La solidaridad no cuesta nada Ya están aquí las fiestas navideñas, y se nota en la calle. Al igual que ocurre durante Carnaval, Semana Santa o la Feria Real, los algecireños invaden la ciudad. Parece otra, tan diferente a esos otros días, a esos otros fines de semana en los que los ciudadanos desaparecen. Son fechas en las que la ciudad revive y las calles se ven invadidas por numerosos viandantes. Renace la alegría entre las gentes. Son días de comidas, de restaurantes, de bares, de consumo, a veces en exceso... pero, en fín, la hostelería y los comercios tienen la esperanza puesta en estos días. Pero esta es la cara. El reverso de la moneda se encuentra entre quienes apenas pueden llegar a fin de mes o los que no llegan; aquellos que dependen de la buena voluntad y muchas veces de la imaginación de quienes siempre tienen en su mente a estas otras personas. No se trata ya sólo de los que dedican unas monedas a comprar algún kilo que otro de pasta, legumbres, o algún litro de leche, o potitos para los pequeños... No, eso apenas requiere esfuerzo, al menos para la mayoría. Me refiero especialmente a todas esas personas que dedican muchas horas durante todo el año aportado su granito de arena y trabajando desinteresadamente por una causa social. Me refiero a esos voluntarios que se ponen el delantal y cocinan para los que no tienen techo o apenas tienen para comprar alimentos; me refiero a esas personas que cargan esas cajas de cartón con ropa, libros, juguetes, y montan un puesto para ofrecerlos, por poco dinero, con fines sociales; Me refiero también a esas personas que trabajan día tras día en una parroquia intentado hacer un poco más llevadera la lucha continua del que no tiene nada; a quienes, campaña tras campaña, recogen miles de kilos de alimentos; a quienes
reparten juguetes; y también me refiero a los que con una sonrisa hacen todo lo posible para que un enfermo, ya sea niño o adulto, encuentre un resquicio de alegría al menos durante unos minutos. Son muchos más y no me puedo referir a todos. Son muchas las asociaciones existentes y necesarias, y muchas las personas que las sustentan, con su trabajo, en silencio, pero con la recompensa de que lo que hace sirve para que otra persona acceda a lo básico, a lo que tiene derecho, pero que no tiene la suerte de tener. A pesar de todo, esto no sería posible sin la colaboración, sin la solidaridad de los campogibraltareños. Durante estos días, ONG, entidades, empresas, asociaciones de vecinos, han organizado numerosas recogidas de alimentos y juguetes. Los destinatarios los necesitan durante todo el año, pero son estos días especiales, los que hacen especiales a quienes no tienen dinero ni tan siquiera para comprar comida infantil o entregar un juguete en día de los Reyes Magos. No son pocos los conciertos, o obras de teatro que se organizan con fines sociales. Hay mucha gente con problemas, pero también hay mucha generosidad. En fin, la solidaridad del ser humano es imprescindible, es un regalo que no debería faltar, no solo en Navidad, sino todo el año. No cuesta nada. Algeciras, 23 de diciembre de 2014