato almorzaremos”. Después del almuerzo a algunas personas les da sueño, y estas señoras no serían la excepción poco tiempo después del almuerzo se tendieron a dormir, pues ellas venían solo de paseo. Quedamos solo ella y yo, pues los chicos jugaban en los columpios, ella se apartó unos diez metros y se
60 sentó en el césped y me invitó a que me acercara para que habláramos y no nos aburriéramos, a lo que yo accedí como si hubiese sido una orden superior. ¿“Cúal es tu nombre?, preguntó, Francisco le respondí, bonito nombre dijo ella, gracias y el suyo pregunté, Sonia, Sonia Elizondo, donde vives Sonia, aquí en Cartago, en Guadalupe; con mi tía la de pelo con trenza, la otra también es tía, pero ella vive en la provincia de Limón, y vino a pasear y hoy mi tía la trajo para que conociera este lugar”.
¿Te gusta este lugar Sonia?,- “si me parece muy bonito creo que voy a venir otro domingo, pero sóla para que me enseñés todo este lugar, ¿te gustaría?, ¡gustarme ya quisiera que fuera ese domingo! Pues te prometo que lo haré y traeré almuerzo para los dos. Efectivamente Sonia cumplió con lo que prometió; dos domingos después me visitó sola y trajo almuerzo, ella buscó el sitio para almorzar lo más retirado posible de el resto de la demás gente. Ese domingo fue de calentamiento para ella en relación conmigo en el juego del amor, por que ella tenía veinte años, y yo solo diez y ocho, recién cumplidos, ella era una mujer formada, yo un joven tímido e inocente en esos menesteres, al menos por ahora. Cuando nos despedimos me abrazó muy fuerte apretando sus grandes pechos contra mi pecho y dándome un gran beso que casi me ahoga, se despidió prometiéndome que el domingo siguiente vendría más temprano que este. Efectivamente el domingo siguiente fue una de las primeras visitas que llegó, nos fuimos al mismo lugar y como era tan
61 temprano no había nadie cerca, por lo que inicio su ritual, con abrazos muy fuertes, besos que casi me ahogaban y como yo no reaccionaba tomó mis manos y se las colocó una en sus pachos y la otra en su genital. Fue mi primera experiencia con una mujer de verdad, pues antes de Sonia todo era fantasía, esto fue una realidad que nunca antes había experimentado y que me puso a caminar de cabeza. Todo lo demás perdió interés para mí, mi mundo giraba en derredor de ella, de lunes sábado los días eran interminables, y la noche del sábado casi no podía dormir pensando en lo afortunado que yo era, que una muñequita como ella se hubiera interesado en un huérfano como yo. Pero esa ilusión, diría yo, duró muy poco, demasiado poco, por que el primer domingo de junio me visitó por última vez. Ese último domingo llegó igual de temprano que los otros y fue el que más tarde se fue. Todo transcurrió igual, nunca pasó por mi mente que ese sería el último día que estaría con aquel precioso ángel, que llegó a mí de la nada y como la nada se marcho para nunca más volver a verla. Les decía que ese día todo transcurrió igual que los otros domingos, cuando las visitas se marchaban nosotros las acompañábamos hasta la calle principal y fue allí mientras esperaba el bus que me dijo:”Francisco hoy es el último día que vengo a verlo”, ¿por qué Sonia?, pregunté con una voz lastimera, esperando oír un; eh era una broma, pero no era broma. A la pregunta por qué Sonia respondió: “Me voy para Roxana Línea Vieja”, ¿donde queda eso?, ese es el lugar donde vive mi otra tía en Limón, ella me consiguió un trabajo en una compañía bananera como empacadora y voy a ganar muy bien, si Dios quiere me voy el miércoles, cuando dijo eso venía el bus por lo que se apresuró a darme un abrazo y un beso y corriendo
62 cruzó la calle, fue la última en subir, yo seguí el bus con la vista hasta que desapareció cuando dejó la cuesta. Regresé con una mezcla de incertidumbre e irrealidad esperando que no fuera verdad, que no fuese cierto lo que escuché y que el siguiente domingo ella sería la primera en llegar, pero eso no sucedió no tengo palabras para describir la terrible angustia que sentía, hasta llegué sentir que se había muerto así pasó la semana, casi sin dormir y comer esperando la llegada del nuevo domingo y verla llegar cargando la famosa bolsa de mecate, pero pasaron las horas y como diría el español Joaquín Sabina: y me dieron las… Pero como apunté poco atrás, se fue para nunca más volver. Los días que siguieron al desencanto y decilusión fueron de búsqueda de información y planeamiento de cómo llegar a ese lugar llamado Roxana, averigüé que todos los días pasaba un tren a las 10:30 a.m., por la estación de Cartago, el cual llegaba a la estación de Siquirres a la una de la tarde, allí había que hacer un traslado para otro tren que venía de Limón y que llegaba a la estación a las tres de la tarde el cual iba para Guápiles, este tren llegaba a Guápiles a las 6:p.m., allí se tomaba un bus que llegaba a Roxana entre 8y9 de la noche. El costo hasta Siquirres era de once colones, de Siquirres a Guápiles no lo recuerdo como tampoco recuerdo cuánto costó de Guápiles a Roxana, lo que si recuerdo es que gasté en total hasta Roxana alrededor de veinticinco colones y yo Salí de la ciudad con treinta y cinco colones. El martes 24 de junio muy temprano como a las 7:a.m. toque la puerta de la casa parroquial pidiendo ver al padre Salvador, “Los padres están desayunando qué se te ofrece”, dijo (Jovita la cocinera de los padres), es algo personal, dígale que es María Taquitos, yo le digo pero tendrás que esperar a que terminen
63 para que te reciba, si señora lo que quiero es que sepa que quiero hablar con él gracias. ¿“Qué paso María Taquitos, que es eso tan urgente que quieres decirme?”, padre vengo a pedirle permiso para abandonar la ciudad, ¿“Que estas loco y para dónde te vas?”, vuelvo con mi familia, el domingo vinieron a verme y me pidieron que regresesara que todo va estar bien. “Y cuando vienen por vos”, no ellos no vienen, como yo sé llegar, yo me voy solo”, “Cuando piensas irte”, hoy mismo padre, es más ahora mismo porque el bus sale a las 10:30 a.m. y no quiero que me deje. “Taquitos, Taquitos, suave; poniéndome las manos al frente como señal de alto dijo: “¡Párale ahí!, como buen mexicano que era, las cosas no se hacen así, todo tiene un orden si te quieres ir yo no te puedo detener, si ya puedes hacer tu vida fuera de la ciudad pos que bueno, eso es muy placentero para mi saber que te pudimos ayudar y que regresas con los tuyos, pero las cosas hay que dejarlas bien claras por lo que pueda pasar en el futuro ya sea a favor tuyo o nuestro, por lo que hagámoslo bien, te parece Taquitos, digo Francisco”, sí padre, pues vamos a la oficina. Mientras caminábamos de la casa parroquial o como le decían en aquel tiempo casa cural, me dijo: “Taquitos, cuando te trajeron aquí eras un niño completamente indefenso, hoy ya no lo sos, sabés leer y escribir y eso es muy importante porque hoy para encontrar trabajo es necesario saber leer y escribir y dominar las cuatro operaciones básicas y eso vos lo dominas muy bien. “También sé, por tu profesor de zapatería, que en julio te graduabas como un nuevo zapatero, la graduación no es lo que te hace zapatero, es el conocimiento que adquiriste aquí la que te hace un zapatero y esto me alegra mucho peque se que estos
64 dos triunfos tuyos te ayudarán a superarte en el futuro. No te estanques en lo que hasta aquí has logrado. “Déjame advertirte de los peligros que encontrarás en tu largo caminar que hoy empiezas, serán muchos, pero si pones en práctica lo que te hemos enseñado Dios estará presto para ayudarte si se lo pides. “¡Ah, y cuando formes una familia tráemela para que la conozca y te dé la bendición”! Y volteándose hacía la máquina de escribir elaboró el documento que sería el respaldo para la institución por cualquier acusación o reclamo en un futuro no muy lejano. A continuación presento copia del documento original donde aparecen las firmas del padre y yo. NOTA: El sub.- rayado del documento es mío. Una vez que firmamos el documento me puse de pie por la premura que tenía de marcharme, él también hizo lo mismo y extendiéndome sus brazos hacia mí me dio un abrazo muy fuerte, después me dio su bendición mientras me decía: “Adiós María Taquitos, ¡qué Dios te guarde donde quiera que vayas”! Yo sentí un fuerte sentimiento interno que provocó que lo abrazara y que recostara mi cabeza en su pecho como lo hubiera hecho con mi papá, cuando lo solté ya no quise verlo más y volteándome Salí de la oficina rumbo a la estación del ferrocarril. Prácticamente todo el día lo pasé viajando en tren, efectivamente entre las ocho y las nueve de la noche llegué a Roxana. Sentado justo detrás del chofer le dije: Sr. Yo voy a Roxana usted me haría el favor de avisarme cuando lleguemos, va al centro de Roxana o se queda antes, no voy hasta Roxana, o sea va hasta la terminal, seguro, no lo sé supongo, es que yo no soy de aquí, vengo a buscar una persona y sólo sé que vive en Roxana. “Entoces si en la terminal dijo él yo llego hasta la terminal.
65 Cuando me baje del bus llovía fuertemente ya estábamos en invierno, poco a poco la pequeña terminal se fue quedando sin gente yo estaba sentado en una banca de madera, pues no podía salir por causa de la lluvia, cuando se me acercó un Sr., ya entrado en años y me dijo: “Joven perdone el bus ya no sale más y yo tengo que cerrar el galerón porque el bus pasa la noche aquí, la primera carrera sale a las cinco de la mañana para Guápiles”. Afuera la llovía caía a chorros y casi no había luz todo estaba cerrado, como a unos doscientos metros observé con la luz de un relámpago un galerón mas grande que el de la terminal de buses, sin pensarlo mucho me eché a correr en medio del aguacero, el barro y la oscuridad, para cuando llegué a lo que yo creí era un galerón resulto ser una terminal del ferrocarril donde se almacenaba el banano en racimo, los carrieros llevaban los racimos aún en sus bolsas los dejaban allí y otros se encargaban de cargar los vagones para ser llevados a la empacadora. Pero por no ser tiempo de corta en esos cuadrantes, la terminal estaba desocupada, por lo que se convirtió en mi dormitorio por tres noches, pues durante el día recorría el barrio buscando a Sonia y por la noche volvía a ese lugar a dormir allí. Sin plata para comprar algo de comer me metía a los bananales a comer bananos de los racimos caídos y bebía agua de cualquier zanja ó riachuelo para calmar el hambre y mi estómago que no dejaba de hacer ruidos esperando recibir algo sólido. A migo (a) supongo que ya se ha dado cuenta de mi gran error y no tengo necesidad de recalcarlo, lo que me paso a continuación; porque mi propósito al escribir esta historia verdadera, es evitarle que cometa los mismos errores que he cometido yo.
66 La mañana del tercer día el hambre ya era insoportable, y de solo comer bananos ya tenía una diarrea ó quizás por beber agua contaminada con vaya usted a saber qué clase de parásitos, por lo que sentado en las gradas de la terminal con mi cabeza metida en mis rodillas lloraba desconsoladamente mi amarga experiencia al punto de que Sonia casi desapareció de mi mente, ahora era necesario sobrevivir por lo que su búsqueda perdió todo interés y estando en ese trance sentí que alguien tocó mi cabeza en forma de caricia al tiempo que me preguntó: ¿“Qué te paso papito, porque llorás”?, al oír que era una voz de mujer saqué mi cabeza de entre mis rodillas, quedando frente a mi el rostro de una mujer morena de carita delgada y de pelo muy largo, lacio, negro y brillante; de contextura delgada. Tengo cuatro días con hoy que sólo como bananos y agua y tengo mucha hambre y el estómago no para de dolerme por falta de comida sólida y lo peor es que no tengo plata para comprar comida. ¿“Cuál es tu nombre”?, Francisco- Francisco Morales, ¿“De dónde sos Francisco”? - de Cartago – “Ven Francisco, vamos a mi casa para que desayunes, precisamente voy a la pulpería a comprar el desayuno. Una vez en la pequeña casa de madera, mientras hervía el agua para el café me preguntó: ¿“Dime Francisco que andás haciendo tan largo de Cartago”?, busco una mujer, “pues ya la encontraste”, dijo ella en forma de chiste, - “es una broma no me hagas caso continúa”. Se llama Sonia Espinosa, ¿“Y qué es tuyo Francisco”?, es una amiga, ¿sabe ella que la andas buscando?, no ¿por qué la andas buscando?,- porque me hace mucha falta, ¿Vivías con ella?,- no, ella me visitaba los domingos donde vivía, ¿Dónde vivías?, en la (Ciudad de los Niños), en Agua Caliente de Cartago. “Francisco, ¿qué hacías en la terminal”?,- allí he dormido estas tres noches y en el día salía a buscarla, pero no la he podido hallar. Yo creo que ella ya no quería visitarme más y me
67 inventó que se venia para donde la tía que vive en este lugar, para no hacerme sufrir dándome explicaciones innecesarias. ¿“La quieres mucho verdad, sino no hubieras echo tanto loco”?,- a esa interrogante no contesté nada, quizás por no saber que contestar. “Francisco mi nombre es María Mayela, pero solo me dicen Mayela, en este momento vivo sola, no tengo hombre, por lo que mientras te ordenas y decides lo que vas a hacer si quieres puedes quedarte conmigo y me acompañas, te parece”, si. ¿Mayela qué quisiste decir con eso de que no tienes hombre? “Sí, Francisco yo soy la que te esta pidiendo que te quedes aquí conmigo, por lo que tienes todo el derecho de saber quien soy. Todos tenemos una historia, yo tengo la mía, tu tienes la tuya”… “Mientras te cuento un poco de la mía , quítate esa ropa para lavártela, porque veo que no traes nada”, eso se debe a la falta de costumbre, nunca me llevé nada de donde me fui y aunque ahora si traía la olvidé en el tren que iba para Limón; dándome un paño grande me lo cruce por la cintura y me dispuse a escuchar la cruel historia de esta mujer que acababa de conocer, que me alimentó y que ahora me ofrecía su humilde casita para que yo no pasara una noche más a la intemperie y ahora lavaba mi ropa. “Francisco lo que te voy a contar posiblemente te suene muy feo, pero si te vas a quedar aquí tienes que saberlo por mi boca y no por los vecinos, porque de todos modos te lo chismearán, yo soy una trabajadora del sexo o sea una prostituta”. ¿Y por qué trabajas en eso?, “¿Porque el destino así lo quiso”? Yo nací en una familia acomodada de Guanacaste no nos faltaba nada, yo era la mayor de seis hermanos, un año hubo una gran sequía y mi papá perdió casi todas las cosechas, por lo que tuvo que recurrir al banco, hipotecar parte de la tierra para hacerle frente
68 a las pérdidas y volver a empezar nuevamente, pero como te dije al principio el destino nos tenia reservada otra sorpresa. “Al siguiente año cuando las cosechas parecía que compensarían las pérdidas del año pasado, comenzó a llover día y noche sin parar hasta que todo se anegó y nuevamente se perdió todo. “Nuevamente él acudió al banco para rehipotecar lo que quedaba libre de la hipoteca anterior, ahora si ya no quedaba nada libre ni siquiera la casa”. “Así que si le iba mal en la siguiente cosecha lo perdería todo, incluyendo la casa”. Y aunque no le fue tan mal, tampoco la tierra produjo lo esperado por no haberle dado el tiempo suficiente para recuperarse”. “Dos años después el banco remató lo hipotecado incluyendo la casa, el Sr. que compró las tierras era de la provincia; él hablo con mi papa para que le administrara la finca y quien mejor para hacerlo que mi papá que la conocía palmo a palmo”. “Incluso le dijo a mi padre que podía seguir viviendo en la casa, pero él no quiso y trasladó la casita del mandador que ya se había marchado a un lotecito pequeño que mi habuela le dio”. De aquí en adelante todo en mi familia cambio, mi papá ya no fue el mismo paso de ser señor de la hacienda a ser ahora mandador, de ser un hombre alegre, amable, cortés y jovial, se convirtió en un hombre hostil, mal humorado solitario y lo peor comenzó a beber licor casi todos los días hasta emborracharse y en su delirio decía que prefería mil veses morirse que seguir siendo el hazmerreír de toda la gente, aunque ese pensamiento sólo estaba en su mente porque otros al igual que él también lo habían perdido todo sólo que él en su dolor creía que él era único, y no fue por mal administrador, sino por causa de la naturaleza, pero el no quería ser el pobrecito de nadie. A duras penas me gradué de sexto grado, cuando tenia trece años y por ser la mayor mis papás me emplearon con una
69 prima, ya casada, que vivía en San José y que necesitaba una muchacha para hacer los mandados y ayudara en los quehaceres de la casa, yo no ganaba mucho, pero era una buena ayuda para mis padres, era un sueldito más para ayudar a mis hermanitos, y yo no representaba ningún gasto para ellos. Pero como dicen en mi tierra, ningún mal viene solo, y yo no sería la excepción, sólo tenía trece años y era una guila muy desarrollada por lo que el señor de la casa se puso muy generoso conmigo; haciéndome regalos bonitos pagándome de más en el sueldo, comprándome prendas íntimas muy provocativas, no sin antes advertirme que no dijera nada a mi prima de todos esos obsequios porque mi prima podía echarme. En tanto que él no me acarició no pasó nada y él sabía que si lo hacía yo no me le sometería, por lo que un día se fue para el trabajo primero que mi prima dizque para la oficina, pero poco después que mi prima se fue él regreso dispuesto a todo, hizo que buscaba algo que olvidó luego me llamó y me dijo con una voz muy suave: “Mayelita, regresé porque olvidé darte esto, y sacando de la bolsa del saco una cajita pequeña de color rojo, mientras se me acercaba la abrió y me dijo: “Mira es para ti, era una cadena que brillaba mucho, la sacó de la cajita y juntando las dos manos me la colocó en el cuello luego me llevó al cuarto principal donde había un espejo de cuerpo entero para que yo viera como se me veía, mientras yo veía lo linda que se me veía me comenzó a acariciar y a besarme hasta que me sometió”… “Fue así como comenzó mi calvario, después era yo la que me desesperaba por él, mientras yo comencé a notar la indiferencia hacía mí, por no creer que era desprecio, pues cada vez que yo me le acercaba él me decía retírate no entiendes que la señora nos puede ver, cuando yo también me sentía señora para él”. No paso mucho tiempo, para que mi cuerpo comenzara a dar
70 muestras de que algo no andaba bien, mareos, naúseas y vómitos, esto alertó a mi prima, se le parecía a algo que ella había experimentado ya dos veces, la última apenas poco más de un año y medio de edad que tenía la niña menor”. “Llevándome al doctor sin decirme nada, fui examinada, resultando que no sólo había sido violada, sino que tenia un embarazo de seis semanas, cuando mi prima me preguntó quien me había hecho eso, yo le dije: “Pregúntale a su marido él lo hizo”, y pegándome una bofetada que por poco me tumba al piso rompiéndome la boca, al tiempo que me gritaba sucia, corrupta, prostituta y de él decía, cuando venga lo voy a matar, lo voy a matar”… Ningún matar, cuando él llego ella le dijo: - “Llevé esta perra al ginecólogo porque como te conté todos los síntomas que presentaba eran los de una mujer en estado de embarazo, pues no me equivoqué, tiene seis semanas de embarazo, cuando le pregunté, quien te hizo eso y esta grandísima insolente me dijo: “pregúnteselo a su marido él fue quien lo hizo, por lo que ahora delante de ella te pregunto: ¿Por qué ella dice que tú eres el responsable de semejante atropello?, ¿qué cuentas le voy a dar a mi tío?, yo soy la responsable de lo que le pase, (por nuestras hijas) júrame que no fuiste tú el que cometió esta grande injusticia con esta niña que sólo tiene trece años, ¿Qué cuentas le voy a dar a mi tío?. “Con la frialdad de un asesino, porque eso fue lo que el esposo de mi prima hizo conmigo, me acecino en vida. Haciendo la señal de la cruz con ambas manos se las llevó a los labios, dándoles un beso y estirando los brazos así ella dijo: “Juro por mis hijas que yo no soy el responsable de lo que esta mentirosa esta inventando, te imaginas hasta la cárcel podría ir a parar por semejante calumnia”…
71 “Claro por encubrir al novio encontró muy fácil ensuciarme a mí, te imaginas la vergüenza y la deshonra en la que caeríamos si esta mentirosa cuenta esto a la policía, enfrentaría un juicio, perdería el trabajo y quien quita y me meten a la cárcel. “Cuando yo quise desmentirlo él mismo con voz desafiante me dijo: -“Tú cállate mentirosa”, - “si cállate” dijo mi prima con el rostro completamente desfigurado por la cólera y la preocupación de cómo iba a explicar a mi papá semejante tortón. “Pero todo este comportamiento de ese sinvergüenza era sólo para asustar a mi prima para que se deshiciera de mí y mejor si no daba muchas explicaciones, por lo que le dijo: “Voy a reservarte tres pasajes para que el sábado bien temprano vayas a Guanacaste a dejársela a sus papás, y cuéntales que con panza o sin ella de todos modos se la ibas a devolver por lo rebelde que últimamente estaba, que pedía permiso para estar en la esquina y cuando la buscábamos no estaba ahí, sin que supiéramos para donde se había ido,”pero amor eso no es verdad, bueno si no dices eso tendrás que dar muchas explicaciones y no creo que las tengas”. “Así fue como ese hombre convenció a mi pobre prima para que yo fuera la única culpable”. “Francisco, todavía hoy puedo sentir el inmenso dolor y vergüenza que su (preciosa) hija como me decía mi papá.- “Hijita tu eres la razón por la que yo vivo; ya que yo era la mayor y única mujer”. “Y ahora venían a dejársela, panzona, acusada de rebelde, mentirosa e insolente. “Recuerdo que le oí decir: ¿Dios mío que es lo qué estoy pagando, ¿cual fue el mal que hice?, y como si fuera poco ahora mi adorada hija me trae más vergüenza como si no tuviera ya suficiente? “Esto fue lo ultimo que yo oí decir a mi querido padre que se fue a la tumba sin querer saber la verdad de labios de su propia
72 hija; porque creyó más a las mentiras, de los mayores que a la verdad de los niños”… Aquí no la quiero ver nunca más, que se vaya, yo no tengo ninguna hija, mi hija se murió”, por eso te dije Francisco que ese maldito me asesinó, arruinó mi vida para siempre, perdí a mis padres, mis hermanos, mis abuelos paternos me desheredaron porque me hicieron culpable por la muerte de mi padre tres años después. Y aunque mis abuelos maternos me recibieron, no sería por mucho tiempo, pues un pecado como el que yo cometí no sería perdonado por ser mujer, a un hombre sí, y hasta era un orgullo para todos, pero una mujer era para toda la familia la deshonra y la vergüenza, y eso se pagaba muy caro, se pagaba con ser repudiada por las dos ramas de la familia, porque si una desconocía y la otra perdonaba esa se comería todo el pastel, por haber permitido semejante vergüenza y mi familia, las dos eran tal para cual, daban del cuerpo un poquito arriba del... “Ha regañadientes fui recibida en casa de abuela materno, que quedaba en otro cantón, un poco lejos del lugar de la vergüenza, pero lo mismo sucedía cuando allá se enteraron”. “Recién cumplidos los catorce años nació el único hijo que Dios me permitió se desarrollara en mis entrañas, si vive hoy, debe tener veinticinco años”. ¿Qué nombre le pusiste?,- yo no lo bauticé fueron mis abuelos, creo que lo llamaron (Maximino), para no ponerle el nombre de alguno de la familia. “Hasta lo que era verdaderamente mío me lo quitaron y para que yo no lo dañara en el futuro me pidieron que por favor me fuera de la casa y entre más lejos mejor, que él niño a mí no me necesitaría, que ellos lo educarían como suyo, pero que yo renunciara a él. “Me puse a pensar, si hasta aquí lo único que me falta es que me manden a fusilar, pues que se lo dejen que él disfrute de lo que a mí me robaron”. “Lógicamente ese es el pensamiento de una adolescente inmadura y llena de dolor, que jamás pensó que su propia familia sería su propio verdugo”.
73 Señora mayela, dígame, ¿qué hizo después de eso? Francisco no me digas señora, dime solo Mayela, no me gusta que me digan señora; está bien, lo que pasó fue que recogí los cuatro trapos que tenía y me vine para Puntarenas donde unas primas por parte de mi mamá que no tenían esa enfermedad llamada orgullo y que eran más humildes que calzón de manta”… “Claro, tampoco fue mucho lo que duré en la casa de mis primas, ya mi suerte estaba echada, ellas eran muy liberales, todos los fines de semana se iban a bailar a un salón llamado Los Baños, y por invitación de ellas yo las acompañaba y como ya era una mujer parida mi cuerpo se desarrolló mucho más, al punto que creían era mayor de edad, por eso nunca me pedían la cédula y si me la pedían simplemente le decía mi amor no la ando y me lo creían porque lo aparentaba”. “Un domingo que mis primas no fueron a bailar conocí a una mujer que le decían (La Macha) las dos estábamos solas por lo que nos juntamos para hacernos compañía, ¿Cómo te llamás le pregunté?, “me llamo Teresa, pero solo me dicen (Macha) ¿y tú?, yo me llamo Mª Mayela. ¿Dónde vives Mayela?, en el Roble con unas primas por ahora, ¿Por qué por ahora?, “porque en cuanto pueda me voy para San José” “Y tú ¿dónde vives?, aquí cerca, en Chacarita, por el cementerio”. “Mayela aclárame eso de por ahora”, “Bueno es que debo ir a San José a cobrarle a una prima mía una deuda que tiene conmigo, pero primeramente al esposo de ella”, yo no quería entrar en detalles que ella no tenía porque saber, pero como te dije al principio todos en esta vida tenemos una historia que contar y ahora el turno era mío. “Cuéntame Mayela qué clase de deuda tienes que cobrarle a tu prima”, en ese momento me ataqué en llanto, por lo que la Macha se apresuró a sacarme del salón y me llevó a la playa donde yo le conté cual era la deuda que tenía que cobrarle a mi prima, porque ella por salvar su
74 honor, su esposo, su reputación y su posición social prefirió convertirse en cómplice de su marido y de mi desgracia”… “Las dos lloramos como si el mal mío fuera de ella, ese día probé por primera vez el licor y con el efecto del mismo visité los lugares donde ella trabajaba”, eran burdeles muy finos como la Luz Roja, el Pliquiti Bar y El Barco del Amor entre otros, los hombres se volvían locos ofreciéndome pagar lo que yo les pidiera para tener sexo conmigo, pero la Macha no se los permitió, pues dijo que aún no estaba preparada para ejercer la profesión”… “Al día siguiente, lunes como entre las doce o la una de la tarde, yo dormía en un catre, sentía que la cabeza me iba a estallar, era mi primera goma y tenia naúseas y ganas de vomitar, creo que el pelo se me paró de puntas para arriba cuando pensé que podía estar embarazada. Pero luego me calme al recordar que yo no había tenido relaciones con nadie desde que nació el chiquito, ¿pero y si anoche?, ¡no claro que no! “Lancé una mirada por la habitación, pero no vi nada por lo que me bajé de la cama como un rayo sin saber para donde coger, no sabía donde estaba, crucé una cortina de bolitas y al otro lado estaba la Macha dormida sobre una hamaca”. “Macha, Macha, “¿qué paso Mayela, dime, tuve relaciones con algún hombre anoche?, no claro que no, por qué preguntas eso, es que tengo naúseas y ganas de vomitar, no estaré embarazada otra ves, ¿haz tenido relaciones después que diste a luz?, no, entonces lo que tienes es un gomón del carajo, Dios mío que susto me he llevado; ¿Qué es eso de gomón?, eso es el efecto que dan los tragos al día siguiente de una borrachera”… “Francisco: por cada una ó dos personas que te dañan, Dios pone tres ó cuatro para que te ayuden a salir adelante, te lo digo por experiencia propia; la Macha no me indujo a la prostitución, por el contrario intento convencerme de que no lo hiciera, pero
75 el destino ya me había marcado, yo recogí involuntariamente la maldición que me echó mi prima cuando me llamó: prostituta y corrupta. “Pocos meses estuve con la Macha, aprendí lo mejor de ella, pero principalmente como defendérmele de los hombres que piensan que porque te pagan lo que les pides sos pertenencia suya y quieren hacer lo que a ellos les venga en gana y aún más creo Francisco, que me empeñé en esta dis que profesión para cobrarle a los hombres lo que me hizo uno, hoy tengo 38 años de edad y 25 de ser prostituta, y creo que así acabaré”… “ahora sí, ya te conté porque soy lo que soy, ahora sigues tú, cuéntame que rayos andas haciendo por estos lugares tan apartados”… Con un nudo apretado en mi garganta por tanta crueldad, que comparada con la mía, la mía era un cuento de hadas le dije: (“Mayelita creo que ando buscándome”), y le conté bien lo que usted hasta ahora sabe. Al final de mi historia nos abrazamos y lloramos juntos, dándole gracias a Dios porque aunque el destino nos quiso destruir, Dios no se lo permitió. Como los dos éramos de piel quemadita, ella guanacasteca y yo puntarenense, me hizo pasar por hermano suyo, lo cual nadie lo puso en duda por el gran parecido entre ella y yo, pronto me consiguió otras mudadas. Pronto también me llevó a Guápiles a los lugares donde ella trabajaba, pero también pronto me dio licor, cigarros y marihuana. Quiero destacarle que esto lo hizo mientras ella estuvo bajo los efectos de la droga porque cuando estaba sobria me lo negaba. Lo mismo sucedió con el sexo, me respetó como si yo fuera verdaderamente su hermano; hasta que una madrugada llegó muy cruzada y como dormíamos en la misma cama para lados distintos, pero esa noche se acostó para el mismo lado y se olvido que yo era su “hermano” y me convirtió en su hombre y pase de ser su protegido a ser su compañero sentimental, para
76 mi fue una experiencia maravillosa porque ese día me Emancipé, del poder de las mujeres y que aún Mayela habían ejercido en mi vida. Nunca más las mujeres ejercerían poder y autoridad en la dirección de mi vida, como ven acá, ve allá, haz esto, o aquello o lo otro. Tan es así que ese mismo día me di a la tarea de buscar trabajo aún cuando ella no me lo había pedido. Trabajé en varias fincas, conocí otros pueblos cercanos como el Humo, Punteeriel, Rita, Cariari, Guápiles y por supuesto Limón centro. Con Mayela aprendí muchas cosas buenas, pero también algunas no tan buenas como las que mencioné. Haber conocido a Mayela fue una experiencia muy placentera y maravillosa que cambió el rumbo de mi vida, pero eso sólo era un alto en mi largo camino que me faltaba por recorrer. Entre seis o ocho meses compartí con Mayela, los buenos y malos momentos y por las buenas o por las malas, yo debía seguir mi destino. Una mañana amanecí muy enfermo al punto de no poder asistir al trabajo, Mayela me llevó al dispensario, pero de él me remitieron a Guápiles y de allí al Hospital de Limón. Pero Máyela llegó hasta Guápiles, veinticinco días estuve hospitalizado y Máyela nunca llegó a verme, poniéndole así fin a nuestra preciosa amistad, nunca más volví a verla hasta el día de hoy, ¡gracias preciosa guanacasteca! que Dios te tomará muy encuesta todo el mal que te hicieron, como el bien que tu hiciste por mí, pero ya era hora de que yo siguiera mi camino, adiós preciosa Máyela. Amigo lector póngale usted el nombre que usted crea que se ajusta hasta aquí a esto que le voy a recordar y lo que falta por venir…Recuerda usted cuando me fugué de Cachí que me fui con la ropita que tenía puesta. Esa noche, cuando me trasladaron del Hogar Montserrat a la Ciudad de los Niños, en esa oportunidad llevaba tres mudadas, cuando me fui de la
77 Ciudad también me llevé tres mudadas y dos pares de zapatos que yo mismo me había hecho, pero cuando el conductor del tren pasó por el vagón en el que yo viajaba gritando, próxima estación Siquirres, me puse de pie como un rayo y tambaleante por el vaivén del tren llegué a las gradas entre vagón y vagón olvidándome de la bolsa que la había puesto arriba en el maletero cuando me acordé de la bolsa ya el tren iba llegando a Limón. Por eso fue que Mayela tuvo que conseguirme unas dos mudadas mientras yo trabajé y pude comprarme la ropa aunque era ella la que la escogía a gusto de ella. Ahora yo estoy a punto de dejar el Hospital de Limón y lo único que tengo para ponerme es la ropa con la que llegué al hospital toda mojada, los zapatos mojados y llenos de barro, veinticinco días tenía esa ropa de estar metida en una bolsa bien amarrada para evitar que el olor a podrido saliera al exterior, no teniendo otra cosa que ponerme, ni modo desnudo no podía salir. Por dicha ya manejaba mi platilla, producto del trabajo en las fincas bananeras sesenta colones tenía guardados en una bolsa plástica así que por los alrededores del mercado encontré una compra venta de ropa usada y compré una mudada, en aquellos años este tipo de negocio era muy común porque cuando los alcohólicos de clase media se entandaban y se quedaban sin plata iban a esos lugares, vendían la ropa buena para hacerse de unos cuantos pesos para seguir de tanda. Luego me fui a la playa por el Parque Vargas donde está hoy el Malecón y en menos de lo que canta un gallo me cambié, después me quedé mirando la inmensidad del océano y al puro final aparecieron los rostros de Sonia y de Mayela que señalándome con una de sus manos se reían de mí, era claro que estaba delirando por lo que me esforcé en poner en orden mis pensamientos, me concentré en Mayela y me dijé: ¿Cómo haré
78 para regresar si yo aquí no conozco nada? ¡Cuándo una voz muy grave y fuerte me dijo! “¡No debes volver a ese lugar!”. Volteé para ver quien me había hablado pero no había nadie, estaba solo, con la velocidad de un rayo salí corriendo para el parque para no estar solo mientras pensaba, ¿será que me estoy volviendo loco? Primero vi los rostros de Sonia y Mayela riéndose de mí como si se burlaran y ahora escucho una poderosa voz que ordena que no debo volver donde Mayela cuando busco la voz que me habló no hay nadie, solo pensé, quizás una oración me ayude por lo que cerré mis ojos y exclame: “Dios mió por favor ayúdame creo que me estoy volviendo loco, seguramente esa enfermedad afectó mi cerebro y ahora no sólo veo cosas sino que oigo voces donde no hay nadie, ayúdame Señor. Después de haber dicho eso me invadió una paz y seguridad, y mi mente se aclaró y pensé: Veinticinco días hospitalizado y ni siquiera un solo día vino a visitarme eso significa que yo no le importo para nada, me abandonó cuando yo más la necesité por lo que no regresaré con ella. ¿Pero para dónde me voy?, en ese momento comenzaron a llegar a mi mente recuerdos de Cachi, de doña Nina y su familia, de mis amigos de infancia, de la Ciudad de los Niños, pero cuando recordé que yo renuncié para no volver, olvidé la idea de la Ciudad y de Cachí, y me acorde de... DE LIMON A PARAISO La última imagen que vino a mi mente fue la de (Merica) en Paraíso, ¡claro exclame! Mi mamá Merica, iré a Paraíso a buscar a mama Merica a la mejor me dice que me quede a vivir con ella. En ese momento mi paz fue completa, mi tristeza desapareció y desde ese momento comencé a buscar la forma de llegar a Paraíso.
79 Dos días después de dejar el hospital, viajaba arriba de un camión que trasportaba banano para San José, el cual yo ayude a cargar para que me dieran un aventón hasta Paraíso; porque en el año 69 no existía el paso por el túnel Surquí. Trece años después regresaría donde Merica, habiendo salido de la casa de Merica de seis años, ahora regresaba de 19 años. La interrogante que invadió mi mente fue: ¿Vivirá aún?, ¿la encontraré? ¿En qué barrio vivirá, cómo estarán, mis hermanos, vivirán los tres?, como será Rigo?, pues cuando me llevaron para Cachí él estaba de brazos, ahora debe de tener entre 10 u 11 años... Me bajé en la plaza de Paraíso, ¿por dónde empezaría la búsqueda, que nombre diría, la conocerían como Merica?, y pensando en eso me acordé que a la familia les decían los (Bartolos), por lo que comencé a preguntar si sabían donde vivía una familia a la que les decían los Bartolos, después de varias preguntas sin resultados, entonces pregunté a un viejito, si como no, somos vecinos viven en el barrio El Chévere, vea de esta esquina suba una cuadra hasta aquel edificio alto ese es el teatro Paraíso, allí doble a la izquierda y camine como unos 800 mts derechito sin desviarse ya por ahí cualquiera le da razón de la familia que busca le di las gracias y me puse en camino. Efectivamente de la esquina del teatro Paraíso caminé los 800mts, hasta que llegué a una casa grande de madera donde en el corredor un señor de bigote muy tupido tocaba una guitarra, me detuve un instante y le pregunté; disculpe señor, conoce usted a una familia a la que les dicen Bartolos, como no joven, yo soy Carlos Bartolo, en que le puedo ayudar, conoce usted a una Sra. que se llama Emérita, como no, es mi hermana vive en esa casita que sigue”, gracias señor le agradecí, ¡y con el
80 corazón que se me quería salir por la emoción camine los 20 o 25 mts que separaban ambas casas toqué la puerta y esperé! El señor que tocaba la guitarra en el corredor era nada más y nada menos que tío mío, hermano de Merica, Carlos Solano “Bartolo”, al que conocí ese día, porque cuando me llevaron para Cachi nosotros vivíamos en un lugar llamado Barrondo que queda carretera a Cachí, y mi tío en Paraíso en el barrio El Chiverre, ahora si vivían uno al lado del otro. Como no abrieron al primer toque por haber sido un toque un poco tímido, esta vez golpeé un poco más fuerte, por fin una ventana de madera se abrió y el rostro de una joven mujer apareció, por cierto bastante bonita, ella dijo: “Sí, qué se le ofrece”, busco a una señora, que se llama Emérita Solano, “si, aquí vive, quien la busca dígale que es Uco, perdón Francisco, inmediatamente gritó: “Merica es Uco, como la casita era tan pequeña y la ventana estaba abierta yo escuché a mamá decir: “Muchacha loca esta, no oís Rigo, que ahí esta Uco, y asomándose por la ventana nos miramos, creo que con mucha alegría, mientras un negrillo flacucho parecido a mí, se paró al lado de ella, retorciéndole la manga del suéter que mamá usaba sobrepuesto solo para cubrirse la espalda ya que nunca metía las manos en las mangas. “Yeya abrí la puerta carajo, al entrar me extendió los brazos y nos dimos un largo abrazo en el que nos cruzamos nuestros olores, ella olía a humo de fogón y a cigarro y yo a ropa sucia, a banano y alcohol viejo. Nos separamos y yo la miraba hacia abajo porque ella me llegaba por los hombros, ahora era ella la que para verme tenía que mirar para arriba, mi mamá se había encogido, se había encorvado. Después de unos segundos dijo: “Ya me hice vieja y fea ya estoy echa una cacreca”, me incliné un poco y la crucé por la
81 cintura y la levante y di como una tres vueltas con ella alzada mientras me pedía que la bajara. Yo le dije: Ninguna cacreca ni vieja y mucho menos fea, tú para mi sigues siendo la preciosa madre que vieron estos ojos en mis primeros meses de nacido, estos surcos que pliegan tu rostro y este cabello blanco entre el negro que todavía te quedan son rizos de oro que Dios te ha dado para premiar tu bondad. Recostó su aspaventada cabellera en mi pecho y le dio rienda suelta a un sentimiento creo que de alegría cuando le recordé cuando ella me recogió con tan solo seis meses, todo desnutrido y ahora es ya todo un hombre, al que ella ayudó en los momentos mas críticos, y ahora esta ahí oyendo los elogios que ella bien merecidos se ganó por su dedicación y amor a una criatura que no era nada suyo, pero que su corazón de madre le demando, y mejor aún, no desobedeció al sentimiento que Dios puso en ella de proteger al huérfano. Después de tan emotivo encuentro mamá me representó a mis hermanos: Armando- Mando, Delia- Yeya y Rodrigo- Rigo, y afirmo me representó a mis hermanos, porque ya no nos conocíamos, pero después de tantos años de no vernos nuestros rostros se nos habían olvidado y no sólo eso, ya habíamos cambiado ya eran rostros de personas adultas, excepto Rigo, que apenas tenía 11 años. Presintiendo ella en su corazoncito que su hijito no andaba de paseo me preguntó: ¿De dónde vienes y para dónde vas?, (ella siempre fue muy directa cuando se daba cuenta que algo no andaba bien), vengo de Limón, “y que andabas haciendo allí”, bueno estaba trabajando en las bananeras, pero me enfermé, estuve 25 días en el hospital de Limón, cuando salí ya no quise trabajar más en eso y pensando en ti vine a buscarte a ver si me dejas quedarme contigo? Al verme acorralado por las preguntas de mi mamá, no me quedo más que contarle toda la verdad desde que dejé la ciudad
82 hasta ese momento. Y hoy tengo sólo dos días que salí del hospital, con esto último lo que intenté fue causarle lástima para que me dejara quedarme con ellos otra vez como al principio. Después de oír la historia de Sonia y Mayela me dijo: “Hay hijito, veo que no haz cambiado nada, dejaste la seguridad de la familia que te criaba en Cachí y te fuiste a correr peligros sepa Dios por donde, luego Dios te guardó y te protege y hace que te internen en ese lugar que tanto te protegieron y les pagaste de la misma forma que a la familia a la que yo te di para que te criaran pues yo no lo podía hacer en aquellos años”. “Mira hijito, a mí la pobreza no me querido dejar, se me pegó como una garrapata desde niña y así de pobre me voy a morir, gracias a Carlos, mi hermano, es que tenemos estas cuatro tablas donde vivir, la verdad es que aquí no hay campo para nadie más, sólo tenemos dos camas de puriticas tablas en una duermo yo y yeya y en la otra Mando y Rigo, así las pulgas no se jartan solo a uno sino de dos en dos”. “Si te quedás tenés que dormir en el piso y cobijarte con coletos, porque las cobijas que hay tienen dueño, hasta que te comprés una para vos, también tenes que pagar lo que te vas a comer que no serán manjares, pero un puño de arroz y frijoles con bananos cocinados y de vez en cuando un huevillo no te faltará, aquí Mando y Yeya ya trabajan para comprarse sus cosas, y de Rigo me encargo yo, con la ayudita que mis hermanos me dan”. “Así que si te parese te podés quedar, y si no puedes seguir tu camino, y créeme que me da mucho gusto ver que mis esfuerzos y sacrificios por ayudarte cuando tu me necesitaste no fueron vanos, hoy tú no me necesitas yo soy la que necesito, pero para eso tengo a mis hijos y a mis hermanos”. Pero mamá yo también soy tu hijo, ¿por qué me tratas tan duramente?; otra
83 cosa que no puedo entender es ¿por qué solo a mí me regalaste, si soy tan hijo tuyo como Mando-yeya o Rigo?, ¿por qué sólo me regalaste a mí?, ¿porque mamá? Otra vez se me echó encima llorando con mucho sentimiento metiendo su cabecita en mi pecho, yo la crucé con mis brazos apretándola más a mi pecho, todos guardamos silencio hasta que separándose de mi se limpió el rostro con un pedazo de trapo que sacó de una las bolsas del delantal y cogiendo un segundo aire dijo: “Esta bien hijito, creo que ha llegado el momento de que conozcas la verdad, y la verdad es que yo no soy tu mamá, tu verdadera mamá se llama María Del Carmen Aguirre Rosales y tu papá que es de aquí de Paraíso se llama José Joaquín Morales Moya, él es de los Morales de Ujarrás, pero hace años que no sé nada de ninguno de los dos”. De mi mamá Carmen hasta ese momento yo no sabía nada, por lo que fue una sorpresa para mí saber que Merica no era mi mamá sino otra señora que se llamaba Carmen. De mi papá si recordaba que cinco años atrás me habían llevado a conocerlo al penal de San Lucas. Merica continuo diciéndome, “Yo te recogí porque ya tenía varios años de casada y no lograba terminar ninguno de los embarazos, llegué a pensar que Dios no me daría hijos propios, por lo que con el consentimiento de Clemente decidimos adoptarte, pues tu mamá había determinado regalarte, por lo que yo deseosa de tener un hijo le pedí que me lo diera a mí”. “El que fueras para mí se me convirtió en una obsesión, creo que eso fue un sentimiento que Dios puso en mí y por desearte lo mejor, Dios bendijo mi vientre dándome también tres hijos propios por causa tuya, quiero que sepás que yo te recogí para hacer de ti un hombre de bien y si mis anhelos no se pudieron cumplir con vos no fue porque yo no lo quise sino porque alguien o algo se interpuso para que mis deseos no se
84 cumplieran”. “Esa hijito es toda la verdad, Dios lo sabe, ahora tu decides si me crees, pero Dios que un día me ha de juzgar sabe que esa es la verdad. ¡Oh lector!, como yo no estuve presente en la investigación que llevaron acabo los señores, de la Ciudad de los Niños con mamá Merica, solo me llevaron para que ella me reconociera y me saludara, luego me regresaron para el carro, por lo que yo no me enteré de lo que ella les dijo en aquella oportunidad, y el nombre Clemente ya se me había olvidado, por lo que cuando yo conocí a Quincho a mi papá, lo asocie con mamá Merica, por eso el nombre de “Carmen” como mi verdadera madre y no Merica, me confundió más de lo que ya estaba al punto que me dije para si: ¿Entonces quién rayos soy yo..?. Esto me provocó una enorme desilución y decidí ya no preguntar nada más, pero si a darle las gracias por esos diecinueve años en los que ella tenía su buena parte. Si mamá yo te creo y creo que fue Dios quien te escogió para que fueras mi ángel de la guarda y quiero que sepás que aunque aparezca la mujer que me desarrollo en su vientre, tú siempre ocuparás el primer lugar en mi vida como mi mamá, pues fue tu rostro el que vi primero cuando me arrullabas en tus brazos. Y así fue querido lector, nunca más me olvidé de ella, aunque fue muy poco lo que viví con ella, nunca más me olvidé de ella, ni de ellos, tíos y hermanos, siempre que podía los visité hasta el día que murió mamá, y aún después de que ella partió, yo no he dejado de visitar a mis hermanos hasta el presente. Lo que Dios le encomendó hacer a mamá Merica conmigo ella lo había hecho, ella me dio lo mejor de ella cuando yo más la necesité, así le cumplió a Dios lo que Dios le pidió que hiciera, cumplida esa parte Dios la relevó de esa responsabilidad para
85 encargársela a otros… Cachi = Hogar Montserrat = Ciudad de Niños y porque no, la misma Mayela.
Cuando yo llegué donde mamá Merica ya estaba contaminado, de mujeres, alcohol, drogas, cigarro etc. La primera vez que llegué borracho se me paro en firme, al día siguiente cuando me levanté se paró frente a mí y apuntándome con el índice me dijo: “Anoche te abrí la puerta para que no vuelvas a decir que soy dura contigo por nada, pero borracho no te quiero aquí, ni de día y mucho menos de noche, así que ya lo sabés, si vas a beber recuerda que así no puedes entrar”. “Ese no fue el juramento que yo le hice a Dios cuando te recogí, sino el de cuidarte y hacer de vos un hombre de bien, y si ahora quieres seguir el camino de tu tata yo no quiero ser alcahueta así que piénsalo bien”. “Así que ya puedes ir buscando donde te permitan vivir así”. Solo tres meses viví de adulto con mamá Merica, ¡que ironía la que me jugo el destino que lo que yo más anhele, que era vivir con mi mamá y mis hermanos se me dio, pero por no saber vivir en familia y sin rienda todo lo perdí! RESUMEN DE MAMÁ MERICA Después de mamá Merica viví con cinco familias más, una en el Bº La Cruz Roja y con cuatro familias más en un barrio llamado Birrisito carretera a Turrialba, hasta que en el año 1973 me trasladé a San José donde conocí a la que sería mi esposa, la cual le dio a Merica dos preciosos nietos; una chica y un varón de los cuales ella se gozó tanto en su pequeña casita cuando yo la visitaba como cuando ella visitó mi humilde casa en Hatillo. Luego volveré para contar lo que pasé con esas cinco familias).
86 Un martes, de la ultima semana de noviembre de 1986, tuve un sueño en el que el Espírito Santo me dijo: “Quiero que vayas a Paraíso donde tu madrastra y le hables sobre mí,exclusivamente sobre mí, porque siempre vas, pero nunca le hablas sobre mí, parece que te da vergüenza hablar sobre mí”, y es que mamá Merica era muy católica por toda la casa tenía estampitas de Jesús, de la Virgen María, de los santos, medallas, escapularios, cruces de palma detrás de cada puerta y hablarle de otra religión era como mentarle la madre, por lo que yo no quería hablarle de mi nueva fe para no herir sus sentimientos. No obstante la salvación de nuestra alma no consiste en la religión en la que yo nací, ni en la que yo creo, ni en la que yo practico, sino en aceptar el gran sacrificio que nuestro Señor Jesucristo hizo por cada uno de nosotros por el cual derramó hasta la última gota de su sangre, y que entregó su vida para pagar a su padre Dios la deuda que nosotros teníamos con Dios. Por lo que cada uno de nosotros en un acto de fe acepta este sacrificio que el Señor Jesús hizo por mí, confesándolo con mi boca y creyéndolo en mi corazón en voz alta para que lo escuche el universo entero que Jesucristo es ahora el señor de su vida y nadie más tiene potestad sobre su vida sino solo él Señor Jesucristo. De manera que obedeciendo a la voz de Dios en el sueño. El domingo muy temprano me fui a Paraíso a casa de mamá Merica, cuando llegué mi mamá me dijo en tono de asombro: “Hijito, no se porque se me metió en la jupa que vos ibas a venir hoy, por lo cual desde la mañana te estoy esperando, yo no sé de donde saque esa idea de que hoy ibas a venir”, yo le dije: “Mamá, él que te lo dijo a ti, me lo ordenó a mí”.Por supuesto que ella no entendió ese juego de palabras, así que sin pérdida de tiempo le expliqué el plan de salvación le hablé del Señor, después de un rato le dije: Mamá quieres recibir al Señor Jesús como tu salvador personal y ella me dijo que sí.
87 También le pregunté: ¿Mamá estas enferma, te duele algo?, y me dijo: “hay hijito estoy hecha una calamidad, me tienen en tratamiento en el hospital Calderón Guardia, seguro que ya yo no te vuelvo a ver”. Yo le dije que no hablara de esas cosas, eso para darle ánimo, pero yo ya sabía lo que Dios ya había determinado hacer con ella…A las 6 de la tarde le dije; mamá ya me voy, quieres que ore por ti para que el Señor te sane, sí dijo ella, como que el Espíritu Santo la había preparado para decir sí a todo lo que yo le pedía, después de orar le dije: (Mamá no me esperes para diciembre, en enero vengo a ver como salieron los exámenes.) En diciembre le repitieron los exámenes para corroborar los primeros, así paso diciembre y todo estuvo bien, pero el viernes 30 de enero de 1987 como a las 6 de la tarde llegó mi esposa Norma al taller de zapatería donde yo trabajaba para decirme, Fran llamó tu hermana Delia, de Paraíso para avisarte que tu mamá murió hoy a las tres de la tarde. Deseo dejar constancia que los otros exámenes que le hicieron en diciembre salieron negativos, mi mama estaba completamente sana cuando murió y su muerte se dictaminó como un paro cardiaco. Así terminaron los días de esa maravillosa mujer que mi Dios puso en mi camino para presérvame la vida cuando fue necesario. Querida Merica por el amor incondicional que me brindaste, Dios te da este tributo, de que tú nombre sea conocido por cientos, por miles y quizá por millones de personas que sabrán lo que tú hiciste, primero por una criatura de Dios y después por un hijo. Por todo eso, Dios quiso darte un lugar en el reino de su gloria mandando antes de que fueras llamada para que recibieras a su hijo como tu Salvador, gracias Merica, nos volveremos a ver.
88 Como dijo el General Mc Arthur a sus tropas cuando fueron sitiadas en una isla en las Filipinas: (“Me voy, pero volveré”), yo no soy el General Mc Arthur, pero renglones atrás prometí regresar para seguir contándoles el calvario que algunos seres humanos inexplicablemente tenemos que sufrir, Cómo si por ganar la carrera hacia el útero materno hubiésemos sido marcados, para que desde el mismo útero comenzaran nuestros horrores, miedos, odios, desprecios y el premio por ganar esa carrera era nacer, para que se cumplan en nuestras vidas esos horrores con que fuimos marcados. Pero tengo buenas noticias para ti que hoy estás pasando por este camino que yo recorrí hace ya bastante tiempo, que “nada dura para siempre”; además, dice el dicho popular “que no hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista”. Tú eres un ganador (a) si llegaste de primero al útero ganaste, no permitas que nadie te robe el premio, sigue corriendo hasta que llegues a la meta final. Yo te lo garantizo, porque yo lo hice, y, si yo pude tú también podrás, pero yo quiero ayudarte para que no te pase lo que me pasó a mí, que por falta de conocimiento de mi ayudador invisible tuve que pasar por todo lo que pasé. (Escucha esto se que te ayudará para que ya no corras solo la carrera de tu vida. “Detrás y delante me rodeaste, y sobre mi pusiste tu mano. Tal conocimiento es demasiado maravilloso para mí; alto, es no lo puedo comprender. Porque tú formaste mis entrañas; tú me hiciste en el vientre de mi madre. Mi embrión vieron tus ojos, y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas que fueron luego formadas, sin faltar una de ellas. Examíname, oh Dios y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mi camino de perversidad, y guíame en el camino eterno” o a la meta final. Salmo Nº 139:5 al 24.
89 FAMILIA QUIROS BONILLA Tres meses después de vivir en casa de mamá Merica la situación para mí se hacía insoportable, al punto de buscar otro lugar donde vivir, pero la pregunta era ¿Dónde...? Uno de mis pasatiempos favoritos era el juego de pool, allí conocí a varios jugadores con quienes hice una bonita amistad, entre ellos uno al que le decían Chalillo, su nombre es Gonzalo Quirós Bonilla, alias Canaco, a Toño, el que le decían, Toñó Toquis, a Malicia, hermano de Chalillo, entre otros. Pero sería Chalito quien a la hora de la verdad me mostraría que tan noble era su corazón, cuando un sábado después de tomarnos unos tragos ya nos despedíamos, cuando Chalillo que era muy chilero dijo: “Como dijo; camicaza aquí cada quien para su casa”, a lo que yo le dije: ¿vos vas para tu casa, yo no; ¿“por qué preguntó Chalo”?, porque yo no tengo casa donde ir, ¿“por qué volvió a preguntar Chalo”?, porque mi mamá que no es mi mamá, ya no quiere tenerme más en su casa y me ha pedido que me valla de la casa. “Nica, qué es eso de que tu mamá, que no es tu mamá, qué es ese enredo que me estás haciendo, cuéntame porque no te entiendo nada” nos sentamos en uno de los poyos de la plaza y le conté lo que mamá Merica me había contado, de que ella no era mi mamá. Creo que Chalillo nunca había escuchado una historia tan impresionante, al punto que me dijo: “Nica, en mi casa somos muchos, pero campo hay mucho, gracias a Dios, por ahora vamos a casa que mañana Dios dirá”. A la mañana siguiente Chalo me presentó con sus padres y el resto de sus hermanos, e intentó contarles lo que pasaba, pero terminó pidiéndome que fuera yo quien lo hiciera. Por cierto
90 que esta historia me abriría cuatro puertas más, antes de abrirme la definitiva, la mía propia. Cuando yo terminé de hablar, lágrimas corrían por las mejillas de las hermanas y la mamá de Chalillo, por fin doña Emma, la mamá de Chalo, rompió el silencio y dijo:”Pues aquí hay mucho campo, si te avienes aquí te podés quedar, ¿verdad Carlos”?, el esposo de doña Emma y el papá de una numerosa familia, con una voz muy ronca dijo: “Por mí no hay ningún problema que se quede, siempre y cuando, como dice Emma, que se avenga y dirigiéndose a mí me dijo: “Como usted puede ver joven somos muy pobres y a veces solo hay arroz y frijoles, ahora también cuenta la opinión de los muchachos para que después no digan que a ellos no se les toma en cuenta”, y propuso que levantando la mano dieran su aprobación si querían que yo me quedara en la casa, y todos levantaron su mano dando así su aprobación. Quiero aclarar que ese día no estaba Gladys, a la que solo le decían “Macha” y Macha era uno de los miembros dominantes de la familia, por ser de los mayores y de los que ya aportaban al sostenimiento de los hermanos menores, al igual que Chalo, Angélica a la que le decían “Geca” y Luis al que los amigos decían “Malicia”, estos eran los mayores y los que ya tenían voz y voto, pero ese día en que Carlos propuso mi aceptación como un miembro más de la familia “Macha” no estaba, por lo que yo no conté con su aprobación por no estar, y cuando ella se enteró aclaró que lo habían hecho sin su aprobación…De esto se aprovechó Satanás para que tampoco en ese precioso hogar pudiera yo ser feliz. Ese mismo domingo cerca del medio día, llegué a la casa de mamá Merica para decirle que ya había encontrado donde irme, que ya no le causaría mas angustias, que le agradecía todo lo que ella había hecho por mí, que me iba para la casa de una hija
91 de Chalito Bonilla que se llama Emma, esposa de Carlos Quirós al que le dicen. “Carlos Pachuco”, que vendría a verla de cuando en cuando. Después de darme una pila de consejos para que me portara bien, pues se me abría una nueva oportunidad y debía aprovecharla, luego recogí los cuatro trapos que ya me había comprado los metí en una bolsa de manigueta, tiré la bolsa al suelo me agaché un poco la tomé por la cintura cruzándola con mis brazos, la levanté y me la eché al hombro y le di como cuatro vueltas, cuando la baje trastabillaba y ya había sacado el violín, al tiempo que me decía que ella no quería que yo me fuera que lo que quería era amedrentarme para que yo me portara bien, pero que me fuera no. Pero ya la suerte estaba echada, tenía que seguir el camino que había sido trazado. Tampoco fue mucho lo que duré con la familia (Quirós Bonilla), recuerdo que era Semana Santa cuando llegué a vivir con ellos lo que pudo ser marzo o abril de 1969. Esto es inolvidable porque Carlos ampliaba la casa y todos trabajábamos en la ampliación precisamente por ser Semana Santa. Para esa época yo trabajaba en la zapatería de don Carlos Barquero que quedaba frente a la sastrería de (Quiko), esdecir, frente al mercado, pero después me fui a trabajar al campo con el hermano de doña Emma que se llama “Cuyo Bonilla, el cual cosechaba tomate, chile, apio, culantro, entre otros. Durante los diez meses que viví con la familia Quirós Bonilla, todos me trataron muy bien, bueno casi todos, porque “Gladys, la hija mayor, no me trató nada bien, aunque yo procuraba ganarme su cariño no lo lograba y viví diez meses con ellos porque durante tres meses me fui a cuidarle un sembrado de tomate y chile a “Cuyo” carretera a Orosí, durante toda la semana me la pasaba en el campo cuidando los sembrados, sólo
92 salía los lunes por la mañana para ir a la casa a bañarme de verdad, y no con la manguera, dejar la ropa sucia y llevar limpia, cigarros, manteca, harina, café, azúcar, en fin todas las provisiones necesarias para la semana que seguía. Si no hubiera pasado ese tiempo en ese lugar hubiera sido más corta mi estadía con la familia. Para diciembre las cosas mejoraron un poquito porque todo es alegría y pareciera que todo se olvida, pero pasado diciembre, olvidamos la tregua y volvimos a la guerra, recogiendo lo que dejamos en noviembre para entrarle con más gana… Eso fue lo que pasó con “Macha” como si me hubiera dado una tregua, porque en enero mi enemigo que no era “Macha” daría su arremetida final, cuando mejor estaban las cosas para mí un sábado por la tarde “Macha” y yo tuvimos una discusión muy fuerte de la que yo salí perdedor debido a la humillación a la que “Macha” me sometió, cuando me dijo. “Si tuvieras vergüenza te largarías de mi casa, aquí estas estorbando”. Esta era ya la segunda vez que “Macha” me invitaba a que me fuera de la casa pues yo estaba ahí sin su consentimiento y en el momento que ella quisiera yo tenía que irme, para no agravar más las cosas en ese momento, me fui para el centro de Paraíso a ahogar un poco mi gran amargura tomándome unos pocos tragos, regresando como a las cinco de la tarde, tan solo para escuchar la sentencia de quien decía y se hacía en esa casa, doña Emma quien era toda ternura, pero cuando se enojaba sálvese el que pudiera. Apenas entré me llamó y me dijo: “Nica, vos sabés por el tiempo que llevas viviendo aquí, que a mí no me gusta hacer mal a nadie, porque una lleva hijos para arriba y una nunca sabe y vos mismo te has dado cuenta que yo, Carlos y los muchachos te hemos apreciado mucho, no sé que paso entre vos y Macha
93 que siempre viven como perros y gatos en un puro pleito, pero hoy la sacaron del estadio, al punto que Macha me ha puesto entre la espada y la pared”. Nunca, Macha me amenazó con irse de la casa si vos no te vas, me dijo: “O se va él o me voy yo, yo no quiero que ese hombre siga viviendo en esta casa, así que tú decides quíen se va y quíen se queda. “Comprenderás que me obliga a pedirte que busqués para donde irte”, aquello me cayó como un balde de agua fría; otra vez en la calle, ¡por Dios que es lo que estoy haciendo mal! ¡Dios mío ayúdame!, ¿ahora que voy a hacer? No se preocupe doña Emma, ya encontraré a dónde irme, así como Dios me abrió la puerta de su casa, cuando la anterior se cerró, así me abrirá la que sigue. Sólo le pido que me dé unos pocos días para llevarme las cosillas que tengo, y créame doña Emma que mientras yo viva le estaré eternamente agradecido por el trato que usted, don Carlos y el resto de sus hijos me ha brindado. No teniendo idea ni ella ni yo, de que esa sería nuestra despedida, yo me dispuse a salir nuevamente, por lo que ella me preguntó con una voz entrecortada: “Vas a salir otra vez”, sí voy al centro a despejarme un poco, ella volvió a decirme: “no bebas mucho y no vengas tarde, estoy haciendo… Para la comida, cualquier cosa te calientas oíste, porque eso era lo que todos hacíamos cuando llegábamos tarde, por lo que ella pensó que yo sí me iría de la casa porque yo le dije que no se preocupara por mí, que ya encontraría para donde irme, que así como Dios me había abierto la puerta de su casa, así El me abriría la siguiente, ¿pero lo que ella no se imaginaba es que fuera esa misma noche…? FAMILIA FONSECA GAMBOA
94 Antes de llegar a vivir a Birrisito con la Familia Fonseca Gamboa, viví con la Familia Quirós Bonilla en el centro de Paraíso, de la que ya narré mi estadía y mi salida con ellos. Esta familia tenía una hija que se llamaba (Angélica) a la que de cariño llamábamos (GECA), la muchacha era muy agraciada, bonita, de estatura pequeña, pero con un cuerpo muy bien repartido que obligaba a cualquier hombre a mirarla una y otra vez. Esta muchacha tenía una amistad con un joven llamado Guillermo Fonseca Gamboa, (que de Dios goce) vecino de un barrio llamado Birrisito a unos cuatro kilómetros del centro de Paraíso carretera a Turrialba. Él visitaba la casa cuando el tiempo se lo permitía, en algunas oportunidades nos cruzábamos algunos apretones de mano y algún que otro chiste ya que gozaba de muy buen humor. Ese sábado que dejé la casa para no regresar jamás, salí para el centro ya casi oscuro. Paraíso por su posición geográfica y su cercanía con sus hermosas montañas, es muy frío, principalmente por la noche, por lo que, lo primero que hice, fue calentarme por dentro, cuando me había tomado unos cuatro calientes, me entró la nostalgia y una preocupación por el tiempo que me decía, ¿y ahora qué voy a hacer, para dónde me voy?, donde (Merica) ya no más, donde, Emma acabo de dejar la casa y ya no volveré más, tal vez para recoger las cuatro cosillas que tengo cuando encuentre para donde irme, por ahora voy a ir a la cantina de Huevo Duro que cierra como a la una o dos de la mañana, así no será mucho lo que pace a la intemperie y de paso me como unas boquillas de huevo duro para mitigar un poco el hambre, y mañana decido para donde me voy; no es nada raro que me vaya para San José, allí sobra el trabajo de zapatería y uno puede vivir en una pensión, y así no me vuelven a echar de ninguna parte a menos que no pague.
95 Absorto en esos pensamientos caminaba que no me di cuenta en que momento llegué a la cantina que quedaba esquina noroeste del mercado 100 mts norte, hoy en esa esquina hay un depósito de materiales de construcción, y de la casa de doña Emma unas cuatro cuadras al sur, frente a la casa de “Chalito Bonilla” papá de doña Emma. Cuando entré a la cantina iba más “picao” que un cero con unat- en un cafetal, el mostrador era en forma de ele, la parte más larga estaba para el oeste y la más corta para el norte, ahí fue donde me senté en el puro rincón. Se me acercó uno de los que trabajaba ahí y me preguntó que iba a ordenar le pedí una cuarta de guaro, quería sentirme bien lo más rápido posible. Conforme el efecto fue en aumento vinieron los recuerdos de todo lo que hasta ese momento me había pasado y todo era muy doloroso, momento que el mensajero del infierno aprovechó para poner sus pensamientos negativos en mi mente tales como: ¿Una vez más en la calle, convéncete que no sos nada, que nadie te quiere, ni las que dicen ser tus madres, yo que vos les doy una buena lección para que les remuerda la conciencia por todo lo que te han hecho, yo siendo vos me pego una buena borrachera para no sentir nada, luego salgo y me le tiro a un carro y le pongo fin a toda esta desgracia que Dios te ha mandado desde que naciste, basta ya de seguir viviendo así, para qué, nunca vas a ser nada, ponele fin ahora mismo, no esperés más?. Para ese momento yo lloraba desesperadamente, pero a pesar de que la cantina tenía una considerable cantidad de clientes parecía que nadie me escuchaba, a lo que creo como dice la canción; que yo estaba llorando por dentro. De esta manera, querido lector si usted está pasando por algo así ò le paso en el pasado, quiero que sepa que ese pensamiento no es suyo; y menos si ese pensamiento le dice que Dios es el culpable de eso
96 que usted esta pasando en este momento. Si sus pensamientos negativos y destructivos llegan a su mente, deséchelos inmediatamente porque no son suyos, es el espíritu del mal que se aprovecha de nuestro dolor para destruirnos. Dile; espíritu inmundo, en el nombre de Jesucristo yo rechazo todo pensamiento negativo y destructivo que has puesto en mi mente, vete de mí ahora, en el nombre de Cristo Jesús. Porque los pensamientos que vienen de Dios son así: (“Todo lo verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo de buen nombre; si hay virtud alguna en eso pensad, si hay dignidad, si hay alabanza, en esto es en lo que debemos pensar”) Filipenses. 4:8. este es el concejo del Apóstol Pablo, ahora mira lo que nos dice Jesús mismo: “El ladrón no viene sino para Hurtar, Matar y Destruir: pero yo he venido para que ustedes tengan vida, y para que la tengan en abundancia”. Conclusión; el ladrón es el diablo y lo que el hace es: Robar; te roba tus pensamientos, tus ilusiones, anhelos y tus triunfos. Matar, él busca la forma de matarnos de diversas maneras como lo intentó hacer con este servidor, y si no consigue ninguno de los dos primeros, entonces intentara Destruirte, arruinarte, pero no se lo permitas porque en Cristo somos más que vencedores. Cuando estés pasando por algo así clama a Cristo y Él enviara su ángel para que te ayude y te defienda. Si no me crees no te pierdas lo que sigue. Decía que después de semejante ataque en el rincón de aquella cantina lloraba desesperadamente, tenía mis manos cruzadas sobre el mostrador y sobre mis manos apoyé mi frente, quizás por eso nadie se dio cuenta que lloraba, cuando sentí que alguien puso una mano sobre mi cabeza, por lo que saqué mi cabeza de mis manos y me volteé para ver quien me había tocado y al que vi fue a mi ángel de la guarda
97 Amigo si usted me ha hecho el honor de leer hasta aquí habrá notado que en mis momentos más críticos he pedido a Dios que me ayudara. Como lo hice cuando doña Emma me dijo que Macha le dijo o se va Nica o me voy yo, se acuerda que fue lo que dije: ¡Dios!, ¿qué es lo que estoy haciendo mal?, y de seguido dije: Dios ayúdame, ahora qué voy hacer. Lo que hise fue clamar a Dios y él me oyó y mandó a su ángel para que me guardara y me diera seguridad y cuando yo estuve seguro el se fue físicamente, pero su espíritu aún esta conmigo. Cuando me volteé para ver quién me había tocado, quién estaba junto a mi, al que vi fue al amigo de Geca, es decir, Guillermo Fonseca “Memo” cuando me vio así me dijo: “guevonazo que le pasa por qué está llorando los hombres no lloran; ¿te pegó alguien?, ¿quien fue para romperle todo lo que se llama cara?, no nadie me ha pegado, ¿“entonces?, porque parecés una Magdalena”; porque doña Emma me echó de la casa por causa de Macha, y ahora no tengo donde ir, ni siquiera donde pasar la noche, “eso es todo; no sea guevón, eso no es nada, ahora se va conmigo para mi casa”, y llamando al servicio pidió una cuarta y una “squirt”, luego fue a la rocola le echó un peso y puso cuatro canciones rancheras que era su música preferida. Pasada la media noche compramos unas boquillas para comerlas por el camino, pues nos iríamos caminando hasta el barrio, durante el trayecto yo quise contarle la historia de mi pasado y la razón por la que me halló llorando de esa manera, y me dijo que me ahorrara todo eso que él ya lo sabía que “Geca” ya se lo había contado, cuando él le preguntó quién era yo, y lo que pasaba entre Macha y yo, y que ese desenlace ya se veía venir hasta que estalló. Pero que no me preocupara que el hablaría con sus papás para que yo me quedara en su casa; máxime que él sabía que yo era
98 un muchacho honrado y sobretodo muy trabajador y su papá necesitaba a alguien así para que le ayudara en el trabajo del campo, porque costaba conseguir peones que no estuvieran pendientes del reloj. Y así entre, estación y estación, conversaciones formales e informales y canciones rancheras, seguíamos devorando kilómetros. Como a la una de la mañana llegamos al barrio llamado Birrisito, a la casa de mi amigo a la que entramos sin hacer ruido por consideración a sus moradores. Una vez dentro se quitó los zapatos y me invitó a que yo hiciera lo mismo; esto para evitar el chillar de los zapatos en las tablas porque el piso era y es de madera, luego encendió un fósforo para que la poca luz lo orientara, y dando pasos como de gigante me hizo señas para que lo siguiera al cuarto donde pasaríamos el resto de la noche. La puerta estaba entre abierta, el cuarto era el segundo, bueno el del centro, ya me disponía a salir cuando escuché una discusión muy fuerte en lo que resultó ser la cocina y la discusión era por causa mía; para no ser sorprendido por algún miembro de la familia escuchando tras la puerta regresé para la cama, sólo escuché a una señora decirle a Memo: “Que se vaya, en cuanto se levanta que se vaya”, a lo que Memo le dijo: “Pero mamá no entiendes que él no tiene a donde ir en este momento” “No, dijo en voz alta, la señora, en cuanto se levanta se va de esta casa”. (Querido lector lo que a continuación vas a leer es lo increíble que un ser humano hace por otro, cuando este no puede hacer nada por sí mismo), viendo Memo la determinación de su mamá en echarme de la casa, el puso en juego su seguridad y determinación, luego dijo: “Mamá, si echás a Nica de esta casa sin darle una oportunidad, yo tampoco quiero seguir viviendo
99 en esta casa, porque me daría vergüenza vivir con unos padres que no les importa el dolor ajeno”. Y fue al cuarto para despertarme para que fuera con él al (Chiral) para que conociera cual sería mi nuevo lugar de trabajo en los terrenos donde su papá don Melico cultivaba la tierra. Serían como las ocho de la mañana cuando salimos para el (Chiral). Anduvimos por todo el terreno, había sembrado, caña, maíz, frijoles, vainicas, tomate, chile, ayote etc. Cuando llegamos a la (galera) los bueyes se nos pusieron atrás para que Memo les diera vástago picado, bananos celes, zácate, sal y miel, tenían en la galera un pequeño radio a transistores que se usaba para oír las noticias del mediodía cuando se almorzaba. Pasadas las diez dijo Memo: “bajemos ya Nica, a ver si ya se calmó la tormenta”, por lo que, le pregunté, que fue lo que pasó, me respondió “nada, nada no me hagas caso, es que discutí con mi mama en la mañana y creo que se me pasó la mano espero que ya se le hayá pasado y que todo salga bien, en la tarde vamos por tus cosas donde mi suegra para que mañana ya trabajes con mi papá”. El solo oír su positivismo, me lo traspasó a mi cuando dijo: “espero que ya se le haya pasado, y en la tarde…”
Efectivamente; así como la madre conoce a sus hijos desde el vientre, así el hijo conoce a su madre, y ese conocimiento hacia su madre le dio a Memo la confianza de que su mamá respondería primero como madre por amor a él y segundo porque él sabía que uno de los atributos que a ella la caracterizaba era precisamente el sufrimiento y el dolor ajenos y eso ella misma me lo demostraría un año después, en agosto de 1971.
100 Cuando entramos ella dejó lo que estaba haciendo vino a él puso sus manos sobre sus hombros y le dijo: “diay hijito te fuiste sin tomar café, te caliento un bocadito, él dijo que no y volteándose a mí me dijo, y vos Negro querés tomar cafecito, debés tener hambre, me imagino”, sí señora le respondí, pero ya su tono de voz era suave, apacible lo que me llenó de esperanza. Una vez más Dios me abría otra puerta; aunque fuera la trasera. Mientras Mamá Flora me preparaba un poco de pinto con huevos picados y aquello olía “rete rico”, dijo Memo, “mi mama, yo también quiero de eso que le prepara a Nica”, “claro hijito si vos también debes estar muerto de hambre si andaban juntitos”, el cambio de actitud de Memo se debió a que él vio en su mamá un cambio con respecto a mí, en ese momento supo que sus papás habían decidido darle una oportunidad a su protegido. Después del desayuno ya lleno de confianza me presentó con los hermanos y hermanas y principalmente a sus padres: “Nica dijo, esta viejita tan preciosa es mi madre, este (Guayacán) es mi padre, con este calificativo lo saludé hasta el día en que voló, a encontrarse con sus amados hijos ya idos, y a dedo me presentó al resto de los hermanos y hermanas, de los varones solo estaban; Javier y Bernal al que le decían Pino, y de las mujeres estaban Liliana-Ligia y Lorena, el resto los fui conociendo posteriormente: a José Ramón-Luz (Que de Dios goce)-Mireya-Juan Luis-Leyla, y a Gilber lo conocí en foto, pues había fallecido unos años atrás. Como a las dos de la tarde salí al corredor de la casa allí estaba don Melico (Que de Dios goce) debajo de un naranjo mirando pasar los carros y la gente que pasaba por la calle, cuando me vio me llamó y me dijo con aquella voz firme y fuerte que lo caracterizó siempre: “Negro me ha dicho Memo que sos un
101 buen peón y que te vas a quedar con nosotros y que trabajarás conmigo, sí señor, si usted me da el trabajo. De aquí en adelante y por casi dos años viví en ese hogar campesino, con todas las ventajas y limitaciones de una familia trabajadora, estudiosa y humilde, donde fui tratado no como un peón, si no como un miembro más, un hijo, un hermano, como uno de ellos, lo que me ayudó a ver el mundo de una manera muy diferente. Así dio inicio un nuevo capítulo en la vida de este trotamundos, aproximadamente unos cuatro años viví en esa barriada birriseña a la que amé y la sigo amando, aunque muchos de sus moradores no me querían en ese lugar, como a un gato deseaban irme a perder, quizá por la forma en que me había tocado vivir un ir y venir, sin un norte definido, guiado creo yo por la mano de Dios, que desde mi nacimiento tuvo un propósito para mi vida. Lo maravilloso de todo esto fue que todos ellos sin saberlo contribuyeron en mi formación, haciendo crecer al hombre de bien que había en mí y que pedía a gritos, manifestarse. A todos mi más sincero agradecimiento. Mil novecientos setenta fue un buen año para todos, pero mejor para mí, había logrado estabilidad emocional y lo mejor de todo fue que aprendí a vivir en familia, fue una preparación, una escuela, pues en mil novecientos setenta y siete formaría mi propia familia, la cual hasta el día de hoy permanece firme, treinta y dos años después. No obstante mil novecientos setenta y uno sería para mí, y para toda la familia Fonseca Gamboa de una pérdida irreparable, pues el 15 de marzo, mi ángel de la guarda Guillermo regresó al lugar de donde había venido; El Gran Jefe lo mandó llamar, y cuando Él nos manda llamar, tenemos que ir.
102 Entre las muchas cosas buenas que tenía Birrisito era su equipo de fútbol, pues se enfrentaba con equipos de mayor peso como el Quincho Barquero de Paraíso-Orosi-Cachí-San Jerónimo- El Yaz-San Tiago-Ujarrás, entre otros, y en una ocasión le disputó el título al Quincho y de no ser porque el Quincho utilizó jugadores de la primera del Paraíso. F .C., hubiera campeonizado. Aquel equipo se llamó: El Independiente.F.C., y estaba integrado por excelentes jugadores como: José Joaquín (Quino)-Eliécer-Fredo=(Lulo)-Mario-Héctor-Javier-JaimeCutí-José Abel-José Ramón (Jota)-Juan Luís (Tito)- Juan Luís Fonseca-Paquito-Richi-Evelio-Isaac Fonseca, padre de nuestro seleccionado nacional Dany Fonseca-(Memo Fonseca) y casi nada, “Yo” el mejor; (junta bolas) del equipo y titularísimo de la banca. Deseo contar una anécdota que me ocurrió en un partido que el equipo jugó en Orosi, el sábado me lo había echado parejito por lo que amanecí bien engomadito, y en Orosi hacia un super frío, y como no me pusieron en el primer tiempo me fui a un bar cercano y me tomé una cuarta de un solo trago dis-que para calentarme y regresé a la plaza, mientras fui Birris hizo un gol. El primer tiempo termino así a favor de Birris, vino el segundo tiempo y yo le insistía al entrenador que me alineara pero no lo hizo, como al minuto 8 ò 10, Birrisito hizo el segundo gol, de la alegría volví a visitar el bar y en un Santiamén me tomé otra cuarta y regresé a la cancha, como al minuto 20 viendo que ya tenía amarrado el partido el Sr. Artavia me dijo que calentara. Para que calentar si ya estaba que me quemaba, pero aun así comencé a estirarme, brincar, correr… Por fin vino el esperado cambio y entré a la cancha como cuando sueltan el toro en el redondel, un tipo corría con el balón pegado a los zapatos, directo a mí, por lo que me dispuse a quitárselo, cuando
103 estuvimos frente a frente me hizo un quiebre de cintura y pasé disparado, me volteé otra vez y me hizo lo mismo ahora para el otro lado, y comenzaron los ole, ole y ole, parecía un porfiado. Entonces me enojé y lo plancheté creo que lo quebré, vino el árbitro y me expulsó, solo habían pasado 30 segundos, fue el partido más corto que jugué en toda mi gloriosa carrera futbolística. ¿Quieren saber cómo termino el partido? Perdió Birris 3 á 2. Cuando salíamos de la cancha se me acercó el Sr. Artavia y me dijo: “Nica, para el próximo partido recuérdame que te ponga, oíste, sumamente enojado”. Uno de los partidos que nunca olvidaré mientras mi memoria no me falle, es el que se jugó el domingo 14 de marzo de 1971 en Cervantes de Alvarado. En aquel entonces el tránsito no prohibía que la gente viajara en los cajones de los camiones porque así era como se trasladaba a los peones y cogedores de café a todas partes. Pues a casi todas partes se trasladaba el Independiente. F. C. en el camión de Carlos Sánchez cuando este no andaba de gira en algún lugar largo, se le acomodaban unas bancas a lo largo de los costados y ahí se sentaban nuestras preciosas fanáticas y los varones nos sentábamos en el piso, en el centro del camión. El partido se jugaría a las 11 de la mañana, pero casi siempre llegábamos tarde por esperar a nuestra preciosa barra femenina que por durar tanto retocándose sus lindas caritas siempre llegábamos tarde a todos los lugares que visitábamos, a veces con riesgo de perder los puntos. Mientras las esperábamos aprovechábamos muy bien el tiempo en el bar de don Abel Bravo. (Que de Dios goce) Ese domingo 14 de marzo salimos a las 10:a.m. Memo y yo viajábamos de pie justo detrás de la cabina recostados al corta viento, Memo era el primero de derecha a izquierda, yo el segundo. Antes de
104 viajar nos habíamos tomado como cuatro tragos porque amanecimos engomadillos, y todo era normal, cuando llegamos al Alto de las Palomas, Memo comenzó a estornudar muy fuerte y seguido y cosa extraña; Memo era un jugador de lo que hoy llamaríamos titular, pero ese día pidió que no lo alinearan porque no se sentía bien; que le dolía mucho la cabeza que si era necesario lo tomaran en cuenta para el segundo tiempo, en su lugar me alinearon a mí. Recuerdo que se sentó detrás del marco de “Quino” para estar alentando a sus compañeros, pues también le gustaba la dirección técnica, cuando terminó el primer tiempo Memo no estaba ahí, le pregunté a Marta Ligia, donde estaba Mermo y me dijo que lo vio bajar al centro por lo que yo fui a buscarlo encontrándomelo en el salón de baile en un lugar retirado de la barra con su cabeza recostada sobre sus brazos, levanté su cabeza y parecía que dormía, pero muy profundo, yo traté de despertarlo pero no me fue posible. Le busqué un pañuelo y le sequé el sudor de toda su cabeza el cual era casi como pequeños ríos, cierto que era marzo, pero ni yo sudaba después de haber corrido durante 45 minutos. Creyendo verdaderamente que dormía le pedí al salonero que me le echara un ojito de cuando en cuando que yo subiría para ver como iba el partido y que luego me regresaría; efectivamente escasos 15 minutos estuve en la plaza y regresé, le pregunté al salonero si había pedido algo contestándome que ni siquiera se avía movido, levanté su cabeza la cual parecía que le habían echado un balde de agua completamente empapado, lo sequé y traté de que me hablara, pero ni siquiera abría los ojos, ni sostenía en posición su cabeza, por la forma en que estaba su cabeza recostada sobre sus dos brazos cruzados sobre la mesa cualquiera creería que dormía una buena juma.
105 Pero yo, que estuve con el en el bar sabía que sólo nos tomamos cuatro tragos y en Cervantes hasta ese momento ninguno, y para Memo cuatro tragos no le hacían ni cosquillas, por lo que yo estaba totalmente confundido, temiendo que a Memo le estuviera ocurriendo algo malo, subí a la plaza para pedirle a Marta que bajara para que viera a Memo porque a mí me parecía que no estaba borracho, sino enfermo, ella me miró a los ojos y al ver mi angustia decidió bajar para verlo. Bajamos casi corriendo, cuando Marta lo vio que no se había movido de cómo ella lo dejó, y mas cuando lo tocó supo que mis sospechas eran ciertas, por lo que subió a la plaza para pedirle a Carlos que le hiciera el favor de llevar a Memo a la casa para que mamá Flora lo cuidara y le diera algún remedio. Carlos accedió de inmediato, cuando intentamos despertarlo para que se pusiera de pie no fue posible, Carlos lo tomo de un lado y yo del otro y casi alzado lo llevamos a la cabina; como pudimos lo subimos, Marta viajó al lado de él para irlo sosteniendo por el camino y yo viajé en el cajón. Cerca de la una de la tarde llegamos a la casa, de la misma forma que lo subimos así lo bajamos no daba paso y la barbilla le pegaba en el pecho, como dice el dicho completamente desmadejado.
Carlos, Marta y yo regresamos a Cervantes; yo iba más confiado, primero porque ya estaba en la casa, y segundo porque estaba al cuidado de mamá Flora, creo que el partido se ganó porque la celebración era grande en el salón. Yo regresé a casa como a las 8:p.m. y ya había un poco de alarma, porque unos minutos antes habían tenido que cambiarlo de ropa y cama porque parecía que lo habían bañado en la cama, estaban allí con mamá Flora una señora llamada Marina, (Nono hermana de mamá Flora) (Que de Dios goce) y papá Melico les escuché decir que podría ser esto aquello o lo otro, tenía fiebre muy alta
106 y que podía ser peligroso dejarlo mucho sin que lo viera un médico. Al oír esto papá Melico salió al corredor y me hizo señas para que lo siguiera, cuando me acerque me dijo: “Negro, anda a ver si Carlos está en la casa y si está decíle que digo yo que me haga el favor de llevarme a Memo al hospital”. Por fin papá Melico había comprendido la gravedad del asunto y en menos que canta un gallo estuve en la casa de Carlos, ¡qué gusto me dio cuando vi el camión en el garaje!, casi sin aire por la carrera le dije lo que papá le mandaba, él dijo: “Adelántate Nica para que lo vayan alistando, ya casi bajo”, de la misma forma en que subí así baje. Bien envuelto en una cobija Carlos se lo echó al hombro, yo entré de primero a la cabina para recibirlo y lo senté en mi regazo, luego subió mamá Flora que llevaría las piernas incluso fuera de la ventana, luego subió Carlos en el cual reposaba la cabeza, papá Melico viajó en el cajón sentado sobre una de las bancas que todavía no se habían bajado. A la altura de Caballo Blanco se estiró con una fuerza a punto de levitación; luego volvió a lo normal. Como a las 11:p.m. llegamos al hospital, recibido en emergencias, en un estado agónico y casi sin esperanzas de vida. A las doce de la noche papá Melico me dijo: “Negro, Flora y yo vamos a regresar a casa con Carlos, aquí te dejo estos mil quinientos pesos para que cojas un taxi por si ocurre algo; y sino yo te reemplazo en la mañana, esto porque el jefe de emergencias no les dio ninguna esperanza de vida. Cerca de la una de la mañana, una enfermera entró a la sala de espera y preguntó: “¿Quién es el acompañante del paciente Guillermo Fonseca?, poniéndome de pie dije yo soy, sígame el joven quiere decir algo,” cuando llegué a la cama el tenía los
107 ojos abiertos, me senté a su lado y le pregunté ¿Memo quieres decirme algo, él me miró e intentó incorporarse, pero estaba amarrado de pies y manos, el habría la boca, pero no le salía palabra alguna, luego dejo caer su cabeza sobre la cama, después se estiró como lo hizo en el camión, suspiro muy fuerte y ya no se movió más, una maquina indicaba que su noble corazón se había detenido y nada de lo que intentaron dio resultado. (Mi amado amigo se había marchado para siempre dejando un gran vacío en su familia y principalmente en mi, por todo lo que he narrado de El.) NOTA: Tres meses después se conoció la causa de su muerte, fue (Meningitis Cerebral).
Efectivamente tomé un taxi, llegando a Birris pasadas las dos de la mañana del día 15 de marzo de 1971, en la casa parecía que nadie dormía porque cuando oyeron el pito del taxi varias personas se tiraron a fuera, entre ellas papá Melico para pedirle al taxista que esperara un poco que otras personas se regresarían para el hospital. Entre los que se regresaron iban papá Melico, y otros miembros de la familia, ellos acompañarían el cuerpo a la Medicatura Forense en San José, pues por medio de la autopsia se determinaría la causa de la muerte por paro cardiaco que terminó con su vida, según el reporte médico del hospital. El funeral de Memo fue muy parecido al que tuvo su padre 36 años más tarde, él cursaba el último año en un centro educativo que se llamaba (Cobao), creo que hoy se llama (Tecnológico), por lo que esta Institución envió una representación muy numerosa para despedirlo con bandas musicales que tocaban y que cantaban detrás de la carroza, hasta llegar al mismo lugar donde se depositó su cuerpo, casi todo Birris, los estudiantes,
108 más la gente de Paraíso que se nos unió cubrimos unas tres cuadras. Así despedimos a este maravilloso joven que para su época creo que estaba adelantado algunas décadas, tanto así que no pudo cumplir el sueño de aprovechar una beca que se había ganado para estudiar en el extranjero. Cinco meses después de la partida de mí protector llegó el reconocimiento por parte de mamá Flora, cuando el quince de agosto, que por cierto fue domingo; después del medio día comenzaron a llegar los y las casadas y casados, yernos y nueras para saludarla y entregarle el regalito del día de la madre. Yo también le había comprado un regalito a pesar de mi limitación y porque nunca había dado un regalo a nadie, me quedé de último para entregárselo. Ella estaba sentada en el sofá, cuando me puse frente a ella y le dije: “Mamá yo también tengo un regalito para ti, en nombre de Memo y yo, ella lo tomó lo miró por unos segundos lo puso a un lado me miró fijamente y me dijo: (“Esta bien hijito quédate con nosotros porque para eso él te trajo, procura llenar el gran vacío que nos dejó, te recibó como el hijo que se fue y echándome los brazos me abrazo muy tiernamente como si estubiera abrazando a su propio hijo, los dos lloramos con mucho sentimiento ella por su hijo que se fue, yo por el único amigo que llegaría a conocer, después dijo:(“puedes usar la ropa de él y puedes llamarme mamá”), esto por cuanto hasta ese día sólo le decía doña Flora, de ese día en adelante hasta el día de hoy la he llamado mamá Flora. El año transcurrió con ese vacío del amigo que se fue, con una familia asimilando el dolor, por lo demás, fue un año casi normal. Por eso es este reconocimiento a tan noble familia que en los momentos más amargos de mi vida le dijo sí a Dios, haciendo de su hogar también el mío. Que Dios los colme de bendiciones a todos de generación en generación.
109 RESEÑA HISTÓRICA Los dos años siguientes que viví en ese precioso lugar lo voy a dividir en tres, porque fueron tres las honorables familias que me abrieron las puertas de sus hogares. La Familia Fallas Madriz- La Familia Quirós Madriz y la Familia Madriz Gamboa, viviendo con esta última familia me marché a San José donde conocí a la que llegaría a ser mi esposa hasta hoy. FAMILIA FALLAS MADRIZ Esta preciosa familia estaba y está compuesta por su cabeza el señor José Ángel Fallas y su tierna y amorosa esposa la señora Nidia Madriz y sus hijos, Bernardo, Olga, Elsi, Mauricio, Danilo y Oscar. Primero quiero recalcar el calificativo que le di a Birris en las primeras líneas de esta página cuando escribí (Precioso Lugar), un lugar no es precioso en sí mismo es el contorno lo que lo hace precioso, sus ríos, montañas, praderas y sus plantíos. Pero en el caso de Birrisito lo que para mí lo hizo precioso fue la calidad de su gente. En aquel entonces era muy joven para valorar a estas personas que quizá sin saberlo cumplieran con los mas nobles deberes cristianos que se deriban por el amor a los más necesitados, dice el autor del libro a los Hebreos: “Permanezca en ustedes el amor fraternal y no se olviden de la hospitalidad, porque por ella algunos sin saberlo hospedaron ángeles”. No que yo fuera un ángel, pero al hospedarme a mi también hospedaron al ángel que me cuidaba a mí, como dice el Salmo. 34:7, “El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen y los defiende de todo mal”, por eso digo a todos los que me ofrecieron su
110 hospitalidad, que también se la ofrecieron al ángel de Jehová que me guardaba día a día. Ahora le tocó el turno a la familia Fallas Madriz, el turno de albergar a este errante trotamundos, que por cierto yo no fui el primero, antes de mi vivió con ellos otro como yo al que solo recuerdo que lo llamaban como Veto Nica. La llegada al seno de esta familia se da por medio del hijo mayor Bernardo al que sólo le decían Berny, a quien le conté que me había quedado sin trabajo y sin donde vivir, a lo que Berny me dijo: “Que tirada Nica, trabajo si tenemos, lo que no tenemos es donde pasés la noche porque en el día serán ratillos lo que estés en la casa porque la mayor parte del día la pasamos en el bajo trabajando, salvo los domingos que si pasamos todo el día en la casa. Porque no vas en la tarde y hablamos con mi tata a ver de qué forma nos arreglamos, no te digo que vayamos ya porque no está anda con mamá en Cartago comprando la comedera. Efectivamente como a las tres de la tarde llegué a la casa de “Chango”; perdón don José Ángel, (Chango: es el sobrenombre que le tenían y con el cual lo nombraré de aquí en adelante). Por cierto, él fue otro que me quitó el (don) y me dijo que podía llamarlo José Ángel o “Chango” por lo que hasta el día de hoy solo lo llamo así. Después de contarles mi situación dijo Chango: “Nica trabajo si tengo, lo que no tengo es donde duermas aquí en la casa, somos muchos y la casa es pequeña; sólo que quisieras vivir en la casa de la finca en el bajo de Ujarrás, la casa esta equipada para vivir en ella”. La propuesta no estaba del todo mal, “al mas no haber”, “mejor paloma en mano que cien volando”, lo que no me gustaba era la idea de volver a vivir solo; cuando vivía en la casa de doña Emma cuide unos sembrados del hermano de ella durante seis meses y la soledad no me hizo nada bien por lo que ahora trataría de evitarlo si me era posible.
111 Por ser domingo y no tener donde pasar la noche , esa noche dormí en el piso en una colchoneta en la sala por mientras se acondicionaba la casa del bajo, a la mañana siguiente yo era el primero que esperaba en el jardín a que sacaran el camión, pero mientras esperaba hice una inspección al lugar donde guardaban el camión era una estructura de madera cubierta con latas de zinc y justo en la entrada arriba habían dejado una especie como de tarima como para guardar cosas, como la lona del camión, sacos, bolsas, incluso repuestos y algunas otras cosas. Rápidamente por las barandas del camión subí y le eché un vistazo y una sonrisa acompañada de una gran emoción invadió todo mi ser al tiempo que le dije a la tarima: ¡Hola cuarto mío!, el dormir en alto no me disgustaba ya que así era como dormía cuando cuidaba los miembros de Cuyo Bonilla, precisamente para protegerme de serpientes y animales nocturnos. Cuando Chango y Berny entraron en el garaje dijo uno de ellos, “que se habrá hecho el Nica”, por lo que yo sentado en el piso de lo que sería mi cama les dije: “Aquí estoy arriba”, ellos miraron hacia mí y dijo “Chango, mira donde está encaramado y seguido dijo: “¿Qué estás haciendo ahí arriba Nica?”. Yo le respondí estoy inspeccionando lo que será mi dormitorio, “Estás loco Nica dijo “Berny, baja ya que vamos a sacar el camión”, esto porque si el camión no estaba ahí había que usar una escalera como de tres metros de largo para poder llegar hasta donde estaba yo, la cual colgaba a un costado del garaje para subir cuando el camión no estaba ahí. Como sólo Bernal trabajaba con el papá porque todos los demás estudiaban, los tres viajábamos en la cabina, momento que yo aproveché para explicarles lo que hacía subido allí. Les expliqué que unos tres años atrás había pasado seis meses
112 cuidando unos tomatales y chilares de Cuyo Bonilla carretera a Orosi y que dormía en lo alto de la galera para evitar que animales nocturnos me hicieran algún daño. Que lo que no quería era estar solo, que yo podía estar con ellos hasta que nos fuéramos a dormir, después sólo cruzaba el jardín y subía al tabanco para dormir, que si les parecía en la tarde yo lo acondicionaría y así viviría con ellos y no solo trabajaría; creí conveniente callar por un momento para saber que efecto había causado mi propuesta. Después de un breve silencio dijo: “Chango, pos si te avenís a esos inconvenientes y te portas bien quédate con nosotros, en la tarde Bernal te ayuda a acondicionar ese palomar lo mejor que se pueda”, yo tenía un nudo en mi garganta y me esforzaba para no sacar el violín por el gran agradecimiento, tanto para Bernal como para Chango, sin embargo faltaba la aprobación de la señora de la casa, la de doña Nidia. Esa tarde mientras Bernal y yo acondicionábamos lo que llegaríamos a llamar el “Palomar”, por lo alto que estaba del suelo, “Chango y doña Nidia se ponían de acuerdo en lo que yo pagaría por los gastos que representaría a la familia otro miembro más. No recuerdo cuanto pagaría, lo que si recuerdo es que Chango y yo acordamos que él me lo rebajaría del jornal. Los ocho meses que compartí con esta familia fue para mi una novedad en relación con el trabajo, pues nunca había tenido un trabajo tan entretenido y diferente ; desde escoger la semilla , hasta como se debe sembrar, la distancia entre mata y mata entre surco y surco, la altura de la alambrada, la porca, la deshoja, la atomizada y en el verano el riego para que las chayoteras no se secaran, y este riego recuerdo que se hacia por fincas o sea hoy le tocó a fulano y mañana a mengano y cuando le tocaba a uno había que aprovechar el agua y el tiempo, a
113 veces hasta de noche porque al día siguiente le tocaba el turno a sutano. Esa nueva labor también la desempeñé como siempre lo mejor que pude, y sin importarme el tiempo de la jornada, ni el día, en aquel tiempo era de 6am a 2pm, pero si era necesario seguirle aún de noche, no decía que no, y por eso me gané el ser reconocido como un buen peón , al punto de que otros parceleros me pedían prestado para que trabajara con ellos en los días en que ellos más necesitaban de mano de obra para no sufrir pérdidas en sus cultivos. No es que fuera el súper peón, no, no es eso lo que quiero decir, es que lo que hacía me gustaba y a demás me pagaban por hacer lo que me gustaba hacer, trabajar. Disculpen el trabalenguas que les puse para explicarles una de mis aficiones favoritas, la cual mantengo hasta el día de hoy. Para el verano de 1973, no recuerdo muy bien, pero algo pasó con la producción del chayote pues el trabajo del mismo escaseó en todos los productores de la región, al punto que algunas chayoteras fueron cortadas y resembrado el terreno con otros productos. En el caso de Chango solo había trabajo para él y Bernal, esto me obligó a buscar otros rumbos de trabajo siempre allí en Birrisito, por unos meses trabaje unos días con fulano, otros días con sutano y así me la jugué por un tiempo. FAMILIA QUIRÓS MADRIZ Un domingo después de un partido de fútbol estaba yo en el bar de don Abel Bravo (Q.D.D.G.), en compañía de “Guigo”, un personaje típico de los que nunca faltan en los pueblos, cuando entro “Lalo Quirós”, luego del saludo de rigor se sentó a mi derecha pidió una cerveza y comenzamos a comentar el partido, que por cierto había estado muy bueno y Birris había ganado.
114 Después de un rato nos ofreció una invitación y así seguimos la camaradería y el intercambio de invitaciones. De repente vino la interrogante que casi era generalizada por aquella generación de muchachos que aunque eran estudiantes siempre se preocuparon por los intereses de sus padres, por eso fue que llegaron a ser buenos profesionales y hoy ellos a su vez están produciendo otros profesionales como ellos. En un momento Lalo dijo: “Cambiemos de conversación, donde estás trabajando Nica”, diay, por ahora donde me aparezca, hoy aquí, mañana quién sabe, pero ahí la voy pasando, por lo menos para comer; “o sea nada fijo con nadie”, con nadie. “No te gustaría trabajar fijo con mi tata”, claro que sí “¿Ya almorzaste”?, no, “si querés bajamos a casa y mientras almorzamos hablamos con mi tata, luego dijo: “nos echamos el zarpe”, yo me encogí de hombros como aceptando el ofrecimiento de ambas cosas. Efectivamente, tanto don Rafael Quirós que así se llama el papá de Lalo, que también se llama igual, acordamos que él me daría trabajo fijo el tiempo que yo quisiera trabajar para él, por lo que el día siguiente lunes, comenzó una nueva etapa en el largo recorrido que cada vez me acercaba a mi meta final. Tenía más de un mes de trabajar con don Rafael, pero seguía viviendo en la casa de doña Nidia; esto me causó algunos pequeños desajustes de tiempo para llegar al lugar de trabajo, esto porque vivía con una familia y trabajaba con otra, esto se resolvería muy fácil, irme a vivir con la familia para la que trabajaba. Como doña Lía, esposa de don Rafael y doña Nidia son hermanas ellas se hablaron para que yo me trasladara a vivir a la casa de la familia Quirós Madriz.
115 Fue así como dejé otra maravillosa familia para vivir con otra no menos maravillosa que las anteriores, pereciera que la década de los 70s, fue la década de la hospitalidad creo que no había familia que no albergara a algún atorrante como yo, por eso Dios los bendijo en gran manera y los colmó de larga vida a ellos y en mucho éxito a las nuevas generaciones. Con esta familia a la cual aprecio muchísimo, no solo por abrirme las puertas de su hogar, sino porque viviendo con ellos me enfermé muy seriamente del estómago sufría muy a menudo de fuertes dolores y fue en esa época cuando esta familia me demostró la clase de amor y solidaridad por el dolor ajeno. Cuando a veces don Rafael cargándome en su espalda ó en el caballo si estaba disponible me sacaba a la carretera para que una ambulancia me trasladara al hospital de Cartago ó a la Unidad Sanitaria de Paraíso para que me pusieran una inyección para calmarme el inmenso dolor, esto cuando me encontraba en el campo trabajando. Mi enfermedad que si era en realidad muy seria por tratarse de una úlcera sangrante, la cual me descubrieron el siguiente año en la Clínica Moreno Cañas en San José cuando llegue a vivir a Hatillo. Decía que mi enfermedad y el harén de mujeres que tenía don Rafael por hijas, hicieron que mi estadía en su hogar fuera relativamente corta. Muy pronto me metí en problemas con doña Lía, la esposa de don Rafael, ella era muy buena, cariñosa y caritativa, pero también era una leona defendiendo a sus hijas, como casi todas las mamás lo hacían, una vez una mamá me carrerió con un palo, que de haberme alcanzado me lo hubiera quebrado en la espalda, otra me gritó: “Nica borracho si vuelves a venir por aquí te voy a echar una bacinilla de miaos = orines, creo que éste último título que me puso esta mamá fue lo que hizo que ninguna de ellas quisiera que su hija fuera novia de un borracho como yo.
116 Y, aunque no me consideraba un borracho, puesto que solo bebía, viernes, sábado y domingos, que eran los mismos días que bebían sus esposos y sus hijos, yo sí era un borracho, pero ellos no. Yo me enteraba por sus propias hijas de lo que ellas comentaban de mí entre ellas, comentarios como éste: “Él no es un mal muchacho, es muy trabajador, muy honrado y muy humilde; pero para mi hija no, bebe mucho guaro”. Mi ilusión era quedarme en ese precioso lugar, pero Dios dispuso que todo esto me pasara porque la mujer que Él tenía para mí no estaba en ese lugar, yo tenía que seguir mi camino rumbo al lugar que Él tenía señalado y en el tiempo que Él habría señalado.
FAMILA MADRIZ GAMBOA No pudiendo convencer a la señora Lía, de que me permitiera quedarme en su casa un poco más de tiempo, al menos para terminar el año, yo había determinado que en enero viajaría a San José para buscarme un trabajo en el que estuviera cubierto por el Seguro Social para tener derecho a la atención médica. Cuando yo le expliqué a la Sra Lía mis verdaderos planes y viendo ella mi determinación de marcharme del pueblo, habló con una hermana suya llamada (Ostelina) a la que cariñosamente le decían (Nono) Q.D.D.G, hermana también de la señora Flora y madre de la señora Nidia. Esta señora, Nono era toda ternura, con razón doña Nidia es igual, cuando habló con conmigo fue muy clara y sincera, yo no dormiría dentro de la casa, no por discriminación, sino por espacio, la familia Madriz Gamboa al igual que el resto de familias del barrio también eran muy numerosas; creo que se
117 componía de once ó doce hijos, algunos de ellos son: ArnoldoTere-Flory-Juano-Ricardo-Alfonso-Nidia-Zaira y su hija Deyanira-Ana Mª-José Joaquín y otra hija que apenas medio conocí por vivir en Paraíso centro de la que no recuerdo su nombre. NOTA: El orden en que aparecen los nombres no es el de sus nacimientos. Algunos ya estaban casados como: Noldo-Juano-RicardoNidia-la hija de Paraíso, pero el resto incluyendo a los papás se distribuían en una casa que aunque no era nada pequeña no abrigaba espacio para otro inquilino más, Sentado en una piedra un poco grande debajo del palo de naranjas y mascando tabaco me dijo don Fermín, q.d.d.g. esposo de la Sra Nono:”Nica si te avenís a un poco de incomodidad podes quedarte con nosotros todo el tiempo que vos querrás”. Ahí esta la troja acondiciónala para que duermas y guardes tus cosas en ella, incluso hasta un camon viejo tengo ahí para dormir yo cuando Ostelina me echa del cuarto ja ja ja.” Efectivamente ese mismo día acondicioné la troja o galera, desocupé el camón que estaba lleno de: palas, picos, macanas, machetes y bombas de espalda para fumigar los siembros. Cuando terminé fui a la casa de don Rafael y la señora Lía, primero para darles las gracias por el tiempo que me aguantaron, segundo por ayudarme a que la familia Madriz Gamboa me albergara por los últimos cuatro meses y que viviría en esa preciosa barriada y por último solicitar permiso para trasladar las poquillas pertenencias que en cuatro años y cuatro meses había logrado reunir, entre otras un pequeño radio de transcitores, el cual por las noches se convertía en mi mejor compañero.
118 Muchas gracias don Rafael, señora Lía, Lalo, gracias muchachas por tratarme como un hermano más. (Gracias a toda la familia) adióoooosssssss. Durante los cuatro meses que viví con la familia Madriz Gamboa fui un trabajador independiente, cogí café, corté caña, trabajé en una lechería, carretera a Turrialba con don Fermín en el Chiral y Limón. También trabajé en quehaceres de la casa, como barrer, limpiar el piso, lavar trastos y a veces hasta planchaba los uniformes de Zaira y Ana Mª que eran estudiantes de enfermería. Los últimos quince o veintidós días de diciembre los trabajé con Juano al que aproveché para preguntarle por algunos lugares de hospedaje barato para personas solas, él podía ayudarme puesto que años atrás había trabajado con el Gobierno, en San José, en patrullas, por lo que conocía muy bien el casco capitalino. Desde luego me recomendó varios, pero me llamó la atención uno que quedaba en triángulo con tres mercados; Mercado Central, Mercado Borbón y el Mercado de la Coca Cola. Este lugar era ideal porque cerca de los mercados abunda el trabajo, y principalmente el de zapatería que era lo que iba a buscar… En primer lugar, para poner en práctica mi profesión, lo que había estudiado y aprendido en la Ciudad de los Niños, y que sólo en Paraíso trabajé como zapatero y por un tiempo muy cortó. En segundo lugar porque ya estaba cansado de llevar sol y agua trabajando en el campo, pudiendo trabajar en la ciudad y bajo techo; ganando más y con todas las comodidades a mí alcance, principalmente los servicios médicos, pues en ese momento mi salud estaba bastante deteriorada. Orinaba, defecaba y vomitaba sangre, era una úlcera perforada que me
119 descubrieron en la Clínica Moreno Cañas en cuanto llegué a San José. Juano me dijo: “Cuando llegas a la terminal en San José, (que por cierto quedaba al final de Cuesta de Moras contiguo al Museo Nacional) , te vas derecho, derecho sin desviarte para ninguna parte hasta que llegues al Mercado Central, ahí preguntas donde queda el cine Adela, una vez ahí pregúntale a los chanceros donde queda el (Hotel El Campesino) El hotel se llama así precisamente porque casi solo gente de campo se hospeda y vive ahí, también funciona como cuartearía para personas solas y parejas sin hijos”. Así que archivé toda esa información en mi computadora, pues en los primeros días de enero necesitaría recordarla muy bien. Ese lunes 31 de de diciembre, trabajamos hasta el mediodía, llegué a la casa, me bañé como un rayo, me puse la mejor ropita que tenía, y salí a recorrer el barrio casa por casa despidiéndome, pues al día siguiente saldría lo más temprano posible y todos estarían durmiendo. Algo muy significativo que me ocurrió con algunas familias, de las más acomodadas, fue que me regalaron plata para que me sostuviera mientras me establecía, Juano aparte del pago del jornal me regaló veinticinco colones, que para 1973 era una suma bastante buena. Don Fermín y la Sra Nono me regalaron el pago de la comida y lavado de la ropa del mes, eso equivalía como a unos sesenta colones. Otros que me regalaron dinero fueron papá Melico, Noldo. Chango, don Rafael y don Abel Bravo. Gracias a mi Dios que puso en el corazón de estas nobles personas este sentir, porque si en el campo la vida era dura, vieran lo que me costó establecerme en San José, pero eso se los cuento más adelante, porque ya son las doce.
120 Feliz año 1974: Feliz año Familias- Fonseca Gamboa- Familia Fallas, Madriz-Familia Quirós Madriz y Familia Madriz Gamboa; feliz año familias todas de: Birrisito, Chachí y Paraíso. Adiós amados míos nunca los olvidaré, siempre ocuparán un lugar muy especial en mi corazón. (Adiós Birrisito, gracias por los cuatro años y cuatro meses que me diste posada, aunque tú no me quisiste, yo te sigo queriendo, y te querré hasta el día que me muera).
DE PARAISO DE CARTAGO A SAN JOSE-HATILLO # 5 San José allá voy, ábreme tus puertas como lo hizo PuntarenasLimón y Cartago, pero de ti mi linda capital espero que me des todo lo que yo anhelo, salud, trabajo, estudio, una esposa, hijos, casa nietos. c.t.e. El martes 1º de enero Salí muy temprano en la mañana para evitar ser visto por personas que yo no quería que me vieran, y que yo no quería ver para que mi tristeza no fuera aún mayor. Con dos bolsas de manigueta, una en cada mano abordé el autobús de Turrialba que me llevaría a San José. Entre las diez o las once baje del autobús que me trajo a enfrentarme con mi nuevo destino; siguiendo las instrucciones de Juanito, caminé por la Venida Central rumbo al oeste hasta llegar al Mercado Central, allí pregunté dónde quedaba el cine Adela, cuando por fin llegué al cine desde ahí divisé el edificio en el que se encontraba el hotel. En menos que canta un gallo ya estaba instalado, el hotel estaba prácticamente vacío por ser fin y principio de año y sus inquilinos estaban con sus familiares. Por lo que aproveché para echarle un ojo a unas cuantas cuadras alrededor del Hotel buscando un rótulo que dijera: (Se fabrica calzado o se repara calzado), primero fui por los alrededores del Mercado Central y el Borbón, por el Paso de la Vaca, por el cine Líbano, el
121 Mercado de la Coca Cola, recién inaugurado, y regresé al hotel un poco desanimado por no haber encontrado nada. Pero cuando ya casi llegaba al hotel, como dos locales antes divisé un pequeño rótulo pegado en una ventana de vidrio que decía: (Se necesita zapatero con experiencia). Mi corazoncito brincó de alegría, yo no tenía mucha experiencia en reparar, pero ya lo había hecho en Paraíso y no lo hice mal. Al día siguiente, apenas abrieron me presente para solicitar el empleo, un muchacho bastante joven me preguntó que se me ofrecía creyendo que yo era un cliente, y le pregunté: ¿Todavía necesitan el operario?, “sí” contestó él, ¿es usted zapatero?, sí y necesito trabajo, bueno voy a llevarlo con mi papá, es aquí cerca”. El joven volvió a cerrar y me condujo a otra reparadora que quedaba justo frente al cine Adela, esta otra reparadora también era compra y venta de ropa usada. “Papá este señor, solicita el trabajo, dice que es zapatero”, éste era alto, muy delgado y de rostro mal encarado, después de lanzarme una mirada de arriba abajo observando mi aspecto, pues tenía el pelo bastante largo y era extremadamente flaco, posiblemente a causa de la enfermedad que estaba acabando poco a poco con mi vida. “Mucho gusto, mi nombre es Miguel”, igualmente, el mío es Francisco, “en que lugares has trabajado”, aquí en San José en ninguna parte porque recién llegué de Paraíso de Cartago, allí si he trabajado, “donde aprendiste el oficio de zapatero”, en la Ciudad de los Niños, en Cartago; al oír el nombre del lugar donde aprendí el oficio exclamo, ¡ah!, como dándose por satisfecho. Después me preguntó: “¿Tenes herramienta”?, no, “bueno eso no es problema yo te la presto mientras compras la tuya, ¿cuándo puedes comenzar?, si a usted le parece ahora mismo,
122 pues manos a la obra porque hay mucho trabajo, decile a mi hijo Juan que te acomode que te quedás con nosotros. Así dio comienzo la más increíble historia, pero que es verdadera, querido lector a usted quizá le parecerá una fantasía, una novela o mucha imaginación de su servidor; pero en la medida en que se vaya narrando, el Espíritu de mi Dios le revelará a su corazón que lo que le voy a narrar era lo que Dios tenía reservado para mí. Era una reparadora un poco grande pues aparte de mí, trabajaban tres operarios más, uno se llamaba Maxímino, el otro era de apellido Reyes Manuel y yo; Maxímino y Reyes eran ya mayores de 50 años, Manuel podría tener unos 40 ó 42 y el comiche era yo con tan solo 24 y sin cumplir, muy pronto me acoplé tanto al trabajo como con mis nuevos compañeros y mi patrón al que le caí muy bien, tanto a él como a su esposa que todos los días le traía el almuerzo. En la reparadora de abajo, la que quedaba a dos puertas del hotel, se trabajaba de lunes a sábado; pero en la de arriba Miguel abría los domingos medio día por causa de la ropa usada que vendía, por lo que yo que vivía a solo 50 mts de la zapatería me iba a hacerle compañía, lo que hizo que me ganara más su aprecio. Un domingo después de cerrar me invitó a ir a su casa para que conociera donde vivía y para que almorzara con la familia a lo que yo gustoso acepté, vivía en una barriada llamada San Juan de Dios de Desamparados. Tenía dos casas, una grande de madera donde vivía él y otra pequeña en el fondo del terreno la cual estaba un poco deteriorada y servía como bodega. Cuando yo le eché un ojillo me pareció que allí yo dormiría más tranquilo que en el hotel con tanta bulla casi toda la noche,
123 esa misma tarde le dije a Miguel que me la alquilara y que me vendiera la comida para dejar de tomar tanto café con empanadas y pinto con huevo mañana, tarde y noche, en sodas y algunas veces en el mercado. Miguel habló con su esposa para saber si ella estaba de acuerdo, no sólo a venderme la comida y el lavado de la ropa, sino a que casi viviera con ellos; porque en la pequeña casa solo dormiría, lo demás lo haría dentro de la casa de ellos, a lo que la maravillosa señora dijo a Miguel que para ella no era ningún problema que si él estaba dispuesto a ayudarme, ella también. A la casita le tapé los huecos, reacomodé las cosas en el pequeño cuarto; dejando la salita para dormir en un viejo sofá que Miguel tenía ahí para meditar, leer y rezar ya que era muy católico. Solo viví con ellos como dos meses, porque a finales de marzo ocurrió el milagro por el cual Dios me trajo a San José, el tiempo de Dios ya se había cumplido, por fin mi búsqueda terminaría encontraría a mi papá, el que conocí en el penal de San Lucas, a mi verdadera mamá, una hermana y dos preciosos sobrinos una chica y un chico, pero bueno después les digo quienes son, ahora voy a contarles como fue que todo esto sucedió. A finales de marzo, creo que fue la última semana; era sábado como a las seis de la tarde esperábamos que Miguel nos pagara la semana de trabajo, pero a esa hora no había reunido todo el dinero para pagarnos a todos, por lo que les pagó a Maxímino, a Reyes y a Manuel, a mí me hizo un vale por ser como de la casa, después nos arreglamos vos y yo me dijo Miguel. Una vez en la acera Reyes propuso que nos echáramos algo en el bar del hotel donde yo había vivido pues quedaba a solo dos puertas, al estar todos de acuerdo entramos al hotel. El bar
124 estaba en la planta baja y el mostrador tenía forma de ele mayúscula, la parte mas pequeña quedaba frente a la entrada y la más larga hacia el fondo. Entramos en fila india, primero Reyes, después Máximino, Manuel y por último yo, el frente tenía cinco bancos fijados al piso, los dos del rincón ya estaban ocupados en los tres restantes se sentaron mis tres compañeros en el orden en que entraron. El primer banco de la parte larga ya estaba ocupado por un señor, un poco mayor, de pelo muy largo casi como el mío, la barba le llegaba al pecho, un sombrero que le llegaba a las cejas y un chaquetón que le llegaba casi a las rodillas, con las mangas arrolladas por lo largas que eran. Yo me senté después de él, ellos me hablaban, pero yo no les podía oír por la distancia y el ruido de la rocola, por lo que el señor, al darse cuenta que yo andaba con ellos me propuso que cambiáramos de lugar. Este gesto amable produjo la apertura de una conversación que cambiaría toda mi vida hasta el día de hoy. “Cual es su nombre joven preguntó el señor”, me llamo Francisco Morales, “Morales qué replicó el señor”, Morales Aguirre le respondí; con un gesto de asombro dijo: ¡“No, no puede ser dijo él”! ¿Qué es lo que no puede ser le pregunté? Que usted se llame Francisco Morales Aguirre, bueno ese es mi nombre, no veo porque usted dice que no puede ser, a lo que él me contesto: “¿Es que si usted se llama así, yo soy su papá”? Ahora el asombrado era yo, aquello me sonó a locura, por un momento pensé que estaba hablando con un loco que decía ser mi papá, a la velocidad del rayo le eché una mirada y por su aspecto; por Dios, creí estar sentado al lado de un verdadero loco, por lo que me dije; ¿tienes que seguirle la corriente no lo vayas a contradecir?, porque yo había oído decir que a los locos no se les puede contradecir, hay que seguirles la corriente para que no se enojen y para mí ese señor, calificaba perfectamente
125 para ser un verdadero loco, no sólo por la ropa que andaba puesta, sino por su aspecto, pelo largo, barba larguísima… Por la mirada que yo le hice él comprendió que yo estaba desorientado y confundido por lo que me dijo: “Hijo veo que estás un poco confundido permíteme que te aclare esta confusión, ¿eres ya mayor de edad?”, si le respondí, “andas tu cédula me preguntó” sí, “enséñamela, pero no me la des, yo te voy a decir lo que está escrito por la parte de atrás te parece”, si “okay”. Mientras buscaba en mi cartera pensé: ¿no sólo es un loco sino que ahora resulta ser adivino o mago? Cuando tuve la cédula en la mano él dijo: “en el primer renglón dice: José Francisco Morales Aguirre, en el segundo dice: José Joaquín Morales Moya, en el tercero dice: Mª Del Carmen Aguirre Rosales y agregó: en el cuarto dice que naciste en Puntarenas el once de mayo de 1950. Cuando él termino me dijo: “es eso lo que dice ahí”, yo lo miré ahora más sorprendido que al principio, o este hombre era un Superman que podía ver a través de los objetos o realmente era lo que decía que era, mi papá, ¿Quién es usted le pregunté?, al ver él que había acertado por la pregunta que le había hecho me dijo: “Yo soy José Joaquín Morales Moya, soy tu papá. Yo abrí mi boca para pedirle prueba de lo que aseguraba ser, pero él poniéndose un dedo en los labios en señal de silencio me dejó con la boca abierta, al tiempo que me dijo: “aquí no podemos seguir hablando retirémonos a una mesa”, y ordenando una media ligada me llevó a la mesa más distante del mostrador. Cuando ya estuvimos instalados dijo: “ahora si que ibas a preguntar, pero primero tomemos un trago para que brindemos por este milagroso encuentro, después de tomar el trago dije al señor, muy bien señor, usted ya sabe quien soy yo,
126 pero yo no se quién es usted, él respondió: “tendrás que confiar en mi palabra, porque yo no tengo cédula para probarte quien soy, porque ando de fuga; me fugué de La Reforma, por eso es que ando así disfrazado para que la ley no me reconozca”. Conforme él hablaba mi mente comenzó a traerme recuerdos de como era él cuando lo visité en el penal de San Lucas, recuerdos como su voz, el color de su piel, su estatura, el color de sus ojos y mi corazón se aceleraba cada vez más, yo creo de alegría cuando me dijo: “Recuerdas cuando estuviste conmigo en San Lucas toda una semana, cuando estuviste en la Ciudad de los Niños”. Cuando él mencionó esto último, yo me puse de pie y le dije: ya está bueno, verdaderamente usted es mi papá porque eso no lo sabe nadie sólo usted y yo y tomándolo por un brazo lo puse de pie y le di un fortísimo abrazo, no nos dijimos nada pero cuando nos separamos los dos estábamos llorando. Nos volvimos a sentar, nos servimos otro trago esta vez para brindar los dos, pues en la primera sólo brindo él, él sabía quien era yo, pero yo no sabía quién era él, pero ahora sí, por eso digo que ahora si brindamos los dos. Después de brindar por ese extraño encuentro, en ese extraño lugar, que de no ser porque no había lugar en los primeros cinco bancos del frente, y el primero de la parte larga estar ocupado por un señor, un tanto extraño, que me tuve que sentar en el lugar que no correspondía, por quedar fuera de orden en relación con mis compañeros es que se dio el panorama para el encuentro con el procreador de mis días, y unas pocas horas después con mi madre, y mi hermana Emilce y sus dos hijitos José Gilberto Y Adriana. Después de brindar me dijo: “queres ver a tu mamá, vive aquí cerca en Hatillo con tu hermana Emilce y dos nietos míos, sobrinos tuyos. Claro que sí fue mi respuesta, “pues andando que se nos hace tarde, no sea que se
127 acuesten “, y tomándonos lo que quedaba de la media tomamos un taxi rumbo a Hatillo # 5. No más que salimos a la calle mi papá paró el primer taxi que apareció porque estaba ansioso de que mi mamá me viera, ¿Qué buena sorpresa se van a llevar cuando te vean y sepan quien eres? Mientras viajábamos me hizo varias preguntas como; ¿qué hacía?, ¿por qué dejé la Ciudad?, ¿dónde he vivido?, ¿si estaba soltero?, ¿si era un bebedor constante?, ¿por qué estaba tan flaco?, ¿si estaba enfermo? A todas las preguntas le resumí una respuesta, lo que más le impresionó fue saber que yo trabajaba a solo dos puertas de donde nos encontramos y que él nunca había entrado en ese lugar, era la primera y que se quedó allí por lo oscuro del lugar. ¿Suena como a mera casualidad verdad?, pudo ser pura coincidencia, pero yo sé que mi Dios lo arreglo así, porque todo en este mundo tiene su tiempo, su hora y su lugar, y es en ese tiempo y en ese lugar que tienen que suceder las cosas que Dios tiene preparadas para sus hijos, los que son sus hijos…Eclesiastés.3:1. Entre las nueve y las diez llegamos a la casa, en la puerta se miraba el # 62, mi papá llamó a la puerta con un extraño silbido que sólo mi mamá conocía por lo que ella fue la que le abrió la puerta, yo entré primero casi empujado por mi papá, luego entró él cerrando rápidamente la puerta, al tiempo que decía: “este joven viene conmigo”. La pequeña salita estaba oscura por lo tarde que era, mientras mi papá me invitaba a que me sentara, la señora, encendió la luz para poder ver quien venía con Quincho como le decía ella. Luego me miró y se sonrió a medias al tiempo que medecía: “mucho gusto joven”, en eso mi papá interrumpió para presentarnos; algo que ya habíamos acordado para ver la
128 reacción, tanto de mi mamá como de mi hermana Emilce, y porque no la mía propia, los tres teníamos el mismo tiempo de no vernos. Dijo mi papá:”Carmen este joven se llama Francisco, Francisco esta señora es Carmen, (como si me dijera es tu mamá), yo me puse de pie para darle la mano, lo mismo hizo ella, y nos cruzamos el mucho gusto al mismo tiempo con una media sonrisa, al tiempo que me invitaba a que me sentara de nuevo, luego mi papá llamó a Yeya; ella era mi hermana y que así le decía él y nos presentó, pero tampoco nos reconocimos al menos no en ese momento. Cuando yo oí el nombre dije para mí esta señora, es mi mamá, todo mi cuerpo se soltó en un temblor, era como estarme viendo yo, sólo que con cuerpo de mujer y con sesenta años encima, después de unos eternos segundos de espera para ver si nos reconocíamos y al ver que eso no ocurrió dijo mi papá: “¿Carmen este joven es Francisco nuestro hijo?”. Cuando mi mamá oyó lo que dijo mi papá sus chinos ojos se abrieron tanto hasta quedar redondos, lo mismo que su boca, al tiempo que dijo: “Dios mío será posible”, mientras me miraba fijamente; luego se acercó a mí y extendiendo sus brazos se me echó encima sollozando, al tiempo que decía: “Mi corazón no me engañó desde que te vi y oí tu nombre supe que eras mi hijo, por fin Dios oyó mi ruego y te trajo antes de que me muera”… Aquel rencuentro después de tantos años de no vernos fue de gran regocijo para todos, luego nos abrazamos los cuatro al mismo tiempo. Después comenzaron las preguntas como: ¿dónde nos encontramos papá y yo?, ¿dónde estuve todos esos años, desde que nos vimos por última vez en Calle Blancos allá por 1965, estando todavía yo en la Ciudad de los Niños; habían
129 pasado ya diez años, ya habíamos cambiado mucho, principalmente yo, estaba irreconocible, demasiado flaco, quizá por causa de mi enfermedad, y con el pelo demasiado largo. También dónde estaba viviendo, cuando yo les conté donde; el esposo de mi hermana movido a misericordia me ofreció su casa para que yo no anduviera rodando más, que me arreglara con mi hermana lo de la comida y con mamá lo de el lavado de la ropa. Aquella fiesta, aquella algarabía, aquel gozo que nos invadió a todos hizo que nos olvidáramos del tiempo, y cerca de las dos de la mañana mi papa se despidió de nosotros porque él no vivía con ellos, porque andaba de fuga de la cárcel de La Reforma. Por eso andaba disfrazado para no ser reconocido, y si él se quedaba a vivir con ellos sería presa fácil para capturarlo, por eso andaba de aquí para allá para no ser capturado, y llegaba a ver a mi mamá y mi hermana cuando él podía y casi siempre de noche. Poco tiempo después un vecino lo denunció no como prófugo porque eso nadie lo sabía, pero sí como alguien raro que merodeaba por las noches en la alameda, así la policía lo pastoreo y lo capturaron nuevamente, pero al no tener como identificarlo lo dejaron en libertad, aunque un tiempo después sería capturado y devuelto a La Reforma. CONOZCO A MI ESPOSA Fue así como en marzo de 1974, que llegué a vivir a Hatillo Cinco para nunca más volver a andar de aquí para allá, ni de casa en casa. El domingo por la mañana después del desayuno Salí para hacer un recorrido por mi nuevo territorio para orientarme, pues llegué de noche, llegué a vivir en una barriada conocida como Hatillo cinco, en la alameda Nº 2 y en la casa
130 Nº 62, pero en el año de 1977, me pasé a vivir a la casa Nº 63 ó sea una casa después, de la que ya no me iría nunca más, aún hoy febrero del año dos mil nueve vivo en ella, y yo creo que terminaré mis días en ella; pero eso se los contaré más adelante. Les decía que el domingo por la mañana salí para hacer un reconocimiento del nuevo lugar en el que viviría por el resto de mi vida, en el que me casaría, nacerían mis tres hijos y me ha visto envejecer. Salí con rumbo al norte hasta Hatillo seis que todavía estaba en construcción, pase por el recién construido Centro Comercial donde esta el Mas x Menos, pasé por Hatillo Tres parte de Hatillo Cuatro y regrese a Hatillo Cinco por el lado sur. Algunas personas me miraban con desconfianza por mi aspecto, pelo largo, pantalones campana ajustadísimos, camisas con parches de cuero y puños con vuelos, zapatos con tacones cubanos y puntiagudos especiales para bailar pirateado y “suin”. Esa era la moda de los jóvenes, eran los años setenta, de tríos, conjuntos, orquestas, salones de baile, discotecas, etc. No más que subí las gradas por el lado sur una muchacha bajita de pelo muy largo y muy negro recogía la basura del frente de su casa que era justo la que seguía después de la de mi hermana, la de mi hermana era la 62 y la que seguía donde limpiaba la muchacha era la 63. Yo la saludé ¡con un hola!, un poco tímido, ella me respondió el ¡hola!, entre dientes y casi sin mirarme sólo se volteó cuando oyó que alguien tocaba a la puerta de la casa vecina, al ver que era yo rápidamente se volteó para el otro lado, mientras me abrían la puerta, no la dejaba de mirar aún cuando entré corrí la cortina para seguir viéndola, mi mamá que fue la que me abrió la puerta y que ya la había visto me dijo: “Te gusta Normita, es nuestra vecina vive con los papás y es soltera y creo que ni tiene novio”, se llama Norma, Norma, nunca había oído ese
131 nombre en una mujer pensé, y dije a mi mamá; ¡sí esta muy bonita!, mientras soltaba la cortina. Ese mismo domingo después de almorzar fui a San Juan de Dios de Desamparados a la casa de Miguel mi patrón para traerme las pocas cosas que tenía, y explicarle la razón por la que dejaba su casa pero seguiría trabajando con él, tanto Miguel como su esposa se alegraron mucho de saber que yo había encontrado a mis papas. Cuando yo llegué a vivir a Hatillo la Ciudadela de la Cinco apenas estaba en pleno proceso de adjudicación, de hecho en la alameda a la que yo llegué; de once casas sólo cinco estaban ocupadas, eran casas en serie todas eran iguales, tenían 6.50 de frente por 115 de fondo pero de construcción solo tenían 65mts cuadrados el resto era patio. El patio estaba demarcado por una cerca de alambre y la pila de lavar ropa estaba precisamente en el patio ¡gracias a Dios por eso! Luego les cuento porque. Si usted salía al patio de su casa y miraba hacia el norte veía hasta los pájaros que estaban en la última casa, lo mismo si miraba para el sur. Usted se preguntará por qué este comentario tan salido de orden, le voy a explicar porque, resulta que la segunda vez que vi a la joven Norma fue precisamente por el patio, cuando salió para lavar el trapo con el que limpiaba el piso de la casa. Nuevamente la saludé con un ¡hola!, ella me respondió con otro ¡hola!, pero de una manera muy cortante al punto de hacerme pensar que no quería tener ninguna conversación con este desconocido. Pero lo que está dispuesto para ti ni el mismo cielo te lo quita, ya el Gobernador Celestial había dispuesto que esa joven fuera mi compañera por el resto de mi vida. Por lo que su indiferencia no hizo que dejara de intentar ganarme no sólo su confianza sino su amistad y después su amor.
132 Ocho días después, o sea el siguiente domingo salí al corredor y miré que el césped estaba muy crecido, y era más monte que césped porque antes estos terrenos fueron sembradíos de café, y yo como recién llegado del campo sabía bien recortarlo y también como quitar la maleza. Y echando mano de un cuchillo comencé a recortarlo, ya estaba casi para terminar cuando salío un señor, bastante mayor de la casa de mi linda vecina, y viendo lo bonito que estaba quedando me dijo: “carajo que bien que manejas ese cuchillo, ¡ah! Gracias le respondí. La segunda vez que me habló fue, para ofrecerme trabajo, “cuanto me cobrás por cortar este mío y dejarlo así como está quedando ese”, él pensó que yo era un jardinero que me estaba ganando una chamba cortando el césped del vecino. Esto por que no nos conocíamos, no nos habíamos visto hasta ese día, él no sabía que yo era su vecino. Efectivamente corté el césped de las dos casas, eso sería el pretexto para ganarme su confianza y la amistad de la joven Norma, era marzo y hacia un calor insoportable por lo que yo sudaba hasta por el pelo, eran pequeños ríos los que caían por mi barbilla, viendo esto la muchacha que sí sabía que yo vivía al lado, preparó un pichel de refresco de limón y me dijo: “Muchacho le hice un refresco para que refresque su garganta, ¿debe de tener mucha sed?” ¡Oh, sí gracias!, con mano temblorosa por el esfuerzo me acerqué a ella sin quitar mi vista de su linda cara, mientras me sorbía aquella agua, ella puso el pichel en el piso de la puerta al tiempo que me invitaba a que cogiera más si quería, nuevamente le di las gracias mientras miraba como se perdió en el interior de la casa.
133 Es bonita la muchacha y que voz más femenina tiene pensé mientras me encorvaba para seguir cortando el zacate. El hielo se había roto, de aquí en adelante sería más fácil entablar conversación con ella, de hecho esa misma mañana tuvimos dos conversaciones más, cuando le pedí un saco para recoger el césped cortado y la otra cuando intentó pagarme; por supuesto que no le cobraría, suficiente pago era su amistad. Los días fueron pasando, las casas desocupadas poco a poco fueron siendo habitadas, pronto los vecinos se enteraron que doña Carmen era mi mamá y que Emilce y yo éramos hermanos. Un día que llegué temprano de mí trabajo como a las ocho de la noche después de comer me dijo mi mamá: Normita esta limpiando la casa y constantemente sale al patio a lavar el trapo. Quiero destacar que mi mamá influyó mucho en la relación de noviazgo que nacería seis meses después. Después que mi mamá me dijo que ella salía constantemente a lavar el trapo del piso, la pastoreé semiescondido en el marco de la puerta del patio de mi casa, cuando por fin salío también salí yo fingiendo buscar una prenda de vestir, ella lavaba el trapo por última vez porque ya había terminado, como dice el dicho la tomé por la cola. Esa noche me abusé al saludarla le dije: ¡hola Normita como está!, “¡Hola bien y usted!” respondió ella con una voz suave y amigable que invitaba a hacer otra pregunta, la cual hice sin pérdida de tiempo; ¿lavando tan tarde? “no, sólo estoy pasándole el trapo al piso para quitarle un poco el polvo, para que no se acumule mucho hasta el domingo que es el día que limpio en forma. Y así entre preguntas y respuestas nos dieron las once de la noche, ella preguntaba y yo le respondía, preguntas como: ¿cuál era mi nombre? ¿Qué hacía en la casa de la señora, Emilce?
134 ¿Por qué yo no vivía con mi mamá de dónde vine? ¿En qué trabajaba? ¿Por qué no había estudiado? ¿Cuántos años tenia?, y creo que en su curiosidad por saber quien era yo la pregunta que quizá quería hacer entre las primeras la dejo de última, ¿“Estás casado? ¿Tienes hijos, novia o mujer?, Pero en ese momento salió la mamá de ella para recordarle que ya era muy tarde, que ya eran las once de la noche, rápidamente nos despedimos prometiéndonos que otro día retomaríamos el tema donde lo dejamos porque ahora ella sabía casi todo de mí, pero yo no sabía nada de ella, sólo que se llamaba Norma Virginia Hernández Vargas. Muchos días pasaron para que una nueva conversación como la de aquella noche se diera nuevamente, esto porque ella evitaba encontrarse conmigo para no tener que hablarme de su reciente pasado cuando vivía en el Barrio Luján, de su amor imposible, de su nuevo pretendiente un joven de San Carlos y de su familia, creo que para que yo no la viera por el patio lavaba el trapo del piso en la pila de lavar los trastes. Pero como dice el dicho popular el que tiene sed busca el agua, y eso fue lo que hice, por otros medios averigüé donde trabajaba que por cierto quedaba a solo tres cuadras de donde yo trabajaba, por lo que me fue muy fácil localizar la tienda donde ella trabajaba y a que hora salía. Así que una noche la esperé a unos pocos metros de la tienda semiescondido en un poste del alumbrado público para que no me fuera a ver y lo echara todo a perder. Cuando salío dejé que avanzara unos metros como para repasar el monólogo que había tenido mientras la esperaba, cuando por fin tuve el ánimo y seguridad me le acerqué. ¡Hola Normita cómo estas!, dije agravando la voz según lo que había practicado para impresionarla, ella se volteo para ver quien era el confianzudo que la había saludado así como si
135 fueran grandes amigos, cuando ella vio quien era, un gesto de desagrado demudo su linda carita. Y sin darle tiempo de contestarme por lo menos el hola, añadí, ¿te puedo acompañar? Ella se detuvo en seco y también en seco me dijo: “NO gracias”, añadiendo aún más torpeza a la que ya cometía le pregunté: ¿porque no te puedo acompañar si vamos en la misma dirección y para el mismo lugar? “si, pero no quiero caminar con usted, por favor déjeme sola”, todavía añadiría otra torpeza más cuando le dije: ¿acaso te espera alguien? “si mi papá”. “Hasta aquí las palabras del Santo Evangelio”, decía mi suegro cuando había que ponerle fin a una conversación estéril y sin fruto. Con mi ego hecho pedazos le dije: Por favor perdone mi torpeza no fue mi intención molestarla y mucho menos ofenderla, y doblándome un poco hacia delante, pero mirando hacia el suelo la reverencié al estilo japonés al tiempo que le pedía permiso para apartarme de ella. Durante muchos días yo procuraba que ella no me viera para ver si esto producía algún efecto en ella, aunque yo si la veía a ella cuando se iba o venía del trabajo, por el patio cuando limpiaba la casa o lavaba la ropa, a vecés se acercaba a la cerca mucho para tender la ropa, y de cuando en cuando le lanzaba una mirada hacia la puerta del patio mío posiblemente con la esperanza de ver si me podía ver. Amigo usted estará pensando: ¿Qué jactancia la de Francisco, con semejante desplante que ella le izo ahora piensa que ella busca ocasión para verlo?, pues permítame decirle que sí, eso era lo que ella hacía buscaba la ocasión de verme ¿sabe para qué…? Norma era hija única tenía una preciosa madre con unos principios espirituales y morales intachables y esos mismos principios se los enseñó a ella desde que ella era una niña. Una
136 de las cosas que la mamá le inculcó fue a no despreciar a las personas y mucho menos por su apariencia o condición social, raza ó religión, pero conmigo esos principios se le olvidaron, y por vergüenza, por mi aspecto me hizo semejante desprecio. Es por eso que ella procuraba verme para disculparse de tan grande humillación solo por mi apariencia externa, sin acordarse de la interna que yo le conté aquella noche que nos dieron las once de la noche en la que yo le abrí mi alma y le conté todo mi pasado sin esconderle nada. Un sábado como a los 8:30 de la noche ella estaba fregando el piso y yo la espiaba por la ventana del cuarto con la luz apagada, de cuando en cuando lanzaba una mirada para el patio de mi hermana, todo estaba oscuro y la puerta cerrada; estaba toda provocativa con unos chores de mezclilla azules muy ajustados a la pierna y una blusa muy pegada al cuerpo con una abertura en forma de de uve que la llegaba justo al centro de los dos pechos, con su hermosa cabellera echa un torzal y recogida hacia arriba. Mientras la observaba encaramado en la ventana y a oscuras recordé el consejo que una vez me dio un viejito llamado José Mata allá en Cachí cuando yo era pequeño, cuando hablando de mujeres me dijo: “Vea Niquita, a la mujer no se le debe tener miedo cuando le gustan a uno, porque uno no sabe si uno le gusta a ella, hasta que uno se lo dice, y cuando se lo dices tienes dos alternativas, una que te diga que sí y la otra que te diga que no. Si te dice que sí ganaste una novia, si te dice que no, no perdiste nada porque de todos modos no era nada tuyo, pero por lo menos lo intentaste”. “(Pero recuerda esto siempre, que hombre pendejo no goza de mujer bonita”). ¿Cuando recordé el concejo de don José, como un rayo me bajé de la ventana salí al patio, pero sin encender la luz, la única luz
137 que salía al patio era la de la cocina, porque yo había dejado la puerta abierta a propósito para que la luz se reflejara en lo oscuro del patio para llamar su atención? Efectivamente así sucedió, yo estaba sentado en una especie de valija que mi mamá usaba para subirse en ella para alcanzar los mecates donde se tendía la ropa, yo estaba muy cerca, de la alambrada que dividía las dos propiedades; cuando volvió a salir le llamó la atención la tenue luz que se veía en el patio de nuestra casa, miró hacia la puerta esperando ver salir a alguien. Ella no me había visto porque yo estaba pegado a la cerca en la mitad del patio donde la luz no llegaba y ella miraba para la puerta, viendo yo que se me iba a ir sin que yo le hablara me apresuré a decirle: ¡hola Normita como está!, al oír una voz salir de la nada se asusto y soltó un pequeño grito al tiempo que se volteaba para ver de donde venía la voz. Cuando me vio dijo: “me asustó, no lo había visto y añadió, bien y usted” yo le dije: por favor discúlpeme no quise asustarla solo quise saludarla, “hace mucho que esta ahí”, un poco no mucho, “que hace sentado ahí en la oscuridad”, estoy contemplándola por que hace muchos días que no la veo. Aquella fue otra noche larga, nos dieron las doce de la noche; ella aprovechó para disculparse por el plantón que me había dado dos sábados atrás, esa noche estaba muy simpática y risueña por lo que el hijo de mi mamá aprovechó para expresarle mis sentimientos para con ella, y auque no me rechazó de plano, tampoco me cerró la puerta, me dijo que estaba dándole tiempo a un muchacho de San Carlos con el que se cruzaban cartas el cual había conocido cuando visitó a una amiga en Florencia. También estaba muy fresca la herida que le había dejado la ruptura del único noviazgo oficial que había tenido con un muchacho de el Barrio Luján, al que ella había querido mucho
138 y él a ella, pero él era de clase social muy alta por lo que el papá de ella se opuso a la relación, pero no sólo el papá de ella se oponía a dicha relación, sino que la familia de él también se oponían. Desde luego ella había nacido para mí, ¿no lo creen así? Así que cuando se vino a vivir a Hatillo, ella lo retiró definitivamente con el dolor de su corazón, por lo que yo quedé como una segunda opción; eso si yo le propuse que mientras esperaba que el muchacho de San Carlos formalizara la relación de noviazgo, me permitiera que fuéramos buenos amigos, también le propuse que como amigos ella me permitiera venirnos juntos del trabajo por las noches, pues éramos vecinos, a lo que ella aceptó, siempre y cuando yo aceptara hacer algunos cambios en mi persona cambios tales como: recortarme un poco el pelo, cambiar mi forma de vestir, no fumar cuando estuviera con ella, tampoco me le acercará con tragos y otras cosillas más. Con tal de conservar su amistad a todo le dije sí, y es que cuando quieres agradar a alguien que quieres conquistar por la razón que sea, haces cualquier cosa que esa persona te pida que hagas máxime cuando de mujeres se trata, eso fue lo que yo comencé a hacer; comencé cortándome el pelo por etapas para no parecer un gallo chiricano. También comencé a darle pequeñas cantidades de plata para que me la guardara para comprar ropa nueva, y del gusto de ella, pues hasta ese momento la ropa que yo usaba era comprada en una compra venta de ropa usada. Los días y los meses fueron pasando y las cartas iban y venían de Hatillo a San Carlos y vice versa, pero el muchacho brillaba por su ausencia, mientras yo ganaba terreno; cuando yo tenía seis meses de haber llegado a vivir a Hatillo decidí cambiar de trabajo, por lo que tuve que tomarme unas fotos; cuando fui a
139 retirarlas me pidieron el recibo que me habían dado para retirarlas, cuando me entregaron el sobrecito saqué una para verla cuando la vi me devolví llame a la muchacha y le dije que ese no era yo, ella fue a una cajita donde había depositado el comprobante lo sacó lo miró y me dijo: “Su nombre es Francisco Morales”, sí ese mi nombre, “pues esas son sus fotos dijo un poco molesta”, y dándome la espalda se retiró para seguir atendiendo a otra persona. El cambio de aspecto físico había sido tan extraordinario que yo mismo no me reconocía, poco tiempo después me puse de novio con una muchacha de Hatillo cuatro con la que comencé a gastar mucho el tiempo que antes le dedicaba a Norma. Como dice el dicho, uno se come la piña y a otro le duele el estómago, Norma con sus concejos y prohibiciones había logrado un cambio tan grande en mi personalidad que ya yo le gustaba a cualquier muchacha que no tuviera mal gusto, pero ella se lo estaba perdiendo. Otro detalle que me alejó mucho de ella fue el baile, yo comencé a bailar viernes, sábados y domingos eran días que antes yo los pasaba con ella, ahora no; mientras tanto trataba de mejorar cada día lo que podía no solo para complacerla a ella, sino porque eso me levantaba mi auto estima. Un domingo por la mañana cortaba yo el césped de las dos casas como ya era mi costumbre, cuando abrió la puerta para sacudir el trapo con el que limpiaba el piso, cuando yo la vi casi se me salen los ojos vestía una enagua color vino, como un palmo arriba de la rodilla, el viento hizo una cascada con su hermosísima cabellera negra brillante y larga que le llegaba casi hasta la cintura. Yo me apresuré a saludarla, ¡hola Normita que gusto me da verla!, ella dijo:”Hola perdido creí que ya no vivía aquí, que fue que le echaron alejo, que se alejo de aquí”, no que va, lo que pasa es que uno no debe estar donde las personas no lo quieren
140 a uno, “Y quienes son esas personas que no lo quieren”, usted le dije; usted no me quiere con usted, por eso es que me voy largo de aquí para no verla y no viéndola no sufre mi enamorado corazón. Al oír esto se soltó a reír, pero con ganas dejándome ver sus preciosos dientes adornados por sus rojos labios. Creo que la risa fue más bien de desconcierto por lo que escuchó que por el posible chiste, posiblemente no esperaba una respuesta tan directa de mis sentimientos, casi como una súplica pues yo estaba de cuclillas, casi de rodillas cuando le dije eso. Se hizo un breve silencio, luego pregunte: ¿Normita le gusta bailar?, “No”, ¿no, por qué no? “porque yo no sé bailar”, pues voy a tener que enseñarle, “pues no se va a poder, porque mis papás no me dejan ir a bailes, a demás yo no puedo dejar sola a mi mamá porque ella esta muy viejita y enferma y mi papá trabaja los domingos. ¡Qué lástima, yo podría enseñarle le dije!, a lo que ella respondió: “porque lo da por perdido, a lo mejor algún día me puede enseñar, una nunca sabe el mundo da muchas vueltas” y dándose vuelta entró a la casa. Cuando yo la llamé para pedirle el saco para recoger el césped cortado me dijo: “Francisco mi mamá esta muy agradecida con usted por la bondad que usted tiene al cortarnos el césped y no cobrarnos nada, por lo que ella quiere que usted acepte comerse un bocadito con nosotras hoy en la tarde”. “Digo si no tiene algún compromiso con alguna muchacha para llevarla a bailar hoy”, y en menos que canta un gallo dije, ¡no!, claro que no tengo ningún compromiso, diga a su mamá que para mí será un honor comer ese bocadito con tan hermosa compañía. Otra vez rió de buena gana, porque entendió clarito que lo de hermosa compañía lo decía por ella. “Entonces lo esperamos entre las seis y las siete porque mi mamá come muy
141 temprano, porque también muy temprano se acuesta “, no se preocupe que no haré esperar a su preciosa mamá procuraré ser lo más puntual que pueda se lo prometo. Como no sería puntual si quizás esta era la oportunidad que yo había estado esperando para intentar de nuevo poner en práctica el consejo del viejito José Mata, él que me enseñó que el hombre pendejo no goza de mujer bomita y Norma era una pequeña mujer muy bonita y aparte del joven de San Carlos y yo, tres jóvenes más la pretendían. Por lo que yo esa noche no estaba dispuesto a dejar pasar lo que pudiera ser mi última oportunidad para conquistarla. Desde ese momento debo confesarlo entré en un estado de incertidumbre, era realmente la mamá la de la idea de invitarme a comer o fue ella quien le propuso a la mamá la idea, ¿y si fue ella cuál era realmente el propósito?, el agradecerme el gesto por cortale el césped o ¿buscaba la ocasión para que yo intentara proponerle una vez más que fuéramos novios? Estos pensamientos me mortificaron el resto del día, Desde luego no llegué ni a las seis, ni a las seis y media, sino pasaditas las siete para no dar a conocer mi ansiedad para estar con ella, cuando toqué a la puerta temblaba como un conejo asustado o un gato cuando lo persigue un perro, esperaba que ella no lo notara; hacía solo unos minutos que me había bañado y ya sudaba hasta por el pelo, de la congoja no de llegar tarde, sino de pensar como y cuándo comenzar una conversación bien formal que me abriera la puerta de su corazón. Cuando entré ella misma me facilitó las cosas cuando me dijo: “Creímos que ya no vendría, ya mamá iba a servir”, en ese momento apareció la primera mentira, sí, les pido que me disculpen estaba un poco cansado por el esfuerzo de la mañana, me recosté un poquito, pero me quede dormido, esto fue
142 creíble, pues por la mañana había cortado el césped de las dos casas, como decía mi suegro: “En el juego y el amor todo se vale, así que esto me tranquilizó y más aún cuando escuché el pobrecito, claro eso debe de cansar mucho, luego de una forma, formal me presentó a su adorada mamá quien era toda ternura con su carita de dulzura y su cabello entre blanco y un gris casi azul dejaba ver que en su juventud fue una mujer muy hermosa y bonita. Durante la cena casi solo yo hable, pues el interés de ellas se centro en conocer mi pasado y como fue que encontré a mis papás, a grandes brincos y saltos les conté lo más relevante prometiéndoles que cuando me invitaran a almorzar por ser al mediodía les contaría el resto con mas detalles, o sea yo mismo me estaba invitando. Después de recoger la mesa entre las dos, doña Natalia, que así se llamaba mi futura suegra se quedó en la cocina lavando los platos, mientras que Normita y yo nos sentamos en la pequeña sala; momento que consideré propicio para volver a lanzar el anzuelo, pues el testimonio que ella acababa de escuchar cambió por completo el concepto que ella tenía de mí hasta ese día. Otro aspecto importante que ella notó fue mi aspecto físico, con el pelo bien recortado me dejé el bigote al estilo de Javier Solís (cantante mexicano de moda en ese momento), me quité los cuatro pelos que tenía como barba y la ropa era totalmente formal aunque de segunda, pero el cambio ya se veía aparecer en el horizonte. Esa noche no me dijo que sí, pero tampoco me dijo que no, me pidió que le diera quince días para terminar la relación que tenia con el joven de San Carlos la cual era solo por carta, que durante esos quince días no la buscara ni le hablara porque serían para reflexionar, que pasado ese tiempo ella misma me
143 daría su respuesta. Después me contaría que esa misma noche había decidido que me daría una oportunidad que yo le parecía un buen muchacho, que si todo eso me había pasado y aun así perdoné a mis padres algo bueno había en mí, pero que me pidió ese tiempo solo para probar si yo respetará cualquier NO que ella me pidiera cuando ya fuéramos novios. Qué quince días más largos fueron esos, aunque no me dejé ver todos los días la atisbaba cuando se iba para el trabajo y cuando salía al patio para aporrear el trapo del piso desde la ventana del último cuarto y con la luz apagada para no ser visto. Cuando se cumplieron los quince días, el día dieciséis salí al patio como a las ocho de la noche encendí la luz y me senté a esperar que saliera, cuando por fin salió y miró la luz encendida afinó la vista para ver dónde estaba yo, cuando me vio se acercó a la cerca y me saludó con un ¡hola muy suave! Yo le respondí¡hola Normita como has estado!, “bien, un poco cansada por el alboroto que quedó por el día de ayer que fue el día de la madre; la tienda quedó echa un desastre, pero ya la ordenamos, y usted como a pasado estos quince días”. Yo he estado contando los segundos, los minutos, las horas y los días hasta este preciso momento en que espero oír de tu preciosa boca que serás mi novia. Se hizo breve silencio, luego dijo: “SI”, Sí, repetí yo, lleno de emoción por la sorpresa realmente no lo esperaba, luego agregó: “Lo espero el domingo a las siete de la noche para presentárselo a mi mamá como mi novio, para que ella decida que días le permitirá visitarme”. Un tanto sorprendido por lo que acababa de oír le pregunté ¿Por qué tú mamá y no tú papa? “Porque yo obedezco lo que mi mamá ordene, no lo que dice mi papá, más adelante le explico el porqué”.
144 “Ahora con su permiso me retiro porque estoy muy cansada, que pases buenas noches”, y dándose vuelta se dispuso a marcharse pero yo le dije: ¡Normita, ella se volteó y me dijo: “Sí”, yo le dije: por favor acércate, ella se acercó y me dijo! “Para que”, yo le dije; dame tus manos, ella extendió las dos manos por el centro de los hilos de alambre de púas tomé sus manos por las palmas la hale hacia mí y besé sus manos. Para hacer esto yo tuve que inclinar mi cuerpo casi hasta quedar acuclillado, pues el patio de ella era como unos 60 centímetros más abajo que el mío, cuando hice esto quedé cara a cara con ella, metí mi cabeza por entre los hilos de alambre puse mis labios sobre los de ella, retiré un poco mi rostro para verla, no dijo nada mantuvo la misma postura como diciéndome termine con lo que empezó. Por lo que solté mi mano izquierda de la suya y la coloqué sobre su mejilla derecha, la hale nuevamente hacia mí y nos dimos el beso más tierno que yo jamás había recibido de mujer alguna y el que selló aquella noche nuestro amor hasta hoy, 32 años después.
MI MATRIMONIO CON NORMA Efectivamente el último domingo de agosto de 1974, terminó la conquista y dio comienzo el largo camino al altar y la formación de una nueva familia. Los meses comenzaron a transcurrir y con ellos los cambios y los acontecimientos, algunos buenos otros no tan buenos, como el que, un vecino que se enteró que mi papá era un prófugo de la justicia llamó a la policía y lo denunció, lo esperaron y una noche que vino a ver a mi mamá lo capturaron y lo regresaron a la Reforma. Yo animado por Norma me matriculé en la Escuela Nocturna en el Bº México, graduándome de sexto grado el 20 de noviembre de 1975. Otro acontecimiento no tan bueno fue la
145 enfermedad de mi mamá, a la cual le descubrieron un cáncer terminal gástrico justo cuando ella y yo nos acoplábamos de lo mejor como madre e hijo. Debo reconocerle a mi mamá la intervención que ella tuvo a mi favor con Norma, dándole a conocer algunos atributos míos que Norma desconocía y que ella en unos pocos meses había descubierto. Otro cambio significativo fue el cambio de trabajo, esto a solicitud de Norma, se acercaba la Navidad de 1975 y corría el mes de octubre ya casi finalizando, dejé la zapatería para incursionar en el difícil mundo de las ventas. Dejé una remuneración segura por unas comisiones inseguras. Durante octubre-noviembre y diciembre, trabajé en una imprenta que vendía paquetes de tarjetas de navidad a bazares, pulperías y comisariatos en las zonas rurales, así terminé el año 1975 y debo reconocer que me fue mejor vendiendo tarjetas que reparando calzado, pues en diciembre todo el mundo compra nuevos y no reparan. El problema se me vino en enero, cuando me quedé sin trabajo, y me dije ¿y ahora qué voy a hacer; regresaré a la zapatería, o buscaré otro trabajo como vendedor? Efectivamente eso fue lo que hice, compré La Nación en esa época costaba solo 50 céntimos busqué en la sección de empleos y encontré un anuncio que decía “Se necesitan vendedores con o sin experiencia, presentarse frente a pollos Kentuky en San Pedro casa # 21S. Por tres días recibí un entrenamiento básico, el trabajo consistía en vender una tarjeta para recibir descuentos en comercios afiliados a la compañía, la tarjeta se llamaba tarjeta de descuento CAS, durante esos tres días de entrenamiento me obsequiaron el almuerzo y el café de la tarde, este entrenamiento me preparó para perderle el miedo al cliente y me abrió la puerta para convertirme en un buen vendedor.
146 Infinitas gracias doy a mi Dios que siempre puso a personas que siempre creyeron en mí y me tendieron una mano para ayudarme a levantarme cuando estuve caído. Rafita que fue el que escogió el grupo de vendedores, creyó en mí y se convirtió en un servidor más de Dios para socorrerme cuando yo lo necesité. Pocos meses fue lo que trabajé en esa compañía, pero serían doce años los que trabajé en esa linda profesión. Siendo vendedor nacieron mis tres hijos. Francibeth, Julio César y Esteban De Jesús, todo esto se dio gracias a que mi linda novia creyó que yo lo podría lograr y yo no la defraudé. “Como dice el Apóstol Pablo: Todo lo puedo en Cristo que me da la fortaleza”, (y al libro de ventas llamado El Vendedor más grande del mundo) Escrito por el escritor OG-Mandino. Mientras mi noviazgo con Norma se afirmaba cada vez más, la relación con mi mamá cada día era mejor, cada quince ó veintidós días visitaba a mi papá en el penal de la Reforma en Alajuela. A mamá Merica la visitaba cada cuatro o seis meses a Paraíso. Para agosto de 1975, un año después de noviazgo le propuse a Norma que nos casáramos, esto por cuanto en la casa de mi hermana las cosas para mí se comenzaron a poner un poco difíciles. Norma no rechazó la proposición pero propuso que esperáramos un poco más. Para finales de ese mismo mes mamá fue internada en el hospital San Juan de Dios muy delicada, los exámenes que le practicaron indicaban que ya no había nada que hacer; a mi mamá sólo le dieron seis meses de vida. Presintiendo mí mamá que su hora de partir se acercaba, pidió que todos sus hijos fuéramos a su lecho de enferma para despedirse, recuerdo que estuvimos presentes ese día: Socorro-Emilce y yo, a Flora y a Luís Antonio no los pudimos localizar.
147 Cada uno de nosotros por turno nos pusimos a cuentas con ella, cuando me tocó el turno a mi recuerdo que me arrodillé junto a su cama y le dije: ¡Mamá yo quiero que tu me perdones todo lo que yo te he hecho sufrir!, ella volteando su demacrada carita hacia mí me dijo: “Hijito ¿quién tiene que perdonar a quien?, tu ningún mal mehas hecho a mi, yo soy la que te pide que me perdones todo el mal que te causé”. Sí mamá todo eso queda olvidado, le dije y poniendo ella su mano sobre mi cabeza dijo: ¡“Hijito, yo te bendigo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo!, quiero que recuerdes que siempre te irá bien en todo lo que hagas, todos los días que Dios te dé. También me dijo: “Hijito, cásate con Normita ella es una muchacha muy buena; para que dejes ya de andar de aquí para allá, porque en cuanto yo me muera te van a echar de la casa”. Para mediados de septiembre mamá volvió a casa bastante recuperada por el tratamiento hospitalario que recibió, pero poco a poco la enfermedad fue minando su resistencia. Para que la muerte de mamá no nos tomara por sorpresa firme un contrato con una funeraria que se llamaba la Última Ofrenda, la cual estaba justa frente al Cementerio Central y cerca de la iglesia llamada de las Ánimas. El contrato incluía todo, desde recoger el cuerpo en el lugar de su fallecimiento, capilla de velación, misa cantada y traslado en carroza hasta el Cementerio. El costo del contrato en aquella época fue de Ç6.800 colones monto que para el mes de diciembre ya lo había cancelado. Para diciembre ya mamá no se levantaba, y lo poco que comía lo vomitaba, durante enero y febrero casi solo dormía por el efecto de las drogas que se le sumístraban para mitigar un poco su grandísimo dolor.
148 El domingo 28 de febrero muy temprano en la mañana viajé a Puntarenas para pedirle a mi hermana Socorro que viajara con migo a San José para que ayudara a Emilce a cuidar a mamá en sus últimos días. Pero esa misma noche como a las nueve de la noche un carro policial de la comandancia de Puntarenas se detuvo frente ala casa de mi hermana para informarle que de San José le avisaban que su señora madre había fallecido. Después de la conmoción de la noticia, en una perrera policial fuimos llevados al centro de Puntarenas donde cerca de las doce abordamos un taxi que nos trajo a San José, a las dos y media de la mañana del día lunes primero de marzo de 1976, llegamos a la funeraria, ya mi hermana Emilce se había echo cargo de todo. A solo dos años de vivir en familia, perdí a mi primera y verdadera mamá que se llamó Mª del Carmen Aguirre Rosales, que de Dios estés gozando pues en este mundo solo dolor, sufrimiento y pobreza fue lo que le dio este mundo tan desigual e injusto donde unos abundan en bienes y riquezas, mientras que la mayoría abundan también, pero en pobreza, miseria, hambre, dolor, humillaciones y muerte; espero que nos volvamos a encontrar allá donde nuestro amado Jesús nos prometió que estaríamos con ÉL. Ahora que estoy hablando de madres que ya se fueron la segunda fue doña Nina la preciosa negrita de Cachí que falleció el lunes 6 de enero de 1986. La tercera fue mamá Merica la de Paraíso que falleció el 30 de enero de 1987. Después de la muerte de mamá la situación en la casa de mi hermana se me hizo aún más difícil después de la muerte de mamá, no tanto por mi hermana, sino por mi cuñado que siendo el dueño de la casa se propuso que yo no le estorbaría más en su recién matrimonio con mi linda hermana; que para él ella era
149 como su hija por la diferencia de edades. A mamá se la aguantó contra su voluntad porque era la mamá de mí hermana y ya no le estorbaría más, pero a mí no tenía porque tenerme más en su casa privándolo de su libertad familiar. Y en eso yo le daba la razón, él tenía todo el derecho a su privacidad, pero lo que yo siempre le condené fue su cobardía, de envenenar el alma y el corazón de mi hermana en mi contra tan solo por temor a enfrentarse conmigo. Efectivamente cuatro meses después de la muerte de mi madre tuve que dejar la casa de mi hermana, cumpliéndose así lo que mi mamá me dijo en su lecho de muerte en el hospital; que yo sería echado de la casa no más que ella muriera. Pues así sucedió ¿sería que ella lo había escuchado, porque de otra manera cómo lo supo? Para el mes de julio me hospedé en una cuartería situada en la av.10 frente a una heladería que se llamaba Soda Castro, que creo que todavía existe en el mismo lugar, la cuartería no, se quemó unos años después hoy allí hay un parqueo. En la parte trasera de la cuartearía cada uno de los cuartos tenía un balcón un poco amplio con vista a las montañas de Aserrí y Alajuelita, pero que lo dueña o administradora de la cuartería viendo que cabía un catre individual los convirtió en otros cuartos por los que cobraba la mitad de los otros, eso sí no te daba miedo dormir allí. Por mes y medio dormí allí en ese balcón hasta que quedo un cuarto adentro ya más seguro. Cuando le conté a Norma donde dormía ella no lo podía creer por lo que la invité para que fuera y lo viera con sus propios ojos. Cuando ella vio el mini cuarto donde dormía yo y el peligro que corría en caso de una emergencia ni siquiera se atrevió a entrar porque creyó que el peso de los dos podía provocar el derrumbe del cuartito e irnos al vacío.
150 Cuando Norma vio las condiciones que yo estaba viviendo se puso a llorar al ver la miseria por la que estaba pasando. Esto provocó en ella la decisión de aceptar la proposición que yo le hice en agosto del año pasado de que fuera mi esposa, ella me preguntó: “Fran todavía está en pie la proposición que me hiciste el año pasado de casarte conmigo”, sí, fue mi respuesta casi de inmediato, pues que así sea dijo ella. Quiero dejar claro que Norma no me había dado el sí porque dudara de mi responsabilidad o capacidad para hacer frente al sostenimiento de un hogar, sino que estaba dando tiempo a que la inestabilidad que me produjo la muerte de mi mamá se estabilizara, como dice el refrán: “tras de cuernos palos;” ¿primero la muerte de mi mamá, después tengo que dejar la casa, algunos cambios de trabajo y ahora esto? Pero la Palabra Sagrada dice: “Que todas las cosas ayudan a bien a los que aman a Dios y confían en ÉL”. Romanos.8:28. Para finales de julio de ese mismo año en una sencilla reunión le solicite a doña Natalia, oficialmente la mano de su hija para casarme con ella, siendo testigos del acto dos hermanas de la Sra. Natalia, la Sra. Consuelo y la Sra. Hilda, ambas ya fallecidas, que de Dios gocen, la Sra. Liliana Rojas y su esposo él Sr. Olman Cuadra ya fallecido que de Dios goce, la mejor amiga de Norma la Sra. Emilia García y Carmen Venegas compañera de trabajo de Norma. Por mi parte estuvieron presentes los esposos, Sr. Danilo Esquivel, compañero mío en la Ciudad de los Niños y su Sra. Carmen Barrantes, los cuales también serian nuestros padrinos de bodas. Cuando doña Natalia oyó lo que yo le pedí se turbo mucho y su primera respuesta fue un rotundo “NO”, pero las hermanas la convencieron diciéndole que ella era ya muy
151 mayor y que si ella faltaba Norma quedaría sola y que Norma tampoco la dejaría a ella sola ya que ella no se iría de la casa. Cuando por fin dio su consentimiento yo me puse de pie saqué la cajita donde tenía el anillo de compromiso se lo enseñé a todos los presentes luego tomé la mano izquierda de Norma y le dije: “Norma, recibe este anillo como símbolo de mi amor por ti, para que en el menor tiempo posible seas mi esposa, lo aceptas”, “Sí lo acepto dijo ella”, entonces coloqué el anillo en su dedo. En ese momento todos aplaudieron y pidieron beso-beso-beso, entonces los complacimos sellando nuestro compromiso con un beso, esa fue la gota que rebalsó el vaso, doña Natalia y poniéndose de pie camino hacia mí y con sus dos puños cerrados me golpeaba por el pecho al tiempo que me decía: “Hombre malo me has robado lo único que tengo y lo que más amo, eres un ladrón”, mientras lloraba con mucho sentimiento. La misma Norma me la tuvo que quitar porque ella trataba de alcanzar mi cara con sus golpes mientras que lloraba casi a gritos, se la llevaron para la cocina le dieron un calmante, las hermanas se quedaron con ella mientras Norma volvía a la sala para continuar con el compromiso. Esa misma noche acordamos delante de los testigos y los padrinos que nos casaríamos el día de reyes o sea el jueves seis de enero o sea seis meses después. Esto porque alguien propuso que fuera el día de reyes pues ese día era un día bendito para el matrimonio, pues ese día los santos reyes le llevaron al niño Jesús, a José y a Maria, regalos muy valiosos para que ellos cuidaran bien al niño Jesús. Los seis meses siguientes fueron de un puro corre, corre hacer el curso prematrimonial, separar la fecha para la ceremonia, yo no estaba confirmado, tuve que ir a Paraíso para ser confirmado
152 porque si no, no me casaban por ser un sacramento requerido para el matrimonio. La compra de los anillos, la confección de mi vestido entero, confección del vestido de novia de Norma porque ella no quiso alquilar el vestido alegando que quizá lo uso alguna novia que fracasó en su matrimonio y ella no quería ser de las que fracasaran, ella lo quería nuevo. Otro gasto muy necesario era que no teníamos donde dormir porque Norma dormía con la mamá ¿y ahora qué?, pues hay que comprar un juego de dormitorio, sábanas, cobijas, almohadas, fundas, sobrecamas y todo aquello que se requiere en una habitación matrimonial. Gracias a Dios que en esa época yo trabaja para el Almacén Koberg uno de los mas prestigiosos del país en ese momento, en el departamento de línea blaca; gracias a mi amigo Danilo Esquivel el que sería mi padrino de boda, que me recomendó con el jefe de planta, el Sr. Orlando Gómez, quien me dio una oportunidad de demostrar que yo era un verdadero vendedor. Tan es así que no mas el primer mes sobrepase la meta, convirtiéndome en un vendedor competitivo y eso se reflejaba en el cheque cada fin de mes, gracias a que ganaba muy bien fue que pude hacerle frente a tanto gasto. Emilia Mª, la mejor amiga de Norma, nos regalo la serenata y la luna de miel, en un hotel de playa llamado Cerro Mar, en la provincia de Puntarenas, ocho días estuvimos en ese maravilloso lugar, a la serenata llegó mucha gente, estuvo muy bonito y Norma recibió muchos regalos útiles y necesarios para una pareja que recién comienza su largo caminar juntos. La “Macha” la dueña de la cuartería me regaló los primeros cinco días de enero por vivir seis meses en su cuartería y porque salía para casarme, ese fue el único regalo personal que recibí yo. La noche del cinco de enero la pasé en la casa de
153 Miguel Y Lorena, unos amigos y vecinos que recién se habían casado. Por fin llegó el día tan esperado por mi, el seis de enero, ese día me levanté a las cinco de la mañana para prepararme porque yo saldría a las ocho de la mañana para la iglesia, donde me esperaban mamá Flora Gamboa y la Sra. Nidia Madriz, que viajaron desde Birrisito de Paraíso; porque fue a ellas a quienes les solicite me hicieran el honor de entregarme. Desde que el compromiso matrimonial se oficializó quise que mi hermana Emilce y su esposo fueran los que me entregaran en representación de mi mamá y mi papá preso en la Reforma, pero por mas pedidos que le hice por medio de Norma no fue posible: pedidos tales como, que fueran ellos como pareja los que me entregaran, asistieran a la serenata, y por último que me acompañara, que estuviera conmigo cuando yo me estuviera casando para que yo no estuviera del todo solo, pero a todo se negó. Esto produjo una ruptura entre ella y yo que duró veinte años, gracias a Dios hoy eso es pasado, hoy tenemos una linda relación; los años nos hicieron madurar y el amor de Dios nos volvió a unir como dos verdaderos hermanos hijos del mismo padre y de la misma madre, una misma sangre. En un taxi a las ocho y treinta llegué a la Iglesia ya había mucha gente esperando ya la familia de Norma la cual es muy numerosa, tanto por los Hernández como por los Vargas, entre los que estaba el finado Carlos Escobar esposo de la Sra. Bety prima-tía de Norma, este al notar el nerviosismo que yo tenía se me acercó y me dijo: “Eso se te quita con un buen trago de copa llena, vení aquí cerca hay un bar”, no más que llegamos pidió dos vasillos llenos de wisky y un vaso con agua. Nuevamente dijo: “de una sola vez, hasta el fondo, una dos y tres ahora, espero un tantito que me recuperara y repitió la orden.
154 Cuando llegamos a la Iglesia yo iba encumbradísimo, pero listo para decirle al padre que sí a todo lo que me preguntara. Para entonces mamá Flora y Nidia ya habían llegado, la primera todo me regañó cuando le llegó el olor a licor y tomándome por los brazos una de cada lado me llevaron hasta el “matadero”, perdón hasta el altar. Pocos minutos después dejaron al lado mío, mi precioso tesoro, escoltada por sus padres, yo me volteé para verla porque hasta ese momento no la había visto, ella también se voltío quedando frente a frente. ¡Dios qué linda que esta me dije para mis adentros!, ella me preguntó: “Dormiste bien”, sí y tú, “sí pero muy poco”. La ceremonia comenzó a las nueve y terminó a las diez porque la misa era cantada con dos especiales, una que abría era la marcha nupcial y la otra que cerraba que era el Ave María mientras dejábamos el altar rumbo a la salida tomados de la mano ahora ya unidos por Dios para siempre. De esta manera estimado lector se cerró un capítulo de abandono-tristezas-soledad-desprecios e incomprensión de personas que por no conocer mi pasado me juzgaron mal. Pero ahora se abre un nuevo capítulo lleno de esperanza- de ilusiones y de realidades porque ya no estoy solo, ahora tengo a mi compañera la cual me ayudó durante dos años atrás sin ser más que amigos, con mucha más razón ahora que compartirá conmigo la vida que nos queda por vivir juntos y para disfrutar todo lo que Dios nos dé. De la Iglesia pasamos a la casa donde se nos dio un pequeño brindis y se nos deseo toda la felicidad del mundo y nos despidieron con una oración que hizo la Sra. Liliana. A las dos de la tarde partimos para Puntarenas llegando cerca de las seis y treinta de la tarde nos hospedamos en el hotel Las Hamacas situado en el Paseo de los Turistas justo frente a la playa;
155 partiendo al día siguiente a las seis de la mañana en un barco llamado el ferry el cual nos llevaría a un hotel de playa llamado Cerro-Mar en el cual teníamos una reservación por ocho días, obsequio de boda de la mejor amiga de Norma, la Sra. Emilia García Molina, gracias Emilia porque ese regalo produjo otro regalo, el que trajimos de allá, el primero que Dios nos dio…? Durante esos ocho días visitamos varios lugares como: la Isla Uvita y un lugar llamado Paquera entre otros, nos regresamos el jueves trece, ese día viajamos todo el día para descanzar el fin de semana, pues tanto Norma como yo regresábamos a nuestros trabajos el lunes siguiente. NACIMIENTO DE MIS HIJOS. Pocos días pasaron para que Norma descubriera que su menstruación no llegó, fue a hacerse unos exámenes los cuales dieron positivos; Norma y yo seríamos padres esto era la culminación de mi felicidad el primer miembro de la familia Morales estaba en camino, al cabo de nueve meses sabríamos que era. El tiempo siguió su marcha inexorable, yo cambié de trabajo, deje Koberg Centroamérica para abrir la primera tienda de lo que llegó a ser la primera cadena de tiendas de electrodomésticos en Costa Rica llamada (S.A. Industrial Curacao). Este cambio mejoró lo económico, pero me perjudicó en las relaciones familiares, porque en Koberg los compañeros eran mayores y muy formales, mientras que en el nuevo trabajo todos eran jóvenes y muy poco responsables algunos de ellos, bebedores y mujeriegos; y digo que me perjudicó porque como dice el dicho: “dime con quien andas y te diré quien eres”, pronto yo estaba haciendo lo mismo que ellos, tan solo para que no me dijeran que me cantaba la gallina, (canción de moda en ese momento).
156 Después de el día de mi matrimonio, no hubo otro tan feliz como el día 12 de octubre de 1977, día en que nació mi hija Francibeht, cuando la vi no podía creer que algo tan precioso era mío, los ojos se me querían salir, estaba orgullosísimo cuando oía a la gente decir: “Pero que gordita más linda”, yo les decía es mía, es mi hija. Después del nacimiento de mi hija las cosas mejoraron mucho yo pasaba más tiempo en casa con ellas, los domingos visitábamos la familia de ella para que conocieran la chiquita. Para mediados de 1979, participé en una oferta de trabajo para vender a nivel mayorista, para mí que sólo tenía el sexto grado fue muy atrevido, pues competí con vendedores con estudios incluso a nivel universitario a quienes les gané el cumplimiento de la meta de ventas. Para finales de diciembre de ese mismo año, Norma volvió a quedar embarazada, para esa época yo pasaba muy poco en casa, pues mi trabajo consistía en visitar los almacenes de provincias y cantones, algunos muy retirados del centro de la provincia como por ejemplo Guanacaste, cantones como: Santa Cruz, Nicoya, La Cruz. Puntarenas lugares como Golfito, Ciudad Nelly, Canoas, en Alajuela, San Carlos, San José, Pérez Zeledón etc. Y como no tenía carro el recorrido lo hacia viajando en buses, planificaba las giras hasta por quince días, Cuando trabajaba en provincias como: San José-Heredia y Alajuela, pero en el centro, el mismo día volvía a casa. Así los meses fueron pasando hasta que llegó el 22 de septiembre de 1980, día bendito en el que mi Dios me regaló un hijo varón al que pusimos por nombre Julio César, la llegada de este niño al hogar fortaleció aún más la relación entre mi esposa y yo. Cada quincena salíamos con los chicos a almorzar a
157 diferentes restaurantes y a visitar diferentes lugares turísticos y balnearios. También comencé a llevarla a que conociera los lugares a las familias con las que me crié lugares como: Cachí-ParaísoBirrisito y la Ciudad de los Niños, cumpliendo así con una promesa que le había hecho al Padre Salvador el día que dejé la Ciudad de que cuando formara mi propia familia la llevaría para que él la conociera. Gracias le doy a mi Dios que me permitió cumplirle y recibir de él la bendición familiar. 1982, fue un año muy significativo para mi vida personal, comenzando por el 12 de marzo día en que tomé la decisión de no volver a beber licor en bares y cantinas tampoco volví a fumar. Luego el 4 de abril ha sido la fecha más importante de mi vida, ese día nací de nuevo, fue el día en que recibí a mi Cristo como mi Señor y mi Salvador Personal. Otra fecha significativa fue el 25 de julio, día en el que entré a trabajar al INSTITUTO MIXTO DE AYUDA SOCIAL. Después de dejar las ventas, misma que me separaban mucho de mi familia, todavía hoy laboro en esa institución en la que espero jubilarme.
MUERTE DE MI PAPA Y MI SUEGRA Ese mismo año mi papá se fugó de la Reforma comprometiéndonos a mi hermana y a mí, porque constantemente nos visitaba aún en pleno día, para cubrir algunas necesidades básicas de todo ser humano. Pero los días y los meses fueron pasando sin novedad, papá había dejado de visitarnos y no sabíamos nada de él. Un día que llegué del trabajo me dijo mi esposa: “Fran llamaron del Hospital San
158 Juan de Dios que tu papá está internado en oncología y quieren hablar con vos, que preguntes por el doctor Morales”. Al día siguiente fui y hablé con el doctor Morales, el cual me dijo: “Sr. Morales, lo llamé porque tengo un paciente que dice llamarse José Morales Moya y que usted es su hijo, el problema es que no tiene ni un solo documento que lo identifique, dice que le robaron y que por eso no se puede identificar”. Efectivamente doctor, él es mi papá esta es mi cédula, él la reviso luego hizo unas anotaciones en el expediente luego me dijo: “Sr. Morales su papá tiene un cáncer gástrico muy avanzado, lo vamos a operar porque el cáncer está ubicado en una de las paredes del estómago y con suerte lo quitamos en su totalidad, le quitaremos medio estómago; debe traer tres donadores cuando tengamos la sangre programaremos la cirugía. ¿Con razón la policía no lo buscó cuando se fugó de la Reforma, ellos ya sabían que tenía cáncer y que no viviría mucho? Efectivamente mi papá fue operado y todo salió bien, pronto se recuperó y le dieron la salida, pero requería de algunos cuidados especiales como; curaciones, aseo y principalmente la preparación de los alimentos que debían ser especiales. Con el consentimiento de mi esposa ya que ella sería la que lo cuidaría, me lo traje para la casa le acondicionamos un cuarto, le conseguí ropa, zapatos y entre mi hermana y Norma se turnaban para cuidarlo lo mejor posible, pronto se puso de lo más guapo y comenzó a irse para San José, a fumar y creo que hasta beber licor. Las quejas de mi esposa no se hicieron esperar mi papá comenzó a tratarla mal, hasta que llegó el día en que mi esposa me dijo que ya no lo quería ver más en su casa, solo habían
159 pasado tres meses de la operación. Yo asistía a la Iglesia Getsemaní y sabia que había un cuarto no muy pequeño donde se guardaban los instrumentos musicales, hablé con el Pastor para que me diera oportunidad de tenerlo allí un tiempo hasta que se recuperara bien¸el Pastor dijo que sí y lo trasladé para la Iglesia con la esperanza de que participara de los servicios y quizás Diosito lo tocara y se convirtiera al Señor. Para bañarse y alimentarse el venía a la casa o en el momento que él quisiera venir él tenía la llave, no pasaron muchos días cuando comenzaron a darme quejas, que los días que no había culto se iba para la calle, que llegaba de madrugada que metía mujeres y que hasta drogadictos veían salir a altas horas de la madrugada que aquello era un relajo. En repetidas ocasiones hablé con él acerca de lo que se decía de él, pero siempre me decía que no era cierto. Pero todo tiene un límite, cuando tenía tres meses de vivir en la Iglesia, el Pastor me pidió que mi papá dejara el cuarto, cuando yo hablé con él me dijo que no me preocupara que ya tenía hablado un cuarto en el Barrio Cuba que solo estaba esperando que lo desocuparan para pasarse. Que pidiera al Pastor solo ocho días más, que quizás se iba antes, yo le pregunté ¿papá como vas a pagar el cuarto?, él me dijo: “En el mercado Central unos paisanos míos son dueños de tramos y me han dado oportunidad de hacerles mandados por lo que me pagaran algunos pesillos con eso me la juego”. Confiando en lo que me dijo, pedí al Pastor que me diera a mi un poco más de tiempo mientras le entregaban el cuarto a mi papá: Efectivamente, papá se fue antes de los ocho días, pero sin que nadie lo supiera; yo hablé con él el domingo y se fue el miércoles por la madrugada y aunque casi no tenía que cargar
160 trajo un pic-kap y se llevó la batería, dos guitarras eléctricas, micrófonos y algunos electrodomésticos. Como aconseja el sabio Salomón: “Con ansiedad será afligido el que sale por fiador de un extraño más el que aborrece las fiazas vivirá seguro” Proverbios. 11:15, y auque mi papá no era ningún extraño para mí, si le dije al Pastor que yo respondería por él; por lo que tuve que pagar todo lo que mi papá se llevó. A partir de ese momento no volví a saber nada de él, para mediados de 1983, Norma vuelve a quedar embarazada, pero en el mes de octubre saliendo del Mercado Central por la esquina sur-oeste, puso un pie sobre una cáscara de banano que un irresponsable tiró al suelo, cayendo de sentonazo sobre la grada, lo que le provoca el desprendimiento de la placenta perdiendo así la bebe que ya tenía cuatro meses de gestación o sea 16 semanas, por lo que ya estaba bien formadita. El resto de 1983, transcurrió con normalidad, llegando así 1984, año trágico para la familia pues ese mismo año murió mi papá y la mamá de Norma. Para principios de agosto, nuevamente una llamada telefónica del Hospital de Cartago querían saber si en esta casa vivía un Sr. llamado Francisco Morales Aguirre; “si es mi papá”, respondió mi hija Francibeht que ya tenia siete años. “Papi lo llaman de un hospital”, (cuando oí hospital en lo primero que pensé fue en mi papá), alo, habla Francisco Morales, “Don Francisco le hablamos del Hospital Max Peralta de Cartago, tenemos ingresado un paciente que dice llamarse José Joaquín Morales Moya y que usted es su hijo, él quiere que usted sepa que él esta internado aquí en la unidad de oncológía y desea que usted lo venga a visitar”. Si, él es mi papá ¿Cómo se encuentra él?, “El está muy grave, él fue operado de cáncer hace aproximadamente un año y
161 medio, pero no se cuidó, ni siguió la dieta recomendada, por lo que las pocas células que le quedaron se le regaron por otros órganos y ya no hay nada que hacer, creemos que no llega a fin de mes. Querido lector quien quiera que tú seas, quizás eres un doctor en medicina, un abogado o una ama de casa o alguien como yo, que hoy comprendo lo importante de decirle al paciente lo que realmente padece y lo que le van a hacer para mejorar su salud y alargarle un poco la vida. Esto fue lo que pasó con mi papá, al cual se le dijo que tenía una simple úlcera perfora y que necesitaban operarlo para corregirle el problema, quien sabía que era cáncer era yo; pero en ningún momento me dijeron que se lo podía decir, él creyó que era algo sencillo y por eso apenas se sintió bien y en libertad, le dio rienda suelta a su mala manera de vivir, y a sus vicios lo que provocó que las pocas células que le habían quedado se combatirían con cobalto; pero en su desenfreno se desarrollaron con más fuerza y se extendieran por otros órganos importantes. Si a él se le hubiera dicho la verdad después de operado quizá se hubiera cuidado y prolongado unos años más su vida, pues sólo tenia 56 años, pero por creer que era algo sin importancia, sin saberlo casi que se suicidó. Gracias a Dios hoy el primero que sabe lo que padece, es el mismo paciente y después sus familiares, esto muchas veces cambia el rumbo de vida de una persona dando un giro de 180 grados en el cual muchos buscan refugio en Dios. En cuanto pude lo fui a visitar, casi no lo reconozco era un poco de huesos con pellejo lo que había sobre la cama; ya no eran necesarios los regaños ni “te lo dije”, ya no había nada que hacer sino prepararme para su eminente muerte y donde lo
162 sepultaría si estaba en mitad de ninguna parte. Traerlo a San José me salía demasiado costoso, en Cartago no tenía familiares ¿Dónde pues lo sepultaría?, ¿lo donaría a la Facultad de Medicina para ser descuartizado por los profesores y estudiantes de medicina, y así evitarme ese gasto? Un día que lo visité como unos ocho días antes de morir lo encontré muy deprimido y casi no quería hablar, yo le pregunte papá tienes mucho dolor, “No dijo él”, ¿entonces que te sucede porque estas así?, él me dijo: “Hijito quiero pedirte un último favor y espero que me digas que sí”, ¿Qué será papá? “Quiero que cuando me muera me lleves a Paraíso y me sepultes allá al lado de mis padres”. Después de un breve silencio de análisis, yo le dije: papá deje de hablar así, ni que se estuviera muriendo, “Sí, yo sé que me queda muy poco, además ya yo no quiero estar más aquí, yo quiero irme para allá, y señalando con el dedo índice hacia arriba añadió, para donde está Colochitos, donde vive es muy bonito”. Yo le pregunté: ¿papá cómo lo sabes?, “Porque una noche de estas Él me llevó para que lo conociera, yo me quería quedar allí, pero él me dijo que primero tenía que arreglar algunas cosas aquí para poder ir a ese lugar. Quiero aclarar que cuando mi papá dice que fue llevado por Colochitos para que él conociera donde vivía Colochitos y que era muy bonito y que él se quería quedar allí. Lo que sucedió fue que mi papa tres noches antes de mi visita sufrió un paro respiratorio y por varios minutos se les fue, pero lograron revivirlo, pero él creyó que fue un sueño. Yo le pregunté: ¡papá ya lo hiciste!, “Sí, solo me faltan tú y tú hermana Emilce, a los que les pido que me perdonen todo el daño que les hice, aunque nunca quise hacerles daño, sin
163 embargo los dañé al no haberlos protegido como un buen padre, por favor perdonen a su padre como yo perdoné a los míos. “Ahora hijo, quiero que me prometas que me llevarás a Paraíso y me sepultarás allá”, sí papá te lo prometo, “no así no, dijo: quiero que me prometas por “Colochitos” que lo harás”. Sí papá te prometo por Colochitos que llevaré tu cuerpo a Paraíso y lo sepultaré allá. Ahora sí, vengan esos cinco, muy bien, esto es lo que tienes que hacer; ve a Paraíso y busca a mi hermana Margarita para que te diga donde están sepultados mis padres y junto a ellos me sepultes a mi. Así con todo arreglado, llegó el martes 28 de agosto de 1984, a las 11:45 de la noche, el famoso (Cabrito) voló a encontrarse con su “Colochitos”. Gracias a la valiosa ayuda que recibí tanto de la familia Moya como de los Morales, fue que pude cumplir a mi papá la promesa de llevar su cuerpo a Paraíso y sepultarlo junto a sus padres. Como dice el dicho popular, “que un mal nunca llega solo, simpre llega con dos ó tres más”. Pues mi esposa y yo no seriamos la excepción en relación con ese dicho, pues solo trece días después de la muerte de mi papá, internamos a la mamá de mi esposa. El viernes 14 de septiembre como a las 8 de la noche mi esposa descubrió que su mamá no solo estaba vomitando sangre sino que la orinaba y la defecaba, por lo que llamamos a la Cruz Roja que la llevo al Hospital San Juan de Dios del cual no saldría con vida. Los exámenes preliminares dejaron ver que tenía varias várices esofágicas que se rompieron por causa de una espina de pejibaye que se trago cuando en la tarde tomó café con pejibaye, la operaron de emergencia para detener la hemorragia pero más bien empeoró porque la Sra. no cuagulaba, conforme le ponían la sangre de igual manera la expulsaba.
164 A partir del domingo 16 la Sra. Natalia entró en coma, poco a poco su corazón se fue debilitando al igual que otros órganos importantes como el hígado, el vaso, el páncreas entre otros. Tres días estuvo en estado de coma, así llego la primera hora del martes 18 de septiembre de 1984. Tan solo habían pasado 22 días de que la Muerte se había llevado a mi papá cuando regresó para llevarse a la mamá de mi esposa. Ese mal del que les hable renglones atrás no vino solo trajo con él dos más, porque a la par de las dos muertes me trajo una deuda de Ç 75.000, colones que me dejaron los funerales y sus entierros, que para ese año una deuda de ese tamaño para alguien que ganaba tan poco la deuda era muy grande. NACIMIENTO DE ESTEBAN DE JESÚS De 1985 a1989, todo transcurrió normal, Francita mi hija mayor ya tenía doce años y Julio nueve, casi diez, la casa estaba como nos la había entregado el INVU, se componía de tres cuartos una salita comedor, una cocina y un servicio-baño juntos, el resto era patio el cual tenía las mismas dimensiones de lo que estaba construido. De los tres cuartos los chicos ocupaban uno juntos, los otros dos, por mi suegro y el otro nosotros, pero a los chicos por sus edades y sexo había que separarlos, por lo que había que hacer uno más, para ese año ya yo estaba libre de deudas por lo que acordamos hipotecar la propiedad al Banco Popular por medio millón de colones para su debida ampliación. Con ese dinero hicimos el corredor con su verja, un cuarto más, se amplio la cocina, el baño que estaba en mitad de la casa se colocó al final, después de la cocina, con su servicio sanitario y su lavamanos, más otro servicio extra, y se termino la tapia que estaba a medio terminar.
165 Los trabajos de demolición se iniciaron a finales de junio, para finales de julio la casa era un cascarón, dormíamos en el suelo, nos bañábamos con una manguera, habían materiales por todas partes aquello era un desastre, desayunábamos, almorzábamos y cenábamos sobre bancos y mesas echas de bloc sobrepuestos porque todo el mobiliario estaba repartido entre los vecinos que nos hicieron el favor de guardárnoslos. Para mediados de agosto Norma se izo unos exámenes de laboratorio porque la menstruación que le tenía que venir en julio no le llegó, ¿ocho días después fue por el resultado? “Pase, doña Norma siéntese por favor dijo el doctor y añadió, doña Norma los resultados son positivos esta usted embarazada felicitaciones”. Lejos de sentirse feliz Norma sintió que el mundo se le vino encima y su primera reacción fue de rechazo. “No doctor yo no puedo estar embarazada, no en este momento”. “Pues doña Norma ya no se puede hacer nada, esta usted en la cuarta semana de su embarazo”. Quiero aclarar que mi esposa no era que estaba rechazando el fruto de vientre, lo que quiso decir es que ese era el momento menos indicado para comenzar a lidiar con un nuevo embarazo porque los tres embarazos anteriores fueron de alto riesgo, y este no seria la excepción pues ahora contaba con 38 años de edad. Y por si eso fuera poco acabábamos de hipotecar la casa la cual estaba prácticamente en el suelo y ahora esto; se le vino el mundo encima, cientos de pensamientos pasaron rápidamente por su mente y todos negativos como: ¿si yo perdía el trabajo, si perdíamos la casa, si perdía el bebe ó en el último de los casos si ella se moría por haber quedado embarazada siendo ya tan mayor? etc. etc. Querido lector, el matrimonio es una institución familiar establecida por Dios, la cual une por ley a dos personas que se aman o que acuerdan unirse por la razón que los motive, para
166 ayudarse mútuamente siempre; en las buenas y en las malas, en la salud y en la enfermedad, en la prosperidad y en la adversidad hasta que la muerte los separe. En momentos de angustia como el que estaba pasando mi esposa yo debía tomar todo el control, no solo de la construcción, sino de ella misma para evitar que se enfermara seriamente y en el momento menos apropiado. Aunque para una enfermedad ningún momento es apropiado, pero para nosotros este momento era el menos apropiado. Así que la senté y le dije, escúcheme gordita, en estos doce años que llevamos de casados nunca nos ha faltado nada, aunque pobremente Dios no nos ha desamparado y tampoco nos desamparara ahora, Él sabe que en este momento es cuando más necesitamos de su protección. Además fue Dios quien dijo que los hijos habidos en el matrimonio eran una bendición y un regalo de Él, así que confiemos en que Él nos ayudará a que todo nos salga bien. Gracias a Dios que ella es de un espíritu luchador y emprendedor, tan solo a sus 14 años de edad tuvo que abandonar el colegio cuando apenas cursaba el segundo año, para tomar las riendas del hogar, esto por tener una madre enferma y un padre alcohólico y por ser hija única, decidió abandonar los estudios y ponerse a trabajar. Su primer y único trabajo lo realizó en una tienda de ropa por los alrededores del Mercado Central, lugar en el que trabajó por doce años, mismo que dejó para casarse. Durante varios años no tuvo un lugar fijo donde vivir, padres e hija recorrieron varias barriadas por causa de los constantes escándalos que ocasionaba el papá. Siendo aún menor de edad y cansada de andar de aquí para allá con su madre enferma tomó la arriesgada decisión de hacerse
167 de su propia casa, un buen día se presentó en el Instituto Nacional de Vivienda y Urbanismo, I.N.V.U. Y solicitó ser incluida en la lista de espera para la adjudicación de una vivienda propia. Para lo cual puso como responsable a su mamá por ser ella menor, dejando un enganche de Ç1.500 colones como prima. Para octubre de 1972 la llamaron del I.N.V.U, a su trabajo para darle la buena noticia de que se le había adjudicado una casa en Hatillo # 5 que se presentara con su madre a dicha institución para formalizar el contrato. El 18 de febrero de 1973, se trasladó para su propia casa, su mayor anhelo se había cumplido ya nunca más tendría que andar rodando, con tan solo 21 años su mayor anhelo se había cumplido. Al recordarle esta hazaña realizada por ella tan solo quince años atrás y la bendición de volver a ser madre por tercera vez la reanimaron recobrando nuevamente su entusiasmo, su esperanza y su confianza en que Dios nos sacaría adelante avalando el esfuerzo que juntos estábamos realizando para el bien de nuestros hijos. Pasada la crisis nos unimos más, cuidando su salud y su bebé y yo la construcción, mi trabajo y la dirección del hogar. Los meses fueron transcurriendo con normalidad, en el mes de noviembre se terminó la remodelación todo estaba listo para la llegada del nuevo miembro a la familia Morales. El año 1989 terminó con normalidad, y 1990 nos trajo una mayor bendición acompañada de una mayor responsabilidad. El 17 de abril de 1990, un miembro más se nos unió a la familia, le pusimos por nombre Estaban de Jesús; en el momento en que escribo estas líneas está cumpliendo 19 años. ¡Gracias a Dios!
168 Querido lector, hoy por hoy han pasado diecinueve años de aquello que en su momento pareció ser una tragedia, pero si te apoyas en el que todo lo hace posible, para ti nada te será imposible. Dice él Maestro de los Maestros: “Cuando ustedes estén cargados y fatigados vengan a mí, depositen sus cargas sobre mí y yo la llevaré por ustedes, aprendan de mí que soy manso y humilde de corazón y entonces hallarán descanso para sus vidas y todo lo que emprendan lo lograrán”. Mateo.11:28. El 6 de enero de 2009, Norma y yo cumplimos 32 años de casados, años que no han sido fáciles, como tampoco lo fueron los de mi niñez y adolescencia, pero gracias a mi Dios que él nunca me abandonó, que desde el vientre de mi madre siempre tuvo cuidado de mí y lo seguirá teniendo hasta el día que regrese a su presencia. De los tres hijos que Dios me dio, los tres ya son profesionales, Francibeth, la mayor, trabaja para una Institución Bancaria privada de mucho prestigio, además esta casada y en enero de 2007 me regaló un precioso nieto llamado Diego Alonso. De manera que ya mi familia no se compone de cinco miembros sino de siete incluyendo a mi yerno el Sr. Jairo Pérez, padre de Diego. Julio César trabaja para el Instituto Costarricense de Electricidad. (ICE), como técnico en equipos de aire acondicionado, además pronto se convertirá en un nuevo ingeniero en la rama de Electro Mecánica. Esteban de Jesús labora para la empresa privada en la rama de Mecánica General, al igual que su hermano también seguirá en busca de una especialización que le asegure un futuro mejor que el que tuvieron sus padres. Norma aparte del cuidado que le brinda a su familia en los quehaceres del hogar, al cuido de nuestro nieto tres veces a la
169 semana, también administra un pequeño bazar de su propiedad, lo que produce que a sus cincuenta y siete años se mantenga siempre activa mentalmente y físicamente. (Y siempre guapa). Su servidor tiene cerca de veinte años de laborar para el Instituto Mixto de Ayuda Social. Sirviéndole en tres departamentos distintos, Seguridad, transportes y actualmente en el Departamento de Donaciones, Institución de la cual estaré por siempre agradecido porque me brindó el amparo laboral, salud, desarrollo personal, confianza, seguridad y estabilidad. Es en el seno de esta Institución fue que mis tres hijos crecieron, estudiaron y hoy son profesionales al servicio de mi país.
PROPÓSITO Y DESPEDIDA Querido lector he escrito este testimonio con el firme propósito de poder ayudar a personas que viven vidas asediadas por problemas, a fin de que puedan ser libres del poder de las drogas, el hambre y la explotación de aquellos que sin importarles el dolor de esas personas los despojan hasta de su dignidad. Pensando en tantos y tantas personas que quizá hoy están pasando por lo mismo que pasé yo y piensan que no hay solución para su vida que ya es demasiado tarde, que no le importas a nadie, que nadie se interesa por ti. Eso no es cierto, así pensaba yo y mientras pensé así cada día me hundía más, pero ese hundimiento sólo estaba en mi mente, en mis pensamientos y expresiones negativas. “En Busca de mi Identidad” fue escrito pensando en estas personas dentro de las cuales se desarrolla una batalla atroz con los vicios y las pasiones que controlan sus vidas, con toda su devastadora carga de soledad y desesperación. Mi objetivo es que este testimonio sirva de guía a los que necesitan con
170 urgencia la ayuda que Dios les ofrece, que admitan con humildad sincera que nada pueden hacer por sus propias fuerzas. Siempre hubo personas buenas, amables, generosas que me ayudaron con sus consejos, alimento, ropa y algunos hasta me albergaron en sus hogares, cuando descubrí que no todo era malo, que no todas las personas son malas y que eran más las que me querían ayudar que las que buscaban dañarme mis pensamientos poco a poco fueron cambiando de dirección. Comencé a creer que con la ayuda de Dios yo podría cambiar y si yo cambiaba mi vida también cambiaría. Comencé por dejar el campo, no porque el campo fuera malo, por el contrario el campo es más sano que la ciudad, sino porque mis aspiraciones eran más altas que ser un agricultor y menos cuando no poseés ni un metro de tierra tuya para comenzar. Llegué a San José sin conocer a nadie y sin tener dónde vivir, con poco más de cien colones en el bolsillo, sin embargo logré superar todo obstáculo poco a poco con la ayuda de Dios. El pensar positivamente es pensar como piensa Dios, el hacer lo bueno, lo recto, lo justo es hacer lo que hace Dios, sigue estos principios y te aseguro que tu vida cambiará, pero eso si: “Busca primero el reino de Dios y su justicia y todo lo demás por añadidura te vendrá” Mateo. 6:33. Querido amigo, querida amiga que estás pasando por situaciones como las que pasé, te comprendo, el dolor del alma es más doloroso que el del cuerpo, pero al igual que el cuerpo el alma también sana y la mejor medicina tanto para el alma como para el cuerpo es el perdón, perdona, perdona y perdona, perdona a todos los que te han dañado sin importar el daño que te hayan hecho, perdona para que te puedas liberar de esa prisión en la que vives.
171 Cuando tomé la decisión de perdonar a mis padres, aún sin conocerlos y con ellos a todo el que me hizo daño, fue cuando las cosas buenas comenzaron a manifestarse en mi vida. Hoy a mis 59 años soy un hombre feliz, Dios me ha bendecido con una preciosa familia, soy abuelo y la familia se hace más grande con el paso de los años. Quiero decirte que si yo pude tú también puedes, solo esfuérzate y sé valiente que Dios está con los que se esfuerzan. Por último usted amigo lector que me ha hecho el honor de leer esta historia, pero que usted no pasó por una situación como la mía, pero conoce a alguien que sí, por favor recomiende leer este libro, a lo mejor puede ayudar a alguien a salir de las prisiones en las que se encuentra, por ellos, por las madres solas, por los niños abandonados llevemos juntos este mensaje de esperanza, si tan sólo ayudamos a una sola persona a tener esperanza, no habremos vivido en vano. Dios y yo se lo agradeceremos por siempre. Termino este relato citando al cantor de Israel, el Rey David cuando dijo: “Claman los justos, y Jehová oye, y los libra de todas sus angustias. Cercano está Jehová a los quebrantados de corazón; y salva a los contritos de espíritu. Muchas son las aflicciones del justo, pero de todas ellas le librará Jehová” FIN
172 El autor nació en la provincia de Puntarenas Costa Rica el 11 de mayo de 1950, vivió sus primeros meses en el cantón de Golfito. A los seis meses fue dado en adicción y trasladado a la provincia de Cartago donde paso gran parte de su vida, en 1972 a la edad de veintidós años se traslada a la capital donde encuentra sus verdaderos padres, la que sería su esposa con la cual procrearía tres hijos poniendo así fin a su búsqueda de su identidad. La obra cuenta la historia de la vida del autor, desde el vientre de su madre de: abandonos, rechazos, dificultades, sufrimientos, enfermedades, tristezas y alegrías, y el triunfo ante las adversidades, en fin grandes vivencias que gracias a la mano de Dios y de muchas familias y personas que abrieron su corazón y las puertas de sus hogares, hoy puede contar esta historia. En fin, una batalla librada en busca de su identidad. El autor desea que esta obra sea publicada porque cree firmemente que este testimonio puede ayudar a muchas personas que hoy viven vidas asediadas por problemas, a fin de que puedan ser libres del flagelo de las drogas, el hambre y la explotación de aquellos que sin importarles el dolor de esas personas los despojan hasta de su dignidad, y para los que gustan de obras de la vida real.