Vivir de un sueño Por Álvaro López Franco Embarcarse, sea en un barco o en un proyecto, es siempre arriesgado. Se pueden tratar de minimizar los peligros, o afrontar la travesía en el momento en que el clima sea el propicio. Pero siempre queda la incertidumbre de si se llegará a buen puerto. La diferencia entre navegar de manera literal o embarcarse, figuradamente, en un proyecto, es que en un negocio o proyecto probablemente no te ahogarás, y la experiencia la podrás aplicar en el futuro, aunque sea mala. Continuamente escuchamos que estamos en tiempos muy difíciles, y hay pruebas contundentes de que esto es cierto. Solo hay que ver la tragedia humana que está suponiendo esta crisis económica, de la que parece que vamos saliendo, o analizar los datos de desempleo o riesgo de exclusión social. Sin embargo, en tiempos tan difíciles para el empleo, para los negocios y para tantas otras cosas tres jóvenes, entre los que me incluyo, nos hemos lanzado a la aventura de intentar vivir de un sueño. Ya hemos hablado de ello en una entrevista con Juan Manuel Dicenta, pero cada vez estamos más cerca de tener entre nuestras manos el primer número de la revista Descubrir la Historia, hecha por nosotros, campogibraltareños, para lectores y lectoras todo el mundo. Nos planteamos que este era el mejor momento para abarcar un proyecto de tal envergadura. Y no estamos locos. Pero creemos que Confucio tenía mucha razón al decir: “Elige un trabajo que te guste y no tendrás que trabajar ni un día de tu vida”. Queremos seguir este consejo. En una firma anterior hablaba de que las ilusiones son un motor fundamental para nuestras vidas. Muchas veces hemos escuchado hablar de que hay que tener los pies en la tierra y que soñar es cosa de Disney, de la fantasía o la literatura. Sin embargo, no puedo estar más en contra de esto. Como dice
Eduardo Galeano, "la utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte va diez pasos más allá. ¿Entonces para qué sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar". Eso mismo pienso de los sueños. Evidentemente, los pies hay que tenerlos en la tierra. Por ejemplo, hay que comer todos los días. También, como dice la constitución, tenemos derecho a una vivienda digna, que también hay que pagar. Pero esto nos lleva directamente a soñar, porque hoy en día para muchos estas cosas tan básicas están tan lejos como los sueños más inalcanzables.