Firma Emy Luna 070515

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La Firma LVII Hace unos días recordé lo que decía una escritora que me gusta mucho sobre la vida: "La llama no siempre arde con la misma fuerza". El caso es que a veces intentamos culpar al mundo de cambiar demasiado deprisa, de ir contra el reloj, olvidando que quizás seamos nosotros los que en realidad cambiamos con el paso del tiempo. Lo que antes nos parecía urgente y prioritario, ahora ha dejado de serlo y aquello en lo que no habríamos reparado nunca, se vuelve imprescindible en nuestras vidas. El niño mira la vida desde abajo, con admiración, con respeto, imaginándola en su candor como algo inagotable y eterno. El joven la mira de frente, casi con descaro, tratándola de tú a tú, apartándola con el codo para que no interrumpa un camino lleno de planes que, inocentemente, cree diseñado por él. El adulto, la mira desde arriba, desde lo alto, y se atreve a abrir las alas de su experiencia para sobrevolarla con la sonrisa de quién ya sabe de lo que va el asunto de vivir. Examinando su esencia, hecha a base de horas, días y años. Sabiendo que lo que observa ya dejó de ser hace tiempo. Que lo que es ahora no tiene nada que ver con lo que una vez fue. Es lo que llama Claudio Magrís, el escritor italiano, el haber sido. Un haber sido que no tiene por qué causar desasosiego


o nostalgia, sino que debe contaminarnos de la certeza de que la de ahora, es una etapa de la vida en la que somos quizás más libres que antes. Ya no existen en nuestra agenda aquella serie de prejuicios y obligaciones a los que nos ató una vez la juventud. Hemos escapado de los convencionalismos del laberinto social y ¡por fin! hemos firmado un pacto, un tratado de paz entre los vencedores y los vencidos de nuestras batallas personales. Y como mejora adicional, ser mayor, aparte de proporcionarnos unos kilos de más, algunas arrugas y un par de canas, modifica sustancialmente nuestro concepto del tiempo y de su uso. Hemos aprendido a saborear con lentitud el transcurrir de las horas, a desterrar las prisas para deshilachar con los dedos los grandes acontecimientos y los pequeños. A coser con puntadas cortas los sucesos que nos importan ahora, aunque la vida se empeñe en apuntarlos con grandes hilvanes que apenas los sujetan, siguiendo la actual filosofía de usar y tirar. Es el tiempo de bailar lo que nunca bailamos y de hacer lo que siempre quisimos. De no luchar contra lo inevitable, porque en esa batalla, el tiempo ostenta el estandarte de ganador desde mucho antes de comenzar la contienda. Porque aunque la llama no arda siempre con la misma fuerza, lo interesante y divertido es mantenerla encendida.

Emy Luna. Algeciras Mayo 2015


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