Carmen González firma 280114

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Debemos celebrar los 90,16 millones alcanzados el pasado año en tráfico total portuario, así como los más de 4,3 millones de Teus (medidos en contenedores de veinte pies). Pendientes de conocer aún los datos por parte de Puertos del Estado respecto a las cifras de otros puertos, todo parece apuntar, aunque hasta el último momento nadie debe tirar las campanas al vuelo, que el puerto Bahía de Algeciras recobraría su liderazgo en España y el Mediterráneo, en detrimento de Valencia. Este puerto, al menos hasta ayer, aún no ha dado a conocer sus tráficos. Lo que está claro es que sus cifras no han sido tan esperanzadoras en los últimos meses, con la tendencia de ir reduciendo distancia con el puerto algecireño. En cualquier caso, y dada dicha tendencia, es de esperar que Algeciras haya superado a los muelles de levante y, en cualquier caso, si no ha sucedido en diciembre, lo podrá hacer en enero. Más tarde o más temprano. Los muelles del puerto Bahía de Algeciras tienen aún capacidad para ir acogiendo nuevos tráficos, a lo que se unen proyectos de ampliaciones.


Tenemos que celebrar que este puerto siga creciendo, a pesar de las dificultades que entraña el carecer de unas vías modernas que conecten las mercancías, vía ferroviaria, con el resto de España y Europa. Sin embargo, si nos paseamos por los muelles, a pesar del incesante movimiento de contenedores, de graneles líquidos o de pasajeros, que hacen de Algeciras el primer puerto del sistema nacional, vemos cómo otros negocios van desapareciendo. Aquí el gigante se come al pequeño. Una decena de cerqueros, cuatro o cinco barcos de trasmallo, una decena de palangreros… estas cifras resumen la realidad del sector pesquero local. Un sector abocado a la desaparición, y más aún en una zona en la que apenas hay caladeros. Por ello, algunos armadores esperan con impaciencia la entrada en vigor del nuevo acuerdo con Marruecos. No es la panacea, pero sin atún que pescar o sin voraces en las aguas, confían en poder capturar, al menos, el pez sable para poder subsistir. Aseguran, que si hay pesca, y eso habrá que comprobarlo en aquellos caladeros, es rentable. De ello dependen las familias de los cuatro, cinco o seis marineros que van a bordo, más otras muchas empresas auxiliares. Paseando junto a la lonja, casi todo es silencio. No es hora de venta, pero tampoco se ven rederos, vendedores de vitualla. Apenas hay actividad. Es el puerto de los contrastes, el de las grandes cifras y el de quienes no saben si mañana qué jornal se llevarán a su casa. El de quienes cada vez tienen menos espacio en los muelles. La prosperidad empuja.


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