SER. 26/01/2015.Es difícil, por no decir imposible, no hablar hoy de elecciones. Si a los comicios griegos de ayer sumamos la convocatoria adelantada de elecciones autonómicas en Andalucía, que también se anunció ayer como consecuencia inmediata a la ruptura del Gobierno de coalición PSOE-IU, se nos presenta un panorama de urnas y campañas realmente agobiante. Marzo autonómicas, mayo municipales y a final de año –seguramentegenerales. Esto en Andalucía. Y precisamente en nuestra comunidad, las municipales que se presentaban como primera piedra de toque han sido sobrepasadas por los acontecimientos y, aquí, van a ser las andaluzas, las de marzo, las que van a servir como primer termómetro del panorama electoral nacional. Pero esta convocatoria de marzo tiene otro efecto perverso: la campaña de las municipales, y las mismas elecciones locales, va a quedar totalmente eclipsada, subsumida y condicionada por unas autonómicas que se lo van a comer todo. Mala noticia para quienes ya habían diseñado cinco meses de
carrera de fondo de cara a llegar a mayo con un trabajo desarrollado sin demasiada prisa. Ahora, todo queda determinado por la campaña autonómica que se va a llevar todo el protagonismo. Solo tras los resultados de marzo habrá tiempo de pensar en mayo. Y, mientras tanto, la casa sin barrer. Bien es conocido que en tiempos preelectorales todo se paraliza en la administración. Nos esperan, por lo tanto, casi doce meses de campaña permanente. No sé si vamos a ser capaces de aguantar tanta promesa y tanto trajín propagandístico, pero no nos queda otra. Con la acumulación de compromisos electorales propios me he dejado en el tintero los resultados griegos. Nunca nos había interesado tanto lo que pasara en el país cuna de la democracia. Para quienes se han sentido sobresaltados por los resultados –clavados con antelación por las encuestas, todo hay que decirlo- comprobarán con el paso de las semanas y los meses que no es para tanto. No tener mayoría absoluta le va a obligar a Syriza a pactar con alguna formación menos radical y eso supondrá toda una relectura programática. Eso sí, el mensaje de que otra política debe ser posible y que la Europa de los mercaderes no es la misma que la de los ciudadanos, ha quedado meridianamente claro. Los griegos han hablado. Nosotros vamos a tener que hablar por triplicado a lo largo de este año. ¡Suerte!