Firma Gloria-Sánchez 040214

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Gloria Sánchez-Grande

"El perro Paco" Sobre los escombros de lo que había sido el convento de Nuestra Señora de la Piedad, a finales del siglo XIX, emergió en el centro de Madrid el Café de Fornos, lujosamente decorado al estilo Luis XVI. Tenía muebles de caoba, señoriales divanes, una espectacular alfombra de terciopelo blanco, estatuas de bronce, techos pintados y de sus paredes colgaban grandes espejos, además de cuatro pinturas con alegorías al té, al café, al chocolate y a los licores y helados. A partir de 1870, el Café de Fornos fue frecuentado por aristócratas, literatos, artistas, espías y, un poco más adelante, toreros y cantaores flamencos. Aquel café de la Calle Alcalá tenía, conjuntamente, mucho de teatro y algo de iglesia, pues mezclaba un indudable ambiente distinguido con cierto toque bohemio. El Fornos permanecía abierto incluso de madrugada, para llenar los estómagos vacíos de los espectadores que salían de los teatros. Este amplio horario también provocó que recalaran noctámbulos y mujeres de toda condición. Algunas crónicas hablan de fiestas ininterrumpidas durante varios días en los reservados de la planta baja. Sin embargo, el cliente más querido del Fornos, donde pasaba todas


las noches, fue un perro negro: el callejero perro Paco, que resultó bautizado con champán por un Marqués de Bogaraya cuando éste celebraba su onomástica en el animado café el día de San Francisco de Asís. Al perro Paco le entusiasmaban los toros y, según cuentan las crónicas, ocupaba una localidad en el tendido 9 de la antigua Plaza de Madrid. Durante una corrida en junio de 1882, un novillero nefasto pegó un monumental petardo y Paco, indignado, se lanzó al ruedo para protestar entre las pantorrillas del diestro. Éste, visiblemente enfadado, estoqueó al perro, que murió un poco después. Este incidente enervó aún más al público, que casi lincha al novillero mataperros. Paco fue disecado y expuesto en numerosos locales madrileños, hasta que se enterró, según la leyenda, en El Retiro. Hoy el Café de Fornos es un moderno Starbucks. Seguro que el perro Paco no habría husmeado por allí. Tenía demasiado buen gusto.

Café de Fornos en 1908


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