Firma Mario Ocaña 170214

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La Firma. 17 de febrero de 2014. Me gustaría sugerir – a quién corresponda –, y ya que casi todos los días del año son “el día internacional de lo que sea”, que se instituyese el Día Internacional de la Vergüenza. Si esta propuesta, que lo dudo, llegase a alguna parte, yo propondría, por proponer, ya saben, sin esperanza, que se eligiese el 6 de febrero a pesar de que ya está ocupado por el Día Internacional contra la Mutilación Genital Femenina. El 6 de febrero murieron al menos quince personas, catorce hombres y una mujer, intentando entrar en España por una playa de Ceuta. Todos tenían nombres, afectos y emociones. Habrá quien espere, al otro lado del Sahara, noticias suyas. Pero no habrá más mensajes porque los móviles estarán en el fondo del mar, encendiendo sus pantallas azules en la noche, asustando a los peces y reflejándose en las algas marinas. Alguien, al otro lado del mar de arena, llorará ante el silencio de un amor que no contesta, de un hijo del que no sabe o de un padre que prometió llamar, por lo menos, todas las noches de luna nueva. Yo dedicaría el Día de la Vergüenza a resaltar aquellos gestos de los hombres que van contra los hombres. A la repugnante insolidaridad de esa parte del género humano capaz de engañar y robar a ancianos semianalfabetos; a aquellos asesinos que no dudan en masacrar a sus pueblos o a aquellos especuladores que no tienen el más mínimo empacho en echar de sus casas a familias en paro, a jubilados sin horizonte o a jóvenes sin futuro. También dedicaría el Día de la Vergüenza a los que no ayudan a los hombres que nadan en el mar intentando alcanzar la tierra salvadora. Pobres naúfragos, mojados,


asustados, temblorosos, helados en la mar fría del poniente, con el sabor de la sal pegado al cielo de la boca y los ojos abiertos como amaneceres. Algunos de sus cuerpos han permanecido sumergidos durante una semana en las aguas de España, que ha sido su gélido sudario. La mar española los ha velado y los ha mecido en oleajes como si los brazos de todas las madres de todos los náufragos de esta frontera de desesperación se hubiesen puesto de acuerdo para acunarlos, para que no pasaran frío sus cuerpos sin vida. Anémonas y posidonias han sido las flores que han lucido en el funeral. Si es verdad que Dios existe que a cada uno lo acoja en su seno. Menudo mundo hemos creado. El mundo sigue estando lleno de gritos en el silencio. La barbarie entre humanos, la violencia y el sufrimiento campan por sus respetos más de medio siglo después de Auschwitz. Seguimos sin aprender absolutamente nada de la Historia.

Rescate en la costa de Ceuta


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