XIII- EL ARCANO SIN NOMBRE Llegó a mis manos como un obsequio en una lujosa caja color bronce de la editorial Siruela. Dentro, dos cuidados libros: La vía del Tarot junto a otra encuadernación con una colección de poemas sobre los arcanos mayores y con ellos una pequeña baraja del Tarot de Marsella. La verdad, estéticamente, una belleza de regalo. Este libro se cruzó en mi camino en el año de su publicación, allá por el 2004 y es un concienzudo estudio en el que Alejandro Jodorowsky y su mujer, Marianne Costa emplearon cuatro años de su vida. Yo, llevo ya casi diez intentando descifrarlo poco a poco. Debo aclarar que este no es un Tarot al estilo Raphel, Aramís Fuster o la bruja Lola, nada que ver. No tengo ningún interés en conocer mi futuro, lo que realmente me ocupa es entender mi presente y esta vía de autoconocimiento la utilizo como un instrumento terapéutico para conseguirlo. Aquí no es necesario tener gracia, este es un camino entre la intuición y la razón. Cada arcano, de los veintidós que existen, encierra un mensaje transmitido en un lenguaje poético y bellísimo que entabla un diálogo directo con el alma. Al igual que actualizamos los estados en las redes sociales según nos encontramos, yo actualizo los arcanos y cada uno encierra una enseñanza de suma importancia para mi crecimiento interior.
Ayer, sin ir más lejos, ante un vuelco emocional, me senté delante de la chimenea y sin rituales ni aspavientos saqué al azar un aliado. Si esta carta me hubiese salido en una tirada de las de la bruja Lola me hubiese hecho pensar que la muerte me ronda, pero nada que ver. El arcano número trece, el arcano sin nombre, al que erróneamente llaman muerte lo que vino a anunciarme es todo lo contrario: es una profunda transformación que si se desea, producirá un gran alivio. Esta carta invita a una limpieza radical del pasado, a una revolución necesaria para la renovación, como una labranza o una siega que prepara el terreno para una nueva vida. Y cuando el arcano sin nombre habla, dice lo siguiente: “Si te das prisa, me alcanzarás. Si frenas, te alcanzaré. Si andas tranquilamente te acompañaré. Si te pones a girar danzaré contigo. Ya que nuestro encuentro es inevitable, hazme frente ahora mismo. Soy tu sombra interior, la que ríe detrás de la ilusión que llamas realidad. Paciente como una araña, engastada como una joya en cada uno de tus instantes; compartes tu vida conmigo, si te niegas a ello no vivirás en la verdad. Desde que naciste soy la madre que no deja de darte a luz ¡Alégrate entonces! Solo cuando me concibes, la vida cobra sentido”.