Y entre gozos y congojas, desesperanzas y amaneceres ilusionados, se hizo el milagro de la argamasa y el brillar dorado de la piedra de Gáldar: la bendita casa del Señor Santiago. Ella es el cuajar de la arraigada religiosidad de un pueblo laborioso y su más inefable legado patrimonial. Donde alientan juntos la fe y el patriotismo, el amor y el inconsolable resquemor de tanta lágrima. Donde la vida y la muerte comparten la misma puerta mayor.