La firma 54 La sensación de que la vida ha pasado demasiado deprisa es una constante en el ser humano. La Historia del hombre aparece jalonada de descubrimientos e inventos que han marcado el paso del tiempo, y que forman parte fundamental de nuestras vidas. Este año celebramos el aniversario de los 90 años de la aparición de la primera emisora de radio en nuestro país. La radio nacía en Barcelona en 1924 durante la dictadura de Primo de Ribera. 90 Años acompañando a los españoles y vadeando mares de censura y ríos de libertad. Sin la radio, el español de entonces se hubiera sentido desprotegido, huérfano de noticias. En torno a ella, que ocupaba un lugar privilegiado en los cuartos de estar y cocinas, se reunía la familia. La radio te informa sin invadir tu intimidad, sin monopolizar. Nos deja libres para descubrir caminos secretos en sus mensajes, en su manera de dar las noticias. Como contraste, el mundo de la imagen a menudo nos manipula, nos anula facultades tan interesantes como la fantasía, la invención...Oír la radio es dejar paso a la imaginación, es diseñar paisajes e inventar rostros. Es asociar la música con lo que queremos, y no con lo que un videoclip nos quiere imponer. La radio es información pura. La noticia, la opinión, no se prostituye con la imagen y el mensaje queda grabado de manera aséptica en el oyente. Además, la radio nos enseña a hablar bien porque generalmente nos ofrece entrevistas y debates con gente interesante, no con ídolos de barro. Los que hablan en la radio, tienen en la palabra su única arma, de manera que son imprescindibles la preparación y un amplio conocimiento de la Lengua, elementos que brillan por su ausencia en muchos tertulianos de la pequeña pantalla en los que su vestimenta, sus gestos y su fisonomía le ganan la partida a sus posibilidades retóricas. La radio dibuja el mapa sentimental de los oyentes, el devenir de la Sociedad depende en gran medida de la Comunicación. Cada programa nos recuerda una etapa de
nuestra vida. ¿Quien puede olvidar la música de Lucecita sin recordar las siestas de su infancia o escuchar la sintonía de Ustedes son formidables sin que un escalofrío recorra nuestra piel? Antes de que supiéramos que el tarro de Cola Cao era amarillo, ya se había dibujado en nuestra imaginación aquel niño de color en el África tropical. Sin necesidad de imágenes. La radio estuvo, y sigue estando al pie del cañón de nuestras vidas, acunándonos con su murmullo apenas audible cuando queremos conciliar el sueño a su lado. Atrapándonos en medio de la noche cuando estamos solos, como dice la canción de M. Ríos: Ven a radio madrugada si estás sola en la ciudad sin moverte de tu habitación, conectando en la frecuencia de las voces de la noche, ponte el mundo de almohada soñarás mejor. Prefiero la magia, sin rostro aparente, de la radio, a la vulgaridad manifiesta que a menudo nos ofrece la TV.
Emy Luna Algeciras15 de Enero 2015