MOVILIZACIÓN EDUCATIVA Hace escasos días se hizo pública la noticia de que el titular de Educación, el ministro Íñigo Méndez de Vigo, había encargado el Libro Blanco sobre la Profesión Docente a José Antonio Marina. Eso ha ocurrido meses después de que el reconocido filósofo y pedagogo le remitiera un escrito al sucesor de José Ignacio Wert en el que le trasladaba su parecer respecto a que “cualquier reforma educativa debía contar con el profesorado” y con la sociedad, y animaba a afrontar con acciones lo que él designa como estado de “resignación”, animando con que la situación podría revertir positivamente en un plazo de cinco años. El ministro le llamó y le planteó la redacción del Libro Blanco. El filósofo, y así lo ha explicado, ha puesto sobre la mesa su independencia profesional y el hecho de que su respuesta afirmativa hubiera sido la misma independientemente del Gobierno que se lo hubiera planteado. La redacción inicial de ese texto debe estar concluida a finales del presente mes de noviembre para incorporarse al debate educativo de la campaña electoral. En España tenemos un grave problema endémico respecto a la Educación: La gran cantidad de leyes que se han ido alternando y que han hecho bailar al sistema educativo al son de la ideología de turno. Desde 1980, siete han sido las normativas que se han aprobado con menor o mayor polémica y tras agrios debates, protestas en las calles y peleas ante los tribunales. Desde numerosos ámbitos de acción, profesionales y especialistas, siguen
reclamando, de una vez por todas, un gran pacto de Estado que dé estabilidad al sistema. La última de las leyes aprobadas fue la LOMCE y se hizo con una amplísima oposición en contra y con la promesa por parte de los partidos políticos, salvo el PP, de derogarla. Y así llevamos treinta años en la democracia. Tal y como deja claro Marina, este Libro Blanco deberá servir de propuesta inicial para su “debate y ampliación, para ser desechada o admitida”. Es interesante saber, en cualquier caso, que el filósofo, además de contar con la opinión de expertos, abre la puerta a la colaboración “de todo el mundo” y a las sugerencias, informaciones y documentación de quien quiera aportar su conocimiento. José Antonio Marina quiere también ir explicando en un diario cómo se va elaborando el documento. Hizo lo mismo cuando le encargaron redactar los libros de texto de Educación para la Ciudadanía. José Antonio Marina es un profesional de reconocido prestigio, de cuyos sabios consejos pudimos disfrutar en Algeciras durante una charla que ofreció dentro del ciclo 'La UNED y la palabra' el pasado año. Él es de la opinión de que la Educación “tiene arreglo” y que pensar en su mejora “no es una utopía”. Para ello son necesarios implicación política y consenso. Sin embargo, José Antonio Marina va más allá y en un interesante libro titulado 'Despertad al Diplodocus', con el que el autor invita a sumarse a “una conspiración para despertar un sistema educativo que está dormido”, advierte de que ese “Pacto de Estado” no se debe reducir a un consenso político sino que debe tener como base la movilización educativa de la sociedad. Dejando a un lado intereses partidistas, sería necesaria la implicación, el compromiso de los partidos políticos para una educación de calidad. Esto debería ser una prioridad y por tanto los ciudadanos, que mucho deberíamos decir al respecto, tenemos que exigir a los políticos ese compromiso antes de darles el apoyo de las urnas. Comparto la opinión de Marina de que estamos ante un sistema educativo mediocre y estancado, por culpa de los recortes, pero también de la gestión, y que es necesario reaccionar cuanto antes porque ya no podemos perder más tiempo. Recortar la alta tasa de abandono escolar, mejorar la calidad en las aulas y aumentar el prestigio de la educación profesional de calidad son algunos de los objetivos hacia los que hay que dirigir el trabajo. En la educación no hay que escatimar gastos. Nos jugamos mucho. Una de las premisas del filósofo y también escritor es la necesidad de que el ministro o ministra de turno debería tener nociones de educación y de su papel en el futuro. Qué menos
que conozca la realidad en un ámbito de tanta importancia, donde también debería tomarse en consideración la evaluación continua del profesorado, y de los centros educativos, porque ellos son luego los que evalúan a los alumnos. Algeciras 3 de noviembre, de 2015