Emy Luna
La Firma De las mejores cosas que hay en esta vida son los amigos. Con ellos, desde pequeños, aprendemos a compartirlo todo, desde el camión de bomberos y el diabolo, hasta los castigos y las excursiones del Colegio. Al crecer, seguimos compartiendo con ellos amores y desamores hasta llegar a la edad adulta en que son las penas y las alegrías las que protagonizan nuestros momentos en compañía. Por eso, no hay nada mejor que compartir el triunfo de nuestros mejores amigos o de sus seres queridos. Y éste es el caso que ocupa hoy mi reflexión. Hace unos días otorgaban el nombramiento de Hijo predilecto de Algeciras al padre de una buena amiga. Ella, nos lo comunicaba a las 8 de la mañana a las personas que estamos más cerca de ella y que la queremos. Una maravillosa manera de empezar el día mientras subo la cuesta de San Isidro de camino al colegio, porque, de hecho, esa también es una alegría que se suma a la producida por el hecho en sí. La satisfacción de encontrarte entre ese número reducido de personas a quien se lo dicen porque te quieren y saben que disfrutarás con ello. Cuando una persona mayor y normal como José Cabello, que no lleva una vida pública ni ejerce ningún cargo que le haga ser popular, recibe un galardón de ésta índole, lo recibimos todos. Porque todos disfrutamos cuando a un buen hombre se le reconocen sus méritos. Hombre culto, solidario y trabajador que, a pesar de haber tenido seis hijos y haber tenido que combinar varios trabajos a lo largo de su vida, siempre ha encontrado hueco para la solidaridad. Una persona discreta, pero que ha dejado una profunda huella en las personas que lo conocen y que ha marcado con su forma de ser a todos sus hijos.
Estamos muy acostumbrados al triunfo de la gente popular, la que todo el mundo conoce porque sale en los medios de comunicación. Cuando triunfa uno de los nuestros, de la gente corriente, triunfamos todos. Nos alegramos por el protagonista, por sus hijos, por sus amigos, por nosotros mismos. Y nos alegramos porque el leit motiv de su nombramiento no se basa en cifras económicas, grandes epopeyas ni en logros políticos. Es Hijo predilecto de Algeciras porque ella se siente orgullosa de un hombre que ha hecho por los necesitados de esta ciudad lo que ha podido durante más de 18 años al frente del Banco de Alimentos. Y eso, ya es mucho. Un hombre grande y fuerte que ha sido capaz distinguir, desde la altura de su corazón a aquellos que más necesitan de nuestro pueblo, y les ha regalado su tiempo. En el triunfo hay dos aliados: el que triunfa y los que se lo reconocen. Y en el mundo competitivo e individualista en el que vivimos, tiene mucho mérito reconocer el éxito de los demás. Hacerlo, denota una carga enorme de generosidad que a la vez que deja perplejos a los ciudadanos, hace renacer en nosotros la esperanza en un mundo mejor. ¡Felicidades, José María! Con tu triunfo y tu ejemplo, hemos ganado todos: los hombres corrientes, trabajadores, constantes, solidarios y buenos padres.