La firma Emy Luna 090415

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La Firma LVI Ahora que las fiestas de Semana Santa quedan atrás, vuelvo a tener la misma impresión que cuando terminan las Navidades o la Feria. La sensación de que algo acaba pero todo vuelve a empezar. Es algo parecido a volver a casa después de un viaje errático en el que se olvidan los horarios, se paralizan los trabajos y se rompen las cadenas del día a día. Recuperar la tranquilidad de esa rutina que a veces nos enturbia la felicidad pero a la que estamos acostumbrados y acomodados. Un lapsus en el que la vida se hace mucho más presente porque la obligación y el maldito reloj nos dejan libres. Estar de vacaciones, aunque sea por un par de días, supone vivir más intensamente; lo único que hay que hacer es abandonarnos a lo que el destino nos traiga, sin planear nada porque sólo con salir a la calle el plan ya está hecho. Es la maravilla repetida de ver las ciudades abarrotadas de gente dispuestas a disfrutar del espectáculo que supone esa invasión de imágenes religiosas en las plazas, las esquinas de los pueblos, de la aparición siempre sorprendente de la primavera en el olor de los naranjos y del encuentro con viejos amigos. Momentos aparentemente llenos de prisas pero que, en realidad, nos permiten vivir despacio, dejando que nuestra existencia se llene de pequeñas cosas y de tradiciones heredadas, como ver las procesiones o hacer torrijas y


arroz con leche... Sumergidos en el presente sin la angustia que generan los horarios y las tareas cotidianas. Dejándonos llevar por esa multitud que, en nuestras calles nos empuja de un paso a otro entre trompetas y tambores, sin hacer nada para evitarlo, dejándonos llevar, disfrutando del placer de sentirnos rodeados de extraños que, a la vez, son como nosotros. Porque aprender a estar entre la gente nos enseña que no somos Nadie. Que el ser humano es alguien cuando se confronta con los demás y con el mundo. Que sin los demás, no tenemos referencias. Gente parecida o diferente a nosotros, gente que vive en los extrarradios de la vida o que protagoniza el éxito social, gente que se adapta al sistema o que lucha contra él... Gente...gente... Gente feliz y gente que no lo es, gente a la que le sobra y gente a la que le falta. Multitudes, mareas humanas que en las calles dibujan el sendero por el que caminamos todos. Gente de la que no sabemos nada y de la que no somos conscientes de que existen hasta que llegan estos días de fiesta y nos miramos unos a otros asombrándonos de cómo somos, de cuántos somos y de lo distintos que somos. Y detrás del asombro, la certeza de que casi todos buscamos lo mismo y luchamos por lo mismo: el amor de los demás y la conquista de un mundo más justo y más humano. Pongámonos a ello, no perdamos más tiempo, los demás nos esperan...

Emy Luna Algeciras 9 de Abril 2015


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