El saludo anztes del debate.
La firma: Eva Reyes Apenas quedan doce días para las elecciones autonómicas que decidirán la configuración del nuevo Parlamento andaluz, unos comicios que, aunque auguran un triunfo por mayoría simple de la socialista Susana Díaz, seguramente abrirán un escenario político no conocido hasta ahora. Llevo ya varias elecciones generales, autonómicas y municipales a mis espaldas y tengo que admitir que aunque la aparición de savia nueva es siempre estimulante, no lo es lo suficiente para eliminar el hastío y la cuasi indiferencia que me provocan los políticos en estos momentos. Intervención tras intervención, rueda de prensa tras rueda de prensa y reunión tras reunión, no hago sino reafirmarme en que no tienen nada nuevo que ofrecer y en que sus mensajes y promesas volverán a caer en saco roto. Y lo peor de todo, que los ciudadanos somos, en muchos casos, meras monedas de cambio cuyos verdaderos intereses importan poco o muy poco. En el último mes y medio hemos vivido el anuncio de cierre y el cierre de facto de dos centros, uno en Gibraltar y otro en La Línea, lo que pone de
manifiesto que a los políticos ya ni siquiera les corta la cercanía de unas elecciones o unos comicios ya convocados. El pasado mes de febrero, el ministro español de Asuntos Exteriores y Cooperación, José Manuel García-Margallo, anunció el cierre del Instituto Cervantes del Peñón, una noticia que ha supuesto un mazazo para quienes creemos en el poder que la cultura tiene para unir y enriquecer los pueblos. La apertura del Instituto Cervantes fue consecuencia del diálogo, de un arduo trabajo que no estuvo exento de dificultades. Desde su apertura hace ahora cuatro años, más de 4.000 alumnos han pasado por las aulas del centro que dirige Francisco Oda para aprender y perfeccionar su español, un centro que ha acogido además numerosas actividades relacionadas con las costumbres, las tradiciones y la cultura españolas. A esta triste noticia hay que unir el cierre por parte de la Junta de Andalucía del centro social El Junquillo, toda una institución en una barriada de mismo nombre que sigue sin sufrir la transformación de la que todas las administraciones hablan. Cerrado desde el pasado mes de diciembre a la espera de una explicación coherente, el pase del centro del Instituto Andaluz de la Juventud a la Consejería de Igualdad no ha hecho sino confirmar las peores sospechas de sus más de 500 usuarios, que ven ahora como sus talleres, clases de apoyo y reuniones de amigos se quedan sin un espacio, su espacio de los últimos cuarenta años. Un desastre, otro más que unir a la larga lista de sinrazones y desafortunadas decisiones de nuestros políticos. Así que, dado que ni los periodos electorales no libran de sufrir su casi siempre desafortunada gestión, les deseo que la actual campaña y las que quedan por venir se les hagan cortitas. Van a necesitar altas dosis de paciencia.