Integrar, no separar Por Álvaro López Franco Era la víspera de un examen, y me disponía a relajarme leyendo la prensa digital. Abrí la página web de El País y me encontré con una noticia perturbadora. El Ministro de Exteriores, José Manuel García Margallo, anunciaba su intención de cerrar el Instituto Cervantes de Gibraltar. Defendía argumentos como que en Gibraltar todos hablan español, menos los simios, o que a nadie se le ocurre crear un Instituto Cervantes en suelo español. Antes de nada me gustaría destacar la referencia del ministro a que no se crea un Instituto Cervantes en territorio que se considera suelo español. ¿Cómo la cabeza visible del Ministerio de Asuntos Exteriores de España puede hacer tal afirmación? La realidad jurídica es que Gibraltar no es español. Puede ser una reclamación histórica sujeta a argumentación, pero desde luego no se puede afirmar que Gibraltar es territorio español. Eso es una afirmación tosca, falsa e inapropiada. Por otra parte, como ya se ha dicho en esta misma emisora, la sede del Instituto Cervantes de Gibraltar no le cuesta ni un solo euro al Estado español, pues es una cesión de la familia propietaria del inmueble para que se ubicara allí la sede. También hay que dejar claro que, por supuesto, la bandera de España estaba presente en el Instituto Cervantes de Gibraltar, como en todos. He escuchado negaciones respecto a esto, rumores que corren como la espuma, y hay que decir con rotundidad que es falso. Y, si no, que vaya allí el que no se lo crea. He tenido la excelente oportunidad de conocer el Instituto Cervantes de Gibraltar y a su director, Francisco Oda. No es solo una persona extraordinaria, sino un profundo conocedor de Gibraltar y sus particularidades. Y lo conoce no solo por ser linense. Ha realizado trabajos sociológicos sobre Gibraltar durante muchos años y ha dedicado buena parte de su esfuerzo como investigador universitario a Gibraltar y el Campo de Gibraltar. El Instituto Cervantes de Gibraltar se abrió por varias razones, en el contexto de los
Acuerdos de Córdoba de 2006 que tan poco han gustado siempre al Gobierno actual. Una de estas razones es la enseñanza del español que, junto con la exportación de las letras hispánicas, es una de las principales misiones de esta institución. Si en Gibraltar solo desconocen el español los simios, ¿por qué ha habido unas cuatro mil matrículas en los cuatro años que lleva funcionando? Por un lado, los alumnos son trabajadores o hijos de trabajadores que vienen desde Reino Unido a Gibraltar y no conocen el español. Pero también herederos del cierre de la verja que han crecido con recelo hacia España y no han aprendido el idioma a pesar de todos sus beneficios. Pero el Instituto Cervantes de Gibraltar ha contribuido de manera sobresaliente a otra misión muy importante: la del acercamiento cultural entre Gibraltar y el Campo de Gibraltar, tan necesario para todos los ciudadanos de esta zona. Lo ha hecho a través de todo tipo de eventos: desde presentaciones de libros hasta degustaciones de productos tradicionales españoles. Un diario recogía algunas declaraciones de Oda, anteriores a las de Margallo, que resumen bastante bien la trayectoria del Instituto Cervantes de Gibraltar. Me quedo con esta: «Desde el Gibraltar del Peñón miramos al Gibraltar del otro lado de la Verja, al Gibraltar que reside en la ciudad de San Roque, con el objetivo de que las poblaciones de ambos lados de la Verja se conozcan mejor y tengan mejores relaciones. Nosotros actuamos ya como puente de comunicación y diálogo». El puente del que habla Oda es el que pretenden quebrar a pesar de los esfuerzos de tantas personas que creemos que es posible establecer buenas relaciones entre campogibraltareños, de una bandera y de otra, con el fin de que en un contexto de integración como el europeo los colores tengan cada vez menos importancia, para dar paso a lo que siempre ha importado de verdad: las personas y su bienestar.